Las estrategias de afrontamiento (a veces llamadas con el
término inglés coping y su castellanización copear) hacen referencia a
los esfuerzos, mediante conducta manifiesta o interna, para hacer frente a las
demandas internas y ambientales, y los conflictos entre ellas, que exceden los
recursos de la persona. Estos procesos entran en funcionamiento en todos
aquellos casos en que se desequilibra la transacción individuo-ambiente. Se trata
de un término propio de la psicología y especialmente vinculado al estrés.
Conceptualización[editar]
Cuando las demandas que exigen a un organismo, especialmente al ser humano,
las situaciones en las que se encuentra o a las que se enfrenta, este organismo
pone en marcha una serie de conductas, que pueden ser manifiestas o
encubiertas, destinadas a restablecer el equilibrio en su transacción con
el ambiente (más específicamente en la transacción persona-ambiente) o, cuando
menos, a reducir el desequilibrio percibido y las consecuencias aversivas que de
él derivan. El mecanismo por el que estas conductas modulan el impacto y efectos
de la fuente de amenaza es mediante los cambios que introducen en los procesos
valorativos.
Así, cuando una persona se enfrenta a una situación que le puede producir estrés
o ansiedad pone en marcha las estrategias de afrontamiento, que son de carácter
intencional, deliberado e involuntario.
Teorías del afrontamiento[editar]
Dentro del enfoque cognitivo-conductual y centrándonos en el ser humano, hay
dos formas de entender las estrategias de afrontamiento
Como un estilo cognitivo consistente de aproximación a los problemas,
entendiendo estilo cognitivo como el modo habitual de procesar
la información y de utilizar los recursos cognitivos (como son la percepción, la
memoria, el procesamiento...) Se ha buscado la asociación de diversas
variables de personalidad con estilos de afrontamiento.
Como un proceso que ocurre dependiendo de la situación. Se analizan
las estrategias o acciones llevadas a cabo por una persona ante las distintas
situaciones o problemas. Esta segunda forma de entender las estrategias de
afrontamiento indicaría que hay un proceso de aprendizaje que va más allá de
lo cognitivo. La persona evoluciona y va desarrollando distintos tipos de
estrategias. Esto implica que la misma persona puede afrontar situaciones
similares de distintas maneras en dos momentos temporales distintos gracias a
ese aprendizaje.123
Tipos[editar]
Inicialmente se mencionaban solo Estrategias de afrontamiento centradas en el
problema y centradas en la emoción:
Estrategias de afrontamiento centradas en el problema: la persona se centra
en hacer frente a la situación, buscando soluciones al problema que ha
provocado la disonancia cognitiva. Hay una búsqueda deliberada de solución,
de recomposición del equilibrio, roto por la presencia de la situación
estresante. Este tipo de estrategias son la confrontación, la búsqueda de
apoyo social y la búsqueda de soluciones.
Estrategias de afrontamiento centradas en la emoción: la persona busca la
regulación de las consecuencias emocionales activadas por la presencia de la
situación estresante. Si no funcionan o son insuficientes el primer tipo de
estrategias, se pretende aminorar el impacto sobre el individuo. Las estrategias
son el autocontrol, el distanciamiento, la revaluación positiva, la
autoinculpación y el escape/evitación.
Posteriormente se han ido mencionando otras estrategias como:
Estrategias centradas en las relaciones interpersonales.4
Estrategias basadas en el sentido y significado.5
Estrategias basadas en el autocuidado.
PODEMOS DISTINGUIR DOS TIPOS DE
ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO:
CENTRADAS EN EL PROBLEMA O CENTRADAS
EN LA EMOCIÓN
En términos generales, se suele diferenciar entre las estrategias de
afrontamiento centradas en el problema o centradas en la emoción. Las
estrategias orientadas al problema se basan en intentar resolver las dificultades
de manera lógica, buscando soluciones alternativas y elaborando planes de
actuación. Por su parte, las estrategias orientadas a la emoción se centran en
las respuestas emocionales ante una situación, en la evitación, la
preocupación o, incluso, en la superstición.
También se pueden encontrar divisiones basadas en si las estrategias son activas
vs. pasivas, cognitivas vs. conductuales, de aproximación vs. de evitación.
Los expertos han desarrollado múltiples listados, sin que haya un consenso sobre
el número de estrategias concretas y diferenciadas que podemos poner en marcha
ante los estresores. En este artículo, rescato la clasificación de Frydenberg,
centrada en el afrontamiento de los adolescentes (pero que considero que puede
aplicarse a personas de todas las edades).
La autora agrupa 18 estrategias de afrontamiento en tres estilos: resolver el
problema, referencia a otros y afrontamiento no productivo.
Resolver el problema
Concentrarse en resolver el problema: analizar las opciones, perspectivas y
alternativas de forma sistemática.
Esforzarse y tener éxito: actuar con compromiso, ambición y dedicación para
resolver la situación.
Invertir en amigos íntimos: buscar e implicarse en relaciones personales que
supongan algún grado de intimidad.
Buscar pertenencia: interesarse por las relaciones sociales en general.
Fijarse en lo positivo: tratar de ver el lado bueno de lo que está ocurriendo.
Buscar distracciones relajantes: realizar actividades de ocio que permitan
desconectar del problema.
Distracción física: hacer deporte como forma de distraerse.
Referencia a otros
Buscar apoyo social: compartir el problema con otras personas y apoyarse en
ellos.
Acción social: realizar acciones que fomenten que los demás conozcan el
problema y se impliquen activamente en él, prestando su ayuda.
Buscar apoyo espiritual: acudir a la oración y la religión.
Buscar ayuda profesional: solicitar la opinión y/o tratamiento por parte de un
profesional.
Afrontamiento no productivo
Preocuparse: revisar cognitivamente el problema y las consecuencias futuras del
mismo.
Hacerse ilusiones: tener esperanza en que todo se solucionará y tendrá un final
feliz.
Falta de afrontamiento: evitar o no ser capaz de exponerse a la situación
estresante.
Ignorar el problema: realizar un esfuerzo consciente por ignorar el problema o no
hacerse cargo de él.
Reducción de la tensión: intentar relajarse, ya sea a través de actividades
saludables (como realizar técnicas de relajación) o perjudiciales para la salud (por
ej. consumir sustancias).
Reservarlo para sí: guardar los problemas y preocupaciones para uno mismo, sin
querer que los demás se enteren de ellos.
Autoinculparse: considerarse responsable de todos los problemas que surgen.
LA EFECTIVIDAD DE LAS ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO
DEPENDE DEL CONTEXTO
Suelen considerarse más adaptativas todas aquellas estrategias que
suponen un afrontamiento activo de los estresores. Sin embargo, existen
situaciones en las cuales el margen de actuación sobre el problema en sí y la
controlabilidad del mismo son limitados (por ejemplo, en el caso del curso de
algunas enfermedades físicas o en el dolor crónico). En esos casos, puede que
las estrategias orientadas a la emoción nos resulten más eficaces a la hora
de reducir nuestro malestar o, al menos, contribuyan de forma importante.
Todas las estrategias de afrontamiento (siempre que no sean perjudiciales
para nuestra salud) pueden tener su utilidad y función dentro de los diferentes
momentos por los que pasamos en el proceso de adaptación a un estresor.
Además, no a todos nos sirven las mismas. Cada uno de nosotros tendremos
que ir descubriendo cuáles son las estrategias que más nos ayudan en cada
situación. Y cuanto mayor sea el repertorio de estrategias que conocemos y
podemos poner en marcha, mayor probabilidad tendremos de afrontar las
dificultades con éxito.
Si quieres profundizar más en este tema, te invito a leer mi artículo Cómo generar
afecto positivo en situaciones de estrés crónico, publicado en el portal Psicología y
Mente.
BLOG DE PSICOLOGÍA
Psicología y Felicidad va dirigido a todos aquellos que prefieren
crecer a envejecer.
Un blog práctico donde quiero ofrecerte información, recursos y
estrategias para ser más feliz,
que al final es de lo que se trata ¿no?
Estrategias de afrontamiento eficaces vs
estrategias de afrontamiento dañinas
ROSARIO
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 02 JULIO 2021
Las estrategias de afrontamiento son formas de reaccionar y de
comportarnos que vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida
para afrontar las situaciones difíciles, dolorosas o estresantes.
El aprendizaje de las estrategias de afrontamiento
La infancia es una etapa esencial para nuestro desarrollo
psicológico. Durante los primeros años de la vida comienza a
formarse nuestra visión del mundo y de las personas que nos
rodean, una perspectiva que determinará nuestra vida como
adultos. Si crecemos en un entorno marcado por la
agresividad es muy probable que creamos que el mundo es un
sitio hostil y que la mayoría de las personas son violentas. Al
contrario, si crecemos en un ambiente lleno de cariño y amor,
nuestra visión del mundo y de las personas será mucho más
positiva.
Eso no significa que nuestra visión del mundo es inmutable. De
hecho, a través de las experiencias que vamos viviendo nuestro
sistema de creencias cambia y se enriquece. Sin embargo,
las estrategias de afrontamiento que se instauraron en nuestra
infancia para ayudarnos a sobrevivir son difíciles de cambiar y a
veces se pueden convertir en un lastre muy pesado que nos impide
avanzar.
¿Qué son las estrategias de afrontamiento?
A lo largo de la vida ponemos en práctica diferentes mecanismos
que nos permiten adaptarnos a los retos que se nos van
presentando. Una estrategia de afrontamiento no es sino un
ajuste que realizamos en nuestra personalidad, un esquema que
hemos aprendido, fundamentalmente durante nuestra niñez, y que
activamos cuando nos encontramos ante situaciones estresantes
o frustrantes.
El principal objetivo de las estrategias de afrontamiento consiste
en protegernos del dolor y permitirnos encontrar la vía más rápida
para solucionar un problema sin que nuestro “yo” salga demasiado
dañado. Por ejemplo, a menudo cuando un niño crece siendo
víctima de la violencia física, desarrolla estrategias de
afrontamiento basados en la indiferencia emocional que le
permiten tomar una distancia psicológica de lo que está
sucediendo y así protegerse.
Con el paso del tiempo, estas estrategias se van integrando en
nuestro yo y pueden dar lugar a ciertas peculiaridades de la
personalidad que determinarán las relaciones afectivas de esa
persona. Por tanto, es probable que cuando tenga que enfrentar un
problema en el ámbito de las relaciones interpersonales,
reaccione de manera fría y distante, alejando incluso a quienes le
quieren ayudar.
De esta manera, lo que era una estrategia de afrontamiento ante
un problema, un simple mecanismo para protegernos en un
momento de la vida en el cual nos sentíamos particularmente
débiles e indefensos, puede llegar a convertirse en una
característica estable que determina nuestras relaciones con los
demás o incluso la valoración que realizamos de nosotros mismos.
Estrategias de afrontamiento que nos hacen daño
Las estrategias de afrontamiento son un mecanismo
de adaptación. En el momento en el cual las aprendimos, nos
protegieron de algún peligro y mantuvieron íntegro nuestro “yo” o
nos ayudaron a afrontar una situación, el problema radica en que
estos mecanismos de adaptación pueden volverse en nuestra
contra:
A veces nos encontramos con que las estrategias de
afrontamiento, aunque cumplen una función, en realidad por otro
lado nos están haciendo daño, como por ejemplo, cuando
afrontamos el estrés comiendo en exceso o fumando.
Otras veces ocurre que a medida que avanzamos en la vida,
algunos de estas estrategias de afrontamiento dejan de ser
funcionales o el coste de utilizarlas es demasiado alto, la coraza
protectora se convierte en un pesado fardo que nos impide
desarrollarnos. Es como si quisiéramos escalar una montaña y, en
vez de llevar el equipamiento adecuado, vamos vestidos con una
incómoda armadura medieval. Algunas personas son conscientes
de la existencia de esa armadura pero no saben cómo deshacerse
de ella mientras que otras ni siquiera se han dado cuenta de que la
llevan. ¿Por qué?
A veces el problema radica en que a veces, cuando llegamos a
cierta edad, renunciamos a seguir adaptándonos a los cambios
porque preferimos mantenernos en nuestra zona de confort. De
esta forma, las estrategias de afrontamiento que incorporamos
en la niñez y se fijaron durante la adolescencia y la juventud, se
convierten en lastres para nuestro crecimiento y bienestar.
Estrategias de afrontamiento eficaces
Para poder afrontar los problemas con eficacia tenemos que
aprender a ser flexibles y adaptarnos a las situaciones que se nos
van presentando en nuestra vida, tenemos que estar dispuestos a
cambiar. Solo así logramos madurar.
Por supuesto, abandonar las estrategias de afrontamiento que
nos han servido durante mucho tiempo puede ser atemorizante ya
que a menudo nos sentimos indefensos. No se trata de quedarnos
sin recursos, sino de sustituir las estrategias de afrontamiento
que ya no resultan eficaces por otras más útiles.
Recuerda que en El Prado Psicólogos podemos ayudarte a
desenmascarar esas respuestas aprendidas que no te permiten
seguir adelante. A través de la terapia psicológica o del
coaching trabajaremos para activar tus recursos e
implementar estrategias de afrontamiento verdaderamente
eficaces y saludables.