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Instituto de Botánica Darwinion

Estudio Ecológico y Químico de una Forrajera Indígena (Alchemilla pinnata, fam. Rosáceas)
Author(s): EMILIO J. RINGUELET
Source: Darwiniana, T. 5, Homenaje A Lorenzo R. Parodi en el Vigesimo Quinto Aniversario
de su Primer Estudio Botanico 1916-1941 (Agosto 1941), pp. 299-315
Published by: Instituto de Botánica Darwinion
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/23212184
Accessed: 25-06-2016 08:14 UTC

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Estudio Ecológico y Químico

de una

Forrajera Indígena {Alchemilla pinnata, fam. Rosáceas) «


Por EMILIO J. RINGUELET ('-)

Con motivo de un viaje a la provincia de Córdoba en el


mes de febrero de este año, he tenido oportunidad de recoger en
la pampa de Achala cantidad suficiente de esta planta, cuyo cono
cimiento como forrajera es de indudable interés y utilidad. Entre
gué dicho material al profesor de la Facultad de Agronomía Ing. Cé
sar Ferri, para que hiciera su análisis químico mientras me dedicaba
a estudiar las condiciones ecológicas de aquel lugar, revisar biblio
grafía y observar la planta. Me complazco en agradecer al colega
y amigo su importante contribución a este trabajo.

I. —• Descripción de Alchemüla pinnata y datos sobre su


DISTRIBUCIÓN Y VALOR FORRAJERO

Alchemüla pinnata R. et P. (fam. Rosáceas, subfam. Rosoideae),


conocida con el nombre vulgar de « pasto de oveja », es una planta
indígena sudamericana, que se extiende desde las cordilleras de Pe
rú y Bolivia, por las montañas del noroeste de la República Argen
tina, hasta las altas sierras de Córdoba (sierra de Achala) donde
la he recogido, y según me informara verbalmente el Ing. Arturo
Burkart, que allí la encontró, hasta las altas sierras de San Luis;
éstas, en realidad, constituyen 1a. terminación austral del sistema
orográfico de Córdoba, dentro del territorio político de San Luis.
Fué descripta por primera vez en 1794 por los botánicos Hipólito

(') Trabajo realizado en el laboratorio de Botánica de la Facultad de Agrono


mía de La Plata, y aprobado en la Primera Reunión Argentina de Agronomía,
3 de abril de 1941.
(2) Ing. agr.; Profesor de Botánica agrícola, Is parte, en la Facultad de Agro
nomía de La Plata.

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300 Darwinwna, t. 5, 1941

Ruiz Lopez y Jose Pavón, en su Flora del Peril y Chile, de las


montañas altas y frías de los Andes de Tarma (Perú). Weddell
(1855: 247), la encuentra en el altiplano de la cordillera de Tacora,
entre Bolivia y Chile; en los alrededores de La Paz, entre 4000 y
5000 m, y en los prados alpinos de los Andes de Tomina, dep. de
Chuquisaca (Bolivia). Posteriormente fué citada para la Argen
tina por varios autores, como ser : Grisebach (1874: 89), para Tu
cumán, en los prados alpinos, donde la vegetación es particular
mente baja y a veces ella sola los constituye, y para Catamarca, a
alturas superiores a 2000 y 3000 m. En su segunda obra (1879:
124) la cita para Córdoba, Catamarca y Tucumán. J. Hieronymus
(1882: 299), la cita para Córdoba, Catamarca, La Rioja, Tucu
mán, etc. Kurtz (1904:276-277), en su Flora de Córdoba, la men
ciona especialmente al describir la región de los « pastos alpinos »
(de 2000 m en adelante) de las sierras de Córdoba, diciendo que
se extiende hasta las sierras altas de Tucumán, Catamarca y La
Rioja, y que reaparece en la sierra de Achala, la que constituye su
habitación más austral. Fríes (1905: 141), la menciona para Ju
juy, a alturas superiores a 3000 m, Catamarca, La Rioja y Tucu
mán. Lillo (1918-19: 225), la incluye en la lista de plantas que
forman los prados alpinos de Tucumán, y que se encuentran en las
serranías de una altura media, donde terminan los bosques sub
tropicales. Hosseus' (1921: 122), la cita para las provincias andi
nas, desde Jujuy hasta San Juan (cordón de la Punilla).
Esta Rosáeea (fig. 2) es una plantita de 1 a 10 em de altura (rara
vez más) que corresponde clasificar como hemicriptófita rastrera,
con tallos radicantes, es decir, planta perenne. Es pilosa canes
cente, con aspecto blanquecino y lustroso, pues sus partes aéreas
están recubiertas por pelos blancos, simples, largos y abundantes,
pero separados; en los tallos son tan largos como el diámetro del
órgano, y en las hojas son más densos en la cara inferior que en la
superior. Su raíz es poco ramificada y profunda, alcanzando 10
a 12 cm de largo. Emite tallos rastreros horizontales, largos de
varios centímetros (he medido uno de casi 15 cm) de cuyos nudos
salen pequeñas raíces adventicias y hojas breves. Las hojas
son peeioladas, pinatisectas, con pínulas bi o trífidas, eon
estípulas aparentes de color pardo - rojizo ; las radicales son
más desarrolladas que las caulinares. En las hojas jóvenes, las
pínulas tienen tendencia a adosar los segmentos por sus caras supe
riores y a replegarse hacia un mismo lado de la nervadura, adop

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E. J. Ringuelet, Estudio ecológico y químico de « AIchemilla pi n nata » 301

tando una posicion protectora contra el frío y el exceso de evapo


ración. Las flores, en glomériüos axilares, son insignificantes y de
color blanquecino verdoso (ausencia de corola). En el suelo are
noso y seco de los lugares llanos donde pacen las ovejas, se propaga
activamente por medio de sus tallos rastreros y constituye un cés
ped muy bajo y denso, por lo cual resiste notablemente la acción
del pisoteo y se mantiene a pesar de la voracidad de los animales
que pacen en abundancia en la pampa de Achala, alimentándose de
ella casi exclusivamente. Al pie de las matas de Stipa icliu, Poa
Stukertii, etc., que la protegen contra los factores climáticos adver
sos, especialmente el frío, los vientos y la intensa radiación solar,
y contra el pisoteo y la voracidad de las ovejas, crece con un porte
diferente y con mayor desarrollo, alcanzando de 10 a 15 cm de
altura y emitiendo pocos tallos rastreros.
Respecto de sus condiciones como forrajera, Hieronymus (1882 :
299) la considera como un pasto muy alimenticio, especialmente para
las ovejas ; le asigna el nombre vulgar de « algarrobilla de la sierra »
y explica que ese nombre proviene de que « engordan tanto los
animales que con ella se alimentan, como los que comen las frutas
de ciertas especies de Acacia y Prosopis, que llevan el mismo nom
bre ». Kurtz (1904: 277) le atribuye también buen valor forraje
ro, especialmente para ovejas. Río y Aciiával (1904-1905, II: 77)
en la parte de su Geografía de Córdoba destinada a la agricultura,
capítiüo sobre plantas forrajeras, al referirse a los pastos tiernos,
mencionan como única Rosácea a esta planta, con el nombre vulgar
de « pasto de oveja », y dicen que constituye, por sus cualidades
alimenticias, un pasto de excelente calidad, especialmente para las
ovejas. Dos personas, naturales de la sierra de Achala, me infor
maron que es un pasto excelente y fuerte para el ganado ovino ;
interpreto el calificativo « fuerte » como para indicar que es muy
nutritivo. Pero no conozco ningún estudio químico de Alchemilla
pinnata, y en los trabajos de Reichert y Parodi (1923-1925) sobre
plantas forrajeras indígenas y cultivadas en la Argentina, que con
tienen el análisis químico de 67 Gramíneas y de 12 plantas de dis
tintas familias, no figura ninguna Rosácea. El análisis químico,
como se podrá apreciar luego, ratifica sus condiciones de buena fo
rrajera, con relación nutritiva favorable. El Ing. Burkart me in
forma que en sus viajes a Córdoba y sierras altas de Tucumán y
Jujuy, pudo convencerse del valor de esta planta, que trata en sus

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302 Darviniana, t. 5, 1941

clases al hablar de la producción forrajera en los prados alpinos


del noroeste argentino (véase Gonzalez 1938: 5).

II. — El medio estacional

La Pampa de Achala (fig. 1). —La pampa o altiplanicie de Acha


la, la más extensa y elevada de la provincia de Córdoba, es el coro
namiento de la sierra de Achala, entre el cerro de los Gigantes
(2370 m s.m.) hacia el norte, y el cerro Champaquí (2880 m s.m.,
la mayor altura de las sierras), hacia el sud. Esta sierra pertenece
a la sierra Grande o cadena central de las tres cadenas de montañas
que corren más o menos paralelamente de norte a sud, en el sistema
orográfico de Córdoba.
Esa altiplanicie tiene aproximadamente 65 kilómetros de largo
(de norte a sud) por 8 kilómetros de ancho (de este a oeste), y su
altura oscila en toda su extensión entre 2100 y 2200 m sobre el mar.
Su superficie está constituida por limos arcillosos y micáceos que,
como formaciones sedimentarias del cuaternario, recubren la masa
de granito, roca primitiva ígnea, que constituye el macizo de la sie
rra de Achala; esos depósitos recientes de loess tienen un espesor
que varía entre 1 y 4 metros.
Aproximadamente como las demás de Córdoba, de Tueumán y de
San Luis, la superficie de la pampa de Achala, desprovista de todo
reparo contra los vientos, es accidentada y áspera, presentando on
dulaciones, lomadas, crestones de rocas y pequeñas quebradas que
interrumpen su horizontalidad; por ello es que aparece por trechos
la roca desnuda, alternando con extensiones, horizontales recubier
tas por una capa superficial de tierra vegetal y arena, constituyendo
un suelo liviano y suelto, con lugares húmedos y lugares más secos.
Las condiciones edafológicas de este suelo son deficientes por tratar
se de un suelo prematuro, de los que H. del Villah (1931: 206)
llama « oropédicos », que son frecuentes en las montañas y se están
formando sobre un substrato de roca viva. Interesa destacar que
la pampa de Achala no es seca y que su superficie, por ser acci
dentada, ofrece numerosas depresiones de extensión variable pero
en general reducidas, donde se acumula y conserva el agua de lluvia
formando charcos; estos depósitos naturales (de origen pluvial como
el de los ríos, puesto que no existen nieves perpetuas en las sierras
de Córdoba), constituyen un factor favorable para la vegetación
de esas altiplanicies y para la reducción de los espacios desnudos.
No obstante, la vegetación allí instalada constituye el tipo de este

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E. J. Ringuelet. Estudio ecologieo y quwuco de « AlchemiUa ptnnata » 303

pas nerbáceas con predominio de pastos duros, a que haré referencia


más adelante.

Clima. — Para presentar una síntesis del clima en la pampa de


Achala, he debido tomar como base los datos meteorológicos para
la ciudad de Córdoba de las obras clásicas de Davis (1902-1909),
completados con los del régimen pluviométrico de la República Ar
gentina (1934) e interesantes datos y observaciones de Río y Achá
vaii (1904-1905) y de Brandan (1940).

Fig. 1. — Pampa de Achala (2200 m s. m.), aproximadamente hacia el sud. Las ovejas pacen en
el césped de Alchemüla pinnata. Al fondo el cerro Champaquí. 18 de febrero de 1941.

La provincia de Cordoba está comprendida en la zona templada


y su clima es de tipo mediterráneo, por su gran alejamiento del
mar y de los grandes ríos; por otra parte, está privada de la in
fluencia marítima del Pacífico por la elevada muralla que implica
la cordillera de los Andes. Esto determina las características de
su clima : gran sequedad del aire, aumento de la radiación solar,
rica en radiaciones de onda corta y gran amplitud en la variación
diurna de la temperatura. El doctor Brandán divide a la provin
cia en tres regiones con varias zonas y microclimas, entre las cuales
son de las más importantes la zona que abarca la sierra Grande
(con altura superior a 2000 m) y la de los altiplanos (pampas de
Achala, San Luis y Olain, con alturas de 2200 m, 1700 m y 1000 m
respectivamente), que realizan el verdadero clima de montaña o
altura.

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304 Darviniana, t. 5, 1941

Temperatura. — Según Davis (1902: 14), cuadro de temperatu


ras medias y extremas mensuales para el período de 28 años, de 1873
a 1900, la temperatura media anual de Córdoba es de 17°08, y se
deduce que la temperatura media en los tres meses de primavera es
de 17°8, en verano de 23°, en otoño de 16°5 y en invierno de 10°8. Del
cuadro de máximas y mínimas mensuales surge que la máxima media
es de 36,9 y la mínima media es de—1°4. Pero las temperaturas ex
tremas son más importantes por sus efectos sobre la vegetación y se
ve que la máxima y la mínima absolutas fueron, en ese período, de
43°7 y de — 8°9 respectivamente. Río y Achával (1904-1905, I :
150) transcriben las temperaturas extremas observadas en Marcos
Juárez, de 44°5 en febrero de 1900 y de —8o en julio de 1901 y
agregan que « probablemente en la región serrana liabránse produ
cido temperaturas más bajas; pero es muy difícil que haya sido
sobrepasada aquella máxima». Brandan (1940: 75) cita para
Córdoba valores de 45°6 el 20 de enero de 1917 y de —10°3 el 8
de julio de 1918. Es lógico presumir que en la pampa de Achala,
a 2200 m de altura, la vegetación deba sufrir los efectos de mínimas
aún más bajas y que sean frecuentes en invierno temperaturas in
feriores a 5o y 6o bajo cero. A esto se agregan las grandes y fre
cuentes oscilaciones de la temperatura, como consecuencia de la si
tuación mediterránea. La amplitud térmica estacional (entre las
medias de invierno y de verano ya anotadas), es de 12°4, y la am
plitud entre las extremas citadas pasa de los 55°. Es notable la
oscilación de la temperatura durante el día, pues la amplitud me
dia anual de la variación diurna que es de 2°2 en la isla de los
Estados (de clima oceánico) y de 6°2 en Buenos Aires, alcanza en
Córdoba (localidad de clima continental) a 11°9, valor elevado y
casi igual en las cuatro estaciones del año (Davis, 1902: 10). Es
pecialmente en los períodos de calma y buen tiempo, con cielo de
gran transparencia, la temperatura se eleva mucho durante el día
y desciende notablemente durante la noche. Son comunes los
cambios de vientos del norte por vientos del sud (pasaje
del centro ciclónico al anticiclónico), con descensos bruscos
de temperatura, a veces de 15° o 20° en pocas horas, y du
rante el buen tiempo siguiente, si es en invierno, se registran por
la noche temperaturas mínimas de 8o a 10° bajo cero (Brandan,
1940: 100 y 102). El número medio anual de días con heladas
(Brandan, 1940: 75) es de 27, observándose grandes diferencias de
un año a otro. La frecuencia máxima fué observada en 1916, con

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E. J. Kixguelet, Estudio ecológico y químico de « Alchemilla pinnata » 305

52 días y la mínima en 1896 eon 5 y en 1914 con 8. En general,


se producen principalmente en los meses de invierno. Se producen
a veces heladas tempranas y tardías, las más perjudiciales para la
vegetación, como las observadas el 12 de abril de 1886 y el 9 de oc
tubre de 1899.

Humedad. —• La humedad relativa media anual en Córdoba es de


65,7% (en Buenos Aires es de 77,5%). En primavera es de
58,5 %, en verano de 66,9 %, en otoño de 72,3 % y en invierno de
69,9 % ; resulta que la estación más seca del año es la primavera y
la más húmeda el otoño. Puede en fin considerarse como muy seco
el clima de Córdoba. Por otra parte, siendo las radiaciones de onda
corta (ultravioletas) absorbidas y dispersadas por el vapor de agua
de la atmósfera, la disminución del mismo en este clima determina
que la radiación sea aquí rica en ultravioletas. La nebulosidad,
en escala de 10, es en Córdoba de 4. Es notable la pureza del cielo
en la región serrana y su claridad en invierno es superior a la de
verano, coincidiendo la estación de mayor nebulosidad con la de
lluvias más frecuentes (verano). Al observar el cielo de noche en
la pampa de Achala, lo encontré muy semejante al cielo profundo
y maravillosamente estrellado que pude admirar en Humahuaca
(3050 ms.m.).

Vientos. — La frecuencia relativa en Córdoba, según Davis (1902:


139) es la siguiente en escala de 1000: N, 169; NE, 271; E, 83; SE,
156; S, 212; SO, 45; O, 19; NO, 28; calma 17. En general, puede
decirse que dominan los vientos del noreste y norte seguidos de los
del sud y sudeste. Los del oeste y del este son raros, de corta du
ración y de poca fuerza. En verano (octubre a abril) predominan
los vientos del noreste con disminución de los del sud; en los meses
de invierno, son dominantes los del sud y del noreste en propor
ción casi igual. Esto se debe a que en Córdoba hay dos masas de
aire bien definidas y reconocibles, la tropical (vientos del norte) y
la polar (vientos del sud). La velocidad media del viento en Cór
doba es de 10,9 Km por hora; los vientos más suaves soplan en el
otoño, con una media de 9,7 Km y los más fuertes en primavera,
con 12,4 Km por hora de velocidad media. La mayor velocidad
media corresponde al viento del sud con 13,8 Km y a los del norte
con 13,3 Km por hora. El valor absoluto de 125 Km por hora se
refiere a una ráfaga del cuadrante sud. En general, los vientos
DARWIN I ANA. T. V 20

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3UÜ Darwinians, t. o, 1941

soplan durante el día y disminuyen mucho o desaparecen durante


la noche.

Para la pampa de Achala, el doctor Brandan (1940: 149) señala


en un período de observación de 34 días, en julio y agosto de 1938,
que la velocidad del viento dió un promedio de 5,18 m por segundo
(1.8,6 Km por hora), superior al anotado más arriba, y sin haber
un solo día de calma; ese valor osciló entre 1,5 a 15 m (5,4 Km a
54 Km por hora). Es lógico que en la altiplanicie los vientos ten
gan mayor frecuencia, duración y sobre todo mayor fuerza, puesto
que soplan en una superficie horizontal muy elevada y que carece
de toda protección por los cuatro rumbos.

Precipitación. — Considerando el período de 15 años de 1913 a


1927 para Córdoba (Régimen pliiv., 1934: 21), se ve que la media
anual es de 726,8 mm y se deduce que las normales de lluvia son en
primavera de 163,4 mm, en verano de 341,2 mm,' en otoño de
183,9 mm y en invierno solamente de 38,6 mm ; las medias alcanzan
el mayor valor en diciembre con 120,4 mm y el menor en junio con
9,2 mm. Se ve que la época lluviosa es el verano y la época seca
el invierno; en los meses de abril a septiembre (invierno), son fre
cuentes períodos largos de sequía. Se observa una irregular distri
bución de las lluvias durante el año, habiendo una diferencia de
111,2 mm entre las medias de diciembre y junio. La oscilación en
tre un año y otro es también grande, pues en 1916 la media fué de
447 mm y en 1919 alcanzó a 1008,4 mm, es decir que la precipita
ción lia aumentado 561,4 mm en tres años. Brandan (1940:70,168
et passim) insiste en que el macizo central de la sierra Grande, con
las mayores alturas próximas a 3000 m (Champaquí), constituye el
principal centro de condensación del vapor de agua de las corrien
tes húmedas del sud y del sudeste, lo que se traduce por un aumento
de las lluvias en la sierra Grande, que alcanzan a 800 mm al año;
esta cantidad contrasta con las precipitacioues inferiores de las re
giones circundantes,.por ejemplo los faldeos y las llanuras del oeste
y del norte, con cantidades que descienden a 500 mm y a 400 mm
respectivamente. Según esto, puede llegarse a la conclusión de que
la pampa de Achala es uno de los lugares de mayor precipitación
en la provincia (800 mm).
Según Río y Ac h Aval (1904-1905, I: 154-155), durante los meses
fríos y secos, las garúas y los rocíos, éstos abundantes en todas las es
taciones del año, reemplazan a las lluvias y conservan la vegetación,

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E. J. Binguelet, Estudio ecológico y químico de « Aichemiila pinnata » 307

evitando los efectos de la falta de agua; se neutraliza asi, también,


la fuerte pérdida de agua por evaporación, debida a las oscilaciones
de temperatura, a la serenidad del cielo y a la agitación casi cons
tante del aire. A ello contribuyen además los charcos de agua a
que liiee referencia antes, comunes en la superficie accidentada de
la pampa de Achala.
En las sierras de Córdoba no existen nieves perpetuas. En las altas
sierras son comunes en invierno. Brandan* (1940:149) anota cuatro
caídas de nieve observadas en las Ensenadas (pampa de Achala), los
días 24, 26, 31 de agosto y 1« de septiembre de 1938.
Los 28 años de observación en Córdoba (Davis, 1902: 133) dan
el número total de 93 caídas de granizo, de las cuales 78 en el pe
ríodo tempestuoso de verano (octubre a marzo) y 15 en el período
de invierno (abril a septiembre). La dirección de procedencia de
87 de esas, caídas ha sido del cuadrante sua y las 6 restantes del
norte.

Las tormentas eon vientos fuertes, aguaceros torrenciales


des descargas eléctricas, son frecuentes durante el verano.

III. La vegetacion de la PAMPA de achala

Ya he dicho que la superficie accidentada de la pampa de Achala


constituye una estepa herbácea de altiplanicie con predominio de
pastos duros. Las partes llanas cuyo suelo es de tierra vegetal are
nosa, liviano y suelto, lo mismo que las grietas de las rocas, alojan
numerosas plantas, todas bajas y a veces rastreras, con caracteres
más o menos xerofíticos. Esa vegetación herbácea discontinua cu
bre extensiones variables por lo común reducidas, alternando con
espacios de suelo rocoso o pedregoso desnudo ; constituye así una
serie de pequeñas estepas que, aunque no son verdaderas praderas,
se asemejan a ellas y fueron llamadas por los autores « prados alpi
nos » por su altura sobre el mar. En estas estepas o praderas na
turales pacen numerosos rebaños de ovejas y, en general, todas las
pampas se prestan para el pastoreo, pero no para la siega.
En la clasificación de Kurtz (1904: 272-273), la pampa de Acha
la corresponde a la región de los « pastos alpinos » carentes de ve
getación arbórea, de los 2000 m de altura en adelante, que a su vez
pertenece a la «zona subandina », de los 1700 ni aproximadamente
a los 2850 ni; se trata pues del piso de vegetación más elevado da
las sierras de Córdoba. Revisando el tratado de ecología de War
ming (1925: 318-322), aunque no se le encuentra una ubicación

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:ios Darwinians, t. 5, 1941

exacta, se observa una cierta semejanza con el prado alpino, la


« Mat-vegetation of the Alps », que se halla por encima del límite
de los árboles en muchas montañas y que se caracteriza porque la
mayor parte de las especies son perennes y predominan las plantas
herbáceas con Gramíneas; se ven subarbustos entremezclados, lo
mismo que musgos en número variable, pero con liqúenes ausentes o
escasos. Warming distingue estas comunidades de las praderas
propiamente dichas, principalmente en que son más bajas, así que
son esencialmente utilizadas para el pastoreo y no para la siega,
aparte de revelar un cierto grado de xerofitismo.
Enumero a continuación las plantas recogidas los días 17 y 18
de febrero en las proximidades de la Posta de la pampa de Achala,
al recolectar la Alchemilla pinnata (]) : en primer lugar creo que
esta plantita es una de las más abundantes y constantes en la pam
pa de Achala, formando en las partes más secas un césped muy
bajo y denso con el aspecto de una pequeña pradera, llamativa por
su uniformidad y por su color verde que, aunque claro, contrasta
agradablemente con el color amarillento de las matas de Gramíneas
y con las rocas vecinas. Resaltan en el conjunto tres Gramíneas
indígenas perennes, xerófilas y abundantes: Stipa ichu (R. et P.)
Kunth, llamada « paja blanca » en las provincias e « icho » por el
diccionario de la Academia, del quichua « ichu » ; alcanza una altu
ra de 1,30 m incluyendo las inflorescencias de 40 a 50 cm de largo ;
tiene hojas filiformes rígidas y forma matas densas que sirven de
protección a las plantas pequeñas, como Alchemilla pinnata. Poa
Stukertii (Hack.) Parodi, con hojas extendidas pero angostas, le
sigue en tamaño y sus matas también protegen a las plautas muy
pequeñas. Stijja aff. sanluisensis Speg., con hojas filiformes como
las de S. ichu, alcanza a unos 80 cm de altura. Son comunes: Poa
annua Linn., especie anual naturalizada y tierna, de una altura que
no excede de 12 a 13 cm y que, entremezclada con Alchemilla pinna
ta, aunque en mucho menor abundancia, contribuye con la Rosácea
a formar las praderitas de pastoreo; Agrostis sp., que eleva sus in
florescencias violadas hasta 35 cm del césped; Juncus imbricatus
Lah. var. Chamissonis (Kunth) Buch., hemicriptófita común en
las partes más húmedas, junto a los charcos de agua; Sisyrinchium
sp., Iridácea común también en lugares húmedos, llamativa por sus
bonitas flores amarillo-anaranjadas; Eryngium sp., Umbelífera de

0) Agradezco varias determinaciones de las plantas a los botánicos Ing. Arturo


Burkart, Ing. Lorenzo R. Parodi e Ing. Roberto Millán.

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E. J. Ringuelet, Estudio ecológico y químico de « Alchemilla pinnata » 309

porte elevado, común en las partes húmedas ; Gentiana sp., plantita


que eleva sus flores blanquecinas hasta 10 o 12 cm sobre el cesped

Fio. 2. — A la izquierda, AlchemUla pinnata desarrollada bajo la protección de una mata


de Stipa ichu. A la derecha, dos plantitas del césped donde pace cl ganado ovino. Fe
brero do 1941. Aprox. X 2 ¡3.

de Alchemüla; Nierembergia hippomanica Miers var. montana


(Griseb.) Millán, Solanácea perenne común en partes más bien

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310 Darwinwna, t. 5, 1941

húmedas, donde resalta por sus bonitas flores azules ; Richardsonia


stellaris Cham, et Schl., hemicriptófita de 3 a 5 cm de altura, co
mún en el césped de Alchemilla; Gnaphalium sp., Compuesta me
nor de 10 cm de alto en el mismo césped ; Perezia sp., llamativa por
su aspecto de cardo y por sus capítulos de flores azules. Al hacer
la limpieza del material de Alchemilla pinnata recogido para su
análisis químico, he hallado ejemplares escasos, a veces únicos, de
las siguientes plantas, lo que revela, al menos, su presencia en el
lugar : Agrostis sp. ; Briza triloba Nees, Gramínea indígena peren
ne ; Bromus unioloides H. B. K., indígena hemicriptófita, pasto tier
no por excelencia, del que hallé un ejemplar raquítico; Cynodon
dactylon (Linn.) Pers., geófita rizomatosa europea, de la que hallé
una inflorescencia; E¡agrostis sp.; Spergularia aff. grandis (Pers.)
Cambess; Apiitm ammi (Jacq.) Urb., Umbelífera anual indígena;
Veronica peregrina Linn., Escrofulariácea anual ubicuitaria, tal vez
originaria de América; Plantago sp. ; Tagetes sp. Voy a citar aún
una Leguminosa, Cassia Hookeriana Gill., arbusto llamativo por
sus flores amarillas, común entre las piedras, al reparo de crestones
rocosos de 2 a 3 m de altura ; es interesante el hecho que el dueño
de la Posta la ha cultivado con fines ornamentales, plantando una
fila al borde del camino y frente al edificio, el que, junto eon las
rocas elevadas que se hallan detrás, le sirve de protección contra
los vientos del norte. Además, Satureja odor a Epl. ? (no pude ob
servar flores), Labiada conocida bajo el nombre de « peperina »,
que abunda entre las rocas, perfumando el ambiente y brindando
sus hojas para preparar la infusión tan conocida en las sierras.
Ninguna de estas dos plantas he hallado en las partes llanas (pra
deras) de la pampa.
Llama la atención la ausencia de arboles en esas altiplanicies que
Kurtz (1904:274) atribuye al hecho de la constante exposición a
Jas inclemencias del tiempo, en especial a los fuertes vientos que
soplan a esa altura. Indudablemente esos vientos impiden la acu
mulación de la capa de tierra humífera necesaria para la vegeta
ción arbórea, a lo que se agrega su acción mecánica sobre las partes
aéreas de las mismas plantas, y su acción fisiológica que aumenta
la pérdida de agua por transpiración. Hacen excepción algunas
quebradas secundarias, profundas, estrechas y muy protegidas con
tra los vientos y contra el frío por el calor radiante de la roca ; en
una de ellas pude observar una vegetación más desarrollada en que
llaman la atención dos o tres especies de helechos y varios ejem
plares pequeños de Polylepis australis (tabaquillo), Rosácea arbó

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E. J. Rixguelet, Estadio ecológico y químico de « Alchemilla pinnata » 311

rea característica del monte serrano, que constituye un piso de vege


tación más bajo, entre los 1700 y los 2000 m de altura según Kurtz.
tíl carácter estepario ele la vegetación está determinado por las
condiciones edafológicas deficientes, esto es, por la falta de un'suelo
maduro, profundo, con las características físicas y químicas del
chernosiom. También lo determinan algunos factores climáticos
adversos: bajas temperaturas, cambios térmicos bruscos, sequedad
del aire, vientos fuertes, intensa radiación solar y distribución irre
gular de las lluvias, son los que principalmente influyen sobre la
vegetación, determinando una serie de caracteres morfológicos y fi
siológicos de adaptación. Estas plantas (muchas de ellas conocidas
como « pastos duros » ), son xerófitas por su adaptación a la escasez
de agua disponible y a la retención del agua absorbida ; también
podrían considerarse como psicrófitas por su adaptación a las bajas
temperaturas, puesto que sabemos deben soportar fríos intensos y
bruscos, y porque, en gran parte, hay coincidencia entre ambos ti
pos de adaptación y la psicrofitia es en conjunto xeroide (H. del
Villar. 1929: 244-246 ; Weaver and Clements, 1929: 350-377 ;
Warming, 1925: 193-194 y 248-255). Por otra parte, se podría
considerar a estas plantas como vecinas de las quionófilas (favore
cidas por la nieve) o como indiferentes y no como quionófobas
(perjudicadas por la nieve), desde el momento que pueden resistir
sin perjuicio la cubierta de nieve invernal, a pesar de no ser muy
espesa ni muy prolongada ; se sabe que la quionofilia y la quiono
fobia dependen principalmente de la mayor o menor resistencia de
las especies al frío y a la sequedad (Braun-Blanquet, 1932: 119).

IV.—Análisis químico de Alchemilla pinnata

He recogido el material de Alchemilla pinnata durante los días


17 y 18 de febrero de 1941, en la pampa de Achala (2200 m s.m.),
en las proximidades del liotel La Posta, hacia el costado occidental
de esa altiplanicie. Fueron cortadas, igualmente, plantitas rastre
ras y bajas del césped denso y casi puro de las pequeñas « prade
ras », con ayuda de tijeras para cortar césped, y plantas de mayor
desarrollo que crecen protegidas por las matas de Gramíneas. Tu
ve especial cuidado de secar a la sombra el material y de limpiarlo
luego a fin de separar las materias extrañas (abundancia de tierra
arenosa y presencia de plantitas enteras o trozos de las mismas,
entre las que predominaba Poa annua). Fué entregado al labora
torio químico en forma de heno y analizado de acuerdo con las di

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312 Darviniana, t. o, 1941

rectivas generales que guiaron al Dr. Reichert en su trabajo sobre


forrajeras indígenas y cultivadas en la Argentina (192'3: 23-36), a
fin de facilitar la comparación con los numerosos análisis que en
él figuran.
En el cuadro adjunto y en el gráfico que lo acompaña, se puede
apreciar su composición química y sus relaciones nutritivas. Las
materias proteicas figuran en una proporción elevada, que se apro
xima al porcentaje indicado por Reichert para la alfalfa. La pro
teína digestiva es también elevada, se aproxima al porcentaje de la
alfalfa y es casi igual al de la avena. Resulta en cambio elevado
el porcentaje de proteína no digestible y, por lo tanto, el « coefi
ciente de digestión » de la materia proteica es algo bajo pero satis
factorio (en muchas Gramíneas es inferior a 30 y en algunas espe

Alchemilla pinnata

(Pasto de oveja)

Composición química (l)

Valores reducidos sobre

substancia vegetal libre de


agua

Agua 12,430 %
Ceniza 9,175 » 10,468 %
Celulosa 15,336 » 17,498 »
Proteína bruta 15,838 > 18,071 »
» pura 15,356 % 17,521 %
» digestible (2) . . . . 6,951 » 7,931 >
» no digestible .... 8,887 » 10,140 »
Amidos 0,482 » 0,549 >
Grasa bruta 6,564 > 7,489 »
Materias extractivas no azoa
das 40,657 » 46.474 »
Pentosanas 9,212 » 10,511 »

Relación

Proteína pura : proteína digestible :: 100 : 45,26.

(1) Análisis químico realizado por el Ing. César Ferri, en el laboratorio de


Edafología de la Facultad de Agronomía de La Plata.
(2) Para determinar la proteína digestible, se siguió el método de la pepsina
descripto por H. W. Wiley.

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E. J. Kixguelet, Estudio ecológico y químico de « Alchemilla pin nata 313

Alchemii.la pixnata

%
0
Ceniza
10

Celulosa 20

30
Grasa

40
Composición química de la
materia azoada total
50

Mat. extracti
Proteína
vas no azoa- 60
das digestible
3
P. 42,7%
70

80 Proteína no
digestible
90
54,6%
Proteína bru
ta
100

Relación nutritiva

Proteína : mat. extract, no azoadas + grasa

1 : 3,52 para proteína bruta


1 :3,63 » » pura
1 :8,04 » > digestible

cies no alcanza a 10). Pero la proteína pura está en mayor propor


ción que en la alfalfa y la avena, lo que se traduce en una dismi
nución en la proporción de los amidos; por otra parte, esta dismi
nución se explica por tratarse del análisis de una planta perenne
y entonces de órganos que no son jóvenes, y además, porque la
planta es más bien pobre en agua. Para las materias grasas se
observa también un porcentaje elevado, superior al de la alfalfa y
aún más al de la avena ; puede deducirse de esto que el poder ca
lorífico del « pasto de oveja » es elevado y oportuno para la alimen

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314 Darviniana, t. 5, 1941

tación del ganado ovino bajo el clima frío de la pampa de Achala.


Las materias extractivas no azoadas (en las que predominan los hi
dratos de carbono), se encuentran en proporción elevada, superior
a la que corresponde a la alfalfa y a la avena, hecho favorable para
la economía de materias proteicas. La proporción de cenizas (ma
terias minerales), es inferior a la de la alfalfa, avena, etc., pero no
muy dispar. La celulosa está bien representada y su porcentaje
intermedio entre los de alfalfa y avena. Las pentosanas se hallan
también en buena proporción y de acuerdo con la cantidad de ce
lulosa ; Alchemilla pÍ7inata se asemeja mucho a la avena respecto
de celulosas y pentosanas. Por último, la relación nutritiva entre
las proteínas (bruta, pura y digestible), las grasas y las materias
extractivas no azoadas, es francamente buena.
De todo esto resulta que Alchemilla pinnata puede considerarse
como excelente forrajera y muy semejante a las plantas del primer
grupo de Reichert, formado por la alfalfa, la cebada, la avena, el
centeno y el trébol, por su elevada proporción de materias azoadas,
elevado porcentaje de proteína digestible y buena relación nutritiva,
lo mismo para la proteína bruta, que para la proteína pura y la
proteína digestible.

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