Como hacer que te pasen cosas buenas de
Marián Rojas Estapé
La Felicidad
El primer punto del libro es la felicidad, la autora se pregunta: ¿por qué hay gente que
tiene tendencia a sufrir y quejarse cualquiera que sea su situación?, ¿existe la buena suerte
o no es tan aleatoria como parece?, ¿qué importancia tiene la carga genética en la
configuración de la mente y el carácter de las personas?, ¿qué factores me predisponen a
ser más feliz?
La sociedad actual es comparativamente más rica que nunca, se dispone de todo y a solo
un click de distancia, y por lo tanto estamos normalizando la sobreabundancia, nos
creemos merecedores de todo, y que la acumulación de cosas es lo que dará acceso a la
felicidad.
Cuando en realidad la felicidad consiste en tener una vida lograda, donde intentamos
sacar el mejor partido a nuestros valores y a nuestras aptitudes.
La felicidad está íntimamente relacionada con el sentido que le damos a nuestra vida, a
nuestra existencia.
Por lo tanto, el primer paso para intentar ser felices es saber qué le pedimos a la vida.
Así también tratar de no confundir sentido con sensaciones. La sociedad tiene un vacío
espiritual que intenta llenar con sensaciones, intenta tener emociones nuevas cada vez
más intensas, buscando gratificación momentánea, lo que produce más vacío interior
llevando de manera inevitable a rupturas psicológicas o comportamientos destructivos.
La felicidad verdadera no está́ en el tener, sino en el ser. Nuestra forma de ser es la base
de la verdadera felicidad.
La felicidad tiene mucho que ver con la manera en que yo me observo, analizo y juzgo,
y con lo que yo esperaba de mí y de mi vida; es decir, la felicidad se encuentra en el
equilibrio entre mis aspiraciones personales, afectivas, profesionales y lo que he ido poco
a poco logrando.
La felicidad y el sufrimiento
La vida tiene sus altibajos, uno puede atravesar situaciones alegres, momentos de
felicidad, pero también momentos difíciles. El sufrimiento es parte de la vida, no existe
una biografía sin heridas.
Para poder ser feliz hay que aprender a superar los momentos exigentes y difíciles, o al
menos a intentarlo.
No podemos elegir gran parte de lo que nos sucederá en la vida, pero somos
absolutamente libres, todos y cada uno de nosotros, de elegir la actitud con la que
afrontarlo.
La manera en la que cada uno se sobrepone y vuelve a empezar marca nuestra
personalidad en muchos aspectos. Ese talento nace de una fortaleza interior que todos
tenemos desarrollada en mayor o menor medida: la resiliencia.
El concepto de resiliencia fue puesto en boga por el médico francés Boris Cyrulnik, quien
indica que resiliencia es la capacidad del ser humano para reponerse de un trauma y, sin
quedar marcado de por vida, ser feliz.
Antes se pensaba que los traumas sufridos en la infancia eran imborrables, pero la
resiliencia da esperanza.
Cualquier persona que pase por alguna experiencia traumática, marcada por el dolor y el
sufrimiento tiene esperanza, puede superar aquello con terapia adecuada y volverse
resiliente.
Existen métodos de curación que sanan las heridas más profundas.
Los pilares de la resiliencia según Boris Cyrulnik son tres:
• El personal. Contar con herramientas interiores desde el nacimiento; el apego seguro.
• El contexto familiar y social. El tipo de apoyo que otorgan los cuidadores, padres y
figuras de apego. Estos son clave para sobreponerse a un trauma doloroso.
• El contexto social. Es decir, contar con el apoyo social y legal en esos momentos, el apoyo
de la comunidad mitiga el trauma y fortalece a la víctima.
Como ejemplos de eventos traumáticos podemos poner la violación o la prostitución de
menores. Pero sin irnos a eventos tan desafortunados, también se encuentra la pérdida
de un hijo, la pérdida de un hermano, el abandono en la infancia, entre otros.
Todos estos sufrimientos son escuela de fortaleza.
El desarrollar fortaleza interior es lo que nos ayudará a superar los problemas. Se cultiva
aprendiendo a dominar el yo interior, los pensamientos del pasado o inquietudes del
futuro que nos atormentan y nos impiden vivir de forma equilibrada en el presente.
Como se dijo anteriormente, para ser feliz hay que saber que se le pide a la vida, para
ello hay que forjar un proyecto de vida con objetivos a largo plazo, esos objetivos son los
que, a pesar de cualquier golpe, evento desafortunado, trauma o sufrimiento, nos
marcarán el camino hacia la meta.
Veamos en 5 puntos cuál es el sentido del sufrimiento:
1.- El dolor posee un valor humano y espiritual. Puede elevarnos y hacernos mejores
personas.
2.- El sufrimiento nos ayuda a reflexionar. El dolor, nos empuja a clarificar el sentido
de nuestra vida, de nuestras convicciones más profundas.
3.- El dolor ayuda a aceptar las propias limitaciones. A aceptar que somos seres
vulnerables, a reconocer que necesitamos ayuda y el cariño o apoyo de otros; que solos
no podemos.
4.- El sufrimiento transforma el corazón. Tras una etapa difícil, con el dolor como
protagonista, uno se acerca al alma de otras personas. Es capaz de empatizar y de entender
mejor a los que le rodean.
5.- El sufrimiento puede ser la vía de entrada a la felicidad. El dolor conduce a la
verdadera madurez de la personalidad, a la entrega a los demás y a un mayor
conocimiento de uno mismo.
El antídoto al sufrimiento: el amor
Para la autora el antítodo al sufrimiento es el amor, si, el amor. Este puede ser el amor a
una persona, el amor a los demás o el amor a los ideales y a las creencias.
Sentirse querido y acompañado es una de las claves para ser feliz.
Los momentos de disfrute y placer están relacionados con nuestra interacción con otros.
Las buenas relaciones nos hacen más felices y más saludables.
De acuerdo con un estudio sobre la felicidad hecho por Harvard, y dirigido hoy en día por
Robert Waldinger, en el que se analizó a dos grupos de hombres desde el año 1938 hasta
la actualidad, hay 3 puntos importantes sobre las relaciones humanas:
• Las conexiones sociales nos benefician y la soledad mata. Las personas con más
vínculos con familia, amigos o la comunidad son más felices, más sanas y viven más
tiempo que las personas que tienen menos relaciones.
• Lo importante no es el número de vínculos sociales, sino la calidad de estos, y cuanto
más cercanos, más importante resulta que sean de calidad.
• Las buenas relaciones no solo protegen el cuerpo, sino que también protegen el
cerebro. Tener una relación de apego seguro con otra persona durante la vejez
proporciona protección, y los recuerdos de esas personas permanecen más nítidos
durante más tiempo.
Les dejo el link a una charla TED dada por Robert Waldinger en la que habla explica
un poco más sobre este estudio y los resultados.
Todo vínculo afectivo pasa por tener una buena relación con otros, y si quieres conocer
algunas claves de como tener mejores vínculos con otros recuerda que tienes el episodio
3 con el resumen del libro Como ganar amigos e influir sobre las personas.
Hay dos hormonas importantes que se segregan estando en buena compañía y disfrutando
la vida acompañados de personas a las que queremos, estas son la oxitocina y la
dopamina.
Cuando se activa la oxitocina ayuda al organismo a disminuir la sensación de ansiedad,
la amígdala del cerebro, zona encargada del miedo, se desactiva y por ende disminuye la
angustia, las obsesiones y los pensamientos negativos.
La dopamina por su parte es la hormona del placer.
Por lo tanto, busca tener relaciones más cercanas con tu familia, amigos, colegas, o intenta
generar nuevos vínculos que sean agradables, sabiendo los beneficios de las relaciones
humanas no tienes nada que perder, pero si mucho por ganar.
Pasado y Futuro
Otras dos razones más que nos impiden ser felices son: vivir enganchados en el pasado
o estar esperando siempre el futuro.
Los primeros, los que se quedaron estancados en el pasado son los que suelen ser
depresivos o resentidos, mientras que los que están anhelando el futuro suelen ser los
ansiosos.
Dos de las grandes enfermedades del siglo XXI, la depresión y la ansiedad.
Pasado
Eso de retornar una y otra vez a algo que ya sucedió, puede originar en nosotros efectos
perversos que van desde emociones o sensaciones como la melancolía, la frustración, la
culpa, la tristeza o el resentimiento hasta la propia depresión.
La culpa
La culpa consiste en sentir que uno no ha actuado correctamente o que no ha cumplido
con las expectativas que había generado, sea en los demás o las de uno mismo.
Por eso es que la culpa se puede generar dentro de uno mismo, al estar constantemente
mirando las propias limitaciones o errores, como también se puede originar en el exterior,
cuando el entorno nos recuerda o nos apunta con el dedo acusador que no hicimos o
actuamos de la forma en que ellos esperaban.
Tanto las voces interiores como las exteriores pueden resultar igual de perjudiciales para
la mente y para el cuerpo
Un ejercicio para apaciguar el sentimiento de culpa es el siguiente:
Observa ese evento de tu pasado que te atormenta como si estuvieras sentado en el tren,
viendo esa escena de tu vida pasar ante ti. Date cuenta de que ya no hay forma de influir
en ella. La culpa no ayuda, no te hace crecer. No te quita la pena, la angustia o la
desesperanza.
No es constructiva. Es solo una emoción tóxica que te impide avanzar y que hay que
procesar y destruir.
Vuelve a tu presente con esta pregunta arriesgada: ¿qué me estoy perdiendo de mi
presente por vivir enganchado en la culpa? Te sorprenderás, cosas buenas están
sucediendo en tu entorno.
La depresión
La depresión es la enfermedad de nuestro tiempo y como tal tiene unas causas, unos
síntomas, un pronóstico, un tratamiento.
La depresión es la enfermedad de la tristeza. En ella pueden converger una infinidad de
síntomas negativos: pena, abatimiento, apatía, desgana, desilusión, falta de ganas de vivir,
ideación suicida, problemas de sueño y de atención y concentración.
No todo el que está triste tiene depresión, pero todo el que tiene depresión si siente
tristeza. Ante esto lo mejor es acudir a terapia y seguir un tratamiento, pues la depresión
clínica debe ser tratada como lo que es, una enfermedad.
Futuro
Vivir angustiados por el futuro genera miedo y ansiedad.
La ansiedad, cuando se asienta, tiene un efecto terrible en el organismo. Cualquiera que
haya padecido un ataque de ansiedad o de pánico experimenta una realidad pavorosa.
Lo que caracteriza a la ansiedad es el miedo. Un miedo vago y difuso, en ocasiones sin
origen claro, que deriva en angustia y en bloqueo emocional.
Por eso la gestión de las emociones es básica para el equilibrio personal.
¿Cómo funciona el cerebro ante el miedo?
El centro del miedo se encuentra en la amígdala cerebral, esta tiene una gran capacidad
para almacenar recuerdos emotivos y reacciona dependiendo de las emociones que
surgen. Procesa la información relativa a las emociones y avisa al cerebro y al organismo
del peligro, de que algo no va bien, activando la respuesta o reacción de miedo o ansiedad.
Existen sucesos o recuerdos que poseen un nivel de carga emocional potente. Eso hace
que al revivirlos las conexiones neuronales se activen de tal forma que el organismo
entero se vea afectado produciendo síntomas como temblor, taquicardia, sudoración,
taquipnea.
Por ejemplo, si sufres un asalto a mano armada en horas de la noche al ir caminando
hacia algún lugar, es probable que cada vez que te encuentres en un escenario similar al
de aquella noche (como, por ejemplo, calle vacía, zona oscura, casi nada de tráfico), tu
amígdala cerebral asocie esa situación con el recuerdo del asalto y entonces todo tu cuerpo
se ponga alerta, presentando diferentes emociones como miedo, angustia, o con
taquicardia, presión elevada entre otras.
El miedo es una emoción clave y fundamental en nuestro equilibrio interior y en nuestra
supervivencia, pero que puede convertirse en nuestro gran enemigo.
Vivir con miedo a todo, o dejando de hacer cosas solo por miedo indica que nos estamos
dejando dominar por el miedo. Todos los grandes desafíos tienen riesgos, incertidumbre,
es así y hay que aceptarlo.
El punto es entender que no es cuestión de eliminar el miedo, sino de saber que existe y
aprender a gestionarlo de forma correcta.
Algunas claves para afrontar tus miedos y la ansiedad son:
Aprende a reconocerlos. Sé consciente. No los anules, ni ocultes.
No temas en volver al origen, descubre los principios y causas de tus inseguridades.
Intenta entender tus miedos, podrás enfrentarlos mejor y superarlos.
El miedo siempre va a existir, pero no olvides que el miedo es un gran embustero,
disfraza la realidad siempre peor de lo que es.
Confía en ti. La confianza en ti mismo, ilusionarte con conseguir tus objetivos, activa
tu creatividad, tu capacidad de resolver problemas y percibir la vida con más ilusión.
Educa tu voz interior. Que sirva para animarte y no para hundirte o influirte
negativamente.
Descansa. La falta de sueño nos hace más vulnerables a los miedos. Nos lleva a
interpretar la realidad de forma más amenazante de lo que es.
Los pensamientos y la realidad
Si queremos que nos pasen cosas buenas tenemos que ser conscientes del tipo de
pensamientos que tenemos, pues es a través de ellos que creamos nuestra realidad.
La realidad depende de cómo decidimos percibirla.
Podemos decir que la felicidad no es lo que nos pasa, sino cómo interpretamos lo que
nos pasa.
La felicidad es vivir con cierto gozo a pesar del dolor y el sufrimiento. Si negamos o
bloqueamos constantemente el sufrimiento, nuestra mente pierde la capacidad de saber
afrontarlo y superarlo.
Y al hablar de felicidad hablamos de emociones, toda emoción viene precedida de un
pensamiento.
La mente es la responsable de fabricar la emoción. El sentimiento es la reacción física a
esa emoción.
La buena noticia es que los pensamientos los podemos educar o reeducar, por ende para
llegar a ser una persona feliz, en paz y completa, necesitamos trabajar la forma en la que
pensamos.
Es complicado dejar de lado los “debería” que tenemos calados en nuestra mente desde
hace mucho tiempo, pero es posible. Para hacerlo uno debe fijarse en cuáles son sus
pensamientos limitantes o sus barreras.
Al cambiar la forma de pensar cambiamos la realidad. Entendamos entonces los factores
a través de los cuales interpretamos la realidad:
• Nuestro sistema de creencias
• Nuestro estado de ánimo
• Nuestra capacidad de atención y percepción de la realidad.
Sistema de creencias
Tu sistema de creencias está basado en tus ideas prefijadas sobre la forma de ver la vida
y el mundo que te rodea y lo que crees de ti mismo, bien sea porque has llegado tu solito
a esa conclusión o porque desde niño o incluso de adulto no han parado de repetírtelo.
Las creencias se van formando a lo largo de la vida y traducen la visión personalizada y
específica que tenemos cada uno de percibir la vida.
Hay creencias que nos limitan o que pueden ser obstáculos para lograr objetivos o para
afrontar desafíos de forma sana, pues bloquean nuestra mente con sentimientos de
inseguridad y miedo.
Por ejemplo, el creer que solamente siendo delgado/a se puede ser feliz, lo que hará es
que distorsionemos la realidad, si no tengo ese peso ideal o cuerpo específico entonces
me obsesionaré con la idea de bajar de peso, si no lo consigo entonces me llenaré de
inseguridades y frustraciones, de esta manera mi realidad jamás será positiva ni placentera
y mucho menos feliz.
Entonces, no tengas miedo a cuestionar aquello que te limite, porque quizá así mejores
tu capacidad de percibir la realidad.
El estado de ánimo
El estado de ánimo es otro factor presente en la interpretación de la realidad.
¿De qué depende el estado de ánimo?
Bueno, Existen diferentes aspectos que modulan y alteran el estado de ánimo:
1. El consumo de alcohol y drogas:
Pues uno de sus principales efectos es una alteración grave en la percepción de
sensaciones y estímulos.
2. La bioquímica o la genética:
Hay personas que son más propensas a deprimirse o hundirse debido a factores genéticos.
3. La salud física y las circunstancias externas
Si estamos atravesando un momento profesional difícil o una dolencia física fuerte, ello
influye en la manera en la que percibimos la realidad porque nuestro estado de ánimo está
más sensible y vulnerable.
4. Tipo de personalidad
Por ejemplo, personas con trastorno de personalidad límite sufren altibajos emocionales
intensos, interpretan la realidad de forma radical y perciben constantemente el entorno
como amenazante.
Otro tipo de personalidad que tiende a sufrir es la denominada PAS: Personalidad
Altamente Sensible, son aquellos que Sienten con mayor intensidad, Poseen gran
capacidad de observación por lo que Captan minuciosamente la realidad con mayor
intuición, Poseen una gran empatía, Captan con mayor intensidad matices, ruidos, olores,
temperaturas entre otras características.
Un exceso de estimulación les perturba profundamente.
5. El sueño
Cuando falla el descanso, la mente no funciona con normalidad.
La ausencia de descanso o un descanso deficiente nos convierte en seres susceptibles e
irritables que no pueden responder de forma adecuada a los estímulos exteriores.
Se dice que el ser humano, en general, necesita cuatro o cinco ciclos de sueño. Ya no se
hablan de horas sino de ciclos, la duración de cada uno de ellos es en torno a noventa
minutos.
Durante esos 90 minutos se producen 5 fases de sueño, la fase 1 y 2 son de sueño ligero,
la 3 y 4 son de sueño profundo y la 5ta es la fase en la que tenemos sueños.
La autora nos invita a probar durmiendo 4 o 5 ciclos de sueño durante una noche, es decir
dormir entre 6 o 7 horas y media, y probar que tan descansados nos sentimos, quizás
podría ser una gran diferencia.
Capacidad de atención
Cada instante nuestra mente capta varios millones de bits de información, pero
únicamente presta atención a aquello que nos interesa o que forma parte de nuestras
ilusiones o sueños.
Si el cerebro procesara todo entonces estaríamos sobrecargados de estímulos.
Por eso el SRAA (el Sistema Reticular Activador Ascendente) es el encargado de filtrar
y priorizar de entre toda esa información aquello que tiene interés para nuestros objetivos,
preocupaciones e incluso nuestra supervivencia.
Si algo nos interesa, el cerebro hace lo posible por localizarlo de entre todos los inputs
que recibe.
Por eso es que por ejemplo cuando nos ha gustado mucho un modelo de auto de repente
lo empezamos a ver en todos lados, esto es simplemente porque el cerebro ha captado que
esto es algo importante para nosotros y decide enfocarse en eso.
Entonces, usa el SRAA a tu favor, úsalo para poder cambiar tu realidad.
Para esto es importante que sepas a donde quieres llegar, que es lo que quieres de la vida,
como ya se mencionó anteriormente.
Si ansías algo con fuerza, serás capaz de visualizarlo. Dale a tu cerebro objetivos e
ilusiones claras para que este abierto a ellos si pasan a tu lado.
Si deseas algo de verdad y lo imaginas con fuerza, puedes conseguirlo, pero acompáñalo
de un plan de acción y ejecútalo. Usa tu imaginación.
El cortisol y qué cosas o actitudes lo elevan
El cortisol es una hormona secretada por las glándulas adrenales, las cuales están
ubicadas arriba de cada riñón. La producción de cortisol está bajo la dirección del cerebro
por medio de la glándula pituitaria, a través de un mecanismo de respuesta.
Ante una señal de peligro se libera tanto la adrenalina como el cortisol.
El cortisol en sí no es malo, lo que es perjudicial para el organismo es su exceso.
Las preocupaciones o la sensación de peligro prolongada pueden aumentar los niveles de
cortisol hasta un 50 por ciento por encima de lo recomendable.
Cada vez que imaginamos algo que nos agobia, se activa en el organismo el mismo
sistema de alerta, y se libera el cortisol que sería necesario para hacer frente a esa
amenaza.
El cortisol se puede activar ante el miedo a perder un trabajo, de perder alguna propiedad,
ante la posibilidad de que peligre nuestro prestigio.
Cosas o actitudes que elevan el cortisol
El miedo a perder el control
El deseo de controlarlo todo genera una gran angustia. Pensamos que el tener seguridad
sobre todos los aspectos de la vida es una fuente de felicidad.
Querer tener todo bajo control puede ser enfermizo, empujándonos simplemente a la
angustia y a la amargura.
La vida es rica por sus matices, por lo tanto, no perdamos de vista nuestra propia
pequeñez, seamos flexibles, practiquemos algo de sano abandono y disfrutemos del hoy
y el ahora.
Por buscar tener control constante de todo podemos olvidar disfrutar de las cosas buenas
que noes están sucediendo, olvidándonos del momento presente y obsesionándonos con
el futuro.
Si eso te ocurre a ti puedes aplicar el siguiente ejercicio de respiración para relajarte y
anclarte al momento presente.
Busca un lugar cómodo y que no sea ruidoso, siéntate o acuéstate, coloca una mano sobre
tu pecho y otra sobre el vientre y empieza a respirar, fíjate en cuál se eleva durante la
inspiración. Si se eleva la zona del vientre, lo está́ s realizando correctamente.
Esta es la respiración diafragmática.
Puedes respirar lentamente por unos segundos y luego expulsar el aire por la boca.
Puedes usar el método 3-3-6 o el 4-7-8, dependiendo del número de segundos que el aire
está en juego. En el caso de 4-7-8 sería de esta manera:
La inspiración dura 4 segundos, la pausa, aguantando la respiración, 7 segundos, y la
espiración se produce en 8 segundos.
Perfeccionismo
El perfeccionista es el eterno insatisfecho, está permanentemente sufriendo porque nunca
nada está a la altura de sus expectativas.
Este tipo de personas son excelentes detectando los defectos.
Un aspecto propio del perfeccionista es la rigidez a la hora de cambiar de un pensamiento
a otro: piensan en una cosa y ya no son capaces de salir de ahí, y eso va generando
pensamientos en espiral de difícil salida.
Cronopatía, la obsesión por aprovechar el tiempo
Nos encontramos en un momento de la historia donde la máxima aspiración del ser
humano es la productividad y la eficiencia.
Se valora todo aquello que nos ayude a aprovechar más el tiempo, sin entender que la
consecuencia de esta obsesión es la aparición de estrés.
Vivimos convencidos de que la prisa y la aceleración producen mayores y mejores
resultados en la vida.
Pareciera que el descanso está mal visto, que decir que uno está desocupado o
simplemente haciendo nada no queda bien.
Hay que aprender a parar, a frenar, para poder observar y disfrutar. Si se está todo el
tiempo corriendo se pierde uno de ver la belleza de la vida.
La soledad, el descanso, el silencio, el ir con pausa, son claves para vivir mejor.
La era digital
Es cierto que la tecnología hoy en día es fundamental y que ha facilitado un sinfín de
actividades, pero también nos ha hecho creer en la habilidad de la multitarea.
La neurociencia lo denomina “alternancia continuada de la atención”. Esto significa que
el cerebro dedica unos minutos o segundos a realizar una tarea, luego a otra y después a
otra. El cerebro no puede efectuar dos acciones al mismo tiempo si involucran la misma
área cerebral.
Al final se termina consumiendo más tiempo y generando menos eficacia en el
procesamiento de las tareas.
Estamos en la era del exceso de información y de la superabundancia de estimulación.
Esa hiperestimulación está profundamente ligada a un consumo desmedido tanto de
información como de bienes materiales e incluso ficticios. Todo se logra fácilmente a
base de un click.
Esta hiperestimulación tiene graves consecuencias; los niños y jóvenes, acostumbrados
a este bombardeo, precisan estímulos cada vez más fuertes e intensos para motivarse. Esto
merma su curiosidad, asombro y ganas de querer aprender algo que vaya más allá del
mundo digital.
Y esto no va a parar pues existen empresas y programadores enfocados en conseguir que
los individuos dediquen el mayor número de horas a su dispositivo.
Una exposición excesiva a la pantalla inhibe el correcto funcionamiento con un claro
déficit en la atención y en la concentración.
Ayudemos a nuestros niños y jóvenes, controlando el tiempo que pasan frente a estos
dispositivos, y nosotros los adultos hagamos conciencia también de que hay una vida
fuera de las pantallas, no ocurre nada si nos desconectamos 2, 3, o 4 días de la
sobrestimulación, noticias y demás, empecemos a disfrutar más así sea de una caminata
o de ir a un parque.
Cómo bajar el cortisol
El ejercicio
Una de las formas más efectivas para combatir el estrés, la ansiedad y la depresión es
practicar ejercicio con regularidad. De esta manera fomentas la producción de serotonina
y dopamina, hormonas que reducen la ansiedad y ayudan a combatir la depresión.
Manejar a las personas tóxicas
Aprende a gestionar tus personas tóxicas. Por principio las personas tóxicas no aportan
nada positivo.
Seis claves para gestionar a esa persona tóxica
Sé discreto con esas personas, procura no darle información sobre tu vida.
Ignora la opinión de la gente tóxica. Así serás libre frente a sus palabras y
comportamientos.
Intenta olvidarte de esa persona tóxica. Aléjate de ellas.
Si no puedes alejarte porque forman parte de tu vida, aprende a convivir con ellas.
Intenta analizar aquello que te causa inquietud en tu relación con esa persona. Intenta
comprender a esa persona tóxica: ¿qué le sucede?, ¿por qué́ me trata así?.
Comprender es aliviar. Al comprender la situación por la que pasan otras personas, su
biografía, sus traumas o problemas, nos podemos compadecer de ellas y así dejamos de
sufrir.
Perdonar. Muchas veces el perdón es el mejor bálsamo que existe.
Tener cerca a personas vitamina. Estas personas son capaces de alegrar el corazón en
segundos. Tenemos que frecuentar su compañía todo lo que podamos.
Ideas para no preocuparse tanto
Cuando te llenes de pensamientos negativos:
Detente un segundo y pregúntate: ¿puede ser que mi mente me esté engañando,
agrandando o distorsionando este tema? A veces los pensamientos falsean la realidad.
Observa el impacto que cada pensamiento negativo genera en tu cuerpo.
(taquicardias, sudoración, dolor de cabeza).
No presupongas lo que piensan los demás.
Háblate en positivo.
Agárrate al presente, a tu capacidad de actuar hoy y ahora.
Ten visión de futuro.
Decide si esta es una batalla en la que compensa que te desgastes en este momento.
Busca lo positivo de cada situación.
Practica Meditación/Mindfulness
El Mindfulness significa atención plena en el momento presente. Es el arte de observar
intencionada y atentamente nuestra conciencia.
El mindfulness se centra en ocuparse con exclusividad del aquí y del ahora.
Invertir un poco de tiempo en meditar con atención plena sobre lo que están
experimentando nuestros sentidos en el momento presente nos hace ganar tiempo,
aumenta la eficacia en todo aquello que emprendemos, mejora la atención y
concentración, la capacidad para aprender cosas nuevas y la creatividad.
Practicar mindfulness supone ejercitar el cerebro, del mismo modo que al practicar un
deporte se ejercitan los músculos.