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R.J. Scott - Trilogía Del Fuego 01 - Kian

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Queda prohibida la distribución de esta traducción sin la aprobación

expresa del grupo Traducciones Ganimedes, además esta obra es de


contenido homoerótico, es decir tiene escenas sexuales explicitas
hombre/hombre, si te molesta este tema no lo leas, además que su
contenido no es apto para cardíacos.
Ceithin Morgan: De la tribu Cariad, su Fuego es rojo
sanador.
Darach Gravenor: Fuego azul, el agua es su elemento. Se
quedó solo cuando Kian se fue al Otro Mundo y necesita el
Fuego y la magia de los Cariad para cruzar la Puerta tras su
amigo y rescatarlo.
Eoin Gryfyth: Mantiene el Fuego Ámbar; el mayor y más
precisado de todos los Fuegos. Él es Guardian, rige la Ciudad y
al Concejo de los tres.
Kian Ap Rhys: Con Fuego verde, su elemento es la tierra,
dejó su mundo tras el que se robó el Fuego de su tío.
Regan Campbell: Un humano. Un Hunter de los
Sinnombres. Él tiene un Fuego rojo sanador infantil.
Trystyn Morgan: Cariad y hermano de Ceithin con Fuego
Ámbar. Fue secuestrado de niño y está perdido.
Wynn: Guardian antes de Eoin

Annwn: Una palabra que se usa como maldición,


literalmente significa infierno1.

1
Annwn o Annwfn, es mitología Celta de antes de la era cristiana. Se consideraba el inframundo y era
gobernado por Arawn y después por Gwyn ap Nudd. Esencialmente es un mundo de luz y eterna juventud en
donde la muerte esta ausente. Después en la era cristiana se le identifico como la tierra de las almas que
habían dejado este mundo, considerándolo sinónimo de paraíso. Según otros los habitantes inmortales son
Lazo de sangre: Un lazo que realizaron Kian, Darach y Eoin
cuando niños por diversión.
Cariad: una tribu de gente que vive de la manera antigua
en un Valle a las afueras de la Ciudad principal. Ceithin y Trystyn
son Cariad.
Ciudad: el lugar en donde Kian, Darach y Eoin viven.
Consejo de los Tres: Ephraim, Sulien y Madoc, mantienen
el Fuego Ámbar.
Eicio: Son a los que Regan llama Sinnombre.
Fuego: la magia que rige en el interior de todos nosotros.
En nuestro mundo nosotros tenemos Fuego en nuestro interior,
todos nosotros, pero solo lo vemos como inspiración o talento.
En el mundo de Kian el Fuego define la magia de la persona.
Hay cuatro colores de Fuego: rojo sanador, verde de la tierra,
azul del agua, y ámbar.
Guardian: Cada generación tiene un sostenedor del
Fuego Ámbar que es más fuerte que todos. Ellos se convierten
en Guardian de la Ciudad y guían al Concejo de los tres. El que
toma este puesto, pierde su nombre por el de Guardian.
Los Sinnombre: Humanos de nuestro mundo que toman su
esencia de vida chupándola de otros.

gente común, demonios o quienes cometieron pequeñas faltas ante los ojos de los dioses. No es el cielo ni el
infierno en el sentido cristiano, los humanos pueden entrar en espíritu o corporalmente. Pero la autora lo
considera sinónimo de Maldición.
Kian ap Rhys es un mago, un protector y portador del Fuego.
Este Fuego puro brilla en un mago y es codiciado por los
Sinnombre. Cuando el Fuego de su tío es robado, Kian jura
vengarse y busca la ayuda de Regan Campbell.
Como Hunter de los depredadores sobrenaturales Regan es
la elección perfecta para ayudar a Kian en su búsqueda, pero Regan
sospecha de su mago y no se encuentra dispuesto a ayudar. No
hasta que sus vidas están en peligro por los Sinnombre y toda
elección ha quedado atrás cuando se dan cuenta de que deben
confiar uno en el otro o ser destruidos.
—Kian, no puedes hacer esto. —Darach estaba a su lado.
Una mano se giraba dentro de su cabello, la otra alcanzó
instintivamente el largo y oscuro abrigo de su mejor amigo,
aunque Kian sabía que no había manera de que Darach
pudiera realmente lograr atravesar su escudo de Fuego2 verde
—. ¡Por favor! No puedes irte.

—Adiós, Darach —respondió Kian tristemente, el verde


calor alrededor de él casi en la cima del borde, en el punto de
no retorno. En realidad no quería dejar a Darach, si se hubiera
salido con la suya, se habría quedado y envejecido al lado de
su mejor amigo. Desde el primer día que se conocieron, habían
sido amigos y compañeros. Durante todo el camino hasta el
último día de su aprendizaje y en la edad adulta, habían
permanecido juntos.

Dejar a Darach era lo más difícil que había tenido que


hacer. No había otra manera. Él, y sólo él, podía ordenar el
desorden en el exterior —era el único dispuesto a aclarar lo
sucedido y poner las cosas en orden.

—¡No! ¡Espérame! —Darach gritó las palabras para que


pudieran oírse por encima de las llamas—. Sólo... por favor, Kian.
¡Espera dos días más!

Kian negó con la cabeza, no era posible esperar. Había


obtenido su propio Fuego cuando cumplió veintiún años sólo
hace unos días. Darach se quedaba detrás de él. Menor que
2
Fuego mágico se colocará en mayúscula.
Kian exactamente por dos semanas, todavía estaba a catorce
noches de tener los veintiún años y recibir su propio Fuego, y era
un hombre diferente por la falta de eso.

—Tengo que hacer esto hoy. Darach, sabes que debo


detener al ladrón del Fuego, al Danio chwiwgi. —Kian le había
explicado muchas veces, pero sabía que Darach nunca había
aceptado realmente lo que Kian tenía que hacer. Ahora
Darach estaba justo fuera del anillo de Fuego, su mano
extendida, pidiendo a Kian que se quedara, y Kian tuvo que
endurecer su corazón. Darach temía por él y lo que había más
allá de la Puerta. Estaba escrito en extremo detalle en su rostro.
Kian en realidad no tenía que decir una palabra, Samhain3 en el
otro mundo era la noche cuando el esqueleto de la barrera
que ocultaba su espacio a los ojos humanos estaría en su parte
más delgada. La mañana se había deslizado al otro lado del
horizonte, pero en este caso, y en el otro lado de la puerta, las
paredes por igual empezarían a adelgazar, Samhain Morn4
abría el camino para Kian.

Tenía que prepararse para la noche y debía encontrar a


su Hunter5. Aparte de todo eso, Kian sabía dos cosas.

Samhain constituía el “cuándo”: él, Kian, el “quién”.

En el anterior Samhain el Shifter, el Danio chwiwgi, había


utilizado el Fuego robado para lograr pasar al otro mundo, el
Fuego del que se había apoderado el Danio chwiwgi había sido
el del tío de Kian, lo engañó, haciendo uso de medios retorcidos

3
Samhain es la festividad de origen celta más importante del periodo precristiano, se celebra el 31 de
octubre al 1 de noviembre, marca el final de la temporada de cosechas en la cultura gaélica, y se considera
el Año nuevo Celta, que comienza con la estación oscura, es una fiesta de transición el paso a un nuevo año
como de apertura a otro mundo, en la actualidad el Samhain lo sigue celebrando las religiones Wicca, la
iglesia católica en la celebración del día de Todos los santos, que es de un claro origen pagano y en otros
lugares con el Halloween,
4
Morn: Oriente
5
Hunter, Cazador, se deja el original, por ser Cazador de criaturas paranormales, no cazador común.
e inmundos. El Fuego era también la vida de su tío. Se
encontraba protegido en su centro y había sido arrancado por
la influencia de un hechizo tan antiguo que nadie en el Consejo
lo conocía, ni había ninguna manera de contrarrestarlo. El que
se le retirara la magia había sellado el destino del tío de Kian al
instante. Sin el Fuego, un hombre se convertía en una concha.
Su tío murió, un hombre roto sólo dos lunas después de que el
Fuego le había sido arrancado. El Danio chwiwgi había
asesinado al único hombre que quedaba de la sangre de Kian y
entonces utilizó el Fuego para correr al otro mundo, escapando
de la justicia, viviendo una vida en otro lugar.

—Esto es sólo por venganza. ¡Sabes que eso está mal Kian!
—Darach gritó, pero Kian vio la cara del chico al que llamaba
hermano comenzar a desvanecerse en el verde como el día en
la noche. La magia había comenzado, el calor y la chispa del
Fuego hormigueaba en su piel.

Bajó la mirada a sus dedos y vio el zumbido de la energía


a su alrededor mientras añadía la última de las palabras que
sabía de memoria... cymerwch fi yno gyda'r hedfan o dân…
cymerwch fi yno gyda'r hedfan o dân...

El siguiente podría ser su último segundo en este lugar, y el


que lo llevaría a otro mundo, donde la venganza esperaba,
donde el Danio chwiwgi se escondía entre los hombres. Donde,
su destino había sido profetizado cuando él era un simple bebé,
podía creer que se reuniría con la otra mitad de su alma. El que
habla de poemas e historias. Un hombre valiente que lo
completará y compartirá su Fuego.

Su Hunter.
Regan Campbell cuidaba su primer y último whisky, tal
como lo había estado haciendo durante los últimos veinte
minutos. La mayoría de esos minutos había estado ocupado en
ver a la joven que caminaba entre las mesas hacia el cuarto de
atrás. Sabía exactamente lo que sucedía en el cuarto trasero
tras la puerta marcada como “Privado”. Al mismo tiempo,
dudaba que alguien sospechara que había algo más que
drogas o sexo ilícito o algo por el estilo, si es que siquiera se
molestaban en preguntarse en primer lugar. A veces era muy
difícil aislar a los que cazaba de los que solo tenían vicios
promedios. Esta noche no era diferente. Era el día antes de
Halloween y parecía que cada loco dentro de un radio de diez
cuadras del bar de Murphy se había congregado aquí con él, la
multitud llenaba el bar, el ruido subía a niveles casi intolerables.

Ya había revisado y descartado dos blancos de bajo


nivel. Aduladores, simples recién nacidos que se deslizaron,
gimiendo y jalando a la mujer que aparecía con toda la gracia
y estilo de las grandes ciudades. ¿La misma mujer? Ahora se
veía diferente. Rubia y delgada, con pantalones negros y una
camisa blanca suelta, ella ocupaba el centro de atención, y
jugaba bien con la multitud. Los dos con ella se habían
levantado para seguirla cuando ella se puso de pie, pero con
un solo movimiento de la muñeca les ordenó quedarse y ellos
obedecieron, sentándose obedientemente. Se veía joven, a la
mitad de sus veinte como eran siempre las victimas y ellos serían
fáciles de matar. Ella, por otro lado, podría posiblemente
hacerlo sudar. No le gustaba eso y no quería arruinar su tercera
camisa del día, consiguiendo cubrirla, literalmente, de sangre y
mierda, así que tenía que actuar con rapidez y eficacia. Esperó
a que ella regresara, tomando un trago de la bebida que
quemaba su garganta mientras el líquido se deslizaba hacia
abajo.

—¿Has estado aquí en la ciudad mucho tiempo? —Regan


vio al propietario de la profunda voz. Alto, moreno y guapo con
una expresión semi-vacía justo de la manera que usualmente le
gustaba, un cowboy de los pies a la cabeza, con lo que supuso
que debería de esperar en la parte de atrás de Bumfuck6,
Montana.

—No —dijo con firmeza, regresando su atención hacia su


whisky y su cuidadosa vigilancia sobre los movimientos de su
objetivo. El sonido de la puerta abriéndose, sincronizó con el
resoplido del hombre que estaba de pie junto a él, y que
claramente quería entrar en sus pantalones. Regan reaccionó a
lo primero e ignoró lo segundo. Imperceptiblemente enderezó
su columna, curvándose hacia adelante desinteresadamente,
listo en cuestión de segundos. Nadie más observaba a la mujer,
ni a sus amigos, así que nadie más vio nada fuera de lugar. Eran
simplemente un par de hombres sentados que bebían cerveza.
Ellos no se veían diferentes y no se destacaban, pero Regan
sabía exactamente lo que había bajo su apariencia exterior de
todos los días.

Muerte. Él sabía cómo lidiar con la muerte. Su padre le


había enseñado, la habilidad se había transmitido de
generación en generación. La experiencia le enseñó qué
palabras usar, qué acciones llevar a cabo, para hacer que los
Sinnombre no existieran.
6
Bumfuck, palabra inventada de Bum )forma coloquial de decir buttocks- trasero y Fuck joder.
Él no había elegido su vocación, ésta lo había elegido a
él. Un fondo fiduciario que le fue entregado significaba que
podía concentrarse en su trabajo sin preocupación ni
distracción.

Los Sinnombre eran siempre más débiles cuando


acababan de alimentarse, y sabía que eso era lo que ella había
estado haciendo. Atrapó su expresión cuando ella pasó. Ella
tenía una mirada aturdida, high7 y él reaccionó casi antes de
que su subconsciente lo alertara. Arrojó diez dólares en la barra
agradeciendo casualmente, bajó del taburete, se acomodó la
chaqueta y metió las manos en los bolsillos.

—Hey, hermosa. —Interrumpió su camino de regreso a la


mesa, moviendo su cuerpo en su camino. Ella lo vio, con la
mirada desenfocada y parpadeó, entonces sonrió, era tan fácil
distraerlos cuando estaban high.

—Lindo. —La palabra no significaba nada para él. Los


Sinnombre siempre parecían encontrarlo lindo, o sexy o
hermoso, o jodible o lo que sea. Su interés bajaba sus defensas,
lo que significaba que, al fin del día, Regan conseguiría hacer su
trabajo.

—¿Quieres? —Tan suave, tan fácil, conseguir que se diera


la vuelta y regresara a la habitación que acababa de
abandonar, los aduladores se precipitaron a seguir a su señora
como él esperaba que hicieran, eso haría su trabajo más fácil.
La habitación principal estaba llena de cuerpos. Nadie registró
que él se deslizó entre la multitud hasta la puerta marcada
como “Privada”, mucho menos lo vieron entrar y luego cerrar la
puerta como una barrera a lo que haría. Sin tener en cuenta la
presencia de los otros dos, ella se acercó a él, presionándose en
7
High, aunque significa alto se utiliza para describir el estado de euforia que una persona tiene cuando está
bajo el influjo de una droga ya sea alcohol u otra droga más fuerte, se dejara el original.
su muslo, frotándose paro otro high. Él ni siquiera vio el resto de
la habitación, o a los dos que estaban en la puerta. Tenía esta
situación, y ella estaba bajo control.

Regan había recibido una llamada de un pueblo a ciento


diez kilómetros al sur, así que quería poner fin a esta cacería de
manera eficiente y silenciosa.

Esperar el próximo ciclo de alimentación después de tres


horas no era una opción, y para ser sincero, el barman ya
empezaba a verse un poco molesto. Si había algo que Regan
sabía hacer bien, era pasar por el radar discreto. Él quería ser
recordado como el hombre en los jeans y chaqueta que bebía
whisky y pagaba sus cuentas, no como el tipo raro que no bebía
nada y se quedaba mucho tiempo.

Tenía que actuar, ahora, entonces deslizó la navaja


afilada de plata bendita dentro del costado de ella,
rápidamente para que la mujer no pudiera reaccionar.
Sorprendida, su boca formó una ‘O’, pero no hizo ningún sonido
cuando el cuchillo se retorció en su cuerpo sin sangre. La muerte
instantánea la reclamaba demasiado rápido para permitir un
pensamiento consciente por su parte. Parpadeó una vez,
cuando el santo veneno la llevó de este mundo al otro, y luego
la dejó caer al suelo, como si estuviera dormida. Las dos
criaturas que venían con ella palidecieron; sin ella no eran
nada, y la agitación se construía entre ellos como un manto
pesado, tirando de ellos hacia abajo. Se apartaron de la puerta
y murmuraron incoherentemente durante unos segundos y,
finalmente, sus cuerpos vacíos cayeron al suelo junto a ella.
Parecían, para todo propósito, estar dormidos, o al menos,
borrachos e inconscientes, pero Regan sabía que habían
dejado su último aliento. La relación simbiótica que tenían con
la perra de hielo se había roto, y la esencia misma de ellos se
había agotado como resultado de la pérdida de la conexión
con su anfitrión.

Con un movimiento de su muñeca, limpió el cuchillo en su


abrigo y se lo guardó en el bolsillo. Se giró lentamente para
echa un vistazo a toda la habitación. Si quedaba alguien aquí
con vida necesitaba encontrarlo. La Sinnombre claramente
tenía una víctima que estaba usando, y tenía que evaluar qué
tan lejos había llegado con el humano. Ver si había alguna
posibilidad de que sobreviviera.

La víctima yacía acurrucada a su lado, frente a la puerta,


pálida, pero sin absolutamente ningún signo visible de cortes o
hematomas. Siempre era así; nunca los Sinnombre dejaban
cicatrices físicas en sus víctimas. No se alimentaban de su sangre
o su piel. Regan supuso que de alguna manera alteraban la
química del humano, cambiando a sus víctimas mientras se
alimentaban. Vio la inconsciente forma con botas, y ella no hizo
ningún sonido, ni tampoco se movió. Podía ver que sus ojos
abiertos estaban sin vida y ya estaban teñidas de rojo. Había
llegado demasiado tarde. Ella era una recién nacida, medio
cambiada. La Sinnombre le había hecho daño, y no tenía
elección. Ella no había perdido la humanidad suficiente como
para morir con la rubia de hielo, pero sus ojos inyectados en
sangre mostraban que estaba demasiado lejos para ser
rescatada. Sacó el cuchillo de su bolsillo, deslizando la hoja a
través de la garganta, poniendo fin a su existencia ser completa
y eficientemente. Envió una breve oración sobre su cuerpo a
quien escuchara y luego dijo las palabras de su padre le había
enseñado.

—Anfona baci chan daethoch. Bod cerddedig a adfer na


hychwaneg.
Incluso mientras pronunciaba las palabras, extrañas, a sus
propios oídos, incluso ahora, las traducía en su mente: “te envío
de regreso de donde vinieron. Vete y no vuelvas más”. Las
palabras parecían tener más significado cuando las traducía en
su propio idioma.

Un destello de luz. Una depresión en la tensión en la


habitación. Entonces, nada. Los cuatro seres estaban lejos de
este mundo; dónde, no sabía ni le importaba. Él estaba mucho
más allá de pensar a dónde realmente enviaba a los
Sinnombre.

Se deslizó de regreso al bar. En un instante, se había


fusionado con la multitud, y en cuestión de minutos, salió al aire
helado. En cinco minutos estaba conduciendo lejos del
pequeño pueblo.

Necesitaba dormir.
Kian cruzó muy cerca de donde él había querido estar, el
verde de su Fuego disminuyó, dejándolo de pie en el oscuro
lado de la montaña que formaba la raíz de la Puerta. Una vista
de árboles y caminos frente a él. El viaje en sí había sido tan fácil
como caminar de una habitación a la siguiente. Sólo deseaba
con cada fibra de su ser que su corazón se sintiera tan bien
como su cuerpo. El deber le había hecho dejar atrás a su mejor
amigo. No había tenido otra opción pero, sin embargo, la
separación dolía.

Aire frío y la promesa de nieve se olía y giraba alrededor


de él, y se puso a buscar la cabaña que prometía calor. No
estaba lejos y vaciló, miró alrededor lentamente mientras se
encontraba en el escalón de la entrada del lugar que era la
versión en el otro mundo de su casa. Pasó unos minutos
tomando el frío y la sensación de malestar que invadía sus
huesos.

Nada sobre la ordenada pequeña cabaña sugirió que


hubiera algo que temer. A ochocientos metros dentro de un
frondoso bosque, la casa rústica tenía runas labradas que no
eran visibles a simple vista, protegiendo a su especie durante
muchos siglos de los de otros mundos que podían haberlos
cazado. La vieja madera y fuerte piedra, estaban manchadas
del verde Fuego de su familia, era familiar y una advertencia.

Según sus cálculos, era temprano por la mañana y el


cansancio se apoderó de él. Se giró para revisar el área
cercana a la cabaña. No había signos de perturbación,
simplemente huellas de animales que cruzaron por la nieve,
pero por suerte, no había gente curiosa.

Una vez que confirmó con sus cinco sentidos que la zona
era segura, se revisó rápidamente. No encontró nada
importante, sólo las suficientes emociones que habían dejado
huella en el tejido del espacio que lo rodeaba. La violencia
parecía ausente, y no sintió ecos de peligro o muerte. Lo único
que podía sentir era la sensación de ser observado, y habría sido
estúpido si no hubiera esperado eso. No era estúpido, el Danio
chwiwgi era consciente de que cruzaba, y las criaturas del
bosque eran curiosas en cuanto a qué clase de nuevo visitante
vagabundeaba.

Por último, con todo como debía estar afuera, Kian abrió
la puerta de su nueva casa. Se apoyó contra el umbral de la
puerta, de repente completamente abrumado por la oscuridad
y los recuerdos que necesitaba empujar al fondo de su mente.
Tenía trabajo que hacer, y no iba a hacerlo si se quedaba de
pie ahí, mirando. Un solo pensamiento y el Fuego comenzó en la
chimenea, en un primer momento verde, entonces, cuando se
encendió la madera se volvió naranja y rojo como una puesta
de sol.

Las llamas proporcionaron suficiente luz para que pudiera


girar alrededor de un círculo a revisar cada esquina. Nada
había sido tocado, los muebles de madera sólida y estable, el
interior rústico que combinaba con el exterior. Había una cocina
pequeña, poco más que una estufa y un fregadero, con
algunos gabinetes. ¿Podría ser posible que hubiera algo
comestible en uno de ellos? No tenía exactamente hambre,
pero no había comido en días, los nervios ante lo que tenía que
hacer, las opciones que tenía que hacer, le causaron náuseas.
Realmente necesitaba comer si quería mantener sus
niveles de energía lo suficientemente altos como para derrotar
al Danio y enviarlo de regreso. Buscó en los gabinetes
encontrando solo espacio vacío, cayendo su esperanza de que
alguna alma perdida de otro mundo hubiera dejado algo
comestible y hubieran entrado en la cabaña a dormir.

En cambio, su única opción sería comer la flailting que


había tomado de su propia cocina, una galleta seca que era
buena para los viajes, pero que no sabía a nada. Comida, si se
pudiera describir como eso, sacó el agua a través del sistema
antiguo adjunto y esperó hasta que saliera limpia, acunó las
manos debajo del chorro de agua. El sabor era el cielo, agua
cristalina de montaña clara con minerales, el hielo irritó su
lengua.

La meditación siguió, conjuros y cánticos que se


deslizaban, sin esfuerzo y poéticamente, de su lengua, ejercicios
que mantenían su mente consciente y ágil. Las palabras
exactas que necesitaba utilizar para derrotar al Danio ya
estaban allí, cada sílaba marcada en sus pensamientos con
precisión exacta. Eran las palabras que su tío había escrito para
él, sólo unos días antes de que la conexión que tenía con el
Danio hubiera cambiado y lo asesinara. Su tío había confiado
en la irresponsable criatura que sin principios había adoptado la
apariencia de un hombre y que con su apariencia y actitud
complació a su tío, y él había pagado por ello con su vida. Kian
no cometería el mismo error.

Envolvió su largo abrigo a su alrededor y se acostó en la


pequeña cama, el Fuego era un recordatorio reconfortante del
hogar. Los pensamientos que normalmente compartía con
Darach en su hogar, la relación que tenían, habían sido
cortados. De forma clara y precisa como si un cuchillo médico
hubiera hecho el trabajo tan pronto como el Fuego mágico los
alejó. Kian sintió la pérdida profundamente, y se perdió en los
pensamientos de Darach, que iba a recibir el Fuego dos días
después de la celebración de su nacimiento y que Kian no
estaría allí.

Los ojos de Kian comenzaron a arder, y su garganta


estaba llena de emoción, su cabeza tan vacía sin los
pensamientos de Darach entrelazados con los suyos.

—Te extraño, hermano.


Regan ordenó uno de todo, una orden fácil, y la
camarera la tomó, claramente esperaba una gran propina.

—Eres un buen hombre —su mamá le había dicho el día


que dejó la casa—. Vas a tener a todas ellas cayendo a tus pies
para que las tomes.

—¿Quién necesita a alguien más cuando te tengo a ti,


mamá? —había respondido a sus palabras, sus ojos se habían
llenado de risas y dolor en partes iguales.

—Dios, apresúrate, Regan. —Ella se había apartado de él


y cerró la puerta, ocultando su dolor por su partida con sólo
dieciséis años, comenzando en el camino que había decidido
que sería su vida. Sabía lo que ella pensaba, ella lo había
dejado muy claro, pero no cambió de parecer. Tenía todo un
maldito mundo que explorar.

Eso incluía pequeños cafés que servían desayuno todo el


día, con camareras que sabían todo y tomaban las breves
órdenes, y cocineros que cocinaban la comida que él adoraba.
Éste se encontraba en las afueras de Enner Falls, un pequeño
pueblo en un lado de las montañas Wolf, la cima del parque
nacional Gallatin.

El comedor tenía el servicio más rápido que había visto en


meses, y en el espacio de diez minutos, tenía un plato frente a él
lleno con tocino y panqueque8. Regan empezó a comer,
sabiendo que el resto de la comida estaba en camino.

Había seguido pequeños rumores para terminar en Enner


Falls, y allí estaba, en la víspera de Todos los Santos, bajo la luna
llena, preguntándose qué infiernos iba a encontrar.

Esperaba más que los locos promedio salieran a jugar. En


Halloween, era difícil sacar la verdadera amenaza por los altos
contenidos de azúcar. Su investigación le llevó inicialmente a la
ciudad a través del valle. Eso había sido anoche y la rubia en el
bar. Había habido diez desapariciones inexplicables en esta
área durante el último año. Dada la proximidad a los
Sinnombres que había despachado anoche, normalmente le
atribuiría las desapariciones de este caso. Había decidido que
se había ocupado de la Sinnombre responsable y saldría del
estado. Eso es lo que hacia: destruía la amenaza, los enviaba de
regreso y seguía su camino, manteniéndose por debajo del
radar.

Llámenlo instinto, llámenlo instinto de conservación, pero


algo hizo que Regan parara en Enner Falls. Había sobrevivido
mucho en base a su instinto, nunca lo había llevado por mal
camino antes.

A mitad de su tocino, que por cierto era el tocino salado


más dulce que había probado nunca, la puerta se abrió, una
ráfaga de aire helado se arremolinó en el caliente interior.

Regan levantó la vista. Ese mismo instinto que le hizo


detenerse en Enner Falls le hacía revisar a todos los recién
llegados, analizándolos, y siendo muy consciente de cada

8
Pancake en México hot cake, en otros lugares panqueques, crepé, tortillas tortitas, se deja el
original.
vehículo en el estacionamiento. Había revisado a todo el
mundo hasta ahora, desde el agente de policía hasta el
maestro, y nada en ellos le causaba preocupación. Aunque el
recién llegado, era una historia diferente.

El desconocido era alto, con el cabello rubio platino


corto, movido por el viento y despeinado, caía en desorden
alrededor de un joven rostro elfo que no encajaba con su largo
abrigo negro, no en este restaurante lleno de hombres en jeans
y camisas a cuadros, y cada luz de advertencia de color rojo
dentro de Regan se encendió por completo.

Deliberadamente, Regan colocó el cuchillo y el tenedor a


un lado de su plato. Masticó el bocado de tocino y tragó saliva
antes de deslizar su mano bajo la mesa para cerrarla alrededor
del cuchillo que tenía en su regazo bajo su chaqueta. Los
detalles sobre este extraño gritaban mal en sus entrañas, y
Regan era un maestro en seguir sus corazonadas.

El recién llegado echó una mirada por el comedor,


deteniéndose brevemente en Regan, ofreciendo al otro hombre
la oportunidad de ver un destello del color verde de sus ojos
intensamente verdes. Ojos verdes no podía tener más de veinte
años y era claramente una especie de “quiero ser” modelo o
quizás actor. Fuera lo que fuera, el chico destacaba como un
pulgar hinchado con sus botas negras, pantalones oscuros y el
largo abrigo que parecía ser de cuero, pero no era rígido. Era
flexible, moldeándose en contra del hombre como una
segunda piel y llegaba justo por encima de la rodilla. Era un
hombre increíblemente bonito y claramente no evitaba que las
personas lo revisaran.

Aun así, no parecía incómodo cuando el zumbido de una


conversación informal cayó y todo el mundo se quedó en
silencio, sino que simplemente se giró a ver a todos los que lo
observaban. Regan se puso tenso cuando esa increíblemente
verde mirada fue hacia él y se detuvo. El hombre parpadeó de
manera constante y ofreció una pequeña sonrisa, pero Regan
no estaba de humor para sonreír. El olor de una posible cacería
cosquilleaba en su nariz.

Ojos verdes no era un Sinnombre. Regan conocía las


señales de uno de esos bastardos, por la vacua expresión de los
depredadores, la mirada sexual. Pero este chico tampoco era
normal.

Regan apartó la silla unos centímetros, dándose espacio


para moverse en caso de necesitarlo, mientras el otro hombre
ordenaba agua y algo para desayunar. Estaba dispuesto a
actuar, analizó la distancia entre una muerte potencial y la
subsecuente huida a su carro. No era mucho, pero se preguntó
cómo iba a salir de ésta sin que la gente lo reconociera como
“el hombre que mató al hombre del largo abrigo negro”.

El hombre desconocido se dirigió a su rincón en la


cafetería. Se detuvo en frente de Regan. Un momento de tenso
silencio siguió mientras sus ojos se enfocaron intensamente en
Regan y frunció el ceño.

—¿Regan Campbell? —Las palabras fueron suavemente


dichas, y había un aire de incertidumbre en torno al extraño, la
cuestión en sus palabras gritó que él no estaba totalmente
convencido de su suposición.

—¿Quien pregunta? —Regan era muy cuidadoso con sus


palabras, sus dedos doblados, apretando la empuñadura de su
cuchillo. El otro hombre ladeó la cabeza cuestionadoramente, y
luego lanzó una mirada hacia el banco vacío al otro lado de
Regan. «¿Puedes sentarte o no?», Regan no dijo nada.
Evidentemente el desconocido tomó eso como una
invitación tácita de sentarse, doblando su metro ochenta y dos
el delgado hombre en su largo abrigo se sentó frente a él y
extendió la mano para saludarlo.

—Kian ap Rhys —ofreció el desconocido simplemente con


una suave voz. Luego esperó. Regan no respondió de inmediato
a la mano, trataba de no tocar ningún Sinnombre antes de los
matarlos, su reacción era por una mezcla entre la auto
conservación y el disgusto. De repente, no estaba seguro de no
tener algo como un Sinnombre sentado frente a él. Era un
callejón sin salida. Regan no quería darle la mano, y este tipo,
Kian, evidentemente, no captaba la indirecta.

De cerca, Regan vio que los ojos de Kian no eran verdes,


sino hechizantes ojos jade verde mar que eran una intrigante
mezcla de verdes y pecas plata, brillando justo frente a su cara.

Había algo allí, en esos ojos mar y luminosas estrellas, algo


parecido a la inocencia o la confianza. De repente se obligó a
responder, Regan se encontró extendiendo su mano. Él no era
de los que juegan, y claramente este tipo Kian sabía su nombre,
por lo que no tenía ningún sentido pretender que no lo era.

Ellos se tocaron, El agarre de Kian fue firme, y Regan se


sintió sorprendido de la conexión allí, del calor del agarre del
otro hombre. Sintió cierta paz inundándolo y nerviosismo,
entonces lo soltó y se apartó. Sus dedos hormigueaban con la
chispa eléctrica que había pasado entre ellos, y cerró la mano
en un puño, tratando de ignorar el traicionero endurecimiento
de su pene. ¿A dónde infiernos iba su cuerpo? Usualmente
estaría empujando para luchar o huir.
—Necesito tu ayuda, o mejor dicho, creo que
necesitamos ayudarnos mutuamente. Aun no lo sé —ofreció
Kian con firmeza.

Regan entrecerró los ojos. Nunca dejaba rastros, nadie


sabía quién era, o lo que él hacia, así que… ¿cómo infiernos el
señor Actor/Modelo aquí creía que podría ser de alguna
ayuda?

—¿Quieres explicar a qué infiernos te refieres? —«Cortar por


lo sano es la mejor manera».

—Sé algunas cosas sobre los que ustedes llaman


Sinnombres. Te podría dar algunas ideas de cómo seguirlos. —
Regan trató de ocultar la combinación de conmoción e
incredulidad que lo atravesó, muy por detrás de su expresión
educada de que no-me-importa. Este tipo no sólo lo conocía,
sino que sabía acerca de las criaturas que Reagan cazaba.
Algo andaba muy mal aquí, y las barreras instintivas
inmediatamente surgieron en su lugar. «Defiéndete. Evítalo. Lárgate con
una jodida».

Insatisfecho, ni siquiera quería contestar, simplemente se


tragó el resto de su café en dos tragos y se levantó, tomando la
chaqueta y asegurando el cuchillo que estaba oculto. Ni
siquiera dijo adiós. Sólo se fue, sin una palabra, nada que
indicara que había estado allí, salvo el dinero que colocó sobre
el mostrador. Kian como se llame lo siguió, y fue solo cuando
Regan salió de la ciudad que se dio cuenta de que estaba
temblando. Bueno, eso era nuevo —ni siquiera estaba frío. Pura
emoción corría por él, preocupación, desconfianza y un débil
temblor de miedo.

No sabía quién infiernos podría ser ese desconocido, pero


añadió otra emoción a la lista de cosas que estaba sintiendo
después de haberlo tocado. Anhelo. «Estúpido». Deseo era un no
deseado equipaje en su espalda. Bueno, habían pasado por lo
menos dos meses desde que había visto algo de acción, pero,
joder, no había manera de que estuviera deseando a un
hombre que había conocido por diez minutos. Palmeó su pene
que estaba medio duro al recordar esos llamativos ojos y suave
cabello. Mierda, ¿desde cuando los rubios twink9 modelos eran
su tipo?

Firmemente desestimando el interés de su propio cuerpo,


despiadadamente empujó hacia abajo la tensión. Tenía que
esconderse durante el día, antes de que la oscuridad se
apoderara de la ciudad, y pudiera volver a cazar al Sinnombre
que había estado siguiendo.

Siguió los maltratados anuncios de madera a Las Falls,


asumía que el nombre era Enner Falls, y tomó el corto y
complicado camino de grava lejos del pueblo hacia la base del
Pico Wolf.

9
Twink, aunque es brillante, destellante, o parpadeo, coloquialmente significa joven atractivo homosexual,
como no existe una palabra en español para un joven atractivo homosexual se dejara el original.
Por último, Regan salió del camino y estacionó el jeep
detrás de los árboles en una pequeña área de picnic en la
carretera que estaba cerrada durante el invierno. Cualquier
persona que pasara no sería capaz de verlo y sentirse obligados
a detenerse y preguntar si necesitaba ayuda o se había
perdido. Comprobó la hora. Faltaba al menos una hora para el
mediodía, suspiró. Esperar en este trabajo a veces estaba cerca
de destruir el alma, pero era necesario para el éxito en todo lo
que hacía.

¿Por qué los Sinnombre se alimentaban por la noche? Era


un misterio que ninguno de sus ancestros había logrado resolver,
pero, como resultado, la oscuridad era tanto su escondite como
la de ellos. ¿Por qué sólo se alimentaban de adultos y no de
niños? Era otro enigma. Halloween, era algo de lo que estaba
agradecido. Se estremeció al pensar en lo que se convertiría la
víspera de Halloween si los Sinnombre se alimentaran de los
jóvenes. Sería una película de terror.

Aburrido y, extrañamente irritado, sacó una carpeta de


documentos del jeep y caminó hacia un pequeño claro circular
que olía a otoño, las hojas en el suelo eran rojas y doradas. La
nieve se había filtrado a través del dosel de las desnudas ramas
y los pinos dejaban polvo sobre las mesas en el área de picnic y
por las cataratas. Era cómodo aunque un poco húmedo para
sentarse, pero se sentó ante una de las mesas. El rugido
constante de la cascada era un bienvenido amigo. Tenía que
revisar su nueva información, su cuchillo tenía que ser afilado, y
necesitaba desesperadamente encontrar su centro después de
su encuentro con el extraño hombre en el restaurante. Extendió
los papeles, una mezcla de sus propias notas e informes
periodísticos, en un pedazo de bolsa de plástico del Jeep.

La gente había ido desapareciendo a lo largo de la base


de la montaña Wolf, desde hacía unos diez meses antes y, por
alguna razón, cada la luna llena. Por supuesto, los rumores de un
hombre lobo abundaban, pero eso era tan ridículo como culpar
a los vampiros, ya que ninguno de ellos realmente existía. Todas
las señales apuntaban a un nefasto Sinnombre y, esta noche,
víspera de Todos los Santos, con la próxima luna llena cerca,
necesitaba terminar con ellos.

—Mira, realmente necesito hablar contigo. —La voz era


clara y con un leve acento.

Se puso de pie, con el cuchillo en la mano, la adrenalina


recorrió su cuerpo, era el hombre que había visto por última vez
en el restaurante, Kian, con los brazos cruzados y una expresión
paciente en su rostro. Regan miró más allá de él. No pudo ver un
carro. Hubiera oído un carro a pesar del ruido del agua al caer.
Joder, debería haber escuchado las pisadas o algo así. ¿Cómo
infiernos lo había llamado el chico; Hunter? Luego le llegó el
pensamiento. ¿Cómo exactamente Kian había logrado
encontrarlo, a diez kilómetros de la ciudad en tan pocos
minutos?

—¿Qué jodidos? —Para ser honesto, esa era la respuesta


más coherente que Regan podía manejar, frente al hombre que
había logrado de alguna manera lo imposible, rastrearlo,
atraparlo y sorprenderlo.

—Mi nombre es Kian ap Rhys —el desconocido se


presentó otra vez—. Sé que eres, Regan Campbell. Sé que cazas
esas cosas que matan. Como lo hizo tu padre antes de ti y su
padre antes de él.

Regan no quería escuchar toda la línea de tiempo hasta


su tatarabuelo y detuvo a Kian con una mano levantada. Un
extraño temor se enroscó en su interior mientras escuchaba el
movimiento que rechazaba las palabras. Giró el cuchillo en sus
manos, el intrincado labrado en la empuñadura brillaba, lo
apretó con más fuerza, y dio un paso hacia el alto y delgado
desconocido. Sus labios eran una línea mientras Kian seguía
firme y no parecía en absoluto preocupado por el paso agresivo
de Regan.

—Sabes claramente lo que soy. —Regan tenía dos


preguntas y necesitaba respuestas ahora—. ¿Cómo lo sabes y
por qué infiernos lo sabes?

—El cómo es fácil. Mi familia ha conocido a tu familia


durante muchos años. El por qué... bueno, creo que es mucho
más difícil de explicar. —Kian se detuvo, sacudió la cabeza y
suspiró, y Regan se irritó ante el silencio.

—Estoy escuchando —presionó con impaciencia.

—Tengo mis propias razones para estar aquí. Tengo algo


que necesito hacer, y sólo tenemos una noche para hacerlo.

—Eso no responde la pregunta. ¿Podrías ser menos


críptico? ¿Cómo infiernos lo que tú hagas necesita conectarse
con lo que yo hago?

—Te necesito y tú me necesitas.

—Yo mato a los Sinnombre solo. No deseo ni necesito a


alguien más.
—Hay otro. —Kian parecía incómodo, tomando su labio
inferior entre sus dientes, antes de cruzar al árbol más cercano y
deslizarse por el tronco para sentarse con las piernas cruzadas
en su base. Le dio la espalda a Regan mientras caminaba, una
acción que provocó que Regan se relajara, sólo una mínima
fracción, su férreo control sobre el cuchillo. De repente sintió que
debía hacer lo mismo que Kian y cruzó al árbol de al lado, lo
suficientemente cerca para que Kian hablara. Apoyó una mano
en la áspera corteza, entonces se deslizó hacia abajo y estiró las
piernas frente a él. Las concesiones que hizo Hunter en su interior
eran básicas: el cuchillo se quedó en su mano y se mantuvo
hiperconsciente de su entorno. No entendía por qué se había
molestado en darle a Kian la hora del día, pero lo hizo, y se
sentía inexplicablemente seguro de hacerlo.

—Adelante.

—Mi tío murió hace diez meses, pero se había estado


muriendo lentamente durante un tiempo, desde la noche que
ustedes llaman de Todos los Santos. Él fue... herido... por alguien
en esa noche, y algo fue tomado de él, algo que necesitaba
para vivir. Sin eso, él comenzó a perdernos a todos nosotros.

—Está bien, detente allí. —Regan alzó una mano, la mano


con el cuchillo en ella, empujando la amenaza en su voz—.
Comienza de nuevo y, esta vez, deja de lado la misteriosa
mierda Mumbo Jumbo10.

10
Mumbo Jumbo, forma coloquial para decir sin sentido.
Kian no sabía qué decir. Regan se merecía la verdad si
había alguna esperanza de conseguir su ayuda contra el Danio.
Necesitaba su otra mitad, su pareja enlazada, si había alguna
esperanza de tener la fuerza para recuperar el Fuego de su tío.
Así que era esencial empezar a explicar esto en detalle, la razón
de que ellos eran una mitad enlazada y por qué Regan tenía
que unirse a Kian en su búsqueda. En su lugar, le dijo lo único
que garantizaba llevar a Regan lejos en cuestión de segundos.

—Estamos destinados a ser parejas enlazadas. —«Dioses».


¿Por qué dijo eso? Ahora Regan lo consideraría loco.

Regan no se movió. Ni un solo músculo. Él se quedó


mirándolo, y Kian bajó la mirada incómodo bajo el escrutinio
constante de sus profundos ojos marrones. Lo vio de nuevo. Esos
ojos tenían una gran variedad de emociones, incluyendo
incredulidad, si Kian leía bien. No ayudó que cuanto más tiempo
Regan se quedaba quieto más Kian podría verlo hasta saciarse,
memorizar la cara y las características de los rasgos de su
pareja, y más confusión se filtró en su cerebro.

Regan era diametralmente opuesta a él, pequeño donde


él era alto, cabello oscuro, donde él era rubio. Estar sentado y
enfocándose desató chispas en su interior con tal intensidad
que necesitaba moverse.

En el día del nacimiento de Kian ap Rhys, el Consejo le


había dicho a su padre el destino que le esperaba a su hijo. Su
padre se había burlado de los videntes. “Ningún hijo mío va a
cruzar al otro mundo y se enlazará con un hombre”. Sin
embargo el destino tenía la mala costumbre de morder cuando
no estabas viendo, como lo demostraba el hecho de que ahora
estaba sentado frente al mismo hombre que le había sido
profetizado hace mucho tiempo.

Percibió el movimiento incluso en forma de energía


enrollado dentro de Regan, y el cuchillo se movía por el aire
hacia él, Regan lo curvó y lo empujó un milisegundo después. El
Fuego estuvo allí en ese mismo instante, una barrera esmeralda
y el verde mar bloqueaba el cuchillo y al hombre con un muro
impenetrable, empujando a Regan y el cuchillo hacia atrás,
hasta que el cuchillo fue arrojado lejos de Kian. «Dioses».

Retirando el Fuego, Kian se acercó a Regan, que yacía


inmóvil, con los ojos abiertos, mirando la copa de los árboles.

—Regan, lo siento, ¿estás…? —Kian tocó a su pareja


profetizada, haciendo una mueca por la chispa de energía que
aun lo recorría.

—¿Qué jodidos? —Regan bufó, todo su cuerpo temblaba,


y sus ojos veían a Kian.

—¿Puedes sentarte? —Kian necesitaba que Regan


respirara correctamente. El Fuego lo había golpeado y Kian
sabía que un hombre podría morir, un hombre que no fuera su
pareja estaría herido de muerte. Regan gimió mientras permitía
que Kian le ayudara a levantarse, y Kian nunca fue más feliz de
oír las amenazas que Regan murmuró en voz baja.

La coherencia demostraba que aun estaba vivo.

—¿Qué sucedió? —Regan preguntó mientras se


deslizaba, utilizando el árbol más cercano como un poste,
cayendo junto a la áspera corteza y doblando las rodillas para
apoyar sus manos.

—El Fuego. No tengo ningún control. Cuando el Fuego


piensa que estoy siendo amenazado, sólo… —La voz de Kian se
fue apagando, y movió una mano en un gesto que esperaba
que Regan viera como una combinación de disculpa y
explicación.

—Fuego. —La voz de Regan se mantuvo estable, pero


Kian podía ver más allá en el pequeño hombre, el hombre tenía
una buena cantidad de temor en su interior. Kian se sentó a
cierta distancia de su pareja y se sentó con las piernas cruzadas.
Se sentía más nervioso de lo que pensaba que estaría al
exponer esta parte de él, extendió una mano. Tan natural como
respirar, permitió que una pequeña cantidad de Fuego viajara
dentro de él e iluminara una pequeña flama en su palma.

—Lo llamamos Fuego, es la fuente de nuestra magia.

—¿Magia? —Regan pasó una mano temblorosa por su


corto cabello en punta, agarrándolo, como si eso le ayudara a
entender.

—No soy de tu mundo, Regan Campbell. —Para darle


crédito, Regan no se movió ni salió corriendo a los cerros.

—Estoy en shock. —La voz de Regan tenía una gran


cantidad de sarcasmo sobre los hechos.

—Para nosotros, esto —Kian movió la mano hacia el


extenso bosque que los rodeaba—, es lo que llamamos el otro
mundo, y nosotros los vemos tanto como lo podemos manejar.
Mi mundo es...

Kian había practicado estas palabras muchas veces, pero


aun se sentía como ceniza en la boca. »—Creo que la manera
más fácil de explicar es que es paralelo a este mundo, a un
paso alejado de tu tiempo y lugar. Es este lugar, pero es un
espacio compartido.

Regan todavía escuchaba, y no detuvo a Kian.

Eso era una buena señal. ¿Verdad?

»—En mi mundo, cuando un hombre llega a su vigésimo


primer año de vida, es dotado con su Fuego, su marca de
madurez, a falta de una palabra mejor. Este Fuego se queda
con él hasta el día que muere. Si un hombre pierde el Fuego
antes de su duración natural, muere, demasiado pronto sin el
Fuego. Eso es lo que le pasó a mi tío, pero él no sólo perdió su
Fuego. Usaron magia en él, un Danio chwiwgi. —Kian acentuó el
sonido de las letras, Dan-yo-shogi.

—¿Un Danio chwiwgi? —Regan claramente se había


centrado en el tipo malo en la extensa explicación confusa, y
eso era sin duda una buena señal.

—Es un mundo hermoso, Regan, mi mundo. Lleno de


magia. Pacífico... Sin embargo por cada lugar luminoso, están
aquellos que son igualmente oscuros. El Danio es un remanente
de una época mucho más antigua, antes de que el Consejo
trajera la paz. —Se acercó más, ahora a sólo unos centímetros
de tocar con los dedos a Regan, ansiaba ese contacto. Era casi
imposible estar tan cerca de su pareja y no tenerlo en sus
brazos.

En su mundo, ellos podrían ya estar enlazados.

—Continua —presionó Regan, y Kian se dio cuenta de


que se había detenido y se quedó mirando la boca de Regan.
Sacudió la cabeza para despejarse. No podía permitir que la
atracción del lazo lo alejara de lo que tenía que hacer. Tenía
que concentrarse.

Concentrarse en contar su historia, no importa cuánta


distracción le causara la necesidad de aparearse.

—El último Samhain, el Danio engañó a mi tío, quitándole


su Fuego mágico y dejándolo morir, utilizó el Fuego robado para
cruzar a este mundo.

—¿Mi mundo? —Regan cerró los ojos un instante, y luego


los abrió, con determinación en su expresión—. ¿Esa cosa Danio
está en mi mundo? ¿Con qué fin?

Kian sacudió la cabeza. —Él había sido condenado a


morir en mi mundo. Era un prisionero, se escapó y vino aquí. Sin
embargo, su energía será baja. Separado de mi mundo su falso
Fuego no podría —él buscó la palabra en la punta de la lengua
—, recargarse. Sin embargo esta noche, cuando la conexión
sea fuerte entre este mundo y el mío, él será capaz de obtener
energía y entonces tendrá suficiente magia para controlar.

—¿Para controlar exactamente qué?

Kian negó con la cabeza lentamente. —Ese es el


problema. El Fuego fue robado, no era suyo. Él no nació para
usarlo y cuidarlo. Una vez que lo recargue, su atención estará
entre el Fuego salvaje en su interior y la atracción de la fuerza
de la energía y la vida en el mundo —tu mundo— alrededor de
él. Entonces será un mal impredecible con un arma que lo
estará controlando tanto como él lo estará controlando. —
Hasta que dijo las palabras en voz alta, Kian se había rehusado
a considerar el gran peligro que el Danio poseía.

Regan habló tenso, manteniendo sus emociones bajo


control. —Está bien. —Parpadeó constantemente, sin dejar de
mirar a Kian—. Así que estás aquí, con tu magia, puedes
tomarlo, llevarlo a casa y fin de la historia. ¿Para qué me
necesitas?

—Eres mi pareja enlazada.

—Sí, ya lo dijiste, junto a toda la otra mierda que has


estado lanzándome. ¿Qué exactamente significa eso?

Kian hizo una mueca. Podía ver que Regan se mostraba


escéptico.

¿Quizás ir de nuevo al principio sería una buena cosa?

—En mi mundo, al nacer, eres enlazado a otro. A veces


con quien eres enlazado es obvio y puede ser tu elección. A
veces parece que no hay otra opción en absoluto. A mi padre
se le dijo que estaría enlazado con un Hunter que no era de
nuestro mundo. Ese Hunter eres tú.

Regan resopló su incredulidad, y Kian sentía un dolor físico


presionando en su interior. Tenía que hacer que Regan viera.

—El Danio y yo, esta noche, a medianoche, tendremos


Fuegos iguales. No hay nada que pueda hacer para detenerlo.
Nosotros podremos sólo estar detrás de idénticas barreras. Sin
embargo, contigo a mi lado…

—¿Qué? ¿Quieres que te lance el cuchillo? Sí, porque


salió muy bien la última vez. —Regan se frotó el codo e hizo una
mueca. Kian sentía intensa vergüenza recorrerlo, por el daño
que Regan había sufrido por su causa.

—Mientras esté contigo —continuó— yo sería más fuerte y


podría hacerlo retroceder hasta el otro lado, el Consejo lo
estará esperando para tratar con él.
—Así que lo que necesitas es que esté a tu lado,
enlazado, cuando nos encontramos con este... Danio.

—No enlazado. No. —Al instante, tenía que aclarar lo que


quería de Regan. No podían enlazarse; hacerlo podría ser el
final para él. El ser separado de una pareja enlazada podría
significar comenzar a morir desde el momento de la separación.
No habría ganadores en esto. Tendrían que luchar contra el
Danio chwiwgi sin lazo; Kian podría tomar solo lo suficiente
dentro de sí mismo de Regan para derrotar al viajero de su
mundo. Infiernos, si ellos se enlazaban y entonces Regan dejaba
a Kian carente de toda conexión, la magia de Kian lentamente
se desvanecería hasta que el Fuego lo abandonara. Él moriría.

Regan no tenía por qué saber todo lo que estaba en su


cabeza, Kian se recordó con firmeza. Mientras tanto el
mantendría a Regan a salvo, él podría morir al menos
parcialmente. Aunque era de suma importancia, ellos no
podían enlazarse. Tenían que luchar contra el ladrón del Fuego
como dos-que-aún-no-eran-uno.

—Está bien, pero yo estaré a tu lado. ¿Verdad?

—Entre otras cosas —Kian le dio una media sonrisa.

—Entonces te vas a casa y fin de la historia. —Regan


parecía medio esperanzado, y el dolor que había comenzado
en el interior de Kian subió a un nuevo nivel. ¿Qué quería Regan
escuchar? ¿Debería Kian decirle que nunca podía ir a casa? El
Danio chwiwgi era sólo la mitad en este mundo y la mitad en el
otro, no con completa fuerza en ningún lugar, sólo el ciclo lunar
le daba energía para utilizar. Si Regan estaba a su lado,
entonces el ser sería derrotado, debido a sus fuerzas unidas y
enviándolo de vuelta y la Puerta entre los dos mundos se
cerraría. Kian quedaría completamente en el mundo de Regan.
Él había roto antiguas reglas al venir a este mundo. Regresar
sería una muerte segura como castigo.

—Sí —respondió finalmente—. Fin de la historia.

—Esto suena como algo que estás inventando sobre la


marcha.

—Me gustaría que fuera así.

—Dime cómo has llegado desde el comedor hasta aquí


sin un carro. —Si Regan quería saber, Kian tenía que mostrarle,
eso no se explicaba fácilmente. Murmuró las palabras de viaje, y
el Fuego lo llevó de una posición a otra. En menos del parpadeo
de un ojo, llegó al otro lado de Regan.

Regan entrecerró los ojos, pero aparte de eso, se quedó


quieto. Kian no podía entender lo que el otro hombre estaba
sintiendo. Lo ponía nervioso.
Regan se sintió incómodo, molesto, desconfiado, y un
número de otras emociones que se quebraban en su interior.
Quien fuera este tipo era estúpido si pensaba que Regan caería
en uno de sus trucos o lo que fueran sus salvajes narraciones. Por
las historias, Regan estaba convencido, que eran solo el
resultado de una imaginación fantasiosa. Era tan
experimentado como el que más en cuentos infantiles, su
mamá se los contaba con suficiente frecuencia —sobre una
tierra que estaba a un paso de distancia al este, un lugar donde
nada era lo que parecía, y era tan lejos de lo normal como
podría ser.

—Cuentos de hadas —murmuró, levantándose del árbol y


tropezando con sus pies. Kian se movió para ayudarlo, pero él le
indicó que se alejara—. Basta con los toques —le ordenó, y
esperó hasta que su cabeza se despejara.

—Lo siento. —La cosa es que Kian realmente se oía que lo


sentía y estaba solo un poco ansioso.

—Dices que no tenemos que enlazarnos. Eso es algo


bueno, pero ¿qué efecto tendría sobre mí, esta unión, si tuvieras
que hacerlo?

—Esto cambia de persona a persona.

—Respuesta correcta. Vaga, pero buena.

—No, yo quiero decir... Dios, me gustaría poder decirte.


—Inténtalo.

—Como una adicción. Una adicción temporal.

—¿Te irás, yo dejaré el lazo, y ese es el final?

—Sí. —Podría mentir realmente bien. Pero incluso Regan


podría ver a través de eso. Prefirió ignorarlo. Necesitaba meter
su cabeza en el sistema Hunter, y eso significaba regresar a
revisar la información que había reunido.

—Seguí las indicaciones hacia un Sinnombre. Supongo


que me dirás que todo lo que encontré fue a ese ser Danio. —
Revolvió los papeles juntos, echando la mirada hacia abajo a la
lista en la que había estado trabajando.

—¿Puedo verlo? —Regan no discutió, le pasó los papeles


y se apoyó en el coche, esperando que Kian viera la evidencia.

—Las desapariciones y asesinatos, bien podrían ser del


Danio chwiwgi.

—¿Qué es lo que necesitamos para buscar a esa cosa?

—¿Qué quieres decir? ¿Señales? ¿O quizás signos?

—Lo que sea necesario para encontrar la cosa.

—Ah. —Kian parecía sorprendido—. No necesitamos


nada. Sé exactamente dónde estará. Va a estar en la Puerta.

—¿Hay una Puerta? —Claramente había una Puerta. ¿Por


qué se había sorprendido por eso?

—Bueno, una parte más delgada del tejido entre este


mundo y mi mundo.
Regan resopló y se acercó a la investigación, metiendo
todo en una mochila maltratada y lanzándola en el maletero
del coche.

—Llévame allí —le ordenó enérgicamente, moviendo a


Kian y entrando en su carro, vio hacia atrás para ver si Kian se
movía—. Entra.
Regan conducía. El camino a la Puerta serpenteaba
hacia arriba por el Pico Wolf hasta que llegaron justo por debajo
de la línea del bosque. El viejo 4x4 logró la mayor parte del
trayecto muy bien, pero de igual manera sacudía sus huesos. El
área estaba aislada, y los árboles eran una densa pared a cada
lado del camino de grava que era sólo un poco más ancho que
su Jeep. Finalmente el camino se abrió a un pequeño jardín y
una cabaña cuyos bordes se mezclaban con el paisaje
circundante.

La cabaña era pequeña, no más grande que dos


recámaras principales, pensó Regan. Tenía un porche que
rodeaba cada lado y ofrecía un lugar para sentarse y admirar el
bosque.

Si se quería admirar el bosque. Era rústico, se veía un poco


maltratada, pero claramente estaba bien cuidada, el pequeño
patio en la parte delantera ordenado y los caminos limpios de
malezas y arbustos.

—¿Dónde está aquí la Puerta? —Regan apagó el motor,


frente a Kian mientras el otro hombre murmuraba algo entre
dientes. Kian no le hizo caso, se bajó del carro y caminó a lo
largo de la cabaña—. ¿Kian?

Kian dejó de caminar, una tímida sonrisa en su rostro.

—Estamos cerca del momento entre los tiempos. Es de


vital importancia que haya protección.
—¿Protección del Danio?

—Entra, y voy a responder a tus preguntas.

—Tenemos primero que ver la Puerta. —Regan estaba


impaciente por actuar, girando en un círculo para inspeccionar
la tierra alrededor de él. No podía ver nada que pareciera una
Puerta, nada de piedra o de madera o de metal que pudiera
formar una barricada.

—Esta es la Puerta. Toda la zona, la montaña, su esencia


misma es la Puerta. —Kian no añadió nada más—. Por favor,
entra. —Regan parpadeó ante esta nueva información. ¿Una
pequeña cabaña de troncos, viéndose más que un poco
desgastada, era parte del camino a otro mundo?

—¿Qué infiernos?

Kian se detuvo en el umbral, justo antes del primer


escalón, extendió una mano y murmuró de nuevo. Una
pequeña llama de luz verde parpadeó sobre sus dedos.

Regan escuchó las palabras murmuradas de Kian, un


ruido discordante y luego suaves sonidos lentos. Luego se quedó
viendo el baile de la flama en su palma. Por último, Kian dio un
paso atrás, haciendo un gesto a Regan para que entrara a la
cabaña.

—Puedes entrar ahora. Tenia que transformar la barrera


que me protegía para permitir tu entrada.

—¿No podía entrar antes? —Regan estaba perplejo y dio


solo un paso, la suela de su bota golpeó la madera del escalón.
Chispas corrieron por su pierna y se fueron en un instante, pero
incluso él no podía negar que sentía algo recorrerlo al pasar la
barrera que Kian tenía en su lugar.
—¿Recuerdas lo que pasó cuando nos conocimos? El
Fuego tiene una manera de protegerme, ahora te reconoce y
nos protege.

Kian pasó junto a él y entró en la cabaña primero. Regan


dudó un momento y luego simplemente entró, suponiendo que
tenía que seguirlo.

El interior de la cabaña era tan rústico como el exterior.

Parecía desgastado pero cuidado, con dos sofás frente a


una chimenea apagada llena de madera. La cocina era
pequeña, pero aparentemente funcional. Dicha cocina tenía
los ingredientes para café negro, en opinión de Regan, era más
que perfecto. Con café hecho, Kian le mostró el pequeño
dormitorio y el baño, Regan dio las gracias a quien escuchara,
tenía un inodoro real.

Después de que Kian le mostró el resto de la pequeña


cabaña, significaba que tendrían mucho tiempo para pasar
uno con el otro. Era demasiado para que Regan no sintiera
algo, y eso sólo porque había pasado mucho tiempo desde la
última vez que se corrió. Eso explicaba su endurecido pene y el
impulso de agarrar a Kian y doblarlo sobre la primera superficie
horizontal disponible. El hombre de otro mundo con su manera
tranquila de moverse era tan malditamente bonito, el rubio
cabello y los ojos verdes, su rostro casi femenino con pómulos
altos y labios gruesos. El resto de él era un estudio de contrastes,
un pecho ancho y una figura que se adelgazaba hacia las
caderas que Regan podía imaginar sosteniendo. Y el culo del
chico, firme, tenso, el material negro de los pantalones
moldeaban cada increíble centímetro, atrayendo su
imaginación y atrapándolo. Regan culpó al hombre por quitarse
el abrigo y lo dejó sin nada que hacer más que ver tan
condenadamente duro las atractivas características frente a él.
Se reajustó sus pantalones y se movió lo más lejos que
pudo. Se sentaron en las esquinas opuestas de cada sofá y Kian
parecía perdido en sus propios pensamientos. Tenía los ojos
cerrados y su rostro descansaba en sus manos. Regan lo miraba
fijamente. Sabía que lo estaba mirando, Kian probablemente
sabía que él lo estaba mirando, pero eso no lo detuvo. No creía
que en todos sus años hubiera siquiera conocido a alguien tan
hermoso como Kian. Ni siquiera estaba seguro que la
descripción fuera correcta, pero, infierno, sí. El hombre era más
que solo atractivo a la vista. Esos ojos eran tan verdes que
parecían irreales, como si estuviera usando lentes de contacto
de color. Su cabello era fino y rubio plateado y caía sobre su
rostro. Él había sentido un espiral de tensión en un momento, y
luego humor relajado al siguiente. Regan odiaba tener que
admitirlo, pero Kian ap Rhys le intrigaba.

—¿Ya que estás destinados a estar con un hombre,


asumo que te gustan los hombres? —«Te gustan los hombres... joder ... sólo
pregunta si es gay».

—¿Me gustan los hombres? Me acuesto con hombres. Sí


—respondió Kian.

Se dio cuenta de que su comprensión del idioma de


Regan no era tan buena como podría ser.

—Supongo que es una buena cosa. Estarías muy jodido si


tienes un matrimonio arreglado con alguien del mismo sexo y
todo lo que quieres es una mujer retorciéndose debajo de ti.

Kian lo miraba fijamente, con los ojos entrecerrados, y


Regan casi podía ver la desaprobación en el hombre a lo que
acababa de decir.

—No es una unión arreglada.


—Acabas de decir…

—Es el deseo, la necesidad y la lujuria, y sucede lo que


sucede.

—¿Así que podrías terminar... enlazándote... con alguien


con el que no tenías intención de enlazarte? —Mierda, ¿siquiera
era enlazar una palabra?

—Eso no sucede, Regan. Hay uno para cada uno de


nosotros, y ése es el único vínculo real, que te une al único. —
Regan estaba empezando a sentirse incómodo ante la intensa
mirada en los ojos de Kian, el fervor allí era casi religioso. Decidió
alejarse de todo “soy-una-persona-rubita-alíen-tipo-mágica” y
cambiar de tema. No podía pensar en nada que decir, así que
decidió tratar de guiar la conversación hacia cosas más
generales. Sin embargo lo que en realidad salió de su boca no
era exactamente lo que pretendía.

—Entonces, ¿qué es exactamente el lazo? —se encontró


que impulsivamente salió. «Gran manera de cambiar de tema». Kian
entrecerró los ojos e inclinó la cabeza hacia un lado con un
gesto de concentración en sus suaves rasgos.

—El lazo es la absoluta vinculación entre un Fuego y otro,


significa que dos personas casi pueden leerle el pensamiento al
otro, sienten la presencia del otro, y el amor. Hacer el amor, he
oído que es increíble.

—Dos Fuegos, no fuegos calientes asumo, pero cool


tocar el fuego, en dos cuerpos humanos en llamas. ¿Qué es lo
que hacen? ¿Cómo giran juntos? ¿O es que comparten?
¿Qué?— Regan aun no podía meter en su cabeza lo del
enlace. Simplemente le sonaba doloroso e invasivo.
—La persona que finalmente se enlace conmigo tomará
algo de mi espíritu, mi Fuego, y yo tomaría algo del suyo.

—Siempre hay elección entre la pareja.

—Siempre.

—Entonces, si no te enlazas conmigo, el hombre que


dices que es tu destino, ¿entonces qué sucederá? —Regan
trató de mantener el sarcasmo en su voz, pero todo iba un poco
demasiado lejos.

—Hay correspondencia física, una permanencia de tu


espíritu en otro con un intercambio de Fuego. Yo puedo
encontrar otro, lo espero. —Kian se oyó menos intenso y más
melancólico mientras se sentaba de nuevo en la esquina de su
sofá con un suspiro.

Regan atrapó una parte de eso.

—Bueno, aquí es donde tenemos un problema. —Regan


extendió la mano con la palma hacia arriba, y luego chasqueó
los dedos, mirando a Kian—. Mira, la cosa es, que no tengo
Fuego para intercambiar. —Ahí estaba, eso era todo.
Argumento terminado. Kian y todo ese asunto del lazo
claramente no era su problema si no tenía Fuego. Kian sólo se
rio como respuesta.

—Todos tenemos Fuego. En tu mundo, se manifiesta con


la pasión, habilidades, lealtad o amor, pero en nuestro mundo,
hay un Fuego físico y esas cosas.

—¿Todos tenemos Fuego? —Regan dio un bufido de


incredulidad, y se inclinó hacia Kian con un montón de
preguntas sobre la punta de su lengua. Kian vaciló. Regan casi
podía ver los engranajes de su cerebro moverse para explicar
esto.
—Cuando cazas esas cosas a las que llamas Sinnombres,
¿cómo sabes como rastrearlas? ¿Qué te trajo a mí este día? —
Regan buscó el truco en la pregunta. Él no tenía Fuego, y no era
Fuego lo que lo llevaba a donde se escondían los Sinnombres.
En cuanto a estar aquí en este momento, bueno, eso era solo
una extraña maldita coincidencia.

—Investigación. —La certeza absoluta llenó su voz. Él


investigaba malditamente bien cada periódico y revista, cada
recurso incluso ahora en blogs, que es más a lo que su padre o
su abuelo tenían acceso.

—¿Qué pasa con la intuición, el instinto? ¿Nunca confías


en eso? —Kian se inclinó hacia él, las palabras calmadas y
tranquilas.

—Necesito datos fríos, actúo sobre ellos, y hago el trabajo.


—La terquedad estaba atada a su voz. Nada de otro mundo le
ayudaba a despachar a esos bastardos con el cuchillo de
plata, era su propio entrenamiento, su propia habilidad. Optó
por ignorar la paradoja de que el mismo entrenamiento en la
tierra comenzaba con la necesidad de usar un cuchillo de plata
bendito labrado con signos de siglos de antigüedad.

—Sabes, tu Fuego es rojo oscuro —dijo Kian


increíblemente tranquilo, como un asunto que ya era claro. Se
movió un poco en el sofá hacia Regan y lo miró a los ojos, solo
había más que una respiración entre ellos.

Regan se rehusaba a ser el primero en apartarse a pesar


del hecho de que su pene se hinchaba al inhalar el olor que
parecía estar en Kian. Esta era una imposiblemente dura
situación. Estaba enfadado con Kian, bastardo, jodido que se
acercaba y lo provocaba con ese firme cuerpo y musculosos
brazos, empujando esa mierda del Fuego. Ceder a cualquier
astilla de atracción hacia ese hombre no estaba en la lista de
pendientes de Regan Campbell.

Mierda, ¿a quién quería engañar? El océano verde de los


ojos de Kian, era fascinante, y sus labios se arqueaban en una
curva generosa en su cara tan malditamente joven. Regan
moría de ganas de probar esos labios, sólo una vez, quizás
enterrar los dedos en el rubio cabello de Kian, enterrarse tan
profundo y solo terminar llenándolo.

No tendría que pasar a otra cosa, sólo podía besarlo.


Resistirse a eso lo tendría preguntándose a qué sabría Kian.
¿Sería igual a los besos que intercambió con los niños en la
escuela cuando era más joven, inocente y con el sabor de la
cerveza robada? ¿Quizás más parecido a los que compartía
con Jonah Francis después de su primera verdadera caza,
exactamente dos horas antes de que Jonah fuera asesinado?
Esos besos sabían a sangre, sudor y desesperación, y la emoción
de ganar una batalla.

Apostaba que el sabor de Kian era dulce. Todo a suaves


suspiros, sonrisas y secretos murmurados; y una ola de lujuria lo
recorrió al pensar que ese hermoso chico estuviera debajo de
él. Físicamente tenía que contenerse de simplemente extender
la mano y tomarlo.

—Ahora es carmesí —dijo Kian con ironía acortando la


distancia y colocando un suave beso en los labios de Regan.

Fue nada más que un ligero toque, pero era suficiente


para que Regan buscara más cuando Kian se alejó.

—¿Carmesí? —Regan parpadeó mientras su cabeza


giraba por la necesidad.
—Cuando estás excitado, tu Fuego cambia de rojo
oscuro a un violento brillante carmesí. —Kian extendió la mano,
trazando un camino de la rodilla de Regan hacia su ingle,
finalmente decidido por la obvia erección, presionó
suavemente. Regan quería terminar el contacto, pero la lujuria
tomó todos sus nervios provocando su cuerpo, rogando el tacto,
y no podía detenerse.

Cerró los ojos, empujándose hacia arriba contra la mano


de Kian.

No podía pensar en un gesto más obvio para que Kian


supiera que disfrutaba eso. En un movimiento fluido, Kian se
movió sobre él sentándose a horcajadas y el jovencito estaba
muy duro. Parte de Regan estaba irracionalmente orgulloso de
que a sus veintisiete años, su maltratado cuerpo fuera suficiente
para que Kian quisiera empujarse sobe él. Era como en la
escuela, caliente, rápido y torpe. ¿Qué infiernos estaba
sucediendo? Se agarró duro, empujando y gimiendo de
necesidad en la boca de Kian, tragando cualquier respuesta
con calientes besos. Si no tenía cuidado, iba a perder en
cuestión de segundos, y eso no estaba en su agenda, pero
infiernos, tenerlo en su regazo retorciéndose completamente,
chupando y lamiendo a Kian, estaba enviándolo demasiado
alto, demasiado rápido.

No muy suavemente, empujó a Kian sobre su espalda en


el sofá, cubriéndolo con su cuerpo en el sofá. La posición era de
control, podía ir lento, rápido, tomarlo y llenarlo, y Kian sería el
único que se perdiera. «Mira y aprende, Kian. Vas a gritar mi nombre».

—¡No lo haré! —Kian sonrió dentro de los besos con una


mirada no del todo inocente en su rostro.
—¿No harás qué? —Regan estaba tratando de darle
sentido a las palabras de Kian mientras deslizaba su mano hacia
arriba bajo su camiseta y sus uñas rasparon la sensible piel de
Kian.

—Crees que vas a tener el control, pero, Hunter, mi Fuego


arde de una manera más caliente que el tuyo. —Él acentuó
cada palabra con un toque de su flexible cuerpo hasta que
finalmente empujó su ingle hasta la cadera y empezó a
mecerse, cada beso más profundo, más largo.

Regan podría permanecer sobre Kian para siempre,


moviéndose suavemente, trazando besos y mordiendo la suave
mandíbula de Kian, saboreando su piel, marcándolo. Su
orgasmo se construía en su interior. Flashes de color estallaron
detrás de sus ojos, y la necesidad de liberarse llegó a ser
abrumadora.

Oyó ruidos, gemidos de placer, y palabras suplicando.


Kian quería más de él, quería que se corrieran juntos, y él estaba
tan cerca. Su mano fue debajo de la tela, queriendo piel, pero
al mismo tiempo dolía. Se acercaba al borde incluso cuando se
apartó. Retiró su mano de Kian para mirarlo, rompiendo el beso,
preguntándose qué jodidos estaba sucediendo.

Pequeñas flamas-escarlata en la punta y verde


esmeralda en la base salían de sus dedos. Un aura sobre su piel,
y sin evitarlo, solo lo veía, su cerebro no era capaz de procesar
lo que veía. Kian se hizo cargo, guiando la mano de nuevo a la
piel y luego más abajo, dentro de los pantalones holgados y en
torno a la dureza de Kian. Seguramente el Fuego lo quemaría,
pero no lo hizo. No estaba caliente, curiosamente no lo estaba,
en absoluto, como si no hubiera sustancia en eso. Kian lanzó la
cabeza hacia atrás en éxtasis mientras las llamas engullían su
sexo, y derramaba calor sobre la mano de Regan, su boca
abierta con ruidos de terminación que enviaron a Regan sobre
el borde después de él.
—El Danio chwiwgi era amante de mi tío —dijo Kian
suavemente en el abrazo postcoital en el que Regan lo
envolvía. Estaba oscureciendo en la habitación, sólo faltaban
unas pocas horas hasta la medianoche, y Kian quería que
Regan supiera tanto como pudiera antes de que se enfrentaran
al Danio.

—¿Como sucedió eso? —Regan preguntó en voz baja,


moviéndose ligeramente para apoyar a Kian contra su pecho.
Se sentía bien ser sostenido y sentir el rojo fuego tocándolo
repetidamente.

—Hay historias —mitos y leyendas— en mi mundo al igual


que aquí. Un increíblemente largo tiempo atrás, hubo dos
pueblos distintos en mi mundo. —Él suspiró pesadamente.

Esto significaría mucho para Regan, introducirse tan


claramente dentro de la vida de Regan, pero no tenía otra
opción. Antes de que Regan lo dejara, él tenía que saber.

»—Lo usual sucedió. Algunos querían más, y nuestro


mundo se dividió en aquellos con Fuego y los que no. Llamamos
a los demás los Eicio11, los descartados o desechados. Habían
perdido su Fuego, negociado terribles tratos con esos que
querían usarlos, e inevitablemente sus ojos se giraron fuera de
nuestro mundo a otro mundo. Tu mundo.

—¿Estos Eicio…. vinieron a nuestro mundo?

11
Eicio, latín, descartado, desechado.
—Fue hace muchos años antes de que la Puerta se
cerrara. Mis ancestros cruzaron la línea divisoria para encontrar
una familia que pudiera ayudarlos a destruir cualquier Eicio que
hubiera atravesado. —Kian se detuvo, preguntándose si eso era
suficiente para que Regan sumara dos más dos.

—¿Mi familia? —Regan adivinó, y Kian enterró su cara en


el cuello de Regan—. Los Eicio, esas personas, esas cosas, son los
Sinnombre, ¿no es así?

Kian asintió y cerró los ojos con fuerza, sin añadir una
palabra hasta que sintió que Regan estaba listo para más.

»—Continua —dijo Regan finalmente, usando un dedo


para levantar el mentón de Kian hasta que Kian estuvo cara a
cara con él.

—Hubo algunos Eicio que fueron dejados atrás en mi


mundo y desarrollaron un uso limitado del Fuego, tenían magia,
y aprendieron a asumir cualquier forma.

—El Danio.

—Uno de esos Danio encontró el camino al otro mundo,


donde algunos de su clan Eicio habían huido, fue a través de mi
familia y de su conexión con la tuya. Tomó una agradable
forma y engatusó a mi tío, entrando en su vida, convirtiéndose
en su amante, haciendo algo de falso Fuego, e incluso yendo
tan lejos como para forzar un lazo. El resto ya lo sabes.

—Eso es lo que querías decir cuando dijiste que tu familia


conocía a la mía.

—Eso es exactamente lo que dije.

—¿Cuántos Eicio hay aquí? Sigo encontrándolos.


—No tengo ni idea de cuántos cruzaron, pero ellos no
pueden procrear. Son seres muy antiguos, y se renuevan a
través del Fuego.

—¿Fuego? Joder. —Regan cerró los ojos con fuerza—.


Pensé que estaban alimentándose de la sangre, o las
emociones o algo así, pero ¿quieren ese Fuego que dices que
tenemos?

—Incluso un fuego en su infancia, como el tuyo, puede ser


poderoso para una Eicio.

—Ellos cambian a otros para que sean como ellos, ¿no es


así como se multiplican? —Regan recordó que incluso en la
caza más reciente había dos muchachos que se desplomaron
cuando la Sinnombre murió.

—Ellos tratan, pero es difícil que puedan sostener a otro. El


Danio chwiwgi ha aprendido maneras que quiere traer aquí, y
cuando cruzó la puerta el año pasado, tenía la intención de
convertir a otros, entonces enseñarles cómo hacer más de esos
a los que tú llamas los Sinnombre. El viaje lo debilitó y se ha
escondido aquí —permaneciendo en la localidad de la Puerta,
creo que viviendo de energía residual. Necesita una conexión
con nuestro mundo esta noche para ser fuerte. Ahí es donde
tenemos que detenerlo.

—Cuéntame más sobre el Danio chwiwgi y cómo


detenerlo.
Ellos viajaron a una corta distancia de la cabaña en el
Jeep de Regan hasta que Kian finalmente le pidió que se
detuviera.

—¿Cómo sabes que va a estar aquí? —Regan pensó que


era una pregunta válida. Los árboles se habían reducido
ligeramente a medida que subían más por la montaña pero, el
lugar en el que se detuvieron, Regan no encontró señales de
que fuera diferente al resto del bosque. Kian simplemente
extendió la mano, la palma hacia arriba, y Regan inhaló
profundo al ver el verde Fuego recorrer las venas bajo la piel de
Kian. Bajó la mirada hacia su propia mano, esperando ver líneas
rojas, pero no había nada.

Kian salió del Jeep primero, saltando ligeramente sobre el


musgo del bosque, y esperó a que Regan estacionara el jeep
en una gran curva. Una vez que el carro estaba fuera del
alcance del daño, y listo para una escapada rápida en caso de
que fuera necesario, Regan se unió a Kian que estaba en un
pequeño espacio perfectamente circular, jaló el cuello de su
gruesa chaqueta para protegerse contra la helada nieve que
se arremolinaba sobre ellos. —Entonces, ¿ésta es la Puerta?

—La montaña es la Puerta, pero la fuente está aquí.


Puedo sentirlo.

—¿Cuánto tiempo tenemos?

Kian se encogió de hombros, levantando la vista hacia las


estrellas y luego mirando al suelo del bosque. —Esperaremos —
fue todo lo que dijo.

No tuvieron que esperar mucho. Cuando el reloj de


Regan marcaba las once y media, media hora antes de la
medianoche, el aire a su alrededor cambió. Estática corría por
él, y el instinto le hizo agarrar la mano de Kian, una maldición en
sus labios cuando sintió una carga. Vio sus manos unidas, el
Fuego verde sólo era una pequeña flama danzando a través de
la piel de Kian y una débil flama roja se construía de los dedos
de Regan. Infiernos. No estaba preparado y, de repente, él no
quería que Kian estuviera en peligro.

—¿Listo? —Kian preguntó con determinación en su voz.

—No —Regan respondió rápidamente entonces sonrió,


esperando que fuera su sonrisa más tranquilizadora.

—Sólo quédate detrás de mí, ¿de acuerdo? Si sale mal...

—¿Si las cosas salen mal...?

Kian se encogió de hombros. —Huye.

Cuando el Danio Chwiwgi finalmente entró en el claro, al


parecer nada más que un hombre, un hombre alto y delgado,
con el cabello negro que caía alrededor de su cara largo e
irregular. No era atemorizante, al principio, los vio y luego
comenzó a caminar. A medida que se acercaba, Regan se
centró hasta que vio la mitad de su cara, etérea, sus rasgos no
estaban totalmente formados, cambiaba y cambiaba delante
de ellos.

¿Por qué Kian dejaba que se acercara? ¿No deberían


ellos también avanzar? ¿O retirarse? ¿O hacer algo?

Regan sintió un cosquilleo de duda ante la energía o el


poder de esta cosa hasta que sintió que Kian se tensó.

—¿Te atreves a tomar la cara de mi tío?

El Danio chwiwgi se detuvo ante las palabras gritadas, a


no más de dos metros de ellos, con la cabeza inclinada hacia
un lado, los rasgos cambiantes se unieron en rasgos visibles.
—Kee-ann-aprees —gruñó en voz baja, levantando una
mano que tenía largas y descuidadas uñas. Pequeñas y simples
chispas de Fuego blanco hielo emanaron de la punta de las
garras, y señaló directamente a Kian. Regan no sabía qué
hacer. Necesitaba saber qué jodidos hacer. Kian tenía
temperamento, Regan podía sentirlo, y el verde alrededor de su
amante crepitaba y siseaba, cortando en el aire y
extendiéndose como ráfagas del sol.

—Ewyllysi mo anfon ‘m bacia ab chan, Rhys —gruñó él, la


otra mano señaló un punto en Kian.

En shock, Regan se dio cuenta de que la criatura habló


en la lengua antigua de los Hunter, y él era capaz de
entenderla tan claramente como la suya. “Tú no me vas a
devolver”.

—Anfona baci, Danio chwiwgi.

“Yo te enviaré de vuelta, ladrón del Fuego”.

Regan supo el instante que Kian decidió que no iba a


haber ningún mal monólogo en este lugar o momento. Kian dio
el primer disparo contra el monstruo, necesitaba derrotarlo. Un
río de fuego esmeralda salió de él con un poco de escarlata de
Regan. Regan jaló a Kian más cerca y aferró su brazo.

El Danio chwiwgi hizo un sonido que se aproximaba a un


grito de dolor. Con un movimiento casual de su mano y una luz
tan blanca que causaba agonía ver, formó un escudo que
bloqueaba el asalto. Por mucho que Kian empujó y empujó
hacia atrás, no logró cruzar al otro lado.

—¡Kian! —Regan gritó—. ¿Qué sucede? —Apretó su


agarre, protegiendo su cara con su mano libre del fuego blanco
del Danio chwiwgi.
Él se giró ligeramente ante el grito y se centró en Regan.
Envió un único pulso de Fuego directamente al pecho de
Regan y lo apartó de Kian. Cayó hacia atrás, completamente
inmóvil y con un dolor tan profundo que dolían sus huesos.

Tosiendo y siseando, trató de ponerse de pie, pero el


Fuego se había convertido en una banda de acero sobre el
pecho sujetándolo a la nieve. Sólo sus manos permanecían
libres del suelo. Desesperadamente utilizó el no terrestre lazo
para regresar con Kian, para ser parte del Fuego que el hombre
le lanzaba al Danio chwiwgi. A ciegas, quería que hasta la
última gota de su energía en su Fuego escarlata ayudara a
Kian, pero nada despertó en él. El ataque del Danio lo había
disminuido absolutamente. Mientras veía con fascinación
morbosa cómo la cara se transformaba de una a otra, no había
manera de que pudiera pasar.

Kian se tambaleó hacia atrás, dándole una mirada a


Regan, sus ojos brillando con Fuego. Una mueca retorcida
estropeaba su rostro. Su enemigo parecía estar ganando en
potencia, perezosamente aplicándola, jugando con Kian, y
permitiéndole acercarse. El verde y las extrañas chispas rojas
rodeaban a Kian y el blanco del fuego del Danio chwiwgi se
giraba alrededor, creando un lío de horror y gritos que
abarcaba y consumía casi todo el espacio abierto.

Regan no podía ver a través de los colores. Se centró en


el centro de las llamas que lo cegaban, sorpresivamente
ondulando ahora como un espectro completo de luz. Si pudiera
distraer al Danio, entonces tal vez Kian podría reorientar su
Fuego y conseguir una ventaja. Quizá lanzando su cuchillo
lograría que el Fuego blanco se apartara de Kian.

Giró la mano para agarrar el cuchillo oculto. Y entonces


lo tuvo en su mano libre. Tomó una respiración estabilizadora
tanto como pudo con la niebla roja llenando sus ojos y arrojó el
cuchillo a la batalla.

Nada pasó. Podía haber gritado su frustración. El Fuego


no se giró a él, y nada parecía ser suficiente para lograr
apartarlo.

Entonces. Allí. Sólo por un segundo, el centro del blanco y


caliente Fuego se elevó y se extendió para tocar los árboles y la
cabaña, rodeándolo, jalando cintas escarlata de su pecho. Se
construían intensas, y el ruido era aterrador. Luego un grito, al
principio gutural entonces se elevó en espiral hasta una
penetrante intensidad que desgarró el aire. El blanco del Danio
y el verde de Kian empezaron a desconectarse. Patrones de
hielo blanco se giraron en si mismo y el verde se centró y fluía
libremente de nuevo de regreso a Kian. Los gritos no cesaron, y
Regan pudo ver mejor que venían del Danio chwiwgi y no de su
amante. Kian yacía en el suelo acurrucado en posición fetal,
con las manos protectoramente sobre su cara.
Regan buscaba desesperadamente cualquier señal de
movimiento en Kian, su mirada iba del Danio gritando a Kian sin
vida en la nieve. El verde y el blanco siseaban y crepitaban
como líneas eléctricas en la lluvia, y Regan se estremeció ante
el sonido, incluso cuando sus propias llamas rojas se establecían
protectoramente a su alrededor. El Fuego se retorcía dentro de
él, y aflojó las ataduras que lo sujetaban a la tierra y finalmente
se soltó, dejándole medio capaz de arrastrarse hacia Kian.

Quería acercarse, pero una barrera de verde Fuego lo


detuvo. Regan maldijo a la magia que le impedía ayudar a
Kian.

Se arrastró alejándose de las llamas de color blanco que


aparentemente se había convertido contra su amo y
devoraban al Danio chwiwgi. La energía de todo el ser sin rostro
se arremolinaba y pulsaba, y podía ver que desaparecía ante
sus ojos, pieza por pieza. En un instante, la luz se desvaneció, la
energía se disipó, y todo lo que quedaba era Kian —hasta
donde Regan sabía, estaba muerto— y un espacio en donde el
Danio chwiwgi había estado.

Regan no podía ver ningún movimiento en Kian. Su


cuerpo yacía tendido en la nieve. El Danio debía haber sido
enviado de regreso al mundo de Kian, y todo lo que quedaba
era Kian, muerto. Un gran peso de soledad sofocó a Regan.
Nunca había imaginado que pudiera sentirse tan perdido. En
virtud del inmenso peso, se tambaleó hacia el lado de Kian.
Su temor creció en espiral y luego desapareció con el
alivio cuando el otro hombre gruñó y se movió, sentándose.

Regan tomó su cuchillo de donde estaba en la nieve


junto a Kian. Había sangre en él, escarlata que manchaba la
sábana blanca que cubría la tierra. Extendiendo una mano,
ayudó a Kian a ponerse de pie, sosteniendo el peso de Kian
cuando su pareja se tambaleó.

—Se ha ido —ofreció Regan. Necesitaba el sonido, no


importaba lo loco que fuera poner fin al silencio bajo los árboles.
Kian asintió, apartándose de los brazos de Regan y dando un
paso hacia atrás.

—El cuchillo... Gracias —dijo Kian con firmeza, e inclinó la


cabeza hacia Regan.

—Me pareció una buena idea en ese momento.

—Fue una buena cosa, eso separó el Fuego.

Regan limpió la sangre de su cuchillo en la nieve hasta


que la plata estaba limpia y luego, con cuidado, lo colocó en la
bolsa escondida en el bolsillo del abrigo.

—Entonces, ahora es tu turno de irte. Creo que necesitas


regresar a tu mundo. Hemos terminado aquí. —Regan no lo dijo
como una pregunta. Era una afirmación simple y cruda de los
hechos. Sabía que Kian era de otro mundo, no podía quedarse.

—Necesito recuperarme, revisar la barrera. Entonces


podré irme. Puedes irte. Ya no hay más necesidad de que estés
aquí.

Helado desinterés endurecía la voz de Kian, habían


desaparecido las súplicas de ayuda y el suave agradecimiento.
Típico, pensó Regan. Ahora que ya habían tratado con la
mierda ya no era necesario. La misma canción, un lugar
diferente. Se enderezó y acomodó su chaqueta y se dirigió de
regreso a su Jeep. Sintió que Kian no estaba siguiéndolo y eso
estaba bien.

Si algo se quejaba en la parte posterior de su mente, o si


sospechaba que la fría conducta de Kian era falsa, Regan
desestimó esos pensamientos. Lo qué Kian pudiera o no sentir
no era su problema, y no había lugar para preocuparse por eso.

Cruzó la curva en el camino, y vio la luna brillar contra las


ventanillas del Jeep. Regan finalmente dejó escapar una
ruidosa exhalación. El usual high que sentía con la matanza
faltaba. Todo faltaba. Todavía sentía chispas crepitar bajo su
piel, y miró de cerca sus manos bajo la suave luz de la noche.
No podía ver el rojo y el verde, pero sabía que el Fuego estaba
allí, enrollándose alrededor de su columna y recorriendo todos
los nervios.

Se preguntó cuánto tiempo duraría. ¿Cuánto tiempo


pasaría antes de que él se sintiera de nuevo como Regan, y no
formando parte de la simbiosis Kian-Regan-Fuego? Debería de
haber preguntado. De hecho, tenía tantas preguntas, nada que
pudiera resumirse simplemente con un ¿qué jodidos?

Decidido a tener respuestas, giró el volante y regresó


hacia el claro en donde sucedió la batalla, y se detuvo. Kian no
estaba allí, estaba vacío. Así de sencillo, Kian se había ido.
Suspirando, Regan miró la nieve donde el hombre había estado
y luego se agachó en cuclillas para ver más de cerca,
preguntándose si quizás podría rastrear la salida de Kian. Allí
estaba el lío que había hecho con la sangre en el cuchillo, pero
aparte de eso, había sangre brillante manchaba la nieve y
luego, más lejos entre los árboles.
Infiernos. ¿Habría el cuchillo golpeado a Kian? ¿A dónde
se había ido Kian? La sangre se detuvo. Evidentemente Kian
había hecho el truco de desaparecer. La cabaña, tenía que
estar en la cabaña.

Regan tropezó y regresó de nuevo al Jeep, imaginando la


ruta que habían tomado temprano esa noche. Los puntos de
referencia en la carretera se perdían con la blanca nieve y hielo
y era más difícil de encontrar. Le dolía físicamente el pensar que
Kian estuviera herido; ni siquiera comenzó a analizar lo que eso
significaba.

La urgencia lo empujaba duro, el Jeep rebotaba por el


camino, haciendo que su cabeza se golpeara contra el techo
de la cabina en más de una vez.

Al fin descubrió la desviación y giró el volante hacia ella.

Su Jeep rugía por el viejo camino de la colina hasta que


finalmente se detuvo de golpe en el patio delantero de la
cabaña. Sacó su linterna y revisó alrededor del claro. Nada
parecía estar fuera de lugar y murmuró una oración de
esperanza de que la cabaña aun lo reconociera, respiró hondo
y entró al amplio porche. Lo único que se dio cuenta es que
había cerrado los ojos cuando tuvo que abrirlos para ver a
dónde iba.

«Estúpido, como si cerrando los ojos pudiera detener el Fuego verde».

La puerta estaba entreabierta, y empujó suavemente


contra ella en caso de que Kian hubiera caído junto a ella
cuando entró. Una buena media hora había pasado desde que
había encontrado la sangre en la nieve, y si Kian estuviera
gravemente herido, podría ser demasiado tarde. Dolor brotó en
su interior, espontáneamente, y sin piedad lo empujó hacia
abajo. Este hombre era un extraño. ¿Cómo podía ser que
sintiera tanta desesperación ante la idea de su muerte?

El interior estaba oscuro, ni siquiera un fuego ardía en la


chimenea, y su linterna emitía misteriosos haces de luz en las lisas
paredes y suelo.

No había señales que Kian estuviera aquí, sólo que


estuviera en el pequeño dormitorio.

Con cautela, Regan se acercó al cerrado acceso,


preguntándose lo que iba a encontrar en el otro lado. Luz salía
débilmente debajo de la puerta a través del espacio donde la
madera no llegaba al suelo, con mucho cuidado, empujó la
puerta abriéndola.

Luz verde brillante, irradiaba dentro y alrededor del


hombre tendido en la cama. Kian aun llevaba su abrigo, pero
estaba abierto, revelando sangre en su pecho.

—Kian —Regan habló con urgencia, la confusión le


llegaba de todas partes. Kian no debía estar aquí en la cama,
sino que se suponía que victorioso regresaría a la casa en la que
vivía.

Se detuvo un instante, agarrando el marco de la puerta


con fuerza, una repentina debilidad lo inundó, haciendo que se
mareara. Se empujó hacia adelante. Fuego esmeralda se
desató salvajemente a su alrededor, y él empezó a sentir un
crujido de su flama responder desde su interior. Cerró los ojos y
pensó en su interior; y vio carmesí.

Era una extraña sensación, saber que tenía algo en él que


estaba conectado con el hombre en la cama.

Jalado por una fuerza que no entendía, no comenzó a


cuestionar su necesidad de tocar a Kian. El carmesí fluía de él,
saludando a la luz verde que era el Fuego de Kian. Las dos
unidas y en espiral alrededor de los dos hombres. Eso jaló a
Regan más cerca, abrumado por sus miedos y dudas. Buscó un
pulso. Había uno, tenue, bajo la piel pálida, aunque era filiforme
y casi inexistente. Con cuidado, desabotonó la camisa de
algodón para evaluar los daños, sangre pegajosa en sus manos.

Su cuchillo había girado, golpeándolo en vuelo. La lesión


en el pecho de Kian era amplia y profunda. Regan maldijo su
habilidad y, al mismo tiempo, agradeció a todo aquel que
escuchara que al haberlo lanzando al azar en el caos de Fuego
hubiera sido claramente una buena cosa. Si Regan apuntaba al
corazón, golpeaba el corazón. Eso habría terminado el juego de
Kian.

Así las cosas, Kian aun sangraba, pero el rojo se extendía


lentamente sobre su piel. Regan sólo necesitaba conseguir que
Kian de algún modo recuperara la consciencia para llevarlo al
hospital.

—Kian —gritó sacudiendo del hombro al hombre de otro


mundo y deseando que abriera los ojos.

Él hizo una mueca al ver los dos Fuegos a lo largo de


cada uno de ellos, y cuando los ojos de Kian se abrieron y
comenzó a enfocar, Regan vio el verde brillante amenazando
volverse rojo. Regan se estremeció cuando palabras
retumbaron en su cabeza cuando Kian pronunció las palabras.

—No solo. No solo. Nunca solo otra vez.

—Re... gan, ¿qué...estás…haciendo… aquí?

—Vine a salvar tu culo —dijo Regan con firmeza, tratando


con fuerza de romper la conexión que como Hunter
experimentado tomaba sobre el pánico civil.
—Arriba. Tenemos que llevarte a un hospital.

—No puedo —respiró Kian, abriendo los ojos, la intensidad


en ellos, sorprendente contra su sudorosa piel pálida.

—Sí puedes, necesitas que alguien te ayude.

—Solo. Demasiado tarde….ahora…te necesito…a ti.

—¿Me necesitas? —Regan no entendía.

—El Fuego quiere... yo no puedo detenerlo. ¿Puedes


ayudarme?

Las palabras de Kian eran arrastradas, pero habían


comenzado a oírse más clara a los oídos de Regan. «¿Ayudarlo?»
Se inclinó más cerca, y Kian susurró urgentemente al oído: —
Necesitas irte. Huye.

—No voy a ir a ninguna parte. —No era una decisión que


Reagan fuera a hacer, no iba a dejar que el hombre muriera.

—Puedes hacer lo que quieras hacer conmigo. No puedo


luchar con esto —Kian medio sollozó, su voz mezclada con
miedo. Sus ojos cerrados. Regan permitió que el verde y
escarlata lo empujara más cerca de Kian, se dejó guiar hasta
estar acostado al lado del otro hombre con la mano sobre el
corazón de Kian y su cuerpo cerca.

—¿Kian?

Regan no entendía. ¿Kian estaba muriendo? ¿Seria su


última caricia? ¿Era la plata del cuchillo fatal para él, ya que
era un Sinnombre? Él no entendía.

—Yo no puedo... lo siento.

Regan cerró los ojos, la cabeza ardiendo de dolor.


Él no pudo evitarlo. Estaba totalmente fuera de su control.

Entonces se durmió. Cayó en la inconsciencia de sueños


que lo acechaban. Vio mucho en estas visiones, un lugar casi
idéntico al suyo, sólo diferente en algunas partes.

El cielo parecía más azul, el pasto más verde, y el sol era


una esfera brillante que había derretido la nieve. Un hombre
estaba junto a él, un hombre que echaba palabras al aire como
si fueran hojas en el otoño, una red mágica alrededor de sí
mismo y de Regan. Una palabra estaba allí en la letanía,
Darach, y la cara que se giró a Regan en sus sueños no era una
que reconociera. Era un rostro angustiado y cargado de dolor.
“Sólo sigue acostado”, el hombre exigía. “Quédate quieto y
duerme. Deja que el fuego sane a Kian”.

En los sueños de Regan, todo era verde y rojo, y él hizo lo


que Darach le dijo que hiciera.

Nacido del caos del miedo y la confusión, la paz que


Regan sintió fue absoluta.
Kian estaba sentado con las piernas cruzadas en el
extremo de la cama, su cabello oscurecido por la ducha y
empujado hacia atrás con sus manos temblorosas. Se había
puesto de nuevo los pantalones, pero no podía hacer lo mismo
con su camisa. Estaba empapada de sangre y ni su magia era
capaz de limpiarla.

Regan aun no se había despertado, estaba en un sueño


muy profundo, la sangre de Kian aún manchaba su camisa y los
brazos estaban extendidos sobre la almohada. El aguijón de
Fuego rojo de Regan hormigueaba en sus venas, y Kian temía el
momento en que su compañero se despertara. ¿Cómo, por los
dioses, iba a explicar lo que había pasado anoche? ¿Por dónde
infiernos iba a comenzar y cómo infiernos Regan lo iba a
perdonar?

Hubiera sido mejor si hubiera muerto a manos del Danio


chwiwgi y el cuchillo de Regan. Esto habría sido rápido y fácil.
Pero ahora las repercusiones de lo que había sucedido eran
impensables.

Ahora se habían unido. O, mejor dicho, su Fuego lo había


enlazado a Regan. Todo había terminado para él ahora.

El Fuego de Kian había reconocido su otra mitad en


Regan y literalmente había decidido tomar lo que necesitaba.

Kian no había querido. A pesar de que el Fuego los uniera,


trató de luchar contra eso. Con una aterradora inevitabilidad,
eso simplemente había sucedido entre una respiración y la
siguiente, mientras yacía herido en la oscuridad. Completa e
irreversiblemente unidos.

Incluso ahora, cuando veía y llamaba a la flama que


danzaba en su piel, se sorprendió al ver el cambio del verde a
una fascinante mezcla de color escarlata y verde. No había sido
del todo sincero con Regan, y ahora causaría más dolor.
Enlazarse era el fin de las cosas para él. Ahora unidos, un
hombre que a Kian le había sido prometido de por vida, y era la
cosa más grande que un hombre o una mujer de su tiempo y
lugar podían encontrar.

La cosa es... ¿Cómo, por los dioses, iba a violar los


derechos de Hunter? ¿Quizás Regan no tenía que saberlo? Era
evidente que esa era la solución. Si Regan supiera, Kian tendría
que explicar lo que realmente significa la unión, no sólo para
Kian, sino para Regan —simplemente eso no podía pensarlo.

No había manera de que pudiera cargar a Regan con el


conocimiento de que él ya no era capaz de ser el Hunter.

Regan no tenía por qué saber que el primer toque del


Fuego de Regan lo había atado a Kian irrevocablemente. El
Fuego de su pareja era poco más que un bebé, no lo suficiente
para que Reagan notara su presencia, y mucho menos hacerlo
morir cuando se debilitara y lo perdiera. Tomaría días para que
se construyera por completo, y necesitaría a Kian cerca y
constantemente durante un buen tiempo para que la ruptura
del lazo fuera fatal para Regan como ya lo era para Kian.

No habían consumado la unión. Si lo hubieran hecho, el


Fuego infantil del nuevo lazo, causaría que cualquier separación
fuera fatal para ambos. Pena se construyó dentro de Kian, y
también sintió ira, la ira de que le hubieran dado una pareja sólo
para perderlo. Regan era un buen hombre. Un hombre valiente.
Kian podía sentir que él era el tipo de persona que habría
elegido para su pareja si la opción le fuera ofrecida. Las
imágenes de lo que sería consumarlo con su Hunter habían sido
una saludable mezcla de la noción romántica y su lujuriosa
imaginación. Desde su niñez, había imaginado a su pareja
creciendo alto y fuerte y esperándolo. Estando aquí ahora, con
la energía residual brillando sobre ellos, con su pareja tan cerca,
era más de lo que debería tener que soportar.

Dejar a Regan era imposible de comprender. Pero


aceptaba que dejar a su pareja era lo que debía hacer.

Kian reconoció pensamientos estúpidos y odiosos dentro


de él, al condenar a Regan a recorrer el camino solo hasta su
muerte. Kian podría haber sobrevivido a la batalla con el Danio
chwiwgio, pero la muerte debido a la pérdida del lazo de Fuego
era lenta un horror igual al del que se le priva la fuerza de su
Fuego, como le había sucedido a su tío. Eso es lo que iba a
pasarle cuando la conexión entre él y su pareja se rompiera.

Su tío lo había llamado soledad, un doloroso vacío


enorme de no tener su Fuego. Kian recordaba cada día que lo
vio morir lentamente. Era una pena que no se lo deseaba a
nadie, y que sería aun peor porque Kian sabría que Regan
recorrería el mundo, pero no con él. Su Fuego quemaría, pero
no al lado Kian. Con el tiempo, Regan se olvidaría y su Fuego
volvería a lo que había sido. Y Kian moriría por la separación y el
saber que no podía unirse a su pareja.

Tenía que haber otra manera. Distraídamente colocó los


dedos de una mano en el pulso en la muñeca de la otra. Sería
muy fácil tomar el cuchillo de Regan y cortarse verticalmente
hasta el codo. No se necesita mucho tiempo para desangrarse,
y entonces todo habría terminado rápidamente. No era un
cobarde, pero atravesar la pérdida del Fuego, con la oscuridad
y el vacío de su alma, ni siquiera podía empezar a aceptar que
pudiera permitir que le sucediera.

Estaba aterrorizado, quizás no tenía que ser el cuchillo de


Regan. ¿Podría ser cualquier cuchillo? Paz comenzó a
manifestarse en sus pensamientos conscientes. Si lo hacía,
entonces Regan no estaría atado, y Kian no tendría que sufrir
una muerte que se prolongara durante semanas, quizás durante
meses. Kian se dio cuenta de que sus pensamientos estaban
fuera de control. Tenía que hacer algo antes de que Regan
despertara.

Con cuidado, se levantó y había dado dos pasos hacia la


puerta cuando la voz de Regan, firme, baja, urgente, sonó
desde la cama.

—¿Qué sucede?

Kian se giró. Esa era un infierno de pregunta, que él no


sabía muy bien cómo responder. Podía mentir, podía exagerar.
Incluso podía simplemente correr, agarrar un cuchillo, y hacer lo
que creía que debía hacer.

»—¿Kian? —Regan se había enderezado y se sentó. Echó


un vistazo a su camisa, de color marrón oscuro con la sangre de
Kian, y luego otra vez a Kian con una mirada de cauteloso
asombro.

—Lo siento —fue todo lo que Kian pudo pensar en decir.

«Lo siento te jalé dentro de esto, lo siento, te necesitaba, lo siento, te lastimé —


lo siento nos enlazamos cuando no tenía otra opción, tú nunca dejarías que alguien
muriera».
—¿Estás bien? —Regan se levantó de la cama y se
acercó a él, tocando su pecho desnudo, donde la herida había
estado—. No hay nada aquí.

—He sanado.

—Pensé que estabas muriendo.

—Lo estaba.

—¿Qué jodidos, Kian? —La voz de Regan subió a un tono


de advertencia.

—Lo siento. Realmente lo siento. —Kian dio un paso atrás,


saliéndose del contacto de Regan, pero Regan se rehusó a
ceder.

—¿Por qué? ¿Qué fue lo que hiciste?

—Tienes que creerme. —Él levantó las manos frente a él—.


No lo pude evitar. Mi Fuego y el tuyo, se unieron. —Era
consciente de que iba atravesar esto como un loco diciendo
tonterías.

—¡Kian!

—Estamos enlazados, ¿está bien? —Kian lo soltó,


sintiéndose miserable e incapaz de ver a los ojos a Regan—. No
pude evitarlo, y me avergüenzo de ello.

Regan dio un paso atrás, y Kian tuvo la oportunidad de


ver a su recién enlazada pareja, quien parecía intentar
encender sus manos. Incluso ahora en este momento, cuando
todo se derrumbaba a su alrededor, su cuerpo quería a Regan,
lo necesitaba. Retrocedió un paso más hasta que él estaba en
contra de la puerta cerrada. Solo unos centímetros de madera
lo separaba de experimentar la decepción de Regan y el horror.
—Mierda. —Regan finalmente bufó con calma—. Todas
esas cosas, sobre el Fuego, y la conexión, y darme una opción
en esta historia de unión... ¿Eso era solo completa mierda?

—No —Kian extendió la mano—, no fui yo. Mi cuerpo se


estaba muriendo. El Fuego estaba protegiéndome.

—¡Para joderme! —Regan interrumpió con un gruñido.

—No se supone que ni siquiera estuvieras aquí —se


defendió Kian—. Yo tenía que estar solo. —«Para morir».

—¿Así que ahora es mi culpa por seguirte? Bien, lamento


haber dado una mierda por tu culo de brujo. —Regan
claramente no era feliz y dioses, Kian podía entender por qué.

El Fuego había violado a Regan, lo obligó a una conexión


que no entendía.

—No significa nada, Regan. Te puedes ir, y tan pronto


como decidas irte, la conexión se romperá.

Eso fue todo lo que dijo. No había manera de que le


explicara el pequeño problema de las consecuencias para sí
mismo.

—Bueno, entonces está bien, considerando esto me iré. —


Regan abrió la puerta de la habitación y se marchó, cruzando
de inmediato a la puerta principal y yéndose. Kian lo vio bajar
las escaleras y subir a su carro, separándose tan limpiamente
como el cuchillo lo haría.
Regan llevaba dos días en su autoimpuesto exilio de Kian,
cuando el impulso para volver al hombre que había sacudido su
vida se volvió insoportable. Al principio había sido solo un
pequeño hilo de preocupación. Se encontró pensando en los
ojos verdes y el sabor del hombre que, en circunstancias
normales, lo habría jodido y de cualquier manera, dejado.

Entonces, su subconsciente comenzó a sugerir que quizás


si buscaba a Kian y lo jodía lo sacaría de su sistema y suavizaría
los bordes irregulares.

Cuando la sugerencia se convirtió en presión, él estaba


jodido. Metió las llaves en el encendido y llevó el Jeep de
regreso a las montañas, a la cabaña donde Kian aún podría
estar.

Sabía que Kian debería haber ido a casa el mismo día


que se había alejado. Estaba bien y en forma, y no había lugar
para él en el mundo gris y marrón de Regan. Kian debería estar
entre los vivos colores de su propio mundo.

Sin embargo, Regan sabía que Kian se había quedado en


la cabaña.

No estaba del todo seguro de cómo sabía tan


absolutamente que Kian se había quedado. Fragmentos de
sueños llegaban a él en cualquier momento. Mientras bebía
whisky en el bar, o se sentaba a investigar a un Sinnombre en un
restaurante de la ciudad, e incluso mientras dormía, el impulso
insistente de regresar con Kian se volvió inquietante bajo su
consciencia. Regan racionalizó todo como un asunto
pendiente, su cuerpo sólo tenía que lavarse de los deseos por él
y él lo quería.

Se detuvo en el frente y apagó el motor, viendo a través


del parabrisas a la cabaña, preguntándose cómo iba a
explicarle su regreso a Kian.

Algo cerca de una línea, de “creo que deberíamos joder


y acabar con esto de una vez”, probablemente no funcionaría
como él quería.

La puerta estaba abierta, y Regan se detuvo en la base


de los escalones, de nuevo preguntando si la barrera había sido
cambiada o si el Fuego lo dejaría pasar.

—Regan. —Kian estaba en la puerta abierta, apoyado


contra el marco, los brazos cruzados sobre el pecho. Llevaba
una camisa nueva, sin manchas de sangre ni desgarros, y su
familiar largo abrigo. Su aliento formaba pequeñas bocanadas
de vaho en el aire frío otoñal.

—¿Puedo pasar? —Regan lo vio de cerca. Kian parecía


enfermo, agotado, su mirada se centraba firmemente en Regan
con algo parecido al miedo en su rostro.

—No.

—¿No?

—Cambié la barrera, no puedes entrar.


—Kian, tenemos que hablar.

—No.

—¿Kian?

—Vete, Regan.

—No —dijo Regan con firmeza. Entonces ellos solo se


miraron uno al otro, claramente en un punto muerto. Kian había
cambiado la barrera y no lo dejaba entrar, y Regan no iba a
irse. Pensó por un momento, y luego extendió la mano a donde
sabía que estaba la barrera que era el escudo invisible de
magia que protegía a Kian. Fue una decisión estúpida. Recordó
el dolor de la última vez que había estado enredado con el
Fuego verde de Kian, pero su instinto le dijo que estaría bien.

—Detente —medio gritó Kian, alejándose del marco de la


puerta, balanceándose, su rostro contraído por el dolor. Regan
no se detuvo. El Fuego lo dejó pasar y, en cuestión de segundos,
estuvo al lado de Kian.

Justo a tiempo para tomar a Kian cuando cayó


inconsciente al suelo.

Tropezando, medio levantó, medio arrastro a Kian al sofá


más cercano y casi lo deja caer en él. ¿Qué infiernos?

Kian estaba tan malditamente pálido, moretones de


agotamiento alrededor de sus ojos, su boca abierta y floja, su
cuerpo inerte. Cuando Regan se había ido, había dejado atrás
a un hombre que había sido sanado, en plena forma y con
vida. ¿Qué había sucedido?

Kian murmuró algo, y Regan se inclinó para oírlo. —Vete.


—No había manera en el infierno que eso sucediera. ¡Maldito
hombre! ¿Qué jodidos? Volvió a pensar sobre lo que sabía,
centrados ahora en la insinuación velada, buscando una
rebuscada explicación. La única conclusión a la que él podía
llegar involucraba el Fuego de Kian. Mierda. Quizás todo eso de
la mierda del lazo significaba que su Fuego había sido
comprometido.

Trató de recordar. Kian había descrito el increíble dolor y


la depresión y la soledad, cuando el Fuego dejó a su tío.

¿Sería eso lo que le estaba pasando ahora? ¿Lo habría


dejado su Fuego? ¿Por qué podría pasar eso? ¿Significaba eso
que la barrera de toda la cabaña dejaría entrar a cualquiera?

Lo más importante ¿Qué debería hacer para arreglar las


cosas? Para traer a Kian de regreso.

Para traer a Kian de regreso. Para. Él.

Tocarlo sería bueno, Regan pensó frenéticamente.

Está bien. Tocarlo había sanado a Kian de la herida del


cuchillo, tocarlo podría hacerlo. Movió a Kian hasta que se
sentó a su lado y luego empujó al otro hombre para que se
apoyara en él. ¿Quizás necesitaba piel sobre piel? ¿Quizás
necesitaba imitar la noche de la sangre, poner una mano sobre
el corazón de Kian? Mierda, cualquier cosa valía la pena
intentar en este momento. Acomodándose, cerró los ojos,
empujado su mano por debajo del suave algodón hacia la piel
desnuda sobre el corazón de Kian.
Kian se deslizó de regreso al mundo real. Sabía
instintivamente que Regan estaba con él, y parpadeó abriendo
los ojos. Era demasiado saber que su pareja estaba aquí, tener
la promesa de él, y luego que se alejara de nuevo. No creía que
pudiera ser tan valiente una segunda vez.

Había tratado tan malditamente duro de cumplir con su


fin como un hombre, pero el dolor y la ansiedad que lo
consumía era mucho más de lo que podía soportar.

—¿Estás bien? —La voz de Regan era gruesa por el sueño


y la preocupación, y Kian se acomodó de tal manera de poder
ver de frente a su pareja—. ¿Qué sucede?

—Acabo de despertar.

—No me refiero a ahora. Ayer por la noche.

—Estaba cansado.

—Estabas enfermo. No me mientas.

—No te estoy mintiendo.

—Es el lazo... Es tu Fuego... Mierda, ¿el dejarte te hace


daño? —Regan jaló a Kian para que quedara a horcajadas
sobre él, cara a cara.

—No sé qué decir. ¿Qué quieres que diga exactamente?

—Dime la verdad. No me dijiste que el irme te lastimaría.


Me hiciste pensar que todo estaría bien. —Kian bajó la mirada y
luego tomó una respiración profunda. Podía oír la acusación en
la voz de su pareja.

—Lo que pasa entre nosotros no es algo que tú elegiste


suceda, Re. —Tenía que lograr que Regan viera que tenía la
elección de irse, y que Kian era lo suficientemente hombre para
tratar con eso.

—¿Qué si lo decido ahora? —Regan preguntó


cuidadosamente, y Kian resopló con incredulidad.

—Simplemente sería tu estúpido complejo de héroe que


hace que sientas que tienes que hacer algo.

—Pero ¿y si te digo que los dos últimos días me he sentido


vacío? —Regan insistió—. No lo entiendo, pero mi corazón
estaba frío como el hielo, porque anhelaba estar contigo.

El corazón de Kian se aceleró con la esperanza, y luego


con la misma rapidez, calmó esa esperanza con lo inevitable de
lo que realmente iba a suceder.

—Eso es sólo el lazo hablando —dijo con firmeza—. Te dije


que el lazo podría causar anhelo en ti. Igual a la adicción a las
drogas. Le tomas el gusto. Cuanto más tiempo estemos
separados, más pronto lo superarás. —«Cuando muera». Kian se
negó a mirar a Regan directamente, a sabiendas que su pareja
vería cualquier mentira.

—La noche en la que enfrentamos al Danio chwiwgi,


cuando estabas muriendo —comenzó Regan, pensativo—, no
había ninguna maldita ansia ni conexión que me hizo venir aquí
por ti. Mierda, Kian, era solo la vieja preocupación. —Kian
asintió, repentinamente enfadado consigo mismo por el dolor
que permitió que entrara en él con esa sola palabra,
preocupación. Deliberadamente se apartó de Regan, aún
fuera de balance, de su regazo, pero al menos con los brazos
formó una barrera.

Regan se movió debajo de él, y Kian maldijo la caliente


lujuria que subía en su interior.
—¿Por qué no vas a tu casa, Kian? —Esa era una
pregunta que él había esperado de Regan, pero no tenía una
respuesta lista para darle.

—Lo haré. —Eso era bastante simple.

—¿Cuándo?

—Déjalo, Regan. —Una mentira y más de lo que Regan


necesitaba saber, pero no dejaba de presionar.

—¿Asumo que ellos podrían curarte o al menos ayudarte?

—No puedo. Dioses, no puedo.

—¿Qué? ¿Ellos no pueden curarte?

—No me estás escuchando. Yo no puedo ir a casa, no


puedo ir a casa. —Kian trató de darle sentido al ver el ceño
fruncido de Regan—. Una vez que estamos totalmente aquí en
tu mundo, no podemos regresar jamás.

—Tus antepasados lo hicieron. El Danio chwiwgi lo hizo.

»—Las barreras se redujeron en ambas ocasiones. Para


mis ancestros, fue una Puerta aprobada, y para el Dario chwiwgi
fue su retorno por la fuerza, muerto.

—Así que podrían reducir las barreras para ti.

—Incluso si pudieran, no lo harían. Rompí un centenar de


leyes al cruzarlas. Si regreso. —Se detuvo, en absoluto motivado
a hablar. ¿Cuál era el punto? Sabía que podría ser castigado si
regresaba. Al cruzar aquí había roto el más preciado de los
Doce Decretos Primarios. Sin la aprobación del Consejo, el
tránsito entre el flujo continuo se castigaba con la muerte, sea
cual sea el motivo de la transgresión.
Regan acunó su cara con ambas manos y luego meció
sus caderas, jalándolo hacia delante. El roce era cálido y
reconfortante, y Dioses, Kian había sentido tanto frío estos
últimos dos días. El beso repentino que Regan colocó en sus
labios había sido suave, no más que un intercambio de aliento.

—¿Si vuelves?

—Regan, por favor.

—Hmm, vamos a regresarte. —La voz de Regan estaba


cargada de emoción, y Kian volvió a negar lo mucho que
quería a este hombre. Hasta ahora, en ese momento Kian se
encontró duro y necesitado y empujó hacia abajo hacia Regan
aunque un poco consciente. Sintió el sexo de Regan, tan fuerte
como el suyo, moviéndose, y profundizó el beso.

Obsesión lo inundó, y empujó sus manos bajo la camisa


de Regan, desesperado por tocar la suave piel caliente —sólo
una caricia antes de morir. Regan inclinó la cabeza para
profundizar el beso, y durante mucho tiempo, Kian estuvo feliz
de perderse en la caricia. Con ligeras caricias como de una
pluma, Regan comenzó a trazar un patrón de contacto sobre la
piel desnuda, empujando la camisa de Kian a un lado. Sólo
entonces la enormidad de lo que estaban haciendo lo golpeó.

—Espera. —Kian se apartó, empujando con fuerza el


pecho de Regan. Tenían que parar esto. Regan no había
decidido hacerlo, Kian no podía permitirlo.

—Nada de esperas —murmuró Regan mientras apartaba


las manos de Kian—, te quiero, quiero estar dentro de ti.

—No. —Él realmente ahora lo empujó—. Si haces eso… si


nosotros nos unimos… entonces el que te resistas a la adicción
puede tomar tu vida, y ¡nunca podrías liberarte de esto!
Regan ni siquiera hizo una pausa, clavó los dedos en las
caderas de Kian y lo agarró firmemente. Kian podía sentir la
locura en su pareja. Era intoxicante. —Entonces solo una
probada —Regan exigió, y Kian retrocedió ante las palabras.
Una probada nunca sería suficiente.

—No, no quiero esto. Todavía hay tiempo para detenerlo.


—Kian estaba rígido en una batalla absoluta contra el terror, la
necesidad y el deseo. Su obstinada negativa parecía haber
tenido un efecto. Regan se detuvo. Sus ojos se estrecharon, y su
lengua salió para humedecer sus labios.

—Mi decisión —Regan finalmente gruñó. La pasión y la


necesidad coloreaban sus palabras, escarlata y caliente.

Esas dos palabras rompieron las cosas y permitió a Kian


actuar con nobleza. En ese instante, Kian dejó de empujar. Se
derramó, como si las cuerdas que lo sostuvieran se hubieran
roto y enterró su cara en el cuello de Regan. No le quedaba
nada de energía para luchar. El deseo de probar a este hombre
y consumar su unión era demasiado puro.

—Lo siento —susurró, tan bajo que tenía esperanza de


que Regan no escuchara las palabras. Su Fuego se desató en su
columna vertebral, localizando la lujuria que recorría por sus
lánguidas extremidades, y la idea de parar ahora era más de lo
que podía soportar.
Regan oyó el simple “lo siento”. Infiernos, Kian no tenía
nada de qué disculparse. Regan sabía que había tomado la
decisión correcta, lo sabía aun cuando las palabras silenciosas
fueron un murmullo suave contra su piel.

Los dos últimos días habían sido una especie de infierno


especial, llenándolo de una necesidad tan intensa que nublaba
sus pensamientos. Pero, junto con esa necesidad, una chispa de
algo más había sido encendida.

Kian lo fascinaba. Quería conocer más del hombre con


magia, quería tocar y experimentar el Fuego. De algún modo,
sin darse cuenta, todo se había vuelto en lujuria y apreció el
buen culo que quería probar y respetar y valorar. Era un
sentimiento completamente nuevo para él. Estar solo siempre le
había sentado bien. Las conexiones casuales lo habían
mantenido cuerdo. Esto, sin embargo, esto era algo muy
diferente.

Se sentía más correcto estar con Kian. No estaba


mintiendo cuando dijo aquellas palabras: “mi decisión”. Siempre
había sido su decisión.

Le había sorprendido el sentir a Kian colapsar contra él,


claramente cediendo a lo que Regan sintió que quería. Sumisión
completa no era lo que Regan había buscado en su pareja,
pero parecía que eso era lo que Kian creía que él quería.
—Mírame —ordenó con toda la calma que pudo,
haciendo una mueca sólo un poco cuando Kian levantó una
mirada temerosa y preocupada. Este no era el hombre que
había derrotado a su enemigo en la nieve, o el hombre valiente
que había cruzado por la Puerta, desterrándose a sí mismo de su
propia casa al hacerlo. Este no era el Kian que estaba tan
seguro de su razón de ser.

Regan tomó aire, retorciéndose los dedos en el cabello


de Kian, y consideró cómo debía expresar esto.

»—Prometo que no es porque estás enlazado a mí que


creo que las cosas deban de cambiar. —Kian repentinamente
se veía dudoso, y tomó todo lo que Regan tenía no ir solo al
aspecto físico de esto y dejar de hablar—. No. —Regan no
estaba seguro de si se refería a “no dudes de mí” o simplemente
“no dejes que nos detengamos”. Kian necesitaba dejar de
preocuparse acerca de porqué Regan había tomado su
decisión, junto con la culpa del mago que parecía asociar a
esto.

—¿No?

—Tiene que haber una razón para que se suponga de


nosotros nos enlacemos —dijo Regan con sencillez. Kian frunció
el ceño, y Regan se puso rígido. Eso no iba bien—. Infiernos,
dame un poco de crédito para aceptar las cosas que no puedo
entender de verdad. —Había un dejo de desesperación en su
voz, y estuvo tentado a usar el humor que utilizaba a menudo—.
¿Quién soy yo para decir que algún antiguo camino no estaba
planeado para ti y para mí para que estuviéramos destinados a
estar juntos?

—¿Te estás riendo de mí? —Kian preguntó, y Regan hizo


una mueca ante el dolor en la voz del otro hombre. Maldición,
al parecer su sentido del humor aparecía en los peores
momentos.

—No, te prometo que no lo hago.

—Tengo miedo —Kian dijo débilmente.

—¿De qué? —Regan tenía una lista en su cabeza, una


lista muy terrenal de las respuestas humanas que se alejaron
cuando Kian habló.

—De que te alejes. Si nosotros nos enlazamos y


permanecemos juntos, va a doler mucho cuando te vayas.

Regan consideró las palabras, mirando pensativamente a


Kian, considerando todo lo que sabía de Kian y el mundo de
Kian. Si su compañero no podía regresar a su mundo, entonces
él claramente se quedaría aquí, y en cuestión de segundos,
Regan sabía que sólo había una respuesta posible.

—Kian ap Rhys, ¿quién infiernos te dijo que yo te dejaría?


—Cuando Kian sonrió y se lanzó a los brazos de Regan, Regan
sabía que él había dicho lo correcto.
R. J. Scott vive en las afueras de Londres. Ella escribe desde los seis
años, cuando ella se quedó castigada por una infracción que involucraba
galletas y escribió una historia. Después de una historia en los dos lados de
una hoja acerca de una princesa atrapada, una amante escritora había nacido.

Ella ama leer cualquier cosa de thrillers de ciencia ficción u horror; sin
embargo su real amor siempre ha sido el mundo del romance. Su meta es
escribir historias con emoción y romance, problemas en el camino para
alcanzar la felicidad y ser felices para siempre.

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Esther

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