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Adultos. Modulo

Este documento analiza la representación social del sujeto que aprende y cómo esta se ve influenciada por factores culturales e históricos. Explica que es importante deconstruir las ideas preconcebidas sobre las etapas evolutivas y reconstruirlas considerando las experiencias individuales de cada sujeto.
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Adultos. Modulo

Este documento analiza la representación social del sujeto que aprende y cómo esta se ve influenciada por factores culturales e históricos. Explica que es importante deconstruir las ideas preconcebidas sobre las etapas evolutivas y reconstruirlas considerando las experiencias individuales de cada sujeto.
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El sujeto que aprende

-BRASCILOVA I. (2004). “Los actuales escenarios sociales y los adolescentes”. Mod. 2 y 4 - Edit. Novelibro,

-RASCOVAN S. (2012) Los jóvenes y el futuro. Cap. 1y 2. Edit. Noveduc. Bs. As.
En la presentación de esta materia, hemos visto que existen diferentes formas de pensar el desarrollo de quien
aprende. Pensar en ello nos condujo a poder tomar conciencia que nuestro posicionamiento como docentes
depende de las representaciones que tengamos de las cosas, del mundo, en un determinado momento. Así
advertimos que pensarnos implica saber a qué modelo del desarrollo adherimos o en qué modelo de aprendizaje
nos situamos para llevar a cabo las prácticas. Entonces, partimos de nuestra propia subjetividad para dar cuenta de
qué y cómo somos, y por tanto, de cómo actuamos en nuestro devenir histórico como sujetos. Si pienso por ej. que
tal estudiante no está para este nivel, queda claro que hay supuestos que subyacen a esta valoración, que se asocian
a determinadas ideas sobre cómo pienso al sujeto, la educación, la inclusión, el desarrollo y el aprendizaje, entre
otros supuestos.

Retomemos parte de la lectura del primer módulo, cuando decíamos: Pensar en las edades evolutivas es pensar en
los sujetos que pertenecen a una categoría socialmente construida. Ello se debe a que todo concepto, remite a una
representación social. Entonces, hablar de infancia, ADOLESCENCIA, ADULTEZ o VEJEZ, depende de las coordenadas
sociohistóricas en las cuales enmarque dicha descripción. Al variar su significado de época en época y de lugar
geográfico, su significado ha ido variando, lo que nos demuestra que existe una gran diversidad de adolescencias,
adulteces y vejeces. Esto es parte de la realidad social en la cuales nos encontramos inmersos. Para Moscovici, una
representación social es “una modalidad particular de conocimiento cuya función es la elaboración de los
comportamientos y la comunicación entre los individuos. Es un corpus organizado de conocimientos y una de las
actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un
grupo o en una relación cotidiana de intercambios, liberan los poderes de su imaginación.” (Moscovici 1979) La
representación de Moscovici es un proceso en el cual los individuos juegan un papel activo y creador de sentido. Para
este autor, las representaciones se originan o emergen en la dialéctica que se establece entre las interacciones
cotidianas de los 33 sujetos, su universo de experiencias previas y las condiciones del entorno y “sirven para
orientarse en el contexto social y material, para dominarlo.” (Moscovici, 1979) . Las representaciones pueden
originarse, también, a través de mecanismos de observación o de reflexión individuales los cuales, por supuesto
siempre están mediados por el contexto. Por tanto, cada vez que nos referimos a una edad evolutiva, debemos
pensar en la diversidad de existencias de sujetos dentro de ella –en plural- para evitar caer en rótulos esterilizantes,
como así también nos brinda la posibilidad de deconstruir dichas representaciones para recrearlas con los propios
sujetos a los cuales nos referimos. Es decir, que debo como docente deconstruir la idea que tengo de etapa evolutiva
(adolescencia-adultez-vejez) y reconstruirla desde y con los propios sujetos quienes nos darán cuenta de sus
vivencias, saberes, gustos, intereses, sueños, y problemas. En cuanto a estos últimos -que también son
representaciones de igual forma que lo son las formas de encontrar soluciones- pueden naturalizar características o
rasgos que son parte de una construcción social del problema o bien su invisibilización. Por ej. como cuando
escuchamos decir que las personas grandes tienen rigidizadas las neuronas, como si fuese algo dado de por sí, o un
hecho incuestionable, o bien que por la edad ya no es necesario trabajar en ESI. Por ello, no podemos dejar de lado
el contexto en el cual nos encontramos inmersos, y cómo incide en los procesos de subjetivación, visibilización del
problema y resolución del mismo. Por ej. hablamos mucho sobre la Educación Sexual Integral, pero poco se ve
materializada en proyectos pedagógicos y políticas de cuidado en los institutos de formación técnica –a diferencia de
lo que se propone para la formación docente-.
La propuesta entonces, consiste en posicionarnos críticamente para cuestionar las representaciones que poseemos
sobre los sujetos con los que interactuamos en lo cotidiano, para repensarnos y repensarlos, porque es en esa
interacción que también se configuran nuestras identidades. Finalmente, lo cierto es que las representaciones son
importantes porque crean realidades. El mejor ej. de ello lo constituye la profecía autocumplida.6 (Robert Rosenthal
-1973) Entonces:
comencemos por pensar qué es la SUBJETIVIDAD: La SUBJETIVIDAD puede ser entendida como “la interrelación
dialéctica entre los sentidos, significaciones y resonancias que, sobre cada sujeto, imprime determinada cultura. Los
docentes en formación deberán interpretar la forma de apropiación de los ordenadores sociales –valores, creencias,
actitudes y estereotipos- que se articulan con los factores genéticos y ambientales que impregnan la historia
individual, para comprender el proceso de individuación e integración de la subjetividad. (Diseño Curricular Inicial y
de Primaria, 2006a: 31)
Cuando nos referimos a sentidos, queremos dar cuenta del significado que tiene el mundo o las cosas para mi, por ej.
ponerme a estudiar o concretar una relación con alguien, o bien lo que nos permite comunicarnos, como por ej. si
alguien me dice al que madruga dios lo ayuda, hay un sentido que comprendemos.

Por otro lado, las significaciones implican los procesos en donde los seres humanos le otorgamos significado a
objetos u acciones cualquieras fueran, como por ej. regalarle flores a alguien, donar sangre, recibirse, ser
madre/padre, etc. Finalmente, las resonancias, son aquellos significados que quedan resonando, dando vueltas,
produciendo movimientos periódicos o casi periódicos en que se produce reforzamiento de una oscilación. Entonces
podríamos pensar que es como un eco, que implica que hay algo de esa significación que aparece y desaparece,
oscilatoriamente. Un ej. es cuando a partir de haber escuchado sobre el lenguaje inclusivo, por momentos,
diferentes entre sí, me vuelve la idea o la frase en donde se utilizó dicho lenguaje, o bien el sentido/significado que
tiene el mismo.

La cultura, por ser una creación humana, siempre posee un sin número de sentidos y significados que nos afectan o
influencian en lo cotidiano. Por ello, los docentes y quienes se encuentran en formación deberán poder interpretar
cómo el ser humano se apropia de lo que dominamos ordenadores sociales –valores, creencias, actitudes y
estereotipos- en tanto ellos, se articulan con los factores genéticos y ambientales que impregnan la historia
individual. Sólo así podremos comprender el proceso de individuación e integración de la subjetividad.

Si hablamos de ordenadores, es porque dicho concepto alude a causar un ordenamiento en los individuos, como por
ej. el respeto –un valor- que permite que en la interacción entre dos personas, ambas puedan expresarse libremente,
se respeten los turnos, se aprecie la diferencia, etc. Otro ej. con respecto a los estereotipos, puede ser que en el
instituto, al ver entrar en el conjunto de individuos a una persona con maletín -llevando determinada vestimenta-
todos/as le abran paso porque se trataría del docente. Sin embargo, se trata de un estudiante más que viene de su
trabajo.
También comenzada la clase, podríamos ver una actitud similar en la mayoría de los/as estudiantes que se muestran
interesados/as por la clase, y la misma hace que otras conductas no tengan lugar (por ej. ponerse a hablar por
teléfono en plena clase). Entonces, los ordenadores sociales, que están internalizados en cada uno de nosotros/as
regulan –controlan- nuestros comportamientos en sociedad.

Tomemos a continuación otros aportes esclarecedores del diseño curricular de Educación superior, cuando da cuenta
del campo de la subjetividad y las culturas, en lo referente al espacio curricular de psicología:

“Los teóricos de la Psicología se interrogan acerca del desarrollo como un continuo en espiral, donde la “mismidad”
(concepto de sí) es resultado inacabado de lo “sucedido” (vivido por él) en el escenario donde le toque transcurrir al
sujeto. … En este sentido, el concepto medular de la subjetividad resulta de la mutua determinación: subjetividad
como cultura singularizada y la cultura como conjunto de subjetividades (objetivadas) como productos de esa cultura,
las formas de intercambio y las relaciones sociales concretas que la sostienen.“ (Diseño Curricular Inicial y de
Primaria, 2006a: 31)
En el campo educativo, desde la mirada sobre ese sujeto particular, distinto pero parecido a sus congéneres de franja
etaria, resulta un enigma a interpretar en sus múltiples dimensiones de crecimiento: cognitivo, emocional,
socioperceptivo y sociocultural, anclado en su propia configuración familiar que a la vez, lo conforma y lo confronta
en el tiempo histórico que le toca vivir, con sus lenguajes y rituales, con sus violencias y prototipos. Este sujeto
particular, nos interpela a cada momento, y ello nos conduce a preguntarnos ¿quién es? ¿qué hace? ¿qué busca?
entre otros tantos interrogantes posibles y que se acompañan de ¿quién soy? ¿qué hago? ¿qué busco?. Pensar a las
instituciones de nivel superior, como actores de socialización, nos remite a dar cuenta de una fuerte influencia en la
formación –docente/técnica- de aquel que va tomando forma. Qué paradigmas, concepciones, posicionamientos y
modos de relacionarnos proponemos como docentes del nivel impacta en la formación de quienes elijen a dichas
instituciones para formarse.

Entonces, este espacio curricular intenta proponer la construcción de aquellos saberes que permiten el
reconocimiento y la comprensión del mundo subjetivo y cultural del sujeto de la educación (Sujeto que
enseña-Objeto de conocimiento-Sujeto que aprende), haciendo particular hincapié en el encuentro vincular, como
única posibilidad para el despliegue del aprendizaje y el desarrollo.
Desde el psicoanálisis, las nociones que nos habitan, en tanto son representaciones, toman fuerza en nuestros actos.
Por ello, podemos tomar el aporte de médico psicoanalista Galende E. que nos propone hablar de la Subjetividad
como: “un sistema de representaciones y un dispositivo de producción de significaciones y sentidos para la vida, de
valores éticos morales gobernados por el deseo inconsciente y los ideales del yo, que determinan en su conjunto los
comportamientos prácticos del individuo.” Implica diferentes formas de: por lo tanto, si hablamos de subjetividad, se
trata de un sistema de representaciones que intermedian las relaciones que el individuo mantiene con su propio
cuerpo, con su vida emocional e intelectual, en la relación con sus semejantes y también en su percepción de las
cosas del mundo.

Pensemos en una situación hipotética, donde vislumbremos la subjetividad de Pedro, quien adhiere a la idea de que
los varones son mejores que las mujeres -independientemente de ser una premisa falsa, que conlleva al prejuicio y a
la discriminación-. Podríamos entonces pensar que: Pedro luego de la noticia sobre su hija, gira una silla a la que
toma por el respaldo y se sienta con las piernas abiertas a la vez que apoya uno de sus brazos sobre la misma. Siente
vergüenza y dolor porque su hija le fue infiel al novio que oficialmente le había presentado; esto es algo que sabrá
todo el barrio si es que ya no lo saben. Si hubiera sido varón estaría orgulloso porque es un ganador. Se siente
culpable porque de haber sido más rígido con ella, esto no hubiera pasado; pero como la madre de la chica -de la cual
él se ha separado- hizo lo mismo, como dice el dicho “de tal palo tal astilla”. Romina – su hija- entra por la puerta del
patio, con expresión de estar asustada, y él le dice: ¡Ni te me acerques! ¡Sos tan puta como tu madre! Sabe que su
hija ya no es su hija. Cree que las mujeres para ser respetadas tienen que ser “santas”. Si hubiera seguido el buen
camino de una mujer digna, nada de esto estaría pasando.
Entonces, en esta descripción podemos identificar la mediación existente entre la representación y los diferentes
aspectos vistos en la definición de Galende. Así, podemos pensar otros ejemplos, pero esta vez, en la docencia.
La subjetividad hace al modo en cómo pensamos y comprendemos la relación con la realidad que vivimos. La
realidad que interpretamos, comprendemos, con la cual nos orientamos, es lo que nos constituye como sujetos, a la
vez que los modos de interpretar y de pensar están construyendo esa realidad. Como no estamos solos en el mundo,
la objetividad sobre esa realidad no está dada perceptualmente como "cosa", debe surgir de las verosimilitudes que
los sujetos establecen en sus narrativas y diálogos cotidianos. La relación entre subjetividad y realidad es en sí misma
un proceso de construcción simultánea entre ambas, un proceso que se alimenta mutuamente y que nunca es de
"un" sujeto sino de un conjunto o grupo. Esto hace que la construcción de la realidad social y la experiencia personal
de ella planteen una lucha por la interpretación, lucha en la que está en juego el poder "performativo" de toda
interpretación.” (Galende. 2004)
Es menester plantear la noción de construcción, para dar cuenta de que la identidad no es algo estático y
preestablecido, sino que se configura y reconfigura a partir de la interacción social, y la influencia de todo aquello
que la rodea durante todo el ciclo vital. La cultura, termina siendo un factor de alta relevancia en relación a ello.
El sujeto que aprende Sabemos que la psicología evolutiva nos brinda la posibilidad de pensar en las descripciones y
explicaciones que dentro de los estudios del desarrollo surgen y son de gran utilidad para la profesión docente.
Cualquier categoría de edad a la que nos refiramos, puede ser descripta por sus características bilógicas, psicológicas
y sociales, en tanto son tres las dimensiones básicas que pueden dar cuenta de dicha descripción -ciertamente
prototípica- de un determinado grupo etario. Para los docentes es clave poder diferenciar cuándo estamos frentes a
un adolescente o a un adulto, ya sea para la realización de informes, para pensar nuestra planificación, o justificar
parte del trabajo cotidiano. Si bien muchas veces los conceptos de adolescencia y juventud aparecen usados
indistintamente, en algunos textos pueden encontrase diferenciando a los propios sujetos. En estos casos,
estaríamos pensando como adolescentes aquellos que se encuentran en una edad diferente a la niñez como a la
adultez, mientras que los jóvenes, son aquellos que si bien no son adultos, tampoco son adolescente. Por otro lado,
la palabra juventud, ha sido otra forma de hablar de aquellos adolescentes tardíos, que por ciertas variables
constituyentes de la moratoria psicosocial (Erickson) tardan en llegar a la adultez, o bien como una caracterización de
la primer parte de la adultez, donde no se ha logrado un claro despliegue de la madurez (aún reconociendo que no
existe en términos de una determinación prefijada de antemano).

Por otro lado, sabemos que en el Nivel Superior, recibe adolescentes que esperamos que al insertarse en el mundo
laboral, lleguen a la adultez con el despliegue de competencias y saberes propios en los perfiles profesionales
previstos según la carrera en cuestión. También nos encontramos con muchos adultos.
La propuesta en este módulo, es poder construir herramientas teóricas que nos permitan pensar quién es mi
estudiante, evitando la uniformidad de los individuos, pero comprendiendo que hay algunos rasgos distintivos y que
en todo caso, tendremos que cuestionar aquellas categorización o clasificaciones que tengan efectos
desubjetivantes. Entonces ¿quiénes son? ¿cómo son?

Comencemos a pensar en la adolescencia/juventud. Sabemos que hablar de adolescencia implica pensar


características en las tres dimensiones del desarrollo –biopsicosocial- pudiéndose diferenciar la pubertad, que
comprende los cambios anatomofisiológicos de la adolescencia propiamente dicha para dar cuenta de los cambios
psicológicos y sociales. De todos modos, la edad al no ser una variable causativa, solo me indica una posible
referencia, que en nuestra sociedad varía en función de la conjunción de variables o factores que se pongan en juego,
por lo que es bastante impreciso de poder definir. Sin embargo, podemos ubicar como fin de la adolescencia, la
contemplación de la edad que exponen Carnanchione y Larrínaga1, sabiendo que lo legal establece un primer corte a
considerar en tanto otorga derechos y garantías que antes no estaban contemplados en función de una visión
evolutiva sobre el despliegue del desarrollo. Bien puede pensarse el viajar al extranjero, el voto obligatorio, entre
otros. Por otro lado, existen varios estudios y en esto hay acuerdo entre muchos autores, que cuando en la infancia
se dan experiencias tempranas en el cuidado de otros (hijos, hermanos, abuelos, otros) o laborales (por necesidad de
ingresos para acceder a bienes de diversa índole) es factible que el pasaje de la niñez a la adultez acontezca sin
mayores preámbulos. De hecho, se suele afirmar que la pubertad es universal, siendo la adolescencia relativa al
contexto sociocultural en el que acontezca.

Otro detalle importante a establecer es el uso indistinto entre adolescencia y juventud que muchas veces aparece en
la literatura o textos de educación sin mayores especificaciones. Pues en realidad, hay que establecer que el
concepto de juventud, suele implicar un conjunto de atributos que se encuentran fuertemente valorados, porque el
concepto mismo es idealizado o entronizado en sociedades de mercado como la nuestra, que remiten al mayor
esplendor del desarrollo, belleza, fuerza, vigorosidad, hedonismo, carencia de ciertas responsabilidades, entre otras.
Incluso puede aparecer como atributo adjetivante, en expresiones tales como: “recién tengo 30 y soy muy joven”…
“murió a los 68, qué joven que era”. “Se jubiló a los 50, es muy joven”… y expresiones por el estilo.

Sin embargo, en nuestro caso, vamos a explicitar que también puede usarse para destacar la última fase del
desarrollo de la adolescencia y la primer parte de la adultez. Por lo cual, podríamos pensarla de la siguiente manera:
Por ende, como etapas evolutivas, hablamos de adolescencia y de adultez, siendo la juventud una caracterización de
las mismas, y particularizando la transición necesaria en términos de moratoria psicosocial (Erickson2) que establece
un tiempo, un “como sí” de preparación para el mundo adulto. Ello es de importancia para nosotros que trabajamos
en este nivel, y que muchas veces, borramos las diferencias con los ingresantes, diciendo “ya son grandes”. Sin
embargo, como ya hemos podido identificar, las instituciones educativas sirven para contribuir tanto al desarrollo
integral de las personas como así también potenciar sus aprendizajes. Si bien es cierto que no podemos rotular ni
encasillar descripciones estereotipantes sobre los sujetos, también es necesario contar con algunas características
que nos permitan pensar nuestro abordaje pedagógico-didáctico en las prácticas. Para sintetizar, mencionaremos los
más significativos, entendiendo que lo que define es la conjunción de las mismas y que no se dan en un estado puro3
aun cuando fuese deseable:

2- T. psicosocial. Ver conferencia de Gavilán y . Repensar la adolescencia actual y recrear la escuela. 3- Refiere a
características fluctuantes. No existe un estado máximo ideal prefijado al cual llegar.
• Corte de etapa: El criterio para saber si estamos frente a un adulto estará dado por la integración de las siguientes
delimitaciones que son dinámicas y no comparables entre sujetos: autopercepción de sí, inserción laboral,
responsabilidad jurídica, independencia emocional, conformación de una familia propia e independencia económica.
• Homogeneidad en relación al crecimiento: etapa en la que llegan a su altura y peso de adulto. Puede extenderse
hasta los 23 sobre todo en varones.
• Pensamiento Formal. Despliegue hacia la máxima capacidad para pensar de forma abstracta e hipotética sobre el
presente y el futuro. Nueva conciencia social sobre la complejidad de la realidad. • Desaparición del egocentrismo y
descentralización que implica poder pensar en otros puntos de vista y mayor énfasis sobre valores abstractos y
principios morales. Aproximación del desarrollo emocional y el desarrollo cognitivo –que no siempre van al mismo
paso- Resoluciones posibles a contradicciones y ambivalencias propias de la adolescencia (elección
vocacional-ocupacional, proyectos, otros).
• Definición de la identidad Vocacional-Ocupacional, experimentando distintos aspectos: roles, valores, amigos, entre
otros.
• Reivindicación de los padres como individuos –ahora son vistos dentro de la misma categoría: adultez-. Pueden
discrepar sin culpa.
• Logro de la intimidad –conocimiento intra/interpersonal- y estabilidad en los vínculos. • Sentimiento de bienestar
en soledad –incluso como elección-.
• Nuevas experiencias. Consolidación y nuevos ensayos de vida. Movimiento hacia la interioridad para gestar ideales,
responsabilidad, conciencia moral.
• Se puede hacer cargo de sí y de otros: mayor grado de responsabilidad.

Por otro lado, como afirma el investigador Lois Hoffman (1984) se puede hablar que el logro de adultez, para
diferenciarse de la adolescencia, puede estar logrado en la medida que vayan obteniéndose grados de mayor
independencia:
• emocional (abandono de la dependencia de la familia de origen, función materna y paterna) • de actitudes. (se
crean y descubren actitudes, va lo res y creencias que no son incorporadas por fuerza de sus padres.)
• funcional, se re fie re a su capacidad para adquirir solvencia económica y atender los problemas cotidianos.
• de conflictos, que se presenta en cualquier momento, su pone la separación de la familia sin sentimientos de culpa
ni de traición.

Para poder analizar en principio la vida en la etapa de la adultez, vamos a tratar de focalizar en dos aspectos claves
de la vida en sociedad, que implica hablar de dos ordenadores sociales, en tanto aun estableciendo diferencias en
torno al contexto sociohistórico son estructurantes de cualquier identidad: el trabajo y la familia. Claro que no
pueden hacerse generalizaciones que valgan para todos los sujetos, pero sí es cierto que pueden observarse
determinadas variables que son constantes a contemplar en los individuos: amor y trabajo.

Recordarán que Freud definió “la felicidad en términos de salud” cuando el ser humano vivencia placer en el
despliegue de su capacidad de amar y trabajar. En lo referido a lo primero, incluye todos los vínculos personales que
tengamos: pareja, familiar, amigos, etc. El segundo término, refiere a la actividad de producción: trabajo y su
equivalente, es el estudio como anticipación del mismo. Por lo tanto, entra en esta categoría los estudios terciarios o
universitarios. Por otro lado, encontramos los aportes de Erikson E., quien destacó el logro de la intimidad y la
generatividad en relación a toda clase de trabajo productivo. El concepto de madurez ligado a ciertos logros en
cuanto a los proyectos de vida y al despliegue de competencias como así también la propia aceptación del sí mismo
también son características a considerar en esta etapa evolutiva. Además de ello, se ponen en juego un gran número
de otras variables que condicionan la calidad de vida, como lo son la elección de amistades, el prestigio y el nivel
socioeconómico, como así también la participación en la vida en sociedad y la adhesión a determinadas actitudes y
valores. En función de cómo se logre la conjugación de ellas, y las vivencias que posean las personas, podrá llevarse
una vida medianamente placentera o incluso, llegar a ser totalmente frustrante. Lo cierto es que el desarrollo de las
personas a lo largo de la vida implica crecimiento, para afrontar problemas y poder resolverlos en la medida de lo
posible. Si bien
sabemos que el desarrollo se da a lo largo del todo el ciclo vital, y por tanto hay cierta continuidad y estabilidad sobre
todo en la adultez, no deja de ser cierto que hay modificaciones y variaciones importantes –más o menos
visibles-que van desde cambios en referencia a lo corporal, como también lo psicológico y lo social. Pero también
sabemos, que para llegar a ser adulto, en la actualidad el pasaje por la adolescencia implica una serie de vicisitudes
propias de la época que cabría pensar, en tanto y en cuanto ya no es tan clara la diferenciación entre adolescentes y
adultos, o bien, podríamos pensar en la “entronación” –como sinónimo de idealización, o poner en el trono actual de
la juventud, como eterna edad de oro, a la cual nadie quiere renunciar y a la que cualquier niño/a quiere llegar.
Algunos autores, hablarán del desdibujamiento de los roles, figuras, edades, propio de lo que el sociólogo Bauman4
denominó Modernidad Líquida.

La configuración de la identidad, considerando los múltiples factores que venimos delineando en esta materia,
sabemos que refiere principalmente a la influencia particular que se pone en juego durante el desarrollo del ciclo
vital, especialmente desde los entornos culturales de la familia y el trabajo, otorgando un gran impacto en la
autopercepción, el despliegue de potencialidades y competencias, y también en la valoración respecto al sentimiento
de autorrealización personal. Claro que también se encuentran presentes otros círculos sociales, que contribuyen
también al sentimiento de pertenencia de la persona a un grupo5, y ello, también otorga cierta estabilidad, que
acompaña al sentimiento de seguridad.

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