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Rafecas, Daniel. El Crimen de La Tortura

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CAPÍTULO IV

IMPOSICIÓN DE TORTURAS

I. Introducción

En primer lugar, corresponde aquí efectuar una conexión con .el devenir
histórico desarrollado en el capítulo H de este trabajo, en todo aquello dedicado
a intentar comprender el fenómeno de la tortura desde distintas perspectivas.
Como condensación de todo lo allí desarrollado, ía historia enseña que al
menos hasta comienzos del siglo XX, la definición de tortura era coinddente con
la de tormento, vocablo que proviene del tormentum romano, que se pracúcaba
en el marco de la quaestío o indagación judicial ya descripta.
En efecto, la denotación de ambos términos estaba conectada con los méto-
dos violentos enquistados en el proceáímietiío público premoderno. Seguifíios
aquí a Savater, cuando sostavo que Ía verdadera tortura nació con el interés por
la ínümiáad del otro, es decir, nadó con el deseo de interrogarlo y de obtener
respuestas de él190; lo que hace aparecer a la tortura es el afán de cuestionarle, de
poner a la víctima en cuestión ,

190 "Cuestionar al otro es, por un lado, interrogarle y, por otro, dudar de su validez como tal
otro, negarle su derecho a seguir siendo por dentro como es, e imponerle la conformidad a un
modelo. Se exige deí otro una respuesta, en forma áe confesión: que diga lo que su inümídad
es, para que se le pueda identifí-car con eUa y castigarle por ella; o que se retracte de lo que es
y se arrepienta por sedo, que admita que se ha convertido ya en otro. En muchas ocasiones
(,.,) exige la quiebra de la lealtad (...) y la traición (...) La pregunta del torturador saquéala
múmidad de la víctima, la devasta (...) el verdugo úene que saber de antemano cuál es la verdad
o, al menos, cuál es la verdad con la que él va a conformarse. Lo más terrible de la tortura, lo que
la hace objetivamente inacabable, es que la verdad sea establecida por el verdugo ", cfr. Savater
y Martínez Fresneda, 18-20.
9 Por eso, la tortura no puede ser catalogada como una pena stricto sensu, sino que más bien
exisüó paralelamente, como institución procesal, al repertorio de castigos penales, como la pena
de muerte, o las penas crueles o mfamantes, con las cuales compartían, muchas veces las técnicas

99
G,eerLaJartlde^ntonces' y más^^°ri^ente tras I. fÍnaUzadón de k Dicho esto, lo cierto es que desde mediados del siglo XX, se ha inaugurado
Sc^raSÍ yhasta nue"^áías':elco"n7e7to de"to7tur"a7eZua"nc^ ^ a nivel supranadonal "la época no solo doctrinaria, sino legislatm y junspru-
i^°lmonun0^ w amPliado^^detd^t^S5;^^^ dencial, para la afirmación de algunos, cada vez más, espacios de libertad para
Í^Z&'.ÍÍmT espe;?='Í^^S^Sr quien es;á privado penalmente"194, entremos de destaca, en el primer orden
pnuleMa:relaaonada con ellas- a.todo °P°demposSo^ZZl^^ls; de consideración, á refuerzo normativo desde la comunidad internacional a la
lptoÍÓ8ira_cle carácter 8^e:'aplÍc":dappo"r ^ Znaa0^ apeu^cT^aata prohibición de la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes.
dlsulfmaones o.aMV&d:t=q^^^^^ En tal sentído, la tortura está formalmente repudiada en prácticamente todas
lTnlqu"stó legal ° uega¡mente"detlenId:"Z Zdseu3°ess^S las normas internacionales que apuntan a regular la actuación estatal, mcluso
!ean^uestas.o,no m el I^'dem^^°X^^aSa^a: en las convenciones para tiempos de guerra. Ninguna otra prácüca -excepto
ÍZlimad0 cmdich:imP;sid^^^^d^t^^^a:t: la esclavitud- es tan universal y unánimemente condenada en las convenciones
?ba limiüdo a la obtención de h confesión TaZla^n.fculugu0 aicance' que
legales;y de derechos humanos emanadas de la comunidad internacional19^
En efecto, apenas terminada la última guerra mundial, la Declaración Uni^
II. Desvaloraclón jurídica de la tottura venal de Derechos del Hombre, reunida en París el 10 de diciembre de 1948,
proclamaba la condena universal a la tortura en su art. 5:
II. 1. En el derecho íntemsaona]
Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
II. 1. 1. Laspnweras referencias en los Tratados degradantes.

Esta Carta adquirió jerarquía constitucional al ser incluida en el art. 75 ínc. 22


^m^°^de.paftÍda> debemos,senal" que la prohibición universal de la
de la Carta Magna argentina, reformada en 1994,
STC:!Tuguró con Ios tratados mte™°°°ales de-derechosh™^
Dírígiáo tambíén"a la situación de los privados de libertad e^el espíritu
^;o;Ío.c.alo'¿alcláu5Ías.y conveDdoDes^^as s'ob^e^FcueZ?Te
dd~Paao Internacional de Derechos Civiles y Políticos, suscnto^en Nueva
b.Tlonm.ll..^c^Tiento.deque17
^AapJ,olub¡dlbaioei derech~;m;emac^^T"bIoT^^^^^^^^^^ 2T9/"Í2/1966, que entró eíi vigor el 23/3/1976 (en vísperas del último golpe
más precisamente, como norma de m cogens. ~ ' ~"u ^ ^ -—umana, de Estado en la Argentina). Fue incorporado por nuestro país en su der
mtemo luego de restablecida la democracia, por medio de la ley no 25.313 U¿^
.A^^prmapal..°bietivo dejas Primeras cláusulas generales y, con más
l3/5/T986-)°y finalmente, también, incluido como letra constitucional a través ^
T^T. !T^a<""espmfcas^::ulr:^> s^^c^
Í;S^ecerkps=;re:i::e:t=l:t:^^S su art. 75, inc. 22, CN.
Este Pacto mternadonal, consagra en sus arts, 7 y 10,1, que,

Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, iiAumanos o

^^^•p^^,^^^^^^^^-
empleadas durante la tortura, como los a^nfp^ n ^1 ^.^ c: L^- - / i ,
degradantes.
Toda persona privada de libertad será^trataáa humanamente y con

¿^^^^^^s^sz^^^¿¿^
respeto debido a la dignidad inherente al ser humano.

^SSS^^^i^Mt^ Resulta de mterés señalar, respecto áe este Pacto, que desde su misma san-
ción7entrada en vigor en 1976, se añadió un Protocolo Facultáis 'po^cu^
entre otros aspectos Jos Estados parte reconocen la competencia <
Derechos Humanos.

conjunto como norma que no admite acuerdo en contrario y quesoloPuede^slmodí£icada por


unajnorm7ufteriorde derecho mtemadonal general que tenga el rxüsmo carácter".

194 Cfr. Rivera Beiras, 2006: XXXVH.

i95C£r.Shue,2004:47.

100 101
DANIEL EDUARDO RAJFECAS

funcionario público u otra persona en el ejercido ¿e funciones públicas, a


Asunistno, la tortura fue expresamente tipificada como crimen de lesa mstigadón suya, o con su consentímien£o o aquiescenda. No se considera-
hurnanídad en el Estatuto de Roma -que dispuso la creación. de la Corte Penal rán torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencias únicamente
Internacional-, en el art. 7, ap. l.f., ratificado por nuestro país por ley 25.390 de sanciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales a estas.
(B.O. 23/1/2001) y cuya implementadón fue dispuesta por ley 26,200 (B.O.
Como vemos, esta Convención enumera los distintos motivos que pueden
5/1/2007).
guiar al agente a la imposición del acto de tortura, desde el tradicional de obtener
En el orden regional, también se pronuncia sobre el tema la Convención
una confesión, hasta la simple intimidarión, fijando un criterio no taxativo al
Americana sobre Derechos Humanos, también conocida como Pacto de San José
señalar por último o por cualquier razón basada en. cualquier tipo de discri-
de Cosía Rica, firmada en esa ciudad el 22/11/1969, que entró en vigor recién en
minacíón", que termina por abarcar entonces los móviles o designios del sujeto
1978 y que ingresó a! ordenamiento argentino inmeáiatamente luego de recupe-
activo que tradicionalmente se han conectado con la imposición de esta abe-
rsds-s las instituciones democráticas, a través de la ley 23.054 (B.O. 1/3/1984),
rcante practica.
para luego pasar a ser directamente letra constitucional a partir de la reforma
En tal sentido, se afirma en el art. 234 del Protocolo de Estambul de la ONU,
constimdonal de 1994 en su art. 75, inc. 22. Dicha Convención, en su art. 5,
que "en estas circunstancias, el torturador trata no solo de incapacitar física-
incs. 1 v 2 establece:
mente a la víctima süio también de desintegrar su personalidad. El torturador
Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica aspira a destruir la idea de la vícúma de que tiene sus raíces en una familí.a y una
y moral. sociedad, como ser humano con sus ensueños, sus esperanzas y sus aspiraciones
Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos de futuro. Al deshumanizar y quebrar la voluntad de su víctima, el torturador
o degradantes. Toda persoüa privada de libertad será tratada con el respe-
crea un ejemplo aterrorizador para todos aqueüos que después se pongan en
to debido a ía áígmdad iniierente al ser humano.
contacto con ella. De esta forma, la tortura puede quebrar o dañar la voluntad y
la coherencia de comunidades enteras".
II. 1. 2. La Convención de la ONU contra la tortura
ÍT. 1. 3. La Convención de la OEA contra la tortura
Una definidón jEundamental del concepto de tortura surge del artículo I de
la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Es más amplia aún, la letra del artículo 2 de la Convención Interamericana
Degradantes, adoptada por la Asamblea General de la ONU el 10/12/1984196, para Prevenir y Sancionar la Tortura de la Organización de Estados Americanos,
que ingresó formalmente al ordenamiento jurídico nacional con la sandón de la adoptada en Cartagena de Indias, Colombia, el 9/12/1985, cuya entrada en
ley 23.338 (B.O. 26/2/1987) y fue elevada en 1994 al máximo rango normativo a vigor se produjo el 2/8/1987 y fue incorporada al ordenamiento argentino el
partir de su inclusión expresa en el art. 75, inc. 22 de la CN. 31/3/1989, la cual establece:
En efecto, allí se establece expresamente como concepto de tortura:
Se entenderá por tortuta todo acto realizado intencionalmente por el cual se
Todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o inflijan a una persona penas o sufrimientos físicos o mentales, con fines de
sufrimientos graves, ya sean fcícos o mentales, con eí fin de obtener de elia investigación crimmaí, como medio intímiáatorio, como castigo corporal,
o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que como medida preventiva, como pena o cualquier otro fm. Se entenderá
haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar también como tortura la aplicación sobre una persona de métodos ten-
a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de dientes a anular la personalidad de la víctima o a disminuir su capacidad
discrünmadón, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un física o mental, aunque no causen dolor físico o angustia psíquica. No
estarán comprendidos en el concepto de tortura las penas o sufrimientos
físicos o mentales que sean únicamente consecuencia de medidas legales o
196 'Resulta interesante señalar que esta Convención úene como antecedente el art. 1 de la Decla- inherentes a éstas, siempre que no incluyan la realización de los actos o la
ración sobre la Protección de Todas las Personas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, aplicación de los métodos a que se refiere el presente artículo.
Inhumanos o Degradantes, adoptada por la Asamblea General de la ONU en su Resol, no 3452,
del 9/12/1975 (CEJIL, 2006: 1-3) y el Proyecto de Convención sobre supresión de la tortura Como vemos, se trata del concepto de tortura más amplio al que se ha
elaborado en Siracusa, Italia, por la Asociación Internacional de Derecho Penal (cfr. Maqueda arribado en el ámbito del derecho internacional de los derechos humanos, ya
Abreu, 430 y SikkÍrk, 116-121).

103
102
que según la letra de esta Convención, el grado del sufrimiento ocasionado a la Este órgano ha tenido creciente relevancia, a partir áe la .aprobación, et
victima para que un acto pueda ser calificado como tortura deja de ser prepon- 18/12/2002, por parte de la Asamblea General de la ONU, ddProtocolo Faculta-
derante para su delimitación, pues remite sin más a "penas o sufrimientos físicos tívo de la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos^
o mentales" sin establecer una gravedad o intensidad determinada. Es más, para o Degradantes, que entró en vigor al reunirse la acüiesión de veinte estados, el
esta Convención, también constituyen tortura aquellos "métodos tendientes a 22/6/20061"
anular la personalidad de la víctima o a disminuir su capacidad física o mental" Por medio de este Protocolo Facultativo, los países suscriptores procuran:
más aUá áe sí causan dolor o angustias psíquicas en la víctima197,
establecer un sistema de visitas periódicas a cargo de órganos intema-
Esta amplitud en el alcance del concepto de tortura, propiciada formalmente dónales y nacionales independientes a los lugares en que se encuentren
en el Derecho Ínteramericano de los Derechos Humanos a partir de 1985, no se personas privadas de su libertad, con el ñn de prevenir la tortura y otros
ve reflejada en la letra de nuestro art. 144 tercero -introducido en 1984-, ya que tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
como veremos, en su me. 3, el legislador argenüíio se refiere allí a los sufrimientos
Si bien la Argentma lideró la creación de dicho protocolo y adhirió tem-
físicos como tormentos y reclama, para la tortura psicológica, que los sufrimien-
pranamente por medio de la ley no 25.932 (B.O. 8/9/2004), demoró luego la
tos impuestos tengan gravedad suficiente. De eÜo s.e deduce que nuestro Código
sanción del "Sistema Nacional de Prevención de la Tortura y Otros Tratos o
Penal, en este sentido, está más en síntoma con la exigencia de "dolores o
Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes", aprobada por ley no 26.827 (B.O.
sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales" de la definición de tortura de la
11/1/2013), en cuyo marco se dispuso la creación de un Comité racional para la
Convención de Naciones Unidas, la cual fue sancionada a fines de 1984, si bien
prevención de la tortura (arts. 6 a 20) y el Consejo federal de Mecanismos Locales
sus antecedentes formales estaban disponibles para su aplicación desde 1975.
para la Prevención de la Tortura (arts. 21 a 31), además de recomendar a las pro-
También es muy áestacable que para esta Carta mteraníericana, afirmado
viudas y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la creación de sus respectivos
objetivamente un acto de tortura, desde el punto de vista subjetivo, resulta
mecanismos locales (arts. 32 a 3 6), estableciendo además que la Procuradón Peni-
indistinta la fmaUdad que el perpetrador persiga al miponerla. En esto sí hay
tendaria de la Nación "cumplirá las funciones de mecanismo de prevención de
plena coincidencia de la Convención Americana con la legislación penal interna
\& tortura en los términos de Ía presente ley en todos los lugares de detención
argentina, ¿acto que nuestro art. 144 tercero, me. 1, tampoco reclama algu-
dependientes de autoridad nacional y federal" (cfr. art 32, párr. 2°).
na finalidad específica de parte áel autor como elemento subjetivo especial para
En este esquema, la competencia del Comité Nacional se extiende a todo
configurar el delito; y en tal sentido, entonces^ nuestra defirddón de tortura es
el territorio nacional y podría reaMzar visitas sin aviso previo a todo lugar de
más amplia que la de la Convención de la ONU, evitándonos en el orden interno,
detención (definido por la ley en su art 4° en un sentido amplio)200.
graves problemas de subsundón en el tipo (en su aspecto subjetivo), que desa-
Recientemente, el Poder Ejecutivo Nacional dispuso una primera reglamenta-
rroüarenaos más adelante.
don. a través del Decreto no 465/2014 (B.O. 9/4/2014), que puso a la Argentina
más cerca de la efectiva puesta en marcha del mecanismo nacional establecido en
II. 1. 4. El Protocolo facultativo y la implementacíón del Comité racional
el citado Protocolo Facultativo, que aun así sigue estando pendiente. En cambio,
sí lo han hecho una creciente cantidad de estados provinciales, con jurisdicción
La convención de la ONU contra la tortura no solo fijó obligaciones a los
Estados parte, sino que también creó, en su art. 17, un órgano encargado de sobre sus propias polirías y agencias penitenciarias locales201.

verificar el cumplimiento de sus cláusulas, así como de interpretarlas: el Comité


contra la Tortura198.
resultados de las iüvesrigaciones se publican en el loforme Anual que el Comité presenta a la
Asamblea General de la ONU. Los Estados deben presentar informes ante el Comité cada 4
años, o a pedido expreso da Comité. Estos informes de los Estados pueden moúvar comenta-
Incluso esta exégesis de la CÁCT, que relaüviza la mcidenda de la gravedad del sufrimiento
ríos por parte áel Comité,
para la definición de tortura, tuvo su reflejo, por ej., en la legislación penal colombiana, ya que al
199 Ver su origen, objetivos y funcionamiento en Gerez Czitrom, 2006: 99-107.
delito de torturas vigente desde 2000, que lo definía como la inflicdón "de dolores o sufnmÍentos
graves, físicos o psíquicos", a partir de una reforma legal en 2005, se eliminó el término "graves". 200 Con más áetaUe, AspreUa y Litvachky: 356-351.

198 El cual entró en funciones en 1988 en Ginebra, Srnaa, y está integrado por 10 expertos. Su 201 Tal d caso de Chaco (2009), Río Negro (2010), Mendoza (2011), Salta (2012) y Tucumán
tarea funáamental es mvesdgar las prácdcas sístemáúcas de tortura en los Estados parte.Los (2012). Otras dos provincias, Misiones (2014) y Comentes (2015), cuentan COD una

104 105
--i-- x-.j^unjxi^n^' AAj-jn^n.^ EL CRIMEN DE TORTURA

H. 2. Su tipífícación en la Argentina La utilización sistemática de la tortura en el marco del último régimen auto"
ritario argentino, su extraoráinaria expansión, más el grado de refinamiento
^Hastala sanción áe^Ia ley no 14.616 de 1958, las referencias garantistas empleado por los torturadores, y la notable crueldad y sadismo evidenciados,
en nuestra Constitución Nacional y en sus fuentes (en e°spec¡aTe¡ son explicables a partir de la confluencia de al menos tres factores relevantes, los
a^a emanada de la Asamblea General Constituyente áe 1813),'con'rekcÍora la
cuales no podemos más que mencionar aquí.
ÍOI;¿OD delos tormentos'no se vieron acompañadas por mía decÍsión^oÍric^ Por un lado, las prácticas de torturas a disidentes políticos del poder de turno
iizar la tortura,
en el marco de Ías agencias policiales, al menos a partir de la creación en 193 1 de
Así, fue recién con el art. 144 ter, CP, vigente a partir de 1958 y hasta 1984. la Sección Orden Político de la Policía Federal Argentina204, luego conocida como
que se colmo este alarmante vado. Este tipo penal preveía penas de tea diez Coordinación FederaP05; cuando la ¿íctadura Uegó al poder en 1976, muchos
anos de prisión e mhabüitadón absoluta y perpetua para el funcionario púbíco lefes policiales de ese entonces habían sido formados en esta sección y no hiae-
q^e íes impusiere a los presos que guarde, cualquier dase de tormento, EstebIecÍa ron más que poner su experiencia a disposición del aparato dandestiíio de poder
. sendos agravamientos de pena en caso áe que el sujeto pasiv^fu~er7^ recién instaurado.
> y allí cuando resultare la muerte de la persona torturada Por otro lado, el entrenamiento que recibieron muchos integrantes de las
^Como vimos en el capítulo II, la más reciente dictadura argentina (1976- fuerzas armadas argentinas de sus pares franceses, "expertos" en k lucha contra
^ un oponente más de esta difusión regional de la que gozaba el empleo ¡os enemigos internos {subversivos, insurgentes, etc.), por haberla puesto en
tortura.
práctica durante décadas, en el marco de los conflictos por el mantenimiento
.- .sí n ínatortura se habla aPücado sistemáticamente en el país desde muchos delpoder colonial (ámbito en el cual habíamos visto no solo que la tortura había
años aütes^ü2, los centros clandestinos dispuestos a mediados de los'70 Tdaba¡n resurgido en el siglo XIX, sino que además se mantuvo vigente incluso durante
mía nueva posibilidad: usarla de manera irrestricta e iUmítada. Es' decT^To ¡a segunda mitad del siglo XX pese a la prohibición formal consagrada encartas
importaba dejar secuelas o^producir lesiones: no importaba siquieramatar^wf mtemacionales), tanto enlndochina como luego en Argelia-entre cuyas prácncas
s™ro (- />) Lo mmítadode los m^^ se unía a su uso por unüempo~¡ambÍén sobresaÍÍan la tortura para obtener información206 y los vuelos de la mueríez07-,
(.^,) Loüimitado suponía también que la tortura, una vezfórminadaA
se podía reiniciar"; sin olvidar que el cautivo convivía con los instrumentos Jos
>]etos y los sujetos áe tortura durante toda su permanencia enTcampo" En 204 Señala Rodríguez Molas que ya hacia 1934, un memorial elevado a la Cámara de Diputados

s, ia tortura estaba omnipresente, y era impuesta a todos los que eranZoÍaáos dab7cu^nt7d7^uehabíaü7a¡ado por sus calabozos 10.000 presos y que al menos 500 de eüos
habían sido torturados (1985a: 100).
^ estos centros^ en tales recintos, "la tortura era la clave, el eje sobre eL
giraba toda la vida del campo"203, 205 Formalmente, Superíntendencia de Seguridad federal, ^cuya^sede fuüdonara^omo^ntío
clandestmo-de distribución, detención ilegal y torturas, incluso desde antes del golpe tíe J
-del 24/3 ,76.
206 Cfr. Robin, 2006; y Salmas, 2010: 84-87. Véase asmismo, Aüeg: "La carrera de un personaje
como [el general PauÍJÁussaresses es, en cierto modo, una ^stIaawm^Srañc^ASÍ^W
£etp"o,amTnlloLhanpu.esto enPrácúaL L^s provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa
le'^dÍ^^C^K^E?KW^^ d3,"£
Ltónoma de Buenos Aires,_si bien sandonó laleyenSOoiYná ^S^od^^-
sabkbqu°e~no"sob se dio a conocer como un perfecto organizador de los centros^de to
A'r¡dIa'lsmoqueG..) [Üos franceses lo iprestamn sucesivamente (...) a los^ distintos dictadores
reinaban en Brasil, Argentina, Chile (...) En cada uno de estos^ países un -espec
S^lk Let,0 ulos.mTdrpue^(^ ?o"rmab¡~cu¡dros locales que, bajo su batuta, aprendían a matar en la sombra, a torturarla
ies^Í^kTdóndelaleyno26-827verM^^^^^^
m^aürsm"piedady~sm nmiordimiento alguno-'(p, 142; el autor se refierea ^confesi^sj
SRtrgmü%m.FODt''i3:¿;Mondiu:'20ÍA 'w^v ^»^S7^W^T^
este"nu¡taTmi¿Lpor ej. en www.elpais.com). En im testimonio recogido por la Justicia ^edeuL
W^Z cfSLGa;aa: 253;259; en~í Pdfl; deTchauco/ V^LVBoZ 2A65^ yTn°lcaaap°cirÍ
i, ver Gauna (büiografía), * . ~ """""' '" """"' —/-u/, / cu i,d púa. deunavfctima c.utiva en el CCDT "La Perla" (Córdoba), se expreso que;en una ocasión vio
^ ^ deÍorbaños'Lmmanual-de método de tortura del ejército de Frauda en ArgelÍa^que^
.Ial°^ a.dnoptíu?amodaudad sístemática e i"^tudonal en este siglo, después de k rierfa aTa venda, la mcertidumbre, y la tortura psicológica^ tal como se produce en •
^Íuatd¿ i30^Tlos .rísloneros POJÍÜCOS:/ ^^^ctÍcaucons^re mZT.ou^ (de'daTactón"deLmanaCaüizo, TOCF 1 Córdoba, zn re: "BrandaUsis", de 2008, dt, fs, 293 .
^TTda como normal en reladón COD los ^^d^^^^^^^^ la sentencia, publ. en el CIJ).
207 Acerca de la represión francesa en ÁrgeUa, AUeg expresó que " [l]os prisioneros; con los pi^
203 Calveiro, 1995: 61-64.
atados7un7p^cS'o atrapados en un bloque de cemento, eran cargados en un helicóptero que

106 107
DANIEL EDUA.RDO RAFECAS EL CRIMEN DE TORTURA

Ínflaen.cía_que £ambién provmo de^unas usmas ideológicas estadounidenses Así las cosas, tres décadas después de la introducción en el Código Penal
que entrenaron a muchos militares latinoamericanos208. del delito de tormentos en el art. 144 ter versión ley 14.616, el legislador

ZmalmenteLlaadmíración que anidaba en muchos integrantes de las fuerzas nacional de la democracia restaurada a fines de 1983, movido no tanto por

^^!^s^w^^d?10^ 3?n^S
!l!mlalemm-_delocual hubo mas¿vas demostra°^"7nÍa'vidac^diZTeToas
un meditado estudio de la cuestión, sino más bien por la indignación fíente a
los horrores cometidos en el marco del terrorismo de Estado, sancionó la ley
cemros clandestinos de represión209. --"~~" ^ ^ v±uít L-ULl^iu1'1 ucíos no 23.097 (B.O. 29/10/1984), por la que se aumentaron las penas drástica-
mente, equiparando el delito de torturas, en la respuesta punitiva, al homicidio
^Jnnd^y sinPerimcío de 10 yadesarroUado al inicio de este trabaio.
^"esporÍde)"a,seDtado el concePto de t°"""comoTctínda7ZSOa simple (art. 79, CP).

e^s!05reaTS:Ell°; aActos de,entender ^ ^cionamiento:^:^;^ Muestra del clima político reinante en el contexto de la incipiente democracia

^^^ela^^dde?le8aA?o;ms^p;t^i^^^s recuperada son estos pasajes del informe elevado en aquel momento al Poder
m.fom"Sdderóertada unam:üm^ sm:qu?:es:^u^^3 Ejecutivo Nacional por parte de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de

l±S^mÍn± pavísimos P^ecimientos fí¡¡co:7psíqu^sZ^T^S Personas (Conadep)212:


momento en que la persona era secuestrada.
En la casi totalidad de las denuncias redbÍcEas por esta Comisión se raen-
^tortu^era algo irmato y de aplicación sistemática en cada uno de donan actos de tortura. No es casual. La tortura fue un elemento relevante
pn!MDeros^alare8Íde tratamiento. ^ndo mía ra7a~excepcÍÓ"n eTcuau^o°os en la metodología empleada. Los Centros Clandestinos de Detención fue-
cautiva que no la padecía. -——r—- ^Liuvu o ron concebidos, entre otras cosas, para poder practicarla impunemente.
La existencia y generaÍízadón de las prácticas de tortura sobrecoge por
.»At.alíu!;l,e3tQS_eipacios de,excePción ""Aan con personal especialmente
la imaginación puesta en juego, por la personalidad de los ejecutores y
Aoc¿ ámbito! acondido^á°^ al efecto--los'^e^^^Z^ de quienes la avalaron y emplearon como medio (...) ¿qué otra cosa sino
^m;lckllqmrtíanosl"salas demáquma" ° ''cap.chas-:-~^uv'ari:da7a»c,ndoe un inmenso muestrario de las más graves e incalificables perversiones
mstmmentos y áistintas técnicas para provocar los padecimientos" han sido estos actos, sobre los que gobiernos carentes de legitimidad

Jmtre íastécnicasde ^^ la más emblemática de eUas -la p^ áéctrica. basaron gran parte de su dominio sobre toda una nadan?

^ Llmo5:Jm^cáDdose en acüvldade^"PresmsApATJesTe^eas La comprobación de la extensión que adquirió la práctica de la tortura


desde hamya7.anas décadas en nuestro Pa"2u~^uTnuD°c,"^reTc^ en tales centros y el sadismo demostrado por sus ejecutores resultan
se vio a partir del 24 de marzo de 1976211.' estremecedores. De algunos de los métodos empleados no se conocían
antecedentes en otras partes del mundo. Hay varias denuncias acerca de
niños y ancianos torturados junto a un familiar para que este proporcio-
nara k informadón requerida por sus captores213.

Asimismo, en el ámbito judicial, resulta ineludible la consulta del más des-


tacado proceso penal resultante de aquel contexto político^conocido^como
el Juiao a las Juntas Militares, en el que se juzgó y condenó durante 1985, en
audiencia oral y pública, a los integrantes de las sucesivas cúpulas de^última
?/nwD^ád.llT^esITO¿:;)se™^^^^^^ dictadura, y en donde, solo de los casos seleccionados e impulsados por la fiscalía,
tque la que se desple§ó~en cu^q^otro7ugarde7mTnc¡L^T''l2Tos9p^8e)rsa y SOÜEtlca'
^ ^er ^ respecto Rafecas, 2007: 195-208. En el mismo sentido/LoterFzt^
212 Organismo cieado a través del decreto no 187 da PEN con fecha 15/12/1983^ por el pre-
JnuKa±c^le! unm™oaTnün° que corneo a usarse aproxim.d^ente en 1934,
^tek Década Infame, y no^ descaro bajo nmgunaadmmFstT.^^^^^ siáente Álfonsín. La Comisión elaboró más de 7.000 legajos, comprensivos de declaraciones y
testimonios de víctimas directas sobrevivientes y familiares de desaparecidos; verificó y determi-
l,5fe R°^°M¿SKL19,85a: u.6:.'™asta tal Punto ™ dároslo. hechos'con'losdel no la existencia de cientos de lugares clandestinos de detención, reaUzó mspecdones^en diversos
^ltlZseTif.lTLtcld: ilw
tTle^Íclaraaones.yTOla^d™das^
sitios y recabó mfoFmadones, acumulando más de 50.000 páginas documentales. Las_resultas
: faeroa publicadas en la obra Nunca Mas (Conadep, 1984). Acerca de esta obra, cfr. Vezzetü,
Lde±sltrc"iglosaütes' Nool^emos;-siemp;e7u;asrqu: ^do^oT^^ : ^2009:112 yss.
^,den^£TJSJa lTraLelwd^
mcondiaonalmente al poder, causa espanto". laíi Cíi. Conadep, 1984; 26 y 479-480.

108 109
?ec^TeareTSU^men" de actos de torturas' muchos deeuos se^ Pasadas ya varias décadas desde aquel régimen^autodtario y desde la citada
•^ en ios términos del art. 144 ter. versión ley no 14,616214. reforma penal, el fenómeno de la tortura persiste2": si bien se abrigaron expec-
£íva, la sanción déla 1^ na -^ ncn ^^^L^.^ -_/-'i .' ./
l^tuluuí1 ae la ley nu 23'097 constítuyó una decisión político- tativas en cuanto a su erradicación a partir de las drásticas penas mtroduddas,

E;:^^S£^EiS
alddEstado arSentino que P^^ró'mostrar"una^ores^aül así como también a partir de la prohibición absoluta impuesta a la poücía
recibir decÍar¡dones del imputado y la reducción de los plazos de mcomuni-

s¿¿]^^ ^lps^^¿ radón, t¡les estrategias resultaron a todas luces msufídentes, y partieron de U
cTásTca confusión.entre dos fenómenos con muy distinta aptitud disuasoria del
deüto7 penaÍidaá y cultura218. En efecto, los cambios exigidos son muchos mas
abarcadoresyprofandos que los meros ajustes deontológicos, pues hacen a la
?2ütu£ unojde Ios obieüvos prímo^^s del actual gobierno in
ST-demáxim0 IespetoPoría^^deuLaPeurZsT^^^^ cultura de una sociedad.
iST^iaa to^rayT;™&u:m^^^^ Así. durante las décadas de los ochenta y noventa del siglo XX, el fenómeno
les fundamendes a los que'dgoT^o7ortit^oI^ZSIr°esseZa: de l7tortur7se mantuvo vigente pues esta y otras prácticas mfames (ejecudo-
nes"con-alevosía, procedimientos policiales fraguados) no^fueron más que
cMitinuadón, en' períodos formalmente democráticos, de las mismas técnicas
antes Tas agencias policiales aplicaban a los perseguidos políticos (bajo k
^ddto.deloTas¿partsod:Tapes:^ SÍuencÍa bélic^-miUtar y en el marco del aparato clandestino de poder) y que

lTSM,!lerada/pma;^ Siorason dirigidas a otros colectivos desviados o peligrosos219.


san^oriaquerestapar^pctesr^^^^^^^

^^s^^lw:^^:^^^^^^
contrario, el Comité contra la Tortura de la ONU, en su inform^k^ respecto del legislador penal colombiano, y su reforma leg^del art, 178,vigente_aParur^el
Tlas^drásticas penas previstas para el delito común de torturas -vigente
i7200(F, 3e"8'aT5 anos y de hasta 20 años^de pdsión^siel autor es funcionario púbüco^
nml"ortura/°T^^"d^mloqu;^P°^^

^;l^==^=¿i=s
^efo7m¡'k¿Lwa aumentó la escala penal hasta los 22 años y 6 me^,de_PrisloDJ^i
So^'oimÚDTÍevó hasta los 30 anos el máximo previsto si se trata deflmcioGano^Pubuco;

ESS^IÍÍS=ÍSlS
R^ourdemo7además que, meáíante esta reforma legal, se quitó la referencia a la g^vedad^l
SS^ &í7o7op'síquicospara configurar elüpo.^ En suma, la actual ley P^colombm

É^!si^is¿i^^
Sa"un paradigma aun ínás exasperante detesta ilusión pr?ventivo-general negatíva,enmateaa
SltT^aT¿mbm¡r~su-punto de partida en tanto delito común, con más la elimmadon

^^^s^^l
ria"exTgenaa de la gravedad de los paáecimientos, Junto con drásticas escalas penales, sm
parangón desde una perspectiva comparada.
217 "La üansidón de la áictaduia a la democracia en la mayor parte de América Laúna Índu-
dablemeDrehFmejorado de muchas maneras diferentes la calidad de vida y elejeracÍo de ^s

^Z^^^t^¿l¿^^:=:nI^^S^
p^!blacuitz^I_a vísuali2ación del camino'que conduceüa^7v7rdaZraTsZ'
¡ibertodesT. .~)~Lo que no ha logrado, sin embargo, es hacer demasiada meUa ea la violencia que
afertaTkregión (...) Al tiempo que hay muchas fuentes de violencia y actores vioienjo^.
funaonanoT^tatJes contribuyen en gran medida a la ilegalidad y la brutalidad". Ctr. Méndez,
dones del problema que se intenta enfrentar^" ^uu^ a 1'" vcmaaeras solu-
2002:31.
218 Cfr. Zaffaroni, Álagía y Slokar, 55 y Garlaría, 1999.
219 "Los funcionarios encargados de aplicar la ley -mal formados, mal pagos y poco respeta-
dos--son-con-¿ecuencia tentados de abusar de su poder en el desempeño de sus funciones y,
Nm%9%M0^6uld°GT(?OOdn"^S0^^^^ de losyacláac°8 ^^ áe . lamentablemente, esa caracterización se aplica a muchas fuerzas policiales latmoamericanas.
2i7^1/^'T^UÜ üoü/2uüoj) vermás redent^ente-Lloato (2oSyC^
prácúcas históricas de obtención coercitiva de mformadón y confesiones de tesügos y sospecto-
cameSepel3bO/9^9^cto0^^ena±!to presiden£e? Raúl Álonsín' había ^^ P"bH- :: sos sm duda contmuaron (...) Además, la experiencia de la policía, frecuentemente convoc
^Tx^Í38T1983: "Q"^oí e/w^° c^ü^;7í;to^ •i- para colaborar con las fuerzas de seguridad durante períodos de desorden político,^ no puede
lí: ser inmediatamente desapraiáida kiego de un cambio de gobierno o del colapso de la insur^
c^arear: tlͰ°^dezbfflT^!ónl?s¿ua° Paraliza Iabúsqu<-da de SOIU- g geoda armada. Tales prácticas son alentadas por sistemas legales que si apoyan fuertemente ea
aones reales o eticaces". Cfr. Zaferoni, Alagia ySíokar^:L7mi^ctíúcT4puuTÍTac^ue . ^EpFocedimientos]escrito¡,yque por lo tanto otorgan gran importancia a las confesiones y otras

110 111
DANIEL EDUARDO RAFECÁS EL CRIMEN DE TORTUKA

Y tras ello, bastó con la irrupción del colapso político-económico en que se U!. Análisis de la figura básica
vio sumido el país ¿urante 2001 y 2002, y su recurrente presión sobre el sistema
penal, para que eínerjiera nuevamente la tortura de modo masivo por parte de III. 1. Ubicación sistemática y núcleo típico
las agencias policiales y penitenciarias, sumado eüo a -como vimos con más
Sin perjuicio de lo reseñado en el apartado precedente, el subcapÍtulo relativo
detalle en el cap. U, apdo. IV- mía extraordinaria precarización áe Ía situación
al delito de torturas (arts. 144 tercero a 144 quinto, CP), a partir de la sanción de
de detenidos y presos, que favorecieron las condiciones para la imposición de
la ley 23.097, ha ganado precisión en cuanto a sus exigencias objetivas.
torturas y demás tratos inhumanos y degradantes en ámbitos de cautividad tanto
Al mismo tiempo, la citada reforma dejó traslucir un singular esfuerzo por
policiales como penitenciarios.
parte del legislador en graduar las distintas responsabilidades de los posibles
En los últimos años, de la mano de una mejora en los indicadores económí-
funcionados intervinientes frente al acaecmúento del delito -tal como lo exige
CQS y sociales, en especial, la reducción de los Índices de desempleo, pobreza e
la CUCT-. Ello, además, teniendo en cuenta especialmente el elevado punto de
Ííldigencia -esto es, de la violencia estructural-; gracias al activismo constante
partida en la escala punitiva prevista para el tipo comisivo doloso básico.
de los organismos no gubernamentales de derechos humanos y de algunas agen-
Así, se verifican cuatro grados de responsabilidad:
das estatales; y a la presión ejercida desde el ámbito internacional al Estado
1) comisión acúva u omisiva dolosa (S a 25 años de prisión, con sus agravantes
argentino; para que modifique sus prácücas reales en el sistema penal y mejore
sustanclalmente las condiciones de detención, el fenómeno de la violencia ins- del inciso segundo por lesiones gravísimas o por muerte);
tituríonal pafoce comenzar a ser enfrentado con mayor determinación desde el 2) omisión impropia dolosa de funcionario competente (3 a 10 años de prisión);
Estado de derecho. 3) omisión propia dolosa de funcionario no competente (I a 5 años de pri-

En tal sentido, y como se expusiera en el capítulo introductorio, a partir del sión); y


Ímpactante proceso de enjuiciamiento penal a todos los responsables de críme- 4) omisión propia imprudente de la autoridad responsable (6 meses a 2 años
nes de lesa humanidad cometidos durante la era del terrorismo de Estado en los ¿e prisión).
años 70 del siglo XX, que se viene llevando adelante -y está lejos de concluir- a El núcleo del tipo será en todos los casos el mismo: la imposición de cualquier
lo largo y ancho del país220, juicios estos en donde la tortura está en el centro de clase de tortura; es a parúr de este resultado lesivo que deberán activarse estas
la escena, es esperable una mayor sensibilización, y una mejor disposición en fun- figuras de acuerdo con el grado de responsabilidad ¿e cada interviniente.
dónanos, fiscales y jueces involucrados en los mismos, a! seleccionar, impulsar y Respecto de la figura básica de torturas en la legislación penal argentina,
condenar también otros episodios de tortura, aquellos que se siguen cometiendo, concretamente, prescribe el art. 144 tercero, mciso 1:
hoy como ayef.
Será reprmiiáo con teclusión o prisión de ocho a veinticmco años e inhabiÜ-
taclón absoluta y perpetua el funcionario público que impusiere a personas,
legítima o ilegítunamente privadas de su libertad, cualquier clase de tortura.
Es indiferente que la víctima se encuentre jurídicamente a cargo del funcio-
declaiadones de sospechosos y testigos. Los jueces, en respuesta a demandas públicas cada vez narÍo, bastando que éste tenga sobre aqueüa poder de hecho.
más insistentes a favor de una protección más efectiva del orden público, prefieren hacerla vista
Igual pena se impondrá a particulares que ejecutaren los hechos descriptos.
gorda a las ÜegaUdades policiales", cfr. Méndez, 2002:42.
(...)
220 Baste para eüo considerar que el CIJ, desde la primera condena dictada en 2006 por el
y Por tortura se entenderá no solamente los tormentes físicos, sino también
TOCF5 Buenos Aires en el caso "Simón", hasta octubre de 2015, ofrecía en su pórtala acceso
la imposición de sufrimientos psíquicos, cuando éstos tengan gravedad
a 116 sentencias condenatorias dictadas por tribunales orales federales en el marco áe este
proceso, que dan cuenta áe una notable extensión territorial, abarcando prácticamente todo suficiente.
el país: ordenadas por cantidad de sentencias, se registran 19 en la Ciudad de Buenos Aires;
10 en Tucumán y San Martín (PBÁ); 9 en La Plata; 8 ea Mar del Plata; 7 en Santa Fe; 5 en
UI. 2. Bienes jmídicos afectados
La Rioja, Corrientes y Rosario; 3 en Córdoba, Salta, Posadas, Neuquén y Santiago del Estero;
2 en Mendoza, Formosa, Paraná, E.esistenda, Comodoro Kivadavia, Catamarca, San Juan, Bahía
Acerca de esta cuestión, una vez más, se combinan la exigencia central ¿e
Blanca y JuJuy; y I en Junín, General Roca, San Rafael, Santa Rosa y San Luís. Son muy pocos los
fallos en donde no se haya condenado por el deUto de torturas (c£r. an. 144 ter, CP), cEr. www. ver afectado el espacio de libertades que mantiene mcólume todo detenido -que
dj.gov.ar/nota-931-Sentendas-de-Tribunales-Orales-en-el-pais.hünl. coincide con su dignidad personal-, con las expectativas de corrección en la

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