EL PARÁCLITO, ESPÍRITU SANTO
O CONSOLADOR
Por: Steven Ritchie
EL PADRE OMNISCIENTE SE CONVIRTIÓ EN
UN PARÁCLITO
Significado de la palabra paráclito, ¿Qué significa?
Las Escrituras enseñan que nuestro Padre Celestial es el único Dios
verdadero (Juan 17:3, Juan 4:23-24) que es omnisciente (que sabe todas las
cosas), y que su propio Espíritu Santo Omnisciente y celestial, también se
encarnó y se convirtió en un Paráclito (Paráclito significa “Abogado”,
“Intercesor”, “Mediador”, “Confortador, “Consolador”) que en la
condición de un hombre no podía conocer todas las cosas.
Esto explica por qué el Espíritu Santo es referido a veces como el Espíritu
del Padre (Juan 4:23-24 – “Dios es Espíritu”; Efesios 4:4-6 – “un Espíritu…
un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”);
mientras que en otras ocasiones el Espíritu Santo es referido como el
Espíritu del Cristo resucitado, porque el Espíritu también se convirtió en
un hombre dentro de la encarnación a través de la concepción y el
nacimiento virginal.
Romanos 8:9 – “el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el
Espíritu de Cristo…”; 2. Corintios 3:17 – “el Señor es el Espíritu”; Colosenses
1:27 – “Cristo en vosotros la esperanza de gloria”; Hechos 16:6-7 NVI –
“Atravesaron la región de Frigia y Galacia, ya que el Espíritu Santo les había
impedido que predicaran la palabra en la provincia de Asia. Cuando llegaron
cerca de Misia, intentaron pasar a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo
permitió”.
¿Por cual otra razón, Pablo fue inspirado a escribir acerca de “un solo Dios
(el Padre) y un solo mediador (hombre/Hijo) entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre” (1. Timoteo 2:5), y otra vez: “un Dios, el Padre, del cual
proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor,
Jesucristo (un hombre)” (1. Corintios 8:6)?
Si el concepto de la trinidad fuera verdadero, entonces Pablo debería haber
escrito: “Un solo Dios el Padre, un solo Dios el Hijo, y un solo Dios el Espíritu
Santo”. Ya que Pablo no mencionó “Espíritu Santo” en estos pasajes vitales
de la Escritura, está claro que el Espíritu Santo es el Espíritu del Padre que
también se convirtió en el Espíritu de Cristo (Romanos 8:9) dentro de la
virgen como su propio Hijo.
EL ÚNICO ESPÍRITU DEL PADRE ES
OMNISCIENTE
Marcos 13:32 prueba que el Espíritu Santo es el Espíritu del Padre que
conoce todas las cosas en su condición de la Persona Divina del Padre, y que
también se convirtió en el Espíritu de Cristo como un hombre que no sabe
todas las cosas.
(También puedes leer: El Padre es el Espíritu Santo)
Debido a que nuestro Padre Celestial permaneció inmutable en los cielos, a
la vez en que simultáneamente se hizo un hombre en la encarnación a través
de la virgen, esto explica las distinciones entre el Padre por fuera de la
encarnación que conoce todas las cosas, y el Hijo dentro de la encarnación
que no conoce todas las cosas.
“Pero, en cuanto al día y la hora, NADIE LO SABE, ni siquiera LOS ÁNGELES
en el cielo, ni EL HIJO, sino SOLO EL PADRE” (Marcos 13:32 NVI).
Marcos 13:32 presenta dos problemas insalvables para los trinitarios. En
primer lugar, ¿Cómo podría el Espíritu Santo, como una supuesta verdadera
tercera Persona Divina no encarnada, no saber algo que solo el Padre
conoce, aunque supuestamente ha permanecido omnisciente (que lo sabe
todo) y coigual? Según la idea trinitaria de una tercera Persona coigual
llamada Dios el Espíritu, esta sería igual de omnisciente como Dios el
Padre.
Por lo tanto, los trinitarios no pueden explicar por qué solamente el
Padre es omnisciente, pero no la supuesta tercera Persona llamada Dios el
Espíritu Santo, sobre la cual ellos alegan que también ha permanecido
inmutable en los cielos después de que el Hijo Cristo fue concebido y nació.
El segundo problema, es que la mayoría de los teólogos trinitarios creen que
una supuesta Persona de Dios el Hijo Celestial, conservó su omnipresencia
y omnisciencia como una Persona Divina y distinta en el cielo, mientras
que Él existió simultáneamente como un hombre en la tierra.
Ya que es ridículo pensar que una supuesta Persona Celestial de Dios el Hijo
(quien nunca habría perdido su omnisciencia en el cielo durante la
encarnación) no podría haber CONOCIDO el DÍA y la HORA de su segunda
venida, queda entonces claro que el Hijo de Dios no podría ser un Dios el
Hijo omnisciente, coigual y distinto, aparte de nuestro único y
verdadero Dios el Padre.
De la misma manera, también sería imposible para una supuesta Persona
trinitaria llamada Dios el Espíritu Santo no-encarnada y OMNISCIENTE, no
poder conocer EL DÍA y LA HORA de la segunda venida de Cristo, sino
SÓLO EL PADRE.
Por lo tanto, la idea trinitaria de otras dos supuestas Personas Divinas,
omniscientes y distintas junto a nuestro Padre Celestial, quien es el único
Dios verdadero (Juan 17:3, 1. Corintios 8:6), es notoriamente falsa.
La Teología de la Unicidad no tiene ningún problema con Marcos 13:32,
porque nosotros creemos que el Espíritu Santo del único Dios verdadero
es el Padre omnipresente que nunca perdió ninguno de sus inmutables
atributos divinos en los cielos, a la vez que Él simultáneamente se hizo un
hombre en su condición del brazo revelado de Yahvé.
En contraposición, los trinitarios creen que el Espíritu Santo es una Persona
Divina, distinta, coigual y omnisciente junto con Dios el Padre en el cielo.
Pero si esto fuera así, ¿Entonces cómo es posible que la otra Persona, Dios
el Espíritu Santo, no pudiera conocer el día y la hora de la segunda
venida de Cristo, sino SÓLO EL PADRE?
La Doctrina Trinitaria no Armoniza con Marcos 13:32
Durante el período de examinación cruzada en mi debate con el apologista
trinitario Ethan Smith, le pedí al Sr. Smith que respondiera sobre Marcos
13:32 que dice: “Pero, en cuanto al día y la hora, NADIE LO SABE, ni siquiera
LOS ÁNGELES en el cielo, ni EL HIJO, sino SOLO EL PADRE” (Marcos 13:32
NVI).
Marcos 13:32 presenta un problema insuperable para los trinitarios, porque
la mayoría de los teólogos trinitarios, incluyendo a Ethan Smith, creen que
un supuesto Dios el Hijo celestial retuvo su omnipresencia y su
omnisciencia (el conocimiento de todo) como una Persona distinta en el
cielo, mientras que Él simultáneamente existió como un hombre en la tierra.
Entonces, ¿Cómo podría un supuesto Hijo Celestial quien nunca perdió
su omnisciencia (que lo sabe todo), NO PODER SABER EL DÍA Y LA HORA
de su propia aparición en su segunda venida? ¿Y cómo podría
exactamente una supuesta Persona omnisciente no-encarnada llamada
Dios el Espíritu Santo, no conocer EL DÍA Y LA HORA de la segunda
venida de Cristo, sino SÓLO EL PADRE?
Cuando le hice estas dos preguntas al Sr. Smith, él no las pudo contestar y
saltó hacia Apocalipsis 19:12 para evadirlas. (De una manera hipócrita, Ethan
Smith me ha acusado de una supuesta eiségesis, porque algunas veces que
le he contestado y citado otros pasajes, pero siempre que él hace lo mismo,
lo llama exégesis).
(También te puede interesar: Cristología Pentecostal)
El Sr. Smith citó Apocalipsis 19:11-13 que dice: “Entonces vi el cielo abierto
(Juan tuvo una visión de Jesús en el cielo); y he aquí un caballo blanco, y el
que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus
ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y
tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino Él mismo. Estaba vestido
de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS”.
El señor Smith trajo el versículo de Apocalipsis 19:12, porque dice: “y tenía
un nombre escrito que NINGUNO CONOCÍA SINO ÉL MISMO”. El señor
Smith comparó a Apocalipsis 19:12 con Marcos 13:32 que dice: Pero, en
cuanto al día y la hora, NADIE LO SABE, ni siquiera LOS ÁNGELES en el cielo,
ni EL HIJO, sino SOLO EL PADRE” (Marcos 13:32 NVI).
Pero aquí está el problema con la respuesta del Sr. Smith.
Es difícil imaginar que ninguno de los ángeles celestiales y de los santos en
el cielo, pudiera ver el Nombre que Cristo tenía escrito, mientras que él iba
cabalgando junto a ellos. Note que el texto dice: “y TENÍA un nombre
escrito que ninguno conocía sino él mismo” (Apocalipsis 19:12).
Observe también que el texto no dice nada acerca de que los seres en el
cielo, no conocían el nombre que Él tenía escrito. Dado que el contexto
de Apocalipsis 19 se está dirigiendo a Jesús volviendo a la tierra en un
caballo blanco, tiene sentido creer que ninguno de los que vivirán en la
tierra, conocerán el nombre que él tendrá escrito.
(Puedes leer más sobre Doctrina Pentecostal)
En contraposición a Apocalipsis 19:12, Marcos 13:32 menciona
específicamente a los ángeles en el cielo, y al Hijo mismo que no sabe ni
el día ni la hora de su segunda venida. Puesto que Marcos 13:32 está
declarando que los seres celestiales no lo saben, sino solamente el Padre,
está descartando también la posibilidad de que las personas de la tierra
conozcan el día y la hora en Marcos 13:32.
Pero note que Apocalipsis 19:12 no dice nada acerca de que los seres
celestialesno conozcan el nombre que Cristo tiene escrito, mientras
que Marcos 13:32 sí menciona que los seres celestiales no saben el día y
la hora de la segunda venida de Cristo. Esto explicaría por qué el texto
dice que sólo Él mismo conoce el nombre que tiene escrito.
Pero además, si los trinitarios quieren insistir en que las personas en el cielo
al lado de Jesús, no podrían saber el Nombre que él tenía escrito, entonces
no podría haber otras dos Personas celestiales de una Trinidad, ya que es
imposible que una Persona Divina Omnisciente no sepa nada mientras
sea coigual con las otras dos supuestas Personas Divinas.
Por lo tanto, si Apocalipsis 19:12 también se dirige a las personas en el cielo
que no conocen el Nombre que Cristo tiene escrito, entonces esto presenta
un problema insalvable para los trinitarios, porque Apocalipsis 19:12 sería
una afirmación falsa en el caso de que en el cielo hubiesen tres Personas
Divinas que lo saben todo, por lo que cada una hubiera tenido que conocer
ese nombre que Cristo llevaba escrito, ya que es imposible que una supuesta
Persona Divina verdadera, no posea su propia mente divina omnisciente, su
propio auto-cononocimiento divino omnisciente, y su propia auto-
consciencia divina omnisciente.
Por lo tanto, sería imposible que sólo Cristo conociera el nombre que Él
llevaba escrito en el cielo, en caso de que hubieran otras dos Personas
Divinas supuestamente omniscientes de una Trinidad en el cielo.
Solamente los creyentes de la Unicidad, no tendrían ningún problema con
este versículo en caso de que se asuma que las personas celestiales no
conocen el nombre que Cristo tiene escrito, pues los adherentes a la
Unicidad creen que la deidad de Jesús es el mismo Dios el Padre
revelado.
Así que si el pasaje está hablando de que las personas celestiales no
conocen ese nombre, entonces Jesús tiene que ser el Espíritu Santo del
propio Padre que es el único Dios omnisciente. Dado que los arrianos,
como por ejemplo los Testigos de Jehová, creen que Jesús es una criatura
angélica, entonces ellos no pueden explicar por qué es que sólo Jesús
conoce el nombre que él lleva escrito, pero no el Padre.
(Te puede interesar: La doble naturaleza de Cristo)
De la misma manera, los unitarios socinianos no pueden explicar cómo
un simple hombre en el cielo sabe el nombre que él tiene escrito, pero
no el Padre omnisciente. Así que si Jesús es la única Persona Divina en el
cielo que conoce el Nombre que tiene escrito, entonces esto significa que Él
es el Padre omnisciente.
Si este es el caso, entonces todos los grupos cristianos profesantes no
cuentan con ninguna explicación sobre el significado de Apocalipsis
19:12, excepto los pentecostales unicitarios, porque los creyentes en la
Unicidad afirman que Jesús es el Dios Fuerte y el Padre Eterno revelado
como un hombre.
Por lo tanto, si Apocalipsis 19:12 se está dirigiendo a personas celestiales
que no saben el nombre que Cristo tiene escrito, entonces solamente la
teología de la unicidad puede explicar adecuadamente este pasaje
aparentemente difícil de las Escrituras.
Los pentecostales unicitarios creen que el Espíritu Santo del único Dios
verdadero es el Espíritu omnipresente del Padre, que nunca perdió
ninguno de sus atributos divinos inmutables mientras que
Él simultáneamente se hizo un hombre que es el brazo de Yahvé
revelado.
Sin embargo, los trinitarios creen que el Espíritu Santo es una Persona Divina
coigual, distinta y omnisciente en el cielo. ¿Cómo entonces podría otra
Persona Divina coigual llamada el Espiritu Santo, no haber conocido el
día y la hora de la segunda venida de Cristo, sino SÓLO EL PADRE?
Así podemos ver que las explicaciones trinitarias de Marcos 13:32 y
Apocalipsis 19:12 no tienen una explicación racional, mientras que estos
versos armonizan perfectamente con la teología sostenida por los
pentecostales unicitarios.
JESÚS ES EL ESPÍRITU SANTO DE VERDAD,
QUE HABLA LO QUE OYE
Juan 16:13 demuestra que el Espíritu Santo es “el Espíritu de verdad” que
sólo habla lo que oye del Padre.
(Te puede interesar: La identidad de Jesucristo)
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad;
porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere…” (Juan 16:13).
Pero Juan 14:17-18 nos informa que Jesús es “el Espíritu de verdad”.
“el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve,
ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y
estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (Juan 14:17-
18).
Note que Jesús se identificó como el Espíritu de verdad (Juan 14:17) que
vivía CON los discípulos en la carne (“mora con vosotros” – Juan 14:17),
pero que más tarde estaría EN los discípulos como el Espíritu Santo que
habitaría en su interior (“Y estará en vosotros” – Juan 14:17).
Jesús declaró claramente: “No os dejaré huérfanos (sin el Paráclito –
Confortador, Abogado): vendré a vosotros” (Juan 14:18). Esto explica todas
las Escrituras que hablan de Cristo como el Espíritu que mora en los
suyos (Romanos 8:9, 26, 27, 34; Colosenses 1:27, 2. Corintios 3:17).
Jesús declaró en Juan 16:13 que el Santo “Espíritu de verdad” “no hablará
por su propia cuenta”, sino solo lo que “oyere” del Padre.
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la
verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo
que oyere” (Juan 16:13).
Pero el mismo Jesús dijo que Él era aquel que no hablaba por su propia
cuenta, sino sólo lo que había oído del Padre:
Juan 14:10. “Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia
cuenta, sino que el Padre que mora en mí, Él hace las obras”.
Juan 12:49. “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que
me envió, Él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de
hablar”.
Juan 5:30. “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo”.
Después de ver algunos de mis videos, un extrinitario de los Países Bajos que
ya estaba viendo en el trinitarismo problemas antibíblicos, me escribió un
correo electrónico diciendo: “Me encontré con su video titulado, ‘El Espíritu
Santo es el Espíritu del Padre y el Hijo, Juan 14:23′ de Ministerios Impacto
Global (Global Impact Ministries). Todo lo que yo sabía que era verdad –pero
sin ser capaz de expresarlo por mí mismo–, fue puesto por el orador en
palabras, tan simple, tan claro. Lo escuché tres veces, y luego proseguí con el
video llamado ‘El Espíritu Santo Habla Lo que Oye’, lo cual me emocionó
aún más.
¡Cómo era que nunca había visto esta analogía! Jesús dijo: ‘Las palabras que
yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta (Juan 14:10)’, lo que se
corresponde con ‘porque no hablará por su propia cuenta (el Espíritu Santo –
Juan 16:13)’. Se me hizo tan claro que Jesús les estaba indicando que Él
mismo volvería a ellos como el Espíritu de verdad”.
(También puedes leer: La relación de Jesús con el Padre)
Es difícil imaginar cómo un supuesto Dios el Hijo omnisciente, y otra
supuesta Persona omnisciente llamada Dios el Espíritu Santo, no hubieran
sabido qué hablar de una manera instantánea al ser unas supuestas Personas
Trinitarias omniscientes.
¿Cómo podría una supuesta Persona no-encarnada, llamada el Espíritu
Santo, no saber lo que tiene que decir antes de pronunciarlo? ¡Una Persona
del Espíritu Santo que supuestamente no se encarnó, no tendría por qué oír
a otra Persona Divina para saber qué hablar! Por lo tanto, el Espíritu Santo
que mora en nosotros, tiene que ser el Espíritu del Cristo resucitado, ya
que Cristo sólo habló lo que oyó del Padre.
“El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos
los cielos para llenarlo todo”. (Efesios 4:10).
Dios como Dios siempre ha llenado todas las cosas, pero Dios como un
hombre (Dios como un Hijo, Dios como un Mediador y Paráclito) no llenó
todas las cosas como un Hijo sino hasta su ascensión al cielo.
Esto explica por qué los patriarcas y los profetas hebreos nunca conocieron
o experimentaron “el Espíritu de su Hijo” (Gálatas 4:4) en sus corazones, y
por qué sólo los creyentes del Nuevo Testamento pueden conocer a
Jesús como “el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gálatas
4:6, Romanos 8:9, 26, 27, 34).
Esto también explica cómo Jesús es omnipresente para oír y responder a
las oraciones como el Padre que se hizo hombre para salvar a su pueblo
de sus pecados (“Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”. – Juan 14:14).
EL ESPÍRITU SANTO ES JESÚS EL PARÁCLITO
Juan 14:26 llama al Espíritu Santo el Paráclito (Abogado/Intercesor), en
singular; mientras que 1. Juan 2:1 y Juan 14:16-18 llaman a Jesús el
Paráclito (Abogado/Intercesor), en el singular. ¿Tenemos dos mediadores
que interceden por nosotros, o sólo uno?
“Mas el Consolador (el Paráclito), el Espíritu Santo, a quien el Padre
enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo
que yo os he dicho” (Juan 14:26).
(Te puede interesar: Padre eterno, Hijo eterno)
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador (Paráclito), para que esté
con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no
puede recibir, porque no lo ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis,
porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos;
vendré a vosotros”. (Juan 14:16-18).
¿Quién, sino Jesús que vivió con los discípulos, es quien estaría en los
discípulos como el único Paráclito para con el Padre?
“… Abogado (Paráclito) tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo”
(1. Juan 2:1).
¿Qué significa Paráclito? El Léxico Griego de Thayer, define así
al sustantivo griego “Paráclito”.
1. Uno que invoca la causa de otro ante un juez; un intercesor, un
abogado defensor, un asistente legal; un mediador.
2. Universalmente, uno que invoca la causa de otro como suya; un
intercesor.
3. En el sentido más amplio, un ayudador, socorrista, auxiliador, asistente.
Aquí encontramos que tanto Jesús como el Espíritu Santo son llamados
un Abogado en el singular, pues “Parákletos” en el griego está en la forma
singular, que significa “abogado”, “intercesor” o “ayudador”; mientras que
“Parakletoi” (que significa “abogados”) es la forma plural de “Parákletos”
como más de un abogado defensor. Puesto que ninguna porción de la
Escritura afirma que tenemos dos abogados (parakletoi), sabemos que
Jesús es el Santo Espíritu de verdad, quien es nuestro único Paráclito.
UN PARÁCLITO ES UN MEDIADOR
William Barclay, citó un segundo uso de ‘Paráclito’ al transliterarse del griego
en la versión Tárgum de Job 33:23. Eliú, en su intento de consolar a Job,
describió a un hombre desesperadamente enfermo y acercándose a la
muerte, “el sepulcro”, y continuó: “si tuviese cerca de él algún
elocuente como mediador (parákletos) muy escogido”. El Tárgum usó la
palabra griega “Paráclito” para un “Mediador”.
Bajo Paráclito, el Léxico de Thayer dice: “Los Tárgumes y el Talmud, traducen
al griego las palabras ְּפַר ְקִליטy ְּפַר ְקִליָטאy las usan para cualquier intercesor,
defensor o abogado; Cf. Baxtorf, Léx. Talm., p. 1843 (editado por Fischer,
página 916); ver (el) Tárgum en Job 33:23 para ֵמִליץ ַמ ְלָאך, que se refiere a un
ángel que invoca ante Dios la causa del hombre; (cf. πλουσίων παρακλητοι
[Paráclito]…)”.
El Tárgum usó la palabra griega Paráclito en Job 33:23, para un ángel
que suplica ante Dios por la causa del hombre.
“Si hay un ángel que sea su mediador, uno entre mil, para declarar al hombre
lo que es bueno para él…” (Job 33:23 LBLA). (La RV60, NVI, BTX, LBLA, NBD,
NTV, todas dicen “mediar”, “interceder” o “abogar” en Job 33:23).
Aquí podemos ver que “Paráclito”, que más literalmente significa un
“Abogado” e “Intercesor”, también transmite la idea de servir como un
“Mediador” en nombre de la humanidad. 1. Timoteo 2:5, dice: “Porque hay
un solo Dios, y UN SOLO MEDIADOR entre Dios y los hombres, Jesucristo
hombre”.
Puesto que el Espíritu Santo es llamado nuestro “Paráclito” en Juan 14:26,
y Jesús es llamado como este mismo “Paráclito” en la forma singular en
Juan 14:16 y en 1 Juan 2:1, está claro que sólo puede haber un
Paráclito como nuestro “solo mediador entre Dios y los hombres” quien
es “Jesucristo hombre”.
“Paráclito” siempre aparece en la forma singular para el que sirve
como nuestro “Abogado” e “Intercesor”, o sea Jesús. De la misma
manera, “Mediador” (Gr. Mesites) aparece en forma singular para mostrar
que sólo hay Uno que sirve como Mediador entre Dios y los hombres, que
es el hombre Cristo Jesús.
Dado que Juan 14:26 identifica al Espíritu Santo como nuestro Paráclito
(Abogado, Intercesor, Mediador)en el singular, y dado que 1. Juan 2:1 y
Juan 14:16-18 identifican a Jesús como nuestro Paráclito (Abogado,
Intercesor, Mediador) en el singular, sabemos que Jesús tiene que ser el
Único Paráclito en su condición como el Santo “Espíritu de verdad” que
vivía CON los discípulos en la carne, pero que más tarde vendría a los
discípulos como el Espíritu Santo (Paráclito).
Puesto que Lucas 1:35 y Mateo 1:20 nos informan que el Espíritu Santo se
encarnó a través de la virgen hebrea (“el Espíritu Santo vendrá sobre tí” –
Lucas 1:35; “lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es” – Mateo
1:20), tiene sentido que Jesús es el Espíritu Santo del Padre, que se
encarnó como nuestros Parákletos y Mesites
(Abogado/Intercesor/Mediador) para salvarnos, ya que Dios como Dios
no puede abogar, interceder o mediar porque Él es la Autoridad Suprema,
pero debido a que el Dios Omnipresente también se convirtió en un hombre
en la encarnación, ahora sí puede abogar, interceder y mediar en nombre
de la humanidad como el Hijo.
EL ESPÍRITU SANTO ES EL ESPÍRITU DE JESÚS
“Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder
del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que
nacerá, será llamado Hijo de Dios”. (Lucas 1:35).
Las Escrituras inspiradas nos informan que el Espíritu Santo del único Dios
verdadero, vino sobre la virgen María para concebir sobrenaturalmente al
Hijo Cristo. Esta fue la razón por la que el Santo Hijo Cristo fue llamado
el Hijo de Dios.
(También puedes leer: Entendiendo al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo)
Por lo tanto, en vez de que el Hijo sea llamado el Hijo porque siempre ha
existido como un supuesto Dios el Hijo eterno, el Hijo es llamado en la
Escritura del Nuevo Testamento “el Hijo de Dios”, porque el Espíritu
Santo realizó el acto de la encarnación en la virgen, convirtiéndose en el
Niño nacido y el Hijo dado (Isaías 9:6 – “porque un Niño nos es nacido, un
Hijo nos es dado… y se llamará su nombre… Dios fuerte, Padre eterno”).
Ningún versículo de la Biblia dice alguna vez, que un presunto Hijo pre-
encarnado vino sobre la virgen hebrea para concebir sobrenaturalmente al
niño Cristo. Por el contrario, Lucas 1:35 demuestra que el Espíritu Santo es
el Espíritu del único Dios verdadero (Juan 17:3) que “fue manifestado en
carne, justificado en EL ESPÍRITU” que vino sobre la virgen según 1 Timoteo
3:16.
“…un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no
temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del
Espíritu Santo es” (Mateo 1:20).
El niño Cristo no fue concebido “saliendo de (Gr. Ek)” José o “saliendo de”
algún otro hombre, ya que el niño Jesús fue concebido sobrenaturalmente
“saliendo de (Gr. Ek)” María (Gálatas 4:4) y “del (saliendo del – Gr.
Ek) Espíritu Santo” (Mateo 1:20).
Aquí encontramos que el Espíritu Santo de Dios es el Padre del Mesías, y
que María es la madre biológica del Mesías, lo que nos ayuda a entender el
por qué Jesús siempre oró al Espíritu Divino como su Padre.
Con esta luz, también podemos entender cómo Jesús es plenamente
humano por causa de su madre biológica, y plenamente “Dios con
nosotros” como un hombre a causa de su Padre omnipresente.
“Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma
esperanza de vuestra vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,
un solo Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en
todos” (Efesios 4:4-6).
Observe que el único Espíritu del único Señor, es el mismo Espíritu del
único Dios y Padre “el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”. El
Espíritu Santo, es el mismo Espíritu del único Dios verdadero que es el
Padre (Juan 17:3), quien también se encarnó como el hombre Cristo.
Lo anterior, porque cuando en la encarnación el Espíritu Santo de Dios el
Padre se hizo un hombre a través de la virgen, la “sustancia del Ser” del
Padre (hipóstasis – Hebreos 1:3) fue “estampada” como una
“impresión” del Ser del Padre (karaktér – Hebreos 1:3) para unirse con
una naturaleza humana total y completa como un ser humano llamado
el Mesías con una sola personalidad, no dos.
(También te puede interesar: La unión hipostática de Cristo)
Esto explica por qué fue que solo después de la encarnación, el Espíritu
Santo del Padre también se convirtió en el hombre Cristo Jesús, y por
qué el Espíritu Santo y Jesús son llamados el mismo “Paráclito” en la
condición del humano resultante de la encarnación, que es
nuestro Defensor, Intercesor y Mediador entre Dios y los hombres.
Por lo tanto, el Señor Jesús es en el Nuevo Testamento el Espíritu que
mora en los creyentes (2. Corintios 3:17 – “el Señor es el Espíritu”), que se
llama el “Parákletos” en el singular, en lugar de “Parakletoi” en el
plural, pues el único y verdadero Espíritu de Dios que nunca fue un Paráclito
(Abogado, Intercesor, Mediador) en las Escrituras Hebreas, se convirtió en
un verdadero hombre que es nuestro Paráclito (Abogado, Intercesor,
Mediador) en las Escrituras del Nuevo Testamento, debido a su
concepción y nacimiento virginal.
Juan 14:26 demuestra que el Espíritu Santo es el Paráclito
(Abogado/Intercesor), mientras que 1 Juan 2:1 y Juan 14:16-18 demuestran
que Jesús es el Paráclito (Abogado/Intercesor).
Dado que “Paráclito” (que significa Abogado)siempre aparece en el
singular tanto para Cristo como para el Espíritu Santo, sabemos que el
Espíritu Santo tiene que ser el mismo “Paráclito” como una Persona
singular llamada Cristo, pues tanto de Cristo como del Espíritu Santo se
habla como un solo Paráclito (Un Abogado/Intercesor). Es imposible que
dos supuestas Personas divinas sean dos Personas, mientras sean un solo
Defensor e Intercesor (Paráclito).
“Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador (Paráclito) para que
los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede
aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero vosotros sí le conocéis,
porque vive con vosotros y estará en vosotros«. No los voy a dejar
huérfanos; volveré a vosotros” (Juan 14: 16-18 NVI).
Note que Jesús se refirió al Paráclito como “Él” en Juan 14:16-17, pero en
Juan 14:18 Jesús claramente declaró: “No los voy a dejar huérfanos;
VOLVERÉ A VOSOTROS”.
Es evidente que Jesús usó a menudo el “lenguaje figurado” (Juan 16:25) o
habló de una manera velada acerca del Santo Espíritu de verdad como un
“Él”, para ocultar su verdadera identidad como ese Espíritu de verdad que
permanecería en sus discípulos después de su muerte y resurrección (Isaías
45:15 – “Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que
salvas”).
El contexto de Juan 14:16-18, demuestra que el “otro” (allos) Consolador
(Paráclito), es el mismo “Espíritu de verdad” que vivió con sus discípulos
en la carne como Jesús, pero que Jesús volvería “diferente” o en “otra”
manifestación como el nuevo Consolador (Paráclito) cuando dijo: “No los
voy a dejar huérfanos; volveré a vosotros”.
Observe que el adjetivo griego “allos”, simplemente significa “otro o
diferente”, y que Juan 14:16 nunca dice que el Espíritu Santo sea “otra”
persona. En Mateo 13:24 Jesús presentó otra (allos) parábola.
Mateo 2:12 dice que los reyes sabios “regresaron a su tierra por otro (allos)
camino”. Mateo 13:5 dice que “otra (allos) parte cayó en pedregales”. Por lo
tanto, el adjetivo griego “allos” puede significar “otro” o “diferente”,
como una “manifestación” diferente. Por lo tanto, “allos” no requiere de
otra persona en Juan 14:26.
Jesús moró CON los discípulos como el Paráclito (abogado e
intercesor)en la carne, pero Él prometió ser el Paráclito (Abogado) que
habitaría EN ellos en “otra” (o “diferente”) manifestación como el Espíritu
Santo que moraría dentro de sus cuerpos.
Si esta no es la interpretación correcta de las Escrituras, desafío a los
trinitarios a que citen un solo versículo en el que se muestre a Jesús orando
al Espíritu Santo como una Persona divina y distinta de su Padre Celestial.
Puesto que Jesús nunca oró al Espíritu Santo como alguien distinto a la
Persona Espíritual Celestial del Padre, sabemos que Jesús nunca podría
haber hecho referencia al Espíritu Santo como otra Persona Divina aparte de
Él.
“…Tenemos ante el Padre a un intercesor (Paráclito), a Jesucristo, el Justo”.
(1. Juan 2:1 NVI).
“Pero el Consolador (Paráclito), el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará
en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que
les he dicho”. (Juan 14:26 NVI).
¿Tenemos dos Abogados o Intercesores que median entre Dios y los
hombres, o uno solo? Juan 14:26 demuestra que el Padre envió al Espíritu
Santo, pero Gálatas 4:6 dice que “Dios envió a vuestros corazones el
Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”.
Ya que 1 Timoteo 2:5 demuestra que “hay un solo Dios y un solo mediador
entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”, entonces Jesús tiene que
ser el Espíritu de verdad en su condición del Espíritu Santo que mora en
nosotros.
Romanos 8:26 prueba que el Espíritu Santo intercede ante Dios, pero
Romanos 8:9 y Romanos 8:34 demuestran que ese Espíritu Santo es el
Espíritu de Cristo.
“Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el
Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de
Cristo, no es de Él”. (Romanos 8:9).
El Espíritu es descrito como nuestro “Consolador” en Juan 14:26, pero
Romanos 8:26-27 dice:
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué
hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo
INTERCEDE por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los
corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la
voluntad de Dios INTERCEDE por los santos”. (Romanos 8:26-27).
El primer ‘intercede’ en Romanos 8:26, es en el griego una forma doble del
verbo ‘huperentugkhano’ [‘huper’ significa ‘en nombre de’ – ‘entugkhano’
significa ‘interceder’, ‘hacer petición’ o ‘suplicar’], de modo que esta idea
del Espíritu como nuestro Intercesor o nuestro abogado defensor, está
doblemente enfatizada.
El segundo ‘intercede’, tal como aparece en Romanos 8:27 es entugkhanó,
que literalmente significa “interceder, hacer petición” o “suplicar”. El
mismo verbo griego entugkhano, se usa para indicar a Jesús
“intercediendo” por nosotros en Romanos 8:34 y en Hebreos 7:24-25.
“¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que
también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede (entugkhano) por nosotros”. (Romanos 8:34).
“Mas éste [Jesús], por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio
inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él
se acercan a Dios, viviendo siempre para INTERCEDER (entugkhano) por
ellos”. (Hebreos 7:24-25).
Juan 14:26 dice que el Espíritu Santo es nuestro Paráclito que “aboga” e
“intercede” ante Dios por nosotros, mientras que 1 Juan 2:1 y Juan 14:16-
18 llaman a Jesús nuestro Paráclito que aboga e intercede ante Dios por
nosotros.
Romanos 8:26-27 demuestra que el Espíritu Santo está intercediendo por
los santos según la voluntad de Dios, pero Romanos 8:34 y Hebreos 7:24-
25 demuestran que Jesucristo es nuestro único mediador entre Dios y
los hombres, que está haciendo intercesión ante Dios en nombre de la
humanidad.
¡Cómo es que los trinitarios pueden creer en dos “INTERCESORES” que
abogan e interceden ante el Padre como nuestro único Paráclito, mientras
que piensan que éstos siguen siendo coiguales con el Padre! ¿Podría una
supuesta Persona que no se encarnó llamada el Espíritu Santo, abogar e
interceder ante Dios, mientras sigue siendo coigual?
Lucas 1:35 y Mateo 1:20, demuestran que el Espíritu Santo del Padre se
hizo un hombre a través de la virgen hebrea. Esto explica por qué el Espíritu
Santo que se convirtió en un hombre en la encarnación, puede ahora
“interceder” por los santos “conforme a la voluntad de Dios” en
Romanos 8:27.
Dado que el mismo verbo griego “entugkhano” es usado cuando el Espíritu
Santo o Jesús hacen “intercesión”, sabemos entonces que el Espíritu que
mora en nosotros es el Espíritu del Cristo resucitado que “conforme a la
voluntad de Dios intercede por los santos”.
Si el Espíritu Santo es una Persona Divina, distinta y coigual con el Padre,
¿Cómo pueden los trinitarios explicar que tanto Jesús como el Espíritu Santo
como dos Personas Divinas exactamente iguales, puedan interceder por la
humanidad ante el Padre? ¿Puede una Persona Divina, coigual, distinta y no-
encarnada, orar o interceder ante Dios mientras que es verdaderamente
coigual? Por lo tanto, la única explicación viable que sostiene la deidad de
Cristo, es que el Espíritu Santo de Dios que es el Espíritu del Padre, para
salvarnos también se convirtió en un hombre en la encarnación.
Dado que los trinitarios, los arrianos y los socinianos creen que el Espíritu
Santo no es la misma Persona que el Hijo, entonces solo la Teología de la
Unicidad trae armonía a todos los datos de las Escrituras, pues el Espíritu
Santo del único Dios verdadero que es el Padre, también se hizo un hombre
en la encarnación.
Esto explica cómo el Espíritu Santo es el Espíritu del Hijo (a través de la
encarnación) que ahora aboga, intercede y media por la humanidad ante
el Padre como nuestro único mediador entre Dios y los hombres (1
Timoteo 2:5).
JESÚS ES EL ESPÍRITU QUE HABLA A LAS
IGLESIAS EN APOCALIPSIS 1-3
Apocalipsis 1:17-19, demuestra que Jesús es el que habla a las siete
iglesias en Asia Menor desde Apocalipsis 1:19 hasta Apocalipsis 3:22.
Apocalipsis 1:17-19 dice: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso
su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el
que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los
siglos, amén, y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Escribe las cosas
que has visto…”.
Si usted tiene una Biblia en la que se destacan con color rojo las palabras de
Jesús, notará que las palabras de Jesucristo empiezan en Apocalipsis capítulo
1, y terminan en Apocalipsis 3:22 donde Jesús completa sus palabras a las
siete iglesias de Asia Menor, diciendo:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Aquí Jesús se
identificó a sí mismo como “el Espíritu” que habló a las siete iglesias de
Asia Menor. Por lo tanto, Jesús es el Espíritu Santo del propio Padre, que
también se convirtió en un hombre en la encarnación a través de la virgen.
SOLAMENTE LA TEOLOGÍA DE LA UNICIDAD
TRAE ARMONÍA A TODAS LAS ESCRITURAS
El Espíritu Santo es el Espíritu que se convirtió en el Hijo Cristo en la
encarnación. Es por eso que el Espíritu Santo es Cristo, que es llamado el
“Parákletos” en el singular, en lugar de “Parakletoi” en el plural, pues dos
Personas como dos Personas, no pueden funcionar como un solo “Paráclito”
(un “abogado” e “intercesor”) mediando nuestro caso ante Dios el Padre.
Por lo tanto, si Dios consistiera realmente de otras Personas Divinas, una
segunda y una tercera Personas Divinas de una Trinidad, entonces la Biblia
debería usar la palabra griega “Parakletoi” en el plural para el Hijo y el
Espíritu Santo, en lugar de “Parákletos” en el singular.
Incluso, si los trinitarios insisten en contra de la evidencia lingüística que
demuestra que dos “Parakletoi» no pueden funcionar como un solo
“Paráclito”, sino como dos Abogados que Interceden y Median, esto hace
imposible que el Hijo y el Espíritu sean verdaderamente dos Personas
distintas y coiguales para con el Padre, mientras que sirven como dos
Parakletoi (dos Abogados, dos Intercesores, y dos Mediadores).
Los trinitarios no pueden alegar que el Espíritu Santo sea una Persona Divina
no-encarnada y coigual, que de alguna manera intercede ante Dios mientras
que sigue siendo coigual con Él, pues Dios como Dios es la autoridad
suprema.
Si una Persona Divina en su condición de Persona Divina intercediera ante
una autoridad superior, entonces esa llamada Persona Divina no podría ser
coigual. Por lo tanto, la única visión teológica que armoniza con todos los
datos bíblicos, es la Teología de la Unicidad.
LA VERDAD SOBRE EL ESPÍRITU SANTO
«¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?» (Hechos 19:2). Si no es así,
a usted le falta recibir esta promesa de Dios que está disponible para todos
los que creen en Él, como lo dice la Escritura (Juan 7:38-39). Todo lo que
tiene que hacer es arrepentirse, bautizarse en el nombre de Jesús, y recibir el
don del Espíritu Santo con la señal de hablar en otras lenguas.
¿Qué es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios. Este Espíritu de Dios, que es el
mismo Espíritu que moraba en Cristo (Juan 14:17-18; Romanos 8:9-10),
puede también morar dentro del cuerpo humano. «¿O ignoráis que vuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis
de Dios, y que no sois vuestros?» (1. Corintios 6:19). «¿No sabéis que sois
templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?» (1. Corintios
3:16).
Al momento cuando el Espíritu Santo hace su residencia dentro del cuerpo
humano, se le refiere como «recibir el don del» o «ser bautizado con» el
Espíritu Santo» (Hechos 10:47; 11:16-17). El propósito de la venida del
Espíritu, es consolar y enseñar. «Más el Consolador, el Espíritu Santo, a
quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os
recordará todo lo que yo os he dicho» (Juan 14:26).
La Promesa del Espíritu Santo:
«Pedro les dijo, Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre
de Jesucristo para perdón de los pecados y recibiréis el don del Espíritu
Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para
todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare»
(Hechos 2:38-39).
El Espíritu Santo fue prometido primero en el Antiguo Testamento. «Y
después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán
vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros
jóvenes verán visiones y también sobre los siervos y sobre las
siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días» (Joel 2:28-29).
Juan el Bautista, el precursor de Jesucristo, repitió la promesa, «Yo a la
verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí,
cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os
bautizará en Espíritu Santo y fuego» (Mateo 3:11).
En el capítulo catorce del libro de Juan, Jesús prometió a sus discípulos que
Él mismo regresaría a ellos en la forma del Consolador, o Espíritu de
Verdad, llamado el Espíritu Santo, después de su ascensión a los cielos.
Antes, Jesús había hablado de la promesa como ríos de agua viva brotando
del creyente.
«El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de
agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en
él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido
aún glorificado» (Juan 7:38-39).
En el libro de Lucas, fue registrada la seguridad que Jesús nos da, de que el
Espíritu Santo es un buen regalo de Dios, y que Él gratamente nos lo dará si
lo deseamos y lo buscamos. «Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que
busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le
pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis
dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro padre
celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» (Lucas 11:9-13).
Dios desea que todos tengan su Espíritu morando en ellos. Todo lo que el
hombre tiene que hacer, es creer en Él como dice la Escritura (Juan 7:38),
arrepentirse y bautizarse en el nombre de Jesús (Hechos 2:38), y pedir a
Dios la promesa del Espíritu Santo y lo recibirá Lucas 11:10).
La Iglesia Primitiva Recibió el Espíritu Santo:
Jesús, en otra referencia al ser lleno con el Espíritu Santo, dio un
mandamiento a sus discípulos. «He aquí, yo enviaré la promesa de mi
Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén,
hasta que seáis investidos de poder desde lo alto» (Lucas 24:49).
Aproximadamente ciento veinte discípulos obedecieron el mandamiento de
Jesús, y en el día de Pentecostés en la ciudad de Jerusalén, hace casi dos mil
años, Jesús cumplió con su promesa:
«Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de
repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el
cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas
repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron
todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas,
según el Espíritu les daba que hablasen» (Hechos 2:1-4).
Los versículos citados arriba, registran el principio de una de las experiencias
más maravillosas al alcance del hombre, porque el cumplimiento de la
promesa había empezado con estos primeros ciento veinte. Joel profetizó a
TODA carne (Joel 2:28). Jesús dijo que TODO AQUEL que pide, recibe (Juan
11:10). En el mismo día de Pentecostés del derramamiento inicial, Pedro
hablaba de la continuación de la promesa.
Muchos curiosos se reunieron alrededor de los que habían recibido la
promesa para ver qué era lo que había causado tanta conmoción. Pedro
aprovechó la oportunidad para explicar que esto fue lo dicho por el profeta
Joel, y que Jesús, a quien ellos habían crucificado injustamente, es Señor y
Cristo. Ellos, siendo convencidos en sus corazones, le rogaron a Pedro y a los
demás Apóstoles que les dijeran lo que debían hacer (Hechos 2:37).
Pedro les dijo que si se arrepentían y se bautizaban en el nombre de Jesús,
ellos también recibirían el don del Espíritu Santo. Aún extendió la promesa
más allá de los tres mil que lo aceptaron aquel día (Hechos 2:41):
«Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos
los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare» (Hechos
2:39). «Todos los que están lejos», incluye a todas las naciones desde aquel
día hasta ahora. La promesa existe para todos los que la deseen, porque Dios
está llamando a todos al arrepentimiento (2. Pedro 3:9).
Muchos creyeron y recibieron la promesa durante el tiempo de los
Apóstoles. Habiendo recibido poder para ser testigos al venir el Espíritu
Santo sobre ellos (Hechos 1:8), los discípulos llevaron el evangelio del Señor
Jesucristo a todo el mundo conocido.
Felipe llevó el mensaje a Samaria, donde muchos creyeron y fueron
bautizados:
«Cuando los Apóstoles oyeron que Samaria había recibido la palabra de
Dios, enviaron a Pedro y Juan para orar por ellos para que recibieran el
Espíritu Santo. «Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu
Santo» (Hechos 8:17). Así los samaritanos, antes considerados excluidos de
la vida eterna por los judíos, llegaron a ser participantes de la promesa del
Padre.
Pedro aún entregó el mensaje del Señor Jesús a la casa gentil de Cornelio.
No obstante, no lo hizo hasta que Dios le había asegurado por una visión
que la promesa de Dios pertenecía a todo hombre creado por Dios, no
importa de qué nación, tribu o lengua sea.
Al fin, habiendo entendido esta verdad de Dios, Pedro fue a Cesárea.
Mientras Pedro aún les hablaba de las cosas de Cristo, el Espíritu Santo
cayó sobre los que oían el discurso (Hechos 10:44). Dios probó una vez
para siempre, que Él no hace acepción de personas (Hechos 10:34).
Dios llenó aún a Saulo, uno de los perseguidores de la iglesia primitiva, con
su Espíritu. Saulo, cuyo nombre fue cambiado a Pablo, confesó que él era el
primero de los pecadores antes que Dios le salvara (1. Timoteo 1:15). Sin
embargo, Dios le llenó con el Espíritu Santo (Hechos 9:17) e hizo de él un
gran misionero del Evangelio del Señor Jesucristo. Llevó el mensaje a
muchas naciones.
En Hechos, capítulo 19, leemos que Pablo llevó la verdad del Espíritu
Santo a unos discípulos de Juan el Bautista en Éfeso. Al conocerles, Pablo les
preguntó si habían recibido el Espíritu Santo cuando creyeron. Averiguando
que ni siquiera habían oído si había algún Espíritu Santo, Pablo les explicó la
Palabra de Dios más exactamente. Entonces, sobre la confesión de su fe en
Jesucristo, los bautizó en el nombre de Jesús, imponiéndoles las manos y
ellos recibieron el don del Espíritu Santo. Saulo, el perseguidor de la fe
cristiana, llegó a ser Pablo el propagador del Evangelio de Jesucristo.
En la iglesia primitiva, la promesa del Espíritu Santo fue disponible a
todos quienes obedecieron a Dios (Hechos 5:32). Muchos obedecieron y
muchos recibieron. La promesa todavía está disponible a todos los que
obedecen a Dios. Millares están obedeciendo y millares están recibiendo la
promesa.
¿Es Esencial Recibir el Espíritu Santo?
Sí, es esencial recibir el Espíritu Santo para obtener completa salvación
bíblica. El Espíritu Santo es un don de Dios, que se recibe como resultado
de obediencia y fe en Él (Hechos 5:32). Si el hombre obedece los
mandamientos de Dios de arrepentirse y bautizarse en el nombre de Jesús,
tiene la promesa de recibir el Espíritu Santo (Hechos 2:38). Dios no rompe
sus promesas. Si el hombre obedece estos mandamientos, recibirá el
Espíritu Santo.
(Te puede interesar: ¿Es Necesario Recibir El Espíritu Santo?)
Jesús usó el verbo «correrán» [o «brotarán»] con referencia al Espíritu
Santo que reciben los que creen en Él, como dice la Escritura (Juan 7:38).
Juan dijo que los que creyeran en Él «habían de recibir» el Espíritu
Santo (Juan 7:39).
Pedro dijo que si se arrepentían y bautizaban en el nombre de Jesucristo,
«recibirán» el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38). Estas citas bíblicas nos
dicen que el Espíritu Santo es un resultado positivo de obediencia a los
mandamientos del Señor Jesucristo. «El que dice: yo le conozco, y no guarda
sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él.» (1. Juan
2:4)
Jesús lo dijo muy claramente cuando hablaba con Nicodemo. «De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede
entrar en el reino de Dios» (Juan 3:5). Ser NACIDO DEL ESPÍRITU es
una referencia simbólica a ser lleno con el Espíritu Santo.
Jesús murió en la cruenta cruz por nuestros pecados, fue sepultado en un
sepulcro prestado, y el tercer día resucitó victoriosamente sobre la muerte y
el hades. Este es el Evangelio del Señor Jesucristo que el hombre tiene que
obedecer.
Todos tienen que morir a sus pecados en el arrepentimiento, ser sepultados
con Él en el bautismo, y resucitar a una vida al nacer del Espíritu. El
Espíritu Santo da al creyente una vida nueva en Cristo, pues la Escritura dice:
«…mas el espíritu vivifica» (2. Corintios 3:6).
En el capítulo ocho de Romanos, Pablo habla de la vida en el Espíritu. Él
dice muy claro que los que son llenos con el Espíritu Santo serán
arrebatados, y que los que no son llenos con el Espíritu Santo no tienen la
bendita esperanza en la próxima venida de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo.
«Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el
Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de
Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está
muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el
Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el
que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que mora en vosotros» (Romanos 8:9-11). Para
obtener la esperanza de completa salvación bíblica, el hombre tiene que
ser lleno con el Espíritu Santo.
La Señal Inicial de Recibir el Espíritu Santo:
Una persona nacida del Espíritu, mostrará el fruto del Espíritu. «Mas el fruto
del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley» (Gálatas 5:22-23).
Conforme ellos crecen en el Espíritu, ellos manifestarán los dones del
Espíritu.
«Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra
de ciencia, según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro,
dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro
profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de
lenguas; y a otro, interpretación de lenguas» (1. Corintios 12:8-10).
Sin embargo, cuandouna persona recibe inicialmente el bautismo del
Espíritu Santo, él hablará en otras lenguas según el Espíritu le dé que
hable. Esta evidencia de la llenura del Espíritu Santo, es separada y es
diferente al don de lenguas.
Isaías lo profetizó: «Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua
hablará a este pueblo» (Isaías 28: 11). Jesús lo confirmó: «El viento sopla de
donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va;
así es todo aquel que es nacido del Espíritu (Juan 3:8). Jesús habló
nuevamente de la evidencia de aquellos que creerían, diciendo
«. . . hablarán en otras lenguas» (Marcos 16:17).
Jesús dijo que se escucharía la voz de todos los que habían nacido del
Espíritu (Juan 3:8), y esto fue una realidad en el día de Pentecostés:
«Y fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen (Hechos 2:4). Pedro
reconoció que Cornelio y toda su casa habían recibido el Espíritu Santo,
«Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios»
(Hechos 10:46). Pablo impuso sus manos sobre los Efesios para
que recibieran el Espíritu Santo, «… y hablaban en lenguas y
profetizaban» (Hechos 19:6).
Aún en estos días, cuando alguien es nacido del Espíritu, pasa lo mismo.
Ellos hablan en lenguas según el Espíritu les da que hablen. Las lenguas
seguirán a la llenura del Espíritu, como una consecuencia natural.
Conclusión sobre recibir el Espíritu Santo
El bautismo del Espíritu Santo es prometido a todos los que lo pidan y estén
dispuestos a arrepentirse y ser bautizados en el nombre de Jesús para
recibirlo. El bautismo del Espíritu Santo debe desearse sobre todo, porque
sin él, usted no pertenece a Cristo (Romanos 8:9). Cuando un individuo
recibe el Espíritu Santo, él hablará en otras lenguas según el Espíritu le
dé que hable.
Cualquier persona que se ha arrepentido, que ha sido bautizada en el
nombre de Jesús, y que desea el Espíritu Santo, debe pedírselo a Dios
creyendo con fe. Dios quiere que ellos lo tengan, y si ellos se someten a
Él, Dios derramará de su Espíritu sobre ellos.
Cualquiera que no se ha arrepentido de sus pecados, o no ha sido
sumergido en agua en el nombre de Jesús, debe hacerlo. Así ellos también
tendrán la oportunidad de recibir el Espíritu Santo. Haciendo esto, ellos se
embarcarán en una vida nueva, llena de gozo y paz sirviendo a Dios.
Es sólo por la misericordia de Dios que el hombre puede vivir, caminar,
cantar y adorar en el Espíritu. Cualquiera que no aprovecha esta
oportunidad, está lejos de la llenura completa que Dios desea que el hombre
tenga de Él. ¡Sí! ¡la vida en el Espíritu es fundamental para el hombre en la
tierra¡ ¡Y lo que es más hermoso, es que la vida en el Espíritu es eterna!