EL VIAJE DEL LOCO EN EL TAROT
Los Arcanos Mayores del tarot empiezan y terminan en El Loco.
Es uno de los Arcanos Mayores que simboliza al viajero y buscador de experiencias, que
representa al SER que emprende el viaje por las 21 Estaciones.
Hay cartas que habitan dentro de nosotros un tiempo y luego se van, La Torre, La Muerte,
El colgado, El Carro, Los Enamorados, etc., otras sin embargo forman parte de nuestra
personalidad, de nuestro auténtico ser. La Justicia, El Demonio, El Mago... Y El Loco.
Los 22 Arcanos Mayores, simbolizan el viaje de la vida. Su secuencia es una metáfora del
tránsito que cada uno realiza. En un sentido psicológico profundo (arquetipal), describe
el Camino del Héroe: el viaje de todo individuo a lo largo de su vida hacia la realización
personal.
Este recorrido por las 22 claves nos abre ventanas al autoconocimiento y reconocimiento,
pues representan situaciones y cualidades propias de cada etapa evolutiva. En tal sentido,
nos ayudan a determinar en qué condiciones se encuentra nuestra vida, nuestra acción
en ella, nuestra evolución interior en cada etapa del camino.
Desde esta perspectiva, el Tarot tiene un protagonista: el Loco, viajero y buscador de
experiencias que representa al Ser, que emprende un viaje de 21 Estaciones o Arcanos
de cuyas vivencias logra la realización espiritual.
Según el Tarot, El Loco es una persona generalmente joven que combina sabiduría e
insensatez, hace las cosas al tuntún, pero, curiosamente, están bien hechas y es normal
que sean así. Este aspecto alocado y juvenil es un símbolo de la extraña naturaleza
cuántica de la realidad. En sus hombros lleva una mochila cargada con los cuatro
elementos del Tarot.
La carta del loco en el tarot, no lleva ningún número, lo que, según el tarot, de algún
modo le permite situarse fuera de la secuencia real ubicando este Arcano en tres
posiciones básicas: antes de El Mago, entre El Juicio y El Mundo; y después de El Mundo.
El número cero parece casi bailar entre los opuestos (alfa-omega, hombres-dioses). Es
un arquetipo itinerante que deriva por el alma como un nómada, representa por tanto
un principio de movimiento instintivo, "loco", opuesto a todo sedentarismo de la
consciencia, a toda acomodación del ego.
El Loco es un ser libre, inocente, sencillo y sabio. El Loco nace, crece, aprende y muere
con nosotros. El Loco está siempre esperando y deseando a que lo llamemos, a que lo
invoquemos. Cuando esa invocación, esa llamada nos sale desde el corazón El Loco
inmediatamente hace acto de presencia. Y nos guía por los caminos de la aventura, de
la acción, de la alegría, de lo nuevo y desconocido con la inocencia de un niño y la
sabiduría de un anciano que ha vivido las experiencias del amor y ha aprendido de ellas.
Este es El Loco. Está dentro de todos nosotros... Veamos su viaje.
0 – El Loco
Inicia la historia, es el Ser, el niño que busca sin conciencia de sí mismo, quien todavía
no sabe que sabe. Protegido por su inocencia, emprende un camino sin meta, sin
ataduras solo con lo poco que carga en su mochila, los cuatro elementos del tarot, que
lo acudirán siempre en su viaje. Él es la causa primordial, el origen de todo. El espíritu
creador. Imagen de nuestra vida. Voluntad divina expresada en el espíritu humano.
I – El Mago
Para superar las dificultades del camino, El Loco aprende a manejar la materia y
manifiesta su energía yang: el Mago quien, con atención consciente, aprende a reconocer
los elementos y a transmutarlos. Domina las circunstancias, se hace el protagonista del
universo. Toda gira según su voluntad. Se adentra en el camino de la vida con seguridad,
es fuerte, consciente de su poder de manifestación.
II – La Suma Sacerdotisa
El loco conoce la introspección, se sumerge en su propio interior para descubrir el mundo
subconsciente donde yacen las verdades de la existencia humana (La Suma Sacerdotisa)
Pasiva, íntima y secreta energía yin, dueña de la sabiduría del bien y del mal, conoce el
universo y la fuerza operativa que genera. Es la chispa creativa potencial.
III – La Emperatriz
La unión de las dos fuerzas anteriores orienta al ser hacia un tercer punto de
manifestación, La Emperatriz, nueva dimensión de la energía yin. Ideas potenciales y
voluntad se unen en las leyes del amor, creatividad y la abundancia de la madre
naturaleza. El Ser se hace fecundo y emotivo, dotando de vida a cuanto le rodea,
haciendo cambios con belleza y abundancia.
IV – El Emperador
El ser necesita imponer el orden en su vida, expresa su voluntad, crea disciplina, ética y
organización social. Desarrolla la facultad de raciocinio, impulsa la ley. Como El
Emperador dirige, manda y da estructura al colectivo: familia, sociedad, gobierno. Se
manifiesta de nuevo la energía yang a través de la severidad del padre.
V – El Sumo Sacerdote
Con la capacidad de razonar lograda, está la facultad de instruir y surge como Sumo
Sacerdote, o Hierofante. Es el maestro que guía y educa con ética, rectitud para perpetuar
la tradición, sabe transmitir con su luz, el orden, el conocimiento espiritual y practico. Él
posee la misión de ser un puente entre los otros seres y lo intangible. Alimenta la fe. Es
el maestro interior.
VI – Los Amantes
Habiéndose manifestado las energías yang y yin en los padres espirituales (I y II) que nos
introducen en el conocimiento de nuestra espiritualidad y padres materiales (III y IV) que
simbolizan situaciones solidas de poder personal, es tiempo de que Los Amantes realicen
la unión con su complemento energético a través del amor. El Ser aplica la facultad de
elección, consciente de su libre albedrío, discrimina y toma decisiones. Elige momento a
momento el camino correcto.
VII – El Carro
Logra la capacidad de discernimiento, se adentra en el mundo sabiendo lo que quiere,
el avance, la rapidez razonando qué debería hacer y si éticamente es correcto o no. En El
Carro las fuerzas opuestas se manifiestan y amenazan desviarle del camino, por lo que
deberá elegir el método correcto y utilizar su voluntad al dirigir su vida con coraje y
decisión.
VIII – La Fuerza
El Ser ha aprendido lo difícil que es mantener el equilibrio dentro de la dualidad humana.
Y se da cuenta de la necesidad de controlar su pasión animal y también su entorno, con
La Fuerza, establece una alianza entre su vida instintiva y espiritual. Así logra dominar sus
pasiones sin lucha, de manera sutil y autoconsciente.
IX – El Ermitaño
En este punto del camino, el Ser ha alcanzado la fuerza de la sabiduría, por eso se retira
como El Ermitaño e interioriza para encontrar esa luz que lo guie en lo profundo de su
propio corazón. Busca la verdad, piensa, analiza, comprende todo, pero sigue con
humildad y entrega. Es el silencioso maestro que no requiere de nada ni de nadie para
continuar su rumbo y jamás se detiene.
X – La Rueda de la Fortuna
Con esta sabiduría alcanzada, el Ser percibe lo transitorio de las cosas, la causa y efecto
de nuestras acciones, lo inevitable y permanente del cambio, incluso comprende ser él
mismo el primero que cambia en pensamiento, palabra y acción, lo cual lo lleva a estar
alerta ante lo cíclico de las cosas, La Rueda de la Fortuna, es el avance a cosas nuevas,
cambios positivos.
XI – La Justicia
Ahora se encuentra en la mitad del camino, estabiliza y balancea la conciencia con
Justicia, equilibra los mundos externo e interno y toma conciencia de la causalidad. El
infinito y la eternidad, el karma, pago de deudas de él que nadie escapa. Sabe que cuanto
ha sembrado ha dado sus frutos y ha comprendido que debe sembrar las mejores
semillas para el mañana o asumir las consecuencias.
XII – El colgado
El Ser aprende que no todo es acción. Redescubre los mundos internos y entonces se
vuelve hacia adentro, se serena, medita y aprende a esperar. Como El Colgado, un
destello de revelación le hace ver las cosas de otra manera y es capaz de ir al revés de la
gente, pues ha llegado a entender nuevos paradigmas, como pionero, apóstol, maestro
silencioso.
XIII – La Muerte
Este estado de iluminación lo conduce a una transformación profunda. A La Muerte de
viejas formas de su personalidad, actitudes erróneas o nocivas y renacer a una nueva y
más amplia orientación de su interior, que no es necesariamente un vaticinio de cosas
negativas, representa un cambio necesario para avanzar correctamente. Aprende a
renacer con cada forma de muerte y comprende que todo muere para asegurar la vida.
XIV – La Templanza
Alcanzado este cambio se conecta con una radiante armonía y un efecto equilibrador
que le da Templanza, logrando un contundente dominio de si mismo, Se mezcla con la
energía universal y sabe que las experiencias extremas de la vida templan su naturaleza
y lo hacen cada vez más dueño de su destino.
XV – El Diablo
Pero debe enfrentarse a sus apegos, vicios y pasiones, al mundo de la apariencia.
Descubre su propia sombra, El Diablo, raíz de su pasión por lo material, resultado de sus
errores y malas decisiones. Advierte el poder del ego y las cadenas que lo atan:
ignorancia, miedo y materialismo. Al conocer la oscuridad podrá decidir permanecer en
ella o buscar la luz.
XVI – La Torre
Si el ser decide permanecer en sus debilidades, el castigo vendrá en forma de rayo que
ilumina el cielo súbitamente y destruye La Torre. Evento fuera de control, Karma
ineludible, dirigido por la voluntad superior, que irrumpe y destruye las estructuras
obsoletas e inútiles a nivel material, psicológico y emocional. Esta destrucción, esta crisis
inevitable, da la oportunidad para recomenzar, liberarse y reconstruir.
XVII – La Estrella
Una vez liberado el Ser, que estaba atrapado en la Torre, comienza una nueva vida con
esperanza representada por La Estrella. El Ser es guiado por su intuición, conectando con
la naturaleza y con el cosmos. Retoma el rumbo consciente del nuevo ciclo y, con el
respaldo de todo lo ya aprendido, hace lo que tiene que hacer para reconstruir su
existencia.
XVIII – La Luna
Comprende que toda manifestación material y concreta es producto de la mente. Sabe
que el universo es mental, que su vida, su cuerpo, sus aliados y enemigos, existen primero
en su mente, son ideas cristalizadas. Es luz y sombra, como La Luna, que tiene momentos
de brillo y oscuridad, pero también es víctima de temores, espejismos, proyecciones y
autoengaño que lo confunden.
XIX – El Sol
Amanece y sale El Sol y con él ve claro, tanto su entorno como su yo interno, sus raíces.
Uno con la luz y la naturaleza irradia vida, entusiasmo y capacidad de compartir con otros
la creación de una gran obra común. Su luz irradia vida da calor, alegría, renacimiento y
todo lo positivo para su vida.
XX – El Juicio
A este nivel del camino, el Ser ha entendido que es uno con la creación y capta las señales
que lo conducen a trascender lo mental y sus limitaciones: es el momento de El Juicio,
escucha el llamado ya maduro, renace, es absuelto, comprende y ama todo lo creado. Ya
puede abandonar las ataduras del mundo de las apariencias y comulgar con lo superior,
en un viaje de retorno a su origen divino.
XXI – El Mundo
Ha llegado al final del camino. El Ser está autorrealizado, pleno, pues ha integrado a su
vida en este recorrido la semilla de Luz, Amor y Vida. Todo se equilibra en armonía, como
en una danza cósmica se incorpora activamente con El Mundo y se cierra el ciclo
completo de búsqueda, pues ha alcanzado la satisfacción, conciencia plena del Absoluto,
y está listo para volver a comenzar…
Pero nada es permanente y el Ser (El Loco originario) pronto lo olvidará todo y retomará
de nuevo el camino de búsqueda inconsciente, repitiendo escenas, reeditando eventos
y maestros ¿Acaso no es así como procede la mayoría de las veces el ser humano?
¿olvidando lo aprendido y repitiendo lecciones de vida?, ¿volviendo a tropezar con la
misma piedra? ¿o se dispondrá iniciar un nuevo ciclo de este viaje interminable que lo
llevará a niveles aún mayores de comprensión y realización?...
Tu eres el loco, tú decides.