Martín Smud (Homo Selfie) 2019 (08!10!2019)
Martín Smud (Homo Selfie) 2019 (08!10!2019)
con la participación de
Marcelo Rudaeff (Rudy)
HOMO SELFIE
Indice
Capítulo I
EL TIEMPO DEL HOMO SELFIE
Presenciales I
¿Qué decir de nosotros en estas épocas?
Capítulo II
NUESTRA VIDA COTIDIANA
Presenciales II
El turno de descartarse
Capítulo III
IDENTIDAD VIRTUAL
Presenciales III
¿Quién sos? ¿Un perfil, un affaire o una taza de café?
Bibliografía
Material audiovisual
Agradecimientos
H
ace tres años escribí un libro llamado Generación Play,
al poco tiempo de publicado me di cuenta que ya era
un libro con un nombre viejo, que podría haberse
llamado Generación App, (Generación Aplicaciones) Y que
dentro de poco debería buscarle un nuevo nombre y así sucesi-
vamente. Entonces antes de que cataloguen a este nuevo libro
como vetusto, fuera de tiempo, decidí acometer el desafío de
pensar un nombre para esta época y no fue difícil encontrarlo,
estaba tan cerca como mi celular estampado en sus pulidas,
filosas superficies, una imagen de sí mismo: la era del Homo selfie.
Estudiando biología con mi hijo Manuel aprendí que todo
nombre científico se conformaba con dos palabras en latín, la
primera con mayúscula tenía que ver con el género, y la segunda
con minúscula con la especie. Nuestra “especie” que no sólo
se saca safies sino “crea” perfiles, avatars, identidades, que nos
tienen a la mayoría preguntándonos que consecuencia tiene en
nuestro presente y qué será de nuestro futuro. Estoy partido al
medio por esta época, la mitad de mi vida vivió en el otro siglo,
y esta mitad me tiene atareado mirando lo que nos rodea.
Este libro tiene muchas novedades, en principio esta página
de agradecimientos, no recuerdo haber escrito algo así en más
de treinta años de escritura. Siempre he reconocido como mis
maestros a Juan Samaja y a Vicente Zito Lema pero este libro
necesita un enorme agradecimiento a Marcelo Rudaeff cono-
cido desde hace 40 años por mí y por muchos de los lectores de
Página/12 como Rudy. El encuentro que se fue convirtiendo en
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Homo Selfie
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Capítulo I
EL TIEMPO
DEL HOMO SELFIE
Presenciales I
Rudy: Yo creo que soy alguien más del siglo XX, en ciertos
tipos de valores, creo que la comunicación es entre personas.
Los aparatos pueden servir para que dos personas se comu-
niquen pero si la comunicación es entre una persona y el
aparato, yo creo que no hay comunicación. Si hablo con el
celular que me contesta y el otro no está, para mí no hay
comunicación. En este siglo XXI hay una tendencia a la inco-
municación, pareciera que estamos más comunicado pero
no es así. Es como el amor, estás enamorado de alguien, de
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Homo Selfie
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¿Qué decir de nosotros en estas épocas?
día), las redes sociales. Las múltiples pantallas y ahora las múlti-
ples aplicaciones son temas de tanta trascendencia que muchos
autores y sobre todo, para muchs personas constituyen temas
urgentes para hablar.
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Homo Selfie
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¿Qué decir de nosotros en estas épocas?
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Homo Selfie
Del Homo fotográfico al Homo selfie
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Hoy la foto es celular, viral, una infección que hizo perecer
al viejo Homo fotográfico, ¿alguien pensó que con una cámara
pegada a la mano y las posibilidades de subirlas a miles de
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Del Homo fotográfico al Homo selfie
T
El arquitecto de armas de Hitler, Albert Speer sostuvo que
la segunda guerra mundial era inevitable porque se contaba con
las posibilidades técnicas de llevarla a cabo: si está la tecnología
entonces está el botón, la guerra. ¿Quién no inmortalizaría el
momento cuando la bomba cae y destroza miles de cuerpos en
un instante único? La pasión por la foto nos acompaña desde
hace muchas décadas. Con lo digital ocurrió algo semejante que
con la foto analógica pero la cámara del celular y el tiempo real
fueron la bomba atómica. La ametralladora semi-automática que
sacaba miles de fotos por minuto, económicas, que circulaban
por todas las clases sociales, por todas las redes. Y lo más diver-
tido: el botón de la bomba lo tenemos nosotros, tan a mano. Si
antes se necesitaba un fotógrafo para sacarse una foto, ahora la
foto la sacás vos mismo. El Homo selfie*: la gran culminación
del Homo sapiens.
T
* N. de A.: El concepto Homo selfie discute con la expresión cultura Kodak
(2010) sostenida por Richard Charlfen y con cultura Flickr (2012) soste-
nida por Edgar Gomez Cruz.
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Homo Selfie
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La masificación de la selfie ha producido un increíble
cambio en la fotografía y en el mundo. Esta nueva palabra
que no merece explicación, nació hace muy poco, en el
2014, y ya alumbró miles de millones de autorretratos por el
mundo. Tiene sus particularidades que no muchos han estu-
diado hasta la fecha pero que, la mayoría, conocemos. De la
psicología se debería esperar un intento de conceptualización
pues ha cambiado la vigencia de muchas de sus teorías que la
sostuvieron a lo largo del siglo XX. Por ejemplo, la teoría de
la percepción. La Gestalt sostenía la diferencia entre figura y
fondo como un organizador de la subjetividad pero en la selfie
se confunden, se desenfocan. ¿Qué es figura y qué es fondo?
La Gestald discernía entre subjetividad y contexto, sostenía
que si vemos el árbol perdemos de vista al bosque y al revés.
Hoy debe replantearse. ¿Quién es uno en la selfie?: ¿el árbol
o el bosque? La figura y el fondo son indiscernibles, pierden
y ganan sentido en un “simplemente estuve ahí”! ¡Quién está
dentro de la foto y quién la saca son la misma persona! Esta
nueva topología replantea la relación entre figura y fondo,
realzando la importancia del testimonio. El Homo selfie testi-
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Del Homo fotográfico al Homo selfie
T
Quién saca la selfie, está en primer plano, casi en el límite
mismo del encuadre de la cámara. No sabemos si es el personaje
principal aunque su cara desfigurada por la cercanía demuestra
la vigencia del surrealismo. Su figura es encuadre, muestra por
sus costados, por los intersticio que perforan su imagen. Como
sostuvo Mitchell (1998) y Lister (1995) no producen sólo lo
que solíamos llamar fotografías sino que producen imágenes.
Los que ven esa foto la pueden maximizar, buscar detalles en la
cara, lo qué está a su alrededor, quiénes son sus participantes, el
lugar dónde se sacó, dónde se subió; tanta información agranda
los pixeles de nuevas posibilidades y dificultades.
T
Ya están los que saben cómo se saca una buena selfie. Si lo
intentás alguno te amonesta diciéndote que hay que sacarla
de arriba para que no salga mal, con aquel fondo o de una
manera donde la luz venga del lado derecho del encuadre que
quremos enfocar. Pronto comenzarán cursos de selfies de dos
meses de duración y quizás, dentro de poco, la carrera de foto-
grafía con orientación en selfie, que es lo mismo que estudiar
cómo ser el paparazzi de tu propia vida, ¡tenga el recuerdo de
todo lo que ha vivido subido a la nube para verlo cuando ya no
esté en la tierra! Diferentes selfies para diferentes aplicaciones.
Te reconozco aún antes de conocerte, comentan la selfie antes
de saber cómo es el sonido de tu voz, el color de tu piel, la luz
que irradia tu persona.
T
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Homo Selfie
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La teoría del narcisismo y del autoerotismo del Homo selfie
merece ser estudiadas por distintas disciplinas del siglo XXI. El
palo del selfie es un instrumento de alargamiento peneano unisex
que demuestra que el narcisismo puede alejarse y acercarse a
la masturbación. Ya no hay que tomar el aparato con nuestras
propias manos ni mostrar nuestra cara un poco grotesca más
cerca de la cámara encuadrando la foto pero sí debemos mostrar
nuestro deseo no sólo de pertenecer a ese rebaño sino de ser el
que reúna a las ovejas para la foto de nuestro álbum narcisístico.
T
Ahora podemos sacar cuántas fotos querramos, basta de
tantos problemas que nos hacíamos acerca de cuántas saldrían
bien de las treinta y seis que, por lo general, tenía un rollo.
Ya podemos sacar varias del mismo asunto para ver cuál sale
mejor. Ya no más rollo con el tema. Es un arma que dispara,
semi automática y después elegimos la que más nos gusta para
pasarla por los filtros. Una sociedad que ya no debería hacerse
tantos problemas acerca de cómo salió, está compungida por
no aparecer cómo es.
T
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Del Homo fotográfico al Homo selfie
T
Al mismo tiempo que damos testimonio, mostramos nuestra
ansiedad, ese momento ya se ha ido. El ser testigo de la cosa es
la angustia de que ese instante ya pasó. Por eso el torrente de
imágenes nunca cesa pues si no, nos caería la inmanejable melan-
colía, una leve y panicosa depresión ya medicada desde hace
años. No hay que preguntarse por el sentido. Cuando veamos
esa foto, la otra y la otra, ya no estaremos ahí, ya no se puede
repetir los que estuvieran, no se pueden reunir nuevamente, esas
imágenes son el testimonio de lo que fue y punto. Ese instante
que no volverá, en última instancia y sin ser dramáticos, esa
mirada que marca nuestra mortalidad.
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Homo Selfie
Latido
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Latido
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Homo Selfie
Los bebés ya exigen celulares
El nene va a terapia,
pues tiene problemas
Confunde los perfiles
y no entiende algunos temas
Si alguien le pregunta
que se va a ser cuando sea grande
Te mira con asombro
y la memoria se le expande
Y el terapeuta dijo, a ver si te lo explico:
¡lo que hay que preguntarle es
que va a ser cuando sea chico!
Rudy, “Infancia”
T
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Los bebés ya exigen celulares
T
Pero aunque las razones son tan concluyentes, nos pregun-
tamos porque la edad de “inimputabilidad” sería los dos años,
¿no debería ser doce años?, ¿no debería tener límites diarios su
utilización?, ¿cómo se puede dejar un arma tan poderosa en
manos de niños y adolescentes indefensos? Todos sabemos que
los adolescentes ya se ponen de novio por celular y charlan las
condiciones de sus primeras relaciones sexuales por video confe-
rencia. Reconocen más las caras y los gestos de sus amantes a
través de un emoticón que viéndolos frente a frente. El cara a
cara es mentiroso, en cambio, la cantidad de mensajes que van
y vienen son creíbles y, sobre todo, quitan las expresiones y la
gestualidad que ya no reconocemos de ese otro peligrosamente
cerca.
T
El celular como juguete es descubierto por los bebés aproxi-
madamente a los tres meses, miran esos objetos chatos, pulidos
que se les acercan, que les sacan fotos, los filman y, después ven
a los grandes (apenas los ven porque todavía no han desarrollado
del todo la visión), los enfocan con esos mismos bichos, mirando
o hablándoles de una manera tan ensimismada que descubren
que ahí hay una relación de amor entre ese ser humano y un
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Homo Selfie
T
Si buscás en internet aparecen páginas comparando cuáles son
los mejores celulares para niños de doce años. Si los chicos de
dos años ya tienen chupete digital, una década después estamos
en medio de una enorme pelea ya perdida. Los chicos tienen
mejores celulares que sus padres y los saben usar mejor, es ahí
donde aparece la diferencia generacional que en otros momentos
de la historia aparecía en otros lados. A los doce años, los padres
saben que han perdido la batalla que nunca han planteado
porque ellos mismos ya son hijos de sus celulares.
T
Necesitan que les compres celulares, y ahí percibís que algo
está mal, que estás complicándoles las vidas a tus hijos pero que
ellos no resisten un minuto sin tener un celular porque ya no
saben qué hacer con sus manos, con sus ojos, con su curiosidad,
con sus amigos/as ni con sus padres.
T
Cada padre encontrará sus razones para darle un celular a
su hijo/a lo antes posible, ya los chicos no juegan salvo con el
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Los bebés ya exigen celulares
T
El celular no es más que una pantalla dentro de otras muchas
a las que la mayoría tenemos acceso. Si bien es único también
se incluye dentro de un campo más amplio como es la multi-
plicidad de pantallas. Pero ¡nada comparable con el celular! Ya
no se trata de tener puertas con cerraduras sino celulares con
claves y patrones. Ahora el celular mira adentro de tu ojo para
reconocer si sos vos su dueño. Antes el secreto aparecía mirando
por la cerradura ahora se trata de mirar por el ojo del celular.
T
Lo bueno es que ahora ya no se habla tanto de relaciones
tóxicas entre personas sino de relaciones tóxicas entre personas y
máquinas, es un alivio saber que no nos hacemos tan mal entre
nosotros sino que ahora nos hacemos mal nosotros mismos.
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Homo Selfie
Infancia
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Selfiar: el tráfico
en tus manos Selfiar: el tráfico en tus manos
Selfiar: el tráfico en tus manos
T
Les pidieron explicaciones pero ninguno dijo nada, estaban
satisfechos de lo que habían hecho, muy contentos, por cierto
como se ve en esa selfie. Existen cada vez más aplicaciones y
redes sociales donde la comunicación es a través de selfies cons-
tantes y sonantes. Merecen pocas palabras, la menor cantidad
posible de ellas. Esto conlleva que sepamos muy bien cómo salir
bien en una foto pero que no sepamos hablar casi en ninguna
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Homo Selfie
T
La selfie es un comunicado, fugaz y autosuficiente, la tenés
que ver ahora porque después ya es historia, desaparece. No es
para verla dos veces, ese instante no es memoria, no quedará
en ningún lado salvo en una mirada donde somos vouyeristas
de la vida, los paparazzis de nuestra historia. El selfiador/a es
compulsivo, los camioneros no explicarán por qué lo hicieron,
son seriales como los asesinos, sacan y suben fotos en todas las
ocasiones imaginables. Lo importante es “selfiar”, demostrarle a
la vida, en cualquier ocasión, que uno ha vivido. Ellos seguirán
contentos, a pesar de la condena y de la breve fama, cuando se les
pida la retrospectiva de sus vidas, mostrarán que estuvieron ahí.
T
Muchos nos preguntamos si la selfie es la estética del primer
plano. Debatimos con el filósofo Chul Han* cuando sostiene
que: “El rostro da la impresión de haber quedado atrapado en sí
mismo, volviéndose autorreferencial”. Los camioneros, muestran
sus caras, cerca de sus camiones, deteniendo el tránsito, inmor-
talizando ese instante. No se trata de algo autorreferencial, la
selfie no va tan lejos, sólo testimonia que alguien ha estado ahí,
en el límite de lo decible. Deberían ser utilizadas las mínimas
palabras: solamente un “yo ahí”. El colmo de lo inexpresivo, se
nota alegría en esas caras pero no pueden expresar menos. El
yo pobre en expresiones. La selfie es un testimonio, un estuve
ahí, un haber patinado en ese suelo pulido, no le da hondura
sino muestra la fachada de un cuerpo convertido en dato. Ellos
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Selfiar: el tráfico en tus manos
T
Son gestos dirigidos a un corredor que tiene un enorme
tráfico, aceleración de impulsos, de acá para allá, que aparecen
y desaparecen, que año a año se va ensanchando, cada vez
más masivo. Quién recibe también manda, no hay ni emisor
ni receptor, lo que importa es el medio, la presencia misma
en el cyber-corredor, donde nos miran al mismo tiempo que
miramos. Quien es más mirado levanta el vuelo del erotismo
y otro responde con un “ahhhhhhhhh” y se viraliza. Las selfies
tienen la pretensión de querer ser miradas, le mandan a otro/a
identificable u anónimo una imagen para despertar su interés.
Amar a puro selfie es ya más que una moda, es una manera de
gozar. Un amor a resguardo de las experiencias desagradables
que cada uno podría tener con el cuerpo del otro, sus células
adiposas, sus glándulas salivales sin enjuague bucal, la sonoridad
de sus flatulencias llenas de metano y ácidos de su última ensalada
con aceto balsámico. Pero no se trata solamente de una opera-
ción de supresión del cuerpo sino de una época marcada por
un erotismo que te lleva a convertir a tu cuerpo y a tu imagen
en un avatar que descubre su propia intimidad.
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Homo Selfie
T
A nuestro avatar lo elegimos de una carpeta de selfies, tiene
actitudes adolescentes, no es tanto la edad que representa sino
las controversias con las pérdidas propias del paso del tiempo.
Lenta e inexorable, el avatar comienza a tomar recaudos para
que no se note algo importante que debería reflejar. Se comienza
a notar el desacople entre esa avatar (en general una selfie que
nos identifica) y nuestro self (sí mismo). El avatar comienza
a funcionar por su cuenta, condescendiente, preocupado por
nuestro problema con el tiempo, compensa esa diferencia,
maquilla el tiempo, lo niega arrojándose a una postura adoles-
cente. Mientras en la vida todo ocurre todo cada vez más veloz,
nuestro avatar se obstina, queda detenido muchos años en el
mismo corredor de la autopista del tiempo.
T
La selfie necesita, como todo en esta vida, del amor de
otro, aspira a pensar que existe Otro, al estar condenados a ser
humanos, esa poesía exigua necesita alguna interjección pare-
cida a palabras y el otro responde con emoticones, la intromisión
de un nuevo lenguaje también en el límite mismo de su defi-
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Selfiar: el tráfico en tus manos
T
La selfie puede ser una foto pero también un video, la selfie
audiovisual. Puede subirse en vivo y en directo y entonces se
puede mostrar como un ventiañero entra a una mezquita en
Nueva Zelanda vestido de militar filmando en vivo la masacre
que realiza en directo. Y los que miran “inocentes” no pueden
distinguir si es un juego de Play o la cruda realidad de asesinatos
reales. Es tan evidente la similitud entre la realidad y la ficción
que resulta escandalosa para las cyber-corporaciones que corren
a suprimirlas. No quieren que se sepa que sus jueguitos de la
Play son indistinguibles de la realidad. ¡Lo han logrado! Pero
es inmoral, al viralizarse debe ser suprimida por atentar contra
los derechos humanos de cuarta generación, los que sostienen
el derecho de acceso a la sociedad de la información en condi-
ciones de igualdad y no discriminación.
T
Las selfies han sobrepasado a la realidad, no la retratan sino
que la “recreen”, son performáticas. Es tanto su poder de fuego
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Homo Selfie
T
Para selfiar es necesario tener algo entre manos. Y lo que se
tiene entre manos es nada más y nada menos que al celular. El
otro día apareció los resultados de una investigación que sostenía
que los adolescentes tienen un promedio de doce horas por día
al celular en sus manos. Si sumamos las otras doce horas que
duermen, la conclusión es sencilla: duermen y tienen el celular
en sus manos, eso es todo lo que hacen. (Algunos agregarían que
duermen con el celular encendido pero pocos logran mantenerlos
en sus manos mientras duermen). Nadie dudaría que es mucho
mejor, más “positivo” que estar en la guerra y para los padres, al
menos una seguridad, la de no preguntarse: ¿dónde estás o qué
hacés todo el día? Ya lo sabemos, un reproche menos para la
humanidad gracias a los adelantos tecno(teen)lógicos tan adic-
tivos, atractivos, homogeneizadores y, sobre todo, manipulables.
T
Un adolescente mira su celular más de seiscientas veces por
día. Hagan el intento de mirar el celular seiscientas veces y ¿qué
pasa si lo hacen durante una semana? ¿Y si lo hacen por un año?
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Selfiar: el tráfico en tus manos
T
Se escucha decir que por muchas razones los adolescentes
hacen menos el amor que en otras épocas. Ianire Estebanez*
sostiene que “la prueba de amor de los adolescentes ya no es el
sexo sino la clave de facebook”. Se trata de una época bastante
menos preocupada por “ponerla”, este término traerá aparejado
debates de género, algunos dirán que es machista, patriarcal,
heteronormativa pero hoy en día es transgénero, hoy la ponen
hombres, mujeres, trans, lesbianas, homosexuales pero sobre
todo la ponen poco porque es difícil ponerla teniendo el celular
en una de las manos, difícil bajarse los pantalones, desabrochar
un corpiño, meter una mano. Hoy el término que se usa es:
¿Le das? y no hay diferencia entre géneros, ¿te da para dejar un
ratito el celular y abalanzarte encima o atrás o adelante o dónde
sea pero sin el celular?
T
Estos resultados científicos: “Dónde tienen sus manos los
adolescentes” ya no sorprenden sino por la magnitud. Pero no
tiene nada de malo ni de raro, lo que tienen en sus manos es algo
importante: los levanta a la mañana, les pone música durante
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Homo Selfie
T
Algunos llaman a estas épocas: era Virtual, era Instagram, era
Tinder. Ya tiene fecha de nacimiento: 2001, cuando la primera
red permitió que un celular tuviera acceso a internet a través de
datos, localizaciones en presente que, por supuesto, significaba
en presencia del celular. Una época que sabe poco acerca de qué
esperan los adolescentes del mundo (y de sus destinos) pero lo
que sí sabemos es dónde están sus celulares. Estos comienzos
míticos, se fueron preparando ya con las redes sociales y la cons-
trucción de la identidad virtual que no descansa aun cuando
nosotros no estemos presentes en la red. Un tercer hito insos-
layable fue la entronización a nivel planetario del buscador de
los buscadores, el dios omnipresente y directriz de toda visibi-
lización en la red. La verdad está en gugl, la nueva manera de
deletrear Dios. Millones de libros y de sabiduría “en presencia”
tirados a lo anticuado en reverencia a este dios on line, sabe-
lotodo, metido e íntimo, sumamente dúctil para el marketing
religioso de la sociedad capitalista.
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Selfiar: el tráfico en tus manos
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Homo Selfie
Bolero desbolado
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Las radiaciones del tiempo
continuo Las radiaciones del tiempo continuo
Las radiaciones del tiempo continuo
T
Franklin fue el primero que percibió que la electricidad recon-
figuraría la percepción del tiempo y del espacio y que, semejante
choque, sólo podría analogarse con el manejo del fuego en la
Antigüedad. Marshal McLuhan, uno de los visionarios en la
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Homo Selfie
T
No es como sostuvo Bauman cuando hablaba de la moder-
nidad, no se trata de la liquidez, de la consistencia del agua que
se escurre entre los dedos, de amor líquido, se trata de que mis
dedos y mi subjetividad estén pegados a la red eléctrica, se trata
de la “modernidad eléctrica-cyber-virtual dependiente”.
T
¿Qué pasaría si se demostrara que las radiaciones de los celulares
y las antenas que se despliegan por toda la ciudad son perjudiciales
para la salud? Se vendría abajo la mayor dependencia que el ser
humano ha creado. Y si tuviéramos que apagarlos para siempre,
sería el mayor trastorno de abstinencia mundial jamás visto. Apoca-
líptico. Cualquier cosa podría pasar menos enterarnos que nuestro
gadget tecnológico, nuestro centro de operaciones, la hegemonía de
nuestra identidad virtual, donde se encierran todos nuestros secretos,
todos nuestros amigos, todas nuestras fotos nos perjudica la salud.
T
Se aducirá que todo gran invento del ser humano ha tenido
consecuencias positivas y negativas, como todo remedio que salva
vidas también tiene contraindicaciones, las vacunas inoculan la
inmunidad con pequeñas dosis de veneno. Lo que no podemos
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Las radiaciones del tiempo continuo
T
El debate causa escalofrío porque sostener que las radiaciones
de nuestros queridos celulares pueden ser perjudiciales para nuestra
salud nos produce un sentimiento de enorme fragilidad. Eso fue
lo que sentimos con la investigación que está llevando adelante la
Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC)
a partir de una demanda colectiva contra empresas colosoles de
celulares como Samsung y Apple, luego de que un estudio revelara
que algunos modelos de sus teléfonos presentan niveles de radia-
ciones, de radiofrecuencia superiores a lo permitido que pueden
resultar perjudiciales para la salud. Citando numerosas publica-
ciones científicas recientes, un grupo de abogados advirtió a la
Justicia estadounidense que los usuarios de estos celulares “se están
exponiendo a sufrir aumento del riesgo de cáncer, daño genético,
cambios estructurales y funcionales del sistema reproductivo, déficit
de aprendizaje y memoria, trastornos neurológicos e impactos nega-
tivos en el bienestar general en humanos”*.
T
La sociedad occidental ha contado, cada vez en mayor grado,
de medios tecnológicos más sofisticados para lo cual necesita más
energía por habitante. Siempre cada vez más. Levis Strauss en su
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Homo Selfie
T
Energía y materia: dos puntos cardinales de la vida. La energía
es la cultura. La electricidad implica un saber hacer, una tecno-
logía de poder, un choque (cultural) siempre como horizonte.
Se trata de cómo manejar los hilos, los conductores de la elec-
tricidad, siempre los dos polos, uno positivo y uno negativo, así
funcionan hasta los átomos. Y como medida de seguridad para
no terminar pegado a la red eléctrica, un tercer elemento, el cable
a tierra. Protón, electrón, neutrón. El filósofo Chul Han sostiene
que estamos viviendo las consecuencias de un tiempo donde el
polo negativo se ha neutralizado, por tanto se trata de una electri-
cidad positiva y continua. Nada más peligroso que la electricidad
continua, eso lo sabe cualquier electricista. Cuando te pegás no
hay quien te suelte. Por esto hoy se cuestiona los niveles excesivos
de dependencia que causan los celulares que nos dejan pegados.
T
* Lévi-Strauss, C.: Antropología estructural, capítulo XVII: "Raza e historia",
Ediciones Siglo Veintiuno, Barcelona.
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Las radiaciones del tiempo continuo
T
3- Pule el erotismo hasta volverlo higiénico. La esencia de la
sexualidad es exceso y transgresión. La depilación, por ejemplo,
deja el cuerpo pulido. Encarna el actual imperativo de higiene
erótica. Según Bataille, la esencia del erotismo es el ensucia-
miento. En consecuencia, el imperativo higiénico de lo pulido
sería el final del erotismo. Se plantea una “evolución” en el Homo
sefie: Los datos y las informaciones se entregan a una visibilidad
total, lo hacen todo visible. Los datos no tienen intimidad, ni
reversos, ni doble fondo. El tiempo del dataísmo está introdu-
ciendo una segunda ilustración, las múltiples transacciones en el
flujo continuo, pulido, “positivo” de informaciones y datos, que se
realiza sin autonomía, decisión ni dramaturgia del sujeto humano.
T
* Chul Han, Byung: La topología de la violencia (2011), Editorial Herder (2016)
Barcelona.
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Homo Selfie
T
El Homo selfie es un dataísta, un flujo continuo de energía
y datos donde el sujeto no tiene alternancia ni alternativas.
No produce, como sostuvo Jacques Lacan, la necesaria alter-
nancia de significantes y en los huecos entre unos y otros,
el entramado de los procesos de subjetivación. Este pegoteo
ininterrumpido, continuo que excluye la mirada nos convierte
en posibles débiles mentales, psicóticos no desencadenados,
en enfermos psicosomáticos donde el cáncer lleva la delan-
tera. Muchos psicólogos/as se preguntan acerca de cómo se
comenzó a ver tantos casos de trastornos generalizados del
desarrollo (diferentes tipos de autismos, asperger), de cómo
es posible que exista tanta gente enloquecida por diferentes
clases de adicciones, o de las causas de tanta cantidad de casos
oncológicos. Sin ser apocalípticos pues cada época tiene sus
enfermedades endémicas. Diferentes epidemias mataron, en
diferentes siglos, a una proporción enorme de la población
y esto ya no ocurre en la actualidad como demuestra Yubal
Noah Harari en su libro “Homo Deus”*.
T
* Harari Yubal, Noah: Homo Deus. Breve historia del mañana (2015). Edito-
rial Debate, España (2016).
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Las radiaciones del tiempo continuo
T
La presencia del tiempo continuo, esconde la perdida de
lugar, sin la alternancia propia de la subjetivación, la huma-
nidad se vuelve difícil de soportar para los seres humanos, sus
creadores. Son graciosas las series tan exitosas de zombies. Está
repleto el mundo de zombies locos, atacados por hordas de
débiles mentales, de paranoicos hipocondríacos oncológicos
que atacan los establecimientos médicos. Nunca tantos locos
ni tantos débiles mentales ni tantos enfermos oncológicos han
surcado nuestro planeta. Pero no dudamos de que vivimos más
confortables siempre que tengamos electricidad y a nuestros
queridos celulares.
T
El personaje del siglo XX podía ser un monstruo o un gran
hombre, podía matar o ser el héroe de una novela aún no escrita
pero los débiles mentales, los enloquecidos, los enfermos psico-
somáticos, son los zombies del siglo XXI. El pago por nuestra
“humanidad”, no piden cerebros ni sangre humana, simple-
mente quieren corriente sin alternancia, continua, permanente.
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Homo Selfie
T
El advenimiento de los celulares en red continua funciona
como fin de la dependencia del espacio, ya no importa dónde
pueda estar el que habla, la distinción entre “cerca” y “lejos”
queda prácticamente cancelada. El tiempo pierde su capa-
cidad de contención: la diacronía es convertida en dictadura de
la sincronía. Cuando la velocidad de movimiento a través del
espacio se convierte en cuestión inmediata, el tiempo pierde
también el hilo de la historia. Vivir en tiempo presente, en el
tiempo evanescente, en el tiempo más dificultoso y cómodo:
la espera es reducida a la instantaneidad, ya no está “detenido”
por la resistencia del espacio. “Cuando la distancia recorrida en
una unidad de tiempo pasó a depender de la tecnología, (T)
los límites heredados de la velocidad de movimiento pudieron
transgredirse” (Bauman 2005). La inmersión tecnológica, la
temporalidad del mundo, la corriente continua es la produc-
ción de un sujeto pegado y dependiente de las gargantas de los
artefactos con pantallas conectadas a la debilidad mental, a los
trastorno del desarrollo, a las enfermedades psicosomáticas.
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Rap-pidito Rap-pidito
Rap-pidito
No hubo hola, no hubo adiós
¿Hubo sexo? No hubo amor
Ni siquiera me miró
Todo es tan rápido hoy
Creo que era una mujer
Pero vaya uno a saber
Pudo ser un alfiler
O una taza de café
Estribillo´
Amor, amor irreal, amor de red social,
deseo estrafalario
Tal vez, en algún sitio estés,
viviendo sin stress,
amor imaginario
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Homo Selfie
Me clavaste el visto:
la sociedad punteocrática
T
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Me clavaste el visto: la sociedad punteocrática
T
Vas a comprar un alfajor y puntuás cómo te atendió el kios-
kero, tomás un uber y decís algo del conductor que a su vez dice
algo de vos y así hasta lo menos pensado, tenés una relación
sexual y puntúan tu desempeño sexual y ni que hablar de cuando
das clase, los estudiantes minuto a minuto van puntuándote y
si lo que dijiste es incorrecto desde el punto de vista político,
ético, de género, de ortografía, de entonación, de grupo étnico,
de religión, de dirección postal, esperate lo peor. Se trata de
un “juego” llevado adelante con los celulares en tiempo real,
las reglas son sencillas pero despiadadas: puntuar al otro de 1 a
5, como nos parezca. Y hablando de caída, de esto se trata, de
no caer. En cualquier momento nos rajan del laburo por una
mala puntuación. La perfección es el cinco estrellas pero a eso
a nadie le importa, es lo que todos esperamos, todos nos rega-
lamos la máxima puntuación: ”hoy por mí, mañana por vos”
pero el problema es que cuando te alejás del plano “superior”
caés irremediablemente al tacho de la basura, no hay puntua-
ción de 1 a 5: es 5 o es 1.
49
Homo Selfie
T
La demanda de nuestra sociedad “punteocrática” o como
lo sostiene Natalia Arruguete y Natalia Zuazo** en Página/12
hablando de nuestra sociedad “uberizada”, no se trata de un
futuro próximo sino del presente. Evaluamos la atención en
trámites telefónicos y esto no sólo tiene consecuencias en la
estabilidad laboral del trabajador sino en nosotros mismos.
Nos convertimos sin saberlo en integrantes del área de recursos
humanos de una empresa, en gerentes de un tipo de produc-
tividad que invierte los términos: de necesitados de respuestas
frente a algo que no sabemos a juzgadores de la atención del
50
Me clavaste el visto: la sociedad punteocrática
T
El celular inteligente: centro de operaciones de la consti-
tución de una nueva identidad: la virtual. Así como tenemos
identidad DNI (Documento Nacional de Identidad) ligado al
número con que el estado me reconoce y a partir del cual soy
sujeto del derecho positivo, la identidad virtual está entrete-
jida de las demandas y las miradas del otro, una sociedad del
“like”, la que clava el visto bueno, somos creyentes de la apro-
bación del otro. Dios: “libérame del visto malo”. No quiero ser
un poeta maldito. Hasta Rimbaud, en su tumba, se caga los
pantalones. Hoy es más fácil cambiar nuestro nombre en el DNI
que cambiar el perfil que te convierte en un “muerto social”.
Si percibís que no concordás con tu sexo biológico, hoy podés
cambiar de género pero ¿intentaste dar de baja o cambiar alguna
noticia calumniosa en las redes que hable mal de ti? Imposible.
No hay estado para quejarse, clavado en el mundo por mucho
más días que le llevó a Jesús morir y resucitar. La identidad del
ser humano cambiará pero esa noticia quedará ahí.
T
Esta sociedad de la demanda ruin se construye a partir del
miedo a la caída, lo que nadie quiere vivir, la resaca de la no
aprobación del otro. Hay que comportarse de una manera que
al otro le resulte no solamente comprensible sino evaluable
positivamente. Tu conducta debe estar modelada por lo que se
considera cae bien (o no cae mal o que no caigas tan mal del
51
Homo Selfie
T
La demanda ruin nos inhibe, enferma, nos transforma en
última instancia, en una sociedad celosa e iracunda. Es la de los
dramas pasionales, la mezquindad de que “si no sos mío no sos
de nadie”. Nunca ha sido más fácil la apertura del cerrojo mono-
gámico pero sin embargo no dejamos al otro que pueda ser feliz
y le revisamos el celular cada vez que va al baño (y hasta escu-
chamos a algunos que no lo consideran mal). A cada momento,
todos mirando el celular, el propio y no tanto pues, desde otra
perspectiva, no hay celular propio, estamos conectados a todos
los otros celulares. Y cada celular, a su vez, está conectado con
el ojo que permite mirar a los demás y a nosotros mismos. Y
miramos todo el tiempo nuestras puntuaciones. El celular nos
vuelve paranoicos, es lo íntimo y lo social al mismo tiempo,
gran aporte de la sociedad Homo selfie. Este es el juego social,
un encuentro fugaz, una sonrisa bien construida, un comen-
tario frugal y a puntuar, y ver qué puntuación te ha dado el otro.
T
Por supuesto, cada grupo se reúne alrededor de su puntua-
ción, los de cuatro están tomando algo entre ellos, los de cinco
52
Me clavaste el visto: la sociedad punteocrática
T
Como en la historia de Ícaro, que intentando escapar de
su realidad, subió más de lo que tenía permitido y cayó. Una
sociedad punteocrática lleva aparejado esa caída pero, mientras
tanto, tendremos cuidado que no se manche nuestra dentadura
de dientes blancos en fila. Sacaremos foto a nuestro desayuno,
estamos contentos, no hay muchos que nos clavan el visto.
Nadie defeca en tu desayuno, aún. Ni lo hacés vos aunque te
falte comida. Es el momento más alto. Sólo Edipo ha ido tan
alto y pudo decir lo que siente cuando se baja tan rápido y tanto.
¡Oh, tragedia!
T
No seamos apocalípticos, aunque serán los trabajadores
quienes echen a los mismos trabajadores. Esta sociedad del futuro
próximo absolutamente dependiente de la puntuación del otro,
es profundamente discriminadora y te amenaza con mandarte al
53
Homo Selfie
T
La demanda ruin no pide solamente objetos sino sueños
que, por cierto, son más difíciles de conseguir y mantener y más
fáciles de “caer”. Los sueños del “sólo hazlo”, el horizonte ideal
del programa de emprendedores. Esos ”triunfadores” llenan las
páginas de los diarios saturados de malas noticias que ya nadie
quiere leer. Importa que a uno, al menos, le haya ido bien.
Tendremos esperanzas, promociones de felicidad en un boleto de
lotería, con 0, 000009 de posibilidades pero lo que tememos real-
mente es la caída. En el programa eugenésico de la felicidad, pocos
lo consiguen y lo muestran pero la caída se teme en concreto. La
esperanza se acomodó en el fondo de la caja de Pandora y teme
que la terminen destrozando todos los caídos de este mundo.
T
La publicidad y el marketing sostienen Francois Ansermet y
Pierre Magistretti en “Los enigmas del placer”* (2011) proponen
“una infinidad de objetos que pasan casi sin transición del estatus
de objetos de codicia al de desechos. Es el caso del teléfono
portátil, inmediatamente pasado de moda y que hay que cambiar
a como dé lugar. Uno se encuentra en lista de espera para algo
que poco después habrá de desechar. La promesa de felicidad a
través del objeto sin embargo triunfa: sin esta prótesis uno sufre,
54
Me clavaste el visto: la sociedad punteocrática
está en falta. Una vez obtenido el objeto tan querido, éste pierde
su valor ilusorio y se impone un nuevo objeto de recambio. El
mercado sigue a las mil maravillas la lógica de esta compulsión:
siempre hay algo faltante que nos atormenta. Nunca se accede
a ese placer supuesto que se sustrae no bien se obtiene el objeto.
Encontramos ese mecanismo de búsqueda compulsiva de un
placer evanescente entre los toxicómanos. Por otra parte, existen
toxicomanías sin sustancia, cuando se instala una dependencia a
una conducta, como en la pasión del juego, el sexo compulsivo
o cuando el uso de la red se transforma en adicción”.
T
La demanda ruin nos convierten en sociópatas, psicópatas
sociales, alguien que hace de todo y como sea para conseguir
un resultado. El final es un thriller, todo lo construido se cae en
picada, de nariz, sin poder poner las manos para detener la tragi-
comedia de la caída. Y detrás (si se pudiera ubicar un lugar) de
esa sonrisa perfecta se encuentra la ira. Cuando las cosas no salen
como esperamos. (Cada vez vienen más pacientes adolescentes, a
tratamiento psicológico, que cuando pierden en algún juego de la
Play Station rompen un celular, quiebran un vidrio tirando una
pantufla, o tiran un cuchillo a la cabeza de algún familiar). La
ira es operación de esta demanda. Si ya no se puede mantener la
sonrisa bien estudiada frente al espejo, si las cosas no salen como
estaban pensadas, si el libreto no es el esperado, el quiebre… la
ira aparecerá. Las coordenadas de nuestra sociedad punteocrá-
tica, eugenésica, ligada a un objeto tan aparentemente inocente
como nuestro celular de bolsillo nos permite comprender cómo
son los mecanismos de esa demanda, modelada sobre el temor a
la caída. Si logramos pensar, no quedarnos aislados, podremos
desacoplarnos de esas demandas. Luego de la ira y la decepción,
quizás sea el tiempo de reflexionar acerca de nuestra relación
con la demanda y el deseo en nuestra sociedad punteocrática.
55
Homo Selfie
A seguro se lo llevaron preso
Este mundo cotidiano
Cada vez menos humano
Que nos toca soportar
Por no ser estrafalario
Y no pasar por otario
Te tenés que acomodar
En la vida me parece
Que hay que tener gepeese
Pa saber donde llegar
Y si vas con otro viento
Te etiquetan como lento
Y te la mandan a guardar
ESTRIBILLO
¡Tiempos duros!
Es difícil ser humano
Siempre vas a contramano
Nunca estás donde hay que estar
No hay criterio
56
A seguro se lo llevaron preso
Encerrate en tu castillo
Y metete en el bolsillo
Diez granadas y un misil
Y en la paz de tu retrete
Prendé la tele y ponete
A escuchar y repetir
Si te suena un poco absurdo
Te señalan como zurdo,
Peronista, o perejil
Entendé que es el destino
Sospechar de los vecinos
Del canario y del delfín
57
Fotografía: Antonio Fernández
Capítulo II
NUESTRA
VIDA COTIDIANA
Presenciales II
El turno de descartarse
Martín: Las fakes news que aparecen todos los días, no son
noticias falsas sino noticias falseadas. No tienen nada que ver
con el par verdad-falsedad propio del sujeto del discurso y del
habla sino son calumnias para destrozar al otro. Las nuevas
tecnologías con el llamado tiempo real se han convertido además
de un formidable instrumento de comunicación en un arma
devastadora de destrucción masiva de personas que no pueden
defenderse de esos agravios. Esta forma de comunicación ya tiene
sus propios trabajadores: los trolls. ¿De qué trabajás? De troll.
Estamos creando trabajos nuevos, nadie hubiera contestado así
hace diez años y no porque no existieran las noticias falseadas
sino porque no existían los canales para hacerlas tan agresivas,
masivas y a bajo costo.
61
Homo Selfie
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El turno de descartarse
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Homo Selfie
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El turno de descartarse
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Homo Selfie
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El turno de descartarse
tales. Hace unos días salió que las corporaciones que manejan la
red Google y Facebook que han comprado Instagram y Youtube te
espían en el momento en que mirás pornografía. El orgasmo lo
utilizan para saber el sonido de tu voz y las páginas de tus deseos.
67
Homo Selfie
Acerca del tiempo real
¿Qué es eso del tiempo real que abrieron las nuevas genera-
ciones de celulares a partir del siglo XXI? ¿Hasta ese momento
habíamos vivido en un tiempo irreal? Me encuentro en el aquí
y ahora me asegura el celular y, a pesar de esto, necesito saber
¿dónde estoy? Y a pesar de que pongo mi ubicación, necesito
saber ¿qué pasó? Le pregunto a ella, le mando un mensaje que
ya le llegó y ya me llegó la respuesta, no responde. Entonces
¿por qué no me responde? El tiempo real me lleva a un tiempo
gramatical: ¿qué habrá pasado? Es el futuro perfecto del modo
indicativo que más que perfecto es la incertidumbre tocando el
diapasón de mi angustia.
T
Como escribe Rudy en la contratapa de Página/12 del día 22
de julio del 2019 : “Me acabo de enterar de que los griegos tienen
por lo menos tres palabras diferentes para acercarse al concepto
de tiempo: Kairos (se pronuncia “kero”) que es el tiempo, la era,
68
Acerca del tiempo real
la época. Etos, que es el año calendario (2019, si lee esto antes del
31/12) Jronia (de ahí, “Cronos”), que son “los años que uno tiene”,
y también “el tiempo”. En cambio, los ingleses, siempre pragmá-
ticos, usan “time” incluso para saber la hora y para referirse a la
época (the times of...) pero también piensan que es “lo más valioso”
-ya que “time is money”- o, al menos, que “su” tiempo vale. Los
hispanoparlantes, en cambio, tenemos tiempo, mucho tiempo, y
no lo valoramos. Parafraseando un chiste de Miguel Gila, hoy en
día la relación “castellano/inglés”, es parecida a la “peso/dólar”: “Por
cada cuarenta y tres palabras en castellano, a la cotización de hoy,
nos dan una en inglés”, diría Gila, y seguiría: “Entrás en la Casa
de Cambio con una novela y salís con un refrán”.”
T
¿El tiempo real hispanoparlante no es igual al tiempo real
angloparlante? Entonces no solamente hay distintos tipos de
angustias sino que hay distintos tipos de angustias parlantes,
un inglés no se angustia igual que un argentino o un tahi-
tiano. Y encima la angustia es en tiempo real, son miles de
angustias reales en tiempos reales. Antes del celular, el tiempo
se refería a una duración, a un estado, a una posibilidad, a
un cambio y ahora que el tiempo es real, el tiempo como lo
conocíamos no existe más. Nos enseñaron que el tiempo era
la diacronía, como una ruta que se atravesaba, sin embargo,
el tiempo real es sincrónico, es ahora y ya pasó y nos queda la
angustiante pregunta del futuro perfecto: ¿qué habrá pasado?
Cortázar sostenía que el presente era un tiempo problemá-
tico: “Decí ahora… lo siento… ya pasó”. Pero el tiempo real
lo complejizó aún más. El presente no tiene la resistencia del
espacio, queda liberado del peso de la “realidad”, se comprende
porqué estamos en los tiempos de las “patologías de la impul-
sividad”. Mucha gente para no mandar mensajes, bloquean y
borran hasta a su ex para no tentarse. Ya no tienen esa resis-
69
Homo Selfie
tencia del espacio que era parte del tiempo que detenía a los
logorreicos de la acción.
T
Hoy cuando hablamos del tiempo parece que nos referimos
al clima: tiempo lluvioso, tiempo frío, tiempo caluroso. Y el
clima de estas épocas aparece primero en las pantallas. Antes
sacábamos la mano para notar si llovía y qué temperatura hacía,
ahora miramos el pronóstico del tiempo para los próximos tres
meses. Y creemos en ellos y hablamos de ellos. Éstos no son
tiempos griegos ni ingleses ni castellanos sino tiempos de las
múltiples pantallas inteligentes y pronosticadoras.
T
Las pantallas nos abrieron un nuevo tiempo, el futuro
perfecto, la nueva época del Homo selfie. Las pantallas tienen
superficie, reflejan la cara de quienes las miran pero reflejada en
un fondo "pulido", como sostiene el filósofo coreano Chul Han.
Todes nos presentamos con nuestro mejor (o peor) perfil. Y esas
pantallas miran adelante y atrás y, en esto, nos superan porque
miran para ambos lados, alumbran el camino y miran, al mismo
tiempo, tu cara a puro selfie. Pero las pantallas esconden, velan
algo que está detrás. Es pantalla de algo, en filosofía ese algo es
la cosa (Kant, Heidegger), en psicoanálisis: "lo Real". Entonces
¿las pantallas en tiempo real esconden lo Real? La dificultad de
comprensión sube nuestro mareo cognoscitivo. Muchas veces
creemos que para saber que hay detrás de una pantalla hay que
quebrarla y que, entre las esquirlas, los quiebres, los fragmentos
despedazados nos veremos enfrentados a las consecuencias del
tiempo real.
T
70
Acerca del tiempo real
T
En los quiebres de las pantallas, lo siniestro reaparece. Se acaba
de viralizar una aplicación, ¿quién no ha jugado con el faceapp?,
que muestra nuestro rostro con un realismo escalofriante, atra-
vesamos el tiempo para adelante y para atrás y, si vamos para
adelante, miramos de frente la cercanía de la muerte. Esta apli-
cación es virulenta, muchos no se quieren ver, otros se divierten
mandándose sus rostros envejecidos a sus seres amados a ver si los
espantan. Me miro e intento reconocerme, ¿así seré yo en el futuro?
Una risa incómoda demuestra la presencia de lo inquietante, un
escalofrío recorre nuestra espalda. Lo que no se puede esconder
es el desconcierto que tenemos con el tiempo. Estas aplicaciones
permiten cambiar la dirección de la máquina del tiempo, vuelven
el tiempo a nada, no hay paso del tiempo, no hay experiencia,
existe el presente continuo y el futuro perfecto, que es el tiempo
de nuestro desconcierto. Somos astronautas que vamos y venimos,
y alunizamos en nuestras caras. Así soy yo, así era yo, así seré yo.
T
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Homo Selfie
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Yo soy del siglo pasado
Yo soy del siglo pasado
Yo soy del siglo pasado
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Homo Selfie
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La calumnia de las fakes news
La calumnia de las fakes news
La calumnia de las fakes news
La violencia
Se estudió con mucha ciencia
Y ya no es más la indigencia
Ahora es la sexualidad
La indecencia
Ya no es más la indiferencia
Ahora es ver la diferencia
Resistirse a la “igualdad”
Rudy, “No me toques”
Las fakes news. Estas palabras en inglés que suelen ser mal
traducida como “noticias falsas”, deberían ser traducidas como
noticias falseadas, tuvieron tal desarrollo que fueron elegidas en
el 2017 como la expresión del año a nivel mundial. Se trata de
una infección virtual del cuerpo social difícil de controlar que
tuvo y tiene consecuencias en la gobernabilidad tanto política
como humana del mundo.
T
El desarrollo de las tecnologías de la información llevó a la
dispersión de las noticias y esto tuvo consecuencias positivas
como negativas, por un lado, que la información no fuera sola-
mente de una dirección de arriba hacia abajo sino se moviera
también en forma horizontal cambiando el acceso a la informa-
ción. Su utilización para fines políticos dejó entrever una faceta
endeble y peligrosa, el enorme poder de fuego aparentemente
horizontal pero pagado por alguna corporación o partido polí-
tico. Las fake news se han transformado en una amenaza hasta
ser consideradas un cáncer del tejido social. Horacio González
75
Homo Selfie
T
Esta “horizontalidad” se lleva adelante dentro de corpora-
ciones que han sido acusadas (y condenadas con pruebas) de
manipulación de la información a la que acceden. Estas unidades
de negocios manejadas fundamentalmente en la actualidad por
Google (dueña de You Tube) y Facebook (dueña de Instagram)
brindan un servicio aparentemente gratuito que tienen entre
sus funciones primordiales la de compartir informaciones y
emociones. El poder de estas corporaciones tiene su centro en
el imperio norteamericano que sostiene una visión del mundo
neoliberal conservador. Aceptan y estimulan la función de los
trolls que llevan adelante gran parte de las fakes news pues benefi-
cian sus intereses: la de producir escándalos variados que llamen
la atención y que produzcan millones de “compartir” en masa
llamado viralización. Ese compartir atenta contra la verdad,
sus mensajes no tienen autoría, simplemente un dedo que pasa
por el botón de share y se dispara al infinito sus consecuencias.
T
Se creyó en algún momento que la llegada de las redes sociales
podrían multiplicar, al crecer los internautas interesados, la
exposición de diferentes puntos de vista y ponerle límites a la
primacía de los medios hegemónicos pero no fue así, siguen
76
La calumnia de las fakes news
T
Noticias falseadas (y no falsas): no se trata de la relación entre
lo verdadero y lo falso sino del hundimiento del otro mediante
la calumnia. Se trata de una denostación fraudulenta con poder
persuasivo con potencia de viralización que se esconde tras el
anonimato, sin chequear ninguna fuente confiable ni conocida.
Las redes, como se esperaba, no tuvieron esa condición aleatoria,
expresiva y singular, dejando ver la temible aparición del trabajo
de los trolls, del calumniador profesional.
T
Si Enrique Pichon-Rivière viviera seguramente hubiera anali-
zado la función en los grupos del llamado troll, es alguien que se
las pasa de listo y que no le importa tanto obstaculizar la tarea
sino hacer saltar por los aires la misma condición de interlocu-
ción y de vínculo grupal. Su intención es confundir, provocar
e irritar a los participantes de la discusión con el fin de que
terminen enfrentándose entre sí. Es el verdadero aspecto del
cínico en la era del Homo selfie.
T
77
Homo Selfie
T
No hay defensa fácil frente a la calumnia. Es lo peor que un
ser humano, además de la tortura, puede resistir. Sólo le quedará
la fortaleza ética y anímica. No se puede huir. Los victimarios
hacen “lo peor” detrás del anonimato. Primero noticias falseadas
y luego el trabajo se simplifica, el buscador de los buscadores
replica la calumnia y no se la puede bajar de los primeros lugares
en internet. El calumniado sufre, se podrá esmerar en “hacer”
buenas noticias para que baje la calumnia de los primeros lugares
pero si alguien pone dinero en las redes vuelve a subir al pole
position. ¿Qué puedo hacer para que la calumnia no esté más?
Los buscadores no tienen comité de ética ni de legales salvo en
contados casos como los de pedofilia y, desde hace poco tiempo,
para los asesinatos que aparecen en vivo y en directo, entonces,
¿quién nos resguarda?
T
78
La calumnia de las fakes news
79
Homo Selfie
No me toques
No me toques
No me mires no me enfoques
No me huelas no me evoques
Un recuerdo fantasmal
No me toques
No me raspes no me choques
No me añores no provoques
Violencia subliminal
No me toques
No lo hagás, no te equivoques
No te hagas el alcornoque
Porque eso termina mal
No me toques
No seas gil, no descoloques
Si no querés que te emboque
Por toda la red social
¡Cuidadito!
Con usar esos ojitos
Para ver algo exquisito
Lindo, feo o regular
Bien quietito
Reprimido y calladito
Sin moverte ni un poquito
Te tendrías que quedar
No es un mito
Sos culpable, y sos maldito
Te acercás y te debito
Si miras o si escuchás
80
No me toques
El delito
Te lo cuento y lo repito
Es el deseo, amiguito
Es fashion ser asexual
La violencia
Se estudió con mucha ciencia
Y ya no es más la indigencia
Ahora es la sexualidad
La indecencia
Ya no es más la indiferencia
Ahora es ver la diferencia
Resistirse a la “igualdad”
La impaciencia
Es la nueva pertenencia
Paga más la efervescencia
Que escuchar para sumar
No hay clemencia
Se acabó la independencia
Hoy es pura impertinencia
La mirada singular
El deseo
Va camino al desempleo
“No te escucho, no te veo”
Es el lema más actual
No hay recreo
Van directo al ninguneo
Mentime que no te creo
Nos ganó la posverdad
Hoy Romeo
Sería un tipo europeo
Acusado de algo feo
En Twiter o en Instagram
El prepeo
Es el triunfo de los CEOS
Los gerentes fariseos
Del mundo neoliberal
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Fotografía: Antonio Fernández
Las aplicaciones de los celosos
Las aplicaciones de los celosos
Las aplicaciones de los celosos
Un día se conocieron
En el tinder se pidieron
En los gustos coincidieron
Y encontrarse decidieron
Pero al fin no resultó
Porque el celu se colgó
Rudy, La pareja
T
A la altura de Víctor Frankenstein, ¿quién no utilizaría a
esa extraña criatura para espiar a el/la esposo/a para demostrar
científicamente que nos es infiel? ¡Está gozando como una loca
en los brazos de otro hombre! Como siempre para los celosos,
heterosexuales, casados los dilemas son crudos: si tienen la posi-
bilidad de saber ¿no lo van a utilizar? pero si luego lo saben, se
83
Homo Selfie
T
Se trata de una aplicación gratuita, ¡cómo negarnos a que
pongan eso en nuestros celulares si tienen las mejores intenciones!
Saber dónde está nuestro celular si nos lo roban, conocer el para-
dero de nuestros hijos cuando son secuestrados por una banda
delictiva pero lo que nace para un fin tan altruista suele ser usado
para otros menesteres, por ahora las principales víctimas son: las
esposas o futuras esposas creyentes de la institución matrimonial,
los hombres financieramente ricos y expuestos a la mirada de los
otros que quisieran conocer dónde han enterrado sus tesoros.
T
Y no es que los celulares sirvan para todos los usos como suele
escucharse, los celulares inteligentes tienen una ideología que los
apaña, nacieron para sostener una sociedad donde la lucha de
clases siga siendo un capítulo del libro de historia que descansa
muerto en la biblioteca del living y para construir el perfil de los
consumidores con un algoritmo científico mejor calibrado a los
usos y costumbres de los consumidores y, dentro de los consu-
midores, están los/las celosos/as, los desconfiados, los inseguros
que también tienen derecho a consumir aplicaciones que los
hagan gozar en este mundo tan crudo.
T
También otro uso “permitido”: espiar a los empleados para
que no roben secretos de la propia empresa o utilizarlas para
robar los secretos de la empresa competidora, salir al mercado
primero es cómo dar la primera trompada y sabemos que nadie
recuerda si ese primer golpe fue dado bajo la línea permitida; y
84
Las aplicaciones de los celosos
T
Pero volvamos a los celosos que en mayor a menor medida
somos todes, algunos se preguntarán qué ha quedado de la vieja
costumbre de oler el cuello del otro para buscar las marcas de una
noche lujuriosa o preguntarle con esa insistencia que sólo la deses-
peración de quién piensa de que todo se le viene abajo es capaz,
hasta que el otro acepta que fue infiel y suplica por el perdón
divino. Pero los celulares no son costumbristas, tiran todo lo que
viene detrás abajo, deconstruyen costosas representaciones sociales
para volver a reconstruir encima, con un sincretismo que los espa-
ñoles del siglo XV hubieran querido realizar con las marcas de la
presencia de la bella cultura musulmán, judía y/o gitana.
T
Esas aplicaciones son buenísimas, permiten escuchar conver-
saciones en vivo y en directo, localizar la ubicación del celular
que tiene una diferencia de centímetros de la localización del
dueño, acceder a los whatsapp y a las claves personales de los
home bankings y cuentas varias, pero lo más genial es que te
sacan fotos en forma remota. Confirman, de manera ejemplar,
que estamos en la época del Homo selfie. Nos sacan fotos sin que
nosotros lo sepamos, la guardan en una memoria que nosotros
no conocemos. El gran problema es lo que trae aparejado: empe-
zamos a mirar con desconfianza a nuestro celular. Lo miramos
de arriba a abajo y llegamos a la comprensión que no enten-
demos a nuestra amigue, que parece no tener sexo pero “es una
conchuda, es un hijo de puta”, cuando le dimos acceso a todo
nos devuelve nuestra confianza destrozada por su infidelidad.
T
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Homo Selfie
T
Ahora hay quienes vociferan sosteniendo que esto no está bien.
Que meterse en el celular del otro es meterse en su intimidad. ¡Qué
se les puede decir! Que tienen razón pero que el concepto de priva-
cidad ha tenido un pequeño giro de 180 grados y que lo privado
sólo existe en la evanescencia de la nube y no nos pertenece. Es
privado hasta que es puesto a consideración de nuestros celulares,
porque un celular por haberlo comprado nosotros ¿es nuestro? Los
celulares están todos intercomunicados en tiempo real, cualquier
mínima pulsación es anotada en el sismógrafo de nuestra actividad
que ya no es considerada privada sino pasible de ser utilizada por
algún programa siempre activo. Hoy en día se puede mandar un
bomba dirigida al celular y con eso matar al adversario político
que se nos antoje, imagínense la bomba de enterarnos que nues-
tros celulares no duermen, no comen, no descansan ni cuando
se apagan y que, además de infieles son los grandes maníacos del
siglo XXI. Y sobre todo que nos llevan puestos.
86
La pareja
La pareja
La pareja
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Homo Selfie
El delivery de las empresas
de aplicaciones
Yo solito llegaré hasta el infinito
Yo solito lo demás me importa un pito
No interesa si escuchas lo que te digo
En lo único que pienso es en mi ombligo
Este mundo siempre ha sido del más vivo
Más allá de los proyectos colectivos
Y si esto que te explico suena mal
A mi me da igual
Soy neoliberal
Rudy, yo solito
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El delivery de las empresas de aplicaciones
T
Ernesto había quedado en una incómoda situación, la noticia
había despertado la ira de todo el mundo, de la gente de Glovo
que se tenía que disculpar porque el personal que recibió la
llamada no entendió cuál era el procedimiento y se confundió
a qué producto tenía que sacarle una foto, de los periodistas
ante la escandalosa actitud de la empresa que ni siquiera tiene
un lugar de radicación salvo en la nube. La nube es una loca-
lización no estática, sin domicilio legal y código postal, difícil
de encontrar para los recaudadores de impuestos nacionales y
para la comprensión general. La nube no tiene país, se mueve
por el mundo. El nombre Glovo es muy pertinente, son evanes-
centes, trasnacionales, lábiles, empresas con grandes ganancias
sin grandes estipendios de capitales. Defensores de la nube
sostienen el ciclo fecundo que abren para el mundo, todos inde-
pendizados de la relación de dependencia, alaban que no sólo
ellos sino las personas podrán moverse de un lado a otro pero
no es lo que le ocurre a Ernesto que ni siquiera puede moverse
del piso para sacarse una selfie.
T
Ernesto ahora está siendo entrevistado en el programa “Detrás
de lo que vemos” (AM 750), los locutores Bernarda Llorente y
Emanuel Respighi explican que uno de los temas centrales en
el mundo es la creación de empleo y que, en estos años, se ha
89
Homo Selfie
T
Para los gobiernos (no entreguistas) resulta fundamental darle
suna radicación tanto a la volatilidad de estas empresas como
a las vicisitudes posibles en la vida de los trabajadores. La crisis
permanente de legitimación de los gobiernos, estudiado entre
otros por Habermas (Problemas de legitimación en el capitalismo
tardío, 1973) ve reducida el campo de acción: “Los márgenes
de lealtad de masas se estrechan por un régimen de distribu-
ción asimétrica de la riqueza social, y el estado debe compensar
esa carencia de sentido con valores por la vía de los servicios
de bienestar social”*. Los cambios acontecidos en la época de
las aplicaciones ha debilitado aún más el margen de respuesta,
ante la crisis permanente, de los gobiernos para llevar adelante
estrategias para resolver problemas generados por las nuevas
condiciones del trabajo.
T
El discurso de Ernesto es un emergente social, sostiene que
el trabajo que genera hoy el mundo es insuficiente y da una
explicación que concuerda con los accionistas de las corpora-
ciones y con el discurso de muchos gobiernos de derecha como
Argentina presidido por Macri y Brasil presidido por Bolsonaro
90
El delivery de las empresas de aplicaciones
T
Un montón de trabajadores defienden el trabajo que
producen las aplicaciones, Ernesto, de manera pedagógica
sostiene: “Si hacemos un análisis, desde la ideología podés decir
un montón de cosas pero si hacés un análisis describiendo la
situación, viene una empresa que quiere ganar dinero, tiene sus
reglas de juego, si querés las aceptas si no te vas pero ¿adónde
te vas?” La falta de trabajo en el mundo y en Argentina vuelve
a estas empresas una herramienta para mover recursos produc-
tivos de servicios. Pero, a cambio, generan una ideología a la
que los trabajadores pueden identificarse: “Cada cual su propia
empresa, cada individuo como unidad de producción indivi-
dualizada, emprendedores de su futuro, gerentes de su empresa”.
Ernesto comparte la ideología del accionista de la empresa trans-
nacional en la que trabaja como monotributista.
T
Ernesto al sostener que todos los sindicalistas son corruptos,
nos lleva a reflexionar sobre la identificación de la clase traba-
jadora con la clase empresarial en este ciclo de la historia del
trabajo. Esta “identificación” es tendencia en el mundo donde el
trabajo se encuentra en retroceso de coberturas sociales, de salud,
91
Homo Selfie
T
Bernarda Llorente resalta que hace pocas semanas, luego de
una larga discusión, acerca de los repartidores donde el contra-
tante era una aplicación se produjo un fallo en contra de esas
empresas, la justicia dijo que no eran autónomos sino trabaja-
dores en relación de dependencia. “Esto puede cambiar la idea
de los trabajadores autónomos para aplicaciones en todo el
mundo”. Durante el fin de semana de finales de agosto, un fallo
en Argentina prohibió el trabajo de los repartidores durante un
fin de semana pero no tuvo mucha repercusión entre los miles
de trabajadores que dan vuelta las ciudades y en las aplicaciones
que no tienen juridicción localizable.
T
Ernesto tuvo su accidente cuando iba con su moto y la apli-
cación, quizás por primera vez hubiera preferido tenerlo bajo
relación dependencia. Hubiera sido fácil, con 63 años, la legisla-
ción argentina los hubiera ayudado pues no le quedaría mucho
tiempo para su jubilación pero estas aplicaciones no trabajan
así. Glovo sabe que sus problemas comienzan cuando hay un
accidente laboral, que ahí se plantean los verdaderos cuestio-
namientos acerca de los límites cómo empresas de aplicación
dispersas por el mundo. La entrevista radial es muy recomen-
dable para escucharla, te deja anonadado. Lo primero que le
preguntan es: “¿cómo estás de salud?”, Ernesto responde enfa-
92
El delivery de las empresas de aplicaciones
tizando que está muy bien y explica qué tipo de accidente tuvo:
un choque “aplauso”. Él venía circulando, un coche salía del
estacionamiento y plash… el aplauso le pegó en la cabeza. El
repartidor es un hombre con “expertise” (palabra que repite en
varias ocasiones), pide a los locutores que bajen el retorno porque
no escucha bien. El hombre está hablando en serio, quiere hablar
de verdad. El repartidor enfatiza que las reglas de juego son éstas,
que “nosotros no somos trabajadores de dependencia, pagamos
monotributo, pago la moto y la nafta de la moto” y agrega que
tuvo que sacar el certificado de antecedentes penales y hasta pagar
la primera vez el bolso con la que hace la repartición.
T
Y sigue sosteniendo que la empresa no debe hacerse cargo
del accidente ocurrido porque él es su propia empresa. “Estoy
prestando un servicio a un tercero”. Está convencido que son
microempresas, el locutor agrega: “emprendedurismo”. Es inte-
resante este neologismo de Respighi que mezcla el emprender
con lo duro, el repartidor es condescendiente: “Algo así”. Pero
después acepta que antes trabajaba en un negocio de arreglos
de televisores y ahora como repartidor de una aplicación en
moto: “La diferencia es que éste es un trabajo más duro”. El filó-
sofo Chul Han (en La topología de la violencia, Herder, 2016)
hablaba de que las aplicaciones se desarrollaron en lo pulido de
una pantalla celular en tiempo real pero el mundo que producen
es más duro. El repartidor se golpeó la cabeza pero ahora está
fenómeno dice, quiere seguir trabajando, su cabeza recibió un
golpe que no le permitió levantarse pero no solamente el golpe
fue duro, todo es duro, un trabajo duro, una cabeza dura como
Ernesto.
93
Homo Selfie
T
¿No hay diferencias entre un gobierno y otro? ¿Entre un
sindicalismo y otro, entre un sindicalista y otro? Ernesto se
siente impotente para contestar estas preguntas, acepta que este
gobierno facilita las reglas de juego de estas empresas de aplica-
ciones y que ha sido la única generación de empleo en una época
de destrucción de trabajo pero, a pesar de los elementos que tiene
ante sus narices, se desentiende: “este tema no me compete, no
tengo la expertise ni el conocimiento para resolverlo”. Es como
si no tuviera cercanía la política con la realidad laboral, la polí-
tica desacoplada del sujeto.
T
Ernesto descree de los políticos y acusa a todos los sindica-
listas, luego podría seguir descreyendo de todos los abogados, de
todos los psicólogos, de todos los taxistas, de todos los argentinos.
Llegamos a la premisa que anticipa el nazismo: la generaliza-
94
El delivery de las empresas de aplicaciones
T
El tema es la generalización y la sustantivización del ser. El
“ser” corrupto es para toda la vida, no se puede pensar en que
alguien haya participado en un hecho de corrupción sino que
su naturaleza es corrupta, de ahí que la naturaleza de todos los
sindicalistas pueda pensarla como “ser corruptos”. Llorente
intenta abrir un espacio de duda en lo terminante de Ernesto y
dice: “En la vida te podés equivocar”. Y el repartidor vuelve a
la tesitura individualista, “siempre estuve igual, cuando tuve un
mejor laburo gané más plata, no fue nunca el gobierno el que
me hizo estar mejor, mejoré por mi esfuerzo”.
T
Una entrevista que desarrolla temas de actualidad porque
no se queda en el episodio de la pizza desparramada por el
piso sino que se refiere a las condiciones que plantea esta
actualidad a los sujetos y con particular virulencia en esta
Argentina que no defiende a las personas que suelen llamarse
argentinos sino a las corporaciones que pueden entrar y salir
con toda “libertad de empresa”, sin obligaciones de contrata-
ción de trabajadores pero Ernesto, a pesar de esto, al menos
trabaja. Y en el piso, aún entumecido por el golpe en la cabeza,
agrega que no le va mal.
95
Homo Selfie
Yo solito
ESTRIBILLO
En el mundo hay tres especies de personas
Los que tienen, los que son, los que abandonan
Para mí no existe el bien ni existe el mal
Existe el capital
Soy neoliberal
96
Yo solito
Yo solito
97
Fotografía: Antonio Fernández
Capítulo III
IDENTIDAD VIRTUAL
Presenciales III
¿Quién sos?
¿Un perfil, un affaire o una taza de café?
101
Homo Selfie
102
¿Quién sos? ¿Un perfil, un affaire o una taza de café?
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Homo Selfie
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¿Quién sos? ¿Un perfil, un affaire o una taza de café?
105
Homo Selfie
Identidad virtual:
paradoja de este tiempo
Tengo un celular de última generación
Sabe lo que quiero, antes que yo
Llama a mis amigos cuando cree que estoy mal
Y es una aceptable compañera sexual
Rudy, Blues del viejo adicto
T
La modernidad nació de otra paradoja: la duda que duda
cartesiana, la paradoja dubitativa que saltó al infinito cambiando
el tiempo del siglo XVII. Ahora el Homo selfie clava bandera
de un nuevo tiempo histórico con la paradoja de la identidad
virtual. Las ciencias humanas ya reconocieron que la identidad
te congela: “yo soy esto” petrifica la posibilidad de cambiar. Si
yo soy “esto”, luego no puedo ser sino “ex esto”. La identidad
es contradictoria pero si le agregamos el concepto de virtual el
resultado es una paradoja. Un ser sin corporeidad. Un ser tras-
106
Identidad virtual: paradoja de este tiempo
T
La identidad virtual es diferente a la identidad del docu-
mento de identidad, a la identidad autopercibida, a la identidad
de género, se trata de una presentación cada vez más expuesta,
desarrollada, ajustada para las redes sociales, laborales, de mensa-
jería, de juegos y aplicaciones. Muchos trabajos se relacionan con
la “evolución” de esa identidad virtual, implican consecuencias
en el plano laboral, comercial, político, económico, subjetivo.
Dentro de este complejo campo, están las aplicaciones del amor
y del sexo. Te facilitan conocer a otro pero antes de conocerlo te
deberás relacionar con su avatar quién sólo, en algunas ocasiones,
te conducirá a un cuerpo. La identidad virtual no es corporeidad.
¿Puede haber identidad sin cuerpo? El documento presupone
un cuerpo, al igual que la identidad autopercibida y de género,
la virtual también lo presupone pero desprendido del sujeto.
T
Se dedican a relacionarnos con otras personas mediante
esa identidad virtual. Eso ya es presente. Se ocupan del (des)
encuentro de una porción cada vez más grande de la gestión del
goce. La idea que tienen del otro es que está ahí para gestionar
buenos momentos para nosotros, el otro es instrumento de
nuestro goce, con lo que nosotros gozaremos (y no con lo que
deseamos darle al otro). El problema de la identidad virutal es
ese desprendimiento del cuerpo y el tema del reconocimiento
del Otro. Sin dialéctica, simplemente buscando reciprocidad,
107
Homo Selfie
T
El futuro perfecto: ¿qué habrá pasado? Reúne el pasado y
el futuro en una misma frase junto con la incertidumbre y la
angustia. ¿Qué intento de explicación aclara sólo la incertidumbre
que genera? Una explicación no dialectizable. Hasta Hegel dudó
dónde ubicarla. La explicación, por un lado, más sencilla sostuvo
pero, por otro, el colmo de lo posible. Hegel ubicó ahí al testi-
monio como la primera dimensión de sus nueve posiciones
epistemológicas, como el límite entre el cuerpo, lo Real y el
lenguaje. Ya percibió el riesgo que implicaba en cuanto a lo dialec-
tizable, la posibilidad de ser minimizada a un lenguaje icónico,
minimalista, de emoticones. Cuando preguntás a alguien ¿qué
sentís en este momento? y contesta: no es posible transmitirlo…
pero sigue intentándolo con palabras, al final se rinde y dice: yo
ahí y manda un emoticón. El testimonio en el límite mismo
del lenguaje y el cuerpo. En vez de esforzarse de dejar “despelle-
jado” al lenguaje, las aplicaciones nos permiten sacar una selfie y
enviarla. La autofoto en tiempo y lugar, el colmo paradojal de la
explicación que nos deja detenidos frente a una incertidumbre.
T
El tiempo del Homo selfie, en el límite de lo decible, trata de
testimoniar y, estos vínculos, generan dificultades en la dialéc-
108
Identidad virtual: paradoja de este tiempo
T
Ya podemos ir de un lado a otro conociendo los avatars de
gente que nunca vimos, las aplicaciones trabajan para nosotros,
¿para qué queremos la tecnología sino para hacernos la vida más
fácil? Si nos buscan pareja, con quienes pasar un rato o toda la
vida, ¿tendremos que ajustar la búsqueda a lo verdadero? Soy yo
el que pone las coordenadas, ¿quién puede describirse a sí mismo
sin caer en deformaciones propias del narcisismo ya sea para el
lado de la exageración o de la depreciación? Pero, a pesar de todo,
intentamos dar algunas correspondencias entre ese avatar y noso-
tros, intentamos dar las coordenadas de nuestra corporeidad.
109
Homo Selfie
T
Nos encontramos en el aquí y ahora, que se obstina en caerse
de nuestras manos. Digo presente y ya pasó, necesito saber qué
pasó, ese pasado no me alcanza para imaginarme el futuro. Lo
que pasó es nebuloso, no conozco tanto a ése/ésa. El ser humano
nacido de la necesidad de explicarse su destino nos lleva a esbozar
alguna hipótesis: “habrá pasado esto”. No habrá chequeo de la
información ni una interlocución para ponernos de acuerdo en
que fue lo que pasó entre nosotros aquella noche. Sólo la selfie
de haber estado ahí.
110
Blues del viejo adicto
Blues del viejo adicto
Blues del viejo adicto
111
Homo Selfie
El salvoconducto de un futuro perfecto
T
No solamente tienen un implante para meterse dentro
del juego sino que se meten uno adentro del otro. Las identi-
112
El salvoconducto de un futuro perfecto
T
Danny está anonadado. No puede todavía hablar con nadie.
A lo que tiene acceso es al tiempo verbal del futuro perfecto: ¿qué
habrá pasado?, un tiempo entre las posibilidades de la lengua con
la angustiante incertidumbre. ¿Qué siente Danny con su avatar
frente al avatar de su amigo bella mujer? Estas cuestiones son difí-
ciles de comprender. ¿Nuestra identidad virtual puede ser trans?
¿Cómo es la cuestión de género de nuestro avatar? Y ¿qué ocurre
entre ese avatar y nosotros? ¡Las sospechas no se pueden decir en
voz alta! ¿No se estarán utilizando cambios producto de la lucha
de género (encomiables nuevos derechos para las minorías) para
facilitar trans-formaciones de género en nuestra identidad virtual?
Danny le propone al amigo que se caguen a trompadas y luego
que se den un beso (o al revés) para saber lo que realmente sienten
en la vida real. Es graciosa la escena, el infantilismo, mezcla entre
debilidad mental e impulsividad retorna en los seres humanos
113
Homo Selfie
T
El otro no se dio cuenta con quién estaba. Parece gracioso
este pensamiento si no fuera que se está replicando en todas las
redes del mundo. Pocos se sienten comprendidos en la natura-
leza de sus necesidades. En el momento donde tenías un cuerpo
en tus manos no hubieron palabras para el reconocimiento del
Otro, condición de posibilidad para hacer circular un deseo.
Estas apps determinan una nueva manera de gozar pero dificultan
el reconocimiento del Otro. En la época del Homo selfie nadie
sabe bien lo que gana y pierde del otro. De ahí la dificultad del
duelo y, sin el duelo, aparecen las problemáticas de la impulsi-
vidad, la debilidad mental (hoy se la llama espectro autista) y
las enfermedades psicosomáticas que están arrasando el mundo.
T
Ese fututo “perfecto” dificulta la relación con uno mismo y
con el otro, complica al acto libre y responsable pues ese acto
"debe ser" realizado en el campo del reconocimiento del Otro.
Y lo que queda de esa operación, ese resto, es incertidumbre. Yo
podría haber actuado distinto, si el otro se hubiera dado cuenta
de quién soy, si hubiera actuado distinto, si hubiera dicho esas
palabras que jamás dijo. Las hipótesis serán imprecisas pero la
conclusión será clara. Cuánto más imprecisas sean las hipótesis
de lo que pasó, la conclusión será más determinante. El otro no
era para mí porque no se ha dado cuenta con quién estaba, y
con quién estaba podría haber sido importante pero ya no está.
T
114
El salvoconducto de un futuro perfecto
115
Homo Selfie
Canción generosa
Quise componer una canción
De amor para Mariana que era una mujer
Puse en ella todo lo que yo
Creía qué había que poner
Pero resultó, que no le gustó
Por que me contó que ella no es una mujer,
Ahora es un reloj
116
La aplicación de conocerte
La aplicación de conocerte
La aplicación de conocerte
Te amo pero nunca te vi
Y ni siquiera se si existís
Podrías ser un falso perfil
Que usa una foto juvenil
Podrías ser tu tía, o una ilusión mía
Rudy, Amor virtual
117
Homo Selfie
T
Cada tipo de encuentro tiene ventajas y desventajas. Ir a un
lugar significa mover el culo. Y eso sale plata. Un culo para mover
tiene que estar vestido, presentable. Tampoco el dinero es un
problema menor hoy en la Argentina de las Pymes al borde de
la extinción por las políticas de Macri (2015-2019). Es difícil
tener el ánimo para salir, además afuera están… los chorros,
los violadores, los indigentes, los problemas de tránsito. Esta
manera de conocer gente es épica, cuando se da la oportunidad
de que salgamos, y lo hacemos, y vemos a alguien que nos llama
la atención, el efecto es mágico. No hay nada comparable con
ese momento donde alguien nos sostiene la atención como un
alfiler de gancho.
T
Las presentaciones siempre implican una demanda agregada,
no solamente debemos comportarnos de una manera determi-
nada sino actuar para que la persona que nos presentó también
quede conforme. Pero, por lo general, siempre hay uno discon-
forme, alguno queda excluido. No es el mejor método para los
tímidos ni para los ansiosos pero la enorme ventaja es que no
tenemos que elegir y eso es una salida posible a nuestra historia
amorosa pasada.
T
118
La aplicación de conocerte
T
Los métodos de las aplicaciones, más allá de las diferencias
entre una y otra, son muy ingeniosas, sumamente eficaces y
directas. Utilizan seis variables diferentes produciendo inte-
resantes entrecruzamientos: cercanía, franja etaria, aspecto
físico (género), inclinación sexual, breves palabras sobre sí
mismo, presencia on line. Podríamos sacar muchas hipó-
tesis acerca de cada una de estas variables pero solamente
remarcaremos que, en las teorías del género, se discrimina
sexo, género e inclinación sexual. Las aplicaciones tienen
otra forma de pensar: sexo y género lo amalgaman a aspecto
físico y ubican un segundo elemento que es inclinación
sexual manifiesta.
T
Ninguna variable es eficaz sino para un sujeto, cada cual debe
enfatizar a cuál de ellas dará prioridad. Escuchamos un montón
de relatos que resaltan una sobre otra: “me encantó lo que escribió
hablando de sí mismo”, “vivía re cerca de casa ¡cómo no lo había
visto antes!”, “era una foto increíble, me preguntaba si ella sería
realmente así”, “cada vez que le hablaba, contestaba rápido,
119
Homo Selfie
T
Cada cual ordena las variables según sus posibilidades, a
veces no se piensa mucho y finalmente es la/el que da bola.
Todo parece muy controlado pero lo inesperado se sale con la
suya. Los seres humanos hacemos trampa. Hasta el más honesto
tendría cosas para cuestionarse, la verdad humana se desarrolla
en el campo del discurso donde lo dicho, la intención y el habla
no están alineados para el mismo lado. Las aplicaciones conocen
esa característica humana, están hechas para no decir la verdad
sino en el horizonte de la exageración, de los filtros, del maqui-
llaje, del tuneo.
T
No podemos aseverar que sean vínculos que nazcan de la
falsedad sino de aquello que nació de un instante que hemos
vivido, aquella selfie disparada uno de los mejores días de nuestra
vida, en ese lugar al que nunca volveremos. No se puede pedir
autenticidad porque todo habla de nosotros pero nadie habla
de sí mismo, somos perfiles de nosotros mismos, somos emoti-
cones de nuestras emociones, somos frases de nuestros discursos,
avatars de nuestras miradas.
T
La intimidad no es bien recibida. Nadie que cuente algo de
sí mismo será tomado en serio. Se trata de construir una iden-
tidad diferente a la de todos los días, se trata de la “identidad
virtual”, una construcción “virtual pero real” que se construye
sobre nosotros. No se trata de que alguien mienta escondido tras
el anonimato, se trata de cómo el otro encuentra en esa iden-
120
La aplicación de conocerte
T
Una mujer o un hombre, como siempre, tienen que llevar
adelante una elección difícil, abrir la puerta a un extraño, ¡aquí
la paradoja, el gran salto! Si no estamos en una época de ir de
un lugar a otro, si el esfuerzo cansa, si tenemos una aplicación
gratuita que trabaja para nosotros, ¡para qué abrirle la puerta
a un extraño! La tecnología ha nacido para hacer más confor-
table nuestras vidas, y lo ha conseguido. Pero lo que no estamos
seguros es si esa aplicación quiere que le abramos la puerta a ese
desconocido. Suponemos que la aplicación se pone rabiosa, no
quiere que le abramos la puerta del todo o que, simplemente
la dejemos abierta para echarlo después de habernos satisfecho.
T
Una mujer abre una aplicación, busca a alguien, no es tan
difícil, busca por edad, cercanía a su ciudad y aspecto. No le gustan
los chicos perfectos, tienen que tener algo en la cara, un gesto, la
mirada, ¿qué verá el otro en mí? Ya se lo preguntará aunque eso
no se pregunta. Pero siempre tendrá que decir lo mismo: “sos una
de las primeras persona que conozco en serio” y que, ahora que
lo conociste, ya no tiene sentido estar en esta aplicación y que ya
la borraste. La aplicación se pueden enojar de entrar y salir de tu
vida, prefiere que sean ellos y ellas que entren y salgan.
T
121
Homo Selfie
T
Todavía no se puede decir tan claramente sino a través de
las aplicaciones que deseas pasar un buen rato y nada más. El
ser humano siempre peleará contra esas aplicaciones porque a
diferencia de su lógica, el ser humano quiere trascender la inme-
diatez o, mejor dicho, no soporta solamente pasar un buen rato
porque ¿no te dan ganas de volver a tenerlo? Las contrariedades
de los lazos afectivos, cuánto duran, cómo duran, ésa es la cues-
tión. El ser humano no solamente desea un cuerpo vivo para
gozar sino otro ser humano que hable, se mueva, que tenga sus
vericuetos y sus hazañas, un cuerpo lleno de marcas de la vida.
T
La presencia de una noche que valió la pena no es poco pero
cuando bailamos en la cubierta de un barco que naufraga, algo
nos lleva a querer un abrazo, ese beso pegajoso, unas palabras
qué hablen de nosotros.
122
Amor virtual
Amor virtual
Amor virtual
123
Homo Selfie
Estoqueándote antes de conocerte
T
La acción de estoquear. Existimos en la red, fragmentos de
múltiples existencias viven contemporáneas a nosotros, en el
tiempo del dataísmo, del Homo selfie. Estoqueamos al otro y
nos estoquean a nosotros. El perfil, el avatar, la identidad virtual
resuenan y se despegan al infinito. Inquietante, dirán algunos.
Eso que testimonian las redes sobre ti, ¿será algo de tu vida?
¡No serás tú quién lo diga, está ahí! Estoquear antes de conocer.
124
Estoqueándote antes de conocerte
T
Aun así, estoquear es una palabra que no resulta sencilla
explicar pero algo la identifica: lo filoso, tanto el estoque del
matador, como la espada del esgrimista, como la falta de un
producto, como el aviso para que el otro sepa que es observado
resultan acciones filosas, cuyos resultados tienen consecuencias,
marcan indefectiblemente a las pulidas pantallas con nuestra
presencia. Se trata de tirar estoques en la red para que el otro/
otra le pase algo, quede anoticiado, prendido, clavado, enfilado,
reencontrado, avisado de qué estamos ahí observándolo y que
responda; debe responder, en lo posible, rápido.
125
Homo Selfie
T
La mirada no es simultánea, no hay reciprocidad, reconoce
el anhelo del otro en la red, sus intenciones, siempre que sean
claras. Pueden ser para vender, para presentar sus trabajos, para
conocer gente, para tener sexo. Pero exige claridad. Pulido,
filoso y claro. Los atributos necesarios de la identidad virtual, y
es preferible que sea corto. Nadie hace cola ni espera su turno
en el espacio ansioso de la red.
T
La primera acción de estoquear siempre es del otro. Y quien
responda, también habrá previamente estoqueado, sabrá muchas
cosas de nosotros aún antes de conocernos. Y así al infinito.
Tú estoqueas, yo estoqueo, nosotros estoqueamos. El primer
estoqueo siempre viene del otro. Ese estoqueo ha “abusado” de
nosotros, ha observado una mirada, un gesto que reconoció aún
antes que desapareciera de nuestra cara.
T
126
Estoqueándote antes de conocerte
T
Existe una caricia de estocada, sutil como un like, que intenta
causar una pequeña herida que abra un soplo de oportuni-
dades de conocerte. Tu intimidad ya la reconozco: postales de
tu vida sentimental, el color de los ojos de tus hijos, los lugares
que conociste en tus viajes, tus posiciones políticas pero ahora
quiero conocerte, quiero que escribas unas palabras para mí, y
si fuera posible llegar a tu cuerpo, a tu olor, al sonido de tu voz
que sólo aparece conmigo. Pero sé que para llegar a eso es nece-
sario atravesar galaxias.
T
También suele ser frecuente estoquear las fotos de la/el ex
novia/o que todavía no se aleja de mi melancolía, de mi sufri-
miento y mediante algún perfil ajeno saber qué está haciendo,
las últimas fotos o, mejor dicho, las primeras fotos sin que
estemos nosotros. Hay tantas cosas que se puede hacer esto-
queando. Algunos más tramposos se meten directamente en la
red del otro, hay aplicaciones que copian las claves y entonces
todo está abierto para la trampa, la que apenas tiene consecuen-
cias jurídicas pero causan los mayores descalabros subjetivos,
sociales y económicos. Un registro de pantalla, un mensaje, un
127
Homo Selfie
T
El estoqueo hace el bien y el mal, nadie lo controla, se habla
de que internet es el colmo de la libertad individual y que
propugna la ideología capitalista neoliberal. ¿Cómo podrían
ser ambas cuestiones al mismo tiempo? Los resultados están a
la vista; sin cabeza ni coordinación se producen y reproducen
miles de miradas que llevarán a conocernos pero, como virus
o bacterias, ante nuestra estupefacción también la viralización
del mal. El sujeto necesita remedios para no desfallecer: anti-
depresivos, antibióticos, antipanicosos, antibacterianos y ahora
"antivirus" para luchar contra esa viralización.
T
También hay lugar para lo grotesco, la burla, el chiste. Ya hay
miles de ingeniosos creativos, que producen miles de memes,
causando sonrisas y catarsis social. Son sorprendentes, recorda-
bles, talentosos, se deslizan en la red de manera viral, dejan un
gesto, una imagen, un chiste en el recuerdo indeleble de una
época. Es cultura anónima basada en la acción de estoquear.
T
Pero también están los profesionales pagos, sicarios que
lanzan sus memes. Como virus hay que dejar que se vayan solos
pero muchas veces queda la marca, la huella por dónde horadan
la piedra. Y volverán hasta hacer la vida insoportable. El valor
de una imagen creativa, grotesca, eficaz está siendo muy utili-
zada en la acción política. Ya tiene muchas historias para contar,
128
Estoqueándote antes de conocerte
T
Lo peor está ahí también: los perfiles dispuestos a engañar,
falsificar, matar. Las siniestras viudas/os negras se sienten
cómodas en las redes, atacan a los vulnerables, a los desespe-
rados, a los crédulos, a los viejos. Nuestra sociedad "adolescente"
siente el olor a orín en nuestros pantalones, el sonido del cáncer
herrumbrando nuestros deseos. En el tiempo del dataísmo,
lo encriptado no suele ser difícil de conocer para los especia-
listas en hurgar: infiltrados, espías, ladrones y calañas de todo
tipo y factor. La red, lugar para pescadores atrevidos y pescados
desprevenidos, dan a conocer sin saber, vulneran las claves de
la intimidad, la administración fraudulenta, el curro virtual. El
robo de identidad virtual a la orden del día.
T
Se estoquea una identidad virtual sin corporeidad entonces
ese alguien puede vivir o haber dejado de sufrir. Los epitafios
en la red merecen por un segundo nuestra atención. Las redes
sociales son muy difíciles de bajar sin contar con las claves y si
uno ya no está, se convierte esa identidad en un “nicho virtual”.
Para los que saben, es un “topos” de vida que sigue dando vueltas
alrededor de la tierra, para otros constituye una gran sorpresa.
(Se cuenta que algunos, sin saberlo, le han pedido amistad a
algún muerto y lo peor: se cuenta que algunos de ellos fueron
aceptados como amigos). La descomposición de la carne no
ocurre igual en la red que en la vida. El estoqueo puede encon-
trar sorpresas, nadie avisa que ha muerto, el avatar tiene otra
creencia religiosa que nosotros, no hace duelo, no cree necesario
129
Homo Selfie
avisar que la persona (que alguna vez estuvo ahí) sólo ha dejado
a su avatar sobre la tierra. Y siguen existiendo por mucho tiempo
en la red y entonces recibís el aviso de que tu papá muerto hace
diez años está cumpliendo años y le escribís en su perfil: ¡feliz
cumpleaños, papá! Entonces el estoqueo se convierte en una
necesidad, conocer los últimos posteos se convierte en pruebas
necesarias para reconocer si no intentamos mandar señales de
vida a un planeta muerto donde no crece ninguna planta.
T
Bienvenidos al tiempo del Homo selfie. Lo viral y lo bacterial
pueden ser calumniosos pero no nos olvidemos que la mayoría
de las veces su objetivo es simplemente perder el tiempo. Las
series que tan famosas se han vuelto estos últimos años están
muchas de ellas pensadas para perder el tiempo, las escenas se
alargan, los conflictos se alargan, el final se vuelve siempre un
recomienzo. Y si son exitosas, no dudés de que harán una nueva
temporada. Hasta que la cosa de vergüenza. No hay final. Igual
que los perfiles que dan vueltas por el mundo sin que haya
tantos seres humanos respirando para mantenerlos vivos. La
calumnia como espectáculo viral sólo se detiene ante el límite
de nuestra vergüenza y como ésta tiene incontinencia visual, el
límite termina siendo la enfermedad psicosomática, algún tras-
torno del enorme espectro autista y/o la impulsividad loca.
130
Amor líquido
Amor líquido
Amor líquido
131
Homo Selfie
132
La tragedia en nuestras pantallas
La tragedia en nuestras pantallas
La tragedia en nuestras pantallas
T
Desde la Antigüedad, las tragedias nos muestran las cues-
tiones más urticantes de la naturaleza humana. Antígona de
apenas catorce años se enfrenta al edicto de Creonte: dejar inse-
pulto a uno de sus hermanos para que se lo coman las aves de
rapiña y los gusanos a plena luz del día. Con sus manos echa
una fina capa de tierra en ese cuerpo y esto la lleva a ser ente-
rrada viva en una caverna mortal. Tremendo. Las tragedias nos
tocan las fibras más íntimas, el incendio de los bosques de la
133
Homo Selfie
T
Nos llegan imágenes de cómo se queman los bosques tropi-
cales, millones de hectáreas vueltos desérticos, conocemos
además la tala indiscrimininada de árboles para explotar la
madera y reutilizar el lugar para agricultura y ganadería. El ser
humano, con su voraz carrera de productividad capitalista neoli-
beral, arrasa las bases naturales que sostienen la vida. ¿Quién
puede detener esta marcha que exige recursos naturales más allá
de las posibilidades de la tierra? Muchas veces, no se “evitan” esos
incendios que facilitan la tarea de arrasar esos bosques inmemo-
riales para dejar la tierra para “productividad” pero sin bosques
no habrá oxígeno ni ciclo de precipitaciones y de vida.
T
Estas tragedias nos llegan a través de imágenes en nuestras
múltiples pantallas, en las mismas que jugamos, vemos pelí-
culas, creamos nuestro perfil y nuestro avatar para socializarnos,
donde se construye nuestra identidad virtual. Las tragedias en el
tiempo del cambalache visual deben ser alertadas con un letrero
de que es un hecho real. No es una obra teatral ni una serie, las
tragedias deben ser advertidas.
T
134
La tragedia en nuestras pantallas
T
Las tragedias en estos tiempos tienen que ver con el camino
que está tomando la especie humana, más de siete mil millones de
personas, productividad en serie para darles de comer, vestirlos,
divertirlos en un régimen económico donde se producen
evidentes y cada vez más inhumanas concentraciones de riqueza
en pocas manos. Resultado: gran parte de la humanidad desti-
nada a la pobreza, vulnerabilidades de todo tipo, enfermedades
y la muerte que siempre es una a una, siempre singular.
T
Las múltiples pantallas nos entretienen, con series y pelí-
culas, con comedias y tragedias, nos han mostrado miles de
veces enormes espacios y tiempos calcinados por múltiples catás-
trofes. A las superficies pulidas de las pantallas no les interesa qué
historia se cuenta, solamente esperan reconocer que a tu cara le
sigue interesando. Importa la cantidad de veces que se comparte
y se cuantifica las veces que se mira. El interés cuantificado, todos
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Homo Selfie
T
Pocos dudan de que la sociedad de consumo significa la
sociedad que nos consume. Pero a pesar de esto casi todas las
sociedades quieren mejorar los indicadores de consumo porque
esto es un indicador de sociedad desarrollada. Las contradic-
ciones nos tienen atrapados. Una sociedad desarrollada lo es en
tanto produce y consume cada vez mayor cantidad de bienes
naturales renovables y no renovables. Las resonancias económicas
finalmente son las que permiten la cuantificación, los indica-
dores y porcentajes que disciernen entre ricos y pobres, norte
y sur, países desarrollados y en vías de… morirse de hambre.
T
El mundo se concentra, cada vez más, entre monopolios y
oligopolios que nos consumen, el otro es más poderoso, socie-
dades anónimas, invisibles, quieren siempre vender más. Nos
muestran que el capitalismo como sostiene Vicente Zito Lema*
es consumista de carne humana, antropófogo. Y demuestran con
todas las letras que la supuesta base del capitalismo, la compe-
tencia de libre oferta y demanda, sólo ha quedado en los estantes
de los libros escolares.
T
* Zito Lema, Vicente: “Noche de locos” Editorial Letra Viva/Episteme, Buenos
Aires, 2015.
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La tragedia en nuestras pantallas
T
El capitalismo salvaje tiene como base según Levis Strauss el
aumento progresivo de la cantidad de energía consumida por
habitante. Pero es una energía consumida en forma desequili-
brada. En los países en vías de desarrollo, apagamos las luces,
cambiamos todas las lámparas por otras de bajo consumo. El
capitalismo salvaje reclama más energía para pocos, la mayoría
nos cambiamos por personas de bajo consumo. El capitalismo
es concentración, más temprano que tarde. Y es tecnología. Para
la vertiginosidad del mundo neoliberal la tecnología es Dios.
Consumir como sea y de todo, no importa si hacia dónde vamos
sea la destrucción del ecosistema que nos permite vivir.
T
Importa el consumo como el gran afán colonizador, para
lo cual necesitan el cambio del ecosistema representacional,
energético, tecnológico y subjetivo. La sociedad de consumo
consuma un nuevo estilo de vida sin otro fin que más ventas
para las corporaciones. Estos vendedores que, cómo hábiles
visitadores médicos, te regalan el primer sorbo porque saben
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Homo Selfie
T
Las múltiples pantallas inteligentes son performáticas no sólo
de nuestra realidad sino de la subjetividad de la época. El celular
donde nos llegan las imágenes del incendio en la Amazonia y la
muerte del indigente es personal, desde pequeños ya nos ense-
ñaron que esas noticias “dependen” de nosotros, las podemos
ver o las podemos dejar de ver. Y si esas tragedias las podemos
“evitar”, van marcando la indiferencia para con la suerte del otro
y de la especie humana. Si no está en nuestras manos cambiar
el eje de los temas a reflexionar ¿para qué preocuparnos de lo
que ya viene perfilándose hace muchos años: la sobreexplota-
ción del pulmón del planeta, el debilitamiento de la capa de
ozono, el calentamiento global, la extinción de una buena parte
de la población?
T
Los celulares saben que somos intercambiables, nos miran
risueños cuando les devolvemos la sonrisa pues anhelamos tener
en nuestras manos el prendido o apagado de nuestra indife-
rencia. Ellos saben que nunca duermen, que nunca se apagan.
Saben cómo nosotros que no duraremos mucho porque hoy
los objetos y los sujetos duran cada vez menos aunque vivan
cada vez más años. Una nueva versión nacerá en pocos años y
nosotros tampoco duraremos para siempre, una nueva versión
“mejorada” se instalará pronto.
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Murga binaria
Murga binaria
Murga binaria
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Homo Selfie
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Bibliografía
Bibliografía
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Homo Selfie
Harari Yubal, Noah: Homo Deus. Breve historia del mañana (2015).
Editorial Debate, España, 2016.
Lévi-Strauss, Claude: Antropología estructural, capítulo XVII: “Raza e
historia”, Ediciones Siglo Veintiuno, Barcelona.
Lister, Martín: The Photographic image in digital culture (1995),
London, Routledge Edición.
Marshal McLuhan: La aldea global. Transformaciones en la vida y los
medios de comunicación mundiales en el siglo XXI. Editorial
Gedisa, Barcelona, 1990.
Mitchel W: La ciencia de la imagen. Iconología, cultura visual y esté-
tica de los medios (1998), Ediciones Akal, Estudios visuales,
en castellano 2019.
Shahar, David: Nota La Nación Digital el día 18 de junio 2019 en
https://www.lanacion.com.ar/tecnologia/como-nuestro-craneo-
se-adapta-al-mayor-nid2259039
Zito Lema, Vicente: Noche de locos, Editorial Letra Viva/Episteme,
Buenos Aires, 2015.
Material audiovisual
Black Mirror; “Caída en picada”, Temporada 3, episodio 1, con Joe
Weight, escrito por Schur, Jones y Brooker, dirigido por
Wright, estrenada el 21 de octubre de 2016.
Black Mirror, episodio “Strikking Vipers”, es el primer episodio de la
quinta temporada. Fue escrito por Charlie Brooker y diri-
gido por Owen Harris. El episodio se emitió por primera vez
en Netflix, el 5 de junio de 2019.
“Detrás de lo que vemos” en la radio AM 750, con Claudio Villa-
rruel y Bernarda Llorente. En https://750.am/2019/07/30/
la-insolita-defensa-del-repartidor-de-glovo-atropellado-a-la-
aplicacion/amp/
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