"J. .
— IH 'I "III I II
LU IS MELLAN L A F IN U R
ECOS
DEL
PASADO
E^PíRATO*'.*
M O N T^V ID ^O
Im prenta y E n c u a d e r n a c ió n " E l S ig lo I lu s t r a d o "
23— C A L L E 18 D E JU L IO —23
1909
CHARLA LITERARIA A MODO DE PREFACIO.
Todas las composiciones que constituyen este
libro, se remontan á muchos años atrás: por eso
lo titulo: Ecos del P asado.
Cada vez que cruzó por mi espíritu la idea de
dar á luz una selección de mis versos, vino en
seguida el desistimiento. H oy llevo á cabo un
proyecto en varias ocasiones fracasado, guián
dome para ello dos razones principales. Es la
primera, que aun cuando yo quisiera echar la lá
pida del olvido sobre mis pecados poéticos, sería
vano mi propósito. Sucede efectivamente, que no
se publica en el país antología alguna sin que yo
figure en ella, y siempre^con las mismas compo
siciones, como si jamás hubiese escrito otra co
sa. Los editores no sólo dejan de tomar en cuen
ta lo que he insertado en periódicos que fácil
mente podrían consultar, sino que no tienen con
migo la atención que dispensan á otros contri-
2 3 9 53
VI LUIS M E L IA N I jA F IN U R
buyentes del libro que dan á luz, y á quienes ven
para que les suministren sus mejores composicio
nes ó les faciliten algo inédito. Pero á mí jamás
me ha visto nadie para disponer de mi nombre,
y sin consultarme toman lo que ya encuentran
impreso en otros libros, y allá voy siempre con
la misma sonata, mientras que otros más fe
lices se dan el lujo de escoger lo que mejor les
parece, y aun presentar lo que nunca hayan an
tes publicado. Quiero, pues, que se recuerde y
se sepa que he escrito algo más que lo poco que
de mí conocen y cou parsimonia me conceden
los editores de florilegios uruguayos.
Es la segunda razón de este libro, que algu
nas de las composiciones que en él se registran,
fueron escritas con fines políticos en momentos
en que creía yo que la recitación ante numeroso
público primero, y la impresión en seguida de.
poesías patrióticas, era algo que contribuía á
mantener vivo el sentimiento de resistencia, en
un núcleo escogido al menos, contra los desma
nes de los tiranos y los régulos, siquiera para
contrabalancear el mal de los que prostituían su
lira en las fiestas oficiales de nuestras épocas
nefandas.
ECOS DEL PASADO v ir
Algunas de mis composiciones por lo tanto,
son páginas de mi vida de ciudadano, y por más
escaso que sea su mérito, si es que alguno cabe
atribuirles, servirán por lo menos como docu
mentos ilustrativos de tiempos calamitosos.
Sería otra cuestión para mí, porque lo lia sido
para quienes valían más que yo, la de mediocri-
hus esse poetis non concessere; pero con perdón
del respetable maestro Horacio, yo entiendo
que lo mediocre no es sólo malo en poesía sino
en todo; que la música que rompe el tímpano y
la escultura sin proporciones y las telas sin color
ni dibujo y la prosa que carece de aticismo, son
tan detestables como los peores versos, y que és
tos cuando resultan fastidiosos, no es porque sean
versos, sino porque son malos. Y cabe observar
esto: nadie, que yo sepa, se ha inmortalizado
por una sola página de prosa; y poetas que sería
ridículo presentar como de la familia de Home
ro, Virgilio ó Dante, dejan recuerdo imperecede
ro en el mundo con un par de madrigales, en sí
insignificantes, como Gutierre de Cetina, ó unas
pocas cuartetas como Gray con una elegía.
Pero dentro de la cuestión de lo más ó menos
que pueda valer un poeta, está lo siguiente:
vnr LUIS MELIAN LAFIXUR
¿quién lo juzga antes de que la posteridad le ha
ya llegado?
La historia literaria del siglo xix abunda en
numerosos y contundentes ejemplos de que para
j uzgar á los poetas, no hay nadie peor que sus
propios contemporáneos; y algunas citas conven
cerán de esta verdad.
Don Leopoldo Augusto de Cueto, formó tres
abultados tomos á dos columnas de la Colección
Rivadeneira, con los poetas líricos españoles del
siglo x v iii ; y para incluir en su obra dos ver
daderos vates indiscutibles, tuvo que dar entrada
á Quintana y á Gallego, que aun cuando nacidos
á fines de aquel siglo, pertenecen en realidad
al x ix en que ambos figuraron; pero el lec
tor que hoy se empalaga con las anacreónticas
de Meléndez y no encuentra de muy buen géne
ro el entusiasmo poético de Moratín (padre) por
el espada Pedro Romero, no debe olvidar que los
versos que boy él desdeña y que nadie lee segu
ramente, hicieron las delicias de las gentes cul
tas é ilustradas de las cortes de Carlos III y
Carlos IV , y pasaron también sin duda alguna
por la memoria de las manólas de Goya.
En el ultimo tercio de la pasada centuria, un
ECOS DEL PASADO IX
buen día se le ocurrió á Clarín, que tenía en
tonces en sus manos el cetro de la crítica, decir
que en España no había más que dos poetas y
medio. Las unidades eran Campoamor y Ndñez
de Arce, y la humilde fracción aquel Manuel
del Palacio, en los tiempos de Santos tan cono
cido en Montevideo. Sin duda alguna, el alam
bique literario de Clarín, no debió ser en este
caso del agrado de tanto poeta como hay siem
pre en España. Sin embargo, el caso es ahora este:,
los dos poetas y el semipoeta han muerto; y si
la liquidación poética del autor de los «Paliques»
se acepta, es á condición de apurarla y extremar
la todavía un poco más: la posteridad ha em
pezado á dictar su fallo, y del rigor con que pro
cede resulta, que Palacio está ya en la penumbra,
Campoamor pierde terreno en razón de sus pro
saísmos y nimiedades, y sólo queda Núñez de
Arce en pie, sin eclipse de gloria ni disminución
de renombre.
En Francia se han producido hechos análogos,
reveladores del extraviado criterio de los contem
poráneos para juzgar á sus poetas.
Es curioso lo que pasa con el célebre crítico
Sainte-Beuve. Fuese por la envidia de los malos,.
X LUIS MELIAN LAFINUR
que impacientes por que un hombre se distinga
en una cosa no le perdonan que pueda hacerse
notar en dos, fuese por el extravío común en las
gentes de una misma época para enaltecer ó de
primir, según se traté de un ídolo 6 de quien no
les caiga en gracia, el caso es que á Sainte-Beuve,
que tenía conciencia de que era poeta, le infer
naron la vida negándole las condiciones que él
creía poseer, y lo condenaron á que no fuese
más que crítico, después de la aparición de sus
versos juveniles.
El tiempo ha corrido; á las generaciones de
detractores contemporáneos de Sainte-Beuve, ha
sucedido la posteridad justiciera, y hoy se le
tiene en el concepto de un poeta original, que
estuvo casi á la misma altura de todos los gran
des vates de su generación, y que en el género
elegiaco ha dado su nota propia, personal, dife
rente del canto melancólico de Lamartine y de
la aflicción sollozante de Musset.
Durante los dos primeros tercios del siglo
xix, era opinión corriente en Francia y fuera
de ella, que Víctor Hugo, Lamartine y Alfredo
de Musset, eran los tres únicos poetas de que
podía vanagloriarse á justo título la patria de
ECOS DEL PASADO XI
<'omeille, y que los tres estaban á la misma al
tura en genio poético, si bien eran diferentes sus
manifestaciones.
Ese juicio no lia prevalecido ni es el de la ac-
Inulidad. La crítica moderna considera á Víctor
IIugo muy por encima de todos los poetas fran
ceses del siglo xrx, y desde luego lo juzga uno
de los más grandes del mundo entero; y sin to
mar en cuenta que Lamartine y Musset son con
ceptuados rimadores defectuosos y descuidados
y Víctor Hugo es un cincelador de versos inimi
table y por nadie superado, se le pone en su ha
ber principalmente su imaginación y la ampli
tud de su espíritu, que lo hace brillar en todos
los géneros, lírico, épico y dramático, mientras
i|iie Lamartine no es más que un poeta senti
mental y elegiaco á cuya alma no llegan los
grandes problemas del mundo, como no inquie
tan tampoco á Musset, cuyos gritos desesperados
dentro déla monotonía de un metro casi siem
pre el mismo, hacen creer á críticos menos bené
volos con él que Taine, cuando lo compara con
Tennyson, que mucha de su popularidad la ha
ya debido á su vida incorrecta y á su continua
borrachera, á haber sido amante de George Sand,
XII LITIS MELLAN LAF1NUR
que lo fué de todo el mundo, á que acaso lo ha
ya sido también de la trágica Raquel, y aspiró á
serlo de la Malibrán; todo lo cual seduce á los
jóvenes guerreros que se preparan á iniciar con
quistas amorosas, y á las lectoras románticas
que tomando vinagre se empalidecen el rostro.
Los preciosos versos, pues, del autor de « R o
lla », y las encantadoras estrofas de « Le Lac »,
han cedido ante el empuje del colosal autor de
« La Leyenda de los Siglos », quedando desni
velado y deshecho para siempre el triunvirato
que por muchos años compartió por igual las
glorias de la poesía francesa.
Pero donde el error contemporáneo revistió
caracteres más inicuos de injusticia, fue en In
glaterra.
Byron llena el escenario con su nombre en la
primera mitad del siglo xix. Keats y Shelley
no alcanzan la fama que merecen, y el au
tor de « Childe Harold » brilla como una es
trella de primera magnitud, sin rival que le dis
pute la superioridad con que se destaca entre
los poetas ingleses de su tiempo.
Su fama se extiende por el continente, y La
martine escribe estas palabras: « Lord Byron
ECOS DEL PASADO xrir
cxl ineontestablement, á mes yeux, la plus
¡/rande nature p oetique des siccles moder
nos » . *>
I 'ues bieu, después de todo esto, hoy se tiene
n Keats en el concepto de que puede codearse
ron el noble Lord; y en cuanto á Shelley no
hay ya dos opiniones. La crítica lo pone con
justicia muy por arriba de Byron, y lo declara
uno de los más grandes poetas que la humani
dad haya producido.
Y no se crea que la azarosa vida de Byron pudo
cr razón principal en su aumento de populari
dad, porque si pecaba él de desordenado, no le
ilm Shelley muy en zaga, y como eran íntimos
amigos, más de una vez la corrieron juntos en
11alia, donde ambos se habían refugiado perse
guidos por la insoportable hipocresía y las in
vectivas de la sociedad inglesa.
Si estos errores se han cometido por ios con
temporáneos con los gigantes de la poesía mo
derna, ¿qué suerte puede estarle reservada á los
pigmeos de la América Latina?
Cada país del Nuevo Mundo se ufana con
hus cantores. Y o por mi parte les tengo poca
fe. Siento tener que hacer esta confesión; pero
XIV LUIS MELIAN LAFINUE
es mi creencia que si la América ha producido
rimadores más ó menos inspirados, lo que es
poetas en la verdadera acepción de la palabra,
no ha producido ninguno. Imitadores todos,
más ó menos felices, de la musa europea, siem
pre quedan muy abajo de los maestros que to
man por modelos; y uno de los motivos que
tengo para mi desconfianza en la obra de los va
tes del Nuevo Continente, es que cuando tratan
asunto análogo al que fue del dominio de un
poeta europeo, la caída es inevitable y ruidosa.
Pongo por caso al poeta argentino Andrade.
Tengo de él el concepto de que es uno de los
mejores poetas americanos, no obstante sus in
soportables defectos de rima con la mezcla de
consonantes y asonantes, y sus pocos escrúpu
los en entrar á saco en el campo de cuanto
poeta le cae á mano, grande ó chico, desde V íc
tor Hugo hasta García Tassara.
En 1877 publicó Andrade su « Prometeo »;
y es desde entonces que data su fama de vate
ilustre.
Modestamente alega en el prólogo que puso
á su canto, que « no ha querido hacer un poe-
« ma, porque hubiera sido empresa loca acome-
ECOS DEL PASADO XY
ter una tarea en que gastó sus robustas fuer
zas el genio cosmogónico de Quinet. »
No creo que en la patria de Chenier y Víctor
11ugo, sean los versos de Edgard Quinet los
que puedan dar reputación á su autor por más
« cosmogónico .> que sea su genio. L o que sí
garantizo es que quien lea en su idioma original
el « Prometheus Unbound > de Shelley, no
vuelve ni por broma á tomar en sus manos el
« Prometeo » de Andrade, porque es como sen
tir el himno de Riego después de haber escu
chado la Novena sinfonía de Beethoven, con
cuyo final compara el crítico norteamericano
Payne los versos que terminan el « Prometeo
Libre » del gran poeta inglés.
Dada esta inferioridad de los poetas del Nue
vo Mundo con respecto á los del Viejo, ¿qué
quedará en el balance final del siglo xix? Plere-
dia, el cantor del Niágara; acaso también Olme
do, con gran contento de Cañete que lo pone
por los cuernos de la luna, no obstante recono
cer las deficiencias de rima y todo lo que en su
reducida obra debe el vate ecuatoriano á los
clásicos latinos que saquea á su gusto, y modi
fica, arregla y traduce.
XV I LUIS MELIAN LAFINUR
También espigaba Heredia en campo ajeno,
teniendo predilección por los poetas italianos y
franceses; pero no obstante eso y los lamenta
bles descuidos de su rima, á lo mejor tiene chis
pazos, y formas originales de condensar el pen
samiento, y á veces un lenguaje poético tan in
sinuante, como jamás encuentro en ningún otro
poeta americano.
Heredia y Olmedo pueden constituir á la
verdad un capital muy lucido de oro de buena
ley, no obstante el mundo de versos que día á
día se echaron al mercado literario del Nuevo
Continente durante el siglo xix; brillaron am
bos porque los verdaderos poetas no abundan.
Del mismo siglo no quedaron en pie más que
dos en España: Quintana y Núñez de Arce;
eximios vates ambos, bien que inferiores á sus
contemporáneos de otras naciones, porque no
me entra que se puedan comparar con Swin-
burne, con Víctor Hugo, ni aun con Carducci;
y me refiero en esto al mérito puramente litera
rio de la grandiosidad de Quintana y de la rima
impecable de Núñez de Arce, que si tomase yo
en cuenta las ideas de ambos, todavía los ha
bría de colocar más lejos de Carducci, de Hugo
ECOS DEL PASADO XVII
v do Swinburne, porque do podría olvidarme de
<|ii(> Quintana á pesar de hallarse infiltrado de
las ideas altivas y generosas de los filósofos
franceses del siglo xvm , después de fulminar á
<'arlos Y y Felipe II, prostituyó su lira en ver
nos de adulación á Fernando V II; ni podría
prescindir tampoco de que Núñez de Arce mal
dijo á Voltaire y á Darwin: es decir á dos genios
benefactores, sin comprender que el primero
alumbra á la humanidad como un faro, y el se
gundo ha verificado una revolución en la cien
cia moderna, siendo un sabio que está muy le
jos de prestarse á la caricatura que á su respecto
se permite el ilustre autor de los « Gritos del
Combate ».
Insisto, pues, en creer que no es pequeño el
saldo favorable para la musa latino-americana
si pudiera indiscutiblemente ufanarse con dos
poetas de verdad.
Si España no presenta tampoco más de dos
corno se ha visto, media docena Francia y otros
tantos Alemania, donde Goethe no ha tenido
sucesor, y por ahí anda también la Italia de
I lugo Fóscolo, Leopardi y Manzoni, más favo
recida sale la América Latina que la del Norte,
2
x v in LUIS MELIAN LAFINUR
como que ésta con todo su desarrollo intelectual
y su población, apenas inscribe tres nombres,
Longfellow, Cullen Bryaut y Poe, para que se
pa el mundo que esos tres poetas todavía en
tierra de Washington no han tenido sucesores.
Los ingleses fueron más fecundos que nadie
sobre este particular en el siglo xix. Presentan
en línea de batalla doce poetas de primera cali
dad: Shelley, Byron, Keats, Coleridge, W ords-
worth, Landor, Browning, Tennyson, Arnold,
B,ossetti, Morris y Swinburne. Este último
muerto en abril del presente año, un bardo co
losal, grande entre los grandes, de analogías con
Shelley, y como él republicano y librepensa
dor, bardo de los grandes ideales, defensor de
todos los oprimidos, disponiendo para su apos
tolado de la lira más sonora y más musical que
haya jamás exhalado en lengua inglesa un ge
mido por las angustias humanas ó un grito de
indignación por las desigualdades y las iniqui
dades que sublevan el odio de las almas escogi
das.
La América Latina con sus prejuicios de al
dea, con su maldita ley de herencia que adora
los efímeros triunfos de la fuerza, sin dar tiem-
ECOS DEL PASADO XIX
[*<> ni tiempo para que las ideas sigan su evolu
ción y penetren el alma de las masas populares
hoy incultas, y que la guerra civil embrutece
min más, retardando el día de su emancipación
do los errores atávicos,— la América Latina, di
go, no puede producir cerebros como el de Swin
burne, que es la quintaesencia del genio de ge
neraciones que poco á poco han venido depu
rando sus vicios en la labor pacífica de adelan
tos graduales y metódicos.
Swinburne es un continuador apasionado y
generoso de la obra de sus antepasados, que él
lia querido apurar en las impaciencias de su in
telecto batallador; es en línea directa descendien
te de Shakespeare que era librepensador y no
lo ocultaba, cuando en algunas naciones del
continente europeo la hoguera infernal de la In
quisición sustituía al pensador por el fraile y al
filósofo por el esbirro.
Por la misma razón que España no puede
producir Shelleys ni Swinburnes, tampoco pue
de la América Latina producirlos, al menos
mientras tenga el apego que todavía mantiene
por las torpezas que degradan á los pueblos.
¿Qué esperanzas podía cantar el pobre Here-
rt '
XX LUIS MELIANT LAFISUR
aia, desterrado de Cuba casi niño por el delito
de ser inteligente, como más tarde Saco por el
de ser sabio?
El que dispone de fuerzas acumuladas por
los siglos, y dispersas sólo por falta de dirección
conveniente, puede soñar con la concentración
de ellas en cualquier momento. En Europa esas
fuerzas existen y basta un momento feliz ó des
graciado, para darle al pueblo conciencia de su
poder y llevarlo á la consagración de sus ideales.
Así le da el pueblo francés un puntapié á la mo
narquía, y la derrumba para siempre cuando en
el último Imperio, con la rendición de una ciu
dad sitiada, concluye el can-can desenfrenado
en que era bastonero Bouaparte.
Shelley y Swinburne lian podido soñar la
república para Inglaterra, porque hay un pue
blo que ellos creen capaz de comprenderla; y
porque el ensayo prematuro en manos de un
déspota como Cromwell y el lógico fracaso en
semejantes manos, no llegó á desanimarlos. Pe
ro Heredia buscando una patria para ganarse el
pan de cada día, sabiendo que de volver á Cu
ba, moriría en garrote vil como Plácido, y de
igual manera que ese pobre mulato por el solo
ECOS DEL PASADO XXI
delito de ser poeta, ¿qué más herencia poética
podía dejar que la que se le conoce?
Olmedo se distingue con el canto á Junín en
que es el protagonista Bolívar, el caudillo de
las dictaduras interminables y de las presiden
cias perpetuas; pero su lira que pudo deslum
brarse ante las victorias de la guerra de la inde
pendencia, se empequeñece en otro canto que li
terariamente es acaso mejor que el canto á J u -
níu; mas ¿á quién lo dedica?: á Flores, el caudi
llo guarango que vence en Miñarica en contien
da civil; pero que no está muy claro que no fue
se el instigador del asesinato del Gran Mariscal
de Ayacucho.
Heredia y Olmedo hacen lo que pueden. Es
el escenario el que les corta las alas. Y gracias
que cou estos dos nombres se defienda la A m é
rica Latina del siglo xrx del cargo de esterili
dad que se le pudiese hacer, sin que para des
vanecerlo se descuelgue siquiera con algún poe
ta de sacristía como Núñez ó Arboleda, y en
cuadre las originalidades de la poesía americana
en un poema como «Gonzalo de Oyon» en que
hacen el gasto unos indios con los sentimientos
más delicados y cristianos, lo que determinaría
XX II LUIS MEEIAN LAFINUR
una extravagancia del mismo género de la de
aquellos que creen que se constituyen en poetas
muy nuevos, muy originales y muy extraordi
narios, porque convierten sus lucubraciones en
catálogos de historia natural, poniendo en verso
la flora y fauna americanas, ensartando á tro
chemoche, y venga ó no venga á cuento, toda
clase de sabandijas y de árboles, de modo que
reciben el honor de contemplarse en verso los
chajás, los carpinchos y chingólos, con los mo
des, algarrobos y ombúes.
Pero ni en los poetas de sacristía que le ha
cen versos á la virgen santísima, ni en los auto
res de listas de bichos raros y plantas exóticas,
pueden desde ningún punto de vista consultarse
los ideales de la poesía americana, que todavía
espera algún hermano de Víctor Hugo ó de
Swinburne, no estando dispuesta á contentarse
con ningún imitador de Selgas que con compo
siciones al clavel, la violeta, la rosa y otras flo
res odoríferas, hacía las delicias de las mucha
chas lindas de mis tiempos juveniles.
Y ha de tenerse en cuenta que no obstante
sus deficiencias, en lo que mejores pergaminos
exhibe la América Latina es en la poesía lírica,
ECOS DEL PASADO XXIII
como que es esta clase de literatura la primera
manifestación de los pueblos que comienzan á
cultivarla.
Desastrosos son los otros géneros, con excep
ción del histórico, en que á beneficio de inven
tario, lia de hallarse uno que otro libro que algo
pueda valer si de él se destara alguna exagera
ción que convierte en hombres de Plutarco, dig
nos de la epopeya, á media docena de generales
de tres al cuarto y otros tantos estadistas de dis
cutible previsión política. Pero los historiadores
con todos sus defectos, al fin prestan el servicio
de acumular materiales para algún futuro Ma
caulay ó Lecky.
Lo que es desastroso es todo lo demás que
lanzan las prensas americanas. El teatro no lo
resiste nadie; y las novelas sustituyen á los más
poderosos narcóticos que puedan desear los afli
gidos de insomnio; y si son históricas, ¡pobre
del que pretenda hincarles el diente!, porque se
encontrará con un cúmulo tal de extravagan
cias y de pigmeos convertidos en gigantes y de
proceres de una nueva Ufada, que no podrá con
tinuar la lectura, porque siendo los hechos muy
recientes y estando vivas las tradiciones de ayer,
X X IV LUIS MELIAN LAFINUK
la mejor voluntad no puede convertir los granos
de arena en montañas y los faroles en estrellas
del firmamento.
Y la razón para que no pueda haber en
América todavía, ni dramas ni novelas, se ex
plica aún de más evidente manera que la ca
rencia de poetas que con los europeos se com
paren, luego que los grandes dramaturgos y los
grandes novelistas vienen en el Viejo Mundo,
por una imperiosa ley de herencia, acumulando
y seleccionando el material que en tradiciones y
modelos les ha dejado una larga serie de años;,
y así los Sarclou y los Ibsen caminan por segu
ra senda para impresionar á sus contemporá
neos con la síntesis, bien ó mal hecha, de en
fermedades sociales que lentamente se han ve
nido desarrollando y los espectadores conocen
tanto como el autor.
Pasa lo propio con los novelistas: Walter
Scott, Balzac, Tliackeray, Dickens, Elliot, Me-
redith, son los condensadores de una vida social
que ellos no inventan, sino que simplemente
describen, tomando del natural los tipos que
una vida de siglos ha venido formando lenta
mente.
ECOS DEL PASADO XX V
Ese material falta en América, y toda tenta-
I¡ va de anticipar tipos y costumbres que aún no-
están bien definidos y modelados, fracasa por
falta de verosimilitud y de seriedad.
El ilustre crítico y poeta inglés Matthew
A rnold, ha dicho esto que es exacto y profun
do: « para la creación de grandes obras en lite-
« ratura, han de concurrir dos fuerzas: la del
« escritor y la del momento en que escribe: y
« el hombre no es bastante sin el momento »..
(and the vían is not enough without the mo-
ment).
La poesía lírica no entra acaso en esa regla;
porque para cantar el amor, la patria, las decep
ciones de la vida, todo en fin lo que traduce
sentimientos individuales, basta la aptitud per
sonal y la disposición de ánimo de cada uno, se
gún le haya ido en la lucha por la existencia.
Pero la novela, y sobre todo la histórica, no
tiene campo todavía; y la exhibición de tipos
patibularios para convertirlos en Cincinatos, y
la elevación á genios tutelares, de medianos ac
tores más ó menos felices en sucesos trascen
dentes en sus proyecciones, pero pobres como
magnificencia de escenario, son extravagancias
x x vr LÜIS MELIAN LAFIXUR
■que no pueden contar con el asentimiento de
la crítica sensata para otorgarles un lugar que
bajo ningún concepto les corresponde.
Y no hay que hacerse ilusiones; el pulso de
lo que puedan significar las glorías, y los libros,
y los hombres de la América Latina, en cuanto
al concepto que gocen fuera de las fronteras
nacionales, hay que tomarlo en Europa, que re
cién ahora á regañadientes y más por miedo
que por otra cosa empieza á tragar á los norte
americanos, sin que esté dispuesta á tomar en
serio á la América Latina, como no sea para
colocación de capitales y mandarle su pobla
ción indigente á fin de que vuelva vestida de
nuevo dejando los harapos en tierra de Colón.
Nuestros historiadores llamaron grandes ba
tallas á Maipú y á Junín, verbigracia; y por sus
resultados valen para nosotros los americanos
más que Austerlitz ó Waterloo; pero como en
una batalla europea un encuentro de cuatro ó
cinco mil hombres, es apenas una escaramuza
de vanguardia, los escritores militares del viejo
continente se ríen de Junín y de Maipú, y de los
ejércitos que para ellos no pasan de brigadas, y
de los jefes que los mandan.
ECOS DEL PASADO xxvn
No es Bolívar santo de mi devoción, con sus
dictaduras perpetuas, padre del caudillaje que to
davía avergüenza aquellas partes de América en
que él dominó, y ofrece en la actualidad á los
ociosos délas capitales europeas la caricatura de
<lastro, el regenerador de Venezuela durante diez
altos; pero San Martín, no obstante sus pecados
de monarquista impenitente y reverenciador de
llosas, es en mi humilde concepto el soldado más
competente y más intachable de la independen
cia, americana. Tiene merecidas estatuasen Bue
nos Aires, Santiago y Lima, y por consiguiente
hu fama se ha extendido más allá de los límites
de su patria.
Los historiadores de las naciones por donde
el paseó sus armas triunfantes, hacen justicia á
kus méritos y le levantan el monumento más im
perecedero que el bronce; pero el criterio europeo
no es el de López, Mitre, Barros Arana y Paz
»Soldán; y voy á dar la prueba. Pasa por un mo
delo de exactitud y buena información la «H is-
toire Generale» publicada bajo la dirección de
Lavisse y Rambaud, con el plan racional de mo
nografías escritas por distinguidos especialistas.
Conceptuada esa obra superior á la alemana de
xxvm LUIS MELIAX LAFÍNUR
Oncken, sería la última palabra en cuanto á la
historia moderna, si no estuviese en estos mo
mentos saliendo á luz á la vez en Londres y
Nueva York, la «Cambridge Modern History»
de la que están en circulación ya diez tomos, si
guiéndose por sus diversos autores el plan pro
yectado por Lord Acton.
Pues bien, quien quiera hojear el tomo X
de la obra de Lavisse y Rambaud, se encontra
rá con que en ella se pone á San Martín de oro
y azul; se le atribuyen las condiciones ruines de
un ambicioso vulgar devorado por la concupis
cencia de su encumbramiento personal; se le com
para con Iturbide; se le dice que no atacó desde
luego á Lima por miedo de diezmar un ejército
que reservaba como base de su dominación; y se
le echa en cara que se permitía un tren real,
abrumaba al pueblo con exacciones, y no se
preocupaba más que de preparar su imperio
(ne parait plus préocupé que de préparer son
avénement á Vempire); y no se piense que to
do esto se dice por ignorancia de lo que se ha
escrito en América. En la copiosa bibliografía
que sigue al capítulo en que del vencedor de
Chacabuco se habla, figura la mayor parte de
ECOS DEL PASADO X X IX
los libros que en la Argentina, Perú y Chile se
lian escrito sobre la guerra de la independencia,
y en que se endiosa á San Martín convirtiéndo
lo en un varón de Plutarco.
Es que hay desdén por todo lo americano; y
la caricatura de los héroes se extiende con más
razón á otras esferas en que la inferioridad es
indiscutible; y en vano se ilusionarían con otras
opiniones los que juzguen por apariencias.
En España es común una gran benevolencia
para los escritores de la América Latina; y se ha
traducido ese sentimiento últimamente en pro
digalidad del honor de miembros correspondien
tes de las Academias, que se ha distribuido en
tre escritores de Méjico, de la América Central
y de la América del Sud, no todos literatos de
igual fuerza y algunos sin más título que las
adulaciones y bajezas empleadas para obtenerlo.
Don Juan María Gutiérrez con buenas razo
nes que encresparon la susceptibilidad y susci
taron la indignación de personaje tan importan
te como Villergas que lo atacó duramente, hubo
de declinar el honor; y es el único escritor de
nota de que tenga yo noticia de haber guardado
su independencia y sus fueros de escritor ame
l é ' i
f
XXX LUrS MELIAN LAFINUR
ricano, con el rechazo de un honor que no es
honor tratándose de una Academia en ninguna
parte más combatida que en España misma, y
en la cual para entrar es el primer título ser
beato y laudator temporis acti, aunque á rega
ñadientes acepte uno que otro liberal como Pi
cón, y después de veinte años de maduro exa
men dé entrada en el diccionario á algún ameri
canismo como « bochinche », dándole por su
puesto al vocablo una acepción que no le viene
bien ni le corresponde.
Y á tanto llegaba el entusiasmo de los aca
démicos de Madrid, que tuvieron la ocurrencia,
ha tiempo, de tantear á los que consideraron
más dóciles de los escritores de Chile y la A r
gentina, para la fundación en Santiago y Bue
nos Aires de sucursales de la Academia.
Las bromas no pudieron llegar hasta ahí con
éxito; y las proyectadas sucursales duermen el
sueño del olvido, per scecula sceculorum.
Lo que no comprenden los que se ufanan con
los arrumacos de la madre patria, es que en todo
esto hay un propósito político disimulado, Un
amigo que tenía yo en Washington y con el cual
solía hablar de asuntos de nuestras patrias, me
ECOS DEL PASADO XXXI
contaba que una vez Aifonso X I I I le decía muy
seriamente: « únanse las naciones americanas,
« que España las ayudará >■>. Tan cómica como
pueda ser esta fanfarronada del joven biznieto
de Fernando V II, es un indicio de esperanzas en
influencias definitivamente perdidas, pero que
flotan en la atmósfera de la tierra de Cervantes.
Todos estos arrumacos de correspondencias
académicas y de ofrecimientos de protección,
me hacen el efecto en los que los toman á lo se
rio, del orgullo pueril y la vanagloria de aque
llos que por un colgajo irrisorio cambian sus
pergaminos de hijos de una democracia, creyén
dose levantados con una cruz al pecho desde su
posición de ciudadanos de un pueblo libre, con
la ilusión de que se dignifican por ese medio,
como creen que se agigantan y son grandes tau
maturgos los escritores mediocres que las Aca
demias españolas llaman á su seno con el des
teñido título de correspondientes.
No saben los pobres que tanto las cancille
rías como las academias de cierto orden, distri
buyen sus encomiendas á granel, y que las con
decoraciones por lo general tienen un origen hu
millante, no siendo las que ganen los soldados
xxxri LUIS MELIAX LAFINUR
con su sangre en el campo de batalla. La L e
gión de Honor francesa, fue instituida por Bo-
naparte para fines secundarios de su abomina
ble despotismo, y boy la República distribuye
sus cruces por paladas á menestrales, enferme
ros, y á todo el que desee usar la cintita colo
rada.
Otra orden que también agrada mucho y po
ne fuera de sí á los jóvenes aristócratas y que
España prodiga bastante á los americanos, es la
de Isabel la Católica, que tiene también como la
Legión de Honor un origen ignominioso; fue
instituida por Fernando V II, con el especial obje
to de premiará los leales servidores de su tira
nía bajo el patronato de Santa Isabel, y con
confirmación del Pontífice. Son muchos los que
en Montevideo se pavonean con estos colgajos.
Hieren los sentimientos republicanos; creo que
le hacen mal al país en que he nacido; y me pro
pongo cualquier día demostrar que es inconsti
tucional que el Cuerpo Legislativo autorice el
uso de condecoraciones nobiliarias por más ridi
culas que sean, como efectivamente son.
Otro medio que la madre patria emplea para
sanarse la buena voluntad de los latino-ameri-
ECOS DEL PASADO xxxur
canos, es el convenio tácito que parecen haber
formado los escritores españoles para elogiar sin
medida y desde luego sin leerlo, á todo loque les
remiten los jóvenes guerreros que en el nuevo
continente hacen sus primeras armas en el cam
po de las letras.
Fue don Juan Valera el que empezó ese sis
tema de protección efusiva, paternal y generosa.
Campoamor, obscurantista de una pieza, y beato
de tomo y lomo, escribió á Enrique Ivubly una
brevísima carta sobre «Los Dioses Caídos», que
á haberlos leído se cae en cuerpo y alma para
atrás, y no escribe carta ninguna.
Núñez de Arce, que sin excepción de ningún
género, lo sé de buena fuente, se reía de todos
los vates americanos, los elogiaba en público sin
embargo, y siempre que un poeta ó poetastro le
remitía con ampulosa dedicatoria el parto de su
ingenio peregrino, el ilustre autor de «El V ér
tigo» obsequiaba al importuno sur-le-champ con
una epístola afectuosa y alentadora que llenaba
de conmovedora satisfacción al destinatario; y
así hay un buen número de locos diseminados
por todos ios rumbos de la América, que conser
van en sus archivos, como oro en polvo, las más
ardientes felicitaciones de Núñez de Arce.
X X X IV LUIS MELIAjST l a f i n u r
Escritores de menor cuantía están también al
habla con los literatos del Nuevo Mundo; y sin
tener e! prestigio de Valera ni su inimitable es
tilo, por supuesto, ni nada que los acerque á ese
original escéptico de buen tono y humorista sin
rival en su país, siguen sus huellas en la forma
benévola con que dispensan su protección ultra
marina á los hijos de América, mientras con
críticas implacables y acerbas procuran despe
dazar la reputación de los autores más serios de
que se enorgullece España, sin disponer tales
críticos de una pluma que tenga nada que ver
con la que manejaron Sainte-Beuve y Matthew
Arnold.
Este año la casa editorial de Sampere y C.a,
en Valencia, ha dado á luz un tomo con el
«Ariel» de Rodó y el «Liberalismo y Jacobi
nismo» del mismo autor; y hasta aquí todo va
bien; pero el prólogo de Clarín a) opúsculo
«Ariel» también se inserta, y trae estas pala
bras: «lo que Rodó pide á los americanos lati-
« nos es que sean siempre...lo que son... es
« decir, españoles, hijos de la vida clásica y de
« la vida cristiana».
Y o entiendo que Rodó no ha pedido nada de
ECOS DEL PASADO XXXV
eso; y confirma que nada haya pedido, la decla
ración en el segundo de sus trabajos de que está
«libre de toda vinculación religiosa».
Muy por encima leyó sin duda Clarín, si es
que lo leyó, el «Ariel» del distinguido escritor
uruguayo; y en la apreciación de las opiniones
tpie le atribuye corre parejas en exactitud, con
la diatriba que lanza al pueblo norteamericano,
á quien colgándole todos los defectos imagina
bles, lo acusa de «utilitarismo», sin comprender
(pie ni en España ni en toda Europa, se ejerce
la caridad con manos más abiertas que en los
Estados Unidos, habiendo diarias manifestacio
nes sorprendentes en ese particular.
Pero los elogios hiperbólicos de los escritores
españoles á los autores americanos, elogios que
alguna vez son justos como en el caso de Rodó
que es un literato aventajado, las más veces
son injustificados y á ninguna otra cosa respon
den que á la continuación de un propósito iluso
rio de atraer simpatías con fin político, al mismo
tiempo que les sirve de pretexto para ditirambos á
España y la eterna cantinela de haber dotado
á Amériea de su idioma, de su religión y de su
cultura.
xxxvi LUIS ME LIAN LAFINUR
Parte de esto se le agradece á beneficio de
inventario por la gente de la escuela liberal en
el Nuevo Mundo, y sin retrancas de ninguna
especie se reconoce la magnificencia de la lengua,
quizá la mejor del mundo entero, porque no
soy yo de los convencidos de que la italiana le
sea en absoluto superior.
Cervantes, que se codea con Shakespeare, y
los dramaturgos del siglo de oro, imitados por
todas bis literaturas de Europa, especialmente la
francesa, son la fuente pura de inspiraciones es
táticas á que nunca se recurrirá sin fruto y sin
deleite por todos los pueblos de habla castellana,
más habilitados que los extranjeros para apre
ciar bellezas en su propio idioma; pero fuera de
eso que mucho vale, no lo pongo en duda, la
América en materia de liberalismo no tiene na
da que imitar de la España recalcitrante de los
Borbolles, donde un escritor como don Rafael
Altamira, que se pretende independiente, al tra
ducir el libro de Fichte sobre Alemania, tiene
que decir en el prólogo esto que no se lee sin pe
na: «Hemos suprimido tan sólo algunos párra-
« fos cuya doctrina, sin ser necesaria para el
« efecto principal de la obra, podría haber da-
ECOS DEL PASADO X X X V II
« fiado á su franca aceptación por parte de
« nuestro público»; y para mi objeto basta con
lo dicho, que no he de enmarañarme en un asun
to ajeno á mi propósito, que no es otro que el de
inculcar sobre la puerilidad de darle importan
cia á elogios ultramarinos de convención, que
marean á ciertos jóvenes, y en lugar de estimular
los al trabajo y al estudio, los ungen con una in
mortalidad anticipada y suigéneris , pero que co
mo es ficticia, y por lo general ridicula, no res
ponde á nada serio y dura lo que la rosa de
MaHierbe.
Esta enfermedad de aspirar á elogios que no
son espontáneos, y á diplomas de sabiduría de
dudosa procedencia, es enfermedad que tiene su
hermana gemela en las biografías y autobiogra
fías que se estilan hoy en el mundo para gloria
y contento de editores y libreros.
La dolencia á que me refiero es en Europa
crónica, como lo es en los Estados Unidos y em
pieza á adquirir síntomas de gravedad en Mon
tevideo.
En la gran República en que he vivido, es-
1,03 últimos años los diccionarios biográficos se
multiplican constantemente, y pasa lo mismo
X X XV III LUIS ME LIAN LAFINUR
en Europa. Esto se explica: el negocio es bueno;
se le encomienda el trabajo de su biografía ai
propio biografiado, y con esto el editor obtiene
dos beneficios: no pagar escritores que redacten
el libro, y asegurar la venta de un ejemplar á
cada uno de los que se dan el placer de ver su
autobiografía en un libro en folio y en la vecin
dad de personajes cuya vida realmente interesa
á los demás.
Y eso es quedarse cortos algunos editores,
que otros hay que explotan mejor el negocio; y
en mi copioso archivo de rarezas de especialidad
industrial, conservo entre otras la corresponden
cia del director de los « Anuales Diplomatiques
et, Consulaires » que se publica en París, tratan
do de convencerme de la necesidad para mí de
mandarle mi biografía y mi retrato, que se pu
blicarían en su periódico sin más recargo que la
entrega de trescientos francos por mi parte.
Mi última batalla en esta explotación de la
vanidad humana, ha sido con los editores de
« W ho is W ho in America », diccionario bio
gráfico que se renueva todos los años, con auto
biografías de los diplomáticos que llegan á
Washington. Mi contestación invariable á todas
ECOS DEL PASADO xxxrx
las explotaciones de ese género, de que mi vida
á nadie le importa, y que.en caso contrario, se
ría otro y no yo quien diese cuenta de mi obs
cura personalidad, ha causado extrañeza gene
ralmente, y la docilidad de gentes mucho más
persuadidas de su importancia que yo de la mía,
prométeme agradables sorpresas en caballeros
que conozco, pero no tanto, como para dejar de
maravillarme de la nueva faz que descubrieron
en sus autobiografías ad hoc, como ya me su
cedió con un ex Secretario de la Legación del
Uruguay en Washington, que á lo más que ex
tendía sus conocimientos era á los adquiridos en
alguna mala escuela de instrucción primaria,
sin embargo de lo cual resulta en un diccionario
biográfico con los más profundos estudios uni
versitarios después de haber seguido cursos en
una imaginaria « escuela modelo » de Montevi
deo; y como no es malo que á los merecimien
tos académicos se unan los guerreros, el hombre
«e cuelga una espada, y sin haber pasado una
mala noche por la patria ni saber lo que es
ochar armas al hombro, resulta capitán de nues
tro ejército; todo lo cual es muy interesante bien
que contraste con el buen sentido de un diplo-
XL LUIS MELIAN LAFINUR
mático amigo mío, que ante el ofrecimiento de
que se le daría una cruz de la Legión de Honor,
mediante la entrega de una suma, contestó aun
que lo que se le pedía era muy poco, « que ne
cesitaba su dinero para cosas más serias ».
Debe concluirse con todo esto por el conven
cimiento de que las farsas y artificios no con
ducen á nada, y que si son la satisfacción de
los necios sirven al mismo tiempo de jolgorio á
los discretos.
Los que escriben para el público deben per
suadirse de que el tiempo todo lo depura, y que
en punto á reputaciones literarias no se puede
andar á vapor ni se alcanzan sin trabajo.
En cuanto á lo que pueda darse á la prensa,
hay para todos los gustos.
Cervantes decía: «Y o soy aficionado á leer
« aunque sean los papeles rotos de las calles».
Y Emerson estaba dispuesto á llevar á cabo
un auto de fe con todos los autores secundarios,
porque creía él que éstos no hacen más que re
petir lo que dijeron los escritores geniales; y
le parecía la mejor solución, para no perder
tiempo en lecturas inconducentes, que desapare
cieran todos los libros, y quedasen únicamente
ECOS DEL PASADO XLI
los que responden al hábito de las naciones ó á
la síntesis de su genio trasuntado en autores
eminentes; y consideraba así que á la mayor par
te de Europa le bastaba con la Biblia, á Persia
con Hafiz, á China con Confucio. En cuanto á
Inglaterra, juzgaba muy conveniente que todo
desapareciese con tal de que quedasen Shakes
peare, Bacon y Milton, abrigando la creencia
de que para los que leen castellano nada había
mejor que darles en la cabeza á todos los autores,
con excepción de Cervantes. Una visita á la
Iiiblioteca de Cambridge lo persuadía de que
muchos estantes podrían suprimirse sin inconve
niente, porque lo que con provecho era de leerse
hc hallaba en su casa y desde luego en la selec
ción de libros de cualquier particular que la hu
biese hecho bien para su propio uso.
Entre Cervantes y Emerson hay consuelo
para todos, los que escriben: si no quedan en
pie más que unos pocos, los demás se hallan en
la buena compañía de quienes sin ser Cervantes,
h c llaman Quintana ó Fray Luis, y sin ser Sha
kespeare llevan nombres tan envidiables como
los de Byron y Macaulay; y si han de quedar
lodos en su puesto, algún lector encontrarían que
XLII LUIS MELLAN LA FINITO
los prefiriese á la tarea poco higiénica y limpia
de recoger microbios en los papeles rotos de la
calle.
Y si no cabe ese consuelo, puede contarse con
el de que á veces los autores de lucubraciones
ridiculas cuentan con lectores de primer orden.
En un tiempo le dio á Angel Floro Costa, por
leer esos novelones interminables que se publi
can en España por entregas; y la «Monja San
grienta» y «Los Siete Infantes deLara» y otros
mamotretos por el estilo, lo divertían grande
mente. Otro amigo conocí que en los momentos
de mal humor apelaba á la musa ¡ sublime de
Errecarty los «Albores» eran un bálsamo santo
para su spleen.
Pensé yo alguna vez que esta alegre manera
de perder el tiempo, pudiera ser exclusivamente
de cuño uruguayo; pero la publicación de las
« Marginal Notes » de Macaulay, muchos años
después de la muerte del célebre historiador, me
reveló que también en Inglaterra tenían su uti
lidad los autores que sin sospecharlo, escriben
páginas regocijadas con la intención contraria en
la seriedad de sus profundos pensamientos.
Pero Macaulay llevaba la broma ó la excen-
ECOS DEE PASADO XLIII
tricidad más lejos que mis compatriotas, porque
ocupaba sus ocios en anotar libros irrisorios que
le servían de solaz. Una Miss Seward publicó
seis tomos de cartas, hasta cod faltas de sintaxis;
y otra lady, sobre la traducción en prosa que un
Reverendo hizo de Horacio, se permitió una ver
sión en rima del lírico latino sin saber una pala
bra del idioma original, caso que aun cuando no
es raro y en forma análoga se ha repetido en el
Río de la Plata, no deja de ser donoso. Macaulay
se divertía con estas y otras extravagancias y en
notas marginales dejaba las huellas de su buen
humor.
Prescindiendo ya de esta digresión sobre libros
grotescos que algunos espíritus superiores en
cuentran divertidos, debo recordar que en el te
rreno de otras benevolencias suele producirse mal
con la mejor intención del mundo, haciéndole
creer á gentes extrañas por completo al sereno
ambiente de las bellas letras, que pueden figurar
entre sus cultores por la publicación de cualquier
extravagante engendro.
Fui visto para hacer la reseña histórica de la
literatura uruguaya que acompañaría la parte
dedicada á nuestro país en la segunda edición de
XLIV LUIS MELIAN LAFINUR
la «América Literaria» de Lagomaggiore. Decli
né el honor porque en mi concepto debía redu
cirse á proporciones discretas la nómina de los
ilustres uruguayos en materia literaria. Indiqué
para sustituirme con ventaja, en la tarea, al ática
estilista doctor Sienra Carranza; y el distinguido
poeta con su bondad inagotable lanzó en su re
seña tal número de representantes de la intelec
tualidad uruguaya, que de conocerlo los árcades
de Roma, habrían de admirarse de la fecundidad
del Uruguay en todos los géneros que abarca la
literatura.
Pero esto es nada si se recuerda á otro bon
dadoso, que á mi juicio pasó los límites del ho
menaje que la benevolencia y la tolerancia y la
amistad permiten cuando se trata de hablar se
riamente de libros y autores.
Sabido es que repetidas veces y en diver
sos países, se ha hecho la tentativa de selección
para recomendar cien autores entre los millones
que han escrito obras de universal trascendencia
y mérito permanente é indiscutible. En Francia
Aimé-Martin; en Inglatera Lord Acton y otros,
entre los cuales Lord Averbury (John Lubbock)
se distingue con la nómina que inserta en su
ECOS DEL PASADO XL Y
hermoso libro « The Pleausures o f L ife », tra
ducido á la mayor parte de los idiomas y que
cuenta más de cien ediciones en su lengua orí -
ginal.
El joven literato don Alberto Nin Frías, en
sus «Ensayos de Crítica é Historia», también
dedica uno de esos «Ensayos» á determinar cuá
les son los « cien mejores libros» producidos
durante los sesenta siglos que cuenta la litera
tura universal.
En muchos nombres coincide con Lubbock;
pero en otros la coincidencia no se produce, por
que el joven Frías coloca entre los cien autores
— ¡pasmo déla humanidad!— á Zorrilla de San
Martín v á Bauzáü....
Me imagino que podía haber sido materia
para una nota marginal de Macaulay, verá Bau-
zá entre Tucidides y Tácito, extendiéndole la
mano de camarada á Mommsen ó Grote; y no
deja tampoco de ser cómico contemplar á Zorri
lla de San Martín después de un empinamiento
sin resultado, columpiándose en los hombros de
Virgilio con la ayuda de Homero, para darle un
ósculo cristiano de amor y fraternidad á Swin-
burne ó á Víctor Hugo.
XLVI LUIS MELIAN LAFINUR
Aplicado un criterio tan generoso al arte mi
litar, daría este resultado: Alejandro, Aníbal,
César, Napoleón y Timoteo Aparicio.
El señor Miguel de Unamuno, Rector de la
Universidad de Salamanca, precede el libro de
Frías con un prólogo muy encomiástico para el
joven autor de los «Ensayos»; pero en cuanto al
de los cien libros se permite sus reservas en es
tos términos: «El Ensayo sobre los cien libros
« mejores, tiene el grave inconveniente de su
« asunto, y no be de detenerme en él».
La prudente actitud del señor Rector de la
Universidad de Salamanca, se explica: él es au
tor de libros y no figura en la lista del señor
Frías, mientras que codeándose con Cervantes y
Calderón de la Barca, vienen la Pardo Bazán y
un señor Nogales que escribe cuentos.
Los autores uruguayos que no figuran en la
lista, pueden conformarse: en cien no caben to
dos y con dos basta. Además la inmortalidad no
puede despilfarrarse y no es cosa de repartirse
á manos llenas.
Y no hay que olvidar quede omisiones seme
jantes se registran reiterados casos con frecuen
cia.
ECOS DEE PASADO XLVII
Arsene Houssaye lia escrito un libro espiri
tual y curioso «Histoire de 4 l rae fauteuil de
l’Academie Française», para recordar los que
no ocuparon un sillón de la Academia aunque
se llamaron Descartes, Balzac, etc., etc.
Consuélense, pues, los filósofos y modernistas
uruguayos como se han conformado los france
ses, con no ser inmortales todavía: los aconteci
mientos humanos son movibles y cambian co
mo los vientos: una lista pued(? sustituirse por
otra; y hasta quizá el mismo señor Rector de
la Universidad de Salamanca modifique su re
serva actual.
Y dejo esto y paso á otra cosa.
Un mal que á intervalos se ha hecho sentir
en nuestro país, es el de las pandillas literarias.
Aquí de Molière: «N ul ríaura de Vesprit, hors
« nous et nos amis».
No tomo en cuenta de esas reuniones híbridas
y malsanas, las agrupaciones de hombres de mé
rito en las letras, que alguna vez han existido en
Montevideo, como sucedió durante el asedio
de Rosas y Oribe y los años que lo precedieron,
cuando la emigración argentina buscaba asilo
en la capital uruguaya. Me refiero á los cenácu-
XLVIII LUIS MELLAN LAFINUR
los improvisados con buenos y malos elementos,
para distribuir títulos ála consideración pública,
y constituir centros con malas tendencias para
deprimir ó levantar arbitrariamente personalida
des literarias.
El año 1855 se formó una pandilla que no
era de las peores porque el pontífice Heraclio C.
Fajardo estaba dotado de un natural bondadoso.
Ramón de Santiago refería con gracia exenta
de malignidad, la admiración que causaba Fa
jardo con su fecundidad inagotable, en los jó
venes de la época.
Poco movimiento de libros, escaso tiempo pa
ra lecturas; la seguridad de que la vida de cuar
tel no había concluido, porque no fue la Guerra
Grande escarmiento suficiente para darle solución
de continuidad á la agradable diversión de se
guir reventando al país con las delicias del cau
dillaje y de la guerra civil; y otras causas que
quitaban reposo y no daban lugar al estudio se
rio, determinaban una pobreza intelectual en que
sobresalía sin ser lince el que no contaba más
que con un ojo. Fajardo tenía la obsesión de los
periódicos y los versos. Fundaba revistas que
duraban poco, y en que él casi solo hacía el gas-
ECOS DEL PASADO XLIX
to de alimentación editorial. Escribía bajo su fir
ma, ó con diversos seudónimos como «Elgarido»
y «Plácido Douclai» y otros más, que suscitaban
la admiración de los lectores cuando se descu
bría ese transformismo del Frégoli literario de
aquellos buenos tiempos. A su alrededor se
agrupaban los que lo convencieron de que era
un genio, suscitando la emulación de José Pe
dro Pintos y gentes por el estilo.
Pero Fajardo no escribió en toda su vida más
que una sola cuarteta lírica: aquella cuando Co
lón vió desde su barco una luz que brillaba en
tierra, y es como sigue:
Era un vivo destello de topacio,
Flotando de las aguas al nivel,
Como estrella caída del espacio
Para alumbrar la ruta del bajel.
Fuera de esta cuarteta que envuelve verdade
ro lirismo, todos los demás versos de Fajardo
non del género de « Las negras crenchas de tu
frente noche » y de « V e n mi perro: Ven mi
perro ».
Prosa rimada es lo que constantemente pro
dujo, y lo peor es que no siempre bien rimada;
y á veces denunciadora de una intervención di-
L LUIS MELIAN I jAFINUK
recta del «. Diccionario de la Rima » por el uso
de estrambóticos, inusitados y antipoéticos con
sonantes.
Siendo yo muy joven conocí á Fajardo en
Buenos Aires; y por el vigor retrospectivo de la
facultad pnemónica, lo tengo ante mis ojos. Era
bajo de estatura, sin ser ridiculamente pequeño;
de semblante bello y simpático; mirada y voz
muy suaves; hablaba despacio afectando modes
tia; pero al ensimismarse se le conocía la per
suasión en que estaba de que era un personaje.
Una palidez como jamás he conocido en hom
bre alguno, daba á su fisonomía atrayente dul
zura; y usaba cuidadosamente peinadas unas lar
gas patillas rubias, tirando á coloradas, que pa
saban á retaguardia en los días en que el viento
atacaba de frente.
Al morir, se había por suerte sosegado en
materia de versos. Era procurador de aldea,
desarrollando en el teatro de Chivilcoy sus fa
cultades de curial. Y para darle á su existencia
un carácter más prosaico y de mayor asiento, es
taba en vísperas de casarse.
Y los años de vida que alcanzó y estas pro
yectadas nupcias, le daban analogía de destinos
ECOS DEL PASADO LI
con Espronceda, muerto también, más ó menos,
de la edad de Fajardo en momentos de abando
nar la vida de soltero.
Y de ahí no pasan las analogías; porque aun
cuando Fajardo también lloraba una amante
muerta, no llegó nunca á calumniarla como Es
pronceda á Teresa, interesante pecadora que nun
ca fué lo que el cantor de c El Diablo Mundo »
lia dicho de ella. Antonio Cortón, el último bió
grafo de Espronceda, recuerda como la hija del
poeta y de Teresa ha lamentado el canto á su
madre; y por borrarlo de las obras de su proge
nitor habría dado lo que no es decible; porque
la pobre Teresa, ferozmente celosa por las infi
delidades de su seductor, si lo abandonó, no fué
para dar un segundo mal paso, sino para morir
se de pena á los veintiocho años, sin cometer
otra falta que la primera y única: la de haber
tenido el buen gusto (entiéndase que no hablo
aquí de moral) de cambiar un marido carraco,
incómodo y rezongón, por tan apuesto mancebo
como Espronceda, rico, generoso, y dotado de
todos los prestigios que pueden trastornar los
sesos á una ardiente andaluza de poco más de
veinte años.
LII LUIS MELIAN LA FINUR
Pero á veces los poetas, con tal de hacer una
composición hermosa inventan cosas que no por
que el vulgo las crea han de ser siempre verdad*
A Byron, confundiéndolo con los personajes
patibularios de algunos de sus poemas, había
quien lo creyese con el torcedor de mil remordi
mientos en su conciencia; sin perjuicio de que
además de ser asesino, se daba el lujo de fúne
bres extravagancias, como la de emborracharse
usando copas hechas de cráneos de los mismos
individuos que él había despachado.
La pandilla— inofensiva como su jefe— acau
dillada por Fajardo, concluyó entre emigraciones
y otros excesos que la dispersaron sin perjuicio
para nadie; y de tal género de donosas asocia
ciones quedó la atmósfera literaria desinfectada,
hasta el año 1865, en que apoco de la entrada
de Flores á la capital se formó otra pandilla li
teraria, de la que era José Pedro Varela el más
fecundo obrero, bien que fuera el menos inteli
gente de todos los que dicha pandilla constituían.
Varela se multiplicaba en prosa y verso, y su
producción era inagotable por aquellos tiempos;
pero su prosa carecía del dón del estilo, y á sus
versos les faltaba todo: no había en ellos un áto-
ECOS DEE PASADO LUI
ino de inspiración, ni conocía Varela los secretos
del arte métrica: jamás se han escrito versos más
ramplones.
Lo que sí, había tenido mucho acierto para el
nombre de guerra que se había buscado: con el
seudónimo de «Cuasimodo» suscribía los porten
tos de su deliciosa pluma. Y el resultado de tanto
esfuerzo intelectual después de tres años, fue
un tomo de rimas que Cuasimodo, quiero decir
.losé Pedro Yarela, llevó á Jersey en consulta á
Víctor Hugo. El gran hombre, á estar al testi
monio de Cuasimodo, es decir de José Pedro Y a
rela, lo recibió con cariño y le aseguró sobre
todo que era poeta: con lo cual el consultante
quedó muy satisfecho,y llevando sus versos como
Errecart «llevaba bajo el brazo el líquido del
llhin», se dirigió á Nueva York donde los pu
blicó en un elegante volumen.
Pero leyendo yo uno de esos encantadores
libros de Menéndez Pelayo, en que no se sabe
qué admirar más, si la tersura de su estilo claro
como la luz del mediodía, ó la pasmosa erudición
literaria del famoso escritor católico, me encontré
con estas palabras en el tomo 5.°, página 374 de
la «Historia de las Ideas Estéticas en España»:
LIV LUIS HELIAS LAFINüR
« En resolución, Víctor Hugo no sabía nuestra
« lengua, ni tenía de nuestras cosas más que
« una idea fantástica, si bien algo más benévola
« que la que suelen tener los franceses».
La ignorancia del castellano por parte de V íc
tor Hugo, podría ser, entre otras, una explicación
muy aceptable de que le hubiese dicho á Varela
que era poeta. Cabe agregar á ésta atinada obser
vación, la de que el coloso de «Los Castigos»
nunca fue muy gran lector, siendo notorio que
en el último tercio de su vida nada leía, bastán
dole con las adivinaciones de su genio; de modo
que aun en la hipótesis de que hubiera sabido
español, no es probable que dedicase ni cinco
minutos á la lectura de Varela, porque para
Cuasimodos le bastaba con el de «Nuestra Se
ñora de París».
Por lo demás, sea cual fuere el juicio definitivo
sobre los aspirantes á poetas con complicidad de
opiniones europeas, consuélense ellos con que
cosas más necesarias que haber nacido poetas,
les hace falta á muchos mortales, sin que por
tal motivo se desesperen; y si eso no les basta
ni alivia sus aflicciones, recuerden que Shelleys
no se hallan á la vuelta de cada esquina.
ECOS DEL PASADO LV
Campoamor, que era un español de una pie
za, convencido de la superioridad de su país so
bre todos los demás, y perito en la gaya ciencia,
cuando menos por ser del oficio, decía en discu
sión con Yalera en la «España Moderna» de
mayo de 1889: «Desde la muerte de Quevedo
« hasta la llegada del romanticismo, no se ha es-
« crito un solo verso de poeta, y dasafío al señor
« Val era á que me lo cite.
«Resolvamos de una vez este problema, con-
« venciendo al público de que los versos buenos
« son tan raros como los diamantes de á libra».
Con gran desenfado habla del siglo de oro, el
señor Pedro de Alcántara García en un libro
que anda en todas las manos, la «Historia de la
Literatura Española»; y sobre ese siglo que tan
to enorgullece, y con razón, á la madre España,
dice él esto: «Es una poesía artificiosa, afectada:
« su principal belleza está en la forma, salvo al-
« gunas excepciones; casi nunca se inspira en
« sentimientos de trascendencia, y hasta cuan-
« do lo hace en el erótico en que abunda, peca
« de artificiosa y poco espontánea. Es por esto
« tan pobre en el fondo como rica en la forma,
« de lo cual se adquiere la certeza repasando las
LVI LUÍS MEUAN LAFINÜR
« colecciones que existen de poetas líricos, en los
« cuales, por punto general, se halla gran exu-
« berancia de galas poéticas y apenas si se en-
« cueutran pensamientos elevados y profundos».
Habiendo actualmente en Montevideo, como
en otras épocas, una pandillita literaria que dis
cierne ex-cathedra títulos á los poetas y hom
bres de letras de su cofradía, y señala á la con
sideración pública los genios y las aves de poco
vuelo, é indica los poetas de mérito local pura
mente, para que no se confundan con aquellos
cuyo renombre traspasa las fronteras nacionales
y se difunde urbi et orbe, bueno es que tal pan
dillita tome en cuenta lo de los «diamantes de á
libra» á que se refiere Campoamor, para ser más
discreta y reservada en sus fallos soberanos.
Y por punto general, lo que conviene es que
cesen las sociedades de mutua admiración y las
farsas tie autobiografías y elogios mañosamente
buscados, para dar lugar á un grupo serio de
hombres de letras, viejos y jóvenes, habiendo
entre estos últimos los que por su talento indis
putable puedan honrar la literatura uruguaya sin
necesidad de recursos y artificios indignos.
El Ateneo, de casa de exhibición de affiches.
ECOS DEL PASADO LVII
debe elevarse al papel que le corresponde en el
movimiento intelectual del país; y para salir de
ese letargo de que sólo lo arranca la venida de
Mr. Root ó de Puccini, ó alguna otra rara solem
nidad, podría ser el centro de agrupación de las
fuerzas hoy dispersas, y que en secciones con
venientemente organizadas, trabajasen en el cam
po ameno y útil de las letras y en la confraterni
dad del mismo culto por la belleza ideal.
Y ahora una palabra para concluir esta char
la en que me he extendido más de lo que pen
saba al tomar la pluma.
Convencido de que el poeta, en la verdadera
acepción de la palabra, es muy difícil de hallaiy
y que las literaturas del mundo se ufanan con
muy pocos nombres de vates ilustres, debe el
lector persuadirse de la escasa importancia que
le doy á lo que be escrito en verso. Ya he expli
cado al principio de este Prefacio, que es muy
posible que si en esos libros— tan difíciles de ha
cer con equidad y discreción— que se llaman
«Florilegios», no hubiese yo figurado en los que
en mi país han visto la luz, es muy posible que en
el olvido hubiese buscado la absolución de mis
pecados poéticos; pero la idea inofensiva de no
LVIII LUIS MELIAN LAFINUE
continuar apareciendo con limitadísimo bagaje
en materia en que he sido más fecundo que lo
que suponen los compiladores de Antologías
Uruguayas, me ha arrastrado á la tentación de
desmentirlos.
Dentro de mis pobres facultades es posible
que el verso hubiese impelido las corrientes de
mi espíritu, si no me hubiera visto amarrado
como un galeote á la profesión de abogado que
normalmente he ejercido toda mi vida como úni
co medio de subsistencia, hasta mi paréntesis en
la vida diplomática.
Y la profesión de abogado á poco que se ten
ga algún trabajo y se descuiden las lecturas que
informan de la marcha del mundo, es de las
profesiones más embrutecedoras para el que se
limite á la defensa del pleito ó á dictar sen
tencias.
Empequeñece el espíritu ese hábito constan
te de ver todo por el prisma de la chicana y del
argumento legal elástico y acomodaticio; y gra
cias que á ese empequeñecimiento se limite el
estrago, y no lleve el contacto con los códigos
al reblandeciniento cerebral, de que han sido en
Montevideo notorios los casos en el gremio fo
rense, en la magistratura especialmente.
ECOS DEL PASADO LIX
Las bellas letras son un oasis; un licor vivi
ficante en el desierto intelectual délos expedien
tes; y la gimnasia mental de la rima, cuando la
mente la exige con espontaneidad y no importa
un esfuerzo, es elevada ocupación de las que
más separa de la prosa de la vida, á quien den
tro de las materias legales exclusivamente no
se contente tampoco con los estudios históricos
y filosóficos que constituyen los dominios del
jurisconsulto, muy distintos de los más restrin
gidos que le bastan al abogado de causas ó al
juez para fallar pleitos; y por eso en nuestro
país, donde hay muchos abogados, y en que al
gunos estamos de más, los jurisconsultos son
rara avis.
Y quiero inculcar sobre lo poco en que tengo
á la poesía uruguaya, no porque crea á mis com
patriotas peor dotados para la gaya ciencia que
los hombres de otras latitudes, sino porque es
tando de acuerdo con los escritores europeos y
norteamericanos sobre la escasez inevitable en
todas las épocas, de verdaderos poetas, mal pue
do suponer en mi país la existencia de una nue
va Atenas con Píndaros á granel ó una Roma
de Augusto. Queden esas ilusiones para gente
más optimista que yo.
LX LUIS MELIAN LA FIN UR
El poeta de verdad, que en el lenguaje propio
y único del verso, con rima impecable, en con
ceptos cincelados en que no falte ni sobre una
coma, cante todas las pasiones del hombre, to
das sus aspiraciones, el amor, el patriotismo, la
libertad, la gloria, y señale en su poesía, como
Shelley ó Swinburne, los rumbos que debe se
guir la humanidad para la conquista de los gran
des ideales de regeneración social y política, con
rechazo enérgico y absoluto de todos los fana
tismos, de todos los retrocesos, desigualdades,
hipocresías é infamias que traban todavía el
desenvolvimiento de la personalidad humana, ese
es un poeta que la América Latina aún no ha
producido.
Sé que no son estas las ideas que prevalecen
en mi país, y que mentecatos hay que se creen
tan altos como Víctor Hugo. Que sigan siendo
felices.
Los fueros de la crítica se robustecen cada
día; y los individuos de un mismo oficio, con la
autoridad que les da su competencia, son los pri
meros en romper todo lazo de solidaridad para
bajar ídolos de su pedestal.
Swinburne sostiene que los versos de Byron
ECOS DEL PASADO LXI
son tan « desastrosamente malos (wretchedly
liad) que Childe Harold ganaría trasladado á
prosa buena y decente » (decently good prosé).
Y de Byron á la fama que tuvo en vida, y al
elogio de Lamartine á que ya me lie referido
untes, lie de agregar el de Núñez de Arce, que
en la primera nota de las que acompañan á su
poema sobre el autor de Parisina, dice: « Lord
Byron, el más grande de los poetas ingleses
del presente siglo ». Hay cosa juzgada de
que no lo es.
Poco vale el juicio de quien habla de un poeta
extranjero y de una literatura que no le es fami
liar; pero Campoamorlia dicho de Quintana que
todo su mérito consistió simplemente en haber
puesto en rima la filosofía francesa del siglo
xvni. Y Quintana siempre gozó el concepto
de ser el primero entre los poetas españoles del
siglo xrx.
Si á Byron y Quintana, pues, se les pone por
el suelo en sus respectivos países, en escritos de sus
más eminentes compatriotas y los mayormente
(intendidos en la materia por ser también poetas,
bueno es que los rimadores uruguayos no olvi
den que si cabe poner en duda el dulce trino de
LXII LUIS MELIAN LAFINUR
los ruiseñores, no deben los chingólos aspirar á
mucho renombre con sus discutibles gorjeos.
Y con 1a. colección de versos que sigue, un
chingólo más entra al coro, con chirridos de otro
tiempo, pero sin pretensiones de ningún géne
ro; ni de partiquino siquiera.
Luis M elian L afinur.
Al. LECTOR.
S o n r im a s de u n a edad m á s p la c e n te r a .)
S a len á lux s in el m en o r m otiv o.
F u e r a u n au to de fe vin d ica tivo
L o qu e la obra, s in duda, m ereciera !
M a s s i es la j u v e n tu d , la p r im a v e r a
D e la vid a , se g ú n el reflexivo
V erso de a qu el p o e ta laudativo
D e l tiem p o del a m o r y la qu im era ,
D e ja d qu e p o r sarcástica h u m orada
R esu cite m is vivid a s m em o ria s
Sacándolas de dulce edad pasada
E n qu e de u n a m a n era lam entable
E l tiem po p e r d í e n r im a s am a toria s
O de g én ero a u n m en o s razon able.
•GLORIA AL PASADO.
Con la verdosa palma
Q ue luce del poeta en la alta frente,
Jamás en sus delirios soñó mi alma;
Y el mostrarme á las musas reverente,
Era cumplir un fallo del destino. . .
Cantar en triste calma
Los ideales que amante acariciaba,
Y al tiempo que mil glorias evocaba
Fe al espíritu dar en su camino.
Pero boy quisiera inspiración sublime
Q ue radiase en mi sien almo destello,
Dando á mi voz el luminoso sello
Que á todo, el estro divinal imprime.
Para cantar la patria necesito
A lgo más que mi amor santo por ella;
Que el raudal de pasión en que me agito
Sólo me creara entonación ardiente,
Si siempre clara estrella
Pudiera el corazón ser de la mente.
ECOS DEL PASADO 3
Patria es arrullo del amor soñado
Sin zozobras que anublen la esperanza;
Es lo humano que el alma, idealizado,
A suspirar alcanza;
Es el tramo que eleva á la inefable
Región de gloria que entrevid el anhelo
Del sér que forja halagos en el suelo
Donde todo es estrecho y deleznable,
Menos la fe que encierra
Un impulso de amor que busca el cielo
Adorando la patria de la tierra.
Del empíreo eternal raudo desciende
El patrio fuego que fecundo alienta.
En la batalla cruenta
Donde el valor se enciende
Para cubrir de gloria una bandera,
Cifróse hasta hoy un alto sentimiento;
Mañana un nuevo acento
Se hará sentir de la Concordia austera,
Diosa que en marcha lenta
Lleva á la humanidad á la ideal era
De confundirla en solo un pensamiento.
Pero hasta que no llegue
El día fraternal de las naciones,
A cada pueblo el loor de sus acciones,
Aunque tintas en sangre, no se niegue.
Tú, hoy víctima expiatoria de la suerte,
¡Oh Patria, ayer feliz! puedes confiada
4 LUIS MELIAN LAFINUE
Mostrar tus tradiciones,
Que siempre en tus legiones
La enseña inmaculada
De libertad 6 independencia ó muerte,
Fué la viril consigna
Que de mil triunfos digna
Hicieron los soldados que enaltece
En página á virtudes consagrada,
La historia que sus nombres engrandece.
Inescrutable arcano
Altos hechos le impuso á tu bandera;
Que aun la victoria el lauro no ofrecía
A los hijos del suelo americano,
Cuando ya majestuosa aparecía
La idea de elevada autonomía
D el Uruguay en la oriental ribera,
Y aquellos que velaron por tu suerte
A l combatir caduca monarquía,
Siempre anhelaron verte
Nación libre y brillante,
D e eximio nombre y glorias centellante.
En el Cerrito y en Las Piedras cunde
La voz de libertad que el triunfo abona,
La victoria sus ecos eslabona
Y en los héroes difunde
La exaltación que no conoce valla
Ante el estruendo de la cruel batalla,
ECOS DEL PASADO 5
La misma voz ardiente
Los Treinta y Tres sintieron
Y fué la misma la que asaz potente,
Coronas de laurel puso en la frente
De los que luego en Sarandí vencieron.
Fueron conquistas de la lid crüenta,
Independencia y libertad y leyes,
Y en medio á sus alcázares los reyes,
D e Ituzaingó rugieron con la afrenta.
Sombras queridas vienen
Con aureolas de triunfo hasta mi mente.
Pagóla, Artigas, Lavalleja, 1 tienen
El mágico ascendiente
De los gloriosos días
De la inmortal contienda;
Su evocación el patriotismo encienda,
Y aquellas alegrías
Que después las desgracias disiparon,
Si esperan revivir, aleen su vuelo
Hacia el perdido cielo
De las glorias de tiempos que pasaron.
Lograste ¡oh Patria! ser independiente.
Pasó la noche obscura,
En que extraño dominio, de amargura
1. No s e p r e t e n d e , a l in v o c a r e s t o s n o m b r e s , la g l o r if i c a c i ó n d e n in g u n a
p e r s o n a lid a d to m a d a e n e l c o n ju n t o d e su s h e c h o s . S e a lu d e ú n ic a m e n t e a l
h e ro ís m o d e s p le g a d o e n S ip e -S ip e y á lo s t r iu n fo s d e L a s P ie d r a s y S a r a n d í.
6 LUIS MELIAN LAF1NUR
Y de oprobio llenó tu augusta frente.
Mas tu ímproba labor aun no ha concluido;
Es, ser independiente, un gran problema,
Que si resuelto ha sido,
N o tienes por qué echar en el olvido
Otro yugo también feroz é hiriente,
Bien digno de anatema.
Odia ¡oh Patria! el horrendo despotismo
Que á veces pesa sobre un pueblo fuerte,
Que por temor servil postróse inerte.
Es sin la libertad, la independencia,
Obscuro y cruel abismo
Donde todo peligra á un tiempo mismo,
Los derechos sagrados, la conciencia!....
Y o sueño para ti, puesto de altura,
¡Oh Patria de mis caras ilusiones!
Y sólo hecha girones
Tu enseña ayer tan pura,
No buscarás la senda de tus glorias,
Cuando haya del deber que dar lecciones
Y á la alma libertad justas victorias.
Y mientras que no luzca la alborada,
Que en fúlgidos colores
Muestre los esplendores
De noble aspiración ya realizada,
Deténgase en el suelo la mirada;
ECOS DEL PASADO 7
Y no se alce del suelo
Para mirar al cielo,
Hasta que de esa luz el primer rayo
A l pueblo hiriendo en la abrasada frente,
No le diga: «Serás omnipotente,
Cuando de tu desmayo
Salgas, para mostrar que aun maniatado
T e hiergues con tu aliento del pasado».
Negro destino, en tanto,
De esclavo vida á su señor le impone,
Y en premio á su quebranto,
L e da un mendrugo y de su honor dispone.
T odo es vivir. . . pero un vivir incierto
Que no fué el que magnánimos soñaron
L os que en el campo á la contienda abierto
Sus huellas por ser libres estamparon.
La insigne libertad, hora por hora
Recuerda esos campeones,
Porque si opresa entre cadenas gime,
Jamás cobarde implora:
Sus adalides llama
Para trozar menguados eslabones,
Y con vigor sublime
Que la justicia inflama,
Desconcierta en el brazo que la oprime
El empuje de cínicas pasiones;
Se eclipsa errante, pero nunca muere,
8 LUIS MELLAN LAFINUR
Y generosa abriga
Compasión para el torpe que la hiere,
Y amor para el valiente que la siga.
Del estandarte fiero
Que en días felices tremoló triunfante,
Si viene al suelo hasta el girón postrero,
¿No habrá quién lo levante?
Tú lo dirás, ¡oh porvenir!. . . Te espero,
¡Manantial de esperanza no extinguido!
Mientras . . . el bardo que á la Patria canta
Gime al ver su clamor desconocido,
Y mustio desfallece, si perdido
Juzga el acento que viril levanta.
Cuando asfixiante en los espacios gira
La atmósfera letal de un día de fuego,
Como alto bien se mira
La tempestad que luego
Estalla en el vacío,
Porque ella arrastra con potente brío,
E l veneno del aire que se aspira.
Lira! Tregua al dolor! Mira adelante!
La ola que se estrella
En la caliza roca y espumante
Su ruda furia con sus tumbos sella,
E l astro rutilante
Que la noche ilumina,
Y la brisa ligera
ECOS DEL PASADO 9
Que cruza los espacios placentera,
Anhelan que de cólera divina,
Como nuncio sublime,
Se escuche el rebramar de la tormenta;
Que suba la marea y se aproxime
El vendaval que arrasa, si acrecienta.
La ola protesta en su lenguaje altivo,
Y á hender la roca dura se prepara;
El astro palidece
Que en los días de gloria iluminara,
Y muestra su odio en su fulgor esquivo;
Y la brisa enmudece,
Antes que traer en su sutil murmullo
L os ecos del dolor con que tropieza;
E cos que exhala el lastimado orgullo
Del que su afrenta á comprender empieza.
Si amor de Patria, noble y abnegado
Quiere seguir las huellas
Del homérico tiempo ya pasado,
No busque en un presente
De insólitas querellas,
De esos días el rastro refulgente.
Para encontrar consuelo
A l ver tornarse en rápidas centellas
Los altos dones de una gran victoria,
El ciudadano de virtud modelo,
De Sarandí se inunda con la gloria
10 LUIS MELIAN LAPINUR
Y su fe alienta ese recuerdo puro,
Mientras que lucha por rasgar el velo
Que oculta los secretos del futuro.
También mi lira triste,
En homenaje á ese feliz pasado,
D e sus agrestes notas ha arrancado
Una que lo recuerda.
Si la amortigua el llanto. . .
Entre otros ecos de dolor se pierda;
Que si el mal no persiste,
Con las auroras que vendrán serenas
Esa lira alzará otra vez su canto,
Su canto de esperanza,
El himno del que avanza
A ensalzar glorias olvidando penas.
( « L a R a x ó n » , agosto de 1 8 7 9 ).
INMORTALE ODIUM. 1
S i n a tu ra n eg a i , f a c it in d ig n a n o v er su m .
J uvenal.
B leed , bleed , p o o r co u n try !
G rea t ty r a n n y , la y thou th y ba sis su re,
F o r g ood n ess dare not check thee!
A l a s , p o o r cou n try,
A lm ost a fra id to know its e lf! I t cannot
B e call ’ d ou r m other, but o u r g ra v e. v
Shakespeare . («Macbeth»)
Y en ta n ta s g lo r ia s tu, seh o r de todo ,
P a ra q u ien sa b e exa m in a rte, ercs
L o solam ente v il, el a sco, el lodo.
P u es sep a qu ien lo n iega y qu ien lo du d a
Que e s len gua la verdad de D io s severo,
Y la lengua de D io s n u n ca fu á m uda.
Quevedo.
L 'é g o is m e des m œ u rs doit s a lir la pa role ,
E t la h a in e du m a l en fa n te l’hyperbole.
O r don c je p u i s braver le reg a rd pu d ibon d
M o n v ers ru d e et g r o s s ie r , est honnete hom m e a u fo n d .
B a r b ie r .
N on f a r tregu a coi v ili: il sa n to vero
M a i n on tra d ir: ne p r o fe r ir m a i verba,
Che p la n d a al v i x io , o la v irtù derida.
M a n z o n i.
Lágrimas, que brotan puras
Del corazón desgarrado,
Busquen consuelo sagrado
1 . C o m p o s ic ió n r e c it a d a p o r s u a u t o r c u la c o n f e r e n c ia lite r a r ia c e le b r a d a
por el A ten eo en el te a tr o «S an F e l i p e » la n och e del 5 de s e p t ie m b r #
de 1881.
12 LUIS MELIAN LAFINUR
En sus horas de amarguras,
Fulminando las torturas
De servidumbre oprobiosa,
Con esa crudeza honrosa
Que en los tiempos de desquicio,
Más repugnante hace al vicio
Que una llaga cancerosa
II
Una mirada, un lamento,
La voz que acusa ó que llora,
Tanto la que inquieta implora
Como la que en rudo acento
Condena el obscuro intento
De una conciencia sombría,
Todas, tienen energía
Para maldecir, odiando
A los que sacrificando
La Patria, están día á día.
III
A l niño que en el dintel
De la vida pone el paso,
Y al anciano que á su ocaso
Y a exento de amarga hiel,
A la virgen tierna y fiel,
A l hombre duro y vehemente,
Al sencillo adolescente,
ECOS DEL PASADO 13
A todos, labran anhelos
De ver rodar por los suelos
Al crimen hoy prepotente.
IV
La noble causa oprimida
Por ser justa y por ser buena,
Que triste llora su pena
En el dolor sumergida,
Aun derrotada y herida
Puede alzar alta la frente,
Y al tiranuelo insolente,
Y al imbécil aterrado,
Y al verdugo ensangrentado,
Fijarles estigma ardiente.
No es sólo el fuego el que quema,
Ni el que marca el hierro rojo,
También abrasa el enojo
Del popular anatema
Cuando lleva por emblema
La justicia y el derecho,
Y arranca de su despecho
Un grito de indignación,
Que nace del corazón,
Que para ahogarlo es estrecho.
14 LUIS MEEIAN LAFINÜR
VI
Cante victoria el impío
Que en fratricida labor,
Vilipendia el patrio honor
Con cínico desvarío,
No recogerá su brío
En la batalla ganada
A la Patria desolada,
Más que el desprecio iracundo
Con que se execra en el mundo
La fuerza desenfrenada.
V II
Sociedad de malhechores
Que hacen del botín su afán,
Antes que ganar el pan
Como fieles servidores,
Prefieren hundir, traidores,
A la Patria en pena acerba;
Grey que corrompe y que enerva
Doquier su planta desliza,
Como á un campo esteriliza
Rastrera y tóxica hierba.
V III
Reprobos adormecidos
Del crimen en la embriaguez,
ECOS DEL PASADO 15
Del vicio en la lobreguez,
Para siempre pervertidos,
No escuchan ni los gemidos
Del pueblo en aciago instante,
Ni ven que cavan delante
De su obscuro despotismo,
Un insuperable abismo
A la Patria agonizante.
IX
Mas ¿qué importa á los precitos
Sin míís Dios ni ley que el oro,
Ni del nacional decoro
Ni de ver con sangre escritos
Sus nombres, y que malditos
Y odiados por siempre sean?
Como en nada eterno crean
Que á la virtud los remonte,
No tienen más horizonte
Que el del crimen que alardean.
Empecinados protervos
Sin fe ni rumbo moral,
En inmundo cenagal
Alientan del vicio siervos;
Son com o rapaces cuervos
En un campo de batalla.
16 LUIS MELIAN LAFINUR
La voracidad estalla,
Los sacia y no los enfrena,
Que á medida que los llena
Menos su furor acalla.
XI
Si empuñan la noble espada,
Noble en manos del guerrero
Que la esgrime brioso y fiero
En la gloriosa jomada,
No es que los reprobos, nada
Amen de lo que honra y brilla;
La espada de ellos mancilla
La Patria con torpe yugo:
La llevan com o un verdugo
Lleva su horrible cuchilla.
xir
Otros acaso más ruines,
P or interés miserable
Se prosternan ante el sable,
Sin anhelar otros fines
Que entre lujosos cojines
Y regios artesonados
Fingir hallarse inspirados
De sentimientos austeros
A l recontar los dineros
En la abyección alcanzados.
ECOS DEL PASADO 17
X III
Y así, esa corte servil,
De necios aduladores,
Y de infames impostores,
Corroe con su sutil
Veneno, el alma viril,
Pura, de la juventud,
Mostrándole alta virtud
A llí donde el mal se vela
Tras una ley ó una escuela
Para honrar la escla vitud.
$
X IV
Pero el ejemplo severo
Que dignifica y que enseña,
L o da sólo quien desdeña
De un déspota ruin y artero
Dádivas que en pordiosero
Truecan á un pueblo infeliz.
Que el que abate la cerviz
Y el contacto impuro no huye,
Ese al fin se prostituye
Como una vil meretriz.
VI
¿Cesarán las sutilezas,
Las farsas y vanidades?
¿Todas las iniquidades
18 LUIS MELIAN LA FINÍJR
De estos tiempos de bajezas,
De inconcebibles tibiezas,
Darán paso á la verdad?
¿Se diseñará otra edad
En un porvenir cercano
En que no sea empeño vano
Soñar con la libertad?
XVI
Oh! Patria de mis ensueños!
Numen de mi humilde canto,
Amor del alnBi, el más santo
Que sentí en los halagüeños
Tiempos en que tfi sin dueños
Que te oprimiesen vivías,
Se fueron aquellos días
Y ¡ay! no los siento volver;
Son mis recuerdos de ayer,
Son mis muertas alegrías!!
X V II
Alentó antes la esperanza
Con su almo fuego mi pecho,
Que hoy fatigado y deshecho
Ayes angustiosos lanza.
Unicamente se alcanza
L o indigno y bajo al presente;
ECOS DEL PASADO 19
P or eso inclino la frente
Y aunque resignado, vivo
Sin el entusiasmo altivo
De mi adolescencia ardiente.
X V III
M e postra ya el desaliento
Y me espanta el porvenir,
T e veo ¡oh Patria!, morir
Con ese martirio lento
Que concibe el pensamiento
Y no lo sabe expresar;
Quisiera no ver, dudar,
Para engañarme á mí mismo;
Pero n o . . . no es pesimismo,
D e vergüenza hay que llorar.
X IX
Mas el llanto acumulado
P or honda exasperación,
Lleve al último rincón
E l anatema lanzado
Por todo espíritu honrado,
A esa caterva altanera,
Que es sin freno hambrienta fiera
Que su mal instinto atiza
Y de gozo se electriza
Cuando mata y dilacera.
6
20 LUIS MELIA5í LAFINUE
XX
Y al réprobo ea su desvelo,
Remordimiento que aterra,
Tenaz sígalo en la tierra
Como un castigo del cielo.
Y hundido en perpetuo duelo,
Desde su conciencia de hombre,
Fantasma de horror le asombre
Con odios siempre en él fijos,
Que le muestre hasta sus hij os
Renegando de su nom bre!. .
( « A n a les del A ten eo d el U ru g u a y » , tom o l . ° , p á g in a 9 9 , a ñ o 1 8 8 1 )*
KL LUSTRO HORRIBLE.
l\yesia leída p o r el doctor A lfred o E . C astellan os en la tertulia l iterarlo - m ú s ic a t
org a n ixa d a p o r e l « C en tro de In s tru cc ió n » de San J osé e n la noche d el
1 8 de ju lio de 1 8 8 0 .
Sombrío en su amargura,
Gimiendo vacilante,
Y ahogado el corazón D o r la t o r t u r a
del mal doquier triunfante,
Cerróse fí las promesas de la tierra,
No oyó la voz del cielo,
Y juguete de míseros destinos,
Que arrastran en su vuelo
Cuanto de dicha encierra
El alma, en esperanzas soñadoras,
S ofocó s-us transportes peregrinos
En el sollozo de sus tristes horas.
Caliginosa nube en el presente,
V ió recorrer la bóveda estrellada,
Negro fantasma que en su seno hirviente,
Desolación y ruina
Y muerte y cautiverio,
V ino á anunciar en la hora malhadada,
De alzarse el cruel imperio,
De la feroz mesnada,
Que asuela, hiere, y criminal domina.
22 LUIS JIELIAtí LAFINUR
T o d o era luto en la desierta orilla,
T o d o era sangre en la manchada arena,
Que enhiesta la cuchilla
Del opresor maldito,
Fué un grito de dolor, el solo grito
A todos los martirios escapado.
Si en llanto acerbo y en aguda pena
Daba comienzo el día,
La noche que seguía,
C on horror arrastraba el eco helado,
D e un suspiro doliente sofocado
En la viril garganta,
D e la víctima inerme que moría,
Lanzando con acento que agiganta
La voz del desgraciado,
Su anatema al tirano que la oía
En repugnante orgía
Vilm ente encenagado.
A l golpe aleve del tajante sable
La libertad fué herida,
L a ley escarnecida,
E l pillaje más ruin entronizado:
Conjunto de maldades implacable,
Que azote fué de un pueblo esclavizado.
E l ideal que levanta corazones,
L a santa exaltación del patriotismo,
Del bien ansiado la fecunda idea
ECOS DEL PASADO 23
Que del justo en la mente centellea,
Todo lo digno de eternal memoria,—
R odó al obscuro abismo
D e inmundas y sarcásticas pasiones,
Y el noble orgullo que el honor pasea
Ante la faz del mundo,
Para alcanzar un lauro de la gloria,
Y ceñirlo en la sien enaltecida
D e la Patria querida,
Con el respeto del amor profundo,—
Ese arrullo de excelsas afecciones,
Que el alma en sus ensueños acaricia
Con íntima delicia;
Inspiración del pecho enardecido,
Y luz de la conciencia iluminada
Por el fuego de un astro bendecido,—
Fué sólo un sentimiento prostituido
Por la cruda algarada
De feroces y bárbaros sayones, .
E impúdicos, imbéciles bufones.
Si fuese, ¡oh Dios! posible
Que la Patria muriese asesinada,
Durante un lustro horrible
Caído habría por siempre degradada.
Los hombres que su seno desgarraron,
Y su bandera límpida escupieron,
Eran bandidos que su honor robaron,
Y asechanzas de muerte la tendieron.
24 LUIS MELIAN LAFINUR
Pero la Patria si angustiosa gime,
Morir no puede en cueva de ladrones,
Porque es grande, es eterna, y es sublime
A despecho de déspotas é histriones.
Si inecrustable sino,
Más ignominia y duelo decretase,
A lgo perpetuamente viviría
Que su nombre del cieno levantase.
Abierto está el camino,
Q ue brota luz y gloria todavía,
Y que muestra por prez de una bandera,
Una playa, una loma, una ladera,
Que á la voz del clarín se estremecieron.
¡Alta epopeya que amor patrio expande!
Que el entusiasmo de otra lid enciende,
Y el corazón frenético electriza,
Cuando á la libertad sus brazos tiende,
A l aspirar el aura que eterniza
En recios ecos el valiente grito,
Con que el Arenal Grande
La herencia recogió que le trajeron
Las brisas de Las Piedras y el Cerrito.
Con el recuerdo de épicas acciones,
Juzga el pueblo del crimen el delirio,
Y altivo evoca en días de martirio,
A l genio de sus grandes tradiciones.
ECOS DEL PASADO 25
C on saña impía y con crueldad traidora,
Feroz ó impunemente,
El terror contra el pueblo no se apura:
N o se esgrime la espada destructora,
N o se corrompe la conciencia pura,
N ie l corazón que por lo noble late.
Tendrá su hora inclemente
E l réprobo maldito,
En que doquier su crimen verá escrito,
En que sombra tenaz que horrores vis
C on mil remordimientos le retrate
La faz lívida y triste
De víctima inocente.
La indignación entonces que germina,
Pálido emblema del dolor latente,—
Como protesta al ominoso yugo,
U n sello acusador pondrá en su frente;
Porque al Destino plugo,
Q u e el que roba, corrompe y asesina,
Tenga el alma y el rostro de un verdugo.
Pero algo más que indignación y espanto,
Siente un pueblo viril escarnecido,
En días de vergüenza y de amarguras;
Y el patriotismo santo,
Si hoy no puede romper las ligaduras
Q ue su ímpetu de lucha han contenido,
D el civismo mañana en los altares,
Desatará en ofrenda
Sus iras ejemplares.
26 LUIS MELIAíT LAFINUR
Y en la tarde feliz del nuevo día,
De un Sol poniente el fugitivo rayo
Reflejará la tétrica agonía
D el despotismo en su postrer ensayo.
Y luego en clara noche, cuando el cielo,
Rasgando de su faz el denso velo,
Sus almos luminares
P or el espacio extienda,
Alumbrará con la final contienda,
La redención del suelo.
¡Mañana! es la esperanza
Del ánimo afligido!
Es el astro que el alma en lontananza
Descubre entre celajes detenido,
Para alumbrar el paso
Que deja en el ocaso,
D e odio y muerte los sueños pavorosos,
Las turbas en el mal desenfrenadas,
Y las malas pasiones desbocadas,
En los días del crimen oprobiosos.
¡Mañana! un triunfo el corazón presiente,
Sobre la fuerza efímera, la idea
De luz inextinguible;
La que al radiar potente,
Sobre la Patria, un porvenir le crea
Que su honra rehabilita,
Haciendo para siempre ya imposible,
La raza de los déspotas maldita.
( « L # R a x o n » , 1 8 de ju lio de 1 8 8 0 )►
I.AS DOS FECHAS (1825-1883).
Un día, alzado el lábaro
D e redención y gloria,
Se propagó el estrépito
Que evoca hoy mi memoria:
Fué aquel, destello prístino
D e un próximo fulgor.
Varones de férreo ímpetu
Lucharon y vencieron,
En su camino espléndido
Su pie no detuvieron
Jamás ante otro límite
Que el de su patrio amor.
£1 mundo miró atónito
Aquel luchar de bravos,
Aquel esfuerzo súbito
Para trocar de esclavos
La vil tiniebla lóbrega,
Por luz de libertad.
Pisó la tabla el náufrago
Y se lanzó al oleaje
Con agitado júbilo.
La arena y el boscaje
Y de la Patria el hálito
Calmaron su ansiedad.
28 LUIS MEEIA3T LAFINUR
De Sarandí el relámpago
H ijo de la tormenta,
Fué la visión fatídica
Con que al vengar su afrenta,
E l que fué esclavo, indómito
A su amo apareció.
Y a los treinta y tres héroes
Ganaron la partida.
Surco de sangre cárdeno
Dejando va la herida
Que a! enemigo, exánime
Postra en Ituzaingó!
*
**
Que venga ahora el inválido
De la gigante brega,
Y al disceñir su clámide,
Con voz que al alma llega,
Diga ¿del lustro atlético
La huella dónde está?
A l rostro el rubor último
Suba, y el labio calle;
No finja fuerza el ánimo,
Y el corazón estalle:
Virtud, altivez cívica.
Nada nos queda y a !. . .
Nos cruza el rostro el látigo
De impúdicos histriones;
ECOS DEL PASADO 29
Pasión de aliento vivido
N o está en nuestras pasiones,
Y en femeniles lágrimas
Sólo el ardor se ve.
Hemos tirado pródigos
La herencia de la gloria;
La hemos trocado, imbéciles,
P or la más vil escoria,
Y hoy ni remedo lánguido
Somos de lo que fué.
No salgan de sus túmulos
Nuestros gloriosos muertos;
Contemplarían la pérdida
De su obra, y ya desiertos
Los templos que su fe íntima
Alzara á la virtud.
N o pidan al escéptico
Cuenta de sus errores;
Am or de Patria férvido
N o tiene adoradores:
Y a los sedujo el ídolo
D el miedo y la quietud!. . . .
Allá en su tumba lúgubre
Lancen el anatema;
En el silencio tétrico
Suspiren la suprema
Conminación enérgica
D e su viril desdén.
30 LUIS MELIAN LAFINUR
Pero en la urna quédense;
Sus armas no hagan ruido,
Que los arreos bélicos,
Con su marcial sonido,
Son hoy de la ley, máxima
Afrenta, y no sostén.
¡Nada nos queda! En lástimas
V ivim os impotentes.
Nos falta la fe présaga
D e luchas esplendentes,
Que hiciera en otras épocas
El entusiasmo arder.
En este inmenso piélago
D e triste desventura,
V a sólo al alma el légamo
Que en fango la satura:
La azul onda cristálica
El cieno fué á acrecer!. . .
En el pasado, incólume
Am or patrio, impelía
A l sentimiento homérico
Que en triunfos se mecía,
Sin conocer obstáculos,
N i rotas concebir.
P or eso fué aquel rápido
Luchar y dictar leyes,
ECOS D E L PA S A D O 31
Herir con rayos ígneos
Las frentes de los reyes,
Y en pos la senda límpida
Mostrar del porvenir.
H oy corre la idea huérfana
D e protección y asilo,
E l hecho brutal, ávido
D e presa, va tranquilo
Siguiendo su via cínica,
Su marcha de chacal.
Murió ya todo estímulo
Del anhelar gigante;
Resignación sin término
Es voz de cada instante;
D e servidumbre mísera
N o pesa ya el dogal.
¡Nada nos queda! ¡Gélidos
Están los corazones!
Bajo su fría lápida,
Las muertas ilusiones
Dejan vagar errátiles
Las sombras del dolor!
D e brío ni una ráfaga
Llega á esta vida quieta,
Que se desliza anémica,
Como en estéril grieta
Planta que pierde lívida
Su aroma y su color.
32 LUIS MELIAN LAFINUR
¡Nada nos queda! Aléjase
H oy ya hasta la esperanza;
Y vese incendio alígero
Que nuestro paso alcanza
Para asfixiar el último
Aliento varonil.
Y a en el abismo, el vértigo
Marea las cabezas,
Y el pensamiento trémulo
N o encuentra en sus tristezas
M ayor arranque intrépido
Que postración servil!. . . .
¿Por qué callar mi cántico
Que ya nada nos queda?
¿Por qué en corriente plácida
Tornar la onda que rueda
Y arrastra en su vorágine
Cuanto hay, con furia atroz?
Fuera el silencio tímido
Tan mísero con su elo!!.. . .
Fuera el mentir impávido
Tan vergonzoso velo!!. . .
Que la verdad su espíritu
Infiltra hoy en mi voz.
( 1 9 de a b ril de 1 8 8 3 . — « A n a les del A teneo
del U ru g u a y» , lom o I V , p á g in a 3 8 8 ) .
SARANDI.
12 DE OCTUBRE DE 1825
¡Campos de Sarandí! Por patria ofrenda
Llevaréis hasta el siglo más lejano,
El honor de la homérica leyenda
Que arrastró un pueblo á sin igual contienda,.
«Carabina á la espalda y sable en mano».
El aura tibia que el follaje mece,
Quietud suspira en el verdoso llano;
¡Mas de pronto la tierra se estremece!. . .
Es que el caudillo indómito aparece,
«Carabina á la espalda y sable en mano».
Si está escrito,— se dice,— venceremos!
En prez del pabellón republicano;
Si nos toca m orir. . . bien, ¡moriremos!. . .
Pero sin mengua; intrépidos caeremos,
«Carabina á la espalda y sable en mano».
¿Y quién es é l. . . que su falange aclama
Cuando á ella nunca se dirige en vano?
¡Es Lavalleja!. . . Sed de gloria inflama
Su pecho, y lanza esta inmortal proclama:
«Carabina á la espalda y sable en mano».
✓
34 LUIS M E L IA N LA F IN U R
Jinetes en sus potros furibundos,
Y atentos á su altivo ceño ufano,
Para dar muerte en noble lid fecundos,
L o siguen sus soldados tremebundos,
«Carabina á la espalda y sable en mano».
Sangriento fué y terrible el entrevero,
Y un breve instante el triunfo obscuro arcano!. . .
¡Muy breve sí!. . . N o hubo escuadrón guerrero
Que resistiese aquel ataque fiero
«Carabina á la espalda y sable en mano».
En el fragor del épico combate,
A l choque del acero toledano,
N o hay pólvora que el triunfo allí dilate,
Que más presto el obstáculo se abate
«Carabina á la espalda y sable en m ano».
Una descarga unísona y nutrida,
Ensaya con esfuerzo sobrehumano
E l soldado imperial, que ve perdida
Su esperanza, en la atroz arremetida
«Carabina á la espalda y sable en mano».
La enemiga legión, antes serena,
Cede el campo al empuje soberano
Q ue sobre ella su furia desenfrena
Y filas acuchilla y desordena
«Carabina á la espalda y sable en mano».
ECOS D E L PA S A D O 35
No se contiene, no, raudo torrente,
Ni al rayo destructor, ni al océano,
Ni ese coraje de civismo ardiente
Del uruguayo que atacó de frente
«Carabina á la espalda y sable en m ano».
Fue así menguada la ilusión fallida
1)e romper aquel ímpetu espartano,
Aquel desprecio de la propia vida,
Con la bala de plomo recibida
«Carabina á la espalda y sable en m ano».
El casco del corcel que en su carrera
1lollaba el libre suelo americano,
Envolvió en polvo la imperial bandera
I'legada ante la carga postrimera
«Carabina á la espalda y sable en mano».
¡Oh Sarandí!. . ¡Oh inmarcesible fruto
I te excelsa gloria en su laurel lozano!
I'ara mi patria es el mayor tributo,
Tu prodigioso triunfo de un minuto
«Carabina á la espalda y sable en mano».
{ * E l S ig lo », 1 2 de octubre de 1 8 8 7 .)
7
LA HUÉRFANA DE CHAMIZO.
A la s e ñ o r a P ila r d e H e r re ra d e A rte a g a .
A u d ie t civ es a cu isse fen ru m ,
Q uo g r a v e s P e r s a m eliu s p c r ir e n t
A u d ie t p u g n a s v iiio p a ren tu m
R a r a ju v cn tu s.
H oracio.
Aquel ornbú gigante, que á la tapera
Brinda su grata sombra, fué allí plantado
P or m>s abuelos: viejos de vida austera
Noble dechado.
La que hoy sólo es tapera que el viento embiste
Y sofoca la fuerza de los cardales,
Fué el hogar de los míos. Y ora es tan triste
Como mis males!
La calandria del monte su dulce canto
A entonar no se aviene sobre una ruina;
Las hojas del caicobé, que regué tanto,
Y a el sol calcina!
Gárrulas torcazas que al hacer alarde
D e confianza inocente siempre acudieron
A comer en mi mano mañana y tarde,
Por siempre huyeron.
ECOS D E L PA S A D O 37
A lbo el clavel del aire, de mis cabellos
No ha de volver á verse nunca pendiente;
La flor roja del ceibo tampoco de ellos
Caerá á mi frente.
H oy huérfana y sola mis tiempos son duros,
A causa de aquesos funestos colores:
Divisa en mi Patria de enconos impuros:
D e mil horrores.
Herencia maldita, que en la sangre anega
De luchas infames el suelo querido,
Sembrando la muerte, llamando á esa brega
Deber cumplido!
Son ambos partidos los que egregia fama
Serviles le crearon al ruin caudillaje
Y honrarlo en su tumba la Patria proclama
Postumo ultraje.
De hiel de esos bandos la historia está llena:
I’róceres ilustres los dos inmolaron!
Y al poder extraño. . . ¡vergüenza que apena!. . .
Am bos llamaron!
Más recuerdos nefastos cuentan mis días,
Que el Canelón de las piedras tiene de hojas;
Y al Chamizo se mezclan lágrimas mías
Que son congojas!
38 LUIS M E L IA N E A F IN U R
T od o el mundo he perdido de mis ensueños,
Desde la acerba noche que en la enramada,
Luego de oir los acentos más halagüeños
De ser amada,
Ñacurutú siniestro, con su agorero
Mortal lúgubre anuncio, temblar me hiciera!
Cuando de mi novio, dulce adiós postrero,
M e entristeciera!
— M e voy á la guerra, con pesar, decía;
Y acaso ¡ángel mío! jamás vuelva á verte;
L os que me compelen á esa guerra impía,
Me dan la muerte!
Nunca yo tuve odios. En este momento,
M e arrastra un destino fatal. Mas seguro
Ten que sea tu nombre mi final acento:
Y o te lo juro.—
Sin más perspectivas ni más ilusiones
Q ue morir al bote de terrible lanza,
Partió el doncel; y ¡ay! hubo dos corazones
Sin esperanza!
Fragorosos ecos de horrible refriega,
Fúnebres graznidos que del vil carancho
Se escuchan lejanos. . .; todo, todo llega
Hasta mi rancho.
ECOS D E L PA S A D O 39
D e repente veo que en tosca camilla,
Envuelto en su poncho, es mi prometido
El que dos soldados, desde la cuchilla
Bajan herido.
— Caudillos y ambiciosos, miren su hazaña,
El pobre joven dijo febricitante:
M il hogares enluta su horrenda saña
En este instante.
Y a voy sintiendo ¡mi alma! que no respiro;
La muerte cruel desata terrenos lazos!
Es deleite inmenso mi último suspiro
Entre tus brazos!!
Estrechada a! cadáver, yo no quería
Sepulto y sólo dejarlo al pie de un tala;
Las espinas de ese árbol fueron tal día
M i nupcial gala!
— M i buen padre entonces, ven, hija, me dice:
Tú sabes que uno á uno yo vi á tus hermanos
Morir en la lucha, que hay quien eternice
Odios ¡ah! insanos.
Tus cuitas, las mías, ¡oh mi hija!, sospecho
Son penas amargas que el tiempo suaviza!
— M i herida es de aquellas que parten el pecho:
N o cicatriza!
40 LUIS MELLAN L A F fN U E
El teru-tero en esto lanza su aviso,
Y tropel se siente de una turba airada,
Q ue asalta furiosa, feroz, de improviso,
Nuestra morada.
— ¿Quién aquí traidores, dijo el jefe, ayuda?
— No hay traidor ninguno, mi padre responde,
N i motivo existe de actitud sañuda
Que el furor ahonde:
Con piedad sencilla, tumba humilde dimos
A un mísero herido que aquí falleciera;
Y el deber sagrado que con él cumplimos,
Es de cualquiera.
— Ah! viejo canalla! profirió un lancero.
Entonces inquieta se acercó mi madre:
Y ió sólo que un golpe villano y certero
Mató á mi padre!. . .
— ¡Huyamos al monte!, ya el chajá me llama,
D ijo ella, me llama desde la laguna;
A quí el hombre es la fiera que mata y brama
Como ninguna.
Huyamos de esos tigres enfurecidos;
Sólo sangre miro que mi mano toca!
E l chajá me llama ¿no oyes sus graznidos?
— ¡Estaba loca!. . .
ECOS D E L PA S A D O 41
A la sombra de un sauce vimos lejana,
Del incendio del rancho negra humareda;
¡Y con tantos estragos la bestia humana
Gozosa queda!
— M i madre repite, son justos, son bravos;
Pero tengo miedo; yo quiero esconderme;
Detrás de todos esos grandes guayabos,
No podrán verme!
Los siento ¡ya vienen!; me matan ¡bien mío!
La pobre demente con espanto grita;
Que en el fondo, agrega, del profundo río
Y a á ahogar su cuita!
Impedir procuro que se precipite;
De un sarandí me tomo; tenerla asida
Quiero, y la rama cede sin que yo evite
De ambas la caída.
Después no supe nada. Bueno un vecino,
A l despertar yo en casa desconocida,
Me dijo que del fondo de un remolino,
Desvanecida,
Me sacó del arroyo con gran trabajo;
Mas no á mi pobre madre, que sepultada
Se halla en la ladera do se ve allá abajo
La cruz clavada.
42 LUIS M E L IA N L A F IN U R
Salvarla no pudo. ¡Feliz fué su estrella!
¿Qué bien le esperaba, qué días mejores?
¡Eu vez de sus hijos y esposo, la huella
De sus dolores!
¿Y yo para qué arrastro mi triste suerte,
Más que el ñandubay dura para conmigo?
Y o no odio y me matan los odios de muerte
Que yo maldigo.
Como la flor morada del camalote,
Que el torrente arrebata sin rumbo cierto,
D e mi infortunio al paso no hallo un islote,
Faro ni puerto.
M i vida es la historia de la raza mía,
Que si sus rencores fatales no inmola,
Nueva raza hebrea se verá algún día
Errante y sola!
Eso si no juega porvenir y vida,
Segunda Polonia, desangrada, inerte,
Y soporta de otra nación más unida
La ley del fuerte.
Estas perspectivas mis noches devoran
En lúgubre insomnio de horribles temores;
Y no ven mis ojos mientras tristes lloran,
. Tiempos mejores;
ECOS D E L PA S A D O 43
Porque la discordia feroz que enceguece,
Los viles explotan con cínico engaño;
Y un pueblo inconsciente desfila y perece
Como un rebaño.
Problemas resurgen que son pavorosos;
Que alejan la aurora que anhela el civismo,
Y en vez de ella se abren los antros fangosos
D e un negro abismo.
En estas visiones de fúnebres penas
No sé dulce consuelo de quién implore!
Sin hogar, sin Patria, no hay horas serenas!
Dejad que llore!
1897.
CANTO ESCOLAR.
CORO
Sea nuestra enseña
L a augusta verdad:
N uestro amor eterno
Patria y libertad.
¡Arriba, muchachos!
¡Aire á nuestro pecho!
Dejemos el lecho;
Que muera el sopor!
Y a al nacer el día
Trina sus amores
Entre luz y flores,
Alado cantor!
E l potro altanero
Busca la gramil la;
Desde la cuchilla
Se le ve correr.
Y el toro soberbio
Junto á las laderas
Con sus compañeras
Lánzase á pacer.
ECOS D E L PA SA D O 45
Risueño el rocío,
Sus perlas derrama
En la flor que llama
Sus hojas á abrir;
Y en el horizonte
Cambiantes de fuego
Proclaman que luego
El sol va á lucir!
Suspiros del aire
Que raudos se esfuman,
Sutiles perfuman
La aurora estival;
Y en campo alfombrado
De verde esmeralda,
D e carmín y gualda
La nube, es cendal.
La naturaleza,
D ócil, complaciente,
Inicia esplendente
Su emporio de luz.
Y el alba ligera
Con su veste blanca,
A la noche arranca
Su negro capuz!
También en el alma
D e inocente niño,
Más pura que armiño
46 LU IS M E L IA N LAF1NUR
¡Sublime joyel!
Se extiende la noche
De obscura ignorancia,
Cuando de la infancia
Se halla en el dintel.
La luz que lo salva
D e caer al abismo,
Y que es asimismo
Su estrella polar,
Es una: la escuela,
Que enseña y redime,
Y en su mente imprime
L o que debe amar.
A la escuela, entonces,
Todos á la escuela,
La Patria ya anhela
Que con prontitud
Concluya por siempre
D e injustos prejuicios
Y atávicos vicios,
Dura esclavitud.
Honremos al maestro
Que en nuestro camino
Con previsor tino
La zarza apartó;
Y siempre abnegado
ECOS D EL PA SA D O 47
Espinas se hincara
Cuando desbrozara
La tierra que holló.
E l maestro, el amigo
Que jamás agravia,
Mantenga la savia
D e nuestra niñez,
Para que más tarde,
Buenos ciudadanos,
Sea en nuestras manos
La Patria honra y prez.
Juremos amarla,
Defenderla unidos;
Sean sus latidos
Nuestra propia voz.
Y ante el extranjero
Discordia que estalle,
Q ue el vituperio halle
D e un crimen atroz,
D e aquellos que afrentan
Y el mundo maldice,
A l par que bendice
E l cívico ardor.
Juremos, entonces,
Con honra que obliga,
Que hermanos, nos liga
Nuestro patrio amor.
MI BANDERA.
¡Oh! bicolor bandera que yo adoro!
Tus emblemas de honor son duraderos;
D e gloria tú acumulas un tesoro,
¡Oh bandera radiosa de Caseros!
Bien sabes tú lo que es flamear al viento,
Cuando la aurora luce de aquel día,
En que impele tu marcha el pensamiento
D e en su alcázar trozar la tiranía.
Y a se forma la línea de los bravos;
Los pabellones lucen sus colores;
V an á ser redimidos los esclavos
A l són de las trompetas y tambores.
En la vanguardia avanzan los guerreros
Que al brillar tus insignias se enardecen.
E l corazón les templa los aceros,
Y á tu sombra en empuje heroico crecen.
¡Más adelante que ellos no va nadie!
Impávidos, desprecian la metralla.
P or eso no hay un pabellón que radie
Más fulgores de gloria en la batalla.
ECOS D E L PA S A D O 49
El tirano argentino que insultaba,
Con su injuria infernal ;í mi bandera,
E l día de Caseros la encontraba
En frente á sus baluartes la primera.
Invicta, tremolando esplendorosa,
Da con el despotismo al fin en tierra;
Y la página inscribe más hermosa
De la epopeya que su triunfo encierra.
Quizá el saludo con mayor estruendo,
Recibió otro estandarte en lid reñida,
Por el infame orgullo combatiendo
D e un rey que jugó el cetro en la partida;
O por odioso ensanche de fronteras
Y agregar nueva joya á una corona,
Con razones impúdicas y arteras
Que el abuso del fuerte sólo abona.
Mas tú, tela inmortal, celeste y blanca,
Es por la libertad que al fuego fuiste;
Y un lauro inmarcesible que ella arranca
D el árbol q*ue regó, tú te ceñiste.
Son sombríos los triunfos de la brega
En que la sangre humana corre á mares;
Mas por la Patria si el momento llega
De derramar la mía en sus altares,
50 LU IS M E L IA íí L A F IN D E
Y o anhelara en la rota <5 ¡a victoria,
A l exhalar mi aliento postrimero,
N o tener otra túnica mortuoria
Q ue mi bandera que yo tanto quiero.
3 de feb rero de 1 8 8 5 .
LA LIBERTAD.
A n a r ch s a n d p r ie s ts ich o feed o n gold a n d blood ,
T ill w ith the s ta in th eir in m o st sou ls are d yed ,
D r o v e the aston ish ed herds o f m en fro m ev ery sid e.
Sh elley.
Para servirte, débil es mi aliento;
Para adorarte, ¿qué es mi idolatría?
Si por algo contase yo en el mundo,
M i corazón te diera con mi vida.
Tenue mi voz no tiene ni prestigios
N i con ninguna resonancia vibra,
Y las turbas airadas no la escuchan
En el tumulto de su ardiente lidia.
Sin freno alguno corren arrastradas
D el demagogo por la voz maldita;
Y forjan en su rudo desentono
Las cadenas de cruda tiranía.
La voz de la razón no las contiene;
Las envenena el aire que respiran;
Y ¡oh libertad!, buscándote en el cieno,
En los miasmas del cieno hallan su asfixia.
8
52 LUIS M E L IA N L A F IN U R
¡Cuán lejos de ti están aquellos tiempos
En que la voz del genio se cernía
En las alturas de inmortal tribuna,
Por puro patriotismo enardecida!
N o volverán á iluminar tus fastos,
Los varones insignes de otros días!
Y sin embargo es hoy que, más que nunca,
Los próceros sin tacha se precisan.
Ellos murieron sin que su obra santa
La humanidad dejase redimida;
El eco de su voz se pierde envuelto
En el estruendo de mundial orgía.
La democracia antigua es una nota
Que con sangre de esclavos está escrita:
Buscaba la igualdad para una clase
Mientras en cautiverio otra gemía.
El Agora retiembla con el rayo
Que en la frase á los griegos electriza;
Pero al mísero ilota no redime
De su perpetuo vergonzoso estigma.
Tampoco los romanos apreciaron
Tu caro precio ¡oh libertad querida!
De Catón y de Bruto el noble ejemplo
No inspirará, no, inmolaciones cívicas.
ECOS D EL PA S A D O 53
Sufriendo los plebeyos la ley dura
Que con desdén atávico los mira,
A un paso están del miserando esclavo
Que sucumbe al azote y la fatiga.
E l Cristo que á las turbas desgraciadas
Que sufran y toleren les predica,
Porque no es su reinado de este mundo,
Tam poco salva la conciencia altiva.
«A l César dad lo que es del C ésar», dice,
En los momentos en que al orbe indigna
La espantosa crueldad con que Tiberio
Ejerce su ominosa tiranía.
Y agrega: si ese monstruo con su mano
Os pone colorada la mejilla,
Nada os importe: presentad la otra;
Con humildad la afrenta se mitiga.
Y así marchan al circo los cristianos,
A divertir la plebe que los mira
Con desprecio en las garras de las fieras
Que con ciego furor los descuartizan.
La libertad no nace del suplicio
L)el creyente que dobla la rodilla,
Sin más protesta que la de ultratumba,
Que á burla más que á compasión incita.
54 LU IS M ELIAN L A F IN U R
Los bárbaros darán al fin en tierra
Con las legiones que otro tiempo invictas,
Cejan sintiendo que los campos huella
La falange feroz que sigue á Atila.
Y a caen de todas partes escuadrones
Que la barbarie con furor arrima,
Para romper el cetro de un imperio
Que sólo inmunda corrupción cobija.
El paganismo en su sangrienta arena,
Y el hombre-dios con su bondad sumisa,
N o pusieron un dique á la avalancha
Que á Roma sorprendiera envilecida.
N o es, no, la Roma altiva de los Gracos,
La que sangre de mártires destila;
Con el Imperio descendió al abismo
La libertad que el rudo César pisa!
N o hay luego para ti ni un leve soplo
En la noche tan larga y tan sombría
De la edad media, que en sopor funesto
De todo ideal apagará la chispa.
El fraile en su convento encastillado,
La libertad aprisionó en la cripta,
Y del señor feudal llenó la copa
En que el licor de la opresión se liba.
ECOS D EL PA S A D O 55
No te dará la Roma del Papado
Más que vil corrupción y simonía,
Superstición sin fin, y las cadenas
Que forja el fanatismo que la anima;
Superchería religiosa, engaño,
Vense también fuera de Roma misma;
Y con lanzar denuestos al Papado
La libertad jamás se glorifica;
Que no fué, no, el apóstata Lutero
Con su reformación y con su cisma,
El que pudiera á la conciencia humana
Darle una nueva prestigiosa insignia.
Cambió ese fraile un fanatismo impío,
P or otro fanatismo que esclaviza;
Y la persecución lanzó su carro,
Desbocado el corcel, rota la brida.
Y Cristóbal Colón al desposarse
Con la América virgen, no sabía
Que iba el velo nupcial á retorcerle
En su cuello á la virgen la conquista!
Que América inocente, por bandidos
Violada se ve luego, envilecida,
Y la barbarie colonial empieza
A llí donde la indígena termina.
56 LUIS MULTAX L A F IN U R
Fuiste, América, esclava de malvados,
Que sólo infamia á tu inocencia brindan.
El burdel fuiste así de aventureros
De la hez que España sobre ti vomita!
En la noche sin fin de tu martirio
Duerme la libertad, duerme tranquila,
Sabiendo que la aurora de Ayacucho
Le está ya de antemano prometida.
Tu hora tampoco ¡oh libertad! te llega
Cuando radiante Cromwell, esgrimía
Su espada, la corona destrozando
D e un rey ante la faz trémula y lívida.
El protector no amó las libertades
Que de los pueblos son la noble egida;
P oco fundó; su efímero dominio
Cayó á la fosa con su espada invicta.
Del gran siglo diez y ocho resplandece
La luz de su inmortal filosofía;
Y la revolución más sacrosanta
Entre el asombro universal, inspira.
Sus principios eternos caen á poco
En manos de la más atroz gavilla,
Que ¡oh libertad! tus glorias escarnece
En tu nombre al alzar la guillotina.
ECOS D EE PA S A D O 57
Y aquellos furibundos demagogos
Q ue no se devoraron en la orgía
D e sangre en que á su patria encenagaban,
Prostituyeron su virtud mentida,
Cuando la planta del tirano ruda
N o encontró un alma de civismo altiva;
Q ue del déspota fueron chambelanes
Los que hundieron la antigua monarquía.
D e los declamadores y verdugos
N o fuiste ¡oh libertad! sacerdotisa;
H izo bien Bonaparte en afrentarlos
Con el látigo que ellos merecían.
Los viles así á Francia contemplaron
En galardón de efímeras conquistas,
P or las glorias de un déspota guerrero,
Retaceada dos veces y vencida.
T u asiento sólo está en el N uevo Mundo,
Donde tu amor ¡oh libertad! se infiltra,
Y nace la República gloriosa
Q ue de tu orgullo es hoy la primer cifra.
Una mancha á ese sol tan refulgente
Su brillo secular entorpecía;
Pero Lincoln con alma de espartano
Del todo la borró en pujante liza.
58 LU IS M E L IA N LA F IN U E
La igualdad en América es un dogma;
De un confín hasta el otro está extendida
La escuela de la santa democracia,
Que es de los pueblos libres la divisa.
Demagogos, caudillos, tiranuelos,
Aun del crimen se dan la espuria cita;
Que en el revuelto mar de las pasiones,
D el desorden el fuego ellos atizan.
Pero esas nubes pasarán, y entonces
El cielo América al mirar tranquila,
Yeráte ¡oh libertad!, resplandeciente,
Y com o los espacios, infinita!
E l momento feliz también ya llega
D e adorarte en mi Patria ¡oh noble diva!
Y a lo alcanzo; morir puedo tranquilo,
Sabiendo que ella de tu amcr es digna.
¡Oh! ¡digna s í!. . mi corazón lo dice,
De ser en tu regazo recibida,
Y que en abrazo estrecho la acaricies
Como á la predilecta de tus hijas.
M i Patria á que tú la ames tiene puro
Un timbre que sus fastos ilumina:
Que nunca resignada dobló el cuello
A la coyunda de un tirano uncida.
ECOS D E L PA SA D O 59
El despotismo, efímero fué en ella.
Si lo aceptó la adulación sumisa,
A bono fué de cívica protesta
La sangre del martirio y de la lidia.
Todos los miserables que hoy afrentan
A más de una nación envilecida,
Cayeran para siempre fulminados
Del Uruguay al aspirar las brisas,
Que es la mía la tierra de los libres;
Como yo la soñé en mis alegrías,
Para que el culto con que yo la adoro
Mis hermanos también juntos le rindan.
1888.
»
ESTROFAS.
AI doctordonAlejandroMagarifios Cerrante*.
¡Oh ideal de mis ensueños! dulce imagen
Que me alientas con íntimo consuelo,
Buscándote, con insaciable anhelo,
Ya corriendo mi triste juventud.
Las huellas de tu paso por el mundo,
Siempre he rastreado con afán doliente,
A fin de que radiases en mi frente,
Un rayo de esperanza y de virtud.
¡Te busco y te idolatro! He de encontrarte,
Astro errante hoy, <5 nube pasajera!
Te ocultas cual fantástica quimera,
Y renaces después aérea visión.
Con los destellos de tu luz inquieta,
Brillando de la vida en el camino,
Iluminar debieras un destino,
Que en sus penas presiente el corazón.
Desde las cumbres á que el alma asciende
En horas de entusiasmo y de delirio,
Hasta los antros que el atroz martirio
■Se forja en el descenso de la fe,
ECOS D E L PASAD O 61
Todas las sendas he cruzado absorto,
Perdiendo fuerzas <5 cobrando brío,
P or huir los horrores del vacío,
Y darle, base al vacilante pie.
¿ Y ha de haber quien reniegue los altares
En que el incienso del honor humea?
¿Quien no aclame la gloria gigantea?
¿Quien no adore la augusta libertad?
N o es de temer, no, el despotismo aleve,
Q ue se arrastra en ei crimen, impotente,
Mientras tenga su culto reverente
Por el ideal del bien la humanidad.
E l mal, com o las olas, sube y baja;
Y en el hirviente piélago ondulando,
Puede la tempestad alzar bramando
E l fango que en los fondos encontró.
Mas si levanta entre su blanca espuma
Una ola, escorias del inmundo abismo,
Soberbia en pos viene otra que allí mismo
Hunde lo que antes la primera alzó.
¿Por qué perder de la esperanza amiga
E l presagio en la mente soñadora?
El alba tenue que al venir colora
Las nubes con levísimo arrebol,
Vístese luego de fulgor radiante;
Y así no es albor ya. La luz retrata,
Q ue en el espacio inmenso se dilata,
V ivaz reflejo de esplendente sol.
62 LU IS ME LIAN L A F IN Ü R
También el pensamiento humilde nace!. .
Secreto de un cerebro, se quereila
De su fatal y maldecida estrella
Que lo contiene refrenado en sí.
Mas luego se difunde y se hace verbo,
Llega á la multitud y la despierta,
La llama enciende de esperanza yerta,
Convierte el desencanto en frenesí.
La eternidad del mal no se concibe,
Y el crimen nada serio fecundiza;
E l martirio su sangre cristaliza
Y á su través se ve la redención.
La palabra es veloz cual fuego alado,
Y un grito que se esparce en raudo vuelo,
D e Marnix llegar puede, ó Massanielo,
A un pueblo con potente vibración.
Ese es el día en que el ardor revive
Que el alma calcinaba entre las sienes!
Del popular esfuerzo en los vaivenes
Siempre algo grande y liberal surgió!
Los déspotas, después, es cierto, enlodan
E l triunfo, y el honor viles mancillan,
Fingiendo que las glorias sólo brillan
Por lo que á ellos el éxito les dió.
Pero ¡ah! no saben, insensatos, necios!. . .
Que el mundo por un nombre no se ufana,
Que efímera es la vanidad humana,
Que olvido y triunfo confundidos van.
ECOS DEL PASADO G3
E s lo q u e v i v e la l e c c i ó n s e v e r a :
C é s a r p o r e l p u ñ a l a t r a v e s a d o ,
E l G r a n d e B o n a p a r t e e n c a r c e l a d o ,
Y e l P e q u e ñ o h u m illá n d o s e e n S e d á n ! . . .
j O h lib e r t a d ! ¡T u s íd o l o s t e e n g a ñ a n !
L o s a m a s ; le s o f r e c e s t u g u ir n a ld a
E n c a m p o s a l f o m b r a d o s d e e s m e r a ld a
Q ,u e i n v o c á n d o t e h u e lla n e n t r o p e l .
A t u n o m b r e y t u v o z v e n c e n a l t i v o s ,
P e r o d e s p u é s d e la p u ja n t e b r e g a ,
D e e llo s á t i, la a b n e g a c i ó n n o ll e g a :
T e v e n d e n a l c e ñ i r s e s u l a u r e l ! . . .
M a s s i e l c a m p e ó n v ir t u o s o d e s p a r e c e
E n t r e e l t u m u lt o d e l o le a je h u m a n o ,
E l r e c u e r d o d e l h é r o e c iu d a d a n o
N o e s la m p o , n o , q u e b ó r r a s e f u g a z .
E l m u n d o e s c a la r á n u e v a s a lt u r a s ,
P e r o á W a s h i n g t o n s ie m p r e r e v e r e n t e
S e r á : ¿ q u é m u c h o ? , s i é l d o b l ó s u f r e n t e
A la le y , e n la g u e r r a y e n la p a z !
N o s ie m p r e e n t i ¡o h id e a l! p ie n s a , o r g u l lo s o ,
E s e g u e r r e r o d e b r ill a n t e a r r e o ,
Q ,u e e n la s v o r a c e s a n s ia s d e l d e s e o
D e s u t r iu n f o e n la s a n g r e v e e l s o s t é n .
N o t e c o m p r e n d e . . . D é j a l o . O t r a e s f e r a
T i e n e s d o e l a r t e y e l a m o r s u s v e lo s
T e c iñ e n e n e l n im b o d e t u s c i e l o s :
L a n z a a llí á t u s a p ó s t a t a s d e s d é n .
u LUIS MELLAN LAFÍNÜE
L a p a lm a á u n la d o q u e s e t iñ e e n s a n g r e ,
Y e n e l d o l o r s e g o z a d e la h e r i d a .
B r il le la g l o r i a c o n s u e t e r n a v id a .
D e l a r t e e n la r e g i ó n s ie m p r e in m o r t a l.
L a lir a e n t o n e s u c a n t a r in s ig n e ,
C o l o r e s h a lle f é r v i d a p a le t a ,
Y e n la s v is io n e s d e i n t u ic ió n in q u ie t a
Y e r g a e l g e n i o s u n u m e n c o l o s a l .
N a d a s e m e ja e l ím p e t u f e c u n d o
C o n q u e e l a s t r o c r e a d o r b r ill a y s e e n c i e n d e .
P a s o á l a in s p ir a c ió n q u e e l v u e l o t ie n d e
E n a la s d e s u e s p ír it u g e n t il!
¿ Q u ié n d e t ie n e e s a lla m a q u e e le c t r i z a
A l p r o f è t i c o , in s o m n e p e n s a m i e n t o ,
Q u e a r r a n c a t o d o u n m u n d o e n m o v im i e n t o
D e l p in c e l, d e la e s t r o f a , ó d e l b u r il?
B r il la s ¡o h id e a l! d e l a r t e e n e l c o n s o r c i o
C o m o f ú lg id a a n t o r c h a d u r a d e r a .
L a n o t a d e l d o l o r , la v e r d a d e r a ,
E n B e e t h o v e n s e s ie n t e p a lp it a r !
¿ S e s u e ñ a u n a m u je r ? — E s F o r n a r in a .
C o n s u v e r s o e s t r e m e c e e l v i e j o E s q u i l o ;
M ir a d , d i c e e n s u f a z V e n u s d e M ilo :
E l g e n io , a u n á la s r o c a s h a c e h a b la r !
E l a r t e , o r a e l p u d o r d a á lo d e s n u d o ,
Y o r a d e la m o d e s t ia c r e a e l m o d e lo ,
S in v e s t ir le o t r a c lá m i d e n i v e l o
Q u e d e u n a lm a in s p ir a d a h o n d o s e n t ir .
ECOS DEC PASADO 05
L e d a e s p ír it u á p lá s t ic a b e l le z a ,
Y a l e s c u l p ir u n s e n o p a l p it a n t e ,
S ó l o e x h ib e e n la h e t a ir a ó la b a c a n t e
S u g r a c i a v o l u p t u o s a a l s o n r e í r .
¿ E n d ó n d e e s t á e l m is t e r io q u e c o m p r e n d e
E s e c u l t o r q u e o t r a e x is t e n c ia in ic ia ?
S i s u c i n c e l a l m á r m o l a c a r ic ia ,
L a e s t a t u a n a c e , a s o m b r o d e e s b e lt e z !
D ó c i l la t e la e n t r e s u s m a n o s , la t e ,
Y h a s t a a l r e b e l d e p e n s a m i e n t o o b s c u r o ,
L o d ia fa n iz a c o n e l m o ld e p u r o
Q u e c o n t o r n a e n la f r a s e b r illa n t e z !
E s e l e t e r n o id e a l e l q u e s e c ie r n e
S o b r e u n m u n d o q u e g im e y s e d e s v e l a .
P e r o s o b r e é l, d e s d e s u s o l i o r ie la
T r a s p a r e n t e y m a g n é t ic o e s p le n d o r .
S u lu z lo m a lo y l o s e r v il t r a n s f o r m a ,
É im p u ls á n d o la a l b i e n y a l h e r o í s m o ,
D e l b a r r o e l e v a e l a lm a a l p a r o x is m o
D e lu c h a r p o r la P a t r i a y e l h o n o r ;
Y la m a n t ie n e e n la e n c u m b r a d a c im a
D e l p e n s a r a l t o c o n d e s ig n io f u e r t e .
A l s e n t im i e n t o e n t r iu n f a d o r c o n v i e r t e
Q u e s u e s f u e r z o y s u v o z l l e v e d o q u i e r .
E l id e a l la n z a á t e m e r a r ia e m p r e s a ,
A s í a l a n c ia n o c o m o a l t ie r n o n iñ o ;
66 LUIS MELIAN LAFINUR
Y a r r a s t r a á la m u je r e n s u c a r iñ o
A l m á s c r u e l s a c r i f i c i o p o r d e b e r !
¡ L a a r r a s t r a , s í! E s C o r d e li a d e v o r a n d o
L a o f e n s a p a t e r n a l s in v e r t e r lla n t o ,
P i d i é n d o l e á s u j u v e n i l e n c a n t o ,
.D u l c e s o n r is a d e l a m o r f ilia l.
¡ L a a r r a s t r a , s í! S o r p r e n d e s u s e n s u e ñ o s
Y lo s m u e s t r a , s i c á n d id o s , h e r m o s o s ,
D e la m a d r e e n lo s b e s o s a r d o r o s o s ,
D e la a m a n t e e n e l r o s t r o a n g e l ic a l.
C o n s t a n c ia e t e r n a q u e e l a m o r b e n d i c e
Y e l d o l o r d e d o s a lm a s in t e r p r e t a ,
C o m p e n d i a la s a n g u s t i a s d e J u l ie t a
E n la s lá g r im a s t r is t e s d e s u a d i ó s .
J u d it h e v o c a e l p a t r io t i s m o a r d ie n t e ,
Y a n t e e l h e r o i c o a r r a n q u e d e L u c r e c i a ,
V a c i l a e l m u n d o . . , p e r o a l f in a p r e c i a
A m o r q u e v a d e l a v ir t u d e n p o s .
¿ Q u é n o r t e r ig e p o r s e g u r o r u m b o
A u n m u n d o d e p a s i o n e s q u e s e a g it a ?
A l g o q u e s ie m p r e á la e s p e r a n z a g r i t a ,
A l g o p e r p e t u o d e p r o f u n d a r a íz .
¿ Q u i é n n o s ie n t e e n s u s é r e l f u e g o in t e r n o
Q u e a n im a a l c o r a z ó n y e r t o y d o l i d o ?
A l h o m b r e m á s q u e e l p o l v o d e l o l v i d o
L a d u d a f i j a h ic ié r a lo i n f e liz .
ECOS DEL PASADO ti 7
■ O h id e a l q u e c r u z a s e l r e v u e l t o m u n d o
C o m o u n d e s t e llo d e c e le s t e lu m b r e !
A r r a i g a e n la i n c o n s t a n t e m u c h e d u m b r e ,
S í r v e le d e p r o m e s a y d e f a n a l . #
Q u e c u a n d o f ie le s t u s f u l g o r e s s ig a n
L o s p u e b lo s , lle v a r á n a lt a s la s f r e n t e s ,
S e r á n d ig n o s , s e r á n o m n ip o t e n t e s ,
B a ñ a d o s d e t u lu z e n e l r a u d a l.
( « A n a le s del A ten eo del U ru g u a y » , año 1 8 8 2 ).
9
EPICHARIS.
C lariore exem p lo lib ertin a m uli$r.
T ácito .
¡O h ! la h ija d e l p la c e r ! ¡ L a v o lu p t u o s a !
S u s e d d e a m o r a p a g a r á e l s u p lic io ;
Q u e u n a p a s i ó n m á s p u r a , e l s a c r i f i c i o
P o r la P a t r i a im p o n d r á á s u a lm a d e d io s a .
E l l a h a v e n d i d o , a l e g r e c o r t e s a n a ,
S u s f a v o r e s e n a n s ia f e b r ic i e n t e ;
Y a u s t e r a h o y a lz a la r a d io s a f r e n t e
C o n q u e h o n r a r á la lib e r t a d h u m a n a .
A E p ic h a r is , g e n t il c o m o e s a l t iv a ,
N o le b a s t a n lo s d u l c e s d e v a n e o s ;
Y a lie n t a g e n e r o s a o t r o s d e s e o s ,
Q u e a b s o r b e n s u m ir a d a p e n s a t iv a .
¡P a g a s u o d i o a l t ir a n o e n e l t o r m e n t o !
S u s c a r n e s e l v e r d u g o h a d e s t r o z a d o ,
L o s h u e s o s t o d o s le h a d e s c o y u n t a d o
S in q u e b r a r s u v a l o r y s u f r im i e n t o .
¡L a m á r t ir n i d e la t a n i c o n f ie s a !
¡N e r ó n á s u s s a y o n e s a p o s t r o f a ,
A l v e r q u e s o n d e u n a m u je r la m o f a !
¿ P e r o q u é c la s e d e m u je r e s e s a ?
ECOS DEL PASADO 69
E s e lla la q u e T á c i t o h a p in t a d o
E n s u p á g in a d e o r o m á s s u b l im e :
E s la j o v e n e s t o i c a q u e n o g im e
Y e l d o l o r e n e l p o t r o n o h a d o b l a d o .
S u s a m ig o s s e a s u s t a n , y la m u e r t e
L o s a t e r r a . T J n a v e z e l v il L u c a n o
S u p r o p i a m a d r e d e n u n c i ó a l t ir a n o
S in q u e u n a in f a m i a t a l, c a m b ie s u s u e r t e .
M a g n a t e s , s e n a d o r e s y v a r o n e s
D e a l t o r e n o m b r e , e n e s t e t r a n c e d u r o ,
D e s m a y a d o s d e s c i e n d e n a l o b s c u r o
D e g r a d a d o p a p e l y r u in d e e s p io n e s !. . .
P e r o E p ic h a r is g u a r d a s u s e c r e t o ,
Y n a d ie d e s u p e c h o s e lo a r r a n c a :
S u s a n g r e e n s u s h e r id a s n o s e e s t a n c a
Y e s t á s in a c o m o d o s u e s q u e l e t o !
¡A l t o r m e n t o o t r a v e z !, N e r ó n o r d e n a . . .
Q u e c o n d u c ir l a h a b r á e n s illa d e m a n o s :
S u s m ie m b r o s , a n t e s d e v i g o r lo z a n o s ,
S u e lt o s a n i llo s s o n d e u n a c a d e n a
Q u e n o p u e d e u n ir y a s u s e s la b o n e s .
A r r a s t r a d a d e n u e v o á la t o r t u r a
T i e n e a l ie n t o s e n s u ín t im a a m a r g u r a
P a r a u s a r d e s u v e s t e lo s c o r d o n e s ,
70 LUIS MELIAN LAFINUR
Q u e d e la s illa a t ó , d e s p u é s q u e a l c u e l lo
C o n n u d o c o r r e d i z o l o s f ija r a ;
Y s in v a c i l a c i ó n a s í a r r a n c a r a
D e s u v i d a e l p o s t r e r n o b l e d e s t e llo .
E p ic h a r is , a l t ís im o e s e je m p lo
Q u e s a lv a r á d e s u b a ld ó n á R o m a .
A l h o n o r q u e e n l o s h o m b r e s n i a u n a s o m a
E l l a e n s u c o r a z ó n le e r ig e u n t e m p lo .
¡E p i c h a r is ! ¡E n c a n o ! s o n d o s n o m b r e s :
D e u n a m u je r y d e u n p o e t a in s ig n e :
Y e l c o n t r a s t e d ir á , n a d ie s e in d ig n e :
D e b i e r a n s e r m u je r e s c ie r t o s h o m b r e s !
Q u e v a l e m á s q u e la F a r s a lia e n t e r a
D e q u ie n m u r ió p o r s ie m p r e d e s h o n r a d o ,
D e in d ig n a c ió n e l g r i t o d e s o la d o
D e E p ic h a r is e n s u h o r a p o s t r im e r a !
1885.
20 DE SEPTIEMBRE DE 1870.
¡S e a g ig a n t a á s u p a , o n u e s t r o s ig lo !
E l p e n s a m i e n t o la n z a h a c ia s u s c u m b r e s ,
A s t r o r a d ia n t e a l l í , q u e d e l p a s a d o ,
R a s g a la n u b e .
L a s a n g u in o s a f e d e T o r q u e m a d a ,
D e l f a n a t is m o c o n s a g r a d o n u m e n ,
E n t r e e l f a n g o d e m ís e r a s e d a d e s
S e a r r a s t r a y h u n d e .
E l a n a t e m a e s t ó l i d o d e l S y l la b u s ,
S in e l in q u i s id o r y s in la lu m b r e ,
E s f u e g o f a t u o , q u e á la h o r r e n d a h o g u e i
N o s u s t it u y e .
E l ú lt im o b a lu a r t e d e la T i a r a ,
D e la e d a d m e d ia e l e d i f i c i o in m u n e ,
E n s u p r o p i o c i m i e n t o s o c a v a d o ,
T r e m a n t e c r u je !!
L a R o m a c o r r o m p i d a d e lo s B o r g ia ,
S e n t i n a c o l o s a l q u e e n c r im e n b u l l e ,
L a R o m a s im o n ia c a d e l P a p a d o
B r a m a a l d e r r u m b e !!
72 LUIS MELIAN LAFINUR
Y é r g u e s e e n t a n t o l a c iu d a d q u e u n d ía
S e e m b r i a g ó d e la g lo r ia e n e l p e r f u m e ,
Y e l n o b l e a l ie n t o d e G i o r d a n o B r u n o ,
L i b r e h o y d if u n d e .
E l L a c i o t o r n a á r e n o v a r la f a m a
Q ,u e s e f o r j ó d e la b a t a lla a l y u n q u e ;
S u e p o p e y a in m o r t a l , r e v e r d e c i d o s
S u s la u r o s l u c e .
Y a r e d i m i d a d e l p a s a d o o p r o b i o ,
R o m a e n s u a n t i g u a m a je s t a d r e s u r g e ;
Y a l z a n l o s p u e b l o s e n t u s ia s t a h o s a n n a
Q u e v ib r a y c u n d e !
( « E l S iglo», 2 0 de septiem bre de 1 8 9 1 ).
POLOS OPUESTOS.
Y o e n m e d io d e lo s d e lir io s
D e e d a d ju v e n i l m e h a lla b a ,
Y t ú d e e lla n i u n r e c u e r d o
T e n í a s q u e t e h a l a g a r a !
Y o m e s e n t ía a c a r ic ia d o
P o r e n s u e ñ o s y e s p e r a n z a s ,
Y á t u c o r a z ó n e n t a n t o
M i l t o r m e n t o s la c e r a b a n .
D e a m o r e t e r n o y d e d ic h a
Y o m il p r o m e s a s f o r ja b a ,
Y p a r a t i s ó lo e r a n
S o m b r a s , ilu s io n e s , n a d a !
Y o p r e s e n t í a e l c a r iñ o
D e u n a v ir g e n q u e a d o r a b a ,
Y p a r a t i e r a m o t i v o
D e c o m p a s i ó n m i c o n f ia n z a .
í e n m is t r a n s p o r t e s in g e n u o s ,
C o n d e s e n c a n t o e v o c a b a s ,
D e u n p a s a d o d o l o r o s o
T u t r is t e e x p e r i e n c ia a m a r g a .
74 LUIS MELIAST LAFIJíUR
M i f e d e s t e r r a r p e n s a s t e
P o r q u e y a e n t i n o a l b e r g a b a ;
P e r o u n m u r o in q u e b r a n t a b le
£ n m í e n c o n t r ó t u p a l a b r a .
T ú llo r a b a s u n a v id a
E n m il t o r m e n t a s g a s t a d a ,
Y y o e n a fá n d e v e n c e r la s
P o r e l p o r v e n i r c l a m a b a !
D e s p u é s s í: c e r c a la n o c b e
Y i d e l d o l o r , n o e s p e r a d a ,
Y e n t u t r is t e p e s im is m o
H u b o d e e n v o l v e r s e m i a lm a .
M a s r e a c c i o n a n d o v e h e m e n t e
H a c i a t e n d e n c i a m á s a lt a ,
C o n f í o , y c e d o á u n im p u ls o
Q u e m i c o r a z ó n e n s a n c h a .
T ú , p o r e l c o n t r a r io , s ie m p r e
A t u s u f r ir a p e g a d a ,
Y a n in g ú n b á ls a m o q u i e r e s
Q u e a l iv io d é á p e n a t a n t a .
Y o q u e d e s c e n d e r n o a n h e lo
D e l id e a l q u e m e a r r e b a t a ,
M e p e r s u a d o d e q u e e n t r e a m b o s
D e c o m ú n n u n c a h a b r á n a d a .
ECOS DEL PASADO 75
A s í ¡a d ió s , m i b u e n a a m i g a !
N o t ie n e t u p e n a v a l la ;
A d i ó s , a d i ó s , y p o r s ie m p r e :
M i v o z h a s t a t i n o a l c a n z a .
C o n f i a d o e l a d o l e s c e n t e
E n la ilu s ió n e n q u e v a g a ,
P o n e s u f e p o r e je m p lo
A q u i e n c o n lá g r im a s h a b l a !
E l p o r v e n ir m il s e c r e t o s
A s u c a n d id e z le g u a r d a ;
¡ C u á n t o s d o lo r e s ¡ a y ! lu e g o
V e n d r á n á in f e r n a r le e l a l m a ! . .
{A lm a n a q u e de « E l N eg ro T im oteo » , p a r a el año 1 8 8 3 )*
A MERCEDES.
E n e l á lb u m d e la s e ñ o r i t a M . V .
C r u z a n d o m a r e s ,
A l a v e e r r a n t e
P o r u n in s t a n t e
L a s o b r e c o g e
L a in m e n s id a d !
S i a t a s u s a la s
C r u e l p a r o x is m o ,
L e a b r e u n a b is m o
P é r f i d a la h o n d a ,
M o n s t r u o v o r a z .
M a s s i a n im o s a
F í a e n s u v u e lo ,
S i e n t e e n s u a n h e lo
L a n o b l e f u e r z a
D e l c o r a z ó n ,
Q u e la c o n d u c e
A l p r o m e t id o
E d é n : s u n id o
I g n o t o y s o lo ,
N i d o d e a m o r !
ECOS DEL PASADO 77
T ú t a m b ié n c r u z a s
D e l m a r d e l m u n d o
E s e p r o f u n d o
M is t e r i o v a g o
D e l p o r v e n ir ,
Q u e e s b o y , M e r c e d e s ,
A n t e t u s o jo s ,
L a r e d d e a n t o jo s
Q u e in q u i e t a t e je
T u a lm a g e n t il.
M a s n a d a t e m a s ;
P o r le y d e h e r e n c ia ,
L a in t e li g e n c ia
Y la b e l le z a
T e d a n s u lu z .
T i e n e s s e g u r a
L a t r a v e s ía ,
S i n q u e n i u n d ía
N u b le n t o r m e n t a s
T u j u v e n t u d .
P u e d e s , u f a n a
C o n t u d e s t in o ,
E l t o r b e ll in o
D e m il p a s i o n e s
A t e m p e r a r .
N o e s u n il u s o
Q u i e n lo a s e g u r a ,
78 LUIS MELIAN LAFINUR
P o r d e s v e n t u r a
M i e d a d d e e n s u e ñ o s
S e a l e jó y a .
2 1 de feb rero de 1 8 9 2 .
REMINISCENCIAS.
L o s s u e ñ o s d e m i v id a
Q u e e v o c o e n e l p r e s e n t e ,
L l e g a n q u e j o s o s d e s u s in o in f ie l,
C u a l n o t a d o lo r id a
D e u n c a n t o f e b r ic i e n t e ,
C u a l h o ja d e s p r e n d id a
P o r h u r a c á n a l e v e , d e u n v e r g e l !
D i s p e r s o s e n la a u r o r a ,
D is p e r s o s e n la t a r d e ,
P o r la n o c h e s e v ie n e n h a s t a m í;
Y e n la c a lla d a h o r a ,
Q u e s u s s e c r e t o s g u a r d e
D e in d i s c r e c i ó n t r a id o r a ,
M e a d u e r m e n y a c a r ic ia n j u n t o á s í.
C a u d a l d e m i t r is t e z a ,
S o n m ío s y lo s q u i e r o ,
Q u e t r a e n e c o s d e u n t ie m p o a s a z m e jo r
¡C u á n t a d e lic a d e z a
E n s u r u m o r l i g e r o ! . . .
S o n n u b e q u e a t r a v ie s a
Y a l p a s o r ie g a u n a m a r c h it a f l o r .
80 LUIS MELIAN LAFINUR
E n m i n iñ e z s e n c i lla ,
F u e r o n l u c e r o a r d ie n t e
Q u e p r o m e t ió a l u m b r a r e l p o r v e n i r .
E l a s t r o o r a n o b r illa ,
P a r ó s e la c o r r ie n t e ,
¿ Q u é r u m b o la b a r q u illa
S i n im p u ls o n i lu z h a d e s e g u ir ?
L o s a ñ o s s e a t r o p e lla n ,
E n c i e n d e n m il p a s i o n e s :
D e l n iñ o a r r a n c a n e l g e n ia l c a n d o r ;
L u e g o e n e l h o m b r e s e lla n
S u s lu c h a s y e m o c io n e s ,
Y a l r o s t r o d a n q u e h u e lla n
L o s p á l id o s c o l o r e s d e l d o l o r .
¡D o l o r ! ¡ f a t a l c a d e n a !
¡S a r c a s m o d e la v id a !
¡F u e r z a e s lle v a r t e r e m a c h a d a a l p ie !
Y c o n la f a z s e r e n a ,
Y c o n la f r e n t e e r g u i d a ,
D e s m a n t e la r la p e n a
E n lu c h a e t e r n a c o n la e x t in t a f e .
D e l e n t u s ia s m o a l t iv o
L a c o p a d e s b o r d a n t e ,
E n e s c o g i d a s o m b r a e s d e lib a r .
M ie n t r a s d e l r a y o e s t i v o
E l f u e g o c a lc in a n t e ,
M a n t ie n e e l v e r d o r v i v o
D e la s h o ja s q u e e l h ie lo h a d e s e c a r !
ECOS DEC PASADO 81
D e s c a n s o e n e l c a m in o
M e d i s p e n s ó e s a s o m b r a .
¿ H o y h o ja s s e c a s r u e d a n s o b r e m í!
M u d a b le e s e l d e s t in o ,
L o t e m e q u i e n lo n o m b r a ,
S a t á n i c o ó d i v i n o ,
D e m i lla n t o s ie m p r e á r b i t r o l o v i .
R e c u e r d o s in m o r t a l e s
D e l o s p r i m e r o s a ñ o s ,
U n a h is t o r ia d i c h o s a h a g a n v o l v e r ,
D e e n s u e ñ o s v ir g in a le s
S i n c á l c u l o s n i e n g a ñ o s ,
P r o m e s a s id e a le s
Q u e d e s u t u m b a q u i e r e n r e n a c e r .
R e m i n i s c e n c i a le n t a ,
A v e c e s e l s o s ie g o
P e r t u r b a , d e l h e l a d o c o r a z ó n .
C o m o l a lu n a a r g e n t a ,
C o n s u v o l u b l e r ie g o
D e lu m b r e m a c il e n t a ,
A l f o l l a je e n s u lá n g u i d a i n a c c i ó n .
V e n y a , la m á s s u b l i m e
V i s i ó n d e m i v e n t u r a ,
Y t u e s p ír it u e s p a r c e p o r d o q u i e r .
A l c o r a z ó n q u e g im e ,
C o n ín t im a d u lz u r a
D e p e n a s le r e d i m e ,
T u m e m o r ia m a g n í f i c a d e a y e r !
82 LUIS MELIAN LAF1NUK
¡Q u é d ía !. . . E n t r e c a n t a r e s
D e l á n im a d o lie n t e
U n a n o t a v i b r é e n d u l c e la ú d !
A l i e n t o d e a z a h a r e s
E m b a ls a m é e l a m b ie n t e !
¿ Q u é D i o s e s t u t e la r e s ,
E n m i s e n o in f ilt r a b a n s u q u i e t u d ?
L a v ir g e n q u e c r e í s u e ñ o ,
D e s p i e r t a á m i la t id o ,
M e d i j o : ¿ q u é m e q u i e r e s ? a q u í e s t o y ,
S u c á n t i c o h a la g ü e ñ o
H a l l ó m e s o r p r e n d id o ;
N o s ie n d o d e m í d u e ñ o ,
L a d ije : y o t e b u s c o , s í, y o s o y .
¿ Q u é p u d e d a r le ? ¡N a d a !. . .
Q u e n a d a m i a lm a e n t e r a ,
F u é p a r a p r e m io d e s u a m o r g e n t il!
G o z o s a y a b n e g a d a ,
A f á n d e g lo r ia a u s t e r a ,
D e lib e r t a d s a g r a d a ,
E s t im u lé e n m i p e c h o ju v e n i l.
¡O h g lo r ia ! r it m o a la d o
D e l' t r iu n f o . E t e r n a im a g e n
Q u e á m i P a t r i a u n d ía a l z a s t e e n t u e s p le n d o r .
D e t u s it ia ! d o r a d o
N o v e o q u e a l s u e lo b a je n
E n c o r o a l b o r o z a d o ,
L o s n u e v o s m e n s a je r o s d e t u h o n o r .
ECOS DEL PASADO 83
¿ M a n o s s u t ile s , le v e s ,
B o r d a n la e j e c u t o r i a
D e t u e s t a n d a r t e lí m p i d o y m a r c ia l?
N o s é q u e i n s c r it o lle v e s
E n é l, á la v i c t o r i a ,
C o n r a y o s p o r r e lie v e s ,
L o s h im n o s d e t u m a r c h a c o l o s a l !
¡O h lib e r t a d q u e r id a !,
M i c í v i c o d e lir io ,
D e m i v i d a e l c o n s t a n t e f r e n e s í!
¿ E n la d e r r o t a h u n d id a
N o c e s a t u m a r t ir io ?
Y a s in la u r e l c e ñ i d a
S e n u b la e l d ía d e a c la m a r t e a s í:
S a lu d á t u d e s t in o ,
H o n o r á t u s v ic t o r i a s ,
Y f l o r e s á t u p a s o ¡o h lib e r t a d !,
A lú m b r a t e e l c a m in o
T u s o l d e in s ig n e s g lo r ia s ,
Y e n c o r o p e r e g r in o
L o s p u e b lo s c a n t a n y a t u m a je s t a d !
R e c u e r d o s d e o t r o s d ía s ,
E n s u e ñ o s d e o t r a s h o r a s ,
V i e n e n d e p r o n t o á r e f r e s c a r m i s ie n .
¿ S o n n u e v a s a le g r ía s ?
C o m o a lg a s i n c o lo r a s
Q u e a r r a s t r a n g o t a s f r ía s ,
M is m e m o r ia s t r a e n lá g r im a s t a m b ié n !
10
84 LUIS MELIAN LAFINÜR
S e la n z a e l a v e a l c i e l o ,
Y a l e s c a la r la s c im a s ,
S i s u s a la s r o z ó c i e r z o t r a id o r ,
E m p r e n d e r a u d o v u e lo
A lo s a r d ie n t e s c lim a s ,
C o n e l v i v a z a n h e lo
D e c a le n t a r e l n i d o d e s u a m o r .
T a l , t o r n o á m i p a s a d o ,
Y e n é l s ie m p r e h a l lo e s c r it o ,
E l p o e m a f e liz d e l o q u e a m é
¿ Y n a d a h a y o l v i d a d o ?
D e l d o lm e n d e g r a n it o
U n s ig n o in d e s c i f r a d o ,
N o q u it a s u g r a n d e z a á l o q u e f u é .
( « A n a les del A ten eo del U ru g u a y » , tom o V I I , p á g in a 2 8 1 ,
año 1 8 8 4 ).
INSPIRACIÓN.
L e v e s a la s q u i s ie r a e l p e n s a m i e n t o
P a r a c r u z a r e s f e r a s ,
P a r a r a s g a r e l t u l d e l o s c e l a je s
Y m e c i d o p o r o n d a s lis o n je r a s
L l e g a r c o n a l m o a l ie n t o
A l c é n i t e n t r e d iá f a n o s p a is a je s .
Y e r e s t ú , in s p ir a c ió n , la q u e t e e le v a s
H a s t a e l O l i m p o , a b ie r t o
A a r r o b o s p u r o s , e n t r e e t é r e a s g a la s ,
Y la q u e n u n c a n ie g a s
A l p e r e g r in o e n s u v i v i r in c ie r t o ,
T u s m il d o r a d a s a la s .
L o q u e e n s u a f á n d o lie n t e
E l a lm a p id e á la p e r e n n e f u e n t e
D e a m o r , q u e b a p e r c i b i d o
C e r c a d e s í c o m o f a n a l r a d io s o ,
E s d e c o n s u e l o u n e c o r e p e t id o ,
Y e s d e e s p e r a n z a u n r a y o lu m in o s o .
Y e n c a d a a r r a n q u e d e f e b r i l a n h e lo ,
P o r s o r p r e n d e r u n f a l l o d e l d e s t in o ,
H a y u n e c o d i v i n o ,
86 LUIS MELIAN LAFINUR
Q u e r e s p o n d e á la s a n s ia s d e la d u d a ,
Y e l a lm a e n s u d e s v e lo
T i e n e u n a v o z q u e á s u d o l o r a c u d a .
S a lm o d ia m á s s u b l im e
Q u e l o s c a n t o s d e l h o m b r e d e s ig u a le s :
A q u í e s e l a u r a q u e e n la s s e lv a s g i m e . . .
A l l í e s e l s u a v e , v o lu p t u o s o h a la g o
D e l o s a é r e o s c e n d a le s
Q u e e n s u l i n f a r e t r a t a e l m a n s o l a g o . . .
O r a e s d e l t e n u e a m b ie n t e
E l s u s u r r o e n la t a r d e d e l e s t í o . . .
O r a s o n la s m il n o t a s d e le it o s a s
D e l a v e , q u e d e l r ío
D e j a la m a r g e n p o r v o la r s o n r i e n t e
A s u b o s q u e d e m ir t o s y d e r o s a s . . .
F i ja la m e n t e e n n a c a r a d a n u b e
Q u e c r u z a e r r a n t e l o s t e n d id o s c i e l o s ,
L a e n v id ia c u a n d o s u b e ,
L a s ig u e c u a n d o c o r r e ,
Y lo s p r is m a s q u e f o r m a c o n s u s v e l o s ,
D e la m e n t e n o h a y n ie b la q u e lo s b o r r e .
C o m o f lo t a n t e s h ilo s , lo s e n s u e ñ o s ,
E n b u s c a d e a r m o n ía s ,
S e d e s a t a n e n c á n t i c o s r is u e ñ o s ,
Y u n r it m o s e o y e q u e a le n t a r lo s q u i e r e ,
C u a n d o e l s o l n a c e e n lo s s e r e n o s d í a s . . .
C u a n d o e n la t a r d e m u e r e . . .
ECOS DEL PASADO 87
D e la lu n a l o s lá n g u i d o s r e f l e j o s ,
D e l s o l lo s íg n e o s r a y o s ,
L o s e c o s d e la n o c h e e n s u m is t e r io ,
L a s b r is a s q u e s u s p ir a n á l o l e j o s . . .
T o d o ¡a h ! v ie r t e s u im p e r io
S o b r e e l a lm a e n s u s t ím i d o s d e s m a y o s ;
L o v ie r t e e l p a ja r ill o e n s u s g o r j e o s ,
S i e n la f l e x i b l e r a m a d u l c e e n t o n a
S u s t ie r n o s d e v a n e o s
D e f é r v i d a a l e g r ía ,
C u a n d o lo s t r iu n f o s d e s u a m o r p r e g o n a ,
A l s a lu d a r a l d í a . . .
Y e l a lm a e n a je n a d a ,
D e s u e m b e le s o e n e l f e l i z d e lir io ,
A l c a n z a u n a d e s e a d a
C h is p a d e l á u r e a lu z q u e r e v e r b e r a
E n e l v e r je l d e l a r r a y á n y e l lir io
Y e n l o s e s p a c io s q u e e l a z u l v is t i e r a .
L a s a v e s , la s a u r o r a s ,
L a s o r la s d e a r r e b o l y la s e s t r e lla s ,
L a s f l o r e s y la s b r is a s ,
S o n d e u n m u n d o m e jo r la s p r e c u r s o r a s ;
Y e n s u s g e n t ile s h u e lla s ,
V a n p e r f u m e s , d e s t e llo s y s o n r i s a s .
C o n s u s a c o r d e s d e e t e r n a l b e l le z a ,
A r r u l l a á l o s m o r t a le s
L a f i e l n a t u r a le z a ,
88 LUIS ME LIAN LAFINUR
T o d o e n s u s c a n t o s e s r u m o r a m ig o ,
T o d o s s o n e n s u lu z p u r o s r a u d a le s ,
T o d o e n s u s e n o e s d e s u b i e n t e s t ig o .
S e e s f u e r z a e l a lm a p o r s u b i r t r iu n fa n t e ,
D e ín t im a p e n a e n q u e e l d o l o r la e n c i e r r a ,
H a c i a e l e d é n d e s u ilu s ió n b e n d it a ;
Y e n s u lu c h a c o n s t a n t e ,
S e a p a s io n a y s e a f e r r a
A l n o b l e s e n t im i e n t o q u e la a g it a .
Q u i e r e a l c a n z a r la c u m b r e ,
Y a l in i c i a r la s u s p ir a d a s e n d a ,
B a j o u n d o s e l d e n ít id o s c o l o r e s ,
T i b i o s r a y o s d e s o l le d a n s u o f r e n d a
D e d e l i c a d a lu m b r e ;
S u p a s o a l f o m b r a n d e l p e n s il la s f l o r e s . . .
¡O h in s p i r a c i ó n !. . . C o r r ie n t e
D e u n a lu z d iv in a l, h á lit o b l a n d o
D e l c é f i r o n a c ie n t e :
S i a q u e l c o n c e n t o q u e e n t u g e n i o e x h a l a s , -
E n e l m u n d o h a s d e ir s ie m p r e in f ilt r a n d o ,
J a m á s p lie g u e s t u s a la s .
1879.
jS U NOMBRE!
D e c i n c o le t r a s u n id a s
F ó r m a s e u n h im n o q u e a d o r o ;
S o n c i n c o n o t a s p e r d id a s
P o r s ir e n a s s o r p r e n d id a s
A l e m p e z a r e n s u c o r o .
C o m p e n d ia n la p o e s ía
D e l m a r e n s e r e n o d ía ,
C u a n d o n a c a r a d a n u b e
C r u z a u n c i e l o d e b o n a n z a ,
Y q u e e l a lm a á s u id e a l s u b e
E n a la s d e la e s p e r a n z a .
D e a r r o b o s u a v e y d e g lo r ia
S o n e s a s le t r a s u n c a n t o ,
Q u e e s d e m is s u e ñ o s la h is t o r ia ,
D e l e i t e d e m i m e m o r ia
Y b á ls a m o d e m i lla n t o .
A s í , n i d u l c e m u r m u llo
D e m a n s o l a g o ; n i a r r u l lo
D e f i e l t o r c a z ; n i e l a m a n t e
F u e g o d e u n s é r p r e f e r i d o ,
T i e n e n p a r a m í e l c o n s t a n t e
I m á n d e l c a n t o q u e r i d o .
90 LUIS MELIAN LAFINUR
Y s i e l a u r a v a g a r o s a ,
A l d e s liz a r s e g im ie n d o
P o r e n t r e la s e lv a h o jo s a
D a e n m o d u la r q u e ju m b r o s a
N o t a s q u e a m o r v a n d i c i e n d o ,
N a d a t r a e c o n s u g e m i d o
D e h a l a g a d o r á m i o í d o ,
Q u e n o c o n c i b e e n la t ie r r a
A r m o n í a q u e l o a s o m b r e ,
D e s d e q u e t o d a la e n c i e r r a
L a d u lz u r a d e s u n o m b r e !
1871.
EVOCACIÓN.
S o b r e l a lib r e t ie r r a a m e r ic a n a
L a in t o le r a n c ia c r u e l s u v u e l o t i e n d e :
¡L e v á n t a t e , Y o l t a i r e ! . . . D e n u e v o e n c i e n d e
L a lu z q u e a n h e la la c o n c i e n c i a h u m a n a .
O t r o r a la ir o n ía s o b e r a n a
Q u e d e t u p lu m a e n r a y o s s e d e s p r e n d e ,
R a s g ó la h i p o c r e s í a q u e h o y d e s c i e n d e
E l p e n s a m i e n t o á a h o g a r c o n f a z v ill a n a .
E l f a n a t is m o q u e á t u v o z c e d i e r a ,
D e e t e r n o s o d i o s e x h a l a n d o e l r e s t o ,
A u n q u e e n t r e r u in a s v e r g o n z o s a s , la t e .
¡ Y e s t ie m p o y a d e q u e e s e r e s t o m u e r a !...
¡L e v á n t a t e , Y o l t a i r e ! . . . C o r r e á t u p u e s t o ;.
S u e n e t u c a r c a ja d a e n e l c o m b a t e .
1878.
MARIANO f EN SONETOS.
M ARIAN O f DIPUTADO
Y o s o y d o to r y a p r u e b o e s e p r o y e to
Q u e e n la C á m a r a e s t á , s o b r e l o s a to s
D e l d ita d o r , q u e s ie m p r e e s tu p e fa to s
N o s t ie n e c o n s u s b u r la s s in o je to .
E s m i d e r e c h o d e a p r o b a r , p e r fe to . . .
— ¡ L e p r e v e n g o á la b a r r a q u e , s in r e a t o s ,
L a h a r é d e s a l o ja r , s i s u s c o n a t o s
N o c o r r ig e , d e f a lt a s d e r e s p e t o !
— N o , s e ñ o r P r e s i d e n t e . ¿ A q u ié n s o r p r e n d e
V e r s e h o y c o a t o ? . . .¿ N o lo e s t a m o s t o d o s ? . .
C o n s u c o n d u ta á m í n a d ie m e o f e n d e ;
Q u e e s t o d e h a c e r d e d ip u t a d o e s ñ a p a ,
P o r q u e o b i s p o s e r é d e t o d o s m o d o s :
L u e g o a r z o b is p o , c a r d e n a l . . . ¡y P a p a !
ECOS DEL PASADO 93
M A R IA N O f S ÍM B O L O D E M O D E S T IA
I I
D e c r is t i a n a h u m ild a d e s u n m o d e l o ;
Y s ie m p r e s u m o d e s t ia h a n c o n t r a r ia d o
L a s b e a t a s q u e e l s a y a l h a n le c a m b ia d o
P o r s e d a s , p e d r e r ía y t e r c i o p e l o .
E r a u n a c e l d a s u in v a r ia b le a n h e lo ,
P a r a v i v i r o b s c u r o y o l v i d a d o ;
¡ Y s e le s p u s o d a r le e l o b i s p a d o ,
Q u e p a r a é l f u é u n a m a r g o d e s c o n s u e lo !
N in g ú n l u j o q u e r ía e n s u c e ld it a ;
¡ Y le a lh a ja r o n s in ig u a l v iv ie n d a ,
R o c i a d a , c o n a m o r , d e a g u a b e n d it a !
E l s e g u ía p id ie n d o s u c i l i c i o ;
¡M a s t u v o q u e a c e p t a r la d u r a o f r e n d a
D e u n t r is t e a r z o b is p a d o p o r s u p l i c i o !!. . .
H O R TU S CONCLU SUS
I I I
H o r tu s C o n c lu s u s e s u n g r a n e v e n t o
« E n h o n o r d e la P a t r i a y d e M a r í a » .
« S e b a s t e n S u l e i m á n » , c o m o d e c í a
E n le n g u a á r a b e u n b e a t o d e a lm o a c e n t o ;
94 LUIS MELIAN L AFINE R
T o d o s e g ú n l o q u e M a r ia n o , a t e n t o ,
D e S a lo m ó n y s u ja r d ín , o ía
U n a v e z q u e e n e l h o r tu s s e lu c ía
C a b a ll e r o e n e s c u á lid o ju m e n t o .
Y e n t o n a n d o e l « C a n t a r d e lo s C a n t a r e s »
E n s u c a s t o v ia ja r p o r T i e r r a S a n t a ,
A S a lo m ó n p o líg a m o , e n s u s la r e s ,
A p o s t r o f ó c o n c e l o d e c r is t i a n o ,
Y e n d e s a g r a v i o d e i m p u d ic ia t a n t a
A l l í a lz ó e l « O r a t o r i o d e M a r i a n o » .
L A P R IM E R A D E M A R IA N O +
( D i s fr a z de A r z o b is p o )
I Y
E s c r i b i ó m u c h a s c a r t a s . L a p r im e r a
D i j o s e r á J u a n B o r d a r e m it id a
C o n b e n d i c i ó n p a p a l, q u e c o n c e d i d a
E r a , t a m b ié n , ¡á s u f a m il ia e n t e r a !
A g r e g ó lu e g o , c o n c o n c i e n c i a a u s t e r a ,
A r z o b i s p a l e s v o t o s p o r la v id a
D e l g r a n v a r ó n á q u e i b a d ir ig id a ,
Y p o r s u p r e s i d e n c ia d u r a d e r a .
ECOS DEL PASADO 95
P or tantos votos, al Señor no plugo
Escuchar á Mariano ¡tan votivo!. . .
Y él se dijo: «Está bien, mi llanto enjugo:
Q ue, en todo este bochinche, lo que veo
Es que, si menos listo ando y activo,
¡De mi prebenda frustro el muñequeo!»
MARIANO f JURANDO
L o que juro, humildísimo prelado,
E s que juro que yo no juro nada.
¡Pues no faltaba m ás!. . . M i fe jurada
E s la que siempre i n p ectore he jurado.
Juraré, sí, que nunca he aspirado
A tener cincuentona por criada.
¡Aunque Byron juró que era, cambiada
P or dos de veinticinco, el gran pecado!
Palacios juro, sí, que yo no quiero,
Y juro que no quiero sinecura,
Y juro que no quiero gran boato;
Y en cuanto á jurar más, es lo primero
Que juraré si la ocasión apura:
¡Que juré no acatar el Patronato!
E L CANTO DE LA ALONDRA. 1
¡Recuerdo aquella tarde! En espirales
Las nubes remecidas se elevaban,
Y en sus senos de nácar virginales
E l zafir con el oro se alternaban.
En el terso cristal de un arroyuelo
Movíanse en imágenes lucientes
Los reflejos más fúlgidos de un cielo
Que espejaba de luz místicas fuentes.
A las palmas y sauces de la orilla
En su pie por el agua acariciados,
E l aura al descender de la cuchilla
Impelía á besarse entrelazados.
De las hondas volubles que la brisa
Rizara al deslizar su suave aliento
Por la corriente que impulsó sumisa,
Surgió un efluvio enervador y lento.
1. A lo n d r a es la d e s ig n a c ió n c a s t e lla n a de la c a la n d r ia d e n u e s t r o s
cam p os.
ECOS DEL PASADO 97
Doquier filtrando su sutil beleño,
La hoja impregnó en su rama vacilante,
M i vida penetró en forma de un sueño
Y en su vuelo detuvo un ave errante.
E l alma en melancólicos desmayos
Ansiando inspiración alta y ardiente,
A l sol se la imploraba de sus rayos
Y al río de su límpida corriente.
¡Nada le respondió! Desparecía
Soberbio el astro en su ostentoso orgullo:
La brisa indiferente se perdía
Sobre la linfa en gemidor murmullo.
Deshecha por el llanto de su pena,
Sin el consuelo de un acento amigo,
En un mar de dolor, huérfana arena,
Se hundió mi alma sin rumbo y sin abrigo.
Y entonces la avecilla detenida
Entre aromas y célicos vislumbres,
Con sus alas rozó la hoja escondida,
Con su garganta se elevó á las cumbres!
Era la alondra que en las selvas mora,
Sibila triste, hermana del poeta,
La que á Rom eo en noche embriagadora
Arrancó de los brazos de Julieta.
D8 LUIS ME LIAN LAFINUE
Arrullada en la fe de sus destinos,
Gozosa entre los pliegues del follaje,
La hija del bosque en cantos peregrinos
La esperanza evocaba en su lenguaje.
Sacerdotisa de la selva agreste,
Bálsamo trajo á la aflicción ignota,
Q ue fué su canto de mansión celeste
U n eco eterno que en las sombras flota.
En la noche del alma que abatida
Vaga sin luz para su paso incierto,
E s norte en el delirio de la vida,
D el bosque un eco, un aura del desierto.
Fué el eco dulce, el aura ambicionada,
La alondra de los sauces agorera,
Y aquella fugaz tarde no hubo nada
Que más tiernos halagos esparciera.
A l fin batió las alas en el viento
Q ue la arrastró en sus ondas fugitivas,
Dejando con sus notas de un momento
Perenne el timbre de esperanzas vivas.
D e las promesas de un edén velado,
D e los prestigios de un ideal querido,
Nada queda al espíritu angustiado,
S i el corazón se hiela adormecido.
ECOS DEL PASADO 99
Mientras el mío con calor aliente,
D e aquella tarde guardaré el recuerdo;
Su postrer haz de luz radia en mi frente,
Ninguno ya de sus murmurios pierdo.
Cuando mis horas nubla el desconsuelo
Ante el eclipse de anhelada gloria,
Levanto en calma la mirada al cielo,
La llevo adentro á mi vivaz memoria;
Y entonces, por presagios de ventura,
Se agolpan de mi vida en el camino,
Y a los celajes de la tarde pura,
Y a de la alondra el melodioso trino.
Si en una gota de aflictivo llanto,
Se compendia una historia de dolores,
Y o en un recuerdo de inefable encanto
Guardo un mundo de ensueños seductores.
( E n ero de 1 8 8 0 . — « G r a n A lm a n a q u e de
«E l N eg ro T im oteo» , p a r a 1 8 8 1 » ),
11
DATE LILIA.
Dolores de la tierra,
Sarcasmos de la vida,
Truncadas esperanzas,
En una noche de pesar maldita,
Cruzaron com o nuncios
De muerte, en negra fila,
Rodeando un lecho gélido,
Antes nido de halago y de caricias.
Las lágrimas del alma,
En cruel angustia íntima,
Cual nunca laceraron
De mi sentir la más remota fibra.
No fué solo mi llanto
El que brotó á la vista
De un cuadro desolado
Que en lo más hondo al corazón hería 1
Las flores, postrer nimbo
Formáronle á la niña,
Y penas y no triunfos,
Triste el ave del bosque cantó esquiva.
ECOS DEL PASADO 101
El alba, en el concierto
Con que su gloria anima,
Halló que de sus himnos
Faltó en el coro la oración más rítmica.
A l ocultar su disco
Los astros con luz tibia,
Lloraron silenciosos
El adiós de la eterna despedida.
La luna aquella noche
Fué sólo luz de ruinas;
N o despidió ni un rayo
Sin un girón de palidez sombría.
Y hasta la errante nube,
Ante el dolor cautiva,
D ejó caer una gota
D el llanto que en su seno se destila.
Mas no llegó el lamento
Que en mil ecos gemía,
Hasta la faz sonriente
De la niña gentil, del mundo envidia.
Creyérasela en sueños,
Y era su última cita! . .
Dejó á los que la amaron,
Con su memoria una visión divina!
102 LUIS MELIATí LAFINUR
L o que es belleza, encanto,
Inspiración de dicha,
Iluminó su frente
P or el reflejo de celeste prisma.
¡ Cómo supe quererla !. . .
Doquier mi alma la mira,
Y fórjala en el éter
D o su espíritu alado se desliza.
H uyó de la tormenta
Del mundo, la avecilla;
N i hielos ni borrascas
La alcanzan ya donde el Señor la abriga.
¿ P o r qué de la montaña
Subir la áspera cim a?
La senda de los cielos
N o era á su paso misterioso enigma.
II
T d fuiste la inocencia
Que desplegó tranquila
Sus alas, y envolvióse
En el cendal de nube fugitiva.
A sí partiste. Imagen
D e una promesa extinta,
Estrella de una noche,
Y alborada fugaz de un solo d ía !
ECOS DEL PASADO 103
¡ Adiós, hada sublime !. . .
Con tu dulzura eximia,
A coge estas estrofas
A l calor de la luz de tu pupila.
Fulgor, ante el pie errátil,
Sea tu alma peregrina,
Norte de mi camino,
Astro que riele en la cerúlea linfa.
( « A n a le s del A ten eo del U ru g u a y » , a ñ o 1 8 8 1 ).
e n e l á l b u m d e l a s e ñ o r it a j . c .
V as á cambiar de vida. L os azahares
Corona tejen á tu tersa frente,
E inundan y embalsaman el ambiente
D e dicha que te lleva á los altares!
¡Serás feliz! Q ue bonancible el hado
H a querido poner con gentileza,
E n premio á tu virtud y tu belleza,
Un alma grande de la tuya al lado.
¡Serás feliz! D e tus admiradores
T e cautivó el de más divino acento,
Bardo ya sin gemidos ni tormento
Que elevas tü al edén de sus amores.
¡Y o saludo á la virgen ruborosa!
Con mi ofrenda también salgo á su paso;
Es humilde: que un astro hacia el ocaso
Radiar no puede lumbre esplendorosa!
1898.
Y todos fueron miserandos reos
D e un infernal c a s t i g o .
L a lava del volcán con ígnea saña
H irviendo aleve consumó el suplicio
D e una incauta ciudad amortecida
En plácido deliquio.
Luego, devastadora
Peste invadió el asilo
D el humilde y la mágica vivienda
D el opulento altivo.
Asolando comarcas,
El impetuoso río
Embravecido salta de su cauce
Y arrasa el techo á la indigencia abrigo.
Pero á pueblo ninguno de la tierra,
P or culpa de sus hijos,
L e plugo al hado más que al uruguayo
D e una estrella fatal grabarle el signo.
106 LUIS MELIAN LAFINUR
Pues que desde la cuna
L o esclavizó al delirio
De que su nombre y porvenir jugase
A l sanguinoso azar del fratricidio.
J u lio d e 1 8 9 6 .
SHAKESPEARE al volver á STRATFORD upon AVON.
Siéntome vacilante y fatigado,
En esta eterna lucha por la idea;
Y antes de que postrado
Me vea y abatido,
Regreso al caro nido
Que dejé entre los olmos de mi aldea.
II
¿ Cómo lo abandoné en aciago instante
De ofuscación fatal, irreflexiva?
¿ P o r qué no fué bastante
El hijo de mi alma
Para infundirme calma
Y detener mi planta fugitiva?
III
¡ La aldea siempre igu a l! El campanario
V e o de lejos escalando nubes.
Y en el ramaje vario,-
La sombra de esmeralda
D e la opulenta gualda,
Fuera digno dosel de los querubes!
108 LlirS MEDIAN LAFINUR
IY
Tenue y sutil el perfumado ambiente
Q u e murmura en la tarde mortecina,
Suspira dulcemente,
Pidiéndole á las flores
La esencia que en fulgores
Luce después la estrella vespertina.
T od o me llama de mi hogar al seno;
Natura grata el óbolo me ofrece
D el bienestar terreno;
Mas sigo mi destino
Y triste es el camino
Que présago, mi afán entenebrece.
YI
E l hado cruel, de próvida esperanza
Segó la flor en angustioso día.
Resignación no alcanza
M i espíritu en la muerte
D el hijo hermoso y fuerte,
Q ue era mi único orgullo y mi alegría.
ECOS DEL PASADO 109
V II
Y a no beso tu frente, Hamnet querido;
N o existes para el lustre de mi historia!
Mas imposible olvido
Tu rastro no obscurece,
Que real se me aparece
T u imagen, ¡ a y ! por pena de mi gloria!
YIII
¡¡La gloria!! N o la quiero en mis dolores.
Desde hoy el mundo es para mí un desierto.
Etéreos resplandores
D e excelsa poesía
Para Hamnet presentía,
Y sólo encuentro á mi pobre Hamnet y e r to !
IX
Inmortal te soñé, caro hijo mío,
Continuador de mi obra ya truncada;
Mas quiso el rayo impío,
Terrible y alevoso,
Herir al roble añoso
En la rama más verde y más cuidada.
110 LUIS MELIAS LAFINUR
Si de mi juventud en los azares
Buscaba un nombre en el revuelto mundo
P or honra de mis lares,
Para Hamnet lo quería,
Y alegre me decía :
Con él será ese nombre aun más fecundo
XI
L o resolvió la suerte de otro m o d o ;
Y a no mece mi pecho la esperanza;
Y a lo he perdido todo;
Sólo á mi pecho queda
D e una memoria leda
E l amor esfumado en lontananza.
X II
D e todos los horrores que he pintado,
D e todas las desgracias que maldije,
A l labio yo he llevado
La copa rebosada
Con hiel envenenada,
Que al desgarrado corazón aflige.
ECOS DEL PASADO 111
X III
Arrastro la cadena de la vida
Y pago á sus crueldades mi tributo.
H e sufrido la herida
Que enfureciera á Otelo,
Y he sentido el anhelo
C on que buscó la muerte el noble Bruto.
X IY
D el viejo Lear el aflictivo llanto,
Dilacerada el alma, ya demente,
L o hallé bálsamo santo
Cuando á Cordelia muerta,
Con su mirada incierta
Buscaba viva el mísero inconsciente.
XY
Y el torcedor terrible de la duda,
D el amante de Ofelia en su delirio;
Esa esfinge que muda
Nos lanza el anatema
De aterrador problema,
También quiso agregarse á mi martirio.
112 LUIS MELTAU LAFINUR
XYI
«Ser ó no ser». ¡El sueño de la muerte!
Si vivir es soñar, ¿á qué la vida?
¿A qué? cuando no advierte
Que es la ilusión un velo
Que oculta en vez de un cielo
El infierno de un alma maldecida!
X Y II
«Fué el amor mi pecado». En un soneto
H ice esa: ¡una de tantas confesiones!
Que el mágico amuleto
D e un dulce amor sublime,
E s dócil el que imprime
Luz de verdad á innúmeras ficciones.
X Y III
¡Ay! Ofelia, Desdémona y Julieta
Sintieron las intensas amarguras
Que al corazón decreta
Una pasión vehemente;
Y asolador torrente
Arrastró á esas celestes criaturas.
ECOS DEL PASADO 113
X IX
Las evoqué, porque las vi en el mundo
Con otros nombres, bien que igual destino
De padecer fecundo.
Las de mejor estrella
También su sutil huella
Quisieron estampar en mi camino.
XX
Jessica, Portia, Celia y Margarita,
Ante el mío su paso detuvieron,
Y en pos de ellas Perdita,
Titania, A lice y Viola,
Con angélica aureola
Que á Miranda alcanzó, se aparecieron.
XXI
De todas ellas, filtro misterioso
Que al mustio corazón embelesaba
V i correr abundoso;
Y al apurar sediento
Ese licor, momento
H ubo en que en fuego vivo me abrasaba.
114 LUIS MULTAN LAFINÜR
X X II
Pude así retratarlas inmortales,
D el edén escogidas de mis sueños,
De encantos celestiales
D e más felices días,
Con llantos y alegrías
D e amores mezcla, ó tristes ó halagüeños.
X X III
Y cuando tropezaba perseguido
P or la calumnia que la envidia mueve,
Grato y suave á mi oído,
Arm ónico y sonoro,
Llegaba hacia mí el coro
De aquel grupo gentil, con paso leve.
•
X X IY
D e Y ago la infernal innoble intriga,
D e Ricardo Tercero infame el crimen,
T od o aquello que obliga
A l horror por lo odioso,
Terrible y espantoso
Que vi del mundo al acercarme al limen,
ECOS DEL PASADO 115
XXV
Todo pasó cual negra pesadilla
Que luego cede al despertar sereno;
La injuria no mancilla:
Es tormentosa nube
Que á las regiones sube
Donde el rayo deshácenla y el trueno.
XXVI
Si de mi corazón hecho pedazos
Despréndese una vivida enseñanza,
Veré en ella los lazos
Que me atarán al mundo;
Y en eso sólo fundo
La vida que en la muerte el genio alcanza.
X X V II
Generosos amigos que me abrieron
Con cariño sus brazos, no faltaron;
Porque ellos nunca vieron
En mí negra falsía,
Y antes bien la porfía
Del afecto exceder con que me honraron.
12
116 LUIS MELLAN LAFINUR
xxvm
María Ardén, la que fué mi madre santa,
Desde su seno y en la humilde cuna,
Aquello que levanta,
E l corazón expande
E impele hacia lo grande,
Me dió por norte de humanal fortuna.
X X IX
Ni un solo fanatismo en pie he dejado:
Jamás mi lengua traicionó mi mente;
Y siempre he rechazado
El dogma religioso
Que en manos del odioso
Sectario, fué de iniquidades fuente.
XXX
A l librepensamiento rendí culto,
Y volqué transparentes maldiciones
Sobre el cuerpo insepulto
De tradición nefaria
Que envuelve en su plegaria
El veneno de mil supersticiones.
ECOS DEL PASADO 117
XXXI
Si alguna vez se oyó mi carcajada
De impúdico bufón entre los labios,
N o fué de vil mesnada
Buscando la alegría,
Sino que yo quería
Con el sarcasmo herir torpes agravios.
X X X II
La risa es también arma de combate,
Y el grotesco Falstaff un buen soldado
Para final remate
D e toda inmunda brega:
La burla á veces pega
Más fuerte que el consejo razonado.
X X X III
Y así seguí mi ruta, palmo á palmo
Luchando por el pan de cada día;
A sí entoné yo el salmo
Del trabajo fecundo;
N i débil ni iracundo
M e viera nadie en la penosa vía.
118 LUIS MELIAN LAFINUK
X X X IV
Y al fin triunfé, que en la mundial batalla
E l lauro es para quien no desespera,
Y resignándose halla
Que del perseverante
Es el supremo instante
Que empuja hasta la cima en la carrera.
XXXV
A mi Patria la herencia de mi nombre
L e dejo com o bronce duradero.
Quizá algún día asombre
L o que revela mi obra,
Si con los siglos cobra
Amor y admiración del mundo entero.
XXXVI
Presuntuoso sarcasmo en mí sería
De esperanza este mar en que me baño,
Recóndita osadía
Y orgullo desmedido,
Si todo presentido
N o fuera sin soberbia y sin amaño.
ECOS DEL PASADO 119
xxxvn
Como águila condal que en raudo vuelo,
A l hondo abismo con sus alas reta,
Y o, libre de recelo,
Mis triunfos he confiado
A l eco delicado
D el batir de mis alas de poeta.
X X X V III
Siento dentro de mí vago un destello
Que mis noches insomnes ilumina;
Lleva un augusto sello
Q ue vive extranatura,
Se extiende y vibra y dura
Como una luz de inspiración divina.
x x x rx
D e la posteridad, juez justiciero
Que un nombre borra ó á vivir lo llama,
Tranquilo el fallo espero.
Si algo que vale encierra
M i obra, será á Inglaterra,
Madre querida, que honrará mi fama»
120 LUIS MELIAN LAFINUK
XL
Si el renombre me brinda sus halagos,
Harto caro pagué yo ese renombre.
Y en los días aciagos
D e juvenil incuria
Y de tenaz penuria,
Que yo fui ro¡ís feliz, á nadie asombre.
XLI
M i vida, entonces llena de ilusiones,
N o encontraba á su paso ni una espina.
Y nunca las pasiones
D e malquerencia extraña,
Su ponzoñosa saña
M e lanzaron con saeta viperina.
X L II
¡Volad memorias de lo malo y bueno.
Que de mi vida entretejéis el hilo!
Mis deslices condeno,
Que vil escoria es duro
Mezclar con oro puro
Cuando me acerco ya á mi último asilo.
ECOS DEL PASADO 121
X L III
¿Encontraré en mi hogar siempre constantes
Aquellas afecciones de otras horas?
¿Todo será com o antes
Expansión efusiva,
Que repercuta y viva
En frases de cariño seductoras?
XL1V
Y vosotras las que dejé yo niñas
Como alegres y cándidas gacelas,
Corriendo en las campiñas,
De amor filial ferviente
Poned ahora en mi frente
El beso que me dabais de chicuelas!
XLV
Reciban con amor al peregrino,
De la infancia y la escuela afectos viejos!
H a andado su camino
A veces extraviado,
Y el corazón helado
L a lumbre del hogar buscó de lejos!
122 LUIS MELIAN LAFINUR
XLVI
P e r o . . , ya este monólogo parece
Un lamento sin fin: necia tarea,
D e alma que desfallece!
N o es flaqueza mi acento:
Es amargo el contento
De saber que á morir vengo á mi aldea.
1887.
A R P E G IO S
Como las gotas que la lluvia vierte,
O el suspiro del viento entre las hojas,
Como algo natural é inevitable,
En lágrimas mi versos se transforman!
Cual un rayo de luz á veces brilla
Una esperanza; ¡deliciosa nota!
Pero pronto la apaga el desencanto
Y de la mente los ensueños borra.
Rueden entremezclados con mis ansias,
L os espejismos de color de rosa. . .
¿Que duran poco? A l corazón herido
V olv er á su amargura ¿qué le importa?
II
¡Corrí tras ella enardecido, lo c o !. . .
Y rechazó mi afecto juvenil;
Algún tiempo después llamó á mi puerta
Aun más hermosa que celeste hurí.
124 LUIS MELTAN LAFINUK
¡Su vista me hizo mal!. . .Siguió el camino
D e su lóbrega noche, hasta que al fin
La devoró el tenaz remordimiento
D e la herida que en mi alma llegó á abrir!
III
Y o he podido mirarla cara á cara,
Tranquilo en mi conciencia;
Pero ella ¡vive Dios! ¿por qué se expone
A que sin corazón mi alma la crea?
¡Ah! torpe ingenuidad de este delirio
Que incauto me enajena!
Am or es corazón, cariño es alma,
¿A qué buscarlos en la fría piedra?
IV
N o es el terror de la feroz batalla
Q ue en la vida me espera,
L o que me labra y que en mi pecho infunde
Esta inquietud secreta.
¡Para los hombres el valor me sobra!. .
¡Venga la ardiente brega!
¡Es ella, la que adoro, á la que temo
Si falta á su promesa!
ECOS DEL PASADO 125
Has hecho bien: veinte años. . . estudiante. . .
¡ Cuestión de porvenir!. . .
Y el otro con sesenta y con sus miles
¡Cómo hace ya tu juventud lucir!
Tienes de todo: coches y caballos
Y palco y recepción
Y flores á granel, música y baile,
Para llenar de viento un corazón.
T e felicito: á tiempo he conocido
A do tus gracias van:
A l verte con tu amo el otro día,
Me dije: «por dinero baila el can».
VI
Porque te quise mucho,
De mi pasión esclavo,
En el inmenso amor que me juraste
Para mí tuve el galardón más alto.
Y luego tus desdenes,
Pliel de mi bien soñado,
Han sido el premio de mi afán constante,
La realidad de aquel ensueño vano!
126 LUIS MELIAN LAFINUR
¡Oye! ¡voy á vengarme!
L o haré por quien me llam o. . .
Pienso á mi incauto sucesor decirle:
P or cortar hay en esta aún mucho paño!
V II
Es largo el inventario
D e sus caricias, vasto
El íntimo programa
De su copioso llanto.
L o pretextó una ausencia
En que caí de incauto,
Sirviendo mi partida
Para un infame engaño.
Mas me excedí á mí mismo
D e vuelta; sin trabajo
Saqué de sus mentiras
D e la traición el rastro.
¡ Fué toda mi venganza !
¡¡ Amarga en este c a s o !!
Que había descendido
La niña, tan abajo,
Que hoy mismo la memoria
D e un día haberla amado,
Es todo lo más triste
Que en mis tristezas guardo!
ECOS DEL PASADO 127
vm
Cruzó cual un meteoro
En la noche fugaz de la p asión !
Secos los labios y el cabello suelto,
Como un fantasma para siempre huyó !
¿ P o r qué la llamaría,
D e nuevo á arrebatarme en su fu ror?
N o : que un recuerdo vago, indefinible,
D e hastío, envuelve aquel eterno adiós !
IX
Y o que confieso lo que te he amado,
Sin ocultarte que mis canciones
Fueron el eco desesperado
D e mis tremendas
Rudas pasiones,
H oy reconozco semilloroso,
Deshecho, errante, mustio y marchito,
Mas de ti libre, que amo el reposo
De un cura alegre,
G ordo y contrito.
M ucho he cam biado; no te lo n ie g o :
¡ Que nadie á cuentas jamás nos lla m e!
T e he recordado, porque hoy un lego,
« Suelto el buey, dijo,
¡ Qué bien se lame ! »
128 LUIS MELIAN LAFINUR
De tus palabras nunca me he olvidado;
Pero deben de ser de las que matan :
D e la entrevista retiréme enfermo,
Y aun guardo cam a!
XI
De toda mi experiencia saco en limpio,
Q ue lo peor es tentar la realidad.
Hiciéronme feliz dulces ensueños
Y quererlos palpar me fué fa ta l!
La ciencia me lo explica
Como herencia que viene muy de atrás,
Envuelta en los perfumes deliciosos
De la manzana del incauto Adán.
X II
Siempre estás ante mí visión que llegas
En los insomnios que á mi noche afligen,
Para avivar del bienestar perdido
Dulce memoria cada vez más triste!. .
Fuera el olvido sin igual con su elo!
A cerbo mi dolor así lo exige;
Mas tu imagen flotando ante mis ojos,
Proclama que olvidarte es im posible!
ECOS DEL PASADO 129
Nunca se aparta de mi incierta huella,
Tu errante sombra que mis pasos sigue;
Jamás respiro de la brisa amiga
Sin que un eco de tu alma no me infiltre.
Nadie sabrá quién eres. Profanado
El secreto creyera que en ti vive,
Si por un labio que no fuera el mío
Supiera que tu nombre se repite
Imposible salvar es el abismo
Que profundo por siempre nos divide;
N i aun la esperanza de volver á verte,
Ni aun esa, por lejana, me sonríe!
¡Ay! sigue tu cam ino. . . que yo sigo
Aquel que con crueldad tú me impusiste:
¡Es de espinas!. . . En cambio yo deseo
Que pena alguna tu existencia agite. . .
X I I I
Tenue la luz de la lejana estrella
Remeda lumbre del traspuesto sol.
Y el recuerdo también, débil antorcha,
Alumbra apenas la ilusión que huyó!
Reminiscencia que jamás consuela,
N i viene nunca de la dicha en pos:
Es un rayo de luna que titila
Sobre una ruina su sutil fulgor!
130 LUIS MELIAÍT LAFINUR
Memorias quejumbrosas de otros días,
Esperanzas que el tiempo arrebató!
A l menos vuestros pálidos cendales
Cubran la juventud del corazón!
X IV
H ondos suspiros,
V oces de anhelo,
De desconsuelo,
De pesadumbre
Los ecos mil,
P or el espacio
Cruzan ligeros.
¿Son mensajeros
De hondos pesares
Que no hallan fin?
¿T odo es sombrío?
¿No lucen días
Con fantasías
Que espejen dulce
Felicidad?
¿Dichas y penas
V an confundidas?
¿Gotas perdidas
Son en las ondas
D e ancho raudal?
ECOS DEL PASADO 131
¿Todas son dudas
En la existencia?
¿Y hasta la ciencia
Avara oculta
Su etérea luz?
¿Y en sus enigmas,
A la esperanza
Si incauta avanza
Envuelve luego
Con negro tul?
¡Esa es la vida!
Entre aflicciones
Las ilusiones
Y e com o sombras
Desparecer!
Cual hojas secas
Que arrastra el viento,
Como un lamento
Que el alma exhala,
Perdido el bien!
Mas nada iguala
Como tributo
D e acerbo luto
A l desencanto
Del corazón!
Que cuando él clava
Su garra ifnpía,
13
1B2 LUIS MELTAN LAFINUR
Desde ese día,
Perpetua fuente
L e abre al dolor!
¡Adiós, entonces,
Gratos concentos,
Tiernos acentos,
Fieles arrullos
D e amor feliz!
Se vuelve el pecho
U n hondo abismo
Y á un tiempo mismo
Sus mil ensueños
Siente morir!
XV
Los místicos que creen en el infierno,
Y hallan muy conveniente que el precito
En la hoguera, después de sepultado,
Sufra eternal castigo,
No saben que el infierno está en la vida
Con sus mil elementos de martirio,
Y que antes de torturas de ultratumba,
Aquí se alzan suplicios.
Por todos he pasado; y al que quiera
Conocer infernales atractivos,
Mis derechos le cedo á la que un día
M e honró con su cariño.
ECOS DEL PASADO 133
XVI
N o entiendo de los dos cuál el que gana
Es, en el juego actual;
Que me engañas lo sé; no te lo he dicho,
Mas léolo en tu faz.
El estileto envuelves entre flores
Con insidioso afán.
Abandona esa negra alevosía,
Hiéreme sin piedad.
La comedia ya es drama: en él ocupe
Cada uno su lugar.
Conócese la víctima; ¿el verdugo
Sabes tú dónde está?
XVII
La locura por razón
Puede tomar sin afrenta,
El que siente la tormenta
De amor en su corazón.
Porque el amor es traición,
Engaño vil, felonía,
Burla sarcástica, impía;
Y el que de esta mezcla impura,
En vez de razón locura
No saque, ¿mortal sería?
134 LUIS MELIAN LAFINUR
xvm
Sin forma, ni color, ni voz, ni peso,
Mis pasos sigue y por doquier me acecha,
Aun al sellar su amor ardiente, un beso,
Fatídica una sombra: la sospech a!
Que me tortura aleve y aniquila
A sí que yo me alejo de su lado;
Y cerca de ella el corazón vacila,
Tranquilo nunca, y menos resignado.
¿Q u é luz disipa de esa negra duda
El torcedor terrible en que me agito ?
¡ Mudos sus labios, mi esperanza m uda!
M i horóscopo es fatal: ¡ estaba escrito !
X IX
Si es que discurro en verso. . . ¡ Cuánto creo!
En mi pecho, vivaz arde la llama
Del culto á Dios y el inefable culto
De la mujer amada;
Pero en la prosa burda de la vida,
En que la Providencia es mi madrastra,
Y en que peor que madrastra es la que adoro
Del fondo de mi alma,
ECOS DEL PASADO 135
No puedo ser creyente, y á la fuerza
Habré de lamentar en prosa llana,
Que sean el amor y el Dios del cielo
Consolación escasa!
Lástima es no vivir de poesía,
Música celestial que nos levanta,
Y al dulce ritmo de la lira acoge
Todo ensueño que pasa!
XX
Fué un día de locura.
¡ Qué inmenso aquel deleite!
Es pena que no tuvo los efluvios
De un aroma perenne!
N o eterniza deliquios
La vil materia inerte;
Pero un remordimiento, íntima angustia,
Nos mortifica siempre!
Brevísimo un suspiro
Fué aquel júbilo aleve;
Mas sempiterno, la conciencia muda,
Nos remachó un grillete!
136 LUIS MEL1AN LAFINUR
XXI
Mis ilusiones se fueron
Y las dudas me rodearon.
¡ Es natural! Se murieron
Las rosas, pero dejaron
Las espinas que me hirieron.
XXII
Si el odio en mí cupiera, quizá te odiase;
Si supiese vengarme, me vengaría;
Y si fuera posible que yo olvidase,
T e olvidaría!
Pero no hallo el remedio de tus desdenes.
Que me resigne, dices, com o á su pena
Mísero escla v o! Sea; pues ya me tienes
En tu cadena.
XXIII
Tú lo sabes: aliento soñando;
Tú lo sabes: mi vida es pasión;
Yo* no vivo en el mundo; me aduermo
Arrullado sintiendo tu voz.
Si despierto, mi bien, ¿ qué me espera ?
¿ E l deleite ? ¿ El acerbo dolor ?
¿ Una noche de obscura tormenta ?
¿ L a batalla de un día sin sol?
ECOS DEL PASADO 1B7
No me traigas de nuevo á la vida,
Si, en mi cielo ya no eres mi Dios,
Y en mi lecho de mísera muerte
Sea tu sombra funéreo crespón.
X X IY
No creo en los milagros; mas contrito
Me declaro creyente desde luego,
Y confieso cuando hay com o un precito
En el infierno de horroroso fuego,
Si oyera yo de tu conciencia el grito
En la lucha tenaz de que reniego,
De que veinticuatro horas han pasado
Sin tú haberme otras tantas engañado.
XXY
Recordar, dice Dante,
En horas de desgracia,
Otros tiempos felices,
Es el mayor dolor que llegue al alma.
Pero siempre he pensado,
Que también es nefasta,
Del infeliz la vida
Que del pasado ni un recuerdo halaga.
138 RUIS MELIAN LAFINUR
XXVI
Si oyes decir que he muerto, puedes creerlo,
Pues hoy mismo no sé yo si estoy vivo;
Que es á veces la tumba de la tierra,
N o tan honda com o es la del olvido. . . .
X X V il
M i memoria es espejo que refleja
E l vasto panorama de mi vida;
Pero á veces me espantan y atormentan
Los mil recuerdos que ante mí desfilan.
Y o quisiera quebrar con rudo golpe
E l cristal que al pasado me aproxima;
Y tranquilo me viera, si el espejo
D e mi mente, pudiera yo hacer trizas.
X X V III
Quejas del arpa eólica
Suspiros son del viento:
Siempre variable; que él jamás exhala
El mismo sén halagador y tierno.
Como esa arpa que cuelga
Sin saber el secreto
D el aura que á ella confiará su cuita,
Y o ignoro el rumbo que en mi vida llevo;
ECOS DEL PASADO 139
Pero sé que no sopla
En bien de mis anhelos,
Ningún viento constante que me traiga
Dulce presagio de destinos nuevos.
X X IX
La música es lenguaje
Para los escogidos.
¡Pobres los que no sienten
El goce de su ritmo!
Que si hay algo en el mundo
Que quepa hallar divino,
Es la armonía excelsa
Que el genio da al sonido.
XXX
Satisfecho un capricho se desfloca
Maldiciendo el que fué deseo vehemente;
Saciedad de un momento febriciente,
Que engrandeció, fugaz, una ilusión.
¿Por qué correr tras el fantasma errante
D e un placer que se escurre al alcanzarlo?
Para ese afán en germen sofocarlo,
Habría que matar al corazón!
140 LUIS MELIAN LAFINUR
X X X I
Contra su orgullo inmenso
Me defendí á mi modo;
Y el resultado fué que yo quedase
Dentro de mi alma más que nunca solo!
Han pasado los años,
Y con fervor adoro
D e mi primer pasión aquel recuerdo,
Que no acierto á saber si es pena ó gozo.
X X X I I
Cuando partí, con llanto
D e angustia me decía:
«Q ue estar de mí alejada
L e iba á costar la vida».
Pero á la noche un baile
Fué bálsamo á su cuita,
Sus lóbregos pesares
Trocándolos en dicha.
Un bobo alegre, de esos
Que pronto se conquistan,
De azahares á su frente
L e conversó en seguida;
ECOS DEL PASADO 141
Y cuando, ya marido,
Con finura exquisita
M e presentó aquel bobo
A la que amé yo un día, »
Ella, sin inmutarse
Me dijo: «Su visita
Espero, pues he sido
Alguna vez, su amiga».
Quedé al principio absorto
Ante esa frase cínica:
Mas luego pensé y dije:
¡Qué comedianta eximia!
X X X 111 0
El viento en las palmas suspira sus quejas,
La luna sus rayos titila en el mar,
Las olas murmuran besando las playas,
Y alumbran los astros del cielo el altar.
é
L os ríos espejan cambiantes de nácar,
Las nubes envuelve fulgente arrebol,
Y se abren las flores del campo risueñas,
E l beso esperando del próximo sol.
Ambiente propicio la vida regala
D e dulces encantos con gracia gentil;
Pero á mí no llegan ni flor ni perfume,
N i un soplo siquiera del aura sutil.
142 LUIS MELIAN LAFINUR
Y o vivo en la noche que eterna se cierne
Y cruda entenebrece mi juventud.
Sin ella á mi lado, mis días devoran
Penas amargas, temor é inquietud!
X X X IV
Y o he sido siempre tuya,
D e otro no soy ya digna;
Pues que mi juventud y mi alma entera,
Y o te entregué con la efusión más íntima.
Y luego con sonriente
Diabólica malicia,
D ijo: «E l primero en mis halagos fuiste;
¿Qué te importa después de otros la dicha?
Sacude ese egoísmo
Que tu ánimo contrista,
Y deja que de amor una lim osm a .. .
A lcance al que también la necesita.»
L e contesté: «Borrarme
Puedes ya de tu lista;
Jamás aspiré yo á ser pordiosero;
Y renuncio á las sobras que me brindas»!
ECOS DEL PASADO 143
XXXV
Como cisne que nada en azul lago
Que la luna plateada
Argentó con sus rayos peregrinos,
A sí navegó mi alma,
Hasta que por mi mal llegué á quererte,
Tornándose en borrasca
Aquel encanto dulce en que mi vida
Feliz se deslizaba.
Vuélveme al lago azul, á la dulzura
D e la quietud que halaga,
En el bosque con la canción primera
Que la calandria ensaya,
En el mar con los astros que reflejan
La bóveda estrellada
Sobre las aguas verdes que murmuran
Acentos de esperanza,
Y aquí en mi corazón con la promesa
Que el despertar aguarda
De una pasión que á otra pasión responda, *
De aquellas que levantan
A la etérea visión de luz y gloria,
Que en el pecho retrata
L o inmenso de un amor inextinguible
Que una existencia abarca.
144 LUIS MELIAN LAFINUR
XXXVI
Las olas del mar se encrespan
Rizadas por viento duro,
Como en mi pecho se yerguen
Las pasiones en tumulto.
Pero del viento la calma
Convierte al mar, antes rudo,
En lago terso y sereno
De dicha y de paz refugio.
A la pasión desbordada,
Dique no le pone el mundo,
Que pueda ni reprimirla
N i desviarla de su cu rso .
Mas si desataste en mi alma
Un afecto que fué tuyo,
Y reprimir no es posible
Por medio humano ninguno,
Con tu corazón imprímele
La vehemencia de un conjuro,
En que sean dos oraciones
El eco del mismo culto.
N o permanezca un instante
Tu pecho á mi ruego mudo,
Y la pasión hoy aislada
Convierte en afecto mutuo.
ECOS DEL PASADO 145
xxxvn
¿Qué queda de aquel idilio
Tan lleno de fantasías,
De esperanzas, de ilusiones,
Y de palabras perdidas?
¡Nada! E l ruido de los besos
Que en el viento se desliza,
N o duró más que el encanto
De aquellas horas de dicha!
¡Todo pasó! Fué una noche
En que la embriaguez sentida
De un amor más que imposible,
Engañó tu alma y la mía.
¡Erramos ambos! Ni agravios
Trájome tu fe sencilla,
Ni empañé yo tu cariño
Con voluntaria falsía.
Y acaso los espejismos
Recordando de la vida,
Lloras que fuesen tan breves
Aquellas nuestras caricias . .
Y o por mi parte me digo:
Pasajeras ó furtivas,
De una noche inolvidable
Renuévense las sonrisas.
146 tü IS MELIAN LAFINUR
xxxym
La aurora á las estrellas
Apaga sus fulgores,
Y airado cierzo impide
L os campos alfombrar
Con esmeralda; y mata
D e las fragantes flores
Perfumes, lozanía,
Matices y colores,
Como huracán que arrecia
Su calma quita al mar.
En mi pequeño mundo
D e locas fantasías,
H e visto mis ensueños
Tratados con rigor,
Trocándose por siempre
Mis más felices días,
En horas que alejaron
Mis dulces alegrías,
Para el fantasma eterno
Mostrarme del dolor.
X X X I X
Puse en ti mi esperanza, el pensamiento,
A impulsos de mi amor;
Tus desvíos mataron mi esperanza:
E l pensamiento no.
ECOS DEL PASADO 147
De un árbol, cuéntase que afila el hacha
Que cruda derribé
Su tronco, con mil ramas rebosantes
D e plácido verdor.
Las ramas que se secan con el golpe
' Que todo lo tronché,
Jamás se quejan de la incauta savia,
Numen del filo atroz.
Como una de esas ramas que ha seguido
La suerte que tocó
A l tronco añoso, así por siempre queda
M i pobre corazón.
XL
Tfi me hiciste feliz un solo instante!
Has sido ave de paso
Que saludó una aurora
D e clima extraño en jubiloso canto.
Dulce un recuerdo que al partir dejaste,
En mí volcó su halago;
Estela fugitiva
De que empiezo á perder ya el gentil rastro
N o he de volver de nuevo, no, á estrecharte
Ansioso entre mis brazos;
Y tu imagen en mi alma
La luz apenas es que espeja un lago,
u
148 IUIS MELIAN LAFINUR
¡Ah! ¡qué eternales esas horas fueran
Que cruzan com o un rayo!
¡Flores que se deshojan
Al más leve y sutil aéreo contacto!
XLI
D e la vida el invierno, ¡qué crudo!
Si del alma las nítidas alas,
En su ensayo primero se hielan,
Hundidas en cieno mezclado de escarcha.
N o verá nunca su primavera,
La que del cierzo próvida se alza,
Corazón mudo siempre aterido
Que el fuego no calienta de la esperanza.
XLII
No sé cóm o ha afrontado mi mirada
Rebosando dolor,
Después de aquella escena malhadada,
Mezcla de ira y rencor,
En que rompió traidora la promesa
Que jurara cumplir,
Cuando arrulló en sus horas de terneza
M i fe en el porvenir.
ECOS DEL PASADO 149
M i presente es el árido desierto
En que muero de sed;
En el ala ave herida en campo abierto
B e un tigre á la merced.
T u vanidad pregone la victoria
Q ue obtuviste de mí:
Hay triunfos que envenenan la memoria:
Esos son para ti!
X L III
El crepúsculo ya se aproxima;
Yuela el pájaro alegre á su nido;
El silencio al bullicio sucede *
Y el ambiente susurra tranquilo.
¡Si pudiera también sosegado
Mantener mi recuerdo y cautivo,
Y soltarlo tan sólo cuando ella
De mirarme se diera el capricho!
¡Mas no cabe en mi pecho amoroso
Semejante imposible dominio!
Y o la veo de noche y de día
Por doquier que mis ojos dirijo. . .
Y aun durmiendo su faz yo dibujo,
Que soñando también yo la miro,
Solo ignoro si tantas visiones
N o me ocultan terrible un abismo.
LUIS MELIAN LAFINUR
X L IV
V olvien do alegre de un viaje
Quise pasar por su casa;
Evocar dulce un recuerdo,
Quizá verla en la ventana
¡Mas todo había cambiado!
N o era aquella su morada,
Ni aun hubo quién me dijera,
Dónde podría encontrarla!
Seguí mis pasos errante
Por calles desiertas, largas,
Y de volver pronto á verla
Perdía toda esperanza,
Cuando un niño que corriendo
Se dirige á una explanada,
Tropieza y cae junto á un coche
Que por poco lo arrollara.
Una mujer, com o un rayo
A detenerlo se la n z a .. .
Fáltale el tiempo: del trance
Y o soy quien al niño salva.
La miro; me reconoce;
Se pone trémula y pálida;
Porque ve en aquel momento
La amargura que me labra!
ECOS DEL PASADO 151
Si procuraste olvidarme,
L a dije, tu intento falla;
Que desde hoy mi nombre unido
Y a al hijo de tus entrañas,
A l hijo que también mío
D ebió de ser, si tu alma,
N o fuera el infernal antro
Que engendró traición nefanda!
Quiso contestar; no p u d o. . .
Y al saltársele las lágrimas,
Cayó por un cruel desmayo
Histérico, desplomada.
XLV
¡Qué negros son tus ojos!
¡Qué ardiente es tu mirada!
L o sé: no hay en el mundo
Ojos como esos que á un abismo arrastran.
¡Ah! sí, á un abismo obscuro,
Que atormentando mata,
Que atrae y que enloquece
Y con celajes pérfidos engaña.
Y o he penetrado donde
La lobreguez dilata,
Una angustia que aun dura
Cuando ya tu pupila amor no radia.
152 LUIS MELIAN LAFINUR
Tu corazón es antro
Mortífero, que apaga
La esperanza, el ensueño
Con que de tu mirar el fuego abrasa.
XLYI
« Hasta mañana, * decía,
« M i querido, hasta mañana:
« Y a se vislumbra cercana
« La aurora de un nuevo día. »
Y así gozaba á su lado
Horas de feliz destino.
H oy es otro mi cam ino:
N o de flores alfom brado!
« Hasta mañana » . . . ¡un recuerdo!
« Jamás té veré » . . . ¡el presente!
¡ Sombras que nublan mi fren te!
¡Memorias en que me pierdo!
Sigo mi ruta aturdido
Y de un idilio pasado
Un eco en mi alma ha quedado:
« Hasta mañana, querido! »
X L Y II
T e devuelvo las cartas
Con que feliz me h iciste;
Y también las reliquias
Que en un día de amor, loco bendije.
ECOS DEL PASADO 153
De tu cabello el rizo,
Generosa permite
Que para mí lo guarde,
Como algo que por mío siempre q u ise!
¡Y o lo besé en tu frente!
Y cuando ¡ joya insigne!
Deseaba conservarlo,
Para mí de tu sien lo desprendiste!
M e pertenece. Mustio
L o miro y no me aflige!
Aun exhala un perfume
Que al agravio que me haces sobrevive!
x L v rn
Entre risas sarcásticas y crueles,
M e ha referido ayer quien es tu amiga,
Que á mis cantos á ti, diste lectura,
Y que aun duró la risa,
Mientras te preparabas muy devota
Tus preces á elevar en la vecina
Iglesia, en que recorres tu rosario
Temerosa y contrita.
D e ese amuleto contarás las cuentas
Con el respeto con que lees mis rimas.
¡ Está fresco tu Dios si cree en las preces
Que tu unción le dedica!
154 LUIS MELIAN LAFINÜR
Tu Dios, mi amor, lo que sería grande,
En la región sublime en que se agita
De la sinceridad y el sentimiento
Fervor que dignifica,
Murió en tu corazón ya para siem pre!
En ese corazón que nunca vibra
N i por lo que has fingido ser tu credo,
Ni por la pasión mía!
X L IX
Y i un tinte de tristeza en su mirada,
Y mucha palidez en su semblante;
Y dije para mí: «Mala pasada,
L e ha jugado á esta pobre algfin tunante»
Mas si á la inversa fuera, estoy seguro,
Que el placer del engaño y la falsía,
Expresión dieran de deleite impuro
A su faz, y á sus ojos alegría!
Las glorias y los dolores
D e mi tierra he trasuntado
E n versos que ora son himnos
O son páginas de llanto!
ECOS DEL PASADO 155
Y cuando mis pobres rimas,
Alcanzan algún aplauso,
Y o siento que me conmueve
Indefinible un halago;
Que es mi laurel más insigne
Ser intérprete en mis cantos,
D el orgullo <3 de las penas
D e mi pueblo en su amor patrio!
LI
Ante Beatriz y Laura,
Embebecidos en la dulce imagen,
Absortos se postraron
Con inefable amor Petrarca y Dante!
Fué un afecto tan puro
E l de ambos, que en el mundo no renace
El misterioso símbolo
De sus dolientes, místicos romances.
Mas ¡ay! los eruditos
Que de antiguos idilios algo saben,
Con razones convencen
D e que á Laura y Beatriz jamás vió nadie;
Y efigie ideal tan solo
D e ellas envuelve con sutil encaje,
E l nombre que les teje
E l gemido inmortal de los dos vates.
156 LUIS MELIAtf LAFINUR
Esa efigie perdura,
Y brilla cual la estrella de la tarde,
Para velar un sueño
Que del edén, al despertar no arranque!
Tuvieran esas diosas
Tan adoradas, humanal esmalte!!
Ni Dante ni Petrarca
D e su intensa pasión dieran la clave!
Pero Beatriz y Laura,
Sólo en el mundo de las sombras caben!
Si hubiesen existido
L ocos volvieran á Petrarca y Dante!
L II
¡Yenid, mis amigos!
¡Rodeadme en el lecho!
¡Q ue al menos expire
Envuelto en afectos!
¿Por qué no viene ella
A ver cóm o muero,
De un rayo de luna
A l postrer reflejo?
¿Por qué no concede,
Corazón de hielo,
Fugaz ese alivio
A mi duelo intenso?
ECOS DEL PASADO 157
¡Si acaso la viese!
¡Y aun sin darme un beso,
Siquiera rozara
M i sien su cabello!. . .
Creyera un instante
Que se oye del cielo
La última plegaria
De mi amor terreno!
¡Mas nada! ¡No acude!
¡Su mortal desprecio
Pone á sus crueldades
El último sello!
¡Venid, mis amigos!
¡Rodeadme en el lecho!
¡¡Más!! ¡Visión odiosa!
¿Delante qué tengo?. . .
¡Amigos ¡ay! no hallo!
¡Los busco!. . .¡Se fueron!
¡Deudos sólo quedan
Por ver si algo dejo!. . .
¡Ay! mi último rayo
D e luz, es espejo
D e un mundo fangoso!. . .
¡Y a de él huir anhelo!
158 LUIS ME LIAN LAFINUK
¡Huérfano! Vendido
Por la que amé ciego.
La vida no vale
V ivir que yo llevo!
¡Oh muerte! ¡te adoro!
¡Mi amiga! ¡Ven presto!
¡Despliega tus alas,
Atiende mi ruego!
L ili
¡Ah! no me tomes por malicioso
Si he descubierto tu afán doloso!
M i buena estrella
Y a de la huella
Logró apartarme que sigues tú.
¡Debo dejarte! Nada me obliga
A que tus vueltas sinuosas siga,
Si recto ó tuerto
Tengo por cierto,
Que harás conmigo tú raya y cruz!
Juzgo, por tanto, muy conveniente
Que yo á tu gracia resplandeciente
Sin más renuncie,
Antes que anuncie
Tu voz crueldades del corazón!
Así, querida, te eximo ahora
ECOS D E L PA S A D O 159
De la promesa que, embriagadora,
Ha tiempo hiciste.
Y alegre ó triste,
N o lo sé, acepta mi último adiós!
L IV
Soy la mísera esclava
Sumida en sus tristezas.
Comprada en el mercado
Como inconsciente bestia.
Y en tanto, yo subyugo
Con mi pupila negra,
A l amo que me impone
La servidumbre eterna.
Él en esclavo truécase,
Que arrastra su cadena;
Y mi desdén constante
L o sigue y atormenta!
¡Ah! que no espere nunca
Sonrisas; ni siquiera
Esa mirada dulce
Con que el amor empieza!
En un hondo gemido
A veces se condensa
El llanto desolado
Que empapa una existencia!
160 LUIS MELLAN LAFINUK
La esclava, en el infame
Que su cariño anhela,
D e su asolada raza
Ha de vengar la afrenta!
LY
Un alegre estudiante que adoraba
A una mujer ideal,
Sin motivo ninguno, muchas veces,
D e palos daba á un can.
Enfermóse un buen día el estudiante
De extrema gravedad,
Sin que á la novia cerca de su lecho
¡Ay! se viera jamás,
Pero al perro del lado de su dueño
Nadie pudo arrancar.
Y cuando vino el desenlace crudo
Del sueño sepulcral,
La novia asistió á un baile, rebosante
D e alegría su faz,
Y el perro fué la lápida de su amo
Desolado á velar.
P oco después, en apacible tarde
A un cementerio van,
Una mujer y un joven que en las redes
De ella se ha envuelto ya.
ECOS D E L PA S A D O 161
Junto íí una tumba pasan donde á un perro
Acaba de matar
E l dolor en que de su amo lo hundiera
El recuerdo tenaz.
Y exclama ella, leyendo el epitafio:
« Y o conocí á ese tal
Ha tiempo. Traeré al perro una corona
Por su fidelidad.»
Y al incauto mancebo, así le dice:
«Si llegas á faltar,
M i corazón en el doliente perro
Ejemplo tomará!»
¡Oh cinismo, que alientas en las almas
Exentas de piedad!
¡Ocúltate en las breñas en que afilas
Tus dientes de chacal!
LYI
Y ó sé por qué Platón desterrar quiso
La poesía que en tan poco estima,
De la República con que él soñara
Despojada del ritmo de la lira.
Ni Aspasia, ni Friné jamás lograran
Con voluptuoso imán atraer su vida,
N i aun en las líneas de la Venus griega
V ió él al poeta en el cincel de Fidias.
162 LUIS M ELIAN LA F IN U R
En el ideal que el alma insomne anhela,
La belleza, triunfante, al fin se infiltra.
¡Te hubiera visto á ti!. . . ¡Platón supiera
L o que canta al pasar, y es poesía!
Tu busto escultural, tu ebúrnea mano,
El fuego del amor en tu pupila,
El andar de la diva en tu pie leve,
Y tus labios que miel de Himeto liban. . .
Todo al viejo filósofo enseñara,
Que algo á la Grecia le faltó en su día:
El poema que nace con la aurora,
Y que tú sola al despertar recitas!
A l H elicón ¡oh diosa! perteneces;
Tú tienes tu lugar entre las ninfas;
Y las musas te bordan la guirnalda
Con que adornas tu frente pensativa!
L Y II
Fiero dolor, del corazón verdugo,
En lágrimas de sangre lo bañó,
Cuando ella dijo con acento rudo:
¡Olvídame. . . y adiós!
í
ECOS DEL P A S A D O 163
L V ÍII
¡Qué mal está en tu pecho
La humilde margarita!
La flor modesta que nació en el campo,
N o vive sin el beso de la brisa!
¡Ay! morirá en tu seno
Que es una tumba fría,
D o sepultas la flor del sentimiento
Que te pide calor para su vida!
Sólo á tu pecho cuadra
La flor que el arte imita,
Sin perfume, engañosa de colores,
Y cual tíi exenta de sensible fibra!
L IX
La maga de los sueños seductores
Que de la vida se ama en el albor,
A l querer estrecharla entre mis brazos,
«¡Aparta, dijo, tuya no soy yo!. . .»
Y desde entonces, mísero y aislado
La eterna soledad ahogó mi voz.
M e arrastro por el mundo y sobrevivo
A mi muerta ilusión!
15
164 LUIS M ELIAN L A F IN U R
LX
En tu jaculatoria,
De místico lenguaje
Noté que entre latines
M i nombre suspirando pronunciaste.
Pero fué mi sorpresa
Enseguida más grande:
Porque la oración era
La que se reza á los agonizantes!
A l verme, «¡oye! dijiste,
Si por tu mal no sabes:
Que por aquí andan, muertos,
L os que en creer que están vivos se com placen.
¡Eres de esos! A l cielo
Que tu alma nunca llame:
Pues que la fe te falta
En la empírea región tú ya no cabes».
— ¡Oh! hermosísima ilusa!
¡Tu amor de mí se apiade!
¡Acógeme en tus brazos
Y el solo cielo en yo crea me abres!
ECOS DEL PA S A D O 165
LXI
P or el río flotando van las hojas;
El río hasta la mar las llevará.
Y el insondable abismo las acecha
Con su voracidad!
Mísero, la vorágine del mundo
Fatalmente me impele á naufragar.
¿Dónde voy, quién me guía, por qué sigo
M i destino falaz?
Es^ preguntar al ámbito tranquilo,
Por qué de pronto estalla el huracán
Cuando con voz horrenda lanza airado
Su rugido infernal!
l x ii
V i en una mansión muy pobre,
Resplandeciente la dicha,
Y azotando desventuras
El lujo de otra muy rica.
Tal como mi mente inquieta
En el vaivén de la vida;
Opulenta con tesoros
D e esplendente fantasía,
166 LUIS M ELIAN L A F IN U E
Mas mísera de un afecto
Que al ir á alcanzarlo, mira
Borrarse entre los fulgores
Que quiebra un funéreo prisma.
D e una visión venturosa
Las alas ya se calcinan,
Y sólo queda el recuerdo
Envuelto entre sus cenizas!
Astros del amor, que pueblan
Las regiones en que brillan,
Iluminen de mis noches
La esperanza que dormita.
¡En la opulencia. . . mendigo!
¡En la riqueza. . . la ruina!
Diera todos mis ensueños
Por que ella más compasiva,
Me alcanzase una limosna
De ese cariño que alivia;
Que si no cura, á lo menos
Pone una venda en la herida.
L X II1
Soñaba yo que en el sepulcro helado,
Gemía de dolor ante la escena
De que el sarcasmo de sus carcajadas
Profanaba mi huesa.
ECOS D E L P A SA D O
Feroz era la mueca y espantosa
Que la angustia imprimid á mi calavera;
Pues me desesperó que la tomase
Por máscara burlesca.
Lacerado ¡ay! me desperté del sueño
Entre sollozos de aflicción acerba;
E iguales carcajadas que seguían
Eedoblaban la afrenta.
Su corazón aleve deshojaba
La flor que un día colocó en mi senda,
Y apagaba del cielo de mi vida
La fulgurante estrella.
Si fué mi sueño desolado, horrible,
El despertar volcó aun mayor tristeza.
Mis lágrimas, de un cráneo ya vacío,
H oy ríen con la mueca.
L X IY
• De tu memoria
Borrar quisiste,
Haberme dicho:
«Nunca me olvides».
Y ora pretendes
Que me resigne,
A no escucharte
«Nunca me olvides»,
168 LUIS M ELIAN L A F IN U R
Mas com o un eco
Sutil, te sigue
V o z que suspira:
«Nunca me olvides»,
Que es lo que buscas,
Un imposible.
En mí no cabe
Que yo te olvide.
LXV
¡Escáchame un instante!
Y si llega hasta ti mi voz amante,
Contésteme tu labio:
¿Por qué anida en tu seno
El furor enconoso del agravio?
¿Por qué es que día á día
Viertes com o un veneno
La hiel que mezclas tú con mano impía
A l raudal de pasión del alma mía?
Brindas la recompensa
De espinas dolorosas,
A mi ternura inmensa,
Mientras libre tu loca fantasía
Se inunda en el perfume de las rosas.
Mas todo pasa en caprichoso giro,
Leve com o un suspiro.
Me rindo á que me puncen las espinas
ECOS D E L PA SA D O 169
Y á que dure el aroma que te baña.
Y si febril fulminas
De mi destino rudo el fallo fiero,
T u crueldad no se engaña,
Que aun desgarrado el corazón, prefiero
A l eco aleve de tu injusta saña
La horrible soledad en que me muero.
LXYI
Si soñar es vivir, ¡cuánto he soñado!. . .
Si vivir es sufrir, ¡cuánto he vivido! .*•.
Mas sé que en esta lucha
En que al dolor me rindo,
Se va mi corazón despedazando
Tan cruelmente en el áspero camino,
Que al fin de la jornada
Muy poco es lo que exijo.
En el desierto estéril de la vida,
Ansioso y fatigado peregrino,
Sólo el reposo busco
Sólo á una tumba aspiro,
Anónima, sin nombre ni inscripciones,
Rodeada del silencio y del olvido,
Sin que riegue una lágrima
Su misterio tranquilo!
170 LU IS M ELIAN LA F IN U R
L X V II
Y o quise concentrar en una estrofa
Cuanto tú sabes que me dice tu alma,
¡Me fué imposible! ¡Y tú la estrofa hiciste
Con solo una mirada!. . . .
L X V III
Como del Plata las rugientes olas
En las rocas se quiebran con furor,
Y se esparcen después en los encajes
D e blanca espuma que abrillanta el sol,
Tú dispersaste, cruel, mis sentimientos
A l romper sin piedad mi corazón;
Y han sido ellos la espuma que en las grietas
D e las rocas el viento disolvió.
L X IX
¿Me dejarás? Decíame llorosa. . . .
Nadie huye de sí mismo,
L e contesté: tú eres el alma mía
Y . . . mi alma va conmigo.
LXX
Nunca me oyó ni una palabra sola
D e ternura, cariño, ni esperanza,
Y hoy no sé lo que diera
P or hallarla y decirle que me abrasa
ECOS DEL PA S A D O 171
Su recuerdo en el fuego voluptuoso
D e una voraz, inextinguible llama
Que mis noches devora
Con el pesar de que no supe amarla!
LXXL
N o creo en sus palabras;
Y en sus encantos creo;
L o que sus labios dicen,
Raudo en sus alas se lo lleva el viento.
Pero poder ninguno
L e arranca su sereno
Imán inextinguible,
Envuelto en dulce angelical misterio!
Será más engañosa
Que cualquier estafermo,
D e aquellos que en el púlpito
Ensartan sus eternos adefesios.
Cruzara ella, no obstante,
Sólo por un momento,
Con su libro y rosario
Por los arcos y bóvedas del tem plo!. . .
Los beatos y los frailes,
Y los santos de leño
Moviéndose en sus nichos,
Todos ante ella se postraran lelos!
172 LUIS M ELIAN LA F IN U R
Pues seducciones tiene
Que al más casto dan vértigos,
Y oponerles no cabe
Excomuniones, pláticas, ni rezos.
Es una hermosa estatua
Tallada en carne y hueso;
D e corazón carece
Y querérselo hallar es vano empeño.
M e atrae fascinadora;
Temeroso me acerco;
Como á una Venus griega
La admiro embebecido desde lejos.
Pero estando á su lado,
Del corazón el hielo
Tan hábilmente oculta,
Que me abrasa en el fuego de su aliento.
L X X II
La nube nacarada,
Mensajera del cielo,
Sobre la tierra su piedad derrama
Su sed al apagarle
Con el bálsamo dulce de sus lágrimas.
ECOS D EL PASAD O 173
L X X IIL
Si mueres joven, tu gentil corona
D e azahares, ya marchitos
La arrancará á tu frente alabastrina
El más tétrico esposo y más indigno:
El roedor gusano
V il, inmundo y lascivo!
Rozando apenas tu nevado seno,
Con lúbrico cinismo
Buscárase él el lujurioso halago
D e estampar en tu labio purpurino
E l ósculo que ansiaba
Y o en horas de delirio.
Y en la lóbrega noche, avergonzada,
Sintiendo tú el sigilo,
Con que goza el gusano tu belleza
A l verte suya en el panteón sombrío,
Maldecirás mil veces
Tu prematuro sino.
¿ Y allí no pensarás que me trazaste
La vía cruel que sigo;
Y com o el ruin gusano, mi esperanza
Y mi fe devoraste á un tiempo mismo,
Hundiéndome en la tumba
Sin fondo, del olvido?
174 LU IS M ELIAN LAF IN U R
L X X IV
A la sombra funérea de los eipreses,
Apenada acogióse, mustia la lira,
Huyendo de los ruines aduladores
Que prostituida,
Quisieran arrastrarla del despotismo
A que siguiera el coro de la ignominia
Con que en sus salmodias marcan los serviles
La nota indigna.
L a lira, de las tumbas en el recinto,
H a de templar sus cuerdas para otros días:
Se aleja hoy de los vivos que tienen muerta
El alma cívica.
LXXY
D e pronto me asaltó una extraña duda,
Tan triste y persistente,
Que no pude arrancar su fuerza muda
D el fondo de mi mente!
¿Fué una ilusión? ¿Qué importa en mí el exceso
D e imaginaria pena,
Si de aflicciones reales con el peso
Está ya mi alma llena?
ECOS D E L PA SA D O 175
LXX¥I
N o me dijo el secreto de su vida,
N i la horrible verdad de sus pesares;
Las nubes que cargaba con sus lágrimas,
Ocultó entre celajes.
Pero estalló de la tormenta cruda
A raudales su furia amenazante,
Y á la luz repentina de un relámpago
Surgieron claridades,
Que en el fondo del cuadro ¡ay! alumbraron,
Como un remordimiento que renace,
De un muerto acusador en su mortaja
La desolada imagen!
L X X V II
Los ídolos que un día
En mi niñez cercana,
Mi mente refrenaron
Cortándole las alas,
N o me fascinan ora.
Mi espíritu, cual águila
Que vuela á su albedrío
D el valle á la montaña,
LU IS MELLAN LA F IN U R
O ciérnese en las nubes,
O roza ágil las aguas
Del mar embravecido,
Ha dado ya la espalda
A todos los prejuicios,
A todas las infamias
D e aquellos fariseos
Que la inocencia engañan.
M i juventud ya libre,
Enérgica, entusiasta,
En odio á imposiciones
Que la razón rechaza,
Asciende á la más pura
Región donde se exalta
Con gritos soberanos
A la conciencia humana,
Gritos que repercuten
Con ecos que agiganta
E l himno de los triunfos
Del campo de batalla,
La arena donde brillan
De la verdad las armas,
Para trozar errores
Que el fanatismo agranda.
ECOS D E L PASAD O 177
Y a el mundo no comulga
Con santos y fantasmas,
Y rompe las tinieblas
D e obscuridad arcana;
Y a inútil es la celda
En que la monja exhausta
De femenil encanto,
Murmura su plegaria.
El fraile con sus rezos,
Sin remisión naufraga
En pueblos que al progreso
Saludan en su marcha.
Los niños ya no tiemblan,
Ni al ángel de la guarda
Acuden en sus noches
De pesadumbre y lágrimas.
La leche que los nutre
Les lleva nueva savia,
De madres que no duermen
El sueño de la esclava,
De madres que se alejan
Del humo con que apaga
El perfumado incienso
La lucidez del alma.
178 LUIS M ELIAN LA F IH Ü R
La historia, que recoge
Eu sus sagradas páginas,
La sangre que ha costado
La libertad humana,
Cuando la nube negra
Del cruel pasado rasga,
Exhibe los horrores
De la inmortal jornada,
En que la opresión sella
D el mártir en las ansias,
La redención que empieza
Con sangre en que se bañan
Los déspotas que tronchan
Cabezas, y las llamas
Activan de la hoguera
Que enciende Torquemada.
Si no existe hoy el fuego,
Los hierros se remachan
De una cadena, nube
D e atraso: la ignorancia;
Mas en el horizonte
La claridad del alba,
Sus pasos apresura
P or ver de disiparla;
■9
ECOS D E L PA S A D O 179
Para en edad remota
Dejarla solitaria,
Proscripta para siempre,
P or siempre sepultada.
L X X V III
Sin ganar batallas,
Sin rasgar tinieblas,
V ale más el reposo funéreo
De un lecho de piedra.
Cercanas se escuchan,
D e furia siniestra,
V oces airadas que desconocen
La más pura enseña:
La de redenciones
Que en horas acerbas,
Befan las turbas en el delirio
De su atroz quimera.
Y el día nefasto
De la estéril brega,
Se dan la mano dos decepciones
Que ¡ay! el alma hielan:
V er lejano el triunfo
D e la causa excelsa,
Y en la derrota sentir al mundo
Que cobarde tiembla.
16
180 LU IS M ELIAN L A F IN U R
M ejor inmolarse
Es, ante la afrenta,
Que el laurel verde, del enemigo
Mirar en la tienda.
Fué Bruto patriota
Buscando en la huesa,
E l refugio que da la mortaja
De la noche eterna.
L X X IX
H e olvidado el fulgor de tu mirada;
N o recuerdo tu voz ni tu semblante;
¡Mas aun siento abrasada
M i boca por tu beso delirante!
LXXX
A l sentir tus palabras melodiosas
Con augurios de amor,
Recordé las espinas en las rosas;
Y que sombras fatales á la vida
Brindan grato frescor,
Como hay frutas do el tósigo se anida
En su dulce sabor.
LXXXI
Desvarías, si en m£ temes rencores;
Los buscarás en vano;
Prefiero ser tu víctima
A que el encono brote de mis labios.
ECOS D E L P A SA D O 181
D e mi vida, yo al áspero sendero
Estoy ya resignado;
N o vacila mi planta
Porque pongas tú en él nuevos guijarros.
¡Ah! no ha de ser por mí que jamás viertas
Una gota de llanto:
Y si alguna vez quieres
Un amigo encontrar, busca mi rastro.
L X X X II
Ante mis ojos densa la neblina,
D el amor mío me ocultó la faz.
¡Si yo para mis penas ¡ay! pudiese
Con otra igual neblina tropezar!.. .
L X X X III
En las ramas de un sauce de la margen
De un límpido arroyuelo,
El alba saludaba con sus trinos
Más dulces un jilguero.
A llí un teri’ible buitre lo acechaba,
Que su postrer gorjeo
Con el pavor siniestro de su suerte,
Le convirtió en lamento.
Imagen de la vida desolada
Del poeta, es ese tierno
Pajarillo, que canta con la aurora
Y sucumbe indefenso.
182 LUIS M ELIAN L A F IN U R
Son himnos al amor y á la esperanza
L os que en grato misterio,
Canta el bardo en los présagos albores
De juvenil ensueño.
Luego esos himnos son las elegías
De su doliente verso,
Cuando penas y lágrimas suceden
A l ruido de los besos.
¿ Por qué no rompe de una vez sus cuerdas
La lira sin consuelo,
O arranca un monstruo de implacable garra
El corazón del pecho?
L a muerte, el idiotismo, la inconsciencia
D e la risa del eb rio. . .
Valen más que al pesar sobrevivirse
D el desencanto eterno!. . .
LXXX1V
Es ella la misma
Si conmina ofensas,
Q ue si envuelve en sonrisas de diosa
La traición más negra,
Sólo que en un caso
Dura es como piedra,
Y en el otro promesas suspira
Que escribe en la arena.
ECOS DEE PA SA D O 183
¡ A y del que la adore
Si nada recela!
Tenga seguro que entre sus redes
Pierde la cabeza.
En tanto tranquila,
Su corazón ella
Mantiene ajeno á las desventuras
Que en la vida siembra.
LXXXY
¡ Cuántos matices la vida
Presenta de vario ton o!. . .
Con la religión algunos
Hacen su a gosto!
En la política hay muchos
Que descubren un em porio;
Y en ella al mentir civismo
Prosperan pronto.
Ma s . . . ¡ qué repugnante fraude !
V en ce á la bondad el dolo,
La astucia á la virtud vence
Y á la honra el oro.
D e donde deducir cabe
Que el que reza no es un bobo;
Y el político rastrero
N o lo es tampoco.
184 LUIS ME LIAN L A F IN U R
Y para el pillo que medra
C on rosario ó frigio gorro,
¿Qué es la vida? ¡Ca!. . . ¡no es nada!
¿La vida?. . . ¡Un soplo!
D e Diógenes la linterna
A caso encuentre entre el lodo,
La perla que nunca manchan
Farsas ni hisopos!
LXXXYI
Y o sé cuántos dolores se desprenden
D e esa tumba que se abre á nuestros ojos,
Y en que viejas cenizas son despajos
D e un extinguido amor!
¿Por qué nos encontramos hoy de nuevo?. . .
E l desnudo esqueleto del pasado
A rbol seco es, que el tiempo ha deshojado
Con su fatal rigor!
El culto de cariño y de ternura
Que tú en tu corazón guardaste unido
A un recuerdo inefable que en ti ha sido
D e persistente fe,
N o puede renacer; es sólo un sueño;
Es cual la flor del aire solitaria,
Sin arraigo en la tierra; es la plegaria
De nuestra tumba al pie.
ECOS DEL PA S A D O 185
L X X X V II
N o por la mente juvenil é inquieta
D el que su lira pulsa tierno amante,
La duda asoma de que sea inconstante
L a mujer de sus sueños de poeta.
Tranquilo el sabio que su afán concreta
A buscar la verdad con fe anhelante,
Desprecia la acritud del ignorante
Q ue su ciencia y desvelos no respeta.
E l guerrero que en pos de altos honores
A l campo de batalla audaz se lanza,
Olvida de la muerte los horrores;
Y es todo, que se eleva quien alcanza
Q u e amor, justicia, y gloria, eternas flores
Son que en el alma nutre la esperanza.
L X X X V III
Feliz aquel que en temerarias lides
Bregando insomne del ideal en pos,
Salvar lograse de la sacra enseña
En la derrota el postrimer girón.
Reliquia que almo fuego purifique
D e la gloria en el límpido crisol,
Y vuele, de donceles soñadores
En las diestras, al campo del honor;
186 LUIS M E L IA N L A F IX U R
Y autes luchen ellos, que el desencanta
Les llegue y grite con su helada voz:
Que sólo alumbra el sol de la batalla
O un vano empeño ó negra maldición!
T R A D U C C IO N E S
l í e C á tu lo
(D E L L A T ÍN )
V III
Á SÍ MISMO
¡Pobre Cátulo! ¡Cesen tus dolores!
¡Se aparta ella de ti! ¡Y a la has perdido!
N o la busques, ni llores.
¡Ah! ¡nunca han de volver tus caros días!. .
Aquellos en que tierna y arrobada,
Que era el tuyo su amor siempre le oías;
Así que enardecido
«T e amo cual nunca fué ninguna amada»,
Gozoso le decías.
La luz de esos momentos
N o alumbra ora tus pasos.
Se va tu amante, huyendo tus abrazos!. . .
Calla tus sufrimientos,
188 LUIS MEL7AN LAFIN U K
Pues contra sus desvíos, impotente
T e ves. Tu alma se vista
Con constancia, en la pena que te aflige;
Y no ignore la ingrata que te deja,
Que no habrás de llamarla,
N i una angustiosa queja
De tus labios oirá; pero ella, el llanto
Que verterá doliente,
Fruto de su traición, correrá tanto
Como las largas noches de la espera
En que de adoradores
Indigente, no habrá quién sus favores
V aya á solicitar. Y ahora la vida,
¿Q ué le reserva? ¡Impenetrable arcano!
¿Quién la habrá de buscar y su hermosura
R econocer querrá? ¿Quién ha de amarla?
¿De quién será? ¿Y á quién es que sus besos
Halagarán? Y luego en los excesos
D e su pasión ardiente,
¿Qué labios morderá con ansia impura?
¡Oh Cátulo! ¡Valor en tu amargura!
I)e E yion
(D E L IN G L É S )
D O S J U A N (P O E M A )
F R A G M E N T O D E L C AN TO P R IM E R O
C L X X X V III
A quí termina ya el presente canto,
Y no dirá cóm o don Juan, desnudo
A su casa llegó sin más quebranto,
M erced á que es la noche fuerte escudo
Que escándalos oculta. Y entretanto,
Para saber si don A lfonso pudo
Divorciarse, y saber chismes con creces,
Basta leer los periódicos ingleses.
c l x x x íx
Quien quiera del divorcio en un momento
C onocer los testigos, la defensa,
Las fases del legal procedimiento,
Para atenuar ó condenar la ofensa,
Logrará en más de una edición su intento
D e todas la mejor la dió á la prensa
Garney, que para hacerla, expresamente
Fué á Madrid á estudiar el expediente.
190 LUIS M ELIAN L A F ÍN U R
cxc
En cuanto á doña Inés, por que cesase
D e hablarse del escándalo con saña,
Y com o el mayor que hubo se tomase
Desqiié huyeron los vándalos de España,
Que á la Virgen María se quemase
Mucha cera, ordené. Después con maña
Embarcó, de unas viejas por consejos,
En Cádiz á don Juan para muy lejos.
cx ci
Resolvió doña Inés, que fuese su hijo
A visitar, de Europa las naciones,
P or mar y tierra en viaje muy prolijo,
Que le moralizase sus acciones;
Según refieren, Francia é Italia,— dijo,—
Mucho enseñan á tiernos corazones.
Y Julia que fué puesta en un convento,
Exhaló en estas líneas su lamento:
cx cii
«¡Te vas! ¡Lo sé! Está bien. Sólo al destino
Culpo, y no á ti, de la desgracia mía;
Soy víctima que hallaste en tu camino,
Y con serlo mil veces me holgaría.
Amarte mucho fué, sin plan mezquino,
M i única seducción. Mancha sombría
D e este papel, no es llanto de mis ojos;
Sin lágrimas están, secos y rojos!
ECOS DEL PASADO 191
C X C III
« T e a m é , y a ú n t e a m o . P o r t u a m o r , m i d u e ñ o ,
P i e r d o e l c ie lo , m i r a n g o , m i f o r t u n a ,
Y a u n e l d e c o r o ! Y y o b e n d i g o u n s u e ñ o
Q u e á la s m e m o r ia s d e m i b i e n s e a d u n a !
S i d e o c u l t a r m i f a lt a n o h a g o e m p e ñ o ,
J a c t a n c i a n o e s . S e v e r a c u a l n in g u n a
S o y p a r a m í. L l e g u e o r a h a s t a t u o í d o ,
Q u e n a d a t e r e p r o c h o n i t e p i d o .
cx civ
« M u y p o c o c u i d a d e l a m o r e l h o m b r e :
E n la m u je r e s la e x is t e n c ia e n t e r a ;
T o d o e n é l t ie n d e á q u e s u p a s o a l f o m b r e
L a g lo r ia q u e a m b ic io n a e n s u c a r r e r a ;
L a e s p a d a , e l m a r , e l f o r o , le d a n n o m b r e ,
Y la ig le s ia , y la c o r t e , e n o t r a e s f e r a .
T o d o lo lla m a . A la m u je r ¡a y ! ¡n a d a !
S u d e s t in o e s a m a r s in s e r a m a d a .
c x c v
« T ú e n t r e m il g o c e s s e g u ir á s , a l t iv o ,
A m a n d o y s ie n d o a m a d o . A m í la t ie r r a
M e b r in d a u n p o r v e n i r h a r t o a f l i c t i v o ,
Q u e e n m i v e r g ü e n z a y m i d o l o r m e e n c i e r r a .
S u f r o , m a s t u r e c u e r d o s ie m p r e v i v o ,
E s p a s ió n q u e m i p e c h o n o d e s t ie r r a .
¡ A d i ó s ! P e r d ó n y . . .¡a m o r ! ¡C i e lo s !. . .¿ q u é d ije ?
¡ A m o r ! . . . ¡E n v a n o m i a lm a t e lo e x ig e !
192 LUIS M ELIAN L A F IN D R
C XCV1
« D é b i l m i c o r a z ó n p o r t i a u n p a lp it a ;
M a s p r o n t o e s p e r o v e r l e s u b y u g a d o .
L a s a n g r e h ir v ie n t e q u e m i s e n o a g it a ,
E s h o y r e v u e l t o m a r , q u e a l b o r o t a d o
S i g u e a u n d e s p u é s q u e e l v ie n t o n o le ir r it a .
O y e m e : s o y m u je r ; n o t e h e o l v i d a d o ;
C i e g a á t o d o , m i v i d a e s t á e n t i s o lo ,
Q u e t ú m e a t r a e s c o m o a l im á n e l p o l o
C X C V II
« ¿ Q u é m á s d e c i r ? ; c o n c l u y o c o n m i c a r t a
Y ¡a y ! m i m a n o á c e r r a r la s e r e s is t e !
¡P o d r í a e s c r ib ir t e t a n t o ! . . . N o s e a p a r t a
D e t u a d ió s , e l p e s a r q u e m i a lm a v is t e .
Y s i e l d o l o r m a t a s e , r a z ó n h a r t a
T u v i e r a d e c e s a r m i v id a t r is t e ;
M a s la m u e r t e á q u i e n llá m a la n o h ie r e :
Q u e v i v a , y t e a m e , y p o r t i r u e g u e , q u i e r e .»
c x c v m
E s t o J u l ia e s c r i b i ó c o n p lu m a d e a v e ,
E n h o j a d e d o r a d o c o r t e y f in a .
C o m o a g u ja m a g n é t ic a , s u s u a v e
M a n o le t ie m b la , y c o n la lu z n o a t in a ;
P e r o n o llo r a . A l f in , d o lie n t e y g r a v e ,
F i j a e l s e llo d e c la r a c o r n a l in a ;
Y e l r o jo la c r e a s í lle v a c o n s i g o ,
U n g ir a s o l y e l le m a : V o y c o n t i g o .
ECOS DEL PASADO 193
c x c i x
E l p r i m e r la n c e e n q u e d o n J u a n s e v ie r a ,
Q u e d a e x p u e s t o . S i e l p ú b l i c o c u r i o s o
M á s a v e n t u r a s c o n o c e r q u is ie r a ,
D é a l p o e t a s u a p l a u s o g e n e r o s o ,
Q u e e s e l f a v o r q u e c o n m á s a n s i a e s p e r a ,
A u n q u e s e a u n f a v o r m u y c a p r i c h o s o ;
Y s i e s t e c a n t o a p r u e b a , n o b a ile e x t r a ñ o
Q u e o t r a s c o s a s le c u e n t e a n t e s d e u n a ñ o .
( « A n a les del A ten eo del U ru g u a y » , a m J 8 8 J ) .
l>e V íc t o r H u g o
(DEL FRANCÉS)
^ N u n c a in s u lt é is á u n a m u je r c a íd a !
B a j o e l p e s o ig n o r á is á q u é s u c u m b e ;
Y lo s d ía s q u e a l h a m b r e h a c o m b a t i d o
Y o s a b é is ! N i q u é v ie n t o d e d e s g r a c i a
S u v ir t u d q u e b r a n t ó ! C u á n t a s m u je r e s ,
L a r g o t ie m p o h e m o s v is t o r e s is t ie n d o
Y a l f in c e d e r ! S u s f u e r z a s a g o t a d a s
P o r e l t r a b a jo d u r o d e s u s m a n o s !
A v e c e s r e lu m b r a r s e v e e n la r a m a
G o t a d e llu v ia e n q u e b r illa r a e l c ie lo .
-S i e l á r b o l s a c u d ís , t ie m b la la g o t a
Y lu c h a : e s u n a p e r la
A n t e s d e d e s p r e n d e r s e : a l c a e r e s f a n g o !
L a c u l p a e s n u e s t r a : d e l p u d ie n t e e l o r o
M a s d e n t r o d e e s e f a n g o t o d a v ía
E x i s t e e l a g u a p u r a ,
f p a r a q u e la g o t a e l b a r r o d e je
Y p e r la s e a e n s u e s p le n d o r p r i m e r o ,
B a s t a s ó lo v o l v e r d e n u e v o a l d ía
Q u e d e s o l ó d e a m o r r e f le je u n r a y o .
ECOS DEL PASADO 195
espoik en dieü (en Dios confía)
H á ll e n o s la m a ñ a n a s ie m p r e á e s p e r a
D e la a u r o r a f e l i z d e l p o r v e n ir !
E s p e r e m o s d e l s o l la lu z p r im e r a ,
C o n r u e g o s a l D i o s p r o n t o á b e n d e c ir .
N u e s t r a s c u l p a s n o s t r a e n , m i á n g e l, d o lie n t e s ;
M a s p u e s t o s d e r o d i lla s á im p lo r a r ,
B e n d i c i e n d o á c o n t r it o s y á in o c e n t e s ,
D i o s , a i f in , c o n n o s o t r o s h a d e d a r .
( « A n a le s del A ten eo del U r u g u a y a ñ o 1 8 8 2 ).
17
l í e A lea rd o A lea rd i
(D E L I T A L IA N O )
FANCIULLA, CHE COSA É DIO?
A s í q u e ¡í t it ila r e l f ir m a m e n t o
E n la n o c h e c o m ie n z a , e l f u l g o r s ig o
D e s u s á t o m o s d e o r o e n m o v im i e n t o ,
D e s u s p u n t o s d e p la t a , « ¡ O h l u c e s b e l la s !
T e n e d : ¿ q u é e s D i o s ? » , le s d i g o .
— E s « O r d e n » — m e r e s p o n d e n la s e s t r e lla s .
C u a n d o e n e s t ío , e l v a l le , e l m o n t e , e l p r a d o ,
L a s m á r g e n e s d e l r í o , d a n a b r i g o
Á la s f lo r e s q u e e l c a m p o h a n e s m a lt a d o ,
A b s o r t o e n s u s b e l lís im o s c o l o r e s ,
« H a b l a d : ¿ q u é e s D io s ? , le s d i g o .
— E s « B e l l e z a » — r e s p é n d e n m e la s f l o r e s .
C u a n d o e n m í t u m ir a r c a s t o r u t ila
C o n la d u lz u r a q u e e n t u f a z b e n d ig o ,
C o n s u lt a n d o la lu z d e t u p u p ila ,
D e l c o r a z ó n e x im ia m e n s a je r a ,
« ¿ Q u é e s D i o s , s a b e s ? » , la d i g o .
— E s « A m o r » — m e r e s p o n d e p la c e n t e r a .
( « A m i e s del A ten eo del U ru g u a y » , ario 1 8 8 2 ).
D e S te c c lie tti
(D E L IT A L IA N O )
¡ A h s e ñ o r !— ¡c a r id a d p a r a u n m e n d ig o !
¡T e n g o h a m b r e , l o v e is , y e s t o y d e s n u d o !
¡ P o r e l a m o r d e D i o s ! — ¡N o t e d o y n a d a !
— ¡ P o r la m u je r q u e a m á is !— ¡T o m a u n e s c u d o !
E l l a d e c í a : a l e g r e n o m e e s d a d o
V e r t e y a , n i d e h i n o jo s r e v e r e n t e .
¿ P o r q u é n o t ie n e s y a e l m ir a r a r d ie n t e ,
Y la r is a b u r lo n a e n t i s e h a h e la d o ?
Y o le d e c í a : ¿ a t r o z d u d a h a p e s a d o
E n t u c a b e z a b l o n d a d e c r e y e n t e ?
Y o c r u z o e l m u n d o ir ó n i c o y s o n r i e n t e
D e s d e la p r i m e r v e z q u e h u b e d u d a d o .
E l l a d e c í a : ¿ á C r i s t o t u a lm a n ie g a ,
Y t a m b ié n d e la g u a r d a a l á n g e l p ío ?
¿ L a lu z d e la e s p e r a n z a á t i n o lle g a ?
L e d e c í a y o : e l á n g e l q u e a h o r a a n s i o ,
E r e s t ú , m i e s p e r a n z a y m i f e c ie g a :
N o h a b le s d e D i o s y s í d e l a m o r m ío .
1 98 LUIS MELIAN LAFINUR
I
E r n a , e n la m e s a la ú lt im a
T e d e j o , y v u e l v o á c a s a s e m ia h o g a d o .
B e b e , b e b e s in lím it e
Y t r a n q u ila ; e s t á e l g a s t o y a p a g a d o .
¿ Y e s q u e m e p o n g o p á l id o ?
Y a d a e s : c a lla : a c o s t u m b r o e s t o s e x c e s o s :
M e h a n a g r ia d o e l e s t ó m a g o
L o s g u i s o t e s d é l h u é s p e d y t u s b e s o s .
( « A n a les del A ten eo del U ru g u a y» , a ñ o 1 8 8 3 ).
N O TA S
AL LECTOR (P AG . 1 )
Este soneto fue escrito en 188G para la colec
ción de rimas que ese año hube de publicar.
GLORIA A L PASADO (pÍG. 2)
Leí estos versos en una tertulia literaria del
Ateneo, en la época de Latorre. Los turiferarios
del tirano honraron mi nombre con diatribas en
la prensa oficial.
IMMORTALE ODIUM ( p ,ÍG . 1 1 )
Esta composición fue recitada por mí en el
teatro «San Felipe», y publicada inmediata
mente.
No hubo de sentarle bien á algunos de los in
dividuos en ella aludidos; y tuve el aviso de que
se trataba de hacerme una demostración reser
200 LUIS MELIAN LAFINUR
vada, que, después de maduro examen por la re
partición encargada de esta clase de asuntos, se
resolvió aplazar hasta otra oportunidad, que fe
lizmente nunca llegó.
Los tiempos eran duros; y las modestas pali
zas no escaseaban aunque se prodigasen menos
que en el feliz tiempo de Latorre.
En cuanto al título de la composición, es, co
mo se sabe, una locución enérgica de Juvenal en
su sátira X V .
EL LUSTRO HORRIBLE (P Í G . 2 1 )
Se alude á los cinco años que corrieron desde
el motín militar del 15 de enero de 1875 hasta
el 13 de marzo de 1880, en cuyo lapso de tiem
po soportó la República la tiranía sangrienta y
rapaz de Latorre, gobernando este malvado el
primer año bajo la responsabilidad del cuitado
Pedro Varela, los tres subsiguientes como dic
tador y el último con la farsa de las formas cons
titucionales.
MARIANO f EN SONETOS (P A G . 92)
Estos cinco sonetos se publicaron en 1897, y
por consiguiente en vida de don Mariano Soler.
ECOS DEL PASADO 201
No deberían figurar er. este libro; pero un deber
de ciudadano me obliga á insertarlos en él, si
quiera sea como protesta contra los elogios in
justos é hiperbólicos que se prodigaron á la vida
de aquel hombre, con motivo de su muerte.
En el telegrama de uno de nuestros agentes
diplomáticos, se le llamó «santo»; en discursos
necrológicos se repitió la misma vaciedad; otros
lo llamaron ilustrado y gran escritor, y no faltó
el entusiasta que le atribuyó patriotismo.
Jamás he visto que tenga objeto recomenda
ble elogiar la conducta de los individuos que ha
cen mal á la tierra en que he nacido y que
adoro con todas las fuerzas de mi alma. Así co
mo no me han preocupado en lo mínimo las
ofensas personales y calumnias de que con fre
cuencia he sido objeto, suscitan mi indignación
todos los que con sus procederes perjudican á mi
país.
Es este el criterio con que siempre juzgué á
Soler en vida, y no estoy obligado á cambiarlo
porque haya muerto.
¡Es cómica, en medio de todo, la canonización
laica de Soler; pero muy cómica!...
Prescindiendo de faltas de su primera juven
202 LUIS JIE LIA X LAFINÜR
tud,— de que .si no hay actualmente, ha habido
constancia en el archivo del Juzgado Letrado de
Rocha,— era Soler un hombre que de todo tenía
menos de santo. Exhibíase soberbio,farsante y or
gulloso, y de entrañas suficientemente angelicales
para haber publicado en 1877 una defensa de
las bondades de la Inquisición. Siendo hijo de
un honrado menestral, se irguió contra su ori
gen plebeyo é inventóse un abolengo con san
gre azul; y es notorio en Montevideo que era
heredero en el testamento falso de don Andrés
Vázquez, y aunque el Deus ex-machina de la
embrolla fué otro gran dignatario de la Iglesia,
nadie ha de creer que una pillería de ese cali
bre se hiciese sin conocimiento del agraciado.
¿Son todas estas diabluras la obra de un santo?
Por panegiristas entusiastas se atribuyó gran
mérito literario á lo que escribía. Pero en la
obra de Soler hay dos partes: una de santidad,
que era la de plagiar cuanto encontraba á mano,
y otra personal, que era sencillamente un cúmu
lo de disparates, como el de «los judíos que hu
medecían con sus lágrimas los ríos de Babilo
nia»; y tanto material de este género daba el
hombre, que durante el tiempo que presté co
ECOS DEL PASADO 203
laboración al periódico El Libre Pensamien
to, además de mi editorial hacía vo unos suel-
tos que resultaban muy graciosos con solo exhi
bir párrafos de Soler, llenos de barbaridades y
en que además nunca asomaba la sintaxis, lo
cual prueba que el ilustre literato poco había
saludado la Gramática y menos el Latín, tan co
mún en el bagaje lingüístico délos frailes.
Como predicador era una calamidad andante,
aun prescindiendo de gauchescos defectos en su
modo de pronunciar, que hacían completamente
irrisoria y grotesca su dicción.
Y vengo ya al supuesto patriota. Bastaría
con decir que era jesuíta, para que la leyenda del
civismo viniese al suelo, aun sin el apéndice de
su gloriosa é inmortal defensa de la Inquisición.
Pero hay algo más en su haber. Fue un ridículo
diputado que hacía reir á la barra siempre que
hablaba; y en esa manifestación política de sos
tenedor de la tiranía de Latorre con el mayor
servilismo, sacó partido para influir en que se
suprimiesen los estudios secundarios en la Uni
versidad oficial, con el objeto de fundar él una
Universidad católica de negocio, en que se hacían
toda clase de enjuagues, que dieron por resultado
20 4 LUIS MELIAN LAFINUR
la especialidad de unos bachilleres con ciencia in
fusa. Y otra manifestación patriótica de Soler
fué, como en todas las gentes de su oficio, la de
no acatar ni jurar las leyes nacionales; y encas
tillado en el Syllabus, que es un código monár
quico cuando toca puntos de política, afirmar
que sólo dependía de Roma, siendo con este ci
vismo que sedujo á un Juez Letrado de Mon
tevideo, quien fallando un juicio contra un frai
le infractor de la ley de matrimonio civil, le ab
solvió, entre otras consideraciones, por la de que
aquella ley no alcanzaba á ningún clérigo desde
que el jefe de la Iglesia Nacional no la aceptaba.
Porque Idiarte Borda le propició el arzobis
pado fué partidario acérrimo de su gobierno: el
más corrompido que baya jamás soportado el
país. Y con ese motivo, no obstante ser blanco,
hostilizó la revolución de su partido en 1897; y
como esa hostilidad no era por amor á la paz
sino por una menguada razón personal, sucedió
que, así como en 1897 aconsejó á los clericales
que no diesen dinero, durante el gobierno legal
y honesto de Batlle y Ordóñez les hizo abrir la
bolsa para favorecer las aventuras de Saravia, y
fué un incorregible conspirador antes y después
de la derrota de Masoller.
ECOS DEL PASADO 205
Con lo dicho, que es una millonésima parte
de lo que cabe recordar, creo que basta y sobra
para la fotografía de Soler, como santo, como
eminente hombre de letras, y como gran pa
triota.
MARIANO f DIPUTADO (PÍO. 92)
Este soneto está calcado en un célebre y di
vertido discurso de Soler, adulando en la Cámara
de Representantes al tirano Latorre.
El «Diario de Sesiones» marca tres veces la
frase «hilaridad en la barra» en unos pocos ren
glones; yo asistí á esa sesión y no me pesó, por
que Soler se condujo de una manera muy agra
dable.
SHAKESPEARE (PÍO. 107)
He procurado dar en esta composición idea
del probable estado de ánimo de Shakespeare al
volver á su pueblo natal, en el momento para él
de abrigar dudas respecto del recibimiento que
se le haría.
Jorge Brandes, el genial escritor danés cuyos
libros insuperables he leído en versión inglesa,
206 LUIS MELIAJST LAFINUR
da en su extensa obra crítica sobre el autor de
«Hamlet», nuevos datos y avanza más que nadie
en la exploración de la vida privada del poeta,
detallando la acogida fría que le dispensó su
familia, la mala voluntad de los parientes de su
mujer, y la antipatía que en general suscitaba
su falta de religión, en la aldea de un país tan
fanático como la Inglaterra de aquel tiempo.
No es mucho, pues, que regresase á sus lares
acosado por la amargura de las dudas y triste
zas que tenían que labrarlo, al pensar por otra
parte en que su abandono de la familia y su vida
algo libre de Londres, no eran las mejores reco
mendaciones en su vuelta al hogar.
ÍN D IC E
,
*■ ■
INDICE
P ágs.
C h a r l a l it e r a r ia á modo d e P r e f a c io . . • v
A l l e c t o r ................................................................. 1
Gloria al pasado...................................................... 2
Immortale Odium........................................................11
El lustro horrible. ...................................................21
Las dos f e c h a s ........................................................27
Sarandí....................................................................... ,33
La Huérfana de Chamizo....................................... 36
Canto Escolar..............................................................44
Mi bandera.................................................................. 48
La L i b e r t a d ............................................................. 51
Estrofas........................................................................60
E p ich a ris ...................................................................68
20 de Septiembre de 1870 .................................... 71
Polos opuestos............................................................. 73
A M e r c e d e s ............................................................. 76
Reminiscencias.............................................................79
Inspiración................................................................... 85
Su nombre.................................................................. 89
E v o ca ción ............................................... 91
Mariano + en s o n e t o s .............................................92
El canto de la alondra............................................. 96
Date L ilia ................................................................. 100
En el álbum de la señorita J. C ...........................104
210 ÍNDICE
Págs. 4
Signo fatal................................................................. 105
S h ak esp eare............................................................107
A k p e g i o s ........................................................................... 123
T raducciones :
De C átulo............................................ , . . 187
De B y r o n ................................................................. 189
De Víctor H ugo...................................................... 194
De Àleardo Aleardi.................................................196
De Stecchetti............................................................197
' N otas ................................................................................ 199