Historia de un inadaptado
B. E. RAYA
INDICE
RESEÑA
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPÍTULO 6
CAPITULO 7
CAPÍTULO 8
CAPITULO 9
CAPITULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPITULO 15
CAPITULO 16
CAPITULO 17
CAPÍTULO 18
CAPITULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPITULO 24
CAPÍTULO 25
CAPITULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPITULO 29
CAPITULO 30
EPÍLOGO
RESEÑA
Frederick es un buen chico, un hombre educado,
sofisticado, culto, inteligente, trabajador… Aburrido,
reprimido, inadaptado y solitario. Nunca se desvía del camino
correcto. Frederick es un hombre infeliz que anhela ser como
los demás, pero es demasiado cobarde para intentar cambiar.
Hasta que se cruza por su camino un hombre con poca
paciencia que lo impulsara a realizar cosas que jamás pensó
que pudieran ser posibles de realizar. Frederick está dispuesto
a disfrutarlo, mientras dure. Por qué en su experiencia las
cosas buenas, por lo menos en su vida, nunca duraban. Su
incapacidad para conectar con alguien se aseguraba de
estropearlo. Además, estaba otro factor que se aseguraba que
Frederick jamás, jamás, jamás, se saliera del camino correcto,
y ser gay era salirse demasiado del plan dictaminado para él.
¿Será lo bastante valiente para salir de su zona de confort y
arriesgarse por lo que desea?
PRÓLOGO
Freddy no alcanzaba a comprender que era lo que estaba
sucediendo a su alrededor, <<Tu papi a muerto>> le había
dicho su nana, <<Papi no volverá a casa>> su papi siempre
estaba trabajando y muchas veces no llegaba a dormir, pero
esta vez no regresaría a casa, su madre estaba triste, pero ella
siempre estaba triste, aunque hoy había muchas personas a su
alrededor, muchos hombres y mujeres vestidos de negro, se
acercaban a su mami y ella comenzaba a llorar, Freddy no
quería verla llorar, pero ella siempre lloraba aun cuando su
papa venía a casa, pero ahora no volvería a venir y seguía
llorando, por esa razón Freddy siempre era un buen niño. Le
había prometido a su madre siempre portarse bien. Y Freddy
lo hacía por ver a su mami feliz, pero ella no era feliz, siempre
lloraba y su papi nunca estaba en casa, pero Freddy siempre
era un buen niño.
CAPÍTULO 1
Londres, veintitrés años después.
<<Está es una mala idea>> <<Está es una mala
idea>> <<Está es una mala idea>> Era el mantra que
Frederick se repetía una y otra vez en su cabeza mientras
seguía a su amigo Jordán por la habitación. “Amigo” no era
precisamente la palabra que utilizaría para referirse a la
persona que precisamente lo había obligado a ponerse unos
pantalones de cuero ajustados que apretaban toda su
circulación y apenas lo dejaban caminar, y ni hablar de la
camisa ajustada color blanco que prácticamente se
transparentaba. Frederick se sentía ridículo. Este no era él. Si
su madre lo viera…
Frederick negó con la cabeza, en quien menos quería
pensar en ese momento era en su madre. No quería invocarla.
Frederick había tenido que mirar por sobre encima de su
hombro en varias ocasiones para asegurarse que la mujer no
estaba siguiéndolo. O aparecería de repente a su espalda.
—Disculpe— dijo cuando tropezó con un hombre cerca
de la barra, aunque el hombre ni siquiera se giró a mirarlo,
estaba bastante entretenido devorando los labios de la mujer
que estaba pegada a él como una lapa. Frederick se les quedó
viendo más tiempo de lo necesario. Ellos no se besaban, se
estaban devorando el uno al otro. Esa era una forma indecente
de besar. De hecho, ahora que prestaba más atención a su
alrededor, todos parecían besarse, su mirada viajo hacia un par
de hombres. Un hombre tan grande como una casa caminó
unos pasos, tiró de la solapa de la chaqueta de un hombre más
bajo que él, lo atrajo contra su cuerpo, después colocó una
mano en la mejilla del hombre, se inclinó y lo besó en los
labios. No fue un beso rápido, sino uno prolongado, y los
brazos del hombre más pequeño rodearon al hombre más alto,
Frederick pudo ver sus bocas abrirse y sus lenguas rozarse
entre si antes de que sus labios se uniesen completamente. Era
como mirar todo en cama lenta, cada pequeño detalle, y eso lo
afectó mucho más, y de una manera diferente, a lo que había
esperado. Se asustó por la intensidad del deseo que barrió a
través de él cuando miró a los dos hombres besarse. Era la
cosa más excitante que él había visto alguna vez, aunque
estuviesen los dos vestidos. Era una confirmación sin duda de
algo que Frederick ya sabía, jamás tendría esperanza con las
mujeres, aunque lo intentara.
—Freddy, ¿Qué haces ahí parado? Venga, encontré a
unos hombres que…— gritó Jordán para que lo escuchara a
pesar del ruido del local.
—No puedo hacer esto— Frederick clavó los talones en
el piso para evitar que Jordán tirará de él cuando sujetó su
brazo.
—¿Qué? ¿Qué dices? Ya hablamos de esto, Freddy— su
amigo intentó volver a tirar de su brazo, pero Frederick logró
liberarse.
—Lo siento, pero no puedo— girándose, logro
apresurarse fuera del local, esperaba que Jordán no lo siguiera,
él era más que capaz de convencerlo, los razonamientos que le
había dicho esa tarde para obligarlo a acompañarlo a ese local,
sonaron lógicos en su momento, pero ahora que estaba ahí, en
medio del lugar que olía a cigarrillo, alcohol y quien sabe que
más, Frederick fue más que consciente que él no era como los
demás.
Evitaría que Jordán lo alcanzara, ya lo decía su
horóscopo esa mañana, no debió de haberse levantado de la
cama, esta era la primera ocasión que se animaba a seguir el
consejo de alguien y… Todo salía mal, ya decía él que había
sido una tontería, él no estaba hecho para ser cosas impulsivas.
Desarreglado como nunca había estado antes, salió
corriendo hacia la calle, tenía que llegar a la seguridad de su
choche lo antes posible, antes de atravesar las puertas de la
entrada vio su reflejo en los enormes ventanales de cristal de la
entrada del local, su vestimenta no desentonaba con lo que
muchos que estaban esperando entrar utilizaban, pero este no
era él. No se reconoció a sí mismo en esa imagen.
Frederick era un prodigio, asistió a los mejores colegios,
terminó el bachillerato a los quince años y asistió a una
escuela avanzada, hablaba seis idiomas, fue el primero en su
clase cuando estaba estudiando su carrera, se graduó con
honores y ahora estaba a punto de terminar su doctorado en
economía y finanzas en la universidad de Cambridge, su
asesor de tesis le comentó que su tema de investigación era tan
bueno que no le asombraría que la misma universidad le
ofreciera trabajar para ellos, aunque esto último dudaba que su
madre lo permitiera, según los planes de su madre, Frederick
terminaría asumiendo la dirección de la empresa cuando ella
se jubilará.
Todo era perfecto en su vida, “según los planes de su
madre” solo hacía falta que se casara y tuviera hijos, pero
Frederick tenía dos grandes problemas, el primero; era que él
no era bueno relacionándose con nadie, si no eran temas de
economía, jamás sabía de qué hablar, con Jordán podría
mantener más o menos una amistad, ya que eran compañeros
en el posgrado y tenían al mismo asesor de tesis. Jordán era
bueno para hablar y Frederick para escuchar. Pero si Frederick
era el que tenía que iniciar una conversación, eh ahí donde
comenzaba su problema, en las citas era un desastre, no era
divertido, no era aventurero, ni conversador. Por citar un
ejemplo, si se trataba de jugar futbol americano o quedarse en
la banca, Frederick apostaba por la opción más segura. La
banca. ¿Qué había de atractivo en golpearse? ¿O terminar todo
sudoroso y lleno de tierra? Así era Frederick, siempre
analizaba las opciones y equilibraba los pros y los contras, y
según su razonamiento y el balance realizado, siempre se
declinaba por la opción más segura. Orden y lógica, era su
lema, era así de simple, nada fuera de lugar, nada complicado,
línea recta, blanco o negro. Pero no siempre las cosas
resultaban como a él le gustarían.
Su segundo problema y el más grave de todos, era que
no le gustaban las mujeres. El primer shock de su vida fue
descubrir que le atraían los hombres, pero nunca intentó hacer
nada al respecto, fue una tortura haber terminado el
bachillerato en una academia masculina, fueron los años más
complicados de su vida, mientras otros chicos experimentaban
la sexualidad en los dormitorios, Frederick había estudiado
como un loco y se había graduado en año y medio. Frederick
no tenía control por aquel entonces, razón por la cual
Edmond…
Durante las noches mientras se masturbaba para
conseguir algo de liberación, sus fantasías siempre las
protagonizaba un hombre <<Sam Heughan para ser
exactos>> por esa y muchas más circunstancias que le
ocurrieron <<Que no quería recordar>> acepto que no tendría
esperanzas de casarse con una mujer, Frederick era
homosexual <<cosa que su madre no sabía>> y Frederick
jamás disgustaba a su madre, siempre había sido prudente,
había encontrado la manera de aplacar sus deseos y aparentar
normalidad.
Al menos lo logró hasta que conoció a Jordán y el
hombre le tuvo la suficiente confianza para contarle sobre su
vida personal <<Aunque Frederick jamás se lo pidió>>,
narrarle todas y cada una de sus aventuras de una noche con
varios hombres y Jordán fue bastante inteligente para
descubrir que Frederick era de su equipo.
Jordán lo había convencido de intentarlo, de conseguir
amantes y de divertirse un poco, en teoría era buena idea, pero
Frederick no era como Jordán. Él no podía hacer nada como
esto.
A Frederick cualquiera podría seducirlo, pero nunca,
jamás en este universo o en el que siguiera, él podría ser la
parte seductora, y el sexo con otra persona lo consideraba más
un esfuerzo innecesario que una satisfacción. Las relaciones
íntimas <<sexo>> no eran su fuerte, él jamás había tenido esa
charla de hombre a hombre con su padre, ya que él había
muerto cuando Frederick tenía cinco años, y ni siquiera podría
imaginar lo que diría su padre sobre sus preferencias… Y su
madre… Digamos que lo único que siempre le importó a ella
fue que Frederick fuera un buen niño mientras asumía las
riendas de la empresa, su madre se casó dos años después de la
muerte de su padre, Gerard era un buen hombre, el tipo era su
héroe, ya que era el único en la faz de la tierra al parecer que
tenía la capacidad de lidiar con su madre y su afán de
controlarlo todo. Y aunque Gerard era un buen hombre, jamás
tuvo la confianza de tocar con él ciertos temas, simplemente
Frederick no era muy bueno para abrirse con nadie, y conectar
con otros no era su fuerte, ni siquiera con su pequeña hermana
de quince años Margaret.
Apartó la vista de su reflejo, corrió hacia la acera,
intentó cubrirse con la gabardina para que nadie más lo viera,
su auto estaba aparcado enfrente, solamente unos pocos metros
más y podría desaparecer. Era de noche, pero aun así se ocultó
tras sus gafas de sol, echó a andar, llegó a su coche y buscó las
llaves en los bolsillos de su gabardina. Abrió con el mando a
distancia y se dejó caer en el asiento. Durante unos minutos,
con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás,
permaneció sentado, respirando o, mejor dicho, estaba
intentando controlar la respiración tal y como hacía en sus
clases de yoga. No iba a llorar. De ninguna manera.
—Eres un tonto— se dijo así mismo mirándose en el
retrovisor. ¡Hasta se había puesto delineador de ojos! Un
hombre no se maquillaba, pero según la página de internet que
Jordán y él habían consultado decía que para aquellos que
quisieran hacerse pasar por un bonito tiwink[1] obtenían mejor
resultado usando maquillaje. Era cierto que en muchas
ocasiones habían acusado a Frederick de no aparentar sus
veintiocho años, pero no era un adolescente. Había una frase
que decía “No hay nada que incremente más la lujuria que lo
prohibido” y por naturaleza el humano era lujurioso, ese no
era el problema, estaba bien que cualquiera tuviera sus
fantasías sexuales, todo era válido mientras ambas partes
estuvieran de acuerdo, el problema aquí, era la incapacidad de
Frederick hacer ese tipo de cosas. Vestido de esa manera,
Frederick pensaba que se veía estúpido y se sentía de esa
manera.
Arrancó el motor y se metió en tráfico, unos minutos
más y estaría en su departamento, abriría una botella de vino e
intentaría borrar este horrible día de su cabeza.
Al llegar a su edificio entró al estacionamiento
subterráneo, Frederick andaba en piloto automático, ni siquiera
era consciente de lo que hacía, lo único que deseaba era llegar
a su casa, tomar una larga ducha y lamerse las heridas.
Todo iba bien, de maravilla, hasta que al bajar del auto y
en su prisa por llegar al elevador, tropezó con alguien más,
Frederick fue a parar al suelo, cayó de rodillas, gimió al sentir
ardor, gracias al fuerte impacto, los pantalones de cuero
elásticos que llevaba se rasgaron, sintió las raspaduras de sus
manos contra el pavimento y se quejó de dolor al sentir que su
cabeza golpeaba contra el filo de una de las llantas de uno de
los automóviles ahí estacionados. Las lágrimas de frustración
que había estado conteniendo hicieron acto de presencia; había
llegado al límite de su resistencia, esa caída no era ninguna
metáfora, era la cruda realidad. Frederick era patético y nunca
lograría encajar en esta vida.
—¿Te encuentras bien? — Frederick escuchó la
pregunta a sus espaldas y notó cómo la persona con la que
había chocado se agachaba a su lado y colocaba una mano en
su hombro. No quería la maldita compasión de nadie. Se
apartó, no quería que nadie lo tocara. Abochornado, se llevó
las manos sucias a la cara y se limpió las lágrimas.
—¿Estás bien? —le preguntaron de nuevo, pero
Frederick no contesto, era grosero de su parte, pero no podía
contestar, sentía que si habría la boca en lugar de palabras le
saldría un gemido de dolor y frustración. El hombre que lo
tumbó, se arrodilló delante de él y le apartó las manos de la
cara, lo primero que vio Frederick fue un blanco pañuelo
limpiando sus ojos, después pudo ver al hombre que lo estaba
auxiliando. ¡Era el nuevo vecino! Frederick no se llevaba bien
con los vecinos, solo venía a su departamento en Londres los
fines de semana, y casi no los conocía, tenía un par de vecinas
chismosas y las había escuchado muchas veces hablar en el
ascensor sobre el “El famoso vecino nuevo” ellas hablaban con
emoción con respecto a tener un vecino tan prestigioso en el
edificio, al parecer el hombre era un escritor famoso o algo así,
Frederick ni siquiera se había tomado la molestia de preguntar
por el nombre. No era que le entusiasmara mucho conocer a
personas famosas. Además… Dado el aspecto de este hombre,
con esa gran barba tupida, esos pantalones desgastados y esa
camiseta simple… No tenía mucha pinta de ser persona
importante. A lo mejor sus vecinos estaban confundiéndolo
con alguien más.
Frederick volvió a mirar el pañuelo con el que estaba
limpiándole la cara << Usar el pañuelo de un desconocido no
debe de ser algo higiénico, pero nadie jamás ha sido tan
amable conmigo>> pensó. Además, el pañuelo olía a colonia
de hombre. El desconocido arrodillado frente a él comenzó a
evaluar sus heridas.
—Estás sangrando. —Señaló sus rodillas y después se
puso en pie —En mi auto tengo un botiquín de primeros
auxilios— Frederick no le prestó atención, quiso levantarse,
pero le dolió la pierna y la cadera, terminó sentándose sin
mucha gracia en medio del estacionamiento subterráneo de su
edificio, esto era irreal, ¿Cuántas humillaciones más podría
soportar en un día? Sintió las lágrimas nuevamente descender
por sus mejillas, tenía años que no lloraba, de hecho,
recordaba que ni en su niñez o en la muerte de su padre había
llorado. Pero Frederick estaba cansado, ¿Por qué le costaba
tanto trabajo ser como los demás? No tenía amigos, no era
divertido, no sabía cómo ligar y seguramente no sería capaz de
enamorarse. Era como si Frederick estuviera viendo la vida
pasar a su lado. De niño desde un costado como otros niños
jugaban y corrían, Frederick no lo hizo por miedo a ensuciarse
y molestar a su madre. En su adolescencia sus compañeros de
escuela, bebieron y experimentaron y Frederick, se dedicó a
estudiar. Siempre fue un espectador, hasta el día de hoy.
Frederick era hombre adulto, responsable e independiente, se
sentía desesperado y desolado, y tenía ganas de llorar como un
niño pequeño. Todas sus emociones estaban desbordadas. De
repente notó una mano grande sobre su rodilla izquierda.
—Tranquilo— Levantó la vista y miro al vecino a los
ojos, el hombre había regresado y ahora estaba arrodillado de
nuevo junto a él, con cara de preocupación. El hombre le
dedicó una sonrisa comprensiva y empezó a limpiar la herida.
—Todo estará bien—
—No es necesario que hagas eso—Intentó apartarse.
—Tenemos que desinfectar la herida, nunca se sabe qué
tipo de bacterias abundan por ahí. — Él hizo una mueca al
sentir el escozor cuando el hombre utilizo una gasa para
limpiar su herida.
—No es necesario— <<Esto no puede estar pasando,
esto no puede estar pasando>>, se repetía una y otra vez.
Sentado en el suelo, con un desconocido arrodillado a su lado
que parecía más un vagabundo que un personaje famoso. No
necesitaba humillarse delante de nadie más, cualquiera que lo
viera se burlaría de él al verlo vestido con esas fachas y en ese
estado, a su madre le habría dado una crisis y le habría
ordenado que se levantara inmediatamente y dejara de hacer el
ridículo, pero este desconocido era tan amable… Frederick
estaba en el límite de todo.
—Eh, Intenta calmante un poco, todo estará bien —El
vecino le dio unas palmaditas en la espalda… Frederick no le
prestó atención. En otras circunstancias, que un desconocido
lo tocara, lo hubiera hecho saltar inmediatamente y apartarse,
en ese momento hasta lo agradecía, en su entorno los gestos
afectivos resultaban escasos, por no decir nulos.
—Yo… —Tartamudeó—. Yo…—
—Ya lo sé, tienes un mal día —Añadió el hombre en
tono comprensivo—. No te preocupes por eso, lo que sí
debería importar ahora es curar esas heridas—
—Lo hare en mi casa —Inquirió entre sollozos,
intentando controlar su inminente crisis de llanto, casi fue
inconsciente que el vecino le abrió por completo la gabardina
en un intento por ver mejor sus piernas.
— Joder…— El vecino de repente se quedó paralizado
al mirar su aspecto. Frederick inmediatamente se cubrió y
llenó de vergüenza intentó levantarse, pero su pierna dolió, de
frustración y dolor, nuevas lágrimas se agruparon en sus ojos.
Lo que le faltaba, ahora su vecino había sido testigo de lo
ridículo que se veía vestido de esa manera.
Rob salió de su ensoñación al ver como el chico se
alteraba de nuevo << ¿Quién diría que el serio vecino del
quinto piso tuviera esas mañas?>> Él no hablaba mucho con
los vecinos, ya que ese no era su propósito al estar ahí, había
venido a Londres a tomar un año sabático, a alejarse de todos
mientras se resolvían las cosas en casa. Rob no sabía qué hacer
con este hombre, ¿Cuántos años tendría? ¿Veintitantos? ¿Más?
¿Menos?; bueno, en general sabía qué hacer con las crisis de
llanto, era solamente una suerte que tuviera cinco hermanas, el
vecino no era una chica, pero había tenido que consolar a
alguna de sus hermanas en algún momento cuando un tipo les
rompía el corazón <<Claro que después él se encargaba de
romperle la nariz al tipo>> y lo hacía simplemente por
hacerlo pasar por esos horribles momentos hormonales, su
padre y él la tenían difícil con seis mujeres en casa. Así que,
aunque este hombre no era una chica, por instinto se encontró
abrazándolo, le dio palmaditas en la espalda en un intento de
calmarlo, <<espero que nadie decida en ese momento
aparecer en el aparcamiento>>
—Intenta calmarte ¿quieres? Todo saldrá bien— susurró
Rob.
—Todo me sale mal —comenzó a decir el chico con la
voz amortiguada —¿Por qué no puedo ser normal? — ¿Qué
podía responder a eso? Básicamente nada, ya que no
comprendía las palabras del chico. Aun así, comentó.
—Todos cometemos errores. — Estas eran frases
ensayadas, con sus hermanas funcionaba, cuando ellas estaban
en modo desolación total, no eran bastante claras con sus
problemas, por esa razón la estrategia siempre fue, calmarlas
lo suficiente, y después averiguar lo sucedido y la dirección
del tipo al que tendría que ir a partirle la cara.
—Simplemente salí huyendo, yo no soy capaz de
aparentar ser un twink, no puedo complacer a nadie, él
seguramente me reclamará mañana— <<Uy, esto se ponía
interesante>> Como novelista siempre apreciaba una buena
historia, un culebrón cien por ciento verdadero podría servirle
para encontrar la inspiración que estaba buscando. —Yo sé
que no soy como otros… No soy sexy, no soy bueno en la
cama… —Se sonó la nariz — Pero estaba dispuesto a
intentarlo, pero me acobardé —Otra crisis de ansiedad igual o
superior a la anterior. De acuerdo a las palabras del chico, y
sumado a su aspecto, no le costó trabajo a Rob deducir que su
vecino era gay.
—¿Por qué crees que no eres sexy? —Rob miró sus
piernas, el abrigo que llevaba solamente cubría unos
centímetros debajo de sus rodillas, llevaba un pantalón de
cuero especialmente diseñado para seducir a cualquier hombre
gay, bisexual y seguramente tentaría a cualquier
heterosexual… Y por lo que alcanzó a ver segundos antes,
seguramente tenía un trasero tan apretado que… Y esos
pezones…
—No soy bueno en las… intimidades— Lo miró un
instante a los ojos, pero en seguida desvió la mirada. Rob, tras
la inicial expresión de incomprensión, comenzó a comprender
la situación << ¿Quién había destrozado la seguridad de este
hombre?>> Sin duda necesitaba regalarle un espejo, era
precioso, él prefería a las mujeres, pero había tenido sus años
rebeldes en el pasado, el hombre era sexy y no necesitaba ver
el resto de su cuerpo para saberlo, bastaba ver esos ojos color
miel tan exóticos y esos labios carnosos… —Yo no sé ligar…
—Tragó saliva—. Yo no soy como él…—Rob hizo una mueca
—. Pero hoy estaba dispuesto a todo—
—¿Y él te rechazó? —preguntó cada vez más interesado
en la historia, ¿tal vez debería de tomar notas? Frederick negó
con la cabeza.
—Lo dejé plantado, el plan era encontrar… diversión
para esta noche, cuando leí sobre lo que se podía obtener en un
bar de citas, no parecía tan complicado —
—¿Leíste? — inquirió deseoso de conocer el resto de la
historia.
—Las respuestas siempre están en los libros—
Tartamudeó, mirando la entrepierna del hombre. —Estudie
como hacer una felación[2] en caso de ser necesario— Rob
tragó saliva. ¡Joder! Esto se ponía cada vez más interesante.
—¿Y después? —
—Solo estuve cinco minutos en el bar. —Frederick ya
no podía parar—. Ese ambiente es demasiado para mí—Rob
vio como las lágrimas silenciosas se desbordaban por los ojos
del hombre. El chico las limpiaba insistentemente con sus
antebrazos.
—Oye, tranquilo, sé que puede ser difícil moverse en un
ambiente al que no estás acostumbrado— Aunque jamás había
escuchado que nadie se asustara por entrar a un bar. Claro que
había de bares a bares, Si tenía que adivinar a causa de la ropa
que el hombre llevaba, ya podría imaginarse que clase de local
era.
—Quería tener sexo, pero…—
—Joder. —Fue lo único que acertó a decir Rob. Aquella
conversación debía acabarse, no por falta de interés, sino
porque atentaba peligrosamente contra su autocontrol. Tenía al
hombre entre sus brazos sollozando mientras escuchaba cómo
había intentado tener sexo esa noche… Decididamente
peligroso. Rob enfureció. Si por él fuera en ese momento lo
arrastraba a su departamento y le daba lo que el hombre
necesitaba, pero su sentido común le decía que era una mala
idea. Estaría aprovechándose de la vulnerabilidad del hombre.
—Tranquilo— Rob apartó al hombre y lo obligó a
mirarlo a los ojos —Todos tenemos días malos, pero lo
importante es, no temer y volver a intentarlo— Rob se palmeó
la espalda mentalmente, era una frase que siempre funcionaba
con sus hermanas, esperaba en esta situación también lo
hiciera. El chico asintió al escuchar sus palabras y se limpió
las lágrimas con su ya empapado pañuelo.
—Gracias—
—Cuando quieras, ahora hay que ocuparnos de esas
heridas— No necesito que el chico asintiera, Rob buscó el
botiquín que siempre llevaba consigo, comenzó con lavar y
desinfectar las palmas de sus manos, lo mismo hizo con las
rodillas, no eran daños graves, solo unos rasguños. Lo hizo
rápido y en silencio, pero el silencio no fue incómodo. El
chico observó atentamente todo lo que Rob hacía, sin
preguntar o quejarse.
—Bueno, esto ya está. —Anunció recogiendo las gasas
sucias— Por cierto, me llamo Rob. —Y le tendió la mano. El
chico levantó la vista y clavó sus ojos rojos e hinchados en él,
por lo menos ya había dejado de llorar. Aunque ahora mismo
parecía más un mapache que un humano el delineador de ojos
se había corrido por todo el contorno de sus ojos. Rob se
esforzó así mismo a no reír, no quería alterarlo nuevamente.
Con timidez, el chico estrechó su mano. Después gimió de
dolor, sus palmas estaban raspadas. Apartó la mano
inmediatamente
—Lo siento… Soy Frederick —
—Muy bien, Frederick, ahora te aconsejo, que vayas a
casa, te des un baño y olvides todo lo sucedió en este día—
dijo mientras lo ayudaba a levantarse.
—Será fácil. —
—Inténtalo—
—Gracias… Por todo—
—No te preocupes, ve a casa ahora— Frederick asintió,
y se dirigió hacia el ascensor, en ningún momento miró hacia
atrás dos veces y Rob se preguntó si volvería a verlo de nuevo,
tal vez, ya que estaban en el mismo edificio, pero al haber sido
testigo de su patético incidente, temía que Frederick lo evitara
lo más posible.
Tras darse cuenta de que llevaba demasiado rato como
un tonto observando cómo se alejaba Frederick, miró el reloj y
maldijo, joder, tenía una cita con su editor y ya no iba a llegar
a tiempo. Sacó su móvil para llamar y se topó con el buzón de
voz. Volvió a maldecir, lo suyo no eran precisamente las
relaciones públicas, para él lo único importante era escribir, su
editor se encargaba de revisar sus manuscritos y que se
publicaran. Desde pequeño no le importó si a los demás le
gustaban sus historias o no, para él, escribir era como una
extensión de su alma, siempre que tenía una historia en la
cabeza tenía que plasmarla en el papel costara lo que costara,
tenía que darle vida sin importar que, pero una vez hecho,
seguía con la siguiente historia, no le importaba la fama, los
premios y la fortuna, sus historias siempre existirían, eso era lo
que realmente importaba.
El problema ahora era que estaba atravesando por una
fase difícil, por eso estaba en Londres, durante los últimos
quince años, Rob había sido una máquina bien engrasada,
escribía, escribía y escribía, terminaba sus obras a tiempo para
su publicación, siempre cumplía con los ciclos establecidos
por su editor, asistía a firma de autógrafos, fiestas, entrega de
premios, siempre tenía la suerte de llevarse a la cama a alguna
de sus seguidoras, hasta hace dos años que había aparecido
Catrina.
En su cama había tenido a rubias, morenas y pelirrojas,
teñidas y sin teñir, altas, curvilíneas y uno que otro hombre en
la lista, aunque quien lo hundió definitivamente fue Catrina
Miller, nunca entendió qué vio en ella, aparte de un buen par
de pechos, esa mujer no se limitó a solo sacarle dinero, sino
que, en un arranque de rencor absoluto intentó desprestigiarlo,
lo acusó de abusar de ella, dejarla embarazada y obligarla
abortar, esa mujer estaba loca.
Ahora todo estaba solucionado, tuvo que pasar por la
corte y ser blanco de los medios de comunicación, pero había
logrado limpiar su nombre. Había decidido dejar Inverness por
un tiempo, su terapeuta le había sugerido tomar algo de tiempo
libre, su inspiración estaba ausente y lo peor era que no podía
soportar el acoso de la prensa, o la mirada de compasión de
sus fans… Todo esto no solo lo había dañado a él, también a
su familia, la prensa no se detenía ante nada por sacar una
buena nota, durante meses sus padres, hermanas, cuñados y
sobrinos tuvieron que soportar el acoso a su alrededor. Su
mundo ardió como una hoguera, no solo era lo de Catrina,
durante unos meses estuvieron sacándole muchos trapitos de
su pasado, cosas sin sentido, pero para la prensa amarillista fue
una mina de oro. Donde quiera que fuera, lo acosaban.
De repente se dio cuenta de algo insólito, algo que hacía
mucho tiempo que no le sucedía, algo que ansiaba desde hacía
muchos años; ser un hombre anónimo. Frederick no lo había
reconocido, en ningún momento y si lo conocía no había
actuado como el típico fan que siempre le pedían fotos o
autógrafos. Frederick se había comportado como si fuera
cualquier otra persona ¿sería posible que no supiera quién era
él? Eso sería imposible, ya que en todo el edificio no hablaban
de otra cosa, y todos los días recibía visitas de sus amables
vecinos a darle la bienvenida, llevarle galletas, pedirle azúcar
y ya de paso aprovechar para que les diera su autógrafo. ¡Era
molesto! Había venido a Londres para escapar de la atención
de los medios. En su casa de campo en Inverness nadie lo
molestaba, al menos los demás ciudadanos del pueblo ya
sabían quién era él y lo habían superado mucho tiempo atrás,
pero con el nuevo revuelo, la prensa le estaba prestando
demasiada atención.
Londres era una ciudad muy grande, y podía pasar
desapercibido la mayor parte del tiempo, usar ropa barata,
arrugada y una barba de montañés había ayudado mucho.
Frederick se comportó normal con él<<Tal vez fue gracias a
su estado de ánimo tan deplorable>> Y la confesión… Había
algo en ese hombre… Pero no tenía tiempo para eso ahora,
sería mejor que se moviera o Harry le parearía el culo.
CAPITULO 2
Tras un baño, para nada reparador, pues Frederick
pensaba que no había baño en el mundo que le hiciera sentir
mejor después del más grande ridículo de su vida, Frederick se
sentó tranquilamente, con una taza de té, en el pequeño
despacho de su casa. Entre semana, Frederick se quedaba en
un pequeño estudio alquilado dentro del campus de la
universidad, era más práctico vivir ahí, que viajar todos los
días desde Londres, los fines de semana sí que quedaba en su
departamento, cuando cumplió dieciocho y le fue entregado el
dinero de su herencia, Frederick no había dudado en comprar
un departamento y salirse del dominio de su madre. No era un
apartamento lujoso y ni estaba en la zona más exclusiva de
Londres, pero era suyo, el resto de su herencia lo estaba
utilizando para su educación, su madre estaba muy en contra
en que siguiera estudiando el doctorado y aún más en contra
que el sueño de Frederick fuera ser profesor de economía. El
destino de Frederick era asumir las riendas de la empresa de la
familia.
Apenas había encendido su ordenador cuando sonó el
teléfono. Tenía identificador de llamadas, así que reconoció el
número. No contestar una llamada de su madre podría traer
problemas.
—Hola, mamá—
—Hola, Frederick. —La voz fría de su madre no era
ninguna sorpresa— Es la segunda vez que te llamo. ¿Dónde
estabas? —Exigió saber, como siempre.
—Trabajando en mi proyecto. —Explicarle que
intentaba olvidarse del día solo llevaría a una conversación
asfixiante…
—Tanto trabajo no es bueno, Frederick —Anunció su
madre —Ya sé que es importante, pero deberías pensar más en
tu vida personal.— <<Aquí vamos otra vez>> en el último año
su madre había comenzado a insistir en que ya era hora que
sentara cabeza y encontrara a una mujer para casarse, el
director de una empresa en opinión de su madre, debería de
estar casado y con una hermosa familia que sirviera de
ejemplo a los demás, ya que asistiría a muchos compromisos
sociales, tenía que tener una esposa a su lado. Y con esa
decisión había insistido en presentarle infinidad de hijas de sus
amigas. Todas según ella eran buenos prospectos de esposas.
Lástima que Frederick no lograba sentir nada al contemplar a
tan bellas damas.
—Respecto a eso…—
—No puedes dilatarlo más, Frederick, estas en una ideal
edad para encontrar una bella esposa y casarte— Frederick
apartó el auricular de teléfono de su oído y puso el altavoz, su
madre comenzó a hablar, hablar y hablar, y Frederick continúo
trabajando, siempre era lo mismo cuando hablaba con su
madre, ya se sabía el discurso de memoria. En ocasiones
Frederick sentía compasión por Gerard, el hombre era un
santo, era la única persona con la sorprendente capacidad de
escuchar a su madre, hablar, hablar y hablar, Gerard soportaba
toda la tortura con una sonrisa en el rostro, tal vez era la
práctica de tantos años casado. En infinidad de ocasiones él se
había ocupado de distraer a su esposa para que tanto Margaret
y él pudieran escapar de sus discursos. Pero había ocasiones
como esta, en la que su padrastro no podía ayudarlo.
Mientras él continuaba trabajando, su madre comenzó a
nombrar a varias mujeres, Frederick las conocía a todas, eran
hijas de amigas de su madre, habían convivido mucho de
niños, y en su adolescencia muchas de ellas no fueran buenas
con él. <<Ni siquiera le dirigían la palabra cuando se las
encontraba en eventos que su madre organizaba>> pensó
Frederick. La mayoría de esas chicas lo trataron mal, se
burlaron de él y fueron crueles en ocasiones, pero ahora
necesitaban marido y Frederick era la mejor opción << ¿Y qué
pasa con la atracción? ¿el amor? ¿El deseo?>> Frederic se
rio, eso no era necesario para cerrar un buen trato, detuvo su
trabajo cuando su madre mencionó a Jessica. Frunció en el
ceño ¿Era en serio? Jessica había estado estudiando en el
extranjero hasta que su padre enfermo y tuvo que regresar a
Londres, ahora estaba a cargo de la dirección de la Editorial
Firshbond, recordó que de todas las niñas con las que tuvo
contacto Jessica no fue tan mala con él, también había tenido
una conversación con ella en la fiesta de navidad de dos años
atrás, el problema era que Jessica era tan seria, educada,
cortes, responsable… Justo como él.
—No creo que funcione, madre— Comentó cuando su
madre sugirió que intentara invitarla a salir.
—¿Qué no funcionará? Ella es perfecta para ti, y el otro
día que estuvimos conversando habló maravillas de ti y
mencionó que eres atractivo—
—¿En serio? —Frederick dudaba que las palabras de su
madre fueran ciertas, de hecho, estaba seguro de que estaba
mintiendo, era solo una estrategia para salirse con la suya.
Jessica y él no tenían química, ¿De qué podrían conversar? Y
respecto al sexo… Ni hablar. Si es que Frederick conseguía
tener una erección con ella sería un milagro, si ya de por sí le
costaba trabajo tener sexo decente con hombres que lo atraían,
dudaba mucho que pudiera hacer algo con una mujer.
Pero ese era un tema que ni de lejos podía tratar con su
madre y, ya puestos, con nadie. Era demasiado vergonzoso
para contarle sus dudas e inseguridades a alguien. La
confesión hecha al vecino esa misma tarde era producto del
estrés o del mal momento, pero no volvería a ocurrir. Su madre
siguió hablando, y hablando y hablando, y Frederick sabía que
no lo dejaría tranquilo hasta que cediera.
—Muy bien, mamá —Respondió Frederick, como si
fuera un obediente niño, lo que siempre había sido. —Intentaré
contactar con Jessica— La idea original de relajarse y
olvidarse de ese desastroso día podía pasar a un segundo
plano, ahora tenía un nuevo frente abierto.
✉ ✍ ✎ ✏ ✐✑✒ ⌨
—Sé que deseabas tiempo a solas— dijo Harry con
rostro serio —¿Pero por qué llevas esas fachas? — Su primo,
miró hacia todos lados, las personas del restaurante los
miraban intrigados, mejor dicho, miraban a Rob con disgusto,
pero no le importaba lo que los demás dijeran de su aspecto.
Además, este no era un restaurante de cinco estrellas para
andar de traje y corbata.
—Espero que lo que te haya hecho citarme aquí sea de
importancia— dijo Rob algo fastidiado.
—De haber sabido que vestirías así, mejor hubiera ido a
buscar a tu departamento— Harry le dio una desaprobadora
mirada —No digo que vayas de traje y corbata, pero ¿tan
difícil es afeitarse? Con tu aspecto pareciera que no te has
duchado en una semana—
—Hoy he tenido un largo día, así que espero que vayas
directo al grano—Insistió Rob con voz cansada. Harry suspiró.
—Estoy preocupado Rob, esta situación de aislamiento
ya está yendo demasiado lejos, no te había visto tan
demacrado ni siquiera cuando se llega la fecha límite para
entregar tus manuscritos y pasas varias noches seguidas
escribiendo—
—Harry…— Advirtió —Si solo me citaste aquí para
criticarme…— Rob estaba harto, hizo el ademán de
levantarse.
—¡Espera! ¡De acuerdo! Tú ganas no diré nada más—
Satisfecho Rob volvió a sentarse —Esperó que esta noticia te
haga saltar de emoción— Frunció el ceño —También espero
que sea lo que hace falta para que despiertes y regreses a
trabajar, esto de tomarte un año entero no es bueno—
—Lo que yo haga o deje de hacer, no es de tu interés,
primo— Harry rodó los ojos.
—Debí de haber hecho caso mi exjefe y nunca debí de
haber insistido en ser tu editor, estar representando a tu propia
familia es un dolor de culo— Rob se encogió de hombros. Ni
siquiera le sorprendió que Harry usara malas palabras, eran
primos, y desde niños siempre se llevaron bien, cuando Harry
dejo Escocia y vino a Inglaterra para estudiar la universidad,
cambio mucho, <<Para bien>> <<O para mal>> según el
lado del cual se viera, ahora Harry era todo un inglés refinado,
culto, todo un caballero que no decía malas palabras, a menos
claro que Rob lo sacara de sus casillas.
—Si quieres puedes renunciar— Dijo sin mucha
convicción, la verdad era que estaría perdido sin Harry, pero
no lo diría en voz alta, su primo era su hombre de confianza,
estaba seguro de que él sería uno de los pocos que jamás lo
traicionaría.
—Nos tienes preocupado, Rob— dijo Harry——Una
cosa es querer permanecer en el anonimato y otra muy
diferente parecer un vago sin oficio. Cambia el color de tu
pelo, yo qué sé. Y supera tu problema, tienes que volver al
juego— Rob enarcó una ceja
—¿Quieres que me vuelva rubio platino? —se mofó
Rob, que al igual que su primo era moreno, el rubio no
combinaría con ellos. Ambos rieron. En ese momento, el
celular de Harry vibro sobre la mesa, mientras Rob bebía un
sorbo de vino, observó a su primo leer el mensaje de la
pantalla de su móvil y sonreír.
—Ya sé que me meto donde no me llaman, pero
¿cuándo me vas a presentar a esa mujer que te tiene tan
atontado? —Harry sonrió y dejo el móvil en la mesa.
—Aún es pronto —dijo Harry —Es algo complicado—
—¿Cuándo el amor no lo es? —
—Es solo que no queremos ir tan de prisa, queremos
seguir en nuestra burbuja, ya que cuando todo salga a la luz…
—
—Joder— Rob rio —Sí que te ha pegado fuerte, primo
— Harry lo fulminó con la mirada
—Cuando te pase a ti, pienso restregártelo en la cara—
—No creo que eso sea posible. Pero gracias por tu voto
de confianza. — Rob apretó los labios —El amor solo puedo
reflejarlo en mis novelas—
—Rob, no puedes dejar que esa mujer te fastidie la vida
— Rob frunció la nariz —No solo eres un escritor famoso,
eres una buena persona, un buen hijo, excelente hermano, eres
un tipo de fiar, un poco gruñón, pero en el fondo eres un
romántico —Harry sonrió—. Y si abandonaras esa idea
estúpida de que todas las mujeres quieren solo una cosa de ti y
volvieras intentarlo, seguramente encontrarías a esa mujer de
la cual te podrías enamorar—
—Agradezco tu consejo —contraatacó —Harry, sabes
perfectamente que no quiero arriesgarme a salir con alguien,
no volveré a pasar por eso otra vez—
—Entonces que, ¿guardaras un voto de celibato? — Rob
se ahogó con la risa que le dio. ¿Rob siendo célibe? ¡joder no!
—Tengo un plan de contingencia secreto—
—¿Y cuál es? —
—Si te lo contara ya no sería secreto— Rob se sintió
mejor al ver la cara de frustración de su primo. —Entonces,
dime de una buena vez para qué me citaste aquí— Exigió, su
primo, sonrió ampliamente, de su maletín saco una carpeta que
parecía de lo más normal, excepto que segundos más tarde se
dio cuenta de que en realidad era la caja de pandora. Y por
millonésima ocasión en ese año, maldijo su mala suerte. Su
última novela publicada no solo era un éxito en ventas, ahora
para rematar con galardón de oro y llamar más la atención de
los medios sobre él, querían comprar su novela para llevarla a
la pantalla grande. <<Mierda>>
CAPITULO 3
A la mañana siguiente Frederick llegó a la casa de su
madre un poco más tarde de lo normal, estaba cansado y con
cara de pocos amigos, ya que no había logrado dormir bien. El
desayuno, la comida o la cena del domingo en la casa de su
madre era obligación. Frederick optaba por los desayunos,
eran más rápidos que soportar una cena y un entremés
después, así podría regresar por la tarde a Cambridge.
—Buenos días— saludó a su padrastro que estaba
tranquilamente desayunando y leyendo el periódico.
—Buenos días, hijo— Gerard le sonrió cálidamente,
amaba la sonrisa de su padrastro, siempre había algo en ella
que lograba tranquilizarlo. —Tu madre tiene una reunión con
Edmund en su despacho— Frederick apretó los dientes al
escuchar ese nombre. Pero intentó disimularlo.
—Pues dejemos que ellos hablen de negocios y nosotros
concentrémonos en el desayuno. Provecho— Frederick se
sirvió café y se sumergió en una charla con su padrastro,
finanzas, su tema favorito. Pocos minutos después, su madre y
Edmund se reunieron con ellos. Frederick se levantó y saludo
a su madre con dos besos en la mejilla y para su mala suerte
Edmund tomó asiento a su lado.
—Frederick, que alegría verte —Murmuró inclinándose
para susurrarle al odio. Frederick lo observó detenidamente,
todo en su sitio, su traje de raya diplomática impecable, como
si acabara de sacarlo de la tintorería, su pelo castaño en
perfecto estado y no hacía falta mirar sus zapatos para saber lo
relucientes que estaban. Nadie podría decir que fuera
desagradable a la vista, se cuidaba lo suficiente como para
mantenerse delgado y su casi uno ochenta de estatura estaba
dentro de la media; aun así, nadie conocía la verdadera
naturaleza de ese hombre ¿Cómo llego a sentirse atraído por
ese hombre?
—Que extraño es que ustedes también decidan trabajar
en domingo ¿no crees? — habló lo suficientemente alto para
que tanto su padrastro y su madre entraran en la conversación,
lo que menos deseaba era solo prestar atención a los labios
venenosos de ese hombre.
—Cariño, en una empresa como la nuestra no existen
los descansos…—
—Lo sé, madre— Interrumpió —Pero deberías de
buscar la manera de no dejar tanto tiempo solo a tu marido,
cada que vengo a visitarte, Gerard está comiendo solo— Su
padrastro le sonrió, pero también besó la mano de su esposa,
en señal de que comprendía que ella siempre estuviera tan
ocupada, cierto. Ese hombre amaba de verdad a su mujer
¿iluso? O ¿Afortunado?
—Tendríamos menos carga de trabajo si decidieras venir
a trabajar para nosotros…—Edmund intentó acercarse
nuevamente a él, pero Frederick se levantó, fingiendo que se
acervaba a la ventana para apreciar la vista y beber café
—Pronto terminare mi tesis—Fulminó a Edmund con la
mirada —Todo esto lleva tiempo— él no era una persona
valiente, pero estaba enojado. Odiaba a ese hombre. Odiaba
todo lo que le hizo sentir.
—Edmund tiene razón, cariño— Intervino su madre —
Solo espero que cuando termines tu doctorado cumplas con tu
deber y comiences a trabajar en la empresa —
—Si, madre— El resto del desayuno transcurrió sin
incidentes, Frederick jamás volvió a sentarse a un lado de
Edmund, fue una suerte que hubiera terminado de desayunar
cuando su madre y él se unieron a ellos. Una hora después ya
estaba listo para marcharse, cuando Edmund logró
interceptarlo en la puerta. Estaban solos, ni siquiera un
sirviente estaba cerca.
—¿Hasta cuándo dejarás de evitarme, mi amor? —
—Será mejor que nadie te escuche, si mi madre se
entera, corres el riesgo de ser arrojado de tu torre de marfil—
Frederick se dirigió hacia la puerta, todo el tiempo intentando
no darle la espalda
—Tú me amas, Frederick, no lo niegues —Frederick
enarcó una ceja y se quedó con el pomo de la puerta en la
mano—. Amas lo que te hice, adoraste ser mi puta, ahora no
me vengas con eso de que me olvidaras— Si hubiera sido
capaz, Frederick estaba seguro que su mandíbula hubiera caído
literalmente al suelo. No sabía que más le sorprendía, si la
palabra amor, o puta. Frederick lamentaba decir que cometió
una estupidez, pero por aquel entonces solo había sido un
joven ingenuo, bastante confundido y desesperado.
—¡No me lo puedo creer! —apretó el pomo de la puerta
en su mano… ese hijo de… pero la tranquilidad de Edmund lo
irritaba todavía más… quería gritar, quería golpearlo, quería…
—Eres…— Desgraciadamente a Frederick lo habían
educado para no perder la compostura en ningún momento.
Esta era la casa de su madre y jamás sería capaz de hacer un
escándalo, no podría exponerse a que su madre descubriera su
secreto.
—No lo niegues, cielo, tú me amas— Edmund
calmadamente se arregló la corbata y le sonrió —Sé que
volverás a mí, será mejor que nos calmemos, y pronto verás
las cosas de otro modo—
—No creas ni por un momento que eso sucederá —abrió
a la puerta— Vete al infierno Edmund—Frederick salió dando
un portazo. Llego a su auto y se dejó caer pesadamente contra
el asiento se quitó la corbata. Tenía que haber alguna forma de
alejar definitivamente a Edmund. Buscó en el bolsillo de su
chaqueta su teléfono para hacer una llamada a Jordán para
preguntarse si ya había regresado a Cambridge o quería que lo
recogiera mañana temprano, ese domingo no podría regresar al
campus como siempre, tenía planes, su madre se había salido
con la suya y ahora tendría una cita con Jessica Firshnond,
pero el lugar de su móvil se encontró primero con un pañuelo,
y no cualquier pañuelo, se sintió mortificado al recordar la
escena de anoche. El vecino… Rob, recordó su nombre, ese
hombre a pesar de no conocerlo, le había mostrado más
amabilidad en un minuto, que ni su madre en toda su vida o
Edmund en los seis meses que…
Este hombre había sido amable con él, en ningún
momento levantó la voz o se irritó, mostró una paciencia
infinita y una educación considerable. <<sin importar su mal
aspecto>> ¿en serio era un escritor famoso? Pues no lo
parecía, el hombre era todo un caballero, al menos mucho más
que algunos que se jactaban de serlo. Recordó cómo había
llorado y hablado de su nefasto intento de seducción. ¡Ay, Dios
mío qué vergüenza! Frederick esperaba de verdad jamás
volver a verlo, no podría ni mirarlo a la cara, ya que ese
hombre lo había visto en su peor momento, era tan patético,
pero su conciencia decía que de alguna manera tenía que
agradecerle, y tenía que devolverle el pañuelo, tal vez darle
una gratificación por ayudarlo… Rodo los ojos, podría tener
aspecto de pordiosero de la calle, pero si era famoso, se
burlaría de Frederick si le ofrecía dinero a cambio de su ayuda
¿Cuál sería su nombre completo? No recordaba a nadie de sus
vecinos mencionarlo. Sería mejor que averiguara, porque sería
una grosería volverse a encontrar con él y no saber ni siquiera
que tipo de libros publicaba. Estaba seguro de que nunca
habría leído un libro de ese hombre o habría sido capaz de
identificar su rostro por muy mal aspecto que tuviera.
Y como si su día no pudiera empeorar, su madre le había
tendido una trampa, tendría a la fuerza una cita Jessica
Firshbond. Cumpliría, siempre lo hacía, jamás le llevaba la
contraria a su madre, tiempo atrás se había rendido, llevarle la
contraria a la mujer significaba que ella jamás lo dejaría
tranquilo hasta salirse con la suya. Así que iría a esa cita, y al
día siguiente volvería a Cambridge. Sabía de antemano que
nada saldría bueno de su encuentro con Jessica, pero de esta
manera, su madre lo dejaría tranquilo hasta la siguiente
candidata.
✉ ✍ ✎ ✏ ✐✑✒ ⌨
Como Frederick lo había predicho, la cena estaba
resultando ser un desastre, lo único que lo consolaba era el
hecho de que ella, parecía igual o más incómoda que él.
¡Maravilloso! Su candidata número uno a convertirse en su
esposa… Lo detestaba.
Cenaron en el más absoluto e incómodo silencio, al
principio conversaron del clima, de la noticia del día, del
famoso del mes… Pero sus vidas e intereses eran diferentes, el
mundo de ella eran los libros y el de Frederick las finanzas.
Sus amigos y conocidos tal vez podrían moverse en el mismo
circulo, pero Frederick era un antisocial, por lo tanto, podría
hablar de la vida de sus conocidos como su madre lo hacía
todo el tiempo, porque prácticamente no le interesaba lo que
hicieran los demás.
Jessica era una mujer hermosa, muy hermosa, con esos
hermosos ojos azules, su rubia cabellera, sus caderas estrechas,
sus piernas torneadas… Él por su parte no era feo, serian una
aceptable pareja para la sociedad, pero ellos no tenían futuro
juntos. Su madre más temprano había asegurado que los hijos
que tuvieran serian hermoso. ¿hijos? Tal vez era mejor decirle
a su madre que la dinastía Rhys moriría con él. No había
esperanza de que algún día Frederick se acostara con una
mujer. Su madre solo tendría esperanzas de tener nietos con
Margaret, aunque el apellido de ella era diferente, seguirían
siendo nietos de Evangeline, pero para su madre el que se
perpetuara el apellido Rhys era importante. Si por ella fuera,
hubiera hecho que Gerard se cambiara el apellido.
Cuarenta y cinco minutos más tarde se sintió agradecido
que la cena terminara, acompañó a Jessica a su coche, y
cuando estaba a punto de marcharse ella lo sorprendió al
apagar el motor y salir del auto.
—Escucha, Frederick, me agradas, en serio, pero no me
gustas como pareja— Dijo ella valientemente, Frederick
estaba asombrado, era algo que ya sabía, pero que te lo dijeran
a la cara era… Doloroso. —No quiero ofenderte… solo digo
que tú y yo… no funcionaríamos— Ella hizo movimientos con
las manos señalando el espacio entre ellos para dar más énfasis
a su afirmación.
— No me ofendes— Ya sabía que no era un prospecto
de marido aceptable, pero estaba intentando complacer a su
madre, nuevamente había fracasado en el intento.
—Escucha, se cómo es esto— Jessica parecía nerviosa
—Mi madre también me está presionando para que consiga un
marido rico, pero…—
—Estás enamorada de alguien más— dijo Frederick,
leyendo la verdad en sus ojos y comprendiendo su
desesperación.
—Si— ella suspiró —Es un buen hombre, me hace reír,
me comprende, me ama, pero no es lo que mi familia aceptaría
— Frederick sonrió, al parecer no era el único con el problema
de una madre exigente.
—Te comprendo—
—Yo no planee enamorarme— Ella parecía realmente
cansada y Frederick la comprendía, ya que él mismo se sentía
que había estado luchando contra corriente todo este tiempo.
Un transeúnte por un lado de la calle, paso muy cerca de ellos
y lo golpeó en el hombro, eso le recordó, donde esta y no era
un lugar para discutir ese tema.
—Yo no te voy a juzgar— Aseguró —Tampoco le
comentare nada a nadie, puedes estar tranquila, incluso puedo
ayudarte de ser necesario, puedo ser tu coartada para que
salgas con él sin preocuparte de que tus padres puedan
enterarse. — No sabía porque había dicho eso, pero había
surgido naturalmente, si Frederick no podía ser feliz, por lo
menos estaba contento de ayudar a que otros lo fueran. Ella lo
miró durante un largo segundo. Entonces abrió los ojos
sorprendida.
—¡Eso es! — Gritó emocionada, lo sujetó por ambas
manos y como si fuera una pequeña niña comenzó a dar
saltitos de alegría —Es la solución perfecta para ambos—
Frederick enarcó una ceja sin comprender. Estaba en realidad
temiendo que Jessica tuviera graves problemas de
personalidad. Ella sin dejar de sonreír miró hacia los lados de
la calle, sin advertirle, abrió la puerta trasera de su auto y lo
empujó dentro.
—Jessica, ¿Qué estas…? — Jessica lo empujó, hasta que
él se deslizo por el asiento trasero, dándole espacio para que
ella también subiera al auto.
—Frederick, ambos podemos ser cómplices— Anunció
Jessica muy emocionada, de la emoción también cerró la
puerta del auto un poco demasiado fuerte, pero era el auto de
ella, así que si deseaba tirar la puerta era su problema.
—¿Cómplices? —
—Mi madre es asfixiante— dijo ella con desesperación.
Frederick rio.
—Te comprendo mejor que nadie, mi madre es igual —
<<O tal vez peor>> él no conocía mujer más controladora,
manipuladora y calculadora como su madre.
—Mi madre me presiono para salir contigo, y supongo
que la tuya hizo lo mismo, hay que darles gusto— ¿Presionar?
No, no, no, la señora Rhys, no presionaba, ella exigía y
ordenaba.
—No entiendo—
—Podemos decirles a nuestras madres que estamos
saliendo, y entonces ellas dejaran de molestar y ambos
podríamos por lo menos respirar en paz un tiempo— Ella
apretó nuevamente su mano, se estaba dando cuenta que
Jessica era de las que le gustaba demasiado el contacto físico
mientras hablaba.
—Deja ver si comprendo— Frederick tomó una
respiración —Quieres que finjamos estar en una relación sin
estarlo ¿cierto? —
—Si— ella sonrió —Yo podré salir con mi novio sin la
preocupación de que mi madre me esté acosando, ya que
pensara que estoy contigo, tú puedes hacer lo mismo, puedes
salir con quien quieras, yo seré tu cuartada y tú la mía ¡Es
perfecto! — Frederick consideró la idea, no era como si
necesitara una coartada porque simplemente él no tenía una
relación, pero poder estar tiempo a solas sin las constantes
llamadas maratónicas de su madre, y sus sermones sobre tener
niños sería un gran alivio. Frederick miró a Jessica, sin creer
que esta chica que parecía tan estirada como las mujeres de su
círculo social, fuera tan diferente. De haber sabido que Jessica
era de esa forma habría intentado ser su amigo mucho antes.
—Jessica… — Frederick sonrió —¿Me harías el honor
de ser mi novia de mentira? — Ella rio ampliamente ante su
pregunta. Frederick tampoco pudo contenerse y comenzó a
reírse, se sentía tan bien reír. Lástima que él no lo hiciera tan
seguido.
CAPITULO 4
Al siguiente día aparco su auto en el estacionamiento de
la universidad, era un nuevo día y a excepción de lo ocurrido a
noche, hoy era exactamente igual que todos los días, siempre
amanecía cansado, ya que no dormía bien, y todo era a causa
de del estrés, además de que siempre se levantaba muy
temprano y se acostaba demasiado tarde, por lo tanto, solo
tenía pocas horas de sueño. Así que todos los días Frederick se
levantaba, se preparaba un café y comenzaba con su rutina
diaria, que consistía en tomar una ducha, un desayuno fugaz
que por lo general era solo fruta y jugo de naranja y después se
preparaba para su jornada, comenzaría con sus clases y más
tarde podría encerrarse en la biblioteca para continuar con su
estudio de investigación.
Al llegar al ascensor de su edificio recibió un mensaje de
Jessica, sonrió al leerlo.
“No olvides que hoy conocerás a mi otro novio, nos
vemos a las siete, que tengas un buen día en la universidad,
cariño”
Esto estaba en realidad sucediendo, y era una locura,
pero una locura necesaria. A noche habían llegado a un
acuerdo y Jessica de madrugada le había dejado un mensaje de
voz diciéndole que había hablado con su novio sobre su plan y
que él deseaba conocerlo, solo esperaba que el hombre fuera
razonable y no quisiera matarlo por ser el novio de su novia.
¿Qué tan raro sonaba eso? Jessica también dijo en su mensaje
que si tenía novia o amante del momento le gustaría conocerla,
ya que estaban en esto en las buenas y las malas.
Pues para ella sería sencillo, ya que él no tenía a nadie,
Frederick era incapaz de comprometerse, para él, mantener
relaciones con otros hombres no había sido tan sencillo como
muchos afirmaban, en la universidad fracaso, lo intento años
después y tampoco termino muy bien, con Edmund fue el error
más garrafal de su vida. Frederick no tenía la menor idea de
nada con lo referente al sexo homosexual y Edmund se había
aprovechado. Ese hombre era perverso. ¿Cómo esperaba que
Frederick se excitara pensando que él era su padre?
No podía culparlo a él al ciento por ciento; sus juegos de
perversión podrían excitar a muchos, pero con Frederick no
funcionaron, era como si el del problema fuera el mismo
Frederick y no los demás. Nadie conseguía encender ese
interruptor en él. Y, para qué negarlo, él tampoco ponía mucho
empeño de su parte. Su médico decía que no había nada malo
físicamente en él y se había negado rotundamente ir a terapia
para tratar de averiguar cuál era su incapacidad para
relacionarse con los demás.
Él era consciente de sus escasas habilidades sexuales,
quizás porque jamás tuvo a un hombre en su vida que lo
indujera a tratar de seducir mujeres o con el cual poder tener
una conversación de hombre a hombre, Gerard intentó ser un
padre para él, pero no hubo ese clic entre ellos, Frederick
simplemente fue cortes con él, no tenía la confianza para más,
tal vez porque siempre temió que el hombre le contara todo a
su esposa. Todo en lo que él llegó a tener de dudas en su
adolescencia las tuvo que investigar en libros o últimamente
consultaba mucho internet. Cuando tenía trece años tuvo el
momento más vergonzoso de su vida cuando tuvo una
infección en las vías urinarias y su madre había estado con él
en su consulta con el urólogo.
Y como esos momentos, había tenido demasiados, en
pocas pablaras Frederick era el niño de mamá, sin demasiada
experiencia y sin muchas expectativas por una vida de pareja,
a su madre solo le importaba que se casara, tuviera hijos y que
asumiera su rol en la empresa.
—¡Buenos días, Frederick! —Jordán gritó desde el otro
extremo del jardín, llamando la atención de muchas personas,
Frederick levantó la mano a modo de saludo. Así eran ellos
dos, Jordán no tenía temor a ser el centro de la atención, pero
Frederick siempre procuraba pasar desapercibido. Jordán
corrió los metros que los separaba para reunirse con él y juntos
entraron en el edifico administrativo.
—Pareces cansado — dijo Jordán. Frederick sonrió.
—Estuve estudiando hasta tarde, el examen que tenemos
la próxima semana terminara conmigo— Afirmó. Jordán hizo
una mueca
—No me digas eso, hombre, que de todos eres el que
tiene más esperanzas, y su tú estás preocupado todos
enloqueceremos— Jordán suspiró dramáticamente —
¿Estudiamos esta noche? —
—Volveré a Londres por la tarde— Dijo su amigo con
voz cancina —Tengo un compromiso, ¿Lo dejamos para
mañana? —.
—¿Compromiso? — Sonrió Jordán —¿Eso quiere decir
que la noche que me dejaste botado fue por alguien más? —
Frederick no pudo mirar al hombre a los ojos
—Lamento eso, pero en realidad ese tiempo de ambiente
no es lo mío—
—No te preocupes, hombre— Jordán palmeó su espalda
—Fue mi culpa por obligarte, intentémoslo de nuevo, la
próxima ocasión en un lugar menos intenso ¿Qué te parece?
—
—Lo pensaré— Poco después de despedirse de Jordán,
Frederick se concentró en lo que tenía que hacer, asistió a sus
clases, agendó una cita con su director de tesis, envió los
correos para el comité de revisión y pudo estudiar un poco en
la biblioteca, pronto dieron las cuatro de la tarde y se dispuso a
marcharse. Se habían citado en un restaurante familiar sencillo
a las seis, algo que por ningún motivo visitaría su madre o la
madre de Jessica o cualquiera de sus amigas snob[3]. Londres
podría ser bastante grande, pero cuando se tenía mala suerte…
ni hablar, era mejor no arriesgarse a que algo saliera mal. Así
que el novio de Jessica había escogido un pequeño local, en el
distrito donde se encontraba la editorial de la familia de
Jessica.
Llegó puntualmente a las seis de la tarde al restaurante,
al entrar inmediatamente ubicó la mesa donde se encontraba
Jessica, ya que el lugar no estaba demasiado lleno. Jessica
inmediatamente se puso de pie para saludarlo con un beso.
—Me alegro de que estés aquí—
—Como negarme a tus deseos… Cariño— él no era
muy bueno con las bromas o el sarcasmo, pero Jessica rio, así
que supuso que no lo hizo tan mal, él no tenía amigos y al
parecer Jessica sería la primera.
—Deja te presento al amor de mi vida— Jessica lo
arrastró a un lado de la mesa, donde estaba su novio. —
Frederick, él es mi amado Harry Maclead— Frederick se
quedó mudo al contemplar al hombre que atentamente le
estrechaba la mano y sonreía. Una palabra definía a ese
hombre: perfecto. Vestido con un traje gris oscuro, camisa
negra y corbata a juego, parecía un modelo de portada de una
revista de moda. Con un corte de pelo cuidadosamente
despeinado y una constitución atlética. ¡Dios! —Mi amor, él
es Frederick Rhys, mi novio oficial de mentiras— El hombre
atractivo rodó los ojos.
—Esa idea sigue sin gustarme—
—Pero mi amor, es divertido—Frederick se sentó sin
mediar palabra y sin dejar de observar al hombre, Esto es
malo, muy muy muy malo, no era bueno que le gustara el
hombre que era el novio de su novia falsa <<Esto es todo un
trabalenguas>>.
—¿Deseas tomar algo, Frederick? —Interrumpió el
hombre perfecto. Frederick tuvo que aclararse la voz antes de
responder
—Agua mineral—acertó a decir de forma ahogada.
Pocas veces se quedaba embobado de esa manera al mirar a un
hombre, en su círculo social tenía la oportunidad de
contemplar a toda clase de tipos, aunque siempre mantenía su
actitud profesional y distante. Observó cómo el individuo
sujetaba y besaba la mano de Jessica entonces sintió una
punzada de desilusión. Tenía que reaccionar, ese hombre
estaba perdidamente enamorado de Jessica, y él había
prometido ayudarles, no tratar de robarle al galán, además
¿Qué era él en comparación con Jessica? Para empezar, él
tenía un pene, y Harry escurría “Heterosexualidad” por cada
uno de sus poros. ¡Qué fatalidad! Quería uno así. Para él.
Durante una hora, comieron, conversaron y se
conocieron, aunque Jessica y él se conocían desde niños,
prácticamente eran unos desconocidos, había mucho que no
sabían uno del otro. Y Harry resulto ser un hombre sencillo a
pesar de su apariencia, comprendió el dilema de Jessica, ella
era la directora de la editorial, y Harry era un simple editor. El
típico cliché de la chica rica y el chico pobre. La madre de
Jessica y la de él exigirían su cabeza cuando se enteraran de lo
que estaba haciendo. Pero si él no podía encontrar el amor, le
alegraba tan siquiera poder colaborar con un amor verdadero.
Jessica tuvo que marcharse primero, ya que le llamaron
de emergencia de la oficina, Frederick pensó que tal vez todo
fue un acto planeado para dejarlo a solas con Harry.
Seguramente era una estrategia de Jessica para que se
conocieran mejor.
El hombre era un tipo agradable y correcto, no podía
alegar lo contrario. Frederick miró su reloj, era mejor terminar
con esto de una vez.
—Tengo que marcharme— Anunció, llamando al
camarero para pagar la cuenta, pero Harry no dejo que lo
hiciera. Él inmediatamente sacó su tarjeta y se le adelantó a
pagar.
—Escucha Frederick— Harry lo miró nervioso —
Quiero agradecerte todo lo que estás haciendo y quiero
asegurarte que amo a Jessica de verdad y no pretendo
aprovecharme de ella— Frederick apretó los labios. Este no
era un tema en el que quisiera involucrarse, pero…
—¿Eres consciente del problema que esto atraerá para
ella? — Preguntó sin ningún remordimiento —Todos los
demás piensan que al vernos rodeados de lujos y dinero
tenemos la vida resuelta, pero no es así, Jessica está
arriesgando todo por ti, sé que si al final del camino, si tuviera
que escoger entre su familia y tú, te escogería a ti sin dudar, no
la decepciones— Harry parpadeo sorprendido, ya que esta fue
la frase más larga que había dicho Frederick en toda la cena.
Pero quería dejarle las cosas claras a Harry, aquí la que estaba
arriesgando el todo por el todo era Jessica. Esto era una
relación con la cual Frederick solo podía soñar, y esperaba de
verdad que para Jessica resultara con el típico final feliz.
—Jamás le haría daño— Dijo el hombre con gran
convicción. Frederick le creyó.
—Eso espero— salieron juntos del restaurant, estaban
intercambiando números de teléfono para estar en contacto,
cuando un transeúnte paso por la espalda de Frederick y lo
empujó hacia adelante, gracias al cielo Harry pudo
estabilizarlo o se habría ido con todo contra la pared.
—¿Estás bien? — Preguntó Harry. Frederick asintió,
pero no podía decir palabra, ya que se dio cuenta que este
hombre no solo era atractivo, también olía divino. <<maldita
Jessica afortunada>>
—Pero ¿Qué tenemos aquí? — habló una voz masculina
a su espalda, Frederick se tensó, ya que esa voz se le hizo
conocida.
Rob miró confuso y, por qué no admitirlo, un poco
irritado al ver cómo su primo sostenía de los hombros al
vecino dramático. Sin duda era él, no se parecía en nada al
dulce bocadillo disfrazado de cuero de la otra noche. Hoy era
todo un ejecutivo vestido de traje gris y bien peinado. Pero ese
rostro jamás podría olvidarlo. Era él sin duda, y había tenido la
esperanza de encontrárselo en el edificio en esos días, pero no
había tenido suerte y ahora… Venía encontrarlo con su primo
¡Su primo! ¿Harry era gay? Recordó que él le dijo que tenía
una relación secreta, pero, jamás imagino que sería esto.
Maldita sea la madre que lo parió.
—Rob llegas tarde — dijo Harry —Quedaste de traerme
esos documentos hace dos horas, estaba a punto de marcharme
— Rob se encogió de hombros
—Dijiste que tendrías una cena de negocios, así que
asumí que no tenías prisa por marcharte —dijo Rob de mal
humor, aunque ahora que pensaba bien las cosas, si hubiera
llegado antes se habría dado cuenta de que el bocadillo sexy y
su primo… Su vecino cambió su maletín de una mano a otra,
nervioso.
—¿Se conocen? — preguntó Frederick
—Somos familia, primos, nada del otro mundo— Se
adelantó a decir Rob. No es que estuviera ocultando su
identidad, en su edificio todos sabían que era escritor.
Frederick miraba entre uno y el otro como tratando de
comprender como era que dos seres tan distintos tuvieran los
mismos genes.
—¿Y ustedes como se conocen? — Preguntó Harry.
—Vivimos en el mismo edificio— dijo Rob mirando a
su vecino directamente, no le pasó desapercibido como él se
tensó, seguramente temía que Rob contara a Harry sobre su
peculiar encuentro.
—Qué casualidad— dijo Harry con sarcasmo. Frederick
sonrió. Rob apretó los puños, ni siquiera sabía por qué le
molestaba que su vecino estuviera encandilado por Harry.
— Siempre es agradable tener buenos vecinos— Rob
dio un paso más cerca de Frederick —Nunca se sabe en qué
momento un vecino puedo darte una mano en un momento de
necesidad ¿No es así vecino? — Frederick comenzó a toser
nerviosamente.
—Disculpa a mi primo… —Harry le sonrió a Frederick
e hizo una pausa antes de añadir —Siempre es un poco brusco
—Maldito Harry con sus impecables modales, Joder. Y para
colmo, Frederick permanecía allí de pie, mirando a su primo
como si fuera aun dios.
—No te preocupes— susurró Frederick
—Siento este espectáculo —se disculpó Harry
intentando deslumbrar a Frederick con su sonrisa
—Está bien —Aceptó Frederick confuso por todo
aquello. —Ahora tengo que marcharme— Rob apretó los
dientes cuando Frederick le estrechó la mano a Harry y a él
simplemente le dirigió un asentimiento de cabeza. Después
comenzó a caminar calle abajo sin dirigirle una segunda
mirada. ¡Hijo de la mala leche! Después de todo lo que había
hecho Rob por él, lo ignoraba de esa manera. No debería de
importarle, tampoco le debería de importar si estaba
revolcándose con Harry, pero…
—Vas a explicarme por las buenas que te traes con ese
chico o te voy a torturar—
—¿Chico? — preguntó Harry enarcando una ceja —
¿Sabes cuantos años tiene? Aunque he de admitir que no los
aparenta—
—Harry— Rob colocó una mano en su hombro y dio un
ligero apretón —No te desvíes del tema, ¿Qué te traes con él?
— Harry le dirigió una sonrisa.
—Eso no te incumbe, primo—
—Creo que mi tía me matara por eso, pero si no
comienzas hablar, te advierto que el linaje de tu familia se
acabara contigo, te cortaré la polla y …— Harry rio.
—¡Santo cielo! — Harry también colocó una mano en
su hombro, ambos estaban frente a frente, retándose—¿Por
qué tanto interés? ¿acaso has dejado atrás las vaginas y ahora
tu pene se levanta ante los culos? — A Rob no le hizo gracia
el comentario, molesto empujó a su primo, el cual rio sin
cesar, ¡Maldita sea! ¿Por qué le molestaba la idea de su primo
follando a Frederick? No le gustaba el chico… El hombre. A
él no le gustaban los hombres. Y aunque él hubiera
experimentado sexo con algunos hombres, ¡Por dios!
Frederick no era del tipo que despertaría algo en él. Solo
echarle un vistazo ahora mismo le dijo que el hombre era
aburrido y reprimido, su desafortunado incidente, simplemente
fue un intento desesperado por tratar ligar como todos los
demás, el cual fue un intento torpe y desesperado, aunque
tenía que admitir que, si recordaba bien, el hombre no estaba
nada mal, solo pensar en esas piernas torneadas cubiertas de
cuero… << ¿Te has vuelto loco o qué?>>, se dijo a sí mismo.
Míralo, joder, pareciera que el hombre a estas alturas fuera un
virgen, nada interesante, nada que llamara demasiado su
atención, aun así…
Rob había dejado claro que no tendría más aventuras de
una noche con chicas peligrosas, o personas que intentaran
obtener un veneficio para sí mismas, pero una idea loca golpeo
su cabeza, Frederick le daba lo mismo si era famoso o no, para
Frederick no era más que un encuentro desafortunado que
quería olvidar… Además, recordaba que esa noche el hombre
había ido a quien sabe qué lugar buscando diversión.
—¡Llamando a Rob! ¡Tierra a Rob! — Su primo batió
su mano delante de sus ojos. Llamando su atención, Rob le dio
un manotazo.
—Deja de joder—
—Maldita sea, hoy estas de muy buen humor ¿Qué
mierda te sucede? — Rob miró por la calle donde Frederick se
había marchado, ya no alcanzaba a verlo, pero no importaba.
—No me sucede nada— dijo Rob molesto —No es nada
que no pueda arreglar—
CAPITULO 5
Su plan iba demasiado bien, hacía unos cuantos días
habían anunciado a sus madres que ahora estaban saliendo.
—Qué alegría que te guste la idea, Mamá —murmuró
Frederick respirando profundamente para no perder la poca
paciencia que le quedaba en esos instantes. Se dejó caer en el
sofá de su casa, se quitó los zapatos y se preparó para aguantar
a su madre, toda la semana había sido agotadora, más aún
cuando su director de tesis le había señalado varios puntos en
su escrito que tenía que revisar, Frederick estaba frustrado, ya
que recordaba que en otra ocasión su asesor le había dicho que
estaba todo correcto en esa parte. Y si a eso le tenía que sumar
que pronto tendría un examen… No sabía cómo era que
sobreviviría la siguiente semana. Había evitado a su madre
durante tres días, pero la señora Rhys no era de las que dejaba
pasar la oportunidad de hacer valer su opinión. Estaba
emocionada porque estuviera saliendo con Jessica, ni siquiera
podían comenzar a representar su papel de novios enamorados,
ya que se suponía que apenas llevaban pocas citas, él estando
en Cambridge toda la semana y Jessica en Londres hacía
imposible que se reunieran, aunque su madre se había enterado
de que el día lunes estuvo en Londres para cenar con ella,
suerte que no averiguo que estuvo otro invitado con ellos.
Además, Jessica supuestamente el jueves fue a visitarlo a la
universidad. Cosa que no fue cierta, pero sus madres no
tendrían que enterarse. Todo estaba resultando de acuerdo al
plan.
—Hablaremos después mamá —dijo con la intención de
apaciguarla.
—Por supuesto, estoy organizado una pequeña reunión,
es mejor que las familias Rhys y Firshbond comiencen a
conocerse mejor.
—Está bien. —Se rindió, quería descansar, no pelear
con su madre; ya buscaría la forma de evitarlo. Después de
cinco minutos más hablando de lo feliz y orgullosa que estaba
de él, consiguió despedirse de ella. Recogió los zapatos del
suelo y, descalzo se dirigió a su dormitorio. Miró el reloj, una
ducha le hubiese venido bien, pero iría a recoger a Jessica
dentro de una hora y la acompañaría a su casa, el show había
comenzado y era mejor que los vieran juntos lo más posible,
aprovecharía para de regreso comprar algo de cenar. <<vaya
maravillosa vida la que tengo>> Ese día, habían acordado que
Jessica saldría con Harry unas horas y después Frederick
pasaría a recogerla al departamento de él y la llevaría a casa.
Todo estaba saliendo bien, al menos para Jessica, ella tenía un
novio que la amaba, a un cómplice que la apoyaba, y hoy
seguramente Jessica obtendría buen sexo, mientras que
Frederick si tenía suerte encontraría una cena adecuada y con
una buena copa de vino podría luchar por conciliar el sueño.
¿Envidiaba a Jessica? La respuesta era un enorme ¡Si!
Lo único que lo consolaba, era que gracias a Jessica podría el
sábado pasar todo el día en su casa trabajando en su tesis. Su
madre no lo molestaría si pensaba que estaba teniendo una cita
de todo un día con ella.
Frederick no tenía problemas en admitir que era un
inadaptado social, era incapaz de hacer amigos, ir de fiesta y
coquetear… ese era un problema. Con sus compañeros de la
universidad todo giraba en torno a la escuela, con Jordán podía
tener otro tipo de conversaciones, y lo consideraba un amigo,
pero Frederick seguía teniendo problemas para abrirse
completamente. Así que, sin amigos, sin nadie con quien salir
y sin amante, a Frederick no le quedaba más remedio que
concentrarse en su doctorado, así era su vida, y no podía hacer
nada para cambiarla, decidiendo que no quería deprimirse, se
dispuso a marcharse e ir a recoger a Jessica. Ella libremente
ahora lo llamaba su mejor amigo, ¿Cómo se podía ser el mejor
amigo de alguien después de pocos días? Frederick necesitaba
más que eso para confiar en alguien. Pero así era Jessica, y le
agradaba ella, así que esperaba no arruinarlo.
✉ ✍ ✎ ✏ ✐✑✒ ⌨
Dos horas más tarde estaba de regreso en su edificio, con
una bolsa de ensalada y pasta para cenar. Por poco fue
obligado a quedarse en la casa de Jessica a tomar una copa, la
madre de ella estaba igual de emocionada que su madre sobre
esta relación de ellos. Esto estaba resultando ser agotador y
apenas llevaban pocos días con este plan. << ¿a quién engañas
Frederick? estás celoso>> dijo su conciencia y no podía
contradecirla, ver la forma en la que Harry abrazaba y besaba
a Jessica fue un duro recordatorio de algo que él jamás podría
conseguir, ya que para comenzar él era un hombre y ese tipo
de relación entre hombres era… Imposible de encontrar. Sería
raro, ya que, para comenzar, esas demostraciones de afecto en
público, serian imposibles entre dos hombres. Y, en segundo
lugar, Frederick jamás podría ser igual de abierto que Jessica.
No se veía a sí mismo riendo, besando y jugueteando con su
amante. Negó con la cabeza, no, eso era imposible para él.
Las puertas del ascensor se abrieron en el primer piso, y
Frederick maldijo su mala suerte. Su vecino estaba ahí, en
vivo y a todo color.
—Vaya, ¿Qué tenemos aquí? —Dijo Rob divertido.
—Buenas noches— Saludó Frederick cortésmente, pero
lo único que deseaba era que la tierra lo tragara, cuando fue a
recoger a Jessica esa noche, temió todo el tiempo que Harry
dijera algo indebido, estaba seguro de que su primo le debió de
haber contado su patético accidente. Pero Harry se comportó
normal con él, aun así, tenía sus reservas al respecto. Ya que
Harry lo había estado observado demasiado cuando pensó que
Frederick no lo estaba mirando. Rob entró en el ascensor y las
puertas se cerraron dejándolos completamente solos y en un
espacio muy estrecho.
—Así que Harry, eh— dijo Rob con burla en su voz.
—Harry es un buen… Amigo— murmuró Frederick.
—¿Amigo? ¿En serio? ¿Así se llama hoy? — Frederick
enarco una ceja.
—¿De qué hablas? — Rob estaba en su límite, estaba
algo molesto porque esa noche había recibido una mala
noticia, la cadena televisiva que había comprado los derechos
de su libro para realizar la adaptación cinematográfica,
deseaban que se uniera a su equipo de guionistas, él ni siquiera
deseaba que su libro se convirtiera en película, mucho menos
deseaba participar en ello, no quería dar entrevistas, no quería
asistir a entrega de premios y sobre todo no deseaba salir de su
anonimato, esa mañana había tenido que salir por la parte de
atrás del edificio para no ser visto por la prensa que estaba
instalado fuera del edificio, para los medios no era sencillo
aceptar un no por respuesta. Harry insistía en que diera una
conferencia de prensa, ¿Qué parte de que Rob quería tener un
descanso no entendían? Cuando apenas las aguas de su
escándalo de hace un par de meses estaba comenzándose a
calmar, sucedía esto. Esa noche estaba en su límite, más aún
cuando recibió el correo electrónico de Catrina, ¡Qué mujer
tan sínica! Después de todo lo que lo había hecho pasar, tenía
el descaro de buscarlo.
Esa noche había ido a tomar unos tragos y estuvo en
busca de una mujer para follar, pero no había tenido suerte, y
para colmo tuvo que regresar a casa en un taxi, ya que su auto
estaba secuestrado en el estacionamiento subterráneo, los
periodistas lo tenían ubicado, no podía hacer otra que tratar de
pasar desapercibido utilizando otros medios de transporte, era
un fastidio. Estaba harto, había vuelto a casa con la intensión
de emborracharse y se encontraba con el serio y reprimido
Frederick, lo cual le hizo recordar a Harry y su maldito sentido
de caballerosidad, jamás le negó o le confirmó si estaba
follando con este hombre.
—Hablo de ti y de mi primo— Susurró seductoramente,
por un segundo Frederick no capto el mensaje, entonces abrió
los ojos como platos en señal de comprensión, se sonrojó y eso
fue todo lo que Rob necesito para aclarar todas sus dudas
¡Maldita sea! Rob tuvo que apartar la vista, no sería correcto
que se metiera en el terreno de su primo. Podría estar algo
aturdido por el alcohol, pero no tanto como para no pensar en
que lo último que necesitaba era joder su relación con Harry,
su primo era el único apoyo que tenía en todo eso. No quería
cambiar de editor, Harry era bueno en su trabajo y al ser
familia, él hacía mucho más de lo que cualquier editor pudiera
hacer. Harry lo soportaba con todos sus malos humores y
manías.
Salir en desacuerdo con Harry era lo último que
necesitaba en esta vida, lo único que necesitaba era echar un
polvo con urgencia. Era un tonto, últimamente lo único que
podía imaginarse era a hombres recatados y serios, que de
repente se transformaban en la imagen de la sensualidad y
decadencia, no podía dejar de pensar en este hombre vestido
de traje y el hombre vestido de cuero de hace unos días.
¡Mierda! esa noche le tocaría buscar porno en internet, tal vez
seria porno gay en esa ocasión. Gracias al cielo las puertas del
ascensor se abrieron en el tercer piso y salió de prisa para
salvar la poca cordura que le quedaba.
—¡Espera! — llamó Frederick a su espalda, el hombre lo
había seguido fuera del ascensor —No es lo que piensas…—
—No tienes por qué darme explicaciones— Rob buscó
las llaves de su apartamento en el bolsillo.
—Pero es que, Harry no es…— Tan enfadado iba que no
se dio cuenta de que al dar un paso hacia atrás para tratar de
abrir la puerta de su apartamento tropezó con Frederick, que se
había detenido detrás de él.
Cuando Frederick decidió seguir a su vecino en el tercer
piso, fue solo con la intensión de aclarar las cosas, no quería
que el hombre tuviera ideas equivocadas de él, tampoco quería
correr el riesgo que hablara de más con Harry y que Harry a su
vez le contara todo a Jessica, sería un gran problema, no
podría mirarlos a los ojos si eso sucedía. Pero Rob no quería
escuchar, y todo había terminado muy mal, y de no ser porque
el pasillo era muy pequeño y había caído sobre Rob, hubiera
terminado en el suelo, su torpeza estaba aumentando
últimamente. Frederick fue consciente de la proximidad del
hombre. Qué ridículo resultaba pensar que gracias a una
torpeza estaban en una situación muy comprometedora. << ¿Y
qué esperabas, tonto? Ningún hombre se interesa por ti y
menos uno así>> De acuerdo, podía parecer un patán, pero
desde luego estaba bien físicamente, era alto, olía a limpio y se
había comportado con una educación aceptable. Si tan solo se
afeitara esa horrible barba…
—Lo siento —se disculpó Rob sujetándolo de un codo.
—No pasa nada —dijo él volviéndose para quedar
frente a él. Sonrió apenadamente y Rob se vio perdido. Él no
lo soltó y Frederick no hizo nada por soltarse. Frederick lo
miró fijamente y le aguantó la mirada.
Rob esperaba una señal, quería besarlo y no recibir un
puñetazo a cambio. <<él es de mi primo>> dijo una voz en su
cabeza, no debía, no debía, no debía…
A la mierda la señal. Esto atentaba con todo el honor y
la lealtad, pero Rob ya no podía más, siguiendo sus instintos,
besó a ese hombre como si no hubiera un mañana.
No estaba acostumbrado a que ningún amante fuera
hombre o mujer se mantuviera inmóvil, Frederick por su parte
parecía más asombrado que entusiasmado, si pensaba que
podría resistirse a Rob aprendería por las malas que él era un
experto seduciendo, por todos los medios lograría que este
hombre perdiera su fría y calculadora compostura.
Con paciencia y determinación cambió de postura,
agarrándolo de la cintura para pegarle más a él, y con
habilidad lo instó a separar los labios. El problema era que
Frederick pensaba demasiado las cosas, incluso ahora a Rob le
parecía estar viendo las ruedas en su cabeza trabajar.
Rob gruñó cuando por fin pudo besarlo como era debido
y notó cómo tímidamente él colocaba una mano sobre su
bíceps. <<Las conquistas difíciles son siempre las más
satisfactorias>> pensó mientras lo aprisionaba contra la
puerta de entrada. Bajó una mano y la posó en su culo, con la
otra en su nuca pudo inclinarlo en un ángulo más adecuado
para sus propósitos. Gimió al sentir la erección del hombre
contra su muslo. ¡De eso estaba hablando! La presa estaba en
su red ahora. Dejó de saborear sus labios para poder hacerlo en
su cuello, y el tímido gemido de él le supo a gloria. ¡Victoria!
<<Chúpate esa, primo>>
Frederick por su parte estaba rezando en no arruinar
esto, ¡Lo estaba besando! <<Señor, no permitas que arruine
esto>> En sus otras escasas relaciones, Frederick jamás había
sentido algo como esto, temía arruinar el momento, con
timidez levantó una mano y la llevó hasta su cabeza, le
acarició el cabello y en el acto notó cómo Rob lo agarraba con
más fuerza. << ¡Si, Si, ¡Si! Oh, Dios mío>> no estaba
acostumbrado a esa rudeza, casi animal, aunque extrañamente
lo estaba excitando. Sus movimientos estaban limitados por el
cuerpo de él, aun así, movió sus piernas, notaba cómo su deseo
iba creciendo, esta era la primera ocasión en la historia que
lograba una erección tan rápido… deseaba tanto correrse.
Contuvo un grito cuando sintió que Rob mordía su
oreja, movió la cabeza a un lado, en busca de aire, e
inconscientemente le dio mejor acceso. Él pellizcó de nuevo
su lóbulo con los dientes y Frederick se mordió el labio
inferior para contenerse. Rob cambió de posición, dejó de
sujetarlo por el cuello y fue bajando la mano por su pecho, a
pesar de la camisa que llevaba, Rob pellizco una de sus
tetillas, él jamás había disfrutado eso, no entendía por qué los
demás pensaban que era placentero chupar y pellizcar los
pezones masculinos, solo las mujeres sentían placer cuando les
tocaban las tetas, ahora estaba completamente convencido que
todo lo que él había creído estaba completamente equivocado,
Rob volvió a retorcer sus tetillas y Frederick gimió en serio.
<< ¡Dulce Jesús! Voy a morir>>
En ese momento Rob se sentía como el hombre más
poderoso del mundo, estaba haciendo que este hombre
perdiera el control y eso aumentaba el orgullo masculino de
cualquier hombre, por fin empezaba a soltarse y solo pensaba
en cómo tumbarlo y darle por el culo hasta que rogara
misericordia, pero tuvo que recordarse que un seguían en el
pasillo de su piso, cualquiera de sus vecinos podría aparecer en
cualquier momento, aunque, visto cómo iban las cosas,
seguramente Frederick no opondría ninguna objeción si se lo
follaba allí mismo contra la puerta. Había conseguido su
objetivo, era suyo, Harry podría irse al infierno… Pero pensar
en su primo apagó toda su libido << ¿Qué hijo de putas estoy
haciendo? >>
—Joder —Maldijo apartándose bruscamente de
Frederick, se pasó la mano por el cabello y le dio la espalda.
Enfadado consigo mismo. ¿Qué clase de persona era al tratar
de robarle el amante a su primo? Y lo peor, ¿qué pensaría él?
¿Qué era una especie de maníaco sexual que a las primeras de
cambio se echaba encima, literalmente, de su presa? Rob le
echó la culpa a la escasez sexual autoimpuesta y al whisky que
había tomado. Tenía mucho tiempo sin sexo y el alcohol
siempre embrutecía al más listo. —Lo siento… Esto no debió
pasar— se disculpó, trato de no mirarlo, si lo hacía corría el
riesgo de mandar todo al infierno y hacerlo entrar en su casa.
Frederick respiró profundamente, se recolocó la ropa y
se enderezó. Trató de no sentirse herido, había sido rechazado
<<nuevamente>> no debería de estar asombrado, nuevamente
había hecho las cosas mal. ¿o tal vez era por lo que no había
hecho? Simplemente se había quedado ahí, pasmado,
disfrutando y no había hecho nada para complacer a su
compañero sexual. Cerro los ojos. Había estudiado muy bien
el libro de “como seducir a tu compañero de cama” y esa era
la regla número uno y Frederick nuevamente lo había
arruinado. Pero por una extraña razón hoy se sentía peor.
Lo único que deseaba ahora era desaparecer de la faz de
la tierra, no quería perder la compostura nuevamente delante
de este hombre, así que recogió las bolsas del suelo y se
apresuró hacia el ascensor con toda la dignidad que fue capaz
de reunir. Llamó al botón más veces de las necesarias, rezando
con todas sus fuerzas que las puertas se abrieran rápidamente.
Rob lo siguió, no podía permitir que se fuera sin
disculparse, también tendría que hablar con Harry y tratar de
aclarar las cosas, tenía que dejarle claro que él era el culpable
de todo y que Frederick no tenía la culpa de nada, él era el hijo
de puta aquí y asumiría por completo la culpa.
—Quiero pedirte disculpas por mi comportamiento. —
Rob habló suavemente. él no le respondió ni lo miró. Estaba
muy ocupado destrozando el botón del ascensor. —No era mi
intención abalanzarme sobre ti —Prosiguió en el mismo tono
para aligerar el ambiente. —En ningún momento pensé que las
cosas fueran tan lejos, hablaré con Harry…— Frederick no
decía nada y Rob se estaba empezando a cabrear —Maldita
sea, ¿me estás escuchando? —Frederick negó con la cabeza
—¿Por qué decirle a Harry? Lo que menos quiero es que
alguien más sea testigo de mi maldita humillación—
—¿Disculpa? —Rob sujetó su mano para que dejara el
botón en paz. —Si te hice sentir mal discúlpame, en ningún
momento quise hacerte sentir humillado—
—Deja el tema— Frederick desvió la mirada —
Olvídalo, ya sé que un hombre como tú, jamás se fijaría en
alguien como yo…—
—¿Qué? — Rob parpadeo sorprendió. ¿Qué acababa de
decir?
—Soy lo suficientemente mayorcito como para aceptar
lo que ha pasado. No tienes que justificarte, ya estoy
acostumbrado— Rob se enfureció, ¿Quién rayos había
destrozado la confianza de este hombre? Viendo su rostro
sonrojado, sus ojos brillantes a casi punto de querer llorar,
dejaron en claro muchas cosas. ¿Podría ser…? Se negaba a
tener esperanza, esperaba que sus sospechas fueran ciertas.
—¿Tienes alguna relación con Harry? — Rob preguntó.
Frederick lo miró asombrado. Negó con la cabeza.
—Harry es… mi amigo— la puerta del ascensor se abrió
y Frederick no perdió la oportunidad para poder escapar, pero
Rob fue más rápido y le obstruyo el paso.
—Seré más específico ¿Estás follando con mi primo? —
preguntó conteniendo el aliento, <<dime que no>> Frederick
parpadeo ante la pregunta.
—Por supuesto que no, ¿Por qué piensas eso? —
—¡Gracias a Dios! — En esta ocasión Rob no se
contuvo, bajó la cabeza para besarlo con fuerza, con rabia,
marcando su territorio. Estaba comportándose de nuevo como
un animal rabioso, su ya de por sí escaso control estaba bajo
números rojos, lo estaba arrollando, literalmente.
Sin liberar sus labios, Rob hizo que caminara hacia su
apartamento, ahora nada lo detendría de pasar un buen rato
con este hombre, no era territorio de su primo, por la tanto era
casería legítima. Y él tenía a la presa en su territorio.
Llegaron a la puerta y simplemente se preocupó por
traspasar la puerta, una vez dentro de su dominio, sin soltarlo
lo empujó contra la mesa auxiliar del pasillo. Lo sujetó por las
caderas y se movió buscando la fricción de sus pollas, esta vez
no lo dejaría escapar. Y a la mierda con las consecuencias.
Frederick no se cayó al suelo porque entre la resistente
mesa de madera y el cuerpo de Rob no era logísticamente
posible. Estaba siendo víctima de un asalto en toda regla, tuvo
que agarrarse a él para poder mantenerse erguido.
—Esta vez no me detendré —Gruñó Rob pensando que
lo estaba rechazando.
—No lo hagas…—Susurró Frederick tratando de tomar
aire.
Rob rio, este hombre simplemente era perfecto para él, estaba
aceptando su destino con calma, a Rob siempre le encantaba
dominar, veía en él al sumiso perfecto. Gruñó, excitado como
hacía mucho tiempo que no estaba. ¿Él era consciente de lo
peligroso que era mostrarse así? —Rob… —gimió él y a Rob
le encantó esa voz suplicante.
Se apretó contra él, embistió con las caderas para que a
él no le quedara ni la más mínima duda de lo que iba a pasar.
Frederick nunca antes se había sentido tan sumamente
excitado, no podía hacer nada para evitarlo, tampoco quería.
Rob controlaba completamente la situación, no tenía ni voz ni
voto, y eso aumentaba el calor que invadía su cuerpo. Él no
estaba preguntando ni pidiendo permiso, simplemente actuaba,
y él estaba encantado.
Algo muy dentro de Frederick le dijo que tenía que dejar
claro que estaba dispuesto a intentar complacerlo, por una vez
en su vida quería demostrar que no era tan frío como Edmund
aseguraba. Era consciente de la erección que lo presionaba, y
sonrió, era el causante, ahora sólo tenía que estar a la altura.
<<tú puedes Frederick>>
Rob necesitaba tocar más piel, poner sus manos por todo
ese delicioso cuerpo, comprobar si estaba tan cachondo como
él. Ya no bastaba con devorar su boca y mordisquear su cuello.
Además, que deseaba más que nada verlo perdido en la pasión,
que perdiera su fría personalidad y se sometiera a sus deseos.
Empezó a desabrochar su camisa con movimientos bruscos,
gruño al comprobar que debajo de esa camisa, estaba la
playera de tirantes, ¡joder! ¿Este hombre era un anciano o qué?
En esta era, ya no se utilizaba la playera de tirantes debajo de
las camisas, y si Rob quería ganar dinero, apostaría a que
Frederick seguramente usaba tirantes con sus trajes y tirantes
en las piernas para sostener la camisa en su lugar.
—Llevas demasiada ropa—murmuró con voz ronca
mientras se deshacía de las capas de ropa. Escuchó un
desgarrón en alguna parte, pero no importaba por el momento.
Pagaría lo que hubiera roto. Rob parecía un toro en celo,
deseaba tenerlo desnudo, en su cama y con las piernas abiertas
lo más rápido que pudiera.
Frederick Estaba intentando no perder el equilibrio, este
no era un lugar muy cómodo para hacer semejante tarea, pero
a Rob no parecía importarle donde estaban. Se sentía
totalmente expuesto, en una casa ajena, dejando que un
perfecto desconocido le metiera mano.
—No sabes cómo muero por follarte por el culo—gruño
su vecino. Frederick jamás pronunciaba malas palabras, le
parecía algo vulgar, cuando Edmund utilizó ese lenguaje causó
que toda la libido de Frederick se apagara, no le gustaba el
lenguaje obsceno, pero con este hombre… Frederick se
mordió el labio, gritar no estaría bien. La pregunta ahora era:
¿cuánto tiempo aguantaría en silencio? Él estaba en ese
instante mordisqueando su cuello, pellizcando sus tetillas, y
frotando su erección contra la suya.
—Tócame—pidió él.
—¿Don… dónde? —inquirió dejando patente su
indecisión.
—Aquí. —Agarró su mano—. Desabróchame los
pantalones—
—De… acuerdo—tartamudeó él con timidez y,
temiendo perder el equilibrio, bajó la mano. Él se lo puso fácil
apartándose, solo lo imprescindible, al comienzo dudo, pero
no quería arruinarlo, tenía que hacer el esfuerzo por
complacerlo, le agarró la polla con timidez, solo la punta, y él
respondió moviendo las caderas en busca del máximo
contacto.
—Más fuerte, agárrame con más fuerza —Señaló él.
Frederick quería hacerlo, de verdad que sí, pero era difícil, y
no solo por sus temores, no quería hacerle daño y que él se
arrepintiese.
— Rodéame con las piernas— Era una orden, y a él
nadie le hablaba en ese tono de superioridad, nadie. Quizás por
eso se sintió confuso al ver que su cuerpo deseaba acatar la
orden. Obedeció, incapaz de contradecirlo; entonces sintió el
primer latigazo, cuando él se colocó de tal forma que sus
penes entraron en contacto
—Ay, Dios mío… —él no podía explicarse mejor. Rob
Empezó a imitar los movimientos de la penetración. Y aunque
su pene aún estaba dentro de sus pantalones, la fricción causo
en él un estremecimiento en todo su cuerpo, estaba a nada de
correrse en sus propios pantalones.
—¿Quieres follar aquí o prefieres otro sitio? —preguntó
mientras lo sujetaba por culo—. Decídete, ¿quieres? —
—En la cama —susurró aferrándose a él. ¿El hombre
quería tener sexo contra la puerta? Eso en lugar de
escandalizarlo… lo excitó. Rob se separó de él y lo sujetó de
la mano, sin soltarlo, caminaron por el departamento del cual
no pudo tener una buena vista, pero el lugar parecía limpio por
lo menos.
Entraron en la habitación y Rob lo rodeo de la cintura
con sus gruesos brazos era un fuerte agarre, pero no le estaba
haciendo daño. Un temblor recorrió la espalda del Frederick,
la garganta se le secó, además de que toda la sangre se le fue al
sur. ¡Qué vergüenza!, pensó mientras las manos grandes de
Rob bajaban hasta situarse sobre sus dos globos.
—¿Qué quieres… que haga? — Tal vez Frederick no era
bueno en esto, pero era bueno siguiendo instrucciones, de
verdad, no quería arruinarlo.
—Relájate, sexy, esta no es una entrevista de trabajo—
Sonrió y mientras apretaba toda esa deliciosa carne— Me
parece que este lindo gatito tiene miedo— ¿Gatito? ¿Sexy?
—Yo no tengo miedo— Replicó con un hilo de voz.
— Yo creo que sí— Le respondió Rob justo antes de
darle un beso, uno que demandaba sumisión absoluta de parte
de su amante, Frederick gimió, abriendo la boca dejo que la
lengua de Rob explorara, tomando plena posesión de él. El
hombre más alto recorrió la espalda con ganas desesperadas.
Frederick las pocas veces que mantenía relaciones
sexuales se limitaba a meterse en la cama, apagar la luz y
esperar a que todo acabara. Pero Rob tenía otros planes, él
encendió la luz del techo con el codo y a Frederick le entró
pánico, iba a verlo, y Frederick iba a verlo a él… Oh Dios, oh
Dios mío.
Con Rob iba todo demasiado rápido como para pararse a
pensar, pero no le dio tiempo, ya que el hombre lo empujó
contra la cama, se quedó embobado viendo como Rob se
quitaba los zapatos, sin apartar la mirada se deshizo de los
suyos y buscó a tientas la cremallera de sus pantalones, los
nervios impidieron que él pudiera desnudarse a la misma
velocidad y a Rob le importó muy poco, lo miró de una forma
que él no supo descifrar; realmente estaba pasando, o iba a
pasar. Frederick quería mostrarse más seguro, no era tan tonto
como para no saber los aspectos técnicos de la relación sexual,
otra cosa muy diferente era esta situación…
—¿Te lo estás pensando? —preguntó Rob acercándose a
él y Frederick negó con la cabeza—. De todas formas, iba a
dar lo mismo. No te iba a permitir salir corriendo— ¡Oh, ¡qué
arrogante!
Frederick le hizo sitio en la cama, aunque de forma absurda,
pues él se colocó inmediatamente encima con los pantalones
desabrochados, de nuevo sin preguntar… Se revolvió bajo él
buscando una postura más cómoda, Rob no era precisamente
un peso pluma. De nuevo se sintió avasallado cuando él atacó
sus labios, vaya forma de besar, al mismo tiempo que se
deshacía de sus pantalones, de su bóxer, notó sus manos
ásperas recorriendo sus muslos.
—Levanta el culo— Otra vez dando órdenes y de nuevo
su cuerpo temblando con esa voz. Rob lo dejo completamente
desnudo, se sintió avergonzado, pero no tanto como para
cubrirse ¿Qué le estaba haciendo este hombre? No lograba
comprender como tener sexo con el vecino estaba resultando
ser tan diferente que con algún otro hombre. Rob no dejaba de
tocarlo por todas partes, besándolo, mordiéndolo,
pellizcándolo; Frederick quería hacer lo mismo. Con una
rodilla él separó sus piernas lo necesario como para
acomodarse entre ellas. A Frederick, que no estaba
acostumbrado a ello, le encantó el roce de los pantalones sobre
sus muslos. Resultaba todo tan primitivo, tan diferente que, a
pesar de estar fuera de su elemento, se sentía vivo, ansioso
incluso por ser penetrado, y eso que en otras ocasiones llegar
al plato fuerte significaba simplemente el principio del fin;
algo en su interior la advertía de que esta vez iba a ser muy
diferente.
—Estate quieto—Gruñó él. Frederick estaba
maravillado por las nuevas sensaciones, las manos de Rob
eran grandes y cálidas al recorrer su piel, la boca hambrienta
besaba dejando un rastro húmedo en su cuello. Frederick subió
los brazos hasta enredarlos en el cuello del hombre, jamás
había estado tan excitado en su vida, estaba duro y sentía
sensaciones deliciosas al restregarlo contra la tela del pantalón
de Rob. Nada superba lo que las caricias de Rob lograban en él
Frederick jadeo cuando la mano de Rob sujeto su pene y
comenzó a acariciarlo. El fuego que ardía dentro del pecho de
Frederick se inflamó al sentir como Rob lo apresaba contra el
colchón, piel desnuda contra piel medio desnuda. Subiendo las
manos sobre su cabeza, abrió las piernas, listo para recibir. Su
cuerpo sabía lo que quería
—Rob— exigió mientras trataba de aumentar la fricción
de su pene contra su mano. Una risa ronca se le escapó a Rob,
el reprimido era tan sensible que casi saltaba fuera de su piel
cada vez que le daba una lamida, un beso, era simplemente
increíble.
—Tranquilo, sexy—Rio mientras daba pequeños besitos
en su camino hasta el ombligo — La fiesta no ha hecho más
que comenzar— Frederick luchaba por normalizar su
respiración, jamás se imaginó que pudiera tener sexo con un
desconocido, y que le estuviera gustando tanto. Dejando salir
una sonrisa nerviosa registro como su ombligo era lamido por
una lengua del hombre
—¡Por todos los dioses! — arqueó la espalda sintiendo
como si su alma dejara su cuerpo cuando Rob bajo un poco
más y beso la punta de su pene.
—¿Quieres más? — pregunto Rob más alto mientras
sentía las manos de Frederick tomándolo por el cabello
exigiendo más cercanía. Frederick debía decir que no, que no
era necesario que hiciera lo que estaba a punto de hacer, si le
daba tiempo de ir al baño, el mismo se prepararía para la
penetración anal, pero…
—¡Si! — gritó sin ningún pudor, la lengua de Rob
recorrió su pene desde la base hasta la punta, como si se tratara
de la más exquisita golosina. Rob jugó con su presa, mientras
su boca mimaba el sexo hasta el punto de hacerlo vibrar, un
dedo humedecido con el presemen comenzó a seducir el botón
de rosa que se escondía entre los globos de firme trasero.
—No sabes cómo estoy disfrutando esto—Dos dedos
entraron en la dulce cavidad, Frederick solo podía gemir
mientras halaba los negros mechones de cabello negro.
Frederick estaba perdido, la sensación de estar a punto de
llegar y de no poder lo estaba frustrando más allá de lo
inimaginable. Rob chupaba su pene, al mismo tiempo que con
sus dedos trabajaba su agujero, era vergonzoso, pero no podía
pararlo. No deseaba detenerlo.
Rob ya no pudo contenerse más, sin ningún tipo de
cuidado dejo su tarea en la parte sur, y comenzó a subir dando
besos mojados por el dorso, se entretuvo un momento en cada
tetilla, llegando luego al cuello al que empezó a adorar con
largas lamidas. A tientas busco en la mesilla de noche un
condón y algo de lubricante, maldijo al solo encontrar tres
preservativos. Dado que estaba en un tiempo de abstinencia
autoimpuesto no se había preocupado por reponer sus reservas.
—Espero que estés listo, porque ahora vamos a ir por
todas— dijo mientras rasgaba el envoltorio del preservativo
con los dientes. Sonrió al ver como Frederick simplemente
asentía, sin apartar la mirada de su miembro como si fuera un
rico dulce que deseaba tocar. ¡Joder! ¿acaso este tipo es
consciente de lo sexy que era? Vestido con esos trajes
aburridos parecía el hombre de negocios soso y sin chiste, pero
aquí estaba, sexy, despeinado, jadeante y sudoroso y a punto
de ser follado por Rob. ¿Quién dijo que los hombres serios no
eran morbosos? Lubricando rápidamente su pene, comenzó a
introducir su miembro en la estrecha entrada.
Frederick apretó los dientes al sentir la quemadura de la
penetración. Por instinto intentó alejarse, pero Rob no se lo
permitió.
—Ya estoy dentro— Anunció dándole un ligero beso en
la punta de la nariz sonrojada— Ahora solo relájate y disfruta
— dándole sentido a sus palabras se salió del cuerpo cálido
para volver a hundirse dándole un golpe certero a la próstata.
Rob estuvo seguro de que el chillido poco masculino por parte
de Frederick se escuchó por todo el edificio.
—Oh mi dios— Gritó Frederick abriendo más las
piernas, esto jamás había sucedido en sus otros encuentros
sexuales. ¿Qué le estaba haciendo Rob?
—Eso es, me gusta que grites— Enderezándose quedo
de rodillas, colocando una almohada bajo el trasero de
Frederick, tenía mucho tiempo sin follar, y estaba en su límite,
pero deseaba ver como este hombre se deshacía debajo de él y
rogaba por su polla. Así que se preparó para un prolongado
ejercicio. Frederick se aferró a las sabanas, conteniendo las
ganas de gritar, de gemir, eso no estaría bien. ¿Qué iba a
pensar él? —Quiero oírte gritar —ordenó él—, Quiero saber
que esto te gusta. —Embistió con más fuerza haciendo que él
casi se golpeara en el cabecero de la cama. Saliendo tomó
impulso y se enterró hasta las bolas, en la segunda ocasión,
Frederick le salió al encuentro valientemente. Con un gruñido
salvaje lo tomó por las caderas marcándolas con el agarre de
sus dedos, Frederick estaba entregándose por completo.
Aunque Frederick trató, no logro guardar la compostura,
Rob estaba fallándolo y haciendo que se rindiera por completo
a sus deseos, La garganta le ardía de tanto gritar, en algún
momento el hombre le había volteado haciéndolo quedar sobre
sus manos y rodillas, el pecho contra el colchón y el trasero a
disposición de los duros empujes. Rob lo follaba con fuerza, la
presión de su cuerpo debería resultar agobiante, pero no era así
en absoluto pues estaba imprimiendo un ritmo constante, no se
limitaba a entrar y salir, rotaba las caderas buscando la
estimulación de su próstata.
—Ya no puedo más— grito Frederick mientras sentía
como si la vida se le fuera en los chorros de semen que
mojaban las mantas. Pero Rob no tuvo piedad de él, y siguió
penetrándolo como si la vida dependiera de ello y a eso podía
sumarle el millón de frases vulgares que acompañaba cada
penetración. Un nuevo el orgasmo golpeó a Frederick al
tiempo que sentía como el pene de Rob se engrosaba en su
interior y gruñía maldiciones. Eso fue de lo último que
Frederick fue consiente antes de ser envuelto en la oscuridad.
CAPÍTULO 6
—Joder —exclamó Rob saliendo de él y tumbándose a
su lado. Se tapó los ojos con su antebrazo incapaz de decir
algo coherente. Rob se giró para quitarse el condón, hizo un
nudo y lo lanzó a la papelera. Vaya con el reprimido. Ahora
debería moverse y apurarlo a salir de su cama y de su
apartamento, Rob siempre tenía sexo y se marchaba, pero
ahora mismo su presa estaba en su departamento, en su cama y
no parecía que tuviera mucha prisa por irse, y siendo sinceros,
no era que Rob quisiera que se fuera… Había violado la regla
número uno del libro. “No llevarlos a casa” ¿tendría que
ordenarle que se fuera? Por su puesto que no, esta situación no
era para nada igual a sus conquistas pasadas.
Colocándose de lado lo observó, aún permanecía con los
brazos por encima de la cabeza, aferrándose a la almohada y a
las sabanas, estaba boca abajo con el culo al aire, la viva
imagen de un hombre preparado para otra ronda. Rob, por su
parte, también lo estaba.
—¿Estás bien? ¿Listo para el segundo asalto? —
Preguntó, no era que le hubiera hecho daño, pero tampoco
había sido tan amable que digamos. Aunque él no se quejó en
ningún momento. Frederick ladeó la cabeza y lo miró con ojos
atontados.
—¿Perdón? — Rob Sonrió, intentando suavizar el tono
áspero de sus palabras
— Por lo general me recupero bastante rápido, tenía
mucho tiempo sin sexo, esta segunda vez nos lo tomaremos
con calma—
—¿Otra vez? —titubeó él. Ese hombre debía estar de
broma, ¿verdad? ¿acaso pensaba que Rob era de los que se
conformaban con una sola corrida en una noche? Además,
llevaba tiempo sin sexo, tenía que recuperar el tiempo
perdido. Frederick se colocó también de lado. —Otra vez…
—Frederick no podía creer lo que escuchaba, ¿quería más?
apartó la almohada y la apretó contra su pecho — Yo no creo
que necesite… —suspiró, Frederick no sabría decir si era
posible excitarse nuevamente, por lo general con un orgasmo
era más que suficiente, aunque ninguno de sus orgasmos
anteriores se comparaba con este — No tenemos por qué…—
Rob lo detuvo colocando un dedo en sus labios.
—No me conoces lo suficiente, pero te diré una cosa, no
soy de los que se conforman con un revolcón de… —miró el
reloj— quince minutos, aún quedan un par condones—
Frederick Abrió los ojos como platos. ¿En serio quería hacerlo
más veces? Él había quedado satisfecho, muy satisfecho. Y no
creía poder ser capaz de…
—Rob…—A Rob le encantó cómo pronunciaba su
nombre y le acarició la mejilla. Frederick giró la cabeza y al
hacerlo pudo comprobar cómo Rob seguía excitado: tenía los
pantalones a medio bajar y vio cómo sobresalía su… ¡Oh,
Dios! Volvió inmediatamente la vista al frente. Al instante
sintió unas manos apartando las suyas, Rob quito la almohada
que estaba utilizando como escudo, Rob no iba a escuchar sus
argumentos…
CAPITULO 7
Rob consiguió abrir los ojos y enfocar la vista, le costó
mucho trabajo concentrarse, pero cuando lo consiguió se dio
cuenta de varias cosas al mismo tiempo. La primera cosa de la
cual se percató, fue que ya era de día, y por el sol entrando por
la ventana era bastante tarde, la segunda fue que para su
sorpresa lo que había sucedió anoche no había sido un sueño,
no se refería al hecho de haber follado un hombre. Sexo era
sexo, se refería al hecho de haberse no solo tirado al vecino
estirado del cual seguía teniendo dudas que anduviera con su
primo, que era algo que tenía que averiguar. Lo que, si era de
asombrar, fue que por primera vez en la historia había dormido
con su amante de una noche. Porque estaba seguro de que
Frederick había dormido ahí. Tal vez fue producto del
cansancio, después de haberse terminado los preservativos y
haberse corrido por última vez, Rob recordaba haberle
susurrado a Frederick que se quedara. ¡Joder! Que patético, él
no era un hombre romántico. No debió de haberle importado si
el hombre se iba o se quedaba, además no era que viviera lejos
y fuera peligroso marcharse a las tres de la mañana, vivía a dos
pisos de diferencia.
Se incorporó en la cama, necesitaba una ducha y llamar
a Harry, necesitaba hablar con él con urgencia, no quería
perder a su mejor amigo, primo, y editor por culpa de un culo
apretado. Se sorprendió al ver sus pantalones perfectamente
doblados en la mesilla de noche junto con su camisa, su bóxer,
sus calcetines. Enarcó una ceja. ¿Era en serio? Le dio risa, no
sabía a qué hora se había marchado Frederick, pero sí tuvo
tiempo de doblar su ropa…
Desnudo, se levantó de la cama y salió del dormitorio
buscando, fue directo a la cocina, ¡Tenía razón! Maldita sea,
sobre la encimera de la cocina estaba dispuesta una bandeja
con fruta, café y pan tostado. Vaya con Frederick. Le había
preparado el desayuno, ¿Qué eran? ¿Un viejo matrimonio?
¡Por dios! Este hombre necesitaba ayuda, fue solamente una
follada <<varias>> y Rob no quería que se hiciera ideas
equivocadas, Rob no estaba para lidiar ahora con hombres
melosos, ya había tenido su ración de mujeres locas, pensó que
tirarse a un hombre sería más sencillo. No quería que volviera
ocurrir lo mismo que con Catrina.
Se acercó a la bandeja, pero no encontró ninguna nota,
en la habitación tampoco encontró nada, se había esperado la
típica nota con su número de teléfono y la palabra “llámame”
no supo si sintió alivio o decepción, negó con la cabeza,
<<deja de pensar estupideces Rob>> además podría no haber
dejado una nota, pero tenía que recordar que lo tenía de
vecino, por lo tanto, el hombre podría aparecerse en su puerta
en cualquier momento, tal vez esa noche podría tener otra
buena faena. Con ese pensamiento en mente y la polla dura, se
dirigió a tomar una ducha.
✉ ✍ ✎ ✏ ✐✑✒ ⌨
Frederick contempló con gran temor las interminables
escaleras de la casa de su madre. Era la misma casa de toda la
vida, y las mismas escaleras, había subido y bajado infinidad
de veces las mismas escaleras, el problema era que ese día en
particular, le dolía todo el cuerpo cada que daba un paso, y
subir esas escaleras sería una tortura para su cadera…
Había recibido un mensaje de su madre urgente, varios
de hecho, era de esperar, ya que anoche, ella no había podido
localizarlo, su celular tenía varias llamadas perdidas y en el
buzón de voz de su casa, tenía infinidad de mensajes. Anoche
mientras Frederick tenía el mejor sexo de su vida, su madre
había estado buscándolo con desesperación, estaba seguro de
que no era nada urgente, solo era el enojo de una mujer cuando
su hijo no le contesta la llamada. Ya que Frederick, siempre,
siempre, siempre, contesta las llamadas de su madre. Por eso
estaba ahí, temprano en la mañana, a punto de ir a la
habitación de su madre. Pero esas malditas escaleras…
Frederick tenía que realizar muchas correcciones a su tesis, y
enviarlas a su asesor antes de las cinco, anoche no había
podido avanzar nada. Se estaba comenzando a estresar y no
estaba de ánimo para conversar con Evangeline Rhys.
—¿Parece que no has dormido mucho? — Frederick
salió de su ensoñación al escuchar la voz de su padrastro.
Sonrió al ver al hombre saliendo del comedor con una taza de
café en mano.
—Buenos días, Gerard—
—Buenos días, Frederick, ¿Cómo estás? — Gerard se
acercó a él y le ofreció la taza de café, la cual acepto
encantado. Era cierto lo que decía su padrastro… Dormir,
dormir, lo que se dice dormir… No lo había hecho. Pero no
estaba realmente cansado. Estaba dolorido, que era cosa muy
distinta, le dolían partes del cuerpo que ni siquiera sabía que
existían.
—Mejor de lo que merezco, he de admitir que no estoy
siguiendo al pie de la letra la dieta que me impuso el médico—
Gerard llevó las manos a su poco prominente barriga —Pero
que puedo decir, me encantan las cosas dulces— Frederick rio.
—¿Y qué dice a todo eso la señora Rhys? — El apellido
de Gerard y Margaret era Cargas, Evangeline yendo contra
todo protocolo, se había negado a adoptar el apellido de su
segundo marido, ya que al ser la cabeza de la empresa Rhys a
consideración de su madre sería mal visto que su presidenta,
llevara un apellido diferente. Gerard trabajaba también en la
administración de la empresa, y eran un buen equipo y un
excelente matrimonio. Su madre había tenido mucha suerte al
conocerlo.
—Ella no lo sabe— Gerard le guiñó un ojo — Margaret
y tú son mis cómplices—
—¿Cuándo viene de visita? — No tenía mucha conexión
con su hermana, pero era apropiado preguntar por ella de vez
en cuando.
—En dos semanas— Gerard colocó una de sus manos en
el hombro de Frederick y se le quedó mirando fijamente. —
¿Te sucede algo? —
—¿Qué quieres decir? — Frederick se incomodó ante la
atenta mirada del hombre, Gerard era muy observador.
—No sé, te noto algo diferente… Te ves…—
—¡Frederick! ¿Dónde haz estado? — Su madre los
interrumpió desde lo alto de la escalera. Gerard se apartó
— Buenos días, madre— Frederick se sintió un poco
aliviado al verla bajar a ella por las malditas escaleras, ese
sería un problema menos. Impecablemente vestida para irse a
trabajar, Evangeline Rhys, lo torturó los siguientes diez
minutos, con su interminable charla sobre no preocupar
demasiado a su frágil madre. ¿Evangeline frágil? Al escuchar
esa palabra hasta a Gerard se le hizo complicado aguantarse la
risa.
Después de la dramática reprimenda, se despidió de ella
y de su padrastro, Frederick aprovechó que estaba en la casa
de su madre para buscar unos libros, seguramente alguno le
sería de ayuda para su tema de investigación.
Para ser sábado, Frederick no tenía en su lista nada
espectacular por hacer, después de abandonar la casa de su
madre, pasaría por el supermercado para comprar algunas
cosas, le tocaría asear la casa, lavar la ropa, y en todo el día
trabajaría en su proyecto de tesis. Jessica le había enviado un
mensaje para avisarle que saldría a bailar con Harry. Esa carita
sonrojada indicaba que tenía otros planes aparte de bailar. En
ese momento llegó a su mente la noche que había pasado con
Rob… Intentó no sonrojarse, y no llevarse la mano al cuello
donde esa mañana había encontrado unos cuantos chupetones.
Era mortificante, él no era de esos, se había acostado con un
completo desconocido y había tenido el mejor sexo de su vida,
pero ahora mismo no sabía que esperar o cómo actuar, esa
mañana se había despertado y no supo a ciencia cierta como
comparte, se suponía que simplemente había sido un encuentro
sexual casual, no fue correcto haberse quedado dormido, pero
había estado tan agotado y Rob le había dicho “quédate” que
se había quedado dormido en ese instante. Se había despertado
a las siete de la mañana, dos horas después de su hora habitual.
Siempre se levantaba a las cinco, hacia algo de yoga,
desayunaba, tomaba una ducha y se prepara para ir a trabajar.
Esa mañana su rutina fue completamente diferente,
estaba algo mortificado porque no sabía que sucedería ahora,
ni tampoco sabía si había actuado correctamente, ¡Le había
preparado el desayuno! Pero es que no pensó que estaba
haciendo algo mal, hasta que estaba terminando de servir el
jugo. Recordó que en sus novelas los encuentros de una noche
no eran de esa manera, pero Frederick simplemente había
pensado que era correcto hacerlo.
Apretó los dientes, debería de estar agradecido de haber
tenido una buena noche, lo ocurrido le hizo pensar que en
realidad él no era el problema, <<al menos no del todo>> el
mayor problema eran los hombres con los que se involucraba.
Frederick no estaba muerto, podía sentir. Anoche había tenido
sexo de tantas formas y se había corrido tantas veces, tal vez si
no se hubieran terminado los preservativos…
Negó con la cabeza, Rob no había hecho promesas, tal
vez vivían en el mismo edificio, pero bien podrían no volverse
a ver, tenía que ser agradecido con lo que había obtenido,
necesitaba superarlo y seguir adelante. Ahora que sabía que la
relación con un amante podría ser buena, simplemente tenía
que encontrar al hombre correcto para él.
CAPÍTULO 8
—Debe de haber alguna epidemia o algo, ya que no es
común verte la cara en todo un mes, ahora te he visto tres
veces en menos de diez días— dijo Harry divertido mientras
sonreía a la mesera que estaba poniendo los platos en la mesa,
la chica se ruborizó y sonrió tontamente, <<típico>> pensó
Rob amargamente, ahora mismo si Harry le pedía el número
de teléfono la chica sin dudar se lo daría, era difícil para
alguien resistirse al encanto de los Maclead. <<Claro que, si la
chica lo reconociera a él, entonces Rob ganaría la jugada a su
primo>>
—Déjate de chorradas— dijo Rob algo cabreado, aunque
no entendía por qué, nunca antes le habían molestado los
amoríos de su primo, pero ahora —¿Qué hay entre Frederick y
tú? — Harry lo miró con una ceja arqueada.
—¿Otra vez con mi mismo? ¿Por qué tanto interés? —
—¿Por qué soy curioso? — Rob se rascó la barba —
Además de que no me has dado una respuesta clara—
—Mi relación con Frederick no es tu interés, además, te
recuerdo primo que no eres el único con el derecho de guardar
secretos—
—¿Entonces Frederick es tu sucio secreto? — preguntó
divertido — ¿Has decidido que te gustan más los culos que las
vaginas? —Rob se estaba comportando de manera irracional,
debería dejar el tema por la paz, además era más que obvio
que Harry y Frederick no follaban, anoche fue fácil darse
cuenta que su querido y serio vecino tenía mucho tiempo sin
follar. Rob se cruzó de brazos intentando intimidarlo con la
mirada. Por supuesto, Harry ni se inmutó.
—Necesitas unas vacaciones… Ay, espera, que ya estás
de vacaciones— <<y nuevamente desviaba el tema>> ¿Por
qué tanto misterio? Era tan difícil decir sí o no. Estaba seguro
de que Harry ocultaba algo muy, muy, muy grande, si no se
follaba al reprimido, ¿entonces que podría ser?
—Harry…—
—Ya es suficiente Rob, ¿Por qué tanta insistencia en
esto? —Le espetó con voz cansada —Sé qué estás pasando por
un tiempo difícil, pero créeme que yo tampoco estoy mejor
que tú, en comparación yo no tengo miles en el banco que me
permitan tomarme un año de descanso, ya te dije el otro día
que estoy saliendo con alguien, pero por el momento no puedo
contarte nada— Harry suspiró
—¿Frederick tiene que ver con esa persona con la que
estás saliendo? — Preguntó intentando tener alguna pista,
Harry lo miró con ojos entrecerrados y cara de <<Sigues con
eso>>
—Mira, primo… —Se puso en pie sacando unos billetes
de su cartera —Ya estoy harto, tu no entiendes palabras,
porque tu vida sexual sea una mierda no tienes que joder a los
demás. Búscate a una rubia tetona, desahógate y déjame
tranquilo, si no es para entregarme tu nuevo manuscrito, no me
hables, por favor— Tras unos tensos instantes, Rob habló
impidiendo que Harry se marchara.
—Joder, lo siento, tienes razón, no debo preguntar—
reconoció de mala gana. Aunque la duda seguía
carcomiéndole, si ellos tenían algo, entonces estaba siendo
desleal a su primo, por haberse acostado con Frederick, quería
decir que ambos lo engañaban, aunque bien podría no ser que
tuvieran una relación y fuera otra cosa, pero ¿qué? ¿Por qué
tanto misterio? Tal vez debería de decirle que se había follado
a Frederick a ver como reaccionaba, pero él era un caballero,
no se mofaba de sus conquistas, ni siquiera aplicaba ser un
patán, aunque el amante fuera un hombre. Se pellizcó el
puente de la nariz, esto era tan jodido. Se sentía cansado y
frustrado.
—Perdonado. —Harry volvió a sentarse—. Rob, lo de
antes iba en serio, no lo de la rubia tetona, necesitas recuperar
a tu antiguo tú, desde lo de Catrina no has vuelto hacer el
mismo, estás malhumorado y amargado— Se mostró
comprensivo— Tómate unos días, ¿por qué no vas a un spa? o
¿vas de pesca? —
—¿De pesca? —
—Es un decir, puedes tan siquiera tomar aire fresco si
quieres, sal de Londres, viniste desde Invernes, pero no creo
que Londres sea lo que necesitas para recuperarte, no está
funcionando al menos, busca más opciones— Rob enarcó una
ceja, ¿el bosque? La verdad era que le gustaba la naturaleza, al
menos una vez al año trataba de ir de campamento al bosque
Hermitage. Era algo que su padre les había enseñado, cuando
tienes varias mujeres en casa, escaparte de vez en cuando era
bueno, su padre era un hombre que no necesitaba grandes
ciudades, o un bar lleno de mujeres, su padre siempre decía
que no había nada como la naturaleza para hacer que un
hombre volviera a sentar cabeza.
—No creo que me apetezca mucho estar en un lugar en
medio de la nada yo solo, creo que los fantasmas de mi cabeza
me torturarían—
—¿Quién ha dicho que tengas que ir solo? — Harry
arqueó una ceja esperando que pillara la indirecta.
—¿Vendrías tú conmigo? —Rob sonrió.
—Rob, ya te he dicho que existen los pobres mortales
como yo, que debemos trabajar—
—Pide vacaciones—
—Tú y yo no podríamos estar en una habitación en una
hora sin querer matarnos el uno al otro— Harry rio —Pero
puedes llevar a quien quieras, imagínatelo, podrías ir con
alguien y nadie se enteraría… Bonitos paseos por el bosque,
conversaciones interesantes o actividades al aire libre— Su
primo era bastante refinado como para decir en un público que
follar al aire sería el deporte que le hacía falta.
—Creo que lo estoy considerando—A Rob poco a poco
le convencía más la idea de irse de la ciudad, le gustaba
pescar, cazar, o simplemente sentarse bajo la sombra de un
árbol a leer o tal vez a pensar en alguna nueva historia para su
libro. Y respecto a ir acompañado… sonrió. Ya que solo se le
venía una persona a la cabeza. ¿Actividades más interesantes?
Sin duda podría pensar en varias.
—Esa sonrisa que estás poniendo, me da miedo— dijo
Harry.
—Tú no eres el que debe de temer, primo— Rob iría al
bosque por el fin de semana, pero no iría de caza, ya que a su
presa se la llevaría desde Londres.
CAPITULO 9
Frederick observó la foto que Jessica había colgado en
Instagram, sonrió, ahora comprendía porque su madre le había
llamado momentos antes para “instruirle” sobre que tenía que
ser un poco más generoso. A su madre no le había gustado que
le enviara ese escaso ramo de tulipanes a “su futura esposa”
merecía algo mejor.
Jessica había publicado que ese ramo le había sido
enviado de parte de un maravilloso caballero, todo su círculo
íntimo de amistades, principalmente sus respectivas madres
asumían que era de parte de Frederick, por esa razón no
justificaban el hecho de que no gastara un poquito más en un
ramo de flores. Rodó los ojos, ese ramo, costara lo que costara,
era hermoso, y el valor sentimental que tenía pesaba mucho
más, sobre las mil flores que Frederick le hubiera podido
enviar. Jessica era una chica afortunada. Aunque su situación
fuera complicada, se podría ver a simple vista que Harry
amaba a esa mujer. Y no podía dejar de seguir envidiándola.
Frederick jamás había considerado enamorase, en encontrar a
alguien con quien pasar momentos románticos como esos,
jamás pensó que el amor era algo para él. Debería de ser
maravilloso estar enamorado, solo que era algo que Frederick
simplemente podía imaginar.
Frederick bajó del auto, apretó los dientes ante la
incomodidad de su trasero, estaba resultando bastante
incomodó, y para empeorar la situación, se sintió aún más
incómodo al ver que en la plaza de aparcamiento de enfrente
se estaba estacionando un jeep. ¡Su vecino! Frederick se
atragantó al verlo bajar del auto.
—¿Qué haces aquí? —Preguntó con voz chillona al
verlo acercarse con una sonrisa lobuna en el rostro, aunque era
difícil decirlo con toda esa barba desarreglada.
—Vivo aquí—Rob se rascó la barba —Es divertido ¿no
crees? Anoche descubrí diez mil maneras de hacerte
estremecer, y ahora te sonrojas como un adolescente— Rob
casi rio al ver como Frederick se sonrojaba al escuchar sus
palabras, Frederick apartaba nerviosamente la mirada. ¿Quién
diría que un hombre tan serio y profesional podría sonrojarse
como una colegiala a esa edad? Rob hecho una mirada a su
coche, un sedán blanco, el maletero estaba abierto y las bolsas
de la compra estaban perfectamente ordenas a la izquierda, a la
derecha la caja de herramientas estaba tan limpia que parecía
nueva, junto con el neumático de repuesto, al recordar su ropa
doblada esa mañana Rob comenzó a creer que este hombre
tenía una manía por la limpieza y el orden. Era deprimente.
Frederick se movió de un pie al otro, parecía nervioso,
claro que él tampoco estaba lo que se dice muy tranquilo.
Jamás había pensado en hacer algo así, claro que había tenido
sexo con otros hombres, era erótico como la mierda follar a
alguien por el culo, pero no era su preferencia habitual andar
rondando hombres, Rob había pensado en ir a su departamento
esa noche, ya que no sabía si el hombre trabajaba en sábado,
¡Ni siquiera sabía en que trabajaba! Pero estaba seguro de que
su trabajo era tan formal y aburrido como el hombre. Si no
hubiera sucedido lo que sucedió, seguiría viéndolo como el
hombre estirado y reprimido que parecía ser. Pero sabía todo
lo que ese hombre ocultaba bajo esa fachada seria. Era todo un
reto y porque no decirlo, era estimulante lograr que Frederick
dejara esa fachada y se deshiciera entre sus manos, las
imágenes de anoche aun lo atormentaban, y cada que
recordaba a Frederick, sudoroso, cachondo, temblando y
pidiendo más, se excitaba al mil por ciento.
Hoy vestía otro de esos trajes clásicos, sin ápice de
sensualidad, pero tentaba a Rob de maneras que no podía
llegar a comprender, en ese instante estaba imaginándolo sobre
ese auto, despeinado, con los pantalones abajo mientras él lo
penetraba duro por detrás. ¡Joder! Había algo en Frederick que
impulsaba a Rob a hacer cosas que jamás pensó que le
interesarían. Estaba intrigado. Y lo más incomprensible de
todo era que Frederick no hacía nada para tentarlo.
— Señor…—Frederick se aclaró la garganta—. Creo
que tendremos que dejar las cosas claras …—
—¿Señor? ¿Es serió? ¿Comenzarás a llamarme de usted
después de lo que sucedió entre nosotros? ¿Siquiera sabes mi
apellido? — Frederick parpadeo ante la pregunta, Rob sonrió,
él era tan transparente en sus reacciones, eso quería decir, que
Frederick ni siquiera se había tomado el tiempo para averiguar
quién era Rob y que clase de libros escribía.
—Sé que es descortés no saber sobre tu trabajo, Pero…
—susurró como si alguien más pudiera escucharlos —Ni
siquiera es correcto lo que sucedió anoche—
—Deja de estar tan nervioso, lo que sucedió entre
nosotros no es del interés de nadie más— Rob sonrió
acercándose aún más —Y sobre saber quién soy, no me
importa que no sepas mi apellido, me gusta ser anónimo, fue
uno de mis objetivos al venir a Londres— Frederick lo miró
confundido.
—¿Anónimo? —
—Así es, para ti soy solo Rob ¿de acuerdo? — Rob
sonrió —Y ahora que estamos de acuerdo, tengo que hacerte
una pregunta muy importante— Rob se acercó a él, casi hasta
que estuvieron demasiado cerca, Frederick retrocedió hasta
que quedó aprisionado entre Rob y el auto. Cuando tuvo a su
presa atrapada, Rob se inclinó sobre el hombre invadiendo
descaradamente su espacio personal, causando en automático
que Frederick se pusiera nervioso —¿Sabes pescar? —
—¿Cómo dices? — Frederick frunció la nariz.
—¿Que si sabes pescar? —dio otro paso más, estaban
cara a cara, pero no lo tocó, se limitó a meter las manos en los
bolsillos del pantalón vaquero. —Tengo un excelente equipo
de campamento, y creo que sería perfecto acampar en Eppens
tendríamos que salir en una hora si queremos llegar antes de
que oscurezca— Frederick no podía estar más sorprendido,
¿acampar? ¿él? Pero sobre todo ¿Por qué lo invitaba
precisamente a él?
—No puedo —Hizo gala de su educación, aunque en
realidad su respuesta debería de haber sido <<Estas loco>>—.
Hoy tengo que terminar mi trabajo de tesis—
—¿Tesis? ¿Eres estudiante? ¿Cuántos años tienes? —
Rob frunció el ceño, ese hombre si parecía joven, pero no tan
joven como para ser un chico de fraternidad.
—Estoy por terminar mi doctorado en economía—
Explicó Frederick. Rob asintió con la cabeza, había tenido
razón, su profesión era aburrida como él. Rob arrugó la nariz.
Ya había pensado que salir de la ciudad ese día sería muy
apresurado.
—Entonces intenta estar libre la próxima semana,
salimos el viernes—
—Pero…— Rob lo interrumpió.
—¿Acaso te da miedo estar en el bosque a solas
conmigo? De una vez te digo que no soy de los que aceptan un
no por respuesta —Su voz sonaba firme. Y por alguna extraña
razón esa orden hizo que Frederick se excitara.
—De verdad, no puedo ir. — <<tampoco quiero ir>>
pensó Frederick ¿acampar? Si, como no.
—Será divertido ir a Eppens— Rob se pegó a él, sus
cuerpos se separaban por solo unos milímetros, Rob colocó
ambas manos sobre el capo del coche a cada lado de la cabeza
de Frederick. —Te aseguro que la pasaremos bien—
—Pero ¿por qué yo? — A Rob también le hubiera
gustado poder responder a esa pregunta. Se encogió de
hombros.
—No conozco a nadie más en la ciudad—Se inclinó
sobre él. Frederick pegó la espalda contra el coche y levantó la
cabeza para mirarlo. Estaba claro que pretendía intimidarlo,
Frederick no se dejaba intimidar tan fácilmente. Pero él lo
consiguió. Frederick volvió a removerse sobre sus piernas.
Rob sonrió.
—Será genial, el lago, el bosque, aire puro, dos hombres
en la naturaleza —
—Sigo sin entender por qué yo —preguntó de nuevo
con un hilo de voz.
—Lo que sucedió anoche fue interesante ¿no crees?
Imagina todo lo que te puedo hacer allá, si te tengo solito para
mí—Rob tiró de él. Dar explicaciones era una pérdida de
tiempo, así que, lo besó de forma brusca. Frederick
instintivamente se aferró a sus hombros, clavándole las uñas.
Tardó más de la cuenta en cerrar los ojos. Se sintió abrazado
por un gran oso. Todos los nervios acumulados, toda la tensión
y el estrés se esfumaron. Gimió, él no gemía, pero con Rob.
Estaba descubriendo que su cuerpo era completamente
diferente a lo que él conocía.
Rob abandonó su boca para mordisquear la suave piel de
su cuello. Notaba las uñas de Frederick clavándose en sus
hombros, ni mucho menos lo estaba rechazando. Frederick
estaba mortificado, un simple beso, había bastado para hacer
que se excitara, estaba duro, y eso jamás le había sucedido
¿Qué poder extraño tenía su vecino sobre él? Si se soltaba de
él caería al suelo haciendo el ridículo más espantoso, así que
no quedaba otra opción.
Rob solo pretendía que él no pensara y de paso aceptara
su propuesta, provocarlo un poco para que no se negara, pero
si él le respondía, sólo acrecentaba su deseo. Así que ya no iba
a conformarse con un besuqueo casi adolescente, por muy
apasionado que fuera. Deslizó una mano por el costado para
agarrarlo de las caderas, siguió bajando, sonrió al sentir su
eminente erección contra esos pantalones. Frederick se asustó
y le agarró la muñeca intentando detenerlo. No porque no lo
deseara, pero estaban en el aparcamiento de su edificio.
—No… por favor —le rogó.
—Te gustará ser follado sobre el coche —murmuró Rob.
Frederick intentó apartarse, pero el muy cretino se río y siguió
con su avance.
—No puedes…—
—Puedo y quiero —Respondió Rob categórico.
Frederick no tenía la fuerza necesaria para impedírselo.
Detuvo sus protestas besándolo de nuevo de esa forma que lo
dejaba sin argumentos coherentes. Tampoco es que los tuviera.
Rob juraba que follar en un lugar tan publico nunca fue
parte de sus fantasías más oscuras, pero ya entrados en
gastos… Rob pensó que para ese momento tenía una vara
dentro de su pantalón, ahora estaba seguro de que sus bolas
tenían un cruel color azul. Rob giró a Frederick y lo aprisiono
contra el coche.
—Te deseo— habló al oído de Frederick, un gemido
profundo salió del pecho del hombre, lo cual le indico que
había ganado, a Frederick le era imposible resistirse, estirando
los brazos, los enredo en el cuello de Rob, quedando estirado
espalda contra pecho. —Eres toda una tentación— Rob apretó
su cuerpo contra el de Frederick, su dura erección se enterró
entre la grieta de su culo, encajaban perfecto, inmediatamente
comenzó a hacer su labor de desabrochar sus pantalones, no lo
desvestiría por completo, tenía su morbo joderlo a medio
vestir. Libero su erección y no perdió tiempo a comenzar a
masturbarlo, Frederick gimió demasiado alto, introdujo su otra
mano debajo de su camisa, fue un poco complicado a causa
del chaleco apretado y la camisa interior, era como pelar una
cebolla, pero valió la pena el esfuerzo cuando alcanzo a
retorcer una de sus tetillas.
La mano izquierda seguía atormentando de una tetilla a
la otra, mientras la derecha seguía el trabajo con su pene.
Frederick no sabía si estaba en el cielo o el infierno, Rob
sujetó sus bolas en la mano, como si fueran frutos de mercado
que necesitaran pesarse antes de tasar su valor. El muy
desgraciado se tomaba su tiempo y Frederick ya estaba
llegando más allá de cualquier vestigio de paciencia.
Desenredó las manos del cuello del hombre, estaba decidido a
exigir que terminara con sus juegos de una vez, él lo había
excitado de esa manera y ahora le cumpliría, quería ese
enorme pene enterrado en él hasta la raíz o cuando menos que
esa maldita mano lo masturbara hasta darle algo de alivio.
—Rob— suplicó Frederic —Por favor, por favor…—
Al ver que el líquido pre-seminal ya recorría la pierna de
Frederick y estaba choreando por los costados del coche, Rob
lo recostó boca abajo el cofre del auto.
—No te muevas— le ordenó hablándole tan cerca que
los labios tocaban el lóbulo de la oreja — Sujétate al borde y
no te sueltes— Los temblores en el cuerpo de Frederick eran
demasiados.
—Rob… creo que esto no… —
—No discutas y haz lo que te digo— Rob no perdió
tiempo en bajar sus pantalones hasta las rodillas —Abre las
piernas— ordenó, pero con los pantalones a medio camino no
podía hacer mucho. Con una fuerte palmada en el trasero hizo
que Frederick obedeciera la orden de separar las piernas lo
más que pudiera. ¡Lo había nalgueado! Debería de estar
indignado, molesto… pero Frederick se encontró gimiendo.
Frederick sin saber que pensar se encontró a sí mismo
inclinado sobre su auto, todo desarreglado, con los pantalones
en los tobillos y el culo al aire, todo expuesto para que su
vecino hiciera lo que quisiera con él.
—Joder, esto supera cualquiera de mis fantasías más
oscuras— dijo Rob provocando que un gemido desesperado
escapara de la boca de Frederick y si pensó que no podría
sentir más mortificación, se equivocó, gritó cuando sintió una
mordida en una de sus nalgas, pero ahí no termino el asunto,
se sonrojó completamente al sentir el primer lengüetazo ahí…
En su culo… En medio de sus nalgas.
—¿Estás loco? ¿Qué haces? — quiso apartarse, pero las
grandes manos de Rob le sostuvieron por las caderas
impidiéndole el movimiento, mientras la cabeza del hombre se
hundía entre sus nalgas. Frederick no sabía si gemir pidiendo
más o llorar de vergüenza, un rayo de lucidez le había
permitido ver su situación, estaba a medio vestir, en el
aparcamiento de su edificio, donde en cualquier momento
alguno de los venidos podría entrar, con el culo al aire siendo
violado por una larga lengua, mientras su perpetrador lucía
como si fuera un vagabundo de la calle.
Se sentía mal.
Se sentía decadente.
Esto era malo.
Era una cosa prohibida.
Y lo estaba disfrutando como los mejores.
Rob disfrutó al notar la vergüenza del hombre, amó
observar cómo este hombre tan serio enviaba al diablo sus
temores y comenzaba a empujar el culo contra su boca. Jamás
pensó que haría esto por ningún hombre, pero dado que quería
follarlo y no tenía lubricante a mano, no tenía otra opción.
Además, Rob era de los hombres que disfrutaba en su totalidad
el sexo, y experimentar era parte de ello. Cuando sintió que era
el momento, se levantó y se desabrochó los pantalones,
inmediatamente sacó un preservativo del bolsillo, se lo colocó
y en un solo movimiento se enterró hasta las pelotas en esa
entrada apretada. Rob estaba seguro de que el grito de
Frederick se escuchó hasta el primer piso.
—No grites, a menos que quieras que alguien baje aquí
y descubran lo que estamos haciendo. —Su voz contenía un
aire bromista. Frederick jadeó. Entonces Rob sonrió. —Te
excita, ¿no es cierto? —
—¡¿Qué?!— Esa pregunta había sonado más a un
gemido que a otra cosa.
—La posibilidad de que alguien te encuentre en esta
situación, que alguien llegue y descubra que tus grititos los
provoca mi polla, ¿eh? —
—¡No! —
—Mentiroso. — Rob comenzó a moverse detrás de él, y
a pesar de que Frederick sabía que lo que estaba haciendo
estaba mal, no pudo luchar más contra la necesidad que sentía,
comenzó a empujarse contra el enorme pene invasor, disfrutó
el ser usado tan apasionadamente. Rob no solamente quería
penetrarlo, quería ver cómo perdía el control y perderlo con él.
Rob rezó para que Frederick jamás se diera cuenta de cómo le
afectaba, estaría realmente jodido.
—Dime que te gusta —Pidió Rob intentando introducir
las manos por debajo de su camisa, aunque lo tenía difícil, no
quería perder el ritmo de sus estocadas. Rob era implacable,
embistiéndolo con fuerza, de tal modo que se tambaleaba el
coche.
—Ay, ¡Dios mío! —Gimió Frederick sin poder
contenerse.
—Eso es… Hazme saber que lo estoy haciendo bien—
Frederick giró la cabeza a un lado. A pesar de estar follando
como nunca en su vida, aún tenía una parte de su cerebro
activa advirtiéndolo de que alguien podía venir, alguien podía
pillarlo… Quería mantener los ojos abiertos, vigilar la entrada
debería haber insistido en subir a su departamento.
—Me encanta follarte así, en público, que todos sepan lo
que estamos haciendo.
—¡Cállate! —
—Vas a correrte, Frederick. —Rob seguía penetrándolo
y murmurando en su oído — Y vas a gritar como un loco… Te
van a oír todos los vecinos del edificio. —
—¡Cállate…! ¡No! —Cada palabra, cada murmullo, lo
excitaba sobremanera.
—Estás muy cerca, lo noto— También Frederick lo
notaba. Dejó de preocuparse, dejó que todo sucediera de forma
natural. Tal vez Rob tenía razón, saber que podían descubrirlo
in fraganti solo aumentaba el placer. Entonces, como si de una
calamidad se tratara, la puerta del ascensor se abrió. Sin aviso
previo. Frederick abrió los ojos como platos. En el instante en
que sus ojos se clavaron en el guardia de seguridad, se corrió.
Gimió y se retorció, su eyaculación mancho todo el cofre de su
auto y parte de su ropa. Cuando al fin pudo pensar con algo
más de claridad, volvió a mirar hacia la puerta del ascensor, el
guardia seguía ahí agarrando su linterna con fuerza y
mirándolos sin dar crédito a lo que veía. Frederick cerró los
ojos, quería morirse, intentó levantarse y apartar a Rob, pero él
no se lo permitió, al contrario, volvió a comenzar con sus
duras embestidas sin importarle el guardia estuviera
observándolo. A la lejanía escucho nuevamente la campanilla
del ascensor, el guardia se había marchado.
—Eres un chico muy malo… —Gruñó Rob en su oído
—. Ahora haz que me corra— No tuvo que hacer nada, pues
un par de estocadas más, Rob se corrió duramente. Cuando
ambos recuperaron en aliento, Rob lo ayudó a levantarse del
auto, pero no lo soltó inmediatamente, y se lo agradeció, sus
piernas temblaban. Tenía que recuperar un mínimo de fuerzas,
y, ¡joder!, se estaba demasiado bien en esa posición.
—¿Estas bien? —preguntó Rob sonriendo. Frederick
parecía estar en otro planeta
—No puedo creerlo, ¡Nos han descubierto! —
—Ya imaginaba que sucedería algo así, después de todo,
quedaría grabado en la cámara de seguridad —Rob amplió su
sonrisa. Él no era un exhibicionista, pero joder, eso había sido
intenso, ver la cara del guardia, observándolos, viendo como
Frederick se perdía bajo las atenciones de Rob…
—¡La cámara! — desesperadamente Frederick, buscó
con la mirada en las esquinas del aparcamiento.
—Tranquilo, me encargaré del guardia— Rob no era
estúpido, no le convenia que esos videos circularan por
internet, pero simplemente no había podido controlarse. Era
solo una suerte que tuviera un contrato de confidencialidad
con los dueños del edificio.
—No puedo creer que tuviéramos sexo en el
aparcamiento—
—Bueno, siempre hay una primera vez. —Frederick se
retiró de él con un gesto de disgusto, Rob estaba comenzando
a excitarse nuevamente, pero sería un mal plan volverlo a
hacer ahí, tras quitarse el preservativo, tomó una servilleta, lo
envolvió y lo metió en su bolsillo, ya lo tiraría cuando
encontrara un bote de basura. Se arreglaron rápidamente, Rob
se dio cuenta de que Frederick parecía un robot, tratando de
componer todo de nuevo, ese era su problema, durante el sexo
se entregaba sin reservas, la demás parte del tiempo
simplemente pensaba demasiado.
—Necesitarás ropa cómoda y de abrigo— Dijo Rob
alejándose de Frederick, tenía que ocuparse del guardia.
—¿Qué dices? — pregunto Frederick confundido
mientras sacaba las bolsas de papel del maletero.
—Te recogeré el viernes, a las tres, nos divertiremos a lo
grande pescando—
—Yo no sé pescar— alegó Frederick.
—Eso es lo de menos, siempre hay una primera vez para
todo—
—De verdad no puedo ir…— Rob alzó la mano en
forma de despedida.
—No acetare un no por respuesta, el viernes, no lo
olvides, te llevaré amarrado y amordazado si hace falta — Con
una mirada le dejo muy claro que no estaba bromeando. Rob
se dirigió hacia el ascensor, abrió y lo miró por encima del
hombro, ¿Hasta el viernes? ¿soportaría una semana sin
tocarlo? Por supuesto que no. Rob sonrió malvadamente
mientras hacía planes en su cabeza.
Frederick lo observó marcharse, cerró los ojos y se
recargó en su auto. Definitivamente estaba loco. ¿Estaba
considerando en serio la idea de ir a pescar? ¿Qué haría un
hombre como él en el bosque? Además, su madre lo mataría
por cancelar sus planes, eso solo conllevaría una larga
conferencia, o, mejor dicho, tendría que soportar un largo
monólogo por parte de su madre, acerca de sus obligaciones y
las murmuraciones de la gente, y no estaba para eso. Acababa
de tener sexo en el aparcamiento de su edificio, sobre el cofre
de su auto y el guardia de seguridad los había visto. ¿Debía
mostrarse horrorizado? Definitivamente sí, aunque la
sensación de serenidad lo inundó. Rob dijo que se encargaría
de él y Frederick, extrañamente confiaba en el hombre. Estaba
mal, dictaba su cabeza, pero su cuerpo, ahora relajado y
satisfecho, llevaba la voz cantante. Por el momento, solo por el
momento, lo que pensaran los demás no le importaba para
nada.
CAPITULO 10
Esa noche, Frederick adoptó aún más la resolución de
que nada más importaba, ¿Que importaba lo que pensaran las
demás? De hecho, en ese momento mientras se extendía bajo
el cuerpo pesado y deliciosamente desnudo de su vecino,
Frederick pensó que, si su madre decidía aparecer en ese
momento, no le importaría en absoluto que lo descubriera en
tan precarias circunstancias. Sentir tanto placer, sin duda
debería de ser ilegal en alguna parte.
Frederick apenas había terminado de enviar su trabajo de
tesis a su asesor, cuando llamaron a la puerta esa tarde. Rob
había llamado a su puerta y le había anunciado que el
problema con el guardia de seguridad estaba resulto, después
lo había acorralado contra la puerta y lo había besado mientras
le contaba a gran detalle lo excitante que había sido mirar
como follaban en la cinta de seguridad.
Después de eso, fue un borrón de placer. Frederick solo
era vagamente consciente de que estaba gimiendo, se habían
masturbado mutuamente en el living, ni siquiera recordaba
cómo era que habían llegado a la cama. Durante horas habían
follando en todas las posiciones posibles, intentando saciar el
deseo enloquecedor. Nunca fue suficiente. Él jamás había sido
capaz de algo así, era vergonzoso, pero la forma en la que Rob
lo miraba mientras follaban lo hacía olvidarse de todo, el
hombre era insaciable. ¡Le había chupado la polla! Frederick
fue capaz de realizar sexo oral. Al principio, fue torpe y
bastante incómodo. Pero Rob le había enseñado como
complacerlo. ¿Por qué todo era tan fácil con este hombre?
Así que ahí estaba con las piernas enganchadas
alrededor de la amplia espalda de Rob, con los dedos
agarrando sus hombros mientras Rob lo jodía tan bien que
Frederick solo podía hacer gemidos estrangulados en cada
empuje de su polla. Miró aturdido el alto techo sobre ellos,
sintiendo que estaba flotando en una nube de placer.
—Rob. —
—¿Qué? —Rob gruñó, con la cara tensa y las cejas
oscuras juntas. Cuando entró y salió de Frederick, sus bíceps
se hincharon con el esfuerzo de mantener su peso fuera de
Frederick. La intensidad de la sensación lo asustó tanto que
despejó un poco la bruma de la lujuria. Su mirada borracha de
placer se encontró con los ojos igualmente vidriosos de Rob.
—Yo tenía que ir a recoger a una persona esta noche —
Susurró. Vagamente acordándose que había quedado de pasar
por Jessica para llevarla a su casa. Ni siquiera sabía qué hora
era. Rob lo fulminó con la mirada y le dio un empujón vicioso,
su polla apuñaló contra ese lugar que se sentía particularmente
bien, y Frederick gimió, sus ojos rodaron hacia la parte
posterior de su cabeza.
—¿Seguro de que quieres irte? — No le pasó
desapercibido el tono burlón en la voz de su vecino.
—¿Ir? ¿A dónde? — A Frederick le costaba pensar, sus
ideas simplemente abandonaban su cerebro. Frederick se
humedeció los labios. Se sentían doloridos e hinchados por
todos los besos que se habían dado desde que llegó.
—Eso mismo pensé yo— Inclinándose, Rob besó a
Frederick con fuerza. Frederick le devolvió el beso y apretó las
piernas alrededor de Rob, clavando los talones mientras se
mecían juntos, los cuerpos estaban enredados con tanta fuerza
que era difícil decir dónde terminaba él y comenzaba Rob. El
ritmo de sus cuerpos se volvió demasiado rápido y duro. Rob
estaba gimiendo, murmurando en el costado de su cara, su
aliento caliente e inestable. —Te sientes perfecto, maldito sea
—Rob le gruñó, apretando su agarre en las caderas de
Frederick y chocando contra él. Ambos jadearon cuando el
agujero de Frederick apretó alrededor de su polla. Tan
jodidamente apretado. Tan jodidamente gruesa. Rob lanzó sus
caderas hacia adelante, golpeando ese punto dentro de él.
Gimiendo, Frederick cerró los ojos y se relajó contra las frías
sábanas debajo de él, entregándose a la sensación intensa y
abrumadora de follar. Nunca pensó que se había sentido tan
bien en su vida. Tan perfecto. Se sentía como si hubiera sido
creado para esto, estar debajo de este hombre, tener su polla
dentro de él. Él no quería que esto terminara nunca. Pero
terminó. Se vino vergonzosamente rápido.
Frederick solo pudo gemir el nombre de Rob, se aferró
firmemente a Rob mientras olas sobre olas de placer intenso se
apoderaban de él, sobre ellos. Se quedó mirando el techo alto,
jadeando como si acabara de correr una maratón, su cuerpo
todavía temblaba por las réplicas. Rob se deslizó fuera de él y
se tumbó a su lado. Frederick dudaba que pudiera moverse, y
tampoco quería hacerlo. Durante un largo periodo de tiempo
ninguno de los dos dijo nada. A lo lejos se escucharon unos
acordes de piano y Frederick supo que era su teléfono el que
tenía varios minutos sonando. Había dos opciones. Podría ser
Jessica, o la opción más factible y por la que apostaba más, era
que la que estaba llamando con tanta insistencia era su madre
<<como siempre>>
—¿En qué universidad estás estudiando el posgrado? —
Escuchó la pregunta de Rob. Frederick volvió la cabeza para
mirarlo. Sus rostros estaban tan cerca que Frederick podía
contar cada una de las pestañas de Rob, podía sentir cada
respiración de Rob.
—En Cambridge —Dijo, su voz era extrañamente lenta
y perezosa… soñolienta, estaba agotado.
—¿Y vas a Cambridge todos los días desde Londres? —
—Rentó un pequeño estudio en el campus— murmuró
Frederick con una pequeña sonrisa—. Sería un problema ir y
volver todos los días, solo vengo a la ciudad los fines de
semana… o cuando surge alguna situación que tenga que
atender—
—Un estudio ¿Eh? —dijo Rob, su pulgar trazó los
sonrientes labios de Frederick—. Mientras te follaba te
imagine en una fraternidad con otros muchos chicos fallándose
los unos a los otros— Frederick resopló.
—Seguramente eso sucederá para aquellos que estudian
la licenciatura ¿Cuántos años crees que tengo? —
—Supongo que tienes muchos más de los que me
imagino —dijo Rob, sonando ligeramente divertido, De
repente Frederick tuvo algunos recuerdos muy malos que
había luchado demasiado por enterrar. Se apartó de Rob.
—Lamento si te decepciona no estar follando a un joven
de fraternidad— Frederick se sentó en el borde de la cama,
buscó bajo la almohada el pantalón de pijama, pero no lo
encontró, seguramente con todo el desastre que habían
montado, su pijama estaba ahora entre el colchón y la cabecera
de la cama. —Supongo que te gustaría más follar a un
jovencito…— Rob lo tumbó sobre la cama y lo aprisionó
contra su cuerpo, inconscientemente Frederick intentó luchar
por apartarse.
—¿Qué te sucede? —Dijo Rob, levantando un poco las
cejas.
—¿Qué tú no tienes fantasías? ¿Porque de repente estas
molesto? — Rob pasó sus dedos por el largo cabello de
Frederick. Él intentó apartar la cabeza.
—Yo no soy un niño, y no pienso fingirlo para darte
placer—
—Oye ¿Qué tonterías estás diciendo? Yo no folló a
niños— Algo parpadeó en los ojos de Rob. Lo obligó a
mirarlo —¿Acaso alguien…? —
—Mi teléfono está sonando, tengo que contestar—
Frederick lo apartó, Rob no lo detuvo, de un salto salió de la
cama y caminó por el desastre que era su habitación, luchó
contra el impulso, pero no pudo hacerlo. Su manía por el orden
se impuso, acomodó una silla caída, recogió una camisa,
levantó un calcetín.
—Frederick— automáticamente se giró cuando lo
llamaron, se quedó mirando cara a cara a Rob. Estaban
separados por la anchura de la habitación. La intensa mirada
con la que Rob lo miró desconcertó a Frederick <<Ahora sí
que lo has arruinado>> dijo su voz interna. Rob ahora
pensaba que era un tipo raro.
— Tengo hambre, pediré algo de cenar ¿quieres comida
china? — preguntó Rob. Frederick abrió los ojos sorprendido.
Se mordió el labio inferior mientras consideraba la situación.
¿Por qué no lo cuestionaba? Tal solo un segundo antes
Frederick había actuado como un loco. El sonido de su
teléfono fue lo único que se escuchó. Frederick desvió la
mirada de Rob, y salió de la habitación en busca de su móvil.
Encontró sus pantalones en medio del pasillo, su móvil estaba
ahí. Ni siquiera fue consiente que sus manos temblaban
mientras recogía sus pantalones desechados y se los colocaba
en el brazo. Al sacar su móvil supo definitivamente que su
apuesta fue la ganadora, era su madre.
—Madre— dijo a modo de saludo. Frederick miró sobre
su hombro para ver si Rob lo había seguido. Pero el hombre no
estaba ahí.
—Frederick, ¿Por qué no contestas el teléfono? Sabes
que me preocupo demasiado—
—Estoy… estaba ocupado— Colocándose el móvil
entre el hombro y el oído, continuó recogiendo la ropa
desechada del suelo. Mientras su madre continuaba con su
interminable charla sobre no preocuparla demasiado, Frederick
dobló y acomodó la ropa de Rob sobre el sofá. Con trabajos
logró colocarse sus calzoncillos y sus pantalones.
—¿Estas con Jessica ahora? — preguntó su madre.
Frederick miró el reloj, eran más de las once de la noche.
Apretó los dientes, se suponía que debería de haberla recogido
a las diez y media.
—Estaba…— Sintió una presencia a su espalda,
Frederick rápidamente se giró. Rob estaba ahí, vestido
solamente en calzoncillos, unos calzoncillos que eran de
Frederick. Su mandíbula cayó abierta. Su ropa interior era
demasiado pequeña para el hombre, pero sus bóxeres negros
se veían mucho mejor en su vecino que en él mismo.
—Frederick ¿Me estás escuchando? —
—Estoy cansado, te llamaré mañana— Frederick
terminó la llamada, mirando la pantalla de su móvil se dio
cuenta que tenía un mensaje de Jessica, la cual le decía que
tomaría un taxi a casa y no se preocupara. Al menos esa parte
estaba cubierta. Le hablaría por la mañana. Ya no pudo
retardarlo más, así que alzó la mirada para encontrarse con la
de Rob. Él seguía mirándolo desde el arco del pasillo.
—Lamento lo ocurrido…—
—Tener fantasías sexuales no es malo— Interrumpió
Rob —Pero hay una fina línea en llevarlas a cabo con una
pareja sexual previamente consensuada y un abuso—
—Yo no… —Protestó
—No presionaré para que me cuentes lo ocurrido, todos
tenemos nuestro costal de problemas al hombro que queremos
olvidar—Rob dio un paso al frente —Pero quiero que quede
claro que no hay nada vergonzoso en lo que ocurre en la cama
cuando la pareja está de acuerdo—
—Yo no soy bueno… en esto— nuevamente Frederick
lo estaba arruinando, no le extrañaría que Rob saliera por la
puerta y no volviera. ¿Qué tonterías estaba diciendo? Ellos no
eran nada. De hecho, después su primer encuentro, no se le
ocurrió que volvería a ver a Rob.
—No es cuestión de ser bueno o no, tómatelo como un
juego, una forma de placer, las fantasías son una manera de
excitarse mutuamente, no todo es simple penetración—
—Yo estoy satisfecho con lo que hicimos — se aventuró
a afirmar
—Yo también, pero siempre es bueno variar. ¿No te
parece? — dijo Rob —Me encendió como la mierda hacerlo
en público, no estaría mal volverlo a repetir, tengo un montón
de ideas en la cabeza de lo que quiero hacerte—
—Creo que esta conversación me resulta un poco
incómoda— Frederick se removió incómodo.
—¿Por qué? hablar de sexo, de tu sexualidad, y más
conmigo que lo estas compartiendo, es lo más natural. ¿Cómo
sabré si lo que te hago te agrada? O ¿Cómo sabrás tú que tus
caricias me resultan placenteras? — Rob seguía usando ese
tono tan racional que a Frederick lo estaba poniendo aun
nervioso.
—Tan vez tengas razón, pero no es sencillo hablar, al
menos para mí no lo es—dijo inseguro.
—Tendrás que hacerlo, como es que tu pareja sexual
sabrá lo que te gusta si no lo dices, por eso hay tanta gente
insatisfecha en el mundo—
—No todos son buenos amantes—
—Puede ser —Rob se rio— También sé que es tabú
hablar de sexo, pero tengo la firme creencia que, si los
amantes se comunicaran en la cama, se salvarían varias
relaciones fallidas—
—Puede que tengas razón —Reflexionó él en voz alta—
Pero no te conozco lo sufriente para contarte… Ciertas cosas
—
—No lo hagas — Dijo Rob — Si quieres que solo exista
sexo entre nosotros, eso haremos, pero tienes que saber nadie
mejor que tú sabe cómo es tu propio cuerpo, tú eres quien
mejor puede mostrármelo, yo puedo hacer suposiciones,
sugerirte cosas, pero tú siempre eres quien me mostrará el
camino, si no lo haces, puede que sea buen sexo lo que
tenemos, pero distará mucho de ser auténtico sexo. —
—¿Solo buen sexo? — murmuró Frederick, para él lo
que habían hecho hasta el momento era el mejor sexo de su
vida ¿podrían superarlo? Lo dudaba y hablar del tema iba a
costar lo suyo desprenderse de tantas capas de vergüenza.
—Te aseguró que podemos mejorarlo— se burló Rob —
Ahora, dime donde están mis pantalones, pediré la cena— Con
la cabeza, Frederick le señaló el sofá. De repente sentía que un
gato le había comido la lengua. Lo que le estaba sucediendo
era irreal, de buenas a primeras ahora estaba un hombre en su
casa que no solo le había hecho el favor de darle unas buenas
folladas, sino que prometía mejorarlo. Ni siquiera sabía porque
el hombre seguía ahí. Frederick sabía que tarde o temprano lo
arruinaría. Él no era capaz de conservar a un hombre, ni
siquiera estaban en una relación, ¿Qué tenían ellos en común?
Absolutamente nada, tarde o temprano Rob se cansaría. Pero
hasta entonces…
CAPÍTULO 11
Frederick puso su mejor sonrisa para la foto que Jessica
tomó de ambos juntos en el jardín botánico de Londres, ya
había perdido la cuenta de las veces que había tenido que
posar para la foto. Pero valía la pena el esfuerzo, después de
todo Jessica sería su cuartada para este fin de semana, su
madre al comienzo no estuvo muy contenta conque cancelara
la cena del sábado, pero cuando le dijo que aprovecharían el
fin de semana para salir de paseo Jessica con el propósito de
conocerse mejor, estuvo encantada.
—¿Me dirás quién es la chica con la que te fugaras el fin
de semana? — preguntó Jessica revisando el móvil,
decidiendo cuáles fotos utilizarían, estaban tomando millones
de fotografías para mostrar el lunes siguiente, una que otra las
publicaría Jessica en Instagram. Frederick jamás publicaba
nada que no fueran cosas de finanzas, así que no tenía muchos
seguidores.
—Nunca dije que saldría con alguien— Afirmó mientras
tomaba asiento en un banco cercano, el jardín botánico era
bonito, y con tanta naturaleza era perfecto para que se pudiera
fingir que era cualquier lugar en el mundo. Si hacían las cosas
bien, nadie sospecharía donde fueron tomadas esas fotos.
—Vamos Frederick— Jessica rodó los ojos —No me
digas que este superplan, será solamente para que te encierres
en tu departamento a leer y a trabajar— Frederick estudió a
Jessica, ella estaba resultando ser buena amiga y muy buena
cómplice en todo esto, ella confiaba mucho en él, pero a
Frederick le costaba trabajo confiar en las personas. El fin de
semana pasado, ella no se molestó por haberla dejado
plantada, y tampoco lo cuestiono mucho la razón de ello.
Cuando le dijo que necesitaba su ayuda para este fin de
semana, ella le ayudó a preparar esta cuartada sin preguntar
nada inmediatamente, además a ella le convenía, tenía la
excusa perfecta para pasar todo un fin de semana con Harry.
Pero era obvio que tarde o temprano preguntaría.
—Iré a pescar— Informó, aunque la reacción de Jessica
fue la esperada. Ella comenzó a reír a carcajadas.
—¿Pescar? ¿Tú? — El solo verla reír a Frederick le
dieron ganas de burlarse de él mismo. Claro que era divertido.
Frederick no sabía nada de deportes, ni le gustaba la
naturaleza, ni los animales, ni siquiera sabía nadar muy bien y
ahora estaba decidido ir a pescar. Sonaba ridículo. Tal vez
debería de cancelarle a Rob. A Frederick no le molestaría
pasar otro fin de semana encerrados en su casa comiendo y
teniendo sexo. Después de su crisis inicial aquella noche, no
tuvieron más incidentes. Era solo sexo. Durante toda la
semana había pensado sobre ello, había leído unos cuantos
libros y se había dado cuenta, que simplemente compartían
algo físico, sin conversaciones, sin cosas personales… Era
frío.
—Iré con un amigo— Declaró. Jessica dejó de reír y lo
miró con una ceja arqueada —¿Ahora me preguntarás si tengo
amigos? — dijo ácidamente, Jessica frunció los labios.
—Siento si dije algo indebido— Ella suspiró, y tomó
asiento a un lado de él. —Siempre me pareciste una persona
solitaria, jamás te vi convivir con alguien en las pocas veces
que estuvimos en las mismas reuniones—
—Me cuesta conectar con las personas— Afirmó —Pero
hay alguien que al parecer no le importa que sea demasiado
raro— Miró a Jessica directamente a los ojos, no quería decir
más, no quería exponer su vergüenza en palabras y esperaba
que ella captara el trasfondo de sus palabras. Ella le dedicó
una dulce sonrisa.
—No eres demasiado raro— Ella colocó una mano en su
mejilla —Eres increíble, y sé que él se dará cuenta de lo
afortunado que es por tener a alguien como tú — Frederick
desvió la mirada, no estaba acostumbrado a este tipo de
charlas.
—¿Por qué la vida es tan difícil? — Preguntó, sin
siquiera saber por qué razón estaba abriéndose a estas charlas
sentimentales —Desde pequeño me he asegurado ser un buen
chico, pero simplemente siento que me estoy ahogando—
<<Su madre lo estaba asfixiando>>
—Nuestros padres tienen demasiadas expectativas en
nosotros, pero se les olvida qué no somos como ellos, yo por
lo menos no deseo tener una vida como mis padres, el dinero
no me importa— Declaró Jessica.
—Mi madre quiere que me encargue de la empresa, que
me case y tenga hijos— Frederick miró a Jessica con cara de
frustración —Yo ni siquiera sé si sería un buen padre, jamás
tuve uno y no quiero traumar a otro pobre niño siendo como
mi madre, además…— Se detuvo de repente sin poder poner
en palabras su más grande verdad.
—Te gustan los hombres ¿no es así? — Jessica pasó su
brazo por sobre sus hombros —No es malo ser gay, Frederick
—
—Para mi madre si lo será—
—No es su vida, ella ya vivió, te mereces ser feliz—
Frederick cerró los ojos con mortificación.
—A mi madre le dará un infarto al enterarse que no solo
estoy saliendo con un hombre, sino que esta persona provoca
en mí, reacciones que no son precisamente de un caballero
decoroso, y que, además, esta persona exteriormente no dista
mucho de ser un pordiosero—
—¡Jesús! ¿pues con qué clase de persona estás
involucrándote? — comprendía el asombro de Jessica, dada su
descripción no se podía esperar mucho de Rob, pero…
—Con un hombre que logra hacerme sentir más que
cualquier cosa que yo hubiera intentado en toda mi vida— así
de simple. Rob era capaz de hacer que Frederick sobrepasara
todo sus miedos y limitación y eso era bueno… muy bueno.
✉ ✍ ✎ ✏ ✐✑✒ ⌨
A lo lejos escuchó un ruido extraño y por enésima vez
Frederick pensó que haber ido a pescar no fue buena idea. A
sus pies, el enorme perro que los había acompañado en ese
viaje se removió para cambiar de posición, desde que
Frederick decidió sentarse en esa silla, el chucho se había
acomodado a sus pies y estirado cómodamente para dormir.
Miró a su alrededor buscando a Rob, le había indicado
que esperara en lo que iba a buscar leña, pero ya habían
pasado más de quince minutos, su vista viajo hacia el
campamento que momentos antes Rob había montado. ¡Iban a
acampar! Eso no se lo había dicho, de haber sabido
definitivamente no habría ido a ese viaje. <<Dios santo, que
no me coma un oso>> nuevamente el perro a sus pies se
movió, provocando que sus piernas quedaran presionadas
contra la silla. Necesitaría una grúa para mover a semejante
animal <<No moriré comido por un oso, moriré aplastado por
un perro que parece un oso>> Esa misma tarde cuando estaba
a punto de subir al jeep de Rob, descubrió que no solamente
corrían peligro en el bosque, sino que por primera vez se dio
cuenta de que su vecino tenía un cachorro de mascota. <<esa
cosa no era un cachorro, era un oso>> el día que Rob y él
tuvieron relaciones sexuales en su apartamento, no lo había
visto en su apartamento, Rob se burló de él cuando se lo
comentó y le explicó que Conan era un viejo perro que rara
vez se sorprendía por algo y más extraño aún era que lograra
moverse de su cama frente a la chimenea por propia voluntad.
Rob le aseguro que si el edificio se incendiaba a Conan no le
importaría, el perro lo único que hacía durante el día y la
noche, era dormir y comer, y Rob tenía razón, todo el camino
hacia aquí, el perro había dormido en el asiento trasero de la
camioneta, al llegar aquí, había bajado se había acomodado
junto al río y se había vuelto a dormir, mientras ellos armaban
la tienda de campaña, mejor dicho, mientras Rob armaba la
tienda de campaña. Conan se había despertado para moverse
del río a sus pies momentos antes y se había vuelto a dormir.
<<Que dios me ayude>> Estaba en medio de la nada, con un
perro dormilón y un hombre que bien podría ser un asesino
serial.
—Creo que le has caído bien a Conan— dijo Rob
saliendo de entre los árboles con los brazos cargados de leña.
Frederick intentó mover al animal, pero simplemente
consiguió que se recargara más contra sus piernas, el perro era
tan grande que incluso acostado y estirado de panza, le llegaba
a las rodillas.
—¿Seguro de que no podemos hospedarnos en el pueblo
más cercano? — Volvió a preguntar, había hecho esa pregunta
como una cien veces.
—Según mi padre, todo hombre debe de acampar por lo
menos una vez en su vida. Disfruta la experiencia— Rob se
arrodilló y comenzó a pilar leños —No hay nada más bonito
que ver las estrellas, con un termo de café y el sonido de la
naturaleza rodeándonos—
—Jamás he acampado—
—Ya lo sé— dijo Rob —Yo me encargaré de todo—
—Pero… No hay baños — Rob levantó la vista y lo
miró divertido
—Puedes orinar tras de cualquier árbol, y si necesitas
defecar, para eso está la pala, busca un lugar donde te inspires
y suelta todo lo que lleves dentro— Frederick cerró los ojos
mortificado.
—Dios…—
—Relájate, mañana nos iremos por la tarde y nos
hospedaremos en el pueblo, haremos algo de turismo—
—Pensé que íbamos a pescar— se quejó.
—Lo haremos por la mañana, río arriba hay un buen
lugar, después, cocinaremos lo que pesquemos y después
empacaremos y nos iremos al pueblo— Rob rio —No quiero
causarte un trauma teniéndote tres días aquí—
—¡No te rías de mí! —
—No lo hago— Rob continúo encargándose de la fogata
—Pero por ahora creo que un día de campamento es más que
suficiente para ambos— Rob evito volver a reír, pobre
Frederick debería de estarlo pasando fatal, Conan parecía ser
el menos preocupado, él era capaz de dormir en donde fuera,
lo que era sorprendente era que de que de buenas a primeras
estuviera tan apegado a Frederick, Conan siempre fue un perro
desconfiado, siempre fiel a Rob pero a nadie más, ahora
mismo que estaba en sus últimas le daba igual todo, por su
edad, dormía casi todo el tiempo e ignoraba la mayor parte del
tiempo a Rob, pero con Frederick había decidido quedarse
cerca de él y no alejarse. Rob temía que Conan lo echara fuera
de la tienda para dormir con el otro hombre. <<Perro
traidor>>
—No puedo creer que haya aceptado acompañarte—
—Es increíble ¿no lo crees? — Rob contempló a su
alrededor, estaba oscureciendo y no tardaría mucho para ser
solo iluminados por la luna, las estrellas y una fogata, ¿Qué
más podía pedir un hombre?
—¿Increíble? Sin teléfonos, sin medios de transporte…
— Frederick intentó mover nuevamente a Conan de sus
piernas, pero le fue imposible, jamás lo lograría, no cuando
Conan seguramente pesaba más que Frederick. Intentó no
reírse.
—Esa es la mejor parte, es la única manera en que el
hombre entre en contacto con la naturaleza—
—Ríete cuanto quieras —Respondió él muy digno. Rob
terminó de encender la fogata, después buscó en su equipo, la
base de metal para poder poner la cafetera, Rob miró el reloj,
buscó en su mochila y sacó dos bocadillos y una botella de
agua.
—Toma, come algo— indicó, tomando asiento a un lado
de Frederick. él cogió el bocadillo como si fuera un residuo
nuclear. Rob abrió la botella, bebió generosamente y se la
pasó.
—¿Esto es lo que vamos a cenar? —
—¿Prefieres ir a un restaurante? —él asintió
devolviéndole el bocadillo—. ¿Ves alguno por aquí?
—¿No hay un pueblo o algo cerca? —
—Pues no, además, se supone que cuando vas al campo
comes cualquier cosa; ya cenaremos bien mañana —De eso se
encargaría él —Come— Se estiró y empezó a devorar su
emparedado, Frederick seguía sentado como si estuviera en
una reunión formal, miró su bocadillo y lo mordisqueó. Rob
ya estaba buscando servilletas de papel en su mochila tras
zamparse en un abrir y cerrar de ojos el suyo cuando él ni
siquiera se había comido un tercio.
Demasiado refinado.
Demasiado quisquilloso.
Demasiado reprimido.
Pensó con ironía, pero allí estaba, sentado junto a él, en
mitad de la nada, con un enorme perro de raza terranova
aprisionándolo a la silla. Al menos estaba soportándolo, Rob
había temido en la primera cuesta arriba saldría corriendo.
Una hora después, seguían en esa posición, mirando las
estrellas, el campamento estaba armado, la fogata les brindaba
calor, habían cenado algo, estaban tomando un café caliente,
todo en un agradable silencio. Era una noche hermosa. Rob
miró al hombre a su lado, Frederick se había relajado un poco,
pero seguía demasiado tenso, se había sumergido en sus
pensamientos y Rob se preguntó qué era lo que tanto le
preocupaba.
—¿Cuántos años tienes? — preguntó de repente.
—Veintiocho— respondió Frederick sin rodeos —
Aunque en ocasiones siento que tengo ochenta— Esa
respuesta lo sorprendió, al igual que le sorprendió que
comenzara acariciar la cabeza de Conan, parecía un gesto
despreocupado, como si no fuera consiente que lo estuviera
haciendo. Conan dormido, se recargó más contra el cuerpo de
Frederick. <<Maldito afortunado>>
—Cuando te vi la primera vez creía que tenías veinte a
lo mucho— Rob rio, pero a Frederick no le hizo mucha gracia
su comentario. Rob solo esperaba que no empezara con su
crisis como la semana pasara, toda la semana no pudo dejar de
pensar en lo sucedido. ¿Por qué Frederick se había alterado
tanto?
—Puede ser que no sea tan alto como tú, o tenga tu
físico, pero creo que con esos veinte exageras— Frederick
bufó —Debes ir al oculista—
—Creo que la culpa fue de ese traje tan sexy que
llevabas el día que nos conocimos, algún día pienso follarte
con esos pantalones de cuero a media rodilla— Rob rio ante la
reacción de Frederick.
—Los tire— afirmó mientras avergonzado desviaba la
mirada hacia otro lado.
—¿Por qué? Tengo un montón de ideas de las cuales
podemos hacer cosplay[4]—
—¡Estás loco! — Gritó —A mí no me gustan esas cosas
— Él aguantó la risa.
—¿Cómo sabes eso si nunca lo has intentado? — Rob
estiró la mano para alcanzar la suya — Siempre ha sido mi
fantasía follarme a una azafata— Frederick apartó su brazo
—No soy una mujer— Frederick parecía escandalizado.
Rob estaba presionando, pero necesitaba conocer un poco
mejor a este hombre.
—Ese es el chiste del cosplay, puedes ser cualquiera—
Rob se removió en la silla tratando de reacomodar su erección,
la verdad era que no andaba mucho por eso de los disfraces, tal
vez no lo había considerado, pero había mucho morbo en eso.
Mas si el caso era ver a este hombre tan serio disfrazado de
algo supersensual. Con alevosía y ventaja Rob se inclinó y se
acercó peligrosamente a su oído
— Me encantaría verte disfrazado de mesera, con esas
bellas piernas que tienes enfundadas en unas medias con ligero
y tu polla envuelta en una tanga que…—
—¡Por dios! — Frederick se levantó de la silla, como si
esta estuviera ardiendo en fuego, hasta milagrosamente había
conseguido la fuerza para alejar a Conan, el cual protestó y
bostezó antes de rodar y quedar cerca del fuego, ajeno a todo
el drama de Frederick. —Yo jamás haría eso— aseguró
indignado. Rob esbozó una sonrisa.
—No seas un estirado, es divertido poder realizar las
fantasías con las cuales te masturbas— Su exclamación fue
divertida —Dime cuál es tu fantasía favorita cuando te
masturbas, te prometo realizarla, si a cambio haces cosplay
conmigo— Frederick se quedó mudo
—Yo…—Frederick miró a otro lado
— Venga, no te avergüences, es algo normal —dijo con
un tono suave —Quiero conocer tus oscuras fantasías, es más,
me muero de ganas por ver cómo te masturbas, tengo que
admitir que también tengo una vena voyeur en mi cuerpo—
añadió.
—¡Tampoco hare eso! Se supone que eso es algo
personal —Protestó— E íntimo, Se… se supone que… —
—¿Jamás te has hecho una paja mirando a tu pareja
masturbarse? — ver sus mejillas rojas le dio la respuesta. ¿Por
qué no le sorprendía? ¡Joder! Tenía casi treinta, a esa edad era
porque ya te habías jodido a más parejas de las que podías
contar con la mano, pero este hombre parecía un virgen. —¿Te
has masturbado al menos?
—Claro que si— contesto ofendido —Pero se supone
que es un sustituto, bueno, ya sabes, cuando no tienes
relaciones…—
—Eso es una tontería —dijo como si estuviera hablando
del tiempo— La masturbación es algo natural, tanto para
compartir como para uno solo — Seguía hablando con ese
tono tan normal. Frederick estaba mortificado, no quería tener
esa conversación. Si no fuera por los increíbles orgasmos que
le proporcionaba le terminaría odiando, por pedante. Y por
hablar de esos temas como si estuvieran hablando del tiempo.
Cerró un instante los ojos, ya pensaría en otro momento lo que
acababa de oír.
— Entiendo, no debo avergonzarme, hasta ahí bien,
pero… ¿Dejar que me veas? —Negó con la cabeza— Ni
hablar—. Pensó unos instantes — ¿Tú lo harías? —Se atrevió
a preguntar. Aunque no supo de donde obtuvo el valor para
hacerlo.
—¿Quieres verlo? —Rob llevó sus manos al botón de
sus pantalones e hizo amago de desabrocharlo.
—¡No! —
—Has contestado demasiado rápido —Se rio—.
¿Seguro? —
—Muy seguro — Frederick miró hacia el bosque, el
lago, cualquier cosa, pero no había mucho que ver, estaba
oscuro, ni siquiera podía excusarse para ir al baño, ya que solo
pensar que tenía que hacer detrás de un árbol…
—Frederick, tienes que dejar de pensar las cosas
demasiado— Frederick regresó la vista hacia Rob, verlo ahí
tan relajado en esa silla de lona, como si estuviera en el más
cómodo sofá le dio envidia, porque Rob era lo que Frederick
no era, él se preocupaba por todo, ¡Por todo! En cambio,
Rob…—Frederick—
—¿Sí? —
—¿Qué te hicieron? — Preguntó Rob, en un tono de voz
bajo.
—No sé a qué te refieres… —dijo con irritación.
—Háblame, Freddy—Siguió utilizando un tono de voz
suave. Rob estaba poniéndolo nervioso con sus palabras, ya
que con eso estaba despertado todos los miedos de Frederick.
—Yo…—
—Freddy… — Rob lo interrumpió ¿Freddy? —Sé que
es difícil, pero creo que necesitas hablarlo con alguien—
Frederick se limitó a mirarlo, mucho tiempo, más del
necesario, y en su mirada vio la resolución de Frederick de no
contarle nada.
—¿Sabes? No sé por qué contigo hago cosas que antes
no me atrevía a hacer —Sonrió tristemente— No sé qué tienes,
o que me das, pero gracias— Rob meditó unos instantes esas
palabras, dale las gracias a alguien estaba bien cuando te
hacían un favor, cuando te entregan algo, o simplemente una
acción, así que Frederick le estaba dando gracias por el sexo,
aunque Rob tuvo la impresión de que le agradecía por algo
más. Rob supo que por el momento no debería de presionar
más, estaba interesado en descubrir poco a poco su
personalidad y sobre todo a conocer sus secretos. Pero aún no
era el momento.
—No necesitas agradecer nada —Dijo Rob. Iba a costar
lo suyo desprenderse de tantas capas de vergüenza. Durante un
rato más, estuvieron en silencio, contemplando el bosque
oscuro y a Conan dormir. Frederick no agradeció el silencio
porque lo que menos deseaba era pensar. Poco después
decidieron irse a dormir en esa incómoda tienda de campaña,
Cuando vio a Rob quitarse la chamarra y las botas, y acostarse
a un lado de él creyó que Rob comenzaría su asalto. Pero no
fue así, se limitó a rodearlo por la cintura y a desearle buenas
noches. Conan se acomodó cerca de los pies de Frederick, por
lo tanto, estaba atrapado. Estaba en medio de la nada, en una
tienda pequeña, sobre un incómodo colchón, rodeado por un
hombre físicamente un poco más grande que él que lo
mantenía prisionero con su brazo y un perro apresando sus
piernas, era un poco incómodo… Pero, aun así, al cerrar los
ojos, se quedó inmediatamente dormido.
CAPÍTULO 12
Frederick tenía más de una hora despierto y sin saber
qué hora era, se movió más sobre el colchón inflable super
incómodo, además la posición en la que se encontraba no era
favorable tampoco, Rob seguía casi encima de él y el perro…
ahora estaba más encima de sus piernas que sobre el colchón.
Tenía que encontrar la manera de moverse sin despertar a sus
dos compañeros de cama.
Pero sería la misión más complicada de su vida al
parecer, con sumo cuidado para no despertarlos, intentó mover
las piernas para apartar a Conan, esto no era una situación
agradable, al parecer no había tenido problemas para dormirse,
pero como siempre, sus problemas de insomnio en la
madrugada seguían atacando, aunque estuviera en el bosque en
medio de la nada, como siempre, se despertaba a media noche
y le costaba trabajo volverse a dormir.
Con éxito logró liberar una de sus piernas, ahora mismo
necesitaba desasearse del brazo de Rob y con eso lograría
rodar un poco para poder salir de debajo de esos dos gigantes.
Rob no despertó cuando logro mover el brazo, no podía
verlo bien, giró solo la cabeza. Estaba tumbado boca abajo,
agarraba la almohada y debía llevarse muy mal con la cobija,
estaba haciendo frío, Frederick había optado por dormir con el
chándal puesto, pero Rob, estaba sin camisa y con unos
pantalones vaqueros medio desabrochados, eso no debería de
ser bastante cómodo. Pero Rob era el ejemplo perfecto de estar
mejor desnudo que vestido. ¿Qué pasaría si se atreviera a
tocarlo? Aún no había tenido la oportunidad de disfrutar al
ciento por ciento de ese cuerpo, sus encuentros anteriores
habían sido tan frenéticos que no le dio tiempo a explorar. Y
quería hacerlo. Pero no se atrevía. Decidido a no perturbar el
sueño de sus dos acompañantes e intentó levantarse despacio
para no despertarlos,
—¿A dónde vas? —gruñó Rob agarrándolo de la cintura
y atrayéndolo de nuevo sobre el colchón. Conan protestó,
cuando su rodilla accidentalmente golpeo su cabeza. Pero
después de gruñir se deslizó un poco más a la orilla del
colchón dejándoles más espacio a los dos humanos.
—Yo… bueno, no puedo dormir y no quería despertarte
— Cambió de postura para sujetarlo mejor.
—Son las tres de la mañana, vuelve a dormir—
—No puedo —exclamó sintiendo vergüenza de la
reacción de su cuerpo— Simplemente sufro problemas de
insomnio. Me iré a sentar a fuera, leeré un poco, duerme otra
vez—
—¿Tienes problemas de insomnio? —Empezó a
acariciarlo por encima de la sudadera del chándal — Tengo el
remedio perfecto para eso—
—¿Qué quieres decir? — Rob bostezó y se frotó los
ojos. Estaban compartiendo la almohada porque Rob seguía
tendido medio encima de él, sus piernas enredadas, pero
Frederick no quería moverse. Se sentía demasiado bien para
moverse.
—Que te dejaré tan agotado que dormirás hasta el
mediodía, te lo aseguro— Rob se las arregló para quitarle la
sudadera con todo y camiseta.
—Espera…— pero Rob no espero, bajó un poco para
lamer el pezón de Frederick. Hizo una mueca, sintiendo a su
pene empezar a endurecerse bajo las caricias de este hombre.
En serio, ¿qué había en este hombre que lo hacía excitarse en
un instante? Rob ni siquiera tenía que esforzarse. Gimió
bastante alto cuando Rob metió la mano por debajo de sus
pantalones de chándal y sujetó su polla. Por largos minutos, lo
besó, lo devoró y lo masturbó, estaba a casi nada de correrse.
—Eso es, cariño, me gusta escucharte jadear— ¿cariño?
Esto estaba mal, muy mal, parecía una aberrante versión de
“El secreto en la montaña[5]” pero Frederick no podía parar
ahora, deseaba correrse, deseaba tanto… Frederick se vino con
fuerza, voló al cielo y cayó en picada hacia el inferno, ni
siquiera le llego a importar que se había corrido dentro de sus
pantalones. Apenas estaba recuperando el aliento cuando Rob
se separó, y sin decir nada él solo trepó por encima del cuerpo
de Frederick. Parpadeo al ver como Rob sacaba su enorme
polla y la acercaba a su boca.
—Anda, cariño, te toca hacer que me corra—
Arrodillado encima de él movió su erección cerca de su boca
—Abre esa boquita y sé bueno conmigo— No supo que se
apoderó de su cuerpo, pero Frederick hizo lo que le ordenaron.
Frederick gimió alrededor de la gruesa carne en su boca y miró
hacia la entrada de la tienda, como esperando que nuevamente
alguien los viera los encontrara en esa posición tan… erótica.
Aunque era ridículo, estaban en medio de nada. No tenía
mucha experiencia haciendo sexo oral. Pero con el pene de
Rob en la boca no podía pensar correctamente. A la mierda
eso. Relajando la mandíbula, Frederick alzó la vista y vio
como Rob jodía su boca.
—Toca tu polla, Freddy— ordenó Rob —Mastúrbate
mientras comes mi polla— En ese momento Frederick sé dio
cuenta que estaba excitado de nuevo, estaba excitado solo con
estar mamando la polla de este hombre. Rob era el único que
lograba este efecto en él, este hombre tenía la capacidad de
hacer que Frederick perdiera su autocontrol. Apretando los
labios alrededor de la polla, Frederick movió su mano a su
propio pene y comenzó a masturbarse, dejando a Rob follar su
boca y hacer lo que quisiera. Podía sentir que el otro hombre
estaba cerca ya, pero de repente Rob se detuvo y se retiró. Sin
decirle nada, Rob siguió masturbándose delante de su rostro,
Frederick estaba tan fascinado con la escena que tampoco
pudo decir nada, siguió masturbándose a sí mismo mientras
observaba a Rob hacer lo mismo delante de su cara. Frederick
graznó, lamiéndose los labios. Se sentían hinchados. Rob lo
miraba con una extraña mirada que no supo descifrar.
Parpadeando, Frederick sintió que sus mejillas se encendían.
La forma en que Rob lo miraba… Era tan intensa, como si de
verdad Frederick fuera la mejor visión del mundo. Sin dejar
de jalar su pene, Rob nunca apartó la mirada de los ojos de
Frederick. Y Dios, esto lo hacía excitarse. Frederick estaba
jadeando, su mano volaba sobre su propia polla mientras
observaba fijamente la gruesa erección enrojecida de Rob. Se
quedó sin aliento cuando la polla de Rob estalló sobre él, rayas
calientes de semen lo cubrieron desde el pelo hasta el mentón
y el pecho, semen goteó hacia abajo sobre su cuello, cubriendo
su abierta y jadeante boca. Rob se agachó y lo besó con
ferocidad, no le molesto mancharse con su propio esperma,
esto era sucio, era decadente, era… Eso era lo suficientemente
jodido para empujar a Frederick sobre el borde, y él se corrió,
gimiendo en la boca de Rob. Gimiendo su nombre. El mundo
se detuvo, solo sus respiraciones pesadas interrumpieron el
silencio. Rob se dejó caer a un costado y Frederick lo siguió,
acurrucándose contra el hombre, ni siquiera buscó la manta
para cubrirse, se limitó a tumbarse y cerrar los ojos.
CAPÍTULO 13
Frederick arrugó la nariz, algo olía sumamente mal,
intentó mover su cuerpo para poder escapar del horrible hedor,
pero sus brazos se sentían pesados, y todos los huesos de su
cuerpo le dolían, se sentía como si lo hubiera atropellado un
tráiler o como en esa ocasión cuando fue a un gimnasio por
primera vez.
Con esfuerzo abrió los ojos y entonces comprendido que
la comparación con lo del tráiler era más acertada, no fue una
pesadilla, seguía en el maldito bosque, la lona del techo de la
tienda no lo engañaba, además de que el maldito peso que
sentía sobre el pecho, era la cabeza de Conan y el olor… Era
la señal de que tendría que buscar la manera de cepillarle los
dientes al perro. Giró la cabeza hacía un lado, pero encontró el
lugar de Rob vacío. Miró a su alrededor y vio la claridad de la
tienda lo cual significaba que ya era bastante tarde por
mañana. Confirmando con su reloj se dio cuenta de que eran
las diez de la mañana ¡jamás había dormido tanto en su vida!
Bostezando se llevó las manos a su cara para tallar sus
ojos, entonces sintió cierta rigidez, en sus mejillas y parte de
su frente y… ¡Mierda! Se sentó rápidamente, haciendo que
Conan protestara y se girara hacia el lugar de Rob. Con horror
Frederick volvió a tocar su rostro.
—¡Por Dios! — Frederick sintió mortificación al darse
cuenta de que se había quedado dormido con el semen de Rob
en todo el rostro, el cuello… ¿Podría ser esto más
desagradable? Recordó lo sucedió anoche, como había
permitido que Rob se corriera sobre él como si Frederick fuera
una puta que ansiaba la corrida de su amo. ¡Mierda! Ahora
tenía semen seco en la cara y cuello y no quería ni siquiera
mirar el resto de su ropa. Ahora que lo pensaba, podía sentir la
rigidez en su entrepierna, al mirar hacia su regazo, descubrió
con horror que tenía sus pantalones a medio bajar, y su pene
de fuera.
—¡Esto no puede ser verdad! — Susurró mortificado.
¿En qué clase de persona se estaba convirtiendo?
Acomodándose la roma, se levantó rápidamente, buscó sus
zapatos y salió rápidamente de la tienda, tratando de no
estremecerse cuando el aire fresco de la mañana lo golpeo, no
vio a Rob por ninguna parte, le llamó la atención algo pegado
en la silla. Encontró una bolsa plástica y una nota que decía
que Rob estaba río a arriba pescando el almuerzo, que, dentro
de la bolsa, había fruta, queso y pan para que desayunara, que
además en el fuego había una olla caliente con café.
¿Cómo fue que no había escuchado a Rob hacer todo
eso? Debió de haber estado realmente cansado. Pero ahora
mismo se sentía más descansado, salvo por el hecho que se
sentía sucio. Dejando la nota donde la encontró se apresuró a
buscar su mochila, saco una toalla y su neceser. No era como
si pudiera tomar un baño, ni loco se metería en el río, pero
podría lavarse y sobre todo cambiarse de ropa.
Una hora después, apareció Rob, con unas botas de lona
hasta por encima de la rodilla. Frederick se había aseado,
desayunado y ordenado un poco la tienda de campaña, había
deseado desarmar esa cosa para asegurarse de que Rob
cumpliera su promesa de marcharse esa misma tarde, pero no
tenía la menor idea de cómo hacerlo, fue triste darse cuenta de
que cosas tan sencillas que un padre le enseñaba a un hijo a
hacer mientras este estaba creciendo, pasaron desapercibidas
para Frederick. Ni siquiera sabía encender una fogata, tuvo
que tomar el café medio frío.
—Buenos días, dormilón— Dijo Rob acercándose a él
—¿Dormiste bien? —
—¿Por qué no me despertaste? — Preguntó arrugando la
nariz al ver los tres peces colgando de la mano de Rob.
—Parecía que necesitabas un descanso— Rob se acercó
con toda su carga y sin importante la incomodidad de
Frederick se inclinó y le dio un beso en los labios. Eso fue
raro, ellos no eran pareja, no necesitaban ese tipo de saludos.
—¿A qué hora nos iremos al pueblo? — Preguntó
ansioso, necesitaba un baño, asearse en el rio no era suficiente.
—Después de almorzar, levantaremos el campamento y
nos pondremos en marcha, esta noche quiero cenar una pizza
— Rob se rio mientras se encaminaba hacia el río con los
peces en la mano, Conan a su lado se levantó y siguió a Rob
seguramente esperando tener algo también para almorzar.
Desde lejos Frederick vio como Rob trabajó en los peces, y
después vio como los cocinó en la fogata, al parecer, mirar era
la única la actividad montañesa que Frederick podía
desarrollar.
Rob intentó no reír al ver a Frederick con la brocheta de
pescado en la mano sin saber que hacer, seguramente era de
los hombres que jamás había comido sin usar cubiertos. Era
divertido contemplar todas y cada una de las facetas de este
hombre, con toda esa inexperiencia jamás se había quejado
sobre sus circunstancias.
—¿Rob? —
—¿Sí? —
—¿Esto es seguro de comer? No parece muy
higiénico…— Rob rio.
—Cariño, ha sido asado en el fuego, está bien
cocinado…— Frederick arrugo la frente.
—Está ensartado en una rama… lo cual no es bastante
limpio que digamos…—
—Un poco de bacterias no te matara— Dijo Rob —De
verdad jamás fuiste de campamento ¿cierto? ¿ni siquiera a
campamentos de verano? —
—Mi madre jamás lo permitió —Murmuró él
pellizcando el pescado con desconfianza —Siempre dijo que
era mejor que aprovechara el tiempo en mis estudios que andar
corriendo sobre el lodo de un lado para otro—
—¿Y tu padre opinaba lo mismo? —
—Mi padre murió cuando era niño— La mirada de
Frederick se entristeció cuando dijo eso.
—Lo siento, no sabía— Joder, no vio venir eso, Rob se
había imaginado a un hombre desobligado con su hijo, de esos
hombres ambiciosos que estaban más preocupados por hacer
fortuna que por ser padres.
—No te preocupes, no lo recuerdo mucho, así que no es
como si me doliera recordarlo—Murmuró él, parecía
tranquilo, pero Rob pudo ver la tristeza en su mirada.
—Dime una cosa, ¿por qué estudiaste contabilidad? —
—Me gustan los números —Contestó Frederick con una
sonrisa, ¿a quién rayos le gustaban los números? Aunque Rob
sabía que había gente extraña en este mundo. Frederick se
encogió de hombros —Además se espera que yo tome el
control de la empresa en poco tiempo, tenía que estar
preparado—
—Claro— ¿Empresa? Quería decir entonces que
efectivamente Frederick era de esos niños ricos que heredaban
el imperio de sus padres, ¿Por qué no le sorprendía?
—¿No quisiste estudiar otra cosa? No me imagino a un
niño diciendo que quiere ser economista—
—De pequeño quería…— Frederick titubeó
—¿Qué? —Demandó saber en verdad interesado. Por
primera vez en mucho tiempo le agradaba la posibilidad de
estar con un amante sin pensar únicamente en follarlo. Por
supuesto, lo uno no excluía lo otro—. ¿Enfermero? ¿Doctor?
—
—Nada de eso— Frederick sonrió. De verdad sonrió.
Una sonrisa espontánea que no le había visto jamás.
—¿Entonces? —Rob le dio un mordisco a su brocheta
de pescado, esperando por la información.
—No quiero que te rías de mí —Respondió tras unos
instantes.
—No lo haré… —lo animó él —¿Maestro?
¿Astronauta? — casi siempre eran las profesiones que un niño
escogía.
—Cantante— Rob se detuvo a medio masticar.
—¿Cantante…? — Preguntó incrédulo. Frederick
desvió la mirada hacia otro lado. —¿Cantas? —
—Sabía que te burlarías de mí— Frederick dejo la
brocheta junto a la fogata. Y se puso de pie, con cuidado de no
despertar a Conan caminó hacia la tienda.
—Oye, espera… No me estoy burlando— Joder, Rob
también se levantó y dejo su brocheta en el fuego.
—Fue solo una tontería de niño, no debí…— Rob
interceptó a Frederick abriendo el cierre de la tienda.
—Oye… Tranquilízate, simplemente no me espere esa
respuesta, no tienes que molestarte, además solo pregunte si
cantabas—
—No canto— Frederick le contesto de mala gana —Fue
una tonta idea…—
— No tienes que avergonzarte por algo que te guste
hacer — Aseguró Rob, haciendo que Frederick se diera vuelta
para mirarlo. Las manos fuertes de Rob se trasladaron hasta su
cuello, acariciando su piel —Jamás, tienes que sentir
vergüenza por nada, mucho menos sentir vergüenza conmigo,
yo jamás te juzgaré — Frederick se estremeció. Nadie jamás le
había dicho esas palabras, Rob hablaba como si en verdad
estuviera dispuesto a apoyar a Frederick en lo que fuera,
hablaba con tanta convicción, con tanta determinación. Se
lamió los labios mientras Rob se acercaba, suavemente a su
cara. Rob le dio suave beso y Frederick gimió de frustración.
Quería más. Lanzando sus brazos alrededor del cuello de Rob,
Frederick tiró de él más cerca. Rob se rio con diversión antes
de dar a Frederick exactamente lo que anhelaba. Rob
comenzó con un beso gentil, pero pronto se convirtió en algo
urgente y agresivo. Tomó completo control, caminando con
Frederick hacia atrás hasta que ambos cayeron sobre el
colchón inflable.
Rob cayó encima de él. El beso se volvió salvaje con
lengua y dientes, y Rob movió sus caderas, presionando su
dura longitud en el muslo de Frederick. Apenas podía respirar.
Agarró el borde de la camisa de Rob y tiró hacia arriba el
material blando por la cabeza y lo arrojó sin ningún cuidado
por alguna parte de la tienda. Jadeó mientras trataba de zafarse
de su propia ropa.
—Déjame—. Rob se echó hacia atrás. De rodillas sobre
el colchón, el lugar era muy estrecho y apenas y tenían
espacio, Rob se movió lentamente, removiendo cada artículo
de ropa con cuidado. Una vez que Frederick estaba desnudo,
Rob cayó encima de él, conectando sus labios una vez más.
—Eso es… me gusta que te entregues— Declaró Rob.
El hombre capturó los labios de Frederick en un beso
demandante, él dominaba y controlaba y Frederick
simplemente se dejaba llevar, gemía y movía las caderas
frotando su dura polla contra Rob.
Esto era lo que le encantaba a Rob, siempre el hombre
era tan controlado y reprimido y una vez que Rob comenzaba
a devorarlo Frederick se transformaba completamente en otro
hombre. A Rob le encantaba llevarlo al límite. Mordisqueó,
chupó, lamió y besó, adoró el cuerpo de Frederick. Cuando
llegó al eje de Frederick, envolvió un puño alrededor de su
polla lamiendo sus labios.
—Oh, señor—. Frederick se tensó cuando Rob le chupó
la polla profundamente en su garganta— ¡Rob! — Frederick
dejó escapar un grito, y Rob gimió de placer. No podía
conseguir suficiente. Estaba impulsado por la necesidad y el
deseo. Rob chupó con fuerza, moviendo la cabeza de arriba a
abajo la polla del hombre. Pre-semen salió disparado hacia su
lengua y Rob tragó, gimiendo por el sabor de Frederick
llenando su boca. Mientras continuaba sacudiendo su cabeza,
los sonidos de Frederick cambiaron. Su respiración era áspera,
su cuerpo temblando, y Rob sabía que estaba acercándose. Él
tomó al hombre profundamente, hundiendo la nariz en los
cortos pelos en la base del eje de Frederick antes de retroceder.
—Yo voy a.…— Frederick advirtió, y Rob se detuvo.
Agarró la base del pene y mantuvo la polla palpitante en un
férreo control, deteniendo la liberación de Frederick. Jadeando
ruidosamente, Frederick gimió en decepción. — ¡No! Estaba
tan cerca. —
—No he terminado contigo todavía. Daté la vuelta…
manos y rodillas—. Frederick levantó una ceja ante su orden
ronca. Él no se opuso. En cambio, se quedó mirando a Rob
estrechamente antes de girar lentamente.
Rob miró a Frederick. Realmente era una escena de
fotografía, Frederick era hermoso, tal vez no tenía la
musculatura de Rob, pero su piel clara, sin mancha y suave…
y ese culo espectacular, sus piernas definidas… Inclinándose
hacia adelante, Rob plantó sus labios sobre el hombro de
Frederick antes de morder suavemente la carne. El cuerpo de
Frederick se sacudió, y él gimió, arqueando su espalda.
Agarrando una mejilla del culo carnoso de Frederick en
cada mano, Rob las extendió de par en par. Besó cada mejilla
antes de colocar su cara en la arrugada entrada para lamer su
agujero. Él movió su lengua fuera, bañando el culo de
Frederick en saliva.
—¡No! — Frederick protesto, pero al mismo tiempo
movió su culo hacia atrás, follándose con la lengua de Rob.
Rob continuó lamiendo y mordiendo suavemente alrededor del
agujero de Frederick. Usando su dedo, Rob rodeó el culo de
Frederick antes de lentamente empujar el dígito dentro. Un
escalofrío recorrió el cuerpo de Frederick y abrió más las
piernas. Rob movió su dedo dentro y fuera. Él añadió otro
dígito, y Frederick se movió eróticamente, de ida y vuelta,
follando el aire delante de él.
—Rob…—
—¿Qué necesitas, Freddy? — preguntó con una sonrisa.
—Por favor— Rob le dio una palmada en el culo.
—Quiero escucharte Freddy—Rob giró su dedo —Di
las palabras en voz alta, dime que necesitas— costaría trabajo,
pero Rob estaba dispuesto a detenerse si Frederick no decía las
palabras en voz alta.
—Necesito— se quejó.
—Si, cariño, ¿Qué necesitas? —
—Necesito tu polla—. Esas palabras fueron música para
los oídos de Rob. Usando sus dedos y la lengua, Rob dio a
Frederick toda la atención que necesitaba hasta que el hombre
estuvo preparado. Sacó sus dedos, y Frederick gimió en
decepción.
—Buen chico—
—Por favor—. Él negó con la cabeza. —No puedo
esperar…—Alineando su pene contra el agujero de Frederick,
se empujó hacia adelante. La vista de su polla gruesa entrando
en el culo abierto de Frederick robó su aliento. ¿Había visto
alguna vez algo tan erótico?
—Oh, maldición—. Rob cerró los ojos y agarró las
caderas de Frederick, sosteniendo al hombre firmemente en su
lugar,
— ¡Rob! — Frederick exigió después de un momento.
—Tus deseos son órdenes para mí—Él sacudió sus
caderas hacia atrás antes de empujar de nuevo en el culo.
Construyó un ritmo rápido, follando Frederick. Sus cuerpos se
ajustaban a la perfección, ya que los dos se movían con fuerza
y rapidez. Piel abofeteaba contra la piel, los sonidos musicales
haciendo eco en el bosque, si alguien más pasaba por ahí no
tendría la menor duda de lo que estaban haciendo dentro de la
tienda
—Rob— Frederick jadeó, mirando por encima del
hombro. —Estoy cerca— Rob se inclinó sobre la espalda
húmeda y tomó los labios de Frederick en un beso
apasionado. Envolvió su brazo izquierdo alrededor del pecho,
sosteniéndolo con fuerza. Y con la mano derecha, palmeó la
polla de Frederick, jodiendo la longitud con cada embestida de
sus caderas.
—Freddy— gruñó. —Vente por mí. ¡Vente para mí
ahora! — Rob gritó. Sus bolas subieron apretadas, sintió un
hormigueo en la columna vertebral su cuerpo liberó corriente
tras corriente de semilla profundamente en el culo de
Frederick.
CAPÍTULO 14
Frederick encendió su móvil, justo cuando estaban
entrando en el pueblo, inmediatamente la maldita cosa
comenzó a enloquecer, se mordió el labio al ver la lista de
llamadas y llamadas perdidas, mensajes y mensajes de textos,
y muchos, muchos mensajes de voz.
—Quedamos que nada de contacto con el mundo durante
este fin de semana— Rob le arrebató el móvil.
—¡Oye! No hagas eso— Intentó recuperarlo, pero Rob
fue más rápido, guardo el móvil en el bolsillo de sus
pantalones.
—Sácalo si quieres— Lo retó. Frederick estaba tentado a
aceptar su reto, pero se lo pensó mejor, ya estaban en el
pueblo, Rob manejaba y simplemente ese tipo de juegos no
iban con él.
—Esas llamadas pueden ser de mi asesor de tesis, tengo
mi examen ante el comité de educación pronto— Aseguró,
regresando su vista hacia la calle, era un pueblo pintoresco
tenía que admitir, pero a él le gustaba más la ciudad.
—Seguramente te irá de maravilla, así no tienes que
preocuparte por tu tesis en unos días —
—¿Cómo puedes estar seguro de ello? —
—Por qué puedo apostar a que te sabes tu proyecto de
investigación de memoria— Rob rio y Frederick frunció el
ceño. — ¿Me equivoco? — Por supuesto que no se
equivocaba, pero no quería admitirlo. No quería admitir la
dura verdad, que él era tan aburrido y obsesivo. Dejó el tema.
Era más seguro que Rob pensara que era un obsesivo del
estudio, ya que sería vergonzoso decirle a Rob quien era la
persona que estaba acosándolo tanto. Rob condujo por las
calles del pueblo hasta que llegaron a un pequeño hostal. ¡Un
hostal! Ni siquiera un hotel, o un motel, un pequeño, cómodo
y hogareño hostal. Frederick ni siquiera sabía que esos lugares
seguían existiendo, a lo mejor era para mantener la magia del
pueblo intacta.
Frederick intentó pagar la habitación con su tarjeta de
crédito, pero la mujer le sonrió educadamente y le dijo que no
manejaban ese sistema de cobro. Rob pagó en efectivo, y
Frederick le aseguró que le pagaría su parte en cuanto
encontraran un cajero. Rob simplemente rodó los ojos y fue a
buscar las maletas. Cuando lo vio alejarse, Frederick intentó
echarle una mirada al libro de registros del hostal, por primera
vez sintió curiosidad por saber el apellido de Rob, pero algo en
su interior le impidió acercarse del todo, ¿sería necesario que
supiera su apellido completo? Hasta ahora se daba cuenta de
que había tenido infinidad de sexo con este hombre, pero en
realidad no sabía nada de él, hasta donde sabía Rob era
escritor, pero no tenía la menor idea sobre nada más, ni que tan
famoso era, ni porque vestía de esa manera, para Frederick,
simplemente era su vecino, el cual lo había ayudado en un
momento de necesidad y las cosas se complicaron después, y
de hecho, Rob no era que conociera mucho a Frederick, pero
dado llegado a ese punto, no fue muy necesario que supieran
más.
Nada más entrar en la pequeña habitación con dos
camas estuvo tentado de tirarse en la cama y no levantarse en
dos días. Maldita excursión. Y lo que más la sorprendía era
que Rob estaba tan fresco como una lechuga. Conan entró en
la habitación tan tranquilo y campante como si fuera el dueño,
le sorprendía que permitieran mascotas en la habitación y
como era de esperarse, Conan inmediatamente se subió a una
de las camas a dormir. La habitación era relativamente amplia,
considerando el lugar, pero para Frederick era un pequeño
espacio, más aun considerando que tenía que compartirlo con
otro hombre y un enorme perro.
—Te hace falta una buena ducha —Aseveró Rob
cerrando la puerta tras de sí.
—Creo que tienes razón —dijo intentando evitar el
sarcasmo, como si él no supiera mejor que nadie lo que
necesitaba. Rob comenzó a quitarse ropa de camino al cuarto
de baño. Se detuvo al ver que Frederick no lo seguía.
—¿Qué esperas? —Inquirió a punto de bajarse los
pantalones.
—A que termines —Respondió Frederick aplicando
toda su lógica.
—Por si no lo habías notado, era una oferta. —Se acercó
a él, tan solo llevaba los vaqueros, desabrochados para más
información.
—¿Cómo dices? —
—¿Eres tonto o qué? Vamos a tomar una ducha juntos—
—¿Los dos? — Casi se atragantó con su saliva.
—Si quieres puedes ir a buscar a la dueña del hostal y
hacemos un trio ¿Qué te parece? — Tiró de la mano de
Frederick y arrastrándolo lo llevó hasta el cuarto de baño. Se
quedó de pie mirando cómo apartaba la mampara de la ducha
y programaba el termostato hasta dar con la temperatura
idónea. Después, con toda la tranquilidad del mundo terminó
de desnudarse. —¿Acaso estás sordo? ¡Desnúdate! —
—La ducha es demasiado pequeña para ambos— Alegó,
Rob rodó los ojos. —Esperaré, fuera, hasta que termines—
—Tu sí que sabes matar el momento— Se situó frente a
él, negando con la cabeza, y dirigió las manos a la cremallera
de la sudadera de Frederick. Luchó para impedir que lo
desvistiera —Las pequeñas duchas pueden ser sexys, anda me
apetece aseártelo mojado y resbaladizo— No le costó nada
librarse de sus manos y deshacerse de la sudadera. Él intentó
detenerlo de nuevo.
—¿No piensas en otra cosa que no sea en sexo? —
protestó.
—En ocasiones —Pasó por alto sus reticencias y siguió
desvistiéndolo. Hubo otro forcejeo cuando fue a desabrochar
los pantalones —Pero este fin de semana eres todo mío y no
pienso desaprovechar ningún instante para hacerte gritar— A
Frederick ese comentario lo enfadó. Vale, quizás no era lo que
se dice muy valiente y seguía sin sentirse a gusto estando
desnudo frente a él. Apartando las manos de Rob, Frederick
decidió tomar algo de valor y terminó de desnudarse, cuando
terminó, ni siquiera tuvo el valor de mirar a Rob a la cara,
inmediatamente se metió en la ducha.
Todas las promesas de sexo salvaje en la ducha que
Frederick había temido, no sucedieron, se limitaron a
ducharse, enjabonarse y a Rob tomándole el pelo en algunas
ocasiones. Fue… Raro, ya que, por un momento, Frederick
imaginó que algo andaba molestando a Rob, en algunos
momentos se quedaba serio, pensativo, pero poco después
volvía a ser el de siempre, eso lo desconcertaba mucho.
Ducharse con Rob no fue desagradable, risas y jabón, jamás
había vivido algo como eso. Jamás se había duchado con
nadie. Salieron de la ducha y rápidamente se cubrió con una
toalla; Rob, a quien evidentemente le preocupaba un pimiento
su desnudez, solo cogió una toalla para secarse por encima. De
verdad que no quería mirar, de verdad que intentó no fijarse,
pero fue misión imposible. Cielo santo, vaya cuerpo, ni un
gramo de grasa… Deseó, en ese mismo instante, tocarlo,
recorrer con las manos toda su piel, ser de toalla y frotarlo,
frotarse, de arriba abajo. Cómo no, se puso rojo como un
tomate maduro. Ni él mismo entendía esa reacción.
—Puedes mirar lo que quieras, me alegra que te guste lo
que ves —Informó divertido. Sin más se acercó y tiró de la
toalla con la que se tapaba, Frederick protestó y eso hizo que
se riera—. No solo tienes buenas piernas —observó él—, Tu
retaguardia es digna de admiración.
—Deja de bromear conmigo… —Respondió no muy
convencido. Nadie lo piropeaba así, los halagos que recibía se
referían a su buen hacer contador y miembro de la familia.
—¿Te puedo preguntar una cosa? — Frederick se acercó
peligrosamente.
—Si—
—Cuando estaba vaciando mis bolsillos, deje tu celular
en el cajón, y en ese momento entro una llamada…—
Frederick se tensó —¿Qué pretexto le diste a tu esposa para
escaparte con tu amante todo el fin de semana? — Frederick
abrió mucho los ojos.
—¿Esposa? — preguntó con un hilo de voz.
—La señora Rhys— Rob pasó un dedo por su mejilla —
¿Sabe tu esposa que la engañas con un hombre? — Frederick
dio un paso hacia atrás, pero Rob no le permitió escaparse.
—Yo no tengo esposa— Frederick se sintió ofendido
porque Rob insinuaba que él podría ser desleal de alguna
manera, no tenía esposa o compromiso y si lo tuviera, jamás
engañaría a esa persona, él tomaba en serio sus obligaciones.
—¿No? ¿Estás seguro? Yo leí perfectamente que decía
“Señora Rhys” …—
—No es mi esposa— Frederick fulminó a Rob con la
mirada —Es mi madre— Rob parpadeo sorprendió ante esa
afirmación.
—¿Tu madre? —
—Si—Rob parpadeó incrédulo, jamás hubiera esperado
algo así, admitía que había estado algo molesto, no sabía nada
del pasado del chico, pero no quería ser el sucio secreto de
nadie, ahora todo tenía sentido, pero ¿quién tenía a su madre
agendada en su celular de esa manera? Sin poderse contener
soltó una carcajada, a Frederick no le gusto su reacción, e
intentó alejarlo, pero Rob no se lo permitió. Este hombre en
verdad lograba sacarlo de sus casillas, pero a él encantaba.
Más ligero de lo que se podía esperar, atrajo a Frederick para
un beso acallando así todas sus protestas y haciendo que Rob
se olvidara de todos sus malestares.
CAPITULO 15
Frederick se despertó nada más amanecer, había
dormido de corrido después de que habían follado como
conejos, y a pesar de todo el ejercicio realizado, y que el culo
le dolía, Frederick se sentía mejor que nunca. Se volvió en la
cama y observó a Rob tumbado boca arriba, con un brazo
doblado sobre el abdomen y el otro debajo de la cabeza. Cielo
santo, era una imagen de lo más provocativa. Sintió ganas de
acariciar su mejilla oculta por la barba. ¿Cómo sería sin ella?
También Frederick se tumbó boca arriba, ya no iba a dormirse
de nuevo, tampoco quería levantarse y correr el riesgo de
despertar a Rob, por lo cual solo le quedaba una cosa por
hacer. Pensar.
Y era algo que no quería hacer, este fin de semana le
había quedado más que claro que tenía que buscar una manera
de enderezar su vida. Por primera vez en años Frederick
estuvo convencido de que él no era problema, al menos no del
todo, él podía sentir, podía entregarse, pero estaba claro que no
con cualquier hombre podría hacerlo. Giró la cabeza y miró a
Rob. Ahí estaba. Un hombre en el cual jamás se habría fijado a
primera vista, que habría juzgado como a un vago sin oficio y
ni beneficio y que hasta ahora no sabía nada en absoluto sobre
el hombre. Y era el único hasta ahora que había logrado que
Frederick sintiera más y pensara menos. ¿Podría llegar a
establecer una relación con alguien así? Tan diferente,
evidentemente fuera de su círculo social; a su madre poco
menos que le daría un soponcio si presentaba a un hombre
como pareja…
—¿Ya estás pensando demasiado tan temprano? —
Susurró Rob bostezando. Frederick rio.
—¿Qué genero de libros escribes? — Preguntó. Enarcó
una ceja al ver como Rob se tensó ante la pregunta, no quería
incomodarlo —No tienes que responder si no quieres — Otra
de las incapacidades de Frederick aparte del sexo, era intentar
tener conversaciones casuales. Ni siquiera sabía por qué había
preguntado, el día anterior decidido que no necesitaba saber
todo de la vida del hombre, ya que lo único que tenían en ese
momento era sexo.
—No tengo un género definido— Contestó Rob
girándose hacia él. —Escribo lo que se me viene a la cabeza,
estoy en Londres buscando inspiración. — Frederick parpadeó
sorprendido.
—Escuché el otro día en el ascensor, que solo habías
alquilado el departamento por unos meses— Ese departamento
había estado vacío desde que Frederick se había mudado ahí.
—No sé cuánto tiempo estaré en Londres, — Rob se
deslizó un poco más cerca de él —Supongo que será hasta que
la ciudad me canse demasiado, entonces regresaré a Inverness
—
—¿Eres escocés? — preguntó sorprendido. Así que de
ahí venía el acento tan pronunciado que tenía al hablar.
—Tha mi nam dhuine às a ’Ghàidhealtachd— dijo Rob
—¿Qué cosa? — Preguntó Frederick confundido.
—Dije que soy un hombre de tierras altas— Tradujo
Rob. —En serio no tienes la menor idea de quién soy ¿cierto?
— Frederick intentó no sonrojarse.
—Yo sabía que había un escritor famoso en edificio,
pero no soy muy bueno para recordar rostros, lo siento, tal vez
si me dijeras tu nombre completo…—Rob se inclinó y le dio
un rápido beso. Eso le indico a Frederick que Rob en realidad
no quería decirle su nombre completo y que lo reconociera.
Tal vez después pudiera buscar en internet. —¿Cuánto tiempo
estarás en Londres? —
—Londres no es lo mío, pero hasta ahora tengo un buen
incentivo para quedarme un poco más— Rob lo hizo girar y
comenzó a besar su cuello. Frederick intentó concentrarse en
las caricias, pero no estaba para la labor. Ese era el problema
de conversar, llegabas a enterarte de cosas que no querías
escuchar, pero ¿Qué esperaba? ¿tener una relación estable con
este hombre? ¿Cómo funcionaria? Jamás se imaginó salir con
un hombre. ¿Cómo se comportaría en los actos a los que él
acudía? ¿Soportaría las murmuraciones de su círculo social?
¿Cómo sería la convivencia entre dos hombres? La imagen lo
era todo para Frederick y estaba claro que no podría anunciar a
los cuatro vientos que le gustaban los hombres. Estaba siendo
un esnob, lo sabía. Pero no podía evitarlo. Había llegado a un
callejón sin salida. Nada más un fin de semana, algo para
recordar; cuando regresara a su casa y de nuevo adoptara su
papel de economista serio, solo él sabría hasta qué punto había
disfrutado.
Pero en esos momentos no quería preocuparse, ya
lidiaría más tarde con aquello. Ahora era el turno de ser
Frederick quien sorprendiera a Rob. Tomando algo de valor,
sujetó a Rob de los hombros y lo hizo girar para quedar él
ahorcajadas. Recurriendo a los pocos gramos de audacia que
tenía, se inclinó y tomó los labios de un Rob bastante
sorprendido pero encantado por su valor.
—Joder, que ansioso estás por las mañanas —Se burló
él. Pero para nada detuvo el asalto de Frederick. Al contrario,
se relajó y dejo que él hiciera todo lo que quisiera hacer.
Una hora más tarde estaban preparándose para salir a
desayunar, mejor dicho. Rob estaba esperando a que Frederick
terminara de prepararse para salir a desayunar. El hombre era
todo un remilgado, se negaba salir sin antes haberse afeitado.
Rob por su parte en lo más que se había tardado fue en
abrocharse las botas, la verdad era que eso de tomarse el año
sabático y tratar de ser un ermitaño era vivir en la gloria. En
otros tiempos, en lugar de estar recargado contra el cabecero
de la cama esperando, Rob ya hubiera estado en su estudio
desde las cinco de la mañana trabajando. Vivía para escribir.
Amaba escribir. En ocasiones ni dormía y permanecía días
encerrado en su estudio hasta que no plasmaba todo lo que
tenía en su cabeza en una historia. El que le faltara inspiración
y ánimo para escribir era una mierda. Estaba comenzado a
pensar que jamás volvería a escribir en su vida, no era que le
preocupara mucho el dinero, tenía su buen ahorro y sus buenas
inversiones, además sus libros recibían buenas regalías, y con
el premio que recibiría en dos semanas “Sueños de una noche”
tendría una nueva reimpresión y una edición especial de lujo
en pasta dura, además estaba pendiente el contrato por la
película. Así que el dinero no era un problema, pero Rob
amaba escribir, era su vida, no sabía que haría si no volvía
pronto a la normalidad, en casa tenía varios borradores
iniciados, pero nada que fuera impresionante la verdad.
—La camisa azul te sienta mejor— dijo Rob al ver como
Frederick sacaba unas perfectas camisas bien dobladas de la
maleta. Sin duda este hombre era un maniático del orden.
Conan sobre la cama, bostezó, seguramente también cansado
que los humanos no le permitirán seguir durmiendo.
—Está haciendo frío, es mejor un polo—contradijo
Frederick.
—Pero hombre… ¿Cuál frío? — Se rio —No aguantas
nada, date prisa que tengo hambre…— En ese momento el
móvil de Frederick sonó. Rob voló por sobre la cama para
intentar alcanzarlo y apagarlo, pero Frederick se movió con la
velocidad de una gacela y lo tomó primero de la mesilla,
intentó alcanzarlo, pero Frederick fue más rápido y corrió
hacia el baño. Al cerrar la puerta en sus narices le ganó la
partida.
—Joder— maldijo —Mueve el culo Frederick, que
tenemos mucho que hacer hoy— Gritó. Pero no obtuvo
respuesta. No era de los que escuchaban a través de las
puertas, pero Rob aun así pegó la oreja contra la madera a ver
si escuchaba la conversación ¿Sería su madre?
—¿Ella se encuentra bien? — escuchó que preguntaba.
Después hubo silencio.
—Si, ahora estoy fuera de la ciudad, pero voy para allá
— nuevamente silencio.
—Comprendo… Cualquier cosa, comuníquese conmigo,
muchas gracias— Rob se apartó de la puerta justo cuando
Frederick salía del baño.
—No me digas— Interrumpió Rob —Tenemos que
irnos—
—Si— Frederick se apresuró hacia la maleta, se puso la
camisa azul — Tengo que ir al hospital—
—¿Qué? ¿Por qué? — Preguntó mientras alcanzaba su
maleta, al escuchar la palabra hospital había comprendido que
no había forma de convencer a Frederick de quedarse —¿Todo
bien? —
—Una amiga está ingresada, no sé qué tan graves es, no
me quisieron dar detalles por teléfono, pero tengo que ir
inmediatamente— Sus días de descanso fueron arruinados,
pero Rob no estaba molesto, bueno, si lo estaba, porque
todavía quedaban muchas cosas que quería hacerle a este
hombre, pero una emergencia era una emergencia, y esta
amiga debería de ser bastante importante para la vida de
Frederick, ya que lo veía bastante preocupado.
El caminó a Londres no era más que de dos horas, pero
para Frederick parecían diez, lo notaba ansioso, y preocupado,
incluso cuando Rob se detuvo a cargar gasolina lo notó
desesperado al ver cuanto tardaba la bomba de gasolina en
llenar el tanque. Ni siquiera quiso comer nada considerando
que no habían alcanzado a desayunar. Apenas y estaba
aparcando frente al hospital cuando Frederick saltó fuera del
auto.
—Oye, al menos espera a que…—
—¿Podrías llevarte mi maleta? — Pidió Frederick —
Más tarde la recogeré— Ni siquiera esperó a que Rob dijera
que sí, el hombre azotó la puerta y caminó apresuradamente
hacia el hospital. Rob rodó los ojos y decidió buscar un lugar
donde estacionarse. Después de aparcar y dejar las ventanas
del jeep medio abiertas para que Conan no sufriera dentro del
coche, bueno… Eso era un decir, ya que a Conan le encantaba
estar en el auto y no esforzarse por caminar. Rob entró al
hospital y vio que Frederick estaba conversando con un
médico, bastante apuesto la verdad, y no comprendió por qué
razón le dieron celos al ver toda la atención que Frederick, le
prestaba. Chorradas.
—No puedo creer lo que me dice doctor, seguramente
esto debe ser muy doloroso para ella— Escuchó que decía
Frederick mientras se acercaba a ellos.
—Su prometida necesitará mucho apoyo de su parte
señor Rhys— Y fue ahí donde Rob detuvo sus pasos. ¿Su
prometida? —En cuanto a despertado nos ha costado calmarla
mucho, nos prohibió hablarle a alguien más que no fuera
usted. Costó algo de trabajo localizarlo—
—No estaba en la ciudad doctor— Se escusó Frederick.
—Lo llevaré con ella en unos minutos, ahora mismo
está en una sesión con la psicóloga, un aborto nunca es fácil de
llevar para una mujer, ella necesitará mucho apoyo y
comprensión de su parte—
—Si doctor, gracias—
—Lamento también su perdida señor Rhys, pero nos fue
imposible salvar al feto, no queríamos arriesgar la vida de su
prometida—
—Sé que tomaron la mejor decisión, doctor, le gradezco
— Frederick parecía tan calmado, tan sereno, a pesar de que
acababa de escuchar que su prometida había estado grave y
habían perdido a su hijo. ¿Prometida? ¿Hijo?
—Mierda— Gruñó, al comprender lo estúpido que había
sido. Su maldición la dijo lo bastante alto, ya que tanto el
médico como Frederick se giraron hacia él.
—¿Rob? — Frederick parecía sorprendido al verlo ahí,
<<por lo menos una mínima reacción>> ¡Hijo de puta!
¿Cómo era que se las había arreglado para engañarlo tan bien?
Joder ese hombre era toda una fichita. ¿Pero que esperaba?
Apenas y lo conocía de un par de semanas, y eso era inexacto,
porque lo que se dice conocerse, no se conocían, follaban y
sacaban sus frustraciones físicas, pero nada más.
—Quería asegurarme que tú… Prometida estuviera bien
— Su voz era sarcasmo puro. —Ahora me marcho— Dijo
dándose la vuelta y corriendo fuera de recepción. ¡Maldita sea!
Se lo habían vuelto hacer, ni de los hombres se salvaba. Y él
que pensó que Frederick sería diferente. Estaba buscando sus
llaves desesperadamente, cuando escuchó que lo llamaban a su
espalda, no se giró.
—Rob, espera—
—Lo siento, tengo prisa, Conan tiene hambre— El perro
por su parte seguía tumbado en la parte de atrás del jeep bien
dormido, en todo el camino solo se había despertado en la
gasolinera, comió un panecillo que Rob le dio y se volvió a
dormir. Dormir era el deporte favorito de Conan. Después de
todo era un perro viejo que en cualquier momento se quedaría
dormido para no despertar más. Ese día a Rob se le partiría el
alma. Conan era la única compañía sincera que deseaba a su
lado, ya que con los humanos no tenía suerte.
—Escucha…—
—No te preocupes— Interrumpió Rob abriendo la
puerta del auto —Lamento la perdida de tu bebé— dijo, la
situación era una mierda, había sido engaño tal vez, pero la
muerte de un inocente jamás se le deseaba a nadie. —Pero te
diré una cosa, si tenías prometida y un bebé en camino jamás
debiste de aceptar ir conmigo de fin de semana—
—Tú me obligaste a ir a pescar— Rob rio.
—Si claro— Negó con la cabeza —También dirás que te
obligue a darme el culo ¿no? — Frederick parecía ofendido
ante su declaración, a esas alturas cualquiera estallaría, lo más
normal sería que Frederick le gritara, lo golpeara o algo, pero
no. El serio Frederick jamás lo haría.
—¿Podemos hablar de esto luego? — Preguntó con voz
calmada —Te prometo que todo tiene una explicación—
—¿En serio? — Estaba cabreado y mucho. Rob en ese
momento solo deseaba tumbarlo sobre el capo del coche y
demostrarle que era él quien lo hacía vibrar y no su novia. Que
era Rob quien despertaba una y mil sensaciones en él y no esa
chica.
—Rob… yo—
—Suficiente Frederick, no quiero escucharlo — Estalló
cerrando la puerta del coche de un portazo y caminando hacia
Frederick, estaban comenzando a llamar la atención de varios
transeúntes, pero a Rob le daba igual —Tengo que admitir que
jamás pensé que tú serías de esos hombres que pudieran
engañar tan bien— Lo acorraló contra el jeep y, sin explicarse
bien por qué, bajó la cabeza para besarlo. Notó los brazos de él
haciendo palanca, intentando apartarlo, pero Rob podía
dominarlo sin despeinarse.
—¡Apártate! —Gritó Frederick en el corto instante en
que Rob dejó que respirase.
—Dime Freddy, ¿Qué te gusta más? ¿Follar o ser
follado? — Rob se rio —Seguro que no gritas como un loco
cuando estás follando a tu noviecita ¿verdad? — De nuevo
apresó sus labios y de paso se pegó a su cuerpo aplastándolo
contra el frío metal del jeep. Se resistía, pese a que de nuevo
cada beso de él parecía debilitarlo y pensar solo en conseguir
más, como un adicto a su droga. —Eso está mejor, eres toda
una puta de polla ¿no es cierto? —Murmuró Rob arrogante
cuando lo oyó gemir. Frederick explotó. Lo empujó con todas
sus fuerzas.
—Aléjate de mí, no permitiré que te burles— Le
propinó un puñetazo que lo sorprendió — Eres un idiota… —
respiró en profundidad— No te vuelvas a acercar a mí o te
pongo una demanda por acoso— Rob se quedó frío. De
repente toda su excitación se perdió en las palabras cargadas
de ira de Frederick. El puñetazo podía doler, pero solo fueron
unos instantes; pero la mirada de odio total que Frederick le
dirigió lo lastimó mucho más, ¿Por qué Frederick parecía el
ofendido cuando el engañado ahí era Rob?
—Como quieras —Dijo Rob dando un paso atrás— Te
deseo una larga vida feliz al lado de tu prometida— Sin
mirarlo, Rob entró en el jeep y se marchó del hospital sin
mirar dos veces hacía atrás. No quería ni pretendía entenderlo.
Sus palabras eran lo suficientemente claras como para pedir
más explicaciones.
CAPITULO 16
Hay una regla no escrita que dice: si las cosas van mal,
no te preocupes, todavía pueden ir peor. Y con ese
pensamiento Frederick entró en la habitación de Jessica.
— Lo siento— Ella susurró al verlo, a Frederick le
sorprendió verla en ese estado, tan pálida, tan frágil.
—¿Por qué te disculpas? — Le preguntó a ella en tono
cansado. No estaba en su mejor momento, lo que acababa de
suceder con Rob había sido…
—Por interrumpir tu fin de semana, no tenía a quien más
llamar, los médicos insistieron en que alguien tenía que venir
— Frederick se acercó a la cama.
—No te preocupes por eso— Frederick no era bueno
con los sentimientos, o consolando a otras personas, ni
siquiera era bueno consolándose a sí mismo, así que se quedó
a un lado de la cama, con las manos a los costados sin saber
que hacer —¿Cómo te sientes?— Preguntó estúpidamente, ella
contuvo más lágrimas y Frederick comprendido su inapropiada
pregunta —Lo siento, soy un tonto— instintivamente tomó su
mano —¿Dónde está Harry?— lógicamente él era quien debía
de estar ahí, ya que era el verdadero novio y padre del bebé, su
segunda pregunta hizo más daño que la primera. Ella comenzó
a llorar más fuerte.
—Discutimos— Murmuró ella limpiándose las lágrimas
con el dorso de la mano, Frederick alcanzó unos pañuelos de
la mesilla.
—Lo siento—
—La otra noche, después de dejarte en el jardín
botánico, llegue a casa y Harry me tenía una sorpresa —
Jessica cerró los ojos —Me propuso matrimonio, yo lo
rechace, pero no porque no quiera casarme… No estoy lista—
Explicó Jessica —Ni siquiera sospechaba que estaba embaraza
hasta ayer por la noche que me dio un dolor insoportable—
Frederick le sujetó la mano.
—Si hubieras sabido que estabas embarazada ¿habrías
aceptado? — Jessica parpadeó ante su pregunta.
—No lo sé— Ella se limpió la nariz —Tal vez hubiera
sido un incentivo para comenzar a luchar por lo que más
deseo, me hubiera ayudado a dejar de ser cobarde, pero
ahora…— Ella comenzó a llorar desconsoladamente.
—Tranquila— Frederick apartó el cabello de su cara —
Deberías de llamar a Harry ¿no crees? —
—El me odia, piensa que lo desprecio por no ser de mi
clase social—
—Yo sé que no es así—
—Lo amo… Y ahora que perdí a su bebé…— Jessica se
ahogó en llanto y Frederick intentó consolarla, aunque él
mismo tuviera ganas de llorar, porque la vida era tan injusta.
Ambos estaban pasando por momentos duros, pero tenían que
buscar la manera de sobreponerse. Frederick decidió apoyar a
Jessica, ella estaba pasándolo peor que él. Ambos acababan de
atravesar por grandes problemas sentimentales, pero Jessica
había perdido a su bebé, así que las necesidades de ella eran
primordiales.
Jessica duró internada un par de días más, antes de que
la dieran de alta, nadie de sus familias se enteró y decidieron
que, por la siguiente semana, ella se quedaría en la casa de
Frederick hasta que decidiera que iba a hacer. Frederick tuvo
que adaptarse a las circunstancias, estar a punto de terminar el
doctorado le permitió tomar ciertas libertades, solo asistió a la
universidad los días que tenía que presentar algunas tareas, el
Decano fue muy amable al comprender sus circunstancias, y
su asesor de tesis ya había aprobado su trabajo, ahora solo
tendría que esperar la fecha para la presentación y el examen
ante el comité de revisión.
Tres días más tarde, mientras entraba a su edificio no le
extrañó las miradas de sus vecinos, todos lo miraran con
suspicacia por su mal semblante, estaba terrible, lo sabía, no
había dormido nada por no querer dejar a Jessica sola, ella se
había negado en rotundo a ver a Harry, ella absurdamente
sentía que Harry la odiaría por la muerte de su bebé, pero
Frederick presentía que no sería de esa manera, en las pocas
ocasiones que había tratado con el hombre, Frederick se había
dado cuenta que Harry si amaba a Jessica sin duda alguna,
simplemente las diferencias de posición social estaban
haciendo estragos en la pareja. Frederick quería ayudarlos,
pero no estaba seguro si sería correcto intervenir.
Jessica estaba instalada a su casa y Frederick había
contratado una enfermera por unas horas en lo que él acudía a
la universidad a tratar unos pendientes, además de que
pretendía tratar de localizar a Harry, no sabría que resultaría de
todo esto, pero era justo que Harry se enterara de lo ocurrido
<<también sería justo que Rob…>> Negó con la cabeza, se
negaba pensar en ese hombre. ¿Por qué las cosas se habían
torcido tan mal? Todo era un mal entendido, pero Rob no dejo
explicarle y lo había acusado de cosas tan horribles… Tal vez
era la mejor, Frederick simplemente debería de recuperar el
rumbo de su vida, olvidarse de lo ocurrido, nada habría podido
prosperar con ese hombre, estaba de sobra decir que Frederick
tenía que resignarse a que siempre estaría solo, él no era
material para estar en una relación, no era que hubiera estado
en una relación con Rob, pero ese hombre habría sido lo más
cercano a tener una pareja, una pareja sexual tal vez, pero fue
el primero con el que logró conectar, por lo tanto debería de
estar agradecido y continuar con su vida.
✉ ✍ ✎ ✏ ✐✑✒ ⌨
Rob abrió sus ojos, parpadeó a causa de la luz del sol
que brillaba a través de la ventana de su dormitorio.
—¡Joder! — Se preguntó qué horas serían, dejó caer su
brazo sobre sus ojos, sintiéndose cansado, como si no hubiera
dormido ni un instante a pesar de la borrachera que se había
pegado anoche. Demasiados pensamientos seguían vagando
por su cabeza.
Estaba tan confundido que no sabía que dirección
tomar. Frederick le había jodido la cabeza, ya habían pasado
varios días desde que descubrió lo estúpido que había sido al
confiar en el chico refinado, estaba claro que él no pegaba ni
una, ni con mujeres, ni con hombres, aunque por un instante
pensó que con Frederick podría haber sido diferente, por lo
menos tenían química sexual, disfrutó a lo grande enseñándole
a ese hombre un truco o dos, su siguiente amante o su novia,
se lo pasarían en grande.
La idea de Frederick estando con alguien más le
enfadaba tanto que casi vibraba. Nunca, ni una vez, había
pensado en su amante pasado dos veces, pero en los últimos
días, Frederick era lo único que tenía en mente, anoche tuvo
que atontarse con el whisky para no ir a derrumbar la puerta de
su departamento a golpes, había escuchado a una de las
vecinas decir que la novia del vecino del quinto piso era una
monada. ¡Hasta la había traído a vivir a su apartamento! Por
suerte no se había encontrado con ninguno, dudaba que la
mujer después de haber perdido a su bebé tuviera ánimos para
vagar por el edificio, pero tampoco había sabido nada de
Frederick. Ni siquiera el idiota había ido a buscarlo para
disculparse y por lo menos darle una explicación, que, para el
caso, él no quería escuchar escusas. No necesitaba sus tontos
pretextos, lo que si necesitaba era volver al ruedo, ya que la
idea de irse de edificio lo había abandonado, ya que pronto
tendría el evento al cual tenía que asistir, tampoco era que le
apetecía mucho regresar a Inverness todavía y no quería
buscar otro lugar para quedarse. Los hoteles le daban alergias,
no era como tener su propio espacio, además no tan fácil
encontrar un lugar que aceptara a Conan.
Así que tenía un plan, levantarse, darse una ducha y salir
de casería, hoy tendría un coño bien dispuesto, tendría que
dejar de lado los culos y los penes por un largo tiempo. Le
gustaba la excitación y la variedad de tener a diferentes
amantes. No quería estar atado a un solo hombre.
Después de una noche sin descansar, pasó todo el día
encerrado en su despacho, trabajando en su nuevo manuscrito,
no tenía nada planeado, simplemente se sentó delante del
ordenador y comenzó a escribir, cuando se dio cuenta ya eran
casi las nueve de la noche. Por fin la inspiración le había
llegado, aunque el tema seguía sin gustarle mucho, pero al
parecer era la única forma de descargar toda la ira y
frustración que sentía. Dejando el trabajo a un lado se dio una
rápida ducha, podría bien seguir escribiendo, pero necesitaba
pasar algo de tiempo fuera para recuperar la perspectiva.
Estuvo tan involucrado con Frederick que no había pensado
estar con alguien más. Y quizás eso era lo que le estaba
haciendo perder el control.
Cogiendo su chaqueta de cuero del armario, Rob salió
de su dormitorio y se dirigió a la puerta, se dispuso a divertirse
y a pasarlo bien, hoy se le antojaba una morena de piernas
largas. Rob ignoró la pequeña voz en su cabeza que le decía
que estaba cometiendo un error enorme, recuperaría su famoso
control, y todo en su mundo volvería a estar en su lugar.
Frederick aparco su auto, y miró su reloj, era tarde, pero
su madre le había tendido una emboscada, no había podido
negarse a cenar con ella, por la simple razón de que no podía
decirle que Jessica estaba en su casa, todos pensaban que
Jessica estaba en un viaje de negocios, Harry le había llamado
un par de veces durante el día, pero no había tomado la
llamada, Frederick no era buen mentiroso y no quería mentirle
a Harry y no quería traicionar a Jessica, así que estaba entre la
espada y la pared.
Le había enviado un mensaje a Jessica cuando se vio
atrapado con su madre para avisarle de que tardaría una hora
más, ella le aseguró que estaba bien y que no se preocupara, el
problema era que no había tardado una hora con su madre,
fueron tres horas. Fue toda una agonía. Estaba agotado, lo
único que deseaba era llegar a casa, tomarse una copa de vino
y dormir.
Buscando su maletín, salió del coche, Frederick escuchó
risas cuando se dirigía hacia el ascensor, fuertes pasos
acompañaban suaves risas y una ruda carcajada sonó en el
estacionamiento subterráneo. Un momento después, por detrás
de una de las columnas, Frederick distinguió la silueta de un
hombre que conocía bastante bien, y él no estaba solo. Una
hermosa morena venía colgada de su brazo. La risa de deleite
de la mujer envió esquirlas de dolor a través del corazón de
Frederick. La excitación brillaba en el rostro de Rob.
Frederick conocía muy bien esa mirada. En ese momento Rob
miró hacia él, una mirada de sorpresa pintó su rostro.
La boca de Frederick se abrió como si intentara formar
palabras para preguntar qué estaba haciendo con esa mujer,
pero no salió ningún sonido. Y ¿Qué caso tenía? La respuesta
ya la conocía. Y Frederick no tenía por qué exigir nada, lo que
ellos llegaron a tener fue solo sexo, jamás hubo promesas o
una conversación adecuada en la cual ambos acordaran que lo
de ellos había sido exclusivo, además ellos habían terminado
¿no es así? Rob había dejado muy claro lo que pensaba.
—Frederick —dijo Rob mientras se detenía a unos
metros de él. Frederick frunció el ceño y sacudió un poco la
cabeza. Tenía que comportarse, pero era tan malditamente
difícil—¿Cuánto tiempo? ¿paseando de noche? ¿Cómo está tu
prometida? — Su tono fue frío, antipático y casi hostil, como
si Frederick hubiera hecho algo terriblemente mal. Frederick
cerró sus ojos un momento y respiró profundamente. Así no
era como se suponía que las cosas deberían de ser, sabía que la
situación era confusa, que debería de explicarle a Rob que
todo era un malentendido, pero él no era de los que causaban
una escena, sería incorrecto e inapropiado. Además, tenía un
nudo en la garganta, estaba claro que ni siquiera una palabra
saldría de su boca. ¿Por qué era tan difícil aceptar que entre
ellos no quedaba nada? Frederick abrió sus ojos y se giró,
endureciéndose por la desaprobación que sabía que vería en el
rostro de Rob por ignorarlo. Sin decir nada se apresuró a la
escalera de emergencia, eran cinco pisos, pero era preferible a
estar encerrado en el elevador con ese hombre y su nueva
amante. Frederick se preguntó cómo podría haber pensado
alguna vez que era amable. Sintió como su corazón se rompía
en su pecho, haciendo que fuera difícil respirar. Las lágrimas
de desesperación salieron de sus ojos mientras comenzaba a
subir la interminable escalera. Se sentía entumecido. Quizás su
error más grande fue asumir que Rob lo desearía tanto como él
lo deseaba o pensar que el hombre era lo que necesitaba,
habían sido unos pocos días de sexo, nada más, no debió de
haber pensado que Rob buscaba otra cosa que no fuera placer
físico. Esto era culpa de Frederick por haberse formado ideas
extrañas en su cabeza. Le llevó a Frederick solo unos minutos
subir el primer piso, faltaban cuatro, solo rezaba para que al
llegar a su departamento estuviera más calmado y que el dolor
no fuera tan profundo, aunque dudaba que eso llegara a ocurrir
algún día.
CAPITULO 17
—Qué hombre tan raro, ¿es tu amigo, amor? — Rob
miró incrédulo hacia donde Frederick se había dirigido, ni una
palabra, ni una segunda mirada le había dirigido, miró a la
mujer a su costado, sus enormes tetas se presionaban contra su
brazo, pero no sintió nada. No tenía deseos de chupar esos
enormes pechos, ni necesidad de besar esos labios carnosos, y
el olor floral empalagoso de su perfume lo estaba mareando.
Ni siquiera estaba duro. Solo se sentía abrumando por la
sensación de pérdida. Había estado muy seguro de que traer a
una mujer casa para follar lo curaría de la extraña obsesión que
tenía por Frederick. Había estado seguro de que sería capaz de
quemar cualquier agarre que Frederick tenía en él y volver a
ser el hombre que era. En cambio, se sintió la peor mierda del
mundo, esa mirada dolida en los ojos de Frederick… Los
dedos de Rob se apretaron alrededor de la cintura de la mujer,
intentó apartar esos sentimientos. Necesitaba renovar su
interés sexual en otros amantes. Necesitaba tener el control,
pero todo lo que podía ver era la angustia y desesperación en
el rostro de Frederick mientras se daba la vuelta y se alejaba.
Si le molestaba verlo con esa mujer ¿Por qué no dijo nada?
Además, ¿Por qué se molestaba? Él tenía una prometida, pero
algo en su cabeza le decía que las cosas no eran correctas,
tenía poco de conocer a Frederick, pero por lo poco que sabía,
Frederick no parecía lo bastante osado como para ocultar sus
reacciones tan naturales. Y esa mirada… Mierda. ¿Qué había
hecho? Había roto a Frederick. Como una luz encendiéndose
en su cabeza, tenía su respuesta.
—Te pediré un taxi— afirmó al tiempo que se separaba
de la chica, de la cual ni siquiera se acordaba el nombre,
simplemente en el club le habían llamado la atención sus
pechos y fue la candidata elegida. —Gracias por tu tiempo—
—¿Qué dices? — preguntó la chica sorprendida. Rob
intentó sonreír, pero sabía que no lo consiguió cuando las cejas
de ella se alzaron.
—Me disculpo, pero ahora tengo algo importante que
hacer— Ella no se lo tomó muy bien, lo empujó y entró en
asesor. Rob la siguió, pero fueron unos segundos de lo más
incómodo hasta que llegaron a la planta principal del edificio.
Ella muy dignamente se dirigió a la calle y Rob como era todo
un caballero la acompaño hasta la avenida hasta que tomó un
taxi y pagó para que la llevaran a donde quisiera. Ella nunca
le dirigió una segunda mirada, y Rob no podría culparla
Rob hizo una mueca y regresó al edificio, tenía mucho
que arreglar con Frederick. Lo primero que necesitaba hacer
era convencerlo de que dejara a su novia, se escuchaba feo, la
mujer acababa de perder a su bebé, pero Frederick le debía una
explicación muy grande y exigía una decisión, él no era fan de
los tríos. No quería pensar mucho en la idea de que estaba
considerando que Frederick podría ser mucho más que
folladas ocasionales. Jamás considero tener una pareja estable,
mucho menos que esa pareja fuera un hombre, la prensa lo
tendría para el desayuno. Pero la idea de tener a Frederick para
sí mismo le dio a Rob una calma que no había sentido desde la
primera vez que lo vio desarreglado y lloroso.
Rob llegó al quinto piso, y llamó a la puerta, pero no
contestó nadie, Rob se inclinó para mirar la luz debajo de la
puerta, no había una sombra ahí, por lo tanto, Frederick no
estaba mirando al otro lado. Volvió a llamar, pero nuevamente
no sucedió nada, Rob volvió a llamar y a llamar hasta que
escuchó pasos acercándose. Él no se marcharía hasta que
hablara con Frederick, estaba dispuesto a pasar toda la noche
llamando hasta que abriera la puerta, o llamaran a la policía.
Entonces la puerta se abrió. Una mujer rubia, vestida con una
bata de seda color azul le frunció el ceño. Rob no podría estar
más sorprendido.
—Maclead…— Susurró ella —¿Qué haces aquí? —
—¿Señorita Firshbond? — ¿La directora de la editorial
era la novia de Frederick? Rob no quería creerlo. Ni siquiera
sabía que la mujer tuviera una relación con nadie. —Estoy
buscando a Frederick— Rob dio un paso atrás para comprobar
que había llamado en el departamento correcto.
—Él aún no llega…— dijo Jessica, al tiempo que
terminaba de hablar, se abrió la puerta de la escalera de
emergencia al final del pasillo. Frederick parecía cansado, pero
más que nada, triste. —Freddy, ¿Acaso el elevador no
funciona? — Preguntó Jessica al verlo. El corazón de Rob
retumbó, cuando Frederick alzó la vista y los miró.
—Frederick—Rob suspiró de alivio. Pero Frederick
rápidamente se recuperó del asombro, y centró su vista en
Jessica.
—¿Qué haces fuera de la cama Jessica? — Preguntó
Frederick tratando de recomponerse e ignorando
completamente a Rob, eso no le gustó.
—Es que llamaron a la puerta con mucha insistencia, El
señor…—
—Frederick, tenemos que hablar— Interrumpió a
Jessica para que no dijera nada innecesario, la risa amarga de
Frederick le rompió el corazón casi tanto como la pena en su
rostro.
—Creo que será descortés para tu invitada Rob, te debe
de estar esperando— Frederick caminó hacia la puerta y
Jessica retrocedió unos pasos para dejarlo entrar. Pero Rob no
estaba dispuesto a ser ignorado. Bloqueó la puerta con un
brazo.
—¿Podemos hablar de esto, Frederick? —
—No hay nada de lo que hablar. — Frederick intentó
cerrarle la puerta en las narices, pero Rob fue más rápido.
—Joder— gruñó empujando la puerta y sujetándolo del
brazo —No me dejas elección— Tiró de él hacia el
apartamento, ignoró por completo a Jessica y prácticamente
arrastró a Frederick hacia cualquier habitación con una puerta,
daba lo mismo si era el baño, tenían que hablar, era jodido
como la mierda tratar de hablar con Frederick con la novia en
el mismo apartamento, pero jodido más sería que se cruzara de
brazos sin hacer nada.
—Eres un bruto, ¡Suéltame! — Frederick intentó
resistirse, escuchó a su espalda que Jessica decía algo, pero la
ignoró, entraron en la habitación principal. Rob aspiró aire con
fuerza, <<Genial>> pensó al darse cuenta de que la habitación
no olía a perfume de mujer, y la habitación estaba en perfecto
orden, quería decir que Jessica no se estaba quedando en la
misma habitación que Frederick.
—Me debes una explicación, Frederick—
—No te debo nada— Gruñó Frederick —–Dejaste tu
posición perfectamente clara el otro día—
—Estaba enojado— Rob aseguró la pueta y aprisionó a
Frederick contra la madera —Y es tu maldita culpa, por jamás
quererme decir las cosas—
—Pero…—
—¡Me enteré en ese momento que tenías una jodida
prometida y habías perdido a tu bebé! ¿Cómo querías que me
sintiera? — Frederick detuvo sus protestas y lo miró. Por un
segundo pareció que Frederick quería creerle, y luego sacudió
la cabeza.
—Dijiste cosas horribles…—
—Lo sé, y me disculpo—Rob dijo mientras lentamente
se acercaba más —Estaba celoso— Rob dio otro paso más
cerca. Las cejas de Frederick se juntaron en un profundo ceño.
Parecía estar intentando procesar lo que Rob estaba diciendo,
pero vacilaba en creer en sus palabras.
—¿Celoso? —
—Si, celoso como la mierda— Rob colocó un dedo en
su mejilla —Piensa, ¿Cómo te sentiste al verme en el
estacionamiento con la morena? Y no me mientas, lo vi en tus
ojos— Frederick parpadeo.
—Yo…—
—Mira, si me hubieras preguntado hace un par de días
lo que deseaba, te habría dicho que solo un buen revolcón, hay
muchas cosas que no sabes sobre mí y yo tampoco se nada
sobre ti, estar en un noviazgo formal con un hombre no es algo
que tenga planeado —La lenta inhalación de Frederick fue un
sonido torturado en la habitación. Estiró la mano y alzó la
barbilla de Frederick con su mano. —Me gusta estar contigo,
pero creo que tu prometida será un problema—
—Jessica no es mi novia—Frederick susurró —Aunque
nuestras familias tienen un compromiso arreglado entre los
dos— Rob sintió que su corazón corría a mil kilómetros por
hora.
—¿Te casarás con ella? —
—Ninguno quiere hacerlo, ella ama a otro, y yo no era
el padre de su bebé—Rob pasó su mano por el rostro de
Frederick
—Maldita sea Frederick ¿Por qué no lo dijiste antes? —
—Jamás hablamos de cosas personales—
—Eso tendrá que cambiar—Rob se movió de repente.
Estiró la mano y agarró a Frederick por sus brazos y lo atrajo
hacía sus brazos para un profundo beso. No podía conseguir
suficiente de Frederick, no de su dulce sabor ni la forma en
que el hombre se sentía presionado contra él. Rob hizo que se
movieran hacia la maca y mantuvo sus labios juntos mientras
llegaban a la cama. Gentilmente hizo que Frederick se tumbara
sobre la cama y se inclinó sobre él, alcanzando el borde de la
camiseta para quitársela. Frederick no se resistió, solo lo
observó, alzando sus brazos cuando era necesario, o sus
piernas cuando le sacó los pantalones. Sonrió mientras se
levantaba y tiraba la ropa de Frederick al suelo. Se tomó un
momento para llenarse de la belleza estirada en su cama, jamás
había considerado que un hombre fuera bello.
Cuando se quitó toda la ropa, gateó en la cama entre las
piernas del hombre. Podía sentir la polla dura restregándose
contra él y ver que los ojos de Frederick brillaban con
excitación.
—Te deseo. Lo sabes, siempre provocas que todo
razonamiento salga de mi mente— Rob declaró y Frederick
frunció el ceño.
— ¿Eso es un cumplido? —
—Sí— dijo Rob firmemente. El corazón de Frederick se
aceleró. Se sentía como si fuera a salírsele del pecho. La
sonrisa de Rob era contagiosa y Frederick se encontró incapaz
de evitar que sus labios se curvaran por los lados. —Eres algo
que no planee, y no tengo la menor idea de que resultará, pero
te será muy decil alejarme de tu lado— Frederick ladeó su
cabeza, sorprendido por la inseguridad que vio en los ojos de
Rob. Nunca habría pensado que Rob pudiera ser inseguro en
nada. Frederick asintió, no encontrando las palabras.
Frederick separó sus piernas y las levantó, los lados de sus
rodillas rozando los laterales de Rob. Estaba bastante seguro
de que Rob pilló la idea general cuando el rostro del hombre
se sonrojó, y el hambre llenó sus ojos.
—¿Tientas a tu suerte? —La sonrisa de Rob era fiera —
Que sepas que no me importa que tu novia falsa este al otro
lado de la puerta, aun te haré gritar—Frederick jadeó,
acordándose entonces de que Jessica estaba en casa, intentó
apartar a Rob, pero él no se lo permitió. Frederick no estaba
preparado para la intensidad con la que él deseaba darle placer.
—Rob, para —Empezó en su cuello, besando y
lamiendo la piel al ahí. Lamió una línea por la suave curva de
la oreja de Frederick antes de susurrarle.
—Ni hablar— Rob se movió más abajo del cuerpo de
Frederick, haciendo pequeños círculos alrededor de sus
tetillas. —Te gustan mis caricias ¿verdad? —
—¡Sí! —siseó Frederick. Tocó los pezones de Frederick,
tirando de ellos. Dios, se sentía tan malditamente bien. Que
hasta ahí terminaron las protestas de Frederick, se olvidó de
todo, y dejo que Rob lo arrastrara hasta donde quisiera.
CAPÍTULO 18
Rob cerró la puerta de la habitación con cuidado de no
hacer demasiado ruido, ya estaba a punto de amanecer y
Frederick debería dormir un poco más, lo había tenido
despierto casi toda la noche. Sonrió con suficiencia.
—Vaya, vaya, vaya— Jessica chasqueó la lengua —
¿Huyendo al amanecer como un criminal? — Rob asomó la
cabeza por la puerta de la habitación de invitados, Jessica
estaba recargada contra el cabecero de la cama, tenía su laptop
sobre sus piernas y la luz de la mesilla encendida, parecía una
madre pillando a un hijo entrando ilegalmente a la casa, pero
Rob no era su hijo, y no estaba entrando. Aun así, ella le
miraba con unos ojos reprobadores.
—¿Has estado despierta toda la noche? —
—¿Y de quién es la culpa? — Ella arqueó una ceja
divertida —Ustedes no se contienen— Se rio. —¡Por dios! No
creí que Frederick podría ser capaz de gritar de esa manera—
Rob se recargó contra el marco de la puerta.
—Nuestra vida sexual no es asunto tuyo—
—Le recuerdo señor Maclead que trabaja para mí—
—Al contrario, señorita Firshbond— Dijo Rob divertido
—Le recuerdo que mis escritos son lo que sostienen su
editorial— Ella ladeo la cabeza.
—No en los últimos meses— Alegó ella —Deberías de
dejar de andar de conquista y ponerte a escribir, me debes la
continuación de una serie y un nuevo lanzamiento— Rob rodó
los ojos.
—Estoy en mi año sabático, no fastidies— No era que
tuviera una buena relación con Jessica, pero la había conocido
cuando todavía no era la directora de la editorial. —¿Cómo te
sientes? — Preguntó. No hizo falta aclarar su pregunta, ella
supo que se refería a lo del aborto.
—Tengo que permanecer en reposo un par de días más
— Dijo ella —¿Qué tanto te contó Frederick? —
—Tuvimos un malentendido cuando creí que eras su
prometida y que habías perdido a su bebé, fui al hospital con
él, me causaste muchos problemas—
—¿Es todo lo que sabes? —
—¿Hay algo más que deba saber? — Le extrañó la
actitud de Jessica, ella parecía querer decirle algo más
importante. Estaba claro que pensaba que Frederick le había
contado cosas que no debería contarle ¿esa fue la razón para
esperarlo despierta?
—Mi bebé no era de Frederick— Informó —Yo amo a
alguien más, pero mi familia jamás lo aprobaría, Frederick y
yo somos aliados en contra de nuestras madres, créeme, su
madre es el obstáculo a vencer, jamás aprobara que Frederick
sea gay— Rob se encogió de hombros.
—A mí no me importa lo que esa mujer diga—
—Pero puede que a Frederick si, tú no sabes lo que es
crecer bajo esta presión social— Rob enarcó una ceja.
—No me importa lo que piensan los demás…— Hizo
una pausa —Me basta con que Frederick me acepte—
Declaró. Jessica abrió los ojos sorprendida.
—¿Estás diciendo que no te importa el escándalo que se
armará cuando la prensa se entere de que estas en una relación
homosexual? — Rob se encogió de hombros.
—No puedo evitarlo— Rob dudó un segundo antes de
agregar —Frederick es un poco despistado al parecer, no ha
podido reconocerme, o tal vez no es un hombre que lee
mucho, como sea, ni siquiera sabe mi nombre completo, así
que te pido que no le digas nada— Ojalá hubiera podido tomar
una foto de la cara de Jessica en ese momento.
—Deberían de dejar de tener sexo una noche y ponerse
a conversar, Frederick tiene derecho a saber en lo que se está
metiendo ¿no crees? —
—Cualquiera que te escuchara diría que soy el diablo—
Rob la fulminó con la mirada. Ella rio.
—Solo digo, que ambos no lo tendrán fácil, sus vidas
son complicadas por separado, y juntas será un desastre, él
tiene derecho a saber a qué se enfrenta— Ella hizo una pausa
—Para personas como él o como yo, o nuestras familias, la
discreción, la apariencia y nuestra intimidad es lo más
importante… Cosa que a tu lado no obtendrá—
—Hablas sobre los escándalos, la prensa, la publicidad y
todas esas cosas ¿cierto? — Rob miro al cielo —Estás
exagerando, no soy tan famoso—
—Al menos que haya un escándalo alrededor de ti,
imagina la bomba que explotará cuando todos sepan que te has
decidido por un hombre, Frederick y toda su vida hasta ahora
será objetivo de la prensa, su madre enloquecerá— Rob apretó
los labios, comprendía lo que Jessica decía, Rob era un
escritor famoso, cada que se publicaba un nuevo libro, o
ganaba un premio, o surgiera la ocasión, Robson Maclead, era
objeto de un nuevo escándalo, la prensa amarillista no perdía
el tiempo, si Frederick se quedaba con él, sería objetivo de
escándalos, malinterpretaciones, maquinaciones, arguendes,
chismes, etc. Etc. Etc. Y considerando que Frederick era tan
reservado y serio…
—Tal vez tengas razón, soy un gran paquete, como sea,
quiero ser yo quien se lo explique, por esa razón te pido que
guardes el secreto— Ella sonrió.
—De verdad te importa ¿no es así? — Ella volvió a reír
—Frederick es un buen hombre, no es como esas mujeres de
tetas grandes y cerebros pequeños con las que sueles
enredarte, no me gustaría verlo sufrir—
—¿Y quién te dice que él no puede hacerme daño a mí?
Ambos somos vulnerables— Rob se sentía realmente
confundido, aún no alcanzaba a comprender todos sus
sentimientos, pero quería descubrirlo.
—No diré nada, si tú también guardas mi secreto— Rob
asistió.
—Tenemos un trato— Hizo una pausa mientras se
separaba de la puerta —¿Necesitas algo antes de que me
marche? — ella negó con la cabeza.
—Solo no le digas nada a nadie, eso incluye a tu primo
—
✉ ✍ ✎ ✏ ✐✑✒ ⌨
Horas más tarde Frederick entró en la cocina con
dolores musculares en algunas partes del cuerpo que pensó que
en la vida jamás le dolerían.
—Buenos días— Saludó Jessica muy sonriente desde el
otro lado de la barra —¿Café? —
—Buenos días— Saludó, ya que primero estaban los
modales y las buenas costumbres —¿Qué haces fuera de la
cama? — Jessica le sirvió una taza de café y la puso frente a
su cara, el solo olor hizo que le salivara la boca.
—El médico dijo que ya podía levantarme y caminar,
pero sin hacer grandes esfuerzos— Ella se rio —Por otra parte,
parece que tú sufres más que yo, te ves como si te hubiera
arrollado un tráiler—
—Así me siento— Dijo Frederick avergonzado —
Escucha yo…—
—No tienes por qué explicarme nada— Intervino
Jessica —Pero creo que era justo que le hubieras dicho a tu
novio sobre nuestro acuerdo, parecía realmente molesto
cuando abrí la puerta ayer—
—No es mi novio —Alegó Frederick —Solo…—
—¿Amigos con derecho a roce? — Jessica ladeó la
cabeza —Nunca pensé que tu fueras de los que pudiera tener
sexo sin compromiso, además creo que a ese hombre si le
importas — Frederick parpadeó sorprendido por las palabras
de Jessica.
—Apenas y nos conocemos—
—¿Y eso no es la parte divertida de una relación? Tratar
de conocer al otro es el objetivo del noviazgo— ¿Novio?
¿Rob? ¿Un hombre? Frederick no tendría un futuro con un
hombre, su madre jamás se lo perdonaría, tenía demasiadas
obligaciones y quien mejor que Jessica para saberlo.
—Nuestra relación no es de ese modo— Simplemente
era sexo ¿no? Además, eran incompatibles, dos polos
completamente opuestos, jamás podrían llegarse a
comprender. Rob era… Rob. Irreverente, despreocupado, mal
hablado, en cuanto a Frederick… definitivamente eran como el
agua y el aceite.
—Escucha Frederick…— Jessica se inclinó sobre la
barra —Se que es complicado, quien mejor que yo para
decirlo, mi familia jamás aceptara que yo me case con alguien
diferente a mi posición social, pero no puedes decidir a quién
amar—
—¿Amar? — Frederick prácticamente grito —Yo no
amo…— Jessica se rio
—Ya comprendo que dije la palabra prohibida, pero
piénsalo, ¿Qué sientes por ese hombre? — Frederick sintió esa
pregunta como un puñal contra su pecho, no estaba preparado
para dar esa respuesta —¿Acaso te importa que él sea un
hombre? Tal vez no sea un matrimonio ventajoso como el que
quieren nuestros padres… —
—Yo no pienso casarme como mi madre quiere— Eso sí
lo pudo contestar inmediatamente —El dinero no me interesa,
yo puedo mantenerme solo, no puedo hacer lo que mi madre
quiere— Claro que, en su posición social, el dinero era
importante, pero Frederick tenía planes, quería ser profesor, no
viviría de su herencia y jamás había anhelado ocuparse de los
negocios de su familia, no aspiraba a ser rico, simplemente
quería mantenerse por sus propios medios.
—¿Entonces que te detiene? Por lo que veo te gusta este
hombre y el sexo se les da muy bien— Ella se rio bajito y
Frederick se sonrojó —La verdad es que nunca te había visto
reaccionar de la manera en que lo haces alrededor de Robson
—
—¿Robson? — preguntó confundido, ella miró hacia
otro lado.
—Es su nombre completo ¿no? — Dijo Jessica,
Frederick enarcó una ceja.
—¿Él te lo dijo? — Frederick suspiró la mirada de
Jessica lo decía todo —Trabaja para tu editorial ¿no es así? —
ahora todo tenía sentido.
—Es uno de nuestros escritores, lo siento, no tenía por
qué decírtelo—
—Yo no lo sabía, creo que es una muestra de que
nuestra relación no es como tú piensas, no lo conozco y no me
conoce— Jessica hizo una mueca.
—Creo que la solución es fácil—
—¿En serio? —
—Si— Ella le dedico una hermosa sonrisa de dientes
blancos —Solo pregúntale lo que necesitas saber— Frederick
le dirigió una mirada de frustración.
—¿Me estás tomando el pelo? —
—No, la comunicación es la clave de cualquier relación,
invítalo a cenar, cuestiónalo por todo, solo de esa manera
estarás seguro de que vale la pena correr el riesgo con este
hombre y podrás enfrentarte a tu familia por lo que realmente
quieres— Frederick le dio un trago a su café y después sonrió
a Jessica.
—Es un gran consejo—Ladeó la cabeza —Espero que
seas de las que practican lo que predican, ¿no crees que es
hora de hablarle a Harry? Dijiste que la comunicación es la
base de cualquier relación, él merece saber lo ocurrido ¿no
crees? — Jessica palideció.
—Touché[6]— Murmuró Jessica —Eres un tonto—
—Aun así, sabes que tengo la razón, él merece saber lo
de su hijo, sabes que es lo más honorable por hacer— Ella
asintió con la cabeza pensativa. Ya era hora que enfrentara sus
problemas, ambos tenían muchos obstáculos que librar. Solo
necesitaban dar un paso a la vez.
CAPITULO 19
Rob entró en la cafetería justo a las once de la mañana,
mientras pedía un café, sacó su móvil y le llamó a Harry.
—¿Qué quieres? — Contestó su primo de mala manera.
—¿Por qué el buen humor? — Preguntó Rob con
sarcasmo.
—Mira, no estoy para…—
—Estoy en la cafetería frente a la editorial—
Interrumpió —Baja, tengo que hablar contigo— Después
colgó la llamada y buscó una mesa apartada. Cinco minutos
más tarde su primo entró en la cafetería, y en honor a la verdad
tenía que decir que exteriormente se veía mucho peor que Rob
en modo ermitaño.
—Te ves como la mierda— Le dijo sin rodeos.
—Qué lindo— dijo Harry de mal humor, tenía ojeras
profundas, barba de tres días y a Rob le dio la impresión de
que hasta había perdido peso. —Dime que quieres, tengo cosas
que hacer— Rob sacó el sobre del bolcillo de su chaqueta. Su
primo arqueo una ceja al contemplar el maltrecho y arrugado
sobre.
—Quiero que leas esto y me des tu opinión— Harry
enarcó una ceja, pero aun así extrajo los documentos del sobre.
Rob observó muy bien sus reacciones mientras Harry leía cada
línea del borrador que Rob había escrito, además de ver sus
reacciones, pensó que en verdad algo malo le estaba sucedido
a Harry, era obvio al contemplarlo, pero si su primo no quería
contarle, no era correcto que él interviniera.
—¡Joder! ¿Qué es esto? — Preguntó su primo con los
ojos como platos.
—¿No te gusta? — preguntó preocupado.
—No dije eso— Harry dejo las hojas sobre la mesa y lo
miró intrigado —Este no es el género literario con el que
generalmente trabajas— Rob se encogió de hombros.
—Quería hacer algo diferente, además sabes que no
tengo un género fijo, escribo lo que me salga de la cabeza—
Se encogió de hombros —Inspiración es inspiración—
—Esto es “demasiado” diferente— Harry volvió a bajar
la vista hacia el manuscrito, era solo el prólogo y los primeros
tres capítulos.
—Solo quiero saber si te gusta o no— Demandó saber,
no estaba para andar con rodeos, aunque dado el caso, la
opinión de Harry daba lo mismo, si al final la editorial no
quería publicarlo, estaba bien, aun así, terminaría el
manuscrito, no podía dejar de escribirlo, tenía tantas ideas en
la cabeza que sus manos ahora mismo picaban por escribir.
—Creo que, con eso de gustarme, no puedo darte una
opinión objetiva, sexo entre hombres no es lo mío…— Harry
rio y abrió los ojos al leer algún párrafo en el manuscrito —
¿En serio se pueden hacer estas cosas? — Rob estiró la cabeza
para alcanzar a leer lo que Harry estaba leyendo. Después
enarcó una ceja hacia su primo.
—¿Acaso eres virgen? — Preguntó con sarcasmo. Su
primo lo fulminó con la mirada.
—Hacerlo con hombres no me llama la atención, siento
que por el culo debe de doler hasta la muerte— Rob se
encogió de hombros.
—No sabes de lo que te estás perdiendo— Harry abrió
mucho los ojos.
—Espera…— Harry miro el manuscrito y después a Rob
—¿Tú has estado con hombres? — Rob puso los ojos en
blanco.
—¿Cómo crees que sería capaz de escribir sexo gay si
no lo he experimentado? —Bebió tranquilamente de su café
mientras Harry comenzaba a toser.
—¿En serio? —Harry no salía de su asombro—No me
lo creo— Rob se encogió de hombros
—Has oído perfectamente—
—Joder… ¿Desde cuándo? ¿Cómo? —
—Soy bisexual, y no era que me atrajeran mucho los
hombres, pero he conocido a alguien—
—¿Un hombre? —
—¿Qué si no? — Rob señaló con los ojos el manuscrito
—Este libro está inspirado en él—
—No me lo creo —Rob arqueó una ceja y Harry seguía
sorprendido—Eres un escritor muy reconocido por tus libros
románticos y de misterio, pero esto…—
—Es un libro romántico— señalo Harry
—Con un poco de morbo, drama y con un hombre de
protagonista en lugar de una mujer— Harry apretó las hojas en
su puño —¿Un hombre con una doble vida? —
—Hay diez mil y una maneras de vivir— Explicó Rob
—Solo se vive una vez, y mi inspiración estaba desaparecida,
pero con la llegada de … Este hombre, mis días de exilio se
han tornado más interesantes—
—No sé cómo tomaran tus lectores este cambio de
género—
—No me importa— dijo Harry —Si muchos dejan de
seguirme, otros llegaran— Rob tenía un público muy variado,
sobre todo mujeres, pero los fans eran volubles. No a todos les
gustaba lo que escribía todo el tiempo.
—No sé si la editorial apruebe esto—
—Me iré a otra editorial— Sentenció. Harry lo miró
fijamente.
—No puedo hacerte cambiar de opinión ¿cierto? — Rob
negó con la cabeza —¿Entonces para que me lo enseñas si no
quieres mi opinión? —
—Me importa tu opinión, la diferencia es, si me apoyas
en esta idea o no— Harry sonrió.
—Calor que te apoyo, primo— Rob colocó la palma
sobre el manuscrito —Y por supuesto que quiero leer en que
termina esto—
—Lo mejor está por venir —respondió enigmático—te
mantendré al tanto, ahora pasemos a otro tema, dime que te
está preocupando, te noto cansado—
—No quiero hablar de eso— bajo la vista al manuscrito
—Ahora deja de molestar que quiero terminar de leer— Rob
enarcó una ceja, algo muy gordo debía de estarle ocurriendo a
su primo para que se negara a contarle, no insistirá, Rob era de
los que pensaban que cada quien tenía derecho a guardar uno
que otro secreto. Respetaría eso, pero estaba preocupado,
guardaba la esperanza que de alguna u otra manera pudiera
encontrar la forma de ayudarlo.
✉ ✍ ✎ ✏ ✐✑✒ ⌨
Al llegar a la empresa de su madre, Frederick de verdad
tuvo la intensión de hablar con ella, de hacerla por lo menos
comprender que no existía alguna forma de que él tuviera
alguna oportunidad con Jessica, Con ninguna mujer en
realidad, aunque aún no estaba preparado para enfrentar esa
realidad. Pero una sola mirada de su madre lo hizo desistir, sí,
Frederick era un cobarde, aunque internamente intentará
convencerse a sí mismo que no dijo nada al ver a su madre
emocionada organizando una reunión entre ambas familias
para celebrar que sus hijos se amaban. <<Soy patético>>
pensó, mientras su madre, hablaba, y hablaba, Frederick
entonces consideró que lo más inteligente era esperar,
esperaría a que Jessica aclarará las cosas con Harry, también
consideró que sería una buena idea informar a su madre sobre
su resolución de no trabajar en la empresa una vez que hiciera
su examen ante el comité de la universidad. Por qué Frederick
ya estaba determinado a trabajar por su cuenta, aunque la
universidad no le ofreciera un puesto de docente, él podría
postularse para trabajar en cualquier otra parte. Su madre aún
era joven, así que ella con ayuda de su marido podrían
continuar con las riendas de la empresa, además era consciente
de que existían muchos otros hombres en la empresa capaces
de asumir la dirección a falta de la señora Rhys, no tenía por
qué estar un Rhys como cabeza de la empresa. Derrotado
Frederick estaba dispuesto a marcharse cuando fue detenido
por Edmund en el pasillo.
—¿Puedo hablar contigo, Frederick? —Edmund
interrumpió desde la puerta de su despacho —Será solo un
minuto— Frederick frunció los labios, había logrado evitar a
Edmund en los últimos días.
—Tengo prisa —Mintió, pero no quería estar a solas con
ese hombre <<Nunca jamás en esta vida>>
—Porque eres tan frío conmigo— Frederick se tensó
cuando vio a Edmund salir al pasillo. Estaban en un edificio
lleno de gente, si este hombre pretendía algo, comenzaría a
gritar. Aunque el pasillo estuviera desierto, esta zona estaba
llena de oficinas, seguramente alguien iría en su ayuda.
—Dejemos esa charla ¿quieres? no tengo tiempo para
andar dando explicaciones sobre lo obvio, dime que necesitas
—Le respondió sin dejarse llevar por el tono amistoso de
Edmund.
—¿Qué sucede? Cariño, no es necesario que te
comportes así conmigo, sabes lo mucho que te amo, y te
extraño demasiado Frederick, podríamos intentar arreglar esto
¿no crees? — Cretino, pensó Frederick.
—Si es de eso de lo que quieres hablar, será mejor que
me marche —Alegó Frederick.
—Ya veo que sigues resentido— Edmund
inteligentemente no intentó acercarse, el muy idiota sabía que
no podía arriesgarse a ser descubierto —¿Cómo esta tu…
novia? — Frederick entrecerró los ojos. Se tensó, no habría
manera que Edmund supiera…—Sé que intentas engañar a
todo el mundo, pero ambos sabemos que no es el coño de
mujer lo que deseas— El brillo maligno en los ojos de
Edmund le revolvió el estómago.
—Mis relaciones personales no tengo por qué hablarlas
contigo— Edmund rio.
—Venga mi amor, ambos sabemos que en esto jamás
podrás complacer a tu madre— Edmund ladeó la cabeza y lo
miró de una forma tan intensa, conocía esa mirada, era la
mirada que hacía que cualquier hombre o mujer se doblegara a
los deseos de este hombre, ya que esa mirada prometía grandes
promesas sensuales. —A ti te gustan las pollas en el culo, no
tienes oportunidad de tener una dulce y hermosa mujer a tu
lado—
—Eres despreciable…— Frederick estaba dispuesto a
marcharse. Pero las siguientes palabras de Edmund lo
detuvieron.
—Tu madre me aprecia demasiado —Anunció con tono
de voz serena. —Estoy seguro de que no se opondrá a una
relación entre su hijo y su hombre de más confianza —
Frederick lo miró por sobre encima de su hombro.
—¿Qué estás diciendo? —
—Sé que soy mayor que tú, pero puedo convencer a tu
madre que estamos profundamente enamorados y que en esta
época las relaciones homosexuales realmente son muy bien
aceptadas y dan muy buena publicidad…—
—¿Acaso te has vuelto loco? —
—Frederick… Amor mío, he estado pensando mucho en
nosotros y creo…— Frederick sentía el estómago revuelto.
—Realmente has pedido la cabeza— Frederick apretó
los dientes —Entre tú y yo no hay nada, y realmente estás
demente si quieres contarle esto a mi madre— Edmund se
separó de la pared y se aproximó hacia Frederick, él retrocedió
un par de pasos.
—Siempre he estado enamorado de ti, Frederick— Se
pasó la mano por el pelo, empezaba a perder los nervios —Sé
que puedo convencer a tu madre, piénsalo, una relación entre
nosotros sería conveniente para ambos, tú podrías dedicarte a
lo que quieras, y yo asumiré las riendas de la empresa por ti,
además… Sabes que puedo complacerte en la cama—
Frederick sintió que toda la sangre abandonaba su rostro,
ahora todo tenía sentido.
—¿Complacerme? ¿así es como lo llamas? — rio
amargamente —No creo que a mi madre le agrade escuchar la
verdad sobre lo sucedido entre nosotros, Edmund—
—¿Lo sucedido entre nosotros? Lo haces sonar
demasiado feo, es amor, tú lo sabes, nosotros…—
—¡Cállate! — Gritó Frederick tan alto, que eso ocasiono
que Edmund diera un paso atrás y mirara a ambos lados del
pasillo, como esperando que alguien los hubiera escuchado.
—Yo no te amo, jamás lo hice —Dijo sintiendo que sus
entrañas se estrujaban —Te odio por lo que me hiciste, me das
asco— Edmund ni siquiera se inmutó ante sus estallidos, su
mirada fija estaba en Frederick.
—No sé qué te está ocurriendo últimamente, supongo
que estás dejándote influenciar por quien no debes o.…—
—Deja de suponer tanto —Lo interrumpió— Estoy
harto de que me tomes por tonto, en lo que a mi vida privada
se refiere. Tú menos que nadie tienes derecho a opinar. —Le
plantó cara y se inclinó hacia delante—. No te atrevas a
acercarte nuevamente a mi o soy capaz de contarle a mi madre
como es que su hombre de más confianza l traicionado su
confianza en más de una ocasión— Eso hizo enfurecer
a Edmund, le había dado donde más le dolía.
—¿A quién crees que estás amenazando, niño? —
—A ti, y será mejor que vayas con precaución, Edmund,
yo no tengo nada que perder, tal vez mi madre me desprecie,
pero seguiré siendo su hijo toda la vida y heredero de esta
empresa que era de mi padre, en cambio tú, podrías terminar
de patitas en la calle en cualquier momento— Edmund
enrojeció de ira. Estaba a punto de estallar, pero fueron
interrumpidos por un grupo de mujeres que dieron vuelta en a
la esquina. Con una última mirada llena de rencor, Edmund
regresó a su oficina y cerró la puerta con un fuerte portazo.
Aliviado, Frederick se recargó contra la pared, tratando de
recuperar su respiración.
—Idiota— Maldito Edmund, el muy… bastardo.
Frederick comenzó a reírse. Le había plantado cara, aunque
jamás lo había hecho en los años que… Negó con la cabeza.
No tenía caso lamentarse ahora. Ahora mismo le importaba un
rábano que Edmund se hundiera, él solito había cavado su
propia tumba, sonrió al pensar en que Edmund tenía razón,
alguien lo estaba influenciando. Y eso era bueno, muy muy
bueno.
CAPÍTULO 20
Esa noche Frederick salió de su apartamento con el
pretexto de ir a buscar la cena, pero era una simple excusa para
dejar que Jessica y Harry arreglaran sus diferencias, por fin su
amiga había decidido llamar a Harry y contarle toda la verdad,
el hombre había estado muy enojado cuando Frederick le abrió
la puerta, pero confiaba en que Harry era todo un caballero y
no haría nada que dañara a Jessica.
Ahora estaba la pregunta de ¿Qué hacer mientras
esperaba? Ya había comprado bastante comida china del
restaurante de la esquina, habían trascurrido cuarenta minutos
más o menos, no sabía cuánto tiempo era correcto dejarlos
solos, no era un hombre de pasear por la calle de noche. Así
que de alguna u otra forma termino frente al departamento de
Rob, dudo llamar a la puerta en el último segundo, tal vez el
hombre estaba ocupado y no quería molestar ¿Y si estaba con
alguien? Definitivamente no quería enfrentarse a una situación
así, bastantes humillaciones habían recibido en ese mes, estaba
a punto de irse cuando la puerta se abrió de repente.
—Que sorpresa— Rob le dedicó una amplia sonrisa y
una mirada arrasadora que lo hizo temblar. —Y me has traído
la cena, debí de haber hecho algo muy bueno—
—Jessica está con… Su novio— Se abstuvo de
mencionar a Harry, sabía que era primo de este hombre, pero
no era su secreto para decirlo, qué pequeño era el mundo ¿no?
—¿Vas a salir? — Preguntó al ver que el hombre tenía la
chaqueta puesta y las llaves del auto en la mano.
—De hecho, iba a buscarte para invitarte a cenar— Rob
estiró la mano y lo sujetó por el brazo, tiró de él tan fuerte que
Frederick terminó estrellado contra su fuerte pecho. —Pero he
tenido suerte, has venido a mí por propia voluntad y con la
cena incluida— Anunció con una sonrisa, después se inclinó y
lo besó con el ímpetu y las ganas de siempre y Frederick le
correspondió como era debido, ¿Por qué con Rob era tan fácil
soltarse? Cuando se separaron, Frederick lo miró con ojos
nublados.
—Si quieres que salgamos a cenar… No tengo
problemas con ello—
—¿Qué sucede? — Rob rio —¿Acaso temes que si nos
quedamos termine cenándote a ti? — Y ese era exactamente su
temor, pero no se oponía a la idea, aunque no lo diría en voz
alta. ¿Qué le sucedía? Se había convertido en adicto al sexo de
repente, había tenido meses sin sexo, sin ni siquiera
masturbarse, y ahora todo el día estaba excitado con tan solo
pensar en Rob.
—Es comida tailandesa, no se te gusta— dijo, dándose
cuenta de que en realidad no sabía nada de este hombre.
—No soy un hombre remilgoso— Rob lo hizo entrar en
el departamento, le ayudó con la bolsa mientras Frederick se
quitaba la chaqueta, en ese instante apareció Conan en la
entrada, sorprendiendo incluso a su propio dueño, el perro se
acercó a Frederick.
—Hola, Conan— El enorme animal se pegó demasiado
a Frederick, babeando sus pantalones y sus zapatos, pero
extrañamente Frederick no se molestó por ello, con no mucha
experiencia, rascó a Conan detrás de las orejas, no creía estarlo
haciendo mal, porque Conan movió la cabeza en dirección de
sus manos.
—Maldito Conan, suertudo— Murmuró Rob yendo
hacía la concina.
—¿Qué sucede? — Frederick lo siguió con Conan
caminando a su lado.
—Solo digo que Conan es afortunado— Rob comenzó a
sacar platos —Yo no logro siquiera que me des en beso de
bienvenida y o despedida y a él lo tocas como si nada—
Frederick enarcó una ceja.
—Él es un perro—
—Ese es el punto, ya me sé de memoria esta escena—
Rob miró divertido a Frederick —Al final, mi perro me
abandonará para irse contigo si se lo propones—
—Eso es ridículo—
—¿Tú crees? — Rob señaló con la cabeza a Conan, el
cual se había echado a un lado de las piernas de Frederick, así
había sido mientras estaban de pesca, siempre Conan se quedó
cerca de Frederick. Y ni siquiera sabía que había hecho para
ganarse la confianza del animal. Inevitablemente sonrió.
—Nunca considere tener una mascota, pero no tendría
problemas en adoptar a Conan—
—En ese caso…—Rob se acercó a él con la clara
intención de intimidarlo—Tendrás que adoptarnos a los dos
¿Estás de acuerdo? —
—¿A los dos? —Insistió. Rob estuvo a punto de sonreír.
—Tengo a Conan desde que era un cachorro, somos
inseparables —Habló en tono condescendiente y a él no le
gustó nada.
—Creo que eso ha cambiado, al parecer ahora me
prefiere a mí —Levantó el mentón orgulloso. Rob dio un paso
más y se situó frente a él, atrapándolo entre la encimera y su
cuerpo. Inclinó la cabeza y le susurró al oído:
—No lo dudo, pero… —Lo mordió en el lóbulo de la
oreja antes de continuar— Dime sinceramente si serás capaz
quedarte solo con el perro, cuando conmigo… —Le dio otro
mordisco, esta vez en el cuello— Puedes jugar cosas más
interesantes—Frederick se estremeció e intentó apartarlo.
—La cena se enfría— alegó cambiando el tema. Rob rio
divertido, le encantaba sácalo de sus casillas. Siendo
considerado, se apartó, y siguió buscando en la cocina las
cosas que necesitarían, a Frederick casi le da un infarto al
enterarse de que cenarían en la sala de estar, Rob nunca jamás
utilizaba el comedor. A su consideración, no había nada mejor
que cenar, al estilo indio sobre la meza de café viendo deportes
por televisión. Mientras acomodaban todo en la sala de estar,
Frederick menciono que la alfombra lila era un interesante
color.
—El departamento así venía amueblado— dijo Rob,
mientras palmeaba la misma alfombra para que se sentara a su
lado. Frederick lo hizo. Incluso le pareció algo natural quitarse
los zapatos al ver que Rob hacia lo mismo. No quería ensuciar
la alfombra de color claro, Rob por su parte le importaba poco
la alfombra lo único que deseaba era estar cómodo.
Cenaron en relativa calma, viendo los deportes, aunque
Frederick no tenía la menor idea de nada, Rob era paciente y le
explicaba de vez en cuando que era cada cosa, y Frederick le
prestaba toda la atención. Pensó que esto era lo que hubiera
sentido si hubiera visto los deportes con padre o si hubiera
tenido amigos. Pero Frederick no vivió nada de eso, ni siquiera
con su padrastro. Ambos cada que tenían oportunidad de
convivir, se concentraban en charlar sobre la bolsa de valores.
Estar ahí con Rob era extraño, al principio había estado
inquieto, nervioso, pero sobre todo expectante ante la noche
que se avecinaba. Ya estaba acostumbrado que, entre ellos,
solo existiera sexo, charlar como si fueran amigos o pareja…
era algo incómodo. ¿Quién se lo iba a decir? Frederick Rhys,
el respetable economista, fantaseando con tener sexo.
—¿En qué piensas? —La voz de Rob lo sacó de sus
fantasías. Él se aclaró la garganta antes de responder.
—En que nunca tuve amigos con los cuales ver
deportes, por eso no sé mucho sobre eso — admitió
sinceramente.
—¿Amigo? —dijo él con sorna —¿Ahora soy tu amigo?
— Rob movió las cejas subjetivamente. La realidad cayó sobre
él, cierto, ellos no eran amigos, es más, Frederick no sabía
absolutamente nada de ese hombre y casi siempre lo de ellos
era compartir sexo, eran amantes, y haría bien en no olvidarlo.
Frederick le miró de reojo, tampoco era para tanto.
—Cierto, creo que no es…— Rob lo interrumpió
mientras le metía a la boca un trozo de tallarín y después se
soltaba a reír.
—Mejor no razones las cosas, eres un peligro—
—¿Crees que es un juego? — Preguntó ofendido.
—¿Sabes? Cuando haces esa cara seria me pones
cachondo…— Frederick rodó los ojos. Rob era muy bueno
para salir de situaciones incómodas
—A ti todo te pone… bueno, ya sabes—
—Dilo, Frederick, quiero escuchar esa palabra salir de
tus refinados labios —Se burló él mirándolo de reojo. Joder,
esa pose de remilgado… sacaba a la luz su vena dominante.
—No hace falta ser vulgar—
—¿Tan difícil es decirlo? El hablar sucio en una relación
es la parte interesante para mantener la llama de la relación—
Rob le guiño un ojo —¿Tan difícil es decir cachondo?
Frederick, me pones muy cachondo —Informó Rob. No había
hecho falta ese tono tan provocativo, pues las palabras
resultaban explícitas.
—Hablar sucio puede rayar en lo vulgar —Le cortó, por
un segundo, Frederick hasta sintió que estaba escuchando
hablar a su madre.
—Bueno, si no es vulgar no es divertido—Rob se
inclinó para darle un rápido beso en los labios. Lo estaba
provocando, era su deporte favorito, sacarlo de sus casillas. —
Ahora, vamos a tomar un baño juntos ¿te parece? —Rob se
puso de pie.
—¿Un baño? — musitó Frederick
—Si, una de las ventajas de que este departamento fuera
habitado por una mujer, es que la chica se ocupó de remodelar
el baño, tiene una enorme bañera que te encantará—
—¿Los dos en una bañera? —
—¿Acaso hablo otro idioma? — Rob suspiró —Será
divertido—
—No somos chicas para…—
—Deja de decir chorradas, da lo mismo lo que somos,
tenemos derecho a relajarnos y a divertirnos, tengo ganas de
enjabonarte la espalda y otras cosas…— Frederick tragó
saliva.
—Pero…—Frederick señaló los restos de la cena sobre
la mesilla —Tenemos que limpiar—
—Lo haremos después, vamos—
—Tengo que volver a…— Claramente Frederick estaba
tratando de poner escusas, pero Rob no se lo permitiría, lo
sujetó de la mano y lo hizo levantarse, y sin escuchar todas las
escusas de Frederick lo llevó hacia la habitación principal, él
ya había estado ahí, pero no había visto muy bien todo el
departamento del hombre. Frederick se sentía avergonzado al
recordar cómo se había sentido en esa ocasión, había tenido
sexo anteriormente, pero nada comparado a lo que Rob lo hizo
sentir.
—Mira, ¿Apoco no es impresionante? — Preguntó Rob,
cuando llegaron al cuarto de baño
—Es enorme— dijo Frederick, Rob tenía razón, el
cuarto de baño era impresionante, era enorme, los azulejos de
color lavanda, le brindaban esa sensación de espacio y
elegancia, la enorme bañera de porcelana estaba en una de las
esquinas.
—Te aseguró que la pasaremos bien, desnúdate— Rob
se acercó a la bañera para abrir las llaves del agua y con un
mando a distancia activó el reproductor de música, una balada
de jazz que Frederick jamás había escuchado, llenó el
ambiente.
—¿Un baño? ¿Ahora? —De todo cuanto imaginó era lo
último que esperaba. Ellos no eran chicas, dos hombres en una
bañera sonaba raro para él. Rob captó el descontento en su voz
y casi sonrió. <<Joder con los reprimidos>> Pensó Rob.
—Te garantizo que un baño, relajante, en este momento
será lo mejor —Murmuró él en voz baja haciéndolo
estremecer.
—Ah—A Rob ese pequeño suspiro estuvo a punto de
hacerle perder completamente el control. ¿Para qué esperar
más? Frederick quería, era claro su propósito al haber ido esa
noche a su departamento… él quería, así que cualquier
superficie horizontal podría servir. Pero Rob deseaba no andar
a las carreras esa noche, follar, fallarían, pero quería tomárselo
con calma, no quería que Frederick tuviera la imagen de que
Rob era un animal el celo todo el tiempo.
Lo rodeó con los brazos, pegándolo a su pecho,
intentando tranquilizarse, bueno, tranquilizarse un poco, y
seguir adelante con su plan original. Frederick cerró los ojos y
se dejó llevar. Algo tan sencillo como un abrazo resultaba
increíble. Sintió el calor de él rodeándolo y de paso una
erección presionando contra él para no olvidar de qué iba todo
aquello.
Rob empezó a desabotonarle la camisa. Frederick no se
opuso, pero seguía un poco tenso.
Mordisqueó suavemente su cuello. Él pareció congelarse
durante un instante, pero no por estar molesto, sino que todo
esto era nuevo para él, esto no era sexo, era romance, ese no
era el tipo de relación que ellos deberían tener.
—Venga, Freddy, relájate un poco —Susurró en voz
baja él junto a su oreja— Deja que te mime —Lo empujó
hacia delante con sus caderas, separándolo de su cuerpo, para
así acceder a la cremallera de sus pantalones, y sin
contemplaciones y en apenas unos segundos terminó en el
suelo. Así que sin dejar de mirarlo Rob se deshizo de su propia
camisa, pantalón, bóxer y cualquier otra cosa que le estorbara.
Quedando completamente desnudo ante él.
—No juegas limpio… —comenzó a decir tímidamente
—Yo nunca he hecho nada así— a Rob lo divertía que a estas
alturas este hombre pudiera comportarse como un virgen
inexperto. Y resultaba ser algo lindo de ver, ¿Quién pensaría
que un hombre pudiera resultar lindo?
—¿Sí? —Completamente desnudo y Frederick a medio
desvestir Rob lo hizo que comenzara a retroceder hacia la
bañera.
—Esta noche aquí mando yo, y tú, querido, vas a hacer
exactamente lo que te pida. —Percibió el pequeño
estremecimiento de Frederick, estaba claro, aquello lo estaba
disfrutando.
—¿Todo? —Preguntó, sabiendo de antemano que no
pondría ninguna objeción.
—Absolutamente todo— Frederick, no iba a discutir
con un hombre impresionante, un hombre impresionante y
desnudo, con una erección digna de una estrella porno. Vale, él
imponía las reglas, aunque su mano actuó por su cuenta y sin
pedir permiso le agarró la polla, sobresaltándolo.
—No he podido reprimirme. —Le brindó una sonrisa a
modo de arrepentimiento, nada más lejos de la realidad, pues
se demoró más de la cuenta acariciándole esa erección—.
Pensé que…—
—¿Qué? —masculló él.
—Que agradecerías la iniciativa —respondió apretando
con más fuerza.
—La agradezco… pero atente a las consecuencias—
Rob atrapó su boca de forma brusca y expeditiva, sin dar
tregua, mordiéndolo, avasallando y pegándolo a su cuerpo. Ya
no había marcha atrás, Frederick lo único que podía hacer era
rendirse ante ese hombre y fue exactamente lo que hizo.
✉ ✍ ✎ ✏ ✐✑✒ ⌨
Dos hora más tarde, tumbado parcialmente sobre Rob
en una enorme cama, sobre sábanas verdes, en completo
silencio, Frederick aún intentaba creerse lo que acababa de
pasar en el baño, Rob lo había follado dentro y fuera de la tina,
y fue fantástico, aun Frederick podía ver su rostro reflejado en
el espejo, mientras intentaba aferrarse al lavabo y Rob lo
penetraba por atrás, su rostro en ese momento era un desastre,
estaba lloroso, sudoroso, y jadeaba sin control, le costó trabajo
reconocerse a sí mismo. No podía parar de repetir
absolutamente todo en su cabeza, desde el principio hasta el
último abrazo antes de salir del agua. Sin dar importancia a su
aspecto, que debía ser horrible, ¿Se estaba convirtiendo en un
adicto al sexo? Se hizo esa pregunta más que nada por cómo
se comportaba últimamente. Pasar de ser un hombre a quien el
sexo le parecía sobrevalorado a hombre deseoso de practicarlo,
y en tan poco tiempo, daba que pensar.
—¿Frederick? —Rob interrumpió sus pensamientos y
de paso su serenidad al acariciarle el cuello con los labios—.
Cuando has dicho que nunca antes lo habías hecho así, ¿decías
la verdad? —
—Sí —Respondió con un suspiro.
—Curioso, extraño, pero curioso— Dijo Rob con voz
calmada.
—¿Por qué? —preguntó algo molesto.
—Tranquilo. —Volvió a besarlo en el cuello — Solo lo
digo porque yo pensé que, al entrar en la pubertad, todo ser
humano sobre la tierra lo primero que hace es experimentar el
sexo de todas las formas posibles habidas y por haber, más aún
cuando se va a la universidad—
—Se supone —Repitió con sorna, poniéndose tensó,
este no era un tema con el cual se sintiera cómodo.
—Yo pude darme cuenta de que no eres virgen, pero
también sé que no tienes experiencia, lo cual es raro en un
hombre de tu edad—Rob no estaba burlándose de él, pero aun
así Frederick se sentía incómodo. Intentó separarse, pero Rob
no se lo permitió.
—¿Por qué te sorprende? No todos andamos de
promiscuos en la vida—
—Frederick, simplemente era una observación—
—Pues ahórratela— Rob guardo silencio, había tocado
una fibra sensible, de eso no cabía duda. Joder, pero seguía sin
comprenderlo. Cualquier hombre con dos dedos de frente
estaría encantado de follárselo.
—Y dime —Comenzó Rob y se detuvo en busca de las
palabras adecuadas por supuesto, no las encontró—. ¿Cómo
fue tu primera vez? — Frederick se incorporó y lo miró.
—¿A qué viene ahora esa pregunta? —
—Simple curiosidad. —Se encogió de hombros.
—Es algo privado, a mí me da igual cómo fue la
primera vez que tú…—
—Tenía dieciséis años, con una compañera de clase, lo
hicimos en el granero de su padre, tristemente no duré ni cinco
minutos, le causé dolor al arrebatarla de manera nada delicada
su virginidad, hice el ridículo, por suerte y con el tiempo,
mejoré bastante—
—La práctica hace al maestro ¿no? —dijo Frederick con
sarcasmo.
—Algo así… —Rob ronroneó—. Cuéntamelo…
¿Cuándo fue tu primera vez? ¿En el instituto? Todos
descubrimos el sexo a esa edad— Frederick dudo, durante un
largo segundo solo se limitó a observar a Rob, no quería
contarle, pero Rob no daría un paso atrás, quería saber un poco
más sobre él. Frederick no quería contarlo… De verdad que
era lo menos que deseaba, pero por la forma en la que Rob lo
miraba lo hizo pensar que podría confiar en él. Frederick
estaba tan cansado de cargar con ese secreto…
—Cuando entre a la pubertad estaba confundido…—
murmuró silenciosamente —Mis compañeros de escuela
hablaban cosas que yo no comprendía, y todos me evitaban
todo el tiempo, no era bueno para ser amigos, era el extraño
chico raro sin padre del internado— Frederick no pudo
sostenerle la mirada mucho tiempo —Yo tenía diecisiete años
la primera vez Edmund me violó…— La cama se movió,
cuando Rob se incorporó de golpe, también se estremeció al
escuchar la maldición que Rob expresó con mucha ira.
—¿Cómo has dicho? — Preguntó Rob con voz cortante.
Frederick atrajo hacia su regazo la sabana con más fuerza.
Quería levantarse de la cama, pero no tenía la menor idea de
donde estaba su ropa interior, y no le apetecía en nada estar
desnudo.
—Al principio no tenía la menor idea de que sucedía,
comenzó un roce, una caricia, un beso, hasta que un día ya
estaba fallándome y ordenándome que lo llamara papi—
Freddy cerró los ojos, y casi podía imaginarse así mismo, en el
cuarto de baño, mientras Edmund susurraba a su oído como
era que tenía que masturbarse para ponerse duro, Frederick
casi podía sentirlo pegado a su espalda, mientras una de sus
manos cubría la de Frederick y comenzaba ayudarlo a
masturbarse, la respiración de Edmund era acelerada mientras
su propia erección acariciaba las nalgas de Frederick.
Recordaba haber sentido el estómago revuelto, también
recordaba vívidamente el dolor de su pene al frotarlo tanto
porque no lograba excitarse como Edmund deseaba que lo
hiciera. Edmund le decía que se concentrará en el placer que
estaba sintiendo y que no dejará de pasar su mano lubricada
arriba y abajo sobre su pene. Frederick estaba asustado, sabía
que estaba mal, que no debería de permitir lo que el socio de
su madre le estaba haciendo. Estaba siendo un mal chico, que
le gustaran los hombres era malo, su madre estaría furiosa.
Frederick casi gritó cuando sintió los dedos de Edmund entre
sus nalgas, recordaba haber intentado alejarse, pero él jamás se
lo permitió, era más grande, más fuerte y lo convenció con
palabras de que le gustaba, que lo deseaba, después de eso
recordó que sintió dolor, gritó, pero Edmund se aseguró de
mantenerlo silenciado, Edmund nunca se detuvo, siguió
penetrándolo a pesar de que las lágrimas que caían de los ojos
de Frederick.
—Joder— La maldición de Rob lo hizo regresar al
presente. Rob se levantó, y lo escuchó rebuscar algo en los
cajones, alzó la vista y lo vio sacando un pantalón de chándal
de la cajonera, se los colocó de prisa. Su cuerpo estaba tenso y
su mirada, gélida. Se pasó una mano por la cara, estaba
furioso, y Frederick sintió, que era momento de marcharse.
Cuando intentó levantarse, Rob le ordenó que se quedara ahí.
El hombre salió de la habitación, lo escuchó mover cosas en la
cocina. Pocos segundos después regresó con una copa de vino
para Frederick y él traía en la otra mano un vaso de whisky.
Frederick aceptó la copa con un débil gracias. Rob se quedó de
pie y le dio un largo tragó a su bebida.
—Has dicho la primera vez. ¿Cuántas veces fueron? —
Frederick respiró varias veces tratando de calmarme.
—No lo sé. Perdí la cuenta. —
—¿Se lo contaste a alguien? ¿Se lo contaste a tu madre?
—
—No. Por Dios, yo por ese entonces ni siquiera lo
consideraba un abuso, era sexo, yo estaba descubriendo que
gustaban los hombres, él se aseguró de hacerme creer que me
gustaba— Frederic tragó saliva para humedecerme la garganta
—Edmund es la mano derecha de mi madre en los negocios,
no sé si me hubieran creído—
—¡Dios mío! —Rob gruño — ¿Cómo saliste de
aquello? —preguntó con la voz quebrada—. ¿Cuándo acabó?
—
—Cuando ingresé a la universidad, me di cuenta de que
las cosas no eran como Edmund me decía— Frederick bebió
un trago de su vino — Busque en internet, leí libros, mis
compañeros no se controlaban en el campus, así que fue como
si la venda de los ojos se cayera— Rob dejó el vaso en la
mesilla con un ruido sordo y fuerte.
—Ese malnacido era un bastardo enfermo—
—Lo siento — Susurró Frederick, sintiéndose como si
estuviera enfermo—. Por eso no quería contártelo, fui tan
estúpido por confiar—
—Tú no tienes la culpa de nada, él era el adulto aquí—
La voz de Rob sonaba tan fría y llena de furia que era glacial
—. Encontraré a ese monstruo que te hizo daño, Freddy,
dondequiera que esté y voy a hacer que desee estar muerto—
Un escalofrío recorrió mi cuerpo Frederick.
—No merece la pena el esfuerzo. Él no merece que
pierdas el tiempo. —
—Tú sí. Tú lo mereces. ¡Maldita sea! ¡Joder! —
Frederick sintió una emoción en el pecho que no supo
describir.
—Creo que lo sucedió con Edmund es la principal causa
por la que llegué a pensar que el sexo no valía la pena en
absoluto— Frederick agachó la cabeza avergonzado —Yo
pensé que era incapaz de excitarme o excitar a cualquier pareja
sexual—
—No sigas hablando. — Gruñó Rob —No hay nada de
malo en ti, ese tal Edmund era un enfermo, y si los siguientes
amantes que tuviste fueron un desastre, era su culpa por
incompetentes, no es tu problema—
—Yo nunca había disfrutado del sexo —Frederick dejo
la copa sobre la mesilla, se recostó de nuevo y cerró los ojos
recordando —Siempre me ha costado conectar con las
personas, creo que inconscientemente no quería que nadie se
acercara y me dañara como Edmund lo hizo, yo confié en él,
era amigo de mi madre después de todo— Frederick no tenía
la menor idea del por qué le estaba contando todo esto a Rob,
pero no podía parar de hablar, sentía que se ahogaba. — Por
eso me enfoqué en mis estudios, mi posgrado, y me he fijado
varias metas, jamás descanso, jamás me detengo— Frederick
volvió su mirada hacia Rob al sentirlo moverse, él también se
había recostado y miraba al techo. Parecía bastante serio.
Frederick no quería moverse, en esa postura se estaba tan
bien… Era la primera vez que hablaba de su pasado con
alguien, pues hasta la fecha nadie conocía sus vivencias; claro
que, llegados a este punto, tampoco conocía nada sobre Rob,
eran completos extraños que solo compartían sexo.
Permanecieron bastante tiempo en silencio, cada uno en sus
pensamientos, y no estaba incómodo en absoluto a pesar de
estar completamente desnudo al lado de otro hombre.
—Estás muy callado —Murmuró Frederick— Supongo
que te habrá parecido de lo más patético mi pasado, ¿verdad?
—
—En absoluto —Respondió Rob girándose de lado y
atrayéndolo a sus brazos. —Estaba tratando de controlarme y
no salir a partirle la cara a ese bastardo socio de tu madre—
—No quiero que me mires como si sintieras pena por mí
—
—No soy de piedra, Freddy. No sería un ser humano si
no me preocupara—
—No quiero tu maldita compasión— Frederick intentó
apartarse, pero Rob no se lo permitió. De alguna forma,
Frederick quedo sobre el colchón y Rob casi encima de su
cuerpo.
—Todos tenemos malos recuerdos— Para Rob la
historia de Frederick era desgarradora y aún tenía que
asimilarlo. ¿Qué maldito enfermo podría hacerle eso a un
chico? A esos malnacidos deberían de castrarlos.
—Por lo menos a ti, te es fácil conectar con las personas
—Freddy desvió la cabeza y antes de continuar —Intente ser
como los demás, y ya viste lo que sucedió, termine de rodillas
y llorando patéticamente, nada puede ser peor que eso —Rob
Le acarició la mejilla y lo hizo que volviera la mirada.
—¿Fuiste a terapia? —
—Solo tres sesiones y no pude contarle todo esto al
terapeuta—Rob se inclinó y lo besó en la sien, meciéndolo,
intentando transmitirle todo su apoyo. Rob consideró que no
había palabras en el mundo que pudiera utilizar en estas
circunstancias. Ni siquiera su experiencia consolando a sus
hermanas podría servir en estas circunstancias. Así que optó
por lo menos abrirse un poco a Frederick, el pasado de ambos
no podía compararse. Pero el punto aquí era compartir.
Confiar.
—Yo termine en una batalla legal con mi última novia,
tampoco soy un experto en relaciones —
—¿Tan grave fue? — Preguntó Frederick asombrado.
—Muy mal, no solo me robo, sino que ante los medios y
en los juzgados ventilo nuestra vida privada, y créeme, que fue
toda una novela de terror, se inventó todo un cuento dramático
y fantasioso, desde golpes hasta la pérdida de un niño que
jamás existió—
—Los siento, debió de ser difícil para ti, ¿La amabas? —
—Creí hacerlo, estaba listo para sentar cabeza, pensé
que era la indicada. Pero me llevé una total decepción, es por
eso que estoy en Londres, quería alejarme de todo y tomar un
descanso, tratar de recobrar mi inspiración y mis ganas de
escribir—Frederick podía ver la frustración en la cara de Rob,
debía cambiar de conversación.
—Mi madre quiere que me case con Jessica, le dé nietos
inmediatamente y tome las riendas de la empresa familiar—
Rob rio.
—¿Acaso esta es una competencia? — Frederick se
encogió de hombros, su propósito había sido hacerlo reír, no le
gustaba verlo triste y pensativo, se suponía que el retraído ahí
era Frederick, si Rob se derrumbaba…
—Mi madre es una mezcla entre la maldad de la
madrastra de Blancanieves[7], con el orgullo de la madrastra
de cenicienta[8], sumarle también el humor de Maléfica[9] y la
personalidad Cruella de Vil[10]— Ambos soltaron una carcajada
con sus afirmaciones, se sentía bien reír. Estaba hablando mal
de su propia madre, cosa que jamás hacía, aunque lo pensara,
se sentía bien encontrar a alguien que lo comprendería y no lo
juzgaría por hablar así de su progenitora.
—Tu madre es todo un caso —Masculló Rob agradecido
de no tener que presentarse nunca ante esa mujer. —Ahora
entiendo por qué la tienes registrada como “Señora Rhys” en
tu móvil—
—Ella es peligrosa, no sé cómo he logrado mantener en
secreto el hecho de que soy gay— Frederick frunció el ceño —
Si te soy sincero, ni siquiera entiendo porque no se ha dado
cuenta— Rob se movió encima de él. Con toda la
conversación sentía un impulso de marcarlo, que olvidara
todos sus problemas y sus inseguridades, quería demostrarle
que a él sí le importaba, que estaba loco por él y que… ¡Joder!
Que se estaba enamorando de un economista estirado.
—¿Cuánto tiempo Jessica y tu mantendrán esa mentira
de que están comprometidos? —Preguntó interesadísimo en la
respuesta.
—No lo sé, supongo que hasta que Jessica decida
decirles a sus padres que está enamorada de un hombre, que,
aunque no es de su misma condición social, la ama con locura
y es un buen tipo— Rob parpadeó. Esa no era la respuesta que
esperaba.
—¿Y por qué no le dices primero a tu madre que eres
gay? — La pregunta causo toda una revolución en Frederick,
Rob podía verlo, por fuera parecía serio y tranquilo, pero
podía ver en sus hermosos ojos, el torbellino de emociones que
asaltaban su cabeza.
—Yo no… —Dijo medio ansioso, medio sorprendido,
pero para nada molesto.
—Dime una cosa, Freddy. —Sonrió como un niño a
punto de hacer una travesura— Sabemos que, si no te casas
con Jessica, tu madre buscara a otra mujer para ti, ¿Qué clase
de matrimonio sería ese? —
—No sé…— Rob cambio de posición, para que sus
pollas quedaran una sobre la otra, comenzó a mover las
caderas, creando así una deliciosa fricción, Frederick jadeo.
—Jamás obtendrás este placer con una mujer— <<Ni
con ningún otro hombre>> pensó, pues no era bueno inflar su
ego diciéndole que, con él, solo con él, se corría.
—Rob…— Empezó a moverse sobre él, rotando las
caderas, besándolo, mordisqueándole la barbilla... Volvió a
besarlo y sin perder un segundo se encargó de prepararlo,
aunque no necesito de mucho esfuerzo, Frederick se entregaba
a Rob absolutamente y sin temor, y eso a Rob le encantaba,
solo él era capaz de lograr esto, solo él era capaz de que
Frederick se derritiera, y con ese pensamiento posesivo, le
hizo el amor hasta el amanecer.
CAPÍTULO 21
A Frederick algo lo había despertado, pero no estaba
muy seguro de que era, a su espalda Rob gruñó, no quería
despertarlo, buscó a su alrededor algún reloj despertador o
algo que le indicara que hora era, su ropa estaba en el cuarto
de baño, y se había olvidado completamente del móvil. Se
movió lentamente para no despertar a su compañero de cama,
tenía que marcharse, tenía un almuerzo con su asesor de tesis y
no podía llegar tarde.
Llegó sin hacer ruido al cuarto de baño, entrecerró la
puerta al encender la luz, frunció el ceño al ver el desastre que
había, la bañera todavía estaba medio llena, había manchas de
jabón por todo el piso, ropa tirada por doquier, su interno
obsesivo compulsivo loco por la limpieza se impuso, no podía
irse tan calmado dejando este desastre, recogió las tallas sucias
y las arrojo a la cesta, junto con la ropa de Rob, él no tenía otra
opción que utilizar su ropa tal cual estaba, tomaría una ducha
en su departamento, mientras se vestía vio su reflejo en el
espejo, era un desastre y tenía ojeras debajo de los ojos, pero
por extraño que pareciera, no se sentía cansado. Dejando
medio recogido el cuadro de baño, salió sin hacer ruido, estaba
a punto de alcanzar la puerta, se detuvo y miró hacia la cama,
Rob se había movido y ahora apretaba la almohada donde
Frederick había dormido. Esa escena le hizo revolotear el
estómago ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué estaban haciendo?
¿Tenían una relación? ¿Solo eran amigos con derechos? ¿Eran
siquiera amigos? Anoche había sido la primera charla real que
habían tenido, entre ellos solo había estado el sexo de por
medio. Frederick aún no podía creer que le hubiera contado lo
de Edmund. Tenían que aclarar muchas cosas, pero por el
momento, tenía que marcharse.
La mañana de Frederick en general no había estado mal,
se puso al día con sus maestros, entregó varios de sus trabajos
finales y el almuerzo con su asesor y el decano fue todo un
éxito, su asesor de tesis lo sorprendió al invitar al decano,
ambos estaban muy contentos con su desempeño y su trabajo
de investigación. Tenían grandes expectativas en su examen
ante el comité académico, el decano no lo dijo en voz alta,
pero si todo salía como estaba planeado. Entonces Frederick
no tendría problemas para obtener una plaza de profesor.
Había estado tan contento y orgulloso de sí mismo que
fue lo único lo que necesito como inspiración para encerrarse
en su cubilo dentro de la biblioteca y se puso a trabajar como
un loco. El sonido de tu teléfono móvil lo saco de su
concentración.
—¿Diga? —Contestó colocando el móvil entre su
hombro y su oreja, y sin dejar de teclear en su laptop.
—Hola, Frederick, por fin me contestas—
—Ah, hola, mamá. —Intentó que su tono de voz no se
notara la irritación, lo que menos deseaba era un largo discurso
de su madre
—No has venido a visitarme—Hizo un rápido repaso
mental a su agenda. Si por él fuera…
—Discúlpame, mamá, será un complicado mes, mi
examen ante el comité de educación sobre mi tesis será pronto,
tengo mucho que preparar—
—La universidad, si claro, Frederick, tienes abandonada
a tu madre, ya bastante me hiciste quedar mal con nuestros
amigos al cancelar la pequeña reunión que había organizado
para anunciar tu compromiso con Jessica—
—Aún no estamos prometidos madre, estamos
conociéndonos— Frederick rodó los ojos al cielo
—Se pueden conocer mejor después de casados, esta
semana estuve en una joyería, he visto el anillo perfecto para
Jessica…—
—Mamá, es muy pronto —Fue la triste defensa a la que
recurrió. Esa no era razón para su madre, si por ella fuera, ya
tendría la boda toda organizada para el siguiente mes.
—Jessica es la mujer perfecta para ti ¿Qué hay que
pensar? —dijo Evangeline despectivamente. No quería
discutir. Y Dios escuchó su oración, porque en ese momento
recibió la alerta de que le estaba entrando otra llamada.
—Espera mamá, tengo otra llamada—
—Estás hablando conmigo, Frederick—
—Puede ser importante, no cuelgues. —Pulsó un botón
y contestó—: ¿Diga?
—No he sabido nada de ti en todo el día— Al escuchar
esa voz todo en Frederick se sacudió. Dejo de teclear y por
poco se le cae el teléfono de las manos. Simplemente con esa
voz suave sus pensamientos empezaron a divagar.
—Hola —Respondió tímidamente. Al otro lado de la
línea escuchó la respiración suave de Rob y él se quedó sin
palabras.
—¿Sigues ahí, Freddy? —
—S.… sí— Murmuró —¿Cómo conseguiste mi
número? —
—Es un secreto— dijo el hombre divertido. —¿Estás
ocupado? —
—N.… no. —Entonces recordó a la señora Evangeline
al otro lado de la línea—. ¿Puedes esperar un minuto? —
—¿Qué ocurre? —
—Será solo un segundo, no cuelgues. —Tranquilidad, se
dijo a sí mismo, y pulsó el botón para intentar librarse de su
madre—. ¿Mamá? ¿Sigues ahí? —
—No entiendo cómo puedes haberme tenido esperando
tanto tiempo —Se quejó Evangeline. Por supuesto, exageraba.
Si apenas habían sido a lo sumo veinte segundos.
—Es una urgencia, lo siento, tengo que colgar—
—¡Ni se te ocurra, Frederick! —
—Mamá, es el decano de la universidad, tengo que
colgar— ¿desde cuándo mentía tan bien? Y lo que era mejor,
es que Frederick no se sintió culpable por mentirle a su
madre.
—¿El decano es más importante que tu madre? —
—De él depende mi carrera, te llamaré mañana madre—
dijo Frederick con paciencia.
—Necesitamos hablar seriamente Frederick, no sé qué
te está sucediendo últimamente, tu no eras así—
—Mamá…—suspiró— Te llamaré mañana—
—No, te llamaré yo y espero puedas atenderme— y con
esa amenaza, su madre colgó, siempre tenía que ser ella la de
la última palabra, resignado respiró profundamente y regreso a
la llamada que le interesaba.
—Lo siento, tenía una llamada de mi madre—
—¿Cómo se encuentra la señora Rhys? — Preguntó Rob
divertido.
—Intransigente como siempre—
—Ya veo —Respondió Rob sin mucho entusiasmo—.
Bueno. ¿Cómo ha ido el día? ¿Te quedarás hoy en Cambridge?
— Sonrió, era una tontería, pero saber que él se mostraba
interesado por sus cosas le agradó.
—¿De verdad quieres sobre la universidad? —
—Cuéntamelo —Pidió él, sorprendiéndolo por ese
repentino interés. Sin siquiera dudarlo, Frederick comenzó a
narrarle todo lo que había sucedido ese día, en un principio
estaba preocupado por estarlo aburriendo. ¿De verdad le
interesaba saber o solo estaba siendo cortes? Pero sus temores
se fueron cada que Rob le repreguntaba algo que no
comprendía o algo que tenía duda. Cada palabra de Rob iba
directamente a lo más profundo de él. Estaba haciéndose
demasiadas ilusiones y eso no era bueno pues pensaba que
solo mantenían una especie de encuentros, básicamente
sexuales, y puesto que no habían quedado en nada, esta
conversación se acercaba un poco más a una relación
convencional.
—¿Te estoy aburriendo? —
—Para nada. Creo que no cabe duda de que te ofrecerán
trabajar para la universidad—
—Tengo esperanzas en ello. —Admitió Frederick con
sinceridad, trabajar como profesor era su más grande ilusión
—. Y tú, ¿Qué has hecho hoy? —
—He dormido casi toda la mañana, he ido de compras y
la mayor parte del tiempo excitarme imaginando lo que quiero
hacerte. ¿Seguro que te quedaras en Cambridge esta noche? —
Preguntó Rob. Todo el cuerpo de Frederick reaccionó al
escuchar la última parte, él también había estado pensando en
Rob y en todo lo que el hombre le hacía sentir, pero no lo diría
directamente, él jamás podría. Así que opto por responder a la
pregunta de forma sencilla y contundente.
—Regresaré a Londres— Frederick miró su
computadora, no era nada que no pudiera hacer en casa —Esta
noche, prometí a Jessica que cenaría con ella— Con ella y con
Harry, pero eso no lo diría.
—¿Puedo convencerte de que pases de ella y te vengas a
mi departamento? Te prepararé la cena— Frederick sonrió. No
puedo evitarlo.
—¿Sabes cocinar? — preguntó divertido.
—¡Por supuesto! — Contestó Rob con falsa molestia —
Tengo cinco hermanas y mi madre siempre ha practicado eso
de la igualdad, sé lavar, planchar, cocinar, y hasta bordar—
Esta vez fue una ligera risa la que provino de los labios de
Frederick, era tan fácil relajarse con Rob.
—Entonces eres todo un jefe de hogar—
—Soy una gran oferta, en casa sigo manteniendo el
título del mejor cocinero de pastel de chocolate Maclead, es
una receta de nuestra tataratataraabuela— Frederick apretó el
móvil con su mano, inconscientemente Rob le había dicho su
apellido, algo que Frederick ya había supuesto, ya que Harry
era su primo, pero no había estado cien por ciento seguro,
ahora estaba confirmado. Rob Maclead, <<Robson
Maclead>> Jessica había mencionado su nombre completo,
aun así, no recordaba haber leído ningún libro de él. No había
tenido el valor de buscar en internet, ya había notado que cada
que preguntaba, Rob cambiaba el tema, era como si no
quisiera que Frederick fuera consiente de que era una persona
famosa. En realidad, no le importaba si era famoso o no. Rob,
era Rob, la única persona con la que había conectado en su
vida. Su corazón comenzó a latir aceleradamente
—Algún día espero probar ese pastel— dijo
sinceramente, aunque dudaba que ese día llegara. ¿Qué eran
ellos? ¿Tenían futuro? Y lo que era más importante ¿Qué
sentía Frederick por él? ¿Qué sentía él por Frederick? ¿Era
pasión? ¿Lujuria? ¿Amor? Como siempre Frederick se
formulaba demasiadas preguntas, pero nunca jamás encontraba
muchas respuestas.
—Te prepararé uno, solo para ti— y aunque Frederick,
sabía que eso jamás sucedería, sonrió. Rob era un hombre
apuesto, rico, famoso, y él era un simple hombre que pensaba
las cosas demasiado, aún no entienda que veía Rob en él,
cuando Frederick tenía algo en manos, siempre analizaba los
pros, los contras, las variables y con esa información calculaba
el porcentaje de ganancias, ya había hecho esos cálculos con
Rob. La fama de Rob, todo eso que él no quería contarle, las
responsabilidades de Frederick, su incapacidad para conectar
con alguien, sus inseguridades, su madre, y muchos detalles
más, entonces el resultado estaba claro, la probabilidad de que
ellos se convirtieran en pareja era del cero por ciento.
CAPÍTULO 22
Rob estaba furioso, aporreó el botón del ascensor
repetidamente, no podía creer el cinismo de Catrina, por
desgracia, tarde había descubierto que la mujer estaba loca, y
pagó con creces su error al haberse involucrado con ella, vivió
todo un infierno, por eso había escapado de Invernes, para
alejarse de ella, ahora, sus constantes llamadas de teléfono y
correos electrónicos no era suficiente para esa loca mujer,
ahora, la muy sínica se presentaba en su departamento,
exigiendo verlo. ¡Exigiendo verlo! La muy descarada. Lo que
menos deseaba Rob era un escándalo, se supone que estaba ahí
tratando de vivir tranquilo, después del anuncio de la nueva
película que se filmaría sobre su último libro, la prensa andaba
buscando cualquier cosa para hablar de él. A como diera lugar
tenía que deshacerse de ella.
Con ese pensamiento en mente, salió furioso del
elevador cuando llegó al primer piso. Iría a seguridad y sacaría
a Catrina arrastras de su edificio sin importarle lo que los
demás dijeran, ya estaba harto de esa mujer.
Pero toda su rabia contra la mujer fue drenada de su
sistema al encontrarse en el living del edificio con Frederick,
el cual lo miró sorprendido. Pero más sorprendido estaba Rob,
ya que su reprimido vecinito no se encontraba solo.
—¿Qué sucede, primo? ¿A dónde vas con tanta prisa?
— Harry estaba a un costado de Freddy, demasiado junto a
Freddy para ser preciso ¿Qué hacia su primo ahí?
—¿No me avisaste que venías? — Acusó a su primo,
pero su mirada estaba puesta en el hombre rubio de ojos
hermosos, la furia nuevamente lo invadió <<Celos>> dijo su
vocecita intenta, era una tontería así que la ignoró.
—No vengo contigo— Dijo Harry. Rob ni se molestó en
disimular su cara de pocos amigos.
—Esto…— Frederick intentó explicar la situación, y
Rob esperaba una buena explicación, pero fueron
interrumpidos por una voz chillona que gritó su nombre.
Todos se giraron para mirar a la mujer que luchaba contra el
guardia de seguridad del edificio.
—¿Qué hace ella aquí? — Preguntó Harry.
—Es lo mismo que yo quisiera saber— dijo Rob
cansado, miró de reojo a Frederick para medir su reacción, él
miraba a la mujer sin decir nada, y Rob deseaba
desesperadamente explicarle la situación. Joder. Que bien
estaban quedando, ambos tenían mucho que explicar.
Frederick sobre Harry, y Rob sobre Catrina, pero… ¿Por qué
razón dar explicaciones? ¿Qué eran ellos? Solo estaban
jodiendo.
—¿Vas a quedarte ahí todo el día? —Preguntó Harry
tenso —Necesitas encargarte de ella, no queremos que arme
un escándalo, eso solo empeorara la situación, ¿Qué no tenías
una orden de alejamiento en contra ella? —
—En Escocia, no creo que eso aplique aquí— Catrina
seguía llamándolo desesperadamente, estaba representando
muy bien su papel de mujer enamorada y desesperada, tenía
que detenerla, estaba llamando demasiado la atención y
perturbando la paz de su edificio. Pero, aunque sabía que su
prioridad era detener a esa mujer, también estaba preocupado
por el hombre a su costado. Frederick estaba tan tranquilo que
hasta era perturbador.
Maldiciendo, Rob se puso en marcha, tenía que lidiar
con un problema a la vez, y Catrina era lo primero. El guardia
de seguridad realmente lo miró aliviado cuando al fin se
aproximó hacia ellos. Pobre hombre, no lo culpaba.
—Yo me encargo de la dama, gracias—
—Si, señor Maclead— el guardia se alejó, y ella no
perdió la oportunidad de lanzarse a sus brazos
—¡Robson! Mi amor— Catrina en realidad estaba
representando muy bien su papel. Rob, la sujetó de los
antebrazos y la alejo de su cuerpo.
—¿Qué haces aquí? —
—Viene a perdonarte, a perdonarnos, somos el uno para
el otro, yo te amo— Rob apretó los dientes, esa mujer estaba
loca. Realmente loca.
—Tienes que irte, en la corte dejamos todo claro,
ninguno de los dos tiene que acercarse al otro—
—¡No! Robson, yo te amo, sé que me equivoque— Ella
comenzó a llorar desoladamente, y continuaba tratando de
lanzarse a sus brazos, pero Rob trataba de impedirlo, tiempo
atrás amó de verdad a esa mujer, hacia cualquier cosa por ella,
y más aún cuando lloraba de esa manera, durante mucho
tiempo ella logró manipularlo, y ahora… Él no sentía nada.
—Acabo de llamar a la policía— Dijo Harry
aproximándose a ellos, con el teléfono en la mano, Rob miró
tras de su primo, temiendo que Freddy también interviniera,
pero no había rastros del hombre —Será mejor que te vayas
Catrina, tienes una orden de alejamiento y acabas de violarla
—
—No te entrometas en esto— Dijo ella fulminando a su
primo con la mirada, pero Harry no se intimidó, al contrario,
sujetó a Rob del brazo y lo apartó, colocándose en medio de
ambos.
—Rob es bastante amable para decírtelo, Catrina, pero
yo no— Harry siempre era amable con cualquiera, pero hoy
era un hombre determinado y con una mirada bastante
peligrosa —Mi deber como editor y manager, es asegurarme
por el bienestar de mi cliente, te lo advierto—
—Esto no tiene nada que ver contigo, Robson me ama
— ahora había fuego en la mirada de Catrina. Esto era
enfrentamiento entre Harry y ella, y Rob solo estaba como
idiota mirando desde atrás.
—También contacté con el abogado y le he enviado
fotografías, has violado la restricción, llevara el asunto a la
corte y si continúas, entonces terminaras en la cárcel— Rob
jamás había visto a su primo en su papel de hombre de
negocios, la verdad era que por ser su primo siempre se
mostraba relajado y bromeaban el uno con el otro, pero Rob
tenía que recordarse que Harry Maclead después de todo era
un profesional.
—¡Robson, no puedes permitir esto! — Ella intentó
nuevamente alcanzarlo, pero Harry se interpuso.
—No hables con él, déjalo tranquilo— Harry la sujetó
por el brazo e intento sacarla del edificio, pero ella comenzó a
gritar que la estaban atacando entre otro par de estupideces.
Rob tuvo suficiente. Alcanzó a su primo y lo apartó de
Catrina, ahora era él quien la sujetó del brazo y con ella casi
en volantas la llevo hasta la acera.
—¡Suficiente! — gruñó— Ya basta Catrina, entre tu y
yo no hay nada— Rob dio un paso atrás.
—Robson…—
—La policía no tarda en llegar, ya me tienes harto, no
me retes, si tengo que proceder legalmente contra ti, no lo
dudaré— Clavó una dura mirada en ella, para que supiera que
no estaba bromeando, ya estaba harto de esconderse —Tengo
todos tus correos, tus mensajes, y las cámaras de seguridad del
edificio, piensa en el escándalo que nuevamente le llevaras a
tu familia, aléjate de mí— Rob se apresuró a entrar de nuevo,
las puertas solo se podían abrir con el código de seguridad,
ella continuo gritando, pero Rob instruyo al guardia de no
abrir la puerta y a esperar a la policía para que la detuvieran
por alterar el orden público.
—¿Por qué no me dijiste que ella estaba en Londres? —
acusó su primo cuando llegaron al elevador.
—Porque no lo sabía, me ha estado llamando y
enviando correos, ella no sabía dónde estaba, está aquí gracias
a los medios— Rob gruño y golpeo la pared con el puño —
¿Cuándo me dejara en paz? — Harry no contestó a su
pregunta, porque el móvil de él comenzó a sonar, era el
abogado de Rob, él no quiso hablar con él, no tenía cabeza
para ello, era mejor que Harry se ocupara. Llegaron al
departamento de Rob y más o menos tararon una media hora
en resolver todo el problema, llegó la policía, pero Catrina ya
se había marchado, aun así habían insistido en hablar con Rob,
además mucha gente en el edificio se vio enterada del
escándalo y los curiosos preocupados llegaron a su
apartamento, Harry también se encargó de ellos en lo que Rob
daba su declaración a las autoridades, Rob se preguntaba, si en
cualquier momento llegaría Frederick preocupado, pero no lo
hizo, fue el único en todo el edificio al cual quería ver y nunca
apareció.
Cuando la policía se marchó, Rob decidió relajarse con
un buen trago de whisky escoses, su primo declinó la
invitación.
—¿Necesitas algo más antes de que me marche? —
preguntó su primo, reordenando su ropa.
—Estoy bien —Rob se encogió de hombros—. Espero
que, con esto, Catrina me deje en paz—
—Espero que sí, también espero que esto te sirva de
lección y pienses dos veces donde meter la polla, tus malas
elecciones de mujeres solo te trae problemas—Rob asintió y
de repente recordó…
—¿Qué hacías con Frederick? —
—Vine a cenar— Harry miró su reloj —Y ya me retrasé
por tu culpa—
—Espera un maldito segundo —Rob ya estaba furioso y
ahora iba su primo le soltaba esa… <<Oh no, ya tuve bastante
por una noche>>
—De una vez por todas dime que traes tú con Freddy —
—¿Freddy? — dijo Harry escéptico—¿Por qué sigues
con el mismo tema? —
—Porque no quiero tener que romperte los dientes si te
metes en mi territorio— Miró a su primo a los ojos, para que
no hubiera dudas de lo que estaba ocurriendo. Con antelación
le había contado a Harry que estaba jodiendo con un hombre,
pero no con quien. Su primo terminó de comprender.
—¿Y por qué cojones no lo dijiste antes? —preguntó
Harry enfadado— Con Frederick ¿En serio? ¿Por qué no me lo
contaste antes? —
—Por qué mi vida íntima no tiene que ser de tu interés
—
—Ya, claro. ¿Y por qué, si puede saberse, ahora te
involucras con un hombre? — Rob se encogió de hombros,
—Las cosas simplemente se dieron, y recuerda que soy
bisexual—
— Lo suponía —dijo Harry respondiéndose a sí mismo
—. Frederick debe de ser importante para que te tomes tantas
molestias —dijo en tono mordaz.
—¿Y? —
—Vale, no voy a quejarme, Frederick es una buena
persona—
—Bien, y ahora que lo sabes, necesito que me digas que
tanto traes tú con él, que hasta te apareces en su casa a cenar—
Rob estaba irritado.
—Es amigo mío—Harry levantó la mano para que no lo
interrumpiera—Y me está ayudando con algo… Te lo contaré
todo — Rob se tranquilizó y tomó asiento en lo que Harry le
contaba toda una novela trágica de Romeo y Julieta del siglo
veintiuno. Rob comenzó a atar cabos, al mencionarle a Jessica,
todo estuvo claro. Frederick era el casamentero y la tapadera
del romance de su primo y su jefa. Menudo drama.
—Quien diría que serías el protagonista trágico de tu
propio drama romántico —Rob se levantó y se dirigió hacia la
puerta.
—Eh ¿A dónde vas? — Preguntó su primo confundido.
—Tengo que hablar con Freddy—
—Oye, no, espera, primero tengo que advertir a Jessica
de que sabes la verdad— Harry lo alcanzó en el elevador.
—Tranquilo, ya he visto a Jessica en el apartamento de
Freddy, ya bastantes problemas tuve por ustedes dos, no
intervendré en su romance—
—¿Supiste lo del… bebé? — Su primo entró con él en
ascensor, no lo miró a los ojos, pero a través del reflejo de las
puertas de metal, Rob vio la tristeza en los ojos de su primo.
—Lo siento mucho— susurró y palmeo la espalda de su
primo.
—Yo estaba molesto, y no estuve con ella cuando todo
ocurrió—
—Tranquilo, ahora están juntos y entre ambos tienen
que afrontar esto— Su primo asintió con la cabeza ante sus
palabras. Jessica fue la que abrió la puerta cuando llamaron al
departamento de Frederick, ella se mostró sorprendida al verlo
ahí. Pero a la sonrisa de Harry la tranquilizo.
—¿Dónde está Frederick? — preguntó, entrando en el
salón, sin ser invitado, le importaban un pepino los modales en
ese momento.
—Dijo que tomaría una ducha, pero no ha regresado—
explicó Jessica —¿Qué sucedió Harry? Solo recibí el mensaje
que me enviaste, pero Frederick no me contó nada, parecía
algo distraído— Rob apretó los dientes, ya se lo imaginaba,
Frederick siempre se torturaba a sí mismo con sus
pensamientos. Pensaba las cosas demasiado y en esta ocasión
no podía culparlo, Rob no le había contado todos los detalles
de lo ocurrido con Catrina. Dejando que Harry le explicara
todo a Jessica, fue en busca de Frederick a su habitación.
La puerta de la habitación, estaba entre abierta, y
decidió entrar sin llamar, Rob se quedó mirando al hombre
recostado en medio de la cama, vestido solo con una bata de
baño y mirando al techo, Freddy tenía la mirada perdida y
parecía que no lo había escuchado entrar <<Eso o lo estaba
ignorando completamente>> tratando de luchar contra sus
instintos de saltarle encima, di un paso más, tenían que hablar,
aclarar las cosas, aún no lograba definir qué era lo que sentía
por este hombre, salvo que tenía una gran obsesión por él, pero
eso no eximia que Rob tenía que dar explicaciones y tenía que
respetar a Frederick, lo que sucedió abajo con Catrina no
podían simplemente ignorarlo. Era un hombre adulto, y era el
único responsable de sus fallas y por su falta de control. Ya no
podía negar que le gustaba Frederick y lo que menos deseaba
era cagarla. Frederick masculló algo con voz somnolienta y se
movió un poco sobre la cama. La bata de baño se alzó un
poco, la luz de la mesilla de noche se reflejaba en todo su
perfil. Rob tragó. Rob era capaz de ver sus pestañas largas
echar sombras gruesas a través de sus pómulos, o esa boca
encantadora, ligeramente abierta. Se veía tan jodidamente
comestible. Rob siempre había pensado que era una
exageración cuando la gente decía que alguien se veía
delicioso. Pues no era una exageración. Rob casi sentía el
hambre físicamente, su polla estaba dura con solo mirar al
hombre recostado. No podía dominar el embriagador deseo
con que su cuerpo dolía. Rob lo quería. Lo deseaba. Así que ya
no hizo nada por controlarse. Se acercó a la cama como un
depredador y envolvió una mano alrededor del tobillo bien
proporcionado y musculoso de Frederick.
—Freddy— Por unos momentos, no hubo reacción del
otro hombre. Pero estaba despierto, eso era seguro, lo sentía
tenso bajo su toque, ¿tal vez el hombre pensó que Rob no
vendría después de lo sucedido? Frederick abrió los ojos y lo
miró con confusión.
—¿Rob? ¿Qué estás…? ¿Cómo has…? —Sus ojos se
estrecharon, su expresión cada vez más alerta —Espera…
Jessica y…—
—Ya me lo contaron todo—
—¿Sí? —balbuceó Frederick. Rob se encontró
sonriendo.
—Esos dos, te han dado problemas ¿no es así? Ya le
aconsejé a Harry que tienen que enfrentar a los padres de
Jessica, y que pase lo que tenga que pasar— Rob se inclinó un
poco —¿Qué tan malo puede ser? No creo que sea peor al
dolor de perder un bebé ¿no crees? —
—Eso es verdad, pero no será fácil, los padres de Jessica
no lo aceptaran — dijo Frederick, sentándose. Mechones
húmedos de cabello cayeron sobre sus ojos. Así le gustaba a
Rob mirarlo, al natural, sin ser el hombre estirado y refinado
que Frederick era.
—Si de verdad Jessica ama a Harry, tendrá que luchar
—dijo Rob, y comenzó a desabrocharse la camisa. Frederick
lo miró con los ojos muy abiertos.
—¿Qué estás haciendo? —Susurró, lamiéndose los
labios.
—Desnudarme—
—¿Por qué? —
—¿No es obvio? —dijo Rob, desabrochando su
cinturón. Los ojos oscuros de Frederick se posaron fijos en sus
dedos, mientras que bajó su cremallera.
—No podemos tener sexo —dijo sin poder hacer nada,
sonando como un niño confundido. Frederick lo veía con los
ojos abiertos y vulnerables. Rob quería besarlo. En este
momento quería meterse entre esos muslos y besar esa boca.
Bajándose los boxes, Rob se subió en la cama, tiró de
Frederick hacia él hasta que quedó a medias en el regazo de
Rob,
—Mira —dijo Rob, sosteniendo la mirada con los ojos
abiertos de Frederick— Sé qué no sabes mucho sobre mí, y lo
prefiero de esa forma, no quiero verte tratar con mi mierda—
Las cejas oscuras de Frederick se fruncieron.
—¿Qué estás diciendo? —
—Estoy siendo honesto contigo —dijo Rob, con sus
pulgares acariciando la suave piel de la garganta de Frederick.
La mirada fija de Rob se trasladó hasta el cuello de Frederick.
Se aclaró la garganta, arrancando sus ojos de la boca de
Frederick —Soy un escritor medianamente decente, que tiene
un pasado que desgraciadamente es público, y no creo que eso
convenga a alguien como tú— Encontró la mirada de
Frederick de nuevo— Probablemente deberías echarme,
porque te miro y lo único que deseo es poseerte, eres la única
persona que conozco que, en realidad, me mira a mí y no a lo
que represento o lo que poseo a la fama que tengo—
—No me importa tu pasado —dijo Frederick —Ni me
interesa tu fama o tu dinero—
—Lo sé —Rob concedió— Y sé que no sabemos mucho
el uno del otro, y ni siquiera sé si tenemos una relación o si
podríamos llegar a tener una relación, pero… Me gustas, y no
puedo negar que me gusta estar contigo— Frederick lo miró
sin parpadear, un leve rubor apareciendo en sus mejillas
pálidas.
—Todavía no entiendo a dónde vas con esto. ¿Qué
sucedió con la mujer? ¿Es tu novia? —
—En verdad no me has buscado en internet ¿cierto? —
Rob sonrió, sus dedos acariciaron la garganta de Frederick.
Quería chupar un collar de marcas de mordidas alrededor de
ese cuello, ver cuánta succión se necesitaba para hacer esa piel
pálida de Frederick florecer en contusiones. Rob se tornaba un
cavernícola al lado de este hombre.
—Pensé que si querías que supiera… tú me contarías—
—Te conté algo la otra noche, ella es la razón por la que
estoy aquí, Gracias a Catrina hasta termine demandando ante
la corte, Catrina está desquiciada y dispuesta a todo por
hacerme daño, ella fue uno de mis grandes errores —
—Lo siento—
—No lo hagas, gracias a mis malas decisiones con
Catrina, he aprendido a ser más cuidadoso, vine a Londres con
el propósito de no involucrarme nuevamente con nadie…
Hasta que apareciste tú— Frederick lo miró por un largo
segundo.
—Yo no te haría daño de esa manera, no me interesa tu
fama o tu fortuna—
—Estoy consciente de ello, pero quiero que comprendas
que no estoy listo para una relación, somos hombres ¿estás de
acuerdo conmigo? No quería involucrarme con nadie, pero
esta obsesión que siento por ti…No quiero ser un idiota. —
Miró a Frederick a los ojos—. Échame ahora si no estás de
acuerdo con esto. — Vio el movimiento de la nuez de Adán de
Frederick. No podía leer la cara de Frederick cuando dijo:
—¿Estás diciendo que solo quieres sexo sin ataduras?
—
—Sí— Rob no quería una relación, se divertía con
Frederick, el sexo se les daba bien, pero eran hombres, debían
de ser realistas, no funcionaria. —Debemos de ver a donde nos
lleva esto ¿no crees? —
—Sí— En este momento, Rob no podía saber que
pasaba por la cabeza de Frederick. Era la primera vez que no
podía adivinar lo que el hombre estaba pensando. —Sé que
entre dos hombres sería complicado y yo no quiero que nadie
se entere qué soy gay—Rob se estremeció por dentro.
—¿Temes a la reacción de tu madre? —
—Yo —Frederick se mordió el labio— Si —sonrió un
poco torcido— Mi madre enloquecería, el gran sueño de su
vida es verme casado, con hijos y dirigiendo la empresa de la
familia— Pensar en Frederick con alguien más no le causo
gracia, pero Rob no podía lanzar piedras, él fue quien
comenzó con ese discurso de que una relación entre ambos no
sería posible.
—No entraré en el tema de tu madre, pero debes
comenzar a tomar tus propias decisiones Freddy, ¿en serio
podrás estar casado con una mujer? — Frederick de repente
rio.
—Había pensado casarme con Jessica, sería perfecto
¿no lo crees? Seriamos una buena pareja, y haríamos lo que
nuestros padres quieren, un matrimonio entre ambos, sería la
cubierta perfecta para que ambos fuéramos libres, ella estaría
con Harry y yo…—
—¿Se casarían para tener amantes? ¿Ese es tu
maravilloso plan? — Rob rodó los ojos. —Tú sí que sabes
pensar en soluciones— Frederick rio. Inmediatamente, se
ruborizó, cubriéndose la boca con la mano, Rob se encontró
sonriendo más amplio.
—Sería una buena solución ¿no crees? — Repitió
Frederick, poniendo sus manos sobre el pecho desnudo de
Rob. El corazón de Rob tronó bajo su palma. Frederick
levantó la mirada y se humedeció los labios con la lengua. —
Nuestros padres tendrían el matrimonio que desean, Jessica
podría estar con Harry y a ti podría ofrecerte el anonimato que
necesitas—
— ¿Y tú que obtendrías? — Preguntó Rob, con los ojos
dejándolos caer a los labios de Frederick.
—A ti— Frederick fue el único en inclinarse y encajar
sus bocas juntas… Y la tensión de Rob durante la última hora,
desapareció. Esto era lo que había estado ansiando, esa boca.
Acunando el rostro de Frederick, Rob le devolvió el beso a
fondo, curvando la lengua alrededor de la de Frederick. —Yo
podría tenerte a ti… Si es que quieres quedarte conmigo —
dijo Frederick cuando finalmente se separaron para tomar
aire. Estaba respirando con fuerza, sus ojos vidriosos, los
labios rojos y brillantes con la saliva.
—Me tendrías —Rob dijo con voz ronca, mirándolo
fijamente. Ellos se movieron como uno, aplastando sus labios
juntos de nuevo, hambrientos, impacientes, y torpes.
Gimiendo, Frederick se trasladó plenamente sobre el regazo de
Rob, se deshizo de la bata de baño, así sus pechos desnudos se
presionaron juntos y provocando deliciosos temblores en todo
el cuerpo de Rob, esta era la primera vez en la que Frederick
se mostraba más libre, más dispuesto, estaba tomando la
iniciativa. Joder, Rob nunca había querido consumir a una
persona así, poseer y tomarlo en todos los sentidos que una
persona podría ser tomada. Quería entender la mente de
Frederick, quería marcarlo de pies a cabeza, entrar en él y
empujar, empujar, empujar.
—Seremos amantes —dijo Rob, mordisqueando a lo
largo de la mandíbula de Frederick—. Quiero joderte—
—Si —dijo Frederick, volviendo a caer en el colchón y
tirando a Rob sobre él. El juego previo fue corto, torpe e
impaciente. Rob habría estado avergonzado si Frederick no
fuera igual de torpe e impaciente. Se besaron y tantearon entre
sí como adolescentes calientes, gimiendo y jadeando en la
boca del otro. Sin dejar de besarse el uno al otro, terminaron
completamente desnudos y sin saber cómo, Rob ya estaba
encima de Frederick, estirándolo y apuntó de follarlo, esto era
lo que Frederick causaba en él. Rob se perdía en la esencia del
hombre. Un minuto después su polla estaba fuera y empujando
dentro del brillante agujero de Frederick. Los preciosos muslos
de Frederick se apretaban a su alrededor. Ambos giman y
jadeaban contra la boca del otro, Joder, si hubiera un cielo,
debería parecerse a esto. Rob no querría salirse nunca.
Desgarrado entre el deseo de agarrar las caderas de
Frederick y simplemente joderlo contra el colchón, y tomarlo
exasperantemente lento para disfrutar del placer tanto tiempo
que pudiera, Rob besó profundamente a Frederick. Frederick
clavó sus dedos en los hombros, lloriqueando.
Apretando sus dientes, Rob se retiró y volvió a golpear
dentro. Frederick gimió y se arqueó debajo de él. Rob
rápidamente encontró el ritmo que los satisfizo mejor, un ritmo
frenético, hambriento que carecía de elegancia, no que a
cualquiera de ellos le importara.
—R…Rob… —Frederick dijo entrecortadamente, con
los ojos vidriosos y sin ver. Era una jodida visión, y Rob se
apoyó sobre un codo para mirarlo mientras lo follaba. Nunca
se sintió tan… obsesionado con nadie que hubiera follado. Tan
borracho de lujuria y deseo. Por primera vez entendió por qué
las estrellas porno decían todas esas cursis líneas ridículas.
—Eso es Freddy…—dijo Rob, sus caderas movían fuera
y dentro, mientras sus ojos estaban fijos en el hombre debajo
de él. —Grita… Solo yo te hago gritar—
—Solo tú—dijo con voz áspera, sus palabras se
convirtieron en un largo gemido cuando Rob clavó en su punto
dulce.
—Si, Freddy, yo… Solo yo sé cómo joderte —dijo Rob,
silbando por la perfecta estrechez en torno a él al tiempo que
tocaba la próstata de Frederick de nuevo, y otra vez, y otra
vez.
—Rob —Frederick murmuró finalmente, con su cara
enrojecida. Rob empujó más duro y sintiéndose drogado,
imprudente e invencible. —Dios…—Frederick murmuró,
viéndose completamente ido. Rob movió sus caderas hacia
delante unas cuantas veces más antes de golpear su polla de
lleno en Frederick y gruñir mientras que se corría, su mundo
se puso negro por un momento.
Una vez que se recuperó algo, se encontró con que tenía
a Frederick inmovilizado debajo de él. Poco a poco fueron
recuperando la conciencia y la nebulosa lujuria fue
retrocediendo, fue cuando escucharon que proveniente del
salón, se escuchaba una fuerte música de Jazz. Rob intentó no
reír al recordar a Jessica y a Harry.
—Creo que fuimos bastante ruidosos— comentó.
—No lo puedo creer, como los voy a mirar a la cara —
dijo Frederick riendo. Rob solo pudo asentir y presionar el
rostro en el pecho de Frederick, respirándolo. El olor a sexo y
el sudor fresco no debería haber sido tan agradable. Una voz
en su cabeza le dijo que esto que sentía por Freddy era más
allá que solo sexo, que dejara de engañarse, pero no era algo
en lo que no debería de preocuparse ahora, al menos no
cuando todo su cuerpo cantaba de satisfacción y placer. Sabía
que se preocuparía más tarde. Justo ahora, no.
CAPÍTULO 23
Al siguiente día, la bomba estalló, siguiendo el consejo
de Rob, Jessica y Harry enfrentaron al mundo, como era de
esperar la noticia no fue de mucho agrado a la familia de
Jessica, Frederick se sentía mal por su amiga, había sido un día
demasiado largo, después de que Jessica le hablara para
advertirle, Frederick estuvo en su casa atendiendo las llamadas
de los padres de Jessica, y de su propia madre, para
Evangeline, Frederick había recibido la peor de las
humillaciones, estaba indignada, y furiosa con la familia de
Jessica. Su amiga, lo había dejado fuera de todo, jamás
mencionó a nadie que Frederick había sido cómplice, se lo
agradecía, pero no se sentía bien fingiéndose la víctima, él los
había ayudado en todo, incluso en ese momento, Frederick
había movido algunos hilos, y había conseguido un abogado
para Harry, ya que inmediatamente el padre de Jessica lo había
despedido de la empresa.
Jessica por su parte había dimitido, y ahora la pareja
estaba escondida en algún lugar decidiendo que hacer a
continuación, Rob les había sugerido que se fugaran a las
vegas y se casaran. Frederick no estaba de acuerdo, no eran
unos vándalos para seguir huyendo, ni tampoco eran unos
niños que necesitaran la aprobación de sus padres, eran
adultos, profesionistas, y no necesitaban ayuda, Jessica se
merecía una boda por todo lo alto, y no ser la novia fugitiva
Frederick se limpió las manos en el delantal y miró su
creación. No era un experto cocinando, pero la pasta olía
delicioso y estaba seguro de que había acertado en el punto
exacto de la salsa. Frederick se sentía algo ansioso esa noche,
mirando el reloj cada poco minuto. No estaba seguro de si Rob
vendría. No habían hecho ningún arreglo anoche. Las tres
conversaciones por mensaje que tuvieron durante el día,
giraron en torno a Jessica y a Harry y ahora Frederick no
estaba seguro de qué esperar. ¿Rob estaba planeando venir
todas las noches? ¿Siquiera iba a volver? A pesar de las
palabras de Rob, Frederick medio esperaba que Rob cambiara
de opinión. Inconscientemente esperaba algo más.
En ese momento su móvil sonó, y su corazón dio un
vuelco pensando que era Rob, se odió a sí mismo por esa
reacción, no debería de alegrarse tanto, anoche había quedado
claro que no eran nada y no tenían que esperar mucho uno del
otro. Su corazón cayó en vuelo libre al infierno cuando se dio
cuenta de que la que llamaba era su madre. Frunció el ceño,
¿De qué se sorprendía? El noventa por ciento de sus llamadas
hasta ahora habían sido de su madre, el otro diez, eran cosas
de la universidad, su vida social no existía, no tenía amigos,
nadie lo llamaba para invitarlo a salir y ahora de buenas a
primeras se esperanzaba pensando que Rob podría llamarlo.
Eran las diez de la noche ya. Seguramente Rob no
vendría. Iba a contestar la llamada de su madre, cuando el
timbre sonó. Frederick luchó contra la esperanza y fue a abrir
la puerta. Rob estaba parado al otro lado. Frederick mojó sus
labios, tomando una mirada en Rob. No estaba acostumbrado
a ver a Rob en otra cosa diferente a camisetas, vaqueros,
chaqueta, y con esa enorme barba, se preguntó como seria
verlo de traje, era escritor, seguro de que acudía a eventos de
gala. Ahora llevaba un par de pantalones vaqueros oscuros y
un suéter gris claro de aspecto suave que acentuaba la anchura
de sus hombros y el color de sus ojos… Ojos que
inmediatamente se fijaron en Frederick. Era tan fácil perderse
en aquellos ojos, en aquella mirada.
—Hola —dijo Frederick, dándose cuenta de que había
estado simplemente mirando a Rob en silencio. Rob
finalmente apartó la mirada de su rostro para barrerla por
encima de su cuerpo. Sus labios se torcieron.
—¿Estabas cocinando? — Frederick se sonrojó,
recordando que estaba algo desalineado con la camisa
arremangada en los brazos, sin corbata, y con un delantal color
verde pistacho.
—Las personas deben comer y tengo hambre —Dijo él a
la defensiva, sacándose el delantal. — Eres bienvenido si
gustas a acompañarme, aunque no esperes demasiado no soy
muy bueno cocinando— dijo, señalando torpemente hacia la
cocina.
—¿Qué te sucede hoy? ¿Acaso te pongo nervioso? —
Rob preguntó divertido. Para él era tan fácil todo, nada lo
incomodaba, pero para Frederick que no tenía la menor idea de
cómo comportarse. Claro que estaba incómodo, Obviamente.
Eran casuales compañeros de jodida.
—¿Has hablado con Harry y Jessica? — preguntó
Frederick, cambiando la conversación. Frederick había
hablado con Jessica más temprano y sabía que ahora mismo
las cosas estaban muy delicadas.
—Se hospedarán en un hotel al norte de la ciudad, es
discreto y seguro, tienen que relajarse y pensar que van a hacer
ahora— Dijo Rob, mirando alrededor con las manos en los
bolsillos, esta situación no era como en otras ocasiones, donde
Rob siempre llegaba y saltaba sobre él. Frederick no estaba
seguro si tenía que preocuparse.
—¿Qué sucederá ahora que despidieron a tu editor? —.
El móvil de Frederick volvió a sonar, se apresuró a la cocina a
apagarlo, era su madre de nuevo, ella lo mataría por ignorarla,
pero no quería nuevamente un discurso de una hora sobre el
engaño de Jessica. Rob lo había seguido a la cocina y se estaba
colocando en uno de los taburetes del desayunador.
—Me retiraré de la editorial, Harry siempre ha sido mi
editor y representante, a donde él vaya, me iré también, a mí
me da lo mismo donde sea—
—Ya veo —Frederick dijo antes de colocar su teléfono
en la encimera—¿Te gustaría una taza de café? ¿Vino? —
Frederick sé felicitó a sí mismo por sonar calmado.
—Vino—Contesto Rob. Frederick buscó unas copas,
sintiendo la mirada pesada de Rob sobre él y tratando de no
inquietarse demasiado. Tal vez debería acabar por besarlo.
Quería besarlo. ¿Por qué no lo había besado al llegar? —¿Cuál
es tu plan ahora? Tu prometida te ha dejado plantado—
Frederick frunció el ceño
— Mi madre está indignada, pero en un par de días,
seguro de que volverá a invitarme a sus fiestas de té y
desfilaran ante mis ojos, los nuevos prospectos de esposas
apropiadas— Frederick sirvió el vino y comenzó a servir la
cena
—Creo que deberías de asegurarte que tu siguiente
novia sea rubia igual que tú —dijo Rob
— ¿Por qué? —
—Ya que soy tu amante oficial del momento, y esto será
una relación en trío, me gustaría que nuestros futuros niños
fueran rubios con ojos preciosos— Rob estaba sonriendo…
Una amplia, abierta sonrisa divertida que hizo a Frederick
quedarse algo falto de aliento, distrayéndolo de la crisis actual.
—¿Te estás escuchando? — Frederick lo fulminó con la
mirada mientras colocaba el plato de pasta frente a él.
—Fue tu idea, ¿lo recuerdas? Te casas para que todos
tengan lo que quieren y yo, te tendré a ti —dijo Rob.
—Ojalá fuera así de fácil —Frederick frunció los labios
— No conoces a mi madre, sé que al final terminaré casado
con alguien a quien no amo, nuestra vida será un infierno y no
pienso traer ningún niño a sufrir esto—
—El casarte no es decisión de tu madre, Freddy —Dijo
Rob con convicción.
—Lo es— Frederick se sintió enrojecer— Deja de
mirarme de esa forma. Me siento un idiota también, pero de
verdad no tienes idea de cómo es lidiar con mi madre— Rob
soltó una risotada.
—Todas las madres son difíciles, y si a eso le sumas
cinco hermanas, créeme, no estoy en paraíso, las mujeres son
dramáticas por naturaleza— Frederick lo fulminó con la
mirada, pero pronto se unió a Rob, riéndose de sí mismo. Dejó
de reír cuando notó la mirada de Rob.
—¿Qué? —
—Me gustas — Dijo Rob. La respiración de Frederick
quedó atrapada en su garganta.
—¿Te gusto? —
—Sí —dijo Rob, sonriendo con satisfacción—. Eres un
poco retraído, antisocial, despistado y algo torpe, pero no eres
una mala persona, y a pesar de que tengas un pene, tengo que
dejar de negar que, entre nosotros, hay algo— Frederick dio a
Rob una pequeña sonrisa, sintiéndose ridículamente nervioso y
molesto consigo mismo por ello.
—Yo… Es que… somos hombres—Dijo, mordiéndose
el pulgar. —Anoche dijimos que… —Los ojos de Rob
siguieron el gesto.
—Ven aquí. — El corazón de Frederick saltó en su
garganta. Finalmente. Él fue, con las rodillas un poco débiles.
Se situó entre las piernas de Ron. Su vecino puso las manos en
la espalda baja de Frederick. Se miraron a los ojos
mutuamente. Sus respiraciones irregulares eran todo lo que
Frederick podía oír.
—Sé lo que dijimos a noche, pero creo que debemos
dejar que las cosas surjan ¿no crees? No te estoy pidiendo que
te cases conmigo, ni nada por el estilo — Murmuró. —Solo
estoy aceptando que me gustas —dijo Rob y lo besó.
Impidiendo a Frederick decir cualquier otra cosa, se olvidaron
de la cena y del vino y Rob lo jodió allí mismo, sobre la
encimera de la cocina, rápido y duro y chocantemente bueno.
La cena se arruinó. Pero Frederick no pudo forzarse a que le
importara, cuando se corrió con las piernas envueltas alrededor
de la espalda de Rob y su lengua en la boca. Después de eso,
ellos se movieron al dormitorio, donde Frederick enterró su
cara en la almohada cuando Rob lo jodió por detrás. Luego,
descansaron uno junto al otro en un silencio amigable,
saciados y gastados. Frederick no recordaba caer dormido,
pero cuando abrió los ojos, estaba solo. Rob se había ido.
CAPITULO 24
En los días que siguieron, los encuentros entre ambos,
fueron casi de la misma forma, no hablaban sobre sus
sentimientos, aunque Frederick pensaba mucho sobre ello,
Rob había dicho que le gustaba, y ¿Frederick que sentía? Era
claro que Rob también le gustaba, mucho, pero ¿Qué más
podría sentir por el hombre? ¿Amor? ¿Tan siquiera existía ese
sentimiento? Frederick había pensado que estaba enamorado
de Edmund. ¿Qué era estar enamorado?
Rob fue a su departamento cada noche. Casi sus
conversaciones era de cosas sin trascendencia, y en muchas
ocasiones dejaron a sus cuerpos hacer la conversación…
Estaban siempre demasiado impacientes e insaciables para
hablar. Pero a veces, hablaron. De muchas cosas, pero nada de
forma personal, como los deportes, la situación de Harry y
Jessica, la cual no era muy buena, el escándalo ahora estaba en
los medios de comunicación. Sobre Jessica se estaba
ejerciendo demasiada presión. Solo esperaba que su amiga
resistiera. En esos días, solo en una ocasión había hablado con
su madre, durante una hora la escuchó hablar mal de la familia
de Jessica, hasta las amistades ahora se habían perdido,
Evangeline estaba sumamente ofendida en nombre de
Frederick. Pero como bien lo había predicho, ella ya estaba
encontrándole mejores candidatas. Hasta fotos le había
enviado, las cuales, le había enseñado a Rob, el tema de su
futura esposa, era algo divertido entre ellos.
—Ella es bonita —dijo Rob señalando la foto de una
chica pelirroja mientras yacían uno junto al otro después del
primer orgasmo de la noche.
—Dijiste que tenía que ser rubia— Contradijo Frederick
al ver a la pelirroja.
—Una niña pelirroja con ojos azules sería hermosa ¿no
lo crees? —
—Ella es seis años mayor que yo —Dijo Frederick,
hundiendo la cara bajo el cuello de Rob, le gustaba el olor de
Rob. Le encantaba. —Es abogada, divorciada, tiene mal genio
y casi no hemos conversado—
— Entonces queda descartada, no me gustan las
abogadas— Rob rio y pasó a la siguiente fotografía —Ella es
rubia—
—Fiona no me agrada —Frederick hizo mala cara al ver
a Fiona, toda sonriente y siendo un ángel, pero era en realidad
el demonio —Es una víbora, nunca nos llevamos bien—
—Entonces la víbora también queda descartada— Rob
rio. Foto tras foto, Frederick le contaba todo lo que había
vivido a lado de las hijas de las amigas de su madre. Y no eran
buenos recuerdos, cada candidata quedaba descartada, al
parecer, Jessica era la única chica aceptable del gran círculo
social de su madre.
—¿Qué sucede con las candidatas de tu madre? ¿Acaso
no tiene ojos? ¿Nunca se dio cuenta de lo mal que te trataban?
— Rob le dio una mirada exasperada.
—Mi madre siempre estaba ocupada con sus amistades,
los niños tenían que ir a jugar lejos, es así como funciona en la
alta sociedad —Enterrando los dedos en el cabello de
Frederick, Rob inclinó su rostro para besarlo.
— Estoy llegando a pensar que la bruja del cuento es tu
madre—Frederick sonrió contra sus labios. Ellos habían
acordado que su arreglo era estrictamente casual. Mantener la
distancia emocional era lo más sensato de hacer en esta
situación. Rob le había advertido que no podía prometer
nada. Rob terminaría esta cosa en el momento en que lanzara
su obsesión fuera de su sistema. Frederick estaba agradecido
por la honestidad de Rob, realmente. Esto era solo sexo…
Realmente intenso, adictivo sexo, pero simplemente sexo, no
obstante. Algunas cosas era mejor no decirlas.
CAPÍTULO 25
Una nueva semana pasó y Frederick estaba algo
presionado con su próximo examen. Además de que estaba
agotado, ir y regresar todos los días desde Cambridge era
agotador <<No tienes que hacerlo, pero tú no quieres dejar de
ver a Rob>> dijo su vocecita interna. Y Frederick tenía que
aceptar que penosamente esa era su situación. Prefería mil
veces estar yendo y viniendo todos los días que pasar un día
sin encontrarse con el hombre. Por alguna extraña razón
presentía que tenía que disfrutar lo que fuera que ellos tuvieran
mientras fuera posible. Había tenido un sueño la otra noche, en
el cual, se podría ver a sí mismo, diez años, completamente
solo, y con el recuerdo de lo que había vivido con Rob. Estaba
seguro de que de alguna forma todo terminaría y pronto
tomarían caminos separados.
—¿Quién dijo que un baño relajante de burbujas era
solo para las damas? —Rob dio un sorbo a su copa de
champagne, la verdad era que este tipo de situaciones eran
ridículas, pero ya se estaba acostumbrando a las manías
refinadas de Frederick. Estaba claro que el hombre era de
cenas con cubiertos, baños, servilletas, champagne y vino. Rob
simplemente se había rendido y se dejaba consentir.
—Simplemente hay que aceptar las cosas agradables—
Frederick se recostó aún más sobre él y se entretuvo jugando
con la mano en el agua sin pensar en nada, sin gastar neuronas;
él había planeado la velada de forma diferente, una noche
tranquila, ya que Rob había avisado que no iría a verlo esa
noche, ya que tenía una reunión con Harry y una nueva
editorial, así que Frederick había planeado tomar un baño, y
después relajarse leyendo un libro. Rob llegó justo a la hora
del baño. —¿Cómo está, Harry? —
—Los padres de Jessica se la están poniendo difícil,
pero él no se da por vencido, ya hice unas llamadas, mañana
tenemos una reunión con un abogado, revocaré los derechos
editoriales de mis obras— Rob refunfuñó.
—Te costará una penalización romper el contrato con la
editorial—
—No me importa— Rob se encogió de hombres —Si el
padre de Jessica quiere guerra, entonces le daremos guerra,
nadie se mete con los Maclead y se sale con la suya—
—Es loable que seas leal con tu primo—
—No solo es mi primo, es como mi hermano y mi mejor
amigo— Rob sonrió —Sigo pensando que es una buena idea
que de una buena vez por todas se fuguen a las vegas y
terminen con esto—
—Jessica se merece algo más que ser casada por Elvis
¿no crees? — Al notar la desilusión en su voz, no pudo por
menos que preguntar.
—¿Un cuento de hadas? Lo importante es que ambos
sean felices y estén juntos, qué más da una enorme boda—
—Sé que tienes razón, pero toda mujer sueña con el día
de su boda—
—¿Y un hombre no? — preguntó tratando de picarlo un
poco —¿Ya llamaste a la pelirroja? —Frederick le había
contado que su madre le había insistido en que comenzara a
conversar con las mujeres. Picarlo era divertido, pero a Rob ya
estaba comenzando a irritarle esa insistencia de la madre
porque se casará pronto. Lo estaba prácticamente empujando a
la cama de esas mujeres.
—Aún no —Él se giró para mirarlo casi horrorizado—.
No pienso volver a caer en el juego de mi madre, y tú ya
olvídate de esas mujeres— A Rob casi se le para el corazón.
—¿Le dirás a tu madre que eres gay? —
—¿Bromeas? — Frederick ahora se veía indignado —
Ella no lo entendería—
—Mientras nos seas honesto, ella seguirá insistiendo en
controlar tu vida —Dijo y se echó a reír. —Si sigues
permitiendo que tu madre dicte tu vida, tendrás una esposa,
niños, una gran casa, pero estarás amargado de por vida—
—Tú no entiendes lo que tengo que vivir—
—Exacto, no lo entiendo, eres adulto, puedes vivir sin la
aprobación de tu madre ¿no crees? —
—No es tan fácil —Murmuró él para nada convencido.
Estaba claro que Rob no lograría en ese momento que
cambiara la idea, Frederick era un niño de mamá.
—Si te casas con una mujer, piensa en las noches frías y
solas que tendrás —Susurró en su oído— Sin amor, sin sexo…
¿Estás dispuesto a renunciar a eso? — Para dar énfasis a sus
palabras, Rob busco bajo el agua su erección y comenzó
perezosamente a masturbarlo, Freddy se rindió al instante.
—Para…—Aseveró algo recatado.
—¿Estás seguro? —Se restregó contra su trasero—.
Amas esto Freddy, amas ser dominado y follado por otro
hombre, no puedes resistirte a tus impulsos— Claramente su
intención era burlarse de él, pero había algo más, algo que
había estado molestando a Rob durante días, lo que comenzó
como una broma, poco a poco tomó forma en su cabeza, para
Rob fue fácil imaginar cómo se vería Freddy a lado de una
mujer, teniendo hijos, si algo había aprendido durante estos
días, era que la madre de Freddy tenía mucha influencia sobre
él, y Frederick estaba entrenado para no desobedecerla o
disgustarla. Mierda. Ahí quien salía sobrando en la ecuación
era Rob.
El resto era un borrón de calientes besos y toques, y
tanta piel. Rob nunca se había sentido tan fuera del control por
el deseo, incapaz de pensar, sin poder hacer otra cosa que
sentir y desear. Con su cuerpo quería hacer comprender a
Freddy que no encontraría nada de eso a lado de una mujer.
Cuando finalmente Freddy se dejó caer contra la polla
de Rob, el profundo alivio fue abrumador. Él gimió. La
plenitud, la intimidad era enloquecedora y aterradora por su
intensidad. Rob gruñó, tirando de Freddy más fuerte contra él,
sus pechos planos se rozaban entre ellos. Mirando dentro de
los ojos azules de Freddy, Rob se movió. Era tan excitante ver
los ojos de Freddy entrecerrarse, la forma en que su cabeza se
sostenía con su espalda arqueada.
Freddy abrió sus piernas un poco más, ajustando su
postura mientras lo tomaba tan profundamente, miró hacia
abajo en medio de sus cuerpos, fascinado por el movimiento
de sus propias caderas mientras continuaban girando en su
lugar. Vio sus manos grandes y fuertes en sus caderas blancas
dirigiendo su movimiento como él lo quería, guiando a Freddy
montándolo, su lengua fue trazando una franja húmeda en su
cuello mientras su polla extendía a Freddy tan
condenadamente bien. Tragándose sus gemidos, Freddy
empujó hacia abajo para aumentar la presión y tomarlo
completamente. Era una delicia excitante ver a Freddy tan
desinhibido, libre, entregado.
Rob lo folló duro y rápido, con ganas de más, más
profundo, más. Tampoco podía respirar bien y ambos
necesitaban todo más duro y más rápido, y pronto Rob estaba
golpeando sus caderas para encontrarse con Freddy en cada
embestida, y Freddy jadeaba cada vez que Rob golpeaba su
próstata. Esto era sexo duro, necesitado, crudo. Rob gruñía,
sus músculos trabajaban mientras él levantaba a Freddy y lo
bajaba sobre su polla, y joder, su fuerza era tan excitante, y
Rob lo quería, lo quería, lo quería.
Rob se corrió primero, y Freddy lo siguió poco después,
sacudiéndose su camino a través del orgasmo y hundiendo sus
dientes en el hombro de Rob para amortiguar sus gemidos.
Agotado Rob se movió un poco para ajustar a Freddy
sobre su regazo, el baño era un desastre, pero no le importaba,
lo único que era consiente era del hombre recostado sobre él,
el cuerpo de Freddy estaba lánguido con el placer. Le gustaba
eso, y dudaba que él pudiera encontrar esa sensación incluso
con una mujer. Rob se dio cuenta de su realidad. Estaba jodido
e irremediablemente enamorado de ese hombre.
✉ ✍ ✎ ✏ ✐✑✒ ⌨
Una hora después estaban en la habitación, Rob pensó
que esto era una locura, estaba tumbado boca arriba, regulando
la respiración e intentando que su mundo volviera a estar al
derecho. ¿Por qué era así con Freddy? ¿Qué tenía este hombre
que lo descontrolaba tanto? Miró de reojo Freddy estaba en las
mismas condiciones, ambos estaban agotados y satisfechos.
Tanta confianza en él hasta podía ser peligrosa.
—Eso fue fantástico, tengo hambre, aunque no creo
tener las fuerzas para levantarme— dijo Rob
—Pediré algo a domicilio —Respondió él con los ojos
cerrados y la expresión relajada — También muero de hambre
¿Pizza? —
—Me parece bien, después de cenar, volveremos a
comenzar de nuevo la faena—Murmuró él mientras jugueteaba
con un dedo sobre su ombligo.
—Eres insaciable —Frederick intentó apartarle la mano.
—Yo podría decir lo mismo de ti, Freddy — afirmó con
un tono indiferencia que le hizo reírse. Con un beso rápido en
los labios y se puso en pie—Yo me encargaré de alimentarte,
no te muevas—Buscó el móvil, su pantalón debía estar en
algún lugar entre la habitación y el baño. El plan era
fantástico, cena y sexo de nuevo, ¿Qué podía salir mal? En el
baño mientras cubría sus necesidades básicas, hizo la llamada
para pedir la cena. No tardo más de cinco minutos, pero ese
tiempo fue suficiente para el apocalipsis cayera sobre ellos.
Justo cuando regresó a la habitación gloriosamente desnudo
con el móvil en la mano, se encontró la escena más bizarra que
hubiera presenciado, ni siquiera en sus novelas había escrito
algo como esto.
Freddy estaba desesperado buscando algo conque
cubrirse, mientras una mujer muy elegantemente vestida que
estaba en la puerta, lo miraba severamente. Rob lo supo, esa
elegante mujer con ojos azules y con apariencia de bruja, era
la madre de Frederick. La mujer clavó su dura mirada en Rob,
en una clara intención de intimidarlo, para nada parecía
sorprendida de ver a un hombre desnudo saliendo del cuarto
de baño. Entonces Rob lo supo. La mujer sabía de las
preferencias de su hijo.
—Esto se ha convertido en una fiesta— Dijo Rob,
simplemente diciendo lo primero que se le vino a la mente. No
hubo ninguna reacción por parte de la mujer, salvo fulminarlo
con la mirada como si fuera la mierda del piso que tenía que
ser eliminada. Esa mujer era una controladora, ella supo todo
el tiempo que Frederick era gay y no parecía importarle en lo
más minio. Se suponía que la mujer no sabía de las
preferencias sexuales de Freddy, y a cualquiera mínimo le
sorprendería encontrar a su amado hijito con un amante
masculino. Pero ella estaba ahí, imperturbable ante la
situación.
—Muestre sus modales, señor, debería vestirse —Dijo
la mujer mirándolo como si fuera poco menos que el enemigo
al cual tenía que derrotar, la mujer daba miedo, ni levantó la
voz ni hizo gesto alguno que mostrara su desaprobación.
—Madre… ¿Cómo entraste? —Preguntó Freddy,
asegurándose de taparse de forma correcta. — Siempre llamas
antes de venir—
—Vístete, por favor, Frederick —Ordenó su madre,
tranquila y autoritaria. Frederick bajó la vista, era evidente su
vergüenza. Ni siquiera se atrevió a mirarlo. Mientras pasaba
por su lado y se dirigía el vestidor. Eso no le gusto, estaba
siendo testigo de lo que menos quería presenciar, la forma en
la que la madre ejercía control sobre Frederick. El hombre
divertido, sensual y atrevido de momentos antes, ya no estaba,
de nuevo estaba presenciando al hombre retraído y sensato que
conoció semanas atrás. Rob entró en el cuarto de baño y buscó
su ropa. Era mejor enfrentar al dragón vestido, estaba claro
que esta batalla era solo entre la bruja y él. Frederick se había
rendido. Rob por su parte no iba a permitir a ninguna señora
rica intimidarlo. Al regresar a la habitación encontró a madre e
hijo en una acalorada conversación, mejor dicho, la que
conversaba era la mujer y Frederick se limitaba a escuchar. Al
verlo, la madre de Freddy lo miró como si fuera menos que
una cucaracha que tuviera que pisar.
—Será mejor que se marche —Expresó la señora Rhys
sin perder la compostura—. Usted no es bienvenido— Esa
última frase sobraba, con la mirada que le dedicó, él ya lo
había deducido solito. Pero aun Rob tenía la esperanza que
Freddy dijera algo. Que no se sometiera. Que luchara. No lo
hizo.
—Joder, esto es de novela — maldijo.
—Absténgase de decir palabras malsonantes en mi
presencia. Y no vuelva a interrumpirme. — A Rob el tono de
voz de la mujer le recordó a la Frederick.
—Y usted absténgase de darme órdenes —Replicó en su
mejor tono de hombre cabreado.
—Escuche, estoy más que dispuesta a solucionar esto de
la mejor manera posible —Rob guardo silencio, no porque
obedeciera, sino porque él también deseaba conocer esas
intenciones—. Mi hijo es un hombre que está un poco
confundido, pero sé que podremos atravesar esta fase de la
mejor manera—
—¿Confundido? —
—He hablado con Frederick sobre lo desafortunado de
su proceder, pero se niega a obedecer mis indicaciones. —Eso
le gustó, pensó que Freddy le diría a su madre un par de cosas,
que ya no permitiría que lo controlara. Pero se equivocó.
Frederick no interrumpió a su madre —Por lo tanto —
continuó ella— No me queda más remedio que tomar cartas en
el asunto. — Abrió su bolso y sacó una billetera de piel. Rob
casi quiso reír. Casi. La situación era de lo más ridícula. Esta
mujer sería una bruja total, pero era igual de despistada que su
hijo, no tenía la menor idea de quien era Rob. Al menos que él
no fuera tan famoso como habría creído.
—¡Madre! — Gritó Freddy.
—¡Alto ahí! —Exclamó Rob al averiguar cómo iba a
tomar cartas en el asunto.
—No sea obtuso. — Dijo la mujer ignorando a su hijo,
rellenó los apartados del talón bancario—Esta es una buena
cantidad, para borrarle la memoria de lo sucedido—Rob
deseaba conocer la cantidad con la que esa mujer pretendía
que abandonara a su hijo, más que nada para reírse en su cara.
Y más aún deseaba que Freddy agarrara el cheque, lo rompiera
y echara a su madre de su apartamento. Cosa que tampoco
sucedió. Freddy ni siquiera lo miraba a los ojos, estaba
avergonzado por lo que su madre estaba haciendo, pero estaba
claro que no haría nada por detenerla.
—Madre… por favor, me estás avergonzando— suplicó
Freddy, pero con poca convicción.
—Acéptelo. —La mujer extendió el cheque delante de
sus narices—. Es lo más sensato e inteligente. — Rob arqueó
una ceja. ¡Esta maldita bruja! Era tal cual la había descrito
Freddy. Y estaba clara ahora la razón por la cual, Freddy no
podía luchar contra ella. Pero Rob no era como Freddy.
Decirle unas cuantas palabras a la señora Rhys era realmente
una tentación, no importaba que estuviera olvidando los
modales que su madre le enseño. Esta mujer no era digna de
llamarla dama. ¿Quién se creía ella al ofrecerle dinero por
alejarse de su hijo? Pero tras ver la expresión de Frederick,
decidió que, si bien no se iría de allí sin expresar su opinión,
tampoco iba a empeorar la situación, no merecía la pena si
Frederick no estaba dispuesto a luchar contra su madre, estaba
claro que se avergonzaba de él. Frederick nunca saldría del
closet, nunca lucharía por lo que deseaba en verdad, y no
contrariaría a su madre. Si alguna vez había dudado sobre la
posibilidad de pasar a mayores con él, empezando por
sincerarse, ahora sabía la respuesta.
—¿De cuánto estamos hablando? —Aseveró. Se alegró
de que la mujer parpadeara, desconcertada, durante segundo y
medio, sin duda por la serenidad y desdén con que respondió a
su insultante oferta.
—Seguramente es más de lo que gana un vago como
usted—Esa mujer se había tomado la molestia de investigar
que su hijo se estaba acostando con un hombre, pero no con
quien. <<vaya drama>> —Le sugiero que lo acepte, no
volveré a ser tan generosa— Le tendió de nuevo el insulto en
forma de cheque bancario.
—Madre, ya basta, por favor— dijo Frederick, pero no
lo suficientemente fuerte para sus palabras tuvieran algún
efecto.
—Frederick vale mucho, espero que haya sido bastante
generosa—Murmuró. Esta vez sí aceptó el cheque, no lo miró,
se lo guardó en el bolsillo trasero del pantalón. La bruja sonrió
encantada.
—Y ahora… sí es tan amable de irse. —
—Por supuesto, pero antes me gustaría dejar claros un
par de conceptos. Primero, es usted una bruja hipócrita y creo
que su hijo es mayorcito para saber con quién anda— Miró al
aludido, en ningún instante Frederick lo había mirado. Prefería
pasar por la humillación antes de luchar contra su madre. —
Creo al final si estarás condenado a seguir los deseos de tu
madre antes que los tuyos —Dijo mirándolo, esperando un
<<no te vayas>>. No hubo suerte. Frederick miraba hacia el
piso.
—Ya ha aceptado el dinero, así que deje de molestarnos
y márchese de una buena vez —Espetó la madre perdiendo un
poco su fría paciencia.
—Yo… —murmuró Frederick. Seguía sin mirarlo, no
podía hacerlo. Estaba siendo injusto con él, era consciente de
ese hecho, pero su temor más profundo, ser descubierto, lo
había dejado paralizado.
—Lo sientes, ¿verdad? —Inquirió Rob molesto cuando
Frederick asintió—. Que tu madre se entere de todo de esta
forma es una mierda, pero tendrás que luchar tú solo, yo no
puedo hacer más por ti— Dijo a modo de despedida, haciendo
daño de forma intencionada—. Es momento de crecer
Frederick, si no luchas por ti mismo, nadie puede hacerlo —
La señora Rhys abrió la puerta invitándole a marcharse. Miró
por última vez a Frederick y salió por la puerta. No debía
sentirse como una puta mierda, pero mentirse a sí mismo no
iba a solucionar las cosas.
CAPITULO 26
Frederick había estado avergonzado, mortificado,
expuesto y vulnerable cuando vio a su madre aparecer en la
habitación, pero ahora que veía a Rob marchase de esa
forma… La sensación de impotencia por no haber sido capaz
de enfrentarse a su madre era la cosa más desesperante que
había sentido nunca, Frederick era un cobarde, Rob no se
merecía algo así. Pero su madre ejercía una especie de poder
sobre sus reacciones. Una reacción absurda, desde luego, pero
ya era tarde para reparar su error. La mirada de Rob no había
dejado lugar a dudas, ahora lo odiaba.
—¿Por qué has hecho eso? —Preguntó mientras
caminaba hacia la cocina. No quería enfrentarse a su madre,
terminaría con dolor de cabeza.
—Sabía que algo sucedía, últimamente me has ignorado
y no has hecho caso a mis recomendaciones —Le recriminó
sin rastro de diplomacia— ¿Un hombre? Frederick, ¿Qué clase
de comportamiento inapropiado es eso? ¿Qué pensarán
nuestras amistades si se enteran? Nuestro estatus social
quedará mancillado—
—Mamá, creo que ya quedo claro que yo no tendré
futuro con una mujer como lo deseas, soy…—
—No quiero escucharlo, Frederick, por favor, por una
vez en la vida sé responsable y no intentes eludir tu
responsabilidad— Ese comentario le dolió, ¿Eludir sus
responsabilidades? Al contrario, Frederick había ocultado su
verdadero ser, por cumplir con las responsabilidades hacia su
familia, pero su madre jamás veía los triunfos, solo los
fracasos. ¿Era él un fracaso?
—Madre— Frederick cerró los ojos e intentó calmarse.
Mientras su madre seguía hablando y hablando de todo lo que
tendrían que hacer para ocultar su desliz, de lo agradecida que
estaba porque nadie se hubiera enterado y de lo primordial que
era que se casara de inmediato.
—¡Soy gay! Mamá— Explotó ganándose una mirada de
advertencia por parte de Evangeline.
—Frederick, deja de actuar como un niño, tú no eres
homosexual, necesitas una esposa, te enviaré a terapia, te
curaras de esa obsesión. — Frederick abrió los ojos y se
enfrentó a su madre.
—¿Por qué no has enloquecido? —Inquirió molesto.
—¿A qué te refieres? —
—Me has visto desnudo con otro hombre, cualquiera se
hubiera mostrado, aunque fuese un poco sorprendido, tú
estabas muy tranquila— Su madre alzó en mentón.
—Te estuve investigando—
—Aun así, ¿Por qué no me llamaste inmediatamente?
Siempre que te alteras por algo, me llamas para reclamarme—
Frederick se acercó más a su madre, la conocía, ella ocultaba
algo —Tu ya sabias que me gustaban los hombres ¿no es así?
— Ella no mostró ninguna alteración en sus rasgos faciales —
¿Desde cuándo lo sabes? —
—Desde la universidad— Explicó la mujer.
—¡¿Cómo?! —Exclamó completamente enfadado.
—Siempre supe que tenías esas inclinaciones, pero
pensé que con el tiempo entrarías en razón, eres solo un joven
divirtiéndote—Frederick se llevó las manos a la cara,
tapándosela, no quería llorar delante de ella. —Ahora eres un
adulto y tienes responsabilidades, encontraremos a la mujer
ideal para ti y harás lo correcto—
—¿Lo correcto? — Frederick gritó —¿Estás dispuesta a
condenar a una mujer a vivir conmigo, cuando ni siquiera la
voy a amar? O lo que es peor, ni siquiera podré acostarme con
ella—
—Lo solucionaremos Frederick. —Por cómo lo decía,
parecía que su madre estaba pensando que la homosexualidad
de Frederick era algo que se podía esconder bajo la alfombra
del living.
—Mamá, no tienes ningún derecho a intervenir en mi
vida—
—¿Cómo qué no? Me preocupo por ti, por tu vida, por
tu futuro — Se defendió—. No puedo permitir que eches por
la borda tantos esfuerzos. Soy tu madre, haré todo lo que esté
en mi alcance para solucionar todo, no se arruinaran nuestros
planes por unos momentos de… — Frederick sabía que su
madre jamás aceptaría a Frederick.
—Soy gay, mamá. Me gustan los hombres. Puedes
aceptarlo—Suspiró. No tenía ni idea de lo que sucedería ahora,
pero, ya que su madre había descubierto la verdad, Frederick
se sentía… Aliviado. Si Evangeline lo aceptaba o no, eso ya
era otra cuestión.
—Lo arreglaremos, solo estás un poco confundido —
dijo la madre, molesta—Tienes obligaciones, y no puedes
darle la espalda a tu familia— Afirmación que no era nueva
para Frederick, pues conocía de sobra la opinión que tenía al
respecto.
—¿Quieres tener nietos? — Preguntó de repente.
—¡Por supuesto! —
—Pues entonces supongo que sabrás que para ello se
debe practicar sexo. Y yo no puedo tener sexo con una mujer,
tendrás que conformarte con los hijos de Margaret—
—¡Frederick! Suficiente, te estás comportando como un
niño malcriado, eres un hombre y por lo tanto debes solucionar
tus problemas, saldremos adelante hijo, te casaras y serás un
buen padre y esposo—
—Esto no es una gripa que se quita madre —Aseveró
con resentimiento. El dolor de cabeza, provocado en gran parte
por los remordimientos, iba en aumento. Necesitaba poner fin
a esta absurda conversación. Su madre jamás modificaría ni un
milímetro su opinión. Su madre inspiró para tranquilizarse e
intentó zanjar el tema a su conveniencia.
—Entonces habrá que hacer algo para cambiar la
situación, no está todo perdido. Te agendaré una cita con un
médico y organizaré una reunión con algunas candidatas…—
—¡Ya basta! — Frederick salió de la habitación furioso,
su madre lo siguió. —No lo haré —
—Frederick…—
—No, ya basta, he dicho que no, que no estoy enfermo,
que no me casaré con nadie y que creo que en estos momentos
es mejor que te marches— Frederick abrió la puerta de su
departamento, era su madre y le dolía echarla, pero Frederick
estaba en su límite.
—No puedes hacerle esto a tu madre—
—Si puedo —Respondió, y no mentía. —Tú no me
comprendes, jamás lo has hecho, no te importa nada más que
las apariencias y lo que dirán—
—Echaras a perder tu vida—
—Exacto, es mi vida, no la tuya madre, de ahora en
adelante viviré como a mí me plazca—
—¿Buscaras de nuevo a ese hombre? — Frederick rio
amargamente.
—Si, lo buscare para disculparme por la madre que
tengo, pero quédate tranquila, dudo mucho que él me perdone,
comprendería que jamás quiera volver a hablarme siquiera—
Su madre lo había humillado y Frederick no había hecho nada
por ayudarlo, muy tarde se había decidido luchar contra ella.
Había perdido a Rob por cobarde, y era lo que más le dolía.
Rob no amaba a Frederick, ni eran novios ni nada, pero… En
su cabeza Frederick había comenzado a pensar en Rob como
algo más que un hombre con el cual tenía sexo.
—Hablaremos mañana cuando te tranquilices…—
—No lo haremos madre, ya no tocaré este tema contigo,
soy gay, no me casaré con nadie que tú escojas, dejaré de
ocultar mi orientación sexual y si no aceptas eso, entonces
puedes olvidarte que tienes un hijo, no quiero someterte a la
pena ni a la burla de tus amistades—
—¡No puedes hacer una cosa así! —Su madre levantó la
voz—. ¡Qué dirán! ¿Sabes a qué te expones? —
—No puedo basar mis decisiones en el qué dirán—
—¡Recapacita! Te lo pido por favor, hijo. —
—¿Crees que esto es una especie de decisión alocada?
¿Qué no he pensado bien lo que quiero? Llevo toda mi vida
haciendo lo que se supone que debo hacer, nunca me dejaste
elegir. ¡Nunca! — Levantó las manos, ahora que había
empezado no iba a parar— Tú siempre decides por mí, qué
amigos podía llevar a casa, a qué colegio ir, qué novia tener.
¿No te das cuenta? —Frederick negaba con la cabeza, pues su
madre nunca lo entendería.
—¿Dónde estarías ahora de no haber sido así? La gente
con la que uno se relaciona es muy importante. —Alego su
madre, ella siempre tenía argumentos para defenderse, jamás
se equivocaba en nada.
—No es justo y lo sabes, mamá. ¿Lo mejor para mí es
casarme con una mujer a la que no quiero, sólo porque queda
bien y nuestras amistades estarán conformes? Deberías de
dejar de pensar en los demás y pensar un poco en tus hijos—
—¿A qué te refieres? Todo lo que hago es por ti y por
Margaret, ustedes son mi mayor preocupación—
—¿En serio? —
—Si, siempre estoy para ustedes, si no fuera por mí…—
—Ya soy un adulto madre, no necesito tus consejos de
vida— Frederick estaba a nada de romperse.
—Los hijos siempre necesitarán los consejos de sus
madres y…—
—¡Yo te necesité muchos años atrás! — Estalló
Frederick —Necesité a mi madre cuando perdí a mi padre,
pero tu estabas más interesada en sacar la empresa adelante—
—Y si no lo hacía, ¿de qué pensabas que íbamos a
vivir? — su madre siempre tenía una excusa para todo. No iba
a conseguir nada por ese camino, su madre jamás aceptaría
que estaba equivocada. Podrían pasar así horas y horas, acabar
con una caja de aspirinas y seguir como al principio. Frederick
estaba cansado. Tenía todas las emociones a flor de piel, el
dique que las controló por muchos años, estaba destrozado.
—Tienes razón, necesitabas trabajar y no puedo culparte
por jamás darte cuenta de que Edmund abusó de mí en
repetidas ocasiones— Soltó la más grande bomba de su vida,
ya no le importaba nada, al ver salir a Rob por la puerta de su
casa, había perdido todo. Ya no tenía nada que perder.
Frederick miró fijamente un punto en la pared. Escuchó los
sonidos estrangulados de su madre, pero no podía ofrecerle
consuelo por ello. Era triste admitir que en ese momento
Frederick deseaba que su madre sufriera tanto como él estaba
sufriendo.
—¿Qué dices? Seguramente estás equivocado— Dijo su
madre con voz ahogada. Frederick rio amargamente.
—Sí, claro, seguramente imaginé todas esas caricias,
esos besos mientras me folla y me decía todo tipo de
vulgaridades— Frederick tomó valor y miró a su madre a los
ojos —Yo estaba confundido con mi sexualidad en ese
entonces, y le permití todo aquello—
—Esto… no puede ser cierto— Su madre estaba en
negación total. Pero Frederick no podía hacer nada por
ayudarle.
—Es tarde. Te pido que te marches, estoy cansado. —Y
no mentía. Estaba realmente agotado, física y mentalmente. Lo
único que deseaba en ese momento era lanzarse a la cama y
llorar hasta dejar de sentir el dolor que le partía el alma.
—No puedes pretender que me marche simplemente
después de escuchar lo que acabas de decir…—
—Si lo pretendo, quiero que te marches, quiero estar
solo—Con los años Frederick había aprendido que darle por su
lado a Evangeline, era la mejor opción para tratar con ella,
pequeñas batallas eran mejor que la guerra, ahora mismo
Frederick no estaba en su mejor momento. Y se había lanzado
con todo, no tenía tiempo para ser cortes.
—Yo soy tu madre y te amo, y lo único que deseo es lo
mejor para ti, yo no sabía…— dijo ella al llegar a la puerta.
—Lo sé, y no te culpo, pero ahora mismo no puedo
consolarte —Frederick besó a su madre en la mejilla después
de todo era su madre, y pronto tendría una nueva batalla que
librar, y muy en el fondo de su ser, sentía que esta era la
despedida, si Frederick seguía a su corazón, estaba seguro de
que terminaría cortando los lazos con su familia para siempre.
CAPÍTULO 27
Frederick apenas y tendría tiempo para llegar a la
entrevista con el Decano y el director del departamento de
logística y finanzas de la universidad. Frederick no estaba en
su mejor momento, pero no podría decepcionar a su asesor de
tesis y al profesorado de la universidad que estaban creyendo
en él. Frederick no tenía cabeza para nada, estaba
desconcentrado y desanimado. No había podido dormir en
toda la noche. Pero no podía derrumbarse, tenía que continuar,
apenas había terminado de vestirse cuando llamaron a la
puerta. Fue abrir con la estúpida esperanza que fuera Rob. Aún
no había tomado del valor de ir a buscarlo a su departamento
para disculparse. No sabía cómo hacerlo. Sintió desilusión al
ver que no era Rob. <<Deja de ser idiota, él jamás querrá
volver a verte>>
—Frederick. —Gerard se detuvo en la puerta del
recibidor con aspecto triste y cansado, cosa poco habitual en
él, además, en todo el tiempo que llevaba viviendo ahí, Gerard
solo lo visitaba en contadas ocasiones y ya presentía que esta
no era una visita de cortesía —. ¿Estabas a punto de salir? —
—Tengo que ir a la universidad— Anunció. Gerard
asintió con una sacudida y su mandíbula se movió, pero nada
salió de su boca. —¿Qué haces aquí Gerard? —dijo haciendo
un gesto para que entrara — ¿Ya desayunaste? — Frederick
estaba comenzando a sentirse ansioso. Presentía que esta visita
tan premeditada por parte de su padrastro era a causa de su
madre. Estaba seguro ella lo presionó para que viniera hacerlo
razonar sobre sus preferencias sexuales. Gerard entró con paso
cansado en la sala de estar.
—No, pero creo que una copa del licor fuerte me vendrá
muy bien—
—Son las siete de la mañana— Frederick se sorprendió,
no solo por la hora, sino porque en sus años de conocer a
Gerard, jamás lo había visto beber algo más fuerte que el vino.
—¿Qué pasa, Gerard? — Su padrastro suspiró. Se quedó
mirando largamente el cuadro gris con la torre Eiffel que
estaba en la pared encima del sofá, después volvió la mirada
hacia Frederick.
—Voy a separarme tu madre —Dijo de pronto.
Frederick tomó aire rápidamente al darse cuenta del motivo de
su visita.
—¿Discutieron por mi culpa? — Frederick ni siquiera
tenía que preguntar. Ya conocía de sobra la respuesta.
Frederick vio en los ojos de Gerard que el hombre lo sabía.
Vio horror e indignación en su mirada, su madre le había
contado lo sucedido con Edmund. —Yo no tenía ni idea,
Frederick. Te juro por Dios que no tenía ni idea. — El corazón
de Frederick dio una sacudida dentro su pecho y empezó a
latirle con fuerza. La boca se le quedó seca.
—Gerard…—
—Yo…, eh… Fui a ver a Edmund. —La voz de Gerard
se tornó ronca—. Irrumpí en su despacho. Él lo negó, el muy
mentiroso hijo de puta, pero pude verlo en su cara— Las
piernas de Frederick comenzaron a temblar. Si Gerard había
enfrentado a Edmund quería decir que su padrastro le creía,
Gerard creía las palabras de Frederick y había reaccionado en
consecuencia, en cambio su madre le había dicho que
probablemente estaba equivocado. ¿Qué tan aberrante era eso?
Lo triste era que, había deseado esa reacción de su madre…
pero ¿Gerard? Eso quería decir que, si él hubiera tenido el
valor para hablar antes, entonces, hubiera podido detener a
Edmund…
—Gerard…— Apenas y su voz era un susurro.
—Le di un puñetazo, lo tiré al suelo, pero, Dios…
Quería coger una de esas estatuillas que tiene en sus
estanterías y abrirle la cabeza. —
—¡Basta! —Gritó Frederick desesperado.
—Maldición, Frederick. ¡Mi deber era protegerte! Y
fallé. —
—¡Basta! —Frederick dio dos pasos hacia atrás, con las
manos en puños —. ¡No me mires así! — Gerard temblaba
visiblemente.
—Frederick, no sé cómo pedir tu perdón— Las lágrimas
comenzaron a rodar por los ojos de Gerard. Se acercó a
Frederick.
—¡Deja de hablar! — Suplicó. No quería escuchar. No
quería sentir. Todo esto era mentira. Quería escapar.
—Te quiero como si fueras mi hijo. Siempre te he
querido. — Frederick, lo empujó y le dio la espalda
dirigiéndose con piernas temblorosas hacia la puerta. —¡No
espero que me perdones! —Gritó a Gerard a espaldas de
Frederick con lágrimas empapando sus palabras. —. No me lo
merezco. Pero tienes que saber que lo habría hecho pedazos de
haberlo sabido— Frederick se giró para enfrentarse a su
padrastro, sentía que las náuseas se adueñaban su vientre y le
quemaban la garganta.
—¿Qué quieres que te diga? — Preguntó desesperado.
Gerard enderezó los hombros y miró a Frederick los ojos
enrojecidos y las mejillas bañadas en lágrimas, su padrastro
estaba temblando.
—Quiero que sepas que no estás solo. —
—Yo no quiero la compasión de nadie, Gerard —Le
espetó. — Quiero que te vayas— A Frederick los ojos le
escogían, pero no se derrumbaría, no por ahora.
— Frederick, estoy para ti, haré lo que sea por…—
—Gerard… Vete, por favor— Gerard asintió. Rodeó a
Frederick y se dirigió hacia la puerta, se detuvo antes de salir.
—Tu madre me contó que te encontró con un hombre—
Frederick cerró los ojos. —Yo siempre presentí sobre tus
preferencias, y a mí no me molesta que seas gay, si amas a ese
hombre…—
—Eso terminó —Anunció. No soportaba siquiera pensar
en Rob — Bastante tarde acepté en realidad lo que era y le
hice frente a mi maldito pasado. Lo arruiné y no hay forma de
arreglarlo, tendré que vivir con las consecuencias de mis malas
decisiones—
—Si ese hombre te ama, te perdonara—
—Eso jamás sucederá— dijo con convicción. Sin decir
otra cosa más, Gerard se marchó. El peso de todo lo que
sucedió en las últimas doce horas lo abatió, ya no podía
soportarlo más, Frederick cayo de rodillas y explotó.
✉ ✍ ✎ ✏ ✐✑✒ ⌨
Frederick luchó por abrirse paso entre una bruma negra.
Tenía frío. No, no tenía frío, estaba helado, como si tuviera las
piernas atrapadas en hielo. Era extraño, sentía el peso de las
mantas sobre el cuerpo. ¿Cómo había llegado a la cama? No
quiera pensar, notaba un vacío en su interior.
—Rob… —susurró para sí mismo, ya que sabía de
antemano que estaba solo. Rob se había ido, y no tenía a nadie
más que a sí mismo. Recordó todo lo sucedido, la forma en la
que su madre había humillado a Rob, la manera en la que su
padrastro lo había mirado. Con lástima y dolor. Era algo que
Frederick jamás había deseado ver en su mirada. En ese
instante, la devastación lo invadió como si cientos de latigazos
le azotaran el corazón.
Abrió los ojos y se concentró en la débil luz de la
habitación. Las cortinas estaban abiertas, estaba amaneciendo,
pero no sabría decir que día era, recordaba muy poco de los
últimos días, salvo el pozo de autocompasión en la que se
había sumergido después de destrozar su apartamento.
Frederick se volvió, cerró los ojos e intentó contener la
inundación de lágrimas que le caían bajo las pestañas. ¿Por
qué? ¿Por qué Rob había tenido que aparecer en su vida? Él
había estado contento con la vida pacífica que había tenido. Ya
se había resignado a que jamás nadie lo querría, que nadie lo
comprendiera. Su cabeza, su cuerpo y su alma estaban
sumidos en la confusión. Un dolor como ninguno que hubiera
conocido antes le llenaba su corazón y su mente. Se llevó la
punta del cubrecama a la boca y sollozó, dejo que las sombras
lo arrastraran nuevamente, ocultándose en un lugar del que
nunca más quería salir. Un lugar de oscuridad y sueños rotos.
El viento sopla alborotando el cabello de Frederick
mientras caminaba por la playa y sus pies se hundían en la
arena a la vez que las olas borran cada paso. Delante de él no
podía ver otra cosa que arena y mar. Ninguna otra persona
estaba alrededor. Frederick no tenía la menor idea de donde
estaba o como había llegado ahí. Pero no estaba molesto por
ello. Recordaba que, en pocas ocasiones de niño, su madre y
su padrastro los llevaron a la playa, pero no recordaba haber
estado nunca en un lugar como ese, y mucho menos haberla
disfrutado, su madre decía que era más segura la alberca del
hotel. Y él jamás disgustaba a su madre.
<<Hasta que conoció a Rob>>
Las gaviotas dando vueltas a pocos metros de él, lo
distrajeron de pensar en cosas tristes. Por esa razón estaba
ahí, para olvidarse de todo y de todos. Ahí no había dolor, ni
arrepentimientos. Si por él fuera, se quedaría para siempre en
ese lugar.
—No me puedes esconderte toda la vida, Freddy—
Frederick giró la cabeza al escuchar la voz grave que le
habló, una voz desconocida y tan familiar al mismo tiempo.
Entonces lo vio. A su padre, caminado a su lado, Richard Rhys
era una versión más madura de Frederick, mismo cabello,
misma forma del rostro, pero con anchos hombros y una barba
pronunciada. Casi le recordó a la desarreglada barba de Rob.
—¿Papá…? — Preguntó Frederick con una voz
ahogada.
—Tienes que dejar de escapar del mundo, hijo. —El
hombre tan desconocido para Frederick le sonrió —.
Quedarte aquí no solucionará tus problemas—
—Ah, ¿no? — Frederick negó con la cabeza —Yo me
siento bien aquí—
—Todo mundo se siente mejor evadiendo sus problemas,
pero no es la mejor solución, ¿Te darás por vencido tan
fácilmente? —
—Sé que soy un cobarde, pero en cierto modo, es culpa
tuya, ¿sabes? —Replicó—. ¿Por qué me dejaste, papá? — Era
una pregunta valida, a criterio de Frederick, aunque sonara
un poco irracional, ya que dudaba mucho que su padre
deseaba haber muerto.
—No puedo contestar a esa pregunta, porque yo no
controló esas cosas —El padre de Frederick negó con la
cabeza y sonrió. El hombre parecía que estaba tratando de
corregir a su niño terco. — Pero hubiera dado toda mi fortuna
a cambio de poder estar contigo, hijo, siempre me voy a
arrepentir de haber estado tan enfocado en mi trabajo y no
haber aprovechado para pasar el tiempo contigo y con tu
madre— Ante la sola mención de su madre, Frederick arrugó
la nariz. Aún seguía molesto con ella.
—Ella está decepcionada de mí— Frederick se inclinó
para recoger una concha, después inexplicablemente la volvió
a lanzar al agua.
—Es tu madre, te ama, aunque en ocasiones se equivoca
— Dijo su padre mirándolo con ojos comprensivos —Sé
paciente con ella, pero no dejes de luchar porque lo que tú
quieres hacer—
—Yo no sé qué hacer… —Frederick se llevó una mano
al pecho al sentir un dolor estrujando su corazón.
—Te diré un secreto, hijo— su padre colocó una mano
sobre la de Frederick —Nadie en esta vida sabe lo que está
haciendo en realidad, lo único que podemos haces es confiar
en que las decisiones que tomamos, sean las mejores, lo único
que tienes que hacer es vivir— Frederick miró en los ojos de
su padre, vio comprensión, amor y apoyo en su mirada, esos
ojos le recordaron la forma en la que Gerard lo había mirado.
¿Por qué su madre no podía mirarlo de la misma manera?
—Estoy enamorado de un hombre —Dijo con
sinceridad.
—Lo sé— dijo su padre —Es bueno que lo admitas, pero
creo que es a esa persona a la que deberías de decirle estas
mismas palabras ¿no crees? Robson es un buen hombre— Su
padre le lanzó una triste mirada y después miró hacia el agua.
—¿Papá? — Preguntó Frederick confundido. Sujetó
fuertemente su mano, como temiendo que en cualquier
momento su padre desapareciera.
—Dile a Gerard que estoy agradecido con él —dijo
pensativo volviendo la mirada hacia Freddy—. Gerard fue mi
amigo muchos años atrás, estuve realmente aliviado cuando
se casó con tu madre, siempre supe que sería un buen padre
para ti— Las lágrimas comenzaron a fluir por los ojos de
Freddy.
—No quiero que me vuelvas a dejar, papá—
—No llores, hijo. —Su padre lo abrazó y Freddy hundió
la cabeza contra su pecho, tratando de imprimir el aroma de
su padre en su memoria —. Ya verás que todo saldrá bien…
CAPÍTULO 28
Londres, un mes después…
—Me gustó el segundo que visitamos, ¿Qué piensas? —
Jessica señaló una de las fotografías que había tomado esa
mañana, ese día, había acompañado a Jessica a visitar varios
departamentos, Harry y ella irían a vivir juntos, hasta ahora no
había existido reconciliación con la familia de Jessica, pero
ella no daría un paso atrás, estaba haciendo todo lo posible por
ser feliz a lado del hombre que amaba.
—También me gusta, pero deberías esperar a escuchar la
opinión de Harry— Frederick le sonrió Jessica —Pero sé que
él estará contento con cualquiera que elijas— Harry había
conseguido un nuevo empleo en una editorial, ser el manager
de Robson Maclead le había abierto muchas puertas. Lo
habían contratado de inmediato, por esa razón no había podido
acompañarla a ver departamentos. Jessica por su parte, estaba
disfrutando del tiempo sin trabajar, tenía ahorros y contactos,
por lo tanto, había decidido tomarse dos meses de descanso,
para adaptarse a su nueva vida. El plan era encontrar
departamento pronto, mudarse y casarse en dos semanas.
—Amo a ese hombre— Jessica sonrió mientras daba un
sorbo a su café— Jamás me arrepentiré de haberlo elegido a él
—
—No es por Harry, tú elegiste tu camino, y eso es loable
por tu parte— Jessica dejo la taza, y se inclinó para sujetar la
mano de Frederick.
—Tú también elegiste tu camino, Freddy, eres muy
valiente— Frederick sonrió sin ganas. El desastre también
había alterado toda su vida y su entornó, fue un escándalo el
anuncio del inminente divorcio de su madre con Gerard, el
despido del gerente general de Industrias Rhys dio mucho de
qué hablar. Los medios de comunicación especulaban que la
causa de la separación de Evangeline y Gerard fue una
supuesta infidelidad entre la directora de la empresa y su mano
derecha. La golpiza que Gerard le dio a Edmund, fue prueba
suficiente para que todos creyeran su madre era una mujer
infiel. Era de lo más absurdo, pero ni su madre, ni Gerard, ni el
mismo Edmund habían desmentido ese rumor. Frederick
consideraba que era lo mejor.
—Cierto, me decidí a tomar las riendas de mi vida…
Pero fue demasiado tarde ¿no crees? — Frederick llamó a la
mesera para pagar la cuenta, se había tomado toda la mañana
libre para acompañar a Jessica, pero era momento de volver a
Cambridge. Como bien había esperado, aprobó el examen ante
el comité de educación, ya era ahora un doctor en economía y
finanzas, se esperaba que en verano comenzara a dar clases en
la universidad, al final todos sus planes se estaban cumpliendo,
<<Al menos los planes que tuvo meses atrás>> Su realidad
actual era bastante patética. Al menos agradecía que su madre
ahora estaba tan enfocada en no permitir que su mundo se
derrumbara a su alrededor que ya no tenía tiempo de sofocar a
Frederick. Desde la noche en que la bomba explotó, una
líquida vez, le había llamado, pero Frederick no le había
contestado, en cambio su madre en su desesperación le había
dejado un mensaje de voz, suplicándole que hablara con
Gerard. Frederick rodó los ojos, no sabía que pasaba por la
cabeza de su madre, ¿Qué esperaba que dijera? “Lo siendo
Gerard, es mentira que Edmund me violara, yo estaba
equivocado, vuelve con mi madre por favor” Que Gerard
estuviera enojado con su esposa no fue por lo ocurrido a
Frederick, era por el hecho que su madre en lugar de
preocuparse por su hijo, estaba más preocupada por lo que
pensaran los demás, no quería escándalos y prefería mirar para
otro lado antes de admitir que su mano derecha le había hecho
daño a su hijo. Gerard se estaba rebelando contra Evangeline y
protegiendo a sus hijos. Su hermana Margaret estaba
demasiado consternada con la situación, no comprendía
porque de buenas a primeras sus padres se estaban separando.
Había llamado a Frederick en varias ocasiones, pero nunca
tuvo el valor de contarle la verdad a su hermana, simplemente
la hizo comprender que la relación de pareja entre Evangeline
y Gerard no era asunto de ellos y debían de respetar sus
decisiones.
—Freddy, aunque lo tuyo con Rob no haya funcionado,
estoy segura de que encontraras la felicidad con alguien a
quien ames, lo importante es que te decidas a luchar—
—Cierto, merezco un premio por enfrentarme a
Evangeline Rhys, pero he perdido la guerra, Rob se fue—
Decir las últimas tres palabras apretaron su corazón. Tener ese
sueño con su padre, causó que Frederick consiguiera el valor
que le hacía falta. Al despertar, lo primero que hizo fue darse
un baño y después buscar a Rob para disculparse, después de
la visita de Gerard a Frederick le costó demasiado volver a ser
el mismo, durante dos días estuvo llorando, gritando y
destrozando su departamento, luchó consigo mismo para no
llamar a Rob y decirle que lo necesitaba para salir de ese
infierno. Esa breve charla con su padre lo hizo salir de ese
pozo en el que se había hundido, no sabía si fue un sueño,
producto de su desesperación y el vino que había bebido, pero
cuando despertó, Freddy se sintió tranquilo. Cuando pudo
volver a ser el mismo fue demasiado tarde, Rob se había ido,
al principio pensó que solamente no estaba en casa, pero poco
después Harry le había confirmado que Rob había vuelto a
Escocia. Frederick no debería sentirse triste, era solo sexo lo
que ambos compartían, si lo que deseaba era sexo, podría
encontrar a otro hombre que lo complaciera ¿no?
—¿Has intentado llámale? — Preguntó Jessica sin soltar
su mano.
—¿Conque propósito? — Frederick resopló —No lo
culpo por no querer verme, mi madre lo humillo, delante de
mis narices y no hice nada por detenerla— Suspiró,
frotándose la cara.
—Freddy, búscalo, habla con él, merecen cerrar este
ciclo ¿no lo crees? —
—Jessica…—
—¡Escúchame! — Lo interrumpió —Si lo de ustedes no
es amor, si no hay solución, entonces mínimo necesitan
decirse adiós correctamente, tú me lo aconsejaste ¿recuerdas?
Cuando perdí a mi bebé y estaba destrozada, le hice daño a
Harry al ocultárselo —
—No es lo mismo—
—Si lo es— Alegó su amiga —Así como Harry tenía
derecho a saber lo de su hijo, Rob tiene derecho a escuchar
una disculpa apropiada de tu parte, hazlo comprender que
ahora has recapacitado y no permitirás que tu madre se
entrometa nuevamente—
—¿Y si él no me quiere escuchar? —
—Por lo menos lo intentaste — Ella le sonrió —Créeme
no querrás siempre vivir con la pregunta de “¿Qué hubiera
sucedido si…?” Cierra este ciclo, termina las cosas
apropiadamente y si entre tú y Rob no hay futuro, estarás libre
para comenzar una nueva relación. Harry y yo tenemos
muchos amigos a los cuales presentarte— Eso lo hizo sonreír.
—Te cambio todos esos amigos por Harry ¿Qué te
parece? — Jessica rio.
—Lo siento mucho amigo, te adoro, pero Harry es solo
mío—
Después de su almuerzo en el centro, Frederick se dedicó a
hacer unos recados, ya que viviría de plano en Cambridge, no
tendría mayor propósito conservar su apartamento, se lo había
ofrecido a Gerard después de que abandonara a Evangeline,
pero su padrastro se negó, dijo que no quería invadir el espacio
de Frederick, después de vivir en un hotel por una semana,
Gerard había conseguido alquilar un departamento cerca del
Támesis[11] su padrastro iba muy en serio con lo de su divorcio.
Y Frederick se sentía un poco culpable por ello.
Después de enterarse de que Rob se había marchado,
Frederick decidió concentrarse en eso que solo le quedaba, su
trabajo. Tuvo prácticamente que deshacerse en disculpas ante
el Decano por haberlos dejado plantados en aquel almuerzo,
pero todo logró solucionarse.
Cuando volvió a casa, debió de haberse concentrado en
preparar la ponencia que presentaría la siguiente semana, pero
en cambio siguió pensando en su conversación con Jessica,
recostado en su sillón daba vueltas en la cabeza; tenía que
haber una forma de hablar con Rob, Jessica tenía razón, tenía
que disculparse. Pero ¿Qué esperanzas tenía? Hace unos días,
Frederick se había rendido ante la tentación, había buscado en
internet información sobre Robson Maclead, verlo en las
imágenes de las revistas, vestido con trajes, sin barba y tan
apuesto, fue todo un shock para su sistema. Vestido de esa
forma, sí parecía un escritor de famoso, había leído toda su
biografía, la cantidad de libros que había escrito, lo famoso
que era, las películas que eran basadas en sus historias y
además todas sus desgracias amorosas. Rob no perdonaba la
traición, eso estaba claro, no tenía ningún reparo en terminar
en la corte de ser necesario, incontables mujeres lo habían
acusado de muchas cosas por obtener dinero, le habían
indilgado demasiados hijos que en las pruebas de ADN dieron
negativo, pero la peor fue Catrina, ahora entendía por qué Rob
necesito venir a Londres para recuperarse, y ahora Frederick le
había hecho daño también y volvió casa. El único consuelo
que tenía era que Frederick no iría a la corte o a la prensa para
hacer público todo su drama romántico.
Leyendo la vida de Rob a Frederick le quedo claro que
un hombre tan orgulloso como él le costaría trabajo
perdonarlo, de hecho, ya estaba seguro de que jamás lo haría.
Pero por lo menos debería de intentarlo ¿no? Tenía que
planear bien cómo hacerlo, que iba a decirle, que…
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando le llego
un mensaje de texto. Su corazón saltó en su pecho al leer las
sencillas líneas que le había enviado Harry. Al parecer no
tendría tiempo de pensar en nada, tenía que actuar, el caso era
que Frederick no era de los que se lanzaban a las cosas sin
analizar la situación, pero… Era ahora o nunca.
✉ ✍ ✎ ✏ ✐✑✒ ⌨
—¿Dejaras de mirarme de esa forma en algún
momento? — preguntó Rob entre dientes para que los
hombres que estaban sentados enfrente de él no escucharan.
—Lo siento, pero hoy has causado una conmoción en
mí, ya me había acostumbrado a tu apariencia de ermitaño—
Murmuró Harry, Rob soporto el impulso de golpearlo, no sería
bueno quedar mal ante los hombres de traje que estaban
negociando que Rob fuera el guionista de una de sus series.
Ahora que Harry había cambiado de editorial, estaba
trabajando más que nunca, negociando contratos, ventas,
reediciones, etc. Por el momento sus libros anteriores no serían
retirados del mercado, la anterior editorial aún tenía los
derechos, hasta que no venciera su contrato no podrían hacer
nada, pero, aun así, Harry estaba buscando la manera de
abrirse camino por su cuenta y Rob lo apoyaba en todo, le
daba lo mismo una casa editorial que otra, solo se conformaba
con que Harry siguiera siendo su representante estaba
conforme.
—Deja de poner cara de gilipollas. ¿Quieres? Y
agradece que te estoy apoyando— Los hombres frente a ellos
seguramente estaban suponiendo que sus murmuraciones eran
porque estaban comentando el proyecto que ellos estaban
presentando.
—Bueno, si te soy sincero no esperaba que vinieras,
llevas desaparecido semanas y de repente te apareces en la
versión de dios griego que siempre fuiste, de lo cual, me
alegro— Rob se cruzó de brazos ignorando completamente a
su primo y sus idioteces y se concentró en negociar con los
hombres de la productora, su proyecto era bueno, aunque Rob
no estaba muy interesado en ese momento en los dramas
románticos, ya bastante tenía con el suyo propio.
Intencionalmente llevo su mano hacia su bolsillo izquierdo,
siempre llevaba consigo el arrugado cheque por cincuenta mil
libras con él, para recordarse que era un idiota. Era un
constante recordatorio para evitar caer en la tentación, por eso
se había marchado de Londres en primer lugar, y si ahora
estaba aquí, era para ayudar a Harry y volvería a Invernes en el
vuelo de mañana. No tenía nada en Londres y ni loco asistiría
a la boda de Harry. << ¿No tienes nada en Londres?>>
pregunto su voz interior, Rob apretó los dientes, era cierto que
seguía pensando en Freddy… Frederick, sé corrigió.
A su lado pasó una chica muy hermosa, vestida con un
precioso y sensual vestido rojo, despertando el interés de todo
hombre en el restaurante. Rob dejó que sus ojos siguieran las
curvas de su cuerpo, tratando de despertar algún interés por
ella. Debería estar más que interesado. Había pasado un
tiempo desde que tomó una mujer. Para él, era algo inaudito,
la hermosa chica de cabello oscuro y labios rojos no despertó
el más mínimo interés en su cuerpo, no hubo esa chisma, ese
anhelo.
Decididamente evitó pensar en el hecho de que no tenía
problemas para ponerse duro con solo mirar la curva de los
labios, de cierto hombre serio. Una sensación incómoda se
instaló en la boca de su estómago.
—Si me disculpan un momento, caballeros— Con
desánimo Rob decidió que necesitaba un poco de aire fresco, o
por lo menos necesitaba un segundo para recomponerse, se
estaba volviendo completamente loco. Dirigiéndose al cuarto
de baño, se encontró en el pasillo a otra hermosa dama, la
chica en cuestión era más baja de estatura que la chica del
vestido rojo, pero era igual de hermosa, cabello oscuro, ojos
marrones y unos labios rellenos, estaba vestida con un vestido
azul claro que resaltaba su hermoso rostro. Además, tenía una
hermosa sonrisa, Rob no sabría decir si la sonrisa de la mujer
era porque lo había reconocido o estaba coqueteando. Lo
único que sabía era que necesitaba comprobar algo, siendo un
idiota arrogante total, Rob la acercó y la besó con rudeza,
haciendo un esfuerzo consciente para enfocarse en la suavidad
de sus labios y de sus pechos. Pero la forma de sus labios
estaba completamente mal, su boca no era suficientemente
dulce, y su pelo era demasiado largo y no lo suficientemente
suave… Rob rompió el beso y dio un paso atrás.
—Me disculpo…— Dijo Rob, pero ahora era cuando
esperaba la bien merecida bofetada, la cual no llego, la chica
parecía borracha, le sonrió e intentó acercarse de nuevo a él.
Rob por su parte decidió escapar al cuarto de baño.
—Lo siento, creo que me confundí de persona—Sus
palabras sonaron cortantes y cargadas de ira. Tan pronto como
estuvo solo en el cuarto de baño, se mojó el rostro y se miró al
espejo.
Hasta ahí llegó su intento por demostrar que no estaba
obsesionado Frederick. Soltando un suspiro, Rob puso ambas
manos en el lavabo y agacho la cabeza, necesitaba un segundo
para calmarse. Tenía treinta y cinco años. Era un escritor
famoso, y no era tan estúpido como para no llamar las cosas
por su nombre, sin importar cuán inconveniente fuera la
verdad. Y la verdad era, que se había enamorado ni más ni
menos que de un hombre.
La pregunta era, si debía hacer algo al respecto. Rob no
estaba acostumbrado sentarse y cruzarse de brazos. Siempre
conseguía lo que quería… Pero desear a Freddy… no era una
simple cuestión de tomar lo que quería. Ni siquiera era el
género de Frederick lo que lo hacía dudar, no le importaba que
Freddy tuviera una polla en vez de una vagina. Estaba bastante
enamorado del cuerpo de ese hombre, lo volvía loco y no le
cambiaría absolutamente nada.
No, el problema era mucho más complicado que el sexo
de Freddy. El hombre había sido herido en el pasado. Era
inseguro, retraído y controlado, además de que Frederick
claramente no lucharía contra los deseos de su madre, la
presión social en la que había vivido por años era demasiado
fuerte como para echar todo por la borda de buenas a primeras,
Rob lo haría por Frederick sin dudar, no le importaba que los
medios de comunicación lo crucificaran por volverse amante
de un hombre de buenas a primeras, pero ¿Y Freddy? ¿Sería
pedirle demasiado? Claro que sí, vivir sin la aprobación de su
madre y al constante escrutinio público, sería demasiado para
él. ¿Entonces qué? ¿tenía que alejarse? Considerando todo,
Robson complicaría innecesariamente su vida. Involucrarse
con él sería irracional, poco práctico. Suspirando, Rob se
pellizcó el puente de la nariz. Tenía que tomar la decisión.
CAPITULO 29
La reunión había terminado, habían cerrado el trato y
Rob se tenía que poner a trabajar, en quince días tenía que
enviarles el primer borrador, Harry estaba más que feliz por el
nuevo trato, Rob en realidad se estaba esforzando, aunque no
estaba muy de ánimos, incluso hasta rechazó ir a tomar una
copa. Su plan era ir al hotel, embriagarse y no despertar hasta
dos horas antes de que su avión tuviera que salir. Por esa razón
había decidido quedarse en un hotel frente del aeropuerto.
Pero sus planes se vieron abruptamente interrumpidos al
encontrarse fuera del restaurante a un hombre bien conocido
por Rob. Se quedó muy quieto. Porque frente a él estaba
Freddy, sus ojos azules estaban muy abiertos, eran cautelosos
y temerosos al mismo tiempo. Algo en él se sacudió.
—Hola —dijo Freddy. A su lado, Rob pudo sentir a su
primo apartarse, lo cual indicaba que fue él quien lo había
delatado. ¿Cómo se atreve él? Rob trató de calmarse. Todo su
cuerpo temblaba, con rabia y algo más, y no podía pensar.
Freddy estaba allí. Le parecía como si hubieran sido meses
desde que lo vio por última vez. Apretando la mandíbula se
esforzó por no ceder a sus impulsos.
—¿Qué quieres? —Dijo Rob con dureza, tratando de no
mirar a Freddy a los ojos. Le molestaba que esos ojos todavía
tuvieran tanto poder sobre él, a pesar de todo. Rob no quería
armar un jaleo fuera del restaurante, estaba consciente de los
otros comensales que de repente parecía estar mucho más
interesados en lo que ocurría fuera del restaurante, que
concentrarse en terminar de entrar al local para cenar. —¿Solo
te vas a quedar ahí mirándome o me dirás algo? —
—Quiero disculparme— Dijo Freddy apenas con un hilo
de voz. Hubo un silencio por un rato. —Estoy avergonzado
por la actitud de mi madre, y lamento no haber hecho nada por
detenerla— Los labios de Rob se torcieron.
—¿Lo sientes? —Dijo llanamente.
—Lo lamento de verdad… Sé que no…—Rob se río
interrumpiéndolo. —¿Qué es tan gracioso?
—¿Crees que para mí no importabas? ¿Cómo crees que
me sentí? —Su voz sonaba hueca incluso para sus propios
oídos, todo estaba mal. Los adorables labios de Freddy se
doblaron en una mueca. Ron apretó los dientes y miró hacia
otro lado.
—Solo teníamos sexo —Dijo Freddy, su tono hostil, a
pesar de que había algo incierto en la forma en que había
dicho eso —Yo te conté como era la situación en mi familia—
—Cierto, solo sexo… Cuéntame, ¿Ya encontraste una la
pelirroja adecuada? Recuerda que dijimos que esa sería la
excelente combinación —dijo Rob con una sonrisa sin humor.
—Tus hijos serán precisos—
—No hagas esto —Dijo Freddy con fuerza,
resentimiento coloreando su voz—. ¡No te atrevas a hacer
esto! —Rob lo miró.
—¿A hacer qué? —Dijo—. Si estás tan feliz con tu
elección, no debería importar lo que diga. No debería importar.
Has escogido obedecer las órdenes de tu familia, así que sigue
adelante y olvídate de mí—Rob lo fulminó con la mirada.
—¡Las cosas no son así! — Rob miró desde los ojos
furiosos de Freddy a sus labios temblorosos y de vuelta a sus
ojos. <<Es precioso cuando se enfada>> Pensó, eso era lo que
Rob deseaba, que Freddy sacara las uñas, que luchara y se
opusiera a seguir los dictados de alguien más.
—¿Qué es lo que realmente quieres? Prometo que te
dejaré
solo y nunca volveré a hablarte si lo dices como si realmente
lo dijeras en serio. — Demandó. Freddy continuó
fulminándolo con la mirada. Era tan hermoso cuando estaba
enojado. Freddy abrió la boca y la cerró. Alguna emoción
apareció en sus ojos antes de que Freddy apretara la mandíbula
y dijera firmemente:
—Solo quería disculparme—Algo en él dio una punzada
dolorosa, una sensación pesada y desagradable que se asentó
en su estómago. Rob se dijo que esto era de esperar. Había
sido ridículo incluso considerar la idea de que su… Fijación
con Freddy podría no ser completamente unilateral. ¿Por qué
no sería unilateral? La educación, propiedad, responsabilidad y
obediencia estaba incrustado en el ADN de Freddy, él haría lo
que era correcto y jamás dañaría la reputación de su familia y
no lucharía contra la sociedad o su madre. Tal vez esto era lo
mejor
No era bueno en.… Las emociones. Debería atenerse a lo que
era bueno, regresar a su vida pacifica en Invernes y dedicarse a
escribir. Esa era la vida de Rob, el no deseaba romance, amor,
y definitivamente no debería desear una vida al lado de otro
hombre. Las emociones y los deseos eran desordenados. Él no
los necesitaba. Fue bueno ver a Freddy nuevamente, así todo
estaba claro y no viviría con la idea en su cabeza de que tal
vez hubieran sido las cosas diferentes de haberlo intentado.
Rob era suficientemente honesto consigo mismo como para
admitir que de otro modo no habría podido hacerlo. Se había
dado cuenta de que Freddy y esos ojos vulnerables eran su
debilidad. Freddy era la única persona capaz de hacerlo
irracional, excesivamente emocional e imprudente. Esto era lo
mejor. Con un movimiento de cabeza recortado, Rob dio un
paso hacia adelante detendría un taxi se largaría
inmediatamente ignorando la sensación de vacío en su pecho.
No había nada vacío en su pecho. Estaba perfectamente sano.
Perfectamente bien. Estaba todo en su cabeza. Apenas tenía el
corazón roto. Él era solo…
—Si buscas redención, tranquilo, acepto tus disculpas —
Rob apretó la mandíbula y miró a Freddy por última vez antes
de ir a buscar un taxi, tenía que dirigirse calle arriba, pero algo
lo detuvo. Había una cosa más que necesitaba ser dicha. —Yo
también lo siento, Freddy, lamento haber puesto tu mundo
patas arriba, en su mayoría esto es mi culpa —Dijo. Su voz
sonaba ronca e inestable, nada como él. No creía que se
hubiera disculpado en su vida, pero se sentía bien decir esas
palabras. Todavía se sentían inadecuadas. Todo acerca de esto
se sentía inadecuado, porque una parte de él todavía insistía en
que el hombre del que se estaba despidiendo era suyo y solo
suyo, para siempre. Quería gruñir esas palabras, quería agarrar
a Freddy y negarse a soltarlo, quería besarlo y marcarlo, para
que todos pudieran ver a quién pertenecía Freddy. Rob hizo
una mueca, completamente disgustado consigo mismo. Él
dejaría de pensar en Freddy como suyo, mejor que nadie
debería de saber que esta era la vida real, no sus novelas con
finales felices, no siempre uno conseguía lo que quería; así era
la vida.
Pero no importaba lo que se dijera cerebro y su sentido
común, irse era lo más difícil que Rob había hecho. Sus pies se
sentían pesados, su cuerpo estaba reacio a cooperar, como si
estuviera atado al hombre que estaba dejando atrás con
cuerdas apretadas e invisibles.
Rob logró algunos pasos cuando un sonido lo detuvo.
Una risa, áspera y un poco histérica. Rob se volvió y miró
fijamente. Freddy se estaba riendo, sus manos cubrían su
rostro mientras
sus hombros temblaban de risa.
—¿Lo lamentas? Dices—Él levantó la cabeza y lo miró
— Yo estaba muy bien, ¿Sabes? Era feliz en mi jodida vida sin
complicaciones, pero apareciste para arruinar todo, ¿No? No
quiero escuchar tus disculpas. No quiero escucharte diciendo
que lo lamentas— El hombre estaba realmente molesto. Y eso
a Rob le gustó, le gustaba ver que Frederick luchara. No quería
de nuevo ver esa figura patética que conoció aquel día en el
estacionamiento subterráneo.
—Bueno, ahora podrás regresar a tu pacífica vida ¿No
crees? —
—¡No puedo! —Freddy dio un paso hacia adelante,
pasándose una mano por la cara —No quiero—Susurró, su voz
vacilante—¡No quiero! — dijo con más convicción. Rob lo
miró con el ceño fruncido. Algo lo impulso a acercarse al
hombre. Se acercó un paso, y luego otro, y otro, hasta que
estuvo bastante cerca. Algo en su interior le advirtió que
Frederick no estaba bien.
—Freddy… —Su mano se movió hacia Freddy. Sabía lo
que quería hacer, pero era muy poco probable que Freddy
aceptara su consuelo. —¿Qué es lo que quieres, Freddy? —
Freddy dejó escapar un suspiro. A su alrededor podía escuchar
los susurros de los chismosos que se habían acercado a
enterarse del chisme, también escucho la voz de Harry
diciendo que deberían de irse a un lugar más privado para que
conversaran, pero Rob solo podía enfocarse en el hombre
vulnerable que tenía delante, Freddy parecía desesperado y
sumamente roto…
—¿Qué es lo que quiero? — Freddy murmuró —
Quiero…—
Rob frunció el ceño.
—Si, cariño, dime que es lo que quieres, ¿Tan difícil es
ser sincero contigo mismo? — Freddy levantó los ojos hacia
Rob. Vio el dolor y el miedo en su mirada.
—Le conté a mi madre lo sucedido con Edmund —
Freddy sonrió torcidamente. A Rob se le detuvo el corazón —
Ella no me creyó, aseguró que yo estaba confundido—
—Mierda— Gruñó Rob. ¡Maldita mujer! Miró a Freddy,
su corazón latía rápido y fuerte.
—Mi padrastro me creyó— Frederick cerró los ojos. —
Fue aún más doloroso, me pregunté a mí mismo la razón del
porqué tarde tanto en contarlo, tal vez podría haberlo parado
antes si se lo hubiera dicho a Gerard—
—Freddy… —Se escuchó a sí mismo decir. Freddy
miró a Rob, pero había algo frágil en su cara, en su expresión,
sus ojos brillaban con lágrimas no derramadas.
—Es demasiado tarde ¿Verdad Rob? Me odias ahora—
Lentamente, Rob sujetó con ambas manos las mejillas de
Freddy, quien lo estaba mirando con los ojos abiertos. Bien
consciente de que cualquiera que los mirara podría verlos en
plan cariñosos.
—No soy bueno con las emociones a pesar de que soy
un escritor de novelas románticas —Dijo Rob, mirando a
Freddy a los ojos—. Jamás siquiera sentí la necesidad de ser
romántico con una mujer y pensé que hacerlo con un hombre
seria… Extraño —Estaba consternado por lo cruda que sonaba
su voz, lo desesperado que se sentía, y probablemente se veía.
—Rob… ¿Qué estás haciendo? La gente está mirando—
Rob tomó la barbilla de Freddy con la otra mano e hizo que
Freddy lo mirara.
—Olvídate de ellos. Dime lo que quiero escuchar
Freddy—Freddy soltó una risa ahogada, sonando un poco
histérico.
—¿Estás loco? —
—Sabes que si—Rob repitió tensamente—. Y soy terco
y ahora que ya has comenzado con esto, quiero escuchar la
respuesta ¿Qué sientes por mí? —Freddy se echó a reír,
pasándose una mano por la cara.
—Semanas atrás te habría contestado que solo siento
deseo y excitación— Miró a Rob con algo como frustración,
vulnerabilidad y deseo, todo mezclado en uno
—Si solo es sexo lo que buscas…-— Rob se burló un
poco. —Se puede tratar con bastante facilidad, cualquiera te lo
puede dar—Freddy solo lo miró expectante cuando eso fue
todo lo que dijo. Suspirando Rob sujetó amabas manos de
Freddy, esperando que el hombre diera el primer paso.
—No puedo hacer grandes confesiones —Dijo Freddy,
Rob dejó que su mano rozara los nudillos de Freddy. Escuchó
el suspiro en la respiración de Freddy. En este punto, Rob era
consciente de que ninguno de los dos podía pensar
racionalmente si se dejaban llevar, y había pasado demasiado
tiempo desde que había tocado a Freddy por última vez. No
necesitaban distracciones, no ahora.
—Entonces, ¿No me lo dirás? — Un leve rubor apareció
en los pómulos de Freddy.
—Yo jamás había deseado enamorarme— dijo Freddy
—Sabía que nunca podría tenerte realmente, no con la forma
en que son las cosas en mi vida, pero jamás había conocido un
hombre como tú, me haces reír, me divierto contigo… Yo
siento cosas cada vez que te miró—Rob hizo una mueca.
—¿Se supone que esa es tu gran confesión? —Dijo Rob,
mirando a los ojos sonrientes y sintió que su corazón palpitaba
casi dolorosamente contra sus costillas.
—Puedo arrodillarme si quieres —Dijo Freddy, Rob
sonrió, mirando alrededor, había una gran cantidad de
espectadores, y muchos ya estaban gravando con sus móviles a
pesar de que Harry estaba intentando evitarlo. Rob hizo una
mueca. Todo esto terminaría en la prensa y en las redes
sociales, <<El gato ha salido fuera de la bolsa>> Y no estaba
molesto por ello. Al contrario.
—Me enamoré de ti —Dijo Rob sinceramente
regresando su mirada a Freddy, estaba claro que si no era él
quien dijera las palabras primero. Freddy no lo haría. Freddy
se lamió los labios. Suspiró, mirando a Rob expectante.—. A
la mierda, supongo que ya no hay vuelta atrás— Rob sintió
que su garganta se contraía. Hasta ese momento, no se había
dado cuenta de lo mucho que quería esto, quería más que nada
que Freddy lo eligiera libremente. Era una mala excusa besarlo
en un lugar tan público, pero lo hizo, de todos modos. Un
pequeño gemido salió de la boca de Freddy al primer contacto
de sus labios. Rob no se permitió profundizar demasiado el
beso, estaban en un lugar público, pero tomó toda su fuerza de
voluntad para no cargar a Freddy en su regazo como un
bárbaro incivilizado. <<Echaba de menos esto. Le extrañé>>.
—Rob —dijo Freddy con brusquedad, cuando Rob
rompió el beso y presionaron sus frentes juntas. Él sabía
exactamente lo que Freddy iba a decir—. Te amo— Rob no
necesitaba nadas más.
CAPITULO 30
Frederick. Yacía en la cama disfrutando del calor y de la
seguridad del abrazo de Rob, acurrucado de espaldas a él. Se
meneó hacia atrás cuando él apretó una de sus tetillas.
—Eres insaciable —Le murmuró Rob al oído,
provocando con el calor de su aliento escalofríos de deseo que
Frederick habría considerado imposibles después de haber
hecho el amor salvajemente hacía solo un momento. —Yo
necesito descansar. —Pero la erección que Frederick notaba
entre las nalgas desmentía sus palabras.
—Mentiroso —le espetó, agitando las caderas contra él.
Rob lanzó un gruñido y deslizó las manos por su vientre hasta
pene. —He estado pensando —dijo Frederick, presionando las
caderas contra su mano.
—Eso veo. —
—¡No en eso, granuja! —exclamó Frederick, dándole
un golpecito juguetón en el brazo. Pero no podía negar que
aquella era realmente excitante, solo tendría que levantar una
pierna y con facilidad Rob se deslizaría en su interior. Rob iba
dejando besos calientes por su cuello y su nuca, y Frederick
notó estaba preparado al sentir el hormigueo del placer.
—Entonces ¿en qué? —preguntó él sin dejar de besarlo,
dándole un pellizco a una de sus tetillas. Frederick abrió los
ojos.
—Estás intentando distraerme. —
—Hummm. —Rob le besó el hombro de nuevo. —¿Y
funciona? — Desde luego que sí. Sentía el glande redondo
entre la grieta de su culo, mientras él acariciaba perezosamente
su polla. Echó atrás la cabeza contra el hombro de Rob, que
con diestras caricias lo llevaba de nuevo al borde de otra
violenta tormenta de placer. El fuego corría por sus venas,
denso y lento. Rob le echó atrás las caderas para arquearle la
espalda y colocarse justo en su apertura. Frederick lo tentaba
sin piedad, frotando contra él su húmeda entrada, pero sin que
llegar a penetrarlo. La sensación era increíble, notaba aquella
erección gruesa y dura entre sus nalgas. Por los jadeos de Rob
advirtió que sus juegos le estaban volviendo loco.
Por fin él le agarró las caderas y entró en él suavemente,
hasta llenarlo. Frederick gimió. Dios, aquello era perverso.
Notaba las manos de él masturbándolo sin dejar de penetrarlo.
Rob no dejaba de acariciarlo mientras entraba y salía de él con
largos y lentos movimientos. El placer que sentía era
indescriptible.
Rob lo estrechó con fuerza contra su cuerpo y embistió
de golpe, quedándose inmóvil dentro de él. Frederick contuvo
el aliento, perdido en la increíble sensación, cada vez más
cerca del orgasmo. Y cuando pensaba que ya no lo soportaría
más, Rob lo penetró un poco más, hasta que él explotó en un
clímax intenso y lento que parecía no acabar nunca. Entonces
él volvió a embestido, tirando de sus caderas una y otra vez,
hasta que, ante su propio estallido, lanzó un grito.
Mucho después de que se desvaneciera el último
temblor, Frederick se acordó de lo que había querido decir
antes de que Rob lo distrajera con tanta maña.
—Me ofrecieron trabajo de profesor en Cambridge—
Anunció. Rob se quedó quieto un instante, pero después sintió
un beso en sus hombros.
—Felicidades, Cariño—
—Tengo ahora un departamento en el pueblo…—
Frederick estaba realmente temeroso, ¿Qué sucedería ahora?
¿Qué se esperaba de Frederick? ¿Iban a tener una relación? ¿Y
cómo era que funcionaría? La única relación que tenía de
ejemplo era la de su madre y su padrastro, pero para nada creía
que esa relación era un ejemplo a seguir. Además, Rob vivía
en Escocia…
—¿Me estás pidiendo que viva contigo? — Pregunto
Rob, pero Frederick distinguió la diversión en su voz.
Frederick lanzó un resoplido.
—Apenas nos conocemos, ¿Crees que funcionaría vivir
juntos de buenas a primeras? — Rob se encogió de hombros.
—No podemos planear cada paso del camino, Freddy—
Rob lo hizo girar para quedar cara a cara. —Te felicito por
conseguir el trabajo de tus sueños, no trabajar para la empresa
de su familia es todo un logro— Rob le dio un casto beso en la
comisura de la boca —Si no quieres que vivamos juntos, no lo
haremos, rentare un departamento en Cambridge, yo puedo
trabajar en cualquier parte con un escritorio y mi laptop—
—¿Harías eso? — Frederick no podía creerlo. —¿Pero
tu familia está en Escocia? —
—Y tendremos que ir a visitarlos pronto, porque en
cuanto vean los videos de nuestra pequeña escena en la calle,
mi madre y mis hermanas no me dejaran en paz hasta que te
conozcan— Frederick cerró los ojos mortificados.
—No puedo creer que haya ventilado mi vida privada en
público— Frederick no se había permitido pensar en eso hasta
ahora. A su madre le daría un ataque al corazón, además de
que no sabía sobre lo que diría el comité de educación de la
universidad. Incluso podría quedarse sin trabajo.
—Fue un momento épico del que estarán hablando por
mucho tiempo, será mejor que te prepares para el escrutinio de
la prensa, el acoso de mis seguidores que en su mayoría son
mujeres y sobre todo el odio de todas mis examantes—
Frederick sonrió. Rob estaba tratando de restarle importancia a
lo sucedido. Pero estaba claro que en cuanto abandonaran esa
habitación de hotel, no lo tendrían tan sencillo.
—Ya lo sé, pero gracias por decirlo. — Claro que tenían
una guerra por delante, pero no se arrepentía de lo que había
hecho. Se sintió el hombre más importante del mundo, cuando
después de haberlo besado en la calle, Rob lo sujetó
fuertemente de la mano y sin importarle la gente que los
rodeaban y los filmaban, Rob había comenzado a caminar por
la calle, con paso firme y sin soltar a Frederick.
—Tu mayor preocupación deberían ser mi madre y mis
hermanas, prepárate, son unas chicas mimadas a las que les
gustan las cosas bonitas y tú lo eres —Concluyó. Frederick rio
y le dio un golpe en el pecho.
—¿Tú familia aceptara que tengas una relación con un
hombre? —
—Sí— Rob hizo una mueca —Mi madre dará gracias al
cielo si siento cabeza de una buena vez, te aseguro que ella y
mis tías tendrán planeada una gran boda, mis hermanas me
fastidiaran de por vida, pero te van a adorar y mi padre,
palmeara mi espalada y me dirá “Bien hecho” ya que me
comporte como un jodido guerrero de tierras altas — Rob
comenzó a reír a carcajadas, Frederick no sabía qué decir.
¿Boda? Muy apenas le estaba costando aceptar lo sucedido.
No podía verse a sí mismo casado con Rob. Teniendo una vida
con Rob. Soñaba como un imposible.
—Tienes una maravillosa familia —Frederick sintió un
dolor en el pecho y se preguntó como hubiera sido crecer en
una familia así, tal vez Frederick fuera una persona
completamente diferente, si su familia hubiera sido un mínimo
porcentaje de cariñosa que la familia de Rob.
—Bueno, ahora es tu familia también, así que recuerda
que te lo advertí. Con la familia Maclead no hay privacidad,
todos son unos metiches, con buenas intenciones, pero no
dejan de ser unos entrometidos—
—Gerard y mi madre se están divorciando— Informó,
antes de perder el valor, Frederick le contó todo lo ocurrido en
este último mes. Desde como había discutido con su madre
cuando Rob se había marchado, la visita de Gerard, cómo fue
que soñó con su padre, hasta la noticia de dos días atrás, donde
según su padrastro la decisión de divorciarse era irrevocable.
—Tu padrastro es mi héroe, yo también tengo algunos
cuantos golpes reservados para ese hijo de perra—
—No he hablado con mi madre, pero… Es mi madre,
Rob, y me duele todo lo que está pasado, siento que es por mi
culpa…—Rob colocó un dedo en sus labios. Él se apoyó en un
brazo para poder mirarlo a los ojos.
—No es tu culpa, el adulto era Edmund, y tu madre
debió de haber estado más al pendiente de su hijo, y sobre
todo… Ella debió de ser una madre para ti, no una dictadora
caprichosa, una madre apoya a sus hijos y los comprende, no
los asfixia y los domina— Comprendía las palabras de Rob,
pero…
—Es mi madre— Dijo simplemente.
—Y siempre lo será, no te estoy diciendo que no
vuelvas a verla, ella te va a necesitar, solo esperemos que
cambie de actitud, y más le vale que lo haga pronto o no la
invitaremos a nuestra boda— Frederick enarcó una ceja.
Nuevamente estaba ahí la mención del matrimonio.
—¿Me estás proponiendo matrimonio? —Preguntó
divertido. Rob se quedó pensativo un segundo.
—Tal vez no hoy, pero algún día…— Rob sonrió y lo
besó suavemente en la boca. Frederick sonrió abiertamente.
¿Cómo podía haber dudado que Rob era el hombre perfecto
para él? Frederick tenía suerte de contar con un hombre como
Rob. También sospechaba que Rob sería su escudo contra el
mundo, contra Evangeline más que nada, Frederick podría
afirmar que, si su madre se pasaba de la raya, Rob estaría ahí
para hacer algo. Frederick se mordió el labio para no echarse a
reír. Había tomado su decisión y había escogido a Rob. Ambos
hombres eran bastante diferentes, dos polos completamente
opuestos y aunque no sabía muy bien como era que
funcionaria una relación entre los dos, sabía que haría lo que
su corazón le dictaba. Los problemas a los que se enfrentarían
no serían sencillos. Rob era un escritor famoso que siempre
estaba bajo el escrutinio de la prensa y el acoso de sus fans, en
cambio Freddy era bastante reservado, caminaba por una
escarpada línea que dividía sus dos personalidades, lo único
que si sabía decir con seguridad era que él amaba a Rob. Por
fin Frederick se echó a reír, más feliz que nunca en su vida.
Tenía frente a él todo lo que siempre había anhelado encontrar:
seguridad, amor. Jamás olvidaría el pasado, pero podía
construir un futuro nuevo. Y estaba dispuesto a hacerlo. Se
volvió hacia él, mirándole a los ojos.
—Te amo, Robson Maclead— Frederick besó en los
labios.
—Yo también te amo. Aunque jamás pensé que una
cosita tan seria, reprimida y formal como tú me atraparía entre
sus garras—
—¿Reprimido? — Frederick sonrió, sabía que Rob
estaba provocándolo. —Te enseñaré lo que esté reprimido
puede hacer— Sonriendo, Frederick trepó sobre Rob. Y se
inclinó para besarlo. Tendrían que enfrentarse al mundo, pero
por el momento, todo podría irse a la mierda. Lo único que le
importaba a Frederick en ese momento, estaba debajo de él,
esperando una lección que Frederick como profesor estaba
más que encantado de proporcionar.
EPÍLOGO
Inverness, Escocia, cincuenta y tres años después.
Las lágrimas emergían involuntariamente de los ojos de
Freddy, el dolor que sentía en su corazón lo arrastraba
lentamente hacia la obscuridad… ¿Cómo?, aquella pregunta se
le venía a la cabeza constantemente, ¿Cómo soportarlo?,
¿Cómo vivir sin él?, ¿Cómo seguir enfrentando la vida,
cuando lo único que él hacía era amarlo como el primer día?
El corazón de Freddy jamás dejó de latir frenéticamente al
pensarlo, al imaginarse aquella sonrisa hermosa que poseía y
que le quitaba el aliento…
Con manos viejas y arrugadas, Freddy acarició la lápida
de mármol completamente fría, su mano temblorosa delineó
las letras del nombre… “Robson Maclead”
Freddy suspiró pesadamente, cerró los ojos al
recordando todo como si hubiera sido ayer. Aún podía verse a
sí mismo, cinco años atrás, ahí sentado, vestido
completamente de negro, con una rosa blanca en la mano…
Dándole el último adiós a quien fue su compañero de vida por
cuarenta y ocho años. Estar al lado de Robson fueron décadas
de felicidad, alegrías, momentos difíciles, momentos tristes,
otros complicados; pero también de amor, mucho amor.
De pronto, Freddy escuchó varios murmullos a su
alrededor, que lo sacaron de su ensoñación. Varios niños
pasaron corriendo a su lado, mientras una mujer les gritaba
que no podían comportarse de esa forma en el cementerio. Al
escucharla Freddy no pudo evitar sonreír, al parecer aún no
existía un padre o una madre que no perdiera la paciencia con
sus hijos, por mucho que los amara.
—¿Te das cuenta, cariño? — Preguntó Freddy hablando
a la lápida, como si él lo escuchara, como si en ese momento
Rob estuviera mirándolo con aquellos hermosos ojos que él
tanto amaba
—. No somos los únicos que perdíamos la paciencia con
los niños— susurró—: Al final creo que no lo hicimos tan mal
¿no crees? — Freddy se rio al recordar todas aquellas
ocasiones en las que se las vieron duras al criar a tres niños
imperativos. A la mente de Freddy llegaron varios recuerdos
hermosos. Como aquel en el que Rob se enfurruñaba cuando
los niños corrían por los pasillos gritando, mientras él
intentaba escribir, o cuando tenían que darles caza por todo el
patio para poder bañarlos. Pero, a pesar de todo, Rob y él
amaron a sus hijos por sobre todas las cosas. Les había costado
decidirse a ser padres. Freddy fue quien tuvo más miedo. Ya
que lo que menos deseaba era ser un mal padre. Precisamente
él nunca tuvo buen ejemplo al respecto. Pero como siempre,
Robson lo hizo salir de su zona de confort y arriesgarse. Y no
se arrepentía de haber adoptado a esos tres niños preciosos y
pelirrojos por supuesto.
Freddy se limpió las lágrimas con la mano derecha,
dolía recordar. Pero más dolía la soledad que sentía desde que
Rob había partido para hacerles compañía a sus amigos y
familiares. ¿Por qué? ¿Por qué Robson se había ido primero?
Controlándose un poco, Freddy comenzó a contentarle
todo lo sucedido en esa semana, como siempre. Cuando ellos
decidieron estar juntos, Robson solo le había pedido una cosa,
que siempre, siempre, siempre se comunicará con él, que
jamás se callara nada y que nunca, nunca, nunca, le ocultara
nada, al principio le costó trabajo, Freddy había estado
demasiado acostumbrado a valerse por sí mismo, a depender
solo de él, pero gracias a Rob, Freddy aprendió a compartir y
sobre todo a confiar.
Los primeros meses fueron los más duros, lo primero
fue enfrentarse a la madre de Freddy, cosa que no fue para
nada sencilla y dicha la verdad, no sirvió de nada, su madre no
lo acepto, amenazo con desheredarlo, cosa que a Freddy no le
preocupaba. Su padrastro por otra parte, le dio la bienvenida a
Rob como si fuera su hijo, Margaret se mostró un poco más
seca al respecto, se parecía mucho a Evangeline, pero jamás le
hizo una mala cara a Rob. Con la familia de Rob, sucedió tal
cual Robson lo había predicho. Ellos aceptaron a Freddy sin
reservas. Lo más complicado fue la convivencia diaria entre
ellos, acostumbrados cada uno a sus hábitos, tuvieron que
hacer bastantes concesiones, Rob fue el que más hizo
concesiones sin duda. Soportó cómo un héroe todas las manías
de Freddy por la limpieza y el orden. Si ahora le preguntaban a
Freddy como era que lo habían logrado… No sabría explicar
como fue. Casi parecía un milagro que ambos hombres, con
tan diferentes personalidades habían logrado tener una relación
tan firme y fuerte como la que ellos habían logrado alcanzar.
Según Rob, la comunicación fue era la clave, Así que, hasta la
fecha, a pesar de que ya no estaba, cada semana, Freddy
acudía al cementerio y conversaba largas horas con Rob. Su
marido, su compañero de vida, su amante, su confidente, su
mejor amigo.
Cuando nubes gruesas comenzaron a oscurecer el cielo,
Freddy supo que era momento de marcharse.
—Te veré en unos días, carriño— Susurró mientras
dejaba un beso en la fría lápida donde descansaba mi esposo,
el amor de su vida, con mucha dificultad, Freddy con ayuda de
su bastón comenzó a caminar hacia la salida.
Con la mano, se despido del guardia que se encargaba
de la vigilancia del panteón, el hombre amablemente le sonrió
y le gritó que lo vería la siguiente semana, con la mirada buscó
también al jardinero para despedirse, pero el hombre no se
veía por ninguna parte. Freddy era bien conocido por las
personas que trabajaban ahí. Ya que sin falta cada semana,
lloviera o nevara, Freddy estaba ahí para visitar a su marido.
Sus hijos no se lo tomaban nada bien, cuando alguno de
ellos o alguno de sus nietos podían acompañarlo, lo hacían,
pero a Freddy no le gustaba, ya que cuando venía alguien con
él, se sentía presionado en marcharse pronto.
En la avenida, Freddy detuvo un taxi para ir a casa, con
su dolorida espalda estaba claro que no llegaría caminando,
aunque se lo propusiera. Nada más detenerse el taxi frente a su
casa, su nuera Nayelli salió ayudarlo. Ella era una monada,
Bruce su segundo hijo, había realmente sido afortunado al
conocerla. Y ellos también lo fueron, Nayelli era un ángel, y
estaba mal que lo dijera, pero ella era la única de sus tres
nueras que realmente le gustaba. Las otras dos por alguna
extraña razón le recordaban a su madre.
—¿Qué tal fue la charla con el abuelo Robson? —
Preguntó Nayelli mientras lo acompañaba a la terraza, era el
lugar favorito de Freddy. Ahí leía, tomaba té, café, o
simplemente se sentaba a mirar las plantas del jardín. Él nunca
tuvo experiencia con plantas, pero su suegra le había enseñado
un par de trucos para mantener un abundante jardín y gracias a
Nayelli y a Fiona, su nieta adorada, mantenían un hermoso y
agradable jardín.
—Pues, aunque él no está para rebatir mis palabras, aún
siento sobre mí, su juicio silencioso— Afirmó Freddy. Nayelli
rio.
—Seguramente mi suegro Rob, desaprobaría que
estuvieras tan constantemente exponiéndote a las inclemencias
del tiempo— dijo Nayelli sirviéndole un poco de té.
—Estoy viejo, no muerto — Freddy rodó los ojos —
Hace muchos años que me acostumbre al endemoniado clima
de las tierras altas— Refunfuño. Nayelli rio.
—Bien por ti, papá Freddy, yo espero lograrlo algún un
día— Nayelli le dio un beso en la frente y se disculpó para ir a
revisar la cena. Su nuera era colombiana, así que comprendía
por qué a ella le costaba aún más trabajo acostumbrarse al
clima frío de escocia, a pesar de llevar viviendo ahí más de
veinte años.
Calmadamente, Freddy se dispuso a tomar su té sin
prisas, era una de las pocas ventajas de estar jubilado, ahora ya
no tenía prisa por hacer las cosas… Además de que muchas
cosas ya no las podía hacer. Por la acera de enfrente paso una
mujer con un bebé en brazos. Ella ponía gestos extraños al
sujetarlo, Freddy hasta podría jurar que era el primer hijo de la
mujer, ya que lo miraba nerviosa, como si fuera un muñequito
de cristal corriendo el riesgo de quebrarse en cualquier
momento. Sonrió, ya que recordó como se había sentido al
sostener a Edwin su primer hijo.
—A comenzado a llorar de nuevo, creo que no le gusta
que lo cargue — dijo Rob sosteniendo a Edwin como si fuera
una bomba nuclear, Freddy pensó que era tan adorable.
—Has cargado a tus sobrinos cientos de veces, ¿Por
qué con tu hijo te pones tan nervioso? — Dijo Freddy con el
ceño fruncido. Era el primer hijo, y todo era nuevo para ellos,
pero habían tomado la determinación de ser buenos padres o
morir en el intentó. Al principio habían decidido adoptar, pero
al recordar el sueño de Rob de tener una hija pelirroja con
ojos azules, se habían decidido por un vientre de alquiler.
Edwin era un niño hermoso, y no sabían si era hijo de Rob o
de Freddy, ya que una de las condiciones que acordaron, fue
que el médico utilizara el esperma de cualquiera de los dos,
sin decirles nada. Y así sería si decidían tener más hijos.
Ambos serian los padres de los niños.
—Porque creo que nuestro bebé es más frágil y bonito
que mis sobrinos— Susurró Rob mientras que con sus enormes
manos tomaba el cuerpecito de Edwin y lo acunaba entre sus
fuertes brazos.
Freddy sonrió ante el recuerdo. Cierto. Fueron muy
temerosos cuando Edwin llegó a su vida, para cuando llegaron
a su vida Bruce y a Irvin, ya eran unos padres sobrevivientes y
a prueba de todo… casi todo. Sus hijos se las arreglaron para
sacarles varios sustos a lo largo de los años. Fue una
decepción no haber conseguido a la niña que ambos deseaban,
pero amaban a sus hijos con todo el corazón, no intentarlo por
una cuarta vez, fue la decisión correcta. Ya tenían las manos
llenas con tres niños, más tres personalidades diferentes, igual
a problemas, pero Rob y Freddy se las arreglaron para ser los
padres que ellos necesitaban, al menos Freddy consideraba que
no lo habían hecho tan mal.
—Por lo menos logré no ser como Evangeline—
susurró. Frederick deseo poder haber logrado con su madre, el
diez por ciento del lazo que lo unía a sus propios hijos. Nunca
lo logró. Y jamás logró superar la culpa que sintió cuando
Evangeline y Gerard se divorciaron. Años después ambos
hicieron sus propias vidas, se volvieron a casar, Freddy jamás
perdió contacto con Gerard, incluso a su boda con Rob había
asistido. Lo que no hizo Evangeline. Pasaron siete años antes
de que pudiera tener una apropiada conversación con
Evangeline, fue casi al tiempo que nació Edwin, lo que menos
deseó Freddy fue comenzar una familia, teniendo rencores en
su corazón. Aunque la relación con Evangeline mejoró, jamás
fueron muy unidos como madre e hijo. Hasta el último
momento de su vida, ella jamás acepto su relación con Rob y
tampoco aceptó que fue una mala madre. Aun así, Freddy la
perdonó. Al fin de cuentas era su madre.
—¿Por qué no me esperaste para partir, Rob? ¿Por qué
tuviste que dejarme aquí… Solo? — Eran las mismas dos
preguntas que se hacía todos los días, durante años Robson fue
su todo, el hombre que lo hizo cambiar, que lo hizo enojar, el
que le dio valor, fue el único en su vida, el único en su
corazón, en su cuerpo y en su alma.
—Hola, abuelo Freddy— susurró la voz de mi Effie,
Freddy sonrió automáticamente a la muchacha que
alegremente se acercó a darle un beso en la mejilla. Effie era
su nieta adorada, la única hija de Bruce y Nayelli. Esa
muchachita era la luz de sus ojos.
— ¿Cómo estás, cielo? — Preguntó, apartando un
mechón de cabello de su hermoso rostro.
—El instituto me estaba matando, pero sobreviviré—
Ella acercó la silla y tomó asiento a su lado, estaba tan cerca,
que ella recargó la cabeza en el hombro de Freddy. —Está
comenzando a refrescar abuelito, te puedes enfermar— Freddy
soltó una pequeña carcajada.
—Cariño, estoy viejo, pero te aseguro que aún soy de
madera bastante resistente— Nayelli y Effie eran muy
sobreprotectoras, y esperaba que no llegara Bruce pronto a
casa, ya que su chico era igualito a su padre. Bruce no le diría
que se cuidara, lo obligaría a cuidarse, simplemente lo llevaría
adentro y le encendería la chimenea, Bruce era toda una copia
de Robson —Estoy bien, pequeña— Dijo sonriendo—.
Además, estoy abrigado— Freddy acarició su cabello castaño
que caía sobre su cintura. Era tan hermosa. Ella lo miró
fijamente con sus ojos color miel.
—¿Fuiste a visitar al abuelito Rob? —
—Sabes que sí, mi cielo—palmeó su rodilla—. Pero,
dime ¿Cómo te ha ido en el instituto?
—B…b…ien…— titubeó nerviosa. Mala señal, Freddy
supo que algo le pasaba a su pequeña.
— ¿Quién es el chico? — Preguntó, y al verla sonrojarse
levemente y bajar la mirada supo que le había atinado.
—Es que… bueno…—
—Pequeña, confía en mí. Soy tu abuelo, tengo la voz de
la experiencia. Recuérdalo— A Freddy no le costó ningún
trabajo imaginar a Rob carcajeándose con sus palabras.
¿Experiencia en el amor? ¿Freddy? Ni en un millón de años.
Pero su nieta no conocía todo su pasado, así que por ayudarla
haría y diría lo que fuera necesario.
—Bueno, es que hay un chico en el instituto… Es que…
Él jamás se fijaría en alguien como yo. Es tan perfecto, podría
tener a quien quisiera a su lado, a la chica más hermosa de la
escuela, pero… No sé. Sabes que siempre he sido tímida y me
da vergüenza decirle lo que siento. — Freddy sonrió. Casi le
parecía estarse viendo en un espejo.
—Te contaré una historia— Dijo Freddy acomodándose
en la silla donde se encontraba, ella lo miró fijamente algo
extrañada —Hace más de cincuenta años un inadaptado
socialmente que no tenía la menor idea en qué consistía el
amor, fue rescatado por un hombre que no distaba mucho de
ser un hombre de las montañas desalineado…— Con una
sonrisa en el rostro, Freddy le contó a su adorada nieta, la
forma en que Rob lo rescató aquella primera vez en el
estacionamiento. Ese fue el primer momento en que Rob lo
animó a ser valiente. Claro que omitió algunas partes en su
historia. Como la forma en la que iba vestido y la intensidad
sexual que compartieron antes de que ambos se dieran cuenta
de lo que sentían el uno por el otro, lo que si le contó fue la
forma en la que por Freddy decidió ser valiente y se obligó a sí
mismo a ser una persona completamente diferente y a salir de
su zona de confort, de no haberse decidido a cambiar, y de no
haber corrido el riesgo de arriesgarse, hubiera podido perder a
Rob para siempre.
—Qué historia tan bonita— Su nieta le sonrió con
lágrimas en los ojos —El abuelo Robson era tan romántico,
además ha escrito tantos libros de romance tan bonitos—
—Pequeña, debes tener el valor para decirle lo que
sientes a ese chico. Eres hermosa y un maravilloso ser humano
—
— Yo quiero encontrar un amor como el que tú y el
abuelito Rob tenían — Dijo ella con mirada soñadora —
Ustedes estaban tan enamorados—
—Mucho, hijita. Jamás amé a nadie en mi vida como lo
amé a él. —
—Me encanta esa foto de ambos que tienes en tu mesilla
de noche, él te mira de una forma…—
—Esa mirada siempre me hizo temblar— Admitió con
una estúpida sonrisa en el rostro. —Rob tenía la habilidad
desconcertarme como nadie—
—Ustedes eran la pareja ideal— Susurró mi nieta casi al
borde de las lágrimas—. Me encantaría tanto encontrar el
amor de mi vida. Pocos tienen la dicha de decir: “Él es el
correcto”. —
—Aún eres joven cariño, pero sé que algún día lo
encontraras, solo recuerda que no todo es color de rosa—
suspiró.
— ¿Por qué lo dices? —
—Por qué… la vida de pareja no es sencilla— Freddy le
contó que el mayor de los problemas que tuvieron fueron los
celos, después de todo Rob era famoso, y en ocasiones se
habían encontrado con algunas Fans que estaban más que
dispuestas a hacer cambiar a Rob de opinión respecto a estar
con un hombre. Además, Robson no se quedaba atrás, fue un
hombre celoso, aunque Freddy tampoco entendió por qué. En
la universidad, varios chicos se ofrecieron a realizarle favores
sexuales, simplemente por una buena nota, que claro que
Freddy siempre rechazó y reporto al comité educativo. Pero
esos chicos lo hacían por desesperación, no porque en verdad
estuvieran interesados en Freddy, aunque Rob opinaba
diferente. La boquita de su nieta se volvió una perfecta “o”, no
pudo evitar sonreír.
—El abuelito Rob, jamás te engañaría— Aseguró la
mucha indignada, defendiendo a su amado abuelo.
—Sé que no lo hizo— Admitió Freddy —Siempre tuve
confianza en Rob, aunque he de admitir que en más de una
ocasión fue mi propia inseguridad lo que causó nuestros
conflictos—
—Ustedes vivieron un maravilloso amor, ahora
comprendo por qué lo extrañas tanto—
— ¿Qué quieres que te diga? El día en que tu abuelo
Rob murió, el mundo se me vino encima— La voz de Freddy
se quebró. Su nieta lo abrazó más fuerte.
—Tranquilo, lo que menos deseo es ponerte triste—
—No, está bien, hijita. Después de casi cinco años es
imposible no seguir extrañándolo… Extrañó cómo día a día
me besaba al despertar, cómo se enfurruñaba cuando yo no
quería ver algún programa de televisión que él sí— Sonrió. —
Éramos un par de niños, incluso a esta edad. Él era todo para
mí, y lo sigue siendo, aunque ya no estaba conmigo— Dijo
mirando el cielo. Sabía que desde algún lugar él lo cuidaba.
—Eran el uno para el otro, casi parece injusto que el
abuelito Rob muriera— Susurró Effie sonriendo y acariciando
la palma de su mano arrugada.
—Para mí, es como si tu abuelito jamás me hubiera
dejado— Declaró sonriendo. Cerró los ojos. Recordando a su
amado Robson, primero lo recordó como el hombre que
conoció, alto, gallardo, apuesto y con barba y como con el
pasar de los años ambos fueron cambiando, cada vez
envejeciendo, más y más, siempre juntos.
—Siempre que los iba a visitar estaban abrazados como
dos cómplices, jamás vi a una pareja tan… unida, como lo
eran ustedes.
—Tu familia será igual, hijita. Jamás lo dudes. Ahora,
tienes que decirle a aquel muchacho lo que sientes por él. No
pierdes nada. Además, eres hermosa, ¿Por qué tendría que
decirte que no? —
—Soy realista— dijo bajando la mirada.
—Yo también, cariño. Por eso te lo digo, tienes que
decirle lo que siente, ve ahora, y después vienes a contarme
como te fue—
—¿Ahora? —
—Si, cariño, no hay mejor que el ahora, así que ve—
Freddy se levantó estirando su espalda, dolía un poco, pero a
estas alturas no se podía quejar, eran los achaques de la edad.
Su nieta aun indecisa. Le dio un beso en la mejilla antes de
marcharse. En la entrada de la sala de estar, Effie se cruzó con
su tío Irvin. Ella lo saludo con un rápido beso y se alejó.
Cuando Irvin se enfrentó de nuevo a él, lo hizo una ceja
arqueada.
— A Bruce no le agradará que estés haciendo de
casamentero con su hija, papá— Acusó su hijo con una mirada
divertida. Freddy se encogió de hombros.
—Ella es una chica de buen corazón y maravillosos
sentimientos, es el círculo de la vida que encuentre a alguien a
quien amar, Bruce no puede mantenerla aquí solo para él—
aseguró. Su hijo negó con la cabeza y se acercó a darle un
beso en la mejilla.
—Eres todo un caso, papá— Su hijo lo abrazó—. No
quiero ni pensar en cómo solapas a mis hijos—
— Esos dos galanes que tienes te sacaran canas verdes
hijo, se parecen mucho a Robson y yo no tengo la culpa de
ello —susurró. Rob había sido demasiado consentidor con sus
nietos. —Ahora dime, ¿Cuál es el motivo de tu visita? —
Después de la muerte de Robson, sus hijos habían tomado la
decisión de que no debería de vivir solo, por esa razón, Bruce
y su familia se habían mudado a vivir con él, ya que Freddy se
negó rotundamente vivir en un asilo de ancianos o mudarse a
casa de alguno de ellos. Sus otros dos hijos y sus familias,
venían a visitarlo los fines de semana y en ocasiones por
compromisos personales no podían venir, que Irvin estuviera
ahí entre semana era bastante raro.
—Solo he venido a comer con mi padre ¿Acaso es tan
increíble de creer? — Irvin rodó los ojos al cielo.
—No hijo, yo agradezco que estén al pendiente de mí—
Todos sus hijos tenían vidas, familias y trabajos, por eso
Freddy no les exigía nada. Y a pesar de todos sus defectos, sus
hijos no eran malos hombres, eran buenos esposos y buenos
padres, el problema con Edwin e Irvin, eran sus esposas,
Freddy jamás le había dicho sus sospechas a Rob, ni a sus
hijos, pero estaba seguro de que sus dos nueras jamás vieron
con buenos ojos la relación homosexual de Rob y Freddy.
Aunque ser gay hoy en día era bastante normal, pero ellas no
parecían aceptarlo… Por esa razón siempre le recordaban a su
madre. Menos mal que esos gestos tan snobs no se los
contagiaron a sus nietos. Sus hijos estaban haciendo un buen
trabajo por educar a personas de bien. Tal cual los educaron
Rob y Freddy.
Estaban disfrutando de una comida agradable, cuando a
antes de terminar el postre llego Edwin, junto con Bruce,
ambos eran ingenieros y trabajan en su negocio propio. Según
ellos habían llegado porque Nayelli les había avisado que Irvin
estaba de visita. ¿Tener una comida con sus tres hijos resulto
raro? Tal vez un poco, pero Freddy disfruto de la compañía de
los tres. Sus tres niños que ahora eran adultos responsables,
esposos amorosos y buenos padres. Eso quería decir que
después de todo Freddy no lo hizo mal como padre. <<Los
estás viendo, Rob. Fue duro el camino que recorrimos, pero
aquí están nuestros tres bebés>>
Cuando sus hijos se marcharon, dejaron a Freddy
pensativo, demasiados recuerdos había tendió ese día, y no
eran malos recuerdos… eran nostálgicos.
—La vida se fue en un suspiro— Susurró mientras subía
con mucha dificultad las escaleras, se reía de mí mismo al ver
cómo las piernas ya no le daban lo suficiente, recordó que
antes prácticamente volaba por esos escalones. Pero con los
años todo cambiaba. Llegó al segundo piso y poco a poco fue
prendiendo las luces de cada habitación. Primero la de Irvin,
las paredes aún tenían ese papel azul con peces de colores; no
pudo evitar sonreír al recordar cómo su hijo jugaba con sus
trenes tirados en el suelo por días y noches, cómo lo miraba
con sus ojitos cuando lo miraba jugar… Pero con la diferencia
que en este momento no se encontraba absolutamente nadie.
Cerró la puerta y se dirigió hacia la puerta de Edwin, el
pequeño gruñón. Siempre con su ceño fruncido, igual que su
padre, recordó cómo se enfurruñaba por todo <<Hasta hoy en
día, sigue igual>> En esta ocasión entró a la habitación, el
polvo se colaba en cada adorno, cerró los ojos y por un
momento le pareció que podía volver a escuchar las voces de
sus pequeños, jugando por los pasillos, corriendo de un lado a
otro. Freddy secó las lágrimas de sus ojos, y salió de la
habitación para dirigirse a la siguiente. La habitación de
Bruce, la cual ahora era ocupada por la pequeña Effie. En
carácter Effie era como su padre, así que hasta el momento no
había cambiado muchos detalles en la habitación, salvo todos
esos posters de muchachos en las paredes.
Muchos recuerdos. Algunos buenos, otros no tan
buenos, pero era la vida que había escogido vivir y no se
arrepentía de haber tomado esa decisión y haber enviado por la
borda todo lo que pensó alguna vez era lo correcto.
Mientras volvía a bajar las escaleras, se detuvo y echó
una mirada a todo su alrededor, la planta alta que ahora estaba
deshabitada, la sala de estar, los pasillos que llevaban al
estudio de Rob y su habitación. Al otro lado estaba la
habitación de invitados que ahora ocupaban Bruce y Nayelli.
Este era su casa, su hogar que por muchos años estuvo llena de
risas, llantos, alegrías y tristezas. Ahora solo quedaban
recuerdos.
Bajando las escaleras se dirigió a su habitación, estaba
cansado, tomaría una siesta antes de la merienda.
Recostándose de lado en la cama, observó con atención la
fotografía que estaba encima de la mesilla de noche, era una
foto de Rob y él, ambos vestían trajes grises, Rob sonreía
ampliamente, mientras Freddy estaba algo avergonzado por ser
el centro de la atención.
—¿Quién iba a pensar que alguien como tú que podría
tener a cualquiera, me elegirías a mí? — A Freddy aún le
resultaba increíble creer que Rob se hubiera quedado con él
cuando Freddy lo había arruinado. Y durante su vida juntos
habías cometido varios errores. Pero siempre solucionaron sus
problemas. Cerrando los ojos para contener las lágrimas,
Freddy recordó el día en que su mundo se había hecho
pedazos.
—No te vayas, Rob. No me dejes soló— Freddy sollozó
mientras veía impotente como a Rob se le iba la vida. Apretó
su mano, dándole desesperados besos en la misma mientras las
lágrimas bañaban su rostro. Cuando Rob dejo de apretar su
mano, Freddy supo que el amor de su vida había partido. Con
lágrimas en los ojos se aceró a él, lo besó sus labios por última
vez. Ahí había quedado el amor de su vida. Mientras sus hijos
lloraban alrededor e intentaban consolarlo, Freddy lo único
que pudo hacer fue implorar porque el alma del hombre que
amaba tanto descansara en paz.
Cuando Freddy volvió abrir los ojos, se dio cuenta de
que se sentía muy bien, estiró sus brazos y se dio cuenta de
que no sentía sus articulaciones doloridas.
—Nunca pensé que llegaría a ver el día en que mi
imperativo marido, necesitara tomar la siesta— En automático
Freddy giró la cabeza al escuchar la voz divertida de Rob.
Fredy se quedó completamente paralizado. Robson estaba
recostado a su lado, mirándolo divertido, con las manos sobre
la almohada, las piernas cruzadas, toda una representación de
la despreocupación. Era el Rob que había conocido hace más
de cincuenta años.
—Rob…—
—Hola, mi amor, ¿Me extrañaste? — Freddy sentía un
nudo en la garganta, pero no podía llorar, las lágrimas no
llegaban a sus ojos, a pesar de que a lo mejor estaba soñando,
Freddy hizo lo único que había querido hacer desde que Rob
había muerto, se lanzó a sus brazos.
—Rob—
—Cariño— dijo Rob abrazándolo con fuerza contra su
pecho—. No sabes cuánto te he extrañado, Freddy—
—¿Estoy es un sueño Rob? — Freddy enterró su rostro
en la garganta de Rob —No me dejes solo otra vez, por favor
—
—No es un sueño cariño, he venido por ti— Dijo él
besándole la frente. Cuanto Freddy alzó la vista, se dio cuenta
de que ahora estaban de pie, junto a la ventana del balcón de la
habitación. Freddy miró hacia la cama, y se vio a sí mismo
recostado. Consternado, Freddy miró sus manos, ya no eran
arrugadas, se llevó las manos al rostro, y no sintió las arrugas
de su cara. Miró de nuevo hacia Rob. Al joven y apuesto Rob,
entonces comprendió todo. Pero no tenía miedo en absoluto.
No con Rob ahí.
—Hoy vinieron nuestros hijos a visitarme— Sonrió.
—Lo sé, los vi— Dijo Rob orgulloso, tan joven como
cuando lo conoció, Rob acarició su cabello con ternura. —
Ellos se han vuelto buenos hombres, estarán bien—
—Lo hicimos bien ¿Cierto? — Confirmó Freddy, era
momento de irse.
— ¿Estás listo? — preguntó Rob sosteniendo su mano.
— Si —Contestó inmediatamente. Rob le sonrió y lo
besó en los labios. Se sentía tan bien. Después de casi cinco
años Rob estaba de regreso con él. Y Freddy no tenía miedo en
absoluto. No con Rob, jamás tuvo miedo a hacer algo mientras
Rob estaba a su lado, gracias a él había cambiado y aceptado
quien era. Rob le había enseñado que aquello que la vida
otorgaba, había que disfrutarlo constantemente. No todo eran
alegrías y tristezas, la vida era una mezcla de colores, lo
importante era vivir cada día como si fuera el último. Rob era
su ancla, su roca, su todo. Y Freddy nunca dudaría en seguirlo
a donde fuera, ni siquiera al más allá.
FIN
[1]
Twink es un término del argot gay inglés que describe a hombres homosexuales
jóvenes que apenas superan o aparentemente no han superado la mayoría de edad
(14-20 años). Suelen ser personas con aspecto de adolescente o adulto joven, con
cuerpo delgado, ectomorfo, usualmente lampiño o con poca cantidad de vello
corporal o vello facial
[2]
Práctica sexual que consiste en la estimulación bucal del pene.
[3]
Un individuo snob o esnob es aquel que busca copiar e imitar el estilo, la
apariencia, las costumbres y las opiniones de las personas a las que considera
refinadas o distinguidas
[4]
El cosplay, contracción de costume play, es una especie de moda representativa,
donde los participantes, también llamados cosplayers, usan disfraces, accesorios y
trajes que representan un personaje específico o una idea
[5]
Película del 2005, con los protagonistas, Heath Ledger; Jake Gyllenhaal;
ganadora de varios premios de la academia.
[6]
Expresión que utiliza una persona en una discusión o debate cuando aporta un
argumento que desmonta o desenmascara a su oponente.
[7]
La Reina Grimhilde es la vanidosa y malvada madrastra de Blancanieves, y no
soporta que haya otra más hermosa que ella, sobre todo cuando descubre que
Blancanieves es la más bella.
[8]
Lady Tremaine, Es la malvada madrastra de Cenicienta, una mujer cruel,
calculadora, fría y ambiciosa.
[9]
Maléfica es el hada malvada del cuento de la Bella durmiente, una terrible
traición transforma su corazón puro en una piedra y la convierte en una criatura en
busca de venganza.
[10]
Cruella es una mujer autosuficiente, que domina sobre todos los personajes del
filme, es ambiciosa y no conoce límites para su creación.
[11]
El río Támesis es un río del sur de Inglaterra. Nace en el condado de
Gloucestershire, pasa por Oxford, Eton y Londres y desemboca en el mar del Norte.
Su longitud es de 346 km. Hoy en día es el río más importante de Inglaterra y la
principal fuente de abastecimiento de agua en Londres