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CENSURA MUSICAL: EL CASO DE

LA DICTADURA CIVICO-MILITAR
ARGENTINA DE 1976-1984

Alma fiore
Colegio del sol
2024
Profesoras Jimena lara, Liliana García y Alejandra ojeda

1
1 CONTENIDO
2 INTRODUCCION..........................................................................................................................3
3 DESARROLLO..............................................................................................................................4
3.1 CONTEXTO HISTORICO.......................................................................................................4
3.2 CONTEXTO GEOGRAFICO....................................................................................................5
3.3 CENSURA MUSICAL.............................................................................................................6
3.3.1 La narrativa musical durante la dictadura cívico-militar.............................................8
3.3.2 La narrativa del silencio y la evasión..........................................................................8
3.3.3 La resistencia cultural.................................................................................................8
3.3.4 La narrativa del exilio y la diáspora............................................................................9
3.3.5 La narrativa colectiva: el rock nacional como símbolo...............................................9
3.4 CANCIONES Y ARTISTAS CENSURADOS...............................................................................9
3.5 Apertura musical..............................................................................................................11
4 CONCLUSIONES........................................................................................................................13
5 BIBLIOGRAFIA:..........................................................................................................................16

2
2 INTRODUCCION
La censura musical durante la dictadura cívico-militar en Argentina (1976-1983) constituye
un caso emblemático de cómo los regímenes autoritarios utilizan el control cultural como
herramienta de dominación y represión. En este trabajo se analiza cómo la música, un
medio clave para la expresión artística y social, fue transformada en un campo de batalla
donde los músicos debieron enfrentar la censura, la autocensura, la persecución y, en
muchos casos, el exilio. Este proceso no solo limitó gravemente la libertad de expresión,
sino que también impactó en la diversidad de géneros musicales presentes en la escena
nacional.
La hipótesis central de la investigación plantea que la censura musical, aplicada como parte
de una estrategia más amplia de control social, no solo restringió las letras y los mensajes
considerados subversivos por el régimen, sino que también generó un clima de miedo que
llevó a muchos artistas a autocensurarse. Este fenómeno resultó en una música menos
crítica, más conformista, y limitada en su capacidad para actuar como herramienta de
protesta y resistencia. Los géneros más afectados, como el rock nacional y el folklore,
enfrentaron un intenso control debido a que sus letras frecuentemente abordaban temas de
crítica social, lucha por la libertad y resistencia política.
El rock nacional, que había crecido en popularidad a finales de los años 60 y principios de
los 70, se convirtió en uno de los objetivos principales de la censura. Las canciones que
hacían referencia a la libertad individual, la lucha social o cualquier forma de crítica
implícita hacia el régimen fueron sometidas a revisiones exhaustivas y, en muchos casos,
prohibidas. Músicos como Charly García, León Gieco y Luis Alberto Spinetta enfrentaron
restricciones constantes, y algunas de sus composiciones icónicas, como Viernes 3 AM o
Los dinosaurios, se convirtieron en ejemplos claros de cómo el arte logró resistir bajo el
peso de la opresión. Sin embargo, esta resistencia no estuvo exenta de costos personales:
muchos músicos fueron arrestados, otros se exiliaron y algunos incluso vivieron en la
clandestinidad para evitar represalias.
El folklore, profundamente arraigado en la identidad cultural argentina, también sufrió las
consecuencias de la censura. Figuras como Mercedes Sosa y Atahualpa Yupanqui vieron
cómo sus obras eran consideradas una amenaza debido a su capacidad para conectar con las
masas y transmitir mensajes de lucha y esperanza. Las letras que exaltaban la identidad
nacional o abordaban problemáticas sociales fueron especialmente vigiladas y, en algunos
casos, prohibidas. Sin embargo, los artistas del folklore, al igual que los del rock,
encontraron formas de resistir: emplearon metáforas poéticas que, bajo la apariencia de
descripciones cotidianas o paisajísticas, llevaban implícitos mensajes de crítica y resistencia
al régimen.
La censura musical tuvo consecuencias profundas no solo para los artistas, sino también
para la sociedad argentina en su conjunto. La autocensura, producto del miedo
generalizado, llevó a una música menos crítica y más alineada con las normas impuestas

3
por el régimen. Esto no solo limitó el potencial del arte como forma de protesta, sino que
también empobreció la diversidad de voces y perspectivas en la cultura nacional. Además,
muchos músicos se vieron forzados a abandonar el país debido a amenazas, detenciones o
desapariciones, dejando un vacío en la escena musical local.
A pesar de estas restricciones, la música también se convirtió en un espacio de resistencia.
Las metáforas y los simbolismos se transformaron en herramientas fundamentales para
evadir la censura y transmitir mensajes de esperanza, lucha y denuncia. Canciones que
aparentemente hablaban de amor o desamor ocultaban en sus versos el dolor y la angustia
de una sociedad oprimida. Este fenómeno no solo reflejó la creatividad y el coraje de los
artistas, sino que también subrayó el poder del arte como una herramienta para desafiar el
autoritarismo.
Este trabajo tiene como objetivo explorar estas dinámicas, analizando cómo la música fue
utilizada tanto como herramienta de control social por parte del régimen como un medio de
resistencia por los artistas. Entre los aspectos específicos a abordar, se analizará por qué la
música fue elegida como blanco principal de la censura, cómo funcionaban los mecanismos
de control en radios y televisión, y cómo se crearon las listas negras de canciones y artistas
prohibidos. También se estudiará el impacto de estas restricciones en la libertad de
expresión artística y en la diversidad cultural, considerando tanto los géneros más
perseguidos como las estrategias de los músicos para sortear las restricciones.
Para sustentar esta investigación, se han realizado entrevistas a dos testigos clave: Javier
Browarski, músico de la época con un conocimiento directo de los mecanismos de censura,
y Eduardo, quien vivió en carne propia la represión cultural. Además, se llevó a cabo una
encuesta dirigida a personas mayores de 60 años para reconstruir las percepciones sociales
y culturales del período. Estas perspectivas se complementan con un análisis de diversas
fuentes académicas, como A Lexicon of Terror de Feitlowitz, Poder y desaparición de
Calveiro y La historia política del Nunca Más de Crenzel, las cuales brindan un marco
teórico y contextual sobre el impacto de la censura en Argentina.
A través de esta investigación, se busca responder a la pregunta central: ¿cómo afectó la
censura musical a la libertad de expresión de los músicos argentinos y a la diversidad
cultural de la época? Más allá de comprender el impacto histórico, este trabajo también
aspira a reflexionar sobre el papel del arte en contextos de represión y su capacidad para
preservar la memoria y fomentar el cambio social.

3 DESARROLLO

3.1 CONTEXTO HISTORICO


El 24 de marzo de 1976, un golpe de Estado derrocó al gobierno democrático de Isabel
Perón e instauró una dictadura militar conocida como el Proceso de Reorganización
Nacional. Liderado por una Junta Militar compuesta por las Fuerzas Armadas, este régimen

4
buscaba eliminar cualquier oposición política o ideológica, bajo el pretexto de restaurar el
orden ante una profunda crisis política, social y económica.
Durante este periodo, se implementó una política de terror de Estado, caracterizada por la
desaparición forzada de personas, la tortura y los asesinatos. Las cifras más citadas estiman
que unas 30.000 personas fueron desaparecidas, aunque el número exacto sigue siendo
motivo de debate académico (Crenzel, 2008). Esta violencia no solo se dirigió contra
activistas políticos, sino también contra intelectuales, periodistas y artistas, considerados
una amenaza para la estabilidad del régimen.
En el ámbito económico, el gobierno militar implementó un modelo neoliberal liderado por
José Alfredo Martínez de Hoz. Este programa favoreció la apertura al mercado
internacional, la desindustrialización y un endeudamiento externo masivo, generando
graves desigualdades sociales. Según Lewis (2001), esta política económica, además de
profundizar la crisis, buscaba transformar profundamente la estructura productiva y social
del país.
La represión no solo fue física, sino también cultural. La dictadura impuso una intensa
censura en los medios de comunicación, la educación y el arte como parte de su
estrategia para consolidar una ideología conservadora y nacionalista. Feitlowitz (1998)
describe cómo este control cultural buscaba silenciar las expresiones artísticas que
promovieran valores democráticos, ideas progresistas o críticas al régimen. En este marco,
artistas, escritores y músicos fueron vigilados, perseguidos y en muchos casos obligados al
exilio.
Por otro lado, la creación de centros clandestinos de detención simbolizó el corazón de la
represión. Calveiro (2008) detalla cómo estos espacios se convirtieron en herramientas
clave del terror, permitiendo al régimen no solo eliminar físicamente a los opositores, sino
también desarticular redes sociales y culturales de resistencia.
Este oscuro capítulo de la historia argentina culminó en 1983, con el regreso de la
democracia y la elección de Raúl Alfonsín como presidente. La transición democrática
permitió abrir juicios contra los responsables de las violaciones a los derechos humanos y
sentó las bases para la construcción de una memoria colectiva sobre el período, lo que sigue
siendo objeto de análisis e interpretación en la actualidad.

3.2 CONTEXTO GEOGRAFICO


La dictadura militar argentina (1976-1983) no fue un fenómeno aislado, sino parte de un
contexto regional marcado por la implementación del Plan Cóndor, una operación
coordinada entre los regímenes dictatoriales de América del Sur. Este plan, desarrollado en
la década de 1970 con el apoyo estratégico de Estados Unidos en el marco de la Doctrina
de Seguridad Nacional, tuvo como objetivo reprimir de manera sistemática a los opositores
políticos en toda la región, reforzando la colaboración entre las dictaduras de Argentina,

5
Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia, Paraguay y, en menor medida, Perú y Ecuador (Crenzel,
2008).
El Plan Cóndor permitió a estos regímenes compartir información de inteligencia, perseguir
disidentes más allá de sus fronteras y realizar operativos conjuntos para detener, torturar y
desaparecer personas. Según Lewis (2001), esta red transnacional consolidó un esquema
represivo que eliminó los límites geográficos en la persecución política, llevando incluso al
secuestro de exiliados en países vecinos.
Argentina, al ser uno de los principales actores en el Plan Cóndor, jugó un rol clave en la
coordinación de operaciones y en el alojamiento de centros clandestinos de detención.
Feitlowitz (1998) señala que esta colaboración permitió a las dictaduras expandir su
capacidad represiva y actuar con impunidad, favorecida por un contexto global de Guerra
Fría que justificaba estas acciones como parte de la lucha contra el comunismo.
Un ejemplo emblemático fue el secuestro y desaparición de los legisladores uruguayos
Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz en Buenos Aires en 1976, un caso que evidencia
cómo las fronteras nacionales se desdibujaron bajo el Plan Cóndor (Calveiro, 2008). Estas
acciones se llevaron a cabo con un alto grado de secretismo, pero también con el
conocimiento y respaldo de potencias extranjeras interesadas en contener movimientos de
izquierda en la región.
Este entramado represivo no solo fortaleció a las dictaduras en su afán por eliminar
opositores, sino que también consolidó un sistema regional de terror que impactó
profundamente en las sociedades sudamericanas. Con el retorno de la democracia en los
años 80, el Plan Cóndor se convirtió en objeto de investigación y denuncia, exponiendo la
magnitud de las violaciones a los derechos humanos cometidas bajo su marco operativo.

3.3 CENSURA MUSICAL


La censura durante la dictadura cívico-militar en Argentina (1976-1983) fue una
herramienta clave del régimen para controlar el pensamiento y moldear la cultura según los
valores impuestos por la Junta Militar. En este contexto, la música, como forma de
expresión artística y vehículo de ideas, fue severamente regulada. La censura consistía en
prohibir letras, artistas o géneros musicales considerados subversivos o contrarios a la
moral y el orden promovidos por el régimen. Feitlowitz (1998) describe este fenómeno
como un intento deliberado de erradicar cualquier forma de disidencia cultural y consolidar
un mensaje homogéneo alineado con la ideología militar. Javier wazouski, músico de la
época, nos cuenta su perspectiva de la censura musical:
“El sistema de censura, comenzó a funcionar, a partir de marzo de 1976. En algunos casos
canciones que se habían escuchado con anterioridad como “violencia en el parque” de
Aquelarre, que hacia alusión al conflicto entre azules y colorados dentro del ejército
argentino. En algunos casos se invitaba a los artistas, a que sostengan que estaban de
acuerdo con el nuevo gobierno o que modificaran letras de canciones. En algunos casos

6
muchos tuvieron que exiliarse. El censor, era una persona dentro de la secretaria de
cultura que se dedicaba a escuchar todo aquello que iba a ser publicado y sugerir cambios
y ante la negativa del artista se censuraba el tema completo.”
Los géneros más afectados fueron el rock nacional, el folclore y el tango, que a menudo
abordaban temas de crítica social, resistencia política o exploración de la identidad
nacional. Canciones de artistas como Charly García, León Gieco y Mercedes Sosa fueron
eliminadas de las radios, y sus discos fueron prohibidos. Según Calveiro (2008), la censura
no se limitaba a las canciones explícitamente políticas; incluso obras que promovían la
libertad individual o que exploraban temas de justicia social podían ser señaladas como
peligrosas.
La censura operaba de forma sistemática y burocrática. Se crearon listas negras de
canciones y artistas prohibidos, y las discográficas recibían órdenes directas de las
autoridades para no distribuir ciertos materiales. Además, los conciertos y festivales eran
monitoreados por fuerzas de seguridad, y los artistas estaban sujetos a interrogatorios y
persecuciones. Como señala Lewis (2001), el objetivo era eliminar cualquier mensaje que
pudiera inspirar resistencia o cuestionamiento hacia el régimen. Eduardo, el señor
entrevistado, nos cuenta una de sus experiencias en un recital de la época:
“El caso qué más recuerdo... fué cuando tuve mi primer experiencia llendo a ver una
banda....con solo casi 14 años,..unos hippies rockeros que trabajaban conmigo en ferias de
artesanos enseñándome el oficio del cuero...Me llevaron al "Adiós Sui Generis"..un 5 de
Septiembre de 1975 en el mítico Luna Park...a la salida como Siempre, más pasada las 10
de la noche...Nos esperaba La Policía realizando el famoso operativo denominado
RACIA...(Qué no era otra cosa qué la separación de las personas con rasgos diferentes o
por otros motivos)....Está RACIA, se ejercía en cualquier ámbito y espacio de la vida
cotidiana... podía suceder dentro de un cine, un Teatro, a la salida, en la puerta, en las
calles, en colectivos..etc..etc... esté ejercicio casi cotidiano se insentificaba después de las
diez de la noche.....al salir casi a las once de la noche...cuando daba comienzo el segundo
show de despedida a Sui Generis...comenzaron las corridas de la policia, con palos,
perros, caballos, gases.....para llevarse la maxima cantidad de Pelilargos en los camiones
y patrulleros dispuestos para aquel Servicio.....recuerdo gritos, peleas, roturas de
vidrieras..sirenas de patrulleros..Gran escándalo...yo, solo corrí y corrí...con la anécdota
qué terminé escondido debajo de un vehículo... qué no era otro qué una Estanciera de la
policía....”
La censura musical no solo buscaba silenciar a los artistas, sino también disciplinar a la
sociedad. Al limitar el acceso a ciertas expresiones culturales, el régimen pretendía crear un
clima de miedo y autocensura entre los músicos y el público. Este control se justificaba
bajo la premisa de proteger los valores tradicionales y evitar la propagación de ideas
“subversivas” asociadas con el comunismo o la contracultura global.
Sin embargo, los artistas desarrollaron estrategias para resistir, como el uso de metáforas y
dobles sentidos en las letras, la difusión clandestina de su obra y la organización de
conciertos en espacios menos visibles. León Gieco, por ejemplo, logró incluir mensajes de

7
protesta en sus canciones mediante imágenes simbólicas que pasaban desapercibidas para
los censores (Crenzel, 2008). Javier agrega: “El método de resistencia elegido por los
artistas fue utilizar un vocabulario, ambiguo, no directo, plagado metáforas, y solían decir
una cosa en las grabaciones y luego en los recitales en vivo, cambiaban la letra. Hay
muchos ejemplos de esto sobre todo en las bandas de Charly García “los inocentes son los
culpables dice su señoría” “el rey de espadas”, en clara alusión a la espada militar. O los
dinosaurios, o Alicia en el país “no cuentes que hay detrás de aquel espejo, no tendrás
poder, ni testigos” El miedo, nadie atestiguaría y los abogados no presentaban recursos de
Habeas Corpus por los desaparecidos. Piero también entre canciones simples y de rimas
atenuadas decía “Libertad era un asunto mal manejado por tres”, en referencia clara a la
Junta militar.”
Por otro lado, Eduardo, el señor entrevistado que pudo vivir en carne propia la censura
musical impuesta por la dictadura, nos habla un poco de los métodos de esquive de los
artistas:
“Los artistas qué pudieron...limitadamente siguieron trabajando a veces a escondidas.
Con letras qué decían una cosa, queriendo decir otra...formando círculos casi
secretos...tocando en lugares poco conocidos y hasta Domingos por la mañana.... siempre
utilizando la música como herramienta poderosa para seguir transmitiendo el mensaje de
lucha y resistencia contra la injusticia y la opresión...Los más perseguidos y censurados
directamente pasaron al exilio, ... Otros fueron encarcelados o desaparecidos...”
Este control sistemático de la música tuvo un impacto duradero en la cultura argentina. Por
un lado, limitó la creatividad y la libertad artística durante esos años; por otro, consolidó el
rock nacional como un movimiento de resistencia cultural, con canciones que más tarde se
convertirían en himnos de la lucha por la democracia y los derechos humanos.

3.3.1 La narrativa musical durante la dictadura cívico-militar


Durante la dictadura cívico-militar en Argentina (1976-1983), la música se convirtió en un
espacio de tensión entre la represión y la resistencia. La narrativa musical de la época
reflejó, de manera explícita o simbólica, las condiciones políticas y sociales impuestas por
el régimen. A pesar de la censura, muchos artistas encontraron formas de expresar la
angustia, el miedo y la esperanza que caracterizaban a una sociedad sometida al control
autoritario.

3.3.2 La narrativa del silencio y la evasión


En un contexto de vigilancia y censura, algunos músicos optaron por narrativas más
evasivas para sortear las restricciones. Letras aparentemente inofensivas o metafóricas
fueron una herramienta clave para esquivar el escrutinio del régimen. Por ejemplo, Charly
García utilizó imágenes simbólicas en canciones como Los dinosaurios, que aludía a los
desaparecidos sin mencionarlos directamente. Según Feitlowitz (1998), esta capacidad de
encriptar significados permitió a los artistas mantener su relevancia sin exponerse
abiertamente a represalias.

8
3.3.3 La resistencia cultural
A pesar de los riesgos, muchos músicos adoptaron una narrativa de resistencia. León Gieco,
conocido como el “Bob Dylan argentino,” escribió canciones como Sólo le pido a Dios, que
se convirtieron en himnos contra la injusticia y la violencia, resonando tanto dentro como
fuera del país. Mercedes Sosa, con su poderosa interpretación de canciones de contenido
social, como Alfonsina y el mar, continuó promoviendo un mensaje de identidad y lucha, a
menudo desde el exilio (Calveiro, 2008). Estas narrativas reflejaban una defensa activa de
los derechos humanos y una oposición velada al régimen.

3.3.4 La narrativa del exilio y la diáspora


Muchos artistas se vieron forzados a abandonar el país debido a la persecución política,
llevando consigo una narrativa que combinaba la nostalgia por la tierra natal con la
denuncia del terror de Estado. En el exilio, estos músicos no solo continuaron produciendo
arte, sino que también visibilizaron la situación argentina en el ámbito internacional. Como
señala Lewis (2001), estas voces en el exterior jugaron un rol crucial para mantener viva la
memoria de los crímenes del régimen.

3.3.5 La narrativa colectiva: el rock nacional como símbolo


El rock nacional emergió como un espacio colectivo de resistencia y creatividad durante la
dictadura. A través de sus letras y conciertos, bandas como Serú Girán y artistas como
Spinetta encapsularon los sentimientos de una generación atrapada entre el miedo y la
necesidad de expresarse. Según Crenzel (2008), el rock nacional no solo fue una forma de
evasión, sino también un medio para reconstruir lazos sociales y transmitir mensajes de
solidaridad y esperanza. Al preguntarle a los encuestados sobre si la música era una forma
efectiva de resistencia, el 58.4% respondio Muy de acuerdo, el 35.6% De acuerdo y el 5.9%
En desacuerdo.

9
3.4 CANCIONES Y ARTISTAS CENSURADOS

Durante la dictadura cívico-militar en Argentina (1976-1983), la música fue uno de los


campos más afectados por la censura, utilizada como herramienta para controlar el discurso
cultural y limitar las expresiones artísticas que podían cuestionar el régimen. Artistas
nacionales e internacionales fueron blanco de estas restricciones, y las historias de
resistencia musical durante ese periodo reflejan tanto el alcance del control autoritario
como la perseverancia creativa de los músicos. Sin embargo, a veces se seguían escuchando
a estos artistas en secreto. Al preguntarle a los encuestados acerca de si habían escuchado a
artistas censurados en la época, un 95% ha respondido que sí.

En el ámbito nacional, Javier, músico entrevistado, recuerda: “Los más afectados por la
censura fueron Gieco, que debió exiliarse, y Horacio Guarany, que sufrió atentados y vio
sus discos quemados. Los censores no querían ningún mensaje que hablara de derechos
humanos o resistencia.” Canciones como Juana Azurduy de Ariel Ramírez y Félix Luna,
que homenajeaban a figuras históricas de lucha, fueron prohibidas por su contenido que
ensalzaba valores libertarios, mientras que temas de artistas como Los Gatos, con su
emblemática Ayer Nomás, fueron silenciados por letras que cuestionaban la noción de
libertad enseñada en el contexto educativo de la época.

El rock nacional, profundamente vinculado a la juventud y la contracultura, fue otro de los


géneros más perseguidos. Javier explica que “las letras de Charly García y Serú Girán
estaban bajo constante vigilancia. Viernes 3 AM fue prohibida porque decían que podía
incitar al suicidio, cuando en realidad era una obra que hablaba del dolor humano.” Similar
destino corrió Luis Alberto Spinetta, cuya canción Me gusta ese tajo fue censurada por
considerarse sexualmente provocativa, aunque su contenido no hacía referencia directa al
contexto político.

La censura también afectó a la música internacional, especialmente a artistas que


promovían ideas de rebeldía o críticas al autoritarismo. Javier menciona que “Pink Floyd,
con Another Brick in the Wall, fue censurada porque el régimen no podía tolerar un
mensaje como ‘We don’t need no thought control’, que claramente cuestionaba cualquier
forma de autoridad opresiva.” De manera similar, canciones como Da Ya Think I’m Sexy?

10
de Rod Stewart y Cocaine de Eric Clapton fueron prohibidas por su contenido percibido
como inmoral o inapropiado según los estándares de los censores.

Por otro lado, el folclore también sufrió una fuerte represión. Artistas como Guarany y
Mercedes Sosa, referentes de los derechos humanos y la identidad cultural, se enfrentaron a
una censura que buscaba eliminar cualquier discurso que alentara la reflexión o la memoria
histórica. “Era muy difícil cantar canciones que hablaran de figuras como el Che Guevara o
de luchas sociales,” explica Javier. “Hasta temas de homenaje, como Hasta la victoria de
Aníbal Sampayo, fueron prohibidos.”

La censura no solo limitó la difusión de estas canciones, sino que también buscó moldear el
acceso del público a la música, eliminando cualquier referencia a libertad, crítica o
sensualidad que escapara al control oficial. Sin embargo, como recuerda Javier, “aunque
intentaban silenciar, las canciones prohibidas siempre encontraban un camino, porque la
música es algo que no se puede callar tan fácilmente.” A través de espacios clandestinos y
transmisiones alternativas, los músicos y su público mantuvieron viva una resistencia
creativa que hoy forma parte de la memoria colectiva del país.

3.5 APERTURA MUSICAL


Con el retorno de la democracia en Argentina en 1983, la música vivió un renacimiento que
marcó el fin de la censura impuesta durante la dictadura cívico-militar. Este cambio no solo
permitió a los artistas recuperar su libertad creativa, sino que abrió las puertas a nuevas
narrativas y géneros que reflejaban el espíritu de una sociedad en reconstrucción. Durante
los años de represión, la música había sido un espacio de resistencia, aunque severamente
vigilado; en la etapa democrática, se convirtió en un vehículo fundamental para expresar el
dolor acumulado, reflexionar sobre el pasado y celebrar el renacimiento cultural.
Uno de los aspectos más significativos de este periodo fue el regreso de los músicos que
habían sido exiliados o censurados. Artistas como Mercedes Sosa, conocida como "La voz
de América Latina", retornaron al país con obras cargadas de mensajes de memoria, justicia
y esperanza. Este reencuentro no solo recuperó sus voces, sino que permitió a la sociedad
argentina reconectar con una parte vital de su identidad cultural. Según Feitlowitz, estas
expresiones artísticas fueron esenciales para reanudar una conversación nacional que había
sido interrumpida por el régimen autoritario. Las canciones no solo evocaban el sufrimiento
y las pérdidas del pasado, sino que también ofrecían un espacio para construir una memoria
colectiva sobre los años de terror.
En palabras de Eduardo: “Cabe destacar qué a mi humilde entender...la música antes
censurada, NO tubo su reapertura con la Democracia.... Estoy convencido qué fué
antes,...para mi la música antes censurada tubo se reapertura para con la sociedad en
1982..cuando sucedió La Gesta de Malvinas, y en las Radios el propio Gobierno Militar
prohibió terminantemente pasar musica en ingles ...En ese momento reaparecieron
aquellos hermosos músicos de la decada del 70'..comenzaron a regresar algunos qué no

11
estaban en el país....y se agregaron muchos otros como la denominada trova
Rosarina...con Fito Paez, Juan Carlos Baglietto, Silvina Garré, Jorge Fandermole, Lalo de
los Santos... Rubén Goldin y otros tantos más....... qué volvieron a enriquecer y dar vida a
nuestro Rock Nacional.”
La narrativa de la memoria y la denuncia fue central en la música de esta etapa. Canciones
como Los dinosaurios de Charly García abordaron el tema de los desaparecidos de manera
simbólica pero contundente, ayudando a visibilizar los crímenes de la dictadura. Asimismo,
artistas internacionales como Sting, con su canción Ellas bailan solas, dedicada a las
Madres de Plaza de Mayo, contribuyeron a internacionalizar la causa de los derechos
humanos en Argentina. Según Calveiro, estas expresiones cumplieron un rol testimonial,
convirtiendo a la música en una herramienta para procesar el duelo colectivo y reclamar
justicia.
Paralelamente, la apertura política trajo consigo una explosión de creatividad y
experimentación. El rock nacional, que durante la dictadura había funcionado como un
espacio de resistencia juvenil, se consolidó con bandas como Soda Stereo y Virus, que
incorporaron influencias internacionales y abrieron camino al desarrollo del rock en
español en toda América Latina. Otros géneros como el pop, el punk y el reggae también
encontraron terreno fértil para desarrollarse, reflejando una juventud que buscaba romper
con el pasado autoritario y explorar nuevas formas de expresión. Según Crenzel, estas
nuevas propuestas musicales no solo representaban un cambio estético, sino también un
testimonio de la vitalidad cultural de una sociedad que buscaba reinventarse.
El folclore y el tango, que habían sido marginados o cooptados durante la dictadura,
también vivieron un proceso de renovación. Mercedes Sosa y Astor Piazzolla, entre otros,
revitalizaron estos géneros con enfoques contemporáneos que dialogaban con las nuevas
generaciones. A través de sus obras, continuaron promoviendo valores de identidad y
resistencia, consolidando su lugar en la escena musical nacional e internacional.
A medida que el país avanzaba hacia la estabilidad democrática, las narrativas musicales
comenzaron a diversificarse. Si bien la memoria y la denuncia seguían siendo temáticas
dominantes, surgieron otras que abordaban el amor, la libertad individual y la esperanza en
el futuro. Este cambio reflejaba el paso de una etapa de duelo colectivo a una búsqueda
activa de reconstrucción y reconciliación. La música no solo acompañó este proceso, sino
que también lo impulsó, sirviendo como un espacio para canalizar las emociones de una
sociedad que intentaba superar los traumas del pasado.
El legado de este periodo musical post dictadura es profundo. No solo contribuyó a la
reflexión histórica, sino que también marcó el inicio de una era de mayor libertad y
diversidad artística en Argentina. Las canciones y los artistas de esta etapa continúan siendo
un referente para las nuevas generaciones, manteniendo viva la memoria y los ideales de
justicia y democracia. Como señala Feitlowitz, la música se consolidó como un testimonio
duradero de las luchas y los triunfos de un pueblo que logró transformar el dolor en
creatividad y resistencia. Los encuestados respondieron que la música ha tenido un legado

12
en la cultura argentina actual:

En tema de importancia de la memoria histórica en la música actual, Eduardo nos


cuenta:” Se debe Recordar y Documentar la censura Musical de aquel tiempo...NO SOLO
PARA ENTENDER LA HISTORIA, SINO TAMBIÉN PARA RECONOCER EL
DISPARADOR... Qué impulsó nuestro Rock de tal forma, qué hasta el dia de hoy podemos
disfrutar y compartir este espacio tan Rico que enorgullece y corona nuestra cultura.”
Pareciendo coincidir con Eduardo, los encuestados responden:

4 CONCLUSIONES
La hipótesis planteada en este trabajo sostenía que la censura de la música durante la
dictadura cívico-militar en Argentina (1976-1983) tuvo un profundo impacto en la libertad
de expresión artística de los músicos, limitando su capacidad para expresar opiniones y
sentimientos sobre la realidad social y política del país. Además, se postuló que la censura
condujo a la autocensura, la represión y el exilio de muchos músicos, y que los géneros
musicales más perseguidos, como el rock y el folklore, vivieron un período oscuro marcado
por la represión y el control social. A través del análisis de entrevistas, testimonios y
fuentes académicas, esta investigación ha permitido validar la hipótesis en gran medida,
aunque también han surgido matices que enriquecen nuestra comprensión del impacto de la
censura en la música de esa época.

13
En primer lugar, es evidente que la censura ejercida por el régimen afectó gravemente la
libertad de expresión de los músicos argentinos. Tal como se destacó en la introducción y
se ratificó a lo largo del trabajo, la música fue un blanco constante de la represión debido a
su poder de movilización social y su capacidad para cuestionar el régimen. Los músicos
fueron sometidos a presiones que incluyeron la modificación de letras, la prohibición de
discos y la vigilancia de conciertos. Como se menciona en los testimonios de los
entrevistados, muchos artistas fueron forzados a alterar sus obras para evitar represalias,
mientras que otros se vieron obligados a abandonar el país. Javier Browarski, músico de la
época, destacó que la censura comenzó de manera sistemática tras el golpe de 1976,
señalando que las autoridades llegaron a sugerir cambios en las letras o, en casos de
negativa, prohibir los temas completos. Esto refuerza la idea de que la censura tuvo un
impacto directo en la capacidad de los músicos para expresar sus ideas, especialmente
aquellas que cuestionaban el orden establecido.
En cuanto a la autocensura, los testimonios de los músicos y los resultados de la encuesta
confirman que muchos artistas, movidos por el miedo a las consecuencias que podía
acarrear el régimen, comenzaron a restringir sus propias expresiones. Tal como se indicó en
la hipótesis, esto generó un arte menos crítico y más conformista. Los músicos, conscientes
de la vigilancia constante, optaron por utilizar metáforas y simbolismos para transmitir
mensajes de resistencia sin ser detectados por los censores. Esta táctica se destacó en
géneros como el rock nacional y el folklore, donde las letras no podían ser explícitas, pero
sí cargadas de significados ocultos. Sin embargo, esta forma de resistencia también se vio
limitada por el contexto de represión, que obligó a muchos a adoptar una postura de
prudencia y temor ante el régimen. El uso de metáforas, como las canciones de Charly
García, León Gieco y Spinetta, reafirmó la existencia de una música de resistencia, pero
también señaló las limitaciones que impuso la censura en la libertad de expresión.
Además, el exilio y la represión directa fueron consecuencias inevitables para muchos
músicos. Tal como se argumentó en la hipótesis, aquellos que no pudieron o no quisieron
autocensurarse se vieron forzados a abandonar el país o a vivir en la clandestinidad. Javier
Browarski y Eduardo, los entrevistados, compartieron experiencias en las que artistas
fueron arrestados, otros fueron desaparecidos o vivieron en el exilio, lo que afectó tanto su
bienestar personal como su capacidad para continuar creando. La censura no solo limitó la
producción artística, sino que también alteró la vida de los músicos y sus comunidades,
afectando el panorama cultural de la época.
Otro aspecto importante que confirma la hipótesis es la transformación de los géneros más
perseguidos, como el rock y el folklore, que se vieron obligados a adaptarse a un contexto
de represión. El rock, especialmente, sufrió un control exhaustivo debido a su vínculo con
la juventud y la contracultura, que eran vistos como amenazas al régimen. Canciones como
*Los dinosaurios* de Charly García o *Sólo le pido a Dios* de León Gieco se convirtieron
en símbolos de resistencia, pero también en ejemplos claros de cómo los músicos lograron
utilizar los géneros más populares para desafiar al régimen, aunque de forma indirecta.

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Sin embargo, a pesar de la represión, la música nunca dejó de ser un espacio de lucha.
Como se menciona en las conclusiones del trabajo, a través de las canciones y conciertos
clandestinos, los artistas argentinos continuaron resistiendo al régimen, manteniendo viva la
memoria y las ideas de libertad. La apertura posterior a la dictadura permitió que muchos
de estos músicos regresaran a la escena pública, y las canciones que fueron censuradas o
forzadas al exilio se convirtieron en himnos de la democracia y la justicia social. La
música, lejos de ser silenciada, se transformó en un símbolo de resistencia cultural que
perdura hasta hoy.
En resumen, la hipótesis planteada en este trabajo se valida en gran medida, ya que la
censura musical afectó profundamente la libertad de expresión de los músicos argentinos,
limitando su capacidad de protesta y expresión política. La autocensura y el exilio fueron
consecuencias inevitables de un sistema de represión que intentó silenciar cualquier forma
de resistencia. Sin embargo, a pesar de estas restricciones, la música continuó siendo una
poderosa herramienta de resistencia, adaptándose a un contexto de censura a través de
metáforas y simbolismos. Este proceso dejó una marca indeleble en la historia cultural
argentina, convirtiendo a la música censurada en un símbolo de la lucha por la libertad y la
democracia.

A partir de los hallazgos de este trabajo, se abren varias líneas de investigación que podrían
enriquecer el estudio de la censura musical. Una de ellas sería analizar el impacto de la
música censurada en la identidad cultural argentina post dictadura, investigando cómo
contribuyó a la reconstrucción de la identidad nacional. También sería relevante explorar
cómo otros géneros, más allá del rock, fueron afectados por la censura y cómo los
músicos de esos géneros también resistieron al control. Además, futuras investigaciones
podrían enfocarse en las conexiones internacionales y redes de apoyo entre artistas
durante la dictadura, y cómo la resistencia a través de metáforas y simbolismos
permitió a los músicos desafiar la censura. Finalmente, investigar el legado de la música
censurada en las generaciones actuales y cómo la globalización y la censura en el
presente pueden compararse con el contexto de la dictadura podría ofrecer perspectivas
valiosas sobre la relación entre música, política y resistencia cultural.

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5 BIBLIOGRAFIA:
 Calveiro, P. (2008). Poder y desaparición: Los campos de concentración en Argentina.
Colihue.
 Crenzel, E. (2008). La historia política del Nunca Más: la memoria de los
desaparecidos en la Argentina. Siglo XXI Editores.
 Feitlowitz, M. (1998). A Lexicon of Terror: Argentina and the Legacies of Torture.
Oxford University Press.
 Lewis, P. H. (2001). Guerrillas and Generals: The "Dirty War" in Argentina. Praeger.

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