Competencias Científicas y Ciudadanía
Competencias Científicas y Ciudadanía
Tt
CIENTÍFICAS”?
Carlos Augusto Hernández.
Profesor de la Facultad de Ciencias.
Miembro del Grupo Federici de investigación sobre
enseñanza de las ciencias y de la Colegiatura Icfes-
Universidad Nacional.
Octubre 11 de 20 0 5
Se podría decir que, en general, los científicos deben poseer un conocim iento de
las teorías, los conceptos y los m étodos de trabajo propios del tipo de problem as que
intentan resolver; que deben conocer las “reglas de juego” de su disciplina y su
especialidad -en el caso de que se desem peñen com o especialistas- o que deben tener
una perspectiva suficientem ente inform ada de los problem as que estudian como
m iem bros de un grupo interdisciplinario. Se requiere haber apropiado previam ente
cierto conjunto de saberes elaborados y dom inar el lenguaje en el cual se form ulan y se
resuelven los problem as o se construyen las interpretaciones. Se requiere un
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FORO EDUCATIVO NACIONAL - 2005
¿QUÉ SON LAS “COMPETENCIAS CIENTÍFICAS”? - Carlos Augusto Hernández. Página 1 de 30
conocim iento de las reglas de la interacción entre colegas, de las form as de trabajo y
cooperación propias del área, de las fuentes de inform ación adecuadas, de las técnicas e
instrum entos que deben em plearse y de las form as de validación y de exposición de las
interpretaciones, los análisis y los resultados que han sido adoptadas por la com unidad
de científicos a la que se pertenece. Se requiere seguir ciertas pautas de tipo ético y
establecer ciertas form as de com prom iso con la tarea.
Basta exam inar los valores sociales com partidos por los países que aspiran a
realizar el ideal dem ocrático, para reconocer que la escuela debe enfrentar la difícil tarea
de la form ación del ciudadano participativo, solidario, autónom o, reflexivo, crítico y
capaz de com prender y transform ar su m undo que requiere la sociedad. En el
cum plim iento de esa tarea tiene un papel central el m odo de relación que los niños y los
jóvenes establezcan con el conocim iento.
Para definir las “com petencias científicas” coherentes con un determ inado ideal
de ciudadano se tienen dos referentes fundam entales:
las ideas rectoras sobre la educación y sus fines
las ideas sobre la naturaleza de los conocim ientos científicos, sobre el m odo com o
se producen y sobre su función social.
Exam inarem os prim ero las ideas rectoras sobre la educación (y sobre el sentido
social de la m ism a) expresadas en sus fines. Una buena parte de los fines de la educación
tiene que ver en form a directa con el conocim iento científico. Recogem os aquí, en form a
sintética, algunos fines que ponen en evidencia esas conexiones. Han sido tom ados de la
Ley General de Educación de Colom bia, pero son pautas generales acogidas en m uchos
países.
No es necesario explicitar aquí en detalle los nexos entre la form ación en ciencias
y los fines de la educación m encionados porque es claro que se requiere cada vez m ás
conocim iento para participar en la vida económ ica, política y cultural de las naciones en
lo que se ha llam ado la sociedad del conocim iento. No parece posible una verdadera
participación en las decisiones sociales sin la apropiación de los lenguajes en los cuales
se discuten los problem as y se tom an las decisiones que afectan a todos los ciudadanos.
Es indispensable poseer el conocim iento necesario para predecir las consecuencias de
esas decisiones y para hacer un juicio reflexivo sobre esas im plicaciones.
Las com petencias científicas se refieren, en prim era instancia, a la capacidad para
adquirir y generar conocim ientos; pero aquí nos ocuparem os principalm ente del m odo
com o esa capacidad contribuye, m ás allá de las prácticas específicas de las ciencias, a
enriquecer y cualificar la form ación ciudadana. Por su im pacto en la vida y en la
producción, las ciencias son reconocidas hoy com o bienes culturales preciosos a los
cuales es necesario que accedan en distintas form as todos los ciudadanos. Los valores de
las ciencias, esto es, los criterios orientadores de la acción en ciencias que pueden ser
rescatados com o paradigm as de la acción social, pueden ser definitivos com o guías de
acción posibles en la construcción perm anente de la sociedad deseable.
El contacto que se establezca con las ciencias puede abrir nuevos espacios al
reconocimiento y al goce de otros bienes y valores culturales. El desarrollo de la
capacidad crítica, reflexiva y analítica, que se m anifiesta de una m anera especialm ente
exigente y elaborada en las ciencias, es indispensable en la vida ciudadana orientada por
los ideales de la dem ocracia. La argum entación es indispensable tanto en las ciencias
sociales com o en las ciencias naturales y es una práctica clave en las sociedades en donde
se aspire a construir acuerdos básicos que fortalezcan los vínculos sociales y den
legitim idad a las instituciones.
Nadie pone hoy en duda la im portancia de las ciencias en la form ación para un
trabajo que se hace cada día m ás com plejo e incorpora cada día más ciencia y
tecnología. En la sociedad globalizada es una verdad com partida la necesidad de crear,
investigar y adoptar tecnología, lo que supone, antes que todo, la apropiación del
conocim iento científico necesario para realizar este propósito.
La pregunta que nos interesa responder aquí es: ¿qué form ación en ciencias
contribuye m ejor al desarrollo de las capacidades que es deseable que reúnan los
ciudadanos?, o bien, ¿qué aproxim ación a las ciencias nos form a mejor com o
ciudadanos?
Existen distintas aproxim aciones a las prácticas científicas que provienen de los
diferentes enfoques epistem ológicos. El espectro de esas m iradas va desde la filosofía
analítica y las conceptualizaciones derivadas de la “historia interna” de las ciencias, que
exam inan su estructura interna lógica y metodológica y sus desarrollos conceptuales,
hasta la filosofía crítica que toma en consideración su función ideológica y, en general, su
incidencia en la vida social, pasando por el análisis histórico de las prácticas. La historia
de las ciencias ha enriquecido notablem ente la com prensión de las prácticas científicas
desde que ha tom ado en consideración las determ inaciones sociales y ha explicitado los
vínculos entre ciencia y técnica, ciencia y filosofía, ciencia y poder e, incluso, ciencia y
arte. Ya no es posible hablar de historia de las ciencias, en singular, porque las distintas
historias que se hacen de un m ism o proceso m uestran aspectos distintos de los cuales se
derivan diferentes representaciones del trabajo en las ciencias (es el caso, por ejem plo,
de la fundación de la ciencia moderna en el siglo XVII). Las ciencias sociales que han
tom ado com o tem a las prácticas científicas han puesto en evidencia otros aspectos com o
las determ inaciones económ icas y políticas de la investigación y las tensiones entre los
científicos (por ejem plo, en la com petencia por la prioridad en los descubrim ientos o, en
general, en la lucha por el reconocim iento). De esas consideraciones se derivan otras
im ágenes de las ciencias.
Todas estas aproxim aciones son cam pos abiertos, de m odo que no es posible
aspirar a una visión com pleta del trabajo de los científicos ni a un listado com pleto de los
valores propios de las ciencias. Siem pre es posible am pliar y profundizar esas
aproxim aciones haciendo aparecer nuevas ideas sobre las com petencias científicas.
Podría decirse que esta aproxim ación fue característica de lo que se ha llam ado la
“escuela tradicional”. Muchos de nosotros aprendim os las ciencias en la escuela m edia
sin asistir nunca o casi nunca al laboratorio. Las ciencias estaban contenidas en los
textos, com o saberes abstractos e incuestionables, separados de la vida cotidiana, que en
m uchos casos era necesario aprender de m em oria, y cuya dim ensión práctica se reducía
a los ejercicios de lápiz y papel propuestos al final de cada capítulo. Es probable que
buena parte de esta estrategia prevalezca aún en algunas instituciones y asignaturas,
pero está siendo sustituida por otras form as de pedagogía centradas en el contacto
directo con los fenóm enos y en la participación explícita y consciente de los alum nos en
la producción de sus conocimientos. Por otra parte, otras alternativas de trabajo en
ciencias se han venido im plem entando desde la prim era m itad del siglo XX. La escuela
activa de Claparéde, Cousinet y Freinet y las pedagogías de Decroly y de Dewey se
preocuparon por buscar un contacto activo del niño con la naturaleza y por educar a
partir de la experiencia, desde antes de la segunda guerra m undial. Pero el m odelo del
m aestro que repite un texto divorciado de la experiencia ha llegado hasta nosotros. Este
m aestro recuerda al “lector” m edieval que hacía su lectura com entada de un autor, de
una autoridad cuya obra contenía la verdad. Esta perspectiva tradicional de la enseñanza
de las ciencias, en buena hora superada, ponía el énfasis en el m anejo adecuado del
lenguaje científico, sin preocuparse dem asiado por su com prensión.
Hay un aspecto, sin em bargo, que nos interesa rescatar de la enseñanza centrada
en el uso correcto del lenguaje. En las escuelas contem poráneas este propósito no es ya
el único, pero sigue siendo im portante porque el lenguaje de las ciencias tiene unas
exigencias de coherencia y precisión, de claridad y rigor, que sirven al propósito de
construcción de una form a de pensar m ás universal y m ás consistente. Por otra parte, el
análisis del lenguaje científico ha perm itido reconocer las distancias entre este lenguaje y
el que se em plea en la vida cotidiana (tema que no recibió la atención que m erecía en la
pedagogía tradicional) y ha puesto de presente cóm o estas diferencias de lenguaje
pueden convertirse en obstáculos en el aprendizaje de las ciencias.
Las propuestas pedagógicas que exploraron las conexiones entre epistem ología y
pedagogía reconocieron en los últim os 40 años (aunque la idea viene de m ucho m ás
atrás) que existía una relación entre las form as de aprendizaje de las ciencias y las
1
Ver: B. Bernstein (1990). “Códigos elaborados y restringidos: revisión y crítica” en: La construcción social del
discurso pedagógico, El Griot, Bogotá.
form as históricas de producción de los conocim ientos científicos. Para quienes se
ocuparon de reconocer las sim ilitudes entre las dificultades históricas de construcción de
los conceptos y las dificultades escolares asociadas a su apropiación, para quienes
estudiaron las sim ilitudes entre los procesos de aprendizaje y la em ergencia histórica de
los conocim ientos, el problem a de la enseñanza de las ciencias estaba m ás en los
m étodos que en los contenidos. Aprender una ciencia consiste, en esta perspectiva, en
aprender a trabajar com o se trabaja en la ciencia (en singular), en la ciencia
experim ental.
La idea, relativam ente superada hoy pero hegem ónica hasta los años 70 ’s, de que
existe un m étodo universal de producción de conocim ientos científicos (el que
idealm ente se sigue en física), llevó a plantear que lo propio del conocim iento científico
era el “método experim ental”. Este m étodo exige una observación atenta de los
fenóm enos que interesa estudiar; la construcción de una hipótesis explicativa; la
form ulación de esa hipótesis en el lenguaje de la m atem ática (si ello es posible),
acudiendo a las teorías previam ente construidas sobre fenóm enos del tipo de los
exam inados para establecer las variables que será necesario considerar y controlar; la
construcción experim ental de condiciones para la prueba de la hipótesis (si ello es
posible); la recolección de los datos experim entales con las estrategias y los
instrum entos adecuados; el análisis de los datos estableciendo correlaciones entre
variables y calculando posibles errores; la contrastación de los resultados experim entales
con las teorías y el análisis de resultados y de procedim ientos para obtener conclusiones
y hacer eventuales correcciones de los supuestos teóricos e inferencias sobre situaciones
y problem as sim ilares.
Th. Kuhn 2 , trabajando sobre la historia de las ciencias naturales, distinguió con el
concepto de “paradigm a” form as de saber y de saber-hacer específicas que diferencian
unas com unidades científicas de otras. La m ultiplicidad de los paradigm as muestra una
m ultiplicidad de m étodos que caracterizan las especificidades del trabajo de cada una de
las distintas ciencias que hoy coexisten en las universidades; pero tam bién perm ite
distinguir, dentro de cada ciencia, com unidades que siguen diferentes m etodologías (lo
que es visible, por ejem plo en la coexistencia de investigaciones de tipo cualitativo e
investigaciones de tipo cuantitativo que pueden com plem entarse en una ciencia com o la
sociología). Pero poner el énfasis en las form as de trabajo im plica reconocer las
com petencias propias de la cooperación y el diálogo.
2
Ver: Th. Kuhn (1962/1986) “La estructura de las revoluciones científicas”, Fondo de Cultura Económica, México.
em pleando el criterio de rigor que consiste precisam ente en la adecuación del m étodo a
la problem ática que es objeto de indagación; capacidad de em plear los conocim ientos
para adquirir nuevos conocim ientos; capacidad de expresar claram ente puntos de vista,
de com unicar resultados y de argum entar para establecer acuerdos racionales; capacidad
de proponer nuevas interpretaciones y variaciones a las estrategias de trabajo; capacidad
de reconocer las lim itaciones de los m odelos y la historicidad de las interpretaciones;
disposición a la crítica y a la autocrítica; capacidad de com partir conocim ientos;
apertura a otros puntos de vista; flexibilidad para reorientar el trabajo y cam biar la
perspectiva cuando se ha persuadido racionalm ente de la conveniencia y la legitim idad
del cam bio, y sensibilidad para establecer relaciones justas y productivas con los otros,
para reconocer m atices y relaciones en la apreciación de los fenóm enos y los
acontecimientos, para gozar la belleza propia de las explicaciones y dem ostraciones y
para disfrutar el placer de investigar y de com prender.
Bastaría exam inar el papel de las últim as com petencias de este listado en la
historia de las ciencias y en la form ación de vocaciones científicas para advertir la
im portancia de tenerlas en cuenta en la educación. Estas com petencias nos ponen frente
a elem entos de orden social que inevitablem ente aparecen en el trabajo de equipo de las
ciencias y en el quehacer colectivo del aula.
Y. Elkana 3 exam ina las ciencias com o sistem as culturales. Al considerar las
ciencias desde esta perspectiva, el conocim iento com partido por una com unidad de
científicos no se piensa sólo com o conjunto de contenidos; se reconoce que los
conocim ientos están acom pañados de creencias sobre la naturaleza de esos
conocim ientos y se advierte que esas creencias se soportan en im ágenes socialm ente
condicionadas de la ciencia, la verdad, y las fuentes legítim as de conocim iento. Se ve así
m ism o que en las ciencias se trabaja bajo la guía de valores y norm as ligadas al
conocim iento (ideologías e intereses).
La idea del sistem a cultural constituye una aproxim ación a las ciencias desde el
saber de la antropología. Al fin y al cabo, las com unidades de científicos son
com unidades de personas. Esas com unidades se sostienen gracias a relaciones sociales
que son afectadas por dinám icas sociales m ás am plias. Las relaciones entre ciencia y
sociedad son m uy com plejas. Las ciencias inciden de diversos m odos en la vida de la
sociedad, pero tam bién las relaciones sociales juegan un papel m uy im portante en las
prácticas científicas. El sociólogo P. Bourdieu considera las ciencias com o cam pos de
tensiones en los cuales los científicos luchan por el m onopolio de la com petencia
científica 4 . Las ciencias, com o todas las prácticas sociales (incluido el arte) podrían
3
Ver: Y. Elkana (1977/1983) “La ciencia como sistema cultural” en: Boletín de la Sociedad Colombiana de
Epistemología, Vol. III, N° 10-11, Bogotá.
4
“El campo científico, como sistema de relaciones objetivas entre posiciones adquiridas (en luchas anteriores), es el
lugar (es decir, el espacio de juego) de una lucha competitiva que tiene por desafío específico el monopolio de la
autoridad científica, inseparablemente definida como capacidad técnica y como poder social, o si se prefiere, el
reconocerse com o cam pos de tensiones; esas prácticas, a su vez, están instaladas en el
contexto de tensiones m ás am plio de la sociedad.
Las ciencias no son sólo sistem as de sím bolos instalados, por así decirlo, en el
m undo de las ideas. El conocim iento científico incorporado en las tecnologías de la
producción, de la inform ación y la com unicación, en los instrum entos con los cuales
satisfacem os las necesidades cotidianas y en las decisiones económ icas y políticas que
afectan a todos, transform a nuestra vida sin cesar. El conocim iento científico ha
am pliado enorm em ente y seguirá am pliando la esperanza de vida de los seres hum anos
(aunque los distintos pueblos de la Tierra difieren grandem ente tam bién en su esperanza
de vida); ha am pliado tam bién de m anera vertiginosa el universo que habitam os y nos
perm ite acceder a lo inm ensam ente grande y a lo extraordinariam ente pequeño. Pero
tam bién fue em pleado para producir el horror de las bom bas atóm icas en Hiroshim a y
Nagasaki y alim enta aún en m uchos lugares al m onstruo de la guerra. La genética y la
biotecnología nos ponen frente a elecciones que no son sencillas, en las cuales puede
estar en juego el destino m ism o de la hum anidad. Probablem ente, algunos de quienes
hoy estudian para hacerse científicos tendrán que tom ar decisiones com o “expertos” en
las cuales se jugará el destino de m uchas personas; probablem ente algunos de quienes
adquirirán en el futuro un gran poder gracias a sus conocim ientos en ciencias jugarán un
papel definitivo en el destino de nuestras instituciones sociales.
J ustam ente en Colom bia, com o está ocurriendo en m uchos otros países que han
advertido el papel social estratégico de las ciencias, las ciencias son reconocidas en la
escuela com o prácticas sociales. Los estándares en ciencias sociales y ciencias naturales
han introducido dentro de los conocim ientos propios de las ciencias naturales, las
relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad y, en el cam po de las ciencias sociales,
proponen estudiar, adem ás de las relaciones con la historia y las culturas y con el entono
social y con el am biente, las relaciones ético-políticas. Adem ás de em plear los m étodos
de las ciencias naturales y sociales y de m anejar los conocim ientos de am bos tipos de
ciencias, los estándares proponen desarrollar com prom isos personales y sociales.
Aspectos tales com o el cuidado de la naturaleza y el respeto a los dem ás, com o es
bien sabido, son esenciales en el proyecto principal de la escuela que es la form ación de
ciudadanos; pero también hacen parte esencial de una form ación en ciencias que las
reconozca com o prácticas sociales. No podía ser de otra m anera; la form ación en ciencias
no debe ser pensada com o una isla separada de la vida social a la cual la escuela, en la
práctica, no puede sustraerse. Las ciencias no son sólo sistem as de enunciados, ni
prácticas incontam inadas de com unidades de espíritus consagrados enteram ente al
conocim iento; son el trabajo de personas con intereses, necesidades y deseos, com o los
m aestros y los estudiantes.
Hem os hablado de las com unidades académ icas que com parten un paradigm a de
conocim iento producido por esas m ism as com unidades; pero existen form as de
producción de conocim ientos que no involucran sólo a las com unidades académ icas. M.
Gibbons5 señala la im portancia creciente de lo que él llam a el “Modo 2” de producción
de conocim ientos, que contrasta con lo que él m ism o denom ina el "Modo 1" o m odo
académ ico de producción de conocim iento. El "Modo 2" consiste en un trabajo que se
orienta a resolver problem as com plejos de la vida de las sociedades (problem as
relacionados por ejem plo con el m edio am biente o con situaciones de conflicto entre
grupos culturales). Estos problem as afectan intereses antagónicos o sim plem ente
distintos y no se resuelven sólo con la aplicación rigurosa de los conocim ientos
académ icos; requieren para su solución de la intervención de personas ajenas a las
com unidades científicas (los ciudadanos afectados, los financiadores potenciales de las
acciones propuestas, representantes de los organism os del Estado). En el trabajo
alrededor de esos problem as no es necesario solamente intercam biar conocim ientos y
análisis entre profesionales y académ icos de distintas áreas; se trata de conciliar
intereses y posiciones y de construir y em plear lenguajes com unes para construir
acuerdos. Aquí se requieren tanto la capacidad de persuadir como el conocim iento de la
problem ática; aquí no funcionan las jerarquías académ icas porque la experiencia y el
conocim iento práctico pueden ser decisivos. Lo interesante es que m uchas de las
experiencias pedagógicas que actualm ente se llevan a cabo en el país siguen las pautas
del m odo de producción de conocim ientos señalado, lo que le ha perm itido a las escuelas
proteger y renovar el am biente y resolver problem as sentidos de las com unidades.
Quienes participan en estos equipos transdisciplinares adquieren una experiencia que es
5
Ver: M. Gibbons (2001). Innovation and the developing system of knowledge production, en:
http//edie.cprost.sfu.ca/summer/papers/Michael.Gibbons.html
m uy distinta de la de los investigadores de las disciplinas universitarias y un
conocim iento m uy diferente del que circula en el aula de clase.
Las com petencias asociadas a las ciencias concebidas com o prácticas sociales
serían entonces todas las consideradas en los apartados anteriores adem ás de otras que
aludirían a la reflexión sobre el significado social de los conocimientos científicos y a la
necesidad de desarrollar com prom isos personales y sociales con un contexto local y
nacional e incluso con el cuidado de los recursos del planeta y con el destino de la
especie hum ana. Entre estas com petencias cabría señalar: capacidad de reconocer y
asum ir la dim ensión social de las ciencias com o prácticas de com unidades instaladas en
redes de relaciones sociales m ás am plias; capacidad de exam inar críticamente los usos
sociales de las ciencias; capacidad de reconocer y establecer conexiones legítim as entre
ciencia, técnica y sociedad; capacidad de intercam biar flexiblem ente conocim ientos y
puntos de vista en espacios en donde el saber académ ico debe dialogar con saberes
prácticos; capacidad de llevar a la vida social, reconociendo las condiciones de contexto,
los valores del conocim iento científico: la crítica, la coherencia, el diálogo constructivo,
la disposición a la cooperación y el deseo y la voluntad de saber que caracterizan el ideal
del trabajo de las ciencias.
Com o se ve, los distintos enfoques aportan ideas válidas para pensar sobre las
com petencias científicas. Creem os que un análisis de las com petencias que desearíam os
desarrollar en la escuela podría partir, com o aquí, de elegir lo m ás valioso que sea
posible derivar de los distintos enfoques.
La form ación en ciencias definiría y apropiaría precisam ente los que a su juicio
son elem entos paradigm áticos (valores) de estas im ágenes, para construir una relación
con las ciencias acorde con los fines educativos generales de la form ación del ciudadano.
El sentido de la palabra “valor” que recogem os aquí alude a lo que se reconoce como
valioso, com o digno de ser reconocido y adoptado. No todo lo que se hace en la práctica
real de las ciencias es lo deseable com o pauta de com portam iento ciudadano. La lucha
por el poder, el secreto, la exclusión de lo diferente, el cálculo egoísta, la manipulación
de la inform ación o la adecuación de las representaciones a intereses de grupos
(prácticas problem áticas que pueden presentarse en el quehacer de los científicos) no
son pautas deseables para el com portam iento ciudadano. Pero reiteram os que en las
ciencias aparecen form as de diálogo y cooperación, form as de crítica y autorreflexión,
form as de com unicación y de trabajo de equipo y form as de relación pedagógica que
podrían ser im portantes en la construcción de consensos sociales y en la práctica de la
enseñanza.
Lo que nos interesa es hacer una aproxim ación a las com petencias que sería
deseable desarrollar para la form ación de un ciudadano com o el que hem os definido
antes: reflexivo, analítico, autónom o, solidario, respetuoso, participativo, responsable,
crítico y autocrítico, capaz de apropiar y gozar la herencia cultural y em plearla
productivam ente para com prender y transform ar el m undo. Estas com petencias tienen
que ver con la apropiación de los contenidos y los m étodos de trabajo de las ciencias que
perm iten com prender el m undo y actuar en él, pero aluden tam bién a las ciencias com o
m odelos de acción, com o “escuelas de racionalidad”. Nos aproxim arem os, entonces, a las
ciencias desde dos perspectivas com plem entarias para definir las com petencias que nos
interesa poner en consideración:
ciencias com o sistem as de conocim ientos útiles para la vida y com o “m apas” para
la acción necesarios para la convivencia y el trabajo, que hacen “habitable” el m undo” y
Estas form as de relación con las ciencias y con el m undo a través de las ciencias
están pensadas en térm inos de la form ación en ciencias com o form ación ciudadana.
Im plican una form ación que desarrolle una serie de com petencias coherentes con los
propósitos form ativos m ás generales de la construcción de sociedad. La definición de
esas com petencias exige una reflexión sobre el concepto m ism o de “com petencia”.
Tanto las definiciones de com petencias como su im plem entación com o guías de
procesos educativos deben ser objeto de una discusión am plia por parte de los docentes
en ejercicio que son, en últim as, quienes harán posibles las transform aciones de la
6
Ver: G. Bachelard (1940/1984). La filosofía del no, Amorrortu editores, Buenos Aires.
7
Ver: M. Masternam, (1970/1975) “La naturaleza de los paradigmas” en: Th.Kuhn, K. Popper y otros, La crítica y el
desarrollo del conocimiento, Grijalbo, Barcelona.
8
Ver: Th. Kuhn, Op. Cit.
escuela. Tam bién es im portante reflexionar colectivamente sobre las razones que llevan
a pensar la educación desde la perspectiva de las com petencias, sobre las orientaciones
generales de esta elección, sobre las condiciones generales de la implem entación de este
enfoque en los procesos de form ación y de evaluación de la calidad de la enseñanza y
sobre las form as de participación de los actores educativos en las transform aciones que
im plique la elección de este enfoque. Las razones de un posible cam bio de paradigm a
educativo o del uso de una terminología diferente para nom brar procesos que ya están
en curso (term inología que m uy probablem ente cambia el horizonte de lo visible y la
definición de lo im portante) deben ser discutidas para que el proceso sea lo m ás claro
posible. Igual cosa ocurre con las orientaciones generales. Sólo una conciencia
com partida de las razones y de los fines podría asegurar el com prom iso de los docentes
que asum en la responsabilidad de la educación de sus alum nos. Sólo los docentes
conocen a sus estudiantes lo suficiente para hacerse una idea sobre sus potencialidades.
Sólo los docentes conocen las condiciones de su práctica docente, las form as de relación
pedagógica que han logrado establecer. La puesta en acto de una orientación del trabajo
educativo sólo es posible si se cuenta con el com prom iso de los actores del proceso. Este
com prom iso se construye colectivam ente. Por eso creem os que la respuesta a las
preguntas por el qué de las com petencias, el porqué de elegirlas com o concepto central
del trabajo educativo, el para qué de esa elección, el cóm o se llevará a la práctica la
form ación de com petencias y el quiénes participan y deciden en este tem a sólo es posible
a través de un proceso colectivo de construcción y apropiación del concepto.
A nuestro juicio, la legitim idad de una orientación por com petencias en el cam po
de la educación depende de tres elem entos im portantes: el m odo com o ese significado
pueda am pliar el horizonte de las ideas y las prácticas en la educación, el im pacto que
realm ente puedan tener en la calidad de la educación las transform aciones que
efectivam ente se hagan posibles al em plearlo y la existencia de un proceso de
construcción y apropiación colectiva de este concepto en el que participen tanto los
organism os responsables de las políticas educativas y los teóricos de la educación como
los docentes en ejercicio. Por eso este texto no puede ser otra cosa que un aporte a la
discusión que se ha venido dando en distintos foros y que se seguirá dando en la m edida
en la cual la form ación en com petencias, com o orientación de la tarea pedagógica,
transform e las prácticas y las prácticas, a su vez, enriquezcan y transform en el concepto.
Partirem os de una revisión de los orígenes del concepto general de com petencia
que ya nos han sido recordados por distintos autores en el debate teórico que se ha dado
en Colom bia 9 . Esos orígenes conectan la idea de com petencia con la idea de potencia en
Aristóteles. Para el filósofo griego el ser tenía dos m odalidades, el acto y la potencia. El
ser en acto, com o sustancia con un conjunto preciso de propiedades, com o unidad
determ inada de m ateria y form a, es al mism o tiem po posibilidad de ser otra cosa. El ser
actual es susceptible de un conjunto de transform aciones que pueden ocurrirle
precisam ente por ser lo que es. Para expresarlo de otro m odo, cada ser posee un
conjunto de propiedades pero, por ello m ism o, posee un conjunto de capacidades que le
9
Ver, por ejemplo, los trabajos de G. Restrepo y cols. (2003) “Competencias y pedagogía en la enseñanza de las
ciencias sociales”, en: Trazas y miradas, evaluación y competencias, U. Nacional, Bogotá, y de G. Bustamante
(2005), El concepto de competencia III, Sociedad Colombiana de Pedagogía , Alejandría Libros, Bogotá.
perm iten llegar a ser de otro m odo. En el ser en acto, diría Aristóteles, existe un ser en
potencia. El ser en potencia habita, por decirlo así, en el ser en acto com o habita la
m uerte, en cierto sentido, en todo ser vivo, com o habita el árbol en la sem illa y el pájaro
en el huevo y el conocim iento posible en nuestra condición de seres hum anos. La
potencia nom bra lo que algo o alguien es capaz de ser o de hacer.
En las aproxim aciones a la noción de com petencias aparecen distintos térm inos
com o potencialidades o capacidades, conocim ientos y habilidades, disposiciones o
actitudes, térm inos que, m ás que circunscribir o definir el térm ino, recogen elem entos
asociados a las condiciones que hacen que alguien sea capaz de actuar o interactuar de
cierto m odo. Esas condiciones no están dadas de una vez y para siem pre; cambian con el
tiem po; no sólo pueden ser físicas o psicológicas, tam bién pueden ser sociales e
históricas. Acudirem os a la filosofía para tratar de recoger un significado de la capacidad
que nos ayude a expresar nuestras ideas sobre la com petencia.
¿Qué es “ser capaz”? Heidegger explora el sentido originario del térm ino y nos
dice: “… querer es la auténtica esencia del ‘ser capaz’ (…) La capacidad del querer es
propiam ente aquello “en virtud de lo cual” algo puede llegar a ser (…) Aquí, ser capaz de
algo significa preservarlo en su esencia, m antenerlo en su elem ento”10 . Ser capaz
significa lograr que algo “se presente”, sea y se m antenga. Ser capaz no es sólo contar con
las condiciones para llevar a cabo una acción, para producir algo o para cam biar su
form a; ser capaz es tam bién servir de m edio para que algo llegue a ser. A la potencia que
se actualiza com o producción se sum a en este significado la potencia com o capacidad de
constituirse en m edio para que algo (o alguien) llegue a ser lo que puede ser.
El significado originario del “ser capaz” que hem os recogido de Heidegger nos
ayudará a pensar el desarrollo o la form ación de la “com petencia científica” no sólo com o
el aprendizaje de lenguajes y procedim ientos, sino com o la construcción de una actitud y
de un m odo de ver; la actitud de la indagación sistem ática y el m odo de ver propio de
una ciencia. La m irada interrogante de las ciencias prom ueve, a su vez, ciertas form as de
relacionarse con el entorno natural o social en donde son fundam entales el deseo y la
voluntad de saber y la disposición a com prender (disposición que es parte esencial de la
cultura académ ica y de la vida en com unidad). Pero, si la ciencia se piensa com o una
práctica social en la cual son fundam entales la cooperación y la com unicación libre de
obstáculos, el desarrollo de la com petencia científica deberá correr paralelo con el de la
com petencia com unicativa y con la form ación en los valores de la solidaridad y el
acuerdo que hacen posible y fructífero el trabajo de equipo.
10
M. Heidegger (1976/2000). Carta sobre el humanismo, Alianza Editorial, Madrid, pp. 16-17.
La form ación en ciencias se comprenderá así com o apertura de un cam po para la
m anifestación de una m irada (la m irada interrogante de la ciencia) y para un encuentro
con el otro caracterizado por la cooperación solidaria y la disposición a la com prensión.
La form ación en ciencias se enlazaría de este m odo con la form ación ciudadana y estaría
orientada al cum plim iento de los fines generales de la educación.
La hegem onía del paradigm a de la técnica, según Heidegger, nos lleva a pensar la
“potencia” (o la com petencia) sólo, o principalm ente, com o posibilidad de actuar. Las
com petencias, consecuentem ente se definirían com o capacidad de actuar en
determ inados contextos. Pero bastaría reconocer la naturaleza de la educación para
advertir la necesidad de explicitar y enfatizar la dim ensión de la interacción: el proceso
de construcción colectiva en que consiste el aprendizaje sólo es posible sobre la base de
la disposición del m aestro y de los alum nos a com prenderse, a reconocerse y a aceptarse
unos a otros.
En nuestra definición de “com petencia” añadirem os a la idea de la acción la de
interacción y partirem os de considerar la com petencia en su sentido m ás general com o
el conjunto de saberes, capacidades y disposiciones que hacen posible actuar e
interactuar de m anera significativa en contextos.
El desarrollo del concepto de “form ación”, tal com o nos lo presenta Gadam er 12 ,
nos perm itirá aclarar algunas de estas ideas. La noción nom bra tanto el proceso a través
del cual se “da form a” a las capacidades o potencialidades hum anas, com o el acto de
form arse que no puede provenir de una decisión exterior porque corresponde a la
construcción perm anente de uno m ism o. La form ación no es algo com o la construcción
de un objeto; ella es posible porque el individuo hum ano está en capacidad de adquirir
una identidad con elem entos que recoge del contexto m aterial y sim bólico en el que vive.
No sólo form an (contribuyen a la form ación) la escuela y la fam ilia. Tam bién el trabajo
form a. El trabajo desarrolla habilidades y confiere poder sobre las cosas y, al m ism o
tiem po, da sentido a las acciones y a la vida del trabajador, le perm ite reconocerse com o
alguien que está en capacidad de hacer algo que tiene un sentido social.
A través del proceso de nuestra form ación nos hem os construido a nosotros
m ism os con la ayuda de los dem ás y, en particular, de nuestros padres y m aestros. Esta
idea es fundam ental en la educación porque señala el hecho de que el trabajo del
m aestro rinde frutos si el estudiante trabaja sobre sí m ism o, transform ando y
actualizando sus potencialidades en la m edida en que el contexto le perm ite descubrirlas
y desarrollarlas. Sólo el interés y el esfuerzo del estudiante hacen posible que el esfuerzo
del docente sea verdaderam ente fructífero. Se trata de que el estudiante decida aceptar la
invitación del m aestro a conocer y a cam biar. Nuestra condición de seres hum anos nos
invita a conocer y sobre ese deseo trabajan la literatura y la im agen; pero no todo es
susceptible de ser conocido sin esfuerzo. El deseo de saber requiere a veces un esfuerzo
continuado para satisfacerse; la apropiación de algunos saberes im plica dedicación y
disciplina, voluntad de saber. El m aestro de ciencias trabaja sobre el deseo de saber del
estudiante, pero ese deseo debe transform arse incorporando la voluntad de saber que
requiere la apropiación de los lenguajes de las ciencias. El m ejor m aestro es el que logra
hacer tan atractiva su invitación a conocer que el estudiante esté dispuesto a integrar
deseo y voluntad de saber. Pero el m ejor m aestro no puede desarrollar la voluntad de
saber si el estudiante no encuentra sentido a lo que hace o si carece de las capacidades o
disposiciones para hacerlo. Esas capacidades y disposiciones hunden sus raíces en la
historia de cada estudiante, en sus condiciones de vida, en las determ inaciones de su
contexto, en la tram a de sus necesidades, de sus elecciones y de sus afectos.
Por otra parte, la idea de form ación com o darse form a a sí m ism o entre los otros y
con ayuda de los otros (lo que es m uy diferente de recibir una form a de otros) no alude
sólo a la construcción paulatina y perm anente de la propia identidad, proceso en el cual
se puede ser ayudado pero no se puede ser reem plazado; la form ación com o
autoform ación nos dice tam bién que m ás que m oldearnos, la escuela nos da
herram ientas que em pleam os en la construcción de nosotros m ism os y de nuestro
m undo. No vem os con los ojos del m aestro o del texto; vem os con nuestros propios ojos,
11
G. Steiner. (1979). “¿Tiene futuro la verdad?” en: Revista ECO No 208, Bogotá, p.338.
12
Ver Gadamer (1975/1993) Verdad y método, Ediciones Sígueme, Salamanca.
em pleando criterios y pistas que recogem os y reconstruim os en el flujo diverso y
perm anente de la experiencia. La escuela nos da instrum entos para conocer y
conocernos, para construir y construirnos; su aporte principal a lo que som os no es un
saber estático, sino un punto de vista, una caja de herram ientas que nos ayuda a hacer y
a ser en el m undo. No nos adornam os con el conocim iento sim plem ente com o quien se
viste con un disfraz y se coloca una m áscara, pero sigue siendo el m ism o debajo del
engaño. No es sólo que aprender algo nos perm ite hacer cosas que antes no podíam os
hacer. Conocer nos transform a, nos da form a. Determ ina nuestras acciones y nuestras
elecciones posteriores. Conocer es arriesgarse a cam biar la vida.
Apropiar el conocim iento es adquirir un poder que configura, una capacidad que
abre un m undo posible cam biando la m irada. Educar es incidir en el desarrollo de las
com petencias que perm iten actuar, pero tam bién de las que perm iten crear y aprender.
Siem pre aprendem os a aprender, sólo que a veces aprendem os una m anera de aprender
que es repetir y tem er.
Hegel piensa que form arse es acceder a la universalidad, rom per con lo
inm ediato, ir m ás allá de la particularidad, ser capaz de verse a sí m ism o “desde fuera”,
en relación con los otros. Pero la form ación, dice Gadam er, “… no debe entenderse sólo
com o el proceso que realiza el ascenso histórico del espíritu a lo general, sino tam bién
com o el elem ento dentro del cual se m ueve quien se ha form ado de este m odo”13 .
La com prensión teórica, que perm ite reconocer una validez a otros m odos de ver
distintos al nuestro, y que hace posible interpretar los fenóm enos com o expresiones de
regularidades generales o de leyes universales, debe llevar paralelam ente a un desarrollo
de la sensibilidad que perm ite actuar en situaciones que no exam inamos bajo la
perspectiva de leyes o de conceptos universales. Se requiere una especial sensibilidad
para im aginar relaciones no conocidas entre variables de un fenóm eno; se requiere
cierta disposición aprendida para encadenar un acontecimiento a una serie de
experiencias y conocim ientos que perm iten asignarle un sentido. Tal vez por ello conocer
se dice en griego noein, una palabra que originariam ente significaba “oler”14 .
13
IBID, p. 43
14
Ver W. Szilasi (1969/2001). “Acerca de la facultad de imaginar” en: Fantasía y conocimiento, Amorrortu editores,
Buenos Aires.
Conocer no es sólo com prender a partir de ideas claras y distintas, es tam bién
tener cierto olfato que perm ite actuar correctam ente cuando la acción no se deriva de
una cadena de razonam ientos que la precede. Helm holtz llam a “tacto” esa habilidad que
perm ite actuar sin dem asiadas reflexiones cuando se ha adquirido una cierta sabiduría.
Sabem os lo que quiere decir falta de tacto. El tacto indica tam bién una m anera de
com portarse sin invadir a los dem ás, sin abusar de una posición, estando a la altura de
las circunstancias. Se tiene tacto si se es cuidadoso, si se es sensible a la sensibilidad de
los dem ás, si se los cuida y se los respeta. La form ación en ciencias, en cuanto es la
construcción de una mirada capaz de la universalidad, capaz de reconocer las diferencias
entre el presente y el pasado, capaz de relativizar el propio punto de vista y de descubrir
y construir relaciones entre acontecim ientos y fenóm enos, contribuye m ás de lo que
parece a prim era vista a la form ación integral del ciudadano.
Tal vez el m undo m oderno pone dem asiado énfasis en las com petencias referidas
a la posibilidad de actuar, descuidando otras dim ensiones del “ser capaz”, com o la
sensibilidad y la disposición de abrirse al otro y al m undo, capacidades o com petencias
fundam entales en la vida hum ana y tam bién en el trabajo de las ciencias.
Som os conscientes de que cada una de las palabras de esta aproxim ación a la
com petencia requiere a su vez una precisión de su significado y de que unos significados
rem iten a los otros. Sabem os tam bién que, igual que las definiciones iniciales, peca de
una enorm e generalidad y de que sólo adquiere un sentido m ás o m enos preciso cuando
se aplica a un cam po específico de la acción hum ana. La competencia, sin
determ inaciones, es vacía. La com petencia lingüística, la com petencia comunicativa, la
com petencia ciudadana o la competencia científica reciben su significado de su cam po
de aplicación. En la aproximación abstracta que hem os hecho al concepto de
“com petencia” tom arem os la palabra saber com o una form a general de referirnos al
conocim iento que no se circunscribe a lo probado o teóricam ente fundado y que incluye
diversas form as de experiencia. La disposición im porta aquí en su sentido de inclinación
a obrar o a interactuar de un cierto m odo en unas circunstancias dadas. Designa una
form a específica de ponerse en relación con algo (o con alguien). La disposición es
distinta de la capacidad porque m ientras la capacidad apunta a la posibilidad de actuar e
interactuar de cierto m odo o de cam biar en cierta dirección, la disposición señala una
orientación posible del cam bio o la acción-interacción. No harem os todo lo que som os
capaces de hacer; elegirem os entre las posibilidades que tenem os (y esa elección estará
determ inada por nuestras creencias, nuestras costum bres, nuestras circunstancias
vitales).
Nuestra aproxim ación tiene la ventaja de perm itirnos un prim er acercam iento a
lo que podríam os llam ar la com petencia científica. Esta com petencia sería el conjunto de
saberes, capacidades y disposiciones que hacen posible actuar e interactuar de m anera
significativa en situaciones en las cuales se requiere producir, apropiar o aplicar
com prensiva y responsablem ente los conocim ientos científicos.
Esta últim a reflexión nos pone frente a una dim ensión ética del conocimiento
distinta de la voluntad de saber, del esfuerzo y la disciplina de que hem os hablado antes
y nos aproxim a al universo de las actitudes y disposiciones que intervienen en la
com petencia científica y acercan esta com petencia a la com petencia ciudadana. A lo
largo de la vida no sólo aprendem os a hacer ciertas cosas y a explicarlas, tam bién
aprendem os a reconocer a los dem ás, a escucharlos, a orientarnos por ciertas ideas de lo
que es bueno y lo que es justo, a adm irar ciertas acciones y a rechazar otras y podem os
llegar a com prender m ás o m enos el universo de lo social. Todas estas actitudes y
orientaciones, y los conocim ientos asociados a ellas, nos m ueven a actuar de cierto
m odo. En este sentido son parte de lo que estam os en capacidad de conocer y de hacer.
No solo actuam os de cierta m anera porque podem os y sabem os hacerlo, sino tam bién
porque elegim os hacerlo.
El aprendizaje de las ciencias puede decirnos m ucho sobre las form as de relación
que podem os establecer. En los m odelos pedagógicos actuales de corte constructivista, el
proceso de aprendizaje de las ciencias es un proceso de construcción colectiva del
conocim iento. A lo largo de ese proceso se aprende a valorar el trabajo colectivo y la
cooperación, se descubre la im portancia de la atención a las propuestas del interlocutor y
de la claridad en la expresión. De este modo, el trabajo de aula en ciencias ayuda a
form ar para la com unicación y prom ueve el respeto del interlocutor.
Haberm as aspira a que la racionalidad de las ciencias nos ayude a conducir mejor
nuestras relaciones con el m undo social18 . Es cierto que no siem pre lo que elegim os
hacer resulta del análisis consciente de las posibilidades; la ciencia social nos enseña que
m uchas elecciones están determ inadas por lo que hem os aprendido a ver y a valorar en
nuestro m edio social y cultural; pero el conocim iento al que estem os en capacidad de
acceder no sólo nos perm itirá escoger m ejores cam inos para cum plir nuestros objetivos,
tam bién nos perm itirá enriquecer las orientaciones de valor que seguimos y llegar a
com prenderlas.
Los cam inos m ás expeditos no son siem pre los m ás legítim os. La libertad de elegir
y de actuar basados en el conocim iento y en la reflexión colectiva sobre nuestras
experiencias crece con el conocim iento y el conocim iento m ism o nos previene contra el
abuso posible de esa libertad. El conocim iento am plía enorm em ente el m arco de la
libertad y al m ism o tiem po lo lim ita. Así, aunque m uchas acciones que m aterial e
intelectualm ente estaríam os en capacidad de realizar nos están vedadas por
orientaciones éticas y por costum bres que no son objeto de reflexión y que pueden
actuar sobre nosotros sin que tengam os conciencia de su influencia; otras acciones
tam bién nos pueden estar vedadas precisam ente por el conocimiento que nos perm ite
predecir sus efectos indeseables, incluso en plazos m uy largos y en personas m uy
distantes de nosotros.
18
Ver: J. Habermas (1964). “El cambio social en la educación universitaria”, Revista ECO, Buchholz, Bogotá.
Lo im portante es lo que el concepto de competencia pueda sugerir al trabajo del
docente y el m odo com o ayude a clarificar las especificidades y los significados sociales
de los conocim ientos científicos. Es en el análisis concreto de lo que se aspira a conseguir
en los distintos niveles escolares y en la aplicación concreta de los conceptos a las
prácticas de trabajo en las distintas ciencias en donde se resuelve el problem a de la
polisem ia inicial de los térm inos. Los docentes, que conocen a sus alum nos y reflexionan
sobre los contextos de su trabajo, en diálogo con las com unidades académicas, deben
precisar esos significados teniendo en cuenta sus fines educativos y su situación.
Com petencias científicas para la escuela básica y m edia orientada a la form ación
ciudadana
La pregunta del educador: “¿para qué form ar en ciencias en Colom bia hoy?” nos
lleva a una cadena de interrogantes. Si respondem os que, sin ignorar la necesidad de
am pliar y fortalecer las com unidades científicas nacionales, nos interesa ante todo
form ar ciudadanos para el m undo de hoy y de m añana, la pregunta inicial se transform a
en: “¿cómo contribuye el aprendizaje de las ciencias a la educación de la persona que nos
interesa form ar?”, y esta últim a pregunta nos lleva a otra: ¿qué persona querem os
form ar?
Com o la aproxim ación a las ciencias y a las com petencias científicas que nos
interesa en la escuela está determ inada por nuestras ideas sobre el ideal de form ación,
correrem os el riesgo de señalar algunas cualidades posibles de esas personas que
aspiram os a educar. Nos parece im portante form ar personas que puedan acceder a los
bienes y valores de la cultura y que ayuden a construir y a defender una sociedad basada
en los principios constitucionales de la dem ocracia, la libertad y la equidad.
Lo dicho im plica una tarea enorm e para la educación. Se trata de form ar personas
solidarias y sensibles, capaces de construir colectivam ente, de reconocer y aceptar al otro
y de com prenderlo; personas generosas, con sentim ientos de justicia y equidad, capaces
de sentirse orgullosas de ser m iem bros de su com unidad y dispuestas a hacer de su vida
algo con sentido para sí m ism as y para la sociedad, personas autónom as y respetuosas
de la autonom ía, personas críticas, capaces de reconocer lo esencial y de contrarrestar la
m anipulación, personas sensibles a la belleza, capaces de apropiar y gozar el legado
sim bólico y de trabajar creativam ente con él, personas con un gran deseo de saber y con
voluntad de saber, capaces de gozar el placer de conocer, con la disciplina y la vocación
por el conocim iento necesarias para conocer siem pre m ás y para dom inar los lenguajes
necesarios para hacerlo, personas con conciencia clara de lo que significa habitar un
m undo y capaces de cuidar y am ar el entorno, personas con responsabilidad frente a los
dem ás y a las generaciones futuras, que se precien justam ente de ser m iembros de la
especie capaz de la conciencia moral y de la ciencia, personas dispuestas a trabajar por
una sociedad capaz de resolver sus conflictos y de conocer la naturaleza sin destruirla.
¿Cóm o puede contribuir la formación en ciencias a la form ación integral de esas
personas? Creem os que las ciencias deben ser vistas com o algo m ás que redes de
conceptos y prácticas especializadas (algo que sin duda tam bién son); creem os que la
educación debe pensar las ciencias com o prácticas sociales, reconociendo críticam ente
los usos destructivos posibles del conocim iento científico y la necesidad de una vigilancia
perm anente sobre los efectos que ese conocim iento tiene sobre la naturaleza y sobre las
com unidades hum anas, pero aprovechando sus posibilidades com o escuelas de
racionalidad y com o espacios de form ación en los valores que la escuela debe fom entar.
Creem os que de esta últim a idea de las ciencias deben derivarse las com petencias
científicas que nos interesa desarrollar en la escuela.
-Com prensión y dom inio (según niveles) de lenguajes abstractos que perm iten el
acceso a representaciones conceptuales.
-Capacidad de explorar los condicionam ientos y lim itaciones del propio punto de
vista y de analizar críticam ente el sentido de las propias acciones (autorreflexión).
-Capacidad de seleccionar, jerarquizar e interpretar inform ación y de hacer
inferencias a partir de ella.
-Sensibilidad para establecer relaciones justas y productivas con los otros y para
reconocer m atices, condiciones, diferencias y vínculos en la interacción, en la
apreciación de los fenóm enos y en los acontecim ientos (“tacto”).
La form ación en ciencias es un proyecto de largo plazo. Las com petencias que
sería deseable desarrollar en los en los distintos niveles escolares serán diferentes
dependiendo del proyecto educativo general que se trace. Parece im portante asegurar en
todo caso que los estudiantes adquieran unas com petencias que les perm itan em plear
sus conocim ientos para m ejorar sus condiciones de vida y continuar aprendiendo. Esto
im plica m antener vivo el deseo y la voluntad de saber.
Pero la fuente del placer de saber no es sólo la dinám ica del asom bro y la
explicación, es la conciencia de que el saber nos hace m ás seguros, constituye una
“dom esticación” de los fenóm enos que se dejan atrapar en sus regularidades y se dejan
reproducir en experiencias preparadas. No deberíam os olvidar que el conocim iento nos
ha perm itido sobrevivir y m ultiplicarnos com o especie dom inando las fuerzas de la
naturaleza. El conocim iento nos perm ite transform ar un m undo hostil en nuestra casa. Y
eso es una fuente de disfrute. El conocim iento es útil y, al m ism o tiem po, conocer es en
sí m ism o placentero. Caeríam os en un grave error pensado sólo en la utilidad del
conocim iento y no en la fascinante aventura de conocer sin otro objetivo que conocer,
pero podríam os caer en el error contrario de desaprovechar la utilidad de los
conocim ientos para am pliar el m undo de lo que nos es posible hacer disfrutar. La
escuela debería crear el espacio para disfrutar del conocim iento, pero tam bién para
em plearlo en form as distintas, una de las cuales es precisam ente producir nuevos
conocim ientos. El conocim iento, com o se ha dicho m uchas veces, hace habitable el
m undo. Com prender el m undo com o habitación de la hum anidad es esencial desde los
prim eros niveles. Ello abre espacio desde m uy tem prano par las consideraciones éticas
sobre el uso del conocim iento.