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Brecha de Género en el Empleo Global

Análisis de la brecha de género desde una visión antropológica

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morales.soledad
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La brecha de género en el empleo: ¿qué frena el

avance de la mujer?
Encontrar trabajo es mucho más difícil para la mujer que para el hombre en todo el
mundo. Cuando la mujer trabaja, suele hacerlo en puestos de baja categoría y en
condiciones de vulnerabilidad, y se prevé pocos avances a corto plazo.
Explore esta InfoStory y los datos que sustentan estas tendencias, y conozca más
a fondo los distintos obstáculos que impiden que la mujer consiga un trabajo
decente.

Una brecha mundial


Cuando una persona trabaja o busca activamente trabajo, se dice que forma parte
de la fuerza de trabajo.
El índice actual de participación de las mujeres en la población activa en el mundo
se aproxima al 49%. En cambio, el de los hombres es del 75%. Por lo tanto, existe
una diferencia de casi 26 puntos porcentuales y, en algunas regiones, la
disparidad supera los 50 puntos porcentuales.

Desempleada o vulnerable
A la mujer que desea trabajar le resulta más difícil conseguir empleo que al
hombre. Este problema caracteriza en especial a los países de África del Norte y
los Estados Árabes, en los que el índice de desempleo femenino supera el 16%.
Si bien el empleo vulnerable es generalizado tanto para la mujer como para el
hombre, la mujer tiende a tener una presencia excesiva en determinadas clases
de empleo vulnerable: hay más probabilidades de que el hombre trabaje por
cuenta propia, en tanto que la mujer suele ayudar en tareas del hogar o negocios
de familiares.
¿Cuáles son las características del empleo vulnerable?
Menos horas: La mujer con un trabajo remunerado tiene más probabilidad de
trabajar menos horas que el hombre y, por lo general, no es por propia decisión.
En los países en desarrollo, el índice de “subempleo en relación con la duración
de la jornada de trabajo” correspondiente a la mujer puede llegar hasta el 50%.
Trabajo no remunerado: En promedio, la mujer dedica casi tres veces más horas
a las tareas domésticas y los cuidados no remunerados que el hombre. Este
trabajo invisible suele consumir el tiempo que podría dedicar a realizar una labor
remunerada. En general, si se tienen en cuenta el trabajo remunerado y el no
remunerado, la mujer suele trabajar más horas que el hombre.
Trabajadoras familiares auxiliares: Aproximadamente el 15% de mujeres
empleadas, frente al 5,5% de hombres empleados, son trabajadoras familiares
auxiliares (o sea trabajan por cuenta propia en un negocio propiedad de un familiar
o dirigido por este). Es probable que estas trabajadoras estén mal remuneradas
(en el supuesto de que se les pague) y vivan en condiciones de pobreza, sin
ningún tipo de contrato laboral y con poco acceso a la protección social. Este
desequilibrio es incluso más acentuado en los países en desarrollo.
Cobertura de maternidad: La mayoría de los países proporciona un cierto grado
de protección de la maternidad a la mujer empleada. No obstante,
aproximadamente el 60% de mujeres carece del derecho legal al permiso de
maternidad, y casi el 66% no goza por ley del permiso de maternidad remunerado.
Esta falta de cobertura tiene una gran incidencia en la capacidad de la mujer para
conservar un puesto de trabajo estable y puede impedirle volver a su trabajo
después del parto.
Acceso a la protección social: Por lo general, la mujer no tiene acceso a la
protección social. Cuando sí lo tiene, sus derechos son menores debido a la baja
remuneración, los periodos de contribución más breves y la mayor frecuencia del
trabajo informal. Este problema es especialmente grave en el caso de las
pensiones: en promedio, la proporción de mujeres que supera la edad de
jubilación que percibe una pensión es aproximadamente 11 puntos porcentuales
inferior a la de hombres.
¿Por qué debería preocuparnos la brecha de género?
La libertad de trabajar, por decisión propia y en condiciones de dignidad, seguridad
y equidad, es esencial para el bienestar humano. Garantizar que la mujer goce de
este derecho es un objetivo importante en sí mismo.
Desde una perspectiva económica, la reducción de la brecha de género en la
participación en la población activa podría aumentar considerablemente el PIB
mundial.
Las regiones con mayor desequilibrio de género apreciarían los beneficios de una
gran expansión. Muchos países desarrollados observarían también el aumento del
crecimiento medio anual de su PIB, fundamental en épocas de expansión
económica casi nula.
¿Qué quiere la mujer?
La OIT y Gallup se asociaron para preguntar a mujeres de todo el mundo si
preferían tener un puesto de trabajo remunerado, cuidar a sus familiares, o ambas
cosas a la vez. Los datos indican que, independientemente de su situación laboral,
un notable porcentaje del 70% de mujeres prefiere tener un trabajo remunerado.

(video) https://youtu.be/o2csP8o6Sao

El poder de la preferencia de la mujer


En países de todos los niveles de desarrollo económico, la preferencia personal de
la mujer es un factor clave para determinar si buscará y ejercerá un trabajo
remunerado. Ahora bien, esta preferencia está muy influida por las restricciones
socioeconómicas y la presión para adaptarse a los roles tradicionales en función
del sexo.
Desafíos persistentes
Roles en función del sexo: Los roles en función del sexo y las presiones a
la mujer para adaptarse a esos roles varía en función de las regiones, las
religiones y los hogares. Una de las formas de presión para cumplir los roles se
manifiesta a través del estado civil. Por ejemplo, en las economías emergentes y
desarrolladas, hay menos probabilidad de que la mujer con cónyuge o pareja
tenga un trabajo remunerado o busque uno intensamente.
Esto es a menudo el resultado de la estabilidad económica de los ingresos de la
pareja que refuerza el prejuicio relativo al “sostén de la familia masculino” de
algunos acuerdos matrimoniales.
En los países en desarrollo sucede lo contrario: la necesidad económica en la
región deja pocas opciones a la mujer aparte de trabajar independientemente de
su estado civil.

Conciliación de la vida laboral y la vida familiar: En general, tanto


hombres como mujeres dan cuenta de que el obstáculo mayor para que la mujer
tenga un trabajo remunerado es el esfuerzo que supone conciliarlo con las
responsabilidades familiares.
Tareas como cuidar a los niños, limpiar y cocinar son necesarias para el bienestar
del hogar y, por lo tanto, para el bienestar de la sociedad en su conjunto, pero la
mujer sigue cargando con la mayor parte de esta labor a menudo invisible e
infravalorada.

Falta de medio de transporte: En los países emergentes y en desarrollo,


para el pequeño porcentaje de mujeres que señala que se ve afectado por este
problema, el factor que representa un mayor desafío es la falta de un medio de
transporte seguro y accesible.
Con demasiada frecuencia, en su trayecto diario de casa al trabajo, la mujer corre
el riesgo de ser víctima de acoso, e incluso de agresión sexual.

Falta de servicio de cuidado asequible: A escala mundial, la falta de un


servicio de cuidado de los hijos o miembros de la familia asequible es un obstáculo
tanto para la mujer que busca trabajo, como para la que tiene un trabajo
remunerado.
En efecto, este elemento disminuye sus posibilidades de participación en casi 5
puntos porcentuales en los países en desarrollo, y en 4 puntos porcentuales en los
países desarrollados.
La presión para adaptarse a los roles
Todavía hay muchas personas que consideran inaceptable que la mujer tenga un
trabajo remunerado fuera del hogar: para ser exactos, a escala mundial, un 20%
de hombres y un 14% de mujeres. Numerosas mujeres indicaron que sus
familiares directos desaprobaban su decisión de trabajar fuera del hogar.
(VIDEO) https://youtu.be/tBHJqY_7kgk

Cómo cerrar la brecha


Soluciones más racionales
Los datos son claros: la mujer desea tener un empleo remunerado, pero una serie
de obstáculos socioeconómicos persistentes la mantiene al margen de la fuerza
de trabajo. Determinar y cuantificar esos obstáculos nos permite elaborar políticas
estructuradas más racionales para eliminarlos.
En definitiva, superar el desequilibrio de género en la fuerza de trabajo no solo
beneficia a las mujeres y sus hogares, sino también a la economía mundial en su
conjunto.

(video) https://youtu.be/k8b3C2Tgwes

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