LA PRÁCTICA
La Pedagogía y las otras Ciencias.
El análisis epistemológico no puede concluir con la formulación de un concepto de pedagogía por más
fundado que sea. Debe, además, dar cuenta de otros problemas que al mismo tiempo que surgen de ese
concepto, lo complementan. Estas cuestiones a las que estarán dedicados este capítulo y el siguiente son
esencialmente dos: la que se refiere a la independencia de la pedagogía y de lo pedagógico frente a otras
esferas de1 saber y del hacer humanos; y la que se concreta en un sistema de la pedagogía. La primera se
resuelve previa dilucidación de las relaciones de la pedagogía con las otras ciencias; la segunda, mediante una
coherente ordenación de sus partes (división de la pedagogía).
Relaciones de la Pedagogía con las otras ciencias
El estrecho contacto de la educación con los más diversos aspectos, factores e intereses de la vida
humana, coloca a la pedagogía en relación con las más distintas disciplinas que, de una o de otra manera,
aportan materiales para la comprensión y explicación de esa vida. De ahí que la autonomía de la pedagogía
deba definirse a partir del tipo de relación que mantiene con las que, en este caso, constituyen sus ciencias
auxiliares.
Las ciencias auxiliares. La necesidad de establecer el tipo de relación de la pedagogía con sus ciencias
auxiliares, surgió juntamente con la pretensión de aquélla de erigirse en ciencia autónoma. Antes de Herbart
estuvo incluida en otras especulaciones. Ese autor y sus discípulos acuñaron el término "ciencias auxiliares de la
pedagogía". Primero lo fueron la ética y la psicología, y, más tarde, la ciencia de la religión (Ziller), la medicina y
la higiene (Rein), la estética (Weber), la totalidad dé la filosofía (Natorp), la sociología y la historia (Willmann y
Krieck), etc.
La cuestión ha recibido dos soluciones principales. En primer lugar está la de aquellos pedagogos que
clasifican a las ciencias conectadas con la pedagogía en básicas, especiales y auxiliares. Las básicas (filosofía,
psicología, biología, sociología) fundamentan a la pedagogía según criterios que miran a la educación como
hecho y como misión. Las especiales (matemática, física, geografía, historia, etc.), integran el contenido de la
educación sistemática, forman parte de los planes de estudios. Las auxiliares propiamente dichas, ceden sus
conocimientos para una mejor concreción de los fundamentos que proporcionan las ciencias básicas.
En segundo término se da la solución que parte de la naturaleza misma de las ciencias combinada con la
realidad del proceso educativo. En esta corriente puede incluirse la salida propuesta por Luzuriaga quien las
divide en: 1) ciencias de la naturaleza, que tienen por objeto la vida orgánica (antropología, biología, fisiología,
medicina e higiene); y, 2) ciencias del espíritu, que tratan de la vida psíquica (psicología, psiquiatría, psicotecnia,
caracterología), la vida espiritual (filosofía, lógica, ética, estética, metafísica) y la vida social (sociología, historia,
economía, derecho).
La primera solución es completamente objetable, porque quita a la pedagogía muchas de sus
posibilidades como disciplina autónoma, debido a que con respecto a una ciencia independiente sólo cabe la
expresión ciencias auxiliares, aunque se pueda establecer con ellas relaciones más o menos intensas. Además,
la separación de las ciencias especiales es arbitraria, pues éstas, tal cual están concebidas en la clasificación
expuesta, posibilitan la educación sistemática o escolar y no la pedagogía. Ésta las estudia en tanto han pasado
a integrar el proceso educativo mismo formando parte de su contenido. Son, estrictamente hablando, las
"materias de enseñanza".
La segunda solución tiene la ventaja de contemplar la realidad educativa y, sobre todo, a su sujeto que,
simultáneamente, es un ser orgánico, psíquico, social y espiritual. Por esa causa, ya pesar de que hace
separaciones innecesarias entre ciencias que pertenecen a un mismo dominio de conocimiento, nos da pie para
otra clasificación de las ciencias auxiliares de la pedagogía más ajustada a las necesidades de su autonomía.
En pedagogía, como disciplina autónoma, sólo corresponde hablar de ciencias auxiliares. Según la
intensidad y la importancia de sus relaciones con las ciencias que la auxilian puede decirse que las hay de dos
tipos: ciencias auxiliares fundamentales y ciencias auxiliares secundarias. Pertenecen al primer grupo la biología,
la psicología, la sociología y la filosofía. Se incluyen en el segundo grupo todas las otras ciencias que pueden
colaborar en la interpretación y conducción del objeto pedagógico y de la actividad educativa, respectivamente.
Biología y pedagogía. Indudablemente la biología es la primera de las ciencias con las cuales se relaciona la
pedagogía. No es posible pensar en la formación del hombre por más elevado que sea su objetivo si
previamente no se conoce su estructura morfológica, su capacidad de adaptación biológica, los momentos de su
desarrollo orgánico, su diversidad tipológica. Como sostiene Hubert, la pedagogía supone el conocimiento de las
leyes generales de la vida (biología general); el conocimiento de las leyes particulares de la morfología, la
anatomía y la fisiología humanas (biología humana); el conocimiento de las condiciones específicas del
desarrollo humano (ontogenética humana); y, el conocimiento de las formas que bajo la influencia de los
factores biológicos puede tomar su estructura mental (biotipología).
Desde el punto de vista biológico la acción educativa debe tender a que los seres jóvenes alcancen una
madurez normal. De ahí que sea tan necesario al educador el conocimiento, por lo menos en sus grandes líneas,
de las ramas de la biología arriba indicadas. Por otro lado no hay que olvidar que el ser con el cual trabaja es,
en primera instancia, un ser dotado de un cuerpo regido por determinadas leyes. Leyes de desarrollo que no
sólo llegan a lo físico y fisiológico, sino también a lo psicológico, en tanto ambos tipos de fenómenos se
condicionan mutuamente.
Además, el ser humano ocupa un Cierto lugar en la escala zoológica que la educación debe afirmar. No
como su fin último, pero sí como medio para que esté en condiciones de cumplir dentro de la comunidad la
labor activa que de él se espera.
Psicología y pedagogía. Así como es imposible intentar la formación del hombre sin antes conocer su
organización biológica, tampoco puede pensarse en ella si previamente no se ha penetrado en su estructura
anímica y espiritual. La psicología es pues la segunda disciplina que se relaciona con la pedagogía. La expresión
según la cual el maestro es un "formador de almas" no es una frase carente de significación. Tiene un sentido y
más profundo del que aparenta. El verdadero maestro está dotado de una capacidad de intuición y de
penetración psicológicas que le es connatural. Pero la sola intuición no le permitirá ir muy lejos por el camino de
la comprensión y el conocimiento de sus alumnos, si no se perfecciona en el dominio de las disciplinas
psicológicas. Por otra parte el educador mismo es una estructura anímica y espiritual, sin contar con la presencia
de elementos psicológicos en todos los aspectos del trabajo educacional. El pedagogo debe estar alerta frente a
esos factores para cuyo conocimiento necesita el apoyo insustituible de la psicología.
En consecuencia, toda pedagogía supone: el conocimiento de la psicología general; el conocimiento de
la psicología evolutiva; el conocimiento de la psicología diferencial (tipología y caracterología); el conocimiento
de la interpsicología y de la psicología social.
Sociología y pedagogía. El sujeto de la educación, además de ser un individuo biológico y psíquico, es un ser
social, pertenece a una comunidad amplia (por ejemplo, la sociedad nacional) y a varias comunidades
restringidas (la familia, la iglesia, el club deportivo, la asociación cultural, etc.). La sociología, que se encarga del
estudio de la realidad social, es así la tercera de las ciencias que se conecta con la pedagogía.
Filosofía y pedagogía. El hombre es el único ser educable. Este ser es simultáneamente biológico, psíquico y
social. Pero no lo es en forma pasiva sino activa., Está frente al mundo provisto de una actitud espiritual, de una
concepción de la vida. A través de esta idea básica encuentra la explicación de muchos "por qué", aparte de la
posibilidad de enfocar a la realidad como un todo. En primera instancia la filosofía es, pues, una concepción del
mundo y de la vida que repercute sobre la conducta. Esto sucede no sólo con la filosofía de los "filósofos
profesionales", sino también con la "filosofía" del hombre común.
Toda teoría filosófica conduce a una actitud e intenta explicar unitariamente la realidad. Por eso se dice
que la filosofía es una reflexión totalizadora en cuyo campo entran tanto lo natural como lo humano.
De lo dicho se deriva la importancia de la filosofía para la educación. Si ésta pretende formar al hombre
en su integridad, ¿quién más que la filosofía puede darle una idea de esa integridad? El educador no puede
emprender su misión, si antes no se ha trazado por lo menos un esbozo del punto a que debe llegar, es decir
una "imagen" del hombre a formar. Por eso, esencialmente, la filosofía que fundamente la acción educativa
debe ser una "'filosofía de lo humano".
Las razones dadas bastan para demostrar el estrecho contacto que hay entre filosofía y pedagogía. Ésta
apelará a aquélla para resolver los problemas esenciales, para evitar que los aportes parciales de las ciencias
biológica, psicológica y sociológica permanezcan desintegrados e ineficaces.
El reconocimiento de esas relaciones es muy antiguo. Platón y Aristóteles incluyeron las reflexiones
pedagógicas en la filosofía. La edad media la hizo parte de la teología, hasta que el siglo XVII pretendió liberarla
del seno materno. Herbart mismo subordinó la pedagogía a la ética y a pesar de que hoy la pedagogía ha
desarrollado su independencia frente a ella, la filosofía mantiene vigorosamente sus derechos a reflexionar sobre
lo educativo y a ayudar al pedagogo en su comprensión o interpretación.
Actualmente las relaciones de la pedagogía con la filosofía se establecen desde múltiples puntos de
vista. Pueden considerar- se fundamentales siguientes:
1) La pedagogía es filosofía (postura del idealismo actualista, sobre todo de los italianos Giovanni Gentile y
Giuseppe Lombardo-Radice);
2) La pedagogía depende de la filosofía (postura del idealismo neokantiano de la "escuela de Marburgo"
representada por los alemanes Paul Natorp y Jonas Cohn).
3) La pedagogía es floración o culminación de la filosofía (postura de la corriente científico-espiritual del alemán
Guillermo Dilthey).
4) La filosofía es fuente de la ciencia de la educación (postura del instrumentalismo del norteamericano John
Dewey)
5) La filosofía es teoría general de la educación (otra de las soluciones del instrumentalismo norteamericano) .
6) La pedagogía nada tiene que ver con la filosofía (postura del experimentalismo y del cientificismo pedagógico
extremos).
7) La pedagogía es autónoma, pero se sirve de la filosofía como de las otras ciencias (una de las posiciones más
generalizadas en nuestros días y, sin duda alguna, la más correcta).
Biologismo, psicologismo, sociologismo y filosofismo. La concepción errónea de los límites de la relación
de la pedagogía con las otras ciencias, puede ser la causa de la pérdida de la independencia le nuestra disciplina
según la Ciencia de que se trate, aparecen las exageraciones del biologismo, del psicologismo, del socioloqismo,
o del filosofismo. En cada una de esas posiciones hay una invasión injustificada de las ciencias correspondientes
sobre el dominio pedagógico.
El biologismo pedagógico reduce la educación a proceso de configuración biológica y, por consiguiente, hace de
la pedagogía una rama de la biología. Es la posición de Demoor y de Jonckheere que definen a la pedagogía
como "el estudio del niño, su génesis, su desarrollo y su capacidad de adaptación".
El psicologismo pedagógico hace lo mismo, desde el punto de vista de la psicología. Así Meumann dice
que la pedagogía es "la investigación inductiva y experimental del alma juvenil y de los efectos de las influencias
educativas". En el caso particular de Meumann, y como ha expresado Roura-Parella, "el psicólogo domina al
pedagogo" lo que sucede con todos los partidarios del psicologismo pedagógico.
El sociologismo pedagógico como tal llega a concebir a toda la educación como un hecho social, y a
reducir su disciplina a una parte de la sociología. Durkheim, por ejemplo, escribe que la ciencia de la educación
es "el estudio de ¡as prácticas educativas consideradas como hechos sociales, como realidades que tienen una
naturaleza adquirida y definida". Como puede observarse esto es sociología de la educación y no ciencia de la
educación.
El filosofismo pedagógico, como los anteriores "ismos", significa la ruptura del equilibrio de las
relaciones de la pedagogía con otras ciencias, en este caso con la filosofía. Este filosofismo se da no sólo en la
teoría, sino en la actitud concreta de algunos filósofos que consideran a la pedagogía como una disciplina sino
ninguna trascendencia. Esta actitud ha sido, en gran parte la culpable del retraso en la constitución autónoma
de la pedagogía. Para quienes sostienen esa posición escribió John Dewey estas palabras, refiriéndose a su libro
Democracia y educación: "A pesar de que por muchos años fue el libro en que expuse con mayor amplitud mi
filosofía, no creo que mis críticos tan distintos a los simples maestros hayan recurrido alguna vez a él. Me
pregunto si esto significa que los filósofos a pesar de que suelen estar dedicados a la enseñanza, no han
considerado que la educación puede encararse con tal seriedad como para concentrar en ella la visión filosófica
y considerarla como el punto en que coinciden todos los problemas de interés humano". El desequilibrio teórico
y epistemológico que el filosofismo representa no puede subsistir porque en materia de educación la realidad
concreta es inflexible. El filósofo que pretenda hacer caso omiso de ella, "tarde o temprano" ha dicho, Saúl
Taborda "necesita reconocer derecho a los elementos empíricos y admitir, de hecho, la insuficiencia de la
especulación; o permanece fiel al fundamento especulativo en obstinada actitud unilateral y se priva, entonces,
del comercio con la realidad y se hace inocuo para sus fines".
Casi no es necesario aclarar que el biologismo, el psicologismo, el sociologismo y el filosofismo
pedagógicos, no son peligrosos por lo que destacan, sino por lo que exageran. Nadie puede discutir y esto ha
sido demostrado en los puntos precedentes- La importancia de los enfoques biológico, psicológico, sociológico y
filosófico, para la comprensión del hecho y del proceso educativos. Lo que aquí se discute es el injustificado afán
de algunos biólogos, psicólogos, sociólogos y filósofos, de hacer de su enfoque el único capaz de dar cuenta de
la totalidad de la educación.
Contenido y fuentes de la pedagogía. Ahora bien, ¿en qué grado están las ciencias auxiliares -
especialmente las fundamentales- relacionadas con la pedagogía? Es solo un "trato bienhechor", un intercambio
de materiales, o por el contrario las ciencias auxiliares están de tal modo dentro de la pedagogía que hacen
peligrar su derecho a integrar un "círculo independiente de investigaciones" (Herbart).
Estas preguntas sólo pueden responderse si previamente nos ponemos de acuerdo sobre el significado
de las fuentes y el contenido de la pedagogía. Quien ha tratado con mayor claridad estas cuestiones ha sido
John Dewey, en su obra The sources of the science of the education (esto es, Las fuentes de la ciencia de la
educación, traducido al castellano con el título de La ciencia de la educación).
Según dicho autor hay que distinguir entre las fuentes de la ciencia pedagógica Y su contenido
científico, pues es fácil confundirlos si se sigue nuestra natural tendencia a considerar ciertos resultados como si
ya fueran ciencia pedagógica. En realidad esos supuestos "contenidos" son simplemente "fuentes" de la ciencia
de la educación. Fuentes que han de utilizarse por el educador y el pedagogo, para hacer más inteligentes las
funciones educativas.
El término fuente tiene aquí un doble sentido. En un primer sentido son fuentes las prácticas educativas;
en un segundo sentido, son fuentes, las llamadas ciencias auxiliares, que "proporcionan el material para resolver
las cuestiones que la práctica educativa plantea. Este material derivado de 1as fuentes constituye el contenido
de la ciencia de la educación, de donde resulta que la ciencia de la educación no es independiente desde el
punto de vista de su contenido. De ahí también el significado de esta afirmación de Dewey: "Las fuentes de la
ciencia de la educación es toda clase de conocimiento logrado que penetra en el corazón, cabeza y. mano de los
educadores y que al penetrar hace la realización del acto educativo más ilustrado, más humano, más educativo
que antes".
Autonomía de la pedagogía. Si la pedagogía no tiene contenido científico "intrínsecamente propio", parece
contradictorio sostener su independencia. Sin embargo es perfectamente posible. Para demostrarlo apelaremos
a un criterio material y a otro formal. De acuerdo al primero la autonomía de la pedagogía depende de si existe
o no un dominio propiamente pedagógico; el segundo se refiere a la posibilidad de un enfoque estrictamente
pedagógico.
Sin duda alguna el fenómeno educativo es un hecho dotado de realidad en la vida individual, social y
cultural. Hermann Nohl ha desarrollado este punto al considerar que "la primera misión de una pedagogía es
determinar la posición autónoma del trabajo educativo y su forma de vida en la conexión de la cultura, la
manifestación de su ser peculiar y de su actuación para la totalidad". En el curso histórico la pedagogía fue
independizándose al ganar autoconciencia el proceder educativo. Cuando más clara se hacía la presencia del
hecho educativo, mayores se hacían las posibilidades de constituir autónomamente su disciplina. La ciencia
pedagógica creció con la paulatina conquista de la independencia del hecho pedagógico para la vida humana. En
otras palabras: aun no teniendo un contenido propio, la pedagogía tiene un objeto propio y delimitado (el hecho
educativo), cuyo conocimiento integral y sistemático sólo a ella corresponde.
El criterio formal se refiere al enfoque. La pedagogía no tiene contenido propio, pero tiene un objeto
propio. Además tiene un enfoque, un mirador especial, que no es otro que el de los intereses de la educación.
Todos los conocimientos que sirven a su comprensión y a su regulación, todos los que penetran en el ser del
educador sirven de medios para su realización, pero por el solo hecho de haber transpuesto los límites de la
"provincia pedagógica" se convierten también ellos en ciudadanos de ese mundo. Así la biología se convierte en
biología pedagógica, la psicología en psicología pedagógica, la sociología en sociología pedagógica, y la filosofía,
en filosofía de la educación.
Resumen
a) Este capítulo se propone estudiar las posibilidades que la pedagogía tiene de constituirse como disciplina
autónoma, frente a las otras esferas del saber y del hacer humanos.
b) El medio para llegar a determinar su derecho a la autonomía es la consideración previa del tipo de relación
que mantiene con sus ciencias auxiliares.
c) Si la pedagogía pretende ser independiente no puede aceptar otro tipo de relación con las ciencias limítrofes
que el aprovechamiento de sus materiales para mejor comprender y conducir el proceso educativo.
d) Según la intensidad de la relación, las ciencias auxiliares de la pedagogía pueden ser: auxiliares
fundamentales y auxiliares secundarias
e) Son ciencias auxiliares fundamentales, la biología, la psicología, la sociología y la filosofía. Se consideran
ciencias auxiliares secundarias todas las disciplinas que, de una o de otra manera ayudan al pedagogo en sus
investigaciones específicas.
f) La ruptura del equilibro de la relación de la pedagogía con sus ciencias auxiliares da nacimiento a desviaciones
que ponen en peligro la independencia científica y llevan a una concepción unilateral del pro- ceso educativo
mismo. Entre esas desviaciones se destacan el biologismo, psicologismo, el sociologismo y el filosofismo
(pedagógicos).
g) El grado en que las ciencias auxiliares están en la pedagogía plantea la necesidad de distinguir las fuentes del
contenido de esa disciplina. La principal fuente es la práctica educativa misma cuyos problemas resolverá el
pedagogo con la ayuda de las ciencias auxiliares que constituyen así las fuentes secundarias, cuyo material hace
el contenido de la ciencia educativa.
h) De lo anterior resulta que la pedagogía no tiene "contenido intrínsicamente propio" (Dewey), es decir, que no
es autónoma por su contenido.
i) Si no es autónoma por su contenido, ¿de dónde saca su derecho a la independencia? De la existencia de un
objeto o dominio propio (la educación) y de un enfoque y un interés propios (el educacional) que convierte en
pedagógicos todos los conocimientos que trasponen sus límites.