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Espacio de Aprendizaje:: Justicia Administrativa

El documento describe los principios del procedimiento administrativo, que son fundamentales para garantizar la legalidad, justicia e imparcialidad en las acciones de la administración pública. Se destacan principios como la oficialidad, informalismo, legalidad y control interno, que aseguran la protección de los derechos de los administrados y la correcta aplicación de la ley. Además, se enfatiza la importancia de la participación activa de la administración en el proceso y la necesidad de cumplir con formalidades esenciales para evitar arbitrariedades.

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El documento describe los principios del procedimiento administrativo, que son fundamentales para garantizar la legalidad, justicia e imparcialidad en las acciones de la administración pública. Se destacan principios como la oficialidad, informalismo, legalidad y control interno, que aseguran la protección de los derechos de los administrados y la correcta aplicación de la ley. Además, se enfatiza la importancia de la participación activa de la administración en el proceso y la necesidad de cumplir con formalidades esenciales para evitar arbitrariedades.

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Espacio de Aprendizaje: Justicia Administrativa

Catedrática: Licda. Fanny Gissel Romero Montufar

Asignación: N° 6

Tema: Informe descriptivo sobre los principios del procedimiento administrativo

Estudiante: José David Torres Kattan

Cuenta: 110140187
.

Villanueva, Cortes 08 de febrero 2025


Introducción

Los principios del procedimiento administrativo son los que rigen el conjunto de actos y diligencias
que se tramitan en las entidades administrativas. Estos principios buscan proteger a los
administrados, defender la legalidad y la justicia, y garantizar la imparcialidad.

El Principio de la oficialidad que debe ser impulsado de oficio por la administración pública, puesto
que dicho procedimiento no sólo debe representar una garantía para los administrados, sino una regla
de buena administración de los intereses públicos y el principio de informalismo a favor del
administrado.

El procedimiento administrativo es el conjunto de actos destinados a la emisión de un acto


administrativo emitido por un funcionario o entidad pública en uso de sus facultades y en ejercicio
de su competencia para otorgar, reconocer, regular, y extinguir los derechos de un administrado.
Como tal, el procedimiento administrativo tiene una serie de principios que conducen a la emisión
del acto administrativo.
Los Principios Del Procedimiento Administrativo
En primer lugar, debemos aclarar que el derecho se compone tanto de realidad como de valores y
normas. Los principios o valores representan proposiciones jurídicas o directivas, pero no tienen un
desarrollo normativo; es decir, el principio es más bien un criterio fundamental en sí mismo, que
marca, de alguna manera, el sentido de justicia de las normas jurídicas.

Aunque podemos afirmar que jurídicamente, la expresión regla de derecho, es más antigua que la
de principio, el empleo de la primera en la jurisprudencia romana arranca de la época preclásica, y
en ella constituye ya un término propio de la técnica jurídica.

La distinción que aclara más las relaciones que median entre ambos es la que considera a los
principios como conceptos o normas fundamentales y abstractos, hayan sido o no objeto de una
formulación concreta, y a la regla, como la locución concisa y sentenciosa que sirve de expresión a
un principio jurídico.

Sobre los principios generales del derecho, los principios generales del derecho son las premisas
fundamentales jurídicas que buscan, con su aplicación, la justicia, la equidad, el bien común, el
bienestar social; son el contenido básico del sistema, además de que tienen una superioridad
jerárquica inevitable sobre los demás elementos del sistema, de tal forma que la norma congruente
con un principio general será la que deba prevalecer.

Los principios del procedimiento administrativo para algunos como fuente de la cual abrevan todas
las prescripciones legales, para otros como su orientación a fin, no se ha entendido restringida a los
asuntos de orden civil tal y como podría desprenderse de una interpretación estricta del artículo
constitucional invocado, sino que aun sin positivización para otros órdenes de negocios, es
frecuentemente admitida en la medida en que se les estima como la formulación más general de los
valores ínsitos en la concepción actual del derecho.

Su función no se agota en la tarea de integración de los vacíos legales; alcanza sobre todo a la labor
de interpretación de la ley y aplicación del derecho, de allí que los tribunales estén facultados y, en
muchos casos, obligados a dictar sus determinaciones teniendo presente, además de la expresión
de la ley siempre limitada por su propia generalidad y abstracción, los postulados de los principios
generales del derecho, pues éstos son la manifestación auténtica, prístina, de las aspiraciones de la
justicia de una comunidad.

Generalmente, estos principios están plasmados en la ley y sirvieron de base al legislador para
elaborar la ley; sin embargo, existen otros que, sin estar en la ley, sirven al juzgador para decidir
conforme a buen derecho. Asimismo, dichos principios generales del derecho cumplen la función
limitativa cuando éstos demarcan ordenadamente relaciones entre normas jurídicas de jerarquía
superior con otras de rango menor.

Hay que distinguir también los principios fundamentales, que son la base del ordenamiento, que se
ubican en la Constitución y ahora también en fuentes supranacionales; de aquellos principios
institucionales, derivados de una determinada institución a partir de su idea organizativa.

En el procedimiento administrativo, se reconocen una serie de principios que prevén que tanto el
particular como la administración tengan un conocimiento total y acabado de la cuestión planteada.

Los principios que rigen el procedimiento son, fundamentalmente, los de legalidad, legalidad objetiva
y debido proceso adjetivo, sin dejar de tener en cuenta que los de seguridad jurídica, gratuidad,
celeridad, economía, sencillez, eficacia, eficiencia, publicidad, buena fe, descentralización,
desconcentración y de coordinación, también son muy importantes. Aunque, cabe aclarar que
cualquier principio general de carácter normativo, congruente con el espíritu del sistema, puede ser
empleado con fines hermenéuticos o de integración.

La garantía de audiencia contenida en el artículo 14 constitucional impone la ineludible obligación a


cargo de las autoridades para que, de manera previa al dictado de un act, cumpla con una serie de
formalidades esenciales, necesarias para oír en defensa de los afectados.

Dichas formalidades y su observancia, a las que se unen, además, las relativas a la garantía de
legalidad contenida en el texto del primer párrafo del artículo 16 constitucional, se constituyen como
elementos fundamentales útiles para demostrar a los afectados por un acto de autoridad, que la
resolución que los agravia no se dicta de un modo arbitrario y anárquico sino, por el contrario, con
estricta observancia del marco que la rige.

El mejor vehículo legal que tienen las autoridades administrativas para cumplir con la garantía de
audiencia prevista en el artículo 14 de la Constitución, es el procedimiento administrativo.

En él la administración antes de pronunciarse y dictar resolución, conoce la realidad concreta que


examina y oye a los administrados con la amplitud necesaria, recibiendo y valorando las pruebas
que éstos presentan y analizando las razones de hecho y de derecho que se deduzcan para evitar
pretensiones que puedan resultar injustas o ilegales.

El procedimiento administrativo constituye una garantía de los derechos de los particulares y


asegura la pronta y eficaz satisfacción del interés general, mediante la adopción de medidas y
decisiones necesarias, por los órganos de la administración. Por ello, dicho procedimiento sirve como
protección jurídica para el particular.
El equilibrio al que deben propender las relaciones que existen entre el administrado y la
administración pública requiere un justo y eficaz sistema de garantías que compensen las
situaciones de sujeción en que aquél se encuentra.

El procedimiento administrativo regulado por una norma legal se convierte en una garantía para el
administrado, de modo que dicho procedimiento es una garantía con muchas garantías.

Dicho procedimiento administrativo supone la obligación de cumplir la norma que la ley establece, y
ello requiere, por parte de la autoridad, el deber de amoldarse a las formalidades determinadas a tal
fin, y en el particular, el derecho de que sean obedecidos dichos requisitos, sirviendo de este modo
de garantía de la recta aplicación por la administración de los preceptos legales que regulen el
ejercicio de la función. (jurídicas, s.f.)

El principio de la legalidad objetiva:

El principio de la legalidad objetiva es la aplicación razonada y jerárquica de los grandes principios


jurídicos, tales como el de razonabilidad o justicia natural, ambos de nivel constitucional y
supranacional, por encima de los frecuentes desvaríos de la norma reglamentaria o del acto o
comportamiento administrativo. Como criterio de eficiencia administrativa De ese mismo principio
general surge la necesidad de conferir una amplia oportunidad de defensa al administrado.

Esto es un requisito constitucional exigido en los sistemas liberales en atención a la persona humana
misma, es decir, al individuo; pero incluso prescindiendo de esa consideración, en cualquier régimen
estatal liberal, autoritario o despótico se hace técnicamente necesario conferir la máxima oportunidad
de defensa para asegurar la efectiva y correcta aplicación de aquello que en el régimen sea la
legalidad objetiva.

En efecto, sea el régimen jurídico general respetuoso de los derechos individuales o tiránico, el
mismo sólo será aplicado correctamente si es posible reclamar adecuadamente en vía administrativa
contra cualquier desvío o exceso en su ejecución diaria.

Tal reclamación, en esencia, no va contra la administración sino contra el hecho de que un


subordinado no dé cumplimiento a la verdadera política de la administración. Es admisible hasta en
el despotismo más absoluto o en el Estado totalitario; la admite incluso un comandante militar.

Más aún, esas formas de gobierno pueden alentar tal tipo de quejas, en cuanto proporcionan a la
autoridad central un medio de controlar la conducta de sus subordinados y de evaluar y por ende
mejorar la forma en que la política de la autoridad central, por despótica que sea, se lleva a cabo.
Así pues, aunque puede funcionar e históricamente ha funcionado el sistema organizado de quejas
en sociedades que distan mucho del Estado de Derecho, y aunque la finalidad del sistema sea a
veces dar mayor eficacia a un gobierno completamente despiadado, o incluso a un régimen militar,
la posibilidad de presentar esas reclamaciones y el mecanismo creado para ello han sido
históricamente valiosos y pueden serlo en la actualidad especialmente en las colectividades que se
esfuerzan por implantar un régimen de derecho.

Finalmente, lo que tal vez sea más importante, la maquinaria para tramitar esas quejas no sólo lleva
a fiscalizar la administración sino también a suprimir la arbitrariedad irresponsable o caprichosa, es
decir la que nace del antojo personal de cada funcionario. La fiscalización tiene por objeto promover
y lograr la regularidad en la administración.

No se debe confundir este principio “con el apego a la irracionabilidad de la norma reglamentaria,


como supuesto cumplimiento de la ley. Más bien este principio se refiere a que en el dictado de un
acto o decisión administrativa, la administración pública haya agotado todos los medios para
investigar los hechos que determinan tal accionar y que estos hechos se adecuen a lo que realmente
aconteció, estableciendo una adecuada relación entre la norma y los hechos.

Principio de la oficialidad:

El procedimiento administrativo debe ser impulsado de oficio por la administración pública, puesto
que dicho procedimiento no sólo debe representar una garantía para los administrados, sino una regla
de buena administración de los intereses públicos.

Es decir, en aplicación del principio de oficialidad el órgano administrativo impulsará el procedimiento


en todos sus trámites, ordenando los actos de instrucción adecuados. Dicho principio supone, no
solamente la impulsión de oficio, sino también la instrucción de oficio. Corresponde a la autoridad
administrativa la adopción de los recaudos conducentes a su impulsión, hasta el dictado del acto final
y, asimismo, el desarrollo de la actividad necesaria para obtener las pruebas pertinentes para su
adecuada resolución.

La carga de la prueba recae así sobre la administración y si la prueba ya aportada al expediente no


satisface al funcionario, le corresponde producir o hacer producir los informes, dictámenes, pericias,
etcétera, que a su juicio resulten necesarios para llegar a la verdad material.

La administración pública y sus órganos tienen la obligación y responsabilidad de dirigir el


procedimiento administrativo y ordenar que en él se practiquen cuantas diligencias sean necesarias
para dictar el acto o resolución final, independientemente que el mismo se inicie de oficio a petición
o gestión del interesado.
El principio de la oficialidad, derivado del principio de la legalidad objetiva, tiene como primera
hipótesis la impulsión de oficio del procedimiento. En efecto, si bien el procedimiento puede ser
iniciado de oficio o a petición de parte, la impulsión de éste corresponde en todos los casos a la
administración.

Ello es así porque en la actuación de los órganos administrativos no debe satisfacerse simplemente
un interés individual sino también un interés colectivo, y el propio interés administrativo: De allí que la
inacción del administrado no pueda determinar en ningún caso la paralización del procedimiento.
Por ello nos parece desaconsejable proyectar la creación legislativa de una tal caducidad o perención
de instancia, pues es muy difícil que la paralización de un procedimiento pueda ser debida a actos
del particular ya que, normalmente, su continuación no depende de la voluntad del particular.

Y, por supuesto, es errado pretender aplicar por analogía, en ausencia de normas expresas, la
institución procesal de la perención de instancia: Si la ley expresamente no lo determina, la institución
procesal mencionada es inaplicable, pues, como decimos, el principio imperante en el procedimiento
administrativo no es la impulsión de las partes, sino la impulsión de oficio, principio éste a nuestro
juicio incompatible con el de la perención o caducidad de instancia.

Excepciones al principio de la impulsión de oficio El principio de la impulsión de oficio, desde luego,


no significa que toda impulsión procesal deba proceder de la administración: En todos aquellos casos
en que la iniciación del procedimiento depende del particular (reclamaciones, recursos), es evidente
que el impulso inicial lo provee el particular, aunque luego de ese acto del particular retoma su
aplicación el principio general, y la continuación del procedimiento se rige otra vez por el principio de
la impulsión de oficio.

Principio de informalismo a favor del administrado:

Uno de los aspectos fundamentales del procedimiento administrativo es el de su carencia de formas


estrictas, o sea, su informalismo. Pero este término puede ser interpretado de dos formas
diametralmente opuestas, por lo que es esencial fijar con precisión el alcance y significado de dicho
informalismo. En una concepción derivada tal vez del pensamiento procesal se identifica formalismo
con: Certeza, seguridad, uniformidad, protección jurídica; e informalismo con: Incertidumbre,
inseguridad, desigualdad, ausencia de protección jurídica. En el procedimiento administrativo, en
muchas ocasiones, suele prescindirse de muchas condiciones formales, tanto en los escritos iniciales
como en su tramitación. Por ello, la inadecuación a las formas no conlleva, en principio la pérdida de
un derecho dentro de dicho procedimiento.
La administración pública intimará al particular para que subsane los defectos u omisiones, pero
nunca debe rechazar o no dar curso a sus prestaciones.

Esta falta de rigidez en las formas se aplica únicamente para el administrado, y no debe aplicarse
este principio para la actuación de la administración pública, la cual es reglada y debe ser
desarrollada dando pleno cumplimiento a lo establecido en la ley.

En virtud de lo anterior, la doctrina ha considerado que es mejor denominar a este principio como de
“formalismo moderado” ya que la denominación de “informalismo a favor del administrado” está
alejada de la realidad, pues la ley que regula el procedimiento administrativo establece un mínimo
de formalidades que debe cumplir el administrado al dirigirse a la administración pública.

Principio de la legalidad:

El principio de la legalidad es el primero, y el más importante, de los principios rectores, no solo del
procedimiento administrativo, sino de toda la actividad administrativa.

El postulado del principio de la legalidad radica en el absoluto sometimiento de la Administración


Pública al ordenamiento jurídico, y del mismo se genera una doble obligación: la necesidad de obrar
tal como lo exige el ordenamiento jurídico, y la prohibición expresa de actuar en contra del
ordenamiento jurídico.

Se tiene que los procedimientos administrativos deben ser iniciados y sustanciados por la
Administración Pública tal cual lo describe la norma procedimental. No puede la Administración
realizar procedimientos administrativos no establecidos en la ley. Así, la legalidad de la actividad
administrativa implica que toda conducta de la Administración se realice conforme a las normas
positivas.

El principio de la legalidad implica que la Administración Pública solo puede hacer lo que
expresamente le permite la ley. Suerte de límite funcional a la actividad administrativa, ya que la
enmarca dentro de lo estrictamente consagrado como potestad a la Administración Pública.

Así, el procedimiento administrativo debe someterse de manera efectiva a lo estrictamente señalado


en la ley: no podrá la Administración Pública solicitar más recaudos que los establecidos en la ley o
generar cargas que la norma no consagre.
Principio del control interno:

El procedimiento administrativo se divide en dos fases: una primera fase, que sirve para que la
Administración Pública sustancie todos los elementos de hecho y de derecho para lograr un primer
acto administrativo que será favorable o desfavorable al ciudadano. A esta primera fase se le
denomina procedimiento administrativo en primer grado o de cognición.

La segunda fase es la que permite al ciudadano defenderse de ese acto administrativo emanado del
procedimiento administrativo en primer grado, cuando el mismo le es desfavorable. A esta fase se le
llama procedimiento administrativo en segundo grado o recursivo.

El procedimiento administrativo en segundo grado consta de recursos administrativos, que son los
medios procedimentales que la ley otorga a los ciudadanos para recurrir de los actos administrativos
de primer grado que de alguna manera afectan desfavorablemente los derechos e intereses de los
ciudadanos.

Los actos administrativos una vez emanados del procedimiento administrativo de primer grado, al
ser eficaces, pueden ser ejecutados, de conformidad con el artículo 8 de la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativos.

Sin embargo, esta potestad administrativa de ejecutar sus actos de inmediato no significa que los
derechos de los particulares cesen frente a la Administración Pública, y que no puedan ejercer
ningún tipo de defensa contra los actos administrativos que estimen ilegales. (cidep online, s.f.)
Conclusiones

• Los principios del procedimiento administrativo son una garantía para el administrado y la
Administración.

• Los principios del procedimiento administrativo buscan evitar formalismos y ritualismos que
desnaturalicen el proceso.

• El principio de verdad real o material establece que se debe reconstruir la realidad histórica de
los hechos investigados.

• El principio del debido proceso marca las condiciones, motivos y circunstancias en las que
debe iniciar y concluir un proceso.

• El procedimiento administrativo es un medio técnico jurídico para determinar la verdad real de


los hechos.
Bibliografía

• El procedimiento administrativo en Honduras, capítulo II: Los principios del


procedimiento administrativo.

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