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Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL

Historia de la Civilización I

Unidad IV (2da parte): Roma Imperial

CRONOLOGÍA

Antes de Cristo

58 - 50 César en Galia.

58 Derrota de los helvecios en Bibractes.

57 Guerra de los belgas.

57 - 56 Rebelión de los galos en la costa atlántica.

55 Pompeyo y Craso cónsules.

55 Expedición de César a Germania y Britania.

54 Segunda expedición de César a Britania.

Segunda expedición de César a Germania. Batalla de Carras y muerte de


53
Craso.

Masacre de los romanos en Canabum y comienzo de la sublevación


53 - 52
general en Galia.

51 Represión de la rebelión de los galos.

49 César pasa el Rubicón. Toma de Roma. Batalla de Ilerda.

48 Guerra de Epiro. Batalla de Farsalia. Muerte de Pompeyo. César dictador.

48 - 47 Guerra alejandrina. Disturbios en Italia.

47 Derrota de Farneces.

46 Batalla de Tapsos.

45 Batalla de Munda.

44 Muerte de César.

43 Guerra de Módena.

Batalla de Filipis. Muerte de Casio y Bruto. Encuentro de Antonio con


42
Cleopatra.

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41 - 40 Guerra de Perusa.

40 Tratado de Brindisi.

39 Acuerdo de Miseno.

38 - 36 Guerra contra Sexto Pompeyo.

Derrota de Sexto Pompeyo en Nauloco. Expedición de Antonio contra los


36
partos.

35 Muerte de Sexto Pompeyo.

32 Golpe de Estado de Octaviano. Declaración de Guerra a Cleopatra.

31 Batalla de Accio.

Toma de Alejandría por parte de Octaviano. Muerte de Antonio y


30
Cleopatra. Anexión de Egipto.

29 Regreso de Octaviano a Roma.

27 Restauración de la República. Octaviano recibe el título de Augusto.

25 Destrucción de los salasios.

24 - 22 Reforma de los poderes formales de Augusto.

19 Sometimiento definitivo de España.

16 Sometimiento de los tauriscos.

15 Sometimiento de los recios y los vindélicos.

12 - 9 Sometimiento de los panonios. Expediciones germánicas de Druso.

9 Muerte de Druso.

8 - 7 Expedición de Tiberio.

2 Ley sobre la limitación de la liberación de esclavos por testamento.

Después de Cristo

Ley sobre la limitación de la liberación de esclavos en vida de su


3
propietario.

4 - 5 Expediciones germánicas de Tiberio.

6 Guerra con los marcomanos.

6 - 9 Rebelión de los panonios y los dálmatas.

Derrota de Varo en el bosque de Teutoburgo. Ley de Papio y Popeo sobre


9
el matrimonio.

10 - 11 Expediciones punitivas de Tiberio a Germania.

14 Muerte de Augusto.

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14 - 37 Tiberio.

14 - 16 Expedición de Germánico a Germania.

19 Muerte de Germanico.

24 Complot de los esclavos en Italia Meridional.

26 Tiberio deja Roma.

31 Caída de Sayano.

37 - 41 Calígula.

41 - 54 Claudio.

41 - 42 Rebelión de Mauritania.

43 Conquista de Britania.

54 - 68 Nerón.

55 Muerte de Británico.

60 Represión de la revuelta de Boudica.

61 Disturbios en Roma por la condena de 400 esclavos.

64 Incendio de Roma.

65 Conjuración de C. Calpurnio Pisón.

66 - 67 Viaje de Nerón a Grecia.

66 - 70 Rebelión en Judea.

68 Rebelión de Vindix. Muerte de Nerón.

68 - 69 Guerra civil.

69 - 79 Vespaciano.

69 - 71 Revuelta de Julio Civilis.

69 Revuelta de Aniceto.

70 Toma de Jerusalén.

79 - 81 Tito.

79 Erupción de Vesubio.

81 - 96 Domiciano.

86 - 89 Guerra dácica.

88 Revuelta de Antonio Saturnino.

96 - 98 Nerva.

98 - 117 Trajano.

101 - 106 Guerras dácicas.

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114 Ocupación de Armenia.

115 - 117 Guerra contra los partos.

117 - 138 Adriano.

131 - 134 Rebelión de Bar – Koheba.

138 - 161 Antonino Pio.

161 - 180 Marco Aurelio.

161 - 165 Guerra con los partos.

167 - 180 Guerra con los marcomanos.

174 - 175 Rebelión de los búcolos.

175 Usurpación de Avidio Casio.

180 - 192 Cómodo.

187 Movimiento de Materno.

193 Pertinax, Dido Juliano.

193 - 211 Septimio Severo.

198 Conquista de Mesopotamia.

211 - 212 Caracalla y Geta.

212 Muerte de Geta.

212 - 217 Caracalla.

213 Edicto sobre el derecho de ciudadanía.

214 Saqueo de Alejandría.

217 - 218 Macrino.

218 - 222 Heliogábalo.

222 - 235 Alejandro Severo.

235 - 238 Maximino.

238 Revuelta en Africa. Los Gordianos. Pupeo y Balbino.

238 - 244 Gordiano III.

244 - 249 Filipo el Arabe.

249 - 251 Decio.

251 - 253 Treboniano Galo, Emiliano.

253 - 260 Valeriano.

256 Victoria de Galieno sobre los alemanes.

259 - 268 Póstumo “emperador” de Galia.

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260 - 268 Galieno.

262 Victoria de Odenato sobre los alemanes.

263 Rebelión de los esclavos en Sicilia.

267 Los bárbaros saquean Asia Menor y la península balcánica.

Claudio II. Mario y Victoriano en Galia. Comienzo del movimiento de los


268 - 270
baguados.

269 Derrota de los godos.

270 - 275 Aureliano.

270 - 275 Revuelta de los monetarios en Roma. Aureliano contra los bárbaros.

270 - 273 Tétrico en Galia.

Caída del reino de Palmira. Revuelta de Firmo en Alejandría. Liquidación


273
del “imperio” galo.

275 - 576 Reacción senatorial.

276 - 282 Probo.

282 - 284 Caro. Apogeo del movimiento de los baguados.

284 - 305 Diocleciano.

293 Represión de la revuelta en Egipto. Nuevo sometimiento de Britania.

297 Paz con Persia y nuevo sometimiento de Mesopotamia.

301 Reforma monetaria y edicto sobre precios fijos.

303 Edicto contra los cristianos.

306 - 337 Constantino.

312 Derrota y muerte de Majencio.

313 Edicto de Milán.

323 - 337 Autocracia de Constantino.

324 Concilio de Nicea.

330 Traslado de la capital a Constantinopla.

337 - 353 Lucha por el poder después de la muerte de Constantino.

353 - 361 Constancio.

354 - 430 Agustin.

357 Derrota de los alemanes en Argentorates.

361 - 363 Juliano.

363 - 364 Joviano.

364 - 375 Valentiniano I.

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375 - 383 Graciano.

375 Invasión de los hunos.

378 Rebelión de los godos.

379 - 395 Teodosio I.

392 - 394 Eugenio.

394 - 395 Ultima reunificación del Imperio.

395 División definitiva del Imperio.

408 Condena a muerte de Estilicón.

409 Saqueo de Roma por parte de los godos.

451 Batalla de los Campos Cataláunicos.

452 Atila en Italia.

453 Muerte de Atila.

454 Saqueo de Roma por los vándalos.

476 Deposición de Rómulo Augústulo.

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Julio César

En el año 65 a. C., fracasó un intento de golpe de Estado, encabezado por Lucio Sergio
Catilina(1), detrás del cual estaban Craso y Julio César. Catilina, desprestigiado gobernador
en Africa, ávido de poder, no pudo soportar que por cuarta vez se le negara el consulado.
Reunió a nobles y caballeros, endeudados, de mala reputación y, aprovechando su
descontento, preparó una conjuración, para imponerse por la fuerza. El censor Craso, fracasó
en su intento de obtener más partidarios, al proponer otorgar plena ciudadanía a los
transpadanos, propuesta a la que se opuso el censor Quinto Lutecio Catulo. También fracasó
la propuesta de encargar a Julio César la reducción de Egipto a provincia romana, debido a la
oposición de Cicerón. El proyecto de ley agraria, presentado por Publio Servilio Rulo, en 64 a.
C., según la sugerencia de Craso, otorgaba grandes poderes a una comisión de decenviros,
también fue rechazado, a instancias de Cicerón, por caballeros y optimates.

Ante esta situación, Catilina, que había intentado acceder al poder en dos oportunidades (64
y 63 a. C.), decidió tomarlo por la fuerza. Explotando el descontento general, en toda Italia,
frente a los grupos dominantes en Roma, planeo una insurrección general. Sin embargo, el
cónsul Cicerón, enterado de la conjura, logró, con sus soberbias arengas ante el Senado, las
Catilinarias, que se detuviera y condenara a la pena de muerto, a los lideres de la conjura. El
ejército de Catilina, fue derrotado en Etruria, en el año 62 a. C., cerca de Pistoia, y su jefe
murió en combate.

Pompeyo, al regresar a Italia, para ganar las simpatías del Senado, temeroso de un nuevo
intento de golpe de Estado, licenció a su ejército, privándose así de una poderosa fuerza
propia, hecho que le resultó fatal. Sin embargo, no logró su objetivo, los senadores no
ratificaron la distribución de tierras que Pompeyo había realizado, entre sus veteranos, en
Oriente, humillándolo sin ningún reparo. Había entregado al tesoro del Estado un enorme
botín, donó a Roma edificios suntuosos como: el primer teatro de piedra, un pórtico y un
templo, pero todo fue inútil.

Entre tanto, Julio César, que había sido nombrado, pretor en 62 a. C., y gobernado España
como propretor, decidió regresar a Roma, en 59 a. C, para presentar su candidatura a cónsul.
César, a diferencia de Pompeyo, político mediocre, fue ascendiendo pacientemente la escala
de los honores. Gracias a los préstamos que le había realizado Craso, cuando era edil curul,
ofreció al pueblo romano luchas de trescientos pares de gladiadores, que le dieron una gran
popularidad. Sus maniobras en el Foro, le permitieron hacerse nombrar Gran Pontífice. Sin
embargo, la enemistad del Senado hacia Craso, se extendía a Julio César. Craso, Julio César y
Pompeyo, realizaron un acuerdo privado, en 60 a. C., conocido históricamente como primer
triunvirato, por el cual se comprometían en apoyarse mutuamente. Craso, aportaría su
fortuna y el apoyo del sector financiero, Pompeyo el ejército y Julio César el pueblo. Este
acuerdo secreto, en principio, se reforzó con vínculos familiares, debido a que Pompeyo se

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caso con Julia, hija de Julio César. Finalmente, Julio César, elegido cónsul, ratificó las medidas
de Pompeyo en Oriente, hizo donar tierras a los soldados de Pompeyo, y obtuvo de la
Asamblea del pueblo el mando de la Galia Narbonense, de la Cisalpina y de Iliria, por cinco
años, con imperium proconsular. En el año 58 a. C., Julio César se trasladó a Narbona.

(1) “Porque después que la República ha venido a caer en manos de ciertos poderosos, de ellos, y no
del pueblo romano(...) A ellos han pagado el estipendio militar los pueblos y naciones; todos los
demás, fuertes, honrados, nobles y plebeyos hemos sido indistintamente vulgo, sin favor, sin
autoridad, sujetos a los mismos que nos respetarían si la República mantuviese su vigor. Así que todo
el favor, todo el poder, la honra y las riquezas las tienen ellos, o están donde ellos quieren; para
nosotros son los peligros, los desaires, la pobreza y la severidad de las leyes. Esto, pues, oh varones
fuertes, ¿hasta cuándo estáis en ánimo de sufrirlo? (...)¿ quién que piensa como hombre tendrá valor
para sufrir que a ellos les sobren riquezas para derramarlas (...) y que a nosotros nos falte hacienda
aun para el preciso vivir? (...) nosotros ni un pequeño hogar tenemos donde recogernos con nuestras
familias? (...) Siendo, pues, esto así, ¿por qué no acabáis de despertar y resolveros? A la vista tenéis
aquella libertad que tanto deseasteis; a la vista el honor, la gloria y las riquezas. Todo esto propone
la fortuna por premio a los vencedores. Sean (...) los ricos despojos de la guerra más eficaces que
mis palabras para persuadir.” SALUSTIO, La Conjuración de Catilina y la guerra de Yugurta.

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La Guerra de las Galias

La Galia transalpina no era un Estado unitario. Existían grandes diferencias étnicas: los celtas
se habían infiltrado lentamente, durante todo el primer Milenio a. C., en Bélgica, fusionándose
con los pueblos locales. En Armórica, se conservaron en mayor medida las culturas
anteriores, y en Aquitania, se mezclaron celtas e iberos, mientras que en la zona
mediterránea predominaban los ligures. Los romanos llamaban galos a los individuos producto
de la mezcla de celtas e indígenas.

Los galos, dedicados fundamentalmente a la ganadería, eran un pueblo nómade o


seminómade. Sobre ellos, ejercieron una notable influencia los griegos, a través del
intercambio, y a veces el enfrentamiento con las colonias del Mediterráneo. Si bien los
druidas, el grupo “sacerdotal”, mantenía entre ellos una conciencia de origen común,
permanecieron divididos. Antes de la conquista romana, una aristocracia de grandes
terratenientes, apoyados por quienes les habían jurado fidelidad, los ambacti, con clientes y
siervos, tenían el poder sobre las distintas tribus. Su organización era esencialmente rural,
pero tenían algunas “plazas fuertes” (llamadas por César oppida, esto es fortalezas), en las
cuales se refugiaban ante un peligro y, por otra parte, eran un lugar de reunión para las
transacciones comerciales. Los nobles eran los poseedores de casi todas las tierras y quienes
empuñaban las armas en las guerras. El pueblo, tenía para ellos casi la misma importancia
que los esclavos, prisioneros de guerra y poco numerosos. El prestigio de los nobles galos,
dependía de la calidad de sus caballos y del número de bovinos, es decir de la ganadería, no
de la agricultura. Sin embargo, la ocupación principal de pueblo era la agricultura, cultivaban
trigo y cebada, esta última para producir cerveza.

Las tribus más poderosas, como los auvernios o los eduos, trataron de imponerse, lo cual
indujo a las otras a solicitar ayuda a otros pueblos, entre ellos a los romanos, que se fueron
asentando en el territorio galo.

Roma ejercía, después de la conquista de Narbona, una gran influencia económica: los galos
imitaban sus monedas, los comerciantes galos importaban vino y fina alfarería etrusca,
etcétera.

César al llegar a la provincia, no autorizó a los helvecios a cruzar territorio romano. Estos,
ante el fracaso de su intento de pasar por la fuerza, se dirigieron hacia la región de los eduos,
y la saquearon. Los eduos solicitaron la ayuda de los romanos. César los derrotó en Bibracte,
en 58 a. C., y los obligó a volver a Helvética (Suiza). Los galos, entusiasmados con la ayuda
de César, le solicitaron que frenara las correrías de Ariovisto, jefe de los germanos, que se
habían instalado en Alsacia. Ante el rechazo insolente del arbitraje propuesto por César, el
procónsul empujó a los germanos al oeste del río Rhin. Con el pretexto de evitar una nueva
invasión, las legiones romanas invernaron próximas al río Sena.

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Sin embargo, muchos galos no aceptaban la presencia de las legiones romanas de Julio César
en su territorio. Los belgas, se coligaron contra César, pero fueron rápidamente sometidos,
mientras Publio Licinio Craso, en 57 a. C., obtenía el triunfo en Armórica, y en 57 a C.,
sometía Aquitania, mientras el procónsul enfrentaba la rebelión de los vénetos, morinos y
menapios(2). En el 56 a C., las tribus germánicas entraron por la región de los menapios,
César los enfrentó y los exterminó. Después de hacer construir un puente sobre el río Rhin,
penetró en el territorio de los germanos, con el fin de realizar una demostración del poderío
romano e impedir otros intentos de invasión. En el mismo año, 55 a C., con el mismo fin,
penetró en Britania, derrotando en 54 a. C. al rey Casivelauno. El triunfo fue efímero, pero el
respeto al potencial romano, impidió que los británicos intervinieran en el continente.

Vuelto al continente, César debió enfrentar una creciente rebelión de los pueblos galos, y una
nueva insurrección de los belgas. En 53 a. C. realizó una nueva expedición contra los
germanos, y actuó contra los pueblos rebeldes en Galia, que pretendían expulsar a los
romanos. Ocurrían graves incidentes como: emboscadas contra las legiones, asesinato de
todos los comerciantes italianos en Orleans. El auvernio Vercingetórix, utilizando la caballería
y la táctica de “tierra arrasada”, trató de desgastar a los romanos, evitando los
enfrentamientos directos e impidiendo que recibieran suministros. Sin embargo, Vercingetórix
no pudo evitar que los romanos tomaran la “ciudad”, fortaleza de Avaricum, pero César debió
abandonar el asedio de Gergovia, después de sufrir importantes pérdidas. César unió fuerzas
con su lugarteniente Tito Labieno, sitió la fortaleza de Alesia, y después de derrotar a
importantes fuerzas galas que acudieron en su ayuda, logró que en 52 a. C., Vercingetórix se
rindiera.

Durante el 51 a. C., los romanos fueron eliminando todos los focos rebeldes, sometiendo al
último de ellos en la fortaleza de Uxellodunum, que al quedarse sin agua, debido al bloqueo,
ser rindió. César pudo dedicarse a organizar lo conquistado, con una estructura política
adecuada al modelo romano.

(2) “Este es el pueblo más poderoso con mucho de toda aquella región marítima, porque los vénetos
tienen muchísimas naves, y aventajan a los demás en el conocimiento y práctica de la navegación y
porque, siendo ellos dueños de los pocos puertos que se encuentran en aquel mar, casi todos los que
acostumbran a surcar aquellas aguas les pagana tributo (...) Movidos por su ejemplo los vecinos,
pues así de prontas y arrebatadas son las resoluciones de los galos (...) se conjuran a no hacer nada
sino de común acuerdo. Al mismo tiempo incitan a los demás pueblos (...).” CESAR, Guerra de las
Galias.

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César - Pompeyo - Craso

El acuerdo entre César, Pompeyo y Craso, basado en una temporaria coincidencia de


intereses, entre hombres envidiosos y desconfiados, debía ser precario. No era reconocido
oficialmente, y era rechazado por muchos personajes importantes, como Cicerón y Catón
(bisnieto del famoso Censor), para quienes era peligroso, para sus ambiciones personales y
para el Estado romano. La debilidad del triunvirato, manifiesta a partir del traslado de César a
las galias, era aprovechada por quienes pretendían obtener ventajas ante cualquier roce
entren sus miembros y, en muchos casos, trataban de provocarlos. En Roma se alteró el
equilibrio de fuerzas políticas.

Publio Clodio, que pertenecía a la gens Claudia, una de las familias patricias más importantes,
se convirtió en plebeyo, para ser elegido tribuno de la plebe. En 58 a. C., siendo tribuno, hizo
distribuir gratuitamente trigo, lo que le hizo ganar la simpatía del pueblo, lo que le permitió
desembarazarse de sus enemigos sin mayores inconvenientes. Con una nueva ley, contra los
magistrados que hubieran condenado a muerte a un ciudadano romano sin permitir que
apelaran al pueblo, con efecto retroactivo, obligó a Cicerón, que había condenado a los
cómplices de Catilina, a tomar el camino del exilio. A Catón, para alejarlo de Roma, se le
confió la misión de apoderarse de Chipre. Con sus bandas armadas atacó a Pompeyo. Para
contrarrestar el poder de Clodio, los nobles nombraron tribuno, en 57 a. C., a Tito Annio
Milón. Por presión de Pompeyo, en el mismo año, Cicerón fue traído del exilio. La lucha de
facciones paralizó la vida política de Roma.

En Lucca, se entrevistaron los miembros del triunvirato, para realizar un nuevo acuerdo.
Pompeyo y Craso deberían lograr que se los nombrara cónsules en 55 a. C., y luego
procónsules por cinco años, el primero en España y el otro en Siria, mientras que César
obtendría otros cinco años de procónsul en Galia.

La muerte de Craso, en 53 a. C., en la batalla de Carre, contra los partos, dejó a Pompeyo y
César, quienes desde la muerte de Julia en 57 a. C., no tenían vínculos de parentesco, más
enfrentados. Pompeyo decidió permanecer en Roma para supervisar los aprovisionamientos
(annonae), encargando la administración de las provincias a él confiadas, a sus
lugartenientes (legati). Pompeyo se alió a los optimates, que lo reconocieron como princeps,
(primero entre los ciudadanos), protector de la constitución y la legalidad.

En 52 a. C., un grupo dirigido por Milón, asesinó a Clodio. Ante los disturbios que se
produjeron, durante el proceso a Milón, que era defendido por Cicerón, se nombró a
Pompeyo, excepcionalmente, único cónsul. Poco tiempo después, el cónsul asocio como
colega a Metelo Pío Escipión, pero este hecho no ocultaba que se trataba de una forma de
dictadura.

César, ahora ciudadano privado, perdido su prestigio, solicitó poder conservar su manto, y, a
pesar de estar fuera de Roma, poder presentar su candidatura a cónsul. Pompeyo se opuso.
El tribuno Curión, propuso al Senado, a sugerencia de César, que los dos cesaran en su
mando. El Senado rechazó la propuesta y declaró a César, en 49 a. C., enemigo público,
mientras encargaba a Pompeyo la defensa del Estado romano. César debía volver a Roma sin
sus soldados para someterse al Senado.

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Guerra Civil

César se presentó como víctima de una confabulación contra él, pero, en principio trato de
ser conciliador. Pero finalmente, convencido de que el enfrentamiento era inevitable, en enero
de 49 a. C., cruzó el Rubicón al frente de su ejército, comenzando las hostilidades. La guerra
civil era de César contra Pompeyo y la aristocracia, nueva aliada de este último. Pompeyo,
huyó a Macedonia, seguido por gran cantidad de senadores y caballeros, esperando reunir las
tropas de refuerzo de Oriente. César, entró fácilmente a Roma, se dedicó a combatir a los
amigos y aliados de Pompeyo en Occidente, y no lo persiguió. Mientras Curión derrotaba a los
pompeyanos en Cerdeña y Sicilia, César se dirigía a España. Curión era derrotado y muerto,
en el Norte de Africa, por el rey númida Juba, aliado a Pompeyo. César vencía en Ilerda y
Marsella, en el 49 a. C. Sin lucha se apoderó de la Hispania ulterior, y otorgó, a los gaditanos,
la ciudadanía romana.

Segura la retaguardia, César volvió a Roma, asumió por pocos días la dictadura, y se hizo
nombrar cónsul en el 48 a. C, reiniciando luego su campaña contra Pompeyo.

Tras un primer fracaso, no aprovechado por Pompeyo, en Dirraquio, lo derrotó en Pharsalus


(Tesalia). Pompeyo se refugió, en mal momento, con sus amigos los Ptolomeos, en Egipto.

Ptolomeo XIV y su hermana y esposa, Cleopatra VII, estaban enfrentados en una lucha
fratricida por el poder. Los seguidores de Ptolomeo, intentando ganarse la simpatía de César,
mandaron asesinar traicioneramente a Pompeyo. César no reaccionó según los esperado, e
impuso a Ptolomeo XIV, la restitución de sus derechos a Cleopatra. Cerca del Nilo, Ptolomeo y
sus seguidores fueron derrotados por César, en una batalla en la cual murió el soberano
egipcio. Cleopatra fue puesta por César en el trono de Egipto.

En 47 a. C., César abandonó Egipto, para iniciar una campaña contra Farneses, hijo de
Mitrídates VI, que trataba de reconstruir el reino de su padre. En Zela, Farneses fue
derrotado, y César regresó a Roma.(3)

En Roma, César tomó algunas medidas económicas urgentes, logró la adhesión a su causa de
Cicerón y numerosos adversarios, y partió hacia Africa, donde el hijo menor de Pompeyo,
Sexto, junto a Catón y Labieno, preparaban un ejército para atacarlo. Lo mismo ocurría en
España, donde el otro hijo de Pompeyo, Cneo, preparaba el desquite. En Thapsus, César
obtuvo la victoria, después tres meses de indecisiones. Catón, se suicidó en Utica, en 46 a.
C., poco antes de que la ciudad cayera en poder de César. Sexto Pompeyo y Labieno, se
refugiaron en España, mientras César, después de “poner orden” en Numidia, regresó a
Roma. La resistencia de los hijos de Pompeyo, obligó a César a trasladarse a España, donde
en Munda, logró una victoria completa. Cneo Pompeyo fue tomado prisionero, pero Sexto
logró huir.

(3) En Roma, el anuncio de la victoria habría sido la famosa frase: “Veni, vidi, vinvi”. Nota del autor.

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La Dictadura

En Roma, César fue nombrado dictador, en principio por diez años, luego, siguiendo el
ejemplo de Sila, se hizo nombrar en forma vitalicia, con derecho a decidir sobre la paz y la
guerra, a elegir todos los magistrados y propiciar la sanción de las leyes. Además se le otorgó
la prefectura de las costumbres, el sumo pontificado, la inviolabilidad de los tribunos de la
plebe y el título vitalicio de Imperator. Nombrado oficialmente “Padre de la Patria”, se le
concedió el derecho a sentarse en el Senado en un sillón de oro, llevar siempre la toga
púrpura y la corona de laurel de los triunfadores. Asumió las principales responsabilidades de
los senadores: la custodia del tesoro y la administración provincial. Con todo el poder en sus
manos, inició un ambicioso programa de reformas. Aumento de 600 a 900, el número de
magistrados y senadores, admitiendo ciudadanos de diverso origen y condición social (“divide
y triunfarás”). Realizó repartos controlados de cereales a los sectores populares (“al pueblo
pan y circo”). Dicto disposiciones a favor del trabajo libre, y dio nuevas posibilidades de
trabajo, fundando nuevas colonias en España. Otorgo la ciudadanía a los habitantes de
muchas ciudades, en diversas regiones. Intento proteger de los abusos de los gobernadores a
los habitantes de muchas provincias, a quienes fue igualando a los ciudadanos romanos.
¿Pretendía crear una monarquía universal?.

La plebe lo había elevado al poder, y César, para adularla se había hecho nombrar
tribuno, para satisfacerla aplicó el programa del partido popular, debilitó al Senado y los
caballeros, distribuyó entre los plebeyos, gratuitamente, tierras, cereales, y creó, para ellos,
talleres de trabajo. Organizó y reconstruyó el centro de Roma. Además, levantó un conjunto
de monumentos, entre los que se destacan: la basílica Julia y la nueva curia (el foro de
César).

El mundo dominado por Roma, comprendía diversos pueblos, César trató de darles una
dirección única y una paz duradera. Multiplicó las colonias en las provincias, creo ciudades
(Lisboa). Impuso en todas partes las mismas instituciones romanas, el mismo calendario, la
misma moneda. Trato de crear un gran consejo del mundo romano, permitiendo el ingreso al
Senado de italianos, españoles, narbonenses, centuriones y hasta libertos.

Como Gran Pontífice , utilizó en su favor el sentimiento religioso. Pretendió que los dioses
Marte y Venus, que según él eran sus antepasados, habían participado en sus victorias. Se
hizo otorgar atributos divinos. En los templos, sus estatuas estaban junto a las de los dioses
y, el mes de su nacimiento fue llamado Julio. El Senado reconoció su poder sobrenatural,
tratándolo de “divo Julio”.

El programa de César produjo violentas reacciones entre los ciudadanos “ilustres” de Roma.
Senadores nostálgicos de la República, caballeros privados de sus extraordinarias
ganancias gracias a la exacción impositiva, demagogos, etcétera, se conjuraron
contra César. Los líderes de la conspiración eran Marco Junio Bruto y Cayo Casio. En 44 a.

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C., antes de partir para una nueva campaña, César quiso terminar su obra, proclamando la
monarquía. Los libros sibilinos, indicaban que los partos solamente serían derrotados por un
rey. El Senado fijó los idus de marzo (15 de marzo), para deliberar sobre el oráculo y,
posiblemente, la mayoría servil a César, proclamaría la monarquía. Pero, al llegar a la sesión
del Senado, fue asesinado, de treinta y cinco puñaladas, irónicamente, a los pies de la estatua
de Pompeyo.(4)

La guerra civil que siguió a la muerte de César, terminó con la república y dio lugar a la
llegada del imperio.

(4) “(...) ¿quién oyó mi nombre en la conspiración de este hecho gloriosísimo? Si los que ejecutaron
el hecho de libertar a la patria hubieran necesitado consejo, ¿sería yo quien impulse a los (...) que
constantemente tenían a sus ojos la imagen de Bruto? (...) Me encierras en compañía con los autores
de esta gloriosa acción (...)”. Cicerón; Filípica II.

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Imperio Romano

De AUGUSTO a MARCO AURELIO.

Quienes asesinaron a César, creían que con ese acto se restauraría inmediatamente la
república, por ello no pensaron que acciones emprenderían con posterioridad al magnicidio, y
entonces el control de la situación quedó en manos de los cesarianos. El “Magister equitum”
Marco Emilio Lépido y el cónsul Marco Antonio, fueron los lideres visibles del nuevo poder.
Deseosos de evitar una guerra civil, los moderados de los dos bandos, realizaron un pacto
según el cual: mantenían vigencia todas las disposiciones adoptadas durante el gobierno de
César y, se proclamaba una amnistía para todos los conjurados, quienes, prudentemente se
fueron de Roma.

En Hispania Citerior, Sexto Pompeyo seguía siendo el dueño de la situación. Marco Antonio,
envió a Marco Emilio Lépido a negociar con Pompeyo, mientras él, aspirante a ser el sucesor
de César, trataba de acaparar poder(5). Sin embargo entró en conflicto con el Senado y con
el sobrino e hijo adoptivo de Julio César, Cayo Octavio. Este joven de dieciocho años, que se
encontraba en Iliria, preparando una nueva expedición contra los partos, decidió cambiar su
nombre por el de Cayo Julio César Octaviano y regresar a Roma para hacerse cargo de la
herencia de César. Marco Antonio, no tomó seriamente los reclamos de quien, para él, era un
joven inexperto, y no acepto los reclamos de Octaviano. Octaviano, ayudado por amigos y
vendiendo todos sus bienes, hizo celebrar los juegos prometidos por César y
distribuyó 300 sestercios a cada ciudadano, según lo dispuesto por su padre adoptivo en
el testamento. Consiguiendo el apoyo popular con estas medidas, y aprovechando el
enfrentamiento entre el Senado y el cónsul Antonio, después de formar un ejército de
veteranos del de César, logró que los senadores sancionaran a Marco Antonio por conducta
anticonstitucional.

En el año 43 a C., Marco Antonio atacó a Décimo Junio Bruto, gobernador de Galia Cisalpina.
El Senado romano, por iniciativa de Cicerón, envió en ayuda de Bruto al nuevo pretor
Octaviano junto a los cónsules Aulo Hircio y Cayo Vibio Pansa. Marco Antonio fue derrotado, y
huyó a Galia.

A pesar de que Cicerón consideraba a Octaviano un dócil instrumento del Senado, este no le
otorgó ninguna misión importante, y si lo hizo con los conjurados contra César. A Casio se le
asignó la provincia de Siria, a Marco Bruto la de Macedonia y, al mando de la flota pusieron a
Sexto Pompeyo. Ante la negativa del Senado a otorgarle el consulado, Octaviano reunió a
los partidarios de César y con su ejército ocupó Roma, donde se proclamó cónsul e
hizo condenar a los asesinos de su padre por un tribunal constituido con tal motivo.
Para conseguir más apoyos, se reconcilió con Marco Antonio y con Lépido, con los cuales
formó un nuevo triunvirato. Una ley de 43 a C., propuesta por el tribuno Publio Ticio,
constituyó el “Triunviri reipublicae constituendae", por cinco años, con poderes casi absolutos,

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para la reorganización del Estado romano.

Cicerón fue una de las primeras víctimas del Triunviri. Luego, en 42 a. C., siguieron Bruto y
Casio, que cerca de Filipos fueron derrotados por Marco Antonio, y muertos (¿suicidio?).

Octaviano en Italia, distribuía tierras a los veteranos y enfrentaba las operaciones de piratería
de Sexto Pompeyo. En 41 a. C., Octaviano debió regresar a Roma para enfrentar el
descontento de los colonos expropiados, y a los veteranos que reclamaban más tierras,
ambos apoyados por el hermano y la esposa de Marco Antonio, Lucio Antonio y Fulvia. En 40
a C., en Perusa, Octaviano asedió y obligó a rendirse a los familiares de Marco Antonio,
quien, en principio neutral, ahora se presentaba con una gran flota en Brindisi. Sin embargo,
los intereses comunes primaron y llegaron a un acuerdo, sellado con el matrimonio entre
Marco Antonio y la hermana de Octaviano, Octavia. Lépido, que había sido paulatinamente
apartado del poder, fue enviado a Africa y, a Sexto Pompeyo, con quien se llegó a un
acuerdo, se le otorgó el gobierno de Cerdeña, Córcega y Sicilia. Sin embargo, estos acuerdos
no duraron mucho, Octaviano que ambicionaba todo el poder, en 38 a. C., se enfrentó a
Sexto Pompeyo, siendo derrotado. Esto lo obligó a renovar el triunvirato por otros cinco años,
asegurándose la colaboración de Lépido, después de entrevistarse en Tarento, con Marco
Antonio. En 36 a. C., en la batalla de Nauloco, gracias a la ayuda de Lépido y la pericia militar
de Marco Vipsanio Agripa, Octaviano logró eliminar a Sexto Pompeyo. Luego le llegó el turno
a Lépido, que después de obligarlo a cederle Africa y Sicilia, se retiró a la vida privada,
dejando a Octaviano con todo el poder en Occidente.

Marco Antonio, en Oriente, emprendió la organización de los dominios romanos y de una


expedición contra los partos. Mantuvo las autonomías locales, y un sistema de Estados
vasallos, sin realizar anexiones directas e imponerles el modo de vida romano. Lejos de
Roma, influenciado por el helenismo, libre del control de los senadores, impuso un poder
diferente al romano. Marco Antonio pretendió convertirse en rey y dios, autoridad máxima en
todos los aspectos. Dentro de esta concepción del poder se ubica el acuerdo realizado en 41
a. C., con la reina egipcia, Cleopatra VII.

En 36 a. C., Marco Antonio emprendió una expedición contra los partos, que fracasó
rotundamente, quedando como único resultado la ocupación de Armenia. En Roma, los
caballeros y optimates, y la mayoría de los romanos, sentían que la actividad de Antonio en
Oriente lesionaba sus intereses y los de Roma. Se había unido a una “barbara”, y había
repartido posesiones romanas con ella y sus hijos, como si se trataran de propiedades
personales.

En Occidente, Octaviano en 38 a. C., se había casado con Livia Drusila, matrimonio que lo
relacionó con la familia de los Livios y la de los Claudios, dos de las familias más importantes
de Roma, que lo aproximaban a los optimates. Eliminó a Sexto Pompeyo, y con una política
filosenatorial, además del apoyo de los caballeros y del pueblo, lograba restablecer una
normalidad casi total en toda Italia. En 35 a 33 a. C., Octaviano intervino personalmente en
la guerra en el Ilírico y Marco Valerio Mesala Corvino, en 34 a C., atacó a los sálaces, en los

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Alpes, reforzando la autoridad del Estado romano. Octaviano se transformaba en el símbolo


de la tradición republicana y de la supremacía romano itálica en el imperio.

Octaviano y sus seguidores, hábilmente criticaban a un Marco Antonio “esclavo degenerado”


de Cleopatra, que había traicionado los intereses de Roma, preparando el inevitable
enfrentamiento, ante la opinión pública romana.

En 32 a. C., Octaviano que debía volver a la vida privada, puesto que caducaban sus poderes
triunvirales, consiguió que el Senado y los ciudadanos romanos le juraran fidelidad personal,
logrando mayores poderes. A partir de ese momento, como jefe supremo, le declaró la guerra
a Cleopatra VII, dejando a Marco Antonio, aliado a ella, como enemigo de Roma. En la batalla
de Actium, la escuadra egipcia de Cleopatra, huyó hacia Egipto y, Marco Antonio,
abandonando su flota fue tras la reina egipcia. En 31 a. C., la flota de Antonio fue derrotada
por las fuerzas de Octaviano. Sin embargo, el vencedor regresó a Roma para distribuir tierras
entre los veteranos de su ejército. En 30 a. C. se decidió la expedición contra Egipto. Marco
Antonio, sin posibilidades de defenderse, aparentemente se suicidó, y Cleopatra prisionera de
Octaviano, reconociendo la imposibilidad de un acuerdo, también se suicidó. Egipto, se
convertía en una dependencia más del imperio romano.

(5) “Los que no sufrieron a César, ¿te sufrirán a ti? A porfía, créeme, correrán en adelante a realizar
tal empresa, sin esperar a que se presente ocasión oportuna. Mira, pues, Antonio, por la República;
te lo ruego encarecidamente. Considera de quiénes naciste y con quienes vives. Haz conmigo lo que
te guste, pero reconcíliate con la República. Tú harás de ti lo que te parezca; yo, por mi parte,
declaro que en mi juventud defendí la República, y no la desamparare en mi vejez. Desprecié las
espadas de Catilina, y no he de temer las tuyas; antes bien, ofrezco gustoso mi vida si a costa de
ella recupera Roma su libertad y acaba alguna vez el dolor del pueblo romano arrojando lo que ha
tiempo le embaraza. Si hace veinte años negué en este mismo templo que para un consular pudiese
haber muerte prematura, ¿con cuánta más razón no lo he de negar ahora con la vejez? En verdad,
padres conscriptos, después de desempeñar los cargos que alcancé y de hacer tantas cosas, sólo
debo optar a la muerte. Sólo dos cosas anhelo: una, dejar libre, a mi muerte, al pueblo romano, y
éste será el mayor favor que puedan concederme los dioses inmortales; otra, que a cada cual le
suceda lo que merezca por el bien o el mal que haya hecho a la República.” CICERON, Filípica II.

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Organizacion del Imperio

En 29 a. C., Roma recibió en triunfo a Octaviano, quien después de largos años de guerras
civiles, aparecía como el restaurador de la paz, cerrando el templo de Jano, que permanecía
abierto en tiempos de guerra. Los romanos pensaban que la paz, y la organización del
imperio, dependían de la permanencia de Octaviano en el poder. Octaviano debía
renunciar a todos los poderes que se le habían otorgado, lo que hubiera dado lugar a nuevas
luchas por su sucesión. Por otra parte, temía instaurar un poder “monárquico” y enfrentarse
a la misma situación que había terminado con el asesinato de Julio César. Hábilmente,
consiguió que se le otorgara la condición de princeps e imperator (primero y jefe supremo del
ejército), manteniendo en apariencia las instituciones republicanas, de las cuales él se
reservaba funciones y prerrogativas de varias magistraturas. Por otra parte, seguía como
consul (desde 31 a. C.) y, como tribuno de la plebe (desde 36 a. C.), era inviolable. En 28 a.
C., fue nombrado presidente del Senado, “Princeps Senatus” y posteriormente, asumió el
cargo de Sumo Pontífice.

En 27 a. C., Octaviano informó al Senado su decisión de renunciar a todos sus poderes, los
senadores le rogaron que no lo hiciera y le otorgaron el título de Augusto (término otorgado a
cosas y lugares divinos). En 23 a. C. renunció al consulado y asumió los tribunicia potesta
(poderes de los tribunos) y el “Imperium Proconsulare Maius et Infinitum. Estos poderes, de
hecho, eran la base de la autoridad imperial(6).

Con la colaboración de Agripa y Mecenas, en el aspecto militar y político, con el apoyo de


literatos como Horacio, Livio y Virgilio, Octaviano Augusto, se dedicó a reorganizar y pacificar
el Imperio romano. Depuró al Senado de los elementos hostiles, lo redujo a seiscientos
miembros y le confió la administración del aerarium del Estado, el gobierno de las provincias
“senatoriales”. Además, creó el “Consilium Princips”, compuesto por parientes y amigos,
conocedores de distintas actividades de gobierno, con funciones consultivas. Los
comandantes militares, los gobernadores de las provincias más importantes, el “Praefectus
Urbi”, (responsable de la vida en Roma) y los curatores (con diversas tareas, como el cuidado
de los edificios públicos y sagrados, etcétera), todos salían de las filas del orden senatorial.
Los procuratores, encargados de las finanzas imperiales, del gobierno de las provincias menos
importantes, el prefecto de los vigiles, jefe de la policía nocturna y de control de incendios
(cohortes vigiles), el prefecto de la anona (responsable del aprovisionamiento de Roma) y el
prefecto de pretorio (las cohortes pretorianas eran la guardia del emperador), además del
gobernador o prefecto de Egipto, procedían de las filas de los caballeros.

Augusto desarrolló urbanística y monumentalmente a Roma, que fue dividida en catorce


barrios. Ordenó la realización de numerosas obras públicas, en la capital y las provincias. A la
vez, Italia fue dividida en doce regiones, en las cuales se procuró revitalizar la agricultura
mediante nuevas distribuciones de tierra, especialmente entre los veteranos del ejército y los

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sectores medios campesinos.

Reorganizó los cultos y ceremonias religiosas, que habían caído en desuso, según la más pura
tradición romana e itálica. Promovió leyes que limitaban la separación de los matrimonios,
contra el adulterio, desfavorables para los solteros, y otorgó privilegios a las familias
numerosas, con la intención, por cierto ineficaz, de frenar la inmoralidad y la decadencia de la
institución del matrimonio.

En el campo militar también se realizaron modificaciones. El número de efectivos se redujo a


lo estrictamente necesario, de las sesenta o más legiones, se pasó a veintiocho, cada una al
mando de un “Legatus Augusti Legionis”, de condición senatorial. Los legionarios sólo
podían ser ciudadanos romanos, que debían cumplir con un servicio militar, en
principio de dieciséis años y posteriormente de veinte años, al terminar el cual se
los premiaba con dinero y tierras, de un fondo estatal llamado “Aerarium Militare”.
También existían los auxilia, distribuidas por el imperio según las necesidades, tropas
reclutadas en las provincias, que debían servir durante veinticinco años, al termino de los
cuales recibían la ciudadanía. En Roma e Italia, a excepción de tres cohortes urbanas (policía
de Roma) y nueve cohortes pretorias (en Roma y los alrededores), que formaban la guardia
personal de Augusto, quedaron sin tropas. Por otra parte, fue reorganizada la flota de guerra
con bases en Classe y Mesina. La idea era disponer de un ejército permanente y eficaz, sin
que fuera un peligro para las instituciones.

Terminada la organización interna del imperio romano, Octaviano Augusto pudo dedicarse a
las amenazas externas, por vía diplomática, evitando los intentos de soluciones militares
como las de César y Marco Antonio. Tiberio, hijastro de Augusto, obtuvo la liberación de los
prisioneros romanos por parte de los partos, y la restitución de las enseñas quitadas a Craso
y Marco Antonio. Los partos, también aceptaron el nombramiento de un rey en Armenia, por
parte de Roma. Si bien la diplomacia de Tiberio fue exitosa, y así la consideró Augusto, la
inestabilidad de Armenia y Partia, terminaron provocando en 1 d. C., nuevas intervenciones
de los romanos. En España, y pese a que Augusto acudió personalmente, sólo en 18 a. C.,
Agripa pudo someter las constantes rebeliones de cántabros y astures. La península ibérica,
quedó dividida en las provincias romanas de Bética, Lusitania y Tarraconense. Narbonense
(Francia), al igual que Bética, fueron confiadas al Senado. Galia fue dividida en las provincias
imperiales de Aquitania, Bélgica y Lugdunense. En Egipto, Octaviano Augusto, fue reconocido
como sucesor de los Ptolomeos. La anexión de Numidia a la provincia de África, dio lugar a
una nueva provincia senatorial.

La presencia de grupos “bárbaros” en la zona alpina, era una importante amenaza para el
Norte de Italia y las galias, y una preocupación para Augusto. Sus hijastros Druso y Tiberio,
en 16 y 15 a. C. conquistaron Retia y Vindelicia y en 13 a 8 a. C., Panonia. Octavio pretendía
extender la frontera del imperio romano a los ríos Elba y Danubio, pero la muerte de Druso
en 9 a. C., las revueltas en Dalmacia y Panonia, y la constitución de un reino germano en
Bohemia, por parte del rey Maroboduo, impidieron esta empresa, que fue finalmente
abandonada, cuando tres legiones al mando de Publio Quintilo Varón, fueron aniquiladas por

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los querusos de Arminio, en 9 d. C., en la selva de Teutoburgo. Germania no pudo ser


conquistada y la frontera se estableció en el río Rhin, donde se instalaron permanentemente
ocho legiones.

Económicamente Roma se vio beneficiada por la paz interior, la seguridad en las fronteras y
un gobierno estable, durante el período de Augusto. Se desarrolló la actividad artesanal y el
intercambio comercial en todo el imperio. La difusión del latín, dio cierta cohesión a un
imperio constituido por numerosos pueblos de diferentes culturas. También contribuyó a la
integración el culto a la “diosa” Roma y el “culto imperial” hacia Augusto. En este marco de
prosperidad y poderío político, se pudo desarrollar el arte y la literatura, que fueron
protegidas por Augusto y Mecenas.

Posiblemente mejor organizador, pero menos genial y estratega que César, Octavio Augusto,
supo rodearse de brillantes generales como: Agripa, Druso y Tiberio. Prudente y realista,
supo ser el portavoz de las aspiraciones de la mayoría de los romanos y, cuando las
circunstancias lo requerían, supo adecuar su accionar. Gobernó, prácticamente sin oposición,
más de cuarenta años, con principios y métodos que influyeron sobre sus sucesores
inmediatos, quienes se enfrentaron para resolver quien lo reemplazaría, pero sin proponer
ningún cambio en la forma de gobierno. El 19 de agosto de 14 d. C., a los 76 años, moría
Octaviano Augusto. El Senado romano decretó la apoteosis, es decir, la deificación de
Augusto, siendo divinizado oficialmente junto a Rómulo y César.

CALIGULA

Con el apoyo del ejército, el pueblo y el Senado, Calígula asumió el poder. Su gobierno, en
principio parecía muy prometedor, pero pronto se transformó en un cruel y sanguinario
tirano. Despreció totalmente al Senado, se lanzó a descabelladas aventuras militares,
destruyó los logros financieros de Tiberio. Trató de instalar una monarquía de tipo oriental. Su
principado duró desde 37 a 41, siendo asesinado por Casio Querea, uno de los tribunos de los
pretorianos.

Sin embargo, todo lo que se refiere a Calígula, generalmente proviene de quienes


encabezaron la conspiración contra él, y por lo tanto, debe ser cuidadosamente analizado(7).

CLAUDIO

Al morir Calígula se impuso un nuevo sistema de nombramiento del sucesor: los pretorianos
le impusieron al Senado su candidato, Claudio, el tío de Gayo(8). El nuevo príncipe, que
gobernó entre 41 y 54, un estudioso de filología e historia, era muy poco apreciado por su
carácter sumiso y sus problemas corporales. Sin embargo, demostró ser práctico e innovador.
Para administrar el imperio, decidió la centralización del poder, creó una importante
burocracia administrativa y creó cuatro departamentos, cada uno a cargo de un canciller
imperial: el ab epistulis (de correspondencia), a libellis (de justicia), a studiis, (de archivos) y
a rationibus (de finanzas). Organizó el ficus (arca imperial), separándolo del aerarium
(patrimonio del emperador). En estos departamentos se emplearon libertos, quienes, por su
influencia sobre el emperador, provocaron el resentimiento de los sectores senatoriales. Por

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otra parte, favoreció la romanización de las provincias, fue generoso en el otorgamiento de la


ciudadanía, y en permitir el acceso al Senado a la “aristocracia provincial”. Trató de
transformar los reinos vasallos en posesiones romanas, logrando la anexión de Licia,
Macedonia y gran parte de Britania.

El poder intrigante y la corrupción de los libertos, las conspiraciones de las mujeres de


Claudio, Mesalina y Agripina Mayor, fueron minando la autoridad de Claudio. Se multiplicaron
los procesos y condenas por traición que afectaron seriamente la imagen favorable de la obra
del emperador.

Claudio murió en el año 54, posiblemente envenenado por Agripina.

NERON

Agripina, mujer de Claudio en el año 49, intrigó constantemente a favor de su hijo Nerón
Claudio César y contra el hijo de Claudio, Británico. Logró que Nerón fuera adoptado por
Claudio, que además se casara con su hija Octavia y fuera nombrado emperador. La
influencia de Séneca y de Afrinio Burro, prefecto del pretorio, designados como preceptores y
consejeros por Agripina, fue decisiva en la designación de Nerón. Sin embargo, la intrigante y
codiciosa madre, pretendía gobernar a través de su hijo.

Los primeros años del principado son considerados por los historiadores, como uno de los
mejores períodos del imperio romano, caracterizado por muy buenas relaciones con el
Senado, buena administración y exitosa defensa de las fronteras. Pero al cabo de cinco años,
la situación cambió drásticamente. Nerón eliminó a su hermanastro Británico, al cual Agripina
comenzó a postular como candidato a emperador. En 59 asesinó a su propia madre y a su
esposa, Octavia, reemplazada como esposa, en 62, por Popea Sabina. En el mismo año,
Burro, “muerto”, fue reemplazado por Ofinio Tigelino y Séneca se retiró a la vida privada.
Libre de toda tutela, Nerón se convirtió en un tirano, e intentó convertirse en un rey absoluto.

Su pasión por el Circo, el Teatro y sus extravagancias, que deterioraban la “dignidad


imperial”, le ganaron una oposición cada vez mayor. Los continuos procesos y confiscaciones
para obtener fondos que despilfarraba sistemáticamente, le ganaron el desprecio de la
mayoría de los ciudadanos romanos. El emperador fue acusado del incendio de Roma, ocurrido
en 64, pese a que él intentó responsabilizar a los cristianos. Nerón mandó reconstruir la
ciudad, haciéndose construir en el Esquilino el palacio llamado Domus Aurea(9).

Las con juras de la oposición, entre ellas la encabezada por Cayo Calpurnio Pisón, y la de
Antonio Viniciano (llamada “La Viniciana”), que fueron, cada vez más, apoyadas por
intelectuales, como Séneca y Lucano, nobles y altos oficiales del ejército, dieron lugar a una
brutal represión.

Entre tanto, en Oriente, Cneo Domicio Corbulón resolvía un nuevo conflicto con los partos,
logrando que el rey armenio aceptara el protectorado romano. Las revueltas en Britania,
contra los abusos de los funcionarios romanos, dieron lugar a un levantamiento encabezado
por la reina Boudicca. La situación en Judea, no dejaba de complicarse. Después de un largo

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viaje por Grecia, Nerón debió enfrentar la rebelión de Cayo Julio Vindice en Galia, reprimida
por Lucio Verginio Rufo, gobernador de Germania. Sin embargo, este último, dando un
cambio radical, apoyó la rebelión de Servio Sulpicio Galba en Hispania Tarraconense, a quien
además apoyaron los gobernadores de África, Egipto, Lusitania y Egipto. Finalmente los
pretorianos aclamaron a Galba como nuevo emperador, y Nerón después de intentar fugarse
se “suicidó”(10).

GALBA

Como todavía estaba sin resolver la condición de la sucesión, se inició a partir de 68 una
grave crisis sucesoria en la cual se sucedieron cuatro emperadores en un año. La muerte de
Nerón, último miembro de la familia Julio- Claudia, dejó a la sucesión sin el factor dinástico,
que había permitido el traspaso del poder.

Galba, fue proclamado por las legiones instaladas en las provincias, enfrentando al Senado y
a las cohortes pretorianas que, hasta entonces, habían proclamado a los emperadores. Galba
se dirigió a Roma con el objeto de ser proclamado por el Senado. Galba, un severo anciano,
rápidamente cosecho fuertes opositores. La elección de Lucio Culpinio Pisón Liciano, como
corregente, provocó la reacción de Marco Salvio Otón, gobernador de Lusitania, que esperaba
ser el sucesor de Galba. Los pretorianos, ante el incumplimiento de un pago adicional
prometido por Galba, asesinaron al emperador, a Pisón, y proclamaron a Otón.

OTON – VITELIO

Las legiones estacionadas en el río Rhin, en rebeldía, proclamaron emperador a Aulo Vitelio,
quien se dirigió hacia Roma con un ejército dirigido por Fabio Valente y Aulo Cecina Alieno.
En Bedriacum, Otón, derrotado, se “suicidó”, y Vitelio fue aceptado por el Senado como
emperador. Sin embargo, las legiones de Oriente aclamaron emperador a Tito Flavio
Vespasiano, apoyado por Cayo Licinio Muciano y Tiberio Julio Alejandro, gobernadores de Siria
y Egipto, respectivamente.

VESPASIANO

El comandante Marco Antonio Primo, logró que las legiones del Danubio, que habían apoyado
a Otón, se dirigieron a Roma en apoyo de Vespasiano, derrotando a Vitelio en Bedriacum y
ocuparon Roma en nombre de Vespasiano. Vitelio fue asesinado y el Senado se apresuró a
reconocer a Vespasiano como nuevo emperador.

El primer problema del nuevo emperador, fue finalizar las guerras civiles y asegurarse la
lealtad del ejército. Restablecida la paz, trató de repara los daños producidos por las guerras
y poner en orden la administración imperial.

El hijo del emperador, Tito, en 70, conquistó y destruyó Jerusalén. Mientras tanto en Galia,
una rebelión trataba de crear un nuevo imperio, el “Imperium Galliarum, tentativa que
fracaso, pero demostraba que el ejército distaba mucho de subordinarse. Para asegurarse la
fidelidad de los pretorianos, el emperador nombró prefecto a Tito.

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Las relaciones de Vespasiano con el Senado pueden calificarse como buenas, formalmente lo
consultaba continuamente, incluyó en él numerosos aristócratas italianos y de las provincias
de Occidente. En las provincias promovió la romanización, concedió numerosas ciudadanías
romanas, fundó colonias y controló a los gobernadores. Las ciudades de la Península Ibérica
recibieron el “Ius Latii Minus”, mediante el cual, al año de servicio, sus magistrados recibían
la ciudadanía. En la administración, reemplazó a los libertos, con miembros de la clase de los
caballeros, como funcionarios. Saneó las finanzas de Roma, realizó grandes obras públicas,
como el Coliseo (Anfiteatro Flavio), a pesar de lo cual se lo acusaba de “avaro”. El refuerzo de
las fronteras imperiales fue un tema prioritario para el Emperador y, si bien, en líneas
generales, no amplió el imperio, por motivos de seguridad realizó modestas adquisiciones
territoriales.

Vespasiano reforzó el poder imperial mediante una acción eficaz de gobierno, sin embargo,
persistía cierta oposición a este sistema de gobierno, principalmente, entre los filósofos
cínicos y estoicos, que fueron expulsados de Italia.

TITO

Al morir en 79, y después de ser divinizado, a Vespasiano, lo sucedió su hijo Tito, que había
ascendiendo los peldaños del poder, en vida de su padre, hasta ser asociado a él. Tito reinó
de 79 a 81. Hábil diplomático, hombre de una gran generosidad y muy clemente, fue llamado
“delicia del género humano”. Su principado, corto, pero considerado un o de los mejores de la
historia de Roma, sin embargo, soportó dos terribles catástrofes, como la destrucción de
Pompeya y Herculano, por la erupción del volcán Vesubio en 79 y, el incendio de Roma en el
80.

DOMICIANO

Al morir Tito, lo sucedió su hermano Domiciano, relegado a un papel secundario por su padre
y su hermano. Su carácter autoritario y ambicioso, obscurecieron sus virtudes de buen
gobernante y, pasó a la historia como un tirano cruel y autoritario. Su gobierno fue lo más
parecido a una monarquía absoluta, en la cual solamente el Consilium Principis, controlado
por Domiciano, tenía alguna importancia, a expensas del Senado. Impuso para él, el apelativo
de “Dominus et Deus”, es decir, “Señor y Dios”, he hizo que se le tributaran honores divinos.
Mediante rigurosos controles, logró mayor eficacia de la administración, de la justicia y de las
provincias. Nombrado “Censor perpetuo”, y apoyado por la clase de los caballeros, se
convirtió en el custodio de las costumbres y de la religión romana, oponiéndose a todo culto
extranjero, sobre todo a los judíos, que durante los principados de su padre y hermano,
habían gozado de una gran tolerancia.

Trato de dar mayor seguridad al imperio, expandiéndolo por Escocia en 84, por el sector
renano-danubiano, en 83 -84, en el que creó las provincias de Germania Superior e Inferior.
Organizó un eficaz sistema de “caminos” fortificados con Limes. Sin embargo, Decébalo, rey
de los dacios, cruzó en varias ocasiones la frontera danubiana aniquilando completamente a
un ejército romano. En 88 los romanos derrotaron a los dacios, pero los movimientos de los

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marcomanos, hicieron que Domiciano pusiera fin a las hostilidades, estableciendo un tratado
de paz que sus opositores consideraron vergonzoso.

La aristocracia senatorial ejercía una fuerte oposición que, Domiciano, trató de aniquilar
estableciendo un régimen de terror, realizando confiscaciones de bienes, condena a muerte,
incluso a miembros de su propia familia, que le proporcionaron grandes riquezas. En 89, Lucio
Antonio Saturnino, gobernador de Germania Superior, inició una rebelión que fue rápidamente
reprimida, pero la conjura contra el príncipe siguió adelante. En 96, su propia esposa Domicia
Longina, participó en la conjura que finalizó con la vida de Domiciano.

NERVA

El reinado de la familia Flavia, que fue transformando el principado en una monarquía


absoluta o “Dominatus”, que logró grandes progresos en lo económico, que equiparó a las
aristocracias provinciales con la itálico romana, terminó con la desaparición de Domiciano,
que no dejó herederos.

El problema de la sucesión lo resolvió el Senado, nombrado al anciano senador Marco Cocceyo


Nerva, quien, después de algunas dudas, fue reconocido por el ejército. Abolidas las
disposiciones de Domiciano, suspendida la ley “De maiestate”, y prohibidas las delaciones,
Nerva intento restablecer una relación cordial con el Senado, al cual pidió plena colaboración.
Tácito, le atribuyó el mérito de haber unido principado y libertad.

El breve principado de Nerva, 96 a 98, es considerado el período más espléndido de Roma,


aunque algunos historiadores sostienen que en él aparecen las principales fuerzas
disgregadoras del Imperio Romano. La administración de su principado, puede considerarse
inteligente y moderada, sensible en lo social y correcta en lo económico, aunque era notable
una tendencia a favorecer a Roma e Italia. Estableció los “alimenta”, disposiciones que
consistían en la distribución de tierras a veteranos y proletarios, con el objeto de impulsar la
estancada agricultura y, por lo tanto, obtener alimentos para los niños pobres y los pobres en
general.

Sin embargo, su falta de experiencia militar, hacía que no tuviera poder sobre las legiones y
los pretorianos, que lo obligaron a castigar a los asesinos de Domiciano.

Como era anciano y carecía de herederos, Nerva, para evitar peligrosas crisis sucesorias,
adoptó como hijo y sucesor al gobernador de Germania Superior, Marco Ulpino Trajano, un
experto general, amado por sus soldados, con gran experiencia y capacidad.

TRAJANO

Trajano, nacido en Itálica (Sevilla), perteneciente a una poderosa familia de Bética, fue el
primer hombre proveniente de las provincias en llegar al imperio. A pesar de ser nombrado en
el 98, permaneció algún tiempo en Germania para asegurar la frontera y entró en Roma en el
99. Su gran habilidad militar y su capacidad de mando, le granjearon rápidamente el respeto,
la simpatía y la obediencia de los ejércitos. Pudo gobernar sin la constante injerencia militar.
Constituyó una nueva guardia, los “Equites Singulares”, escogida entre los caballeros, con el

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objeto de recortar el poder de las cohortes pretorianas.

Trajano estableció una gran colaboración con el Senado, respetando su autoridad y dignidad,
aunque en realidad disminuyó sus poderes. Sin rechazar a los poderosos, se presentó como
“protector natural de los humildes”. Su poder era similar al de Domiciano, pero en vez de
presentarse como un “Dominus autoritario”, lo hacia como “Princeps augusteo”. En lo político
y administrativo, realizó una mayor centralización del poder, controló severamente a los
magistrados y funcionarios. Alivió de gravámenes a las administraciones provinciales y
municipales, asignándolos a la administración imperial, en la que se continuó la sustitución de
libertos por los caballeros. Ejecutó gran cantidad de obras públicas, y amplio el sistema de los
alimenta, especialmente en Italia, donde la crisis económica se hacía notar más. Obligó a los
senadores a invertir, como mínimo, un terció de su patrimonio en bienes raíces en Italia.
Propuso para la justicia: equidad, firmeza y humanidad, como lo demuestran las instrucciones
que envió al gobernador de Bitania, Plinio el Joven(11), con relación al trato que debía darse
a los cristianos.

En lo externo, reanudo la expansión del Imperio, reanudando las guerras contra los dacios y
los partos, intentando resolver definitivamente los problemas fronterizos. Las sucesivas
guerras, de 101 a 102 y de 105 a 106, terminaron con la derrota de Decébalo, que se
“suicido”, aseguraron la frontera en el bajo Danubio, y Dacia fue convertida en una provincia
romana, mientras que se convirtió en una colonia romana a su capital Sarmizegetusa. El botín
obtenido revitalizó las finanzas del Estado romano y permitió realizar un gran programa de
obras públicas como: acueductos, un foro y termas. En Oriente, en 105 a 106, fue anexada la
llamada “Arabia Pétrea”, por Aulo Cornelio Palma. Pero, la guerra contra los partos, costó
enormes cantidades de hombre y medios, sin que por ello se lograra un resultado “positivo”.
Entre 114 y 115, Trajano consolidó el poder romano en Armenia, Asiria y Mesopotamia. Pero,
rápidamente contraatacaron los partos, favorecidos por una gran rebelión de judíos. Enfermo,
Trajano decidió regresar a Roma, dejando al mando de la campaña contra los partos a su
designado sucesor, Publio Elio Adriano. La muerte de Trajano se produjo en 117, durante su
regreso a Roma.

ADRIANO

Adriano había ocupado cargos prestigiosos durante el Gobierno de Trajano, es decir, su


elección no fue improvisada. Hombre culto, sensible, admirador de la cultura griega, que
teniendo extraordinarias dotes militares, prefirió abandonar la política expansionistas. No
dudó en abandonar Armenia, Asiria y Mesopotamia, conquistas recientes, pero difíciles de
mantener y que constituían una amenaza constante para el imperio. Por lo contrario,
mantuvo y consolidó la presencia romana en los reinos vasallos a lo largo de la frontera. Esta
actitud de Adriano, provocó cierto descontento entre los antiguos colaboradores de Trajano
que en 118, organizaron una conjura contra el emperador que la acción del Senado hizo
fracasar.

En líneas generales puede afirmarse que, el principado de Adriano, fue pacífico. Solamente las
rebeliones judías (131 a 135), opuestas a la fundación de la colonia Aelia Capitolina en

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Jerusalén, y a la política de romanización en Palestina, parecen haber producido un


importante cuestionamiento a la “paz romana”, junto con algunos incidentes en las fronteras.
En Britania se construyó la muralla defensiva llamada “Vallum Adriani”, y en Germania, Dacia
y Mauritania, las zonas más débiles de la frontera imperial, se procedió al refuerzo de los
“limes”.

Para disponer de una organización militar capaz de asegurar la estabilidad del imperio,
Adriano hizo modificar el sistema de reclutamiento, estableciendo que las tropas que
componían las legiones debían reclutarse en los territorios en los cuales estaban
instaladas para su defensa. Se reemplazó, en los altos grados del ejército, a los senadores
por caballeros, que poseían una mayor experiencia militar. Pero, al introducir en las legiones
elementos “no romanos”, se puso en marcha un proceso por el cual, el ejército romano
comenzó a tener entre sus filas a grupos pertenecientes a los mismos “bárbaros” que debía
combatir. Por otra parte, al reemplazar a los senadores, contrariamente a la tradición
romana, se dio mayor importancia a los elementos militares sobre los civiles.

Con respecto a las provincias, dejaron de ser consideradas zonas de conquista, para ser
ahora parte integrante del imperio. Adriano, que las visitaba constantemente, mejoró su
administración, sobre todo Italia, a la cual le asignó cuatro cónsules. Además, el
nombramiento de senadores procedentes de las provincias, disminuyó la autoridad de los
romanos, en un Senado ya debilitado por el Consilium Principis. Este Consilium, instituido por
Augusto, fue ampliando sus funciones, en principio consultivas. Debido a estas medidas, las
relaciones entre el Senado y Adriano, que no poseía la habilidad diplomática de Trajano, se
tensaron peligrosamente. En cambio, los caballeros alcanzaban elevadas posiciones dentro de
la burocracia imperial.

En el aspecto jurídico, durante el principado de Adriano, el llamado “Edictum Perpetuum”,


codificado por Salvio Juliano, unificó la legislación del imperio.

Los últimos años del imperio de Adriano, fueron de preocupación por el problema sucesorio.
Como Trajano, sin descendientes directos, Adriano adoptó a Antonino Pío, quien lo reemplazó
al morir en 138. El emperador fue sepultado en la “Mole Adriana”, un mausoleo imponente
que él mismo se hizo construir en vida.

ANTONINO PIO

Antonino procedía de una rica y noble familia romana, pacífico y sencillo, estaba
profundamente vinculado a las tradiciones y al antiguo culto, de ahí el agregado de “Pío” a su
nombre, Tito Helio Adriano Antonino. En su principado, los hechos más trascendentales
tuvieron que ver con el restablecimiento de buenas relaciones con el Senado, entre otras
cosas, mediante la eliminación de los cuatro cónsules de Italia, de la cual no salió durante su
gobierno.

Las principales preocupaciones de Antonino Pío, parecen haber sido la paz y el bienestar. A
este respecto, mostró una gran preocupación por la problemática social, ampliando el
asistencialismo, y solicitando la ampliación de las leyes. Realizó una correcta administración

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de las finanzas, lo cual le permitió evitar una crisis económica.

Sin embargo, durante los años que duró su principado, 138 a 161, debió enfrentar rebeliones
en Egipto, Mauritania, Numidia y en las comunidades judías. Además, los partos y los
bárbaros, ejercieron una presión cada vez mayor en las fronteras imperiales. En Britania,
siguiendo el ejemplo de su antecesor, construyó una nueva línea de fortificaciones, la “Vallum
Antonini”, que sin embargo resultó ineficaz para detener las correrías de las tribus norteñas.

Trajano, padre adoptivo de Antonino, le había hecho adoptar a Marco Annino Vero y a Lucio
Helio Vero. Al morir Antonino Pío, el sucesor fue su hijo adoptivo mayor.

MARCO AURELIO

Emperador de origen español, hijo de un senador de Bética, seguidor des estoicismo, poco
inclinado hacia las actividades militares y, para algunos historiadores, desprovisto de la
capacidad organizadora que requería el imperio, Marco Antonio, ejerció un principado firme y
decidido. Sospechando que no podía enfrentar él solo los grabes problemas que aparecían en
el horizonte imperial, hizo que el Senado le otorgara poderes similares a los de él, a su
hermano Lucio Vero, convirtiendo su principado en una diarquía, y pretendiendo eliminar de
raíz el problema sucesorio.

Pese a que algunos historiadores contemporáneos, como Dión Casio, sostienen que el período
de Marco Aurelio fue la “Edad de Oro”, en realidad la situación del imperio fue critica. Los
bárbaros presionaban en las fronteras de los ríos Danubio y Rhin, en Britania las rebeliones
eran permanentes y los partos, después de derrotar a los romanos, en 162, invadieron
Armenia y atacaron Siria. Lucio Vero, marchó contra los partos con un poderoso ejército, y
con la ayuda del gobernador de Siria, Avidio Casio, en 166, restableció el protectorado
romano sobre Armenia y se apoderó de pare de Mesopotamia en 166.

El regreso de Lucio Vero y su ejército a Roma, tuvo consecuencias desastrosas para el


imperio. Una epidemia de peste que trajeron consigo los soldados, produjo estragos entre la
población. Entre tanto, marcomanos y cuados, empujados sobre las fronteras romanas por un
movimiento migratorio desde el Este, penetraron por el Danubio, llegando hasta Italia. La
situación se complicó más con el ataque de los yáciges en Dacia, obligando a Marco Aurelio,
pese a las dificultades económicas y las muertes que habían diezmado al ejército, a intervenir
directamente, junto a Lucio Vero. La muerte de su hermano, en 169, dejó sólo al emperador,
que después de una dificultosa campaña militar, entre 166 y 175, empujó a los bárbaros
hacia el Este, del otro lado del río Danubio. Marco Aurelio cometió un error que tendría graves
consecuencias con posteridad, obligó a muchos prisioneros bárbaros a establecerse como
campesinos y soldados dentro del territorio romano, creando a lo largo de la frontera un
peligroso entramado étnico, no romanizado, que contribuyó a las continuas infiltraciones en el
Imperio Romano.

La situación económica financiera del Occidente del imperio, empobrecido en medios y


hombres, produjo un grave desequilibrio con el próspero y rico Oriente imperial. Avidio Casio,

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rebeló uno de los síntomas del malestar al proclamarse emperador en Oriente, pero fue
asesinado por dos de sus oficiales. Marco Aurelio, normalizada la situación en Oriente, en 177,
tuvo que regresar a la frontera danubiana, para rechazar nuevos ataques de marcomanos,
cuados y otros grupos de germanos.

Marco Aurelio, durante su principado, trató de aliviar la situación de los sectores más
humildes con medidas sociales, jurídicas y económicas, además, mantuvo buenas relaciones
con el Senado. Pero, acelero la concentración de poder, aumento el proceso de
burocratización.

En 180, cuando la situación parecía controlada, y la guerra se desarrollaba favorablemente,


Marco Antonio murió, posiblemente por la peste, dejando como sucesor a su hijo, Cómodo,
asociado al poder en 177.

COMODO

Cómodo, al comenzar su principado, pareció continuar la acción de Marco Aurelio, sin


embargó, no pasó mucho tiempo sin que estipulara una paz con los bárbaros, y regresó a
Roma. En la capital, reveló su falta de interés por los asuntos del Estado, dejándolos a sus
consejeros. En principio, los consejeros, fueron elegidos entre los más íntimos colaboradores
de su padre, pero después de una conjura de algunos senadores, y de algunos de sus
parientes, Cómodo eligió a personajes como Tigidio Perenne y Cleandro, que muy pronto
demostraron su indignidad, instaurando un régimen tiránico y sanguinario. Los conflictos
entre el gobierno y la aristocracia senatorial, contrataban con la política anterior.

Durante el principado de Cómodo, creció la importancia del elemento militar y de las


religiones orientales, haciendo que el régimen se fuera transformando en una monarquía
teocrática. Y, a pesar de la influencia de su concubina, Marcia, que era favorable a los
cristianos o, según algunos historiadores, cristiana ella misma, la situación tendía a empeorar.
Eran frecuentes las insurrecciones militares, los desórdenes sociales, mientras que el erario
público era derrochado en fiestas, donativos a las tropas, juegos, con lo que la situación
económica se deterioraba rápidamente.

Una conjura, en la cual parece haber participado Marcia, terminó en el asesinato de Cómodo,
en 192, desencadenando un grave conflicto por la sucesión del último de los Antoninos.

PERTINAX, JULIANO, ALBINO, NIGER Y SEPTIMIO SEVERO

En 193, al no dejar Cómodo un heredero, las cohortes pretorianas, proclamaron emperador a


Publio Hervio Pértinax, que en su breve reinado intento restaurar las buenas relaciones con el
Senado y el sistema de Augusto. Pero, los mismos pretorianos, al no cobrar un donativo que
se les había prometido, después de asesinarlo lo reemplazaron por Didio Juliano. Las legiones,
por su parte, proclamaron a sus propios candidatos: las de Britania y de Galias, a Clodio
Albino, las de Siria, a Cayo Pescenio Niger, las de Panonia, a Septimio Severo.

Severo, con la colaboración del Senado, logró que Didio Juliano fuera depuesto y muerto;
venció a Pescenio Niger, a quien hizo condenar a muerte, en 194, junto con sus partidarios. Y

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si bien reconoció, al principio, el título de César a Clodio Albino, lo derroto y mandó matar en
197.

Si bien, el poder lo había obtenido por medio de las armas, Septimio Severo, sostuvo un falso
parentesco adoptivo con Marco Aurelio, para darle cierta legalidad a la dinastía que se
proponía iniciar. En 196, hizo nombrar César, y en 198 Augusto a su hijo Caracalla y, en 198
y 209, respectivamente, se le dieron los mismos títulos a su hijo Geta. De hecho se
instauraba una monarquía absoluta, con el apoyo de los caballeros que, desplazando a la
aristocracia senatorial, recibieron los principales cargos de gobierno, y el mando de las
legiones. Con Septimio Severo, en la estructura del Estado romano, obtenía neta
preponderancia el sector militar sobre el civil. Continuaba el proceso de concentración del
poder, de organización burocrática, y un control más estricto sobre las administraciones
provinciales y municipales.

Con la llamada “Pax romana”, se favoreció el desarrollo económico de la cuenca del


Mediterráneo, progresó la industria artesanal y se vio favorecido el comercio. Un sistema
monetario común, basado en el patrón oro, permitió a las provincias superar a Roma,
facilitando las transacciones comerciales. Por ejemplo, las provincias españolas, enviaban a la
capital, aceite, trigo y vino, además de metales como: oro, plata, cobre, mercurio, etcétera,
que le daban a la península una gran riqueza. Sin embargo, el imperio era esencialmente
agrícola y, en menor medida, ganadero, por lo tanto, la posesión de tierras era la base del
poder económico y político.

En este período se produjo la definitiva separación entre los bienes de la corona (patrimonium
principis), y los bienes personales del emperador (res privata). El primero era alimentado por
los tributos, por lo cual, dadas las crecientes necesidades del Estado, la presión tributaria se
hacía cada vez mayor. Las “res privata” se acrecentaba, fundamentalmente, mediante
confiscaciones.

Septimio Severo, utilizó los servicios de grandes juristas, como Papiniano, Julio Paulo y
Ulpiano, con la pretensión de asegurar la igualdad ante las leyes que, además, debían ser
más equitativas y humanas. Trató de eliminar la posición preponderante de Italia, que fue
guarnecida y convertida en una provincia más. Se reorganizó el reclutamiento de los
pretorianos, en lo sucesivo, elegidos entre las legiones, quitándole a Italia, este tradicional
factor de poder.

En las provincias, Septimio Severo, trato de asegurar una eficiente administración y defensa.
Pero, debió hacer frente a una nueva invasión de los partos, a los que derrotó,
reconquistando Mesopotamia. Sin embargo, en Britania, prefirió retroceder hasta el Vallum
Adriani. En 211, Septimio Severo, moría en Britania, dejando como herederos a sus hijos
Caracalla y Geta.

(6) “Después que por la muerte de Bruto y Casio cesaron las armas públicas; viendo Pompeyo en
Sicilia, despojado Lépido, muerto Antonio, sin que del bando de los Julios quedase otra cabeza que
Octavio César; dejado por él el nombre de uno de los tres varones (triunviros), llamándose cónsul, y

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por agradar al pueblo encargándose de su protección, contentándose con la potestad del tribuno;
después de haber halagado a los soldados con donativos, al pueblo con la abundancia y a todos con
la dulzura de la paz, comenzó a levantarse poco a poco, llevando a sí lo que solía estar a cargo del
Senado, de los magistrados y de las leyes, sin que nadie le contradijese. Habiendo faltado a causa de
las guerras y proscripciones los más valerosos ciudadanos, y los otros nobles cayendo en que cuanto
más prontos se mostraban a la servidumbre tanto más presto llegaban las riquezas a los hombres;
viéndose engrandecidos por este medio, quisieron más el estado presente seguro que el pasado
peligroso. Ni a las mismas provincias fue desagradable esta forma de estado, sospechosas del
Gobierno, del Senado y del pueblo a causa de las diferencias entre los grandes y avaricia de los
magistrados, siéndoles de poco fruto el socorro de las leyes enflaquecidas con la fuerza, con la
ambición y finalmente con el dinero. . .” TÁCITO, los Anales.
(7) “Terminó los monumentos que Tiberio había dejado incompletos, el templo de Augusto y el
teatro de Pompeyo. Comenzó un acueducto cerca de Tiber, y un anfiteatro cerca del campo de Marte
(...) Por orden suya se reconstruyeron en Siracusa las murallas de la ciudad y los templos de los
dioses que estaban arruinados (...) Hasta aquí he hablado de un príncipe; ahora hablaré de un
monstruo. Habíase hecho llamar piadoso, hijo de los campamentos, padre de los ejércitos, César
óptimo y máximo. Oyendo un día a varios reyes, disputar entre sí en su mesa, acerca de la nobleza
de su origen, exclamó en griego: “No hay más que un señor, no hay más que un rey”; y poco faltó
para que en el acto tomase la diadema, y en vez de las insignias de su autoridad, toma los signos de
la realeza.
Jamás dejaba de recomendar a los verdugos, “que hiciesen de manera que se sintieran morir (...)”.
Furioso por ver a la multitud favorecer en el circo a un partido al que era él contrario, exclamó:
“¡Ojalá tuviese una sola cabeza el pueblo romano! Tanto quería a su caballo llamado Incitatus, que
(...) mandó construirle una caballeriza de mármol, un pesebre de marfil, mantas de púrpura y
collares de perlas y hasta se dice que le destinaba el consulado.” SUETONIO, Los Doce Césares.
(8) “Cuando los asesinos de Calígula separaron a todo el mundo, Claudio, alejado como los demás,
sobrecogido de miedo (...) permaneció oculto detrás dl tapiz que cubría la puerta. Un soldado, a
quien la casualidad llevó hasta allí, le vio los pies, quiso saber quien era, le reconoció. Le saludó
como Emperador, le llevó a sus compañeros indecisos todavía (...) el Senado nombra a Claudio, éste
recibió delante del pueblo reunido los juramentos del ejército; prometió a cada soldado quince mil
sextercios, y fue el primero de los Césares que compró a precio de oro la fidelidad de las legiones
(...)” SUETONIO, Los Doce Césares.
(9) “ La muerte de Nerón causó varios movimientos de ánimo, no sólo en Roma entre los senadores,
el pueblo y los soldados pretorianos, sino también en las legiones que estaban en las provincias, y en
los capitanes de ellas, habiéndose descubierto ya aquel secreto del imperio que podía elegirse el
príncipe en otra parte que en Roma. Estaban contentísimos los senadores (...) los caballeros
principales, y aquella parte del pueblo entera y sencilla, junto con los amigos y libertos de los
muertos y desterrados, y los allegados y dependientes de casas grandes. Solamente la hez del vulgo,
acostumbrado a los juegos del circo y a los teatros, y con ella los esclavos disolutos y los que,
consumidas sus herencias, se alimentaban de las infamias y vituperios de Nerón, estaban tristes y
deseosos de revueltas.
Los soldados de la guardia de la ciudad, viendo que no se daba el donativo prometido en nombre de

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Galba, y que la gracia del príncipe se la había ganado por la mano de las legiones que le eligieron
(...) no faltaban discursos de algunos que vituperaban la avaricia de Galba. Y a la verdad, aquella
severidad suya no agradaba a los que estaban de suerte habituados a la manera de vida de Nerón.
TACITO, Las Historias.
(10) “Tenía once años cuando lo adoptó Claudio, dándole por maestro a Anneo Séneca, que ya era
senador (...) Comenzó su reinado con demostraciones de piedad filial: hizo magníficos funerales a
Claudio, pronuncio su oración fúnebre y le puso en el rango de los dioses (...) y entregó a su madre
autoridad ilimitada.
Al principio solamente se entregó por grado, y en secreto, al juego de sus pasiones, avaricia y
crueldad que quisieron hacer pasar como errores de juventud, pero sin que al fin pudiese dudar nadie
que eran vicios de carácter y no de edad (...) Le apasionaron los ejercicios de caballos (...) Tampoco
vaciló en representar con los actores en los espectáculos que daban los particulares. Exhibióse por
primera vez en Nápoles, y a pesar de un terremoto que conmovió repentinamente el teatro, no dejó
de terminar la canción comenzada (...) El mismo se proclamaba vencedor, por cuya razón luchaba en
todas las ocasiones con el heraldo (...) No tardó en pesarle su madre, que, observando sus acciones
y palabras, le reprendía a veces amargamente (...) Mandó matar a su madre, y dijo que se había
suicidado (...) Su vida no fue en adelante más que una serie de asesinatos; nadie estaba libre de sus
golpes, y todo pretexto le era bueno (...)”. SUETONIO, los Doce Césares.
(11) “Te quedó, aún siendo emperador, la humanidad de antes. ¿Andabas a pie? También ahora
andas. ¿Te holgabas de trabajar? También te huelgas; nada te mudó la fortuna. Libertad hay, cuando
sale el príncipe en público, de pararse o pasar adelante; está a tu lado cualquiera que llega; da fin a
la plática la vergüenza de cada uno, no tu soberbia (...) Abriste los ojos, y como antes al ejército, así
pacificaste al tribunal, ordenaste de manera que no pareciese que arruinabas con leyes la ciudad
fundada con leyes (...) Tú elegiste mujer que es tu decoro y tu honra; ¿quién es más santa?; ¿quién
es más noble?; (...) ¡Qué moderada en su adorno! (...). PLINIO, EL JOVEN: Panegírico de Trajano.

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Crisis y Decadencia del Imperio Romano

CARACALLA

Avido de poder, Caracalla, entre las primeras medidas que tomó, sobresale la orden de
asesinar a su hermano Geta y a sus partidarios. Necesitado de obtener apoyos, trató de
ganarse las simpatías del ejército, aumentando la soldada y otorgándole todo tipo de
concesiones. Las sumas que utilizó con ese fin, más la construcción de grandes edificios,
agravaron la crisis económico financiera que afectaba a Roma. Para poner fin a la crisis,
propuso nuevos gravámenes y adoptó una reforma monetaria, acuñando una nueva moneda
el “antoniniano”, de valor nominal inferior al real, por lo tanto, la reforma tuvo carácter
inflacionista.

En 212, la llamada “Constitutio Antoniniana”, concedió la ciudadanía romana a todos los


hombres, libres, habitantes del imperio, eliminando la “ultima” diferencia entre italianos y
provinciales. Con Caracalla, el Imperio Romano, se convirtió en una comunidad cuyos
súbditos gozaban de los mismos derechos y obligaciones, dejando de ser el dominio de un
pueblo de conquistadores (romanos) sobre los demás.

Caracalla, realizó un plan de invasión y conquista de los partos, pero cuando intentó ponerlo
en práctica fue asesinado, según algunos historiadores, por motivos personales por el prefecto
Marco Opelio Macrino, en 217.

LOS MILITARES

MACRINO Y HELIOGABALO

Macrino se hizo proclamar emperador por sus soldados, sin embargo, sus pactos y tratos con
los partos, considerados indignos, hicieron que las tropas se rebelaran y lo mataran. Basiano,
un joven de quince años, primo de Caracalla, conocido como Heliogábalo, fue proclamado
emperador.

Heliogábalo dejo los asuntos de Estado en manos de su madre, Julia Soemia. Entre tanto, el
se ocupó de imponer el culto al dios Helegábalo, del cual era sacerdote. La corrupción del
joven emperador y el mal gobierno de su madre, provocaron el odio generalizado sobre la
corte imperial. En 222 Heliogábalo y su madre, fueron asesinados por los pretorianos, pasando
el poder a Severo Alejandro, primo del emperador.

SEVERO ALEJANDRO

Alejandro fue asesorado y guiado, durante su principado, por su abuela, Julia Mesa, y por su
madre, Julia Mamea, logrando para el imperio algunos años de prosperidad y paz.
Políticamente se logró la colaboración del Senado, a cuyos miembros les dio mayoría absoluta
en el Consilium Principis, en detrimento de los caballeros, a los cuales se reservó la prefectura

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del pretorio.

Por otra parte, enfrentó la situación en las fronteras, que había empeorado dramáticamente,
repeliendo a los persas sasánidas en Oriente, y a los germanos en la frontera renana. Sin
embargo, los legionarios mantuvieron una actitud muy critica al intento de resolver los
conflictos con los bárbaros, ofreciéndoles dinero para que se retirasen. La resolución de
reducir la soldada, para hacer frente a los problemas financieros, fue otro hecho que enfrentó
al emperador con los soldados, que decidieron darle muerte, en 235, acusándolo de ser un
títere de su madre.

MAXIMINO Y LA “ANARQUIA MILITAR”.

Los ejecutores de Severo Alejandro, inmediatamente aclamaron al tracio Maximino, como


nuevo emperador, abriéndose nuevamente un período de crisis por la sucesión legal del
emperador, que no se resolvió con facilidad. Las diversas legiones sentían, cada una de ellas,
que tenían autoridad suficiente como para aclamar emperadores, exclusivamente militares,
que no tenían ningún interés por hacerse legitimar por el Senado. Por su parte, los senadores
se mostraban muy poco interesados en legitimarlos. Las frecuentes sucesiones de
emperadores, normalmente eliminados con métodos violentos, hacía que en algunos
momentos hubiera dos o tres a la vez.

Con Maximino, fue aclamado, en África, el procónsul Gordiano, que debido a su edad, ochenta
y un años, asoció al poder a su hijo Gordiano II, a quien el gobernador de Numidia, derrotó y
mato. Ante la noticia, Gordiano, se suicidó, en 238, habiendo cumplido veintidós días de
principado. El Senado, presurosamente nombró dos sucesores, Balbino y Pupieno, y un César,
de trece años, sobrino de Gordiano II, Gordiano III. Por otra parte, Maximino fue asesinado
por sus propios soldados. A los tres meses, los pretorianos asesinaron a Pupieno y Balbino,
quedando como emperador único Gordiano III.

El nuevo emperador, demasiado joven para gobernar, dejó esta función en manos de su
madre, y con posterioridad, de los prefectos Timesiteo y Filipo, llamado el Árabe.
Aprovechando una expedición contra los persas, Filipo el Árabe, amotinó al ejército contra
Gordiano III, en 244, y lo hizo asesinar.

Aclamado nuevo emperador, Filipo concluyó una paz con los persas y regresó a Roma, donde
trató de establecer buenas relaciones con los senadores. En 247, logró una gran victoria en el
Danubio, contra los carpios que, junto con la celebración de los 1000 años de la fundación de
Roma, dieron un gran brillo a su principado. Sin embargo, en 248, Decio fue aclamado
emperador por las legiones de Mesia y Panonia.

Decio, perteneciente a la aristocracia senatorial, asumió como único emperador, al morir


Filipo, en combate, cerca de Verona. La idea rectora de l nuevo emperador, consistía en el
mantenimiento y respeto de las tradiciones romanas, como único método de salvar al
imperio. Trato de recuperar la importancia del Senado y de restablecer la religión romana
tradicional, con lo cual, inevitablemente se enfrentó al cristianismo, contra el cual realizó las
primeras persecuciones sistemáticas.

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Entre 250 y 251, la presión de los germanos y la invasión de los godos a Mesia, obligaron a
Decio a organizar una expedición punitiva. El emperador murió en combate, traicionado por
su lugarteniente Treboniano Galo.

Entre 251 y 253, se sucedieron como emperadores Galo y Marco Emilio Emiliano, ambos
aclamados y asesinados por sus propios legionarios. Mientras que en Retia, era elegido por
las legiones Publio Licinio Valeriano.

Entre tanto los persas sasánidas, se apoderaban del Imperio Parto. Este nuevo peligro
externo y las continuas perturbaciones en Roma, hicieron que Valeriano asociara al poder a su
hijo Galieno, el cual quedo a cargo de las provincias Occidentales, mientras él se dirigía a las
provincias Orientales invadidas por el rey persa Sapor I, y a Grecia y las costas del Asia
Menor, asoladas por los godos. Como las tropas romanas fueron diezmadas por la peste,
Valeriano trató de negociar con los persas, pero en 260, fue apresado con todo su ejército, y
terminó sus días en las prisiones persas.

Odenato, rey de Palmira, rechazó a los invasores persas de Sapor I, manteniéndose fiel a
Roma. Galieno, ahora emperador, confió el gobierno de las provincias Orientales a Odenato,
para tener las manos libres contra los godos, contra los alamanos, y los francos, que
atacaban respectivamente Grecia, Italia y Renania, mientras que los sajones saqueaban las
costas del canal de la Mancha.

Si la situación en la frontera era cada vez más grave, no lo era menos la de Roma, donde
innumerables usurpadores y pretendientes, conocidos como los “Treinta Tiranos”, se
disputaban el poder. En 259, el general Póstumo, asesinó al hijo de Galieno, Salomino,
constituyó en “Imperium Galliarum”, por todas las Galias, Hispania y Britania. Galieno, sin
poder controlar completamente la rebelión, tampoco pudo impedir que Palmira se proclamara
reino independiente de Roma. Después de obtener una gran victoria sobre los godos, Galieno
debió regresar a Roma, para reprimir la rebelión del general Auréolo. En el asedio de Milán,
en 268, Galieno fue asesinado por sus oficiales.

Uno de estos oficiales, Claudio II, después de librarse de Auréolo, fue aclamado sucesor de
Galieno. En su principado, puso fin, temporalmente, a las correrías de los godos, venciéndolos
en Macedonia y en Nis, por lo cual se le dio el sobrenombre de “Gótico”. En 270, fue sucedido
por su hermano Quintilo, sustituido por Aureliano, comandante de la caballería, impuesto por
sus tropas.

AURELIANO

El nuevo emperador logró eliminar la independencia del Imperium Galliarum, y del reino de
Palmira, reconstituyendo la unidad imperial. Aureliano trató de imponer un poder imperial
absoluto, impidió que el Senado recuperara sus antiguos poderes, acentuó de idea de que su
persona, como emperador, era sagrada, haciéndose llamar “Deus et Dominus”, instituyó el
culto del “Sol Invictus”, como señor y protector del imperio.

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Aureliano fue asesinado mientras se dirigía contra Persia, en 275, siendo sucedido por varios
emperadores aclamados por sus legiones. Tácito, en 275, Floriano, en 276, Probo, en el
mismo años, se dedicaron a combatir a los enemigos de Roma, y entre ellos.

Probo, trató de reordenar y pacificar el imperio, aseguró las fronteras de Renania y el río
Danubio, eliminó a los usurpadores Bonaso y Próculo. Pero en 282, fue asesinado. Su sucesor
Caro, terminó, en 283, del mismo modo. Sus hijos, Numeriano y Carino, fueron asesinados en
284 y 285, respectivamente, mientras luchaban contra Diocleciano, proclamado emperador.

DIOCLECIANO

Habiendo recuperado su integridad territorial después de expulsar a los bárbaros, en 284, el


Imperio Romano tuvo un nuevo emperador, Diocleciano. Con él, parecía que terminaban las
guerras y la “anarquía”, que casi había hecho desaparecer el imperio. El nuevo emperador se
abocó a la necesaria tarea de reorganización administrativa y militar, mediante un vasto plan
de reformas que, con posterioridad, sería perfeccionado por Constantino. La realidad impuso,
a Diocleciano, la idea de que tan basto imperio no podía ser gobernado por un único
soberano, y organizó, en principio, una “diarquía”, asociando a Maximiano como César, en
285 y, al año siguiente, como Augusto. En el año 293, asociando a dos cesares, Constancio
Cloro, César de Maximiano, y Galerio, César de Diocleciano, el gobierno se transformó en una
“tetrarquía”, sin embargo, estos dos mantenían una posición de subordinación con relación a
los augustos. La tetrarquía tenía un poder, esencialmente, administrativo, puesto que,
Diocleciano, tuvo mucho cuidado en reservarse para sí el poder político y militar..

En 305, ante la abdicación voluntaria de Diocleciano, y la de Maximiano, propuesta por él, el


equilibrio logrado desapareció rápidamente ante las ambiciones de sus sucesores. La intención
de regular la transición del poder, de asegurar la paz en las provincias y la defensa de las
fronteras, posibles motivos de la organización tetrarquía del gobierno, demostró no ser nada
más que eso, un intento.

En 306, muere Constancio Cloro, y su hijo adoptivo, Flavio Severo, sucesor designado, vio
aparecer como competidores a Constantino, hijo de Constancio Cloro, aclamado emperador
por las legiones de Britania, y a Majencio, proclamado emperador en Roma con el apoyo de
su padre, Maximiano.

Galerio, ante la difícil situación, pidió a Diocleciano que asumiera nuevamente el poder o, en
todo caso, utilizara su influencia para reducir a la obediencia a Majencio, y resolver el
problema. En Carnuntum, en 308, se reunieron Diocleciano, Galerio y Maximiano, llegando a
un acuerdo: Maximiano renunciaba al poder definitivamente, se nombraba un nuevo Augusto
para Occidente, Valerio Licinio Liciniano, y Constantino, junto con Maximino Daya, César de
Galerio, se los nombraba “Filius Augusti”. Esta solución no satisfizo a Majencio, ni a
Constantino y Maximino, que tenían ambiciones mayores. El caos dio lugar a la existencia de
seis augustos en el mismo momento. Las alianzas y traiciones, en las que cumplieron un
importante papel, los cristianos, que habían adquirido gran predicamento entre los romanos,
pese a las persecuciones desencadenadas por Diocleciano en 303, se pusieron a la orden del
día.

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CONSTANTINO

Galerio, quien había sido un decidido perseguidor de los cristianos, en los últimos años de su
principado, mediante el edicto de Sárdica (310 -311), adoptó una actitud tolerante.
Constantino, para ganar la adhesión de los cristianos, se presentaba como su decidido
defensor, contra Majencio. Aliado a Licinio Liciniano, en la batalla de Saxa Rubra, en 312, dio
muerte a Majencio. Según alguna tradición, mandó representar en el escudo de sus soldados
el monograma cristiano. Entre tanto, Licinio, mediante el edicto de Nicomedia, había puesto
fin a la persecución de cristianos en Oriente. En 313, Constantino y Licinio, con el edicto de
Milán, otorgaron a los cristianos la plena libertad de su culto.

Después de que Licinio se desembarazara de Maximino, comenzaron los enfrentamientos con


su aliado Constantino. Licinio tuvo que entregarle Mesia y Panonia (314 – 315) a Constantino,
que acusaba a su competidor de haber iniciado una nueva persecución contra los cristianos.
Licinio fue derrotado en Adrianópolis, Crisópolis y Helesponto. Finalmente obligado a abdicar,
Licinio fue desterrado en Tesalónica, donde, en 324, Constantino lo mandó matar.

Constantino eliminaba definitivamente la tetrarquía y restablecía la unidad imperial en su


persona. Sin embargo, lentamente Oriente comenzaba a tener mayor importancia que
Occidente en el Imperio Romano. En 330, el emperador fundó la “nueva Roma”,
Constantinopla, en la antigua Bizancio, confirmando la división del imperio.

La influencia de las culturas orientales en Roma, entro otras cosas, se venía produciendo en el
cambio de concepción del sistema de gobierno, que se fue transformando de principado en
“dominatus”. Es decir, Roma se convertía en una suerte de “teocracia oriental”, donde el
soberano se transformaba en un vicario de la divinidad. Diocleciano, se había atribuido el
título de Júpiter, marcando la divinidad de su poder. Constantino, se presentaba como el
enviado de Dios. Con ropas de seda, de púrpura, de oro, con un fastuoso ceremonial, se
pretendía marcar el carácter sagrado del soberano, ante el cual solamente cabría el respeto y
la postración. Se debía “consistere”, es decir, estar de pie. El Consilium Principis, se
transformó en el “Sacrum Consistorium” (permanecían en pie ante el emperador),y la “casa”
del príncipe en el “Sacrum Palatium”. Las magistraturas republicanas y el Senado, perdieron
lo poco que les quedaba de autoridad.

En las provincias, se consolidó una casta burocrática hereditaria, controlada por el Estado
romano. La gran cantidad de provincias existentes, hizo necesario agruparlas en
circunscripciones ( “diócesis”), administradas por un “vicario”, mientras que el gobierno
provincial era confiado a un “presidí”. Cuatro prefectos del pretorio, ocuparon las cuatro
prefecturas en las cuales fueron agrupadas las diócesis(12).

El ejército fue también reorganizado: se creó una guardia de palacio (tropas “palatinas”),
unidades móviles imperiales (tropa “comitatensi”), dividida en caballería, con un “magister
equitum”, e infantería, con un “magister peditum”, y en las fronteras tropas “limitaneas o
ripariensi”, bajo los “duces”.

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La crisis económica y social no pudo ser solucionada. En 301, el Edicto de los Precios y las
Mercancías, que mediante el control de precios pretendió frenar la inflación, fue totalmente
ineficaz. Se fue imponiendo el pago en especie, incluidos los impuestos. Constantino, con el
“solidus” de oro, pretendió imponer un nuevo sistema monetario. Diocleciano había creado un
impuesto sobre la propiedad inmobiliaria, la “indicción”, que se cobraba cada quince años y
se calculaba sobre la base de la “iugatio capitatio”, o sea, la relación entre el tamaño de los
“iuga” (fundios) y la cantidad de pobladores “capita”. El cobro de impuestos, se convirtió en
uno de los temas más importantes de la administración estatal y, su percepción tan difícil,
que los funcionarios que se encargaban de ella, en forma colegiada, trataban de eludirla. Para
evitar estas situaciones, el cobro de impuestos fue obligatorio y la función hereditaria.

En líneas generales, todas las actividades de las “collegia”, es decir, corporaciones de


artesanos, comerciantes, etcétera, se volvieron hereditarias, con el fin de evitar su abandono.
Se inició un proceso de congelamiento de las actividades e instituciones, para poner freno a la
decadencia de la economía en Occidente, cuya actividad industrial disminuía dramáticamente.

En la agricultura, también en decadencia, se producía una constante reducción de la


extensión de las tierras cultivadas. Las ciudades, debido a la inseguridad producida, entre
otras cosas, por las constantes correrías de los bárbaros, se fueron despoblando. Los
propietarios de tierras, preferían vivir en sus “villas” fortificadas, protegidos, por verdaderos
ejércitos privados, de los ataques de los bárbaros y, porque no, de los agentes fiscales. Los
pequeños propietarios entregaban sus tierras a terratenientes más poderosos, con los que
adoptaban una actitud de servidumbre a cambio de obtener protección.

Por otra parte, en la Iglesia cristiana, aparecían enfrentamientos entre los partidarios de una
rigurosa moral, herejía donatista, y los que negaban la divinidad de Cristo, herejía arriana.

Al morir en 337, Constantino dejaba el imperio dividido entre sus hijos Constantino,
Constante y Constancio, con el agregado de sus sobrinos Anibaliano y Dalmático.

(12) A modo de ejemplo. Hispania fue una diócesis, dependiente el prefecto de Galia, integrada por
las provincias : Baleare (capital, Pollensa), Bética (cap., Sevilla), Cartaginense (cap., Cartagena),
Galica (cap., Braga), Lusitania (cap., Merida), Mauritania (cap., Támger) y Tarraconense (cap.,
Tarragona).

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Judaismo y Cristianismo

Palestina, desde la época de Pompeyo, soportaba la dominación romana después de siglos de


sometimiento al Imperio Persa. Augusto creó en el sur la provincia romana de Judea, dejando
subsistir en la parte norte a algunos reyezuelos, como Herodes Antipas en Galilea. En el año
44, todos los territorios palestinos serán anexados a la provincia de Judea, que era gobernada
por un procurador representante de Roma, y dependiente del legado romano de Siria. El
procurador, percibía los impuestos, trataba de mantener la provincia en orden, pero la
administración la ejercía el “Sanhedrín” o Gran Consejo de la nación judía. El Sanhedrin que
tenía su sede en el templo de Jerusalén, presidido por el Gran Sacerdote, era la autoridad
suprema, civil y religiosa, para los judíos.

Los judíos creían en un solo Dios, en una única ley revelada por Dios a Moisés, resumida en el
Decálogo, y un solo templo, el de Jerusalén, donde todos ellos debían ir, durante las fiestas
de Pascuas (recordando la liberación de Egipto), a “sacrificar”.

El pueblo judío no se asimilaba a los romanos ni a otros pueblos, resistían tenazmente


otros cultos, y constituían para los romanos un verdadero Estado dentro del Estado romano.
Sin embargo, la unidad no era completa, era más aparente que real. La aplicación de los
“mismos” principios, presentaba grandes diferencias.

Varios grupos componían la nación judía, cada uno de los cuales, centraba su atención sobre
uno u otro punto de la ley de “Moisés”.

Los “Saduceos”, poderosos sacerdotes, dominadores del Sanhedrín, satisfechos por su


posición, aceptaban la ocupación romana, defensores de los cambios, mantenían una cierta
“tibieza” en el aspecto religioso.

Los “Fariseos”, apegados a la ley “mosaica” que aplicaban con rigor, respetando todos los
ritos, asignaban un lugar privilegiado a los judíos, “el pueblo elegido de Dios”. Los “rabinos”,
sabios respetados por los judíos, explicaban la ley y efectuaban sus ruegos en lugares
comunes, las “sinagogas” de cada aldea y pueblo. Totalmente enfrentados con los
reformadores, fueron los principales “enemigos” de las prédicas de Jesús.

Los “Esenios”, ubicados próximos al mar Muerto, eran célibes, se dedicaban a la agricultura,
rechazaban todo sacrificio sangriento, y su actividad religiosa fundamental, era la plegaria.

Los “Profetas”, anunciaban la próxima llegada del Mesías, el enviado de Dios, que vengaría a
los judíos e impondría el reino universal del verdadero Dios.

Por otra parte, los judíos no vivían todos en Judea. Prácticamente en todos los puertos, del
Mediterráneo Oriental, había colonias de mercaderes judíos, por medio de las cuales difundían
sus creencias religiosas, agrupando a los conversos en sus sinagogas.

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Varios “falsos profetas”, engañaban a verdaderas multitudes, y las llevaban hacia distintas
posturas críticas hacia los rabinos y el Sanhedrín, que desconfiaban y consideraban
sospechoso a todo supuesto “Mesías”, entre ellos a Jesús(13).

Cristo (en griego: Ungido), nació en Belén de Judea, vivió modestamente en Nazaret (el
Nazareno) durante treinta años, después recorrió con doce discípulos, durante tres años
Judea y Galilea, predicando en las sinagogas y, haciéndose llamar Mesías e hijo de Dios.

Bajo el principado de Tiberio, en el año 30, fue arrestado a pedido del Sanhedrin, en
Jerusalén. Condenado a muerte por blasfemia, el Sanhedrín, exigió al procurador romano la
inmediata ejecución de la condena. Poncio Pilatos, pensando que era un problema entre
judíos, y para no enemistarse con el Sanhedrín, cedió. Como un bandido, junto a otros
bandidos, Jesús, fue crucificado en la colina del Calvario (Gólgota), próxima
a Jerusalén.

Una de las bases de la doctrina de los cristianos, consiste en su fe en la resurrección de


Cristo. Sostenían que su cuerpo sepultado el viernes, desapareció del sepulcro el domingo,
para aparecer, mostrándose a toda clase de gente, antes de la “Ascensión” a los cielos. Los
primeros textos del cristianismo, describen la personalidad de Cristo, sus “milagros”,
insistiendo fundamentalmente en la resurrección, pues esta, era la manifestación evidente de
su naturaleza divina. El Nuevo Testamento, nos in forma que Cristo, hijo de Dios, es en
realidad Dios hecho hombre para realizar una nueva alianza con la humanidad, y murió
crucificado para redimir a los hombres de todos sus pecados.

La “Buena Nueva”, era la salvación(14) para todos los creyentes en Jesucristo, en su


resurrección, para los que esperaban su bondad, su caridad(15), los que aspiraban al amor
activo y se desprendían de todos los bienes materiales (16). “Seguidme, sed como yo”, “Ego
sum Lux Mundi”. Esta nueva religión planteaba cambios revolucionarios con relación a las
precedentes:

1º) La salvación (17) dejaba de depender del cumplimiento de los ritos, para depender de la
fe.

2º) La igualdad, rechazada por seduceos y fariseos, fue aceptada por los humildes. Se trataba
de una exaltación de la fraternidad humana, por encima de los intereses de los príncipes y los
Estados. Proponía una nueva paz, no dependiente de la relación
vencido – vencedor.

3º) Amor, fraternidad, humildad, caridad(18) y fe, para los perseguidos y necesitados fueron
fundamentales y le dieron, rápidamente, una gran fuerza numérica al cristianismo.

“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”(19), planteaba, por un lado, el
respeto a la autoridad del César, cosa que agradaba a los romanos, pero por otro, limitaba su
poder a lo terrenal, lo que no satisfacía la mentalidad teocrática Oriental que se estaba
desarrollando en Roma. El cristiano aparecía como un rebelde, un extremista que atentaba
contra el poder de la religión oficial y del Estado.

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Los “ Apóstoles” (enviados), comenzaron a organizar centros cristianos por toda Palestina,
como discípulos de Cristo, quien les habría dicho: “Id y predicad a las gentes”. Según ellos,
Jesucristo, Dios encarnado, había venido a salvar a todos los hombres, no solamente a los
judíos. A fines del siglo I, existían ya importantes grupos cristianos entre los pobres,
artesanos y esclavos. Pero, en el siglo II, ya había penetrado en todos los grupos sociales,
incluida la propia familia del emperador romano.

Los deseosos de convertirse en cristianos (catecúmenos) debían aprender la doctrina, basada


en frases breves, comprenderlas, creer profundamente y aceptar la resurrección de
Jesucristo. Después de ser bautizados, convertidos en hombres nuevos estrechamente unidos
a Dios, convertidos en cristianos, se reunían en Iglesias (Asambleas de todos los cristianos),
donde celebraban el culto, consistente en: plegarias, lectura y comentario de los Evangelios,
comida de pan y vino (comunión). Las iglesias copiaron su administración de las sinagogas. El
Obispo, elegido por los creyentes, dirigía la comunidad y velaba por ella, además de presidir
las ceremonias. Sus consejeros, los sacerdotes, celebraban el culto, mientras que los diadocos
se ocupaban de los asuntos materiales, las ofrendas, la asistencia, etcétera. La iglesia madre
fue la de Jerusalén, cuartel de los primeros discípulos de Jesucristo. Pero, destruida Jerusalén
por el emperador Tito, la Iglesia de Roma ocupó el primer lugar, y el Obispo de Roma se
convirtió en el principal dirigente de toda la cristiandad. La Iglesia de Roma debía ser católica,
es decir, una asamblea universal de fieles.

Los judíos le solicitaban a las autoridades romanas que diferenciaran el judaísmo, tolerado
por el Imperio Romano, del cristianismo, religión nueva y revolucionaria. Sin embargo, los
gobernantes romanos, que consideraban a los judíos despreciables, veían en el cristianismo
una secta judía más. Sin embargo el emperador Nerón, centró su odio en la cristiandad, que
debió afrontar el “martirio”. En 64, Nerón acusó del incendio de Roma a los cristianos.
Domiciano y Marco Aurelio, hicieron martirizar a quienes, al rehusar celebrar el culto
Imperial, (los cristianos) traían todas las calamidades sobre Roma.

En el siglo III, en medio de la anarquía y el desorden generalizado, el cristianismo se fortificó,


constituyendo un Estado dentro del Estado. Los emperadores culpaban a los cristianos de
todas las desgracias. Septimio Severo, prohibió toda conversión al cristianismo. Decio, realizó
una persecución sistemática de los cristianos. Valerio, decretó la confiscación de todos los
bienes de los cristianos y el suplicio para ellos. Diocleciano, los persiguió violentamente, les
prohibió reunirse, destruyó los lugares de culto, les obligó a ofrecer sacrificios bajo pena de
muerte. Pero, en 306, Constantino, se proclamó protector del cristianismo. Se desconoce el
motivo del cambio producido en este emperador, según algunas versiones, habría visto una
cruz en el cielo, durante una batalla, y la tomó como una señal divina. En 313, el Edicto de
Milán, restituía todos los bienes a los cristianos, les permitía celebrar su culto libremente, los
eximía de impuestos y, las monedas, presentaban el monograma de Cristo (XP).

(13) « Yo no he venido a destruir la doctrina de la Ley ni de los profetas; no he venido a destruirla


sino a darle su cumplimiento. » San Mateo.

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(14) « No todo aquél que me dice: ¡Señor, señor!, entrará por eso al reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre Celestial, ése es el que entrará en el reino de los cielos (...). » San
Mateo.
(15) « Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna? Díjole Jesús: ¿qué es lo que se halla
escrito en la ley? ¿Qué es lo que en ella lees? Respondió él: Amarás al Señor Dios tuyo de todo tu
corazón; y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente y al prójimo como a ti
mismo (...). » San Lucas.
(16) « Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi
discípulo ». San Lucas.
(17) « Dichosos seréis cuando los hombres por mi causa os maldijeren y os persiguieren y dijeren
con mentira toda suerte de mal contra vosotros. Alegraos entonces y regocijaos, porque es muy
grande la recompensa que os aguarda en los cielos. Del mismo modo persiguieron a los profetas que
ha habido antes de vosotros (...) ». San Mateo.
(18) « Y así cuando das limosna, no quieras publicarla a son de trompeta, como hacen los hipócritas
en las sinagogas y en las calles a fin de ser honrados de los hombres. En verdad os digo que ya
recibieron su recompensa. Mas tú cuando des limosna, haz que tu mano izquierda lo que hace tu
derecha para que tu limosna quede oculta y tu Padre, que ve en secreto, te recompensará ». San
Mateo.
(19) « Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios conforme a la pura
verdad, sin respeto a nadie, porque no miras a la calidad de las personas. Esto supuesto, dinos qué
te parece de esto : ¿ es o no es lícito pagar tributo al César ?. A lo que Jesús, conociendo su malicia,
respondió : « Enseñadme la moneda con que se paga el tributo » ; y ellas le mostraron un denario y
Jesús les dijo : « ¿De quién es esta imagen y esta inscripción ? » Respóndenle : « Del César. »
Entonces les explicó : « Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. » Con cuya
respuesta quedaron admirados y dejándole se fueron ». San Mateo.

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Fin del Imperio Romano de Occidente

A Constantino II le correspondió el gobierno de Britania y las Galias, a Constancio II, el de la


provincias Orientales, con Tracia y Egipto incluidas, y a Constante, el de Italia, África y el
Ilírico.

Constantino pensó, posiblemente, que al dejar el imperio dividido entre sus hijos y sobrinos,
el vínculo de sangre los mantendría unidos a ellos y al imperio. La realidad se encargó de
demostrar lo contrario. En primer lugar fueron eliminados los sobrinos y, a partir de ese
hecho, los hermanos comenzaron a enfrentarse duramente. El conflicto entre Constantino II y
su hermano menor, terminó en 340, en proximidades de Aquilea, con la derrota y muerte del
mayor. Siguió el enfrentamiento entre Constante y Constancio II. En 350, sin embargo,
Constante fue muerto por el usurpador Magencio, quedando Constancio II como único
emperador “legítimo”. En 353, el emperador logró eliminar a Magencio y a otro usurpador,
Vetranio. En 355, el emperador, ocupado en una guerra con el persa Sapor II, confió el
gobierno de las Galias a su primo Juliano. El nueva César, mostró rápidamente que, a pesar
de su juventud, estaba a la altura de las circunstancias. Juliano, logró recuperar todas las
ciudades ocupadas por los bárbaros y los expulsó más allá del río Rhin. Las tropas
proclamaron a Juliano, Augusto, negándose a marchar a Oriente según lo dispuesto por el
emperador. En 361, Constancio II negoció la paz con los persas y marchó hacia Occidente,
pero murió en camino a combatir la rebelión de su primo.

Juliano, sólo en el poder, trató de restaurar la antigua religión romana, por lo cual los
cristianos lo llamaron “el Apóstata”. En joven y culto emperador, no había entendido los
cambios que se estaban produciendo. Trató de organizar un nuevo sacerdocio pagano,
siguiendo el modelo del cristiano. Con respecto a los cristianos, sin llegar a una persecución
sistemática, tomó una serie de medidas tendientes a discriminarlos.

Con relación a la política exterior, abandonó la paz con Persia, pero, en 363 murió, en el
transcurso de una campaña, en principio victoriosa, en Mesopotamia.

Joviano, nombrado sucesor, se aferró al cristianismo, y otorgó importantes concesiones


territoriales a los persas, para mantener la paz.

En 364, sucedió a Joviano, Valentiniano I, asociado a su hermano Valente, a quien confió el


gobierno de las provincias de Oriente, mientras él se ocupaba de Occidente. Trató de reprimir
los abusos de los funcionarios y de aliviar la presión fiscal de las provincias, para mejorar la
situación económica de los sus habitantes, con el objetivo de solucionar los constantes
desórdenes sociales. Creó el cargo de “Defensor Civitatis” , y protegió fuertemente las
fronteras. Entre tanto, Valente enfrentaba la rebelión de Procopio, quien apoyaba a los
arrianos, y a los visigodos, sus aliados, además de un nuevo conflicto con los persas. Murió
derrotado en 378, cerca de Adrianópolis.

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Valentiniano I, en 375, había nombrado sucesor a su hijo Graciano, quien puso al frente de
los romanos en Oriente, al hábil general hispano Teodosio, asociándolo al trono. Teodosio
logró derrotar a los bárbaros, estableciéndolos en Mesia, donde los federó, y obligó a prestar
servicio militar para los romanos.

En 382, Ambrosio, obispo de Milán, de gran in fluencia sobre Graciano y Teodosio, logró que
se retirara de la Curia, el ara y la estatua de la Victoria, que habían sido erigidas por
Octaviano Augusto. Por otra parte, el concilio de Nicea convirtió al cristianismo como la
religión oficial del Estado romano, con lo cual se producía el triunfo definitivo de los cristianos,
la persecución de las “sectas heréticas” y la prohibición de todos los cultos paganos.

Las muertes violentas de Graciano (383) y de su sucesor Valentiniano II (392), permitieron a


Teodosio restablecer la unidad imperial, por última vez, en su persona. Al morir el emperador,
su hijo Honorio, se convirtió en emperador del Imperio Romano de Occidente y, su otro hijo,
Arcadio, en emperador del Imperio Romano de Oriente. El Imperio Romano quedaba
definitivamente partido.

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