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I. Lee atentamente el siguiente texto y escucha las preguntas que la
profesora irá realizando durante la lectura:
Emoción y empatía animal
Nidia García Hernández, Santa Cruz de Tenerife — 18 de septiembre de 2016.
1. Cada vez son más las pruebas que demuestran que leer los sentimientos ajenos no
es exclusivamente humano. Se trata de empatía, la habilidad que posibilita ponerse en
el lugar del otro. Algunos animales pueden haber seguido ese trazado evolutivo.
2. En la Antártida, una foca es
transportada sobre el vientre de
una ballena jorobada. Ésta se ha
dado la vuelta sobre sí misma
para proporcionar al angustiado
animal un improvisado bote
salvavidas. Mientras, un grupo
de orcas rodea al cetáceo,
esperando un descuido que haga
caer al aterrorizado pasajero; ya
que el abdomen que lo salvaguarda es, también, resbaladizo y en el estrés del
momento termina deslizándose por sus pliegues. Va directa al agua sin que las orcas le
quiten ojo cuando, repentinamente, la ballena eleva una de sus aletas y evita la caída.
Mantendrá a la foca así, en equilibrio, hasta alcanzar ésta una placa de hielo segura.
3. La escena, digna de película, fue supuestamente presenciada por los científicos
Robert Pitman y John Durban, que se encontraban estudiando las técnicas de caza de
las orcas. Fue un momento único, el registro de un comportamiento asombroso que
dejaría atónita a la comunidad científica y, posteriormente, al mundo. Haciendo
obligatorio preguntarse: ¿habrá ocurrido esto con anterioridad? ¿A qué responde una
conducta así? Pues no se trata de una madre protegiendo a su cría o de la defensa del
grupo; ni siquiera comparten especie, por lo que achacarlo a un instinto de
perpetuidad o de custodia genética no parece encajar en el patrón.
4. ¿Qué ha ocurrido entonces? Da la impresión de ser un acto solidario, una respuesta
compasiva, casi heroica. Una generosidad que aparenta ir más allá del mero instinto,
como activada por esa cualidad que tendemos a considerar tan humana y que
llamamos empatía.
Felinos salvajes y bebés babuinos
5. El salvamento protagonizado por la ballena no parece ser el único ejemplo, al
contrario, cuanto más se observa el comportamiento animal, más pruebas de esta
conducta salen a la luz. Como ocurrió durante el rodaje del documental El ojo del
leopardo, donde un equipo de National Geographic seguía los pasos de una leopardo
bautizada como Legadema.
6. Ésta acababa de cazar un babuino al que arrastraba por el tronco de un árbol. Lo
arrastraba del cuello cuando percibió que, colgando de él, se encontraba un diminuto
bebé babuino. La cría, que tenía unos pocos días de vida, cayó al suelo y permaneció
allí asustada. En ese momento, Legadema pareció olvidar sus instintos más primarios y
abandonó su captura, centrando su atención en la cría. Se tumbó junto a ella y se
dedicó a darle delicados toques que parecían caricias, con las mismas garras que
acababan de poner fin a la vida de su madre.
7. La conmovedora escena fue interrumpida por una manada de hienas que apareció
atraída por el olor del cadáver. Rápidamente, Legadema tomó con cuidado al
minúsculo bebé y lo colocó en lo alto de un árbol para mantenerlo a salvo y poder
espantar a las intrusas.
8. Lo que ocurrió a continuación fue
sorprendente. La leopardo atrajo al temeroso
bebé a su lado, como movida por un
repentino instinto maternal, y pasó la noche
acurrucada junto a él, intercalando
lametazos y gestos delicados. Esto no
impidió que el babuino falleciese a la mañana
siguiente pues era demasiado pequeño para
subsistir sin su madre.
9. Babuinos y leopardos son enemigos
naturales, siendo habitual las agresiones
entre ellos. Es más, la propia Legadema
había escapado del ataque de un grupo de babuinos cuando era sólo un cachorro. Lo
que hace más inaudito este comportamiento.
10. ¿Qué se activa en un animal salvaje para romper con la categoría de presa tan
bien asentada? Especialmente, cuando sabemos que la caza tiende a centrarse en el
individuo más débil, una cuestión práctica que intenta garantizar el éxito. Entonces, ¿a
qué se deben estas raras excepciones? ¿Son realmente tan puntuales o suceden a
nuestras espaldas, en más ocasiones de las que creeríamos?
11. El fotógrafo Evan Schiller pudo captar un suceso parecido, pero, esta vez, entre
leones. Se encontraba en un safari en Botswana cuando, un momento de bullicio entre
unos árboles, llamó su atención: una leona acababa de atrapar a un babuino mientras
el resto del grupo se refugiaba en lo alto de las ramas.
12. Una escena normal en África que terminó volviéndose extraordinaria al percatarse
Schiller del pequeño babuino que se descolgaba del cuerpo moribundo de la madre. El
mismo impulso curioso que había tenido la leopardo, pareció invadir a la leona, dando
lugar a una serie de fotografías históricas. En ella se puede ver como la leona
mantiene al pequeño en su regazo, sin ejercerle daño alguno. El babuino se atreve,
incluso, a intentar mamar de ella, como queriendo aceptar a esta madre temporal. La
familia de babuinos, que se mantenía expectante sobre los árboles, aprovechó un
descuido de la leona para recoger al bebé, dejando un final feliz en esta asombrosa
historia.
El desarrollo de la empatía
13. La empatía es la habilidad que
posibilita el que nos podamos
ponernos en el lugar del otro,
siendo capaces de percibir su dolor
o su alegría como nuestro. Ese
sentimiento nos incita a ayudar y
a colaborar con el resto, un
principio evolutivo que resulta
favorable: leer el sentir ajeno es
sinónimo de supervivencia.
14. Empezando, en primer lugar,
por la propia descendencia. Algo particularmente relevante entre los mamíferos, cuya
prole necesita del cuidado de los padres durante los primeros años. En un escenario
así, empatizar con las necesidades de los hijos, siendo sensibles a sus señales
emocionales, resulta obligatorio.
15. En segundo lugar, se trata de una cuestión clave a la hora de convivir en manada,
ya que un grupo que tiende a la cooperación, aumenta sus opciones de subsistir. La
empatía nos impulsa a cuidar de enfermos o ancianos y, al mismo tiempo, ayuda a
obtener conexiones más fiables y, por tanto, duraderas. Aumentando la calidad del
grupo, crece también nuestra esperanza de vida. Lo que demuestra como algo tan
aparentemente desprendido responde, inicialmente, a interés propio, a pura
supervivencia.
16. Una costumbre ancestral, como se vislumbra en los hallazgos fósiles, tales como
los restos de un Homo heidelbergensis, cuya cadera fue rebautizada por el
paleoantropólogo Ignacio Martínez como “Elvis”. Al datarla se descubrió que nuestro
antepasado llegó a vivir 45 años, una cifra espectacular para la época y más si
tenemos en cuenta que, el portador de “Elvis”, padecía una enfermedad degenerativa
en la columna, lo que lo habría dejado lisiado prácticamente desde la infancia. Sin
embargo, sobrevivió y lo hizo durante toda una vida, algo que sólo puede responder a
la ayuda del grupo. No se le abandonó ni se le dejó atrás, al contrario, los vínculos y el
afán de colaboración, le permitieron correr mejor suerte.
Pruebas de empatía animal
17. Se ha demostrado que todos los mamíferos son capaces de mostrar algún tipo de
empatía, a distintos niveles según el caso. Por ejemplo, si un animal se muestra feliz y
contento, es normal que el resto de su grupo adopte la misma emoción; un efecto
espejo que se conoce como “contagio emocional”. La muestra más visceral de este tipo
de empatía es el reflejo de bostezo, una reacción inmediata, prueba del arraigo de esta
capacidad.
18. Los animales más
complejos, en cambio, van
mucho más allá, tratando
de entender los orígenes
del estado emocional del
otro. Es decir, buscan
entender las causas de esa
felicidad o tristeza. Esto se
produce entre primates,
pero también en delfines y
elefantes.
19. Una de las pruebas más convincentes de empatía animal surgió en 1964, en la
Universidad de Northwestern, a raíz de la investigación con un grupo de monos rhesus.
Para ello, el grupo de psiquiatras colocó una cadena de la que el mono podía tirar para
obtener comida, pero uno de sus compañeros recibía una descarga eléctrica. Al
percatarse, los monos se negaron a obtener comida por este medio. Uno de ellos pasó
12 días sin tirar de la cadena, después de observar como otro recibía una descarga.
Prefirieron, literalmente, morir de hambre antes que dañarse entre ellos.
20. Tratar de estructurar el mundo, adaptándolo únicamente a la medida humana, es
un error. El propio lenguaje intenta desligarnos de nuestro entorno, utilizando el
adjetivo “animal” para lo burdo e insensible y el de “humano” como alabanza a todo
lo bueno. Por suerte, cada vez hay menos rechazo a la idea de una aproximación entre
especies, donde seguirá habiendo diferencias, pero sin obviar lo que nos conecta, lo
que nos “humaniza”.
21. La empatía, de hecho, seguramente sea una parte más de nuestra herencia
primate. Aceptarlo y hacerlo sin una visión segregacionista es abrir la puerta a un
sinfín de posibilidades. Movidos como estamos por encontrar otras vidas inteligentes
con la que conectar, sería absurdo no explorar un punto de partida tan cercano como
el de nuestros cohabitantes. Un cambio de esquemas importante, ya que supondría
recomponer criterios y apostar por unas leyes más justas para todos, pero, ¿no sería
eso lo que cabría esperar de nosotros, la más empática de las especies?
Fuente: https://www.eldiario.es/canariasahora/premium-en-abierto/emocion-empatia-
animal_1_3826751.html#:~:text=Pruebas%20de%20empat%C3%ADa%20animal,se
%20conoce%20como%20%E2%80%9Ccontagio%20emocional%E2%80%9D
II. Junto con un compañero, respondan las siguientes preguntas:
1. Según el texto, ¿cuáles son los beneficios de la empatía?
2. ¿Cuál ejemplo de empatía animal les gustó más? ¿Por qué?
3. ¿De qué modo podrían replicar ese ejemplo a nuestra vida cotidiana?