Jesús como Maestro
Por
Dr. Yattenciy Bonilla y Dra. Jenniffer Contreras
La educación cristiana tiene como objetivo fundamental la transformación integral de la
vida del discípulo (alumno). De manera que no responde sencillamente a necesidades
de conocimiento intelectual, afectivo o técnico. La educación cristiana es uno de los
agentes catalíticos que provoca al estudiante a ser formado por el Espíritu Santo y
procurar de manera incansable experimentar el propósito de Dios en su vida. Es sobre
esta base que lo intelectual, lo afectivo y lo técnico se unen haciendo que la razón para
ser enseñado sea la transformación permanente del ser y no el cambio temporero de la
conducta.
A veces pensamos en educación cristiana y lo que nos viene a la mente es una lista de
actividades, un tiempo específico en la semana, los expositores, el mes de la Biblia, etc.
De ser así, estamos perdiendo de vista su razón de ser. La mejor manera de traer la
educación cristiana a su justa perspectiva es mirarla a través de la vida y la persona de
Jesús.
Cuando leemos los Evangelios descubrimos que Jesús ciertamente vino a entregar su
vida y morir por el pecado de la humanidad, reconciliarnos con el Padre y resucitar al
tercer día, haciendo que nuestra esperanza sea verás. No obstante, Jesús también vino
a enseñarnos como se vive una vida agradable a Dios, como se ama al prójimo y vino a
enseñarnos a interpretar Su Palabra. Una de las razones para esto es porque al final de
su ministerio en la tierra dejaría en manos de sus discípulos la misión de continuar lo que
Él había iniciado. Mucho de su acercamiento se resume en esta frase: “Déjame
mostrarte, ahora hazlo tú…” ¡Que increíble es el Señor que deja en nuestras manos tan
grande y hermosa responsabilidad! Id y haced discípulos en todos los países del mundo,
enseñándoles que guarden todo lo que les he ordenado….” En la educación cristiana no
existe ningún otro punto de partida, Jesús es el modelo perfecto de aquél que ha sido
llamado a enseñar.
Su propósito y su acercamiento pedagógico
Jesús en su ministerio en la tierra es reconocido como maestro por las multitudes, por
sus discípulos e incluso por sus opositores. El propósito de las enseñanzas de Jesús era
cambiar las vidas de sus estudiantes. Esto incluía: que se convirtieran a Dios, que
formaran ideales correctos (Mateo 5:48), que tuvieran comunión los unos con los otros
(Marcos 12:28-31), que profundizaran en sus convicciones (Juan 21:15-17) y que
continuaran la labor (Mateo 28:19-20).
Cristo se ganó un prestigio y como maestro marcó la época, antes de él y después de
él. Es posible imaginar que la pedagogía de Jesús es complicada, técnica, científica, o
algo muy difícil, pero es bien sencilla. Cristo nos enseña que los grandes maestros
tienen el don de convertir lo difícil en simple y esta es una de las maravillas de su
acercamiento. Jesús tomó lo más complicado de la enseñanza judía y lo transformó en
algo sencillo, simple y vivencial.
En ocasiones los maestros y pedagogos pueden ser aburridos, porque al enseñar
utilizan un lenguaje muy técnico pensando que al utilizar ese lenguaje están siendo
grandes maestro. Los filósofos alemanes hicieron filosofías tan complicada que para
entenderlas, es posible demorarse dos días y lograr entender una media hoja. Por otro
lado, en el S. XXI los grandes maestros son aquellos que pueden explicar lo difícil de
una forma coloquial y sencilla. En esto consiste la pedagogía de Jesús, porque Jesús
sabía que navegar por las aguas más profundas no significa buscar un lenguaje
rebuscado, sino encontrar las palabras más sencillas para hablar de la profundidad y
que el estudiante entienda.
¿Bajo qué condición o técnica ejercía su pedagogía Jesús? ¿Bajo qué aspecto
ejercía la pedagogía para convertir lo complicado en algo sencillo?, bajo la condición
del amor (ágape). Es decir que para Jesús el amor, es el componente técnico esencial
de su pedagogía. ¿Por qué? Si les preguntamos a los pedagogos del S. XXI sobre la
parte técnica de su pedagogía es posible que hablen de cómo usar el pizarrón, pararse,
mirar, hacer preguntas, etc. pero si le preguntamos a Jesús, su técnica es enseñar con
amor. Este detalle es importante porque cuando el maestro ama a sus estudiantes, el
estudiante tiende a estar unido emocionalmente a su maestro, se desarrolla una
empatía una relación emocional y el alumno tiende a entender al maestro, porque lo
quiere escuchar y se dispone. Las neuronas están flexibles para escuchar al maestro,
es una sinergia, el contenido fluye. Cuando el alumno sabe que su maestro no lo ama,
las neuronas se ponen rígidas porque no lo quieren escuchar. El amor es esencial
como técnica pedagógica.
Para pensar:
¿Cómo se reflejan o están presentes estos propósitos y acercamientos pedagógicos en
nuestra manera de educar?
Sus cualidades
La efectividad de las enseñanzas de Jesús está muy ligada a las cualidades que lo
distinguían de los demás maestros.
1- Pasión (πάθος): cuando se lee a Jesucristo y se hace el esfuerzo de leerlo
desde las lenguas originales, uno encuentra un griego y un arameo apasionado.
Cristo fue un maestro apasionado y recordamos lo que decían los filósofos
griegos: “la pasión es el arte de vivir con sentido”. Una vida sin pasión es una
vida sin sentido, y esto lo afirmaron varios filósofos, estoicos, epicúreos, de las
escuelas antiguas. Jesucristo siempre le puso pasión a su vida, cuando
enseñaba, predicaba, exhortaba incluso para morir, murió con pasión. La pasión
es una condición fundamental en Jesús, era poner el corazón en lo que
enseñaba, fuerza a lo que decía, ganas en lo que él vivía. Cuando el maestro es
apasionado transmite al alumno la ganas de aprender, puede ser el alumno más
indiferente, pero si el maestro le transmite pasión y enseña con devoción, con el
corazón, el más desafiante puede aprender algo, aunque no se convierta en
experto, el aprendizaje será memorable porque cautivará su atención
Hay muchos maestros que se convierten en lo que no debe ser un pedagogo, se
hacen técnicos de la profesión olvidando lo que es ser maestro. Llegan con
computadoras, proyectores, usan todas las técnicas para la enseñanza, pero
ningún alumno lo recuerda y hasta se duermen con tanto tecnicismo. En la
superficie lo técnico se cumple, pero si vamos a los resultados no lograron llegar
al estudiante, no hubo aprendizaje. ¿Cuál suele ser el error que cometen los
técnicos de la educación actual? Es no complementar las técnicas con la pasión.
Cuando el maestro enseña con ahínco, y devoción, el estudiante se sumerge en
la enseñanza. La pasión no tiene que ver con los temperamentos, es como una
vocación y eso se transmite a la gente y los estudiantes se dan cuenta de eso.
Vale la pena decir que la pasión es algo que se cultiva. El maestro escoge un
área para enseñar y trabajar su estima, procura enamorarse de lo que es él o
ella, de lo que enseña y de su campo de investigación. Debe formarse y trabajar
en su propio espíritu y apasionarse. Esto incluye examinar sus motivaciones. Si
se enseña por dinero, porque es un profesional o porque debe enseñar y de eso
vive, habrá una deficiencia, porque va enseñar sin pasión y al final se dará
cuenta de que enseña porque le toca enseñar, para vivir por un salario. El
maestro primero debe enamorarse de lo que enseña, con paga o sin paga,
enamorarse primero de lo que va enseñar y amar lo que enseña.
2- Sacrificio: Esta cualidad tiene que ver con la paciencia. Jesucristo tuvo que
sacrificarse y acomodarse a ir al ritmo de los discípulos, porque no siempre
internalizaban el mensaje y venían de trasfondos diferentes. Entre ellos tenía un
publicano, un traidor, un terco como Pedro, y lo que hizo Jesús fue, respirar
profundo y acomodarse al ritmo de aprendizaje de sus discípulos.
Acomodarse al ritmo de los estudiantes, entendiendo sus trasfondos e historias
requiere sacrificio, porque el maestro debe ir despacio, ir midiendo sus ganas de
avanzar. Es posible que el maestro tenga incluso una batalla consigo mismo al
considerar a donde quiere llevar a los estudiantes y con qué velocidad versus el
ritmo en que van avanzando y en qué punto del camino van. Jesús quería
enseñarles muchas cosas a sus discípulos, cosas profundas del Padre, de la
Torah, pero tenía que frenarse porque tenía que acomodarse a la estructura
mental de sus discípulos, eso es paciencia. Repetir muchas veces lo mismo sin
maltratar el intelecto ni la estima del estudiante.
Ese sacrificio es dejar de ser yo para que el otro sea, menguar y ver las cosas
desde la óptica de los estudiantes. Jesús tuvo paciencia. Cuando un alumno le
dice a un maestro no entendí y el maestro lo regaña, no es apropiado. Jesús
nunca regañó a un discípulo por no entender una parábola por ejemplo, y eso lo
vemos en mateo y marcos. Dijeron los discípulos: maestro que quiso
enseñarnos con esa parábola y Jesús con mucha paciencia explica lo que quiso
enseñar y eso es sacrificio. Cuando un alumno le decía no entendí, él con
paciencia buscaba otra parábola o buscaba otra forma de enseñar. Las
preguntas que hace un estudiante son importantes para el o ella aunque no
parezcan importante para el compañero o incluso el maestro. Un maestro nunca
debe hacer sentir que una pregunta es tonta o poco importante, porque el
objetivo es que el estudiante aprenda a su ritmo y con paciencia.
3- Empatía (solidaridad): Jesús nunca deshumanizó la enseñanza, uno de los
éxitos de la enseñanza de Jesús fue que le dio humanidad a través de la
empatía, de la solidaridad con el discípulo a través del manejo de las emociones.
Una de las cosas que hizo grande el papel de maestro en Jesús fue empatizar
con sus discípulos, relacionarse emocionalmente con ellos, amarlos, sentir
afecto, el no vio a sus discípulos como personas incapaces sino que vio a sus
discípulos como estudiantes en un proceso de formación y transformación por lo
que debía meterse en su mundo, entender su mundo y amarlos a través de sus
diferentes circunstancias.
En Juan 15:15 Jesús les dice a sus discípulos “no son mis siervos sino mis
amigos, porque un siervo no sabe lo que hace su señor”. En el contexto histórico
de Jesús los discípulos no eran amigos de sus maestros, porque la descripción
de amistad para la cultura griega y judía era que la amistad se daba en ser de
igual condición, un hombre con un hombre, mujer con mujer, alumno con
alumno, maestro con maestro. Pero una relación de amistad entre seres
desiguales no se podía dar. Nunca una amistad se daba entre un maestro y un
alumno, porque el maestro estaba en una condición alta y el alumno en una
condición baja. Es decir que éticamente los alumnos no eran amigos de los
maestros en la cultura judía, porque eran siervos. Y cuando había pascua los
que lavaban los pies de los maestros eran los esclavos y si no había esclavos
eran los alumnos. Pero Jesucristo destruyó ese mito y le dijo a sus alumnos
vosotros sois mis amigos, la palabra amigo en griego es ϕίλος y significa una
empatía de sentimientos, de afecto mutuo, o sea, que para Cristo los alumnos
debían ser sus amigos y la enseñanza no se veía solamente desde el punto de
vista técnico de cómo enseñar, sino que su enseñanza iba más allá la técnica,
iba a un aspecto humano, psicológico, emocional. Para él la enseñanza
empezaba cuando se interesaba por el alumno. Cuando el maestro se interesa
por el alumno ya empezó a enseñar. Para Cristo su pedagogía se trabajaba en
el campo de las emociones primero, o sea, en el área del amor.
4- Consistencia. Lo que hacía y decía Jesús, eran una sola cosa y esto esperaba
de sus alumnos. En su manera de vivir y en sus lecciones siempre había una
conexión entre “saber” y “hacer” (Mateo 5:36; 7:24-27). Si no hubiera relación
entre el saber y el hacer entonces los fariseos hubieran sido sus mejores alumnos.
Se aprende para poder hacer la voluntad de Dios (Juan 7:15-17). Lo que se
conoce es reforzado por lo que se hace.
Jesús era sus lecciones, enseñaba modelando todo lo que hablaba. Sus
discípulos le podían observar y aprender de como actuaba. En Lucas 11:1 le piden
al maestro: “enséñanos a orar” porque cada vez que se separaba y lo buscaban
estaba orando. Era evidente que esto era algo importante, interesantemente esto
fue lo único que los discípulos le piden que les enseñe. Cada persona podía ver
en Jesús alguien a quien imitar
5- Relevancia. Jesús hablaba sobre realidades como la vida, la muerte, el cielo, el
infierno, el dinero, la oración, la ansiedad, etc. Su filosofía no era una de “almacén”
(“toma nota sobre esto porque algún día lo vas a necesitar”). Lo que enseñaba era
aplicable para el momento y para el ahora de las personas que lo escuchaban.
Jesús también hablaba ante la realidad. Trató con paciencia a los sinceros y con
ternura a los marginados, pero de igual modo trató con crudeza a los religiosos
llamándolos hipócritas y se indignó ante los mercaderes del templo. Ejemplo:
Marcos 12:13-17 sobre los impuestos. Jesús vivía la realidad, mostró sus
emociones, su humanidad: amor, compasión, alegría, coraje, tristeza, cansancio,
hambre, etc.
6- Interacción Jesús se relacionaba con sus estudiantes, se enfocaba en su
necesidad. Su salón era ambulante, rodeado siempre de gente por lo que
constantemente interactuaba haciendo y recibiendo preguntas. Jesús llegaba a la
verdadera necesidad (el paralítico de Betésda), sabía construir puentes en vez de
paredes (la mujer samaritana). Su acercamiento tenía en cuenta a cada individuo.
En el caso de Nicodemo, del Noble y la Samaritana el objetivo era el mismo,
traerlos a la fe, pero con cada uno usó un método diferente. Jesús le hablaba a
la gente en su idioma de manera figurada y de manera literal (hebreo, arameo y
griego).
7- Jesús provocaba aprendizaje por medio de la crisis. Llevaba a sus alumnos a
puntos donde tenían que tomar decisiones. En ocasiones la crisis era inmediata
como en la alimentación de los cinco mil, en otras era un proceso interior como el
de la mujer samaritana.
8- Jesús estimulaba a sus alumnos a pensar, le presentaban problemas o planteaba
problemas a las personas y no los resuelve por ellos sino con ellos. Por esto en la
parábola del buen samaritano Jesús no contesta la pregunta sino que cuestiona
la respuesta. Caminaba con ellos hacia el descubrimiento (las parábolas de
Mateo 13) y probaba si estaban comprendiendo lo más importante (¿Quien dice
la gente que soy yo?, Quien dicen ustedes que soy yo?)
9- Jesús corrigió y reprendió a sus alumnos, pero nunca los rechazó. Aun cuando
pudiéramos leer algo de frustración en sus palabras a los discípulos la motivación
de Jesús siempre fue el amor (Marcos 4:35 y 40). Muchos dejaron de seguirle por
la dureza de su enseñanza, pero El nunca despidió a ninguno.
10- Jesús fue creativo y variado en el uso de sus métodos de enseñanza. Iba de lo
conocido a lo desconocido, de lo concreto a lo abstracto. Sobresalen en sus
métodos las preguntas (más de 100 registradas en los Evangelios), las parábolas
(“El Reino de los Cielos es semejante a…”), sus demostraciones (lavatorio de
pies) y sus ejercicios de aplicación (cuando los envía de dos en dos). Siempre se
aseguraba de llamar y retener la atención de sus estudiantes, pero sus métodos
siempre fueron el medio, nunca el fin. Aquí se pudiera abundar mucho más. El
caso de la mujer samaritana es uno de los ejemplos más hermosos de como Jesús
la lleva magistralmente de pedir agua a repartir agua viva.
Para pensar:
¿Qué cualidades puedo identificar en mi enseñanza? ¿Cuáles me
confrontan y me retan? ¿Qué voy a hacer al respecto?
Referencias
Armstrong, Hayward. Bases para la Educación Cristiana. El Paso: Casa Bautista de
Publicaciones, 2003.
Gangel, Kenneth O & Hendricks, Howard G. The Christian Educator’s Handbook on
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Stein, Robert. The Method and Message of Jesus Teachings. Louisville: Westminster
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Zuck, Roy B. Teaching as Jesus Taught. Wipf &Stock Publishers, 2002.