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Psicología de la Emoción

Psicología y su proceso emocional

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1.

INTRODUCCIÓN "Casi todo el mundo piensa que sabe qué es una emoción hasta que intenta
definirla. En ese momento prácticamente nadie afirma poder entenderla" (Wenger, Jones y
Jones, 1962, pg. 3). La psicología de la emoción es una de las áreas de la psicología en la que
existe un mayor número de modelos teóricos, pero quizás también un conocimiento menos
preciso. Posiblemente sea debido a que se trata, por las propias características del objeto de
estudio, de un campo difícil de investigar, en el que los estudios sistemáticos son recientes y
quizá hasta hace unas décadas mucho más escasos que en cualquier otro proceso psicológico,
al tiempo que la metodología utilizada es, si cabe, mucho más variada y diversa. En la
exposición de los aspectos conceptuales de la motivación vamos a seguir la misma lógica que
en lo que se refiere a la motivación, esto es, centrarnos en las variables principales que están
incidiendo sobre la emoción y relacionar en ese contexto las aportaciones teóricas y
experimentales de diferentes autores. Habitualmente se entiende por emoción una
experiencia multidimensional con al menos tres sistemas de respuesta: cognitivo/subjetivo;
conductual/expresivo y fisiológico/adaptativo. Este planteamiento coincide con el modelo
tridimensional de la ansiedad propuesto por Lang (1968). Para entender la emoción es
conveniente atender a estas tres dimensiones por las que se manifiesta, teniendo en cuenta
que, al igual que en el caso de la ansiedad, suele aparecer desincronía entre los tres sistemas
de respuesta. Además, cada una de estas dimensiones puede adquirir especial relevancia en
una emoción en concreto, en una persona en particular, o ante una situación determinada. En
muchas ocasiones, las diferencias entre los distintos modelos teóricos de la emoción se deben
únicamente al papel que otorgan a cada una de las dimensiones que hemos mencionado.
Cualquier proceso psicológico conlleva una experiencia emocional de mayor o menor
intensidad y de diferente cualidad. Podemos convenir que la reacción emocional (de diversa
cualidad y magnitud) es algo omnipresente a todo proceso psicológico. Desde el advenimiento
de la psicología científica ha habido sucesivos intentos por analizar la emoción en sus
componentes principales que permitieran tanto su clasificación, como la distinción entre las
mismas. Quizá la más conocida sea la de teoría tridimensional del sentimiento de Wundt
(1896), que defiende que éstos se pueden analizar en función de tres dimensiones: agrado-
desagrado; tensión-relajación y excitación-calma. Cada una de las emociones puede
entenderse como una combinación específica de las dimensiones que hemos mencionado. A
partir del planteamiento de Wundt se han propuesto diferentes dimensiones que
caracterizarían las emociones (Schlosberg, 1954; Engen, Levy y Schlosberg, 1958). No obstante,
las únicas que son aceptadas por prácticamente todos los autores y que además son
ortogonales son la dimensión agrado-desagrado y la intensidad de la reacción emocional
(Zajonc, 1980), si bien atendiendo únicamente a éstas no puede establecerse una clasificación
exahustiva y excluyente de todas las reacciones afectivas, puesto que Mariano Chóliz Montañés
---------------------------------------------------------------------------------------------------------- 4 4 emociones
como la ira o el odio pueden ser desagradables e intensas y no se trata del mismo tipo de
emoción. Es difícil, entonces, lograr una clasificación exahustiva de todas las emociones
posibles en base a dimensiones independientes. No obstante, la dimensión agradodesagrado
sería exclusiva y característica de las emociones, de forma que todas reacciones afectivas se
comprometerían en dicha dimensión en alguna medida. Esta dimensión alguedónica de placer-
displacer sería la característica definitoria de la emoción respecto a cualquier otro proceso
psicológico. De forma similar, Oatley (1992) señala que lo realmente definitorio y diferenciador
de las emociones es la disposición para la acción y la "cualidad fenomenológica". Así, una
emoción podría definirse como una experiencia afectiva en cierta medida agradable o
desagradable, que supone una cualidad fenomenológica característica y que compromete tres
sistemas de respuesta: cognitivo-subjetivo, conductual-expresivo y fisiológico-adaptativo. 2.
FUNCIONES DE LAS EMOCIONES Todas las emociones tienen alguna función que les confiere
utilidad y permite que el sujeto ejecute con eficacia las reacciones conductuales apropiadas y
ello con independencia de la cualidad hedónica que generen. Incluso las emociones más
desagradables tienen funciones importantes en la adaptación social y el ajuste personal. Según
Reeve (1994), la emoción tiene tres funciones principales: a. Funciones adaptativas b.
Funciones sociales c. Funciones motivacionales 2.1. Funciones adaptativas. Quizá una de las
funciones más importantes de la emoción sea la de preparar al organismo para que ejecute
eficazmente la conducta exigida por las condiciones ambientales, movilizando la energía
necesaria para ello, así como dirigiendo la conducta (acercando o alejando) hacia un objetivo
determinado. Plutchik (1980) destaca ocho funciones principales de las emociones y aboga por
establecer un lenguaje funcional que identifique cada una de dichas reacciones con la función
adaptativa que le corresponde. De esta manera será más fácil operativizar este proceso y poder
aplicar convenientemente el método experimental para la investigación en la emoción. La
correspondencia entre la emoción y su función se refleja en el siguiente cuadro: Psicología de
la Emoción: el proceso emocional ---------------------------------------------------------------------------------
------------------------- 5 5 Tabla 1: Funciones de las emociones (tomado de Plutchik, 1980)
Lenguaje subjetivo Lenguaje funcional Miedo Protección Ira Destrucción Alegría Reproducción
Tristeza Reintegración Confianza Afiliación Asco Rechazo Anticipación Exploración Sorpresa
Exploración La relevancia de las emociones como mecanismo adaptativo ya fue puesta de
manifiesto por Darwin (1872/1984), quien argumentó que la emoción sirve para facilitar la
conducta apropiada, lo cual le confiere un papel de extraordinaria relevancia en la adaptación.
No obstante, las emociones son uno de los procesos menos sometidos al principio de selección
natural (Chóliz y Tejero, 1995), estando gobernados por tres principios exclusivos de las
mismas. Los principios fundamentales que rigen la evolución en las emociones son el de
hábitos útiles asociados, antítesis y acción directa del sistema nervioso. Los autores más
relevantes de orientación neo-darwinista son Plutchik (1970), Tomkins (1984), Izard (1984) y
Ekman (1984). Como veremos más adelante, los investigadores que se centran en el análisis de
las funciones adaptativas de las emociones ponen especial interés en el estudio de la expresión
de las emociones, análisis diferencial de las emociones básicas, estudios transculturales de las
mismas y funciones específicas que representan. 2.2. Funciones sociales. Puesto que una de las
funciones principales de las emociones es facilitar la aparición de las conductas apropiadas, la
expresión de las emociones permite a los demás predecir el comportamiento asociado con las
mismas, lo cual tiene un indudable valor en los procesos de relación interpersonal. Izard (1989)
destaca varias funciones sociales de las emociones, como son las de facilitar la interacción
social, controlar la conducta de los demás, permitir la comunicación de los estados afectivos, o
promover la conducta prosocial. Emociones como la felicidad favorecen los vínculos sociales y
relaciones interpersonales, mientras que la ira pueden generar repuestas de evitación o de
confrontación. De cualquier manera, la expresión de las emociones puede considerarse como
una serie de estímulos discriminativos que facilitan la realización de las conductas apropiadas
por parte de los demás. La propia represión de las emociones también tiene una evidente
función social. En un principio se trata de un proceso claramente adaptativo, por cuanto que es
socialmente Mariano Chóliz Montañés --------------------------------------------------------------------------
-------------------------------- 6 6 necesaria la inhibición de ciertas reacciones emocionales que
podrían alterar las relaciones sociales y afectar incluso a la propia estructura y funcionamiento
de grupos y cualquier otro sistema de organización social. No obstante, en algunos casos, la
expresión de las emociones puede inducir el los demás altruismo y conducta prosocial,
mientras que la inhibición de otras puede producir malos entendidos y reacciones indeseables
que no se hubieran producido en el caso de que los demás hubieran conocido el estado
emocional en el que se encontraba (Pennebaker, 1993). Por último, si bien en muchos casos la
revelación de las experiencias emocionales es saludable y beneficiosa, tanto porque reduce el
trabajo fisiológico que supone la inhibición (Pennebaker, Colder y Sharp, 1990) como por el
hecho de que favorece la creación de una red de apoyo social ante la persona afectada (House,
Landis y Umberson, 1988), los efectos sobre los demás pueden llegar a ser perjudiciales, hecho
éste que está constatado por la evidencia de que aquéllos que proveen apoyo social al afligido
sufren con mayor frecuencia trastornos físicos y mentales (Coyne, Kessler, Tal, Turnbull,
Wortman y Greden, 1987). 2.3. Funciones motivacionales La relación entre emoción y
motivación es íntima, ya que se trata de una experiencia presente en cualquier tipo de
actividad que posee las dos principales características de la conducta motivada, dirección e
intensidad. La emoción energiza la conducta motivada. Una conducta "cargada"
emocionalmente se realiza de forma más vigorosa. Como hemos comentado, la emoción tiene
la función adaptativa de facilitar la ejecución eficaz de la conducta necesaria en cada exigencia.
Así, la cólera facilita las reacciones defensivas, la alegría la atracción interpersonal, la sorpresa
la atención ante estímulos novedosos, etc. Por otro, dirige la conducta, en el sentido que
facilita el acercamiento o la evitación del objetivo de la conducta motivada en función de las
características alguedónicas de la emoción. La función motivacional de la emoción sería
congruente con lo que hemos comentado anteriormente, de la existencia de las dos
dimensiones principales de la emoción: dimensión de agrado-desagrado e intensidad de la
reacción afectiva. La relación entre motivación y emoción no se limitan al hecho de que en
toda conducta motivada se producen reacciones emocionales, sino que una emoción puede
determinar la aparición de la propia conducta motivada, dirigirla hacia determinado objetivo y
hacer que se ejecute con intensidad. Podemos decir que toda conducta motivada produce una
reacción emocional y a su vez la emoción facilita la aparición de unas conductas motivadas y no
otras. Psicología de la Emoción: el proceso emocional ------------------------------------------------------
---------------------------------------------------- 7 7 3. EMOCIONES BÁSICAS Una de las cuestiones
teóricas actuales más relevantes, al mismo tiempo que más controvertidas, en el estudio de la
emoción es la existencia, o no, de emociones básicas, universales, de las que se derivarían el
resto de reacciones afectivas. La asunción de la existencia de tales emociones básicas deriva
directamente de los planteamientos de Darwin y significaría que se trata de reacciones
afectivas innatas, distintas entre ellas, presentes en todos los seres humanos y que se expresan
de forma característica (Tomkins, 1962, 1963; Ekman, 1984; Izard, 1977). La diferencia entre las
mismas no podría establecerse en términos de gradación en una determinada dimensión, sino
que serían cualitativamente diferentes. Según Izard (1991), los requisitos que debe cumplir
cualquier emoción para ser considerada como básica son los siguientes: -Tener un sustrato
neural específico y distintivo. -Tener una expresión o configuración facial específica y distintiva.
-Poseer sentimientos específicos y distintivos. -Derivar de procesos biológicos evolutivos. -
Manifestar propiedades motivacionales y organizativas de funciones adaptativas. Según este
mismo autor, las emociones que cumplirían estos requisitos son: placer, interés, sorpresa,
tristeza, ira, asco, miedo y desprecio. Considera como una misma emoción culpa y vergüenza,
dado que no pueden distinguirse entre sí por su expresión facial. Por su parte, Ekman, otro de
los autores relevantes en el estudio de la emoción, considera que son seis las emociones
básicas (ira, alegría, asco, tristeza, sorpresa y miedo), a las que añadiría posteriormente el
desprecio (Ekman, 1973; 1989, 1993; Ekman, O'Sullivan y Matsumoto, 1991a y b). En general,
quienes defienden la existencia de emociones básicas asumen que se trata de procesos
directamente relacionados con la adaptación y la evolución, que tienen un sustrato neural
innato, universal y un estado afectivo asociado único. Para Izard (1977), así como para Plutchik
(1980), las emociones son fenómenos neuropsicológicos específicos fruto de la selección
natural, que organizan y motivan comportamientos fisiológicos y cognitivos que facilitan la
adaptación. Como hemos comentado, la cuestión de la existencia de emociones básicas es un
tema controvertido, sobre el que no existe todavía el suficiente consenso entre los
investigadores. Ortony y Turner (1990) señalan que no existen tales emociones básicas a partir
de las cuales puedan construirse todas las demás, ya que cada autor propone un número y
unas emociones determinadas que no suelen coincidir con las que proponen otros
investigadores. Si realmente existieran emociones basicas claramente distintivas no debería
existir tal desconcierto. Para Ortony y Turner (1990) existen dos corrientes principales que
abordan las emociones básicas. Una biológica, que defiende que las emociones básicas han
permitido la adaptación al medio, se encuentran en diferentes culturas y debe haber un
sustrato neurofisiológico común entre las emociones básicas de los mamíferos, e incluso de los
vertebrados. La otra corriente, psicológica, defiende que todas las emociones se pueden
explicar en función de emociones irreducibles. Ambas concepciones están muy relacionadas y
su distinción es fundamentalmente didáctica. Mariano Chóliz Montañés ------------------------------
---------------------------------------------------------------------------- 8 8 Ekman (1992) sale al paso de las
críticas de Ortony y Turner para defender la existencia de emociones básicas a nivel fisiológico
corroborado por la existencia de una serie de universales en la expresión emocional
demostrados transculturalmente, así como por un patrón fisiológico que caracterizaría a cada
una de ellas. Las diferentes manifestaciones de actividad del sistema nervioso autónomo
estarían a la base de las conductas motoras apropiadas para las distintas emociones, tales
como miedo, ira o aversión. Tales emociones estarían directamente relacionadas con la
adaptación del organismo, y por lo tanto es consecuente que tengan un patrón de actividad
autonómica específica, no así otras emociones tales como felicidad o desprecio. No obstante,
los resultados en este particular no son concluyentes, y la existencia de patrones fisiológicos de
respuesta característicos de cada reacción afectiva es más un ideal que una realidad. El
argumento que se ha esgrimido con mayor vehemencia para demostrar la existencia de
emociones básicas es el hecho de que tanto la expresión como el reconocimiento sea un
proceso innato y universal. Este argumento darwinista fue expuesto inicialmente por Tomkins
(1962) y ha sido desarrollado especialmente por Ekman e Izard (Ekman, 1994; Izard, 1994). No
obstante, tampoco sobre esta cuestión existe consenso, más bien al contrario aparecen
estudios experimentales que no corroboran la hipótesis de la universalidad en la expresión y
reconocimiento de la expresión facial de las emociones y que ponen de manifiesto que se trata
de una conclusión producto de importantes sesgos metodológicos (Russell, 1994; Chóliz,
1995c). Psicología de la Emoción: el proceso emocional ----------------------------------------------------
------------------------------------------------------ 9 9 4. ANÁLISIS DIMENSIONAL DE LAS EMOCIONES Si
bien algunas de las principales discusiones teóricas actuales giran en torno a si existen
emociones básicas y si el reconocimiento de las mismas es universal (y esto es un hecho
controvertido, tal y como hemos puesto de manifiesto), lo cierto es que existen ciertos
patrones de reacción afectiva distintivos, generalizados y que suelen mostrar una serie de
características comunes en todos los seres humanos. Se trata de las emociones de alegría,
tristeza, ira, sorpresa, miedo y asco. Podemos defender incluso que se caracterizan por una
serie de reacciones fisiológicas o motoras propias, así como por la facilitación de determinadas
conductas que pueden llegar a ser adaptativas. En este apartado vamos a repasar algunas de
las características principales de dichas emociones, que son sobre las que existe un mayor
consenso a la hora de considerarlas como distintivas. Mariano Chóliz Montañés --------------------
-------------------------------------------------------------------------------------- 10 10 Felicidad
Características La felicidad favorece la recepción e interpretación positiva de los diversos
estímulos ambientales. No es fugaz, como el placer, sino que pretende una estabilidad
emocional duradera (Delgado, 1992). Instigadores -Logro, consecución exitosa de los objetivos
que se pretenden. -Congruencia entre lo que se desea y lo que se posee, entre las expectativas
y las condiciones actuales y en la comparación con los demás (Michalos, 1986) Actividad
fisiológica -Aumento en actividad en el hipotálamo, septum y núcleo amigdalino (Delgado,
1992) -Aumento en frecuencia cardiaca, si bien la reactividad cardiovascular es menor que en
otras emociones, como ira y miedo (Cacioppo y cols., 1993). -Incremento en frecuencia
respiratoria (Averill, 1969) Procesos cognitivos implicados -Facilita la empatía, lo que favorecerá
la aparición de conductas altruistas (Isen, Daubman y Norwicki, 1987) -Favorece el rendimiento
cognitivo, solución de problemas y creatividad (Isen y Daubman, 1984), así como el aprendizaje
y la memoria (Nasby y Yando, 1982). -Dicha relación, no obstante, es paradójica, ya que
estados muy intensos de alegría pueden enlentecer la ejecución e incluso pasar por alto algún
elemento importante en solución de problemas y puede interferir con el pensamiento creativo
(Izard, 1991). Función -Incremento en la capacidad para disfrutar de diferentes aspectos de la
vida. -Genera actitudes positivas hacia uno mismo y los demás, favorece el altruismo y empatía
(Isen, Daubman y Norwicki, 1987). -Establecer nexos y favorecer las relaciones interpersonales
(Izard, 1991) -Sensaciones de vigorosidad, competencia, trascendencia y libertad
(Meadows,1975) -Favorece procesos cognitivos y de aprendizaje, curiosidad y flexibilidad
mental (Langsdorf, Izard, Rayias y Hembree, 1983). Psicología de la Emoción: el proceso
emocional ---------------------------------------------------------------------------------------------------------- 11
11 Experiencia subjetiva -Estado placentero, deseable, sensación de bienestar. -Sensación de
autoestima y autoconfianza (Averill y More, 1993). Mariano Chóliz Montañés -----------------------
----------------------------------------------------------------------------------- 12 12 Ira Características. La ira
es el componente emocional del complejo AHI (AgresividadHostilidad-Ira). La hostilidad hace
referencia al componente cognitivo y la agresividad al conductual. Dicho síndrome está
relacionado con trastornos psicofisiológicos, especialmente las alteraciones cardiovasculares
(Fdez-Abascal y Martín, 1994a,b). Instigadores -Estimulación aversiva, tanto física o sensorial,
como cognitiva (Berkowitz, 1990) -Condiciones que generan frustración (Miller, 1941),
interrupción de una conducta motivada, situaciones injustas (Izard, 1991), o atentados contra
valores morales (Berkowitz, 1990). -Extinción de la operante, especialmente en programas de
reforzamiento continuo (Skinner, 1953 -Inmovilidad (Watson, 1925), restricción física o
psicológica (Campos y Stenberg, 1981) Actividad fisiológica -Elevada actividad neuronal y
muscular (Tomkins, 1963). -Reactividad cardiovascular intensa (elevación en los índices de
frecuencia cardiaca, presión sistólica y diastólica) (Cacioppo y cols., 1993). Procesos cognitivos
implicados -Focalización de la atención en los obstáculos externos que impiden la consecución
del objetivo o son responsables de la frustración (Stein y Jewett, 1986). -Obnubilación,
incapacidad o dificultad para la ejecución eficaz de procesos cognitivos. Función -Movilización
de energía para las reacciones de autodefensa o de ataque (Averill, 1982). -Eliminación de los
obstáculos que impiden la consecución de los objetivos deseados y generan frustración. Si bien
la ira no siempre concluye en agresión (Lemerise y Dodge, 1993), al menos sirve para inhibir las
reacciones indeseables de otros sujetos e incluso evitar una situación de confrontación.
Psicología de la Emoción: el proceso emocional ---------------------------------------------------------------
------------------------------------------- 13 13 Experiencia subjetiva -Sensación de energía e
impulsividad, necesidad de actuar de forma intensa e inmediata (física o verbalmente) para
solucionar de forma activa la situación problemática. -Se experimenta como una experiencia
aversiva, desagradable e intensa. Relacionada con impaciencia. Mariano Chóliz Montañés -------
--------------------------------------------------------------------------------------------------- 14 14 Miedo
Características. El miedo y la ansiedad quizá sean las emociones que han generado mayor
cantidad de investigación y sobre las que se han desarrollado un arsenal de técnicas de
intervención desde cualquier orientación teórica en psicología. El componente patológico son
los trastornos por ansiedad están relacionados con una reacción de miedo desmedida e
inapropiada. Es una de las reacciones que produce mayor cantidad de trastornos mentales,
conductuales, emocionales y psicosomáticos. La distinción entre ansiedad y miedo podría
concretarse en que la reacción de miedo se produce ante un peligro real y la reacción es
proporcionada a éste, mientras que la ansiedad es desporporcionadamente intensa con la
supuesta peligrosidad del estímulo (Bermúdez y Luna, 1980; Miguel-Tobal, 1995). Instigadores -
Situaciones potencialmente peligrosas o EC's que producen RC de miedo. Los estímulos
condicionados a una reacción de miedo pueden ser de lo más variado y, por supuesto, carecer
objetivamente de peligro. -Situaciones novedosas y misteriosas, especialmente en niños
(Schwartz, Izard y Ansul, 1985). -Abismo visual (Gibson y Walk, 1960) en niños, así como altura
y profundidad (Campos, Hiatt, Ramsay, Henderson y Svejda, 1978) -Procesos de valoración
secundaria que interpretan una situación como peligrosa (Lazarus, 1977, 1991a). -Dolor y
anticipación del dolor (Fernández y Turk, 1992) -Pérdida de sustento (Watson, 1920) y, en
general, cambio repentino de estimulación. Actividad fisiológica -Aceleración de la frecuencia
cardiada, incremento de la conductancia y de las fluctuaciones de la misma (Cacioppo y cols.,
1993). Procesos cognitivos implicados -Valoración primaria: amenaza. Valoración secundaria:
ausencia de estrategias de afrontamiento apropiadas (Lazarus, 1993). -Reducción de la eficacia
de los procesos cognitivos, obnubilación. Focalización de la percepción casi con exclusividad en
el estímulo temido. Psicología de la Emoción: el proceso emocional ------------------------------------
---------------------------------------------------------------------- 15 15 Función -Facilitación de respuestas
de escape o evitación de la situación peligrosa. El miedo es la reacción emocional más
relevante en los procedimientos de reforzamiento negativo (Pierce y Epling, 1995). -Al prestar
una atención casi exclusiva al estímulo temido, facilita que el organismo reaccione rápidamente
ante el mismo. -Moviliza gran cantidad de energía. El organismo puede ejecutar respuestas de
manera mucho más intensa que en condiciones normales. Si la reacción es excesiva, la eficacia
disminuye, según la relación entre activación y rendimiento (Yerkes y Dodson, 1908).
Experiencia subjetiva -Se trata de una de las emociones más intensas y desagradables. Genera
aprensión, desasosiego y malestar. -Preocupación, recelo por la propia seguridad o por la salud.
-Sensación de pérdida de control. Mariano Chóliz Montañés ----------------------------------------------
------------------------------------------------------------ 16 16 Tristeza Características -Aunque se
considera tradicionalmente como una de las emociones displacenteras, no siempre es negativa
(Stearns, 1993). Existe gran variabilidad cultural e incluso algunas culturas no poseen palabras
para definirla. Instigadores -Separación física o psicológica, pérdida o fracaso (Camras y Allison,
1989) -Decepción, especialmente si se han desvanecido esperanzas puestas en algo. -
Situaciones de indefensión, ausencia de predicción y control. Según Seligman (1975) la tristeza
aparece después de una experiencia en la que se genera miedo debido a que la tristeza es el
proceso oponente del pánico y actividad frenética. -Ausencia de actividades reforzadas y
conductas adaptativas (Lewinsohn, 1974) -Dolor crónico (Sternbach, 1978, 1982) Actividad
fisiológica -Actividad neurológica elevada y sostenida (Reeve, 1994). -Ligero aumento en
frecuencia cardiaca, presión sanguínea y resistencia eléctrica de la piel (Sinha, Lovallo y
Parsons, 1992). Procesos cognitivos implicados -Valoración de pérdida o daño que no puede ser
reparado (Stein y Levine, 1990). -Focalización de la atención en las consecuencias a nivel
interno de la situación (Stein y Jewett, 1986). -La tristeza puede inducir a un proceso cognitivo
característico de depresión (tríada cognitiva, esquemas depresivos y errores en el
procesamiento de la información), que son, según Beck, los factores principales en el
desarrollo de dicho trastorno emocional (Beck, 1983) Psicología de la Emoción: el proceso
emocional ---------------------------------------------------------------------------------------------------------- 17
17 Función -Cohesión con otras personas, especialmente con aquéllos que se encuentran en la
misma situación (Averill, 1979). -Disminución en el ritmo de actividad. Valoración de otros
aspectos de la vida que antes de la pérdida no se les prestaba atención (Izard, 1991). -
Comunicación a los demás que no se encuentra bien y ello puede generar ayuda de otras
personas (Tomkins, 1963), así como apaciguamiento de reacciones de agresión por parte de los
demás (Savitsky y Sim, 1974), empatía, o comportamientos altruistas (Huebner e Izard, 1988).
Experiencia subjetiva -Desánimo, melancolía, desaliento. -Pérdida de energía Mariano Chóliz
Montañés ---------------------------------------------------------------------------------------------------------- 18
18 Sorpresa Características -Se trata de una reacción emocional neutra, que se produce de
forma inmediata ante una situación novedosa o extraña y que se desvanece rápidamente,
dejando paso a las emociones congruentes con dicha estimulación (Reeve, 1994). Instigadores -
Estímulos novedosos débiles o moderadamente intensos, acontecimientos inesperados. -
Aumento brusco de estimulación. -Interrupción de la actividad que se está realizando en ese
momento. Actividad fisiológica -Patrón fisiológico característico del reflejo de orientación:
disminución de la frecuencia cardiaca, -Incremento momentáneo de la actividad neuronal.
Procesos cognitivos implicados -Atención y memoria de trabajo dedicadas a procesar la
información novedosa. -Incremento en general de la actividad cognitiva. Función -Facilitar la
aparición de la reacción emocional y conductual apropiada ante situaciones novedosas.
Eliminar la actividad residual en sistema nervioso central que pueda interferir con la reacción
apropiada ante las nuevas exigencias de la situación (Izard, 1991). -Facilitar procesos
atencionales, conductas de exploración e interés por la situación novedosa (Berlyne, 1960). -
Dirigir los procesos cognitivos a la situación que se ha presentado (Reeve, 1994). Experiencia
subjetiva -Estado transitorio. Aparece rápidamente y de duración momentánea hasta para dar
paso a una reacción emocional posterior. -Mente en blanco momentáneamente. -Reacción
afectiva indefinida, aunque agradable. Las situaciones que provocan sorpresa se recuerdan no
tan agradables como la felicidad, pero más que emociones como ira, tristeza, asco o miedo
(Izard, 1991). -Sensación de incertidumbre por lo que va a acontecer. Psicología de la Emoción:
el proceso emocional -------------------------------------------------------------------------------------------------
--------- 19 19 Asco Características El asco es una de las reacciones emocionales en las que las
sensaciones fisiológicas son más patentes. La mayoría de las reacciones de asco se generan por
condicionamiento interoceptivo. Está relacionado con trastornos del comportamiento, tales
como la anorexia y bulimia, pero puede ser el componente terapéutico principal de los
tratamientos basados en condicionamiento aversivo, tales como la técnica de fumar rápido
(Becoña, 1985). Instigadores -Estímulos desagradables (químicos fundamentalmente)
potencialmente peligrosos o molestos. -EC´s condicionados aversivamente. Los EI's suelen ser
olfativos o gustativos. Actividad fisiológica -Aumento en reactividad gastrointestinal -Tensión
muscular Función -Generación de respuestas de escape o evitación de situaciones
desagradables o potencialmente dañinas para la salud. Los estímulos suelen estar relacionados
con la ingesta de forma que la cualidad fundamental es olfativa u olorosa (Darwin, 1872/1984),
si bien los EC's pueden asociarse a cualquier otra modalidad perceptiva (escenas visuales,
sonidos, etc.) -A pesar de que algunos autores restringen la emoción de asco a estímulos
relacionados con alimentos en mal estado o potencialmente peligrosos para la salud (Rozin y
Fallon, 1987), lo cierto es que esta reacción emocional también se produce ante cualquier otro
tipo de estimulación que no tenga por qué estar relacionada con problemas gastrointestinales.
Incluso puede producirse reacción de asco ante alimentos nutritivos y en buen estado. -
Potenciar hábitos saludables, higiénicos y adaptativos (Reeve, 1994). Experiencia subjetiva -
Necesidad de evitación o alejamiento del estímulo. Si el estímulo es oloroso o gustativo
aparecen sensaciones gastrointestinales desagradables, tales como náusea. Mariano Chóliz
Montañés ---------------------------------------------------------------------------------------------------------- 20
20 5. DINÁMICA DE LA REACCIÓN AFECTIVA La reacción afectiva no es estática, sino que
manifiesta un curso temporal característico, en función de si el estímulo que la elicita está
presente, o ausente, así como del tiempo en que dicho estímulo haya estado incidiendo. La
dinámica de dicha reacción afectiva puede explicarse según dos modelos complementarios: la
teoría motivacional del proceso oponente (Solomon y Corbit, 1974; Solomon, 1977) y la teoría
de la transferencia de la excitación (Zillmann, 1978, 1983). La teoría de la motivación del
proceso oponente asume que en la respuesta del organismo ante un instigador existen dos
procesos afectivos: proceso-a y proceso-b. El proceso-a es la respuesta primaria, natural, de
reacción ante dicho instigador (RI en el caso de un EI). Tiene las siguientes características: a)
Tiempo de reacción corto. b) Establece su amplitud máxima rápidamente. c) Una vez que el
instigador ha desaparecido, decae rápidamente. Cada proceso-a es seguido por un proceso-b,
oponente. Los procesos-b tienen cualidad afectiva opuesta a la del proceso-a y son: a) De
latencia o tiempo de reacción largo. b) Lentos para establecer su amplitud máxima. c) Lentos
para decaer una vez que el instigador y su reacción primaria (procesoa) han cesado. La
emoción experienciada consiste en la suma del proceso-a y del b y varía en función de la
presencia o ausencia del instigador de la reacción emocional y de la evolución de los procesos
a y b Con las presentaciones repetidas del instigador de la reacción emocional los procesos-a se
debilitan, mientras que los procesos-b se fortalecen y duran más tiempo. Los procesos-b se
fortalecen con el uso y se debilitan con el desuso. La dinámica de la reacción afectiva sería la
siguiente: cuando un estímulo aparece se desencadena rápida e intensamente el proceso-a
(agitación, por ejemplo). El proceso-b (calma) aparece más lentamente. Exteriormente se
manifiesta el estado-A (fase 1). Si el estímulo que produce la reacción afectiva se mantiene, la
intensidad del proceso-a disminuye y se produce la fase de adaptación (fase 2). Cuando los dos
procesos a y b (agitación y calma) tienen la misma fuerza se produce la fase de estabilidad (fase
3). Cuando el instigador desaparece, el proceso-a se desvanece rápidamente, mientras que el
proceso-b todavía se mantiene un tiempo, por lo que es cuando realmente se manifiesta
exteriormente el estado-B, contrario al estado-A (fase 4). En el ejemplo que estamos
comentando, es el momento en el que después de desaparecer la situación que producía una
intensa agitación el organismo se encuentra en un estado de hipoactivación y atonía
generalizada. Si no vuelve a aparecer el instigador emocional poco a poco se va volviendo a la
normalidad (fase 5). El patrón estándar de la dinámica afectiva tiene 5 fases: 1) techo de A
Psicología de la Emoción: el proceso emocional ---------------------------------------------------------------
------------------------------------------- 21 21 2) adaptación de A 3) nivel estable de A 4) techo de B y
5) descenso de B y vuelta a la línea base Como hemos puesto de manifiesto, ante la exposición
repetida de la situación que produce la reacción afectiva primaria, el proceso-b se fortalece,
mientras que el procesoa permanece inalterado. Ello explica el hecho de que cuando se
presenta con frecuencia dicho instigador emocional, el organismo manifiesta cada vez con más
frecuencia reacciones típicas de estado-B, es decir, la reacción afectiva se habitua, por lo que
para producir una emoción de la misma intensidad hace falta estímulos de mayor magnitud. La
teoría de la motivación del proceso oponente consiste en una explicación homeostática, que
describe un proceso útil para mantener una estabilidad emocional y evitar desviaciones
excesivas. Para ello, ante los estímulos que provocan una emoción, que generan una reacción
que hacen salir de la neutralidad al organismo (procesos-a), se requieren otras respuestas de
signo contrario (procesos-b) que restablezcan el equilibrio. Las emociones que aparecen
externamente en cada momento son fruto de la combinación de los dos procesos. No
obstante, no todas las emociones producen semejante patrón de respuesta afectiva oponente.
Así, Mauro (1988) produjo felicidad y tristeza mediante hipnosis, pero sólamente en la felicidad
se constataron los fenómenos oponentes, no así en tristeza. Según Solomon (1980), la reacción
emocional de algunos estímulos consiste en procesos-b, por lo que no se producen procesos
oponentes. El problema estriba, entonces en indentificar qué tipo de emociones son las que
producen procesos-a y cuáles sólamente procesos-b. Parece que en humanos son las
emociones que generan activación autonómica (tales como felicidad e ira), las que producirán
procesos oponentes. Mauro (1992) interpreta que no es que los procesos-a débiles no
produzcan procesos oponentes, sino que su desvanecimiento es más lento una vez que ha
desaparecido el estímulo que lo elicitaba, por lo que compensa los efectos del proceso
oponente y no se manifiesta la postreacción afectiva. El hecho de que desaparezcan más
lentamente puede ser debido a que los efectos que produce no son tan inmediatos, o a que el
estímulo que los elicita no desaparece repentinamente. Así, la tristeza puede ser una reacción
ante la pérdida, y ésta no desaparece. Muchos de los estímulos que producen reacciones
emocionales son estímulos psicológicos, más que físicos, lo que hace difícil determinar cuándo
desaparecen para el individuo. Esto explicaría el hecho de que en esos casos el proceso-a
desapareciera lentamente. La teoría de la transferencia de la excitación (Zillman, 1978, 1983)
establece que un evento determinado produce una activación simpática, que se generaliza a
diferentes funciones fisiológicas y que se mantiene de forma difusa durante un cierto tiempo.
Si en ese periodo de tiempo aparecen otros eventos ambientales, el individuo atribuye que el
arousal que padece es debido a dichos estímulos y la respuesta a los mismos puede
incrementarse. La lógica sería la siguiente: un estímulo produce un estado difuso de activación
que irá disminuyendo poco a poco. Si antes de que desaparezca aparece un estímulo
(supuestamente relevante) que produce una activación determinada, tal respuesta se suma a
los efectos del arousal anterior que estaba disminuyendo, de forma que el individuo aprende a
reaccionar con una mayor intensidad ante este estímulo nuevo. Ello explicaría por qué es
importante la activación en la generación de respuestas Mariano Chóliz Montañés -----------------
----------------------------------------------------------------------------------------- 22 22 agresivas, la relación
entre las mismas y los delitos sexuales, aumento de la respuesta emocional debido al ejercicio
físico, etc. Los postulados básicos de este modelo son los siguientes: a) Los estímulos
emocionales generan un estado de activación simpática difuso. b) Cuando dos estímulos
acontecen juntos, o cercanos en el tiempo, los efectos sobre dicho arousal se suman. c) El
individuo interpreta el arousal producido por la adición de ambos estímulos como
responsabilidad del más saliente (generalmente el último de ellos). Respecto al primer punto,
la cuestión es controvertida, puesto que existen investigaciones que defienden la hipótesis de
la especificidad en la reacción fisiológica de las emociones. Respecto a la sumación del arousal,
también existen investigaciones contradictorias, pero ello puede ser debido precisamente a
que no todos los estímulos emocionales producen la misma reacción fisiológica. Sólamente en
el caso de que produjeran la misma respuesta tendría sentido que se sumaran los efectos.
Según Mauro (1992), la teoría de la motivación del proceso oponente y la de la transferencia
de la activación son corolarios de un modelo general de la dinámica afectiva basado en tres
principios generales: homeostasis, consolidación afectiva en base a la regulación de procesos
oponentes y variación temporal de la respuesta emocional. En lo que se refiere a la
homeostasis, la teoría de la motivación del proceso oponente se basa en los efectos
compensatorios de las dos ramas del sistema nervioso autónomo. La reacción simpática es la
responsable de la reacción emocional primaria, mientras que la parasimpática daría cuenta del
proceso oponente. Existen dos reacciones oponentes, una inmediata, reacción nerviosa, y otra
lenta, hormonal. Respecto a la consolidación afectiva, los efectos de dos estímulos emocionales
pueden producir aumento o disminución de la respuesta inicial, en función de si producen las
mismas respuestas o si éstas son incompatibles. Así, podemos predecir la respuesta emocional
en diferentes situaciones, teniendo en cuenta ambas teorías (proceso oponente y transferencia
de la excitación), en función del momento (proceso oponente) puesto que pueden acontecer
procesos-a o procesos-b, y de los estímulos que acontezcan que produzcan otra activación
adicional (transferencia excitación). Mauro (1988) demostró que cuando se presentaban un EC
relacionado con estado de felicidad al mismo tiempo que otro asociado a tristeza, los efectos
se compensaban y el sujeto no mostraba reacción emocional ninguna. De la misma manera, los
efectos pueden sumarse si los dos tienen la misma dirección. Psicología de la Emoción: el
proceso emocional ----------------------------------------------------------------------------------------------------
------ 23 23 6. VARIABLES IMPLICADAS EN LA EMOCIÓN (TEORÍAS SOBRE LA EMOCIÓN) Al igual
que en el caso de la motivación, una de las razones de la variedad de modelos teóricos acerca
de la emoción se debe al hecho de que cada orientación incide especialmente sobre algunas de
las variables que la componen, sobre las cuales se establecen los diversos desarrollos
conceptuales y procede al estudio de las mismas mediante procedimientos metodológicos
alternativos. Vamos a centrarnos en algunos de los aspectos que consideramos de interés,
recordando en cada caso los acercamientos teóricos más representativos. De una forma similar
a la clasificación de Plutchik (1980), las principales variables que vamos a describir se han
abordado desde perpectivas: a) evolucionistas (con Darwin como principal punto de
referencia), b) psicofisiológicas (seguidoras de la tradición de James), c) neurológicas (cuyos
desarrollos teóricos arrancan de Cannon), d) conductistas (que enfatizan procesos de
condicionamiento como Watson pusiera de manifiesto a principios de siglo), e) teorías de la
activación (con diferentes autores, de los que Lindsley quizá sea uno de los más
representativos) y f) cognitivas (desarrolladas a partir de los experimentos de Schachter y, en la
actualidad, unas de las más representativas). 6.1. Posiciones evolucionistas. Una de las
características principales de la emoción, como bien han puesto de manifiesto las teorías
evolucionistas, es la función adaptativa de las emociones, tanto como facilitadoras de la
respuesta apropiada ante las exigencias ambientales, como inductoras de la expresión de la
reacción afectiva a otros individuos. Así, según la primera de estas funciones, la cólera
facilitaría el ataque, mientras que el miedo favorecería la huída o la inmovilidad corporal
defensiva, por ejemplo. Respecto a la segunda de las funciones, la expresión de cólera puede
servir para amedrentar a otro individuo en una situación comprometida, mientras que la
expresión de miedo podría ser útil para apaciguar una reacción intensa por parte de un
agresor. Uno de los postulados principales de esta orientación es el de la existencia de
emociones básicas, necesarias para la supervivencia y que derivan de reacciones similares en
los animales inferiores. El resto de emociones ("emociones derivadas") se generan por
combinaciones específicas de aquéllas (Plutchik, 1984). En las emociones básicas el
componente innato es mucho más patente, lo que se refleja en la similitud de expresión en
todos los individuos de la misma especie. En lo que se refiere a la expresión emocional, tanto
histórica como teóricamente, el objeto de estudio de mayor interés ha sido la expresión facial
de las emociones. La universalidad de la expresión y el reconocimiento facial de las emociones
se ha tomado como indicador de la existencia de patrones innatos de respuesta emocional,
evidencia de la continuidad filogenética de las emociones (Darwin, 1872/1984) y,
principalmente, como constatación de la existencia de una serie de emociones básicas cuyo
reconocimiento sería universal en la especie humana y fruto de las cuales derivarían el resto de
reacciones afectivas (Ekman, 1989, 1992, 1993, 1994; Ekman y Friesen, 1978; Izard, 1977,
1992, 1993, 1994). Mariano Chóliz Montañés -----------------------------------------------------------------
----------------------------------------- 24 24 En este aspecto el legado de Darwin es palpable tanto a
nivel conceptual como metodológico (Chóliz y Tejero, 1995). Las teorías evolucionistas asumen
los principios darwinistas de que a) la emociones cumplen un papel fundamental en la
evolución, facilitando las respuestas adaptativas que exigen las condiciones ambientales, b)
que existen una serie de emociones fundamentales de las cuales derivan el resto de las
emociones secundarias y c) que dichas emociones aparecen en todos los seres humanos y
tanto la expresión como el reconocimiento de las mismas es innato y universal. Para demostrar
tales asertos los procedimientos experimentales son los mismos que ya utilizara Darwin hace
más de cien años, a saber, el estudio de la expresión emocional en niños y ciegos de
nacimiento (que no han podido aprenderlo de otras personas), o el estudio de la expresión y
reconocimiento de las emociones en individuos de diferentes culturas. Según Plutchik (1991),
las implicaciones de la teoría de Darwin respecto a la psicología de la emoción podrían
resumirse en cinco preguntas relativas a la expresión de las emociones: a) ¿cuál es la
naturaleza precisa de la expresión que estamos observando?; b) ¿de qué otras respuestas se ha
desarrollado a nivel ontogenético? c) cuál es el origen filogenético de la misma?; d) ¿qué
estados internos y estímulos específicos interaccionan para producir tal conducta (causa
proximal)? y e) ¿qué implicaciones tiene para la supervivencia (causa final)?. Según el propio
Plutchik, aquellas disciplinas que pretenden dar respuesta a alguna de estas cuestiones
representan la herencia de Darwin. No obstante, tal y como hemos comentado anteriormente,
es un hecho controvertido tanto la existencia de emociones básicas como el que la expresión y
reconocimiento de las mismas sea innato y universal (Ekman, 1994; Izard, 1994; Ortony y
Turner, 1990; Russell, 1994). 6.2. Variables psicofisiológicas. La importancia de las variables
psicofisiológicas arranca de la concepción de James (1884) de que la emoción aparece como
consecuencia de la percepción de los cambios fisiológicos producidos por un determinado
evento. En el caso de que no existan tales percepciones somáticas la consecuencia principal
sería la ausencia de cualquier reacción afectiva. Además, las emociones similares se
caracterizarían por un patrón visceral y fisiológico similar, bien es cierto que dando pie a cierta
especificidad individual. El postulado principal de los modelos psicofisiológicos, que se derivan
de la hipótesis de James-Lange, presupone que cada reacción emocional se podría identificar
por un patrón fisiológico diferenciado (Ax, 1953), o al menos existirían algunos de ellos que
caracterizarían a las emociones similares entre sí. Esta pretensión se fundamenta teóricamente
en el fraccionamiento direccional (Lacey, 1967; Lacey y Lacey, 1980), fenómeno caracterizado
por el hecho de que ante una reacción determinada unas variables autonómicas manifiestan
los efectos de activación simpática, mientras que la reacción de otras se distingue por una
respuesta parasimpática, lo que favorece la aparición de patrones de respuesta diferenciados
para cada reacción afectiva. Las investigaciones sobre este particular han sido numerosas y
todavía son de actualidad, algunas de las cuales han puesto de relieve patrones fisiológicos de
respuesta característicos de diferentes emociones (Levenson, Ekman y Friesen, 1990; Cacioppo
y cols., 1993). Así, por ejemplo, en lo que se refiere a la frecuencia cardiaca, las Psicología de la
Emoción: el proceso emocional ------------------------------------------------------------------------------------
---------------------- 25 25 emociones negativas (miedo e ira) producen incrementos mayores en la
misma que las positivas, como la alegría. Si analizamos las diferencias entre las propias
emociones negativas, las reacciones de ira, miedo y tristeza suelen manifestar incrementos
más elevados en frecuencia cardiaca que las de asco. Por su parte, y referente a la
conductancia, los incrementos más significativos aparecen en las reacciones de tristeza, miedo,
ira y asco, mientras que emociones como la alegría producen variaciones mínimas en dicha
respuesta. Por último, en cuanto a la temperatura digital, la ira es la que suele generar
incrementos más elevados, mientras que el miedo se caracteriza por un descenso en esta
respuesta. El hecho de que no hayan podido establecerse diferencias entre todas las
emociones puede ser reflejo de que se precisan otro tipo de registros fisiológicos menos
utilizados en la investigación experimental en este campo, tales como respiración, o porque de
hecho sea posible distinguirlas por la expresión facial, pero no en base a las reacciones
vegetativas. Estos resultados podrían explicarse mediante la hipótesis de la especificidad
autonómica, en concreto, mediante la existencia de programas psicobiológicos para cada
emoción que, una vez puestos en marcha, activan los diferentes componentes (motores,
autonómicos, etc.). La existencia de tales programas psicobiológicos facilitaría la realización de
conductas adaptativas relacionadas con cada una de las emociones, tal y como hemos
señalado anteriormente. No obstante, los resultados no son concluyentes, además de que los
estudios presentan serias dificultades metodológicas (Schmidt-Atzert, 1981). Sólamente
podemos argumentar que es posible que existan patrones fisiológicos diferentes de respuesta
en función de las reacciones emocionales, pero no podemos concluir que dichos patrones de
respuesta sean consistentes para un tipo de reacción emocional determinada. Otro de los
tópicos relevantes en este área es la asunción de que existen diferencias individuales en el
patrón de respuesta fisiológico, de forma que la reacción individual característica ante distintas
exigencias ambientales puede ser la responsable de la susceptibilidad a determinados
trastornos. Wenger y Cullen (1972) señalaron que puede establecerse un índice del equilibrio
entre las dos ramas del sistema nervioso autónomo, al que denominó balance autonómico,
que estaría directamente relacionado con la aparición de trastornos psicosomáticos. Muy
relacionado con este índice está el concepto de estereotipia individual, la evidencia de que
cada individuo puede mantener de forma consistente patrones fisiológicos de respuesta
característicos ante determinadas exigencias ambientales o estados emocionales. Si se trata de
patrones de respuesta excesivos (por su elevada intensidad o frecuencia) y potencialmente
peligrosos (por la disfunción que generan), ello puede conducir a la aparición de trastornos
orgánicos si es expuesto frecuentemente a dichas situaciones, a pesar de que tales condiciones
no generen alteración alguna en otras personas que no manifiestan este patrón de respuesta.
Un ejemplo de estereotipia individual es el modelo de predisposición psicobiológica de Bakal y
Kaganov (1977), del que una de las derivaciones más interesantes es la explicación de la
génesis de cefaleas. Según esta hipótesis, quienes padecen cefaleas tienden a presentar un
patrón de respuesta de evitación no sólo ante los estímulos potencialmente peligrosos, o
aversivos, sino también ante los neutros (que deberían generar una respuesta de orientación)
(Vallejo y Labrador, 1983). El procedimiento de investigación de dicha predisposición que se ha
realizado más frecuentemente es exponer a diferentes personas (con trastornos Mariano
Chóliz Montañés -------------------------------------------------------------------------------------------------------
--- 26 26 psicosomáticos y sin trastornos psicosomáticos) a diferentes estímulos que produzcan
característicamente, bien una respuesta de orientación, bien una de defensa. El patrón
psicofisiológico desadaptativo que generaría las disfunciones somáticas debería ser el hecho de
reaccionar desadaptativamente, manifestando respuesta de evitación en los casos en que
debiera responder simplemente con reacciones de orientación. A pesar de lo sugerente de esta
hipótesis, nosotros no obtuvimos resultados concluyentes en un estudio similar (Chóliz, Ibáñez,
Capafóns, Aliaga y Sáez, 1989). La metodología utilizada en las investigaciones de tradición
psicofisiológica consiste en evaluar los cambios producidos a nivel de la actividad del sistema
nervioso central, autónomo o somático en diferentes condiciones experimentales de inducción
de reacciones emocionales. Los sistemas de respuesta más utilizados han sido la respuesta
electrodermal (Shagass, 1972; Palmero y Jara, 1993), actividad gastrointestinal (Davis, 1986),
reactividad cardiovascular (Blascovich y Katkin, 1993), actividad muscular, o respiratoria
(Chóliz, 1993). En la misma línea, Andreassi (1995) analiza recientemente la asimetría en el EEG
durante la experiencia de diversas emociones. Palmero (1993) ofrece una descripción más
extensa de las modalidades de evaluación psicofisiológica más utilizadas en Psicología de la
Motivación y Psicología de la Emoción. 6.3. Estructuras neurológicas centrales. Es de sobras
conocida la controversia que generó la teoría de James-Lange y las críticas de Cannon a las
mismas, fundamentalmente en lo que se refiere al papel de las vísceras en la reacción
emocional, así como al hecho de que la ausencia de sensaciones visceroceptivas no produce
ausencia de reacción emocional y a la evidencia de que las sensaciones son mucho más lentas
que la emoción evocada. Todo ello cuestionaría el hecho de que dichas reacciones fisiológicas
fueran un antecedente de la reacción emocional. Las reacciones fisiológicas y viscerales no
definirían la cualidad de la reacción emocional, sino en todo caso la intensidad de la misma,
preparando al organismo para una eventual respuesta que requiriera un gasto energético de
importancia. Se trataría de una respuesta similar a todas las emociones, en la que la única
diferencia entre las mismas sería la intensidad con la que reaccionan, pero no en un patrón de
respuesta diferenciado. La rama simpática del sistema nervioso autónomo sería la responsable
de preparar al organismo para un gasto energético elevado, mientras que el parasimpático
restablecería el equilibrio. Es lo que se ha venido a denominar teoría emergentista de las
emociones (Cannon, 1931), que establece que lo verdaderamente relevante en la génesis de la
emoción es la actividad del sistema nervioso central, en concreto la regulación que establece el
tálamo, tanto sobre la corteza en la génesis de la experiencia cualitativa de la emoción, como
sobre el sistema nervioso periférico, para la movilización de energía. Las aportaciones teóricas
más relevantes que se derivan de esta concepción se agrupan en torno a la teoría de la
activación general, que argumenta que existe un único estado de activación general que
caracterizaría a todas las emociones. Las diferencias entre unas y otras sería cuestión de grado.
Aunque posteriormente los estudios de Lacey (1967) pondrían de manifiesto que puede existir
disociación entre los principales sistemas de respuesta (fraccionamiento de respuesta,
especificidad individual y estereotipia individual), la teoría de la activación general ha servido
como marco teórico de diferentes modelos de la emoción, de los que los de Lindsley (1951),
Hebb Psicología de la Emoción: el proceso emocional -------------------------------------------------------
--------------------------------------------------- 27 27 (1955), o Malmo (1959) son algunos de los más
representativos. Según estas primeras aproximaciones teóricas, la relación entre activación y
emoción vendría definida por la existencia de un proceso único de activación en el que los
sistemas cortical, autonómico y somático estarían perfectamente coordinados y que sería el
responsable de la cualidad de las diferentes reacciones afectivas. Consecuentemente con estos
planteamientos teóricos, a nivel metodológico los estudios se han caracterizado por la
selección de alguna variable fisiológica (generalmente respuesta electrodermal o frecuencia
cardiaca) como indicadora del nivel de activación general y registrar la relación entre ésta y las
diferentes reacciones emocionales (Fenz y Epstein, 1967; Lader, 1975). Los modelos
neurológicos han evolucionado desde los planteamientos iniciales de la unidimensionalidad de
la activación, a la existencia de al menos dos sistemas de activación (Swerdlow y Koob, 1987).
El primero de ellos estaría organizado por el córtex cerebral, implicaría a las estructuras
cerebrales superiores y determinaría especialmente procesos cognitivos y rendimiento. El otro
sistema de activación implicaría estructuras subcorticales y estaría directamente relacionado
con el estado emocional. Algunas de las aportaciones más relevantes del sistema emocional de
activación han puesto de manifiesto tanto la relevancia de determinados centros cerebrales en
la producción de reacciones emocionales, tales como el cerebro reptiliano y cerebro mamífero
antiguo (MacLean, 1949, 1986; Leven, 1992), como de las estructuras responsables de las
cualidades hedónicas del refuerzo en el sistema límbico (Olds y Milner, 1954), o en el
hipotálamo (Rosenzweig y Leiman, 1992). En la actualidad parece asumido que, pese a que las
estructuras subcorticales son de especial relevancia en los sistemas emocionales básicos, el
papel del córtex no sólamente se ciñe a ejercer efectos inhibidores sobre dichas reacciones
afectivas, sino que está involucrado principalmente en la experiencia emocional, especialmente
en lo que hace referencia a los procesos cognitivos característicos de la emoción (Panksepp,
1991; Pribram, 1973). De hecho, actualmente se conocen con precisión la relación entre los
parámetros de condicionamiento de reacciones emocionales tales como el miedo y los
procesos neurales implicados que pueden ser de utilidad para establecer modelos neurológicos
mucho más completos de la experiencia emocional (LeDoux, 1995). Como puede suponerse,
los procedimientos metodológicos de estudio utilizados desde las orientaciones neurológicas
de la emoción han ido evolucionando conforme se desarrollaban técnicas de registro cada vez
más sofisticadas en biomedicina. En general, tienen como objetivo el registro de la actividad de
las diferentes estructuras nerviosas involucradas en una determinada reacción emocional de
diferente intensidad, con la finalidad de establecer las regiones concretas responsables de cada
emoción en particular. Los dos procedimientos habituales son la inducción experimental de la
reacción emocional que pretendamos, al tiempo que se registra la actividad de las áreas del
sistema nervioso, o bien el estudio de dicha actividad en sujetos con alteraciones o trastornos
afectivos (depresión, trastornos por ansiedad, etc.). En ambos casos se valen de las técnicas
propias de la neuropsicología, tal y como hemos comentado anteriormente, con las que
encontramos estudios que utilizan tanto el registro eléctrico de áreas corticales mediante EEG,
potenciales evocados, o magnetoencefalografía (Hari y Lounasmaa, 1989), como la aplicación
de las más modernas técnicas de neuroimagen, tales como Tomografía Axial Computerizada,
Tomografía por Emisión de Positrones y Resonancia Magnético Nuclear (Martin y Brust, 1985).
Mariano Chóliz Montañés -------------------------------------------------------------------------------------------
--------------- 28 28 6.4. Aspectos conductuales. En la tradición conductista las emociones se
entienden como respuestas condicionadas que se generan cuando un estímulo neutro se
asocia con un EI que es capaz de elicitar una respuesta emocional intensa. Las primeras
elaboraciones teóricas, puestas de manifiesto por Watson (Watson y Rayner, 1920; Watson,
1925), dieron pie a otras aportaciones como la teoría de los dos factores (Mowrer, 1947) en la
que se defiende que la adquisición y consolidación de la respuesta emocional (en este caso
fobias) se desarrolla en dos etapas, una primera de adquisición de la RC mediante
condicionamiento clásico y una segunda de consolidación, en la que la conducta de evitación
de los EC's produce un alivio de la RC, respuesta que se mantiene mediante reforzamiento
negativo. Posteriormente, Rescorla y Solomon (1967) desarrollan la teoria moderna de los dos
procesos, en la que se pone de manifiesto cómo puede producirse una reacción emocional
tanto en el proceso de condicionamiento clásico, como en el operante, en función de si los
Ed's, o EC's indican presencia o ausencia de contingencias aversivas o apetitivas. El valor de
este modelo estriba en que pueden establecerse predicciones acerca de los efectos de dicha
reacción emocional en la conducta operante, concretamente cómo la reacción emocional
puede fortalecer o debilitar la conducta establecida previamente. Las predicciones de este
modelo se han corroborado a nivel experimental con los paradigmas de estudio de la respuesta
emocional condicionada (REC) y automodelamiento (Rachlin, 1988). Estas investigaciones son
especialmente relevantes por cuanto se circunscriben a un área de investigación de gran
relevancia y actualidad en condicionamiento, como es la interacción entre condicionamiento
clásico y operante y los efectos que ambos procedimientos de aprendizaje ejercen el uno sobre
el otro. En dicha interacción las reacciones emocionales juegan un papel de extraordinaria
relevancia, puesto además de manifiesto por el hecho de que desde las formulaciones teóricas
del aprendizaje se asuma que dicha interacción no sólamente se produce a nivel externo, sino
también a nivel interno (Millenson y de Villiers, 1972). En la tradición conductista, el hecho de
poder predecir cómo puede verse afectada la operante en función de la reacción emocional,
hace que las emociones pierdan la consideración (para dicha orientación) de causas internas,
ficticias e imaginarias de la conducta, para convertirse en un proceso digno de estudio por sus
efectos en el comportamiento (Chóliz, 1994d). Para finalizar, debemos destacar que, ni la
respuesta emocional condicionada ejerce su influencia sólamente como inhibidora del
condicionamiento (si bien la supresión condicionada es posiblemente el área experimental
donde se han realizado mayor número de investigaciones), ni el papel del condicionamiento
operante se ciñe exclusivamente a la reducción de la RC de miedo o de ansiedad. Por poner
sólamente unos ejemplos, el hecho de que puedan reforzarse positivamente las respuestas
emocionales viene constatándose desde las primeras investigaciones sobre biofeedback y
condicionamiento de respuestas emocionales (Kimmel, 1967; Miller, 1969). la respuesta
emocional puede aprenderse incluso por aprendizaje vicario (Bandura y Rosenthal, 1966),
mantenerse aún en condiciones que debieran producir extinción de la RC, tal y como se pone
de manifiesto en el modelo de incubación de ansiedad (Eysenck, 1968, 1985; Chorot, 1989), al
tiempo que las modificaciones en el proceso de contingencia pueden acarrear severas
alteraciones emocionales, como se evidencia en Psicología de la Emoción: el proceso
emocional ---------------------------------------------------------------------------------------------------------- 29
29 las investigaciones sobre indefensión aprendida (Seligman, 1975: Abramson, Seligman y
Teasdale, 1978). A nivel metodológico, los trabajos desde esta perspectiva han utilizado como
paradigma experimental los procesos de condicionamiento, especialmente el
condicionamiento clásico. Digamos que hasta la aparición de las técnicas de biofeedback
(Miller, 1969) uno de los axiomas fundamentales era que el operante y el respondiente diferían
incluso en los procesos implicados. Uno de los ejemplos paradigmáticos era la suposición de
que las respuestas viscerales y glandulares, reguladas por el sistema nervioso autónomo no son
susceptibles de ser condicionadas de forma operante (Skinner, 1938; Mowrer, 1947). Dada la
relación entre la actividad de dichas respuestas y las reacciones afectivas, así como el hecho de
la incomodidad del concepto de emoción en el análisis experimental de la conducta (Skinner,
1953), durante décadas el condicionamiento clásico, y no el operante, ha sido el procedimiento
de elección en la investigación sobre emoción y condicionamiento. Todo cambió cuando a
principios de la década de los sesenta, Neal E. Miller y su equipo de la Universidad de
Rockefeller realizaron una serie de experimentos que supusieron un hito en la comprensión de
la relación entre procesos de condicionamiento, emociones y salud. Independientemente de si
la modificación de la respuesta se establecía con la mediación del sistema nervioso central y de
la musculatura esquelética, o no, lo cierto es que se puso de evidencia el hecho de que podía
condicionarse de forma operante respuestas gobernadas por el sistema nervioso autónomo,
tales como frecuencia cardiaca, presión sanguínea, temperatura, o nivel de secreción de orina.
Por otro lado, las técnicas de biofeedback demostraron su utilidad no sólamente en la
modificación de trastornos somáticos, sino también en alteraciones emocionales. Según Vila
(1984), la aplicación de las técnicas de biofeeback en la intervención ante alteraciones
emocionales se basa en el hecho de que es el procedimiento más eficaz en la modificación del
patrón fisiológico de la reacción emocional. Servirá tanto para modificar o eliminar las
reacciones fisiológicas características de las alteraciones emocionales, como para la inducción
de patrones fisiológicos propios de estados emocionales adaptativos. 6.5. Variables cognitivas.
Según algunos autores la emoción es una consecuencia de los procesos cognitivos. Las
diferencias entre los diferentes acercamientos teóricos estriba en el papel que le otorgan a
determinado proceso en la génesis de la reacción emocional (Cano, 1995a, 1995b) como, por
ejemplo, la evaluación de la situación y de las estrategias de coping (Lazarus, 1991a, 1991b),
expectativas y conformidad con normas sociales (Scherer, 1984, 1992), a la atribución de
causalidad (Weiner, 1986), o a las diferencias en procesamiento de la información
emocionalmente relevante (Mathews y MacLeod, 1994). En las aproximaciones cognitivas
iniciales de la emoción se defendia que la reacción ante una situación es de tipo fisiológico,
consistente en un incremento difuso y generalizado de la activación. Posteriormente, la
interpretación cognitiva de dicha reacción fisiológica es la que determinará la cualidad de la
emoción (Marañón, 1924; Schachter y Singer, 1962; Mandler, 1975). En cualquier caso la
emoción necesariamente surgiría como consecuencia de los dos factores que hemos señalado:
Mariano Chóliz Montañés -------------------------------------------------------------------------------------------
--------------- 30 30 activación e interpretación cognitiva. La magnitud de la reacción fisiológica
determinaría la intensidad de la reacción emocional, mientras que los procesos cognitivos
darían razón de la cualidad de la misma. Posteriormente, Arnold (1960) señalaría que los
procesos cognitivos no surgen sólamente después de haberse producido una reacción
fisiológica y como interpretación de la misma, sino que se produce una evaluación primaria de
la situación ambiental antes incluso de la propia reacción fisiológica. Se trata de una primera
interpretación global del estímulo como bueno o malo (es decir, agradable/desagradable,
beneficioso/peligroso, etc.). Más recientemente, Mandler (Mandler, 1982; MacDowell y
Mandler, 1989) argumenta que, si bien las dos variables principales implicadas en la génesis de
la reacción emocional son el arousal y la interpretación cognitiva, son estas últimas las que
determinan la emoción. El arousal sólamente sería el sustrato. La relevancia del arousal sería
muy limitada, ya que las personas sólamente son capaces de distinguir entre un arousal
elevado y otro bajo, pero no el nivel de otras variables fisiológicas concretas, de forma que el
grado de activación ejercería un papel indiferenciado únicamente en el grado de intensidad de
la emoción. Incluso la propia activación podría producirse por una incongruencia en los
esquemas cognitivos (ocurrencia de un hecho inesperado o no ocurrencia de un evento
previsto). Esta activación, a su vez, instiga a una interpretación cognitiva de la situación que es
la que determinaría la cualidad de la emoción. Así pues, desde Marañón a Mandler, los autores
que defienden posiciones cognitivas han ido otorgando progresivamente un papel de mayor
relevancia a los procesos cognitivos que el simple etiquetado de una reacción fisiológica, e
incluso han destacado que lo verdaderamente necesario para que se produzca una emoción
son los procesos cognoscitivos implicados. De entre todos los procesos cognitivos, los más
destacables son los siguientes: a. Procesos de valoración cognitiva. Lazarus (1977, 1993)
desarrolla su modelo teórico de las emociones basándose en la teoría cognitiva del estrés que
había establecido con anterioridad (Lazarus, 1966). Según postula este modelo, en un primer
momento se evalúan las consecuencias positivas o negativas de una situación determinada
(valoración primaria). Posteriormente se analizan los recursos que se poseen para hacer frente
a dicha situación (valoración secundaria). La cualidad de la reacción emocional es consecuencia
directa de los procesos de valoración cognitiva (Lazarus, 1982) y cada evaluación conduce a un
tipo de emoción, manifestada por una tendencia a acción y expresión características. Para
Lazarus no es adecuado plantear si la emoción precede a la cognición o si es consecuencia de la
misma. La relación es bidireccional y ambas están intrínsecamente unidas, ya que la cognición
es una parte fundamental de la emoción, que le proporciona la evaluación del significado b.
Atribución de causalidad. Según Weiner (1980, 1985, 1986; 1992, 1993) la reacción emocional
puede analizarse siguiendo la secuencia atribución-emoción-acción. Específicamente, después
Psicología de la Emoción: el proceso emocional ---------------------------------------------------------------
------------------------------------------- 31 31 de la ejecución conductual acontece una valoración
primaria ceñida a las consecuencias agradables o desagradables de la misma. Surgiría una
primera emoción preliminar. En un segundo momento, y esto es lo verdaderamente relevante
para Weiner, se analizan las causas de dicho resultado. En función de dicha atribución de
causalidad emerge la emoción más elaborada. Dicha emoción será la que ejerza ulteriormente
un papel motivacional en la conducta posterior. A continuación resumimos las atribuciones
causales más importantes y el estado emocional evocado en función de la consecución, o no,
del objetivo de la conducta. A. Éxito, consecución del objetivo pretendido Atribución causal
Estado emocional evocado Esfuerzo Relajación Habilidad Sentirse orgulloso Suerte Sorpresa
Exito es responsabilidad de otros Gratitud Dificultad de la tarea Sentirse orgulloso B. Fracaso,
no consecución del objetivo pretendido Atribución causal Estado emocional evocado Esfuerzo
Vergüenza, culpa. Habilidad Incompetencia Suerte Sorpresa Fracaso es responsabilidad de
otros Ira Dificultad de la tarea Resignación c. "Control de evaluación de los estímulos" Según
Scherer (Scherer, 1984, 1988, 1992; Pittam y Scherer, 1993) los estímulos internos o externos
se evalúan jerárquica y organizadamente en una serie de pasos, o fases. Como consecuencia de
dicho proceso de evaluación emergen las emociones correspondientes. Dado el valor
adaptativo de las emociones y el papel que ejercen en la supervivencia, se entiende que dicho
control se ejecute de forma jerárquica y ordenada. La secuencia es la siguiente: 1) novedad del
estímulo (lo que supone una primera valoración de la peligrosidad del evento), 2) dimensión
placentera-displacentera, 3) si propicia la consecución de una meta o una necesidad, 4)
capacidad de enfrentarse a la situación y consecuencias sobre el organismo y 5) la
compatibilidad con las normas sociales o personales. Cada una de las emociones puede
analizarse en función de esta secuencia de evaluación. Las que han sido estudiadas con mayor
profundidad de acuerdo con este esquema son: alegría, tristeza, vergüenza, ira, asco y miedo.
Mariano Chóliz Montañés -------------------------------------------------------------------------------------------
--------------- 32 32 d. Imágenes mentales. Lang (1977, 1979, 1990) postula que las imágenes
mentales pueden entenderse como una estructura proposicional que incluye componentes
perceptivos y semánticos. Semejante estructura proposicional de la imagen es la que induce las
reacciones fisiológicas que acompañan a las emociones, de forma que puede utilizarse el
entrenamiento en imaginación para el control de diferentes procesos o alteraciones
emocionales (Lang, 1979), dado que las respuestas fisiológicas inducidas están directamente
relacionadas con el tipo de imagen entrenada. e. Procesamiento de información
emocionalmente relevante (Mathews y MacLeod, 1994). Los estados emocionales (tanto
normales como patológicos) están relacionados con patrones característicos de procesamiento
de la información emocionalmente relevante (Mathews y MacLeod, 1994). Así, por ejemplo, la
excesiva atención a la información amenazante puede generar reacciones de ansiedad, de la
misma forma que la incapacidad para eliminar los pensamientos intrusivos negativos
autorreferentes genera episodios depresivos. Las diferencias individuales en el procesamiento
de información emocionalmente relevante es el componente cognitivo de la vulnerabilidad
diferencial a trastornos emocionales, de las cuales el fracaso de las técnicas que intentan
eliminar la información amenazante bajo condiciones de estrés es una de las principales causas
originarias de las alteraciones afectivas. Para finalizar centraremos nuestra atención en una de
las controversias teóricas más destacables en el estudio de la emoción, como es el debate
generado acerca de la relevancia de la cognición y de los fundamentos fisiológicos en la génesis
de emociones, o de la primacía de una sobre otra. Quienes defienden posturas cognitivistas
argumentan que los procesos cognitivos son necesarios para que se produzca una emoción,
que sin dicha actividad cognoscitiva no se produciría emoción alguna y que cualquier reacción
que se evocara carecería del componente afectivo (Schachter y Singer, 1962; Lazarus, 1984;
Averill, 1982; Arnold, 1960). Para quienes defienden posturas biologicistas, la emoción puede
evocarse sin tener en cuenta los aspectos cognitivos, y ello se pone de manifiesto en los casos
en los que se estimulan ciertas estructuras subcorticales, como el sistema límbico, o en los que
se generan emociones por el mero hecho de una expresión facial característica, tal y como
defiende la hipótesis del feedback facial (Tomkins, 1962, 1963, 1980). En este aspecto, la
controversia más conocida quizá sea la que se estableció entre Zajonc (1980, 1984) y Lazarus
(1982, 1984), en lo que se refiere a la relevancia de los procesos cognitivos en la emoción.
Mientras que para Lazarus lo esencial son los procesos de valoración y reevaluación, para
Zajonc los procesos cognitivos no siempre son necesarios y pueden producirse reacciones
afectivas sin el concurso de los mismos, apelando simplemente a reacciones fisiológicas.
Después de una lectura de réplicas y contrarréplicas, convenimos con Cano (1995a) que en
ocasiones en sus contraargumentos parece que no están tratando de los mismos fenómenos,
que manejan conceptos distintos y metodologías de estudio diferentes, pero que cuando
abordan una misma cuestión las coincidencias son mucho más abundantes que las
discordancias, al tiempo que la diferencia fundamental estriba simplemente en la relevancia
que otorgan a Psicología de la Emoción: el proceso emocional --------------------------------------------
-------------------------------------------------------------- 33 33 cada uno de los procesos, primando en
un caso los aspectos cognitivos y en otro los fisiológicos y conductuales. 6. EMOCIONES Y
SALUD Una de las áreas de mayor interés en la investigación experimental y la actividad
profesional es el papel de la emoción tanto en la promoción de la salud y génesis de la
enfermedad, como en las consideraciones terapéuticas implicadas. Los procesos emocionales
han demostrado su relevancia en alteraciones del sistema inmunologico (Irwin, Daniels, Smith,
Bloom y Weiner, 1987; Herbert y Cohen, 1993a,b), trastornos coronarios (Fernández-Abascal y
Martín, 1994a,b), diabetes (Goetsch, Van Dorsten, Pbert, Ullrich y Yeater, 1993), trastornos del
sueño (Chóliz, 1994b), enfermedad de Graves (Sonino, Girelli y Boscaro, 1993), o dolor (Chóliz,
1994c), por poner sólamente algunos ejemplos. La disciplina científica que recoge estas
aportaciones es la actual Psicología de la Salud (Matarazzo, 1982), heredera de la Medicina
Conductual y Medicina Psicosomática. La relación entre procesos mentales y orgánicos es una
cuestión presente no sólo en los orígenes de la psicología, sino también en el inicio de la
medicina. Desde que Hipócrates estableciera una tipología que relacionaba temperamento con
enfermedad, la relación entre procesos psicológicos y reacciones fisiológicas (mente-cuerpo,
psiquesoma) ha sido uno de los problemas conceptuales de mayor envergadura. Podemos
afirmar que se trata de las cuestiones filosóficas que todavía quedan sin resolver en la actual
psicología experimental. A pesar que se trate de una cuestión tan antigua como la propia
medicina, sólo muy recientemente se ha abordado su estudio de forma experimental. No
obstante, desde el acta fundacional de la Psicología de la Salud en la American Psychological
Association en 1978 (División 38 del APA), los avances en este ámbito han sido ciertamente
notorios. De entre todos los procesos psicológicos que inciden en la salud y enfermedad, las
emociones son, sin duda, uno de los más relevantes (Adler y Matthews, 1994). La investigación
sobre la relación entre emoción y salud se ha centrado, entre otros, en dos grandes aspectos.
En primer lugar, en establecer la etiopatogenia emocional de ciertas enfermedades, intentando
relacionar la aparición de determinadas emociones (ansiedad, ira, depresión, etc.) con
trastornos psicofisiológicos específicos (trastornos coronarios, alteraciones gastrointestinales, o
del sistema inmunológico, por ejemplo). En segundo lugar, en el papel que ejerce la expresión
o inhibición de las emociones en la salud y en el enfermar. Respecto a la relación entre
reacciones afectivas y enfermedad y en lo que se refiere a los trastornos coronarios, quizá uno
de los tópicos más interesantes sea el del patrón de conducta Tipo A. Concebido
tradicionalmente como uno de los factores psicológicos más relevantes en la inducción de
trastornos cardiovasculares, investigaciones más recientes vinieron a demostrar que tal
relación no era consistente, justo cuando iba a ser considerado por el Ministerio de Sanidad de
Estados Unidos como uno de los factores de riesgo de los trastornos coronarios. La explicación
de la discrepancia entre las distintas investigaciones estriba en que el patrón de conducta Tipo
A es un concepto Mariano Chóliz Montañés -------------------------------------------------------------------
--------------------------------------- 34 34 multidimensional que abarca diferentes aspectos
conductuales, cognitivos y emocionales y debería ser alguna característica específica de este
complejo la responsable de la génesis de los trastornos cardiovasculares. Parece que la
dimensión especialmente relacionada con la enfermedad coronaria es la hostilidad (Smith,
1992). En cuanto a la hipertensión, Markovitz, Matthews, Kannel, Cobb y D'Agostino (1993) en
el prestigioso Framingham Heart Study lograron predicciones extraordinariamente elevadas de
la incidencia de hipertensión en base a las puntuaciones en ansiedad, con independencia de la
edad, obesidad, consumo de alcohol o tabaco y hematocrito. Depresión, ansiedad y estrés son,
con toda seguridad, las reacciones emocionales sobre las que más se ha estudiado su relación
en la génesis de alteraciones en la salud. Tanto el estrés como depresión están relacionados
con el descenso de la actividad inmunológica, manifestada por una disminución de la respuesta
de linfocitos ante diferentes mitógenos, así como una menor cantidad de células T, B, o
linfocitos granulares en sangre (Kiecolt-Glaser, Cacioppo, Malarkey y Glaser, 1992; Herbert y
Cohen, 1993a, b). Además, cuanta mayor reactividad simpática se muestre ante condiciones de
estrés, mayor grado de inmunosupresión se producirá ante dicha situación estresora (Zakowski,
McAllister, Deal y Baum, 1992). No obstante, no han podido demostrarse relaciones
significativas entre depresión y cáncer, a pesar de que en esta enfermedad ejerza un papel de
extraordinaria relevancia las alteraciones inmunológicas (Zonderman, Costa y McCrae, 1989)
En lo que se refiere a la inhibición de las emociones, desde que Freud pusiera de manifiesto la
relevancia de la represión emocional en la génesis de alteraciones psicosomáticas, la inhibición
de las emociones ha sido considerada como una de las variables principales que inciden en la
enfermedad. No obstante, debemos decir que la inhibición por sí sola no causa
indefectiblemente alteraciones somáticas, ni es inherentemente insana. De hecho en ocasiones
puede ser un mecanismo adaptativo (Pennebaker, 1993). Sólo en el caso que confluyan otras
características, como una excesiva activación somática, o interferencia con las estrategias de
afrontamiento adecuadas, la inhibición puede ir en menoscabo de la salud y ser un agente
etiopatogénico de envergadura. Así pues, las relaciones significativas que se han constatado en
ocasiones entre inhibición emocional y trastornos psicofisiológicos posiblemente sean debidas
al hecho de que la inhibición es un proceso activo que, lejos de disminuir la activación
autonómica, la incrementa durante periodos de tiempo prolongados, interfiere con los
procesos cognitivos implicados en la asimilación del problema y estrategias de resolución, al
tiempo que produce con facilidad condicionamiento de las reacciones de inhibición (Wegner,
Shortt, Blake y Page, 1990; Pennebaker, 1993)

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