[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
15 vistas2 páginas

¿Es Razonable Creer en Dios?: Introducción

Cargado por

Ricardo Pacheco
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
15 vistas2 páginas

¿Es Razonable Creer en Dios?: Introducción

Cargado por

Ricardo Pacheco
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 2

xvi

¿Es razonable creer en Dios?


respecto al porqué de lo que creen, van a verse indefensas cuando sufran una experiencia traumática o se enfrenten
al reto de los dificiles interrogantes de los escépticos. La fe personal puede venirse abajo de la noche a la mañana si
no se ha ido dando respuesta a dudas propias tras una cuidadosa reflexión.
Los creyentes deberían reconocer la existencia de sus propias dudas y esforzarse por darles respuesta (pero no solo
las personales, sino también las que puedan tener amigos y vecinos). Ya no basta con suscribir determinadas
creencias por tradición heredada. Únicamente la resolución de dudas y ob- jeciones propias va a aportarnos la base
necesaria para una creencia firme y ponderada de cara a los escépticos, con respuestas plausibles y razonadas, y
no meramente ofensivas o incluso ridículas. Y eso no sería todo. Un proceso semejante sería también importante
para nuestra presente situación, incluso tras adoptar una postura firme y meditada respecto a la propia fe, ya que
nos enseñaría a respetar y comprender la situación en que se hallan los que dudan. Ahora bien, así como los
creyentes deberían aprender a buscar razones que respalden su fe, los escépticos deberían asimismo esforzarse
por buscar la fe oculta tras sus objeciones. Todo tipo de duda, por muy escéptica y cínica que pueda parecer, supone
en realidad una creencia alternativa." No se puede dudar de la Creencia A si no es desde la posición de fe de la
Creencia B. Por ejemplo, si pones en duda el cristianismo porque «No puede ser que solo una religión sea la
auténtica», deberás admitir que esa afirmación es en sí un acto de fe. Nadie va a poder demostrarlo de forma
empírica y no se trata de una verdad universal que todo el mundo acepte. Si llegásemos a Oriente Medio y
dijéramos: «No puede haber una única religión verdaderas, la reacción general sería: «¿Por qué no?». La razón de
que se dude de la Creencia A del cristianismo está en que se tiene por indemostrable la Creencia B. Todas las dudas
tienen, por tanto, su base en una profunda fe.
Hay quien dice: «Yo no creo en el cristianismo porque no creo en absolutos morales. Cada persona debería
determinar sus propios parámetros de verdad moral». ¿Pueden esas personas demostrar la validez de su afirmación
de cara a los que no la comparten? Desde luego que no. Se trata ahí igualmente de una confianza completa, de una
creencia fuertemente arraigada en que los dere-
INTRODUCCIÓN
xvii
chos individuales operan no solo en el ámbito de lo político, sino igualmente en la esfera de lo moral. No hay prueba
empírica que avale semejante postura. De ahí que la duda (respecto a los absolutos morales) sea un salto al vacío.
A la vista de lo anterior, habrá quien replique: «Mis dudas no tienen nada que ver con una profunda fe. Yo no creo en
Dios de ninguna de las dos maneras. Simplemente no tengo necesidad de Dios y no me interesa en absoluto darle
vueltas al tema». Pero soterrada bajo esas declaraciones está la muy moderna creencia americana de que la
existencia de Dios es cuestión de indiferencia a no ser que se interponga en mis necesidades emocionales. El que
así se manifiesta está apostando su vida por la no existencia de un Dios que vaya a pedirte que rindas cuentas de
tus creencias y de tu manera de conducirte en la vida si no lo necesitas. Es algo que puede o no ser en definitiva
cierto, pero que desde luego constituye un profundo salto de fe.10 La única forma posible de dudar del cristianismo
en buena ley es identi- ficar la creencia alternativa subyacente a cada objeción particular e indicar acto seguido las
razones que sustentan la propia postura. ¿Cómo se puede estar seguro de que lo que uno cree es cierto? Sería
incoherente exigir a las creencias del cristianismo mayor justificación que la que se da respecto a las propias
creencias. Sin embargo, ese es reiteradamente el caso. Lo honesto sería dudar de las propias dudas. Mi tesis es
que, si fuéramos capaces de reconocer que las creencias en las que se fundamentan las dudas respecto al
cristianismo tienen una base particular y que deberían aportar las pruebas necesarias que validen la propia postura
(tal como se espera de la fe cristiana), se haría evidente que las creencias personales que se puedan tener no son
tan sólidas como pudieran parecer en principio.
Recomiendo dos procesos complementarios a mis lectores. Insto, en primer lugar, a los escépticos a enfrentarse a la
«fe ciega no examinada sobre la que se asienta el escepticismo y a ver entonces cuán difícil es justi- ficar su postura
de cara a los que no la comparten. E insto igualmente a los creyentes a hacer frente a las objeciones personales y
culturales que puede que le planteen a su fe. Al final de cada uno de esos procesos (y aun si te ratificas en tu
escepticismo o si, en el otro extremo, sigues firme en tu fe), Activar V

También podría gustarte