Dinamica Feudal
Dinamica Feudal
TRANSICIONES DE LA
ANTIGÜEDAD AL FEUDALISMO
PERRY ANDERSON
SEGUNDA PARTE
I. EUROPA OCCIDENTAL
4. LA DINAMICA FEUDAL
El feudalismo apareció, pues, en Europa occidental simple existencia de estas mejoras no era una garan-
en el siglo X, se expandió durante el siglo XI y alcanzó tía de su amplia utilización. Al contrario, hay un lapso
su cenit a finales del siglo XII y durante todo el siglo de unos dos o tres siglos entre su inicial y esporádica
XIII. Una vez trazadas algunas de sus diversas vías de aparición en la Edad Oscura y su constitución en un
implantación en los principales países de Europa oc- sistema diferenciado y predominante en la Edad Me-
cidental, podemos ahora estudiar el notable progreso dia3, porque sólo la formación y consolidación de las
económico y social que el feudalismo representó 1. En nuevas relaciones sociales de producción fue preci-
el siglo XIII, el feudalismo europeo había producido samente lo que posibilitó su empleo en una escala ge-
una civilización unificada y desarrollada que represen- neral; sólo después de la cristalización de un feudalis-
taba un avance tremendo sobre las rudimentarias y mo desarrollado en el campo pudieron ser ampliamen-
confusas comunidades de la Edad Oscura. Los índi- te apropiadas. En la dinámica interna del modo de pro-
ces de este avance fueron múltiples. El primero y más ducción, y no en la llegada de una nueva tecnología,
fundamental de ellos fue el gran salto adelante en el que fue una de sus expresiones materiales, es donde
excedente agrario producido por el feudalismo. Las hay que buscar el motor básico del progreso agrícola.
nuevas relaciones rurales de producción permitieron, Hemos indicado desde el principio que el modo de
en efecto, un sorprendente incremento en la produc- producción feudal se definía, entre otras característi-
tividad agrícola. Las innovaciones técnicas que cons- cas, por una gradación escalonada de la propiedad
tituyeron los instrumentos materiales de este avance que, por tanto, nunca fue perfectamente divisible en
fueron, esencialmente, la utilización del arado de unidades homogéneas e intercambiables. Este princi-
hierro par el cultivo, los arreos rígidos para la tracción pio organizativo generó el dominio eminente y el feudo
equina, el molino de agua para la energía mecánica, revocable en el plano caballeresco; en el plano de la
los abonos para la mejora del suelo y el sistema de ro- aldea, determinó la división de la tierra entre el domi-
tación trienal de los cultivos. La inmensa importancia nio señorial y las parcelas de los campesinos, sobre
de estos descubrimientos para la agricultura medieval las que los derechos del señor estaban, a su vez, dife-
—en los que tuvieron una gran repercusión las previas renciados por grados. Esta división fue precisamente
transformaciones ideológicas aportadas por la Igle-sia la que modeló la doble forma de confrontación de cla-
— es indiscutible, pero no deben aislarse como va- se entre señores y campesinos en el modo de produc-
riables fetichizadas y determinantes en la historia eco- ción feudal. Porque, por una parte, el señor intentaba
nómica de la época2. En realidad, es evidente que la naturalmente maximizar las prestaciones de trabajo
1
Uno de los avances más importantes de la historiografía medieval en las últi-mas décadas ha sido la plena conciencia del dinamismo del modo de produc-ción
feudal. Inmediatamente después de la segunda guerra mundial, Maurice Dobb podía escribir repetidamente en sus clásicos Studies in the development of
capitalism, el «bajo nivel de la técnica», el «escaso producto de la tierra», la «ineficacia del feudalismo como sistema de producción» y el «estacionario ni-vel de la
productividad del trabajo en esa época» (Londres, 1967, reedición, pp. 36, 42-3 [Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, Buenos Aires, Siglo XXI, pp. 55, 61-
2]). A pesar de las advertencias de Engels, esas opiniones es-tuvieron probablemente muy extendidas entre los marxistas durante esos a-ños, aunque debe ad -
vertirse que Rodney Hilton puso objeciones específicas, criticando a Dobb, por su «tendencia a dar por supuesto que el feudalismo fue un sistema económico y
social siempre e inevitablemente atrasado [...] En re-alidad, hasta cerca del final del siglo XIII, el feudalismo fue en conjunto un sistema expansivo. En el siglo IX e
incluso antes se produjeron cierto número de innovaciones técnicas en los métodos productivos que supusieron un gran avance sobre los métodos de la
Antigüedad clásica. Grandes zonas de bos-ques y pantanos fueron transformados al cultivo, la población aumentó, se construyeron nuevas ciudades y en todos los
centros culturales de Europa oc-cidental se podía encontrar una vigorosa y progresiva vida artística e intelec-tual» (The Modern Quarterly, vol. 2, núm. 3, 1947,
páginas 267-8). En la ac-tualidad, la mayoría de los autores, marxistas y no marxistas, estarían de acuerdo con la afirmación general de Southern cuando habla de
la «secreta revolución de estos siglos»; véanse sus observaciones en The making of the Mídale Ages, pp. 12-13, para la importancia que este período de la
evolución europea tuvo para la historia del mundo.
2
El volumen de Lynn White, Medioeval technology and social change, Lon-dres, 1963 —el estudio más detallado de los inventos feudales— hace preci-samente
eso: el molino y el arado se convierten en demiurgos de grandes é-pocas históricas. El fetichismo de esos artefactos y la manipulación de las pruebas por White
2
personal en su reserva señorial y las entregas en es- bienes del campo, así como para la introducción de
pecie procedentes de las parcelas de los campesi- nuevas exacciones, como la taille, que se recaudó por
nos4. El nivel de organización alcanzado por el noble vez primera de los campesinos hacia finales del siglo
feudal en su dominio tenía frecuentemente una impor- XI. Un signo característico del papel señorial en el
tancia fundamental para la aplicación de las nuevas desarrollo de la economía feudal de esta época fue la
técnicas. El ejemplo más obvio de esto, ampliamente expansión de la viticultura durante el siglo XII: el vino
documentado por Bloch, lo constituye la introducción era una bebida selecta y los viñedos eran empresas ti-
del molino de agua, que necesitaba una cuenca de picamente aristocráticas que entrañaban un grado
cierta extensión para ser rentable y que dio así origen más alto de trabajo especializado y de rentabilidad
a una de las primeras y más duraderas de todas las que los cultivos de cereales7. De forma más general,
banalités o monopolios de explotación señoriales: la dentro del conjunto del sistema señorial, la productivi-
obligación del campesinado local de llevar su grano dad neta del dominio del señor era sustancialmente
para ser molido en los molinos del señor 5. En este ca- superior a la de las parcelas campesinas que lo rodea-
so, el señor feudal era verdaderamente, en palabras ban8, lo que constituye una prueba no sólo de la apro-
de Marx, «el director y dominador del proceso de pro- piación de la mejor tierra por la clase dominante, sino
ducción y de todo el proceso de la vida social»6 o, di- también de la relativa racionalidad económica de su
cho de otra forma, una necesidad funcional del progre- explotación.
so agrícola. Al mismo tiempo, claro está, este progre- Por otra parte, el impulso masivo del desarrollo agrí-
so se alcanzó en beneficio represivo del propietario cola medieval provenía de la clase social de los pro-
del molino y a costa del villano. Otras banalités tuvie- ductores inmediatos, porque el modo de producción
ron un carácter más estrictamente confiscador, pero feudal que surgió en Europa occidental ofrecía gene-
en su mayor parte se derivaron del uso coercitivo de ralmente al campesinado el espacio mínimo para au-
los superiores medios de producción controlados por mentar el producto que quedaba a su disposición en el
la nobleza. Las banalités fueron profundamente odia- marco de las duras obligaciones del sistema señorial.
das a lo largo de toda la Edad Media y siempre consti- El campesino normal tenía que proporcionar prestacio-
tuyeron uno de los principales objetos del ataque po- nes de trabajo en el dominio del señor —a menudo
pular durante los levantamientos campesinos. El papel hasta tres días por semana— y numerosas obligacio-
directo del señor en la dirección y la supervisión del nes adicionales; sin embargo, quedaba libre para in-
proceso de producción descendió a medida que au- tentar durante el resto de la semana aumentar la pro-
mentaba el excedente; desde muy pronto, administra- ducción en sus propias parcelas. Marx observó que
dores y agentes administraron las grandes fincas para «la productividad de los restantes días de la semana
una alta nobleza que había pasado a ser económica- de los que dispone el propio productor directo es una
mente parasitaria. Por debajo del nivel de los magna- magnitud variable, que debe desarrollarse en el curso
tes, sin embargo, los nobles más pequeños y los inter- de su experiencia [...] Aquí está dada la posibilidad de
mediarios ministeriales ejercían normalmente una cierto desarrollo económico»9. Las rentas feudales re-
fuerte presión sobre la tierra y el trabajo para tener caudadas sobre la producción de las parcelas campe-
una mayor producción a disposición de los propieta- sinas tendieron a adquirir cierta regularidad y estabili-
rios; la importancia social y económica de este estrato dad, cuyo carácter consuetudinario sólo podían modifi-
tendió a crecer ininterrumpidamente durante el perío- car los señores como resultado de un cambio radical
do medieval. A partir del año 1.000, la clase aristocrá- en el equilibrio local de fuerzas entre ambas clases so-
tica en su conjunto se consolidó gracias a nuevas pau- ciales10. Había, pues, un margen para que los resulta-
tas de herencia, destinadas a proteger la propiedad dos de una mejor productividad beneficiaran al pro-
nobiliaria contra la división, y todos los sectores de la ductor directo. Así, la Alta Edad Media se caracterizó
nobleza desarrollaron un creciente apetito por el con- por una continua expansión del cultivo cerealista y,
sumo de objetos agradables y lujosos que actuó como dentro de él, por un cambio hacia mejores cosechas
poderoso estímulo para la expansión de la oferta de de trigo, que fue obra esencialmente de un campesi-
han sido ásperamente criticados por R. H. Hilton y P. H. Sawyer, «Technical determinism: the stirrup and the plough», Past and Present, núm. 24, abril de 1963, pp.
90-100.
3
Duby señala que las mejoras en los arados y los arreos eran todavía bas-tante raras entre el campesinado europeo de los siglos IX y X y que la trac-ción equina
no se extendió hasta el siglo XII: Rural economy and country life in the medioeval West, p. 21. La mayor cautela de Duby contrasta con las conjeturas sin freno de
White: la diferencia en sus fechas no es un puro pro-blema de precisión cronológica, sino de posi ción causal de la técnica dentro de la agricultura feudal. Este tema
se desarrolla más arriba.
4
Van Bath indica que tuvo que encontrarse un equilibrio entre la explotación de la reserva señorial y de las parcelas de los campesinos de aproximada-mente 1:2,
con objeto de no agotar la fuerza de trabajo de los villanos y poner así en peligro el cultivo de la propia reserva señorial, a menos que hubiera una oferta adicional
de trabajo asalariado, The agrarian history of Western Eu-rope, pp. 45-6. La experiencia de Europa oriental no parece confirmar esta hi-pótesis, ya que, como
veremos, las prestaciones de trabajo personal pudieron ser allí muy superiores a las de Occidente.
5
Bloch trazó la aparición y la importancia de este último en un célebre ensa-yo, «The advent and triumph of the water-mill», reimpreso ahora en Lana and work in
medioeval Europe, Londres, 1967, pp. 136-68. Las banalités fueron in-troducidas normalmente en los siglos X y XI, después de que el sistema se-ñorial se hubo
consolidado, en un nuevo golpe del martillo señorial.
6
Capital, III, pp. 860-1 [El capital, libro III, vol. 8, p. 1120]. Marx se refiere re-trospectivamente a toda la época anterior a la llegada del capitalismo.
7
Duby, Guerriers et paysans, pp. 266-7.
8
M. Postan, «England», The Cambridge economic history of Europe, volumen I, The agrarian life of the Mídale Ages, p. 602 [«Inglaterra», Historia económi-ca de
Europa, I, La vida agraria en la Edad Media, Madrid, Revista de Dere-cho Privado, 1948]; The medioeval economy and society, p. 124.
3
nado que consumía pan como alimento básico. Se miento colectivo de las prestaciones de trabajo (proto-
produjo también una transición gradual hacia el uso de huelgas); presiones para obtener reducciones directas
caballos para las faenas de arado, más rápidos y más de las rentas o engaños en los pesos del producto o
eficaces que los bueyes que les habían precedido, en las mediciones de tierra13. Por su parte, los seño-
aunque también más caros. Un creciente número de res, fuesen laicos o eclesiásticos, recurrían a la fabri-
aldeas llegó a poseer forjas para la producción local cación legal de nuevas obligaciones, a la Violencia di-
de herramientas de hierro, a medida que se desarro- rectamente coercitiva para imponer aumentos de ren-
llaba un artesanado rural disperso11. Las mejoras en el tas y a la apropiación de tierras comunales o disputa-
equipo técnico así creado tendieron a rebajar la de- das. Las luchas por las rentas podían generarse,
manda de prestaciones de trabajo personal en los do- pues, en ambos polos de la relación feudal y tendían a
minios señoriales, permitiendo el correspondiente au- estimular la productividad en sus dos extremos14. Los
mento de la producción en las parcelas campesinas. señores y los campesinos estaban objetivamente in-
Al mismo tiempo, sin embargo, y a medida que la po- mersos en un proceso conflictivo cuyas consecuencias
blación crecía con la expansión de la economía me- globales llevarían hacia adelante al conjunto de la
dieval, la extensión media de las parcelas del campe- economía agrícola.
sinado disminuyó incesantemente a causa de su frag- Un área dé conflicto social fue especialmente im-
mentación, descendiendo quizá de unas 40 hectáreas portante en sus consecuencias para el desarrollo del
en el siglo IX a unas 8 ó 12 hectáreas en el siglo XIII 12. modo de producción en cuanto tal. Las disputas en
El resultado normal de este proceso fue la creciente torno a la tierra fueron obviamente endémicas en una
diferenciación social en las aldeas, cuya principal línea situación en la que el suelo comunal de la aldea no
divisoria separaba a aquellas familias que poseían era en absoluto un suelo primordialmente agrícola y
yuntas para arar de aquellas que no las poseían. Un en la que grandes extensiones de tierra eran panta-
incipiente estrato de campesinos acomodados acapa- nos, brezales o selvas vírgenes. La roturación y con-
raba normalmente la mayor parte de los beneficios del versión de tierras no cultivadas era, por tanto, la vía
progreso rural dentro de la aldea y tendía frecuente- más fructífera de expansión de la economía rural en la
mente a reducir a los campesinos más pobres a la po- Edad Media y la más espectacular expresión de la ma-
sición de jornaleros dependientes que trabajaban para yor capacidad productiva de la agricultura feudal. De
ellos. Sin embargo, tanto los campesinos prósperos hecho, entre los años 1.000 y 1.250 tuvo lugar un vas-
como los pobres se oponían estructuralmente a los se- to movimiento de ocupación y colonización de nuevas
ñores que vivían a costa de ellos y durante toda la tierras. Señores y campesinos participaron decidida-
época feudal se libraron entre ambos constantes y si- mente en este proceso de expansión. Las talas de los
lenciosas luchas por los arrendamientos (que ocasio- campesinos fueron generalmente ampliaciones poco
nalmente estallaron en guerras abiertas, aunque en sistemáticas de los límites existentes de tierra cultiva-
conjunto esto fue poco frecuente en los siglos que es- ble a costa de los bosques y pastizales de los alrede-
tamos estudiando). Las formas que adoptó la resisten- dores. Las roturaciones nobiliarias fueron normalmen-
cia campesina fueron muy variadas: recurso a la justi- te empresas posteriores y más amplias que moviliza-
cia pública (donde existía, como en Inglaterra) contra ron mayores recursos para la recuperación de tierras
las desorbitadas pretensiones señoriales; incumpli- más difíciles15. El rescate más arduo de tierras remo-
9
Capital, III, p. 774 [El capital, libro III, vol. 8, p. 1010].
10
R. H. Hilton, «Peasant movements in England before 1381», en, Es-says in economic history, vol. II, comp. E. M. Carus-Wilson, Londres-1962, pp. 73-5. Marx
subrayó la necesidad de esta regularidad para la coherencia del con-junto del modo de producción: «Además, está claro que aquí, como siempre, a la parte
dominante de la sociedad le interesa santificar lo existente confirién-dole el carácter de ley y fijar como légales SUS barreras, dadas por el uso y la tradición.
Prescindiendo de todo lo demás, por otra parte, esto se produce por sí solo apenas la reproducción constante de la base de las condiciones im-perantes, de la
relación en la que se basa, asume con el correr del tiempo una forma regulada y ordenada; y esta regla y este orden son, de por sí, un factor imprescindible de
cualquier modo de producción que pretenda asumir solidez social e independencia del mero azar y la arbitrariedad», Capital, volumen III, pp. 773-4 [El capital, libro
III, vol. 8, p. 1009].
11
Véase Duby, Guerriers et paysans, pp. 213, 217-21.
12
Rodney Hilton, Bond men made free, Londres, 1973, p. 28 [Siervos libe-rados, Madrid, Siglo XXI, 1978].
13
Para estas diferentes formas de luchas, clandestinas unas y abiertas otras, véase R. H. Hilton, A medioeval society: the West Midlands, pp. 154-60; «Peasant
movements in England before 1381», pp. 76-90; «The transition from feudalism to capitalism», Science and Society, otoño de 1953 pp. 343-8 [«Comentario», en R.
Hilton, comp. La transición del feudalismo al capitalis-mo, Barcelona, Crítica, 1977], y Witold Kula, Théorie economique du systéme féodale, La Haya-París, 1970
pp. 50-3, 146 [Teoría económica del sistema feudal, Buenos Aires, Siglo XXI, 2 ed., 1976].
14 14
Duby, por el contrario, atribuye únicamente al campesinado el ímpetu económico básico de esta época. En su opinión, la nobleza dirigió el cre-cimiento de la
economía europea en el período comprendido entre los años 600 y 1.000 por medio de la acumulación de botines y tierras en la guerra; el campesinado dirigió el
desarrollo de la economía entre los años 1000 y 1200 gracias al avance del cultivo rural en el marco de una nueva paz; la burguesía urbana dirigió el desarrollo del
período que comienza en el 1200 por medio del comercio y las manufacturas de las ciudades: Guerriers et paysans, pas-sim. La simetría un poco sospechosa de
este esquema no está sostenida, sin embargo, por las mismas pruebas de Duby. Es muy dudoso que la influencia global de la guerra descendie ra seriamente
después del año 1.000 (como Duby concede en una ocasión, página 207), mientras que el activo papel se-ñorial en la economía de los siglos XI y XII está
ampliamente documentado por el propio Duby. Por otra parte, es difícil comprender por qué deba conce-derse a las actividades militares de la nobleza una
preeminencia económica tan grande en el período anterior al año 1.000 a expensas del trabajo campe-sino. De hecho, el vocabulario de Duby oscila
significativamente en la locali-zación de los «orígenes del dinamismo económico» en cada fase (compá-rense las formulaciones aparentemente contradictorias de
las pp. 160 y 169 y de las paginas 200 y 237, que asignan sucesivamente una prioridad causal ala guerra y al cultivo en la fase 1, y a los nobles menores y a los
campesinos en la fase 2). Estas oscilaciones reflejan verdaderas dificultades de análisis dentro del magistral estudio de Duby. En realidad, es absolutamente impo-
sible asignar una exacta proporción económica a los roles objetivos de las cla-ses sociales en pugna de esta época: la estructura objetiva del modo de pro-ducción
fue lo que puso en movimiento sus respectivas y diversas realiza-ciones en la forma de una lucha social antagónica.
15
Véase el estudio de Duby, Rural economy and country life in the medioeval West, pp. 72-80.
4
tas y yermas fue obra de las grandes órdenes monás- tierras de los campesinos libres, que a diferencia de
ticas, sobre todo de los cistercienses, cuyas abadías las tenencias de los villanos estaban sujetas a reparto
fronterizas ofrecían una prueba tangible de los benefi- por herencia, cedieron simultáneamente en muchas
cios del antinaturalismo católico. La duración de la vi- regiones ante las presiones señoriales y se convirtie-
da de un monasterio no era la de un barón. El monas- ron en tenencias dependientes. Las posesiones alo-
terio no tenía que recuperar en una sola generación la diales retrocedieron y se esfumaron generalmente en
inversión en trabajo humano necesaria para las rotura- esta época, que fue testigo además de una mayor ex-
ciones difíciles. La explotación de las regiones más re- pansión del sistema de feudo17. Todas estas conflic-
motas e inhóspitas, que se recuperaban para el cultivo tivas tendencias agrarias eran manifestaciones de la
o el pastoreo y necesitaban una proyección económi- silenciosa lucha social por la tierra que dio a esta era
ca a largo plazo; era emprendida frecuentemente por su vitalidad económica. Esta oculta aunque incesante
las órdenes religiosas. Estas, a su vez, eran también e implacable tensión entre dominantes y dominados,
con frecuencia especialmente opresivas para el cam- entre los señores militares de la sociedad y los pro-
pesinado, ya que sus comunidades clericales residían ductores directos sometidos a ellos, fue lo que produjo
más tiempo en sus tierras que los caballeros o ba- la gran expansión medieval de los siglos XII y XIII.
rones, que a menudo podían estar fuera, en las expe- El resultado neto de estas presiones dinámicas, in-
diciones militares. Las presiones y pretensiones con- natas a la economía feudal de Occidente, fue un au-
flictivas que se originaban a consecuencia de estas mento considerable de la producción global. Natural-
disputas por las nuevas regiones constituían, pues, mente, el aumento de la extensión de tierra cultivada
una nueva forma de lucha de clases por la tierra. En no puede cuantificarse a escala continental debido a la
algunos casos, y con objeto de conseguir mano de imposibilidad de establecer proporciones medias a
obra para la roza de bosques y brezales, los nobles causa de la diversidad de climas y tierras, aunque no
liberaban a los campesinos de la condición servil; para hay duda de que prácticamente en todas partes fue
las grandes empresas, sus agentes o locutores tenían muy considerable. Los historiadores han calculado, sin
que prometer normalmente a los alistados especiales embargo, con alguna mayor precisión, aunque todavía
exenciones feudales. En otros casos, las roturaciones con cautela, los aumentos en las cosechas. El cálculo
campesinas eran tomadas y expropiadas posterior- de Duby es que entre los siglos IX y XIII los rendimien-
mente por los nobles, y los pequeños propietarios que tos medios cosecha/siembra aumentaron como míni-
vivían en ellas quedaban reducidos, por tanto, a la ser- mo de 2,5/1 a 4/1, y que la parte de la cosecha que
vidumbre. quedaba a disposición del productor se duplicó: «En
De un modo más general, a finales del siglo XII y du- los campos de Europa occidental tuvo lugar, entre el
rante el XIII pudieron observarse movimientos profun- período carolingio y el amanecer del siglo XIII, un gran
damente contradictorios en la sociedad rural de Euro- cambio en la productividad, el único de la historia
pa occidental. Por una parte, las tierras señoriales se hasta los grandes avances de los siglos XVIII y XIX [... ]
redujeron y las prestaciones de trabajo personal dismi- A finales del siglo XIII, la agricultura medieval había al-
nuyeron en la mayor parte de las regiones, con la no- canzado un nivel técnico equivalente al de los años
table excepción de Inglaterra. En los dominios señoria- que precedieron inmediatamente a la revolución agrí-
les se hicieron más frecuentes los trabajadores esta- cola»18. La espectacular aceleración de las fuerzas de
cionales, pagados en salarios pero sujetos a obligacio- producción desencadeno, a su vez, la correspondiente
nes consuetudinarias, mientras que eL arrendamiento expansión demográfica. Entre los años 950 y 1.348, la
de las reservas señoriales a arrendatarios campesinos población total de Europa occidental posiblemente cre-
aumentaba enormemente a costa del cultivo directo. ció más del doble, pasando de unos 20 a 54 millones
En algunas zonas, especialmente quizá en el norte de de personas19. Se ha calculado que la esperanza me-
Francia, las comunidades de campesinos y aldeas dia de vida, que había sido de unos veinticinco años
compraban su libertad a unos señores ansiosos de ob- en el Imperio romano, se elevó a treinta y cinco años
tener ingresos en metálico16. Por otra parte, la misma en el siglo XIII en la Inglaterra feudal20. En el marco de
época presenció también una nueva oleada de servi- esta sociedad que se multiplicaba, el comercio se revi-
dumbre, que privó de su libertad a grupos sociales an- talizó después de su larga decadencia durante la Edad
teriormente libres y añadió un nuevo rigor y precisión a Oscura, y un mayor número de ciudades crecieron y
las definiciones jurídicas de la falta de libertad, con la prosperaron como puntos, de intersección de los mer-
formulación por vez primera a partir de finales del siglo cados regionales y como centros manufactureros.
XI de la doctrina de la «servidumbre de la gleba». Las
16
Normalmente esas compras fueron obra de campesinos ricos que domina-ban las aldeas situadas en regiones con relaciones de mercado, ya fuese en Francia o
en Italia: Hilton, Bond men made free, pp. 80-5.
17
Boutruche, Seigneurie et féodalité, II, pp. 77-82, 102-4, 276-84.
18
Rural economy and country life in the medioeval West, pp. 103-12. Esta pretensión de Duby sobre la época medieval parece exagerada, véanse los cálculos
realizados por Van Bath sobre las cosechas en la agricultura pos-medieval, infra, pp. 267-8. Pero su énfasis en la magnitud del desarrollo me-dieval exige un
consenso general.
19
J. C. Russell, Late ancient and medioeval populations, Filadelfia, 1958, pp. 102-13. Parece ser que, de hecho, la población de Francia, Gran Bretaña, Alemania y
Escandinavia se triplicó durante esos siglos; los índices más len-tos de crecimiento en Italia y España hacen que disminuya la media global.
20
R. S. López, The birth of Europe, Londres, 1967, p. 398.
5
El auge de estos enclaves urbanos no puede sepa- procedían indudablemente del comercio de larga dis-
rarse de la levadura agrícola que los rodeaba. Es ab- tancia y de la usura. Dado el continuo (aunque deca-
solutamente incorrecto aislar a uno de otro en cual- dente) predominio de una economía natural y la toda-
quier análisis que se haga de la Alta Edad Media 21. vía rudimentaria red de transportes y comunicaciones
Por un lado, la mayor parte de las nuevas ciudades de Europa, las oportunidades de comprar barato y re-
fueron, en su origen, promovidas o protegidas por se- vender caro en mercados imperfectos eran despropor-
ñores feudales, para quienes constituía un objetivo na- cionadamente lucrativas. El capital mercantil pudo ob-
tural acaparar los mercados locales u obtener grandes tener beneficios muy altos por la simple mediación en-
beneficios del comercio de larga distancia concentrán- tre esferas separadas de valores de uso24. El sistema
dolo bajo su égida. Por otro, el fuerte aumento en los de ferias de la Champaña, que unió a los Países Bajos
precios cerealísticos experimentado entre 1100 y 1300 con Italia desde el siglo XII hasta principios del XIV, se
—un salto de alrededor del 300%— proporcionó la ba- convirtió en el célebre eje de estas transacciones in-
se inflacionista propicia para la venta de todas las terregionales.
mercancías urbanas. Sin embargo, una vez cimenta- Por otra parte, la fusión estructural de lo económico
das y puestas en marcha económicamente, las ciuda- y lo político que definió al modo de producción feudal
des medievales consiguieron muy pronto una autono- no podía reducirse únicamente a la extracción señorial
mía relativa, que adoptó una forma política visible. Do- del plusproducto agrícola. La coerción extraeconómica
minadas en un primer momento por agentes señoria- de carácter político-militar fue utilizada también con to-
les (Inglaterra) o por pequeños nobles residentes en da libertad por las oligarquías patricias que llegaron a
ellas (Italia), posteriormente crearon unos patriciados dominar las ciudades medievales: expediciones arma-
específicamente urbanos, procedentes en su mayor das para imponer monopolios, incursiones de castigo
parte de las filas de los antiguos intermediarios feuda- contra los rivales, campañas para imponer peajes y le-
les o de triunfantes mercaderes y manufactureros22. vas al campo circundante. El punto más alto de esta
Estos nuevos estratos patricios controlaban una eco- aplicación de la violencia política para la dominación
nomía urbana en la que la producción llegó a estar forzosa de la producción y el comercio se alcanzó, por
fuertemente regulada por los gremios, que general- supuesto, con el anexionismo de las ciudades Italia-
mente aparecieron en las últimas décadas del siglo XII. nas, con su ávida sujeción y extorsión de las provisio-
En estas corporaciones no existía separación alguna nes y la mano de obra de sus conquistados contados
entre el productor artesano y los medios de produc- rurales. El carácter antiseñorial de las incursiones ur-
ción, y los pequeños maestros formaban una masa banas en Lombardía o Toscana no las hacía antifeu-
plebeya situada inmediatamente debajo de la propia dales en sentido estricto: eran más bien modalidades
oligarquía mercantil-manufacturera. Sólo en las ciuda- urbanas del mecanismo general para la extracción del
des flamencas e italianas apareció por debajo de este plusproducto característico de la época y dirigido con-
artesanado, y con una identidad y unos intereses es- tra los competidores rurales. A pesar de ello, las co-
pecíficos, una clase social asalariada de trabajadores munidades corporativas urbanas representaron indu-
urbanos de cierta magnitud. El modelo de gobierno dablemente una fuerza de vanguardia en el conjunto
municipal variaba de acuerdo con el peso relativo de de la economía medieval, porque sólo ellas estaban
la actividad «manufacturera» o «mercantil» de las res- dedicadas únicamente a la producción mercantil y se
pectivas ciudades. Donde la primera actividad tenía basaban exclusivamente en el intercambio monetario.
una importancia fundamental, los gremios artesanos Naturalmente, el mismo volumen de los beneficios re-
tendieron finalmente a conseguir alguna participación alizados por la otra gran vocación comercial de los
en el poder civil (Florencia, Basilea, Estrasburgo, Gan- mercaderes es prueba de su papel fundamental a este
te); mientras que allí donde predominaba de forma de- respecto en el marco de la rarefacción monetaria ge-
cisiva la segunda, las autoridades de la ciudad normal- neral de la época. El pináculo de las fortunas patricias
mente se reducían a los mercaderes (Venecia, Viena, fue la banca, donde podían obtenerse astronómicos ti-
Unremberg, Lübeck)23. Las manufacturas a gran esca- pos de interés por los exorbitantes préstamos concedi-
la estaban concentradas esencialmente en las dos re- dos a príncipes y nobles faltos de dinero líquido. Marx
giones densamente pobladas de Flandes y el norte de señaló que «la usura parece vivir en los poros de la
Italia. Los tejidos de lana eran naturalmente el sector producción, así como en Epicuro los dioses viven en
más expansivo, ya que su productividad probablemen- los intermundos. Es tanto más difícil conseguir dinero
te se multiplicó por más de tres con la introducción del cuanto menos forma mercantil se constituya en la for-
telar horizontal de pedal. Sin embargo, los mayores ma generalizada del producto. Por eso, el usurero no
beneficios cosechados por el capital urbano medieval conoce limitación alguna salvo la capacidad de pago o
21
Una opinión expresada con frecuencia es que, en palabras de Postan, las ciudades de esta época fueron «islas no feudales en océanos feudales» (The
mediaeval economy and sóciety, p. 212). Esa descripción es incompatible con cualquier análisis comparado de las ciudades medievales dentro de una tipo-logía
histórica más amplia del desarrollo urbano.
22
J. Lestocquoy, Aux origines de la bourgeoisie: les villes de Flandre et de l'Italie sous le gouvernement des patriciens (XI-XV siécles), París, 1952, pp. 45-51,
estudia los orígenes de las oligarquías florentina, genovesa y sienesa, A. B. Hibbert, «The origin of the mediaeval town patriciale», Past and Present, núm. 3,
febrero de 1953, pp. 15-27, es el mejor análisis del problema.
23
Véanse las observaciones de Cuy Fourquin, Histoire économique de l'Occi-dent medieval, París, 1969, pp. 240-1.
24
Véase Marx, Capital, III, pp. 320-5.
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de resistencia de quien necesita dinero»25. El carácter recíproca entre iguales: la conjurarte»28. Esta promesa
«parasitario» dé estas operaciones no las hacía, sin jurada constituía una anomalía en el mundo medieval
embargo, necesariamente improductivas desde el porque, aunque las instituciones feudales de vasallaje
punto de vista económico: de los exuberantes ríos de y fidelidad tuvieran un carácter enfáticamente mutuo,
la usura corrían a menudo caudalosos afluentes de in- eran, sin embargo, vínculos de obligaciones entre su-
versiones hacia las manufacturas o los transportes. La periores e inferiores en una expresa jerarquía de ran-
vuelta de la moneda de oro a Europa a mediados del go. Se definían por la desigualdad más incluso que
siglo XIII, con la simultánea acuñación en 1.252 del ja- por la reciprocidad. La conjuratio urbana, pacto funda-
nuarius y el florín en Genova y Florencia, fue el símbo- dor de la comuna y una de las aproximaciones histó-
lo resplandeciente de la vitalidad comercial de las ciu- ricas realmente más cercana a un «contrato social»
dades. formal, entrañaba un principio nuevo y diferente: una
Fueron ellas también las que devolvieron a la Eu- comunidad de iguales. Por su naturaleza, era odiada y
ropa feudal el dominio de los mares limítrofes, prenda temida por nobles, prelados y monarcas: la comuna
decisiva de su expansión. La economía urbana de la era un «nombre nuevo y detestable» para Guibert de
Edad Media era absolutamente indisociable del trans- Nogent, a principios del siglo XII29. En la práctica, la
porte y el comercio marítimo; no fue accidental que comuna quedó limitada, naturalmente, a una estrecha
sus dos grandes centros regionales, en el norte y el élite dentro de las ciudades. Su ejemplo inspiró ligas
sur de Europa, estuvieran cerca del litoral. La primera interciudadanas en el norte de Italia y en Renania y fi-
condición para el auge de las ciudades italianas fue el nalmente, por extensión, ligas de caballeros en Alema-
establecimiento de su supremacía naval en el Medite- nia. Sin embargo, la novedad más prometedora de la
rráneo occidental, que quedó limpio de flotas islámicas institución se derivaba del autogobierno de las ciuda-
a principios del siglo XI. Esta Supremacía fue seguida des autónomas, que se remontaba precisamente a la
de dos nuevos avances internacionales: el dominio del coyuntura en la que las ciudades lombardas se sacu-
Mediterráneo oriental, con la victoria de la primera cru- dieron la dominación señorial de sus obispos y corta-
zada, y la apertura de rutas regulares para el comercio ron así la cadena de dependencia feudal en la que
atlántico, desde el Mediterráneo hasta el canal de la previamente estaban integradas. Las comunas de tipo
Mancha26. El poderío marítimo de Génova y Venecia italiano nunca tuvieron un carácter universal en Euro-
fue lo que garantizó a Europa occidental un continuo pa, sino que constituyeron el privilegio de las regiones
superávit comercial con Asia, superávit que financió su económicamente más avanzadas. Así, las otras dos
vuelta al oro. El volumen de la riqueza acumulada en grandes zonas en las que pueden encontrarse son
estas ciudades mediterráneas puede apreciarse por Flandes y —un siglo después— Renania. Sin embar-
medio de esta simple comparación: en el año 1.293, go, en estas dos zonas existieron gracias a las cartas
sólo los impuestos marítimos del puerto de Génova de autonomía concedidas por soberanos feudales,
produjeron tres veces y media más que todas las ren- mientras que las ciudades italianas ya habían demoli-
tas reales de la monarquía francesa27. do definitivamente y para siempre la soberanía impe-
Como ya hemos señalado, la condición estructural rial sobre Lombardía en el siglo XII. Las comunas fue-
que posibilitó este poder y esta prosperidad urbana ron también importantes, durante un siglo aproximada-
fue la parcelación de la soberanía característica del mente, en las regiones vasalláticas situadas fuera de
modo de producción feudal en Europa. Sólo este he- los dominios reales del norte de Francia, donde su in-
cho permitió la autonomía política de las ciudades y su fluencia garantizó un trato tolerante de las bonnes vi-
emancipación del control señorial o monárquico direc- lles del centro y del sur por parte de la monarquía30.
to, que separó radicalmente a Europa occidental de En Inglaterra, por su parte, donde el predominio de las
los Estados orientales de la misma época, con sus comunidades mercantiles extranjeras era un signo de
concentraciones municipales mucho más extensas. La la relativa debilidad de la clase burguesa local, las ciu-
forma más madura que adoptó esta autonomía fue la dades eran demasiado pequeñas para alcanzar la im-
comuna, institución que recuerda la diferencia irreduc- portancia económica necesaria para la emancipación
tible que existía entre la ciudad y el campo incluso política, con la excepción de Londres, que, al ser la
dentro de su unidad feudal. La comuna era, en efecto, capital, fue mantenida de forma directa bajo el control
una confederación basada en el juramento de lealtad real31. En la isla nunca se establecieron comunas pro-
25
Capital, III, p. 585 [El capital, libro III, vol. 7, p. 772].
26
Bautier, The economic development of mediaeval Europe, pp. 96-100, 126-30, subraya correctamente la importancia de estos avances.
27
López, The birth of Europe, pp. 260-1. Ese fue un año excepcional en Gé-nova: los ingresos fueron cuatro veces más altos que en 1.275 y dos veces más que en
1.334. Pero la misma posibilidad de alcanzar esa cima es también bastante sorprendente.
28
Weber, Economy and socíety, III, pp. 1251-62. Las específicas observa-ciones de Weber sobre las ciudades medievales son casi siempre exactas y agudas,
pero su teoría general le impidió captar las razones estructurales de su dinamismo. Weber atribuía el capitalismo urbano dé Europa occidental e-sencialmente a la
posterior pugna entre naciones-Estados cerrados: General economic history, Londres, 1927, p. 337 [Historia, económica general, Madrid, FCE, 1974].
29
Frase que llamó la atención tanto de Marx (Selected correspondence, p. 89) como de Bloch (Feudal society, p. 354). Para otro prelado, Jacques de Vitry, las
comunas eran «violentas y pestilentes», López, The birth of Europe.
30
C. Petit-Dutaillis, Les communes francaises, París, 1947, pp. 62, 81.
31
En el año 1327, Londres recibió de Eduardo III una carta formal de liberta-des, pero a finales de la Edad Media la ciudad estaba firme mente sometida al poder
central de la monarquía.
7
piamente dichas, lo que habría de tener importantes
consecuencias para su posterior evolución constitu-
cional. En toda Europa occidental, los centros urbanos
conquistaron, sin embargo, cartas básicas y una exis-
tencia municipal corporativa. Las ciudades medievales
representaron en todos los países un componente
económico y cultural absolutamente crucial del orden
feudal.
Sobre esa doble base del impresionante progreso a-
grícola y de la vitalidad urbana se elevaron los majes-
tuosos monumentos estéticos e intelectuales de la Alta
Edad Media, las grandes catedrales y las primeras
universidades. Van Bath señala: «En el siglo XII se a-
brió un período de exuberante desarrollo en la Europa
occidental y meridional. Tanto en el campo cultural co-
mo en el material se alcanzó un punto culminante en
los años comprendidos entre 1.150 y 1.300 que no fue
igualado de nuevo hasta mucho después. Este avance
se produjo no sólo en la teología, la filosofía, la arqui-
tectura, la escultura, la vidriería y la literatura, sino
33
también en el bienestar material»32. Los orígenes de la Véase el estimulante ensayo de Erwin Panofsky sobre Sigerio en Meaning
in the visual arts, Nueva York, 1955, pp. 108-45.
arquitectura gótica, artefacto supremo de esta «exube- desde el Tajo a la sierra de Granada; Portugal quedó
rancia» cultural, constituyeron una llamativa expresión completamente limpio y allí se fundó un nuevo reino.
de las energías unitarias de la época: su lugar de naci- Palestina y Chipre fueron arrebatados a los musulma-
miento fue el norte de Francia, corazón del feudalismo nes. La conquista de Constantinopla, que acabó defi-
desde Carlomagno, y su fundador fue Sigerio, abad, nitivamente con los vestigios del viejo Imperio de O-
regente y patrón, cuya triple vocación fue reorganizar riente, parecía consumar y simbolizar el vigor triunfan-
y racionalizar el señorío de Saint Denis, consolidar y te del feudalismo occidental.
extender el poder de la monarquía capeta para Luis VI
y Luis VII y lanzar sobre Europa un estilo aéreo de
construcción, cuyo programa poético era su propio TRANSICIONES DE LA
verso religioso33. Estos logros interiores de la civiliza-
ción medieval de Occidente tuvieron su reflejo exterior
ANTIGÜEDAD AL FEUDALISMO
en su expansión geográfica. Del año 1.000 al 1.250, el PERRY ANDERSON
empuje del modo de producción feudal produjo en su SEGUNDA PARTE
momento culminante las expediciones internacionales I. EUROPA OCCIDENTAL
de las cruzadas. Las tres grandes puntas de esta ex- 4. LA DINAMICA FEUDAL
pansión se localizaron en el Báltico, la península Ibé- México.
rica y el Oriente Próximo. Brandemburgo, Prusia y Fin-
landia fueron conquistadas y colonizadas por caballe-
Siglo XXI Editores.
ros germanos y suecos. Los moros fueron expulsados 2.005
32
The agrarian history of Western Europe, p. 132.
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