Prólogo
Oscuridad
̎No importa lo rápido que viaje la luz, siempre se encuentra con que la oscuridad ha llegado antes y la está
esperando̎. (Terry Pratchett)
A Jungkook siempre le han gustado los paseos nocturnos en la oscuridad y frialdad de la noche. Durante los pocos
años que ha vivido, la luna había sido su única y mejor amiga, con quien puede hablar libremente sin ser juzgado.
Todos los demás lo hacen, a excepción de su madre, a la cual ama con todo su corazón. En su pequeña y pobre aldea
no tiene amigos con quienes jugar durante el día; así que, mientras el sol está en lo alto del cielo, se dedica a ayudar
a su madre con las labores del hogar.
Le ayuda yendo al bosque por algunas hierbas, recogiendo trigo de los huertos del pueblo, horneando pan en los
rústicos hornos de piedra, limpiando la pequeña y humilde casa en la que viven, cazando uno que otro conejo –por
más pena que diera- para asar y comer al día siguiente, entre muchas otras cosas que deben hacer para mantenerse
día a día.
Son tan sólo él y su madre, no tienen ayuda de nadie más. A sus seis años se ha vuelto mucho más responsable que
muchos adultos, y lleva a cabo más tareas de las que un niño de su edad debería. Pero él está feliz de poder
permanecer junto a su madre y darle una mano, es lo mínimo que puede hacer por ella.
Ella le había dado la vida y cuidado de él, le había dado de comer y ayudado a crecer. Se había encargado de él, a
pesar de todos los rumores y críticas que recorren el pequeño pueblo, pues Jungkook es hijo de un misterioso
viajero que había pasado por el pueblo, hacía ya varios años. Solo se quedó en el lugar por una noche y después de
eso, su madre quedó embarazada de él.
Las personas que habitan el pueblo la llamaron prostituta y los rumores de que la mujer había tenido sexo con el
hombre por un par de monedas empezaron a esparcirse también en aldeas aledañas. Para colmo, cuando Jungkook
nació, los aldeanos reclamaban haber presenciado extraños avistamientos y haber sido testigo de actividad
paranormal en sus propios hogares.
Aseguraban haber visto sombras en los alrededores, escuchar sonidos de fuente desconocida por las noches, la
misteriosa desaparición de objetos de uso diario, entre otras cosas. No pasó mucho más tiempo antes de que la
gente comenzara a especular sobre la relación del nacimiento del chico con los sucesos recientes -tenido en cuenta,
también, la forma considerada impura en la que había sido concebido.
A partir de entonces en la aldea, a Jungkook se le dio el nombre de el demonio de Dongnae, recibiendo aquel
nombre por la región en la que se encuentra su pueblo. Su madre es llamada bruja y mujer de Satanás tras haber
dado a luz semejante atrocidad.
Su humilde hogar se ubica en la parte más alejada del pueblo; junto a los bosques frondosos y a un río que corre en
la cercanía del pueblo y que, en épocas de lluvia, crece peligrosamente con la posibilidad de desbordarse y llevarse
por delante a las viviendas cercanas.
Viven una vida marginada en aquel pequeño pueblo, cargado con el odio -no justificado- de todos sus pobladores. Es
por eso que, cuando el sol se oculta tras el horizonte y cuando la luna brilla con su luz de plata sobre su cabeza, el
chico se deshace de sus sábanas y se escurre fuera de su casa -a escondidas de su madre- para dar un paseo en las
profundidades del bosque.
No siente miedo, a pesar de todos los rumores fantasmales que recorren la zona. Por el contrario, se siente cómodo
en el silencio del paisaje nocturno y se desliza entre los árboles con demasiada agilidad, distinguiendo sus formas
entre todas las sombras y la oscuridad. Siempre lo ha hecho, cada noche, desde que tiene memoria.
Y así lo hace también esta noche, aunque no tarda mucho en arrepentirse.
El chico espera pacientemente a que su madre caiga dormida, tendida en el suelo sobre un viejo futón que ella
había comprado años atrás a unos comerciantes que pasaban por el pueblo. Según su madre, aquel futón es más
viejo que ella misma; sin embargo, es lo único que pueden permitirse en aquel momento.
Jungkook la mira en la oscuridad, observa como sus párpados se vuelven tan pesados como el plomo, haciendo que
sus ojos se cerrasen poco a poco. Su respiración se vuelve más lenta y acompasada, y suaves ronquidos se escuchan
en la pequeña habitación.
Esta noche, su madre se ha dormido más rápido de lo usual; pero eso no le extraña q Jungkook, pues hoy habían
trabajado más de lo que normalmente acostumbran. Su madre había insistido en preparar un montón de pan y
carne seca, asegurando que se viene una mala temporada y que la pasarían mal -o peor de lo que ya lo están
pasando.
El chico simplemente obedeció sus órdenes durante las pasadas semanas, ayudando a su madre como siempre lo
hace.
Jungkook se levanta de su propio fotón y abre la puerta corrediza delicadamente, evitando cualquier ruido que
despertara a la mujer. Aunque, con lo profundamente dormida que está, ni siquiera una explosión podría
despertarla, razona el pequeño. Su madre tiene el sueño pesado, y él había heredado eso de ella.
El chico le da una última mirada al interior de la casita antes de cerrar la puerta y caminar hacia el bosque.
La brisa gélida acaricia su piel suavemente, haciendo un modesto y bajo ruido que suena como un susurro en sus
oídos, como si le estuviese murmurando un secreto. Los árboles bailan ante el movimiento del viento y le saludan
con el vaivén de sus ramas.
Las hojas verdes -que pierden su color vibrante ante la falta de luz diurna- crujen al chocarse entre ellas y algunas
caen de los árboles, tal como la lluvia cae del cielo. La luz de la luna, tan majestuosa y hermosa, deslumbra a través
de las ramas y hojas de los árboles más altos, abrazando a Jungkook y dándole la bienvenida una vez más.
Todo está en calma o, por lo menos, eso parece. El pequeño se adentra más en el bosque, hasta que encuentra una
reducida zona sin árboles en el corazón del mismo, en la cual se podría recostar un rato para hablar con su mejor
amiga. Mira al cielo, pensando en que decirle.
-Había pensado en no venir hoy a verte- dice finalmente el chico-, pero pensé que podrías sentirte sola si no salía
esta noche.
Jungkook piensa que, en cierto modo, él es como la luna. Aquella se encuentra alto en el cielo, rodeada de miles y
millones de estrellas, más de las que su pequeña mente podría imaginar. Aun así, cuando le mira desde abajo, es
capaz de sentir su soledad y cómo ansía un poco de compañía durante las largas veladas.
-Ha sido un día muy largo, hice muchísimas cosas hoy junto a mi madre. Por eso, casi me quedo dormido junto ella-
el niño pasa una mano por su pelo negro, peinándolo hacia atrás y luego pasa su brazo por debajo de su cabeza,
apoyándola sobre su antebrazo-. Ella está muy candada, ha trabajado mucho estas últimas semanas. Quisiera poder
ayudarla un poco más, pero dice que aún soy muy pequeño para ciertos trabajos… ¿crees que, cuando crezca, podré
sacarnos de aquí? ¡Prometo salir a verte, donde sea que me encuentre!
El niño ve cómo la esfera de plata le sonríe, afirmándole que sería capaz de grandes cosas. Este sonríe de vuelta y
cierra los ojos por un momento. Se acuerda que no debe quedarse dormido, pues tiene que volver a casa antes de
que su madre despierte y se preocupe por no verlo a su lado.
Se concentra en su alrededor, para evitar caer en su sueño, escucha los sonidos del bosque, siente la brisa correr y
bailar, y olfatea el césped y la madera que prima en el bosque.
Y es en ese momento que lo percibe.
Un olor amargo entra por sus fosas nasales, y Jungkook se levanta dando un respingo. Mira a su alrededor
confundido. ¿Habrá algún incendio cercano?, se pregunta a sí mismo. Inhala aire más fuerte, intentando descifrar
exactamente qué es ese olor.
Huele a madera quemada, aunque no está del todo seguro de dónde proviene. La aldea más cercana a la zona es la
suya propia y, aun así, él se encuentra bastante alejado del pueblo.
Por lo tanto, si el olor a quemado llega hasta mí, debe ser un gran incendio, razona Jungkook.
Su olfato siempre ha sido extra-sensible, percibe olores que muchas personas ignoran, por lo que no puede evitar
que su corazón se acelere, imaginándose todo tipo de escenarios.
El chico echa a correr en dirección a su aldea, preocupándose por su madre que aún está profundamente dormida
en su casa o-, al menos, eso es lo que espera.
Le toma un rato llegar hasta la salida del bosque, había caminado mucho y había llegado muy lejos a pasar de lo
cansado que estaba. Observa, a lo lejos, una luz anaranjada que se expande ferozmente dentro de la oscuridad casi
negra de la noche.
Se ha iniciado un incendio en la aldea y está consumido todo a su paso.
Jungkook corre hasta su casa, con el corazón palpitándole en la garganta. Casi no puede respirar -por la carrera
dentro del bosque y su único pensamiento es: por favor, mamá, tienes que estar a salvo.
Cuando llega hasta su casa, siente cómo sus rodillas le fallan y se chocan contra el suelo cubierto de tierra. El
chasquido que producen las llamas en combustión con la madera retumba como tamborcitos en sus oídos.
Sus ojos, oscuros como su cabello y como aquella noche, se llenan de lágrimas que reflejan las llamas anaranjadas y
amarillentas que terminan de consumir lo que queda de su pequeña casa. Jungkook siente como si su corazón se
detuviera.
El chico cubre su boca con una de sus manos y con la otra se apoya sobre el suelo, reprimiendo un sollozo. Tal vez
mamá salió a tiempo, piensa mientras intenta tranquilizarse un poco.
Debe estar en el centro del pueblo, junto a los demás, se dice a sí mismo mientras se levanta y corre hasta la zona
central del pueblo, en donde se hallan los huertos y las demás casas.
Desafortunadamente, la escena con la que se encuentra no es para nada mejor.
Todas -o la gran mayoría- las casas están envueltas en llamas, el calor que se siente en el ambiente del viejo pueblo
contrasta con la fría brisa de la noche, haciendo que la piel de Jungkook se erizase mientras un escalofrío recorre
todo su cuerpo.
Las pocas personas que quedan con vida salen de sus casas gritando desesperadamente y de forma desgarradora.
Algunas están en llamas, quemándose vivas.
Otras lloran, tiradas en el suelo junto a cadáveres ya calcinados.
Unas cuantas, intentan ayudar a los que quedaron atrapados dentro.
Unas pocas arrodilladas en silencio -paralizadas- con expresiones de horror, viviendo la escena desenvolverse.
¿Qué es todo esto? ¿Qué está pasando? ¿Quién ha iniciado semejante de incendio? ¿Dónde está mi madre?
- ¡M-mamá ¡- grita Jungkook en medio del alboroto - ¡Mamá! ¿¡Dónde estás!?- el pelinegro camina alrededor,
pasando sus ojos por todos lados e intentando buscar algún rastro de su madre.
Sus ojos negros se vuelven a llenar de lágrimas y sus manos comienzan a temblar. No puede encontrar a su madre
por ningún lugar. ¿Había sido consumido por las llamas mientras dormía en casa?, Jungkook se maldice
internamente.
No debió haber salido esta noche, debió quedarse para proteger a su madre -o, en el peor de los casos, morir junto
a ella. Se siente culpable, la impotencia pesa en su pecho, y el niño cae de rodillas mientras las lágrimas se
desbordan de las comisuras de sus ojos.
-Es mi culpa- murmura Jungkook para sí mismo, mientras llora arrodillado sobre la tierra.
Un hombre mayor -tal vez alrededor de sus cincuenta-, que se halla sentado a un lado con quemaduras en uno de
sus brazos, agarra a Jungkook y tira de él con fuerza hasta hacerlo caer al suelo completamente, tomándolo por
sorpresa.
El hombre se abalanza sobre él y agarra su cuello con una de sus toscas manos. Aprieta fuerte sus dedos en torno a
su garganta, cortando el paso del aire a sus pulmones.
Jungkook forcejea lo más que puede, pero su cuerpo está adolorido por el arduo trabajo de las previas semanas, la
carrera por el bosque, y por el golpe que se acaba de dar contra el suelo. Además, aquel hombre es fornido y mucho
más grande que Jungkook, quien solo tiene el cuerpo de un niño de seis años.
- ¡Ha sido tú, demonio! - grita el hombre.
En la oscuridad, Jungkook no puede detallar su rostro, pero puede identificar el destello en sus ojos. Un destello de
ira, odio y desprecio, al que ya se había acostumbrado hacía mucho tiempo.
- ¡Debimos haberlo matado desde un principio! ¡Tú y tu madre son los culpables!
El chico agarra al hombre por las muñecas, intentando -inútilmente- zafarse de su agarre. La falta de aire y la
debilidad de su cuerpo le están haciendo perder la conciencia poco a poco. Siente cómo su cuerpo se adormece y
cómo su mente se oscurece, como si se estuviera apagando.
De hecho, se siente tan fuera de sí que hubiese pensado que está alucinando cuando una hoja plateada,
permanecientes a una espada, deslumbra entre la luz de las llamas, pasando justo frente a él y cortando el cuello del
hombre que intenta ahorcarle. La fuerza de la mano alrededor de su cuello se desvanece.
Jungkook aprieta sus ojos y siente cómo su rostro es salpicado por la sangre. Escucha, a su lado, el golpe sordo de la
cabeza de aquel hombre cayendo y rodando por el suelo. Luego, el cuerpo decapitado cae sobre él, presionando su
pecho y manchándole completamente del líquido carmín. Hubiese vomitado, si su propio cuerpo hubiera tenido la
suficiente fuerza para hacerlo.
Se retuerce un poco, tratando de liberarse del peso que lo aprisiona y que lo continúas asfixiando. Aspira una
bocanada de aire -para evitar el olor a sangre-, haciendo lo posible por llenar sus pulmones antes de que su cuerpo
completo le fallase por la falta de oxígeno. Escucha un pitido molesto en sus oídos y todo se mira borroso, el mundo
se revuelve y da vueltas a su alrededor.
¿Es así como voy a morir?
A pesar de su mareo y el entumecimiento de sus sentidos, Jungkook escucha el galopar de unos caballos
acercándose a él. Mira, sin enfocar lo suficiente, las grandes siluetas de los caballos blancos, siendo montados por
hombres con armaduras doradas.
Gira su cabeza, mirando a un lado, y es entonces que observa al hombre de la espada, quién le había salvado la vida
decapitado a quién le ahorcaba. También llevaba una armadura de un color dorado, resplandeciente como el oro
mismo.
Las llamas se reflejan en la coraza metálica que protege su pecho, tan brillantes que tiene que entrecerrar sus ojos
para que no dolieran. No va a caballo, probablemente lo había dejado en algún otro lugar.
El hombre con la armadura se acerca a él y mueve el cuerpo sin cabeza a un lado, liberándole completamente de su
peso.
¿Son, acaso, soldados reales? Seguro que sí.
La pregunta es: ¿Qué quieren?
- ¡Eh, General Suk! llama el soldado frente a él-. Creo que este es el muchacho.
Jungkook intenta levantarse, pero sus piernas tiemblan bajo su propio peso y cae nuevamente arrodillado en el
suelo. Siente una mano apoyarse en su hombro, indicándole que debe quedarse quieto si no quiere sufrir el mismo
destino que el cadáver a su lado izquierdo.
Levanta su mirada levemente, y a sus ojos chocan con los de otro hombre que se acerca a caballo. Este se ve un
poco mayor que el otro, las arrugas alrededor de sus ojos son profundas y tiene tres líneas sobre sus cejas,
decorando su frente.
La piel de sus mejillas está flácida y cae levemente a los lados de su rostro, dándole un aspecto cansado. Tiene un
bigote muy gracioso, Jungkook se hubiese reído de no ser por la situación en la que se encuentra -aunque no tiene
muy claro qué situación es exactamente. Y eso es lo que más le preocupa.
- ¡Pero si es un cachorro! -ríe el hombre a caballo, quien debe ser el General Suk-. Átenlo, en caso de que intenta
escapar. Los mocosos pueden ser bastante escurridizos- dices Suk mientras tira de un lado de las cuerdas de su
caballo, dando de la vuelta-. Iré a buscar a Su Majestad a Jeung, maten al resto.
El General Suk golpea a su caballo en las costillas, utilizando su bota, y este sale disparado, alejándose y perdiéndose
en la oscuridad. Las lágrimas nuevamente se acumulan en los ojos de Jungkook, la sangre hierve dentro de su
cuerpo tembloroso. El niño aprieta sus manos en forma de puños, dejándolas sobre sus muslos.
-M-mi madre…- musita, bajando su mirada hacia sus propios nudillos.
Una lágrima recorre su mejilla, cayendo sobre sus puños cerrados.
- ¿Tu madre? - pregunta el hombre de la armadura. Suelta una carcajada, apoyando su otra mano sobre su
estómago-. Esa perra ya debe de estar quemándose en el infierno donde pertenece.
Jungkook aprieta su mandíbula y hace uso de la poca fuerza que posee -y que le queda en- su cuerpo. Se suelta del
agarre de aquel hombre, que aún ríe distraído, y echa a correr en dirección al bosque.
Sí corre suficientemente rápido y logra adentrarse en él, jamás lo encontrarían. Él había pasado meses, tal vez años,
explorando aquel lugar y sabe en dónde meterse para no ser encontrado. Jamás.
Corre lo más rápido que su cuerpo le permite, sintiendo como el humo y el viento nocturno golpean su cara. La
adrenalina que corre por sus venas lo hace moverse, pero la falta de oxígeno juega en su contra. Sus pulmones están
exhaustos y han inhalado un montón de humo.
No podría mantener aquel ritmo mucho tiempo. Aún así, se mueve lo más rápido que puede. El chico no espera que
el soldado, con su espada armadura, pudiese alcanzarlo.
Tal vez lo subestimó demasiado.
Todas sus esperanzas de escapar se pierden una vez siente como los dedos de quien le persigue se enredan en su
cabello, tirando hacia atrás. Cae de espaldas contra el suelo, su cuero cabelludo le arde por el tirón, probablemente
le había arrancado algo de cabello.
- ¡Maldito mocoso! - le grita el soldado. Se acerca más hasta él, lo agarra por el cuello de su vestido, y le pega una
bofetada en su mejilla derecha-. ¿Crees que serás capaz de escapar, idiota? - le golpea de nuevo, esta vez un
puñetazo.
Jungkook escupe sangre, sintiendo la mandíbula entumecida y como la piel de su mejilla arde. El soldado levanta su
brazo de nuevo, listo para estamparle otro golpe.
- ¡Oye, Shin! - lo interrumpe otro soldado a caballo-. No mates al chico, o terminarás en la guillotina.
El soldado -Shin-, gruñe por lo bajo y baja su brazo. Empieza a caminar a un paso apresurado, arrastrando a
Jungkook detrás de él y empujándolo en el mismo sitio de antes, a un lado del cadáver.
-Ahí viene Su Majestad Jeung.
Jungkook escucha nuevamente el galopar de varios caballos acercándose. Esta vez, no se molesta en levantar la
mirada. ¿Sería mejor que me matasen? ¿Qué quieren de mí? ¿Qué es tan importante, para que el mismo Rey viniera
hasta aquí?
Los soldados a su alrededor hacen una reverencia ante la proximidad de quién, Jungkook supone, es el Rey.
- ¿Es este? - suelta una voz masculina.
-Sí, su Majestad- responde Shin-. Los aldeanos lo describieron así. También había un hombre tratando de ahorcarle,
Señor.
-Muéstrame su rostro- ordena.
El soldado a su lado lo toma por la barbilla, la cual duele por los golpes que él mismo le había dado. Levanta su
cabeza, en dirección a la del Rey. Jungkook observa una silueta oscura, en contraluz con las llamas, con hombros
anchos y brazos fornidos.
Puede distinguir una barba larga y frondosa, que acaricia el metal de la armadura que se posa sobre su pecho. Sus
ojos rasgados, parecidos a los de un dragón, le observan un atisbo de desdén. De arriba abajo, como si hubiera
esperado ver más… sorprendente.
A su lado está El hombre al que ya había reconocido como el General Suk.
-Parece un niño normal- expresa con una voz profunda y cierta decepción-. ¿Están seguros de que es éste?
-De acuerdo con los rumores y con lo mencionado por la mujer, este es quien usted busca, Su Majestad- responde
un hombre a su lado, también montando un caballo.
El Rey Jeung chasquea su lengua, reconociendo que su única opción es llevárselo y comprobarlo él mismo, con el
pasar del tiempo.
-Hemos llegado tan lejos y armando semejante alboroto por un crío escuálido- dice en medio de un suspiro-.
Tráiganlo al Castillo Hanyang- ordena finalmente el Rey, dándose la vuelta en su caballo. Desde atrás, Jungkook
puede ver la larga capa roja que cubre su espalda, con el emblema blanco y negro del Reino Geumdog-. Y maten a
todos los demás sobrevivientes, nadie puede saber lo que ha sucedido aquí.
Jungkook intenta gritar, pero antes de que cualquier sonido pudiera abandonar sus labios, alguien presiona un trozo
de tela húmeda contra su rostro.
La tela está empapada de un líquido con olor muy fuerte, que entra rápidamente por la sensible nariz de Jungkook.
Le hace toser y sus ojos lloriquean por la sustancia. Siente que se ahoga, por milésima vez en tan solo una noche.
- ¿Qué pasa? ¿Por qué no te duermes, escuincle? -dice el hombre que le presiona el paño contra su nariz-. Es tarde
para estar despierto.
Eso es lo último que escucha Jungkook, antes de que su vista se volviera nublada y perdiera todas las sensaciones en
su cuerpo entero. Se tambalea un poco y cae completamente en el suelo, su mente se sumerge en la oscuridad.
La oscuridad, la misma en la que pensó que nunca sentiría miedo, le causa escalofríos. Y, en ese instante, es lo único
que lo envuelve.
Emblema de Geumdog:
Símbolo presente en las banderas del Reino, los ornamentos del Castillo
Hanyang, uniformes y armaduras de los miembros del Ejército Real,
vestimenta de miembros de la Corte, monedas de oro, monedas de plata,
monedas de bronce, entre otros. Su composición está basada en la
simbología de los antiguos Alquimistas, cada figura tiene un significado y
razón de ser, al igual que los colores.