El primer documento escrito de un caso resuelto por la entomología forense se remonta al siglo
XIII en un manual de Medicina Legal chino referente a un caso de homicidio en el que apareció
un labrador degollado por una hoz. Para resolver el caso hicieron que todos los labradores de la
zona que podían encontrarse relacionados con el muerto, depositasen sus hoces en el suelo, al
aire libre, observando que tan solo a una de ellas acudían las moscas y se posaban sobre su
hoja, lo que llevó a la conclusión de que el dueño de dicha hoz debía ser el asesino, pues las
moscas eran atraídas por los restos de sangre que habían quedado adheridos al ‘arma’ del
crimen.
Durante muchos años en determinados ambientes, se pensaba que al morir una persona las
larvas que aparecían en el cadáver para devorarle bien aparecían por generación espontánea, o
bien salían del propio cadáver. Estas creencias perduraron hasta que Francisco Redi, un
naturalista del Renacimiento se propuso demostrar de una forma científica que estas larvas
procedían de insectos, los cuales depositaban sus huevos para que se desarrollasen sobre el
cadáver.
Para ello, realizó el siguiente experimento: expuso al aire libre un gran número de cajas
descubiertas y en cada una de ellas depositó un trozo de carne, unas veces cruda y otras cocida,
para que las moscas atraídas por el olor vinieran a desovar sobre ellas.
A las diversas carnes acudieron las moscas y desovaron ante la presencia de Redi que observó
cómo estos huevos depositados por los insectos se transformaban primero en larvas, después en
pupas y por último cómo salían los individuos adultos.
Redi distinguió cuatro tipos de moscas: Moscas azules (Calliphora vomitoria); moscas negras con
franjas grises (Sarcophaga carnaria); moscas análogas a las de las casas (Musca domestica o
quizás Curtonevra stabulans), y por fin moscas de color verde dorado (Lucilia caesar).
Pero como es lógico todo experimento tiene su contraprueba. Para ello, las mismas carnes se
colocaron en cajas, pero esta vez cubiertas con una gasa, a fin de que también se produjese en
ellas la putrefacción, pero las moscas no tuviesen acceso a ellas. Redi vio que evidentemente las
carnes se corrompían, pero que no aparecía sobre ellas ninguna larva. También observó que las
hembras de las moscas intentaban introducir la extremidad del abdomen por las mallas tratando
de hacer pasar a través de ésta sus huevos y que algunas moscas no depositaban huevos, sino
larvas vivas, dos de las cuales pudieron introducirse a través del tejido.
Redi también demostró que las moscas no cavan la tierra y que las lombrices de tierra en ningún
caso se alimentan de los cadáveres enterrados.
Pero no fue hasta 1805 cuando Bergeret comienza a utilizar de una forma más o menos continua
y seria la entomología como ayuda en la medicina legal. Él, junto con Orfila y Redi, realizan
estudios que son el punto de partida para que Brouardel solicite el concurso de Megnin, quien
amplió y sistematizó la entomología forense.
La primera publicación se realizó en "La Gazette hoddomaire de medicine et de chirugie" en un
artículo titulado "De l’application de l’entomologie à la médicine légale", y después en una
comunicación a la Academia de Ciencias, en 1887, bajo el titulo de "La Faune des Tombeaux".
Aunque, el auténtico nacimiento de la entomología medico – legal tuvo lugar en 1894 con la
publicación de "La Fauna de los Cadáveres. Aplicación de la Entomología a la Medicina Legal".
Los diferentes grupos de artrópodos fueron definidos por Megnin como "escuadrillas de la
muerte". Según el autor, estas escuadras son atraídas de una forma selectiva y con un orden
preciso: tan preciso que una determinada población de insectos sobre el cadáver indica el
tiempo transcurrido desde el fallecimiento.
Estudios posteriores han demostrado que esto no es ni mucho menos tan exacto como pensaba
Megnin y los primeros estudiosos del tema.
A pesar de los estudios realizados por Megnin y colaboradores, la Entomología medico – legal se
vio estancada desde finales del siglo XIX hasta mitad del XX por las siguientes razones:
1. Distanciamiento entre entomólogos y profesionales de la medicina legal.
2. El pequeño número de casos en que los entomólogos eran requeridos.
3. La falta de entomólogos especializados en el estudio sistemático-biológico de la fauna de los
cadáveres.
Aun a pesar de los inconvenientes expuestos anteriormente, en 1978 Marcel Leclercq publica
‘Entomología y Medicina Legal. Datación de la Muerte’, y posteriormente el inglés Smith publica
en 1986 el ‘Manual de entomología forense’. A partir de este momento la trayectoria de la
Entomología Forense ha sido imparable; siendo muchos los autores que han dedicado su tiempo
y conocimientos a estos estudios, e innumerables los casos policiales en los que han contribuido
entomólogos para su esclarecimiento.
Por último, para concluir esta primera parte de datos generales deberíamos tener claro cuales
son los principales objetivos de la Entomología Forense, que son:
A. Datación de la muerte a través del estudio de la fauna cadavérica.
B. Determinación de la época del año en que ha ocurrido la muerte.
C. Verificar que un cadáver ha fallecido en el lugar donde ha sido hallado o ha sido trasladado
hasta el mismo.
D. Dar fiabilidad y apoyo a otros medios de datación forense.
Para un investigador criminalista que se enfrenta a un cadáver son tres las preguntas
fundamentales que se le plantean: Causa de la muerte y circunstancias en las que se
produjo, Data de la muerte y Lugar en el que se produjo la muerte.
De estas tres cuestiones ("Causa", "Data" y "Lugar") los artrópodos poco o nada pueden
aportar respecto a la primera; esa labor, establecer la causa de la muerte, corresponde al
forense; sin embargo, tanto en la fijación del momento del fallecimiento como en la relativa a los
posibles desplazamientos del cadáver, los artrópodos pueden ofrecer respuestas y, en muchos
casos definitivas.
La muerte de un ser vivo lleva consigo una serie de cambios y transformaciones físico - químicas
que hacen de este cuerpo sin vida un ecosistema dinámico y único al que van asociados una
serie de organismos necrófagos, necrófilos, omnívoros y oportunistas que se van sucediendo en
el tiempo dependiendo del estado de descomposición del cadáver. El estudio de esta fauna
asociada a los cadáveres recibe el nombre de entomología forense.
La entomología forense o medico – legal, por lo tanto, es el estudio de los insectos asociados a
un cuerpo muerto para determinar el tiempo transcurrido desde la muerte.
Este PMI o (intervalo postmortem) puede ser usado para confirmar o refutar la coartada de un
sospechoso y para ayudar en la identificación de víctimas desconocidas enfocando la
investigación dentro de un marco correcto de tiempo. Esta investigación puede llegar a ser vital
en la investigación de un homicidio.
El problema de la determinación del tiempo transcurrido desde la muerte es complejo y debe ser
tratado con mucha cautela, pues existen con frecuencia muchos factores desconocidos, que
hacen difícil llegar a unas conclusiones definitivas.
En general, el tiempo transcurrido desde la muerte es determinado por análisis de los restos a
través de observación externa, control físico – químico y estimación del deterioro producido por
el paso del tiempo en artefactos como ropa, zapatos, etc.
La observación externa incluye factores como temperatura del cuerpo, livideces cadavéricas,
rigidez, signos de deshidratación, lesiones externas, acción por animales e invasión de insectos.
El segundo método de datación incluye técnicas como determinación de elementos químicos y
compuestos como nitrógeno, aminoácidos y ácidos grasos.
La tercera técnica viene con la valoración del deterioro de tejidos plásticos, nylon y materiales
semejantes.
Después de la muerte, hay dos grupos de fuerzas postmortem que cambian la morfología del
cuerpo.
El primer grupo incluye aquellos factores que vienen desde fuentes externas como crecimiento
bacteriano, invasión del cuerpo por los insectos y mordeduras de animales.
El segundo grupo está compuesto por factores que proceden del interior del cuerpo, como el
crecimiento de bacterias intestinales que aceleran la putrefacción y la destrucción enzimática de
los tejidos.
Los periodos más importantes en la descomposición de un cadáver son cuatro:
1. Periodo cromático
* En esta fase se instaura la mancha verde en la fosa ilíaca derecha; esto suele suceder a partir
de las 24 horas después del fallecimiento.
* Se empieza a ver el entramado venoso por la transformación de la hemoglobina.
2. Periodo enfisematoso
* Aparecen los gases de putrefacción y el cadáver comienza a hincharse.
* Comienza el desprendimiento de la epidermis.
3. Periodo colicuativo
* Los tejidos se transforman en un magma putrilaginoso y desaparece su forma habitual.
4. Periodo de reducción esquelética
* Desaparición de las partes blandas.
Todos estos periodos se encuentran afectados por una serie de factores que retardan o aceleran
esta descomposición; se trata de los siguientes:
1) Circunstancias de la muerte
2) Condiciones del cuerpo anteriores a la muerte
3) Temperatura
4) Humedad
5) Tipo de suelo en el que se produce la putrefacción
6) Insectos
7) Otros animales
Debido a la gran dificultad para calcular la tasa de descomposición por el crecimiento bacteriano,
existe un gran número de estudios sobre el efecto de los insectos necrófagos en restos humanos
encontrados al descubierto.
En los cadáveres se produce una progresión sucesiva de artrópodos que utilizan los restos en
descomposición como alimento y como extensión de su hábitat. Esta sucesión de artrópodos es
predecible ya que cada estadio de la putrefacción de un cadáver atrae selectivamente a una
especie determinada. Aunque el papel de las diferentes especies de artrópodos es variable y no
todas participan activamente en la reducción de los restos (Tabla I).