NOVENA A LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE CRISTO
PREPARACION
                                     (Se dice cada día de la novena)
“Los santos de la Apocalipsis cantan
fervorosamente: Con tu Sangre has comprado
para Dios gentes de toda tribu, lengua, pueblo y
nación; has hecho de ellos un dinastía sacerdotal,
Que sirve a Dios y reina sobre la tierra” Ap. 5:9
Nosotros ahora nos unimos a este clamor celestial,
y en la comunión del Espíritu con todos los santos
de la tierra, y veneramos esa Sangre Divina que
nos rescató del poder de las tinieblas y nos
trasladó al Reino de la luz, rendimos culto
reverente a Dios, como pueblo sacerdotal que
somos. Col 1;13-20
Cristo Jesús, Cordero de Dios, que nos has salvado con Tu Sangre, te alabamos, te bendecimos,
te adoramos, te damos gracias rendidas. Y te pedimos la salvación de todos los que nos hemos
lavado en Tu Sangre Sagrada. Amén
                                         Día primero
Leo en la Palabra de Dios. "¡Dichosos los que lavan sus vestiduras en la Sangre del Cordero!"
(Apocalipsis 22:14).
¿Debe espantarnos el pecado? Sí; porque es el mal de los males, que lleva consigo la
separación de Dios y la condenación eterna. Dios nos ofrece su perdón, pero nosotros
podemos desoír la llamada del Espíritu, que nos invita siempre a la conversión y a la
perseverancia. ¿Y si yo he pecado? Podría anidar en mi alma cualquier sentimiento, menos el
de la desesperación. Porque tengo un Salvador que pagó por mí y me llama de nuevo a su
amor. Confío en la Sangre de Cristo, que me ha limpiado de toda mancha. Señor Jesús, ¡gracias
por tu bondad! No quiero pecar más en adelante. Lo que quiero es amarte cada vez más con
todo mi corazón.
Padrenuestro.
Las lágrimas de mis ojos ahora son el cantar de un alma que, arrepentida, no sueña más que en
amar.
Oración. OH Dios, que nos pides el amor de nuestro corazón, concédenos la gracia de vivir
siempre en el amor a Jesús y obtener por su Sangre nuestra salvación eterna. Por Jesucristo
nuestro Señor Amén.
                                         Día segundo
Leo en la Palabra de Dios. "Tenemos, hermanos, una confianza jubilosa de entrar en el
santuario del Cielo por virtud de la Sangre de Jesús" (Hebreos, 10:19).
Dios nos infundió en el Bautismo la esperanza, junto con la fe y el amor. Llego al Cielo por lo
méritos de la Sangre de Cristo. A ellos uno mi esfuerzo, para corresponder con mis obras a lo
que El hizo por mí. Mi vida, para conseguir la salvación, debe ser digna de la Sangre que me
compró. Por eso, debo trabajar siempre mí salvación con "temor y temblor", como nos dice
San Pablo. Miedo a Dios, no; porque El es Fiel y me salva; sino miedo a mi debilidad o malicia,
porque yo puedo fallar a Dios. Pero, ¡confianza! Porque Jesús y yo juntos lo podemos todo.
Padrenuestro
Cielo azul, cielo estrellado, Cristo tus puertas abrió. ¡A ti voy, por ti suspiro, Patria de mi
corazón!
Oración. OH Dios, que nos has redimido con la Sangre preciosa de tu Hijo, conserva en
nosotros la acción de tu misericordia para que podamos conseguir sus frutos eternos. Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
                                           Día tercero
Leo en la Palabra de Dios. "Ellos vencieron al dragón por la fuerza de la Sangre del Cordero y en
virtud del testimonio que dieron, pues despreciaron sus vidas hasta morir por él" (Apocalipsis
12: 9-1 l).
¿Qué significa mi vida cristiana? Es lucha: contra el dolor, que podría desesperarme; contra el
cansancio, que podría rendirme en el camino; contra los que atentan mi fe y mi virtud, que
exigen mi testimonio; contra mi contra el pecado, que podría hacerme perder a Dios... Pero
tengo en mis manos la fuerza del mismo Cristo. El luchó contra Satanás y el pecado hasta la
sangre, y con su Sangre nos da la victoria a nosotros. ¿Puedo yo acobardarme y ceder ante el
enemigo, si cuento con la fuerza de la gracia de Cristo?...
Padrenuestro
La vida es de los valientes, de los que saben luchar. Con Cristo, que va delante, ¿Me puedo yo
acobardar?...
Oración. OH Dios, que en la Sangre de Jesús, derramada valiente y generosamente en la cruz,
nos das la fuerza contra todos los enemigos. Haz que por ella me mantenga yo siempre fiel a ti.
Por Jesucristo nuestro Señor.
                                           Día cuarto
Leo en la Palabra de Dios. -El Espíritu Santo os ha constituido vigilantes, para que apacientes la
Iglesia de Dios, que él se adquirió con su propia Sangre" (Hechos 20:28).
Lo que dice San Pablo a los pastores de la Iglesia vale para todos nosotros, porque todos
somos Iglesia por la cual Cristo derramó su Sangre. ¿Puedo desentenderme yo de la Iglesia?
¿Puedo aceptar los ataques de que es objeto? ¿Puedo ver despreciada su verdad? ¿Puedo
tolerar la desobediencia a sus Pastores? ¿Puedo mirar sin horror a los que abandonan con
peligro grave su salvación? ¿Puedo dejar de trabajar en una u otra obra de apostolado, tal
como lo exigen mi Bautismo y Confirmación? Si no trabajo por la Iglesia, estoy traicionando a
la Sangre con que Cristo se la adquirió...
Padrenuestro
¡OH, Iglesia Santa y Católica, todo mi amor para ti! Tú sabes que sólo anhelo en tu regazo
sobrevivir.
Oración. Señor Jesucristo, hazme vivir en tu Iglesia, Esposa tuya que adquiriste con tu Sangre.
Que por ella trabaje, en ella viva y en ella sobreviva. Tú, que vives y reinas por los siglos de los
siglos Amén.
                                            Día quinto
Leo en la Palabra de Dios.-¡Bebed, pues ésta es mi sangre!" (Mateo 26: 27-28). "El cáliz de la
bendición que consagramos, ¿no es comunión con la Sangre de Cristo". "Cuantas veces coméis
este pan y bebéis este cáliz, proclamáis la muerte del Señor hasta que él vuelva" (I Corintios
10:16; 11:26).
Padrenuestro
¿En qué hago consistir yo mi devoción a la Sangre de Cristo? En oraciones, ciertamente. Pero
jamás podré buscar otro punto en que centrar esa mi devoción como la Eucaristía. Recibo la
Sangre de Cristo en la Comunión. En la Comunión me comunica la Sangre divina toda su fuerza.
En la Comunión me aseguro para siempre el fruto de la salvación que Cristo me ganó al
derramar su Sangre por mí. ¿Comulgo todas las veces que puedo y de la mejor manera que
puedo?...
Eres bebida del Cielo, eres vino embriagador. Eres amor y alegría, ¡Cáliz de la salvación!
Oración. Señor Jesucristo, hazme beber con ansia tu Sangre, Vino Nuevo del Reino, y prenda
de las delicias que me embriagarán en la Patria celestial. Amén.
                                            Día sexto
Leo en la Palabra de Dios. -Os habéis acercado a Jesús, que nos ha rociado con una sangre que
habla más elocuentemente que la de Abel" (Hebreos 12: 23-24).
¿Qué pedía a gritos la sangre de Abel? ¡Venganza! "La sangre de tu hermano grita a mí desde
la tierra", de Dios a Caín. Pero la Sangre de Cristo clama mucho mejor: "¡Padre, perdónalos!"...
La Sangre de Jesús nos da la paz con Dios y derriba todo muro que nos divide a los hombres,
porque "todo lo pacificado con la sangre de su cruz". Entonces, ¿Somos dignos de Cristo
cuando anida un rencor en nuestro corazón? ¿Somos como el Jesús de la cruz, si, no
perdonamos nosotros de verdad?... ¿Podemos beber la Sangre de Cristo en la Comunión, si, no
rebosamos amor a todos?....
Padrenuestro
Sangre de Jesús, que gritas: ¡Perdón, oh Padre, perdón!" Di, ¿qué quieres de nosotros?... ¡Qué
sea perdonador!
Oración: Señor Jesucristo, que nos mandas a perdonar generosamente hasta el peor de
nuestros enemigos. Infúndeme tú mismo amor a fin de que, amando sin distinción a todos,
merezca tú perdón y tú gracia. Amén.
                                          Día séptimo
Leo en la Palabra de Dios. -Vi el cielo abierto. Y el que se llama desde siempre El Verbo de Dios,
estaba cubierto con un manto lleno de sangre" (Apocalipsis 19: 12-13).
Jesucristo, el Hijo de Dios, aparece en el Cielo como un militar triunfador. Se empapó de
sangre, en la suya, y ahora ostenta las propia, luchando contra el enemigo condecoraciones
ganadas en una guerra a vida o muerte. Ha vencido en toda la línea. "El príncipe de este
mundo ha sido echado fuera". Y llega el día en que "todos sus enemigos estarán colocados
como escabel de sus pies"... ¿Me doy cuenta a qué me llama el Señor? El Cielo no es para
cobardes, sino para los esforzados que, como Jesús, saben enfrentarse cada día, hasta la
sangre, en la lucha contra el mal.
Padrenuestro
Por tú Espíritu, Señor, danos valor en la lucha, danos la victoria; victoria sobre la muerte danos
la Gloria futura.
Oración. Señor Jesucristo, que nos dijiste que el Reino de los Cielos lo arrebatan únicamente
los valientes. Dame el esfuerzo que necesito para ir contigo hasta el Calvario a fin de subir
desde él al Cielo. Amén.
                                           Día octavo
Leo en la Palabra de Dios. "Estos son los que han lavado y blanqueado sus vestiduras en la
Sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios" (Apocalipsis 7:14).
Hemos de contar con el pecado como una triste realidad de nuestra vida. Heredamos de
nuestros padres Adán y Eva una naturaleza dañada, y nuestra malicia a veces, y nuestra
debilidad siempre, nos llevan a ofender a Dios de muchas maneras. ¿Quién pondrá remedio a
esta dolorosa condición nuestra?.
¡Gracias sean dadas a nuestro Señor Jesucristo, que con su Sangre nos ha librado de tan
lastimosa condición! Dios nos pide solamente arrepentimiento, conversión, reconciliación con
El mediante los Sacramentos. Y, eso sí, lucha valiente para no hacer nunca las paces con el
pecado.
Padrenuestro
¡Qué divino tesoro, Jesús, me has dado en tu Sangre! ¡Límpiame de toda mancha, para ser
como te agrada!...
Oración. Señor Jesucristo, amador de los pecadores, que somos todos. Derrama sobre mí la
abundancia de los méritos de tú Sangre, para que, con limpieza de corazón, vea siempre a Dios
en todas las cosas. Amén.
                                         Día noveno
Leo en la Palabra de Dios. -Tenemos un Pontífice excelso, Jesús, que ha penetrado los cielos -
con su propia sangre - y está siempre vivo para interceder por los que por él se llegan a Dios"
(Hebreos 4:14, 19:12, 7:25).
Una última mirada a la Sangre de Cristo. ¿Qué nos ha merecido Jesús con ella? Nada menos
que la Gloria de Dios, la misma con la que Dios es infinitamente dichoso, la que tiene el mismo
Jesucristo glorificado a la derecha del Padre. Y ante este su Padre está repitiendo
continuamente: "Quiero que donde yo estoy estén también los míos que Tú me diste". Ya que
para esto se adelantó: "Voy a prepararos un lugar" Nuestro destino es el Cielo, que no es
propio de almas débiles, sino de los espíritus más grandes, que no se contentan sino con Dios.
Padrenuestro
Como Esteban, entreabierto veo el Cielo, Señor. ¿Cuándo podré estar contigo? ¡Hoy lléname
de tu Presencia!
Oración. Señor Jesucristo, autor, guía y consumador de la fe, que vas al frente de los que
caminan hacia la Patria. Hazme seguir fielmente tus pisadas para conseguir ese Cielo que me
tienes prometido y preparado. Amén.
"EN SU GRAN AMOR DIOS ME HA LIBERADO POR LA SANGRE QUE SU HIJO DERRAMÓ, Y HA
PERDONADO MIS PECADOS". (Efesios 1:7)
OH DIVINO ANTÍDOTO, LIBÉRAME DEL VENENO DEL PECADO AMÉN, ALELUYA, AMÉN.