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Introducción al Derecho Civil

El documento introduce conceptos clave del derecho como derecho natural, positivo, público y privado. Explica que el derecho es el conjunto de normas que rigen la sociedad y solventan conflictos. También clasifica el derecho en objetivo y subjetivo.

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Introducción al Derecho Civil

El documento introduce conceptos clave del derecho como derecho natural, positivo, público y privado. Explica que el derecho es el conjunto de normas que rigen la sociedad y solventan conflictos. También clasifica el derecho en objetivo y subjetivo.

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@puntes de cl@ses 01

INTRODUCCIÓN AL DERECHO CIVIL

I. Introducción.
Se entiende por Derecho al conjunto de normas de carácter general
que se dicta para dirigir a la sociedad a fin de solventar cualquier conflicto
de relevancia jurídica que se origine.
II. Etimología.
La etimilogia es la rama de la lingüística que estudia el origen la estructura
la evolución y el significado de las palabras. Tratándose del origen cabe
añadir que se refiere el origen en otro lengua como en estos caso es el latin
respecto al castellano. En efecto Derecho es una palabra española que
proviene de latin vulgar directum que en su sentido figurado significa “ lo
que esta conforme la regla, a la ley a la norma”
Directum es participio pasivo del verbo latino dirigere que significa dirigir.
Este ultimo esta constituido por el pre fijo continuativo di y la forma verbal
régere, regir. Si régere equivale a guiar, conducir o gobernar y di indica la
contiuidad de este acto, derecho significa etimológicamente la manera o
forma habituar de guiar, conducir o gobernar.
Teniendo en cuenta que en la palabra latina directum hay tanto el prefijo
continuativo di como el reduplicativo re,ambos provenientes de las raíces
arias, la significación etimológica e la palabra derecho seria, como lo
sugiere Mario Alzamora Valdez “ordenamiento firme, estable, permanente”
(p.26).
III. La diosa romana Iusitia
La representación de la diosa romana Iustitia (la Dama de la Justicia) la
muestra equipada con tres símbolos del derecho: la espada, que simboliza
el poder coercitivo del Estado; la balanza simboliza el equilibrio entre los
derechos de los litigantes; y la venda sobre los ojos representa la
imparcialidad
IV. Concepto
El derecho es el conjunto de reglamentaciones, leyes y resoluciones,
enmarcadas en un sistema de instituciones, principios y normas que
regulan la conducta humana dentro de una sociedad, con el objetivo de
alcanzar el bien común, la seguridad y la justicia.
Otro concepto.
El Derecho es un conjunto de principios que impone norma y deberes que
regula la conducta humana y cuya base fundamental es la justicia y la
igualdad en una sociedad.
V. Características.
a. Es normativo.- ya que está constituido por normas obligatorias de la
conducta ciudadana.
b. Es bilateral.- porque necesita de la interactividad de dos o más
personas
c. Es coercitivo.- porque en caso de incumplimiento, es aplicable la
fuerza para obtener la ejecución de la conducta prescripta
d. Es general.- ya que se obligatoria a todas las personas.
e. Es evolutivo.- porque se adapta al desarrollo de la vida social.
VI. Derecho Objetivo y Derecho
El derecho objetivo puede responder a distintas significaciones:
El conjunto de reglas que rigen la convivencia de los hombres en sociedad.
Norma o conjunto de normas que por una parte otorgan derechos o
facultades y por la otra, correlativamente, establecen o imponen
obligaciones.
Conjunto de normas que regulan la conducta de los hombres, con el objeto
de establecer un ordenamiento justo de convivencia humana.
El derecho subjetivo se puede decir que es:
La facultad que tiene un sujeto para ejecutar un acto con determinada
conducta o abstenerse de ella, o para exigir de otro sujeto el cumplimiento
de su deber.
La facultad, la potestad o autorización que conforme a la norma jurídica
tiene un sujeto frente a otro u otros sujetos, ya sea para desarrollar su
propia actividad o determinar la de aquellos.
Es una concesión de autoridad otorgada por una norma jurídica una
persona o grupo en virtud de la cual queda legitimada para desplegar una
determinada conducta sobre una o más personas o cosas.
El derecho subjetivo se clasifica en:
Derechos políticos (derecho de sufragio, a ser electo, a asociarse
políticamente y a ser jurado).
Derechos privados, que se subclasifican en:
Derechos personales o créditos (aquellos de donde nacen las obligaciones
correlativas).
Derechos reales (aquellos que se ejercen sobre cosas, sin respecto a
determinada persona).
VII. Clasificación del Derecho
Cabrera y Quitana (2013), señala
a. Derecho natural.
El que la naturaleza da a todas las personas como el derecho a la vida,
al honor a la libertad, al bienestar, a la moral, a la seguridad, a la cultura,
etc. Es innato al individuo nace y se desarrolla con el individuo así por
ejemplo el derecho a la vida a la libertad a la cultura.

b. Derecho positivo.
Es el derecho Natural expresado en normas, en otras palabras, es los
conjuntos de leyes, que están vigentes en el momento de que se habla.
Se trata del derecho objetivo que es sinónimo de Ley, Legislación,
Código.
Se diferencia esencialmente del Derecho Natural en que este último es
invariable, mientras que el Derecho Positivo puede modificarse por la
misma autoridad que lo ha establecido. En otras palabras, emana del
Derecho Natural, pero se expresa en normas escritas.
Ahora pues el Derecho Positivo se divide en Derecho público y Derecho
Privado. Clasificación antigua es del jurista romano Domicio Ulpiano,
que se expresa en el célebre pasaje “publicum just est quod ad stastum
rei romanae spectal, privatum quod ad singulorum utilitatem pertinet”
(Derecho público es el que afecta la utilidad del Estado, Derecho
privado, es el que se refiere a la utilidad de los particulares)
Esta distinción entre Derecho Público y Derecho Privado, viene pues
del Derecho Romano todavía perdura y es aceptada por las
generalidades de la doctrina moderna.
1. Derecho Púbico..- Conjunto de normas en virtud de las cuales el
Estado despliega su actividad en el ejercicio de su poder público para
satisfacer el interés general. Mas genérico es conjuntos de normas que
regula la organización y funcionamiento del Estado.
El derecho público de esta manera viene a ser a:
• Determinar las relaciones entre el INDIVIDUO y el ESTADO
• Disciplina las relaciones entre los ciudadanos y las organizaciones
políticas.
Para que haya Derecho Público se requiere:

Que sea sujeto de ella el Estado, o cualquier otro de los entes menores.

Que el Estado o esos entes menores obre como poder político y


soberano ejerciendo funciones del imperio.

Ahora bien, el Derecho Público se divide:

a. Derecho Público Externo.-


Estudia el Estado en sus relaciones con los demás estados y sus
conflictos entre sus respectivas legislaciones

Comprende:

Derecho Internacional Público.

Derecho Diplomático Consular.

b. Derecho Público Interno.-


Es cuando la relación jurídica nace en un país, se desarrolló y se
agota en él. En este caso no hay duda respecto de la de la ley
que debe regularla, que es de ese país.
El Derecho Público interno agrupa las siguientes ramas del derecho.
a. Derecho Constitucional.- Es la rama del derecho público cuyo
campo de estudio incluye el análisis de las leyes fundamentales
que definen un Estado. De esta manera, es materia de estudio todo
lo relativo a los derechos fundamentales y la regulación de los
poderes públicos, así como también las relaciones entre los
poderes públicos y los ciudadanos. A veces se confunde con el
derecho político.
b. Derecho Político. Es la rama del derecho público que estudia el
fenómeno político, la relación de mando y obediencia, la
justificación, organización, elementos y clases de Estado, las
formas de gobierno, la filosofía política y la sociología electoral.
c. Derecho Administrativo. Es la rama del derecho público que tiene
por objeto específico la administración pública, la función
administrativa, la regulación del Estado, sus órganos auxiliares y
servicios públicos (a través de los cuales se mantiene el orden
público y la seguridad jurídica).
d. Derecho Penal Es el conjunto de normas que determinan los
delitos, las penas que el Estado impone a los delincuentes y a las
medidas de seguridad que el mismo establece para la prevención
de la criminalidad-
e. Derecho Procesal. Es la rama del derecho público que contiene
un conjunto de reglas de derecho destinadas a la solución de
conflictos de intereses entre los particulares o entre éstos y el
Estado, la organización y competencia de los tribunales, sus
límites, la actividad procesal y los actores del proceso.
f. Derecho Tributario.- es la rama del derecho público que trata el
tema de la recaudación, clasificación de los impuestos de los
ciudadanos dentro de un determinado Estado.
g. Derecho internacional público.- Regula la conducta de los
Estados, los cuales, para el mejor desarrollo de la comunidad
mundial, han creado organismos bilaterales, así como tratados y
organismos multilaterales. Lo distintivo de esta disciplina jurídica
es que sus normas y todos los ordenamientos están dirigidos a
regular la conducta de los Estados, relaciones y administración y
conducción de los organismos internacionales, como la ONU
Entre otros
2. Derecho privado
Es el derecho que rige las relaciones de los particulares que integran el
complejo social al que él ordenamiento estatal se refiere, si como regular
las relaciones que entre ellos se originan por su propia actividad
El derecho Privado también se subdivida en
a. Derecho Privado Interno.

1. Derecho comercial. Es una rama del derecho privado que regula los
actos de comercio, los comerciantes, las cosas mercantiles, la
organización y explotación de la empresa comercial y los distintos
contratos mercantiles.
2. Derecho Civil Primera rama del derecho privado, constituida por un
conjunto de normas que regulan las relaciones jurídicas de la vida
ordinaria del ser humano. El derecho civil abarca distintos aspectos
de nuestra actividad cotidiana, como las relaciones familiares,
incluidos el matrimonio y su disolución; la maternidad, la patria
protestad, la emancipación, la custodia y derechos de los cónyuges
e hijos, el registro civil, la propiedad, el usufructo y las distintas
clases de bienes; las sucesiones y testamentos; las obligaciones y
los distintos tipos de contrato.
3. Derecho Laboral, es el conjunto de normas y principios que
pretenden realizar la justicia social dentro del equilibrio de las
relaciones laborales de carácter sindical e individual.
El derecho del trabajo abarca las siguientes disciplinas:
Derecho individual del trabajo.
Derecho colectivo del trabajo.
Derecho procesal del trabajo.
Juntas regulan las relaciones entre patrones y sus trabajadores,
estén o no representados por un sindicato, y a través de un contrato
individual o colectivo de trabajo, etc.
b. Derecho Privado externo.
1. Derecho internacional privado
VIII. Fuentes
a. Concepto.-.

b. Clasificación de fuentes
1. Fuentes históricas: son el conjunto de documentos o textos antiguos
entre libros, textos o papiros que encierran el contenido de una ley,
por ejemplo el Código de Hammurabi.
2. Fuentes reales o materiales: conjunto de factores históricos, políticos,
sociales, económicos, culturales, éticos o religiosos que influyen en la
creación de la norma jurídica.Por ejemplo, a partir de un escándalo
político se crea la ley que regula el lobby; o a partir de un terremoto
se crea la ley que otorga beneficios a las zonas afectadas.
3. Fuentes formales: conjunto de actos o hechos que realiza el Estado,
la sociedad, el individuo para la creación de una ley, ejemplo: El poder
legislativo. Esta fuente contiene:
• La doctrina. se entiende por doctrina a la opinión de los juristas
prestigiosos sobre una materia concreta, la que queda
materializada en ensayos, tesis o memorias, manuales, tratados,
revistas científicas y charlas.
• La jurisprudencia. se refiere a las reiteradas interpretaciones que
de las normas jurídicas hacen los tribunales de justicia en sus
resoluciones, y puede constituir una de las fuentes del derecho,
según el país.
• La costumbre: es una práctica social arraigada, en sí una
repetición continua y uniforme de un acto al que se quiere otorgar
valor normativo, sin que forme parte del derecho positivo.
• Los principios generales del derecho. se refiere a las reiteradas
interpretaciones que de las normas jurídicas hacen los tribunales
de justicia en sus resoluciones, y puede constituir una de las
fuentes del derecho, según el país.
• Los tratados internacionales.
• La legislación o la ley. es una norma jurídica dictada por el
legislador. Es decir, un precepto establecido por la autoridad
competente, en que se manda, prohíbe o permite algo en
consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados.
@puntes de cl@ses 02

TITULO PRELIMINAR

El Título Preliminar del Código Civil contiene una serie de principios que todo
operador jurídico necesita conocer para poder interpretar los modelos jurídicos
circulantes no solo en el Código Civil sino en todo el ordenamiento jurídico. En
este apartado revisaremos el contenido de cada uno de sus 10 artículos.

1. Derogación de la norma.
La derogación de una norma implica el fin o extinción de su vigencia. Al
respecto, el artículo I
del Título Preliminar del Código Civil contiene la siguiente disposición: Artículo
I.- La ley se deroga sólo por otra ley.
La derogación se produce por declaración expresa, por incompatibilidad
entre la nueva ley y la anterior o cuando la materia de esta es íntegramente
regulada por aquella.

Sobre esta disposición debe tenerse presente lo siguiente:

- La referencia a “ley” no debe entenderse en sentido estricto y formal (ley


emitida por el Poder Legislativo) sino en el sentido material; es decir, como
equivalente a una norma jurídica de carácter general, sin distinguir su rango.
En consecuencia, el planteamiento de esta disposición legal es que una
norma jurídica debe ser derogada por una norma de rango o jerarquía
semejante.

- Si bien no está expresamente contemplado en el texto, debe entenderse que


una norma también será derogada cuando se emita una norma de rango
superior que es incompatible con ella.

- Aplicando el argumento a contrario, este artículo determina que una


disposición legislativa no puede ser derogada por el desuso ni la costumbre
sino solo por otra disposición legislativa (Rubio, 2015, p. 24).

Cabe agregar que en la sentencia del 25 de setiembre del 2001 recaída en el


Expediente 0458- 2001-HC/TC, el Tribunal Constitucional ha reconocido que
esta norma tiene un contenido de carácter constitucional, pese a que se
encuentra en el Título Preliminar del Código Civil. Este re- conocimiento implica
que dicha norma es aplicable en todo el ordenamiento jurídico (Tribunal
Constitucional, 2001).

1.1 Tipos de derogación

Derogación expresa. - Se da cuando el mismo legislador establece


explícitamente que una determinada ley pierde su vigencia. Un ejemplo de
este tipo de derogación lo constituye el artículo 2113 del Código Civil, que a
la letra indica: “Derogase el Código Civil promulgado por Decreto Supremo
de treinta de agosto de mil novecientos treintiséis (…)”.

Derogación tácita.- Es la que resulta de la incompatibilidad, contradicción


o absorción entre las disposiciones de la ley nueva con las de la antigua.
Según la doctrina, para determinar que existe incompatibilidad deben
tomarse en cuenta estos criterios:
- Que exista igualdad de materias.
- Que una y otra ley sean incompatibles entre sí.
Asimismo, señala que en el caso de presentarse una incompatibilidad
normativa o antinomia, esta se supera aplicando los siguientes criterios:

- El criterio de jerarquía.- Ley superior deroga la ley inferior (regulado en el


artículo 51 de nuestra Constitución Política).

- El criterio cronológico.- Ley posterior deroga la ley anterior (regulado en el


artículo I del Título Preliminar del Código Civil).

- El criterio de especialidad.- Ley especial deroga la ley general. Sin embargo, no


es aceptada unánimemente por la doctrina pues se considera que la norma
especial se exceptúa del ámbito de aplicación de la norma general, mas no la
deroga (Espinoza, 2006, p. 82).
2. Ejercicio abusivo del derecho
Es preciso distinguir entre el derecho y su ejercicio: el primero es la atribución o
facultad que corresponde a su titular y el segundo es la forma o modo de
hacer uso de esa facultad.

Esta distinción permite entender por qué es erróneo referirnos al “abuso del
derecho”, en tanto el
derecho no abusa y lo correcto es llamar a esta figura como el “ejercicio
abusivo” del derecho.

Se sabe que el derecho no es absoluto y que no puede ejercitarse de una


manera que lastime los imperativos humanos de solidaridad social y de
consideración intersubjetiva. De aquí que se haya ido elaborando esta figura
que, en general, recibe consagración en el derecho moderno (Barandiarán,
1991).
Para conceptualizar el ejercicio abusivo del derecho es preciso entender
primero que la normatividad del Derecho se da en un doble plano: el de los
principios y el de las reglas. Los principios sirven como justificación de las
reglas, que son los mandatos específicos que encontramos en la legislación y
otras fuentes del Derecho.

Lo ideal es que las reglas y el uso que se haga de ellas se adecuen a los
principios. Entonces, el ejercicio abusivo del derecho consiste en la
inadecuación de una conducta no con una regla o mandato específico sino
con un principio del sistema o del ordenamiento jurídico (Rengifo, 2012).

La doctrina divide los ilícitos en típicos y atípicos. Los primeros consisten en la


oposición entre los actos y las reglas, mientras que los segundos son
conductas contrarias a principios de mandato. El ejercicio abusivo del derecho
se encuentra dentro de la categoría de los ilícitos atípicos (Rengifo, 2012)

En los ilícitos atípicos se invierte el sentido de una regla: primero tenemos una
regla que permite la conducta en cuestión; sin embargo –y en razón de su
oposición a algún principio o principios–, esa conducta se convierte, una vez
considerados todos los factores, en ilícita. Hay un cambio de estatus deóntico:
se pasa de lo permitido a lo prohibido porque el acto si bien no choca con la
regla, sí se encuentra en oposición con el principio. (Rengifo, 2012, p. 22).

Frente a una divergencia entre el alcance de ciertas reglas jurídicas y las


exigencias de los principios relevantes del sistema actúa el abuso del
derecho como mecanismo de autocorrección del Derecho y salvaguardia
de la coherencia valorativa de las decisiones jurídicas (Rengifo, 2012).
Por su parte, la doctrina peruana señala que podemos identificar el ejercicio
abusivo de un derecho por la presencia de las siguientes características
(Rubio, 2015):

- Existe una norma positiva que reconoce un derecho.

- Se produce el ejercicio de ese derecho por el sujeto o por la omisión de


dicho ejercicio.

- Este ejercicio del derecho, o su omisión, tal como ha ocurrido, no está


limitado ni prohibido por ninguna norma positiva.

- Sin embargo, se entiende que dicho ejercicio contraría a las normas


generales de convivencia social y, por tanto, que los tribunales deben
restringir o prohibir esa particular manera de ejercitar el derecho.

En el plano legislativo, esta figura está reconocida en el artículo II del Título


Preliminar del Código
Civil en los siguientes términos:

Artículo II.- La ley no ampara el ejercicio ni la omisión abusivos de un derecho.


Al demandar indemnización u otra pretensión, el interesado puede solicitar las
medidas cautelares apropiadas para evitar o suprimir provisionalmente el
abuso.

Es de notar que la fórmula legislativa es clara al señalar que se puede exigir


responsabilidad al que causa daño con ocasión del ejercicio de un derecho
del que es titular o también con ocasión de su no uso o de su no ejercicio, en
tanto que la abstención, no uso u omisión, constituye también una modalidad
de abuso del derecho.
Asimismo, en el plano constitucional, el cuarto párrafo del artículo 103 de la
Constitución Política de 1993 señala que “La Constitución no ampara el
abuso de derecho”. Este reconocimiento a nivel constitucional no hace más
que confirmar que esta institución es aplicable no solo al derecho civil sino a
todo el sistema jurídico.

Asimismo, puede verse que la redacción de la Carta Magna no es adecuada


en tanto se refiere al “abuso de derecho” y no su ejercicio abusivo. Esta
misma inexactitud se presentó también en el texto original del artículo II del
Título Preliminar del Código Civil, el cual fue modificado a la redacción actual
por el Decreto Ley N.° 25940 en el año 1992.
3. Aplicación de las normas en el tiempo
Los problemas de aplicación de las normas en el tiempo se presentan
cuando una disposición jurídica o un conjunto de ellas son modificadas o
derogadas por otras que empiezan a regir luego de ser promulgadas y
publicadas. (Rubio, 2015). En estos casos es preciso determinar cuál es la
norma que debe aplicarse a un determinado problema o acto jurídico
concreto ante el cambio normativo.

La aplicación inmediata implica que una norma tiene efectos jurídicos


mientras tenga validez; esto es, desde su promulgación hasta su
derogación.

La ultraactividad se presenta cuando se aplica una norma aun después de su


derogación.

La retroactividad se presenta cuando una norma se aplica con anterioridad


a la fecha de su promulgación.
Nuestro sistema jurídico dispone la aplicación inmediata de las normas tal
como se desprende del mismo texto del artículo III del Título Preliminar del
Código Civil:
Artículo III.- La ley se aplica a las consecuencias de las relaciones y
situaciones jurídicas existentes. No tiene fuerza ni efectos retroactivos, salvo
las excepciones previstas en la Constitución Política del Perú.

En el mismo sentido, el artículo 109 de la Constitución señala lo siguiente:

Artículo 109.- La ley es obligatoria desde el día siguiente de su publicación


en el diario oficial, salvo disposición contraria de la misma ley que posterga su
vigencia en todo o en parte.

Asimismo, nuestro ordenamiento acoge el principio de irretroactividad de las


normas jurídicas pero no de forma absoluta, ya que se exceptúa la ley penal
cuando favorezca al reo, tal como está dispuesto en el artículo 103 de la
Constitución, que indica: “La ley, desde su entrada en vigencia, se aplica a las
consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes y no tiene fuerza
ni efectos retroactivos; salvo, en ambos supuestos, en materia penal cuando
favorece al reo”.

La ultraactividad no está prohibida en nuestro ordenamiento para el


legislador, quien puede disponer que ciertas normas puedan mantener su
aplicación pese a estar vigente una nueva norma. Sin embargo, su
aplicación está prohibida a los operadores del derecho vía interpretación
normativa.
4. Teoría de los hechos cumplidos y los derechos adquiridos
El problema de la aplicación de las normas en el tiempo supone una
disyuntiva entre la seguridad jurídica y la innovación legislativa. Estas dos
teorías se han disputado entre sí la mejor solución a este problema en el siglo
XX.

La teoría de los derechos adquiridos sostiene que una vez que un derecho
ha nacido y se ha establecido en la esfera de un sujeto, no podrán afectarlo
las normas posteriores que se dicten (Rubio, 2012).

Es decir, esta teoría busca la aplicación ultraactiva de la norma jurídica, pues


los hechos jurídicos y sus efectos acaecidos en el pasado no deben ser
alterados por las nuevas leyes. Es así que este derecho continuará
produciendo los efectos previstos en el acto constitutivo o por las normas
vigentes al momento de su constitución.

Esta teoría tiene un origen privatista y busca proteger la seguridad de los


derechos de las personas. Tiende a conservar situaciones jurídicas existentes
y rechaza la modificación de las circunstancias como consecuencia de
nuevas disposiciones legales (Jiménez, 2013).

Cabe precisar que esta teoría protege solo los derechos adquiridos y no las
meras facultades y expectativas, pues estas no han ingresado en el dominio
de las personas.

Las facultades son las atribuciones genéricas para actuar de acuerdo con el
derecho (por ejemplo, asistir a clase con ropa casual) y las expectativas son
previsiones, no protegidas jurídicamente, de tener un bien o una cosa (por
ejemplo, la expectativa de obtener la máxima nota en el examen).

Por su parte, la teoría de los hechos cumplidos, que es la consagrada en


nuestro Código Civil, sostiene que la norma jurídica debe aplicarse a los
hechos que ocurran durante su vigencia; es decir, bajo su aplicación
inmediata (Rubio, 2015, p. 57).

Esta teoría se basa en el carácter innovador de las normas y prioriza la


aplicación inmediata antes que la ultraaactividad de las normas derogadas.
Asume que las leyes posteriores deben ser mejores que las anteriores.

5. La analogía. Conceptos. Aplicación analógica de las normas


Uno de los principios generales del orden jurídico es que los derechos se
deben aplicar de manera extensiva y las restricciones a los mismos deben ser
aplicadas de manera estricta.

En otros términos, en el caso de duda respecto a si un derecho está restringido


o sobre el alcance de esta restricción, debe favorecerse a quien tiene el
derecho. Para ello debe analizarse la proporcionalidad de la restricción; es
decir, si es consistente con la ratio legis o razón de existencia de la norma
restrictiva. Asimismo, debe analizarse si existe proporcionalidad entre la
conducta adoptada por la persona y el grado de privación de derecho que
se le hace.

Ahora bien, el artículo IV del Título Preliminar del Código Civil dispone lo
siguiente: “La ley que establece excepciones o restringe derechos no se
aplica por analogía”.

Asimismo, el artículo 139 de la Constitución precisa que son principios y


derechos de la función jurisdiccional “El principio de inaplicabilidad por
analogía de la ley penal y de las normas que restrinjan derechos”.
La analogía consiste en aplicar la consecuencia de una norma jurídica a un
hecho distinto de aquel que se considera en el supuesto de hecho de dicha
norma, pero que le es semejante en sustancia.

Se trata pues de un método de integración mediante el cual se “crea” una


nueva norma ante
la inexistencia de una norma aplicable a un caso específico (laguna legal).

Conforme a lo dispuesto en las disposiciones citadas, no puede recurrirse


a la analogía en el caso de que se esté frente a normas que establezcan
excepciones a normas generales o restrinjan derechos, como es el caso de
la ley penal.

Sin embargo, pese a no estar previsto expresamente en el texto de estas


disposiciones, la doctrina (Rubio, 2015) y la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional (sentencia del 18 de febrero del 2005, Expediente 2235-2004-
AA/TC) indican que su ratio legis es que las normas que restringen derechos o
establecen excepciones sean interpretadas restrictivamente; es decir, que en
ninguna circunstancia se amplíen los márgenes de aplicación de dichas
normas.

En consecuencia, frente a normas de este tipo, no solo estaría prohibido


integrar el Derecho y recurrir a la analogía para obtener una nueva norma
que solucione una laguna legal concreta, sino también estaría vedado
interpretar de forma extensiva una norma oscura o ambigua que establezca
excepciones o restrinja derechos.
@puntes de cl@ses 03

TITULO PRELIMINAR II
6. Conceptos de orden público y buenas costumbres. La nulidad del acto

jurídico
El artículo V del Título Preliminar del Código indica lo siguiente:

Artículo V.- Es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden
público o a las buenas costumbres.

Tanto el “orden público” como las “buenas costumbres” son estándares


jurídicos; es decir, normas de contenido variable que dejan su materia a
criterio discrecional del juez que aplique la norma.
Por orden público se entiende al conjunto de normas jurídicas que el Estado
considera de cumplimiento ineludible para los órganos del Estado y los
particulares.

Para el Tribunal Constitucional el orden público:


Es el conjunto de valores, principios y pautas de comportamiento político,
económico y cultural en sentido lato, cuyo propósito es la conservación y
adecuado desenvolvimiento de la vida coexistencia. (...) alude a lo básico y
fundamental para la vida en comunidad, razón por la cual se constituye en la
base para la organización y estructuración de la sociedad. (Sentencia del
Tribunal Constitucional, 15 de junio de 2004)

Respecto a las “buenas costumbres”, debe entenderse que está referido a la


costumbre jurídica; es decir, aquella que tiene antigüedad en el tiempo,
conciencia de obligatoriedad y uso generalizado.

Asimismo, debe tratarse de una “buena” costumbre, y su determinación,


además de tener una carga moral, solo es posible tomando en cuenta una
determinada conciencia ubicada espacial y temporalmente.

En estos casos, será el juez quien debela las ideas sociales predominantes
al momento de la aplicación de la norma, cuidando de no resolver en
función de sus convicciones personales. En consecuencia, si determinara
que un acto jurídico es contrario a ellas, deberá declarar su nulidad (Rubio,
2015).
7. Interés para obrar
Artículo VI.- Para ejercitar o contestar una acción es necesario tener legítimo
interés económico o moral.
El interés moral autoriza la acción sólo cuando se refiere directamente al
agente o a su familia, salvo disposición expresa de la ley.

La doctrina nacional opina que este artículo confunde categorías procesales


y materiales pues pretende denominar legítimo interés a una categoría
procesal distinta que es el interés procesal o interés para obrar, el cual es el
estado de necesidad de tutela jurídica en el que se encuentra un sujeto de
derecho en determinado momento.

Se considera un error que pretender regular supuestos de hecho procesales


ya previstos adecuadamente en el Código Procesal Civil y, por esta razón,
se propone eliminar este artículo en las propuestas de reforma al Código
Civil.
En un intento de interpretación, Priori indica que lo que este artículo propone
es que para plantear una pretensión en un proceso o poder oponerse a una
pretensión, es indispensable contar con legitimidad para obrar; es decir, que
exista una correlación entre el sujeto que demanda y la titularidad del
derecho controvertido (legitimación activa) o el sujeto demandado y la
titularidad de la obligación que es el correlato al derecho controvertido
(legitimación pasiva) (Priori, 2003).

Por otro lado, se indica que la legitimación activa y pasiva para accionar por
interés moral (interés que no puede ser valorizado patrimonialmente) es más
restringida que en el interés económico, pues en el caso del interés moral, este
autoriza la acción solo cuando se refiere directamente al agente o su familia
(Rubio, 2015, p. 124).
8. Aplicación de la norma pertinente por el juez (iura novit curia)
Artículo VII.- Los jueces tienen la obligación de aplicar la norma jurídica
pertinente, aun- que no haya sido invocada en la demanda.
Cabe agregar que los principios generales cumplen diversas funciones dentro
del Derecho: unos regulan la estructura del sistema jurídico (como el principio
de legalidad o el de constitucionalidad), otros cumplen la función de operar
el sistema (como el principio de primacía de ley especial o el del primer
derecho como mejor derecho) y otros informan el contenido mismo de las
normas (como el principio democrático o el de libertad personal) (Rubio,
2009).
9. Aplicación supletoria del Código Civil
Artículo IX.- Las disposiciones del Código Civil se aplican supletoriamente a las
relaciones y situaciones jurídicas reguladas por otras leyes, siempre que no
sean incompatibles con su naturaleza.

Al respecto, podemos indicar que el Código Civil no cuenta con un


antecedente similar en nuestro marco normativo, siendo su inclusión una
novedad.

Esta norma reafirma que el Título Preliminar del Código Civil constituye un
conjunto de disposiciones válidas para el sistema jurídico en general, cuando
las normas de otra área del derecho no proporcionen una solución para un
caso concreto. Sin embargo, esta supletoriedad solo podrá aplicarse cuando
no exista incompatibilidad entre los principios que subyacen en esa área del
derecho y los correspondientes a la norma civil.
10. Las lagunas del Derecho. Defectos y deficiencia de la ley. Los vacíos de la ley.
Artículo X.- La Corte Suprema de Justicia, el Tribunal de Garantías
Constitucionales (*) y el Fiscal de la Nación están obligados a dar cuenta al
Congreso de los vacíos o defectos de la legislación.

Tienen la misma obligación los jueces y fiscales respecto de sus correspondientes


superiores.

Los funcionarios que imparten justicia no solo deben administrar las normas
sino también velar por su mejora continua. Esta norma les establece el deber
de notificar al Congreso de la República cuando verifiquen un vacío o
defecto en las normas.

La finalidad de esta norma es lograr una mejora en el sistema jurídico actual, y


qué mejor manera que con la colaboración de aquellos que de primera
mano aplican las leyes.
Un “vacío del derecho” se presenta cuando frente a un caso concreto no
existe norma jurídica aplicable y se considera que ello no debe estar
regulado. En cambio, en una “laguna del derecho” se está frente a la
ausencia de regulación que necesita ser cubierta, caso en el cual el
operador del derecho recurre a los métodos de integración para encontrar
una norma apli- cable.

La referencia a “vacíos” que hace esta norma alude en realidad al concepto


de “lagunas” que hemos explicado en el párrafo anterior.

Por otro lado, los “defectos” en la legislación pueden presentarse de diferentes


maneras, como, por ejemplo, imprecisiones, obsolescencia, superposición
de normas aprobadas en diferentes tiempos, conflicto entre normas, entre
otros.
Cabe agregar que los principios generales cumplen diversas funciones dentro
del Derecho: unos regulan la estructura del sistema jurídico (como el principio
de legalidad o el de constitucionalidad), otros cumplen la función de operar
el sistema (como el principio de primacía de ley especial o el del primer
derecho como mejor derecho) y otros informan el contenido mismo de las
normas (como el principio democrático o el de libertad personal) (Rubio,
2009).
@puntes de cl@ses 04
DERECHOS DE LA PERSONA

1. DERECHOS DE LA PERSONA
a) Definición
Los derechos de la persona son los derechos humanos reconocidos
en un ordenamiento infraconstitucional. En el Código Civil de 1984
se regulan estos derechos ampliamente, sin constituir un numerus
clausus. Se interpretan de acuerdo con el artículo 3° de la
Constitución vigente, en virtud del cual se puede considerar
cualquier interés digno de protección.
Son llamados también derechos personalísimos o valores de la
personalidad, ya que el derecho sólo reconoce la existencia de éstos
en el ser humano. De ninguna manera se puede atribuir el origen de
estos derechos a la ley en sí, sino que el origen se encuentra en el
ser humano y son inherentes a su naturaleza.
RIVERA define los derechos personalísimos como aquellos
derechos de contenido extrapatrimonial que corresponden a toda
persona por su condición de tal, desde antes de su nacimiento hasta
después de su muerte. Marcial RUBIO CORREA sostiene que son
derechos que pertenecen al entorno mismo de cada ser humano.
CIFUENTES señala: “Son derechos subjetivosprivados,
innatosyvitalicios que tienen por objeto manifestaciones interiores
de la persona y que, por ser inherentes, extrapatrimoniales y
necesarios, no pueden transmitirse ni disponerse en forma absoluta
y radical.”
b) Características
ESPINOZA ESPINOZA establece las siguientes notas
características de los
derechos de la persona:
a) Son derechos originarios o innatos. Son inherentes al ser humano,
incluso antes de nacer, individualmente considerado, o también
agrupado con otros seres humanos en búsqueda de un fin valioso.
b) Son derechos únicos. No es admisible la pluralidad del mismo
atributo a un mismo sujeto de derecho.
c) Son absolutos o erga omnes. Pueden hacerse valer ante toda la
colectividad, sin más restricción que el interés social.
d) Son extrapatrimoniales. Son invalorables o cuantificables
económica- mente.
e) Son irreductibles. La voluntad no puede crearlos, regularlos,
modificarlos
o extinguirlos, salvo las restricciones establecidas por ley.
f) Son imprescriptibles. El transcurso del tiempo no produce su
extinción; tampoco están sujetos a un plazo de caducidad, sólo se
pierden con la muerte.
g) Son extrapatrimoniales. Son invalorables o cuantificables
económica- mente.
h) Son irreductibles. La voluntad no puede crearlos, regularlos,
modificarlos
o extinguirlos, salvo las restricciones establecidas por ley.
i) Son imprescriptibles. El transcurso del tiempo no produce su
extinción; tampoco están sujetos a un plazo de caducidad, sólo se
pierden con la muerte.
C. Los derechos regulados en el Código Civil
a. Derecho a la vida.- Es el derecho primordial y presupuesto
indispensable de todos los demás derechos. Un concepto limitado de
este derecho importa la prohibición de acabar arbitrariamente con ella,
y un concepto amplio importa el tener las posibilidades de desarrollar
una “vida digna”, esto es, con las condiciones básicas como vivienda,
vestido, alimentos y educación. No se trata de un derecho absoluto,
pues existen formas no arbitrarias (permitidas) de extinguir la vida,
(V.gr.: pena de muerte, legitima defensa, eutanasia y aborto). En
nuestro país, la eutanasia y el aborto son punibles y están contemplados
como delitos en nuestro Código Penal, salvo el supuesto del aborto
terapéutico (artículo 119° del Código Penal). La legítima defensa se
considera como una causa de La legítima defensa se considera como
una causa de justificación y bajo determinadas condiciones puede ser
eximente de responsabilidad penal. Finalmente, la pena de muerte está
consagrada en el artículo 140° de la Constitución. Existe
incompatibilidad de esta disposición con la Convención Americana de
Derechos Humanos, en cuanto a la ampliación de esta pena para
casos de terrorismo.

b. Derecho a la integridad física._ Es el derecho a mantener la


incolumidad del cuerpo, frente a posibles atentados de terceros. Se trata
de mantener la unidad armónica del cuerpo y aspectos psíquicos.
El derecho a la integridad física comprende el derecho a la salud que
debe entenderse como la protección psicosomática para el logro de un
pleno desarrollo de la personalidad.
c. Derecho a la libertad personal.- Por este derecho podemos
realizarnos plenamente sin interferir con los demás. Por ella, queda al
arbitrio del sujeto proyectar y realizar su vida, sin atentar contra el
derecho ajeno o el interés social.
El reconocimiento de este derecho va a la garantía de que ninguna
autoridad o persona pueda limitarla, y está correlacionado con
otros derechos, principalmente con el de libre desarrollo. La libertad
es un medio de realización.
La libertad tiene una serie de manifestaciones, por ello se hace
referencia a un plexo de libertades: de conciencia, de tránsito, de
expresión, de pensamiento, de religión, de creación intelectual,
artística o científica, entre otros.
d. Derecho a la identidad personal.- Es el “derecho a ser uno mismo”,
es la suma de una serie de atributos, de calidades de carácter
biológico, y también de la personalidad (nombre, identidad sexual,
domicilio).
RubIO CORReA señala que este derecho protege a la persona en lo que
constituye su propio conocimiento: quién y cómo es, que va desde
lo estrictamente físico y biológico (herencia genética, características
corporales, etc.) hasta los de mayor desarrollo espiritual (talento,
ideología, identidad cultural, valores, honor, reputación).
FeRNÁNDeZ SeSSARegO considera que existen dos facetas: una
estática y otra dinámica. La estática está dada por el físico, su nombre,
lo que sí ha merecido tradicionalmente tutela jurídica. La dinámica se
manifiesta como un conjunto de atributos y calificaciones de la
persona; se trata del patrimonio cultural del sujeto (aspectos
ideológicos, religiosos, económicos). Esta última faceta fue
desarrollada por la jurisprudencia italiana.
e. Derecho al honor y reputación.- El honor es el sentimiento de
aprecio de la persona misma o la autovaloración, mientras que la
reputación es la consideración de los terceros. Es lo que se ha
denominado honor objetivo y honor subjetivo. El primero equivale a la
reputación, que es la valoración que hacen otros de un determinado
sujeto. El segundo es el sentimiento de aprecio de su propia dignidad.
f. Derecho a la Intimidad.- Es el derecho de mantener la reserva de la
vida privada y familiar, de tal manera que existen circunstancias, datos
y situaciones que una persona normalmente sustrae del conocimiento
de extraños.
La vida privada no puede ser objeto de información, de divulgación,
salvo que existan razones o limitaciones establecidas en la ley,
puesto que no se trata de un derecho absoluto.
Este derecho no sólo comprende el derecho a que no se divulguen
aspectos de nuestra vida privada, sino también existe un espacio
físico que no permite la intromisión, aun cuando no tenga por objeto
la divulgación. Además, se considera la intimidad personal y
familiar.
BeceRRA PALOMINO sostiene: “La protección de la priva- cidad,
entendida por algunos - según lo anteriormente señalado - como
“derecho al secreto”, es, pues, amplia. No sólo se sustrae al
conocimiento de otras personas ciertos aspectos o manifestaciones de
la vida particular del sujeto, sino también se impone una actitud de
prudente distancia o discreción, a efectos de no atentar contra
costumbres o sentimientos concernientes a la vida íntima.”
g. Derecho a la imagen y la voz.- La imagen es el aspecto físico o
representación a través de la cual la persona puede ser identificada.
CIfueNTeS sostiene que es la expresión formal y sensible de la
persona, y que se reduce jurídicamente a la semblanza física del
individuo.
El derecho a la propia imagen consiste en poder decidir, consentir o
impedir su reproducción por cualquier medio; en otras palabras,
poder evitar su exposición o divulgación sin el consentimiento del
titular.
Existen límites a la protección del derecho a la imagen:
• Por la notoriedad pública o por el cargo que desempeña, sin que
sea necesario el consentimiento expreso.
• Por circunstancias de carácter científico, didáctico o cultural.
La voz es una característica propia del ser humano, con su
entonación, pronunciación y timbre.
El derecho a la voz es el que tiene la persona de determinar que se
utilice o no bajo forma de reproducción o, inclusive, de imitación,
cuando ella pueda llevar a confusión sobre la identidad de quien
habla. Por ser de interés público,
h. Derecho a la inviolabilidad de la comunicaciones y los
documentos.- Como una extensión del derecho a la intimidad, las
comunicaciones no pueden ser intervenidas, esto es, las cartas
interceptadas, las ondas electromagnéticas estorbadas con
transmisiones que las hagan inútiles para la comunicación o teléfonos
intervenidos.
La inviolabilidad no tiene que ver con el contenido sino con el
proceso mismo de la comunicación o con la sustracción de
documentos privados.
Distinto es el caso del secreto de las comunicaciones, que significa que
el contenido de las comunicaciones o de los papeles privados de una
persona sólo puede ser conocido por ella.
i. Derecho de autor o inventor.- El creador de una obra de cualquier
índole tiene derechos morales y patrimoniales sobre ella. Estos
derechos le permiten exigir la intangibilidad de su obra, la que no
puede ser modificada o alterada sin su consentimiento. Además,
puede disponer de ella y obtener el mayor provecho económico a
través de su explotación.
La doctrina considera estos derechos como sui generis, puesto que
implican tanto aspectos morales (como la paternidad de la obra,
su integridad, el derecho a mantenerla inédita, el derecho a la
rectificación) como aspectos patrimoniales (referido
2. ACTOS DE DISPOSICIÓN DEL CUERPO
El artículo 6° del Código Civil permite actos de disposición sobre el propio cuerpo,
siempre que al ser separado no ocasione una disminución permanente de su
integridad física o ponga en peligro su vida. Serán válidos aquellos actos de
disposición del cuerpo aunque ocasionen disminución permanente de la integridad
física si corresponden a un estado de necesidad de orden médico o quirúrgico o
están inspirados en motivos humanitario
El artículo 6º del Código Civil nos habla de ciertos contratos que podrían surgir
sobre la base de la validez de los actos de disposición de órganos o tejidos humanos
por ejemplo:
• Contrato sobre frutos orgánicos del cuerpo.
• Contrato de lactancia.
• Contrato de transfusión de sangre.
• Venta de cabellos.
• Venta de semen.
Los actos de disposición obedecen a sentimientos humanitarios y, por consiguiente,
deben ser a titulo gratuito. Otro problema que se presenta es el cómo establecer la
naturaleza jurídica de los órganos y tejidos del cuerpo. Obviamente serán bienes,
pero de ninguna manera serán patrimoniales, por cuanto por su misma naturaleza
deben estar fuera del comercio. El problema es que se lleguen a comercializar dichos
bienes

a. Transplante de órganos y tejidos


El transplante es la sustitución de una parte del cuerpo humano por otra
extraída del cuerpo humano o animal que cumpla las mismas funciones que la
sustituida. BLASQUeZ establece la siguiente clasificación:

Llamado también autotransplante o autoinjerto, se


Autoplástico trata de transplantes en el mismo cuerpo. El mismo
organismo es cedente y receptor.
Heteroplástico Se presenta cuando el donante es un animal y el
aloplástico receptor es una persona.
Homoplástico de vivo a Es el transplante de tejidos y órganos de un
vivo organismo humano vivo a otro organismo vivo.
Este es el caso de transfusiones de sangre.
Homoplástico de Es el transplante de tejidos y órganos de un
muerto a vivo cadáver a un organismo humano vivo.
Actualmente, los trasplantes de órganos y tejidos han tenido gran repercusión
en el campo ético, moral y jurídico, motivo por el cual el Código Civil ha
considerado la necesidad de regular esta materia entre los artículos 7° al 13°,
estableciendo los alcances jurídicos y efectos sobre este tema:
• El cuerpo humano y sus partes están fuera de comercio, no cabe
calificarlos como bienes en el sentido jurídico del término, ni reducirlos a la
condición de tales.
• El consentimiento del donante es personalísimo, debe darse estando
perfectamente consciente y absolutamente libre; la voluntad en esta
materia es revocable, sin lugar a indemnización.
:
• Cuando se encuentran en un estado de gravedad que imposibilita la
manifestación de voluntad, sus parientes más cercanos pueden sustituirla;
o cuando sea incapaz por razón de la edad o impedido de algún modo para
expresar su voluntad, podrán hacerlo quienes ejercen la patria potestad, la
tutela o la curatela.
En los últimos años, el uso de este procedimiento médico se ha vuelto frecuente
a fin de salvar vidas humanas, motivo por el cual la legislación ha procurado
avanzar a la par.
La Ley N° 28189, vigente desde el 18 de marzo del 2004, regula las actividades
y procedimientos relacionados con la obtención y utilización de órganos y tejidos
humanos para fines de donación y transplante.
Sólo es posible la extracción de órganos y tejidos procedentes de donantes
vivos o cadavéricos para favorecer y mejorar la salud, expectativas o
condiciones de vida de otra persona. Se consideran en su regulación los
siguientes principios:
1. Confidencialidad.- La identidad de donantes y receptores de órganos y
tejidosnosedifundirá por ningún medio, está prohibido brindarinformación.
Este deber no impide que se tomen medidas preventivas ante la existencia
de indicios que pongan en peligro la salud individual o colectiva.
2. Gratuidad de la donación.- La disposición de órganos y tejidos es gratuita,
no es posible efectuar publicidad sobre la necesidad o disponibilidad de
órganos y tejidos buscando algún tipo de compensación o beneficio. La
donación de órganos y tejidos tiene un carácter solidario
Cuando se trata de la donación de tejidos regenerables de donantes vivos se
deben cumplir las siguientes condiciones:
• La certificación médica de ausencia de riesgos para la vida, salud o
posibilidades de desarrollo del donante, y
• Si fueran menores de edad o incapaces, los padres o tutores con el Juez
competente otorgarán la autorización correspondiente.
Tratándose de órganos y tejidos no regenerables, las condiciones aumentan:
• Debe existir compatibilidad entre el donante y el receptor.
• El donante debe ser mayor de edad y gozar de plenas facultades mentales
y de un estado de salud adecuado.
• El donante debe ser informado previamente de las consecuencias de su
decisión
• El donante debe otorgar su consentimiento por escrito ante Notario Público,
de manera libre, consciente y desinteresada.
• Se debe garantizar que las funciones del órgano o tejido por extraer serán
compensadas por el organismo del donante de manera que no se afecte
sustancialmente su vida o salud.
• El donante tiene derecho a revocar su consentimiento en cualquier
momento, lo que no da lugar a ningún tipo de indemnización.
• No procede la extracción si media condicionamiento o coacción de
cualquier naturaleza.
La nueva Ley de Transplante de Órganos y Tejidos introduce modificaciones en
el Código Penal. Considera en el artículo 152° que la pena será no menor de
veinte ni mayor de veinticinco años cuando el secuestro se efectúa para obtener
tejidos somáticos de la víctima, sin grave daño físico o mental. Se incorpora un
párrafo final en el artículo 318°: “Será reprimido con pena privativa de libertad no
mayor de dos años el que sustrae un cadáver o una parte del mismo o sus
cenizas o lo exhuma sin la correspondiente autorización”. Cuando esta conducta se
realiza con fines de lucro, la pena será no menor de dos años ni mayor de cuatro
de privación de libertad e inhabilitación, conforme a los incisos 1, 2 y 4 del
artículo 36° del Código Penal.
Se establece también el delito de intermediación onerosa de órganos y tejidos
previsto en el artículo 318° - A del Código Penal. Dicha conducta se configura por
la compra, venta, importación, exportación, almacén y transporte de órganos y
tejidos humanos de personas vivas o cadáveres. Tiene mayor reproche si dicha
conducta es efectuada por un profesional médico, sanitario o funcionario del
sector salud.
b) Disposición de cadáveres
Los restos mortales carecen jurídicamente de significado socioeconómico y patrimonial.
El cadáver constituye un objeto de derecho. Con la muerte se extingue la personalidad y
el cadáver deviene en una cosa bajo la protección del orden jurídico, impuesto por
carácter ético y sanitario.
El cadáver se utiliza para la prolongación y conservación de la vida humana y para
fines de investigación científica. Si el cadáver no ha sido identificado o ha sido
abandonado, el jefe del establecimiento de salud del servicio de necropsia debe
disponer de él con fines de interés social o de prolongación de la vida humana. En este
supuesto opera la llamada tesis de “socialización o nacionalización del cadáver”,
mediante la cual el Estado puede disponer libremente de él.
La Ley N° 28189 establece que cuando se trata de donantes cadavéricos deben
observarse las siguientes condiciones: a) Que el donante mayor de edad y capaz
civilmente, debe expresar su voluntad de donar todos o algunos de sus órganos después
de su muerte, voluntad que se encuentra tácitamente en el documento Nacional de
Identidad (DNI). De producirse la muerte y no haberse expresado la voluntad de donar en
forma indubitable, el consentimiento podrá ser otorgado por los parientes más cercanos
que se hallen presentes. b) Si los donantes fueran incapaces comprendidos en los
incisos 1, 2, 3, 6 y 7 del artículo 44° del Código Civil, corresponde la decisión a sus
representantes.
Un aspecto que regula el Código Civil sobre el cadáver es el referido a la decisión de
someterlo a una necropsia, incineración o sepultura. Cuando está ausente la voluntad del
occiso, se permite actos de disposición sobre el cadáver: en primer lugar al cónyuge, luego
a los descendientes, a los ascendientes y, finalmente, a los hermanos. Este orden es
excluyente. La decisión que se adopte respecto al cadáver no puede ir contra las normas
de orden público que en ese momento estén vigentes.
Según Fernández Sessarego no encuentra valedero ningún argumento tendiente
de privar a la persona del derecho subjetivo en referencia, el que ha de ejercerse,
como está dicho, dentro de las limitaciones impuestas por el orden público y las
buenas costumbres. Toda persona tiene derecho a disponer en vida sobre el
destino de su futuro cadáver, ni el estado ni los familiares del causante están
facultados para impedir la voluntad de este, no existe como hemos especificado
un derecho de propiedad sobre el cadáver. El Estado puede reservarse el derecho
de disponer del cadáver para fines de interés social como serán aquellos de
carácter científico o de enseñanza
@puntes de cl@ses 05

NOMBRE
1. Naturaleza jurídica del nombre

Desde el punto de vista gramatical el nombre es un conjunto de vocablos que sirven


para referirse a alguien, para hacer mención de él o para llamarlo. Desde el punto de
vista jurídico es un elemento que permite individualizar a una persona, identificarla y
evitar que sea confundida con otra u otras. Sirve, en consecuencia, para procurar la
debida atribución de derechos y obligaciones de las personas.

En la actualidad, en nuestro medio, el nombre está compuesto del prenombre o


nombre de pila y los apellidos. El prenombre o nombre de pila (que pueden ser más de
uno; generalmente lo son) son elegidos libremente por quien inscribe a la persona,
generalmente sus padres. Los apellidos, en cambio, deben ser los que dispone la ley
y denotan vinculación familiar, salvo en el caso del artículo 23 del Código.

2. Evolucion del nombre en la Historia.


En la antigüedad, posiblemente porque las exigencias de individualización y las
posibilidades de confusión no eran tantas como las que surgieron con posterioridad,
no se usaba apellidos. Así, en la vieja historia del pueblo hebreo encontramos que
las personas solo llevan prenombre (Abraham, Moisés, Isaac, José, Jacob, David,
Sara, María). Cuando desean introducir un elemento que haga más precisa la
identificación y evite confusiones, añaden una referencia a su origen o lugar de vida
(María Magdalena, Simón Cireneo, José de Arimatea) o a su relación familiar
(Azarias hijo de Sadoc; Baña hijo de Ahilud; Ahinadab hijo de Addo). Lo mismo
sucede en Grecia respecto al uso solo del prenombre (Solón, Licurgo, Pericles,
Aristóteles, Platón) y
a la adición, cuando resulta necesaria, de referencias a los lugares de nacimiento o vida
(Tales de Mileto, Anaximandro Milesios, Heráclitos Efesios).

En Roma, donde la población es considerablemente mayor a la de los antiguos pueblos


y donde, por ello, se hace necesario el uso de elementos adicionales identificatorios, se
da nacimiento, por lo menos en lo que respecta al mundo occidental, al empleo de los
apellidos. Se puede advertir que a la caída de Roma, hay romanos, de condición noble,
muy distinguida, pero muy pocos, que usan el agnomen además del pre nombre
(prenomen), del nomen y del cognomen.

El prenombre es el elemento personal individualizador que, generalmente, cumple función


de conjuro invocatorio, de llamado a virtudes o fuerzas que se quiere atraer a favor de
la persona que lo lleva; nace o aparece con propósito mágico, simbólico. Y este destino
inicial del prenombre parece cumplirse en todas las civilizaciones y culturas. Así, el
prenombre Lucio, llama a la luz, al fulgor, a la luminosidad que se espera acompañe
a quien lo lleva; al ponerle Servio a alguien se, espera que su titular sea solícito,
servidor, servicial; Fortunata, convoca la presencia de la felicidad; Fidelio, espera la
existencia de una persona confiable. En el pueblo hebreo Adán significa tierra; Eva,
vida; Abraham, padre del pueblo; Baruch, bendito.

En Roma, el nomen es el elemento que acredita pertenencia a una gens. La gens era el
conjunto de ramas familiares que tenía un antepasado común. Son nomens, por
ejemplo, Comelio, Claudio, Valerio, Emilio, Fabio.

El cognomen, en cambio, designa, se refiere a la familia a la que pertenece la persona.


Son cognomens familiares Escipión, Léntilo, Mérula, Pulcher, Marcelo, Levino,
Massala, Paulo.

El agnomen es una designación personal de fuente honorífica, que el pueblo, el Senado o


el Emperador acuerdan otorgar a ciudadanos que se han distinguido por un hecho
notable, generalmente de armas, que recuerda la gloria del suceso. Son agrwmens
Británico, Druso, Germánico, Hispánico.

Una persona que lleva los cuatro elementos denominativos podrá llamarse, por
ejemplo, Lucio (prenombre), Marcelo (nombre), Claudio (cognomen) Germánico
(agnomen).

En los inicios de Roma las mujeres, al igual que los esclavos, solo llevaban prenombre.
Más tarde añadirían el gentilicio de sus padres.
La invasión bárbara al imperio romano y la caída de Roma en el siglo V arrasan
intencionalmente con un sinnúmero de elementos culturales, de costumbres, entre
ellos los que regían el uso de los nombres y los apellidos. Se regresa al exclusivo
empleo de los prenombres. Pero como subsiste la necesidad de una mejor
individualización se comienza, luego de un tiempo, a añadir, a modo de adjetivación,
diversos vocablos que se refiere a las ciudades o defectos de sus titulares, al lugar de
donde proceden o donde viven, a sus oficios, a sus aptitudes o aficiones, o a su
relación patronímica. Así, encontramos menciones de Pipino el Breve, Carlos el Malo,
Pedro el Cruel, Carlos el Calvo, Guillermo el Conquistador, Juan Zapatero, Miguel
Herrador, José del Cerro, Hernando Verdugo, Francisco del Valle, Alonso Hernández
(hijo de Hernando) o Tomás González (hijo de Gonzalo).

En cuanto a los prenombres, en el siglo VI el Papa Gregorio el Grande dicta una


disposición ordenando a los católicos poner a sus hijos los nombres del santoral
católico. Esta disposición será cumplida posteriormente en Perú, sobre todo en el
interior, con rigurosa y casi sagrada escrupulosidad.

Al producirse la conquista de América, los españoles que llegan a Perú lo hacen ya


usando nombres y apellidos, como los que ahora usamos. El primer documento
literario castellano en el que aparecen nombres y apellidos, a usanza semejante a la
nuestra, es el poema del Mió Cid, escrito entre los siglos XII y XIII, en el que se relatan
las hazañas de Ruy Díaz de Vivar, en su lucha contra los moros, así como las
andanzas, en los mismos afanes, de sus compañeros Alvar Fáñez, Martín Antolínez,
Pero Bermúdez, Muño Gustioz, Alvar Salvadórez, Alvar Alvaroz, Gaín Garcíaz, Félez
Muñoz, Diego González, Gonzalo Ansúrez y de su enemigo Garci Ordoñez, así como
la intervención de Ramón Berenguer.

Hasta el siglo XVI no existen regulaciones que impidan que las personas, a su
discreción, puedan adoptar el nombre que les parezca o cambiarlo. Es el Edicto de
Amboise, dado en ese siglo por Enrique II de Francia, el que fija las primeras normas,
que serán perfeccionadas en el siglo XVIII por la Revolución, y con mayor precisión en
el siglo XIX.

3.. Reglas peruanas sobre el nombre.

El Código de 1852 no contiene disposición alguna sobre el nombre. El de 1936


establece, entre los artículos 13 y 18, del Libro de Personas, normas destinadas a
proteger el derecho sobre el nombre; algunas otras sobre el nombre aparecen en el
Libro de Familia.

El Código de 1984 ordena de manera bastante exhaustiva lo concerniente al nombre,


entre los artículos 19 y 32. El artículo 19 señala, apropiadamente, que no solo hay
derecho sino deber de llevar un nombre. El artículo 20 indica que “Al hijo matrimonial
le corresponde el primer apellido del padre y el primero de la madre”. No precisa, sin
embargo, respecto al orden en que deben registrarse. De la lectura del texto parece
ser que debiera primero ir el del padre y luego el de la madre. Es más la costumbre
las que ha impuesto esto, pero nada impide que, por cualquier razón o sin dar ninguna,
los padres soliciten, al registrador que sea en orden inverso, no existiendo razón legal
para que el registrador lo niegue.
El artículo 21 determina que “Al hijo extramatrimonial le corresponde los apellidos del
progenitor que lo haya reconocido. Si es reconocido por ambos lleva el primer apellido
de los dos”. Tampoco se indica el orden en que deben ir estos.

En cuanto a los adoptados el artículo 22 establece que deben llevar los apellidos del
adoptante o adoptantes. Esto modifica la absurda norma del artículo 334 del código
de 1936, según la cual los adoptados debían llevar los apellidos de los adoptantes
añadido al de sus padres, por lo que podían darse casos de adoptados que tuvieran
cuatro apellidos, lo cual delataba inconvenientemente su condición.
El artículo 23 indica que “El recién nacido cuyos progenitores son desconocidos debe
ser inscrito con el nombre adecuado que le asigne el registrador del estado civil”.
Perfecciona esta norma el artículo 34 del Reglamento de Inscripciones del Registro
Nacional de Identificación y Estado Civil, aprobado por Decreto Supremo N° 015-98-
PCM, de 23 de abril de 1998, que determina que “Para dar cumplimiento a esta
disposición el Registrador deberá consultar a la institución nacional encargada de
velar por los derechos de los menores o, en defecto de esta, a la autoridad educativa
o religiosa de la localidad”.
Ese mismo reglamento incluyó un artículo, el 33, destinado a impedir que por uso
excesivo de prenombres -al que muchos padres son proclives, al registrar a sus
hijos- o por uso de nombres inconvenientes, sufran los menores incomodidades a lo
largo de su vida. Decía esa norma “La persona no podrá tener más de dos
prenombres. No podrá ponerse prenombres, que por sí mismos o en combinación con
los apellidos, resultan extravagantes, ridículos, irreverentes, contrarios a la dignidad
o al honor de la persona, así como al orden público o las buenas costumbres, que
expresen o signifiquen tendencias ideológicas, políticas o filosóficas, que susciten
equívocos respecto del sexo de la persona a quien se pretende poner, o apellidos
como prenombres. El registrador es la persona autorizada para denegar las
suscripciones que se soliciten en contravención de lo dispuesto en el párrafo anterior
de este artículo”. Lamentablemente, esta disposición fue derogada, de modo
precipitado e irracional, como consecuencia de una campaña sensiblera de los medios
de comunicación que agitaron el tema como atentatorio del derecho a la libertad de
los padres para poner los nombres que quieran a sus hijos y como que se estaba
asignando al Registrador el papel o el derecho de los padres. Como consecuencia de
dicha derogación pueden ahora, los padres, seguir poniendo a sus hijos nombres
muchas veces ridículos y humillantes, sin que nada impida que con ello afecten la
dignidad de sus hijos. No se conoce Normas de protección del nombre

El código incluye normas destinadas a cautelar el derecho que se tiene sobre el


nombre. Dichas normas protegen de la contestación y de la usurpación (contra las
que habían ya previsiones en el Código de 1936, en los artículos 13 y 14,
respectivamente) así como de la probable concertación de convenio para el uso del
nombre (asunto que no estaba tratado en dicho código).

El artículo 26 determina que “toda persona tiene derecho a exigir que se le designe
por su nombre.

Cuando se vulnere este derecho puede pedirse la cesación del hecho violatorio y la
indemnización que corresponda”. El dispositivo se pone en el caso de que, voluntaria
o involuntariamente se le designe a una persona por un nombre que no es el suyo, lo
cual además de acarrearle mortificación y hasta dificultades -que podrían comportar
daño extrapatrimonial- le causen daños patrimoniales. Ante ese hecho la ley le otorga
al afectado el derecho de exigir, se entiende que judicial o extrajudicial- mente, se
ponga fin a la confusión, mejor dicho se corrija la defectuosa designación, así como
el de pedir indemnización por el daño que se le hubiera causado.

El artículo 27 indica que “Es nulo el convenio relativo al nombre de una persona
natural, salvo para fines publicitarios, de interés social y los que establece la ley”.
Aun cuando la redacción es oscura, la lectura de la exposición de motivos permite
establecer que el propósito principal de la norma es declarar la ineficacia de todo
convenio por el cual una persona conceda a otro el uso del nombre del concedente.
De tal prohibición, sin embargo, se exceptúan los siguientes casos:
1) El convenio por el cual se permite el uso o, mejor, la mención del nombre de
una persona para fines publicitarios. Como cuando se dice que tal o cual persona,
famosa o conocida, consume tal o cual producto.

2) El convenio por el cual se autoriza el uso del nombre de una persona para atender
fines de interés social. Como cuando se indica que mengano o perencejo, conocidos
o famosos, recomiendan a los jóvenes el uso de alcohol o drogas. O como cuando
se pone el nombre de una persona, el fundador o fundadora, como denominación de
una fundación que, como se sabe, siempre debe nacer para servir un fin de interés
social.

3) Los convenios que establecen la ley. Tal es, por ejemplo, el que debe suscribirse
poniendo el nombre de todos los socios o de algunos de ellos al constituir la sociedad
colectiva, la misma que, de conformidad con el artículo 265 de la Ley General de
Sociedades debe llevar esa denominación (la del nombre de los socios) seguida de
la expresión sociedad colectiva o de la siglas S. C. Lo mismo acontece, según lo
dispuesto por el artículo 279 de la Ley General de Sociedades, en el caso de las
sociedades en comandita en las que al nombre de los socios debe añadirse esa
denominación o las siglas S. en C. También es obligatorio poner el nombre de una
persona -ilustre, destacada- a los institutos educativos.
El artículo 28 protege el derecho al nombre contra la usurpación, disponiendo que
“Nadie puede usar nombre que no le corresponde. El que es perjudicado por la
usurpación de su nombre tiene acción para hacerla cesar y obtener la indemnización
que corresponda”. Este texto es, sin duda, defectuoso y debe mejorar, pues a tenor
literal solo es posible reclamar contra la usurpación, mejor dicho, contra el uso por
otro del nombre de uno, cuando hay perjuicio, debiendo la impugnación prosperar
aunque no haya este, por el solo hecho de la ilicitud del acto.
6. Cambio de nombre

Las disposiciones del código sobre cambio de nombre guardan conformidad con los
principios universales de la doctrina, que establece la inmutabilidad, en principio, de
los nombres, dejando a los jueces la facultad de ordenar dicho cambio en casos
atendibles, excepcionales. Así el artículo 29 indica que “Nadie puede cambiar su
nombre ni hacerle adiciones, salvo por motivos justificados y mediante autorización
judicial, debida­ mente publicada e inscrita”. La ley peruana no define -como lo hacen
las leyes de otros países- a qué puede llamarse motivos justificados. Queda así el
asunto, en la peligrosa esfera de la discrecionalidad de los jueces. Un juez enterado y
responsable tendrá que recurrir en consulta a la doctrina internacional existente, para
descubrir que en ella se reconoce como motivos más comúnmente atendibles aquellos
referentes, por ejemplo, a los casos de homonimia intolerable; a la inscripción de
prenombres ridículos, vulgares, irreverentes o grotescos; a la dificultad de
pronunciación de cualquiera de los vocablos componentes del nombre; a la asignación
de un nombre que impida una inequívoca identificación de la persona en cuanto al
sexo de esta; al uso de excesivos prenombres, que causa dificultades y confusiones;
a errores cometidos en el acto de la inscripción. En cuanto a la exigencia de dicho
artículo de que el cambio proceda por “autorización judicial, debidamente publicada e
inscrita” cabe hacer referencia a los artículos 826 y siguientes del Código Procesal Civil
que contienen las normas que regulan las rectificaciones de partidas, que incluye la de
nombres, en las que tanto la solicitud como la sentencia deberá publicarse mediante
edictos, en el diario oficial y en otro de los de mayor circulación. Admitida la solicitud
debe efectuarse una audiencia de actuación y declaración, trámite que no es de
cumplimiento en el caso de que las rectificaciones se efectúen para subsanar los
errores en que se hubiesen incurrido al incluir indebidamente en la inscripción la
palabra “de” o se hubiera caído en confusiones respecto del empleo de las letras “y”,
“i”, “e” o “a” u otros errores manifiestos de ortografía, sexo o similares que fueran del
propio documento.
La Ley N° 26662, que establece la competencia notarial en asuntos no contenciosos y
que, modificando el precitado, artículo 28 del código dispone que ciertas rectificaciones
podrán hacerse ante Notario, determina (artículo 15) que “Las rectificaciones que
tengan por objeto corregir los errores y omisiones de nombre, apellido, fecha de
nacimiento... u otros que documentos probatorios se tramitarán ante Notario. En ningún
caso se podrá seguir el trámite notarial para cambiar el nombre de la persona o sus
apellidos, el sexo u otra información contenida en la partida que no surja de un error
evidente”.

Hay una cuestión importante que debemos mencionar. Es la referente al


reconocimiento de paternidad que el padre puede efectuar por acta, ante el registrador,
mediante declaración posterior al momento de la inscripción y reconocimiento por la
madre, según lo dispuesto por el artículo 36 del Reglamento de inscripciones de
RENIEC. Resulta que muchas oficinas del RENIEC, a pesar de que tal declaración
implica evidentemente la legítima inclusión del apellido paterno del titular en su partida,
exigen indebidamente que se siga de modo adicional un trámite judicial de rectificación
de partida, originando con ello molestias y gastos innecesarios.
El segundo párrafo del artículo 29 del código establece que “El cambio o adición del
nombre alcanza, si fuere el caso, al cónyuge y a los hijos menores de edad”. Se
refiere sin duda al cambio del apellido del esposo y/o padre, que debe también originar
los respectivos cambios de apellidos en los documentos de la cónyuge y de los hijos
menores, bastando para ello únicamente la solicitud y el trámite administrativo. Pone
cuidado la norma en referirse a “los hijos menores”, dejando la posibilidad del cambio
de apellido de los hijos mayores a la decisión discrecional de estos, pues se supone
que a su edad y en su condición independiente, podrían haber obtenido ya tal grado
de identificación con su apellido, que decidan no efectuar ninguna modificación.

El artículo 30 dispone que “El cambio o adición del nombre no altera la condición civil
de quien lo obtiene ni constituye prueba de filiación”. Se trata de una norma que
transcribe textualmente el artículo 17 del Código de 1936. Pertinente resulta, por ello,
recordar el comentario que sobre este hace León Barandiarán:(85) “Es evidente que el
cambio en el nombre no modifica el status del sujeto en cuanto a sus relaciones de
filiación, matrimoniales y en general propias de dicho estatus”.
Albadalejo define el status o estado civil, con especial claridad diciendo que: “La
expresión estado civil tiene dos sentidos: En el primero se llaman estados civiles a
ciertas situaciones de Derecho, de especial carácter, permanencia y relevancia, en las
que puede encontrarse la persona: así, la de casado o de soltero, la de mayor o menor
de edad, etc. El estado en cada uno de ellos imprime a la persona una cualidad o
condición que también se denomina -en el segundo sentido- estado. Así, quien está
liga- do en matrimonio (situación o estado matrimonial) tiene la cualidad o estado de
casado; quien es de nacionalidad española (situación o estado de miembro de la
comunidad española) tiene la cualidad o estado de español; quien ha cumplido
dieciocho años (situación o estado de mayoría) tiene la cualidad o estado de mayor de
edad. En materia de estados, el Derecho contempla a la persona con diversos criterios;
y necesariamente esta se encuentra clasificada con arreglo a ellos, y en distintas
categorías o situaciones. Así se es forzosamente, y a un mismo tiempo: o casado o
soltero; o español o extranjero (nacional de otro país o apátrida); mayor o menor de
edad, etc. Un estado, pues, no excluye a todos los demás sino solo al estado contrario
(ser casado no excluye ser mayor de edad o ser español, sino solo ser soltero)”. Luego
dice: “Son estados civiles para nuestro Derecho, los siguientes:

1) El matrimonio o estado de casado y el de soltería (viudez o divorciado).

2) El de filiación o condición de hijo o padre, en sus diferentes clases.

3) El de nacionalidad o condición de español o extranjero.

4) El de vecindad civil o condición de castellano, catalán, aragonés, etc., según esté


sometido al Derecho común o a uno de los forales.
5) El de dependencia o independencia de la persona, según sea mayor o menor de
edad.

6) El de dependencia o independencia de la persona, según esté o no


incapacitada”(86).
De lo dicho, resulta entonces que “el cambio o adición del nombre” no altera la
condición de una persona, de casada o sol- tera, de padre o madre, hijo o hija, peruano
o extranjero, de ve- cina de Lima o de cualquier otro lugar, de incapaz por cualquiera
de las razones que establece la ley. Tampoco puede “tal cambio o adición del nombre”
constituir prueba de filiación; pues esta solo puede provenir de hechos biológicos o
medios testimoniales o instrumentales que acrediten dicha filiación.Fernández
Sessarego se refiere a otra situación de derecho conformante del estatus o estado civil,
cual es el sexo, para señalar que “Entre los motivos justificados para el cambio de
nombre no cabe alegar el pertenecer al sexo opuesto, sea por inclinaciones
psicológicas o por haber sufrido intervención quirúrgica destinada a la modificación de
los caracteres sexuales, a fin de adecuarlo, en la medida de lo posible, a los del sexo
contra- rio...”^ . Coincidimos con él en cuanto pensamos que el sexo, en términos
cromosómicos, que son los determinantes, no pue- de cambiarse a través de un
cambio de nombre y ni siquiera mediante modificaciones de los órganos genitales. Sin
embargo debemos señalar que existen ejecutorias que autorizan dichos cambios.
Espinoza Espinoza menciona la resolución de 7 de ju- lio de 1974 que ampara un
pedido en tal sentido(88).
7. Acción de oposición al cambio de nombre

El artículo 31 del código concede acción impugnativa a quien se siente perjudicado


por un pretendido o consumado cambio de nombre. Lo hace en los siguientes
términos: “La persona perjudicada por un cambio o adición de nombre puede
impugnarlo judicialmente”. Al respecto Pliner indica que “Frecuentemente la
demanda de modificación de nombre tiene como motivación atendible la existencia
de un homónimo, y no puede admitirse que para evitar los inconvenientes de una
identidad de denominaciones recaiga en la provocación de otra,,(89). Pero la norma
que acotamos no se limita a posibilitar el uso de la acción impugnatoria en caso de
homonimia sino en cualquier otro que evidencie un perjuicio por el cambio de nombre.

La acción, como indicamos antes, puede plantearse con anterioridad a la expedición


de la resolución que autorice el cambio de nombre o una vez expedida esta. Para tal
fin es que la norma procesal respectiva (artículo 828 de CPC) dispone que debe
publicarse en el diario oficial y en uno de los de mayor circulación tanto la solicitud del
cambio de nombre como la sentencia que lo autorice. Dicha acción debe tramitarse
como proceso abreviado, conforme a lo dispuesto en la cuarta disposición final, inc.
1, del Código Procesal Civil.
8. Seudónimo

El artículo 32 del código, inspirado -como lo indica Fernández Sessarego- en las


disposiciones de los códigos Italia nos, portugués y boliviano, introduce en nuestra
legislación normas de protección al seudónimo. Dispone así: “El seudónimo, cuando
adquiere la importancia del nombre, goza de la misma protección jurídica dispensada
a este”.
El seudónimo, como se sabe, es el nombre que escoge una persona, en vez del suyo
inscrito y verdadero, para actuar y de- sempeñarse en la vida literaria o artística,
suponiendo que con él ha de ser más atractiva su presentación e identificación en
lo que constituye una de las facetas más significativa de su existencia. Numerosos
son los casos de personas que en el mundo y en Perú han obtenido reconocimiento
a través de sus seudónimos, ignorándose generalmente, incluso, sus verdaderos
nombres. En la literatura, por ejemplo, son dignos de recordar los casos de Pablo
Neruda (cuyo verdadero nombre era Neftalí Ricardo Reyes), Gabriela Mistral (Lucila
Godoy), Rubén Darío (Félix Rubén García), Amado Ñervo (Juan Crisóstomo Ruiz),
Azorín (José Martínez Ruiz), George Sand (Aurora Dupin), Juan de Arona (Pedro Paz
Soldán y Unanue), Martín Adán (Rafael de la Fuente Benavides), Sofocleto (Luis
Felipe Angelí). En- contramos también casos de pintores, artistas de cine y hasta
deportistas.

La disposición tutelar del artículo 32 implica que la persona que hubiera obtenido
nombradía mediante un seudónimo podrá acogerse a las normas protectoras de los
artículos 26, 27 y 28 del código. Mejor dicho, en caso de que se le llame o mencione
por seudónimo que no sea el suyo, tendrá derecho a exigir que lo sea por su
seudónimo, pudiendo exigir que cese el uso indebido del inexacto seudónimo y pedir,
además, el pago de una indemnización si se le hubiera inferido daño. No podrá
celebrar convenio válido permitiendo el uso por otra persona de su seudónimo, salvo
para fines publicitarios, de interés social u otros establecidos por la ley. En caso de
que otra persona use su seudónimo, mejor dicho lo usurpe, tendrá acción para
conseguir que cese tal uso indebido, pudiendo también reclamar el pago de
indemnización si fuese el caso.

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