Generacion de Derechos
Generacion de Derechos
SEMESTRE: 2023 – I
CUSCO – PERU
2023
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INDICE
1. Introducción
5. Conclusiones
6. Referencias Bibliográficas
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LOS DERECHOS DE TERCERA Y CUARTA GENERAION
Los derechos humanos han ido evolucionando conjuntamente con el ser humano de igual forma
que las demás leyes de los distintos ordenamientos jurídicos, se han ido modificando y
ajustándose a las realidades de la sociedad. En este trabajo se analizan las diferentes etapas de
los derechos humanos y sus generaciones así como la problemática asociada a la tercera
generación de los derechos humanos y a lo que, alguna parte de la doctrina considera como
cuarta generación de derechos humanos.
El clima cultural ilustrado de la modernidad dio lugar a los derechos humanos en su sentido más
estricto. Como conjunto de facultades jurídicas y políticas propias de todos los hombres y de
todos los tiempos, se desarrollaron luego como categorías destinadas a expresar las exigencias
atemporales y eternas de la naturaleza humana. Según ese paradigma eleático, los derechos
humanos eran verdades absolutas, cuya justificación podía establecerse siguiendo las reglas de la
racionalidad.
Las libertades individuales, que constituyen la primera etapa o generación de los derechos
humanos, están imbuidas de un fuerte carácter individualista desde su nacimiento. A lo largo de
los conflictos sociales del siglo XIX, este marco ideológico individualista experimentará un
importante proceso de erosión y contestación. Según Pérez Luño, estos movimientos de protesta
resaltan la necesidad de agregar los derechos económicos y sociales a la lista de libertades y
derechos de la primera generación, que en la sustitución de vengan a su paulatina consagración
jurídica y política. Estado Social de Derecho por el Estado Liberal de Derecho.
Pero primero, el principio definitorio del estado de derecho formal, según el cual el gobierno
solo podía interferir con la libertad, la propiedad y los derechos fundamentales de los ciudadanos
con su consentimiento, se estableció a lo largo del siglo XIX. Legalmente, los derechos
fundamentales habían sido consagrados en las constituciones revolucionarias de fines del siglo
XVIII, aunque se les dio una interpretación diferente. Cuando el Estado de Derecho luchó por
primera vez contra el sistema feudal, fue crucial usar la ley para remodelar las relaciones sociales
de acuerdo con los ideales inmutables de libertad e igualdad individuales. Era necesario que el
legislador actuara para lograr la proyección de estos derechos fundamentales sobre todo el
ordenamiento jurídico porque no se daban por sentados en el campo del derecho positivo,
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dejándolos abiertos a la posibilidad de ser limitados por la ley. El surgimiento del éxito ha estado
determinado por la evolución histórica de los derechos humanos.
Un conjunto de derechos. Los derechos humanos como categorías históricas, que solo pueden
predicarse significativamente en contextos temporalmente determinados, se crearon junto con la
modernidad en el entorno de la Ilustración que dio lugar a las revoluciones burguesas del siglo
XVIII. Este contexto genético otorga ciertos perfiles a los derechos humanos. Las libertades
individuales, que constituyen la primera etapa o generación de los derechos humanos, se definen
ideológicamente porque nacen con un fuerte trasfondo individualista PÉREZ LUO). Este marco
ideológico individualista vivirá un amplio proceso de erosión y cuestionamiento en las luchas
sociales del siglo XIX, cuyos movimientos de protesta demostraron la necesidad de
complementar la primera generación de derechos y libertades con una segunda generación de
derechos: económicos, sociales y culturales. derechos que alcanzan su progresiva consolidación
jurídica y política en la sustitución del Estado liberal de Derecho por el Estado social de
Derecho. Por su parte, la tercera generación de derechos, surgida en la doctrina en los años 1980,
se vincula con la solidaridad. Los llamados derechos de la tercera generación" se basan en que
toda persona tiene que nacer y vivir en un medio ambiente sano, no contaminado de polución y
de ruido, y también el derecho a nacer y vivir en una sociedad en paz. Estos derechos no han sido
recogidos todavía en una declaración internacional, pero son tan básicos como los anteriores,
porque si se vive en un ambiente contaminado o en un ambiente de guerra, difícilmente se
pueden cumplir los derechos de la primera y segunda generación. Los unifica su incidencia en la
vida de todos, a escala universal, por lo que precisan para su realización una serie de esfuerzos y
cooperaciones en un nivel planetario. Normalmente se incluyen en ella derechos heterogéneos
como el derecho a la paz, a la calidad de vida o las garantías frente a la manipulación genética,
aunque diferentes juristas asocian estos derechos a otras generaciones: por ejemplo, mientras que
para Vallespín Pérez la protección contra la manipulación genética sería un derecho de cuarta
generación, para Roberto González Álvarez es una manifestación, ante nuevas amenazas, de
derechos de primera generación como el derecho a la vida, la libertad y la integridad física. Este
grupo fue promovido a partir de los ochenta para incentivar el progreso social y elevar el nivel de
vida de todos los pueblos.
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DERECHOS DE TERCERA GENERACION
En esta tercera generación, debe reconocerse que la humanidad tiene derecho a la paz tanto en el
plano nacional como en el plano internacional. Este derecho a la paz, implica el derecho de todo
hombre a oponerse a toda guerra y, en particular, a no ser obligado a luchar contra la humanidad;
a que la legislación nacional le reconozca un estatuto de objetor de conciencia; de negarse a
ejecutar, durante el conflicto armado (cuando éste es inevitable), una orden injusta que afecte la
dignidad humana, el derecho al desarrollo, el derecho a un medio ambiente adecuado, el derecho
a la asistencia humanitaria, el derecho a la conservación del patrimonio común de la humanidad,
el derecho de toda persona a comunicarse, el derecho a la preservación del propio patrimonio
genético, el derecho a la intimidad genética, etc. De la anterior relación se puede apreciar que no
se trata de una lista cerrada sino que se encuentra abierta a la inclusión de nuevos derechos o, por
el contrario, a la exclusión de alguno de los citados, como corresponde a una generación apenas
recién nacida, que todavía no se encuentra lo suficientemente desarrollada. A la ciencia jurídica
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le corresponderá, por tanto, fijar en los próximos años el contenido y las implicaciones de los
derechos de solidaridad.
La terminología "derechos humanos de la tercera generación" fue acuñada por Karel Vasak,
director del Departamento Jurídico de la UNESCO. Vasak pronunció en 1979 la Lección
Inaugural de la Décima Sesión del Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo
que llevaba por título: Pour les droits de l'homme de la troisième génération".
• A la paz
• Al desarrollo económico
• A la autodeterminación
• A un ambiente sano
• A la solidaridad
Se empieza a considerar para la apli- cación de los derechos de tercera generación al pueblo
como sujeto y no solamente al estado, por lo que el derecho internacional ya no puede verse más
como un derecho solamente interestatal cuyos sujetos son estados, sino que por el contrario las
personas que forman el pueblo son los beneficiados de dichos derechos. Los derechos humanos
también tienen su característica histórica, es decir que están sometidos al devenir social en
general, de tal suerte que en las últimas décadas ha surgido en la doctrina una nueva categoría de
derechos humanos conocida como de tercera generación.
Las circunstancias que dan nacimiento a los nuevos derechos son específicas del momento actual
y pueden ser resumidas de la siguiente manera:
I. Contaminación de las libertades que alude a la degradación sufrida por los derechos
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humanos ante el uso de nuevas tecnologías.
La revolución tecnológica ha afectado los derechos humanos ya que afecta todas las dimensiones
de la vida social:
1. Las relaciones con la naturaleza que dan nacimiento a los derechos ecológicos o del
medio ambiente.
II. También encontramos la decepción ante el incumplimiento por parte de los Estados para
proteger las garantías consagradas en los diversos cuerpos legales.
III. La falta de garantía eficaz en los derechos económicos sociales y culturales tanto en el
ámbito regional como en el ámbito internacional.
Como podemos observar son muchas y muy diversas las circunstancias que han venido dando
origen al planteamiento de nuevos derechos humanos, mismos que por elementos
circunstanciales no se les consideran como integrantes de los derechos humanos tradicionales.
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En gran medida los derechos de tercera generación están impulsados por el sentimiento de una
mayor eficacia en la observancia de los derechos humanos, y de alguna manera al tratar de
individualizarlos se les concede una mayor posibilidad de ser efectivamente respetados; es pal-
pable que impera la idea de que los derechos humanos que están planteados de una manera más
general, y por lo tanto con una menor intervención y responsabilidad del Estado, son más
difíciles de salva- guardar, en tanto que los derechos más individualizados y que exigen una
mayor participación del Estado pueden ser más eficazmente protegidos.
Un ejemplo que nos deja ver con toda claridad cómo los derechos de tercera generación pueden
llegar a ser más fácilmente salvaguardados que los derechos de primera generación, sería el de
un individuo que, en virtud de una legislación aprobada, deseara contraer nupcias con otra
persona de su mismo género, para lo cual no encontraría ningún impedimento, en tanto que para
hacer valer el derecho a la educación no tendría ninguna vía para exigir el cumplimiento de tal
derecho.
Si bien es cierto que muchos de los derechos de tercera generación en sí mismos no vulneran los
derechos de anterior generación de otros individuos, también lo es, que algunos de ellos llevados
hacia su extremo y otros hasta con su ejercicio más primario los pueden vulnerar.
Entre sus críticas, muestran principalmente tres: primero, que su apariencia es realmente
peligrosa para los derechos existentes; Segundo, que presentan falta de homogeneidad absoluta;
En tercer lugar, realmente no tienen una base legal importante para basar todo tipo de acciones.
La primera crítica del derecho de solidaridad gira en torno a su relación con otros derechos. Por
otro lado, otras fuentes han demostrado la posibilidad de que la apelación de la entidad
supraindividual, como la comunidad humana, haya dado nuevas coartadas a la entidad estatal o
internacional para limitar los derechos individuales, lo que dificulta ser conquistado en siglos
anteriores. Esto considera todos estos derechos como una oportunidad para incluir los logros que
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se han logrado en siglos anteriores con la respuesta actual a los nuevos desafíos poseídos hoy
para la humanidad. De esta manera, los conceptos como el desarrollo, la paz, el entorno
adecuado, etc., deben verse como un punto de partida importante para construir un marco
adecuado para el desarrollo de los derechos humanos de acuerdo con la generación anterior. Y
esto se debe a que sin desarrollo no puede hablar de la libertad, y sin paz no es posible hablar
sobre el derecho a la vida, mientras que la fatiga de los recursos de reserva directa a los derechos
de las generaciones humanas en el futuro.
"Sin paz, el desarrollo no es posible; sin desarrollo, los derechos humanos son ilusiones; sin los
derechos humanos, la paz no es más que violencia", lo que nos guía para determinar que los tres
derechos están directamente interrelacionados.
Alrededor de la nueva generación de derechos humanos, surgió la segunda crítica. En opinión de
algunos autores, que introdujeron la diferencia entre la individualidad asociada con los derechos
de las primeras y segundas generaciones con la comunidad de derechos de la comunidad, de tal
manera hay una gran diferencia entre los derechos humanos preexistentes y los derechos de
solidaridad : Mientras tanto, la primera en compartir las características de los sujetos
individuales, los segundos se incluyen en el alcance colectivo, lo que requiere, para estos
escritores, que no se consideren correctamente los derechos humanos, sino, en cualquier caso,
colectivos de bienes.
Primero, para otros grupos de escritores, no todos los derechos humanos antes de la tercera
generación tenían sujetos humanos individuales. La prueba de esto es que la carta de derechos
emitida por otras culturas, como la Carta de Derechos Humanos africanos o la Declaración de
Derechos Humanos de los Estados Unidos, afecta la importancia de los derechos y tareas
colectivas, transfiriendo así el espacio individualista, típico de Occidente. Otras personas que
tienen temas comunitarios y, además de eso, incluso si esto no es cierto, no porque los derechos
humanos deben limitarse a los campos individuales, al menos si realmente esperamos que sean
realmente universales.
Finalmente, el juego reveló la última razón por la cual algunas fuentes rechazan el carácter de los
derechos humanos para todos los relacionados con la solidaridad humana. Esta es la falta de
reconocimiento de vincular estos derechos en documentos internacionales que son vulnerables a
la ratificación por parte de diferentes países porque, de esta manera, y desde la perspectiva de
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algunos autores, no es posible configurar los derechos de solidaridad como derechos humanos
auténticos, y más precisamente debe ser más más limitarlos al alcance de los deseos, sin duda
honorables, pero no tiene la efectividad para dar a quién asumir que, aunque es cierto que,
durante años, ha habido una falta de motivación política para Superar el campo de la ley suave en
este campo de los derechos, recientemente ha llegado a demostrar que esta tendencia no tiene
que durar para siempre. Del Tribunal Penal Internacional, que podría expandir su jurisdicción en
delitos que amenazan los activos que son patrimonios mundiales, como, por ejemplo, el genoma
humano.
La lista de derechos que conlleva los de cuarta generación son muchos, incluyendo los que se
pueden ya haber escuchado, como lugar común importante, como el derecho a la conectividad, la
seguridad digital, el derecho a acceder a toda la información personal – no importando si esa
información se encuentra en lugares privados o públicos- y decidir si se actualiza una
información o se borra otra que consideremos que no nos identifica o puede perjudicarnos, etc.
Si se dan cuenta, tiene una estrecha relación con los derechos que se intenta hoy en día sobre los
accesos y la privacidad o determinación individual y ciudadana sobe qué contenidos debiesen ser
resguardados y/o difundidos, sin perjuicio de si alguno es un contenido que pueda servir y
colaborar a la ciudadanía en lo que entendemos como bien público. Todo esto último nos lo
encontramos en proceso de construcción social (trabajos sociales en progreso), política,
filosófica y cultural, pues no sabemos, con exactitud, los alcances del ciberespacio y los
desarrollos biotecnológicos, donde los principios del derecho no solo nos competen a los
humanos, sino toda la relación en que nos encontramos entramados como principio de realidad
inseparable.
El concepto de “derecho” siempre ha estado en debate, pues es una de esas palabras que todos y
todas utilizamos, pero no sabemos, exactamente, que significan, a pesar de saber emplearlas en
los momentos que corresponden de acuerdo a los principios o intereses individuales y/o
comunitarios.
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En todo el proceso de creación del concepto de lo “humano”, que emergería hace unos cuantos
siglos, también se entró en otro problema; el anterior era filosófico jurídico, el segundo (el
humano) es filosófico y se utiliza en lo jurídico cuando se incorpora en la conjunción de
“derecho humano”. Sin embargo, este, como otros conceptos del lenguaje, se incorpora como
lugar común en nuestra sociedad, sobre todo cuando han ocurrido, a lo largo de nuestra historia
“humana” una cantidad ingente de atropellos y brutalidades que se han generado de humanos
contra humanos.
En este sentido, no consensuado aún, podríamos hablar de cuatro generaciones de los derechos
humanos. Mi particular interés es llegar al cuarto que involucra las tecnologías que son las bases
de lo que nos conforma como lo que entendemos que somos o podemos ser hasta hoy en día.
Pero haré una breve descripción de las tres generaciones (retroactivas sobre los derechos
humanos, para llegar a la que me menciono en mi interés contemporáneo de acuerdo al principio
de esta columna).
La primera generación de derechos humanos se da en Europa a través del Estado liberal del
XVIII. Acá se intenta reducir el poder del Estado frente a la individualidad, es decir, frente a las
decisiones individuales del “sujeto”. A pesar de apelar a la igualdad, se basan en principios
clásicos burgueses de primer orden en lo que concierne a la individualidad frente a la relación
con lo común en base al Estado, pero hay que entender el contexto en que se fundó (en principio
es el fundamento de la revolución francesa).
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La segunda generación de derechos se invierte, de alguna manera, y se supone que es el Estado
quien debiese garantizar una variedad de derechos y bienestares a los sujetos. En principio como
bases fundamentales el intento del logro de la satisfacción de las necesidades básicas
materialistas de los ciudadanos (condiciones materiales de existencia).
Los derechos humanos de cuarta generación nos llevan a otra dimensión no abarcada por los
primeros tres: la tecnología. Es así, como el problema de masificación de usuarios pasivos de
tecnologías, lamentablemente no logran, aún, abarcar la posible importancia de este tipo de
derechos, los cuales son la base de nuestro principio como especie, y de lo que nos está
determinando y determinará en los debates y cambios de mundo en relación a variedad de
materias en torno a la relación tecnología-humano (que es una redundancia, pues lo humano es
tecnología como principio fundante en las categorías de términos y conceptos adquiridos a partir
de lo construido para ser quienes somos hasta el día de hoy). Los tres primeros derechos
humanos son en base a los principios políticos ilustrados y modernos de la convivencia entre
humanos con humanos. El cuarto derecho humano es cibernético. Pero esto último no es fácil de
digerir, aún, para una mayoría, pues no se entiende la cibernética como parte del diseño de la
realidad desde los principios técnicos y tecnológicos, desde los cuales se configura la relación,
cada vez más acentuada, entre lo tecnológico y la relaciones con la vida y la no vida.
El acceso y relaciones con las nuevas tecnologías y las nuevas y crecientes inteligencias
artificiales son parte de la búsqueda de los derechos humanos de cuarta generación. No deja de
ser curioso que en propuestas políticas chilenas y de otras latitudes, se exprese mucho el
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concepto de derecho humano, pero sin considerar la actualidad de la protección y alcances de las
tecnologías, las cuales están determinando, incluso, los principios de lo que se cree o entiende
como voluntad, y, además, si se piensa prospectivamente, no considerarlo en propuestas políticas
diversas, lo que se hace es desconocer y atrasarse en realidades que nos esperan la “vuelta a de la
esquina” en términos diacrónicos.
Tuve la experiencia reciente de escuchar molestias por propuestas basadas en estos últimos
derechos, pues las y los participantes esperaban derechos de tercera generación, aludiendo a la
importancia de ellos y ellas. Las intenciones, creo, eran loables, pero carecían de fundamento en
los tiempos donde las bases de todo conocimiento e información se están manejando a llevando a
través de los grandes e ingentes procesos de la sofisticación algorítmica, de donde proceden la
gran mayoría de los principios de derechos que se intentan establecer hoy, y que en un futuro
más cercano que lejano serán los principios en donde los debates políticos de distintos derechos
suplementarios se deban dar. Pensar que las mejoras sociales y políticas son separadas de las
tecnológicas es una lamentable omisión de lo que nos encontramos viviendo y que se potenciará
no tan tarde.
El desarrollo social y moral del ser humano no ha sido nunca opaco al desarrollo de las
realidades técnicas científicas. Dichas realidades se constituyen en condición de posibilidad para
el cambio social, la emergencia de nuevos valores, la aparición de nuevos paradigmas éticos y,
en definitiva, el advenimiento de nuevas formas de organización social. Es por esa razón que
resulta necesario reflexionar constantemente y sobre el sentido de la relación entre los
desarrollos técnicos y el entorno humano. Resulta evidente constatar que la tecnociencia está
presente como uno de los hechos configuradores de la realidad actual, y que el mundo ha
cambiado de forma sustancial a partir de ese impulso. Pero también debemos entenderlo como
un fenómeno multidimensional que proyecta su influencia de una manera directa sobre las
realidades morales, psicológicas y sociales. Es por esta razón que según el profesor Manuel
Maceiras es necesario considerar dos programas de acción distintos pero convergentes. El
primero, de carácter teórico, estudia la forma en que la tecnociencia está modelando la identidad
y la conciencia humanas. Los nuevos medios técnicos extienden el ámbito de la expresión y la
comunicación a otros espacios hasta ahora vedados a los individuos. El segundo objetivo es de
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carácter político pragmático, y nos previene frente a la necesidad de elaborar políticas coherentes
que reconozcan las nuevas necesidades humanas para aprovechar dichos medios, y los nuevos
derechos que son inherentes al hecho mismo del vivir en una sociedad tecnológica, las llamadas
exigencias políticas de la tecnociencia.
Analizar este nuevo marco social nos obliga a hacer algo historia sobre la evolución de los
derechos humanos. Los derechos civiles y políticos de primera generación, aquellos que inciden
sobre la expresión de libertad de los individuos, proceden de la tradición constitucionalista
liberal. Estos derechos están recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de
1948 y los Pactos Internacionales de 1966, a saber, el de los Derechos Civiles y Políticos, y el de
los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. El derecho a la dignidad de la persona, y a su
autonomía y libertad frente al estado, su integridad física, las garantías procesales, son derechos
que tienen como soporte la filosofía de la ilustración y las teorías del contrato social. Fue el
constitucionalismo y el liberalismo progresista quienes impulsaron la inclusión de dichos
derechos en las constituciones de los estados nacionales europeos durante siglo XIX,
favoreciendo así la universalización de los derechos civiles y políticos básicos. Se limita así el
poder del estado frente los individuos, estableciendo un equilibrio entre institución y ciudadano.
Los derechos de segunda generación se incorporan a partir de una tradición de pensamiento
humanista y socialista; son de naturaleza económica y social, e inciden sobre la expresión de
igualdad de los individuos. Los derechos de primera generación defendían a los ciudadanos
frente al poder del estado, pero ahora se exige cierta intervención del estado para garantizar un
acceso igualitario a los derechos anteriormente citados, es decir, para compensar las
desigualdades naturales creadas por las ventajas y desventajas de clases, etnia y religión que
caracterizan las diferencias sociales de los individuos desde su propio nacimiento.
Se pedía así que el estado que garantice el acceso a la educación, el trabajo, la salud, la
protección social, etc., creando las condiciones sociales que posibiliten un ejercicio real de las
libertades en una sociedad donde no todos los hombres nacen iguales. La universalización del
sufragio y el reformismo social permitieron que las constituciones liberales del siglo XIX
pudieran encajar estos derechos. El movimiento obrero y las ideologías de corte internacionalista
impulsaron definitivamente la consciencia de la necesidad de extender a todos los ciudadanos, y
de forma progresiva, el derecho de educación, al trabajo, a una salud garantizada por el estado,
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etc. Los llamados derechos de la solidaridad constituyen una tercera generación que se concretiza
en la segunda mitad del siglo XX. Esta vez, su motor impulsor será la acción de determinados
colectivos que reclaman legítimos derechos. Se comienzan a configurar en forma de
declaraciones sectoriales que protegen los derechos de colectivos discriminados grupos de edad,
minorías étnicas o religiosas, países del Tercer Mundo, que se afectados por alguna de las
múltiples manifestaciones que cobra la discriminación económico social. En las dos últimas
décadas del siglo que ya hemos abandonado, estos derechos han ido cobrando un papel cada vez
más importante, y gracias a ellos se ha desarrollado concepto de diálogo Norte Sur, el respeto y
la conservación de la diversidad cultural, la protección del medio ambiente, la conservación del
patrimonio cultural de la humanidad, etc. Estas políticas radicales, en el sentido italiano del
término radical, son el reconocimiento de un contexto en el que surgen nuevas necesidades
humanas y donde estas exigencias obligan a desarrollar nuevos derechos que garanticen el
acceso universal a formas más avanzadas de ciudadanía y civilidad, de libertad y de calidad de
vida. La globalización económica, así como la ideológica y simbólica, la transición de la
sociedad de información a la sociedad del conocimiento, la integración del mundo a través de la
extensión universal de los medios de comunicación de masas, así como los fenómenos de
multiculturalismo provocado por los flujos migratorios, son claros síntomas de que algo
sustancial está cambiando. Comienzan a reivindicarse con fuerza los derechos a la paz y a una
justicia internacional, a poder intervenir desde instituciones de carácter supranacional en los
conflictos armados locales, imponiendo a la paz desde una fuerza legítima. La persecución sin
fronteras de los dictadores, la limitación del derecho a la inmunidad diplomática para
determinados delitos, y el derecho a crear un tribunal internacional que actúe de oficio en los
casos de genocidio y crímenes contra la humanidad. El derecho a escoger modelos de desarrollo
sostenible que garanticen la vía diversidad y que permitan preservar el medio ambiente natural,
así como el patrimonio cultural de la humanidad.
Bueno existen variedad de opiniones sobre este tema, hay diferentes categorías a las que se les
quiere denominar quinta generación de derechos, desde los derechos de informática, derecho al
internet, derechos de los animales y entre otros. Para esta nomografía se tiene como objetivo
desarrollar sobre los neuro derechos, se puede hablar de este tema apartir de la pandemia que
hemos atravesado.
La pandemia del Covid-19 ha significado a nivel global una crisis de múltiples dimensiones:
sanitaria, económica, social y política. Ha traído o intensificado transformaciones científicas y
tecnológicas que plantean nuevos desafíos para el funcionamiento de las sociedades, que están
impactando la vida y los derechos de las personas, suponiendo también un reto para los
paradigmas jurídicos tradicionales.
Durante estos dos últimos años de pandemia, de crisis, con tantas pérdidas, paradójicamente es
cuando se han dado los pasos más significativos en materia de transformación digital, el
desarrollo de las neurociencias y de las nuevas tecnologías de la inteligencia artificial (IA),
además del uso de nuevos materiales. Recientemente, la compañía Facebook anunció su proyecto
futurista Meta, que llevará a sus millones de usuarios a la realidad virtual del universo. Los
proyectos Blue Origin, Virgin Galactic y SpaceX inauguraron la carrera espacial del siglo XXI.
No es casual que los empresarios que lideraron estas iniciativas, Musk, Bezos y Branson,
además, resultaron en los primeros puestos de los rankings de fortunas que publica cada año la
Revista Forbes, con incrementos fabulosos el último año, momento de la peor crisis del planeta.
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Uno de los campos de la investigación y desarrollo científico que ha dado un salto cualitativo
tiene que ver con las neurotecnologías y los progresos de la inteligencia artificial. El desarrollo
de sistemas e instrumentos que establecen una vía de conexión con el cerebro humano y que
pueden registrar y/o alterar la actividad neuronal puede traer múltiples beneficios para la
humanidad, pero también algunos dilemas éticos y preocupaciones jurídicas sobre cómo pueden
estas tecnologías tener un efecto invasivo que altere no solo la actividad cerebral, sino la
voluntad de las personas. Las posibilidades de conexión directa entre el cerebro y el mundo
digital suponen problemas éticos únicos y sin precedentes.
Asimismo, destacar las recomendaciones de los últimos informes presentados durante el último
período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, por el Relator
Especial sobre el derecho a la privacidad sobre La inteligencia artificial y la privacidad, así como
la privacidad de los niños, que aborda el tema desde la autodeterminación y autonomía de las
personas. Por su parte, el Relator de las Naciones Unidas de libertad de pensamiento y religión,
en su Informe 2021, ha advertido que “el desarrollo de tecnologías podría revelar (...) los
pensamientos de los individuos en formas que antes no era posible”, afectando el derecho a la
privacidad de las personas; así como el informe sobre “Impactos, oportunidades y retos que
pueden entrañar las tecnologías digitales nuevas y emergentes en relación con la promoción y la
protección de los derechos humanos”, recientemente presentado por el Consejo de Derechos
Humanos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, alertan sobre el potencial impacto
discriminatorio que pueden tener estos avances.
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En este contexto de la discusión global, donde la región tenía cierto rezago, al menos desde la
discusión en sus instancias multilaterales, el Comité Jurídico Interamericano de la OEA (CJI) ha
aprobado la Declaración sobre “Neurociencia, Neurotecnologías y Derechos Humanos: Nuevos
desafíos jurídicos para las Américas”, constituyendo el primer pronunciamiento de un órgano
oficial de la OEA sobre neurotecnologías y la protección de abusos potenciales surgidos de su
indebida utilización.
La Declaración contempla algunas inquietudes sobre las que se debe dar respuesta:
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faltan estándares y normativas claras que garanticen información adecuada, la voluntariedad, la
preservación de la libertad y autoconciencia, la determinación del grado de riesgos asumibles, y
el secreto del contenido de los datos de la actividad cerebral.
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De esta manera, se observa que en la actualidad aquello que está en juego es la posibilidad de
ingresar a la intimidad misma de las personas, invadir su privacidad y autonomía, y afectar la
libertad y el desarrollo de la personalidad. Por eso, la ausencia de regulaciones locales e
internacionales es un escenario que genera gran preocupación. La Declaración hace un llamado a
los Estados para “anticiparse a estas preocupaciones y prestar especial atención al desarrollo de
estas tecnologías mediante regulaciones, que ofrezcan salvaguardas suficientes para que su
desarrollo e implementación progresiva no constituyan amenazas a los derechos y libertades
protegidos en el marco jurídico interamericano”.
Aunque está claro para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos que todos los
derechos son interdependientes e indivisibles, que no pueden separarse o fragmentarse unos de
otros, todos los derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales, ambientales y
culturales deben comprenderse como un conjunto, siendo iguales entre sí y no existiendo
jerarquías entre ellos, hoy estamos asistiendo a una quinta generación o a una nueva ola de
reconocimiento de derechos en favor de la persona humana, en relación a la protección que
requiere frente al impacto de las nuevas tecnologías, su integridad cerebral, salud mental,
privacidad y libertad de su pensamiento.
CONCLUSIONES:
Las nuevas condiciones de ejercicio de los derechos humanos han determinado una nueva forma
de ser ciudadano en el Estado de Derecho de las sociedades tecnológicas, del mismo modo que el
tránsito desde el Estado liberal al Estado social de derecho configuró también formas diferentes
de ejercitar la ciudadanía. El desarrollo de los distintos sistemas sociales , políticos y culturales a
lo largo de la historia, comenzando por el propio desarrollo del sistema capitalista, una vez que
triunfó la clase burguesa y subió al poder y que dio lugar a la aparición de otros colectivos
humanos que sufrían y continúan sufriendo situaciones de marginación y de explotación social
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mujeres, niños, marginados, obreros, negros, mestizos, extranjeros inmigrantes, etc, hace que la
sociedad reaccione de diversas formas ante estas situaciones y que deba adaptarse a la forma de
institucionalizar y garantizar los derechos humanos establecidos en cada momento y lugar. Para
Sánchez Rubio, cualquier manifestación popular frente a cualquier manifestación del poder, que
coarta y ahoga algún aspecto de la dignidad humana, en permanente proceso de construcción, ha
sido y puede ser un foco importante que tenga algo que aportar a la idea de derechos humanos.
Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna
de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o
cualquier otra condición. El derecho internacional de los derechos humanos establece las
obligaciones que tienen los gobiernos de tomar medidas en determinadas situaciones, o de
abstenerse de actuar de determinada forma en otras, a fin de promover y proteger los derechos
humanos y las libertades fundamentales de los individuos o grupos.
La lucha no ha terminado, sino que continúa y, previsiblemente, a la luz de las necesidades que
van surgiendo en la sociedad actual habremos de implicarnos todos los estamentos sociales para
que los derechos humanos sean reconocibles y reconocidos a todo ser humano por el hecho de
serlo. Los Estados asumen las obligaciones y los deberes, en virtud del derecho internacional, de
respetar, proteger y realizar los derechos humanos . La obligación de respetarlos significa que los
Estados deben abstenerse de interferir en el disfrute de los derechos humanos, o de limitarlos. La
obligación de realizarlos significa que los Estados deben adoptar medidas positivas para facilitar
el disfrute de los derechos humanos básicos. En el plano individual, así como debemos hacer
respetar nuestros derechos humanos, también debemos respetar los derechos humanos de los
demas (Naciones Unidas). La decisión sobre los impactos presentes y futuros de Internet y de las
nuevas tecnologías en la esfera de las libertades corresponde a los ciudadanos de las sociedades
democráticas. Para Rodríguez Palop, "si los derechos humanos pertenecen a la humanidad, a ella
corresponde disponer de ellos y en consecuencia gozar de su protección, al margen de la
pertenencia a una nación u otra, así como delimitar su contenido", en otras palabras, estos
derechos son humanos y por lo tanto son comunes a todos los hombres y mujeres que pueblan el
planeta y , si es así, no debería haber ninguna limitación, en principio, para restringir su derecho
por razón territorial ni tampoco las necesidades que en los derechos se engloban, por lo que en la
actualidad, y en cualquier otro momento, cualquier necesidad que surja al respecto debe ser
protegida sin barreras de ningún tipo que impida su protección.
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Como apunta Rodríguez Palop, los nuevos derechos se asientan en una idea de solidaridad
universal. Solidaridad que parte en dos direcciones; una respecto a aquellos que se pueden ver
afectados por nuestras decisiones en el presente y que parte del presupuesto de la igualdad de
valor de los intereses de todos los individuos; y otra respecto a aquellos que aún no han llegado y
que se podría materializar en la conciencia de que somos responsables de aquellas decisiones que
tomemos y que impidan la satisfacción de necesidades básicas de otros individuos que nos
precederán.
Por último, reseñar que es necesaria la solidaridad internacional para que se puedan cumplir los
derechos de la tercera generación pues no se podrá acabar con la contaminación del medio
ambiente si los países no se comprometen a no contaminar, ni se podrá acabar con las guerras y
alcanzar la paz nacional e internacional mientras no haya un firme compromiso de todos para
ello. No debe escapar tampoco a la consideración de esta problemática que las generaciones de
derechos humanos no implican la sustitución global de un catálogo de derechos por otro; en
ocasiones, se traduce en la aparición de nuevos derechos como respuesta a nuevas necesidades
históricas, mientras que, otras veces, suponen la redimensión o redefinición de derechos
anteriores para adaptarlos a los nuevos contextos en que deben ser aplicados. Una sociedad libre
y democrática deberá mostrarse siempre sensible y abierta a la aparición de nuevas necesidades,
que fundamenten nuevos derechos. Mientras esos derechos no hayan sido reconocidos por el
ordenamiento jurídico nacional y/o internacional, actuarán como categorías reivindicativas,
prenormativas y axiológicas. Junto a su irrenunciable dimensión utópica, que constituye uno de
los polos de su significación, entrañan un proyecto emancipatorio real y concreto, que tiende a
plasmarse en formas históricas de libertad, lo que conforma el otro polo del concepto.
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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:
• https://telos.fundaciontelefonica.com/archivo/numero085/la-cuarta-generacion-de-
derechos-humanos-en-las-redes-digitales/
• https://www.corteidh.or.cr/tablas/r22470.pdf
• Dialnet-LasGeneracionesDeDerechosFundamentales-1050933.pdf
• https://www.heliogallardo-
americalatina.info/index.php?option=com_content&view=article&id=97&catid=11&Itemid=106
• https://www.heliogallardoamericalatina.info/index.php?option=com_content&view=article&id=9
7&catid=11&Itemid=106
• https://www.coe.int/es/web/compass/the-evolution-of-human-rights
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