Moisés Ben Maimón, conocido como Rambam (acrónico hebreo de Rabbi Moses Ben Maimón)
Nació en Córdoba en 1135 y murió en El Cairo en 1204. Fue rabino, filósofo, médico y prolífico
escritor. Estudió la medicina de Hipócrates y Galeno y de los médicos musulmanes Avicena,
Averroes y Avensole, de los dos últimos el aprendizaje fue personal. A los 13 años huyó a Marruecos,
motivado a la invasión de los almohades y, 5 años después viajó a Palestina, por las amenazas y
presiones sobre los judíos. Por iguales razones viajó a Fostat (El Cairo).
Su concepto de salud era en forma integral, al unir la salud del cuerpo con el bienestar espiritual y
condiciones sociales y ambientales favorables. Este concepto es similar a la definición de la
Organización Mundial de la Salud. Se convirtió Maimónides en vanguardista de la medicina.
Estudió los textos bíblicos hebreos, sobre los cuales hizo aclaraciones, comentarios y explicaciones.
Todo ello quedó en sus libros Mishné Tora y la Guía para el Perplejo. Como filósofo se declaró en
concordancia con Aristóteles en el sentido de aproximar la religión, en este caso la judía, con la
filosofía. Por lo cual podemos decir que, la moral y la ética médica de Maimónides, tiene un
alto contenido religioso y filosófico; más del primero que del segundo. Así, la ética, la
religión y la filosofía, forman una sola unidad que usó en su práctica médica, Una de sus
doctrinas médicas era que, una vez establecida la relación médico paciente, ya fuera sano o enfermo,
el médico tenía la obligación de atenderlo. Se puede interpretar como respeto a la dignidad del
hombre por un profesional con conciencia.
La relación médico paciente tiene, entre sus características, la beneficencia y la benevolencia, es
decir, el bienestar es una obligación que tiene el médico con su paciente. Igualmente, el amor debe
estar asociado en todo acto médico, como sentimiento y afecto hacia una persona que sufre. No hacer
daño fue otra de sus sentencias y, además, estaba implícito en todos sus consejos y sugerencias. En
relación con ello, criticó los métodos falsamente curativos que, desde los tiempos prehistóricos,
acarreaban mayor daño que beneficio, y de los que se hacía uso y abuso en su época. Hace más de
800 años
pensó y expresó: "el enfermo es libre, por lo demás de ponerlo en ejercicio o no", cuando le indicó vino al
hijo del sultán Saladino, de quien era médico. Como musulmán, de acuerdo con El Corán, le estaba
prohibido tomar bebidas alcohólicas. Maimónides proponía lo que ahora conocemos como la
autonomía y libertad, que deben tener los pacientes, para opinar y decidir sobre el tratamiento
de sus enfermedades.
Qué mejor prueba de beneficencia y benevolencia lo expresado en otra de sus sentencias:
"no se cortan los árboles frutales ni se obstruye el paso del agua para el enemigo".
Lo que hoy conocemos y entendemos por justicia, en relación con la asistencia médica, tiene como
fundamento una ley judía, la cual tiene por expresión lo siguiente: "Todo el que salva un alma en el
mundo (no sólo en Israel) es como si salvara a todo un mundo". Se refiere a la salvación de la
persona, en cuerpo y alma. De allí que, otro de sus aforismos, es que se debe asistir a todos los
pacientes; ricos y pobres, buenos y malvados, amigos y enemigos, honren los honorarios o
no lo hagan. La obligación de cumplir el deber médico le hizo decir: "el sueño y los placeres
quedan cancelados cuando un enfermo tiene la necesidad de un médico" . Tenía una idea de
salud muy amplia, ya que incluye la medicina preventiva, sobre la cual dijo: "sólo una persona en
mil muere de muerte natural, el resto muere precozmente por ignorancia o conductas
aberrantes", por lo que es necesario la protección del ambiente, una alimentación adecuada y sin
excesos, buenas condiciones espirituales sociales y practicar gimnasia y deportes que permitan una
vida adecuada. Esta forma de pensar y actuar hace de Maimónides un médico preocupado por
el bienestar de la sociedad; no solamente en cuanto atañe a la salud, sino al bienestar general de sus
pobladores.
Insiste con ahínco en la salud mental, en el sentido que los enfermos deben ser tratados de
forma integral: el cuerpo y el alma. Analizó la vida emocional de sus pacientes e hizo proposiciones
de que el estado mental influye en las enfermedades corporales. Cada paciente fue para él un
individuo. Ser médico significa ser moral con conocimientos en lo físico y espiritual del prójimo. Entre
sus numerosos aforismos médicos está el de la empatía, porque ayuda que el paciente mejore.
El consuelo y la compasión deben ser expresados al enfermo, porque ayuda a que, sus penas
corporales y mentales, sean aliviadas. Igualmente, la alegría, la felicidad, el regocijo y el optimismo,
son alicientes que debe procurar transmitir el médico y reflejarlas en su paciente, para que este pueda
sentir su solidaridad y su mente lo ayude a mejorar. Igualmente, visitarlo y conversar con él forman
parte de la moral médica de Maimónides.
Escribió y comentó sobre lo que hoy se conoce por medicina con evidencia, expresó: es necesario la prueba
para poder creer, las supersticiones no provocaban enfermedades ni servían para su cura. Reprobó a los
curanderos por engañar a los enfermos y criticó a Hipócrates, quien opinó: un varón nace del ovario derecho
y una hembra del ovario izquierdo. Maimónides comentó: "hay que ser un profeta o un genio para saber
esto".
En todos los procederes y conductas del hombre, este debe escoger el "camino de oro", es
decir, el camino medio y no los extremos, porque es el mejor. Aplicado a la medicina, es utilizar
la prudencia en todos los actos médicos y consideraba la modestia por sobre todas las demás
virtudes; así evitaremos provocarles daño a los pacientes. Igualmente enseñó: "quien predica sabiduría y
moral debe cuidar dos cosas: la primera, que sus acciones concuerden con sus palabras; y segundo: la
brevedad".
Maimónides enumeró 613 preceptos que encontró en la Torah (contiene los 5 libros de Moisés),
de los cuales 248 son positivos y 365 negativos. Los primeros pertenecen al grupo "harás" y los
segundos al grupo "no harás". Todos los preceptos tienen por objeto un solo fin: cumplirlos, para que
haya una relación de provecho con Dios, consigo mismo y con el prójimo. Hay que señalar que también
están incluidos los relacionados con la medicina.
Motivado a lo señalado anteriormente, se puede decir que Maimónides, no solamente fue un hombre
de su tiempo, sino también, un hombre de vanguardia en relación con su tiempo, porque se dedicó al
estudio y práctica de la religión hebrea, la filosofía y la medicina, desde la antigüedad hasta la época
que le tocó vivir, para aprenderlas, entenderlas, comentarlas, enseñarlas y divulgarlas, con el objeto
de proveer bienestar a los que estaban cerca de él y a los que él podía ayudar en relación con lo
segundo, porque numerosas de sus enseñanzas continúan vigentes y nos orientan para que el hombre
tenga una vida apropiada y disfrute de su permanencia en la tierra con salud y amor consigo mismo, y
con su prójimo.
La Plegaria del Médico y el Juramento Médico son atribuidos a Maimónides, aunque no hay certeza de
que haya tenido la autoría. En el primero de ellos plasmó una súplica a Dios y en el segundo, una
promesa a Dios, con el objeto de establecer una relación médico paciente adecuada y cordial, no solo
entre ellos, sino también del médico consigo mismo y con la sociedad, a fin de proporcionar todo el
bienestar
posible al paciente.
Comparando la Plegaria y el Juramento de Maimónides con el Juramento Razetti, resaltan principios,
valores y virtudes que, aunque escritos en épocas tan separadas y tan distintas y por médicos con
religiones y formas de actuar diferentes, tienen una gran similitud, ya que persiguen el mismo fin:
cumplimiento, por parte del médico de los principios morales; respeto al paciente como persona y
compasión por su sufrimiento. Beneficiar al paciente en cuanto al tratamiento médico se refiere y
tratarlo como ser humano. Atender a todos los pacientes sin distingo de sus condiciones personales.
Guardar el secreto de lo referido. Respeto y agradecimiento por los profesores que nos enseñaron el
arte y la ciencia médica. Todo lo anterior debe ser hecho con humildad, justicia y prudencia.
Maimónides murió a los 69 años y fue enterrado en Palestina. Allí, sobre un monumento, están escritas las
palabras siguientes: "De Moisés a Moisés, no hubo otro como Moisés”.
En su tumba alguien escribió:
"Aquí yace un hombre y sin embargo no era un hombre;
Si tú fuiste un hombre,
entonces te crearon criaturas celestes".
El Juramento Médico de Maimónides es una declaración de principios y de definición del quehacer
médico, universalmente aceptado como lo más cercano al ideal de esta maravillosa profesión. En
varias universidades, de diferentes partes del mundo, y en todas las de Israel, los médicos egresados,
hacen su juramento profesional con éste, en reemplazo del tradicional Juramento de Hipócrates, y
dice:
''Ahora me dispongo a cumplir la tarea de mi profesión. Asísteme, Todopoderoso, para que tenga éxito
en esta gran empresa. Que siempre me inspire el amor a la ciencia y a sus criaturas. Que en mi afán
no se mezcle la ansiedad de dinero y el anhelo de gloria o fama, pues estos son enemigos de la verdad
y del amor al hombre, y me podrían también llevar a errar en mi tarea de hacer el bien a mis
semejantes. Conserva las fuerzas de mi cuerpo y de mi alma para que siempre y sin desmayo esté
dispuesto a auxiliar y asistir al rico y al pobre, al bueno y al malo, al enemigo y al amigo. En el que
sufre, hazme ver solamente al hombre existente y palpe lo escondido e invisible. Que yo no descienda
y entienda mal lo visible y que tampoco me envanezca, porque entonces podría ver lo que en verdad
no existe. Haz que mi espíritu esté siempre alerta, que junto a la cama del enfermo ninguna cosa
extraña turbe mi atención, que nada me altere durante los trabajos silenciosos. Que mis pacientes
confíen en mí y en mi arte; que obedezcan mis prescripciones e indicaciones. Arroja de su lecho a
todos los curanderos y la multitud de parientes aconsejadores y sabios enfermos, porque se trata de
personas crueles que con su palabrerío anulan los mejores propósitos de la ciencia y a menudo traen
la muerte a tus criaturas. Cuando médicos más inteligentes y sabios quieran aconsejarme,
perfeccionarme y enseñarme, haz que mi espíritu les agradezca y obedezca, pero cuando tontos
pretenciosos me acusen, haz que el amor fortifique plenamente mi espíritu para que con obstinación
sirva a la verdad sin atender a los años, a la gloria y la fama, porque el hacer concesiones traería
perjuicio
a tus criaturas. Que mi espíritu sea benigno y suave cuando camaradas más viejos, haciendo mérito a
su mayor edad, me desplacen y befen, ofendiéndome, me hagan mejor. Haz que también esto se
convierta en mi beneficio, para que conozca algo que no sé, pero que no me hiera su engreimiento:
son viejos y la vejez no es un freno para las pasiones.
Hazme humilde en todo, pero no en el gran arte. No dejes despertar en mí el pensamiento de que ya
sé lo suficiente, sino dame fuerza, tiempo y voluntad para ensanchar siempre mis conocimientos y
adquirir otros nuevos. La ciencia es grande y la inteligencia del hombre cada vez cava más hondo'''