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La Comprensión Del Cerebro

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La comprensión del cerebro.

El lenguaje:
El lenguaje es una función cognitiva que también está dedicada a la comunicación.
Contempla el uso de un sistema de símbolos. El sistema resultante es un idioma. La expresión real
del lenguaje es una función que relaciona por un orador con un oyente. Esto significa que el
lenguaje se puede separar en una dirección (percepción o producción) y también en un modo de
expresión (oral o escrito). El lenguaje oral se adquiere naturalmente en la infancia y el lenguaje
escrito requiere de una instrucción intencional.
En el siglo XIX, los estudios sobre la afasia realizados por dos científicos (Broca y
Wernicke), revelaron que ciertas áreas del cerebro estaban involucradas en el procesamiento del
lenguaje, estudios posteriores han confirmado que estas áreas pertenecen a los circuitos
cerebrales involucrados en el lenguaje.

La alfabetización y el cerebro:
Este capítulo describe el estado del conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro con
relación al lenguaje y a la lectura. Sin la alfabetización como mecanismo para transmitir la
información a través de los límites del tiempo y del espacio, la capacidad del pensamiento humano
de construir sobre sí mismo se vería gravemente restringida dentro de los límites de la memoria. La
alfabetización es fundamental para el progreso humano.
Aprender a leer requiere adquirirse el conocimiento de la morfología, las formas, ya sea de
las letras de un alfabeto, los símbolos silábicos o los ideogramas, los símbolos ortográficos deben
ser como las etiquetas –la ortografía– que pueden ser conectadas [mapped] con sonidos, sin los
cuales los símbolos alfabéticos sobre esta página permanecerían como formas arbitrarias. La
comprensión de la fonética –la conexión de palabras a sonidos– es una herramienta vital (pero en
sí insuficiente) para la decodificación de las palabras.
Una vez que una palabra ha sido decodificada, entender el sentido del texto requiere de
habilidades adicionales: el conocimiento semántico de los sentidos de las palabras. Todavía más,
el conocimiento de las reglas de sintaxis que gobiernan las disposiciones de las palabras, para
mostrar sus relaciones entre ellas.
Los circuitos neuronales que apoyan la alfabetización, que demanda todas estas destrezas
o habilidades, son conducidos por la interacción y sinergia entre el cerebro y la experiencia. La
teoría de la destreza o habilidad reconoce que la competencia en la lectura puede alcanzarse
mediante múltiples caminos de desarrollo.

El lenguaje y las sensibilidades del desarrollo:


El cerebro está biológicamente preparado para adquirir el lenguaje. Chomsky (1959)
postuló que el cerebro está equipado con una receta para convertir las secuencias de sonidos en
representaciones de sentido, que es análogo al sistema para traducir la información sensorial en
representaciones de objetos. Esto es, el cerebro está diseñado por la evolución para procesar
ciertos estímulos de acuerdo con reglas universales del lenguaje. Hay estructuras especializadas
del cerebro para el lenguaje: la investigación ha establecido el papel desempeñado por el giro
frontal inferior izquierdo y el giro medio posterior izquierdo (área de Broca y área de Wernicke).
● Área de Broca: Hace tiempo se comprendía que estaba involucrada en la producción del
lenguaje, ahora se la asocia con una gama más amplia de funciones lingüísticas.
● Área de Wernicke: está involucrada en la semántica.

Los circuitos del lenguaje están más receptivos a modificaciones particulares dependientes
de la experiencia en ciertas etapas del desarrollo del individuo. Los recién nacidos nacen con una
habilidad para discernir cambios fonéticos sutiles a lo largo de un rango continuo, pero la
experiencia con un idioma en particular durante los diez primeros meses de vida torna al cerebro
sensible a sonidos relevantes de ese idioma. Los bebés inmersos en un ambiente de habla
japonesa pierden la habilidad para discriminar entre la r y la l alrededor de los diez meses de edad.
Este fenómeno ocurre para variadas diferenciaciones de sonidos en varios idiomas (Gopnik,
Meltzoff y Kuhl, 1999).
También hay una sensibilidad del desarrollo para el aprendizaje de la gramática de un
idioma: mientras antes se aprende un lenguaje, el cerebro puede dominar su gramática con mayor
eficiencia (Neville y Bruer, 2001).
Si el cerebro se expone a un idioma extranjero entre las edades de uno y tres, la gramática
es procesada por el hemisferio izquierdo, tal como en un parlante nativo, pero si se dilata el
aprendizaje hasta las edades entre los cuatro y los seis años, esto significará que el cerebro
procesará la información gramatical con ambos hemisferios. Cuando la exposición inicial ocurre a
las edades de 11a 13 años, correspondientes a la etapa temprana de la escuela secundaria, los
estudios mediante las técnicas de imagenología del cerebro revelan un patrón de activación
aberrante. Dilatar la exposición al lenguaje conduce a que el cerebro use una estrategia diferente
para el procesamiento gramatical.
Además, hay un período sensible para adquirir el acento de un idioma (Neville y Bruer,
2001). Este aspecto de procesamiento fonológico se aprende más efectivamente antes de los 12
años de edad. Sin embargo, las sensibilidades del desarrollo son para funciones lingüísticas
específicas, y hay otros aspectos de la fonología que ni siquiera parecen tener un período sensible.

La alfabetización en el cerebro:
En contraste con el lenguaje, no hay estructuras cerebrales diseñadas por la evolución para
adquirir la alfabetización. La experiencia no dispara un conjunto de procesos sesgados
biológicamente que conduzca a la alfabetización, como en el caso del lenguaje. En cambio, la
experiencia crea la capacidad para la alfabetización en el cerebro de manera progresiva mediante
modificaciones neuronales acumulativas, expresadas por Pinker (1995).
El papel crucial de la experiencia en la construcción de circuitos neuronales capaces de dar
soporte a la alfabetización sugiere que se debe prestar atención a las diferencias en el grado al
cual los ambientes del hogar proporcionan una base de pre habilidad lectora de manera temprana.

Hart y Risley (2003) informan que simplemente el número de palabras a las cuales han sido
expuestos los niños de Estados Unidos de trasfondos socioeconómicos desaventajados a la
edad de tres años iba a la zaga de los niños sin desventajas en 30 millones de ocurrencias.
Tal limitada exposición podría ser insuficiente para apoyar el desarrollo de destrezas o
habilidades de pre alfabetización en el cerebro, por lo cual entorpecería de forma crónica las
destrezas o habilidades de lectura posteriores. Estos niños podrían ser bien capaces de
ponerse al día mediante la experiencia posterior, pero la realidad es que a menudo no lo
hacen (Wolf, 2007).

El cerebro no se encuentra predispuesto para la adquisición de la alfabetización, sí está


para adaptarse a la experiencia. Está dotado de circuitos para el lenguaje capaces de procesar
aportes (input) visuales. Las capacidades plásticas adaptativas del cerebro permiten que los
estímulos provenientes de la experiencia utilicen estructuras del lenguaje.
Al construir los circuitos neuronales capaces de apoyar la alfabetización. A menudo esto
se expresa como que la alfabetización es construida “encima o sobre” el lenguaje. En términos
de la metáfora clásica de Vygotsky, las estructuras del lenguaje proporcionan los andamios para
que la alfabetización sea construida en el cerebro (Vygotsky, 1978).
Debido a que la habilidad lectora se encuentra parcialmente construida con circuitos del
lenguaje, la investigación futura debería investigar la posibilidad de que las sensibilidades del
desarrollo para ciertos aspectos de la adquisición del lenguaje influyan sobre la facilidad con la
cual los diferentes aspectos de la lectura son adquiridos. Si dichas influencias fueran
identificadas, esto podría tener implicaciones para la política y la práctica educacional respecto
del marco temporal para enseñar diferentes destrezas o habilidades de alfabetización, y podrían
reforzar la importancia de desarrollar destrezas o habilidades de pre alfabetización en la infancia
temprana.
Mientras usted está viendo las palabras de esta página, el estímulo es primero
procesado por la corteza visual primaria. Luego ocurre el procesamiento pre léxico (prelexical)
en la unión occípito-temporal. La teoría de la ruta doble propone que, luego, el procesamiento
sigue una de dos rutas complementarias:
● La ruta ensamblada involucra un paso intermedio de conversión grafo-fonológica
–convirtiendo las letras/palabras en sonidos– lo cual ocurre en ciertas áreas temporal
izquierdo y frontal, incluyendo el área de Broca.
● La ruta dirigida consiste en una transferencia directa de información desde el
procesamiento pre léxico al sentido (acceso semántico).
La ruta que involucra acceso directo al sentido ha conducido a la propuesta de una “área
de forma visual de la palabra” [VWFA, sigla en inglés] en la unión ventral entre los lóbulos
occipital y temporal. Antes se postuló que esta área contenía un léxico visual o una colección de
palabras que funcionaba de forma inmediata para identificar las palabras completas cuando
eran vistas. La investigación reciente ha sugerido una conclusión modificada, por la cual esta
región puede de hecho consistir de constelaciones de áreas adyacentes sensibles a varios
aspectos de hileras de palabras, como el largo o el orden de estas. El proceso completo, desde
el procesamiento visual (ver) a la recuperación semántica (entender) ocurre muy rápidamente,
dentro de 600 milisegundos.

El desarrollo de la alfabetización mediada lingüísticamente:


Un tema que concierne al cerebro y la lectura es la forma como la habilidad lectora es
creada a través de la colonización de estructuras cerebrales, incluyendo aquellas especializadas
para el lenguaje y aquellas más adecuadas para servir a otras funciones. Las operaciones que
son comunes al habla y a la palabra impresa, como la semántica, la sintaxis y la memoria
operativa, reúnen estructuras cerebrales que están especializadas para el lenguaje y que están
basadas biológicamente y son comunes para los idiomas.
La complejidad ortográfica de un idioma determina la estrategia de lectura que se
desarrolla en el cerebro, de manera tal que mientras más superficial sea el idioma, menor es el
tamaño del grano promedio –sonidos de letras en vez de palabras completas– empleados para
la decodificación. Esta teoría es relevante a los datos del comportamiento que indican que el
retraso en la adquisición del lenguaje es aproximadamente proporcional al grado de complejidad
ortográfica del idioma.
La investigación sugiere que la forma de las palabras en un idioma también influye sobre
la manera en que la habilidad lectora se desarrolla en el cerebro. Los circuitos neuronales
subyacentes a la lectura cambian en la medida que los niños aprenden a leer.

Los análisis multivariados de los patrones cerebrales que examinaron la edad y la


habilidad lectora revelaron que el predictor crucial era el nivel de habilidad lectora, lo cual
propone que el desarrollo de la alfabetización es guiado por la experiencia más que por la
simple maduración del cerebro. Como la habilidad lectora es creada en el cerebro mediante la
progresión gradual del desarrollo, sería de máxima utilidad para la enseñanza y el aprendizaje,
involucrar evaluaciones en curso que apoyen el desarrollo de la lectura.

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