Rafecas, Daniel. El Crimen de La Tortura
Rafecas, Daniel. El Crimen de La Tortura
IMPOSICIÓN DE TORTURAS
I. Introducción
    En primer lugar, corresponde aquí efectuar una conexión con .el devenir
histórico desarrollado en el capítulo H de este trabajo, en todo aquello dedicado
a intentar comprender el fenómeno de la tortura desde distintas perspectivas.
    Como condensación de todo lo allí desarrollado, ía historia enseña que al
menos hasta comienzos del siglo XX, la definición de tortura era coinddente con
la de tormento, vocablo que proviene del tormentum romano, que se pracúcaba
en el marco de la quaestío o indagación judicial ya descripta.
    En efecto, la denotación de ambos términos estaba conectada con los méto-
dos violentos enquistados en el proceáímietiío público premoderno. Seguifíios
aquí a Savater, cuando sostavo que Ía verdadera tortura nació con el interés por
la ínümiáad del otro, es decir, nadó con el deseo de interrogarlo y de obtener
respuestas de él190; lo que hace aparecer a la tortura es el afán de cuestionarle, de
poner a la víctima en cuestión ,
190 "Cuestionar al otro es, por un lado, interrogarle y, por otro, dudar de su validez como tal
otro, negarle su derecho a seguir siendo por dentro como es, e imponerle la conformidad a un
modelo. Se exige deí otro una respuesta, en forma áe confesión: que diga lo que su inümídad
es, para que se le pueda identifí-car con eUa y castigarle por ella; o que se retracte de lo que es
y se arrepienta por sedo, que admita que se ha convertido ya en otro. En muchas ocasiones
(,.,) exige la quiebra de la lealtad (...) y la traición (...) La pregunta del torturador saquéala
múmidad de la víctima, la devasta (...) el verdugo úene que saber de antemano cuál es la verdad
o, al menos, cuál es la verdad con la que él va a conformarse. Lo más terrible de la tortura, lo que
la hace objetivamente inacabable, es que la verdad sea establecida por el verdugo ", cfr. Savater
y Martínez Fresneda, 18-20.
 9 Por eso, la tortura no puede ser catalogada como una pena stricto sensu, sino que más bien
exisüó paralelamente, como institución procesal, al repertorio de castigos penales, como la pena
de muerte, o las penas crueles o mfamantes, con las cuales compartían, muchas veces las técnicas
                                                99
    G,eerLaJartlde^ntonces' y más^^°ri^ente tras I. fÍnaUzadón de k           Dicho esto, lo cierto es que desde mediados del siglo XX, se ha inaugurado
 Sc^raSÍ yhasta nue"^áías':elco"n7e7to de"to7tur"a7eZua"nc^ ^              a nivel supranadonal "la época no solo doctrinaria, sino legislatm y junspru-
 i^°lmonun0^ w amPliado^^detd^t^S5;^^^                                     dencial, para la afirmación de algunos, cada vez más, espacios de libertad para
 Í^Z&'.ÍÍmT espe;?='Í^^S^Sr                                                quien es;á privado penalmente"194, entremos de destaca, en el primer orden
 pnuleMa:relaaonada con ellas- a.todo °P°demposSo^ZZl^^ls;                 de consideración, á refuerzo normativo desde la comunidad internacional a la
 lptoÍÓ8ira_cle carácter 8^e:'aplÍc":dappo"r ^ Znaa0^ apeu^cT^aata         prohibición de la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes.
 dlsulfmaones o.aMV&d:t=q^^^^^                                                En tal sentído, la tortura está formalmente repudiada en prácticamente todas
 lTnlqu"stó legal ° uega¡mente"detlenId:"Z Zdseu3°ess^S                    las normas internacionales que apuntan a regular la actuación estatal, mcluso
 !ean^uestas.o,no m el I^'dem^^°X^^aSa^a:                                  en las convenciones para tiempos de guerra. Ninguna otra prácüca -excepto
 ÍZlimad0 cmdich:imP;sid^^^^d^t^^^a:t:                                     la esclavitud- es tan universal y unánimemente condenada en las convenciones
 ?ba limiüdo a la obtención de h confesión TaZla^n.fculugu0 aicance' que
                                                                           legales;y de derechos humanos emanadas de la comunidad internacional19^
                                                                              En efecto, apenas terminada la última guerra mundial, la Declaración Uni^
 II. Desvaloraclón jurídica de la tottura                                  venal de Derechos del Hombre, reunida en París el 10 de diciembre de 1948,
                                                                           proclamaba la condena universal a la tortura en su art. 5:
 II. 1. En el derecho íntemsaona]
                                                                                  Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
 II. 1. 1. Laspnweras referencias en los Tratados                                 degradantes.
^^^•p^^,^^^^^^^^-
empleadas durante la tortura, como los a^nfp^ n ^1 ^.^ c: L^- - / i ,
                                                                                  degradantes.
                                                                                  Toda persona privada de libertad será^trataáa humanamente y con
¿^^^^^^s^sz^^^¿¿^
                                                                                  respeto debido a la dignidad inherente al ser humano.
^SSS^^^i^Mt^                                                                   Resulta de mterés señalar, respecto áe este Pacto, que desde su misma san-
                                                                            ción7entrada en vigor en 1976, se añadió un Protocolo Facultáis 'po^cu^
                                                                            entre otros aspectos Jos Estados parte reconocen la competencia <
                                                                            Derechos Humanos.
i95C£r.Shue,2004:47.
                                          100                                                                         101
                               DANIEL EDUARDO RAJFECAS
                                                                                                                                                 103
                                                102
que según la letra de esta Convención, el grado del sufrimiento ocasionado a la                             Este órgano ha tenido creciente relevancia, a partir áe la .aprobación, et
victima para que un acto pueda ser calificado como tortura deja de ser prepon-                           18/12/2002, por parte de la Asamblea General de la ONU, ddProtocolo Faculta-
derante para su delimitación, pues remite sin más a "penas o sufrimientos físicos                        tívo de la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos^
o mentales" sin establecer una gravedad o intensidad determinada. Es más, para                           o Degradantes, que entró en vigor al reunirse la acüiesión de veinte estados, el
esta Convención, también constituyen tortura aquellos "métodos tendientes a                              22/6/20061"
anular la personalidad de la víctima o a disminuir su capacidad física o mental"                            Por medio de este Protocolo Facultativo, los países suscriptores procuran:
más aUá áe sí causan dolor o angustias psíquicas en la víctima197,
                                                                                                                establecer un sistema de visitas periódicas a cargo de órganos intema-
    Esta amplitud en el alcance del concepto de tortura, propiciada formalmente                                 dónales y nacionales independientes a los lugares en que se encuentren
en el Derecho Ínteramericano de los Derechos Humanos a partir de 1985, no se                                    personas privadas de su libertad, con el ñn de prevenir la tortura y otros
ve reflejada en la letra de nuestro art. 144 tercero -introducido en 1984-, ya que                              tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
como veremos, en su me. 3, el legislador argenüíio se refiere allí a los sufrimientos
                                                                                                            Si bien la Argentma lideró la creación de dicho protocolo y adhirió tem-
físicos como tormentos y reclama, para la tortura psicológica, que los sufrimien-
                                                                                                         pranamente por medio de la ley no 25.932 (B.O. 8/9/2004), demoró luego la
tos impuestos tengan gravedad suficiente. De eÜo s.e deduce que nuestro Código
                                                                                                         sanción del "Sistema Nacional de Prevención de la Tortura y Otros Tratos o
Penal, en este sentido, está más en síntoma con la exigencia de "dolores o
                                                                                                         Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes", aprobada por ley no 26.827 (B.O.
sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales" de la definición de tortura de la
                                                                                                         11/1/2013), en cuyo marco se dispuso la creación de un Comité racional para la
Convención de Naciones Unidas, la cual fue sancionada a fines de 1984, si bien
                                                                                                         prevención de la tortura (arts. 6 a 20) y el Consejo federal de Mecanismos Locales
sus antecedentes formales estaban disponibles para su aplicación desde 1975.
                                                                                                         para la Prevención de la Tortura (arts. 21 a 31), además de recomendar a las pro-
    También es muy áestacable que para esta Carta mteraníericana, afirmado
                                                                                                         viudas y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la creación de sus respectivos
objetivamente un acto de tortura, desde el punto de vista subjetivo, resulta
                                                                                                         mecanismos locales (arts. 32 a 3 6), estableciendo además que la Procuradón Peni-
indistinta la fmaUdad que el perpetrador persiga al miponerla. En esto sí hay
                                                                                                         tendaria de la Nación "cumplirá las funciones de mecanismo de prevención de
plena coincidencia de la Convención Americana con la legislación penal interna
                                                                                                         \& tortura en los términos de Ía presente ley en todos los lugares de detención
argentina, ¿acto que nuestro art. 144 tercero, me. 1, tampoco reclama algu-
                                                                                                         dependientes de autoridad nacional y federal" (cfr. art 32, párr. 2°).
na finalidad específica de parte áel autor como elemento subjetivo especial para
                                                                                                             En este esquema, la competencia del Comité Nacional se extiende a todo
configurar el delito; y en tal sentido, entonces^ nuestra defirddón de tortura es
                                                                                                         el territorio nacional y podría reaMzar visitas sin aviso previo a todo lugar de
más amplia que la de la Convención de la ONU, evitándonos en el orden interno,
                                                                                                         detención (definido por la ley en su art 4° en un sentido amplio)200.
graves problemas de subsundón en el tipo (en su aspecto subjetivo), que desa-
                                                                                                             Recientemente, el Poder Ejecutivo Nacional dispuso una primera reglamenta-
rroüarenaos más adelante.
                                                                                                         don. a través del Decreto no 465/2014 (B.O. 9/4/2014), que puso a la Argentina
                                                                                                         más cerca de la efectiva puesta en marcha del mecanismo nacional establecido en
II. 1. 4. El Protocolo facultativo y la implementacíón del Comité racional
                                                                                                         el citado Protocolo Facultativo, que aun así sigue estando pendiente. En cambio,
                                                                                                         sí lo han hecho una creciente cantidad de estados provinciales, con jurisdicción
    La convención de la ONU contra la tortura no solo fijó obligaciones a los
Estados parte, sino que también creó, en su art. 17, un órgano encargado de                              sobre sus propias polirías y agencias penitenciarias locales201.
198 El cual entró en funciones en 1988 en Ginebra, Srnaa, y está integrado por 10 expertos. Su            201 Tal d caso de Chaco (2009), Río Negro (2010), Mendoza (2011), Salta (2012) y Tucumán
tarea funáamental es mvesdgar las prácdcas sístemáúcas de tortura en los Estados parte.Los                (2012). Otras dos provincias, Misiones (2014) y Comentes (2015), cuentan COD una
                                                 104                                                                                                   105
                                      --i-- x-.j^unjxi^n^' AAj-jn^n.^                                                     EL CRIMEN DE TORTURA
  H. 2. Su tipífícación en la Argentina                                                   La utilización sistemática de la tortura en el marco del último régimen auto"
                                                                                       ritario argentino, su extraoráinaria expansión, más el grado de refinamiento
    ^Hastala sanción áe^Ia ley no 14.616 de 1958, las referencias garantistas          empleado por los torturadores, y la notable crueldad y sadismo evidenciados,
                en nuestra Constitución Nacional y en sus fuentes (en e°spec¡aTe¡      son explicables a partir de la confluencia de al menos tres factores relevantes, los
  a^a emanada de la Asamblea General Constituyente áe 1813),'con'rekcÍora la
                                                                                       cuales no podemos más que mencionar aquí.
 ÍOI;¿OD delos tormentos'no se vieron acompañadas por mía decÍsión^oÍric^                 Por un lado, las prácticas de torturas a disidentes políticos del poder de turno
              iizar la tortura,
                                                                                       en el marco de Ías agencias policiales, al menos a partir de la creación en 193 1 de
     Así, fue recién con el art. 144 ter, CP, vigente a partir de 1958 y hasta 1984.   la Sección Orden Político de la Policía Federal Argentina204, luego conocida como
 que se colmo este alarmante vado. Este tipo penal preveía penas de tea diez           Coordinación FederaP05; cuando la ¿íctadura Uegó al poder en 1976, muchos
 anos de prisión e mhabüitadón absoluta y perpetua para el funcionario púbíco          lefes policiales de ese entonces habían sido formados en esta sección y no hiae-
 q^e íes impusiere a los presos que guarde, cualquier dase de tormento, EstebIecÍa     ron más que poner su experiencia a disposición del aparato dandestiíio de poder
          . sendos agravamientos de pena en caso áe que el sujeto pasiv^fu~er7^        recién instaurado.
                       > y allí cuando resultare la muerte de la persona torturada        Por otro lado, el entrenamiento que recibieron muchos integrantes de las
    ^Como vimos en el capítulo II, la más reciente dictadura argentina (1976-          fuerzas armadas argentinas de sus pares franceses, "expertos" en k lucha contra
            ^ un oponente más de esta difusión regional de la que gozaba el empleo     ¡os enemigos internos {subversivos, insurgentes, etc.), por haberla puesto en
       tortura.
                                                                                       práctica durante décadas, en el marco de los conflictos por el mantenimiento
 .- .sí n ínatortura se habla aPücado sistemáticamente en el país desde muchos         delpoder colonial (ámbito en el cual habíamos visto no solo que la tortura había
 años aütes^ü2, los centros clandestinos dispuestos a mediados de los'70 Tdaba¡n       resurgido en el siglo XIX, sino que además se mantuvo vigente incluso durante
 mía nueva posibilidad: usarla de manera irrestricta e iUmítada. Es' decT^To           ¡a segunda mitad del siglo XX pese a la prohibición formal consagrada encartas
 importaba dejar secuelas o^producir lesiones: no importaba siquieramatar^wf           mtemacionales), tanto enlndochina como luego en Argelia-entre cuyas prácncas
 s™ro (- />) Lo mmítadode los m^^ se unía a su uso por unüempo~¡ambÍén                 sobresaÍÍan la tortura para obtener información206 y los vuelos de la mueríez07-,
             (.^,) Loüimitado suponía también que la tortura, una vezfórminadaA
 se podía reiniciar"; sin olvidar que el cautivo convivía con los instrumentos Jos
   >]etos y los sujetos áe tortura durante toda su permanencia enTcampo" En            204 Señala Rodríguez Molas que ya hacia 1934, un memorial elevado a la Cámara de Diputados
     s, ia tortura estaba omnipresente, y era impuesta a todos los que eranZoÍaáos     dab7cu^nt7d7^uehabíaü7a¡ado por sus calabozos 10.000 presos y que al menos 500 de eüos
                                                                                       habían sido torturados (1985a: 100).
^ estos centros^ en tales recintos, "la tortura era la clave, el eje sobre eL
giraba toda la vida del campo"203,                                                     205 Formalmente, Superíntendencia de Seguridad federal, ^cuya^sede fuüdonara^omo^ntío
                                                                                       clandestmo-de distribución, detención ilegal y torturas, incluso desde antes del golpe tíe J
                                                                                       -del 24/3 ,76.
                                                                                       206 Cfr. Robin, 2006; y Salmas, 2010: 84-87. Véase asmismo, Aüeg: "La carrera de un personaje
                                                                                        como [el general PauÍJÁussaresses es, en cierto modo, una ^stIaawm^Srañc^ASÍ^W
£etp"o,amTnlloLhanpu.esto enPrácúaL L^s provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa
le'^dÍ^^C^K^E?KW^^                                      d3,"£
    Ltónoma de Buenos Aires,_si bien sandonó laleyenSOoiYná ^S^od^^-
                                                                                        sabkbqu°e~no"sob se dio a conocer como un perfecto organizador de los centros^de to
                                                                                        A'r¡dIa'lsmoqueG..) [Üos franceses lo iprestamn sucesivamente (...) a los^ distintos dictadores
                                                                                           reinaban en Brasil, Argentina, Chile (...) En cada uno de estos^ países un -espec
S^lk Let,0 ulos.mTdrpue^(^                                                              ?o"rmab¡~cu¡dros locales que, bajo su batuta, aprendían a matar en la sombra, a torturarla
ies^Í^kTdóndelaleyno26-827verM^^^^^^
                                                                                        m^aürsm"piedady~sm nmiordimiento alguno-'(p, 142; el autor se refierea ^confesi^sj
SRtrgmü%m.FODt''i3:¿;Mondiu:'20ÍA 'w^v ^»^S7^W^T^
                                                                                        este"nu¡taTmi¿Lpor ej. en www.elpais.com). En im testimonio recogido por la Justicia ^edeuL
W^Z cfSLGa;aa: 253;259; en~í Pdfl; deTchauco/ V^LVBoZ 2A65^ yTn°lcaaap°cirÍ
        i, ver Gauna (büiografía), * . ~ """""' '" """"' —/-u/, / cu i,d púa.           deunavfctima c.utiva en el CCDT "La Perla" (Córdoba), se expreso que;en una ocasión vio
                                                                                        ^ ^ deÍorbaños'Lmmanual-de método de tortura del ejército de Frauda en ArgelÍa^que^
   .Ial°^ a.dnoptíu?amodaudad sístemática e i"^tudonal en este siglo, después de k      rierfa aTa venda, la mcertidumbre, y la tortura psicológica^ tal como se produce en •
^Íuatd¿ i30^Tlos .rísloneros POJÍÜCOS:/ ^^^ctÍcaucons^re mZT.ou^                        (de'daTactón"deLmanaCaüizo, TOCF 1 Córdoba, zn re: "BrandaUsis", de 2008, dt, fs, 293 .
^TTda como normal en reladón COD los ^^d^^^^^^^^                                        la sentencia, publ. en el CIJ).
                                                                                        207 Acerca de la represión francesa en ÁrgeUa, AUeg expresó que " [l]os prisioneros; con los pi^
203 Calveiro, 1995: 61-64.
                                                                                        atados7un7p^cS'o atrapados en un bloque de cemento, eran cargados en un helicóptero que
                                            106                                                                                       107
                              DANIEL EDUA.RDO RAFECAS                                                                EL CRIMEN DE TORTURA
  Ínflaen.cía_que £ambién provmo de^unas usmas ideológicas estadounidenses            Así las cosas, tres décadas después de la introducción en el Código Penal
  que entrenaron a muchos militares latinoamericanos208.                           del delito de tormentos en el art. 144 ter versión ley 14.616, el legislador
ZmalmenteLlaadmíración que anidaba en muchos integrantes de las fuerzas nacional de la democracia restaurada a fines de 1983, movido no tanto por
 ^^!^s^w^^d?10^                                   3?n^S
 !l!mlalemm-_delocual hubo mas¿vas demostra°^"7nÍa'vidac^diZTeToas
                                                                                   un meditado estudio de la cuestión, sino más bien por la indignación fíente a
                                                                                   los horrores cometidos en el marco del terrorismo de Estado, sancionó la ley
  cemros clandestinos de represión209. --"~~" ^ ^ v±uít L-ULl^iu1'1 ucíos          no 23.097 (B.O. 29/10/1984), por la que se aumentaron las penas drástica-
                                                                                   mente, equiparando el delito de torturas, en la respuesta punitiva, al homicidio
   ^Jnnd^y sinPerimcío de 10 yadesarroUado al inicio de este trabaio.
 ^"esporÍde)"a,seDtado el concePto de t°"""comoTctínda7ZSOa                        simple (art. 79, CP).
e^s!05reaTS:Ell°; aActos de,entender ^ ^cionamiento:^:^;^ Muestra del clima político reinante en el contexto de la incipiente democracia
 ^^^ela^^dde?le8aA?o;ms^p;t^i^^^s                                                  recuperada son estos pasajes del informe elevado en aquel momento al Poder
 m.fom"Sdderóertada unam:üm^ sm:qu?:es:^u^^3                                       Ejecutivo Nacional por parte de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Jmtre íastécnicasde ^^ la más emblemática de eUas -la p^ áéctrica. basaron gran parte de su dominio sobre toda una nadan?
                                         108                                                                                       109
  ?ec^TeareTSU^men" de actos de torturas' muchos deeuos se^                             Pasadas ya varias décadas desde aquel régimen^autodtario y desde la citada
            •^ en ios términos del art. 144 ter. versión ley no 14,616214.           reforma penal, el fenómeno de la tortura persiste2": si bien se abrigaron expec-
               £íva, la sanción déla 1^ na -^ ncn ^^^L^.^ -_/-'i .' ./
                  l^tuluuí1 ae la ley nu 23'097 constítuyó una decisión político-    tativas en cuanto a su erradicación a partir de las drásticas penas mtroduddas,
  E;:^^S£^EiS
        alddEstado arSentino que P^^ró'mostrar"una^ores^aül                          así como también a partir de la prohibición absoluta impuesta a la poücía
                                                                                     recibir decÍar¡dones del imputado y la reducción de los plazos de mcomuni-
  s¿¿]^^ ^lps^^¿                                                                     radón, t¡les estrategias resultaron a todas luces msufídentes, y partieron de U
                                                                                     cTásTca confusión.entre dos fenómenos con muy distinta aptitud disuasoria del
                                                                                     deüto7 penaÍidaá y cultura218. En efecto, los cambios exigidos son muchos mas
                                                                                     abarcadoresyprofandos que los meros ajustes deontológicos, pues hacen a la
        ?2ütu£ unojde Ios obieüvos prímo^^s del actual gobierno in
        ST-demáxim0 IespetoPoría^^deuLaPeurZsT^^^^                                   cultura de una sociedad.
        iST^iaa to^rayT;™&u:m^^^^                                                       Así. durante las décadas de los ochenta y noventa del siglo XX, el fenómeno
        les fundamendes a los que'dgoT^o7ortit^oI^ZSIr°esseZa:                       de l7tortur7se mantuvo vigente pues esta y otras prácticas mfames (ejecudo-
                                                                                     nes"con-alevosía, procedimientos policiales fraguados) no^fueron más que
                                                                                     cMitinuadón, en' períodos formalmente democráticos, de las mismas técnicas
                                                                                         antes Tas agencias policiales aplicaban a los perseguidos políticos (bajo k
 ^ddto.deloTas¿partsod:Tapes:^                                                       SÍuencÍa bélic^-miUtar y en el marco del aparato clandestino de poder) y que
 ^^s^^lw:^^:^^^^^^
          contrario, el Comité contra la Tortura de la ONU, en su inform^k^          respecto del legislador penal colombiano, y su reforma leg^del art, 178,vigente_aParur^el
                                                                                                       Tlas^drásticas penas previstas para el delito común de torturas -vigente
                                                                                         i7200(F, 3e"8'aT5 anos y de hasta 20 años^de pdsión^siel autor es funcionario púbüco^
 nml"ortura/°T^^"d^mloqu;^P°^^
 ^;l^==^=¿i=s
                                                                                      ^efo7m¡'k¿Lwa aumentó la escala penal hasta los 22 años y 6 me^,de_PrisloDJ^i
                                                                                      So^'oimÚDTÍevó hasta los 30 anos el máximo previsto si se trata deflmcioGano^Pubuco;
ESS^IÍÍS=ÍSlS
                                                                                      R^ourdemo7además que, meáíante esta reforma legal, se quitó la referencia a la g^vedad^l
                                                                                      SS^ &í7o7op'síquicospara configurar elüpo.^ En suma, la actual ley P^colombm
É^!si^is¿i^^
                                                                                      Sa"un paradigma aun ínás exasperante detesta ilusión pr?ventivo-general negatíva,enmateaa
                                                                                      SltT^aT¿mbm¡r~su-punto de partida en tanto delito común, con más la elimmadon
^^^s^^l
                                                                                      ria"exTgenaa de la gravedad de los paáecimientos, Junto con drásticas escalas penales, sm
                                                                                      parangón desde una perspectiva comparada.
                                                                                      217 "La üansidón de la áictaduia a la democracia en la mayor parte de América Laúna Índu-
                                                                                      dablemeDrehFmejorado de muchas maneras diferentes la calidad de vida y elejeracÍo de ^s
^Z^^^t^¿l¿^^:=:nI^^S^
p^!blacuitz^I_a vísuali2ación del camino'que conduceüa^7v7rdaZraTsZ'
                                                                                      ¡ibertodesT. .~)~Lo que no ha logrado, sin embargo, es hacer demasiada meUa ea la violencia que
                                                                                      afertaTkregión (...) Al tiempo que hay muchas fuentes de violencia y actores vioienjo^.
                                                                                      funaonanoT^tatJes contribuyen en gran medida a la ilegalidad y la brutalidad". Ctr. Méndez,
dones del problema que se intenta enfrentar^" ^uu^ a 1'" vcmaaeras solu-
                                                                                      2002:31.
                                                                                      218 Cfr. Zaffaroni, Álagía y Slokar, 55 y Garlaría, 1999.
                                                                                      219 "Los funcionarios encargados de aplicar la ley -mal formados, mal pagos y poco respeta-
                                                                                       dos--son-con-¿ecuencia tentados de abusar de su poder en el desempeño de sus funciones y,
Nm%9%M0^6uld°GT(?OOdn"^S0^^^^ de losyacláac°8 ^^ áe                                  . lamentablemente, esa caracterización se aplica a muchas fuerzas policiales latmoamericanas.
2i7^1/^'T^UÜ üoü/2uüoj) vermás redent^ente-Lloato (2oSyC^
                                                                                        prácúcas históricas de obtención coercitiva de mformadón y confesiones de tesügos y sospecto-
cameSepel3bO/9^9^cto0^^ena±!to presiden£e? Raúl Álonsín' había ^^ P"bH-              :: sos sm duda contmuaron (...) Además, la experiencia de la policía, frecuentemente convoc
^Tx^Í38T1983: "Q"^oí e/w^° c^ü^;7í;to^                                               •i- para colaborar con las fuerzas de seguridad durante períodos de desorden político,^ no puede
                                                                                     lí: ser inmediatamente desapraiáida kiego de un cambio de gobierno o del colapso de la insur^
c^arear: tlͰ°^dezbfflT^!ónl?s¿ua° Paraliza Iabúsqu<-da de SOIU-                     g geoda armada. Tales prácticas son alentadas por sistemas legales que si apoyan fuertemente ea
aones reales o eticaces". Cfr. Zaferoni, Alagia ySíokar^:L7mi^ctíúcT4puuTÍTac^ue .   ^EpFocedimientos]escrito¡,yque por lo tanto otorgan gran importancia a las confesiones y otras
                                        110                                                                                           111
                               DANIEL EDUARDO RAFECÁS                                                                             EL CRIMEN DE TORTUKA
   Y tras ello, bastó con la irrupción del colapso político-económico en que se                     U!. Análisis de la figura básica
vio sumido el país ¿urante 2001 y 2002, y su recurrente presión sobre el sistema
penal, para que eínerjiera nuevamente la tortura de modo masivo por parte de                        III. 1. Ubicación sistemática y núcleo típico
las agencias policiales y penitenciarias, sumado eüo a -como vimos con más
                                                                                                       Sin perjuicio de lo reseñado en el apartado precedente, el subcapÍtulo relativo
detalle en el cap. U, apdo. IV- mía extraordinaria precarización áe Ía situación
                                                                                                    al delito de torturas (arts. 144 tercero a 144 quinto, CP), a partir de la sanción de
de detenidos y presos, que favorecieron las condiciones para la imposición de
                                                                                                    la ley 23.097, ha ganado precisión en cuanto a sus exigencias objetivas.
torturas y demás tratos inhumanos y degradantes en ámbitos de cautividad tanto
                                                                                                       Al mismo tiempo, la citada reforma dejó traslucir un singular esfuerzo por
policiales como penitenciarios.
                                                                                                    parte del legislador en graduar las distintas responsabilidades de los posibles
   En los últimos años, de la mano de una mejora en los indicadores económí-
                                                                                                    funcionados intervinientes frente al acaecmúento del delito -tal como lo exige
CQS y sociales, en especial, la reducción de los Índices de desempleo, pobreza e
                                                                                                    la CUCT-. Ello, además, teniendo en cuenta especialmente el elevado punto de
Ííldigencia -esto es, de la violencia estructural-; gracias al activismo constante
                                                                                                    partida en la escala punitiva prevista para el tipo comisivo doloso básico.
de los organismos no gubernamentales de derechos humanos y de algunas agen-
                                                                                                       Así, se verifican cuatro grados de responsabilidad:
das estatales; y a la presión ejercida desde el ámbito internacional al Estado
                                                                                                       1) comisión acúva u omisiva dolosa (S a 25 años de prisión, con sus agravantes
argentino; para que modifique sus prácücas reales en el sistema penal y mejore
sustanclalmente las condiciones de detención, el fenómeno de la violencia ins-                      del inciso segundo por lesiones gravísimas o por muerte);
tituríonal pafoce comenzar a ser enfrentado con mayor determinación desde el                           2) omisión impropia dolosa de funcionario competente (3 a 10 años de prisión);
Estado de derecho.                                                                                     3) omisión propia dolosa de funcionario no competente (I a 5 años de pri-