AÑO 4. Nº 8.
OCTUBRE DE 1917
CÓRDOBA COLONIAL
COl\ISERVAC!ON DE MONUMENTOS- LA TUMBil DE TREJO
Era para mí un deber inexcusable llegar hasta esta ilustre
corporación a expresar mí agradecimiento por el alto honor que
se me ha dispensádo al designarme un sitio entre .Jos que con tan-
ta virtud ilustran y cultivan las letras argentinas.
Así debe explicarse mi presencia ante .escritores y maestros
eminentes que con amable deferencia se dignan escucharme : y al
saludaros nespetuosamente, señores, me permitiréis que de ma-
nera especial haga presente a los doctores Salas y-- Leguizamón
que sus recuerdos y conceptos tan generosos obligan profunda-
mente mi .J:1econodmiento.
Voy a conversar de cosas de la Córdoba antigua, t"ecor:dan-
do 1o que ha,y en dla de más v·enerable y at:ratyente; señalando
de paso alguna iniciativa, lisonjeándome ila idea de que con vues-
tra autoridad, si ·,estimáis digno, prestigiéis el propósito que ins-
pira este motivo de mi conversación.
Córdobá conserva al través del tiempo, 1que todo lo modi-
:fi:ca y lo transforma, rasgos bien aoeqtuados de su fisonomía co-
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.Jonial, sin obstar a ello los adelantos que le asignan un puesto
importante entre las principales ciudades de América.
Paréceme ver una transa.cción entr·e el presente y el pasado;
en1:re lo que es y lo que ha sido; un pacto misterioso entre las
generaciones que se es.fumaron en las sombras y las ;que les su-
cedieron a fin de conservar el ambiente y •la armonía entre aque-
Ha Córdoba silenciosa, mística y grave del siglo XVII con la
capital moderna y activa del siglo XX.
Todo en Córdoba respira una tradición y traduce la me-
lancolia de recuerdos y afectos evocados y sentidos, desde su
fundación en ei pequeño valle, "a la vistrt en •corta distancia de
una alta sierra en la ·llanura de Qui~quizacate", que traía a la
memoria la patriq, lejana, hasta el nombre de Córdülba la Llana,
como un homenaje cariñoso a la gentil esposa del conquistador
y no1:Yle hidalgo que viera la >lttz bajo d cielo ~liáfano y azul de
1a Cércloba e~rañola: dof1a Luisa Martel de los Ríos, dé la más
ilustre sangre de España ( I).
Situáronse Cabrera y sus compañeros ·en la risueña hondo-
nada a la margen derecha del río Suguia, que se deslizaba ser-
r~nteando entre 1os corpulentos árbo1es, tque r:lgurias casas seño-
ria·les de Cónlob::1 conservan cuidadosamente como testigos de
aquel acto trascendental de 1a conquista, y un día inO:lvidable, el
6 de julio del año I 5 73, se It;vantó ante a;quél grupo de hombres
de corazón fuerte v espíritu altivo, el rdlo y la picota, dando
a la nueva población todas las frantquicias de Córdoba de Es-
paña, Lima y Cuzco, y por armas un castillo con siete banderas
pendientes de sus a•lmenas y a su pie de él dos ríos caudales, uno
delante del otro, según la expresión del más autoriza,do historia-
dor de la conquista ( 2). Alquel mismo día se seña·laba sitio pa-
ra la iglesia ma,yor y se designaban 'las primeras autoridades de
la ciudad, constituyéndose el primer calbildo.
(1) P. Lozano, tomo 3, pág. 274.
(2) E. P. Lozano, tomo 3, pág. a75.
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La nueva ciudad surgía ausJ?iciada por •la fe y por el espí-
ritu ·cabalLeresco de sus primeros poblador.es y el doble símbolo,
1a cruz y la espada estrechadas, consagraría para siempre la Cór-
doba característica, firme y tranquila, creyente ry evocadora;
, gua11dadora de una raza y depositaria de una fe prolongadas •en
sus hogares y ·costumbres y en su psicología ·wlectiva, única,
e:x;dusiva, como producto de un atavismo pr01fundo y emana:eión
de una época clásica de la historia de'l mundo.
El espíritu del conquistador está impr:egnado en todo lo que
es Córdoba; más, si ella ha conservado piadosamente el legado,
no ha rendido aún el homenaje definitivo a•l ilustre •don Jeróni-
mo Luis de Cabrera, a•l caballero gentil swcrHicado cruelmente
en su prisión por un émulo de sus !hazañas y virtudes que no
supo imitar, por su sucesor don Gonzalo de Abreu, empeñado en
desüuír la obra destruyendo también al hombre. No de otro
modo ·se repiten en nuestra brev·e historia episodios análogos
dejando a descubierto las mismas pasiones, los mismos enconos,
desentrañando a veces el origen recóndito de males no extin-
guidos, a pesar del alto nivel alcanzado en el a;fán constante de
penfeccionamiento social po11que se 'lucha.
En el selecto grupo de nobles españoles que rodeaban a su
jefe al cimentar la clásica pob'lación, se destacaban don ~orenzo
Suárez de Figueroa, d.escendiente directo del primer duque de
~)reos, y el heroico capitán don Tristán Tej eda, de .valor ·legen-
dario, ·que en lucha singula.r derribara con su lanza al arrogante
cacique Sitón, salyando a Córdoba de un;:¡, r.ebelión de 'los indí-
genas, abuelo de aquel don Ltüs de T·ejeda, a qui·en Ricardo Ro-
jas nos presenta en su bella notkia sobre el primer poeta ar-
gentino del siglo XVII, autor del poema "El peregrino en Ba-
bilonia", en el que se respira e'l ambiente de los tiempos y el
per:fume de una sociedad mundana y mística, dándonos a cono-
cer por fin a un humanista, como si el personaJe hubiera de
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-proyectarse indefinidamente en sus conto·mos, por sus grandes
virtudes, sus altas dotes y sus debilidades hul!).anas, en d espí-
ritu de la docta y señorial ciudad, que desde su wna denuncia-
ría la refinada alcurnia y su gravitación en el futuro en -la irra-
.diación de una cultura y una inHuencia política y. social in-
discutibles.
Los conquistadores no se engañaron al elegir ola ubicación
de la nueva ciudad cuando buscaban el camino al Río ~de la Pla-
ta, tras el puerto ambicionado! Creció y fué pronto altura geo-
gráfica y social como se ha dioho y la colonia dejó en ella inde-
leblemente impreso su sello en sus templos y en sus mansiones
.señoriales que hoy resist,en a la acción del tiempo y a la tenden-
cia innovadora, sin .estilo ni gusto en lo ·común de las modernas
construcciones; y en mi sentir sería tarea civi,lizado.ra salvar de
1as injurias del tiempo y aún la más temible de los hombres lo
que Desta de un pasado más dig)1o de veneración y de respeto
mientras más nos aleja del escenario mo-desto, animado por la
acción de los hombres y de las cosas al impulso de factores tan
ca.mtYlejos suficientes a caracterizar una época.
II
Nadie podría razonablemente negar el progreso que la le-
gislación ha alcanzado en nuestro país : lo. que no ha sido legis-
lado ha sido reglamentado; sólo hasta hory no se .ha tenido el
recuerdo piadoso para dictar leyes y reglamentos que cons•ervea
todo 'lo que por su carácter histórico y evocativo s:ea digno del
cuidado y de la protección del estado.
Creyendo llenar ese vacío de la legislación, el gobierno de
Córdoba, presidido entonces por un hombre de .alta mentalidad
'Y cU'ltura, pres•entó a la :legislatura local un proyecto de conser-
vación de monumentos de carácter histórico 'Y artístico que me-
mereció el 3.1plauso de muchos y la mención elogiosa de los .gran-
)
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des órganos de la prensa naJCional: el mensaje lo subscribían· er
gobánador Dr. Ramón J. Cárcano y quien tuvo a m~cha honra
haber sido su ministro y sú antiguo disdpulo en el colegio na-
dona!! de Córdoba cuando el maestro era apenas un adolescente:
el que hace uso de la pa•lahra en este acto. En di·cho proyecto se·
establecía entre otras disposiciones pertinentes que los inmue-
bles que por su naturaleza ·tengan un interés público desde e'l
punto de vista de la historia o del arte, serán dasificados y com-
prendidos en las disposiciones de la ley, por decreto de gobiemüo
a propuesta de la comisión de bellas artes. N o podrán se¡; des-
truídos •en todo ni en parte, ni restau~ados o modi.ficados sin
consentimiento del gobierno y en caso de venta .el estado debe
ser prderido en iguald~d de condiciones.
Esta era en síntesis la iniciativa tomada por el gobierno·
de Córdoba y que espera una sanción que le dé fuerza legaL Pa-
ra f·undar el proyecto el gobierno lo acompañó con el mensaje·
de prá:etica a las cámaras que decía así :
El proyecto que someto a 'la consideración de V. H., colo-
cando bajo la custodia pública los raros monumentos que dan
carácter y revelan una tradición, significa la cont~ib~1ción al pro-
pósito de mantener vivo el culto por el pasado en lo que tiene
de interesante y artístico.
Todos los países, desde remotas edades, han querido ·con-
servar, con el cariño y v,:eneración que inspiran .las cosas respeta-
bles por su antigüedad, por los recue~dos y por su fuerza evoca-
tiva en relación a los hombres y a los sucesos, la·s creaciones ar-
tísticas o 1os monumentos que señalan el paso de las civilizacio-
nes y la acción culminante de los que contribuyeron al adelanto·
mora;l y material de los pue:blos.
Si lamentamos la desaparición de viejas reliquias históricas,
conservemos las que aún permanecen resistiendo a la acción des-
tructora del tiempo, de la indiferencia o de la tendencia trans-
formadora, si es que nos hab'lan al espíri>tu en e1 sentido de
nuestro credo artístico o religioso; si responden al sentimiento.
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nacionaJ o bien si ellos transmiten la relación misteriosa de los
acontecimientos eslabonados en la eterna cadena que forman las-
g,eneraciones sucesivas; si constittuyen e1 alma de 'la historia es-
crita sobre esos libros de piedra; si son testigos de un pasado·
" que nos instruye impregnando el espíritu de altos sentimientos;
si nos vinculan a los que nos precedieron en la vida; si esos mo-
•
numentos por modestos que sean, nos dicen por fin de los oríge-
nes de un país, de su civilización y de su genio, dándonos la sen-
sación del pasado eq la <COntemplación de las obras que el arte y
la civilización levantaron en la relativa antigüedad de nues-
tra :vida.
N o Jharíamos sino imitar lo que han he<fuo ·las grandes na-
dones que, como Francia, dictaban en 1793 los primeros decre-
tos sobr·e conservación de monumentos artísticos y más tarde
las .leyes de 1835 y 1837, que establecieron una 'legislación so-
bre el asunto.
Respetuoso del , ejerdcio del dereclho de propiedad, el Po-
der Ejecutivo aspira a una sanción legislativa 'en armonía con
!Jos intereses que puedan s·er afectados; a una sanción concu-
r-rente de las sociedades, corporaciones o particulares que por-
su ·carácter y naturaleza sean dignos de cariño y veneración, con
los poderes públicos 'que sólo se inspiran ·en elevados fines que-
tiendan a la mayor cultura y a mantener más vivo el sentimien-
to de la nacionalidad.
** *
Se había tomado como base la ley f·rancesa del 30 de mar-'
zo de 1887, con las modificaciones oportunas, y •se tenía pres-en-
te la legislación de todos los países -europeos que pusieron en vi-
g-or leyes de protección ·de las 'riquezas artística-S, de los monn-
nwntos y documentos históricos. Recordábamos que Italia ha1JÍa
tom::tdc la inicia:tiva de legislar esta materia; en efecto es el
papa Pío Il por bula de 28 de ahril de 1462 que dicta la prin1 e-
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ra disposióón prohibitiva de vender al extranjero objetos ar-
"tístiws; siglos después, en 1802, el edicto Doria Pamphili prohi-
be la venta y exige .además una dedara!Ción de 'J.as colecciones y
objetos de arte y por otras prescripci;nes asegura la conservación
'de edificios públicos y particulares de caráder histórico o ar-
tístico. Salváronse así de la barbarie y de 1a codicia tesoros de
inmenso valor. Los gobiernos de Italia adoptaron también, ins-
pirándose en aquel edicto, diversas disposiciones.
Los dos célebres .edictos del ·cardenal Paoca de r82o dan a
la legi·sladón pontificia un .carácter máJS absoluto: el primero se
rehere a la provección y ·conservación de manuscritps 1y documen-
tos históricos ; el segundo, de mayor importancia y extensión,
asegura la protección definitiva de los monumentos y objetos de
a:rte, reorganizando las comisiones artísticas y por primera vez
se ha•ce la distinción entre los objetos pertenecientes a los esta-
blecimientos públicos o eClesiásticos y los pertenecientes a los
particu'lares : 'los objetos de establecimientos públicos son cata- ¡
logados ·y la comisión de Bellas Artes se encarga de ha·cer la
1
clasificación si ellos ofrecen un interés histórico o artístico.
Sancionado el código civi:l italiano presentáronse dificulta-
des con motivo de chocar los principios generales consagrados en
él con algunas disposiciones de •los edictos, dando origen a pro-
c:esos célebres que decidieron al gobierno a ·enviar en 1892 un
proyecto a1 parlamento con las modificaciones 1que se estimaron
:oportunas y que a su vez su-frieran reformas ·en la discusión que
se hizo con tal motivo.
En Inglaterra se dió la ley de r8 de agosto de r882 sobre
-protección de monumentos antiguos; pero la '1ey inglesa, liberal
-como todas las de arquella nación, se limitaba a confiar a 'la cus-
todia y administración de la comisión de trabajos públicos los
monumentos existentes en propiedad privada, si ,Jos propietarios
1o hacen voluntariamente: el respeto exagerado a la propiedad
se oponía a una legislación que limitase el derecho privado, más
rdada .Ja educación y carácter del pueblo inglés, tradicionalista y
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conservador, no era tan indispensable· una Ieogisladón rest6ctiva_
Los demás países como Rumania, Suecia y N oruega, ti enea
una legisla~ión protectora de la misma índole. La de Grecia es-
taba)nspirada en la de Italia; Dinamarca, nos dice M. Luis T·e-
breau, más bien parece proteger las riquezas artísticas por de-
claraciones solemnes, pero platónicas, por votos de acuerdo entre-
el gobierno y los particulares y sobre todo ·por el celo de los ar-
queólogos, y la buena voluntad de aJquéllos, ( 3) y en concepto
del mismo es en Austria-Hungría donde rige desde r881 una
legislación que considera la más completa: prevé •la·s medidas
conservator·ias de los monumentos; autoriza la expropiación ·en·
caso necesario y ordena en igualdad de circunstancias las repa-
raciones o trabajos de que haya necesidad, sea el monumentO>
del estado, municipal o de la iglesia de un cu.1to reconocido, si
no s·e practican las obras requeridas para su conservaóón.
Sirvieron estos antecedentes a nuestro designio; tendrá o no,
su realización .Ja i.dea, pero quedará fijado un concepto a su· •
respecto ·evidenciando un propósito noblemente inspirado en et
respeto a las cosas venerables, a la cultura. artística, a nuestra
historia y a nuestra civilización; que por 'lo menos se dé la voz
de alarma para que no todo se pierda en d rodar de ·los tiem-
pos y de una época que requiere la defensa de 1as tradiciones de
pueblos ·que más tarde s·e avergonzarían de no recorda!rlas y de
no haber sabid~ mantenerlas.
III
La Córdoba de la "Nueva Andalucía" ;había de ceder a la·
presión irresistible de su propia expansión. Prolongándose entre
:>US arboledas y cultivos, 1as huertas ne 1eyenoas, aventuras y
(3) Luis T.ebreau. "Legislatión relativ·e aux monuments et objeta.
Q' art p.
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tragedias replegáronse hacia las murallas de arcilla que la ro-
deaban para escalar un día la llanura estéril tque fecundada por
.·.el ingenio del hombre trazar,ía su marco de verdura alrededor
de 1a hondonada, donde se asienta la ciudad de Cabrera; y del
recinto blanqueado por el ·extenso •caserío queda'l~Ían de pie, de-
nunciando su pasado nobiliario y medioeval, sus ·casas señoria-
les, sus conventos y los majestuosos templas de altas torres, con-
fundidas sus cúpulas entre las chimeneas de las fábricas, para
formar el panorama de Córdoba, tan bello y sugestivo en su ex-
traño poder de evocación. La conquista dejó en Córdoba un se-
dimento, que los años no han conseguido extinguir, y sus mo-
numentos, no raros ni exentos de mérito !histórico y artístico,
·merecen el recuerdo y el piadoso culto de la:s a-ctuales genera-
Ciones.
Se hallan ·intactos edificios que fueron mansión d~ virreyes
y caballeros de vieja estirpe. La :que habitara Sobremonte man-
tiénese de pie con su balcón sombreado por el alero protector, i
denunciando en su estilo arquitectónico, singularísimo, que la
·mano constructora fué la misma que levantara la catedral famo-
sa, a estar a la opinión de un ilustrado anquitecto; ( 4) la de la
familia de Allende, con su fachada de pura arquitectura ·colonial,
"de admirable frontis y rejas erizadas de carácter morisco. La
.que habitara D. Manuel López, aquel gobernador criollo .que por
•espacio de diez y siete' años dictó su voluntad a Córdoba y sirvió
la tiranía de Rosas hasta caer vencido después de Caseros, por
una revolución que rememora la fecha en el nombre de una de
sus calles principales; la casa solariega que habitaron los des-
cendientes de D. Tris:tán de Tejeda, y e~ CU!JO solar fundó el
convento de Santa Catalina Da. Leonor de Tejeda, hija de aquel
·guerrero y esposa del general D. Manuel de Fonsecá y Contre-
ras: el elía 2Ó ele junio ele IÓT3 se extenelía la carta ele fundación
y testamento de la noble dama, estando en las casas, dice la no-
( 4) Sr. Juan Kronfuss.
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tkia, ~que fueron de la morada del nombrado general, entre otras
personas, las nuevas religiosas y el .ilustrisimo Trejo y Sanabria,
que subs·cribe también el documento, autorizado por el escribano
P~edro de Cervantes. Archivo municipal; Ebro V, legajo número
I y apuntes del monasterio de Santa Catalina.
Aquella ~histórka casa, situada en el centro de la ciudad,
se halla en perfecto estado de conservación, y si posteriormente
pudo sufrir reparaciones, su ubicación y parte principal es la mis-
ma que fué morada de la familia del egregio capitán.
Pero el mayor interés de la Córdoba colonial se encuen<t:ra
•en sus numerosos y magníficos templos. Yerguen sus moles de
granito la Catedral y la Compañía d.e los padres jesuítas, seña-
lando el sitio de la Córdoba antigua; la primera ~n la plaza Ma-
yor, hoy San Martín, y la segunda al lado de la Universidad,
<de la que constituye parte principal de un todo, y ~entre ellas, co,
mo si buscase protección, la iglesia y el monasterio ~de Carmeli-
tas Descalzas, ¡que nada ~e notable ofrece, a no ser ·sus viejos mu-
ros y su bella portada de acceso al conV'ento, de un puro estilo
colonial, con la recia puerta y una fecha qne marca el año I 770.
La fundación de esta casa de piedad débese a D. Juan de
Tejeda Mirabal. La crónica refiere rque a la vista de su hija Ma-
ría Magdalena moribunda, el padre, en su angustia, hizo voto a
1a santa de ·edifica~le un monasterio, y rque en él sería monja su
hija. La niña rvolvió a la vida, manifestando ·que su salud era
milagmsa.
La imagen de" Santa Teresa fué colocada en una ·rica y cu-
riosa capilla rque tenía en su casa . Un antiguo manuscrito que
aparece en una publicación hecha en 1913 por las religiosas del
monasterio de Santa Catalina, en su tercer centenario, ( 5) nos
da a ·conocer una reladón curiosa relativa a esta fundación por
el ilustre D. Luis de Tejeda: en la portada lleva estas palabras:
"Relación de la fundación del monasterio de Santa Cata-
(5) Tomo I, capítulo XVIII.
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lina de Sena, -donde también se trata más por extenso de la fun-
dación del convento de Carmelitas Descalzas, de esta ciudad de
Cóndoba, provincia del Tucumán en este ·reino peruano. Escrita
y firmada por fray Luis de Tejeda, religioso del Sagrado 0flden
de Predicadores, hijo del fundador del convento de Carmelitas
y sobrino de la fundadora del convento de Santa Catalina de
Sena".
1
El manuscrito ·relata que el día 6 de mayo de 1628 el ilus.:
t:rísimo obispo Torres (fray Tomás) visitó el convento futuro
y mandó se pusiese en conveniente clausura lo restante de la casa,
por vivir aún en ella el fundador y su familia, y vistas las es-
crituras y capitulaciones, se dirigieron hasta la iglesia, seguidos
de grande y lustroso número de gente, que de la ciudad y sus
contornos había concurrido; y el autor agrega : "las religiones
iban después, conformes sus antigüedades y después en hombros
de religiosos la imagen de la gloriosa Santa Catalina de Sena, en
unas ricas andas ; iban tras ella, con la nueva fundadora, las
vírgenes dichosas, .que iban a ser recibidas triunfando con alegría
modesta de los ricos atavíos y adornos que llevaban puestos, me-
nos la fundadora, María Magdalena, que nunca, ni en esta oca-
sión, quiso dejar el hábito de su devoción. Jamás la hermosura
se excedió así misma, ·como en este día, <que encastiLlada en los
honestos retiros de la ve!'güenza y del recato, ·componía los ojos
más licenciosos y libres. Las tres religiosas de Santa CataEna
eran las ú1ltimas; con los velos negros sobre los ojos, 1ba ·cada
una en medio de dos caballeros de los más graves y ancianos del
ayuntamiento y de la dudad".
"Admiraba y compungía verlas pasar, sin alzar los ojos ni '
mirar ,las paredes de las casas en que naderan •...
D. Juan de Tejeda terminó sus días ·en la misma casa que
no puJo abandonar por su dolencia, en una habitación dividida
del convento por una reja •que cerraba una puerta antigua, con-
versando a través de ella con su hermana y escuchando de las·
demás religiosas sus oraciones y sus voces angélicas hasta •Cerrar
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a:llí los ojos dulcemente : su esposa, dice el manuscrito, se des-
pidió de la poca casa que le había quedado a su familia y cerran-
do la puerta que de ella correspondía a la calle, quedó toda la
casa ibecha monasterio y ella en perpetua clausura y en muy po-
w tiempo se encontraron en la comunidad abueila, !hija y dos nie-
tas y otras jóvenes de la misma familia, entre .ellas dos !hijas de
D. Luis de Tej,eda y de D. Francisco de Aragón, su esposa".
Tal es la tradición de la vetusta casa y solar que recordamos por
suscitar un verdadero interés histórico y sociat
** *
El observador que desde una ele'Vación cua:lquiera admira
el panorama de Córdoba detiene involuntariamente la mirada en
la soberhia cúpula de la catedral, que se alza imponente entre
la masa compacta de edificación.
~Modelo combinado del estilo üolonial y harroco con algún
detalle morisco en la balustrada de centro de su faohada, su
arquitectura exnerior y su decorado interior la colocan entre los
monumentos notables de América. De e'lla decía el obispo de
Tucumá:n, don José Migue'! de Argandoña, a:l comllnicar con fe-
dha 5 de junio de 1758 al virr,ey del Pero, conde de Superunda,
la terminadón de la catedral: "Mediante la pieda,d divina, he
logrado el particular consuelo de la dedica;ción y estreno de ésta
mi catedral, 1la que se 'celebró el día 25 de mayo y corriente año,
lo rque participo a V. E. reproduciéndole las debidas gradas, por
íhaber cooperado en el principio que tomé a mi cargo proseguir
esta c:Jbra, librándome para 1ello '1a ·cantidad de ~cuatro mil que
tiene aprobada S. M. que Dios guarde" y en el mismo documen-
to publicado en 'la "Revista Eclesiástica" de Buenos Aires, que
se ·encuentra original en d archivo naóonai, legajo Cór,doba,
año r 720, junto con la contestación del virrey, agrega:ba: "So-
lamente resta para su última pe11fección revocarle el crucero y
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[as dos naves colaterales, respecto de que toda la principal bó-
veda :queda sirviendo de admiración a todos, pues aunque las di-
mensiones ·de sus tres naves, firmeza de su material y delinea-
miento de arquitectura pueda en todo lo r·eferido igualarse con
los más ·célebres templos de este reino y en algo ser excedidos de
ellos, por más lo que toca a lo espacioso dd panteón (crucero),
lo majestuoso de su presbiterio y la célebre estructura de su
media naranja, no tiene consonante en ruanto he registrado .en
esta América".
El virrey contestó manifestando su ·complacencia. En el
dornmento que he mencionado el obispo acompañaba un plano
:rle la catedra-l dibujado a pluma en una hoja de papel de cuaren-
ta centímetros. Las torres del piano son diferentes de las actua-
1E's y de mayor belleza y altura, terminando :en una cúpula con
dos g!obos invertidos gradosamente unidos 'Y el macizo revesti-
dJ ele piedra sillar, todo lo que denuncia t1tl estilo accn~uadamen
te morisco. La cúpula central no tiene diferencia apreciable
con la actual.
Es curioso que hasta hoy no se haya descubierto el plano
original ni su autor.
La. historia de la construcción de esta obra tiene detalles
interesantes que he podido descubrir en los archivos públicos y
han sido conocidos por publicaciones !hechas por el Sr. Ignacio
Ga·rzón en la revista "Letras", .de Córdoba, en 1905, con el títu-
lo "Más largo :que la obra de la Catedral".
El 2 de octubre del año I 677 un derrumbamiento de 1a mo-
desta iglesia sepultó en sus escombros al oura doctor Adrián Cor-
nejo, al sacristán y a numerosa:s personas. Uno de los alcaldes,
que fué desenterrado con los brazos rotos y que no pudo firmar
en un año ningún acuerdo de cabildo, inició la idea de recons-
trnír el temp'lo. El a'Vnntamiento aceptó y por contribución pÚ-
blica de la ciudad y campaña, entre ot~as donaciones hasta de
vino y aguardiente, se reunió la respetable cantidad de veinte
mil mu'las, que vendidas a menos de cuatro pesos, dieron una
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suma suficiente pa-ra sm ar-
quitectos ni planos, ni alb~ñiles inteligentes a quien confiarla, se
resolvió abrir los cimientos de 'la nave principal. El gobemador
Ar.gandoña propuso a'l ·cabildo y obtuvo autorización para que
.fuera de tr:es naves y para una vaquería (así dice el texto) de
doce mil ca:bezas. La obra se suspendió por falta de directo1.'",
basta que fué contratado por el gobernador Zamudio el arquitec-
to José Gonzá:lez Merguete, que edificara 1a catedra,! de Oh u-
Una de las torres de la Catedral de Córdoba
.quisaca. Agotados los recursos, 'la obra fué interrumpida y el
arquicteto regresó a st1 paí~ ~lgnnos años ciespnés, hajo la diJ
rección del jesuíta padre Bianchi, que rhizo los planos de San
Ignacio, San Francisco y la Merced de Buenos Aires, y acompa-
ñado del coadjutor Primoli, también jesuita, ambos-di.ce el Sr.
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Garzón citado~proyectaron y realizaron Ia hermosa y severa.
coronación del templo oon sus torres y media naranja. Más na-
da se habla de la modificación hecha en los planos, pues, como
dejo dicho, no es igual la arquitectura ex,terior del templo con
ta que indica la copia del dibujo enviado al virrey del Perú por
e1 obispo Argandoña, primer obispo cordobés, que tuvo la sa-
tisfacción de terminar la magna obra. ( 6).
La Cated~al, bajo la dirección de un ·reputado pintor cor-
·dobés, D. Emilio Caraffa, ha sido deco!"ada recientemente; ·et
estilo adoptado es el Renacimiento. De sus muros cuelgan cua-
dros artísticos como los de la Capilla de Nieva, representando
escenas de su aparidón 'Y leyendas alusivas. Un tabernáculo ·de
plata de estilo Renacimiento se alza en e'l á:bside ,de la iglesia;
fué empleada para su erección toda la plata laibrada que existía
en la Catedral y una suma de $ 2. soo que e'l rey hahía destinado·
para la iglesia. En ia parte posterior del monumento se lee esta
inscripción: "Este tabernáculo se hizo por orden . del Ilmo. Sr.
Dr. Angel Mariano Mpscoso, dignísimo obispo de esta diócesis.
Se dió principio a ·esta obra el 3 de Diciembre del año I8oo y
se concluyó el 7 de Junio de 1803. Lo levantó el maestro Ca-
yetano A!lvarez, bajo la dirección del m<l!estro Manuel García
Garay, pintor y arquitecto de afición".
Eran los artistas modestos de su tiempo 'cultivadores de un
arte un día florecient~, hoy próximo a desaparecer, evocando 1a
1eyenda de Topa Inca y la interminable calle de los Plateros de
la fantá:süca ciudad de 'los Césares (o Trapalonda), que ofrecían
a los náufragos españo1es de las costas a:t1á:nticas antárticas· ·sus
obras de plata 'Y piedras preciosas ...
Una custodia, verdadera joya de enorme va·lor, trabajada
sobre una delicada red de oro, en la que van inarustadas a]haja:s,
anillos de obispos y el pectoral famoso del Ilmo. Moscoso: ricos
(6) El Dr. Pablo Cabrera, en .su folleto "Tesoros del pas.ad•o ar-
gentino", trae algunos datos intere.santes ·Sobre este asunto.
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ornamentos, tejidos maravillosos sobre plata y oro fabricados
por manos delicadas y una galería de retratos 'de los obispos son
otros tantos o:bjetos de interés de la magnífica ~catedral, que en su
cripta guarda entre los despojos de algunos de sus oibispos, 'los
del ilustre Esquiú, menos su corazón, que guarda la iglesia de
San Fran,cisco en Catamarca. (7).
Uno de los pórticos de la Catedral de Córdoba
Viajeros ilustres como Martín de Moussy, Juan Jacobo
von Tsahudi y Burmeister, médicos y naturalistas los ·tres, en
(7) 1859 Tschudi. Viajes a través de la América del Sud. Tomo P,
ca.p. IV, 1866 a 1869. Carlos Hermann Burmeister. Viaje a. los Estados
Unidos del Plata, 1861. Halle, 1857. Martín de Moussy, "Description Geo-
graphique et Statistique de la Confederation Argentina".
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sus viajes a través de la república, consignan sus impresiones
sobre 1a Catedral, que el primero ·califica "la igles:ia más intere-
sante artísticamente del·lado este de Sud Amédca"; y el tercero,
a:l ~describirla, afirma tratars.e de la iglesia más importante desde
~el punto de vista artístico de la·s que él conoce en las ciudades
argentinas; el conjunto de la ,obra constituye una unidad a:dmi-
rab1e, dice, que se corresponde en todas sus partes y se fusiona
en u11a .impresión de armoniosa belleza, tque repetidas veces he
contemplado con íntimo placer". Tal :es el templo que en Cór-
doba se o:frece a la admiración ·de los extraños y a la veneración
de :la <Ciuda:d que embellece.
IV
La obra jesuítica y su accwn pudiera ser compara:da a la
severidad de sus templos y a la solidez de los muros mismos. La
huella de la conquista quedó impresa por ellos en la piedra y
en su influencia social, y para justificar una legislación protecto-
ra de la índole que nos ocupa, bastaría fijar nuestra atención en
Córdoba, donde tan honda~ente la grabaron. La ciudad en em-
brión recibió a los primeros padres de la Compañía designándo-
les ·de antemano un sitio en el plano de su fundación y estable-
cieron su Colegio Máximo, transformado luego en la Universi-
dad. A:l llevar su empresa civiliza:dora y evangélica p1antaron sus
tiendas ·en las más fértiles ·comaircas y donde quiera que pasaron
quedó el recuerdo .de su inteligente labor. En la campaña, para
no mencionar otras fundaciones de menor .importancia, están 1os
templos y conventos de Santa Catalina, Alta Gracia y Jesús
María. La primera fué la gran estancia donde tuvieron su novi-
ciado, sus esclavos y sus hacienc.bs. Allí levantaron la casa y la
iglesia bellísima, de pura arquitectura colonial, wronada por al-
tas torres ~con su facihada de piedra sapo y el clásico escudo }e-
suítico en su centro. A ·su lado el cem~nterio con la portada que
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sirvió de motivo a artistas famosos que trasladaron al lienzo
sus delicadas líneas. Cuadros y objetos de arte decoran sus mu-
ros .de piedra y el museo nacional ad!quirió algunas que se ex-
hiben en sus galerías.
La ex-pulsión de los jesuítas en 1747 provocó la venta de
aquella posesión tranquila y feudataria y una familia tradicional
de Córdoba cambio la morada de los religiosos, en hogares pa-
tricios, y la hospitalidad franca acogió a los que llegaron atraí-
dos por el suave encanto de su pasado y por el amable trato y
la cultura de los propietarios de la mansión señorial. Tuvo tam-
bién sus leyendas, su huerta cerrada de altos muros de •piedra
que el tiempo ha respetado y los sa·cudimientos de la ·política y
de las luchas civiles turbaron alguna vez el silencio y la calma de
sus ~laustros seculares y bajo las bóv·edas de su templo ardió
siempre la lámpara votiva y las ceremonias del culto renovaron
periódicamente el homenaje a l.a Santa y la tradidón de la que
fuera casa de O•ración: en su portada principal se lee esta feoha:
I726.
Jesús María. menciona,da por Burmeister en sus viajes, y
Alta Gracia, construcciones semejantes, con sus bellos templos de
estilo jesuítico o colonial y •colegios aneJ<os, con su huerta se-
cnlar de árboles centenarios, la primera, y su lago apacible la
segtmda, también fueron florecientes 'v extensas posesiones
Jesuíticas.
La ciudad de Córdoba es la elegida de la Compañía: su
acción militante se ha desarrollado intensamente 1 intemumpida
l'n~- ~~0-=- expu1~io~e~ con un 11rgo 1nter\T(1¡1o, y ñe st1 n:hra mate-
rial es ex-ponente el templo grandioso por tres veces secu'lar.
La ornamentación exterior de sus muros ·de piedra, vel'da-
dero monolito, dió origen a animada discusión sobre si ella fué
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o no termina:da; pero su arquitectura, su boh<l!da sencilla sm
salientes denuncia que no hubo el propósito de decorada; lle-
va en el centro, entre sus torres, el escudo simbólico, y en la
piedra, en lo alto de éstas, dos fechas: r673 y r674, las de su
terminación; la he visitado con un ilustre anquitecto europeo (el
señor Kronfuss) recientemente, que no ha ocultado su él!dmiración.
Pórtico de ~anta Catalina
Córdoba
La amplia bóveda es de madera, que se supone traída del
Paraguay; descansa sobre enormes vigas incrustadas en el muro
y est~ ligada por arcos que en sus ajustes parecen petrificados,
siendo sorprendente ·el estado de conservadón en que se ·encuen-
tran. Su techo en forma de tijera protege la bóveda única en S\1
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--contextura de que tengamos noticia. E·l decorado interior es el
que da al templo su ·carácter de magnificencia. La pintura está
theaha sobr.e la madera y es de un estilo original ; las materias
colorantes no son 1as empleadas actualmente, y sorprenden la
frescura y la vida de sus colores. A 1o largo de la cornisa una
serie de cuadros religiosos y de santos alternando con ,retablos
simbólicos, circundados por una inscripción latina re~ativa al em-
l:)lema, interrumpe la monotomía de aquéllos, y en et gran retablo
del fondo de la nav·e, donde se destaca la columna salomónica, se
obser.van detallesy algunas telas de indiscutibLe mérito artístico.
En la antesacristía un maravilloso aguamanil o lavabo de piedra
sapo, obra de los jesuítas Primoli o de Bianchi, según la opinión
del doctor Pablo Cabrera, llama igualmente la atención por su
hermosura.
Pero la capilla doméstica es quizás lo más llamativo de aquel
magno edificio. En su portada que da a:I interior del convento je-
suítico se lee 'en piedra una feciha: r668, y una bella cornisa en
piedra sapo or'la una puerta bellísima, hoy dausurada que dah~
acceso a la capilla. El padre Pablo Paste11s, en su historia de la
Compañía (tomo II, pág. 97, editada en 1915 en Madrid), nos 'da
a ·Conocer una comunicación del padre provincial Zurbano a su
majestad describiendo el estado del colegio máximo de Córdoba
en 1643, en 'la que, refi.riéndose a ella, dice: "También una capi-
lla doméstica para las pláticas que puede •competir con las mejo-
res de Europa. En su descripción quedaría corta la pluma por
haberse alargado en ella tanto el pincel. Está toda heaha con admi-
Table arquitectura: sus frisos por arriba parecen se salen de la
pared; sus columnas de jaspe r·emedan tan a lo natural 'que parece
'lo son; entre columna y columna embutidos los ·cuadros de nues-
tros santos, maravillosamente juntados; en los vacíos que hacen,
los principales misterios de la Virgen; en el textero un Cristo •cru-
dficado, que con haber pretendido pintarle muerto parece quedó
vivo, según está vivamente pintado. En su extremidad está el re-
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ta\blo labrado con extremados lazos y labores, dorado y estafadO>
como los mejores de Europa".
· En su descripción el padre menciona alguna:s imágenes be-
Has, lo que contiene la ca:pilla y apunta un episodio pintoresco.
"En la capillá del noviciado se colocó otra bellísima imagen 1que .
trajo e1 padre procurador de Europa, cuya hermosura robó aquel
db los corazones de los que la acompañaban, y un estudiante de
Puerta central de Santa Catalina
'
Córdoba
nuestros estudios quedó tan prendado de .su amor, que al colocar-
la en la concha del altar se le ofreció con voto cle perpetua virgi-
nidad, que observa ·con gran .gozo de su alma y no menos gloria
'del Señor por haberla defendido de un ladrón poderoso que a so-
las se la quería robar".
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Ninguna noticia cierta se tiene sobre la fundación del tem- .
plo: llegados los jesuítas en I 599, su construcción ·debió empezar
inmediatamente; los documentos perdidos después de la expulsión
dejan en la ob~curidad diversos hechos 'que habrá 'que conjeturarlos.
No faltar;on a esta casa enemigos que la combaüesen, ni
tampoco la leyenda interesante o terrorífica de los famosos subte-
rráneos o la del monje "atacado en 1a sanistía por cinco feísimos
demonios" en la hora de la soledad nocturna, saliendo victorioso
en la lucha horrible por el favor divino y por gracia de su virtud'
y su santidad, en la que fué tenido por sus hermanos, todo lo que
nos cuenta el ilustre P. Lozano en su obra histórica sobre la Com-
pañía en el Río de la Plata ( 8).
VI
Penetremos por fin a la cripta famo•sa .que la imaginación·
popular y la timidez adornaron de espeluznantes relatos. Una pie-
dra señala la entrada con esta ins·cópción al pie de un reloj de
arena figura·do en la piedra: "Especta:mus resurnectionem mor-
tuorum in paoe" bella expresión de la fe y la esperanza que,
consuel~n. N o se sabe si fué construida antes o después que el
templo, que a un cQstado tenía, ·como era .costumbre, el c-emen-
t,erio; ni tampoco cuanto tiempo permaneció cerrada después de·
la primera expulsión de los jesuitas; pero sí haJy la evidencia
de que nadie penetró en ella durante su ausencia.
La universidad colocó en reemplazo d:e aJquella lápida otra
en memoria del obispo, ~uyo texto es el si,guienk:
A Illmus-et Rmus-D. D. Ferdinandus-a Treja et Sanabria
-Seraphicae Familiae Deus-Tucumaniae Episcopus-Doctrinar
Pietate-onznioena 11irtute Clarissimus-De Religione ac litHeris-
(8) P. Lozano: "Historia de la Compañia del Río de la Plata"•..
Tomo I.
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· Fundato Cordubae P. P. Soc. Jesu Collegio--Mo% Po11!.tifioia~
et Regiae Universitatis-N omine-Juribus-privilegüs aucto-opti-
.me meritus-M-D-XVIV-Dec.-A. D. M-D-XIV-H. Q. l. P.
-Ejusdem Universitatis-Rector et antecesores-H. M. Instaur.
C. C.---"A. M-DC-C-LXX-ll.
Traducción: Escudo del obispo Treja Cristo-AMa y Ome-
,ga. El Ilustrísimo y Reverendísimo doctor D. Fernando Trejo y
Sanabria, honor de la Orden Seráfica, obispo del Tucumán, en li-
cencias y letras y en todo género de virtud muy señalado. Fué
de la religión y de las letras habiendo fundado .el colegio de Cór-
doba de los padres de la Compañía de Jesús, que .fué dotado
.después con el nombre, derechos y privilegios, muy benemérito.
Muerto el día 24 de diciembre del año del Señor 1614. Alquí
descansa en paz.
De la misma Universidad, el rector y los antecesores, este
1
~ecuerdo -renovaron el año 1872. ,
Al construír el pavimento de la iglesia desapareció la que;
en d presbiterio señalaba la tumba del obispo Trejo y Sanabria,
.:la 'que según noticias que tengo debe existir ·en la universidad,
pues, e'lla la solicitó para conservar,la. Era de piedra sapo "y su
inscripción decía textualmente y es a la que el padre .Lozano se
~efiere:
Ilmzts. ac Rmus. D. D. Fray Ferdinando Treja, Episcopo Tu-
,cumanensi Insigni suo Benefactori Collegium hoc Cordubensi in
gratitudinis monmentum D. O. C. Obiit anno MDCXIV.
El año 1915 los padres jesuítas resolvieron abrir la cripta
olausurada por largos años. Cuando fué posible descender se dió
principio a inspeccionar las tumbas, buscando en ellas la ·que de-
bía contener los restos del ilustre fundador de la universidad:
ninguna inscripción la señalaba, pero en una pequeña bóveda que
tdivide en dos una piedra, dos urnas, las únicas que ocupaban un
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sitio preferente, estaban allí eXJhíbiendo los despojos carcomidos.
por el tiempo: en la cavidad o espacio superior, la caja converti-
da en polvo, estaba confundida con los huesos y en el espacio i·n-
f·erior se conservaban completos. Examinados, se observó que 1os
primeros pertenecieron a una persona de alta talla, mientras que
los segundos a una estatura mediana; un escapulario, hebillas,
botones y unos zapatos que denunciaban su alta jerarquía se·
distinguieron allí.
El espacio o nioho donde fueron encontrados los restos que
·designaba el único sitio de honor en la cripta; la misma ausencia
de inscripción; la evidencia de no haberse tenido memoria de"
otro personaje ilustre depositado allí que el gobernador Pereda,
e::ldhumado catorce meses después, en 1877; la diferencia que-
revelaban los restos en su antigüedad, y, por fin, las insignias de
uno de ellos, todo induce a admitir con seguridad que aquellas
cenizas pertenecieron al obispo Ulloa, que descansa allí por dis-
posición testamenta,ria y al insigne Trejo. Una prolija investiga-
ción despejará toda duda que pudiera suscitarse acerca de stt
identidad.
Un recipiente lacrado y sellado está colocado ·en la nueva
urna que guarda estos restos, subsocripto por el P. Superior de
la Compañía S. Barber y el P. Secretario, conteniendo algunos
datos; una inscripción con el nombre del obispo Trejo y Sana-
bria indica que allí están sus cenizas, la~ más antiguas que se
conservan en Córdoba ( 9).
La, biografía del fundador de la Córdoba intelectual aún
no ha sido hedha; y al referir sus obras y su vida nada ilustrará
más de la perfección de aquel espíritu elegido, que recorda; sus
últimas pa:labras en el instante de partir a la morada eterna, que
nadie ha oomentado, pero que eran de un iluminado asceta y
(9) Debo al ilustrado padre Grenón de la Compañia de Jesús, de
Córdoba, datos y atenciones a este respecto que me complazco en 11"&-
cordar agraJdec!Jdo.
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rdignas de los pnmeros apóstoles : pertenecen al primer "canti.,.
·cum <gra:duum" de "El libro de los Salmos de David", cá:ti-
co 712 (r.o).
"Ladatus sum in his quae dicta sunt. rni:hi. In Domun Do-
mini ibimus", que en la Sagrada Biblia se traduce: "Alegran-
domehé en esto que se me ha dicho: a la Casa del Señor ire-
mos". Es necesario, dice la nota a este cántko, poner la:s pala-
bras de él erí boca de un israelita lleno de piedad 'Y de religión,
a quién diciéndose que se acercaba el tiempo de ir a Jerusalén
para cumplir el precepto del Señor, prorrumpe ·en estas expre-
siones que ;nanifiestan el interior gozo 1que sentía en su alma.
Diez y seis días antes de su muerte, precedía al hijo en 1a
partida la madre jlustre del hijo ilustre, na. María de Sanabria
Calderón, hija del Alcalde del Río de la Plata, Juan Sanabria,
1a prometida del primogénito del famoso Hernán Cortés, con-
quistador de la Nueva España, que falleciera al mismo tiempo
que el padre de ella, decidiendo su viaje a América con su her-
mano el adelantado Diego de Sanabria ( r r).
Excusadme si he detenido mi atención en ese polvo amari-
Hento que ·he ·contemplado con emoción intensa : el fundador de
la Universidad de Córdoba modeló con ella el carácter de sus
hijos. ¡Su espíritu flotará ·por siempre en ella!
Al abandonar la cripta :honda y sombría y respirar el am-
biente de la vida, una vez más admiré el cielo azul y la c.ercana
serranía de la dudad de Quisquizacate, de Córdoba Llana.
Señores : Si la historia salva del olvido los hechos culmi-
nantes; si en ·su relato verídico. se conserva para enseñanza y
·ejemplo todo lo que ·enaltece y dignifica; si el juicio severo de
su fallo, nos recuerda la aoción y nos llama a mirar las sombras
que pasamn animadas ·en misión misteriosa por el dilatado y
(10) Sagra;da Biblia, tomo V, página 384, por el P. Phelipe. de
.San Miguel.
(11) P. Lozano-Historia de la Compañía, tomo II, pág. 794.
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-casi desierto escenario ; nada reanima ni nos presenta con igual
vigor los hechos y los hombres, como los lugar.es /que nos hablan
con sin igual elocuencia, r.econstruyendo la ·escena, la morada
vetusta, la cuesta de la montaña, el árbol 1que dió sombra, el va-
do que en la lucha tiñó de rojo las aguas del arroyo o del río,
que no interrumpió su curso ni cesó en .su murmullo de siglos;
la ·curva del ·camino, todos los obj.etos, en fin, que parecen con-
servar átomos de la esenda del ser a ,que pertenecieron, susci-
tando una emoción que nadie ha e~plicado suficientemente, en
S11 misteriosa fuerza de atracción.
(~onservemos nuestras tradiciones y nuestros monumentos
por modestos que sean, que ellos son el misterioso puente 1que se
tiende entre las .generaciones que desfilaron al través de los tiem-
pos y las que siguen su marcha entre el polvo de la ruta infinita.
JUAN B. GONZÁLEZ