LOS 8 TIPOS DE CARÁCTER DEL SER HUMANO
La individualidad es un elemento intrínseco a la naturaleza humana,
por lo que resulta difícil apresar su enorme diversidad en categorías
generales sin que deje de estar representada de manera apropiada.
No obstante, han sido muchos los intentos por concebir un conjunto
de rasgos que permitan bosquejar una clasificación de los modos de
sentir y actuar, con el fin de predecir el amplio abanico de
expresiones posibles.
En este contexto surgen los conceptos de personalidad, carácter y
temperamento; que a menudo se han usado indistintamente en la
literatura, pese a que son realidades con sus propias
particularidades.
En este artículo esbozaremos, en primer lugar, los aspectos que
diferencian los constructos citados; y profundizaremos
seguidamente en un modelo que sintetiza los ocho tipos de
carácter del ser humano: el de René le Senne.
Diferencias entre personalidad, carácter y temperamento
Seguidamente presentamos una descripción muy general de los tres
conceptos, con el fin de clarificar el alcance de cada uno y reducir la
confusión que a menudo se encuentra al definirlos.
La personalidad es un patrón de pensamiento y conducta, que se
mantiene relativamente estable a lo largo de las diversas situaciones
a las que nos enfrentamos durante la vida. Se trata de los aspectos
elementales que dan forma a la individualidad. Asimismo pueden
distinguirse rasgos cardinales, centrales y secundarios; en función de
la saliencia de los mismos en la vida cotidiana y de la frecuencia con
la que se expresan en los contextos interpersonales u otros.
Por otra parte, el temperamento y el carácter guardan una
estrecha relación, a pesar de que el primero es innato y el
segundo es adquirido. Mientras que el temperamento procede de la
herencia y resulta muy difícil de modificar, el carácter es la expresión
tangible del mismo, la cual está sujeta a la interacción social y a la
influencia de las experiencias de vida (siendo susceptible de
modificación).
Los ocho tipos de carácter del ser humano
Procedemos a plantear la clasificación de le Senne, que es
probablemente una de las más populares y clásicas.
Este autor francés consideró que el modo en que cualquier ser
humano hace manifiesto su carácter depende de tres rasgos básicos
y universales: emotividad o no emotividad, actividad o inactividad y
primariedad o secundariedad. La combinación de estas seis
posibilidades (expresadas como dicotomías o polos) definiría el tipo
concreto de carácter, de entre ocho posibles.
En este punto resulta importante distinguir las características de
estos polos. La emotividad hace referencia al grado de reacción
afectiva ante los hechos vitales (positivos o negativos) y la actividad
describe una actitud proactiva de afrontamiento. Finalmente, la
primariedad o la secundariedad señalan la ubicación del foco
experiencial sobre el momento presente o el futuro, respectivamente.
El autor distinguió ocho caracteres distintos: coléricos (emotivos,
activos y primarios), apasionados (emotivos, activos y secundarios),
sanguíneos (no emotivos, activos y primarios), flemáticos (no
emotivos, activos y secundarios), nerviosos (emotivos, no activos y
primarios), sentimentales (emotivos, no activos y secundarios),
amorfos (no emotivos, no activos y primarios) y apáticos (no
emotivos, no activos y secundarios).
A continuación detallamos sus características básicas.
1. Nervioso
Las personas con este carácter tienden a mostrar un alto nivel
de actividad, por lo que se implican en muchos compromisos
distintos, pese a que con frecuencia no los mantienen el tiempo
suficiente para culminarlos con éxito (o no organizan el tiempo de
forma adecuada a las exigencias de la tarea). En general suelen
mostrarse abiertas en sus relaciones sociales, por lo que les resulta
sencillo forjar y mantener vínculos interpersonales.
El estado de agitación al que están sometidos propicia un sustrato
basal de hiperactivación física, lo que puede traducirse en un riesgo
de episodios ansiosos que dificultan los procesos de toma de
decisiones. Cuando finalmente se asume una alternativa de acción,
se objetiva dificultad para gestionar recursos y obtener el éxito en su
tarea.
Como consecuencia de la interferencia de la hiperactivación, refieren
dificultades sutiles en funciones ejecutivas como la abstracción o el
razonamiento, así como en la memorización. No obstante, son
personas con las que resulta sencillo mantener una conversación y
suelen mostrarse alegres ante los demás.
2. Sentimental
Las personas con este carácter son tímidas y disponen de una
vida emocional extensa, a la que dedican mucho tiempo y esfuerzo
para su comprensión. Suelen preferir los momentos de soledad, a los
que recurren con frecuencia. En ocasiones pueden llegar a parecer
pesimistas a los demás, pues tienen una gran capacidad para
proyectar su realidad hacia escenarios ubicados en el futuro sin
dejarse llevar por las esperanzas vanas.
Este carácter suele convivir con una falta de confianza notable en las
propias capacidades para lidiar con la adversidad, lo que se traduce
en un discreto sentido de autoeficacia que torpedea la motivación por
emprender tareas novedosas o sobre las que se carezca de un
control absoluto.
Pese a la profundidad de su vida afectiva, esta tiende a mantenerse
en un umbral de estabilidad. En las relaciones con los demás destaca
por acentuar la calidad de sus vínculos, en contraposición a la
cantidad.
3. Colérico
Las personas con carácter colérico tienen un patrón de experiencia
similar a lo que en tiempos más recientes se ha descrito como Tipo
A.
Se implican constantemente en proyectos que requieren
muchísimo de su tiempo, por lo que viven acuciadas por la presión
de las prisas y el rendimiento. Por otra parte, pueden llegar a ser
impetuosos en sus relaciones personales, reaccionando desde la
improvisación sin reservar el tiempo adecuado a pensar en las
consecuencias de sus actos.
Además de esta tendencia a volcarse sobre numerosas actividades
(que pueden llegar a desbordarles), pueden mostrarse impacientes y
reticentes a tolerar la frustración, por lo que los obstáculos infligen un
impacto negativo sobre su estado emocional y raramente se
embarcan en proyectos por los cuales no se sienten atraídos.
Por otra parte, se trata de personas profundamente implicadas en
sus cometidos, muy responsables, rebosantes de energía y con una
gran pericia para resolver problemas que se expresan con
concreción.
4. Apasionado
Las personas apasionadas destacan por su alta emocionalidad y
por su capacidad para volcarse en un mundo de valores y proyectos
personales de futuro. En apariencia se trata de individuos muy
independientes, decididos respecto al cumplimiento de sus metas y
con una gran capacidad de concentración cuando emprenden tareas
que deben desarrollar en solitario
En cuanto a su vida socioafectiva, tienden a mantener durante mucho
tiempo emociones difíciles que pudieran haberse desprendido de las
interacciones negativas con su entorno, mostrándose rencorosas y
orgullosas, con dificultad para perdonar los agravios sufridos.
Por otra parte, se trata de personas muy productivas, que muestran
un alto rendimiento académico y laboral, y que pueden atisbar con
meridiana claridad las consecuencias de sus actos a medio y largo
plazo.
5. Sanguíneo
Las personas con este carácter son optimistas en su modo de
afrontar la vida, así como cariñosas en sus relaciones, lo que a
menudo les granjea una amplia red social.
Tienden a concentrarse en los objetivos a corto plazo, de los que se
deriva un incentivo casi inmediato, resultándoles difícil implicarse en
proyectos cuyos beneficios se obtendrán tras un periodo prolongado
de esfuerzo activo. Son, por tanto, prácticos en su manera de vivir y
de gestionar las demandas ambientales inmediatas.
La dificultad para proyectarse hacia el futuro también redunda en una
tendencia a concluir prematuramente sus vínculos con los demás,
por lo que estos raramente llegan a tener una profundidad que
alcance la intimidad (pese a ser numerosos). En ocasiones pueden
recurrir a la mentira o mostrarse poco solícitos en el supuesto de que
una persona de su entorno manifieste la necesidad de recibir una
ayuda de mayor dimensión y compromiso.
6. Flemático
Las personas flemáticas son consideradas las más equilibradas,
a tenor de la forma en que se expresa su carácter. Así, son reflexivas
en sus juicios interpersonales y se muestran tranquilas en casi todo
momento. En cuanto a sus propias responsabilidades, son individuos
ordenados y que siguen un plan de acción estructurado que garantiza
el cumplimiento de los tiempos. El estado de ánimo es constante, con
pocos altibajos, por lo que se adaptan con facilidad a entornos
cambiantes o exigentes.
En momentos de alta activación emocional resultan poco expresivos,
por lo que en muchas ocasiones se debe inferir aquello que pueden
estar sintiendo. Su alta contención, en muchos ámbitos de la vida,
puede conducirles a emitir juicios demasiado duros cuando se
sienten contrariados por la inestabilidad de los demás.
La constancia, el rigor, el orden y la anticipación son algunos de sus
puntos más fuertes; aunque pueden devenir en rigidez si no se
aprende a regularlos apropiadamente.
7. Amorfo
Los individuos amorfos destacan por su gran inconsistencia y
su notable despreocupación. Se adhieren con dificultad a las
normas de cortesía social; por lo que con frecuencia son impuntuales
en sus compromisos, perezosos en su emprendimiento y carentes de
la necesaria curiosidad para sentirse motivados.
Son caóticos en cuanto a la planificación de su futuro, evitando todo
aquello que pudiera suponer un esfuerzo e incluso delegando las
responsabilidades personales en los demás.
Por otra parte, son amables y sinceros, con enorme capacidad para
tolerar la diversidad y valorar su importancia. En general viven la vida
centrándose en el momento presente, disfrutando de las cosas en el
mismo instante en el que están sucediendo. Su improvisación en la
vida, así como su despreocupación, les permite tener pocos
problemas; pero también les impele a poseer un discretísimo sentido
de la ambición.
8. Apático
Las personas apáticas tienden a sumergirse de forma constante
en un estado de gran melancolía, como si añoraran tiempos que ya
no les corresponde vivir.
En su vida cotidiana forjan unos márgenes de acción angostos, por lo
que la rutina tiende a engullirlos. No se sienten suficientemente
motivados por innovar en ningún ámbito de su vida. Su pensamiento
es convencional y carente de imaginación, y muestran una aparente
indiferencia ante las contingencias ambientales positivas.
El estilo de vida que se imponen a menudo deriva en el conformismo
y la sensación de estancamiento, pero este no suele resultarles
molesto o incómodo. No es fácil que muestren interés en desarrollar
actividades compartidas. Su naturaleza es extremadamente tranquila,
y aunque a veces atraviesan por altibajos en su vida afectiva,
resultan individuos dignos de confianza.