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Santiago, nueve de septiembre de dos mil veinte.
Vistos:
Se reproduce el fallo en alzada con excepción de sus
fundamentos sexto a noveno, que se eliminan.
Y se tiene en su lugar y, además, presente:
Primero: Que en estos autos Rol N° 50.696-2020 doña
Lina Sinisterra Carabalí, por sí y en representación de su
hijo menor de edad, deduce recurso de protección en contra
del Departamento de Extranjería y Migración dependiente del
Ministerio del Interior y Seguridad Pública, por la
dictación de la Resolución Exenta N° 147104 de 31 de mayo
de 2019, que rechaza su solicitud de regularización
migratoria y otorga validez a la Resolución Afecta N° 132
de 8 de abril de 2011 y a la Resolución Afecta N° 62 de 16
de marzo de 2015, que ordenaron su expulsión del territorio
nacional por infracción al Decreto Ley N° 1094 de 1975;
acto que, según acusa, es ilegal y arbitrario y que
conculca la garantía prevista en el numeral 1° del artículo
19 de la Constitución Política de la República, por lo que
pide acoger el recurso y dejar sin efecto el acto
administrativo cuestionado, de manera que se le permita
solicitar su regularización migratoria conforme a derecho,
con costas.
Por sentencia de veintidós de abril de dos mil veinte,
la Corte de Apelaciones de Temuco acogió el recurso y dejó
sin efecto las tres resoluciones mencionadas
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precedentemente, ordenando a la recurrida otorgar a la
actora residencia provisoria mientras se tramita la
regularización de su situación migratoria, con todos los
antecedentes allegados a estos autos.
En contra de dicha resolución se alzó el Ministerio
del Interior y Seguridad Pública, a través del respectivo
recurso de apelación.
Segundo: Que la cronología de los hechos en que incide
el presente recurso puede resumirse de la siguiente manera:
A. La recurrente, de nacionalidad colombiana, ingresó
al país con fecha 30 de abril de 2011, de manera
clandestina, esto es, eludiendo el control fronterizo
migratorio, permaneciendo en Chile en diferentes ciudades
hasta el año 2015, en que decidió retornar a su país de
origen.
B. Con fecha 9 de abril de 2015 la actora ingresó
nuevamente al territorio nacional, en forma clandestina,
iniciándose en su contra una investigación penal por
eventual infracción al Decreto Ley N° 1094 de Extranjería,
la cual terminó con el desistimiento de la acción penal y
el sobreseimiento definitivo de rigor.
C. Por Resoluciones Afectas N° 132 de 8 de abril de
2011 y N° 62 de 16 de marzo de 2015, la Intendencia de la
Región de Tarapacá ordenó la expulsión de la recurrente del
territorio nacional, por infringir lo dispuesto en el
artículo 69 del Decreto Ley N° 1094 de Extranjería.
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D. El 7 de abril de 2017 la actora concurrió a las
dependencias de la Policía de Investigaciones, con la
finalidad de autodenunciarse y regularizar su situación
migratoria, siendo notificada en ese acto de los decretos
de expulsión singularizados en el literal que antecede;
solicitando la recurrente con fecha 23 de junio de 2017 la
reconsideración de dichos actos administrativos.
E. El 24 de abril de 2018 la protegida solicitó
regularizar su situación migratoria conforme a las
disposiciones contenidas en la Resolución Exenta N° 1965 de
9 de abril de 2018 del Ministerio del Interior y Seguridad
Pública, requiriendo esta última repartición pública que la
actora acompañara el certificado de antecedentes penales de
su país de origen, debidamente apostillado.
F. Con fecha 14 de junio de 2018 la actora dio a luz,
en Chile, a su hijo G.I.P.S., de actuales dos años.
G. Por Resolución Exenta N° 147.104 de 31 de mayo de
2019 del Departamento de Extranjería y Migración, se
rechazó la solicitud de regularización migratoria, fundado
en que la solicitante no acompañó el certificado de
antecedentes penales de su país de origen en el plazo
otorgado por la Administración, declarándose la vigencia de
las Resoluciones Afectas N° 132 y N° 62, que ordenaron la
expulsión de la recurrente del territorio nacional.
Tercero: Que, para resolver el asunto en examen, es
preciso considerar que de acuerdo con el Derecho
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Internacional los Estados tienen la facultad para expulsar
a los extranjeros que residen en su territorio, regla que
se encuentra bien reconocida tanto en la doctrina como en
la jurisprudencia internacional, así como en la
jurisprudencia interna de la mayoría de los Estados (Vgr.
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión
Consultiva OC-18/03 sobre Condición jurídica y derechos de
los migrantes indocumentados, de 17 de septiembre de 2003;
Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Nadege
Dorzema y otros v. República Dominicana, sentencia (fondo,
reparaciones y costas) de 24 de octubre de 2012; Corte
Interamericana de Derechos Humanos, caso Vélez Loor v.
Panamá, sentencia (excepciones preliminares, fondo,
reparaciones y costas) de 23 de noviembre de 2010.
Cuarto: Que, asimismo, se hace necesario destacar que
la expulsión no tiene en sí misma la naturaleza de una
sanción penal (aunque podría tenerla y, de hecho, la tiene
en el caso del artículo 34 de la Ley N° 18.216), sino que
se trata de un acto de carácter administrativo. Además, los
Estados gozan respecto de la expulsión de un importante
margen de discrecionalidad. Sin embargo, es incuestionable
que la facultad de expulsar extranjeros está sometida a
limitaciones que emergen tanto del derecho interno como del
derecho internacional.
Quinto: Que, tratándose del derecho internacional,
algunos de esos límites dicen relación con “la prohibición
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del abuso de derecho, el principio de la buena fe, la
prohibición de adoptar medidas arbitrarias, y el trato
mínimo debido a los extranjeros. Igualmente, se ha afirmado
que el derecho de expulsar debe ser ejercitado en los
límites de su función y propósito, y que está sometido al
requerimiento de justificación, aunque el Estado goce de un
cierto margen de apreciación al respecto” (Fernando
Arlettaz, La expulsión de extranjeros en el Pacto
Internacional de derechos civiles y políticos. Boletín
Mexicano de Derecho Comparado. Volumen 49, Issue 2016,
página 17).
Otras limitaciones emanan del Derecho Internacional de
los Derechos Humanos. Así, el artículo 22 N° 6 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos dispone que “El
extranjero que se halle legalmente en el territorio de un
Estado parte en la presente Convención, sólo podrá ser
expulsado de él en cumplimiento de una decisión adoptada
conforme a la ley”. A su vez, el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos prescribe en su artículo 13
que “El extranjero que se halle legalmente en el territorio
de un Estado Parte en el presente Pacto sólo podrá ser
expulsado de él en cumplimiento de una decisión adoptada
conforme a la ley; y, a menos que razones imperiosas de
seguridad nacional se opongan a ello, se permitirá a tal
extranjero exponer las razones que lo asistan en contra de
su expulsión, así como someter su caso a revisión ante la
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autoridad competente o bien ante la persona o personas
designadas especialmente por dicha autoridad competente, y
hacerse representar con tal fin ante ellas”.
Sexto: Que, en el derecho interno, los extranjeros
gozan de todos los derechos garantizados en el artículo 19
de la Carta Fundamental, en igualdad de condiciones que los
nacionales, salvo las distinciones expresamente
establecidas por la ley. Interesa destacar, para los
efectos del presente recurso, el derecho a la tutela
judicial efectiva y la garantía un racional y justo
procedimiento, previstos en los incisos 1° y 6° del numeral
3 del mencionado artículo 19 de la Constitución Política de
la República.
Desde el punto de vista legal, además de las
disposiciones contenidas en el Decreto Ley de Extranjería,
y siendo la expulsión una medida esencialmente de carácter
administrativo, es claro que los actos que la dispongan
deben cumplir con el estándar de fundamentación exigido por
los artículos 11, inciso segundo, y 41, inciso cuarto,
ambos de la Ley N° 19.880 que establece Bases de los
Procedimientos Administrativos que rigen los actos de la
Administración del Estado. Se debe reconocer, incluso, que
el estándar de motivación es especialmente intenso cuando
se refiere a la expulsión de extranjeros, no sólo porque se
trata de un acto de contenido desfavorable para el
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administrado, sino, especialmente, debido a la normativa
internacional que otorga protección a los migrantes.
Séptimo: Que, atendidos los contornos de la
controversia, en la especie se ha producido lo que en
doctrina se conoce como decaimiento del acto
administrativo, respecto de las Resoluciones Afectas N° 132
de 2011 y N° 62 de 2015, que en su momento ordenaron la
expulsión de la recurrente del territorio nacional por
infracción a lo dispuesto en el artículo 69 del Decreto Ley
de Extranjería. Sobre el tópico, esta Corte ha sostenido
que el decaimiento consiste en “(…) la extinción de un
acto administrativo, provocada por circunstancias
sobrevinientes de hecho o de derecho, que afectan su
contenido jurídico, tornándolo inútil o abiertamente
ilegítimo” (CS Rol N° 7554-2015).
En el caso de marras tales circunstancias
sobrevinientes son, indudablemente, el nacimiento del hijo
de la actora, que sólo tiene dos años, por lo depende
completamente de ella; y la situación de pandemia por
COVID-19 que afecta a nuestro país y al mundo,
manteniéndose cerradas las fronteras de la mayoría de los
países, salvo casos excepcionales.
Octavo: Que, además, el fundamento esgrimido en la
Resolución Exenta N° 147104 de 31 de mayo de 2019 para
rechazar la solicitud de regularización migratoria de la
recurrente, radica en la no presentación dentro de plazo
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del certificado de antecedentes penales de su país de
origen, debidamente apostillado, por cuanto la invocación
de los artículos 15 N° 17, 16 N° 2 y 69, todos del Decreto
Ley de Extranjería, ya no resulta procedente, por haber
operado a su respecto el decaimiento de los actos
administrativos que le sirven de fundamento.
En este orden de consideraciones, consta en autos que
la actora acompañó el certificado de antecedentes penales
de su país de origen debidamente apostillado, por lo que
corresponde que la Administración pondere el valor de dicho
instrumento conforme a derecho, en el contexto del
procedimiento de regularización migratoria antes
mencionado, el que deberá reabrirse a fin de continuar su
tramitación hasta su término, conforme con el principio
conclusivo que orienta la sustanciación de los
procedimientos administrativos de acuerdo con el artículo 8
de la Ley N° 19.880.
Noveno: Que, en ese contexto jurídico, resulta que el
acto impugnado es ilegal, por cuanto declara la validez de
dos resoluciones respecto de las cuales se ha producido el
decaimiento del acto administrativo, debido a la variación
sustancial de las circunstancias de hecho tenidas a la
vista al decretarlas. En cualquier caso, el acto censurado
es contrario a derecho en lo que atañe a la Resolución
Exenta N° 132 de 2011, desde que los efectos jurídicos de
este acto administrativo se agotaron una vez que la
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recurrente salió del territorio nacional el año 2015,
siendo irrelevante si el abandono del país lo fue de manera
voluntaria o involuntaria.
Asimismo, el acto impugnado es arbitrario, toda vez
que el plazo otorgado a la recurrente para acompañar el
certificado de antecedentes penales de su país de origen es
manifiestamente exiguo, siendo del caso añadir que la
actora acompañó dicho instrumento, en los presentes autos,
apareciendo datado el 10 de julio de 2019 y debidamente
apostillado.
Décimo: Que las transgresiones constatadas vulneran la
garantía de igualdad ante la ley, por cuanto la recurrida
ha dado a la actora un trato diferenciado en relación a
otros solicitantes, al declarar la vigencia e imperio de
actos administrativos que han perdido su eficacia; y, por
otro lado, ha otorgado un exiguo plazo a la protegida para
acompañar antecedentes cuya obtención no resulta ágil ni
expedita, por lo que se acogerá el recurso, pero no en los
extremos decididos en el fallo en alzada, sino en la forma
que se dirá en lo resolutivo.
Por estas consideraciones y de conformidad, asimismo,
con lo que disponen el artículo 20 de la Constitución
Política de la República y el Auto Acordado de esta Corte
sobre la materia, se confirma la sentencia apelada de
veintidós de abril de dos mil veinte, con declaración que
la protección que se otorga a doña Luna Fernanda Sinisterra
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Carabalí y a su hijo menor de edad, por medio de la
presente acción constitucional, lo es para evitar su
expulsión del territorio nacional mientras no se resuelva
conforme a derecho su solicitud de regularización de
acuerdo con la Resolución Exenta N° 1965 de 2018 del
Ministerio del Interior y Seguridad Pública, debiendo esta
última repartición tener como presentado, para todos los
efectos legales, el certificado de antecedentes penales
acompañado en estos autos, continuar con la tramitación de
la solicitud hasta su término, y resolverla como en derecho
corresponda.
Se previene que el Ministro señor Muñoz concurre al
acuerdo, pero teniendo únicamente en consideración:
Primero: Que la legislación distingue entre las fases
administrativas y jurisdiccionales de los procedimientos
contencioso administrativos.
Por su parte, en relación con la primera etapa, la Ley
19.880 “establece y regula las bases del procedimiento
administrativo de los actos de la Administración del
Estado” (art. 1°). Regula igualmente en su Capítulo I lo
relativo a las disposiciones generales, debiendo, en lo
pertinente, atender a lo dispuesto en el artículo 8° que se
reconoce el principio conclusivo, conforme al cual todo
“procedimiento administrativo está destinado a que la
Administración dicte un acto decisorio que se pronuncie
sobre la cuestión de fondo y en el cual exprese su
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voluntad”, que, por lo mismo se ve complementado en el
inciso tercero del artículo 14, por el principio de
inexcusabilidad, que ante la terminación de un
procedimiento aún por causales extraordinarias corresponde
dejar expresada esta circunstancia, disponiendo al efecto :
“En los casos de prescripción, renuncia del derecho,
abandono del procedimiento o desistimiento de la solicitud,
así como la desaparición sobreviniente del objeto del
procedimiento, la resolución consistirá en la declaración
de la circunstancia que concurra en cada caso, con
indicación de los hechos producidos y las normas
aplicables”.
Es relevante que la ley establezca como causal
extraordinaria de término del procedimiento “la
desaparición sobreviniente del objeto del procedimiento”,
todo lo cual es complementado por el artículo 40, respecto
de la conclusión del procedimiento, dispone que terminará
normalmente por la “resolución final”, pero también por las
causales extraordinarias de desistimiento, abandono y
renuncia al derecho en que se funde la solicitud, cuando no
esté prohibida la renuncia, y también “producirá la
terminación del procedimiento la imposibilidad material de
continuarlo por causas sobrevinientes”, la que deberá ser
declarada por resolución fundada. En este contexto el
inciso quinto del artículo 41 dispone: “En ningún caso
podrá la Administración abstenerse de resolver so pretexto
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de silencio, oscuridad o insuficiencia de los preceptos
legales aplicables al caso, aunque podrá resolver la
inadmisibilidad de las solicitudes de reconocimiento de
derechos no previstos en el ordenamiento jurídico o
manifiestamente carentes de fundamento”.
La ley regula la renuncia, el desistimiento y el
abandono del procedimiento administrativo, en el entendido
que todas estas causales recaen en los casos que aquél se
inició por requerimiento del administrado. En tales
circunstancias no es posible declarar el abandono en
procedimientos iniciados de oficio por la Administración
(art.42 y 43), se excluye igualmente esta declaración
“cuando la cuestión suscitada afecte al interés general o
fuera conveniente continuarla para su definición y
esclarecimiento”.
En otro sentido es preciso destacar que el
cumplimiento de los plazos en la ley 19.880 “u otras leyes
obligan a las autoridades y personal al servicio de la
Administración en la tramitación de los asuntos, así como
los interesados en los mismos” (art. 23); fijándose los
plazos máximos de respuesta y la posibilidad que el
interesado solicite la certificación que la solicitud se
encuentra en estado de resolverse, originando
responsabilidad administrativa la “prolongación
injustificada de la certificación” (art. 24); para hacer
referencia expresa al silencio administrativo, de forma tal
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que los plazos “se computarán desde el día siguiente a
aquél en que se notifique o publique el acto de que se
trate o se produzca su estimación o su desestimación en
virtud del silencio administrativo” (art. 25); pudiendo
ampliarse los plazos en que no se encuentre prohibido y que
estén vigentes, lo que se podrá hacer de oficio o a
petición de parte, sin exceder la mitad de los mismos y en
“ningún caso podrá ser objeto de ampliación un plazo ya
vencido” (art. 26), expresando perentoriamente en el
artículo 27: “Salvo caso fortuito o fuerza mayor, el
procedimiento administrativo no podrá exceder de 6 meses,
desde su iniciación hasta la fecha en que se emita la
decisión final”.
Vinculado con lo anterior, se regula el silencio
administrativo, en el artículo 64, desde el prisma
positivo, en que se llega a acoger la solicitud del
administrado, previa denuncia de esta circunstancia a la
autoridad competente de resolver el requerimiento y
transcurrido que sea el plazo de cinco días, oportunidad en
que “la solicitud del interesado se entenderá aceptada” si
no ha existido pronunciamiento de la autoridad. En el
artículo 65 se desarrolla el silencio negativo, en que el
requerimiento a la Administración se entiende rechazado,
limitado a las peticiones de carácter patrimonial y que
afecte los intereses fiscales o la Administración actúe de
oficio, “cuando deba pronunciarse sobre impugnaciones o
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revisiones de actos administrativos o cuando se ejercite
por parte de alguna persona el derecho de petición
consagrado en el numeral 14 del artículo 19 de la
Constitución Política”. La consecuencia que los actos
concluyan por aplicación del silencio positivo o negativo
de la Administración, es que éstas circunstancias
producirán los mismos efectos “que aquéllos que culminaren
con una resolución expresa de la Administración, desde la
fecha de la certificación respectiva” (art. 66).
Por último, el artículo 54, inciso segundo ordena que
interpuesta “la reclamación se interrumpirá el plazo para
ejercer la acción jurisdiccional”, el cual volverá a
computarse “desde la fecha en que se notifique el acto que
la resuelve o, en su caso, desde que la reclamación se
entienda desestimada por el transcurso del plazo”.
De esta forma, la fase administrativa de todo
procedimiento, respecto a su sustanciación reposa, a lo
menos, en los siguientes supuestos:
a.- Acción de oficio. Teniendo presente lo dispuesto
respecto de la iniciación (art. 29) y la sustanciación
(art. 34), pero especialmente derivado de los principios
conclusivo (art. 8°) e inexcusabilidad (art. 14), el
procedimiento está destinado a obtener que la
Administración emita pronunciamiento sobre las materias que
éste trata, emita una resolución final, razón por la que se
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dota a la Administración de acción de oficio en el
procedimiento;
b.- A la Administración le vinculan los plazos y en
especial el término máximo de respuesta, el que la ley
establece para el procedimiento propiamente tal en seis
meses (art. 27), desde la iniciación y hasta la decisión
final, con la sola excepción, la que en todo caso deberá
probarse, de caso fortuito o fuerza mayor;
c.- La demora injustificada por parte de la
Administración da origen a responsabilidad, sin perjuicio
de aplicar positiva o negativamente el silencio como causal
de término del procedimiento.
d.- Se regula expresamente que “producirá la
terminación del procedimiento la imposibilidad material de
continuarlo por causas sobrevinientes” (arts. 14, inciso
final y 40, inciso segundo).
e.- La iniciación del procedimiento tiene como efecto
interrumpir cualquier plazo para ejercer acciones ante la
autoridad jurisdiccional. Los plazos volverán a computarse
(art. 54).
Segundo: Que en el Mensaje del Proyecto de Ley enviado
por el Ejecutivo, se lee:
“2. Los plazos en el procedimiento administrativo.
“Por mucho que estén reguladas las etapas que lo
componen, un procedimiento sin plazos, no funciona. En
efecto, mediante los plazos se logra fijar un límite
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temporal a las distintas etapas o a los diferentes trámites
por los que pasa un acto administrativo antes de surgir al
mundo del derecho.”
“De ahí que el plazo sea definido como aquel espacio
de tiempo que fija el ordenamiento jurídico para que un
órgano de la administración ejerza sus potestades o para
que un particular que se vincula con dichos órganos, ejerza
sus derechos o cumpla sus obligaciones.”
“Mientras en el derecho privado prevalecen los plazos
convencionales, en el derecho público los plazos son
fijados por la ley o el reglamento.”
“Sin embargo, la inexistencia de una regulación del
procedimiento administrativo ha llevado a que sea la
doctrina y la jurisprudencia de la Contraloría General de
la República las que definan los elementos centrales de los
plazos para la Administración. Estos pueden sintetizarse en
dos.”
“En primer lugar, se sostiene que para el cumplimiento
de sus fines, la Administración no puede concebirse, en
principio, como supeditada a un plazo determinado, más allá
del cual la Administración se vería impedida de actuar.”
“Ello, se agrega, derivaría en un perjuicio del
interés general, que exige que cada vez que las
circunstancias lo hagan necesario, la Administración provea
adecuada y oportunamente a la solución de las necesidades
públicas.”
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“De ahí que se concluya que requerida legalmente a
prestar un servicio que la ley ha puesto a su cargo, la
Administración no puede válidamente negarse a actuar, no
otorgándolo a pretexto de que haya transcurrido el plazo
dentro del cual debió responder al requerimiento de que fue
objeto; en este caso, su obligación de actuar no puede
encontrarse sujeta a prescripción.”
“En el derecho público, se sostiene, las obligaciones
que se imponen a la Administración tienen relevancia
colectiva y ello origina un interés general en su
cumplimiento. De este modo, deben armonizarse la finalidad
de los plazos y las consecuencias que involucra su
incumplimiento.”
“En segundo lugar, lo anterior no significa que el
incumplimiento de los plazos por parte de la Administración
no produzca consecuencias jurídicas. La exigencia de un
plazo tiene una finalidad conducente a la implantación de
un buen orden administrativo. Luego, cada vez que la
administración no cumpla una obligación dentro del plazo
fijado, se atenta contra este buen orden.”
“Ambos elementos han permitido arribar a la conclusión
de que la regla general es que la Administración no está
sujeta a plazos para cumplir sus obligaciones, aún cuando
la ley los fije determinadamente. Los actos de ejecución
extemporánea de dichas obligaciones son, en consecuencia,
válidos.”
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“Esta regla tiene una excepción: los casos en que la
ley contemple expresamente la "caducidad" como sanción al
incumplimiento del plazo, o bien, que la ley establezca
expresamente un mecanismo de sustitución de dicha sanción
que determine el destino de la obligación incumplida.”
“De este modo, por regla general, el incumplimiento
del plazo no tiene otra consecuencia que la de motivar la
adopción de medidas correctivas y sancionatorias respecto
de los funcionarios responsables de alterar dicho orden.”
“Pero no afecta la validez de los actos de ejecución
extemporánea, toda vez que en el efectivo cumplimiento de
las mismas existe un interés general comprometido, con
prescindencia de su oportunidad.”
“Dicha visión de los plazos para la administración
genera incerteza para las personas beneficiadas con una
decisión que deba adoptar un órgano de la administración
del Estado.”
“Si a esto se suma que muchos procedimientos no tienen
plazo para dictar el acto terminal, o que no contemplan
plazos para la emisión de los actos trámites que fundan o
preparan dicha decisión, el panorama no es alentador.”
“Precisamente a solucionar estos problemas apunta el
presente proyecto.” (Historia de la Ley 19.880, páginas 7 y
8 del Mensaje Presidencial).
Tercero: Que así las cosas, si bien el decaimiento de
los actos de la Administración se produce en el contexto
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del demérito o pérdida de eficacia primero por desaparición
sobreviniente de los presupuestos de hecho que ocasionan la
imposibilidad de producir sus efectos, en que la substancia
o contenido del acto pierde su eficacia, y en segundo
lugar, producto de su falta de legitimidad por
antijuricidad del acto también con posterioridad a su
dictación, por alteración del ordenamiento jurídico sobre
cuya base se dictó y que determina que, en el nuevo
escenario, el acto sea ilegal o, a lo menos ilegítima. Así
el profesor Enrique Sayagués Laso, caracteriza los motivos
del decaimiento en: a) Por la desaparición de un
presupuesto indispensable para la validez de un acto; b)
Por la derogación del precepto legal en que se funda el
acto, cuando dicha regla es indispensable para su vigencia,
y c) Por modificación del régimen legal, en términos tales,
que constituya un impedimento para el mantenimiento del
acto, por lo que define esta causal como “la pérdida de
eficacia que experimenta un acto administrativo por
circunstancias supervivientes que hacen desaparecer un
presupuesto de hecho o de derecho, indispensable para su
existencia” (Tratado de Derecho Administrativo, Editorial
Talleres Bianchi-Altuna, Montevideo, 1953, páginas 518 y
519, citado por Hugo A. Olguín Juárez, Extinción de los
Actos Administrativos, Universidad de Chile, páginas 268 y
269).
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Vinculado a lo anterior nuestro legislador hizo
referencia que el procedimiento puede terminar tanto por
“la desaparición sobreviniente del objeto del
procedimiento” (art. 14) como por la “imposibilidad
material de continuarlo por causas sobrevinientes” (art.
40), conceptos que están más bien referidos a
circunstancias de hecho, como el fallecimiento de un
solicitante de un derecho personalísimo o la destrucción
del bien respecto del cual se solicita el pronunciamiento
favorable de la Administración, pero que nada impide darle
aplicación en relación a presupuesto de derecho, puesto que
materialmente en tal caso la Administración tampoco podrá
actuar.
Ante la claridad del precepto del artículo 27, que “el
procedimiento no podrá exceder de 6 meses” de duración en
su sustanciación, contado desde su iniciación y hasta la
decisión final, como lo indicado por el Ejecutivo en su
Mensaje, en orden a que el proyecto, precisamente, tiende a
solucionar los problemas derivados de considerar que la
Administración no le afectan los plazos y que solamente
generan responsabilidades administrativas su
incumplimiento, entre otros aspectos, deriva en que existe
una imposibilidad material para continuar el procedimiento,
en que la causa sobreviniente es el cumplimiento del plazo,
deviniendo todo el actuar posterior en ineficaz por
ilegalidad. Teniendo presente que dentro de los
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presupuestos de la institución en análisis, no se encuentra
descartado que el antecedente de la ilegalidad esté
previsto al momento de dictarse el acto, corresponde darle
aplicación, en este caso en torno al procedimiento
sustanciado. Resolverse en sentido contrario, la ley no
habría solucionado lo que expresamente contempló entre sus
objetivos.
Cuarto: Que al encontrarse el procedimiento
sustanciado más de seis meses y materialmente paralizado
por más de este plazo, corresponde declarar su
imposibilidad material de continuarlo, de conformidad a lo
previsto en el artículo 40 inciso segundo de la Ley 19.880.
Acordada con el voto en contra del Abogado Integrante
señor Lagos, quien estuvo por revocar la sentencia en
alzada y rechazar el recurso de protección deducido,
teniendo presente para ello las siguientes consideraciones:
1°) Que la Resolución Exenta N° 147104 impugnada en
estos autos, al igual que las Resoluciones Afectas N° 132
de 2011 y N° 62 de 2015, constituyen actos administrativos
dictados por la autoridad competente, en los casos y en la
forma señalados por la ley y se encuentran debidamente
fundados, por lo que a su respecto rige la presunción de
validez establecida en el artículo 3 de la Ley N° 19.880
sobre Bases de los Procedimientos Administrativos.
2°) Que lo anterior no importa dejar a la recurrente
en la indefensión, toda vez que la validez e imperio de los
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señalados actos administrativos lo es sin perjuicio de los
recursos que establece la ley para impugnar la decisión
expulsiva de la Administración, en atención a que lo
cuestionado en estos autos es una resolución del
Departamento de Extranjería y Migración que rechazó la
solicitud de regularización migratoria presentada por la
recurrente, pero que no se refirió de manera primaria a la
expulsión, sino solo tangencialmente, como una consecuencia
directa y necesaria del rechazo de la solicitud de
regularización.
3°) Que el artículo 84 del Decreto Ley de Extranjería
establece que la medida de expulsión de los extranjeros
será dispuesta por decreto supremo fundado, suscrito por el
Ministro del Interior y, más adelante, el artículo 91 N° 7
expresa que corresponde al mencionado Ministerio aplicar
las sanciones administrativas que correspondan a los
infractores de las normas establecidas en el decreto ley.
4°) Que, en cuanto a los derechos del menor G.I.P.S,
en concepto de quien disiente éstos no se ven vulnerados en
los términos que consagra la Convención sobre los Derechos
del Niño, toda vez que la Administración no ha dispuesto,
en caso alguno, la separación del niño de su madre, sino
únicamente la expulsión de esta última conforme al derecho
interno.
En ese contexto, y atendido que el Estado goza de la
potestad discrecional para expulsar a los extranjeros que
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residen en su territorio, siempre, claro está, que se
acredite la existencia de una infracción a la regulación
normativa en materia de migración, la sola circunstancia de
haber dado a luz la recurrente a un niño en nuestro país,
no resulta suficiente para restringir el ejercicio de una
atribución estatal legítima, cuya finalidad propende al
bien común y no a los intereses particulares de quienes
puedan verse afectados por las decisiones de la
Administración.
Regístrese y devuélvase.
Redacción a cargo del Abogado Integrante señor Pierry
y de la prevención y disidencia sus autores.
Rol Nº 50.696-2020.
Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema
integrada por los Ministros (a) Sr. Sergio Muñoz G., Sra.
María Eugenia Sandoval G., y Sra. Ángela Vivanco M., y los
Abogados Integrantes Sr. Jorge Lagos G., y Sr. Pedro Pierry
A. No firman, no obstante haber concurrido al acuerdo de la
causa, el Ministro señor Muñoz por estar con permiso y el
Abogado Integrante Sr. Pierry por estar ausente. Santiago,
09 de septiembre de 2020.
MARIA EUGENIA SANDOVAL GOUET ANGELA FRANCISCA VIVANCO
MINISTRA MARTINEZ
Fecha: 09/09/2020 14:52:07 MINISTRA
Fecha: 09/09/2020 14:52:08
BVHDRFDXXF
JORGE LAGOS GATICA
ABOGADO INTEGRANTE
Fecha: 09/09/2020 15:06:26
BVHDRFDXXF
En Santiago, a nueve de septiembre de dos mil veinte, se incluyó en el
Estado Diario la resolución precedente.
Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser
validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la causa.
En aquellos documentos en que se visualiza la hora, esta
corresponde al horario establecido para Chile Continental. BVHDRFDXXF