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Diferencias en Responsabilidad Civil

Este documento explica las diferencias entre la responsabilidad contractual y extracontractual. La responsabilidad contractual surge del incumplimiento de un contrato, mientras que la extracontractual no requiere una relación contractual previa y se basa en el deber general de no causar daños a otros.

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Diferencias en Responsabilidad Civil

Este documento explica las diferencias entre la responsabilidad contractual y extracontractual. La responsabilidad contractual surge del incumplimiento de un contrato, mientras que la extracontractual no requiere una relación contractual previa y se basa en el deber general de no causar daños a otros.

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RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL.

1.- Noción de responsabilidad civil.

El origen etimológico de la palabra responsabilidad deriva


del latín “re y spondeere” (prometer) significando que responde
de una cosa o persona. Responder, a su vez significa reparar o
satisfacer una obligación. A consecuencia de ello, podemos
decir que la fuente de la responsabilidad es una obligación y
dependiendo de la naturaleza de esta obligación podremos
distinguir entre la responsabilidad nacida por una obligación
contractual y la responsabilidad nacida por una obligación que
no se origina en un contrato.

a.- Responsabilidad civil contractual y extracontractual.


Definición, lugar que ocupan en el derecho de las obligaciones.

La responsabilidad contractual surge del incumplimiento


del contrato, incluyendo la acción para exigir su cumplimiento
forzado y la acción indemnizatoria que surge del
incumplimiento. En el Código Civil, ambas acciones son tratadas
en el epígrafe “del efecto de las obligaciones” (arts. 1545 y
ss). La fuente de la responsabilidad contractual es la
convención.

La responsabilidad extracontractual, por el contrario no


surge de una relación contractual previa, sino de la imputación
a una persona de una obligación reparatoria en razón del daño
que ha causado a otra. En nuestro Código es tratada en el
título final “de las fuentes de las obligaciones” (arts. 2314
y ss). La fuente de la responsabilidad extracontractual es el
derecho (obligación de no dañar a los demás).

Cabe destacarse que sin daño no hay


responsabilidad civil, a diferencia de lo que ocurre con la
responsabilidad penal o infraccional, en las que si se
contemplan ilícitos de mero peligro y se sancionan conductas
tentadas y frustradas.

La atribución de responsabilidad supone que el demandado


ha incurrido en culpa, sea en la forma de dolo (delito civil)
o de negligencia (cuasidelito civil); sin embargo la ley
también establece hipótesis de responsabilidad basadas en la

1
mera causalidad entre el hecho y el daño, conocida como
responsabilidad estricta u objetiva.

El objeto de la acción que surge de la responsabilidad


del demandado, es usualmente una obligación de dar una suma de
dinero que repare o compense los perjuicios sufridos por el
actor (acción indemnizatoria). También puede tener por objeto
restituir a la víctima al estado anterior al perjuicio (acción
restitutoria); o impedir que haga hacia futuro lo que ha
provocado el daño (acción para la cesación del daño).

Pregunta: ¿Cuáles son las principales diferencias entre


la responsabilidad contractual y extracontractual?

Existen importantes diferencias entre la responsabilidad


contractual y extracontractual. La primera supone un carácter
secundario, que sólo surge una vez que el deudor ha incumplido
una obligación contractual (obligación de segundo grado);
mientras que la extracontractual no supone la existencia de
vínculo obligatorio previo y se fundamenta en aquellos deberes
de cuidado generales y recíprocos que las personas se deben;
por ende el vínculo obligatorio de este tipo de responsabilidad
es de carácter originario, cuyo antecedente es haber ocasionado
un daño.

Sin embargo no existe impedimento para que mediante un


contrato se sustituya las reglas de responsabilidad
extracontractual, respetando los límites que imponen las
normas de orden público. No obstante, en la práctica, la
regulación contractual de los riesgos es completamente
excepcional. Ello sólo es posible en aquellos casos
excepcionales en los que el riesgo y las potenciales víctimas
son perfectamente identificables a priori y, además, se
justifica el costo de entrar a negociar un acuerdo. Por ello,
las reglas de responsabilidad extracontractual siguen teniendo
el carácter de estatuto general de la responsabilidad civil.

b.- Responsabilidad extracontractual y cuasicontractual.

La responsabilidad cuasicontractual supone relaciones que


producen efectos análogos al contrato, que no surgen ni de
delitos ni de contratos.

2
El enriquecimiento sin causa es una fuente general de
obligaciones restitutorias; que a diferencia de la acción
patrimonial que busca la indemnización por el daño, se dirige
a obtener la restitución de los beneficios que el deudor ha
recibido sin derecho; ej: pago de lo no debido (art. 2300). Da
origen a una acción restitutoria, porque su objeto es recuperar
aquello que el demandado injustificadamente ha recibido.

Cabe recordar que la responsabilidad extracontractual


también puede surgir obligaciones restitutorias, cuando la
víctima reclama el restablecimiento al estado anterior al daño.

2.- Preguntas que plantea la responsabilidad por daños.

Distintos tipos de accidentes que pueden sufrir las


personas conllevan a la interrogante de qué ordenamiento
jurídico les resulta aplicable. Luego, para que haya
responsabilidad ¿basta que el hechor haya intervenido de
cualquier modo en la ocurrencia del accidente, o es necesario
que su conducta sea reprochable? Para responder la pregunta
acudiremos a los principales sistemas de atribución de
responsabilidad: a) responsabilidad estricta u objetiva (que
sólo exige relación causal entre el hecho y el daño) y b)
responsabilidad por culpa (que exige además que el hechor haya
actuado con negligencia o mala fe).

Otras de las preguntas trascendentales que se plantea en


esta materia es ¿qué daños se indemnizan?, si independiente
del daño ha existido relación contractual entre las partes
¿están obligadas las víctimas en fundar su acción en el
contrato o pueden escoger entre ésta y la acción por
responsabilidad extracontractual?

Pregunta: ¿Si un pasajero sufre un daño por accidente en


el curso del viaje; fundado en qué tipo de responsabilidad
demandaría, contractual o extracontractual?

3.- Modelo de atribución de responsabilidad y riesgo.

a.- Responsabilidad civil, seguros de accidentes y


seguridad social.

A menos que se cumplan los requisitos de la


responsabilidad, el principio general es que la pérdida en un

3
accidente debe quedar donde caiga; lo que significa que no
basta que un individuo sufra un daño para que el hechor deba
repararlo, siendo menester que provenga de un hecho doloso o
culpable. Una sociedad regida por un principio rígido de
responsabilidad sería asfixiante.

La atribución de responsabilidad, viene a responder la


pregunta de la razón que tuvo el derecho para que los costos
del daño sean atribuidos a un sujeto distinto de la víctima.

Los modelos tradicionales son:

1.- Responsabilidad por culpa o negligencia.

2.- Responsabilidad estricta u objetiva.

Por otra parte, es preciso aclarar que el derecho de daños


es un concepto más amplio, que comprende otros regímenes
legales de cobertura de riegos, tales como: la seguridad social
y el seguro privado voluntario u obligatorio.

El seguro privado obligatorio por daños a terceros,


procura la reparación a la víctima sobre la base de un deber
legal de asegurarlos (política pública); ej: seguro de vehículo
motorizado respecto de víctimas de accidentes de tránsito. La
obligación de reparar se rige por las normas de los contratos,
dado que la obligación de indemnizar de la compañía emana del
contrato de seguro.

Los regímenes de seguridad social y los seguros


voluntarios que cubren los daños del propio asegurado,
funcionalmente son análogos al seguro privado obligatorio. El
objeto de la cobertura es el daño sufrido por la víctima,
siendo irrelevante si el daño fue causado casual o
negligentemente. El asegurado y beneficiario es directamente
la víctima.

b.- Responsabilidad por culpa.

Es el estatuto general y supletorio de responsabilidad,


aplicable a todos los casos que no estén regulados por regla
especial diversa. Este tipo de responsabilidad es tratada en
los arts. 2284, 2314 y 2329 del Código Civil. Aquí la atribución
de responsabilidad se funda en que el daño ha sido causado por

4
un hecho negligente (o sea con infracción al deber de cuidado)
La culpa es fundamento y límite de la responsabilidad.

Pregunta: ¿Por qué se dice que la culpa es fundamento y


límite de la responsabilidad?

Los deberes de cuidados pueden ser establecidos por el


legislador mediante reglas de conductas orientadas a evitar
accidentes, o pueden ser el resultado de reglas no escritas
que deberán ser definidas por los jueces.

La responsabilidad por culpa se le ha tratado como


subjetiva en contraposición a la responsabilidad estricta u
objetiva, pero lo cierto es que este tipo de responsabilidad
también es objetiva, dado que ésta no atiende a las peculiares
circunstancias personales del autor del daño, sino a la
conducta que de éste puede esperarse según las circunstancias
en que se encontraba.

Es condición de la responsabilidad civil que el demandado


sea capaz y que la acción pueda ser calificada como libre
(hecho imputable subjetivamente).

c.- Responsabilidad estricta u objetiva.

Este tipo de responsabilidad no requiere negligencia del


autor del daño. Queda configurada por la mera relación causal
entre el hecho y el daño. Su fundamento es el riesgo creado
por quien desarrolla la actividad respectiva y no la omisión
del deber de cuidado. Su fuente es la disposición expresa de
la ley (de derecho estricto). A las normas especiales que
regulan este tipo de responsabilidad, se agregan dos reglas
del Código Civil, arts. 2327 (referida a animales fieros) y
2328 I (referida a la caída de objetos de la parte superior de
los edificios).

Fronteras entre ambas responsabilidades:


- Construcción a base de hecho voluntario ilícito.
- Juicio de reproche.
- Exigencia de prueba (onus probandi).

4.- Fines y valores en la responsabilidad patrimonial.

5
Los fines y valores son el elemento dinámico del sistema
de responsabilidad, pues permiten discernir la regla correcta.
Estos fines se ordenan a partir de dos ideas reguladoras: una
de adjudicación de responsabilidad como justicia correctiva y
otra desde una perspectiva instrumental y pragmática (políticas
públicas), entendiendo las reglas de responsabilidad civil como
instrumentos de dirección de la conducta a efectos de obtener
consecuencias deseables.

a.- Justicia correctiva.

*- La pregunta por la regla justa de atribución de


responsabilidad.

La idea de justicia responde a una pregunta respecto del


orden político más equitativo, se interroga por el orden básico
de convivencia que mejor compatibiliza los bienes de la
libertad, seguridad e igualdad. En otro extremo, la idea de
justicia puede ser desarrollada atendiendo exclusivamente a la
víctima o al autor del daño. Así, si se atiende a la víctima
el fin será la compensación del daño que ha sufrido; si se mira
al autor, el fin será la retribución del mal causado.

*- Decaimiento de la idea de justicia retributiva.

A diferencia de lo que ocurre en materia penal, no se


realiza un reproche moral de la conducta del autor, dado que
la valoración subjetiva sólo dice relación con la capacidad
del autor y con la libertad de actuación, tornándose netamente
objetiva la valoración de la conducta. Por ende, resulta
injustificada una idea de fin retributivo. Aún más, si el fin
fuera retributivo, las indemnizaciones perseguidas dirían
relación con la intensidad de la culpa y no con la reparación
integral del daño. Lo anterior es sin perjuicio de la práctica
realizada por los tribunales, en relación al daño no
patrimonial, dado que al no tener parámetros económicos los
jueces tienden a incorporar explícita o implícitamente,
consideraciones respecto de la gravedad del ilícito o de las
capacidades económicas del demandado.

*- Fines compensatorios.

La compensación de la víctima sólo tiene lugar cuando se


cumplen las condiciones de la responsabilidad (de lo contrario

6
estaríamos frente a un régimen de responsabilidad estricta
generalizada). Este matiz de la justicia correctiva se entiende
como que viene a anular los efectos del daño producido.

*- Valor práctico de la idea de justicia correctiva.

Es la forma en que envuelve una pregunta respecto de lo


que es correcto en casos como el que se debe decidir.

La idea de justicia correctiva establece un fundamento


general para la responsabilidad por negligencia; también
orienta la indagación de la regla correcta, como la intensidad
del deber de cuidado, la carga de la prueba o la compensación
de culpas.

b.- Concepto instrumental de la responsabilidad


patrimonial.

*- La responsabilidad como instrumento de dirección del


comportamiento.

Desde un punto de vista instrumental, el derecho de la


responsabilidad civil puede ser visto como un conjunto de
incentivos (y desincentivos) que permiten orientar el
comportamiento hacia fines socialmente deseables por medio de
la amenaza de sanciones coactivas (tiene un fuerte enfoque
económico de los fines socialmente deseables y óptimos).

*- Nivel óptimo de prevención de daños.

El fin del derecho de responsabilidad civil es la


prevención de accidentes; impedirlos en la medida que los
costos que producen esos accidentes excedan a los costos
asociados a su prevención.

*- Prevención general y especial de los accidentes.

En la prevención especial el legislador o la


administración, se actúa mediante la regulación de actividades
riesgosas; ej: fijación velocidad máxima conducción.

La prevención general es la forma en que la


responsabilidad civil es entendida, en la medida que sus reglas
dan señales de cuidado preventivo. Se desincentiva el descuido

7
(porque se debe asumir el costo de los daños subsecuentes) y
un incentivo a los gastos de prevención.

*- La responsabilidad estricta y por negligencia desde


una perspectiva instrumental.

Una regla que atribuye la responsabilidad por hechos


culposos sería, por definición, la regla más eficiente
socialmente, porque la noción de culpa reconduce al nivel
óptimo de cuidado.

Por otro lado, en relación a la responsabilidad estricta,


hay razones económicas de su establecimiento en razón de quien
está en mejor posición de evitar daños.

c.- Fines distributivos de la responsabilidad


patrimonial.

La justicia distributiva atiende a la desproporción entre


la víctima afectada por el accidente y quienes están en una
situación análoga de riesgo y no soportan daño alguno (a
diferencia de lo que ocurre con la justicia correctiva, la que
atiende desde la perspectiva de la víctima a la compensación
del daño y de la perspectiva del autor del daño a la retribución
del mal causado).

La responsabilidad civil debe corregir la aleatoriedad de


la carga de ser víctima, poniendo el acento en la forma más
equitativa de hacer dicha distribución. Un ej: seguro accidente
del tránsito.

5.- Evolución histórica de la responsabilidad por daños.

*- Desde la venganza privada hacia mecanismos


institucionales de sanción y compensación.

En las primeras culturas el régimen dominante fue el de


responsabilidad estricta regida por los resultados dañosos de
un hecho. La retribución era tarea y deber del clan. Los
primeros códigos como el de Hammurabi s.XVII ac lo establecían
(ley del talión), eso sí dejando abierta la posibilidad de
pactarse una compensación.

En el derecho romano existió la reparación pecuniaria,


pero vista como sanción penal (multa). La naturaleza penal de

8
la indemnización subsistió en el derecho europeo de la alta
edad media, con excepción del derecho francés. Sólo con la
configuración del estado nacional se separa la idea del derecho
penal del civil.

*- Tendencia de la responsabilidad en el derecho


contemporáneo.

Algunas son:

a) Responsabilidad civil y seguro.


En un inicio el seguro de responsabilidad civil
protegía al asegurado a fin de evitar pagar
indemnizaciones; pero la legislación amplió el seguro
a la protección de daños a terceros.
b) Posición estratégica de las partes en materia
probatoria.
La prueba de la culpa y de la causalidad en ocasiones
puede ser dificultoso para la víctima (falta de control
de la información); por ello existen situaciones en que
se invierte la carga probatoria, como en las
presunciones de responsabilidad por el hecho ajeno (de
dependientes) y por el hecho propio (de quien genera un
daño en el ejercicio de una actividad peligrosa).
c) Culpa anónima en la organización.
En procesos productivos complejos, resulta a veces ser
muy difícil identificar la acción culpable concreta que
ocasionó el accidente. En tales casos el juicio de
responsabilidad es construido haciendo referencia al
estándar de conducta que en tales condiciones podía
esperarse de la empresa. El mismo principio inspira la
responsabilidad de la Administración del Estado por
falta de servicio.
d) Expansión del daño reparable.
En principio estaba radicado a los daños patrimoniales;
luego, con el desarrollo jurisprudencial se expandió a
la reparación del daño moral.
e) Estatuto de responsabilidad estricta u objetiva.
Dicho estatuto obedece a razones de justicia correctiva
o de políticas públicas.

9
I.- RESPONSABILIDAD POR EL HECHO PROPIO.

1.- Principio de responsabilidad por el propio injusto como


régimen general y supletorio.

Sólo habrá responsabilidad en la medida que se cumplan


los requisitos que el propio hecho establece. La razón más
general de atribución de responsabilidad en nuestro sistema
jurídico es que el daño se debe a la culpa o negligencia del
demandado; la idea de culpa se ve reflejada en los arts. 1437,
2284, 2314 y 2329 del CC. De esta manera el principio de
responsabilidad por culpa en su fundamento y límite.
Finalmente, este es el régimen general que regirá en la medida
que no exista norma especial diversa.

2.- Elementos del juicio de responsabilidad por culpa o


negligencia.

a.- Una acción libre de un sujeto capaz.

b.- Realizada con dolo o negligencia.

c.- Que el demandante haya sufrido un daño.

d.- Que entre la acción culpable y el daño exista una


relación causal suficiente para que éste pueda ser
objetivamente atribuido al hecho culpable del demandado.

A.- UNA ACCIÓN LIBRE DE UN SUJETO CAPAZ.

1.- Hecho subjetivamente imputable.

Nuestro derecho acoge que la responsabilidad tiene siempre


como antecedente un acto libre del demandado; y para que éste
le sea imputable requiere cierta aptitud para discernir lo
correcto de lo riesgoso (capacidad).

2.- Elemento material y subjetivo del hecho.

El hecho tiene una faz material, que consiste en una


conducta del sujeto (acción u omisión) y una faz subjetiva,
que se vincula a la voluntariedad con que se realiza la
conducta.

3.- La capacidad como condición de imputabilidad.

10
La imputabilidad requiere que el autor tenga algún grado
mínimo de aptitud de deliberación para discernir lo que es
correcto y lo que es riesgoso.

Nuestro código, en su art. 2319 define la capacidad en


términos negativos, esto es, señalando quiénes carecen de ella:
“no son capaces de delito o cuasidelito los menores de siete
años ni los dementes”. Luego, entrega a la prudencia del juez
determinar si el mayor de 7 y menor de 16 años ha actuado sin
discernimiento.

4.- Incapacidad del demente.

Demente es aquella persona privada de razón. Su concepto


jurídico no es idéntico al de la medicina, ni siquiera
coincidente en materia de responsabilidad contractual
(incapacidad negocial), así, por ejemplo, el decreto de
interdicción no produce los mismos efectos en materia de
responsabilidad extracontractual.

Son constitutivas de demencia las graves deficiencias en


la capacidad intelectual o volitiva. Está decisivamente
afectada la capacidad intelectual si la persona carece de
conciencia acerca de lo correcto o discernimiento respecto de
lo riesgoso de la acción; lo está la voluntad si no puede
ejercer un control racional sobre los propios actos.

La prueba de la incapacidad corresponde a quien la alega.

5.- Incapacidad del menor.

Son incapaces los niños menores de 7 años y pueden ser


tenidos como incapaces los mayores de 7 y menores de 16 años,
si el juez prudencialmente estima que han actuado sin
discernimiento. En la responsabilidad por culpa, el
discernimiento supone la capacidad para comprender que un acto
es ilícito, así como una mínima aptitud de apreciación del
riesgo. La comprensión puede presumirse respecto de acciones
cuya incorrección es intuitivamente conocida por niños de la
misma edad.

6.- Responsabilidad por el hecho de los incapaces.

11
Puede ocurrir que el acto del incapaz se deba a
negligencia de quien lo tiene a su cuidado; y en tal caso se
le podrá hacer responsable por su propia negligencia. Esta
responsabilidad es distinta a la responsabilidad por el hecho
ajeno. Existen 2 sustanciales diferencias: primero, la
responsabilidad por el hecho de los incapaces no está sujeta a
presunciones, mientras que la que dice relación con los
dependientes sí; además en la responsabilidad por el hecho del
incapaz, en realidad existe responsabilidad propia del custodio
por su propia negligencia en el cuidado del incapaz; mientras
que en la responsabilidad por el hecho ajeno hay dos
responsabilidades, la propia negligencia del dependiente y la
responsabilidad presumida del tercero responsable.

7.- Capacidad de las personas jurídicas.

Las personas jurídicas tienen voluntad, la que se expresa


por quienes forman sus órganos o actúa como sus representantes.
La capacidad de ellas no sólo dice relación con la capacidad
de contraer obligaciones civiles contractuales, sino también
extracontractuales.

El art. 58 II del CPP señala que las personas jurídicas


responden civilmente por el hecho de quienes hayan obrado en
su nombre. Si bien la responsabilidad penal se les excluye, si
están sujetas a la responsabilidades infraccionales.

Las personas jurídicas responden tanto por el hecho propio


como por el ajeno (de sus dependientes).

8.- Hecho libre del responsable. Libertad en la acción.

Para que el hecho dañoso sea imputable, se requiere además


de la capacidad del sujeto, que la conducta haya sido
voluntaria, o sea un acto libre. La voluntariedad en la
conducta dice relación al control de querer realizar la
conducta.

Los actos que no están bajo el control de la voluntad del


sujeto, son inimputables, por ej: los actos reflejos; tampoco
aquellos actos sujetos a una fuerza externa suficiente para
privar de voluntad al sujeto (fuerza irresistible art. 1456).
Al contrario los actos realizados por estado de necesidad son
libres, pero no ilícitos por encontrarse justificados.

12
9.- imputación subjetiva del hecho y culpa civil como juicio
de ilicitud.

Una vez establecida la capacidad y voluntariedad de la


conducta, resulta irrelevante el conocimiento del deber de
cuidado o la falta de aptitud o destreza para dar por acreditada
la negligencia (motivación del sujeto).

Pregunta: En materia civil, ¿podría llegar a interesar la


intencionalidad del que causó el daño? – Si, en relación a la
coparticipación de culpa de la víctima, dado que si la víctima
actuó con culpa podría disminuir la responsabilidad del
demandado, salvo que éste haya actuado con dolo (ahí resulta
relevante su intencionalidad).

10.- Subjetividad del dolo civil.

El dolo supone siempre un grado de intencionalidad


(“intención positiva” de causar daño a otro art. 44); valiendo
también el dolo eventual porque éste supone conciencia y
aceptación de los resultados. El dolo civil es homologable a
la culpa grave, por lo que basta demostrar que el hecho se
realizó, objetivamente, con grave negligencia, con completa
desconsideración del interés de la víctima para que el
resultado sea análogo al dolo.

11.- Privación de la razón por actos imputables al propio


sujeto.

El art. 2318 señala que “el ebrio es responsable del daño


causado por su delito o cuasidelito”. A partir de esta norma
se extrae que la falta de discernimiento ocasionada por un acto
propio y voluntario del mismo sujeto no lo excluye de
responsabilidad. A contrario sensu, si la pérdida de la razón
no ha sido realizada por un acto voluntario del sujeto, si
excluiría su responsabilidad, debiendo alegarse en el juicio
como excepción y probarse su sustento.

B.- REALIZADA CON DOLO O NEGLIGENCIA.

1.- La culpa en la responsabilidad civil. Régimen común y


supletorio.

13
En el régimen de responsabilidad por culpa, a diferencia
del régimen de responsabilidad estricta u objetiva, sólo se
responde si la conducta del sujeto es susceptible de un juicio
negativo de valor.

La “culpa intencional o dolo” supone la intención de


causar daño; mientras que la “simple culpa o negligencia”
supone la infracción no intencional de un deber de cuidado; en
ambos casos, la conducta es ilícita.

2.- Concepto de culpa.

La culpa es un criterio genérico que comprende el ilícito


intencional (dolo) y el no intencional (negligencia).

El art. 44 del CC contempla una noción tripartita de


culpa, entre culpa grave, leve y levísima. Del concepto
contenido en la norma se sigue que el estándar de conducta es
la de culpa leve. El patrón de conducta corresponde al que
sigue una persona diligente, caracterizada por emplear un
cuidado ordinario o mediano. Este patrón invoca la prudencia
de una persona razonable y diligente; podemos esperar de los
demás que se conduzcan como lo haría un buen padre (o madre)
de familia.

3.- La negligencia civil como un juicio objetivo de ilicitud.

La negligencia se refiere a la inobservancia de las


exigencias típicas y objetivas de cuidado que debemos observar
en nuestra vida de relación. Son objetivas porque no atienden
a las características individuales y subjetivas de cada
persona, sino a un modelo estándar de conducta. De este modo,
puede ser concebida como la inobservancia del cuidado debido
en la conducta susceptible de causar daño a otros.

4.- Culpa objetiva y funciones de la responsabilidad.

Atendiendo a criterios de justicia correctiva, el


principio más adecuado de la responsabilidad resulta ser la
infracción de un deber de cuidado (sin atenderse a las
características personales tanto del sujeto autor del daño como
de la víctima). El derecho no toma en cuenta la infinita
variedad de temperamentos, intelectos y educación que hacen
que la característica interna (subjetiva) de un acto pueda ser

14
tan diferente, porque cuando los hombres viven en sociedad, el
bienestar general exige un cierto promedio de conducta y el
sacrificio de las peculiaridades individuales. Esto es en
beneficio de la seguridad jurídica.

5.- Culpa penal y culpa civil.

En principio se diferencian en que en materia penal la


culpa supone un juicio de culpabilidad, de modo que la
aplicación de la pena se justifica en la medida que se pueda
efectuar un juicio subjetivo de imputación. Esta diferencia es
más aparente que real, dado que los jueces no pueden entrar a
indagar las motivaciones (subjetivas) que tuvo el imputado en
relación al delito. Por otro lado, la culpa como requisito en
materia penal supone que se justifique el fin de la sanción
penal, esto es, que el condenado sufra una pena; mientras que
el fin en materia civil es la reparación del daño causado a la
víctima.

Pregunta: ¿Por qué la indemnización no debiera ser


aplicada como pena? – Siguiendo a Roxin la finalidad de la pena
(materia penal) son: La teoría de la retribución, La teoría de
la prevención especial, La teoría de la prevención general y
Las teorías mixtas o de la unión.

6.- El deber de cuidado o diligencia debida.

La determinación de la negligencia se basa en un estándar


de conducta objetivo, que excluye del análisis las
circunstancias personales más precisas del autor del daño.

La apreciación en concreto de las circunstancias de la


conducta no se opone a la abstracción del patrón de cuidado,
porque no se trata de definir qué se puede esperar de una
persona en particular, considerando sus capacidades y
aptitudes, sino de definir el comportamiento que se puede
esperar de una persona razonable y diligente en esas mismas
circunstancias. El deber concreto de cuidado sólo puede ser
determinado sobre la base del contexto de la conducta (lugar,
medios, riesgos, costos, naturaleza de la actividad emprendida,
derecho e intereses en juego).

7.- Circunstancias personales típicas del autor del daño.

15
En principio las características específicas del sujeto
no son relevantes. Tras este modelo subyace el principio de
que cada cual es responsable de sus actos bajo un supuesto
general de igualdad, donde no son relevantes el sexo, la
educación, el estatus social, ni las destrezas o debilidades.
De lo anterior se colige que resulta implícita la culpa de
haber asumido una actividad para la que se carece de las
destrezas o condiciones necesarias. Por el contrario si resulta
relevante para fijar el nivel de cuidado si el sujeto actúa
como experto; en la que se le exigirá un nivel de cuidado
mayor, atendido al nivel de confianza depositado en él.

8.- La previsibilidad como requisito de culpa.

La culpa supone la previsibilidad de las consecuencias


dañosas; por lo que lo imprevisible al no poder ser objeto de
deliberación excluye la posibilidad de diligencia en su
cuidado, por ej: el caso fortuito, esto es, aquel hecho cuyas
consecuencias dañosas son imprevisibles y que es imposible
resistir.

La previsibilidad se valora en abstracto, considerando el


discernimiento de una persona diligente. La pregunta no es si
el autor pudo prever las consecuencias de su hecho, atendidas
las circunstancias, la cuestión es si debió preverlas, sobre
la base del estándar del hombre razonable.

Es diferente la manera de plantear un deber de cuidado


establecido por ley o la costumbre; así la culpa infraccional,
bastará probar la infracción para tener por acreditada la
culpa.

Finalmente, se debe distinguir entre la previsibilidad


como fundamento de la culpa, de la previsibilidad como límite
a la extensión de los daños causados, tema que es tratado
dentro del elemento referido a la causalidad.

9.- Negligencia y error de la conducta.

¿Qué se puede esperar de una persona diligente? El juicio


de negligencia reside en una comparación de la conducta debida
con la efectivamente empleada. De este modo, se analizará si
una persona prudente y diligente estaba en condiciones de
evitar el error de conducta ejerciendo el debido grado de

16
diligencia y disponiendo de la habilidad requerida en la
actividad que realiza. Si la respuesta es negativa, el error
puede excusar el alejamiento circunstancial del resultado que
se esperaba.

10.- La culpa como ilicitud o infracción de un deber de cuidado.

El fundamento de la obligación de indemnizar es la


ilicitud de la conducta del sujeto que ha causado el daño. Una
acción es ilícita (y por tanto culpable) si infringe un deber
de cuidado, o sea si no se observa el correcto desempeño de un
rol socialmente determinado.

La determinación en concreto de los deberes de cuidado,


es tarea del legislador; sin embargo la ley no puede llegar a
ser tan exhaustiva como para comprender cada evento que pueda
ocurrir en la vida cotidiana, por lo que será tarea de los
jueces determinar los estándares de los deberes de cuidado.

11.- La culpa como infracción a un deber general de cuidado


definido por el juez: ¿ilicitud de la conducta o
antijuridicidad del daño?

La culpa importa la infracción de un deber de cuidado.


Planiol la define: “la culpa es la infracción a un deber
preexistente”.

Esta definición resulta conceptualmente adecuada en


cuanto la ilicitud en materia civil se refiere al
incumplimiento de un patrón de conducta que se supone debió
ser reconocido ex ante por el autor del daño. Sin embargo, es
defectuosa en la medida que supone una regla preexistente,
dando por establecido aquello que es precisamente el objeto
del juicio de responsabilidad. Lo que en verdad sucede es que
el juez construye ex post un deber de cuidado que, atendidas
las circunstancias, el demandando debió descubrir como máxima
de su acción.

La culpa civil no se distingue de la antijuricidad, dado


que ésta, en materia civil, no es más que el hecho culpable
que causa daño.

17
Pregunta: En relación a la antijuricidad y tipicidad, ¿qué
diferencia radical hay entre la responsabilidad civil de la
penal?

12.- Fuentes de determinación de los deberes de cuidado.

La determinación de la regla de conducta es tarea judicial


por excelencia; sin perjuicio que esos deberes pueden estar
tipificados por ley (ej: ley de tránsito) o establecidos
convencionalmente por reglas sociales, formales o informales.

El juez podrá recurrir: la legislación, los usos


normativos y al estándar genérico de la persona diligente.

a.- La legislación.

*Culpa infraccional.

La culpa infraccional supone una contravención de los


deberes de cuidado establecidos por el legislador u otra
autoridad. Por ej: tránsito de vehículos motorizados (ley de
tránsito), la seguridad de las construcciones (ley de urbanismo
y construcción), la protección del medio ambiente (ley del
medio ambiente), el funcionamiento justo y eficiente de los
mercados, en materia de libre competencia (DL 211/1973), de
mercado de valores (ley de valores) y de protección de
consumidores (ley de consumidores); sin perjuicio de
regulaciones administrativas o municipales que establecen
deberes más precisos. Cuando el accidente se produce por
infracción a alguna de estas reglas, el acto es tenido por
ilícito (culpable); así es concebida la consecuencia dispuesta
en el art. 178 del CPC “en los juicios civiles podrán hacerse
valer las sentencias dictadas en un proceso criminal siempre
que condenen al procesado”.

b.- Usos normativos.

A falta de ley los deberes de cuidado pueden estar


definidos por la costumbre o los usos normativos.

La noción de culpa nos conduce al estándar o patrón de


conducta del hombre prudente, del buen padre de familia.
¿Considera este patrón la forma en que las personas se
comportan normalmente en similares circunstancias, con un

18
criterio que acerca el debido cuidado a un dato estadístico? o
¿está restringido a la forma en que el sujeto debía comportarse
en su situación?

Las prácticas o usos existentes en determinada actividad


no son en caso alguno vinculantes a la hora de determinar el
deber de cuidado, pues dichas prácticas o usos no son
necesariamente justas. Cuestión distinta ocurre con los usos
normativos, que pueden ser concebidos como una invocación a
principios de prudencia. Se trata por regla general, de normas
que emanan de sistemas de autorregulación profesional.

Tratándose de este tipo de reglas, la contravención es


calificada prima facie culpable. Pero nada obsta a que en
determinados casos la regla pueda ser calificada de injusta y
reemplazada por otra creada por el juez. El principio
subyacente es que este tipo de reglas no pueden ser opuestas
en perjuicio de los demás.

Los usos normativos, especialmente en una sociedad tan


diferenciada como la actual, son en general imprecisos y
difíciles de probar; por ello, lo usual será que el juez, a
falta de regla expresa, se vea obligado a construir
prudencialmente el deber de cuidado.

c.- Estándar genérico de la persona diligente.

Por lo general corresponde al juez la aplicación en


concreto del estándar de cuidado, incluso aunque la ley o usos
normativos la establezcan dado que éstos nunca son exhaustivos.

En la determinación del deber de cuidado el juez tiene la


orientación general del estándar de la persona prudente,
diligente y razonable. Por tal razón deberá describir la regla
de conducta que el demandado debió observar en la situación,
para lo cual deberá considerar la situación de hecho en que se
encontraba el demandado y ponderar los diversos intereses en
juego (por una parte estos intereses son la libertad de actuar
y emprender y por otra, la expectativa legítima de la víctima
de no sufrir daños injustos).

Para ponderar, el juez debe acudir a criterios de


sopesamiento de intereses, que por regla general, no actúan en
forma aislada:

19
a) Intensidad del daño.
Atiende a la magnitud del daño que supone una acción.
Así, el descuido que se asocia a daños severos a la
integridad física, por ejemplo, es juzgado en forma
más estricta que aquel que sólo genera daños
materiales. La gravedad del daño aumenta el indicio de
culpabilidad, al extremo que en ciertos casos su
magnitud permite presumir que el hecho que lo causa es
culpable, invirtiendo la carga de la prueba en
perjuicio del demandado.

b) Probabilidad del daño.


La probabilidad del daño es uno de los factores que
permite determinar el riesgo, de manera que a mayor
riesgo mayor debió ser el cuidado aplicado a la acción.
Lo usual es que probabilidad e intensidad del daño
actúen conjuntamente para determinar la culpa. Así,
una probabilidad menor pero asociada a un daño muy
intenso será suficiente para imponer el deber de
evitarlo, y por ello, las actividades o productos
catalogados como peligrosos están sujetos, en general,
a reglas de cuidado más estrictas que aquellas que
previenen un riesgo moderado. Lo mismo ocurrirá cuando
se trate de daños de menor intensidad, pero con una
alta probabilidad de ocurrencia.
Lo propio del hombre prudente no es rechazar
absolutamente el riesgo, sino distinguir entre aquel
que es una consecuencia razonable de su acción, y el
que resulta excesivo. El hombre prudente puede actuar
asumiendo una cuota de riesgo, teniendo en cuenta la
intensidad del daño y la probabilidad de que éste
ocurra.
La información sobre la probabilidad e intensidad del
daño es relevante en caso que la víctima decida asumir
voluntariamente el riesgo, y el autor pretenda con
posterioridad beneficiarse de este consentimiento como
causal de justificación. Para que pueda configurarse
esta excusa, la buena fe contractual exige que el autor
del daño haya informado suficientemente a la víctima
sobre ambos aspectos.

c) Valor social de la acción que provoca el daño.

20
Para la definición del cuidado debido resulta relevante
el valor de la actividad que genera el riesgo del daño.
El cuidado que emplea una persona diligente en la
ejecución de una conducta riesgosa carente de utilidad
será usualmente mayor que el aplicado a una acción
valiosa que genera el mismo riesgo. De igual forma,
respecto de acciones que ceden en beneficio de la
víctima (y no del autor del daño), como es el rescate,
serán juzgadas con un rigor atenuado en caso de
producirse daño.

d) Costo de evitar el accidente.


Si el daño pudo evitarse a costo razonable, el deber de
cuidado exige que el daño sea evitado.

e) Tipo de relación entre el autor del daño y la víctima.


Hay ciertos casos en que el tipo de relación entre el
autor del daño y la víctima contribuye a determinar la
intensidad de los deberes de cuidado; por ej: el
rescate.

f) Actividades de expertos.
En principio los deberes de cuidado son indiferentes a
la calidad profesional del demandado; sin embargo son
mayores las expectativas de prudencia que se tienen
respecto de actividades que requieren de una
organización industrial especializada.

g) Conducta socialmente óptima.


Vinculando este criterio con los de intensidad y
probabilidad del daño, el juez norteamericano Learned
Hand elaboró una fórmula para determinar la culpa,
según la cual una persona actúa en forma negligente, si
el costo de evitar un accidente es menor que el daño
producido multiplicado por la probabilidad. Sin
embargo, se le ha criticado dado que no se hace cargo
de la asimetría de riesgos y beneficios entre las
partes, unido a la dificultad de comparar costos
propiamente económicos con valores no patrimoniales
como la vida, la privacidad o la libertad.

21
13.- La culpa por omisión.

Cuando la ley habla del daño que pueda imputarse a malicia


o negligencia de otra persona (art. 2329) o del hecho culpable
cometido sin intención de dañar (art. 2284 IV), incluye la
culpa por acción como la por omisión. Es preciso señalar que
en nuestro derecho no existe una obligación genérica de evitar
daños a terceros, pero existen situaciones en que el derecho
ordena actuar, de modo que se sigue responsabilidad de la
omisión.

a.- Omisión en la acción. La negligencia como descuido en


la acción.

Hay omisión en la acción cuando quien ejecuta la acción


omite tomar las precauciones necesarias, exigidas por las
circunstancias, para evitar el daño (ej: deberes en la
conducción de vehículo, no respetar disco pare). En estos casos
no hay delito o cuasidelito de omisión sino de acción, dado
que son manifestaciones de la falta del debido cuidado en la
acción.

b.- Omisión propiamente tal.

Existe omisión propiamente tal cuando frente a un riesgo


autónomo, independiente de la conducta del agente, éste no
actúa para evitar el daño o para disminuir sus efectos,
pudiendo hacerlo. Se requiere de una regla que así lo exija.
Sus fuentes pueden ser: la omisión dolosa, culpa infraccional
por omisión y construcción judicial de la culpa por omisión
(deber especial de protección respecto de la víctima).

*.- Omisión dolosa.

La abstención genera responsabilidad cuando está fundada


en la intención positiva de causar daño (abuso de
derecho). Esta intención se manifiesta a través del dolo
directo, sin que pueda incluirse el dolo eventual o la
culpa grave (dado que no existe la obligación genérica de
evitar todo daño a terceros).

*.- Culpa infraccional por omisión.

22
La infracción a un deber legal de actuar es suficiente
para dar por acreditada la culpa. Ej: el que encuentra
perdido o abandonado a un niño menor de 7 años tiene el
deber de entregarlo a su familia, recogerlo o ponerlo en
un lugar seguro, dando aviso a la autoridad (art. 494 N°
13 CP); el que encuentra en despoblado a una persona
herida, maltratada o en peligro de perecer, debe
socorrerla y auxiliarla cuando pueda hacerlo sin
detrimento propio (art. 494 N° 14 CP).

*.- Construcción judicial de la culpa por omisión.

En el ilícito civil, la culpa por omisión no está sujeta


al principio de legalidad (tipicidad propio del derecho
penal); por lo cual podrá ser construida por el juez sobre
la base del estándar general de la persona prudente y
diligente.

La responsabilidad por omisión sólo procede cuando existe


una razón especial para que el responsable deba cuidar a
la víctima.

14.- Causales de justificación.

Las causales de justificación tienen la función de excluir


la antijuricidad del acto. En materia civil es un factor
excluyente de la culpa. Su función es servir de excusa
razonable para el hombre prudente.

a.- Justificación de la conducta y sopesamiento de bienes


jurídicos.

Si bien la conducta infringe un deber de cuidado, quien


ha actuado de ese modo tiene una excusa poderosa que permite
eximirlo de responsabilidad. La prudencia supone sopesar los
pro y los contras de la acción emprendida. ¿Quién debe
probarlas? Quien las alega (art. 1698)

b.- Causales de común aceptación por la doctrina.

1) La ejecución de actos autorizados por el derecho.

Los actos ordenados expresamente por la ley no pueden ser


culpables; esto es, tanto para el ejercicio de un derecho
potestativo como respecto de quien cumple un deber legal.

23
El límite está dado por el abuso del derecho, esto es, la
actuación que formalmente está amparada por un derecho,
pero que materialmente es antijurídica. El abuso de
derecho excluye la justificación.

La obediencia debida opera como causal de justificación


cuando el actuar está regido por una orden que no sea
evidentemente contraria a derecho.

2) El consentimiento de la víctima.

Puede ocurrir que existan acuerdos previos entre el


potencial autor del daño y la eventual víctima
(autorización unilateral expresa o tácita, o convenciones
de responsabilidad), por medio de la cual se acepta cierto
riesgo. El acto de aceptación de riesgos por parte de la
eventual víctima está sujeto a los requisitos para la
validez del acto de disposición, por ello se entiende que
no es aceptable un acto ilegal o contrario a las buenas
costumbres, la condonación del dolo futuro o la renuncia
a derechos indisponibles (vida, integridad física),
cuando la aceptación del riesgo deja de ser simple y se
convierte en temeraria por el alto grado de probabilidad
(y/o intensidad) de éste.

Pregunta: ¿El consentimiento de la víctima dice relación


con aceptar el daño o el peligro?

3) El estado de necesidad.

Actúa sin culpa quien ocasiona un daño para evitar otro


mayor. En este caso la víctima soportará un daño que es
considerado menor que aquel que evitó el autor del daño.

Se requiere: notoria desproporción de los bienes y la


actualidad o inminencia del peligro, que el peligro no
provenga de una acción culpable del que alega la
justificación y que no hayan estado disponible medios
inocuos o menos dañinos para evitar el daño.

4) La legítima defensa.

Actúa en legítima defensa quien ocasiona un daño obrando


en defensa de su persona o derechos, a condición de que

24
la agresión sea actual o inminente, no haya mediado
provocación suficiente por parte del agente, que la
defensa sea proporcionada al ataque, se dirija contra el
agresor y el daño se haya producido a consecuencia del
acto de defensa.

15.- Prueba de la Culpa.

El demandante debe probar el hecho (acción u omisión) del


demandado. Si la ley califica de ilícito el hecho bastará la
prueba de éste para acreditar la culpa, sin perjuicio que se
discuta alguna causal de justificación o sobre el nexo causal
entre el hecho y el daño. En cambio si el hecho no es calificado
de ilícito, se deberá probar todas las circunstancias que
permitan al juez formular un juicio respecto de la diligencia
o negligencia del demandado.

16.- Carga de la prueba: principios y excepciones.

El principio general es que el hecho culpable debe ser


probado por quien lo alega (art. 1698). Puede ocurrir que los
antecedentes estén en poder del demandado, como cuando se
demanda a los fabricantes por defectos de diseños, en estos
casos el demandante podrá exigir la exhibición de dichos
antecedentes en virtud de lo dispuesto en el art. 273 N° 2 a 4
del CPC sin que ello implique que se ha invertido la carga de
la prueba.

Pregunta: ¿Cuál es la sanción para el futuro demandado


que no quiere o simplemente no exhibe los documentos mandados
a exhibir?

Por otro lado el CC (invierte la carga de la prueba) ya


que establece presunciones de culpa referidas al hecho propio
(art. 2329), al hecho de las cosas (art. 2323, 2324, 2326, 2327
y 2328) y al hecho ajeno (art. 2320 y 2322); el hecho se presume
culpable o se presume que fue realizado sin el cuidado debido
o por no haber sido diligente en la prevención de daños. Sin
perjuicio de lo anterior, es preciso señalar que estas
presunciones son simplemente legales, lo que significa que
admiten prueba en contrario.

a) Prueba de la culpa infraccional.

25
El demandante deberá probar la infracción de la norma
legal o reglamentaria. La sola contravención expresa
culpabilidad. El demandado, podrá alegar excusas que
intenten demostrar su diligencia y la imposibilidad de
cumplir la regla infringida o alguna causal de
justificación.

b) Prueba de la infracción a los usos normativos.

Se deberá probar el hecho infractor y el uso normativo.

La conducta profesionalmente incorrecta, de acuerdo con


dichos usos, infringe el estándar profesional de debido
cuidado y en consecuencia, da lugar a un comportamiento
culpable.

No todos los códigos gremiales de conducta gozan de


reconocimiento general, ni están establecidos en
beneficio de los terceros que se relacionan con los
miembros de la asociación, y su existencia no obsta a que
los usos relevantes de buena práctica profesional se
encuentren fuera de dichos códigos. Por ello, actúan más
bien como un indicio acerca de la conducta debida,
especialmente, en cuanto establecen deberes positivos de
conducta de los asociados para con los terceros y con el
público en general.

c) Prueba de la culpa cuando el deber de cuidado es


construido por el juez.

Se deberá probar el hecho y cuál es la conducta que habría


observado una persona diligente, atendida las
circunstancias del caso. El demandante debe probar todas
las circunstancias que permitan al juez tener por
calificado el acto como negligente.

17.- Medios de prueba y valoración.

Se pueden emplear todos los medios de prueba sin


limitación y será valorada conforme las reglas generales.

Pregunta: ¿En qué cuerpos normativos se regulan los medios


de prueba y su valoración?

18.- Presunciones de culpabilidad por el hecho propio.

26
Inicialmente, la doctrina y cierta jurisprudencia
consideraron que el Art. 2329 CC no era sino una repetición de
la norma del Art. 2314 CC, cuya única peculiaridad consistía
en citar algunos ejemplos o casos de aplicación del principio
general de responsabilidad por culpa.

La primera explicación del Art. 2329 CC bajo una hipótesis


de presunción de culpa fue formulada por Ducci, concluyendo
que la norma establecía una presunción de culpabilidad cuando
el daño proviene de actividades caracterizadas por su
peligrosidad, en que la peligrosidad es un indicio de la culpa.

Alessandri extendió el ámbito de la presunción señalando


que el Art. 2329 establece una presunción de culpabilidad
cuando el daño proviene de un hecho que, por su naturaleza o
por las circunstancias en que se realizó, es susceptible de
atribuirse a culpa o dolo del agente.

Meza Barros ha sostenido una interpretación distinta. El


Art. 2329 inc. 1º CC contiene el principio general de la culpa
probada, mientras que el inc. 2º es una enumeración de casos
específicos en que rige una presunción de culpabilidad. Pero
nada parece justificar que el inc. 1º sea leído con
independencia de los ejemplos del inc. 2º.

La interpretación de Alessandri es la que mejor se aviene


con el sentido del Art. 2329 CC.

Argumentos:

a) Punto de vista exegético: son ilustrativos de la


intención del legislador i) la ubicación del Art. 2329
CC, inmediatamente después de las normas que establecen
presunciones de culpabilidad por el hecho ajeno y por el
hecho de las cosas, y ii) el enunciado inicial de la
norma, “por regla general todo daño...”. Todo parece
indicar que el legislador quiso establecer una regla de
clausura del sistema de presunciones.

Esta es, por lo demás, la única forma de dar sentido y


utilidad a la disposición, pues de lo contrario habría
que aceptar que se trata de una innecesaria repetición de
la regla del Art. 2314 CC.

27
b) Razones de texto: la norma no se refiere a todo daño
“causado por” o “proveniente de” malicia o negligencia,
sino a todo daño que “pueda imputarse a” malicia o
negligencia de otra persona. Este concepto, ilustrado por
los ejemplos del inc. 2º, se refiere a una conducta que
por sí misma tiende naturalmente a ser negligente, aún
antes de prueba alguna. Es una referencia a un actuar que
pueda ser calificado como descuidado y no a algo que es.
Un daño que de acuerdo a la experiencia pueda estimarse
como debido a negligencia hace presumir la culpabilidad,
correspondiendo al inculpado descargarse probando su
propia diligencia.

Los ejemplos se refieren a hechos que por sí solos son


expresivos de culpa.

c) Esta interpretación resulta coincidente también con la


experiencia y la razón. Se atribuye en principio
responsabilidad a otro, cuando el sentido común y la
experiencia indican que el daño provocado en tales
circunstancias usualmente se debe a culpa o dolo del que
lo causa.

d) Desde el punto de vista de la justicia correctiva, la


presunción de culpa por el hecho propio se justifica
porque resulta a menudo el único camino para poder
construir en la práctica la responsabilidad del autor del
daño.

La enumeración del Art. 2329 CC no tiene carácter


exhaustivo.

19.- Sentido y alcance de la presunción.

La presunción del art. 2329 reconoce 2 grupos de casos:


las actividades particularmente peligrosas y aquellos que las
circunstancias indican prima facie que el daño ha sido causado
por negligencia.

a) Actividades particularmente peligrosas.

Quien actúa en ámbitos particularmente riesgosos está


obligado a adoptar extremos resguardos para evitar que

28
ocurra un accidente que amenaza un daño intenso y
probable.

b) Control de las circunstancias y rol de la experiencia.

Resulta necesario que la cosa o la actividad hayan estado


bajo el control del demandado pues de lo contrario no se
podría presumir su culpa. Mientras el demandado no
demuestre que el accidente se debió a una causa distinta
a su propia culpa, su negligencia puede ser presumida
(esta presunción evita para la víctima una prueba
diabólica, en circunstancias que la otra parte tiene el
control de los hechos). Por otro lado, además del control
de los hechos, resulta necesario que el accidente sea de
aquellos que en el curso ordinario de los acontecimientos
no ocurren en ausencia de negligencia.

20.- Efectos de las presunciones.

Las presunciones consisten en inferencias de hechos que


se pretenden probar a partir de otros hechos conocidos. Éstas
pueden ser legales (inferencia determinada por ley) o
judiciales (construidas en base del razonamiento del juez).

La presunción parece aludir a una prueba en principio que


significa que a falta de prueba que desvirtúe la presunción,
se entenderá que el acto fue negligente.

21.- El dolo civil como intención.

El dolo es condición de responsabilidad civil, dando lugar


al delito civil (art. 1437, 2284 y 2314). La definición de dolo
carece de importancia en materia civil (a diferencia de la
materia penal) atendida a la equiparación que la ley civil hace
de los efectos ente el dolo y la culpa grave.

El Art. 44 CC lo define como “la intención positiva de


inferir injuria a la persona o propiedad de otro”. Este es un
concepto de dolo extremadamente estricto, y corresponde
únicamente al dolo directo. En este tipo de dolo el propósito
de la acción es precisamente dañar y, por ello, la conducta es
considerada per se ilícita y genera siempre responsabilidad.

29
El dolo eventual plantea diversas dificultades de
aplicación en materia civil. Ante todo, porque la mera
representación y aceptación del daño no son constitutivos de
culpa per se, sino en la medida que se incurre en contravención
con un estándar de cuidado debido. Por otra parte, la
distinción entre dolo directo y eventual carece de importancia
práctica si se considera que en materia civil la culpa grave
se asimila al dolo. Mientras en el dolo directo la ilicitud
está dada por la voluntad que tiene la intención de dañar, en
la culpa grave consiste en la infracción objetiva de un modelo
de conducta. Por ello, los problemas que plantea el dolo
eventual como fundamento de la responsabilidad se resuelven,
generalmente, por la vía de establecer si la conducta del autor
del daño ha sido negligente, y, en consecuencia, lo relevante
seguirá siendo la infracción a un estándar de debido cuidado.

22.- Culpa intencional (dolo) y culpa grave.

La culpa grave consiste en no manejar los negocios ajenos


con aquel cuidado que aún las personas negligentes y de poca
prudencia emplean en sus negocios propios.

En materia civil la mala intención (dolo) y la temeraria


desconsideración (culpa grave) son tratadas del mismo modo.
Sin embargo se diferencian en materia probatoria, dado que la
culpa grave es esencialmente objetiva, pues resulta de la
comparación de la conducta real con el estándar de una persona
negligente; mientras que el dolo se caracteriza por la
intencionalidad del autor.

23.- Diferencias entre los efectos de la culpa intencional


(dolo) y la mera negligencia.

1) Quienes incurren en dolo o culpa grave son


personalmente responsables del ilícito y deben reparar todos
los perjuicios. Además, en caso de dolo, existe acción contra
el tercero que se ha beneficiado de los efectos del acto; en
este juicio restitutorio se deberá probar: el beneficio
obtenido, causalidad entre el ilícito y el provecho.

2) La responsabilidad comprende los perjuicios


previsibles e imprevisibles, sea se haya actuado con dolo o
con culpa. Principio general del derecho privado, es que quien

30
actúa maliciosamente tiende a hacerse responsable de todas las
consecuencias de su conducta.

3) En materia de valorización de la indemnización por daño


moral, suele tener importancia la conducta del demandado.

Pregunta: Si en materia civil la indemnización tiene por


objeto la reparación o compensación del daño que se ha causado,
¿resulta apropiado tener en cuenta, al momento de cuantificar
el monto de la indemnización, la conducta del demandado (culpa
o dolo)?

24.- Culpa por el hecho ajeno.

El derecho chileno reconoce 2 hipótesis: se responde por


el hecho de personas incapaces de ilícito civil pero que están
a cargo de otra (art. 2319) y por el hecho de personas que son
capaces, respecto de quienes se tiene autoridad o cuidado
(presunción de culpa art. 2320 y 2322). En ambos casos se
responde por la propia culpa del demandado, fundado en la falta
de cuidado ejercido respecto del tercero que causó el daño.

La responsabilidad por el hecho ajeno puede estar


construida como una forma de responsabilidad estricta, que en
este caso suele denominarse vicaria. En diversos sistemas
jurídicos, establecida la relación de dependencia y el hecho
ilícito, la responsabilidad de quien tiene a éste bajo
dirección o cuidado no está basada en la culpa, sino en el mero
hecho de concurrir esas circunstancias. En el derecho chileno
la responsabilidad por el hecho ajeno está construida sobre la
base de un doble ilícito civil: el del dependiente, y el de
quien lo tiene bajo dirección o cuidado (guardián).

Hay responsabilidad vicaria o estricta por el hecho ajeno


cuando resulta impuesta de pleno derecho por la ley, a
consecuencia del hecho ilícito del tercero, con prescindencia
de la culpa de quien por él responde. La responsabilidad
vicaria es de derecho estricto.

25.- Responsabilidad por el hecho de incapaces.

El art. 2319 inc. 1º CC. “No son capaces de delito o


cuasidelito los menores de 7 años ni los dementes; pero serán
responsables de los daños causados por ellos las personas a

31
cuyo cargo estén, si pudiere imputárseles negligencia”. En
consecuencia, tratándose de hechos ilícitos cometidos por
incapaces, el tercero que lo tiene a su cargo responde
exclusivamente por el hecho propio y, su culpa debe ser
acreditada.

La responsabilidad civil recae sobre aquel de los padres


que tiene a su cargo el cuidado personal del incapaz. Si el
incapaz está sujeto a guarda, la responsabilidad recae en el
tutor o curador. Si el cuidado está a cargo de una institución,
la regla se le aplicará a la persona jurídica.

En definitiva, cualquier persona que tenga al incapaz bajo


su cuidado responde según la regla. A contrario sensu, no se
aplica a los menores entre los 7 y 16 años que hayan actuado
con discernimiento, ni a los disipadores interdictos.

1) Hecho de menores.

Según el Art. 2319 CC, son absolutamente incapaces de


delito o cuasidelito los menores de siete años, y los
menores de dieciséis que hayan obrado sin discernimiento.
De acuerdo con el Art. 224 CC, el cuidado personal de la
crianza y educación de los hijos toca de consuno a los
padres, y si ninguno lo ha reconocido, a un tutor o curador
designado por el juez. Si los padres viven separados, el
Art. 225 CC asigna el cuidado personal de los hijos a la
madre, lo cual no obsta a que, por acuerdo, el cuidado
personal pueda corresponder al padre. También corresponde
al padre el cuidado si el juez se la atribuye en
consideración al mejor interés del niño (Art. 242 inc. 2º
CC). Para el caso de inhabilidad física o moral de ambos
padres, el juez puede confiar el cuidado personal de los
hijos a otra persona competente (Art. 226 CC).

Pregunta: ¿Podría aquel padre que judicialmente se le ha


privado del cuidado personal de su hijo, excusarse de su propia
responsabilidad en relación al daño cometido por su hijo?

2) Hecho de dementes.

El cuidado personal del demente corresponde a su curador


(Art. 342 CC).

32
26.- Prueba de la responsabilidad por el hecho de los
incapaces.

El Art. 2319 inc. 1º CC no establece excepción a la regla


general de que la culpa debe probarse. Esto es, debe probarse
la negligencia del demandando en el cuidado del incapaz.

El Art. 2321 CC contiene una importante excepción, al


establecer una presunción general de responsabilidad de los
padres por los delitos o cuasidelitos de sus hijos menores,
que conocidamente provengan de su “mala educación, o de los
hábitos viciosos que les han dejado adquirir”. Esta presunción
se aplica indistintamente respecto de los hijos menores capaces
e incapaces de delito civil. La jurisprudencia ha tendido a
inferir esta falta de cuidado de las circunstancias que rodean
el hecho, lo que ha situado a la regla en el límite de la
responsabilidad estricta.

27.- Presunciones de culpa por el hecho ajeno.

La responsabilidad por el hecho ajeno es, a su vez, una


responsabilidad por el hecho propio (negligencia en su cuidado)
y una especie de garantía por el hecho ilícito del menor o del
dependiente, que usualmente son insolventes. El fundamento de
la presunción es la existencia de un vínculo de autoridad o
cuidado entre el guardián y el autor del daño.

El art. 2320 CC contiene una enumeración no taxativa de


casos específicos de situaciones de dependencia o cuidado:

a.- Presunción de culpa de los padres por los hechos de


los hijos menores.

Esta presunción dice relación al padre que tenga el


cuidado personal del menor; sin que resulte relevante si habita
o no con él. Además tendrá responsabilidad aquel padre que si
bien no ejerce el cuidado personal, está obligado en velar por
él; por ej: caso en que el padre es privado del cuidado por
reconocimiento de filiación forzado judicialmente. Los padres
podrán excusarse conforme la cláusula genérica de haber actuado
con autoridad y cuidado sin que les fuera posible impedir el
hecho que causó el daño.

33
b.- Presunción de culpa de los guardadores por los hechos
de los pupilos que viven bajo su dependencia y cuidado.

Referida a la guarda de cuidado personal (se excluye la


guarda de administración de bienes).

c.- Presunción de culpa de los jefes de colegio por el


hecho de los estudiantes y de los artesanos por el hecho de
los aprendices.

Referida a los jefes de colegios o escuelas (no a los


profesores); se extiende a los daños producidos mientras están
bajo su dependencia, así como cuando escapan al control del
establecimiento.

d.- Responsabilidad del empresario por el hecho de sus


dependientes.

Es una de las presunciones más importantes de


culpabilidad.

28.- Requisitos y efectos de la presunción de responsabilidad


por el hecho ajeno.

1) Que el dependiente haya incurrido en un delito o


cuasidelito civil.

La víctima debe acreditar la concurrencia de todos los


elementos de la responsabilidad civil. Nada impide que
respecto del hecho del dependiente pueda operar además la
presunción general de culpabilidad por el hecho propio,
contenida en el Art. 2329 CC.

2) Que exista una relación de autoridad o cuidado entre el


autor del daño y el tercero que resulta responsable.

La autoridad o cuidado supone que pudo ser utilizada como


medio de prevención del daño.

Surgida la responsabilidad por el hecho ajeno, la víctima


podrá dirigir su acción indemnizatoria en contra del autor del
daño o del guardián, cada uno de los cuales es responsable por
su propio acto. No es necesario demandar en el mismo juicio al
autor del daño cuando se persigue la responsabilidad del
guardián.

34
La presunción de culpabilidad por el hecho ajeno es
simplemente legal y, en consecuencia, puede ser desvirtuada
mediante prueba en contrario. Con todo, la excusa del guardián
se encuentra definida en el mismo Art. 2320 inc. final CC, en
términos exigentes.

El tercero debe acreditar que aún actuando con la


diligencia debida le ha sido imposible impedir el hecho, lo
que en la práctica exige a menudo probar la concurrencia de un
caso fortuito o fuerza mayor.

La jurisprudencia nacional se ha mostrado particularmente


exigente al juzgar la procedencia de esta excusa. La
procedencia de la excusa es una cuestión de hecho, no
susceptible de ser revisada por la Corte Suprema por la vía
del recurso de casación en el fondo. En circunstancias que la
vigilancia empleada adquiere sentido práctico a la luz de la
deliberación normativa respecto de la vigilancia debida,
pareciera que el asunto tiene una connotación propiamente
jurídica.

Pregunta: ¿Qué revisa un recurso de casación en el fondo?


– Cuestiones de derecho.

29.- Responsabilidad civil del empresario.

El empresario responde tanto por su hecho propio como por


el hecho ajeno (el de su dependiente).

a.- Responsabilidad por el hecho ajeno (del dependiente).

Su fundamento es legal; la regla general está contenida


en el art. 2320 I, además en los art. 2320 IV (ilícitos
cometidos por quienes están bajo el cuidado del empresario) y
2322 (conducta del dependiente en el ejercicio de sus
funciones). Esta última norma se refiere a la relación de amos
y criados (la jurisprudencia la ha extendido a toda dependencia
por relación laboral). Ambas normas, acto seguido, disponen
requisitos fuertes para la excusa de diligencia del empresario,
en la medida que sólo resulta admisible si le ha sido imposible
evitar el daño ejerciendo el cuidado y autoridad debida.

Sus requisitos son:

35
i) Relación de cuidado o dependencia.

La jurisprudencia nacional ha tendido a interpretarla de


manera extensiva. Se trata de una cuestión de hecho, que
no requiere de vínculos formales y, que se expresa en la
capacidad de impartir órdenes o de vigilar la actividad
de otro.

La pregunta por los límites de la responsabilidad por el


hecho ajeno se presenta cuando interviene como
subcontratista un tercero en virtud de un contrato que
usualmente supone cierta autonomía en la ejecución. Nada
obsta para dar por establecida la responsabilidad por el
hecho ajeno si el subcontratista es un mero encargado que
actúa bajo las órdenes, instrucciones o coordinación del
empresario principal.

ii) Daño ocasionado en el ámbito materia de la dependencia


o en ejercicio de las funciones.

La jurisprudencia nacional ha entendido esta exigencia de


conexión entre el hecho ilícito y la función en términos
amplios y ha estimado suficiente que el hecho se cometa
“con ocasión” del desempeño de esas funciones.

El problema de determinar el ámbito de las funciones es


tarea difícil que exige atender a la justificación de la
responsabilidad por el hecho ajeno: al empresario se le
atribuye una responsabilidad que se extiende al ámbito
directo de su actividad empresarial. Una cierta relación
de causalidad debe existir entre las funciones que realiza
el encargado y la responsabilidad del empresario.

iii) Delito o cuasidelito del dependiente.

El hecho del dependiente se juzga conforme las reglas


generales, por lo que se deberá probar el hecho culpable,
el daño y la relación causal.

La doctrina y jurisprudencia han introducido los conceptos


de culpa anónima y de culpa organizacional, que permiten
evitar la difícil individualización del dependiente o del
hecho preciso que ocasionó el daño. Respecto culpa
organizacional no resulta necesario determinar el agente

36
concreto que motivó el accidente y el juicio de valor
acerca de la conducta que supone la culpa se realiza
respecto de la manera como ha funcionado la organización
empresarial en su conjunto. Por otro lado, la culpa
anónima supone que inequívocamente hubo un dependiente
que incurrió en negligencia, aunque al demandante le
resulte imposible individualizarlo.

El empresario, para desvirtuar el efecto de la presunción


deberá probar que con la autoridad y el cuidado que su calidad
le confiere y prescribe, no ha podido impedir el hecho (Art.
2320 inc. final CC).

La tendencia jurisprudencial ha sido juzgar con extremado


rigor la procedencia de esta excusa. Es necesario acreditar
que el empresario ha efectuado actos “positivos y concretos”
dirigidos a impedir el hecho culpable del dependiente, y que
dichos actos han debido estar orientados a evitar errores en
todos los ámbitos relevantes de la actividad empresarial. En
la práctica, suele exigir que se acredite que al empresario le
ha sido imposible impedir el hecho, lo que resulta análogo a
exigir la prueba de un caso fortuito.

En definitiva, las exigencias impuestas han transformado


de lege ferenda la responsabilidad del empresario en una forma
de responsabilidad estricta.

La víctima puede demandar al empresario, dependiente o


ambos. El art. 2325 regula acerca la contribución de la deuda,
atribuyendo el costo final de la reparación a la persona que
está bajo al cuidado de otra. En caso de haber sido demandado
el empresario, tendrá acción de restitución total de lo pagado
en contra el autor del daño. Pero puede ocurrir que cada cual
responsa en parte proporcional a su participación, como cuando
el accidente se debe a la efectiva concurrencia de culpas.

b.- Responsabilidad por el hecho propio del empresario.

Se sujeta a las normas generales, fundadas en los art.


2314 y 2329.

La responsabilidad por el hecho propio se funda en una


atribución que el derecho hace de los actos de sus órganos,
agentes y representantes encargados de adoptar decisiones y

37
realizar las actividades de su giro. En materia penal, el CPP,
señala que las personas jurídicas responden los que hubieren
intervenido en el acto punible, sin perjuicio de
responsabilidad civil.

Las personas jurídicas son civilmente responsables,


aunque estén exentas de responsabilidad penal. Ello no ha
obstado para que la ley establezca sanciones que presentan
analogía penal.

Las personas jurídicas responden civilmente tanto por el


hecho propio y por el hecho ajeno. Lo que se ha expresado
respecto de la responsabilidad del empresario puede ser
extendido en amplia medida a las personas jurídicas. En efecto,
el empresario usualmente adopta la forma de una persona
jurídica y, a la inversa, las personas jurídicas que no pueden
ser calificadas de empresas en sentido estricto están sujetas
a principios de responsabilidad análogos a los aplicables a
los empresarios en la medida que sus actividades generan
riesgos para terceros.

*- Responsabilidad por actos de órganos y representantes.

La persona jurídica responde por su hecho propio (aparte


del hecho de sus dependientes). Ella actúa por medio de sus
órganos, compuestos de personas naturales que son la cabeza y
las manos de la sociedad o corporación (dotados por la ley o
estatutos del poder de decisión). La persona jurídica resulta
obligada y es responsable por la actuación de sus órganos,
incluso con prescindencia de si éstos han actuado en el marco
del objeto social o de sus atribuciones.

*- Culpa en la organización.

Los órganos y representantes de las personas jurídicas


pueden causar daños por 2 vías: mediante acuerdos o decisiones;
y mediante la deficiente adopción de medidas organizativas
requeridas para evitar los riesgos de accidente.

La culpa en la organización supone que la conducta


empresarial, valorada como un proceso, infringe
inequívocamente un deber de cuidado, aunque no sea posible
determinar cuál elemento concreto de ese proceso fue
determinante en la ocurrencia del daño. La culpa radica en el

38
incumplimiento de una expectativa de comportamiento, cual es,
la conducta de la organización empresarial que la víctima tenía
derecho a esperar. La carga de probar que la organización no
ha cumplido debidamente su función corresponde muy generalmente
al demandante (dado que ésta no es una responsabilidad
estricta)

En el juicio deberán probarse los hechos que son


determinantes para calificar como culpable o diligente la
conducta, por parte del juzgador (conforme las reglas
generales).

*- Responsabilidad personal de quienes actúan como órganos


o representantes.

Nada obsta que la víctima dirija la acción en forma


personal respecto de quienes adoptaron la decisión dañosa; pero
esta responsabilidad está sujeta a requisitos más fuertes que
la responsabilidad de las personas jurídicas. La regla general
es que el hecho propio de la persona jurídica no se transmita
a quienes forman sus órganos, salvo que les sea imputable
personalmente un ilícito.

c.- Responsabilidad en grupo de sociedades.

En el derecho de sociedades y de mercados de valores se


cruzan dos tipos de normas, por un lado se establece el deber
de los administradores de sociedades de atender exclusivamente
al interés de la sociedad; y por otro, de adoptar medidas
preventivas que incentivan que se hagan públicos los conflictos
de interés susceptibles de provocar que esa norma sea puramente
teórica (conflicto entre el deber y el interés).

La acción que pretende hacer valer la responsabilidad


civil sólo podrá prosperar si se prueba que el conflicto de
interés ha sido resuelto de modo torcido. Lo que da lugar a la
responsabilidad del controlador, es la mala fe con que se haya
desviado maliciosamente a favor de intereses propios el poder
de decisión que se tiene en el principal órgano político de la
sociedad.

La responsabilidad personal de los socios y accionista


queda limitada al monto de sus aportes, salvo que se haya
configurado un ilícito personal del socio. En cuanto a la

39
responsabilidad en grupo de sociedades, es preciso señalar que
la sociedad matriz (controladora), responderá tanto por sus
ilícitos, así como por su dirección respecto de sociedades que
controle (que hayan provocado un daño). La prueba residirá en
que la sociedad en que está formalmente radicada la actividad
que causó el daño es de hecho dependiente y sigue instrucciones
de su matriz.

30.- Presunción de culpa y responsabilidad estricta por el


hecho de las cosas.

La ley contempla presunciones específicas, referidas al


daño causado por el hecho de los animales, por la ruina de
edificios y por la caída de objetos desde la parte superior de
un edificio.

A falta de una presunción genérica de culpabilidad por el


hecho de las cosas, y fuera de los casos específicos, en el
derecho chileno sólo es posible acudir a la presunción general
de culpabilidad por el hecho propio del Art. 2329 CC, siempre
que se trate de daños que razonablemente y de acuerdo a la
experiencia puedan atribuirse a negligencia.

Tras la presunción de culpabilidad por el hecho de las


cosas existe una presunción de culpabilidad del hecho del dueño
o custodio de la cosa, de modo que éste podrá exculparse
probando su propia diligencia. Por el contrario, en las
hipótesis de responsabilidad estricta, el dueño o custodio es
civilmente responsable por el sólo hecho de haber intervenido
la cosa en la ocurrencia del daño.

a) Presunción de culpa por el hecho de los animales.

El Art. 2326 CC presume la culpabilidad del dueño por los


daños causados por un animal, aún después que se haya
soltado o extraviado. El dueño podrá exculparse probando
que el daño, la soltura o el extravío del animal no se
deben a su culpa ni a la del dependiente encargado de
guarda o cuidado.

La misma presunción se aplica a toda persona que se sirve


de un animal ajeno. La víctima podrá dirigir
indistintamente su acción en contra de éste o del dueño

40
del animal; sin perjuicio de las acciones de reembolso
que entre ellos procedan.

Tratándose de animales fieros, de que no se reporta


utilidad para la guarda o servicio de un predio, el Art.
2327 CC establece una regla de responsabilidad estricta
de la persona que lo tenga, por los daños que dicho animal
ocasione. La responsabilidad se funda en la tenencia
física y no en el dominio. Resulta inadmisible la excusa
de actuar diligente.

b) Responsabilidad por ruina de edificios.

i.- Acciones preventivas

Acción posesoria especial de querella de obra ruinosa


(Arts. 932 a 935 CC); y acción general de prevención por
daño contingente (Arts. 2333 y 2334 CC).

ii.- Acciones indemnizatorias

Art. 934 CC. “Si notificada la querella posesoria de obra


ruinosa cayere el edificio por efecto de su mala
condición, se indemnizará de todo perjuicio a los vecinos;
pero si cayere por caso fortuito, como avenida, rayo o
terremoto, no habrá lugar a indemnización; a menos de
probarse que el caso fortuito, sin el mal estado del
edificio, no lo hubiera derribado. No habrá lugar a
indemnización, si no hubiere precedido notificación de la
querella”.

Quienes no hayan ejercido la acción del Art. 934 CC


tendrán una acción indemnizatoria conforme a las reglas
de los Arts. 2323 y 2324 CC. De acuerdo al Art. 2323 CC,
la responsabilidad recae sobre el dueño del edificio si
la ruina se produce por haber omitido las reparaciones
necesarias, o haber faltado de otra manera al cuidado de
un buen padre de familia. El enunciado de esta norma no
establece una presunción de culpabilidad, pero ha sido
interpretada por la doctrina y la jurisprudencia como una
presunción.

Si el edificio pertenece proindiviso a dos o más personas,


la indemnización se divide entre los propietarios a

41
prorrata de sus cuotas de dominio (Art. 2323 inc. 2º CC,
excepción a la regla de la solidaridad).

iii.- Responsabilidad del constructor, primer vendedor,


arquitectos y proyectistas por la ruina de un edificio.

Si la ruina del edificio proviene de un vicio de


construcción, la responsabilidad recae sobre el
constructor, y se rige por lo dispuesto en el Art. 2003
N°3 CC (Art. 2324 CC).

El constructor responde por los vicios de construcción,


por vicio del suelo, o por vicio de los materiales
procurados por él;

El constructor no responde por vicio de los materiales


provistos por el dueño, a menos que el vicio sea de
aquellos que el constructor debió conocer en razón de su
oficio o que conociéndolo no haya dado aviso oportuno.

La Ley General de Urbanismo y Construcciones extiende la


responsabilidad por vicio de la construcción al
propietario primer vendedor de lo construido, a los
proyectistas y constructores. Se establecen presunciones
de culpabilidad.

c) Responsabilidad por caída de objetos desde la parte


superior de un edificio.

i.- Acción preventiva

Acción pública para que se remuevan de la parte superior


de un edificio u otro paraje elevado objetos que amenacen
caída y daño (Art. 2328 inc. 2º CC)

ii.- Acción indemnizatoria

El Art. 2328 inc. 1º CC establece una presunción de


culpabilidad en caso de daños causados por la cosa que
cae o se arroja de la parte superior de un edificio,
respecto de todas las personas que habitan la misma parte
de aquel. Si los responsables son varios, la indemnización
se dividirá entre todos ellos, lo que constituye una nueva
excepción al principio de la solidaridad.

42
La exculpación exige la prueba de que la caída del objeto
se debe a culpa o mala intención de alguna persona
exclusivamente, en cuyo caso sólo ésta será responsable.

C.- QUE EL DEMANDANTE HAYA SUFRIDO UN DAÑO.

1.- El daño como condición y objeto de la responsabilidad


civil.

El daño cumple una doble función: primero, es condición


para que nazca la responsabilidad y segundo, es el objeto del
juicio.

Sólo habrá responsabilidad en el derecho civil si de las


conductas culpables se sigue un perjuicio para el demandante.
Por ello se dice que su ámbito corresponde al de la justicia
correctiva, que pretende restablecer, en la relación entre el
demandado y la víctima, el orden que ha sido alterado por el
daño.

La cosa pedida en el juicio de responsabilidad (objeto


del juicio) es la remoción o reparación del daño.

2.- Fines de la responsabilidad civil y daño reparable.

i.- La justicia correctiva exige que la reparación del


daño sea equivalente al perjuicio causado a la víctima (esos
son los daños que el demandado deberá indemnizar). Tratándose
de daños patrimoniales la indemnización es propiamente
reparatoria; mientras que los daños no patrimoniales o morales,
que no son conmensurables en dinero, la indemnización viene a
ser compensatoria.

ii.- Desde la visión del análisis económico del derecho,


puede entenderse que una indemnización equivalente al daño
causado permite que la responsabilidad civil cumpla
correctamente una función preventiva, pues la amenaza que se
impone al sujeto de correr con los costos efectivos del
accidente, supone un incentivo para que éste optimice la
prevención.

iii.- Por parte de la justicia retributiva, subsiste la


idea de justificación vindicativa, que atiende a la gravedad

43
del ilícito al momento de determinar la sanción. Sin perjuicio,
unida a ella sigue la función disuasiva para el agente.

iv.- Finalmente la reparación puede operar mediante una


acción restitutoria, para recuperar aquello de lo cual se ha
sido privado, aunque no se haya sufrido un daño, ej: uso ilícito
que se hace de la propiedad intelectual ajena y la acción para
perseguir la restitución de los beneficios mal habidos por el
demandado.

3.- Concepto jurídico de daño.

Daño es todo detrimento, perjuicio o menoscabo que se


recibe por culpa de otro en el patrimonio o persona.

En el CC no hay una definición expresa; la idea de lo que


éste consiste surge a partir de los art. 2314 y 2329 del CC.
Por su parte la doctrina entiende que hay daño cuando una
persona sufre una pérdida, disminución, detrimento o menoscabo
en su persona o bienes o en las ventajas o beneficios
patrimoniales o extrapatrimoniales de que gozaba.

La jurisprudencia nacional ha conceptualizado el daño como


todo menoscabo que experimenta un individuo en su persona y
bienes, la pérdida de un beneficio de índole material o moral,
de orden patrimonial o extrapatrimonial.

El concepto tiene las siguientes exigencias:

a) Que el interés sea legítimo, esto es, que no sea


contrario a derecho (ley o buenas costumbres).
b) El daño debe ser significativo o anormal.

4.- Tipos de daños.

a.- Daño patrimonial y daño moral.

Son daños patrimoniales aquellos que afectan bienes que


tienen un significado económico, que se expresa en un valor de
cambio. Es daño patrimonial toda disminución del activo de la
víctima (cualquier pérdida patrimonial) o que se le haya
impedido que su activo se incremente. El primero da lugar a la
reparación del daño emergente y el segundo, al lucro cesante.

44
Son daños no patrimoniales o morales, según Alessandri,
el dolor, pesar o molestia que sufre una persona en su
sensibilidad física o en sus sentimientos, creencias o afectos.

Diferencias:

- Sólo en el último siglo se incluyó el daño moral como


interés relevante de protección; antes sólo se propendía
a la protección de los daños patrimoniales.
- Los daños patrimoniales son avaluables en dinero que
suponen cierta equivalencia entre el daño y la reparación;
mientras que los daños morales son inconmensurables en
dinero; sin perjuicio de lo cual merecen una compensación
valorada prudencialmente.

b.- Daño corporal.

Importa la protección de la vida humana y de la integridad


física y síquica de una persona. Genera los casos más
importantes de responsabilidad civil. Tiene importantes
consecuencias tanto en el ámbito patrimonial como
extrapatrimonial. Las patrimoniales suponen los gastos
necesarios para el tratamiento médico y el cuidado de la
víctima (daño emergente); además de lo que la víctima ha dejado
de percibir (lucro cesante); los extrapatrimoniales implican
que la víctima está expuesta al dolor físico y a aflicciones
mentales (petrium doloris) y privación de agrados de la vida
(perjuicio de agrado).

Este tipo de daños, puede extenderse a terceros que se


ven afectados por perjuicios materiales o morales a
consecuencia de la muerte o incapacidad de la víctima directa;
este daño ha sido denominado por la doctrina como daño reflejo
o por repercusión.

c.- Daños mediatos o inmediatos; daños directos e


indirectos.

El daño inicial es la condición del juicio de


responsabilidad; ese mismo daño inicial sumado a los daños que
de él se siguen, son los perjuicios indemnizables. La
diferencia entre el daño inmediato del mediato se relaciona
con la distinción de los daños directos e indirectos. Es

45
requisito para de causalidad que el daño sea directo en
relación con el hecho.

d.- Daños previsibles e imprevisibles.

La previsibilidad es un importante criterio para la


determinación de los daños indemnizables (art. 1558). En
materia contractual sólo se contemplan los previsibles,
mientras que en materia extracontractual, por su propia
naturaleza debe entenderse que si se contemplan los daños
imprevisibles.

5.- Principios que rigen la reparación del daño.

a) El daño debe ser cierto.

La certidumbre del daño suele no traer problemas respecto


de un daño actual (es sólo cuestión probatoria); más
difícil es demostrar un daño futuro, pues supone una
contingencia, la que se dará por satisfecha al acreditarse
la probabilidad suficiente de que el daño se vaya a
producir (y que sean inevitables).

La prueba en materia de certidumbre del daño, parece


referirse al daño patrimonial; dado que respecto del daño
moral, éste usualmente se infiere por medio de
presunciones e incluso la jurisprudencia dominante afirma
que su prueba no sería ni posible ni necesaria.

El daño eventual o puramente hipotético no es objeto de


reparación.

b) El daño debe ser personal.

Significa que sólo quien lo ha sufrido puede demandar su


reparación. No es excepción a la regla la transmisibilidad
de la pretensión a los herederos de la víctima, ni el daño
reflejo o por repercusión. Los herederos ejercen un
derecho que les es propio, adquirido por transmisión
hereditaria; asimismo las víctimas por repercusión sufren
un propio daño, por el daño corporal o muerte de la
víctima.

c) El daño debe ser directo.

46
Que el daño sea directo es una exigencia que típicamente
pertenece a la relación de causalidad. Se requiere que el
hecho del demandado sea causa necesaria del daño; y que
entre el hecho y el daño haya una relación suficientemente
cercana, como para que éste sea objetivamente imputado al
hecho del demandado.

d) Acción que puede ejercer la víctima. Acción en


naturaleza y acción indemnizatoria.

La reparación en naturaleza puede obtenerse en la forma


de una prestación directa del demandado, que tiene por
objeto restituir a la víctima a la situación anterior al
daño, o de una suma de dinero que permita al actor incurrir
en los gastos necesarios para efectuar por sí mismo la
restitución.

La acción indemnizatoria, surge si el demandante optó por


ella para obtener una reparación patrimonial neta,
calculándose en consideración al daño puramente
patrimonial.

Por otro lado, la acción puede tener por objeto la


restitución de un enriquecimiento injusto que se haya
seguido del hecho ilícito; teniendo por objeto la
restitución de la ganancia indebida.

6.- El daño patrimonial.

a.- Principio de la reparación integral del daño.

La víctima tiene derecho a ser restituida a la situación


patrimonial que tendría si no hubiese sufrido el daño. La
jurisprudencia ha entendido encontrar el principio de la
reparación integral del daño en el art. 2329. Este principio
acarrea como efectos: que se debe reparar el total de los daños
y que esta reparación no depende de la culpa del demandado (la
reparación no es un juicio de reproche).

b.- Concepto, tipos y determinación del daño patrimonial.

El daño patrimonial se trata de gastos o pérdidas de


valor, que constituyen un daño emergente, o de ventajas

47
económicas, que constituyen un lucro cesante, siendo ambos
avaluables en dinero.

El art. 1556 clasifica el daño patrimonial en daño


emergente y lucro cesante.

Es daño emergente la destrucción de una cosa por el hecho


ajeno o si se debe incurrir en gastos de hospital para la
curación de una herida sufrida en un accidente; mientras que
es lucro cesante cuando se ha impedido un efecto patrimonial
favorable (porque no se produjo un ingreso o no se disminuyó
un pasivo).

El daño indemnizable resulta de la comparación del valor


del patrimonio antes y después del hecho del demandado, pero
referido a perjuicios concretos. El cálculo en concreto del
daño exige que sea individualizado atendiendo a los perjuicios
específicos sufridos por el demandante. Sin perjuicio de lo
anterior, la ley se ha encargado de valorar ciertos perjuicios,
y éstos se refieren a la privación del goce del dinero, el que
se expresa a través de los intereses corrientes.

Pregunta: ¿Desde cuándo se deben los intereses en materia de


responsabilidad extracontractual?

c.- Fuentes del daño emergente y lucro cesante.

El daño de las cosas se descompone usualmente en diversas


partidas de daño patrimonial, algunas referida a la cosa
destruida o dañada, otras estrictamente patrimoniales (lucro
cesante). El daño a las personas puede presentarse como daño
corporal o de un daño sicológico.

d.- Determinación y prueba del daño patrimonial.

La víctima sufre daño emergente en la medida que es más


pobre en razón del hecho del demandado. Respecto del daño ya
ocurrido, la valoración puede efectuarse sobre la base de los
gastos efectivamente incurridos por el demandante para eliminar
el daño o de la estimación prudencial de los costos o de las
pérdidas incurridas. En ambos casos el valor debe surgir de
hechos probados. Más difícil de determinar es el daño emergente
futuro, por ej: respecto del cuidado de un inválido por un
tiempo indefinido. En estos casos la prueba recurrirá a

48
antecedentes estadísticos (ej: costos de mantención,
expectativa de vida, etc.)

En cuanto al lucro cesante, éste tiene siempre un elemento


contingente, porque se basa en la hipótesis de que la víctima
habría obtenido ciertos ingresos si no hubiese ocurrido el
hecho que causó la responsabilidad del demandado. El cálculo
del lucro cesante comprende normalmente un componente típico,
que alude a los ingresos netos que pueden ser razonablemente
esperados por una persona como el demandante, de conformidad
con el normal desarrollo de los acontecimientos. La prueba no
podrá determinar con precisión la existencia de este tipo de
daño. Corresponde a la jurisprudencia determinar el umbral
entre una mera eventualidad de una expectativa seria de
ingresos futuros.

La prueba del daño sigue las reglas generales: corresponde


al demandante (art. 1698).

e.- Daños a las cosas corporales.

Los daños a las cosas corporales no sólo se refieren al


efectivo daño sufrido por la cosa, sino también, a la
disminución de su valor comercial; así por ejemplo un vehículo
chocado, por más que haya sido reparado, tendrá una disminución
de su valor comercial. Por otra parte también puede incluirse
el concepto del valor de uso perdido mientras dura la
reparación de la cosa o se adquiere una de reemplazo.

El daño puede consistir en deterioro (que da lugar a una


pretensión en dinero equivalente al costo de reparación o al
menor valor que tiene la cosa después del daño); o en
destrucción (que da lugar a una indemnización por el costo de
reposición o el valor venal que tenía la cosa).

Destrucción de la cosa: por ser el daño tan severo que


resulta imposible su reparación, o que la reparación sea
excesivamente tan cara en comparación a la reposición; o que
la víctima no se contente con la reparación por más que ésta
sea económica y técnicamente posible.

Preguntas: ejemplos de hipótesis de destrucción de la


cosa.

49
El demandante tiene una acción indemnizatoria, ya sea para
que se repare la cosa dañada o que se le reponga con una cosa
equivalente a la destruida (restitución en naturaleza); pero
también puede perseguir que se indemnice la diferencia
patrimonial que supone el deterioro o destrucción de la cosa
(indemnización reparatoria).

f.- Efectos patrimoniales del daño corporal.

La consecuencia más inmediata del daño corporal es la


pérdida de bienes personales no patrimoniales, como la vida,
la salud, la integridad física, el bienestar sicológico y el
desarrollo espiritual y sensitivo de la personalidad.

La víctima tiene la facultad de exigir que el responsable


asuma los gastos médicos, quirúrgicos, de laboratorio,
farmacéuticos, de enfermería y en general todos los que
conducen a la recuperación del daño. Sin embargo, el sistema
de responsabilidad civil no puede soportar el financiamiento
de tratamientos inusuales o particularmente costosos. Por otro
lado, la víctima también tendrá derecho a exigir el lucro
cesante, por la pérdida objetiva de ingresos futuros que la
persona lesionada tenía al momento del accidente. La
determinación de este concepto supone la determinación de
ingresos futuros, los que deben ser lo más concretos posibles
y tan objetivos como sea necesario.

Criterios que deben atenderse para la determinación del


lucro cesante y prueba del daño futuro:

i.- Duración de la incapacidad (temporal o permanente).

ii.- Gravedad de la incapacidad (parcial o total).

iii.- Base de cálculo de los ingresos no percibidos (punto


de partida la renta que obtenía la víctima al momento del
accidente).

iv.- Relativa incertidumbre (se asume un grado razonable


de incertidumbre).

v.- Función reparatoria y no previsional.

Preguntas: se puede, se debe y cómo determinar el lucro


cesante del trabajador independiente? o respecto del trabajador

50
no remunerado, por ej: dueña de casa, que al hacer los
quehaceres del hogar evita un gasto a la familia de contratar
los servicios de un tercero?

Finalmente, es preciso señalar que en cuanto a la forma


en que se pagará este tipo de indemnización, el derecho chileno
ha estimado que corresponde al tribunal determinar la forma
más apropiada, ya sea pagándose en capital o en renta.

g.- Daño puramente patrimonial.

Son aquellos que se expresan en pérdida de dinero o


disminución de un valor patrimonial expresado en dinero, sin
la mediación de un daño a las cosas corporales o a la integridad
física o moral de la víctima. Ej: información errónea entregada
por un experto que lleva al demandante a tomar una decisión de
negocios equivocada. Este tipo de daño es tratado conforme el
daño en general.

7.- Daño moral.

a) Concepto, problemas de valoración y tipos de daño


moral.

El daño moral es un concepto equívoco, dado que sólo las


lesiones a bienes de la personalidad constituyen un daño
propiamente moral (fuero interno o respeto del ser humano).

Este daño, es fácil definirlo desde un sentido negativo,


de este modo, daño moral es el daño extrapatrimonial o no
patrimonial.

Los daños morales son perjuicios inconmensurables en


dinero porque no existe mercado para la vida, salud o el honor;
lo que sin embargo, no impide su compensación. De hecho, es
incluso posible jerarquizar los diversos tipos de daño moral
(permanente o temporales), atribuyéndoles valores que guarden
una razonable proporcionalidad; pero, se debe reconocer su
estimación en concreto se hace más bien de manera intuitiva,
sobre la base de parámetros de avaluación que no son
explícitos, ni consistentes en un principio formal de justicia,
que exige que casos semejantes sean tratados análogamente.

Tipos de daño moral:

51
- Puede consistir en un mal que se causa (dolor físico o
mental).
- O en un bien de cuyo disfrute se priva (perjuicio de
agrado).

El daño no patrimonial puede presentar la forma de


aflicción física o mental. El dolor físico, se expresa en la
aflicción que producen las heridas y en el sufrimiento asociado
al tratamiento médico necesario. El dolor mental, el dolor
adquiere innumerables matices e intensidades.

En el derecho chileno, en sus comienzos se planteó la


negativa de la indemnización al daño moral por considerarse
que éste es irreparable; luego, vino a ser la jurisprudencia
la que zanjó la controversia, así en el año 1922 la Corte
Suprema dictó sentencia argumentando de manera positiva la
procedencia de la indemnización por daño moral. La causa se
trató del daño moral sufrido por un padre por la muerte de su
hijo de 8 años atropellado por un tranvía. El fallo sintetizó
como argumentos: Que el art. 2329 no distingue qué daño debe
ser indemnizado, que la muerte por más que sea irreparable no
excluye la responsabilidad, que la forma de alcanzar la
reparación, a falta de otro medio, es la reparación pecuniaria.

b) Daño moral a las personas jurídicas.

Las personas jurídicas tienen acciones para prevenir,


hacer cesar y reparar el daño que se haga a su honra o
reputación. Si bien ha sido discutida la procedencia de la
indemnización por daño moral, existe jurisprudencia que la ha
aceptado.

c) Funciones de la reparación del daño moral.

- Restitución en naturaleza de los daños no


patrimoniales (ej: costear publicación sentencia
absolutoria).
- Indemnización como compensación por el mal sufrido.
- Indemnización como pena civil (se otorga en
consideración a la gravedad del ilícito, a la
naturaleza y extensión del daño causado y a la
riqueza del demandante).

52
Pregunta: Las indemnizaciones por daño moral en la
jurisprudencia chilena, contemplan consideraciones
retributivas (pena civil)?

d) Determinación y valoración del daño moral.

En el derecho chileno los intereses morales reconocidos


son generalmente significativos y son infrecuentes los fallos
que conceden indemnizaciones por molestias o turbaciones
carentes de significación propiamente moral.

No es fácil discernir un criterio de valoración de daño


moral; de hecho el principio de la reparación integral del daño
no es posible que sea un principio aplicable en la especie,
porque no existen quantum predeterminados. El único criterio
vendría a ser que la indemnización sea equitativa. Este
criterio limita y da libertad al juez, eso si que imponiéndole
la obligación de justificar su valoración.

Para la jurisprudencia chilena, la determinación del daño


moral es objeto de una apreciación prudencial y subjetiva,
escapando al control por vía de casación. Por su parte la
doctrina nacional ha instado a que a lo menos se describan
precisamente los daños que son indemnizados y se señalen con
precisión los factores que determinan la avaluación.

En el derecho comparado se ha mostrado la conveniencia de


formular baremos estadísticos (lista de tarifas) o técnicos
para algunas categorías de perjuicios, especialmente en materia
de daño corporal.

e) Daño moral que se sigue del daño corporal.

Los atentados a la integridad física constituyen la causa


más frecuente de daño moral.

El daño corporal trae aparejado efectos tanto en el ámbito


patrimonial como el extrapatrimonial. Las consecuencias
morales y patrimoniales de diversos tipos e intensidades que
se derivan de esos daños deben ser valoradas por separado. Por
ej: el perjuicio estético, las heridas que dejan cicatrices
causan dolor físico, disminuyen la autoestima y privan de
oportunidades en la vida de relación (los 2 primeros conocidos
como petrium doloris y el tercero como perjuicio de agrado).

53
- Petrium doloris (el sufrimiento como daño).

Se trata de un daño positivo, consistente en cualquiera


forma significativa de sufrimiento. Comprende el dolor
que se sigue directamente de la herida y del tratamiento
médico, la pérdida de autoestima de quien está físicamente
desfigurado y la conciencia de la propia incapacidad. Su
intensidad está dada por la naturaleza del daño y por su
duración.

- Perjuicio de agrado (pérdida de oportunidades de la vida).

Se trata de la pérdida de los beneficios que ofrece la


vida, representada por los planes de vida frustrados y
los agrados ordinarios de que es privada la víctima del
accidente. Son típicamente perjuicios de este orden la
incapacidad para el desplazamiento y la entretención, para
la lectura o audición, para una actividad sexual normal y
la procreación, para el disfrute de los sentidos, etc.

En la jurisprudencia nacional, el daño moral comprende


ambos tipos de dolores en una suma global.

Resulta especialmente importante encontrar criterios para


objetivar la valoración del daño corporal. Por ej: es usual
que la amputación de un dedo genere menos dolor que la
amputación de una mano. Estos estándares también pueden ser
aplicados en relación a las diferencias típicas entre las
víctimas.

f) Prueba del daño moral.

Como todo supuesto de hecho de la responsabilidad civil,


el daño moral debe ser probado; sin embargo este tipo de prueba
es bastante difícil, pero esta dificultad no impide que se
pueda inferir de los hechos de la causa.

Se ha estimado que el daño moral sólo puede ser inferido,


por lo que el único medio de prueba serían las presunciones
judiciales. Lo mismo ocurre con el daño reflejo. Sin embargo
presumir el daño por el solo parentesco resulta en extremo
discutible.

54
El aporte pericial de especialistas médicos puede ser
relevante al momento de determinar el dolor que se sigue de
diversos tipos de daños (su intensidad).

La jurisprudencia chilena tiende a presumir el daño de


acuerdo a las máximas de la experiencia.

g) Daño moral contractual.

El incumplimiento de obligaciones contractuales puede


causar un daño moral al acreedor. Por mucho tiempo se pensó
que el daño moral estaba radicado en el ámbito de la
responsabilidad extracontractual, pero el incumplimiento
contractual también puede entenderse que da origen a un ilícito
extracontractual (concurso de responsabilidades).

Los límites de la reparación del daño moral por


incumplimiento del contrato están dados por la especialidad de
la institución del contrato. De esta forma, para determinar la
procedencia de la reparación del daño moral por incumplimiento
contractual será el ámbito de intereses cautelados por el
contrato, y la pregunta que se hará será ¿estaban las partes
en condiciones, al momento de contratar, prever razonablemente
que del incumplimiento se derivarían perjuicios morales para
el acreedor que hoy demanda? Existen algunos contratos que
naturalmente comprenden la protección de intereses
extrapatrimoniales, de modo que resulta previsible que su
incumplimiento pueda provocar perjuicios morales. Por el
contrario los contratos netamente comerciales, tienen por
naturaleza una mera función de intercambio de bienes y
servicios; por eso resulta ajeno a la naturaleza y a los riesgos
tenidos en vista por las partes al tiempo de contratar, que el
incumplimiento tenga consecuencias extrapatrimoniales.

La jurisprudencia chilena hoy en día reconoce la


procedencia del daño moral en materia contractual,
especialmente por considerar que en algunos contratos está
inserto el principio del deber de cuidado (ej: contratos de
transporte y el deber de cuidar la salud del pasajero, contrato
de trabajo y el deber de cuidar la salud del trabajador;
contrato de prestación de salud y deber de cuidar la salud del
paciente). Luego, se ha expandido a contratos con efectos en
la honra, como el descrédito por protestos erróneos.

55
El fundamento jurídico para aceptar la procedencia del
daño moral en materia contractual se funda en que la
jurisprudencia ha entendido que el art. 1556 (que habla del
daño emergente y lucro cesante) no excluye al daño moral.
Luego, incluso se ha estimado que el daño moral es una forma
de daño emergente.

8.- Daño reflejo o por repercusión.

El daño reflejo o por repercusión es el sufrido por


víctimas mediatas de un hecho que ha causado la muerte o
lesiones a otra persona. Este daño puede ser patrimonial o
moral.

a) Naturaleza de la acción y de los perjuicios.

La acción que surge del daño reflejo pertenece


personalmente a quien lo sufre. El daño invocado es el propio
y no el de la víctima. Cuando la víctima inmediata muere, los
terceros cercanos pueden disponer de 2 acciones:

- Una acción transmitida por la víctima inmediata para


perseguir la reparación de los perjuicios que ésta
ha soportado en vida.
- Una acción personal por los perjuicios morales y
patrimoniales sufridos personalmente a consecuencia
del accidente de la víctima inmediata.

b) Daño reflejo (patrimonial o moral) en caso que la


víctima sobreviva o fallezca.

Cuando la víctima no fallece, el daño debe ser tenido como


personal de la víctima directa y no por reflejo de quienes
reciben sustento de aquellas; en cambio, cuando la víctima
fallece a consecuencia del accidente, quienes sufren daños
patrimoniales a consecuencia de esa muerte pueden demandar su
indemnización. La extensión de estas acciones dependerá si la
víctima inmediata alcanzó en vida a tener acciones que haya
podido transmitir. Por consiguiente, el tercero detentará
acción de reparación del daño emergente por repercusión;
asimismo respecto de la acción del lucro cesante, dependiendo,
eso sí, del lazo que unía a este tercero con la víctima; y
finalmente acción de daño moral (la transmitida y daño moral
reflejo propiamente tal {daño afectivo}).
56
En el derecho chileno se reconoce la reparabilidad del
perjuicio afectivo que se sigue de la muerte de una persona
muy cercana; más difícil ha sido el reconocimiento de la
reparabilidad cuando sólo se siguen lesiones corporales de la
víctima.

Pregunta: Acciones de los terceros cercanos a la víctima


que sufre un estado de coma o vegetal. (¿A qué terceros se
extienden las acciones?- usualmente familiares más cercanos.)

La compensación por estos daños reflejos (daños puramente


afectivos) suelen proceder únicamente cuando los sufrimientos
morales de la víctima por repercusión alcanzan una gravedad
excepcional que supere la simple pena de ver sufrir a un ser
querido.

Criterios en relación al daño afectivo:

- Titulares de la acción (Según la jurisprudencia, los


parientes más cercanos excluyen a los remotos,
asimismo el art. 58 en relación 108 CPP establecen
una prelación de titulares de la acción).
- Concurrencia de pretensiones indemnizatorias.
- Prueba del perjuicio afectivo (se infiere y regla
general).
- Avaluación del perjuicio afectivo.

Pregunta: ¿Existe perjuicio de afección por muerte de


animales o daño a cosas? - existen fallos aunque son
excepcionales ej: pérdida vehículo comprado con el fruto del
trabajo de toda una vida.

D.- QUE ENTRE LA ACCIÓN CULPABLE Y EL DAÑO EXISTA UNA


RELACIÓN CAUSAL SUFICIENTE PARA QUE ÉSTE PUEDA SER
OBJETIVAMENTE ATRIBUIDO AL HECHO CULPABLE DEL DEMANDADO.

1.- Funciones de la causalidad.

La causalidad es requisito común a todo tipo de


responsabilidad civil (tanto de la por culpa como la estricta).
No se responde de conductas reprobables que no se materialicen
en un daño. Por un lado la causalidad es fundamento de la
responsabilidad y por otro, la limita.

57
Tanto la doctrina como la jurisprudencia han sostenido
que la causalidad exige que entre el hecho y el daño exista
una relación necesaria y directa; esto es, en un aspecto
natural que se expresa en una relación empírica de causa a
efecto entre el hecho y el daño; y el aspecto normativo, que
se expresa en la exigencia de que exista una relación de
suficiente proximidad entre ambos, de modo que los efectos
dañinos consecuentes del hecho del demandado sólo son
atribuidos a ese hecho en la medida que exista entre ambos una
relación sustancial y no meramente accidental.

2.- Reglas legales pertinentes.

Se infiere de los art. 1437 y 2314 que se refieren “al


hecho, constitutivo de delito o cuasidelito, que ha inferido
daño a otra persona” y art. 2329 que señala “todo daño que
pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe
ser reparado por ésta”.

Por otro lado, se ha entendido que el art. 1558 que trata


de los perjuicios inmediatos y directos (en el ámbito
contractual) también es aplicable a la responsabilidad
extracontractual.

3.- El hecho demandado como condición necesaria del daño


(aspecto natural).

El principio de la equivalencia de las condiciones o


conditio sine qua non, es fundamental para dar por acreditada
la causalidad. Un hecho es condición necesaria de un resultado
cuando de no haber existido, el resultado no se habría
producido. Lo cierto es que existen pluralidad de hechos que
podrían ser condición necesaria del daño, por lo que para
determinar cuáles de ellos son efectivamente condiciones
necesarias se suele utilizar el método de supresión hipotética
(si eliminado mentalmente el hecho, el daño no se habría
producido).

También puede ocurrir que la causa sea producto de una


omisión, cuando el accidente se haya producido porque quien
estaba obligado a actuar no lo hizo.

a) Certeza y probabilidad en la determinación de la causa.

58
Es una cuestión de prueba; si se acredita que el hecho
fue causa necesaria del daño habrá lugar a la
indemnización; si no, no. Sin embargo hay casos de
incertidumbre de la causa precisa del daño, porque sólo
se puede efectuar una estimación de la probabilidad de
que el daño se deba a un hecho (ej: agentes contaminantes
cancerígenos).

Cuando sólo hay probabilidad y no certeza, podría


estimarse:

- Que mientras no hay certeza, no existe probada la


causa del daño y por tanto no hay responsabilidad.
- Si hay probabilidades (fundada en presunciones
judiciales) que sobrepasen un umbral pueden darse
por acreditada la causa.
- Finalmente, podría estimarse la probabilidad como
equivalente para el cálculo de la indemnización, de
modo que cubra el porcentaje del incremento del
riesgo.

En la actualidad esta cuestión queda entregada al


discernimiento judicial.

4.- Imputación del daño atendiendo al fin de la norma.

a) Conexión de ilicitud entre la conducta y el daño.

Sólo los daños cubiertos por el fin protector de la norma


están en una relación de sentido con la negligencia del
demandado. En otras palabras, si la decisión imprudente acerca
del riesgo asumido no fue determinante en el daño resultante,
no hay razón para atribuir responsabilidad. Resultará más
sencillo determinar si los daños están cubiertos por la norma,
cuando éstos sean tratados en reglas legales específicas más
que de las reglas de cuidado construidas por el juez. Por otro
lado, lo cierto es que existen normas con fines difusos o
múltiples que dificultan la determinación de responsabilidad.

La imputación conforme al fin de la norma permite al juez


distinguir cuáles daños deben ser indemnizados, porque sólo
los daños que se derivan del ilícito deben ser reparados.

59
5.- Daño directo. Imputación normativa de los daños
consecuentes al hecho demandado.

a) Limitación de responsabilidad a los daños directos.

La responsabilidad no se puede extender de manera


indiscriminada a todas las consecuencias de la acción culpable.
La doctrina y jurisprudencia están contestes en que sólo es
indemnizable el daño directo, sea por aplicación de la
interpretación del art. 1558 o por considerarse lógico a la
luz del concepto de la causalidad.

El daño directo supone la causalidad natural y además


supone que no intervenga otra circunstancia causal; si
interviniera una causa intermedia, el daño sería indirecto. La
pregunta si un daño es directo o indirecto supone un juicio
normativo respecto de si el daño puede ser normativamente
imputado al hecho. Lo anterior implica una cuestión valorativa
que obliga a discernir cuáles consecuencias dañosas mediatas,
pero derivadas causalmente del hecho ilícito deben ser tenidas
por relevantes a efectos de establecer la responsabilidad.

b) Doctrinas que limitan la responsabilidad por daños


mediatos.

- Criterios de la causa próxima.

Daño directo será el que tiene una razonable proximidad


con el hecho ilícito. Si la responsabilidad se redujera a
las consecuencias inmediatas (daños producidos a la
víctima sin intervención de otras causas), su ámbito
quedaría absurdamente restringido en perjuicios de las
víctimas.

- Criterio de la causa adecuada.

La imputación de daños consecuentes sólo se justifica si


desde la perspectiva de un observador experimentado, que
mira retrospectivamente la cadena causal, tales daños no
resultan inverosímiles. El hecho culpable es apropiado,
bajo un curso ordinario y no extravagante, para producir
las consecuencias dañosas. En la práctica, la imputación
según el criterio de la causa adecuada supone un juicio
negativo de atribución, en la medida que sólo son

60
excluidas de la responsabilidad del autor del primer daño
las consecuencias que resultan extraordinarias o
inverosímiles.

- Criterio del riesgo incremental.

Se atenderá si la conducta culpable supone un especial


peligro de que surjan daños consecuentes; esto es, si han
creado un riesgo, si lo han aumentado o han aumentado la
probabilidad o intensidad de uno ya existente. La
perspectiva del riesgo presenta usualmente la ventaja de
discernir de que manera el daño inicial incrementa el
peligro de otros daños o, por el contrario, es simplemente
atribuido a la suerte.

En materia de responsabilidad estricta, el peligro creado


o aumentado provoca la responsabilidad en la medida que
el daño se produzca con prescindencia de los criterios de
atribución.

c) Influencia del dolo o culpa grave.

Hay dos posiciones que pueden tenerse respecto esta


materia: por un lado, si se considera que la imputación
objetiva de las consecuencias son un juicio por completo
independientes de la culpa, el alcance de la indemnización será
independiente de si la responsabilidad se funda en el dolo o
la mera culpa; o por el contrario, en caso de actuación con
dolo o culpa grave, la tendencia sea extender las consecuencias
por las cuales se responde, incluso más allá de las atribuibles
al curso normal de los acontecimientos.

6.- Prueba y calificación de la relación causal.

La relación causal debe ser probada por el demandante,


quien deberá probar que el hecho culpable del demandado fue
condición necesaria del daño. Por el contrario, la prueba que
diga relación con la excusa de la responsabilidad del
demandado, corresponden ser probados por éste.

Usualmente la prueba de la causalidad no es difícil, pero


en casos complicados la prueba se construirá en base de
presunciones. Así cuando el daño es producido por causas

61
múltiples, el juez deberá recurrir a informes periciales o
testimonios de expertos.

7.- Pluralidad de responsables.

Referido a la coparticipación en la producción del


accidente (art. 2317). La ley establece una regla de
solidaridad para estos casos.

Desde el punto de vista de la causalidad necesaria son


equivalentes todos los hechos sin cuya presencia el daño no se
habría producido; cada uno de estos hechos es tenido por causa
del daño; debiendo indemnizar el total del daño, sin perjuicio
de las acciones de reembolso que procedan. Por otro lado, entre
los responsables deberá dilucidarse el modo en que en
definitiva contribuirán a la deuda, pudiendo existir una
distribución por igual o bien, una distribución atendiendo a
la intensidad de sus culpas y de su contribución causal a la
producción del daño.

La víctima podrá dirigir la acción contra todos los


responsables en el mismo juicio, conforme la autoriza el art.
18 CPC.

En caso que el daño no se haya producido por


coparticipación, sino por una sucesión de responsabilidades de
distintos agentes, el que haya sido condenado al pago tendrá
una acción contra los demás responsables (no fundada en la
acción de reembolso) sino en la acción de enriquecimiento sin
causa, respecto de quienes siendo en alguna proporción
responsables no soportaron la carga de indemnizar.

8.- Culpa o hecho de la víctima.

La intervención de la víctima por lo general es


irrelevante a efectos de la responsabilidad. Sin embargo,
habrán casos en que la negligencia de la víctima ha intervenido
causalmente en la producción del daño.

El art. 2330 establece una regla de atenuación de


responsabilidad si la víctima se expuso imprudentemente al daño
(se reduce la obligación indemnizatoria).

62
La culpa de la víctima contribuye a que el daño llegue a
ocurrir o colabora a que se aumente su intensidad; la que puede
ocurrir antes, durante o después del accidente. Ej: víctima
que no lleva cinturón de seguridad al conducir (antes), no
adopta las precauciones mínimas ante un incendio que se declara
en su presencia (durante), y si estaba en condición de mitigar
el daño (después).

Cuando los deberes de la víctima están dispuestos en


normas legales (como la ley de tránsito), la imprudencia de la
víctima asume la forma de culpa infraccional. Además, la
determinación de los deberes de cuidado puede ser judicial,
sobre la base del estándar de cuidado de la persona diligente
y razonable.

La jurisprudencia contemporánea, en materias de


accidentes de tránsito, no admite la excepción de culpa de la
víctima cuando, atendiendo al fin de la norma que le impone la
carga o deber de conducta, la negligencia no ha tenido
influencia determinante en el acaecimiento del daño.

a.- Accidentes producidos por la culpa de víctimas


incapaces.

La culpa de la víctima no es un deber, sino un criterio


de distribución del riesgo conexo al accidente; por tanto, el
niño menor de siete años que cruza la calle sorpresivamente en
un lugar imprevisible tiene una intervención de tal manera
significativa en la producción del daño, que no resulta justo
que sea imputado exclusivamente al conductor que conducía a
exceso de velocidad. La culpa de la víctima no es un juicio de
reproche, sino una especie de inoponibilidad total o parcial
en el juicio de atribución de daño, que el tercero hace valer
con fundamento en que parte del daño no le puede ser imputado.

b.- Prueba de la culpa de la víctima.

Quien alega la culpa deberá probarla; sin perjuicio que


hay casos en que la culpa se puede presumir, como cuando la
víctima ha incurrido en culpa infraccional (ej: el peatón que
cruza la calzada en un lugar no autorizado).

c.- Efecto compensatorio de la culpa de la víctima.

63
Si la víctima actuó con imprudencia, la apreciación del
daño queda sujeta a disminución. La norma es imperativa,
imponiendo a los jueces es deber de disminuir la indemnización.
Cuando se alega coparticipación culpable de la víctima, el juez
debe comparar 2 responsabilidades: la del demandado por el
cuidado debido respecto de la víctima y la de ésta por el
cuidado respecto sí misma. No sólo se compara la influencia de
cada negligencia en relación al daño, sino también se sopesan
las culpas.

Hay casos en que el daño puede ser normativamente imputado


por completo al hecho culpable de la víctima; o bien que la
culpa de la víctima, por más que haya influido en el resultado
dañoso, no sea relevante. Es así que se ha fallado que procede
eximir de responsabilidad al demandado si la causa suficiente,
principal o determinante del perjuicio proviene del hecho
negligente o de la omisión del perjudicado; al contrario, no
procederá si se estima que el daño no puede ser objetivamente
imputado a su culpa (Autor: criterio ajeno al derecho chileno).
Al contrario, es lo que ocurre cuando una de las partes actuó
con dolo, dado que se entenderá excluida la responsabilidad
compartida del otro.

d.- Culpa de la víctima en el daño por repercusión.

Se ha estimado que si los herederos accionan en


representación de la víctima (fallecida) se puede oponer la
excepción de la culpa de la víctima; no pudiendo oponerse en
caso que accionaran a título personal. Tal planteamiento parece
artificioso, pues la conducta de la víctima es relevante es
resulta injusto excluir su apreciación en caso de que los
terceros hayan demandado a título personal por su propio daño.

9.- Asunción de riesgo por parte de la víctima.

a.- Consentimiento de la víctima.

En materia de responsabilidad extracontractual, por lo


general, la voluntad de la víctima resulta ser irrelevante;
sin embargo puede ser decisiva en diversas situaciones. El
consentimiento puede referirse materialmente al bien protegido
(ej: autorizar la divulgación de un hecho protegido por la
privacidad); o a una conducta del demandado (se autoriza una

64
conducta que supone un riesgo, ej: autorización intervenciones
médicas).

El consentimiento puede ser incluso sin palabras, en la


medida que los hechos demuestren lo que queremos.

b.- Asunción de riesgo por la víctima.

La simple circunstancia de participar voluntariamente en


una actividad que supone algún riesgo no justifica a otros en
la realización del daño, porque del hecho de la víctima no se
sigue intensión de liberarlo de responsabilidad.

Para que la asunción del riesgo incida en el juicio de


responsabilidad se requiere:

- Un acto de voluntad que va más allá de la mera


participación en una actividad que supone algún
peligro.
- Que se asuma el peligro a riesgo propio.
- La víctima debe estar infromada.

Situaciones de asunción de riesgo se encuentran en los


deportes peligrosos.

En materia laboral no se acepta la asunción del riesgo


por parte del trabajador.

Pregunta: ¿Por qué se debiera entender que el trabajador no


asume riesgo de su actividad, si por ejemplo en su contrato
así lo ha negociado?

65
RESPONSABILIDAD ESTRICTA O POR RIESGO.

1.- Noción de responsabilidad estricta.

La responsabilidad estricta tiene lugar en el ámbito del


riesgo que la ley atribuye a quien desarrolla una cierta
actividad. Lo determinante es que el daño cuya reparación se
demanda sea una materialización de ese riesgo, que ha
justificado el establecimiento de un régimen de responsabilidad
estricta.

En el derecho chileno este régimen ha sido


tradicionalmente denominado “responsabilidad objetiva” en
oposición a la responsabilidad subjetiva basada en la culpa.
Otra forma de denominarla es “responsabilidad por riesgo”.

2.- La ley como fuente de este tipo de responsabilidad.

En efecto, esta responsabilidad se funda en la ley por lo


que es considerada de derecho estricto, constituyendo una
excepción al régimen general y supletorio de responsabilidad
por culpa.

Pregunta: A falta de ley, ¿podría aplicarse por analogía?

3.- Responsabilidad estricta y presunciones de culpa.

En el régimen de culpa presunta, si falta un indicio


suficiente de la culpa del autor del daño, no podrá inferirse
su responsabilidad; siendo ésta la diferencia con el sistema
de responsabilidad estricta (prescinde de la culpa).

4.- Estructuras y tipos de responsabilidad estricta.

*.- Elemento fundamental: la causalidad.

66
La causalidad es el elemento determinante de la
responsabilidad estricta, sin perjuicio de condiciones
adicionales que los estatutos puedan exigir.

La estructura básica supone el hecho del demandado y el


daño (y causalidad entre ambos elementos). Además de la
responsabilidad estricta básica, está la responsabilidad
estricta calificada, la que exige que el daño provenga de un
vicio, defecto o falla de la cosa o servicio que provoca el
accidente. La prueba para dar por establecida esta
responsabilidad recae en la existencia del defecto (no respecto
de las circunstancias que hicieron que el producto fuera
defectuoso).

5.- Responsabilidad estricta y por culpa a la luz de los fines


de la responsabilidad civil.

a) A la luz de la justicia correctiva.

El objeto de la justicia correctiva es restablecer el


orden alterado por el hecho que genera la responsabilidad. Un
derecho privado orientado a resolver conflicto entre partes,
sobre la base de considerar si es injusta la conducta del
demandado, constituye la estructura básica que dinamiza un
orden social espontáneo, basado en las ideas regulativas de la
libertad y de la responsabilidad personal.

La responsabilidad por culpa basada en la culpa, a


diferencia del mero riesgo (responsabilidad estricta) utiliza
un criterio de responsabilidad que puede cubrir todos los
ámbitos de la acción humana.

El juez, en uso del criterio de justicia correctiva, busca


restablecer la igualdad que ha sido rota por el hecho injusto
que ha provocado el daño.

Mientras en la responsabilidad por culpa la justificación


de la responsabilidad se encuentra en el injusto de la
conducta; en la responsabilidad estricta, el injusto dice
relación a que sea la víctima la que soporte el riesgo del
daño.

• Grupos de casos en que se estima justo que la


responsabilidad sea estricta.

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i.- Actividades especialmente peligrosas.

Se asocian a riesgos creados por la tecnología. Regidas


por estatutos de responsabilidad estricta, respecto de
actividades que en su oportunidad causaron alarma acerca
de sus riesgos conexos, ej: ferrocarriles,
aeronavegación, energía nuclear, etc.

Desde la visión de la justicia correctiva, se justifica


que pertenezca al régimen de responsabilidad estricta,
aquellas actividades que suponen que alguien impone un
riesgo excesivo a los demás, por lo que debe asumir los
costos de los daños, aunque haya actuado con diligencia.

ii.- Responsabilidad por el hecho de los dependientes


(vicaria).

Presupone que el hecho del dependiente por el cual se


responde, haya actuado negligentemente.

La justificación de que se someta al régimen de


responsabilidad estricta está dada por considerarse que
el control de la actividad es ejercido por el principal,
de modo que los actos de los dependientes son en cierto
sentido, también del principal; de modo que no parece
equitativo que el principal conserve las utilidades del
desempeño del dependiente y no se haga cargo de indemnizar
a las víctimas de los daños provocados por el desarrollo
impropio de su actividad.

iii.- Regímenes de protección de víctimas que se


encuentran en una posición estratégica de desventaja
respecto del autor del daño.

- Los trabajadores en relación a sus empleadores.


- Los consumidores en relación a los productores.

La asimetría dice relación a la falta de control de


información relevante y del riesgo.

iv.- Protección de ciertos bienes públicos.

Es lo que ocurre con el daño ambiental, que es una lesión


a un bien valioso, que no pertenece a nadie en forma
exclusiva, sino a todos los miembros de una comunidad.

68
b) A la luz del análisis económico del derecho.

Tanto la responsabilidad por culpa como la estricta


coinciden en el fin de obtención de resultados óptimos desde
la perspectiva de bienestar general. De este modo, la
responsabilidad por culpa definirá el umbral de cuidado
atendiendo los costos de prevención y las eventuales
indemnizaciones que debieran pagarse a las víctimas si no se
ejerciera el debido cuidado. Por su parte, la responsabilidad
estricta, atiende que quien desarrolla la actividad va a tener
que indemnizar a todas las víctimas de accidentes, de modo que
tendrá los mismos incentivos para invertir en precauciones
hasta el punto en que el gasto marginal en prevención deje de
estar compensado por un ahorro en el pago de indemnizaciones.

c) Fronteras entre responsabilidad por culpa y estricta.

Por lo general, en materia de responsabilidad por culpa,


es la víctima quien soporta la carga argumental y probatoria.
Los gastos administrativos (abogados, medios probatorios,
tiempo) suelen ser mucho más gravosos para la víctima que para
el autor del daño (que maneja la información sobre sus propios
hechos). Lo anterior, suele modificarse cuando opera las
presunciones de culpa, cuyo efecto es invertir la carga de la
prueba y el riesgo probatorio (este efecto no es muy diferente
al de la responsabilidad estricta). Cuando se trata de procesos
complejos, como la fabricación de un producto defectuoso, la
excusa de diligencia suele ser tan difícil como la prueba de
la negligencia. En el fondo, la carga de la prueba de la
diligencia suele implicar demostrar que el daño se produjo a
consecuencia de un hecho que no guarda relación alguna con el
ámbito de cuidado del presuntamente responsable. En la
responsabilidad estricta no se admite este tipo de excusas.

6.- Responsabilidad estricta en el Código Civil y leyes


especiales.

a.- Daño causado por animales fieros.

El art. 2327 establece una regla de responsabilidad


estricta bajo la forma de presunción de derecho, aplicable a
todo aquel que tenga un animal fiero que no reporte utilidad
para la guarda o servicio de un predio, por los daños que éste

69
haya causado. Lo que califica la responsabilidad no es la
calidad de fiero del animal, sino su falta de utilidad (el
riesgo supera el beneficio).

b.- Daño ocasionado por las cosas que se arrojan o caen


desde la parte superior de un edificio.

El art. 2328 dispone que el daño sea imputable a todas


las personas que habitan la misma parte del edificio, y la
indemnización se dividirá entre todas ellas, a menos que se
pruebe que el hecho se debe a la culpa o mala intención de
alguna persona exclusivamente.

c.- Daño causado por el conductor de vehículo motorizado.

Regla general: Art. 170 Ley del Tránsito, que establece


la responsabilidad por culpa del conductor del vehículo.

Dos instrumentos adicionales para proteger a las víctimas


de accidentes:

- Responsabilidad estricta del propietario del vehículo


por los daños ocasionados por el conductor. Sólo puede
eximirse probando que el vehículo le fue tomado sin su
conocimiento o sin su autorización expresa o tácita,
circunstancias que equivalen a casos de fuerza mayor.

- Un sistema de seguro obligatorio, que coexiste con el


seguro obligatorio de accidentes personales causados por
circulación de vehículos motorizados.

d.- Responsabilidad del explotador de aeronaves por daños


ocasionados en caso de accidente aéreo.

El Código Aeronáutico (Ley N° 18.916) establece, respecto


del empresario aeronáutico, dos ámbitos de responsabilidad sin
culpa:

- Contractual: daños ocasionados a los pasajeros y la


carga, con un límite (4.000 UF por muerte o lesión de
pasajero). Es una obligación de garantía, que opera por
la sola ocurrencia del daño.

- Extracontractual: daños ocasionados a terceros en la


superficie, a consecuencia de la acción de una aeronave

70
en vuelo, o a la caída de todo o parte de una aeronave.
Sólo admite como excusas las causales de fuerza mayor
definidas en la misma ley. El monto de las indemnizaciones
está sujeto a un límite.

e.- Daños ocasionados por aplicación de plaguicidas.

Regulados por el DL N° 3.557. Si al aplicar plaguicidas


se causaren daños a terceros, éstos podrán demandar
judicialmente la indemnización de perjuicios correspondiente
dentro del plazo de un año contado desde que se detecten los
daños (en todo caso, nunca más allá de dos años de aplicados
los plaguicidas).

Quien utiliza un plaguicida está sujeto a responsabilidad


estricta por todos los daños que se sigan de su aplicación,
aunque sean causados en forma accidental, es decir, sin culpa.

f.- Daño ambiental.

La ley N° 19.300 establece acciones reparatorias del daño


ambiental producido y acciones indemnizatorias de los
perjuicios que provocan los daños al medio ambiente; regida
por el estatuto de responsabilidad por culpa.

Respecto de los daños ocasionados por derrames de


hidrocarburos en el mar, existe una regla de responsabilidad
estricta por el sólo hecho del derrame (D.L. N° 2.222). El
dueño, armador u operador a cualquier título de la nave o
artefacto naval que produzca el derrame o la descarga responden
solidariamente por los daños que se causen.

g.- Responsabilidad por daños en construcciones.

Los empresarios y profesionales que participan en la


construcción de edificios están sujetos a la responsabilidad
contractual (respecto de quienes los contrataron) y
responsabilidad extracontractual (daños a terceros).

La ley de urbanismo y construcción establece dos hipótesis


de responsabilidad estricta:

- El primer propietario tiene una amplia responsabilidad


personal por los defectos de construcción.

71
- Responsabilidad estricta de los constructores por los
hechos de los subcontratistas.

h.- Daños provenientes del uso de instalaciones nucleares.

Regulados en la Ley de seguridad nuclear (N° 18.302). La


responsabilidad civil por daños nucleares es objetiva y tiene
un límite máximo. Se aplica a las personas que tengan la calidad
de explotador de una instalación, planta, centro, laboratorio
o establecimiento nuclear.

La responsabilidad alcanza incluso a los daños ocasionados


por caso fortuito o fuerza mayor, salvo que el accidente
nuclear se deba directamente a hostilidades de conflicto armado
exterior, insurrección o guerra civil.

El sistema se complementa con un seguro obligatorio.

7.- Elementos de la responsabilidad estricta.

a.- El riesgo.

Supone la realización de una actividad o la tenencia de


una cosa que genere riesgo de daño.

El riesgo actúa como un elemento de control, evitando la


extensión ilimitada del estatuto de responsabilidad estricta.

b.- La causalidad.

Sólo deben ser reparadas las consecuencias dañosas que se


sigan de ese preciso riesgo. De este modo, la causalidad está
determinada por el fin protector de la norma.

La idea de riesgo es también importante al momento de la


imputación objetiva de las consecuencias dañosas del accidente.
El criterio de adecuación de esas consecuencias a la acción
inicial no resulta relevante, dado que no es determinante el
hecho del responsable, sino el riesgo que se ha materializado.

La prueba de la relación causal está sujeta a las mismas


reglas que la responsabilidad por culpa, salvo que el propio
estatuto establezca alguna regla diferente.

8.- Compensación de la culpa de la víctima.

72
El instituto de la culpa concurrente de la víctima es
condición para la correcta eficacia preventiva de un régimen
de responsabilidad estricta, porque sólo así se compensan los
menores incentivos que tienen las víctimas potenciales para
ser cuidadosas.

El rol protector del estatuto que contempla la


responsabilidad estricta no excluye los deberes básicos de
cuidado empleado por la víctima, lo que se tendrá en
consideración al momento de moderar o excluir la
responsabilidad del demandado.

Pregunta: ¿El dolo o la culpa grave excluyen la


responsabilidad estricta?

9.- Fuerza mayor o caso fortuito como excusa en la


responsabilidad estricta.

Las reglas de responsabilidad estricta son formuladas de


modo que cubren todo daño que provenga del peligro creado por
la naturaleza de la actividad respectiva, aunque haya
intervenido una causa ajena, incluso de carácter insuperable.
En consecuencia, estas reglas usualmente excluyen la excusa
fundada en hipótesis de fuerza mayor o caso fortuito.

En general debe entenderse que mientras mayor sea la


intensidad del riesgo creado por la actividad respectiva, menor
debe ser la tolerancia frente a la excusa de fuerza mayor.

Por la misma razón, en algunos casos la propia ley se


encarga de señalar expresamente cuales son las hipótesis
admisibles de caso fortuito o fuerza mayor.

10.- Efectos en cuanto al monto y alcance de la indemnización.

Mientras la indemnización de perjuicios tenga un fin


reparatorio, resultará indiferente si ésta se trate de
responsabilidad por culpa o estricta.

En Chile se han contemplado límites a los montos de


indemnizaciones respecto de estatutos especiales (ej: ley
aeronáutica) con el objeto de promover la actividad pese a
estar sujeta al régimen de responsabilidad estricta.

73
ACCIONES A QUE DA LUGAR EL DAÑO

1.- Tipos de acciones.

a.- Acciones que nacen de un ilícito civil: reparación en


naturaleza, indemnización de perjuicios y enriquecimiento sin
causa.

La reparación en naturaleza implica que el hecho del


demandado que produjo un daño pueda ser removido, de modo que
el demandante sea restituido en naturaleza a la situación
anterior al daño, ej: se demanda los costos de reparación de
un automóvil dañado en un accidente.

La indemnización de perjuicios es una reparación en


equivalencia, que corresponde a la disminución patrimonial o
compensatoria del daño patrimonial o moral sufrido por la
víctima.

El enriquecimiento sin causa, supone una acción que busca


remediar un enriquecimiento injusto del demandado que resulta
ilícito a pesar de no haber provocado daño al demandante. La
acción es de restitución de beneficios.

Las acciones que nacen de un ilícito civil pueden tener


por objeto:

- Impedir que el daño llegue a ocurrir (acción


preventiva).
- Poner término a su realización (acción
interruptiva).
- Restituir en naturaleza.
- Compensar en dinero el daño ya ocurrido.

Las acciones preventivas e interruptivas son acciones en


naturaleza, porque su objeto no es el dinero, sino resguardar
la integridad del bien amenazado o afectado. Las acciones
dirigidas a la reparación del daño ya provocado son
indemnizatorias.

2.- Acción de reparación en naturaleza.

a.- Tipos de reparación en naturaleza.

74
Una vez cumplidas las condiciones para que nazca la
responsabilidad extracontractual, a la víctima se le abre un
conjunto de acciones que conducen a resultados análogos al
incumplimiento de un contrato; pudiendo reclamar la
indemnización de perjuicios o la reparación en naturaleza del
daño sufrido.

Las que buscan reparar en naturaleza pueden tener por


objeto: 1) prevenir el daño, 2) poner término a una situación
que está generando daño o 3) forzar al deudor a que restituya
al actor a la situación anterior al daño.

b.- Requisitos.

El derecho civil sólo reconoce una acción general de


restitución en naturaleza por daños ya producidos si se cumplen
los requisitos de la responsabilidad civil, incluida la
ilicitud de la conducta del demandado. Asimismo procede acción
para prevenir un daño, sólo si éste es antijurídico e
inminente; además, si la conducta causante del daño lo sigue
haciendo, se puede solicitar al tribunal que se ordene su
cesación y remoción de la turbación injusta.

c.- Acciones civiles preventivas del daño.

Las acciones posesorias de denuncia de obra nueva y de


denuncia de obra ruinosa, cautelan preventivamente el goce de
un derecho real o el acaecimiento de un daño a las personas o
cosas (art. 930, 932, 937 y 948). El art. 2333 concede una
acción popular en todos los casos de daño contingente que por
imprudencia o negligencia de alguien amenace a una persona
indeterminada; pero si el daño amenazare solamente a personas
determinadas, sólo alguna de éstas podrá intentar la acción. A
diferencia de las acciones posesorias, la acción del art. 2333
no lleva aparejado un procedimiento especial.

Pregunta: ¿Cuál procedimiento debiera aplicarse a la


acción contemplada en el art. 2333 del CC, ordinario o sumario?
– tramitación rápida para que sea eficaz.

Por otro lado, también se puede ejercer el recurso de


protección (acción de protección) invocándose la amenaza,
turbación o privación del ejercicio de legítimos derechos,
debiendo invocarse algunas de las garantías que dispone el art.

75
20 de la Constitución; sin que resulte necesario probar culpa
del recurrido.

Otro medio para cautelar preventivamente el daño, puede


hacerse a través de una medida precautoria (propiamente tal o
prejudicial), en la forma de una cautela anticipatoria del
derecho pretendido (medidas innominadas del art. 298 CPC).

d.- Acciones para poner término al daño actual.

Quién está sufriendo un daño actual puede solicitar al


juez su cesación. Lo usual será que se haga a través del juicio
sumario. Sin perjuicio de lo anterior, también pudiera
ejercerse acción de protección o medidas cautelares para
resguardar la eficacia de la pretensión.

e.- Restitución en naturaleza a la situación anterior.

Será necesario para el ejercicio de esta acción que ella


resulte posible; dado que si la víctima se ha muerto o la cosa
se ha destruido y no es posible su sustitución, la reparación
en naturaleza estará descartada y sólo procederá la
indemnización compensatoria.

Si la restitución es posible, la víctima tiene derecho a


que sea restituida de la forma más cercana posible al estado
anterior al provocado por el ilícito del demandado, o que se
le indemnice con la cantidad de dinero suficiente para que
pueda hacerse cargo de la reparación.

El objeto de este tipo de acción depende del tipo de daño:


así si la cosa fue dañada el objeto será su reparación, si la
cosa fue destruida el objeto será su reemplazo por otra
equivalente, si se ha sufrido lesiones corporales el objeto
será que se cubran los gastos médicos y de hospitalización,
etc.

Pregunta: ¿Qué es la indemnización simbólica? – una


especie de reparación en naturaleza, por ejemplo publicar la
sentencia que declara incorrecta una información que afecta el
nombre ajeno.

3.- Opción de demandar la restitución en naturaleza o una


indemnización compensatoria.

76
El derecho chileno no establece algún orden de prelación,
por lo que la víctima podrá optar entre ejercer una u otra
acción. Ambos tipos de acciones, por lo demás, son
completamente complementarias a la indemnización por
disminución del valor venal de la cosa, daño moral y lucro
cesante.

4.- Resultado del ejercicio de la acción en naturaleza.

Si el demandado resulta condenado por la sentencia a hacer


una cosa, el actor dispone de la triple opción que le reconoce
el art. 1553 en relación al art. 530 del CPC, pudiendo pedir:
1) que se apremie al deudor para que haga la restitución, 2)
que éste le provea fondos para que la restitución sea efectuada
por la víctima, o 3) que se indemnicen los perjuicios (pérdida
patrimonial neta).

Si el daño se repara con una prestación de dar o entregar


un cuerpo cierto o género, se podrá solicitar la ejecución en
naturaleza mediante juicio ejecutivo.

Si se le condena a no hacer, tendrá efecto la regla del


art. 1555 en relación al art. 544 del CPC, de modo que si no
se cumple lo ordenado, la obligación deviene en una de hacer
(deshacer lo hecho).

5.- Acción de reparación indemnizatoria.

a.- Época en que nace la obligación indemnizatoria.

La obligación indemnizatoria nace cuando se cumplen


copulativamente los requisitos de la responsabilidad; por lo
que debiera entenderse que la sentencia definitiva viene a
declarar aquella obligación preexistente. El que fije el
quantum no significa que la sentencia sea constitutiva.

Si el daño es contemporáneo al hecho que genera la


responsabilidad, se encontrarán todos los elementos que la
condicionan; si el daño es posterior, sólo desde entonces habrá
responsabilidad.

La importancia del nacimiento de la obligación dice


relación con el cómputo de los intereses y de la prescripción
de la acción indemnizatoria.

77
En principio el daño debería ser valorado en consideración
a la época en que se produce, porque ese es el momento en que
nace la obligación. Sin embargo, pareciera que el juez debiera
tener la flexibilidad de criterio suficiente para determinar
ese momento, bajo la sola exigencia que éste sea consistente
con la época que se ha tenido en consideración para la
valoración de los daños. El juez puede llevar a valores
monetarios reales al momento de la sentencia las estimaciones
que tienen por antecedentes hechos anteriores al fallo o las
estimaciones periciales efectuadas durante el juicio. De hecho,
la propia sentencia puede establecer la fecha en que se deben
computar los reajustes; a falta de declaración expresa debiera
ser la fecha de la dictación de la sentencia.

En cuanto al daño moral, la jurisprudencia sigue la idea


de que la época relevante para la determinación del daño moral,
la fecha de la sentencia de primera o segunda instancia, según
sea la que efectúe la apreciación, porque sólo entonces el juez
tiene una correcta percepción del valor del dinero que está
reconociendo como indemnización.

b.- Reajustabilidad de la obligación indemnizatoria.

La reajustabilidad de las obligaciones indemnizatorias se


ha convertido en un principio de amplia aplicación. La época
desde la cual debe otorgarse el reajuste comienza en el momento
en que se calcula la indemnización (moneda al momento que se
otorga y moneda al momento que se paga).

Pregunta: ¿Con qué parámetro económico se relaciona la


necesidad de reajustar el monto de la indemnización? –
Inflación.

La jurisprudencia tiende a otorgar reajuste de la


indemnización de daño moral, a contar de la fecha de la
sentencia en que se avalúa; respecto del daño patrimonial,
desde la fecha que se adopte como referencia para avaluar los
perjuicios; y en subsidio, desde la fecha de la sentencia.

c.- Intereses.

La jurisprudencia ha aceptado aplicar intereses a las


obligaciones indemnizatorias. Su fundamento es el transcurso
del tiempo entre la fecha en que ocurrió el daño y la fecha en

78
que se pagó la indemnización, lo que genera un efecto
patrimonial en la víctima.

Los intereses no son una sanción, sino son la expresión


del costo de no haber recibido oportunamente el pago. Los
intereses corrientes expresan el costo de mercado por el uso
del dinero. El interés corriente, por mandato de la ley, es
también el interés legal, el que es publicado durante la
primera semana de cada mes por la Superintendencia de Bancos e
Instituciones Financieras. La aplicación de intereses
dependerá si la obligación dice relación con operaciones
reajustables o no reajustables.

En cuanto a la fecha en que se otorgan intereses:

- Por daño patrimonial.

No hay un criterio definido por la jurisprudencia; en


ocasiones se otorga desde la fecha del ilícito, fecha
en que ocurrió el daño, fecha de notificación de la
demanda, fecha del fallo, fecha en que el fallo queda
ejecutoriado, etc.

- Por daño moral.

Tanto la jurisprudencia como la doctrina han estimado


que los intereses debieran ser mirados desde la
sentencia de instancia hacia adelante (ello porque se
entiende que la víctima no ha tenido que soportar costo
de dinero mientras no se fija la indemnización,
cuestión que si ocurriría con la indemnización por daño
patrimonial).

d.- Agravación y disminución del daño después de la


demanda.

Una vez notificada la demanda, la relación procesal queda


establecida (trabada la litis) y el demandante no podrá
demandar nuevos daños que no haya incluido en su demanda, en
el mismo juicio. Por lo tanto, para demandar nuevos daños
ocurridos con posterioridad a que se haya trabado la litis,
deberá intentar una nueva demanda.

79
Pregunta: ¿El demandado podrá oponer excepción de litis
pendentia o cosa juzgada (en su caso)? – Triple identidad:
mismas partes, mismos objetos y misma causa de pedir. La cosa
pedida es distinta a la causa original.

Si durante el transcurso del juicio la avaluación de los


daños sostenida por el demandante, se ve agravada, puede
entenderse que será materia probatoria probar el verdadero
quantum de éstos, en virtud del principio que establece que la
indemnización debe ser íntegra. Por lo demás, siempre se suele
agregar en los petitorios de la demanda la frase sacramental
“o el monto que SS estime conforme derecho”. Si esta avaluación
de agrava después de dictada sentencia definitiva, opera el
principio de cosa juzgada.

En caso que los daños disminuyan, ya sea porque no se


generen o no revistan la intensidad invocada por el demandante,
implicará una cuestión probatoria, en la que al no probarse
los daños sostenidos en la demanda, implicará que la
indemnización disminuya total o parcialmente.

e.- Correctivos al monto de la indemnización.

i.- Límites legales.

La ley civil no entrega baremos para la avaluación


de daños; pero en el caso del daño patrimonial asume
que éste debe ser totalmente reparado (emergente y
lucro cesante), salvo que la indemnización quede
expresamente limitada al daño emergente (art. 1556).

En materia de responsabilidad estricta, la reparación


integral del daño supone que quien realiza la
actividad responde por todo el riesgo creado.

ii.- Baremos indemnizatorios desarrollados por la


práctica judicial.

En el derecho comparado hay prácticas de crear


baremos indemnizatorios del daño moral; los que
tienen finalidad de razones de seguridad jurídica.

f.- Beneficios colaterales del daño.

80
i.- Beneficios que resultan de hechos propios de la
víctima.

Los ingresos del trabajo que la víctima está en


condiciones de percibir se contabilizan a efecto de
apreciar el lucro cesante. Estos montos deben tener
una cierta relación de causa adecuada entre el daño
y beneficios (o sea que el beneficio sea una
consecuencia ordinaria del daño).

ii.- Beneficios residuales y ahorros de gastos.

La jurisprudencia está de acuerdo que el responsable


del daño de la cosa (que ha producido su destrucción
y que deberá reemplazarla o pagar su importe) tiene
derecho a que le sea entregada dicha cosa o que le
sea deducido el valor si la conserva la víctima.

iii.- Prestaciones de terceros por daños personales.

Pueden existir diversas razones por las cuales, la


víctima haya recibido pago de un tercero; por ej: su
sueldo por estar así convenido, o ser beneficiaria
de leyes sociales, o ser beneficiaria de un seguro
contratado, etc. La discusión se centra en dilucidar
si la víctima tiene derecho a conservar las sumas
otorgadas a título de indemnización pagado por el
responsable del daño y las sumas pagadas por el
tercero. Todo dependerá de la naturaleza de la
prestación; así por ejemplo, los seguros de vida no
tienen una naturaleza indemnizatoria sino de
enfrentar una contingencia, por lo que la víctima
podría perfectamente conservar ambas sumas. Al
contrario, si la suma otorgada por el tercero reviste
la misma naturaleza que la pagada por el autor del
daño, éste tercero tendrá derecho a recuperar lo
pagado.

Los terceros tienen 3 vías para recuperar lo pagado


a las víctimas: 1) derecho a subrogar a la víctima
en la pretensión indemnizatoria hasta el monto de lo
pagado; 2) derecho a que la víctima les ceda la
acciones en contra del responsable del daño; y 3)

81
acción de reembolso contra la víctima que ha recibido
indemnización.

iv.- Seguro de daños a las cosas y de daños puramente


patrimoniales.

Supone que un tercero (asegurador) se hace cargo de


sufrir la pérdida por el asegurado, cualquiera sea
su causa. Tiene finalidad indemnizatoria, por lo que
hace improcedente el lucro para el asegurado de
recibir, además, la indemnización civil (art. 517 C
Comercio).

g.- Naturaleza del crédito indemnizatorio.

El monto que se debe pagar a título de indemnización de


perjuicio es un crédito Valente (quinta clase), dado que la
ley no le ha otorgado ninguna preferencia (art. 2489).

h.- Reserva de determinación del monto de los perjuicios.

En principio pareciera inútil dejar la determinación del


monto de los perjuicios para la fase de ejecución de la
sentencia, conforme con lo dispuesto en el art. 173 CPC, dado
que si los jueces, estiman en su fallo la existencia del daño,
resulta inoficioso dejar la determinación de su cuantía para
una etapa posterior. Sin embargo, la citada norma no distingue
si se refiere sólo al ámbito contractual o extracontractual,
por lo que en estricto rigor nada impide, que se deduzca la
demanda, dejándose la determinación del monto de los perjuicios
para la fase de ejecución del fallo.

6.- Extinción de la acción de responsabilidad.

Por regla general la acción de responsabilidad se extingue


por los mismos modos de extinguir las obligaciones (salvo
aquellos que sean propios de los contratos).

Se distinguen:

1) Actos voluntarios de disposición.

Por renuncia del derecho a ser indemnizado, asunción del


riesgo y aceptación de un daño. La renuncia está
autorizada por la ley por tratarse de derechos disponibles

82
(art. 12), asimismo la víctima puede haber asumido el
riesgo (recordar que sólo se puede aceptar el riesgo y no
el daño).

Por otro lado, la acción puede ser objeto de transacción,


la que válidamente celebrada, adquiere valor de
equivalente jurisdiccional (art. 2449).

2) Prescripción de la acción.

Las acciones por delitos o cuasidelitos civiles se


extinguen por prescripción transcurrido el término de 4
años, contados desde la perpetración del hecho (art.
2332). Esta norma es de carácter supletorio y rige salvo
norma especial en contrario.

Pregunta: ¿La prescripción extintiva se cuenta desde la


perpetración del hecho o desde el daño? (Literalidad
versus obviedad) - El cómputo del plazo es una cuestión
muy importante, pues de la literalidad de la norma pudiera
entenderse que éste corre sólo a partir del hecho; sin
embargo, se debe recordar que para que opere la
responsabilidad extracontractual es requisito de la misma
la existencia de daño y perfectamente puede ocurrir un
hecho, cuyos efectos dañinos se den con el transcurso del
tiempo. (El daño es el elemento que consuma el delito o
cuasidelito, sin daño no hay responsabilidad
extracontractual).

La prescripción puede ser interrumpida (naturalmente por


reconocimiento expreso o tácito del deudor y civilmente
desde la presentación de la demanda art. 2518) y
suspendida conforme las reglas generales.

7.- Restitución de beneficios o de cargas.

a) Restitución de beneficios injustamente obtenidos en


razón de un ilícito.

La obligación restitutoria que nace de un ilícito tiene


por antecedente, una ganancia obtenida por el demandado (su
antecedente es la ganancia injusta y no el daño, por lo que es
una acción restitutoria y no de responsabilidad). El interés
del demandante de ejercer esta acción puede deberse a que las

83
ganancias obtenidas por el demandado en razón del ilícito
excede al monto del daño del demandante, por ej: si el lucro
cesante derivado del uso de propiedad industrial es inferior
al beneficio del demandado.

La acción restitutoria tiene por objeto:

- Restitución de los beneficios por los gastos que el


demandado se ha ahorrado al usar indebidamente bienes
del demandante (lucro cesante).
- Restitución de los beneficios por ganancia neta que
se sigue del uso.

La prueba del lucro indebido corresponde al demandante.


La mayor dificultad para acreditar la pretensión restitutoria
será usualmente acreditar la causalidad; el enriquecimiento
debe surgir directamente del uso de la propiedad ajena.

b) Restitución en razón de cargas impuestas por actos


lícitos.

Existen actos que el derecho autoriza y que implican una


carga. Sin embargo, quien soporta la carga no significa que
deba soportar su costo total, así por ej: en los casos de
estado de necesidad, una vez cesada la situación, quien ha
actuado por estado de necesidad debe compensar al afectado por
el daño sufrido en su bien. Esta cuestión también puede ser
resuelta que sea el propietario quien soporte en definitiva el
costo; todo dependerá del sopesamiento de bienes.

84
JUICIO DE RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL.

1.- Partes del juicio de responsabilidad.

a) Legitimación activa.

Los legitimados para ejercer la acción de responsabilidad


pueden ser titulares por derecho propio (como el mismo
perjudicado) o por derecho derivado, como sucede con los que
adquieren por sucesión la facultad de reclamar la
indemnización. A su vez, los titulares por derecho propio
pueden ser víctimas directas del daño o perjudicados indirectos
que sufren un perjuicio que directamente ha recaído en otra
persona (son las llamadas víctimas por repercusión).

- Lesionados directos o víctima inmediata.

Si se trata de daños causados a las cosas (bienes


patrimoniales), pueden interponer la acción para hacer
valer la responsabilidad:

1º) El dueño de la cosa (art. 2315).

2º) El poseedor, aun cuando no sea dueño (art. 2315).

3º) El titular de un derecho real de goce distinto del


dominio: "el usufructuario, el habitador o el usuario, si
el daño irroga perjuicio a su derecho de usufructo o de
habitación o uso" (art. 2315). Según una tesis, la mención
no es taxativa, y se incluirían los derechos reales de
garantía, por lo que estarían legitimados también el
acreedor hipotecario y el prendario.

4º) El que tiene la cosa con obligación de responder de


ella (art. 2315), por ejemplo, un comodatario, un
depositario, un arrendatario, etc.

También son legitimados los que sufren una lesión directa


en intereses o derechos no susceptibles de avaluación
pecuniaria. Sea que concurra o no con un daño material o
patrimonial, los afectados en los bienes
extrapatrimoniales pueden demandar para pedir reparación
del daño moral, en sus diversas categorías: el dolor o

85
daño psíquico, el daño corporal o biológico, el daño a
derechos de la personalidad, etc.

- Herederos y cesionarios de la víctima.

Pueden interponer la acción los sucesores a título


universal, esto es, los herederos de los legitimados por
derecho propio. El Código Civil sólo lo señala
expresamente respecto del daño en las cosas: "Puede pedir
esta indemnización no sólo el que es dueño o poseedor de
la cosa que ha sufrido el daño, o su heredero" (art.
2315). Pero lo mismo debemos sostener respecto de los
daños personales y concretamente del daño moral, pues se
aplican los principios generales de la transmisibilidad
de los derechos (cfr. art. 951.2).

Pregunta: ¿Pueden los herederos intentar la acción para


pedir reparación del perjuicio causado a la víctima cuando
el hecho ilícito ha provocado su muerte instantánea?

El derecho a pedir indemnización de perjuicios (daños


patrimoniales) ya devengado puede ser objeto de cesión
por acto entre vivos. El título será venta, donación,
transacción u otro cualquiera translaticio de dominio, y
la tradición se hará conforme a las reglas de la cesión
de derechos personales. La cesión puede ser total o
parcial.

Pregunta: ¿Se puede ceder la acción por daño moral? – (dos


posturas) no hay norma que prohíba su transferencia por
lo que podría cederse; ceder la acción implicaría
transformar el daño moral en un crédito comerciable, por
lo que resultaría ilícito.

- Personas subrogadas a la víctima.

En ciertos casos la ley concede a terceros que han pagado


a la víctima (una indemnización en razón de un contrato o
de la ley) la facultad de subrogarse en los derechos de
la víctima en contra del autor del daño.

- Lesionados indirectos o víctimas por repercusión.

86
Los lesionados indirectos son aquellos que reciben un
daño, no directamente a su persona o bienes, sino por
sufrir ellos las consecuencias de un daño causado a una
persona con la cual tienen alguna relación.

A su vez los lesionados indirectos pueden reclamar daño


patrimonial o daño moral. Las víctimas de daño patrimonial
pueden ser personas que han experimentado un perjuicio en
su patrimonio, al verse privadas de todo o parte del
auxilio pecuniario o de los beneficios que el físicamente
ofendido les proporcionaba. Se comprende aquí las personas
que tenían derecho a reclamar alimentos de la víctima
directa, las personas que, sin tener derecho a alimentos,
vivían a expensas del ofendido; las personas que sufren
daño con la muerte o incapacidad de la víctima directa
por tener con él una relación profesional o laboral o que
están de alguna manera vinculadas económicamente con él.

Con más cautela se mira a los actores que invocan un daño


por repercusión de carácter extrapatrimonial. En
principio, todas aquellas personas que por la muerte o
lesión de la víctima directa sufran un perjuicio moral
estarán habilitadas para solicitar su reparación. No
obstante, como un criterio amplio sobre la materia podría
multiplicar las demandas indemnizatorias y hacer
inoperante el sistema, se buscan límites que den
racionalidad a las pretensiones.

Debe advertirse, sin embargo, que en el nuevo proceso


penal, para la interposición de la acción civil en sede
penal, se usa un sistema de prelación. En efecto, si el
ofendido por el delito ha muerto o es incapaz de ejercer
sus derechos, se considera víctima -y por ende con derecho
a demandar civilmente en el juicio penal-, en primer
lugar, al cónyuge y a los hijos; en segundo término, a
los ascendientes; en tercer lugar, al conviviente; en
cuarto, a los hermanos, y finalmente, en quinto, al
adoptado o adoptante (art. 108). Esta jerarquía de
demandantes en sede penal no puede extinguir el derecho
de los perjudicados preteridos a demandar la indemnización
en el procedimiento civil.

87
La acción de las víctimas por repercusión es autónoma e
independiente de la acción de la víctima principal así
como de otros ofendidos indirectos. En ocasiones, las
víctimas por repercusión ostentan, a la vez, la condición
de representantes legales o herederos del ofendido
directo. En tales casos, debe aclararse cuál es el título
por el que demandan: si como víctimas de daño propio, si
como representantes o herederos, o en ambas calidades.

- Las personas jurídicas como titulares de la acción.

Las personas jurídicas, de cualquier naturaleza, de


derecho público o privado, con o sin fines de lucro,
pueden reclamar la responsabilidad extracontractual
cuando el daño afecta a la sociedad o persona jurídica
como un todo. La acción la harán valer los representantes
de la respectiva persona jurídica.

b) Legitimación pasiva.

Por lo general, las acciones de responsabilidad


extracontractual sólo se pueden intentar contra el autor del
daño o sus herederos. Excepcionalmente la ley establece la
responsabilidad por el hecho ajeno.

- Legitimado por participación en el hecho ilícito.

Según el art. 2316, la persona obligada a la


indemnización "es el que hizo el daño". Se trata
propiamente del autor del hecho dañoso.

En caso de existir pluralidad de autores, hay


solidaridad entre ellos; según el art. 2317, si un
delito o cuasidelito ha sido cometido por dos o más
personas, cada una de ellas será solidariamente
responsable de todo perjuicio procedente del mismo
delito o cuasidelito (art. 2317 inc. 1º).

Se duda, además, si procede la contribución a la deuda y


en qué proporción (es decir, si el que paga el total tiene
derecho a pedir el reembolso a los demás). Algunos piensan
que procede la contribución en proporción a la
culpabilidad, otros dicen que esto es imposible de

88
determinar, por lo que la contribución se hará por partes
iguales.

Algunas disposiciones especiales contemplan también la


solidaridad en materia de responsabilidad civil. Los
Ministros de Estado se obligan solidariamente por los
actos que suscribieren o acordaren con otros Ministros
(art. 36 Const.), los propietarios, directores, editores
y administradores son solidariamente responsables de los
daños causados por los delitos que afecten la honra de
las personas (art. 19 Nº 4 inc. 2º Const.), y los jueces
responden solidariamente cuando han concurrido con su voto
al hecho o procedimiento del que nace la responsabilidad
civil (art. 327 COT). Por excepción, no hay solidaridad
en los casos de daños causados por ruina del edificio
(art. 2323) y por una cosa que cae o se arroja (art.
2328).

- Los sucesores mortis causa.

El Código Civil declara expresamente que es obligado el


autor del daño "y sus herederos" (art. 2316). Por lo
tanto, la obligación de indemnizar es de aquellas que se
transmiten a la muerte del deudor a sus sucesores
universales (art. 951.2).

No está claro si podría cederse por acto entre vivos la


deuda implicada en la responsabilidad civil. Debe tenerse
en cuenta que en general se estima que nuestro Código
Civil no concibe la cesión de deudas. En cualquier caso,
de admitirse la cesión de la deuda de responsabilidad, el
demandante, salvo que haya aceptado la cesión, podría
dirigirse tanto contra el cedente o sus herederos como
contra el cesionario.

- El tercero civilmente responsable por el hecho ajeno.

La acción puede intentarse contra terceros que responden


del hecho ajeno, sea por la culpa probada o por la presunta
por la ley. El caso más fuerte de responsabilidad por el
hecho ajeno es la responsabilidad vicaria, ej: el del
dueño de vehículo por accidente de tránsito (salvo que

89
pruebe que el vehículo fue utilizado sin su
consentimiento).

- La persona que recibe provecho del dolo ajeno.

Dice el Código Civil que "El que recibe provecho del dolo
ajeno, sin ser cómplice en él, sólo es obligado hasta
concurrencia de lo que valga el provecho" (art. 2316.2).
Más que un sujeto pasivo de responsabilidad, esta persona
es sujeto pasivo de una acción de enriquecimiento sin
causa, que tiene su base pero no su fundamento en el
delito. Debe restituir no por haber incurrido en culpa o
dolo, sino sencillamente porque ha incrementado su
patrimonio sin causa legítima.

- Los "grupos" no personificados. La responsabilidad


colectiva.

La legitimación pasiva de los grupos de personas debe


diferenciarse de la pluralidad de demandados que permite
la coparticipación en el hecho ilícito por varias
personas. Cuando se habla de responsabilidad colectiva o
de grupos se quiere hacer alusión a los casos en los que
la víctima no puede identificar al autor individual o
plural del daño, pero, por las circunstancias del caso,
se demuestra que el o los culpables integran un grupo que
no se ha organizado como persona jurídica. En tales casos,
se sostiene que la víctima debería poder demandar a
cualquiera de los que conforman el grupo y obtener su
reparación, sin perjuicio de la acción de reembolso que
éste pueda tener contra el realmente culpable.

2.- Tribunal competente y procedimiento.

a) Juez civil.

En principio, la acción de responsabilidad civil


extracontractual es de competencia del juez de letras con
jurisdicción civil y debe sustanciarse conforme al
procedimiento del juicio ordinario.

90
Aunque lo normal será que el juicio verse sobre la
procedencia de la obligación de pagar los perjuicios y sobre
su monto, es posible que la determinación de éstos pueda
reservarse para la ejecución de la sentencia o para un juicio
posterior, aplicándose lo dispuesto en el art. 173 CPC. (La
responsabilidad sólo puede afirmarse frente a perjuicios
determinados, probados y acreditada la correspondiente
relación causal. Lo que puede reservarse es su avaluación
pecuniaria o tasación en dinero).

b) Juez penal.

Cuando el hecho del que surge la responsabilidad es


constitutivo de delito, se permite que se ejerza la acción
civil en el mismo proceso penal; lo que resulta obligatorio si
la acción civil tiene por objeto la mera restitución de la cosa
(art. 5º CPP; art. 59 CPP). En el nuevo proceso penal, si
comenzado el juicio oral se sobresee, el tribunal debe
continuar con el juicio para el solo conocimiento y fallo de
la acción civil (art. 68.4 CPP). Si el juicio penal se termina
o suspende, la víctima debe demandar ante el tribunal civil en
el plazo de sesenta días y el proceso se sustancia conforme a
las reglas del juicio sumario (art. 68.1 CPP).

c) Juez de policía local.

La acción civil puede ser también de conocimiento de los


jueces de policía local si ella se deriva de faltas o
infracciones que son de su competencia o de accidentes del
Tránsito (art. 14, Ley 15.231). Se aplican las reglas del
procedimiento respectivo (cfr. art. 9º, Ley 18.297). Ahora
bien, si la demanda no se deduce oportunamente ante el juez de
policía local, o no se notifica dentro de plazo, la acción
civil que se interponga ante el juez ordinario, una vez
condenado el infractor, se someterá a las reglas del juicio
sumario (art. 9.5, Ley 18.287).

d) otros.
La acción por responsabilidad por daño, específicamente
por daño moral sufrido por un trabajador en un accidente en el
desempeño de sus labores, es de competencia de los jueces
laborales (art. 420 letra a CT: fuente de la obligación -> el

91
contrato). Las víctimas por repercusión o rebote, deberán
demandar (su propio daño) en sede civil. (art. 420 letra f CT:
“serán de competencia de los juzgados de letras del trabajo:
f) los juicios en que se pretenda hacer efectiva la
responsabilidad del empleador derivada de accidentes del
trabajo o enfermedades profesionales, con excepción de la
responsabilidad extracontractual a la cual le será aplicable
lo dispuesto en el art. 69 de la ley N° 16.744).

3.- La demanda por responsabilidad extracontractual.

La demanda de responsabilidad civil extracontractual debe


cumplir con los requisitos previstos por las reglas procesales
pertinentes. Aquí sólo cabe discutir algunos aspectos que son
relevantes desde el punto de vista sustantivo.

Una primera cuestión es si es admisible una demanda que


se limite a los perjuicios sufridos por el demandante sin
indicar si se trata de responsabilidad contractual o
extracontractual, o invocando preceptos y fundamentos legales
de una y de otra. A nuestro juicio, no existe una acción
genérica de indemnizar perjuicios, sino que acciones
específicas que permiten obtener la reparación con diversos
fundamentos. La demanda genérica resulta inadmisible; carecerá
de la explicitación de la causa de pedir, es decir, de los
fundamentos de derecho en que se apoya la pretensión (art. 254
CPC) y procederá la interposición de las excepciones dilatorias
de ineptitud del libelo y falta de enunciación de las
peticiones que se someten al fallo del tribunal. Lo mismo
sucede si la demanda mezcla indiscriminadamente fundamentos de
derecho contractual y de derecho extracontractual. Como ya
hemos visto, sólo es aceptable en nuestro derecho el cúmulo de
opción que reconoce como facultad la de elegir entre acciones,
no entre aspectos normativos de una y otra (C. Stgo., 29 de
mayo de 2001, RDJ, t. XCVIII, sec. 2ª, p. 51).

Una vez hecha la elección en la demanda, no habrá


posibilidad de variarla en el escrito de réplica ni en las
demás gestiones del juicio. Si el tribunal estima que no
concurren los presupuestos de la responsabilidad invocada en
la demanda, debe desestimarla sin que sea admisible que entre

92
a considerar la existencia del régimen de responsabilidad no
invocado por el actor. En caso contrario, incurrirá en ultra
petita; así se ha fallado (C. Sup., 18 de agosto de 1999, RDJ,
t. XCVI, sec. 1ª, p. 91).

Por cierto, las acciones con fundamento incompatible pero


basadas en los mismos hechos pueden deducirse en una misma
demanda, pero sólo en forma subsidiaria (art. 17.2 CPC). El
juez necesariamente deberá resolver la demanda principal y sólo
cuando desestime ésta podrá entrar a ponderar la demanda
subsidiaria.

La cuestión suele presentarse en el campo de la


responsabilidad médica. Así en el caso fallado por la Corte
Suprema con sentencia de 29 de septiembre de 1998 (RDJ, t. XCV,
sec. 1ª, p. 157), se habían presentado dos acciones en un caso
en el que se alegaba mala praxis médica con resultado de muerte
del paciente: por la vía principal se demandó la
responsabilidad extracontractual y por la vía subsidiaria la
contractual. Aunque la Corte hace algunas consideraciones sobre
los presupuestos de ambas responsabilidades (cons. 13º),
desestima el recurso por estimar que no hay violación a las
leyes reguladoras de la prueba.

La acción de responsabilidad civil extracontractual es


deducible también mediante reconvención, por aplicación de las
reglas generales.

Se ha planteado la cuestión de si es posible ampliar la


demanda durante el juicio frente a la aparición de nuevos daños
que no se conocían al momento de su interposición. Por la
negativa se pronuncia Rodríguez, al estimar que la acción se
fija al momento de su ejercicio y que conspiraría con la certeza
jurídica aceptar la variación. Por lo mismo se opone a que el
nuevo daño se pretenda recuperar por medio de otras demandas
contemporáneas al primer juicio (cabría litispendencia) o
posteriores a la sentencia (se opondría la cosa juzgada). Nos
parece que Rodríguez acierta en cuanto a si se trata de un daño
realmente nuevo y no alegado en la demanda. Pero si se trata
solamente de la agravación de un daño comprendido, aunque
genéricamente, en la demanda, podría ser alegado en el escrito
de réplica o en segunda instancia. En el fondo, no se trata

93
sino de aplicar la norma general del art. 312 del Código de
Procedimiento Civil.

LA ACCIÓN CIVIL EN EL PROCESO PENAL

1.- Tipos de acciones civiles.

Un hecho delictual (ilícito) puede reunir los elementos


necesarios para ejercer no sólo la acción persecutoria de la

94
responsabilidad penal, sino que también la responsabilidad
civil; siempre y cuando este hecho reúna los elementos que
hacen surgir la responsabilidad extracontractual. Por ello no
resulta adecuado afirmar que la acción civil deriva propiamente
del delito penal, sino que, emana de la concurrencia de los
elementos del ilícito civil conjuntamente con los requisitos
del hecho punible.

Ahora, la acción persecutoria de la responsabilidad penal


buscará por regla general la imposición de una pena al sujeto
responsable, mientras que la civil perseguirá otro fin. De
acuerdo al objetivo que persiga la acción civil en materia
penal, podrá ésta clasificarse en: acciones restitutorias y
acciones reparatorias.

Las acciones restitutorias, son aquellas que buscan


únicamente la restitución de la cosa recogida o incautada
durante la investigación del hecho delictual, debiendo
interponerse dicha acción siempre durante el proceso penal ante
el juez de garantía respectivo, conforme lo dispone el artículo
189 del Código Procesal Penal (en adelante CPP). En
consecuencia, podrán impetrar este tipo de acción no sólo la
víctima o el querellante, sino terceros interesados. Se
tramitará como incidente y la resolución que se dicte por el
juez, se limitará a declarar la existencia del derecho invocado
por el actor respecto de las cosas, sin realizarse la
devolución sino hasta después del concluido el procedimiento,
a menos que considere innecesaria su conservación. Por otro
lado, el legislador eximió de estos trámites la recuperación
de las cosas que han sido hurtadas, robadas o estafadas, ya
que se entregarán al dueño en cualquier estado del
procedimiento, una vez comprobado su dominio por cualquier
medio y establecido su valor; debiendo dejarse constancia
mediante fotografías u otros medios que resulten convenientes,
para que pueda presentarse como evidencia en el juicio oral.

Es importante aclarar que esta acción no es de aquellas


que buscan propiamente la responsabilidad, porque el actor no
lo hace a título de perjudicado sino a título de dueño, poseedor
o, en su caso, de mero tenedor de la cosa.

Las acciones reparatorias o indemnizatorias como también


se les suele llamar, son aquellas que persiguen la

95
responsabilidad extracontractual, en donde el actor concurre a
título de perjudicado, buscando la indemnización por los daños
que el hecho le ha generado. Siendo facultativo para la víctima
que busca la reparación del daño generado por el imputado,
ejercer dicha acción ya sea en un tribunal con competencia
civil o en el tribunal con competencia penal respectivo. Por
el contrario, si los que pretenden ejercer la acción
reparatoria, son terceros que no revisten la calidad de víctima
o pretenden ejercerla en contra de un tercero distinto al
imputado, sólo podrán ejercitarla en un tribunal con
competencia civil, siguiendo las reglas generales.

La reforma procesal penal introducida el año 2000, trajo


consigo una notable restricción al ejercicio de la acción civil
en el proceso penal, lo que significó que la regla general
fuera que dicha acción fuera conocida por un tribunal civil.
En consecuencia sólo resultará procedente entablar la acción
civil reparatoria en sede penal cuando se reúnan los siguientes
requisitos:

1) que sea entablada por la víctima o querellante,


2) que se entable en contra el imputado,
3) en la oportunidad procesal que señaló el legislador,
(lo que supone que se debe ya haber deducido acusación
en contra el imputado, para que sea conocida y resuelta
por el Tribunal Oral en lo Penal competente). La acción
civil que no tiene por objeto pedir la restitución de
la cosa, sólo tiene cabida en el juicio oral, no así en
los procedimientos especiales, como el procedimiento
simplificado, procedimiento de acción penal privada y
procedimiento abreviado.

2.- Oportunidad para deducir la acción civil.

Se distinguirá su oportunidad según el tipo de acción:

• La acción civil restitutoria que se entable durante la


investigación se tramitará como incidente ante el juez de
garantía respectivo.

• La acción civil reparatoria, intentada por personas


distintas a la víctimas o dirigidas en contra personas
diferentes del imputado, deberán entablarse ante el juez

96
civil conforme las reglas generales. Consecuencialmente,
no podrá intentarse en el proceso penal, dado que
existiría una suerte de incompetencia absoluta.

Fallo: CS. caso Aaron Vásquez 22/08/2012.

La Corte Suprema determinó que Aarón Vásquez, y no sus padres,


debe responder civilmente por el homicidio de Alejandro
Inostroza Villarroel, ilícito perpetrado el 28 de octubre de
2006, en Santiago, y por el cual fue condenado por Tercer
Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago.

En fallo unánime (causa rol 2830-2012), los ministros de la


Primera Sala del máximo tribunal Nibaldo Segura, Juan Araya,
Guillermo Silva, Juan Eduardo Fuentes y el abogado integrante
Raúl Lecaros, acogieron el recurso de casación presentado por
los padres de Aarón Vásquez Muñoz en contra del fallo de la
Corte de Apelaciones de Santiago que había determinado que
eran solidariamente responsables de pagar más de $150.000.000
(ciento cincuenta millones de pesos).

La sentencia del máximo tribunal determina que no es posible


hacer responsables de las indemnizaciones civiles a los
padres del entonces menor, cuando estos no han sido parte del
proceso penal y, además, el joven ha cumplido la mayoría de
edad.

“Que tal cual denuncia el recurso de casación interpuesto


por los ejecutados don Jorge Vásquez Daza y doña María Isabel
Muñoz Gamboa, padres del condenado por el Tercer Tribunal de
Juicio Oral en lo Penal de Santiago, tanto a una pena
privativa de libertad como a pagar una indemnización de
perjuicios, todo a consecuencia del delito de homicidio
calificado cometido por el primero en contra de Alejandro
Inostroza Villarroel, los sentenciadores de segundo grado en
los autos ejecutivos sobre que recae este recurso
infringieron, antes que todo, el artículo 59 del Código
Procesal Penal que con meridiana claridad prescribe en su
inciso primero que “La acción civil que tuviere por objeto
únicamente la restitución de la cosa, deberá interponerse
siempre durante el respectivo procedimiento penal, de
conformidad a lo previsto en el artículo 189” para, a
continuación, en el inciso segundo, agregar que “Asimismo,
durante la tramitación del procedimiento penal la víctima
podrá deducir respecto del imputado, con arreglo a las
prescripciones de este Código, todas las restantes acciones
que tuvieren por objeto perseguir las responsabilidades

97
civiles derivadas del hecho punible…”, para terminar todavía,
expresando en su último inciso, que “Con la sola excepción
indicada en el inciso primero, las otras acciones encaminadas
a obtener la reparación de las consecuencias civiles del
hecho punible que interpusieren personas distintas de la
víctima, o se dirigieren contra personas diferentes del
imputado, deberán plantearse ante el tribunal civil que fuere
competente de acuerdo a las reglas generales. Que conforme a
lo expresado en el motivo precedente y a la norma del Código
Procesal Penal en él transcrita, particularmente en su último
inciso, resulta que en virtud de esa disposición de carácter
imperativa no es posible, en caso alguno, demandar en sede
penal a terceros que no han participado en el delito por una
eventual responsabilidad civil en calidad de lo que se ha
dado en denominar “terceros civilmente responsables” o, si
se quiere, en virtud de la mal denominada responsabilidad por
el hecho ajeno de que tratan los artículo 2320 y 2321 del
Código Civil, lo que ya resulta suficiente para acoger el
presente arbitrio de casación en el fondo”, dice el fallo.

La resolución agrega: “Tal cual lo razona el juez a quo en


su fallo, la sentencia penal pronunciada por el Tercer
Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago, únicamente
en contra de Aarón Vásquez Muñoz, en cuanto lo condena al
pago de indemnizaciones civiles, sin mencionar siquiera a los
padres del mismo y recurrentes de casación en el fondo en los
autos en que incide este arbitrio, es enteramente inoponible
a los mismos y por ello mal podría constituir título ejecutivo
alguno, conforme al artículo 434 del Código de Procedimiento
Civil habilitante para ejecutarlos por el pago de los
perjuicios a que fue condenado su hijo en la sede penal ya
que, para que tal responsabilidad civil por el hecho de un
tercero pueda hacerse efectiva, se requiere obviamente de un
juicio previo declarativo seguido en su contra. Que a mayor
abundamiento, el fallo de segunda instancia –infringiendo
otra vez la ley– pretende fundar la legalidad de la ejecución
de la sentencia de marras en contra de los padres de quien
cometió y fue condenado por el ilícito, en el hecho de que
éstos tendrían la representación del mismo en virtud de que,
cuando se cometió el delito, los padres ejercían la patria
potestad respecto de su hijo por ser éste menor de edad,
incurriendo así en un doble error de derecho ya que, por una
parte, cuando en sede penal se entabló la acción civil en
contra del autor del delito éste ya era mayor de edad y, por
lo mismo, se había emancipado, cuanto porque la patria
potestad concede derechos bien precisos a los padres, como
lo son la representación del hijo menor, el derecho a

98
administrar sus bienes y a obtener el goce de los mismos,
cuestión que nada tiene que ver con la responsabilidad que a
los padres puede caberles por los hechos ilícitos cometidos
por sus hijos, materia que como es sobradamente sabido, el
Código Civil trata en sus Título XXXV del Libro IV”.

El 30 de octubre de 2007, el Tercer Tribunal de Juicio Oral


en lo Penal de Santiago condenó a Aarón David Vásquez Muñoz
a sufrir la pena de siete años de internación en régimen
cerrado, con programa de reinserción social, por su
responsabilidad de autor del delito de homicidio calificado
de Alejandro Inostroza Villarroel, ocurrido el 28 de octubre
de 2006, y el pago de una indemnización de $150.000.0000
(ciento cincuenta millones de pesos) por daño moral y $775.000
(setecientos setenta y cinco mil pesos) por daño emergente a
los padres de la víctima.

La acción civil reparatoria, que puede intentar el


querellante en contra del imputado, podrá ser deducida a su
elección ante un juez civil conforme las reglas generales o
ante el juez penal, en la oportunidad que señala el artículo
261 del CPP, esto es, hasta 15 días antes de la audiencia de
preparación del juicio oral. Lo que supone que, se debe haber
presentado acusación ante el juez de garantía, ya que a partir
de aquel momento el juez fijará la audiencia de preparación
del juicio oral, la que tendrá lugar en un plazo no inferior a
25 ni superior a 35 días. Dicha norma prevé que las partes
tengan conocimiento de que se ha presentado acusación, pues
ordena que el juez mande dentro de las 24 horas siguientes a
notificar a los intervinientes, lo que en definitiva
significará que el querellante tomará conocimiento que se
dedujo acusación, que el juzgado fijó la audiencia respectiva
y a partir de ello podrá contabilizar el plazo para interponer
su acción civil. Por tanto, se podría concluir que la
naturaleza jurídica de este plazo es del tipo sui géneris, ya
que pareciera una combinación entre el plazo legal y el
judicial, dado que el primero entrega el marco de tiempo pero
el juez en definitiva determina el día.

Conforme una línea de tiempo imaginaria, en el caso que


el tribunal, una vez deducida la acusación, fijara la audiencia
respectiva para el día número 25, el querellante tendría a lo
menos 10 días para entablar su demanda civil. Atendido a este

99
breve plazo cobra sentido el artículo 61 del CPP, el cual
contempla la figura de la “preparación de la demanda civil”,
pues una vez formalizada la investigación, la víctima podrá
preparar la demanda civil solicitando la práctica de
diligencias que considere necesarias para esclarecer los hechos
que serán objeto de su demanda, por lo que podrán proponerse
diligencias al Ministerio Público y asistir a ellas. Además,
podrá deducirse una precautoria, denominadas genéricamente
como medidas cautelares reales y que son tratadas en el
artículo 157 del CPP, que resultan ser las mismas contempladas
en el artículo 290 del Código de Procedimiento Civil, con la
siguiente aclaración: como no se ha entablado aún la demanda
civil, por lo que sería más propio hablar de medida prejudicial
precautoria, debiendo cumplirse los requisitos respectivos
para su procedencia; y en cuanto a la sanción de caducidad
prevista en el artículo 280 del mismo cuerpo legal, el Código
Procesal Penal realiza una especie de derogación tácita de
dicha norma al ampliar el plazo hasta la oportunidad de deducir
la demanda civil prevista en el artículo 261 del CPP, por
tanto, podríamos obtener una medida precautoria que dure meses
y hasta años, antes de deducir la demanda civil.

3.- Requisitos de la demanda civil.

La demanda civil deberá cumplir con los requisitos


señalados en el artículo 60 del CPP, esto es:

1) Se deducirá por escrito. En caso de ser el querellante,


deberá interponerla conjuntamente con su escrito de
adhesión o acusación.
2) Cumplirá los mismos requisitos establecidos en el artículo
254 del Código de Procedimiento Civil.
3) Estar patrocinada debidamente.
4) Deberá indicar los medios de prueba, en forma clara y
precisa. Si ofreciere prueba testimonial, deberá
presentar una lista de testigos, individualizándolos con
nombre, apellido, profesión y domicilio o residencia,
salvo que sea considerado peligroso para el testigo su
indicación pública. Además deberá señalar los puntos sobre
los que habrán de recaer sus declaraciones. Cuestión que
resulta ser bastante peculiar, dado que, es ahora la parte
quien realiza una especie de fijación de puntos de prueba;

100
mientras que en sede civil es siempre el tribunal quien
delimita la prueba al señalar los puntos que resultarán
sustanciales, pertinentes y controvertidos.
Otra cuestión que resulta interesante, es que por
aplicación del inciso segundo del artículo 259 del CPP,
se deberá individualizar los peritos de igual modo que a
los testigos; o sea, que la parte derechamente señala el
perito del cual se valdrá, no como ocurre en el
procedimiento civil, en donde se deben cumplir una serie
de trámites para la designación del perito, que en
principio puede ser designado de común acuerdo por las
partes y a falta de ello, directamente por el tribunal.

4.- Tramitación de la demanda civil.

Se parte del supuesto de haberse fijado ya la audiencia


de preparación del juicio oral y que el querellante dedujo
acción civil reparatoria.

El artículo 262 del CPP, dispone que se le deberá


notificar la demanda civil al imputado (que ahora derechamente
ya pasó a denominarse acusado) a más tardar 10 días antes de
la realización de la audiencia, por lo que el juzgado de
garantía en caso de haber fijado la audiencia para el día
número 25 de presentada la acusación y que el querellante haya
presentado su acción el día número 10 (esto es, 15 días antes
de la audiencia) tendrá a lo menos 5 días para notificarla al
acusado.

El acusado podrá solicitar la corrección de vicios


formales que adolezca la demanda civil, requiriendo su
corrección, oponer excepciones a la demanda y/o contestarla
derechamente, teniendo para ello una doble oportunidad, según
lo señalado en el artículo 263 del CPP:

1) Por escrito, hasta las vísperas de la audiencia de


preparación del juicio oral.
2) Verbalmente, al inicio de la audiencia de preparación de
juicio oral.

101
La contestación deberá indicar los medios probatorios del
que pretenderá valerse en los mismos términos que establece el
artículo 259 del CPP.

En el evento que el acusado no señalare vicios formales y


el juez de garantía considerare que la demanda civil adolece
de ellos, ordenará que éstos sean subsanados sin suspender la
audiencia si ello fuera posible. En caso contrario, se
suspenderá la audiencia por el período necesario, el que en
ningún caso excederá de 5 días, según lo dispone el artículo
270 del CPP. Si no se corrigiera dentro de dicho plazo, se
entenderá por no presentada. Por esta situación, es importante
meditar en cuanto a la dependencia que sigue la demanda civil
respecto de la acusación, pues si fuera presentada con vicios,
el juez mandará a subsanarlos y si el Ministerio Público no lo
hiciera, la norma ordena que el juez declare el sobreseimiento
definitivo de la causa y en consecuencia se extingue la
posibilidad de continuar con la tramitación de la acción civil
en la sede penal, a menos que existiere querellante particular
que haya deducido querella o haya adherido a la acusación
fiscal, caso en el cual, el procedimiento continuará
sustentando la acción penal y civil por sí mismo.

Llegado el día de la audiencia de preparación del juicio


oral, ésta será dirigida por el juez de garantía, quien la
presenciará en su integridad. Al inicio de la audiencia, el
juez hará una exposición sintética de las presentaciones que
hubieren realizado los intervinientes. Si el acusado no hubiere
contestado la demanda civil en forma escrita, podrá contestarla
verbalmente.

El artículo 273 del CPP señala que el juez de garantía


deberá llamar al querellante y al imputado a conciliación sobre
las acciones civiles, proponiéndoles bases de arreglo, actuando
como amigable componedor. De la conciliación total o parcial,
se levantará acta consignando las especificaciones del arreglo,
suscribiéndose por el juez y las partes que lo desearen,
teniendo para todos los efectos legales valor de sentencia
ejecutoriada. En caso de no llegar a conciliación, la acción
civil será resuelta por el Tribunal Oral en lo Penal.

Si con ocasión de la interposición o contestación de la


demanda civil se generaran incidentes, éstos serán resueltos

102
en la audiencia de preparación del juicio oral, sin perjuicio
de los dispuesto en el artículo 270 del CPP , pero el legislador
dio un tratamiento diferente a dos tipos de incidentes
especiales, estos son: el desistimiento y el abandono.

La víctima, por expresa disposición del artículo 64 del


CPP podrá desistirse de su acción en cualquier estado del
procedimiento; a diferencia de lo que ocurre en el proceso
civil, en que la demandante sólo podrá desistirse de la acción
una vez que se ha notificado válidamente la demanda, siempre y
cuando no haya oposición de la contraria. Por otro lado, se
considerará abandonada la acción civil interpuesta en el
proceso penal, cuando la víctima no compareciere, sin
justificación, a la audiencia de preparación del juicio oral o
a la audiencia del juicio oral; mientras que en sede civil, la
institución del abandono obedece a la falta de actuaciones
tendientes a darle curso progresivo a los autos dentro de los
plazos que el legislador estableció.

5.- Independencia de la acción civil de la acción penal.

El artículo 67 del CPP consagra el principio de


independencia entre las acciones que pueden ser promovidas por
los intervinientes en el nuevo proceso penal, dado que el hecho
de dictarse sentencia absolutoria en materia penal, no impide
que en caso de ser procedente se acoja la acción civil.

Al contrario de lo que ocurría en el antiguo procedimiento


penal, en que una vez que el juez dictaba sentencia absolutoria
penal, la jurisprudencia se inclinaba por considerar que éste
no podría conservar competencia para fallar la demanda civil.

Otra manifestación de la independencia de las acciones,


se retrata en el artículo 65, al señalar que extinguida la
acción civil no se entiende extinguida la acción penal para la
persecución del hecho punible.

La excepción la constituye el artículo 66, dado que hace


depender la acción penal privada de la acción civil, en el
sentido de que si se deduce sólo demanda civil, se entenderá
extinguido por este sólo hecho, la acción penal.

Surge la pregunta: ¿basta deducir acción civil en un


tribunal con competencia civil para entender por extinguida la
103
acción penal? o ¿acaso la norma se refiere a su interposición
en sede penal? Dado a que el legislador no distingue, no le
compete al intérprete hacerlo, por lo que en un primer lugar
podríamos sustentar que el sentido de la norma es amplio,
abarcando tanto la sede civil como la penal. Por otro lado, y
en un segundo lugar, podríamos considerar que en estricto rigor
la norma se referiría sólo a la sede penal, dado que el inciso
segundo del citado artículo hace mención de que no se
considerará ejercicio de la acción civil la mera solicitud de
diligencias destinadas a preparar la demanda civil o asegurar
su resultado, que se formulare “en” el procedimiento penal.

6.- Curso de la acción civil.

Una vez que se deduce la acción civil en un proceso penal,


puede seguir un curso al que llamaremos “natural” o un curso
“alternativo”.

El curso natural de la acción civil que se interpone en


el proceso penal será: que ésta sea conocida por el Tribunal
Oral en lo Penal, para que éste en definitiva resuelva. Así lo
dispone el artículo 349 del CPP, el que aclara que ya sea que
se absuelva o condene al acusado en el juicio oral, el tribunal
deberá pronunciarse de la demanda civil válidamente
interpuesta.

El actor civil, cuidará de asistir a la audiencia de


juicio oral, dado que su inasistencia, provocaría el abandono
de la acción. Dicha audiencia será fijada dentro del plazo que
contempla el inciso 3º del artículo 281 del CPP, el que dispone
que ésta se llevará a cabo no antes de 15 ni después de 60 días
desde la notificación del auto de apertura del juicio oral. En
dicha audiencia, tendrá la palabra luego de que el fiscal
exponga la acusación; si fuere querellante primeramente
sostendrá la querella y luego se pronunciará de la demanda
civil. La prueba que sea necesaria, se sujetará a las normas
civiles en cuanto a la determinación de la parte que debiere
probar; pero en cuanto a la procedencia, oportunidad, forma de
rendirse y apreciación de la prueba, se regirá por las normas
del Código Procesal Penal, según lo ordena el artículo 324 del
mismo cuerpo legal. Por otro lado, la recepción de la prueba,
se verificará después de la que sea destinada a acreditar los
hechos y peticiones de la acusación, determinando por sí mismo
104
el orden en que quiera rendirla. Finalmente, concluida la
prueba, el juez presidente de la sala, le otorgará la palabra,
luego de la del acusador particular, para desarrollar un
alegato final; a continuación, el acusado expondrá su alegato,
pudiendo el actor civil replicar, refiriéndose sólo a las
conclusiones planteadas por las demás partes. Una vez que el
acusado manifestare lo que estime conveniente, se declarará
cerrado el debate.

El curso natural de la acción civil, culminará con la


sentencia que dicte el tribunal. De este modo, el artículo 342
del CPP, en su letra e) señala que la sentencia contendrá la
resolución que condene o absuelva a cada uno de los acusados
por cada uno de los delitos que la acusación les hubiere
atribuido; la que se pronunciare sobre la responsabilidad civil
de los mismos y fijare el monto de la indemnizaciones a que
hubiere lugar.

Surge la duda entonces, acaso ¿el nuevo proceso penal,


incluyó dentro de sus normas algún procedimiento especial para
la ejecución del fallo en su parte civil? Dicha interrogante
en resuelta por el artículo 472 del CPP, el cual se limita a
señalar que en cuanto al cumplimiento de la decisión civil de
la sentencia, será aplicable las normas que regulan la
ejecución de las resoluciones judiciales establecidas en el
Código de Procedimiento Civil, en adelante (C.P.C.).

En conclusión, podríamos decir que el Tribunal Oral en lo


Penal será el que decida la cuestión o asunto; pero ¿qué ocurre
si comenzado el juicio oral se dictare sobreseimiento? Tal
figura está expresamente contemplada en el artículo 252 del
CPP, el que señala que el Tribunal Oral, dictará sobreseimiento
temporal, cuando el acusado no hubiere comparecido a la
audiencia del juicio oral y hubiere sido declarado rebelde. En
tal caso, el inciso final del artículo 68 del CPP, dispone que
el tribunal deberá continuar con el juicio para el solo
conocimiento y fallo de la cuestión civil.

El curso alternativo, supone que la acción civil no


llegará a ser conocida por el Tribunal Oral en lo Penal,
cuestión que es tratada en el artículo 68 del CPP.

105
Se parte del supuesto básico de que se dedujo acción civil
y se fijó la audiencia de preparación del juicio oral; pero
que por cualquier causa continuare conforme las normas del
juicio abreviado, terminare o se suspendiere. De ser así, la
acción civil no podrá ser resuelta por el Tribunal Oral en lo
Penal; sin embargo nada impide que las partes conciliaran
respecto de dicha responsabilidad o lograran un acuerdo
reparatorio, que conforme lo preceptúale artículo 243 del CPP,
ejecutoriada la resolución judicial que aprobare el acuerdo
reparatorio, se podrá solicitar su cumplimiento ante el juez
de garantía con arreglo a las normas previstas en los artículos
233 y siguientes del C.P.C., no pudiendo dejarse sin efecto
por ninguna acción civil. Ahora, también podría operar una
suspensión condicional del procedimiento, que provocaría la
suspensión del procedimiento penal; y en el caso de ser la
condición establecida en la letra e) del artículo 238 del CPP,
los pagos que realice el imputado a la víctima, se imputarán a
la indemnización de perjuicios que pudiere corresponder. Pero,
¿qué ocurriría si el actor civil no logra satisfacer su acción
y opera la suspensión o terminación del procedimiento penal?,
¿qué ocurre con la acción civil? Dichos cuestionamientos
surgen, cuando la víctima no ha logrado la reparación
patrimonial o moral sufrida con alguna de las salidas
alternativas, por lo que nace la necesidad de determinar cuál
es el curso alternativo que le prevé la ley.

La prescripción de la acción civil deducida, continuará


interrumpida siempre que la víctima presentare su demanda ante
el tribunal civil competente en el término de 60 días contados
desde que la resolución que dispuso la suspensión o terminación
del procedimiento penal, haya quedado firme. En este caso, la
demanda y la resolución que la provea, se notificará por cédula
y el juicio se sujetará a las normas del procedimiento sumario.

En tal sentido de ideas, para que un tribunal civil,


conozca a través de un juicio sumario la acción reparatoria
emanada de la ocurrencia de un hecho delictual, requiere como
antecedente previo, que la víctima haya ejercido la acción
civil en sede penal; de lo contrario, sería procedente la
aplicación de las reglas generales, debiendo tramitarse
conforme las normas del juicio ordinario. En consecuencia, la
víctima deberá incluir en la presentación de su demanda, la

106
solicitud de tener presente el hecho de haberse ejercido la
acción civil en el juzgado de garantía pertinente y el hecho
de haberse suspendido o terminado el procedimiento penal. De
lo contrario, el imputado actuando como demandado civil, podría
oponerse a la tramitación en juicio sumario, cuando acredite
que el actor no dedujo acción civil en el proceso penal, ya
sea, solicitando la sustitución del procedimiento o enervando
la acción a través de la excepción dilatoria genérica del
artículo 303 Nº 6 del C.P.C.

Por otra parte, la víctima deberá precaver que el


ejercicio de la acción civil en el tribunal civil competente
sea dentro del plazo señalado en el artículo 68 del CPP, pues
en caso contrario, corre el riesgo de que la prescripción
continúe corriendo como si no se hubiere interrumpido.

Finalmente, si en el procedimiento penal se hubieren


decretados medidas destinadas a cautelar la demanda civil,
éstas se mantendrán vigente por el plazo de 60 días, tras el
cual quedarán sin efecto si, solicitadas oportunamente, el
tribunal civil no las mantuviera.

7.- Recursos contra de la sentencia civil dictada en el juicio


penal.

En contra de la sentencia definitiva que se dicte en el


tribunal del juicio oral no procede recurso de apelación, por
expresa disposición del art. 364 CPP, sólo procede el recurso
de nulidad fundado en las causales establecidas en los art.
373 y 374 CPP.

8.- Influencia recíproca de las resoluciones en lo penal y en


lo civil.

La responsabilidad civil y penal son independientes entre


sí; por lo que puede haber responsabilidad penal sin que haya
responsabilidad civil, por ej: un delito en grado de tentativa
(que no causó daño); así como puede haber responsabilidad civil
sin que haya responsabilidad penal, por ej: si la conducta
ocasiona un daño pero el hecho no está tipificado como delito.
Sin perjuicio de lo anterior, hay influencias que deben ser
analizadas:

a) Efectos de las resoluciones penales en materia civil.

107
• (Condenatorias) Según el art. 178 CPC, en los juicios
civiles podrán hacerse valer las sentencias dictadas
en un proceso criminal siempre que condenen al
imputado. El juez civil no podrá poner en duda la
existencia del hecho que constituye el delito, ni la
culpa del condenado; si se deberá probar la
existencia del daño y la causalidad.
• (Absolutorias) Conforme el art. 179 CPC, la regla
general es que las sentencias absolutorias no
implican que tampoco haya responsabilidad civil;
sólo producirán efecto de cosa juzgada cuando se
funden en aquellos casos expresamente señalados por
la ley.
Sentencias que absuelvan u ordenen el sobreseimiento
definitivo:
1.- inexistencia del hecho.
2.- No participación del demandado en el hecho
dañoso.
3.- Inexistencia de indicio alguno en contra del
demandado.

• (Cuestión criminal con efectos suspensivo en el


proceso civil) El art. 167 CPC contempla la hipótesis
referida a la circunstancia de que la existencia de
un delito haya de ser fundamento preciso de una
sentencia civil o tenga en ella una influencia
notoria, pudiendo los tribunales civiles suspender
el pronunciamiento hasta la terminación del proceso
penal.
b) Efectos de las resoluciones civiles en materia penal.
• (Cuestiones prejudiciales civiles) Durante el juicio
penal puede suscitarse una cuestión de carácter
civil, que sea uno de los elementos que la ley penal
considera para definir el delito que se persigue.
Por regla general, la cuestión civil es resuelta por
el tribunal con competencia en lo penal art. 173 COT;
por excepción existen materias que sólo pueden ser
conocidas por el juez civil (disputa de la propiedad
de una especie en un juicio por hurto), debiendo el
juez penal suspender el procedimiento mientras no
sea resuelta la causa civil art. 252 letra a) CPP.

108
RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL Y EXTRACONTRACTUAL.

1.- Diferencias y semejanzas.

R. Contractual R. Extracontractual
Forma en que nace la Nace del contrato. Nace por el daño (sin
obligación contrato)
Tratamiento en CC Art. 1545 y sgts. Art. 2314 y sgts. “de
“del efecto de las los delitos y
obligaciones”. cuasidelitos”.
Antecedente que la Convención Hecho ilícito.
origina voluntaria.
Capacidad Es más estricta Menos estricta (art.
(art. 1447) 2319)

109
Culpa Incumplimiento se Debe probarse la
presume culpable. culpa por regla
La culpa admite general. No es
graduación. relevante la
graduación.
Constitución en mora Se requiere. Basta el hecho
dañoso.
Pluralidad de parte Por rg Por rg solidaridad.
responsabilidad
simplemente
conjunta.
Responder por otros Por los hechos de Por los que están
quienes bajo el cuidado o
participan en la dependencia.
ejecución.
Prescripción 5 años desde que 4 años desde la
la obligación se perpetración del
hizo exigible; hecho.
salvo plazos
menores.

2.- Preguntas:

¿A qué da origen el incumplimiento en la responsabilidad


contractual?, ¿ocurre lo mismo con la responsabilidad
extracontractual?

El incumplimiento contractual da origen a una obligación de


segundo grado; la de primer grado es la propia obligación
nacida del contrato; mientras que la responsabilidad
extracontractual no tiene por antecedente un vínculo
obligatorio previo.

¿Qué origina la obligación reparatoria en la responsabilidad


contractual y extracontractual?

La obligación reparatoria se origina por el incumplimiento de


lo contratado (respecto de la R. Contractual) y del
incumplimiento del deber general de cuidado (respecto R.
Extracontractual).

¿En qué se funda la responsabilidad contractual y


extracontractual?

110
La R. Contractual se funda en la voluntad de obligarse;
mientras que la R. Extracontractual se funda en un hecho
jurídico que la ley le atribuye consecuencias obligatorias.

¿Cómo opera la culpa en los regímenes de responsabilidad


contractual y extracontractual?

En ambos regímenes, por regla general, es requisito de


responsabilidad (salvo, por ejemplo, cuando no se requiere
probar culpa -> obligaciones de garantía en materia
contractual; o en los regímenes de responsabilidad estricta en
materia extracontractual).

En R. Contractual opera la graduación de la culpa,


respondiéndose por culpa leve en los contratos onerosos y por
culpa grave o levísima en los gratuitos, según favorezcan al
acreedor o al deudor, respectivamente.

En R. Extracontractual se responde de toda culpa.

¿Cómo es asumida la responsabilidad de terceros en los


regímenes de responsabilidad contractual y extracontractual?

En la R. Contractual, salvo que las propias cualidades del


deudor hayan sido determinantes para la contratación, cualquier
tercero (representante legal, dependientes, mandatarios o
subcontratistas) puede dar cumplimiento a lo obligado,
respondiendo el deudor de estos actos como si fueran propios;
mientras que en la R. extracontractual, no ha existido un
vínculo obligatorio previo entre la víctima y el tercero
civilmente responsable (pero si, vínculo entre el dependiente
que ha sido demandado y el tercero).

¿Cómo es tratada la acción para obtener la reparación del daño,


en responsabilidad contractual y extracontractual?

En la R. Contractual, ante todo el acreedor tiene la acción de


cumplimiento, y en forma alternativa o subsidiaria la acción
para obtener la reparación; mientras que en la R.
Extracontractual, no hay una obligación preexistente (por tanto
no hay acción de cumplimiento) sólo de reparación.

¿Cómo opera la mora en los regímenes de responsabilidad


contractual y extracontractual?

111
En la R. Contractual se requiere constituir en mora al deudor
para fundar la acción indemnizatoria; en la R. Extracontractual
no está claro, pues pareciera que la mora es una institución
propia del derecho de los contratos; sin embargo no hay
fundamento para estimar que no se requiera constituir en mora
al responsable de un hecho dañoso, estimándose que se le
constituye en mora una vez que es reconvenido judicialmente.

¿Qué daños se reparan en la responsabilidad contractual y


extracontractual?

Por regla general, en la R. Contractual se responde de los


perjuicios previsibles; mientras que en la R. Extracontractual
se responde de los perjuicios previsibles e imprevisibles.

¿Cómo es tratada la pluralidad de responsables en la


responsabilidad contractual y extracontractual?

En la R. Contractual por regla general y salvo que se pacte


expresamente la solidaridad, la obligación contraída por varias
personas es simplemente conjunta; mientras que en la R.
Extracontractual la pluralidad conlleva la solidaridad.

CONCURSO DE RESPONSABILIDADES CONTRACTUAL Y EXTRACONTRACTUAL.

1.- Generalidades.

Puede ocurrir que unos mismos hechos puedan satisfacer


los supuestos de diversas normas: 1) puede existir un conflicto
de normas, que debe ser resuelto mediante la exclusión de uno
de los ordenamientos (principio de especialidad); 2) puede
darse por establecida una concurrencia cumulativa, en cuya
virtud las pretensiones se acumulan; o 3) se puede aceptar que
las pretensiones coexisten en la forma de una concurrencia
alternativa, que concede al actor una opción de acciones.

La regla será que si las pretensiones son diversas y no


se excluyen entre sí, las acciones podrán acumularse. Caso
contrario, deberá determinarse cuál de los ordenamientos en
pugna debe aplicarse.

112
Pregunta: ¿El actor puede escoger entre uno u otro régimen
de responsabilidad cuando el hecho puede ser calificado como
incumplimiento contractual así como ilícito extracontractual?

Una primera opción es entender la aplicación del principio


de la primacía de los contratos y por lo tanto, debería
entenderse que prima entre las partes las reglas convenidas en
el contrato. Donde las partes han convenido expresamente una
regla especial no cabe la opción, por aplicación del principio
de autonomía privada reconocido en el art. 1545.

La doctrina chilena más influyente, siguiendo a la


doctrina francesa, aceptó tradicionalmente que el contrato
excluye al estatuto extracontractual, aceptando como
excepciones sólo los casos en que el incumplimiento contractual
constituye también un ilícito penal o cuando así lo han
convenido las partes. Por el contrario, la doctrina dominante
del derecho comparado estima que no hay razón para excluir la
aplicación del estatuto de responsabilidad extracontractual;
dado que los deberes generales de cuidado que se tienen
respecto de la persona y la propiedad de los demás pueden ser
definidos por el contrato, pero a falta de la determinación
convencional, no se puede entender que haya voluntad implícita
de excluir la aplicación de las normas comunes. Lo anterior
significa que a falta de convención que excluya el estatuto de
responsabilidad extracontractual, el actor podrá elegir el
estatuto legal que le resulte más conveniente.

La jurisprudencia chilena sostuvo que no existía la


opción; sin embargo, respecto de la responsabilidad médica se
ha aceptado la aplicación del estatuto de responsabilidad
extracontractual, a pesar de que la responsabilidad pueda ser
calificada de contractual; lo mismo ocurrió respecto del
contrato de transporte. En materia de responsabilidad civil
por accidente del trabajo se ha estimado exclusivamente
aplicable el estatuto contractual para la relación entre el
empleador y el trabajador y el extracontractual para la acción
de quienes alegan haber sufrido daño reflejo o por rebote.

113
2.- Aspectos procesales de la concurrencia de
responsabilidades.

1) Ejercicio conjunto de ambos tipos de responsabilidades


en un mismo juicio.

Ambas pretensiones no pueden acumularse, porque ello daría


lugar a un enriquecimiento sin causa. Nada impide que se
demande una en subsidio de la otra, por ej: responsabilidad
contractual y en subsidio la extracontractual.

2) Acción fundada parcialmente en uno y otro estatuto de


responsabilidad.

El derecho es indivisible, por lo tanto se debe aplicar


el estatuto de una u otro régimen de responsabilidad, no una
mezcla de ambos.

3) Sobre la base de hechos probados, el tribunal estima


que el estatuto aplicable es distinto del demandado.

Habrán dos opciones: primero, que se entienda que el juez


es soberano para determinar cuál es el verdadero estatuto
jurídico aplicable; en segundo lugar, se puede estimar, que en
virtud del principio de congruencia, el juez debe pronunciarse
sólo respecto de la acción entablada (lo pedido y lo fallado)
limitándose la facultad del juez para decidir más allá de lo
que ha sido objeto de la litis.

4) Carga probatoria según el estatuto de responsabilidad.

En el régimen de R. Contractual, será el demandado quién


tendrá la carga probatoria, ya sea para probar el cumplimiento
o imposibilidad de éste; mientras que en la R.
extracontractual, será el actor quién, en principio, debe
probar la infracción del deber de cuidado.

5) Efecto de cosa juzgada.

Si hubo rechazo de la acción fundada en un estatuto


jurídico, nada impide que pueda entablarse la acción fundada
en el estatuto jurídico diferente; sin que pueda entenderse
que haya cosa juzgada, pues no habría identidad en la causa de
pedir.

114
Si se acogió la acción, no podrá entablarse nuevamente
fundada en el estatuto jurídico distinto, dado que la
pretensión ya fue reconocida, de lo contrario se incurriría en
un enriquecimiento sin causa.

ACE Seguros S.A. c/ Servicios Integrados de Transporte S.A. -


Corte Suprema - 28-jul-2008

Rol 2290-06

Duodécimo.- Que, aceptada como está la premisa sobre la


naturaleza contractual del vínculo entre las partes de este
litigio, no cabe entrar a discurrir acerca de la procedencia
de indemnizar eventuales perjuicios derivados de la comisión
de un cuasidelito civil por parte de la demandada, que situaría
esa pretensión en el marco de la responsabilidad civil
extracontractual, regulada en el Título XXXV del Libro IV del
Código Civil.

Sabido es que la doctrina clásica del derecho civil diferencia


claramente entre los institutos de la responsabilidad
contractual, regulada a propósito de los efectos de las
obligaciones en el Título XII del Libro IV y la responsabilidad
extracontractual, en sus vertientes delictual y
cuasidelictual, que se trata en el Título XXXV del mismo Libro
IV del Código Civil.

En la especie, la demandante ejerció simultáneamente en un


mismo proceso la acción de responsabilidad contractual y,
subsidiariamente, la de responsabilidad extracontractual,
derivada de los mismos hechos, por ser ambas incompatibles
entre sí. Si bien la opinión ampliamente mayoritaria de los
autores es contraria a aceptar el concurso o cúmulo de
responsabilidades, es lo cierto que, aun de aceptarse la tesis

115
sobre procedencia del concurso, establecida la procedencia de
la acción de responsabilidad contractual, habrá de estarse
integralmente a su régimen jurídico, sin que le sea lícito al
actor invocar los beneficios que son inherentes a la normativa
propia de la acción subsidiaria - que en definitiva no fue
acogida " en la parte que lo favorece.

Por ende, se ha cometido error de derecho al dar aplicación a


los artículos 2.314 y 2.329 del Código Civil a un supuesto
de responsabilidad fundado en infracción contractual que, en
cuanto tal, no se aviene con aquélla basada en la comisión de
un delito o cuasidelito civil.

Dicha falta ha determinado que se deje sin aplicar el artículo


214 Nº 4 del Código de Comercio , que rige la prescripción
de las obligaciones del porteador emanadas del contrato de
transporte terrestre, influyendo sustancialmente en lo
resolutivo del fallo que se cuestiona, en cuanto este último
contiene una norma liberatoria de responsabilidad para la
demandada, cuyos supuestos queda ron comprobados en autos,
motivo que justifica la aceptación del recurso, también por
esta causal.

Andrés Lasen Sarras y Cía. Ltda. c/ Importadora Rourke y


Kuscevic S.A. - Corte Suprema - 14-mar-2012 Rol 6489-11

QUINTO: Que en cuanto al primer vicio de casación en la forma


denunciado, contenido en el artículo 768 Nro. 4 del Código de
Procedimiento Civil, éste no se configura en el caso en
estudio. En efecto, por definición legal el vicio de ultra
petita se produce cuando la sentencia otorga más de lo pedido
por las partes o se extiende a puntos no sometidos a la decisión
del tribunal, o sea, como ha dicho esta Corte, cuando
apartándose de los términos en que las partes situaron la

116
controversia por medio de sus respectivas acciones o
excepciones, altera el contenido de éstas cambiando su objeto
o modificando su causa de pedir. "Entonces, el referido vicio
concurre cuando la sentencia va más allá de las pretensiones
de las partes y se hace patente sólo en la sección de la
sentencia en que se consigna la decisión del respectivo
tribunal, careciendo de toda relevancia el hecho que las
argumentaciones sean diversas de las planteadas por las partes,
pues éstas indudablemente constituyen el resultado de la labor
intelectual de los sentenciadores, la que no puede estar
constreñida únicamente a lo expresado por los litigantes"
(Corte Suprema, Revista de De recho y Jurisprudencia Tomo XCVI,
2ª p. sec 1ª, pág. 176).

Se ha fallado, asimismo, "que el juez (los jueces), conforme


al brocárdico iura novit curia, puede y debe aplicar a la
cuestión de hecho (questio facti) las normas legales que la
gobiernan (questio iuris)". "Como se dice muy frecuentemente,
el juez, en todo caso, al que se le supone por razón de su
cargo, perfecto conocedor del derecho, suplirá de oficio la
errónea o imperfecta interpretación del derecho" (Revista de
Derecho y Jurisprudencia, T. LX, 1963, 2ª p., sec. 2ª, pág.
50);

SEXTO: Que, esta Corte reiteradamente ha sostenido que los


tribunales de justicia tienen amplias atribuciones para
apreciar la procedencia de las acciones y excepciones sometidas
a su conocimiento y que por consiguiente, no incurre en ultra
petita el fallo que se impugna por este motivo, ya que se
limitó a razonar y decidir respecto de lo específicamente
sometido a su conocimiento, esto es, en la especie, la venta
de cosas defectuosas;

VIGÉSIMO SEGUNDO: Que en la situación en estudio, la actora


solicitó que la demandada fuera condenada al pago de la
indemnización de perjuicios respectiva, fundamentando su
acción en las normas contenidas en el Código Civil, respecto
de la responsabilidad extracontractual.

Sin embargo, analizados los aspectos fácticos puestos a


disposición del tribunal de primer y segundo grado, éstos
resolvieron acoger la demanda, pero en virtud de las normas de

117
la responsabilidad contractual, que no fueron invocadas por la
demandante, determinación que se apega irrestrictamente a lo
expuesto en los considerandos anteriores, en orden a que
finalmente es el juez quien soberanamente decide cuál es el
derecho aplicable a los hechos expuestos, de modo que no queda
sujeto a las disposiciones legales que las partes invoquen como
fundamento de sus pretensiones, sino que, por el contrario,
tiene libertad para definir cuál es la norma o estatuto
jurídico aplicable al caso concreto;

VIGÉSIMO TERCERO: Que, aun más, la tendencia moderna en torno


a la normativa que regula la responsabilidad civil, tiende a
la unificación de los sistemas de responsabilidad contractual
y extracontractual, basada en la circunstancia que "...tanto
el incumplimiento contractual como el ilícito no contractual
son fuentes de la responsabilidad civil: en ambos casos el
deudor contrae la obligación de indemnizar los perjuicios
sufridos por el demandante." (Enrique Barros Bourie, Tratado
de Responsabilidad Extracontractual, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago, 2005, página 19).

En efecto, la teoría clásica de la responsabilidad civil, se


desarrolla en torno al binomio, en el que, por una parte, está
la responsabilidad "...que surge para el deudor cuando incumple
una obligación previa cuya fuente es un contrato y, por la
otra, la responsabilidad en que incurre cualquier persona
cuando comete un hecho ilícito que causa daño injustamente a
otra" (Hernán Corral Talciani, Contratos y daños por
incumplimiento, AbedeloPerrot, Santiago de Chile, 2010, página
125).

A partir de lo anterior, es que la doctrina francesa, ha


sostenido que la responsabilidad civil se debe tratar en una
única sede, que incorpore las dos vertientes tradicionales de
la misma. "Un primer intento de aproximación entre las dos
estructuras indemnizatorias viene dado por los esfuerzos
sistematizadores de la doctrina que verá en ellas dos formas
diversas de ‘responsabilidad por daños causados’. A aquella
que corresponde atribuir al deudor incumplidor se dará el
nombre de responsabilidad contractual o ex contractus, y, de
modo negativo, se identificará la disciplina de los daños

118
causados por violación del deber general del neminem laedere
como responsabilidad ‘extracontractual’." (Corral Talciani,
op. cit., página 125).

El origen del problema se encuentra en el hecho que los códigos


separaron por una parte las llamadas obligaciones contractuales
y, por otra las no-contractuales, simplificando la tradición
histórica sobre las fuentes de las obligaciones en las que se
solía mencionar el contrato, el delito, el cuasicontrato y el
cuasidelito. Esta simplificación -obligaciones convencionales
y obligaciones sin convenio- sirvió de base indiscutible al
Código Civil francés y de ahí pasó a la mayoría de los códigos
que le siguieron.

Precisamente en la jurisprudencia francesa de mediados del


siglo XIX "...aparecen supuestos de lo que nosotros llamamos
hoy responsabilidad extracontractual y sus reglas se aplican
en materias que aparecen regidas por contratos. Se trata, en
su mayoría, de supuestos de responsabilidad médica, respecto
de los cuales se entiende que tiene carácter de delito (civil)
el hecho de causar lesiones negligentemente a una persona, lo
cual no se encuentra todavía en plena contradicción con los
sostenedores de la tesis absolutamente dualista, que admitieron
la posibilidad de que hechos culposos llevados a cabo en la
ejecución de un contrato pudieran ‘degenerar’ en delitos".
(Luis Diez-Picazo, Derecho de Daños, Civitas, Madrid, 1999,
página 245);

VIGÉSIMO CUARTO: Que los problemas de orden práctico a que ha


llevado esta clásica distinción dual de la responsabilidad,
sobre la que se viene razonando, son múltiples, siendo
precisamente "...uno de ellos el de determinar si, cuando la
acción se plantea como extracontractual y el tribunal
sentenciador entiende que la responsabilidad que rige la
materia es la contractual (o viceversa) debe el tribunal
sentenciador rechazar la demanda" (Diez Picazo, op. cit.,
página 258).

En términos generales, el fondo del asunto radica en la


identificación de la acción a través de la causa petendi.
"Respecto de este punto, entre los especialistas de Derecho

119
Procesal parecen enfrentarse dos puntos de vista, conocidos
respectivamente como teoría de la sustanciación y teoría de la
individualización. Para la primera, sólo los hechos sobre los
que la pretensión se funda constituyen causa petendi...En
cambio, los partidarios de la teoría de la individualización
entienden que la acción está identificada también por sus
fundamentos jurídicos, pues la posible concurrencia de normas
materiales exige para que el debate procesal se centre,
establecer una norma como título sobre el que el derecho se
funda" (Diez-Picazo, op. cit., página 260);

VIGÉSIMO QUINTO: Que nuestros tribunales y particularmente esta


Corte, en reiteradas oportunidades se han manifestado a favor
de la teoría de la sustanciación y por la identificación de la
acción a través de los hechos, precisamente lo que ha ocurrido
en el caso sub judice, en el que los jueces del grado,
analizados los presupuestos fácticos esgrimidos por la actora
y aun cuando la misma fundamenta jurídicamente su pretensión
en el estatuto de la responsabilidad extracontractual, han
fallado y resuelto la controversia puesta en su conocimiento,
conforme a su propia naturaleza, al amparo de las normas de la
responsabilidad contractual;

120
RESPONSABILIDAD POR ILÍCITOS PRECONTRACTUALES.

1.- Ámbito de la responsabilidad precontractual: deberes de


cuidado y buena fe en la negociación contractual.

En el derecho contemporáneo la protección de la seguridad


y de la confianza, especialmente en contratos masivos y entre
expertos y quienes no lo son, ha provocado una expansión de
los tópicos que comprende la protección de las partes en la
fase previa al consentimiento contractual.

Lo que ocurre en el período precontractual es relevante


principalmente desde la perspectiva de los vicios del
consentimiento, que dan lugar a la rescisión del contrato
precisamente porque no existe genuina intención de obligarse.

Los deberes preliminares entre futuros contratantes son:

- Deberes de protección o seguridad (de la integridad


corporal y propiedad de la contraparte).
- Deberes de lealtad (buena fe y confianza de que se
celebrará el contrato).
- Deberes de información.
- Deberes para evitar la ineficacia del acto (porque
la nulidad que es atribuible a dolo o negligencia de
una de las partes da lugar a responsabilidad).

2.- Naturaleza y alcance de la responsabilidad precontractual.

Ya durante la negociación del contrato surgen para las


partes deberes de cuidado. Las partes podrán regular esos
acuerdos previos mediante contratos preparatorios; a falta de
éstos, los deberes de cuidado que las partes deben emplear en
la negociación están impuestos por el derecho, de modo que la
responsabilidad precontractual es extracontractual.

3.- Períodos que comprende la responsabilidad precontractual.

Puede tener por antecede ilícitos cometidos: durante la


negociación del contrato, al momento de convenirlo o con
ocasión de la ruptura de negociaciones. En los dos primeros,
el demandante no habría celebrado o habría celebrado el

121
contrato en términos diferentes; en el último, si una parte
negocia de mala fe con el propósito que la otra no celebre el
contrato, será responsable.

4.- Perjuicios indemnizables por ilícitos precontractuales.

a) Negociación frustrada, supone costos tendientes a que


el contrato se celebre; asimismo, una de las partes en
confianza de que el contrato se va a celebrar, puede
haber invertido o deseche otras oportunidades de
negocios.

b) El ilícito precontractual no consiste en haberse


resistido a celebrar el contrato, sino haber negociado
de mala fe o con grave desaprensión respecto de los
intereses de la otra parte. La finalidad de la
pretensión indemnizatoria es que el demandado ponga al
actor en la situación en que se encontraría si los
ilícitos no se hubiesen realizado.

c) No se indemnizan los eventuales beneficios que se


habrían seguido para el demandante si el contrato se
hubiere convenido válidamente.

5.- Responsabilidad por ruptura de negociaciones.

1) Principio: la ruptura de negociaciones no da lugar a


responsabilidad.
Mientras no haya consentimiento, no hay deber de
celebrar un contrato, en virtud del principio de
libertad para convenir. Por ello la regla general es
que cada parte puede poner término unilateralmente a la
negociación, sin que deba justificarse.
La verdadera responsabilidad por ruptura de las
negociaciones, se funda en la hipótesis de que una de
las partes ha abusado de la confianza de su contraparte,
infringiéndole daño.

2) La mala fe y la grave desconsideración como supuestos


básicos de responsabilidad.
El deber de negociar de buena fe exige que durante la
negociación la parte no sólo procure por su interés y,
en cambio, honre ciertos deberes mínimos de lealtad.

122
El objeto de la acción no es restringir la libertad de
celebrar o no contratos, sino la reparación de los daños
que se siguen de haber abusado de la confianza de la
contraparte. El perjuicio no es el interés en que el
contrato llegue a producir efectos, sino los daños que
se siguen de haber confiado en la certeza de que el
contrato de celebraría.

3) Negociaciones fraudulentas.
Es un caso extremo, que supone tener la intención oculta
de no querer contratar, con la finalidad de impedir que
aquella contraparte contrate con un tercero. Sin
embargo esta materia es de difícil prueba y
generalmente estará construida a base de presunciones.

4) Grave desconsideración de la confianza creada en la


celebración del contrato.
Se trata de conductas abusivas, que muestran una grave
desconsideración con los intereses de la contraparte.
Se requiere que la negociación esté en un estado de
avance, que exista acuerdo acerca de los aspectos
esenciales del contrato. También se requiere que el
demandado haya creado o alimentado en la contraparte la
certeza de que la negociación concluirá en un contrato
(conductas inequívocas). Finalmente, se requiere que la
negociación esté tan avanzada, que una ruptura
cualquiera carezca de todo fundamento plausible o razón
legítima, resultando brutal y unilateral.

6.- Responsabilidad a consecuencia de la nulidad del contrato.

*.- Naturaleza de la responsabilidad.

Cuando se ha declarado nulo un contrato, se le priva de


su eficacia, extinguiendo con ello las obligaciones que de él
emanaban; el contrato se reputa no haber existido y tiene
efecto retroactivo; en consecuencia, la responsabilidad que se
sigue de la declaración de nulidad es extracontractual,
específicamente, infracción de deberes de cuidado
precontractuales.

123
*.- Alcance de la indemnización.

Los prejuicios indemnizables a la víctima del dolo o la


negligencia son los sufridos en razón de la confianza. La
víctima no puede demandar el lucro cesante que se sigue de un
contrato nulo, sino sólo el que resulte de no haber aprovechado
una oportunidad cierta de negocios por haber confiado en la
validez del contrato que resultó ser nulo.

El daño emergente indemnizable corresponde a los costos


incurridos en las negociaciones, así como de los gastos
realizados.

7.- Responsabilidades por infracción a deberes.

a) Deberes de seguridad respecto de la persona y bienes


de la contraparte.

Si un cliente sufre un accidente en una tienda porque un


dependiente le deja caer negligentemente un objeto pesado desde
un estante, hay lugar a responsabilidad civil conforme las
reglas generales. En la responsabilidad precontractual, el
cuidado debido no solo se deriva del principio general de no
dañar a otro, sino de la especial relación que surge entre las
partes con motivo de la negociación.

b) Deberes de información en el derecho de contratos.

La pregunta esencial es saber cuándo una parte debe


entregar información a su contraparte. Los deberes de
información constituyen un conjunto muy complejo y diferenciado
de principios y normas, cuya infracción suele dar lugar a la
responsabilidad civil.

Los deberes de información se plantean con ocasión de la


negociación o celebración de un contrato o con motivo de su
ejecución. La regla general será que da lugar a responsabilidad
precontractual aquella información que resulta determinante
para el consentimiento del contratante. El incumplimiento del
deber de información puede viciar el consentimiento y dar lugar
a la acción rescisoria (art. 1458) y acción indemnizatoria que
se siguen de la declaración de nulidad.

124
El criterio normativo que permitirá determinar qué
información debe ser proporcionada por cada parte a la otra,
será la buena fe, atendida las buenas prácticas contractuales.

c) Por información falsa o errónea.

Supone que una de las partes proporciona información falsa


a la otra, lo que implica que podrá perseguirse perjuicios para
la contraparte en las negociaciones. Esta falsedad puede
deberse derechamente a malicia o sólo a error (el que puede
ser un error negligente o uno insuperable).

• La información maliciosamente falsa: Habrá


responsabilidad ya sea que la información sea
maliciosamente falsa o se deba a culpa grave. Lo
determinante para saber si hay engaño, es el punto de
vista de la víctima (El autor tiene por finalidad abusar
de la ignorancia de ésta). Por regla general el engaño se
realiza a través de palabras, pero también puede deberse
a acciones, por ej: cuando se revierte el cuentakilómetros
de un automóvil.

Hay que tener presente que el engaño sólo debe recaer en


hechos falsos, pues las opiniones (aunque sean exageradas, dolo
bueno) no constituyen engaño, dado que son juicios de valor.
Es lo que usualmente se espera al momento de negociar, siempre
que no se apoyen en hechos falsos.

• Las maniobras fraudulentas también pueden provenir de


omisiones dolosas, cuando quien debe proporcionar la
información, la omite con el objeto de inducir al engaño
a su contraparte.
• La información negligentemente falsa: Si una de las partes
proporciona información a la otra para efectos de
contratar, debe entenderse implícito el deber de veracidad
de lo expresado. La responsabilidad se regirá por los
principios generales de negligencia.
Debiera entenderse que las expresiones falsas en razón de
mera negligencia no dan lugar a responsabilidad civil.

d) Por uso y divulgación de información privilegiada.

125
Los deberes de reserva pueden estar expresamente
establecidos por la ley o bien, por convenciones sociales. El
uso de información privilegiada debe ser desincentivada
imponiendo riesgos de sanciones administrativas y civiles.

Para que una información no pueda ser utilizada en


beneficio propio, su apropiación debe ser ilegítima. Ej:
información privilegiada en los mercados de valores.

Las reglas sobre información privilegiada pueden ser


generalizadas a todas las situaciones en que una persona
obtiene información en una relación de confianza o de servicio
que le impide su apropiación en perjuicio de aquellos, ej: del
abogado y su cliente.

e) Por infringir un deber jurídico de contratar.

Supone la existencia de un solo oferente en una economía,


donde la ley suele establecer obligaciones de servicios
públicos (precio y calidad) como por ej: servicios eléctricos,
agua potable, servicios sanitarios, etc. La ley de consumidores
y jurisprudencia han reconocido la prohibición de que las
empresas nieguen injustificadamente la prestación del servicio
o venta. De esta forma se entiende que existe un deber positivo
de contratar, de modo que la omisión al deber, puede dar lugar
a responsabilidad.

CONCLUSIONES.

1.- Resulta pacífico en doctrina que las etapas de formación


del consentimiento han sobrepasado ya la limitada concepción
de la oferta o la aceptación del Código de Comercio . Hoy
este iter comprende las negociaciones preliminares,
puntualización, tratativas, oferta, cierre de negocios,
contrato preparatorio y contrato definitivo. Estas actuaciones
pueden estar en secuencia, como también ser omitidas y llegar
inmediatamente al contrato definitivo. El ordenamiento
jurídico y la doctrina más reciente se han esmerado en delinear
las tratativas porque entienden que hay ciertos deberes en
ella, deberes que comprenden: el de negociar de buena fe,
suministrar determinadas informaciones, de protección y,
finalmente, confidencialidad.

126
2.- No hay propiamente una relación jurídica en las tratativas
preliminares, pero ello no significa que no sean importantes,
ya que es evidente su proyección a la formación del vínculo
contractual definitivo y sobre todo en su interpretación. Es
por lo anterior que la fase precontractual no es identificable
con la oferta.

3.- Las personas que negocian no están facultadas para negociar


sin el ánimo de llegar a contratar entre sí, ya que quien así
lo hace tiene un comportamiento reñido con principios que
incluso van más allá de la buena fe en sentido abstracto. Las
partes tienen la obligación de comportarse según la buena fe
en el sentido de que a ellas incumbe la carga de una lealtad
recíproca de conducta socialmente valorable y exigible. La
buena fe exige comportamientos adecuados, justos y reales de
ella, como standard normativo, se excluyen como ya hemos
señalado los presupuestos psicológicos de las partes y, con
ello, toda referencia al error y a la ignorancia. No es otra
la motivación del propio Código de Comercio en esta materia,
ya que éste prote ge a quien de buena fe confía en la conclusión
del negocio, al obligar a comunicar, de acuerdo al artículo 98
, que la aceptación de la oferta ha ocurrido luego que ésta
ha caducado. Son estas las mismas motivaciones normativas que
concurren en la indemnización por retracto del artículo 100
del Código de Comercio o el 1803 del código Civil para el
caso de entregar una cosa en prenda de la celebración o
ejecución del contrato.

4.- En los tratos, el documento en que se expresa el curso y


circunstancias de las negociaciones sólo vale como prueba de
que existieron, y puede servir de orientación para la
interpretación del contrato. Queda, finalmente, en evidencia
que las tratativas hoy son una eficaz herramienta de
interpretación del contrato y no sólo se limita su importancia
a la búsqueda de una responsabilidad precontractual eventual
producto del quiebre intempestivo de las negociaciones por una
de las partes o la violación de aquellos deberes que hemos
señalado emanan de la buena fe como principio general del
Derecho.

5.- En principio, en la responsabilidad precontractual, en los


sistemas romano-germánicos como el nuestro cabe aplicar la

127
doctrina de la culpa, prevaleciendo la ley del país donde tuvo
lugar el incumplimiento de la obligación, "lex loci commissi
delicti".

128
REGÍMENES DE RESPONSABILIDADES ESPECIALES.

I.- RESPONSABILIDAD DEL ESTADO.

1.- Diferencias y analogías entre la responsabilidad del Estado


y la responsabilidad civil.

La responsabilidad del Estado pertenece al ámbito propio


del derecho público, mientras que la responsabilidad civil es
propia del derecho privado. No hay que olvidar, que cuando el
Estado actúa como gestor o empresario le sean aplicados
estatutos propios del derecho privado; pero cuando el daño es
atribuible a una actuación del Estado en ejercicio de una de
sus funciones públicas, normativas o de servicios, el estatuto
aplicable dependerá de la naturaleza de la función. Sin
perjuicio de lo anterior, el estatuto de responsabilidad
extracontractual, actúa como régimen general y supletorio.

2.- Criterios de atribución de responsabilidad al Estado.

Lo normal es que el Estado esté sujeto a distintos


criterios, que se hacen cargo de la diversidad de actividades
y funciones asumidas por éste:

a) Responsabilidad por ilegalidad. La ilegalidad es una


forma de culpa infraccional (conducta ilegal del
órgano). Los art. 6 y 7 de la Constitución establecen
que la ley es fuente y límite de la actuación legítima
de las autoridades públicas.
b) Responsabilidad por culpa. Los órganos del Estado están
naturalmente sujetos a los deberes de cuidado que
tienen por objeto impedir que ocurran accidentes que
debieron ser prevenidos con el cuidado ordinario. No es
una responsabilidad que surja del ejercicio de una
potestad o función pública, sino simplemente del
ejercicio material de una actividad, ej: administración
de un consultorio de salud.
c) Responsabilidad por falta de servicio. Tal como en el
caso de la culpa civil, esta responsabilidad no exige
un juicio de reproche personal respecto del agente del
daño, sino supone una valoración objetiva de la
conducta de la Administración. Se requerirá calificar
de defectuoso el funcionamiento del servicio; lo que

129
supone comparar el servicio efectivamente prestado con
el que se debió ejecutar.

Pregunta: ¿Qué naturaleza tiene la responsabilidad del


Estado? ¿Por negligencia o culpa (subjetiva) o estricta
(objetiva)? Hay distintas posturas (Pedro Pierry, Eduardo Soto
Kloss). La jurisprudencia se inclina por pensar que la falta
de servicio no es otra cosa que la culpa del servicio.

d) Responsabilidad estricta (objetiva) por riesgo. Supone


una responsabilidad que tiene como antecedente el daño
provocado por su actuación lícita y normal.
e) Responsabilidad por imposición desigual de cargas
públicas. El Estado está facultado para imponer cargas
a las personas (que cedan en beneficio o interés del
general). Hay un cierto umbral prudencial en que la
carga privada en beneficio público atenta contra los
derechos adquiridos y contra la igualdad de
distribución de las cargas públicas. En estos casos, a
los afectados se les concede acciones indemnizatorias.

3.- Fundamento normativo de la responsabilidad del Estado.

a- Constitución Política; que contempla expresamente la


consagración del principio de legalidad, sujeto al estado de
derecho y que implica la sujeción de los órganos del estado a
la Constitución y las leyes. Se reconoce una acción a
cualquiera persona que sea lesionada en sus derechos por la
Administración de Estado, de sus organismos o municipalidades,
para reclamar ante los tribunales, sin perjuicio de la
responsabilidad que pudiere afectar al funcionario que hubiere
causado el daño.

b- Leyes administrativas básicas; El art. 38 de la ley de


bases dispone el principio de responsabilidad, señalando que
el Estado será responsable por los daños que causen los órganos
de la Administración en el ejercicio de sus funciones, sin
perjuicio de las responsabilidades que pudiere afectar al
funcionario que los hubiere ocasionado. Además se establece
que los órganos de la Administración serán responsables del
daño que causen por falta de servicio. No obstante, el Estado
tendrá derecho a repetir en contra del funcionario que hubiere
incurrido en falta personal. Por su parte, la ley de

130
municipalidades establece que las municipalidades incurrirán
en responsabilidad por los daños que causen, la que procederá
principalmente por falta de servicio. No obstante las
municipalidades tendrán derecho a repetir en contra del
funcionario que hubiere incurrido en falta personal.

4.- La responsabilidad de la Administración es directa y


personal.

Es la falta de servicio el hecho determinante de la


responsabilidad y no necesariamente la conducta de algún
funcionario en particular. La responsabilidad recae directa y
personalmente sobre el Fisco, la municipalidad o el otro órgano
con personalidad jurídica propia a efectos patrimoniales.

A diferencia de lo que ocurren en materia civil, no


resulta necesario distinguir la responsabilidad (personas
jurídicas) por sus órganos o por el actuar de sus dependientes.

5.- Responsabilidad de la Administración por el hecho del


funcionario.

En la falta de servicio, está implícita la idea de que


alguien en concreto actuó con negligencia en sus deberes
funcionarios. La mejor forma de probar que ha habido falta de
servicio es mostrando cómo se debió actuar por los
funcionarios de la Administración o de la municipalidad en las
precisas circunstancias. El Estado no responde su el
funcionario ha actuado desligado de su función de servicio
(actos puramente personales del funcionario).

Se ha estimado que existe que una relación significativa


entre el hecho del funcionario y la Administración cuando el
acto se realizó CON OCASIÓN de las funciones o cuando el
funcionario utiliza medios que la Administración ha puesto a
su disposición.

6.- Tipos de actos que pueden dar lugar a la responsabilidad.

Respecto de actuaciones jurídicas de los poderes públicos


(ilicitud del acto dañoso o daño producido con ocasión a la
declaración de ineficacia; actos lícitos con efectos
expropiatorios o cargas desproporcionales) como de actos

131
materiales de la Administración (vinculada a la provisión de
servicios públicos).

7.- Elementos de la responsabilidad del Estado a la luz de los


principios generales de la responsabilidad extracontractual.

a) El daño.

El Estado responde de todo daño (reparación daño


patrimonial como no patrimonial).

b) Causalidad.

La pregunta más importante se refiere a la relación que


debe haber entre la falta de servicio del órgano de la
Administración y el daño sufrido por el demandante. Para
construir la falta de servicio en el caso concreto se requiere
atender al fin regulador de la norma que regula la actividad
del órgano respectivo.

8.- Formas que puede adoptar la responsabilidad de la


Administración.

a) Responsabilidad por ilegalidad (Falta servicio


infraccional).

El Estado responde por la culpa infraccional de sus


órganos, si éstos actúan en contravención a las disposiciones
de la ley o la Constitución. Usualmente el legislador se limita
a señalar las competencias de los órganos del Estado, sin
especificar sus deberes en concreto, de modo que por regla
general, esta determinación la hace el juez.

Otra fuente que genera responsabilidad, emana de la


revocación o anulación de un acto administrativo. Se ha
discutido acerca de la facultad de la Administración para poder
revocar o anular actos propios, sosteniéndose que ésta es una
facultad de invalidación exclusiva de los tribunales. El acto
ilegal puede haber producido efectos y generado confianzas
acerca de su eficacia, entonces puede haberse generado
perjuicios por la declaración de nulidad respecto de terceros
de buena fe.

Por otro lado puede surgir responsabilidad por actos


materiales ilegales. En virtud del principio de legalidad, las

132
administraciones públicas sólo están facultadas para realizar
las actividades que les han sido autorizadas por ley.

b) Responsabilidad por falta de servicio (establecida por


el juez).

El estatuto de responsabilidad de la Administración


vigente en Chile se ha construido sobre la base del modelo
francés de responsabilidad del Estado. La palabra francesa
Faute significa culpa y en materia administrativa designa la
falta de servicio (faute de service).

El la falta de servicio, se compara la gestión efectiva


del servicio y un estándar legal o razonable de cumplimiento
de la función pública. Se pone al juez en la necesidad de
precisar la conducta que debe observar la administración a
efectos de prevenir accidentes.

Falta de servicio denota la idea de incumplimiento de un


deber de servicio, ya sea, que no se preste un servicio que la
Administración debía prestar, que lo preste tardíamente o que
haya sido prestado en forma defectuosa.

* La calificación de una conducta como falta de servicio


es una cuestión normativa.

Como en la responsabilidad por culpa, es tarea judicial


la determinación del estándar o patrón de conducta que debe
observar la Administración pública y municipal, a menos que la
propia ley las contemple específicamente (falta de servicio
infraccional).

En ciertos casos la calificación de una falta de servicio


exige la correcta interpretación de una ley especial, que
establezca el respectivo deber, ej: art. 174 ley de tránsito,
por los accidentes de tránsito debido al mal estado de las
calzadas o falta de la adecuada señalización. En este caso, es
el juez quién dilucida lo que debe entenderse por “mal estado”
o “adecuada señalización”.

c) Responsabilidad estricta u objetiva por riesgo de la


actividad.

133
Los estatutos de responsabilidad estricta son
establecidos en razón de la materia, por lo que resulta
indiferente que el demandado sea una persona jurídica o
natural, pública o privada. En consecuencia, las reglas sobre
responsabilidad por daños causados por vehículos motorizados,
instalaciones nucleares, navegación marítima o aérea, o
cualquiera otra, se aplican al Estado (a menos que se le haya
excluido expresamente).

d) Responsabilidad por desigual atribución de cargas


públicas.

Existen situaciones en que el Estado se ve en la


obligación de compensar ciertas cargas que impone a los
particulares en razón del interés general. Su fundamento se
encuentra en el principio de igual distribución de las cargas
públicas, contemplado en el art. 19 N° 20 de la Constitución
Política.

La expropiación por causa de utilidad pública es el caso


más fuerte de una intervención legítima estatal en el derecho
de un particular y por lo mismo es también el evento más
característico de atribución de una carga. El Estado deberá
indemnizar si el costo privado asociado al logro del bienestar
general ha excedido los límites que razonablemente debe tolerar
el particular. EJ: es razonable que no se me permita incendiar
mi casa por más que yo tenga mi derecho de dominio respecto de
ella; no es razonable que se me expropie mi casa sin que se me
indemnice.

Para obtener un beneficio mayor se requiere sacrificar un


derecho de menor entidad, para lo cual el derecho autoriza a
la autoridad a actuar en procura dek interés mayor, pero a
condición de que repare el costo privado.

Requisitos para que proceda la indemnización:

- Que la carga impuesta sea excepcional y grave.


(Significa impuesta a pocas personas y afectando sus
derechos más allá de lo tolerable).

Pregunta: ¿Es tolerable para un negocio que se cierren las


calles donde funciona por reparación de la calzada?

134
9.- Aspectos procesales de la acción de responsabilidad
estatal.

a) Acciones de repetición y responsabilidad contra el


funcionario.

Para que proceda la responsabilidad estatal, basta


acreditar que el servicio no responde objetivamente al estándar
debido, sin que sea necesario identificar al funcionario que
puede haber incurrido en una culpa personal.

Pero ¿Y si el funcionario no ha actuado en el ejercicio


de su función pública, sino en alguna relación más remota, en
cuyo caso su acto es imputado a la Administración a condición
de que entre el hecho y la calidad funcionaria exista una
relación significativa. Si falta la relación, se entenderá que
se trata de un hecho personal, sujeto a las reglas generales
de responsabilidad civil, sin comprometer la responsabilidad
del Estado.

b) Acciones contra el funcionario.

Tanto en la ley de bases (art. 42) como la de


municipalidades (art.141), luego de establecer la
responsabilidad directa del órgano, otorga el derecho a repetir
en contra del funcionario que hubiere incurrido en falta
personal.

La acción contra el funcionario tiene como antecedente su


falta personal; imputándosele haber faltado a su deber de
cuidado en el cumplimiento de la tarea o función encomendada.

Por otro lado, la responsabilidad del funcionario no es


solidaria con la del órgano de la Administración; lo que supone
que si el órgano pagó al haber sido condenado, tendrá acción
de restitución o reembolso en contra del funcionario. La
determinación de la falta del funcionario debe determinarse en
juicio ordinario, sin que la resolución que se haya dictado en
el respectivo sumario interno de la Administración obligue a
los jueces.

En cuanto a las acciones que eventualmente tienen las


víctimas, se puede decir que por regla general, éste no tiene
incentivo para dirigir la acción en contra del funcionario, no

135
sólo porque resulte más llamativo demandar al Fisco, sino
porque la constitución del hecho que da lugar a la
responsabilidad y la prueba de la falta (culpa) del funcionario
es más dificultosa que la de la falta de servicio. Al contrario,
si interesará demandarlo cuando el ilícito cometido por el
funcionario no haya sido en ejercicio de sus funciones, sino
con ocasión de las mismas, en cuyo caso el juez podrá estimar
que el caso es personal.

c) Responsabilidad de la Administración por delegación en


la ejecución de un servicio.

Supone que el Estado conserva su responsabilidad aún haya


delegado en particulares la provisión de un servicio que por
ley le correspondía desarrollar a la Administración.

El desplazamiento de la tarea pública a un concesionario


significa que éste también debe asumir la responsabilidad que
se sigue de las funciones que le son delegadas. Que el sujeto
finalmente responsable sea ese concesionario, sobre la base de
una norma legal explícita, es consistente en el régimen general
de concesiones. En este caso, el concesionario responde como
sujeto privado que ha asumido delegadamente una función
pública. Lo anterior, significa que para que proceda la
responsabilidad será necesario que se acredite la comisión de
una falta de servicio, del mismo modo que si la Administración
estuviese actuando directamente.

d) Aspectos probatorios.

• Carga de la prueba: Para acreditar la falta de servicio,


se requiere por regla general, que se compare el servicio
efectivamente prestado con el que se tenía derecho a
esperar de la Administración. Lo que significa que es el
demandante el que debe probar los hechos que muestren esa
falta de servicio. La prueba de la falta de servicio
supone que el daño sea atribuible a un funcionamiento
anormal del servicio (no funcionó cuando debía funcionar,
o funcionó sin el estándar exigible).
• Falta de servicio presumida: La jurisprudencia suele
presumir la falta de servicio en consideración al

136
resultado de la actuación administrativa. A partir del
resultado se construye inductivamente la infracción al
estándar de conducta que la Administración debió observar.
En estas condiciones se produce la inversión de la carga
probatoria en favor de la víctima. EJ: accidente por mal
estado de las vías o por defecto de la señalización.

e) Extinción de la acción.

I.- Prescripción de la acción.

Una primera postura es que las acciones contra el Estado


no estarían sujetas a prescripción, en virtud del principio
que en derecho público el tiempo no sanea las situaciones
jurídicas (Ilegalidad e inconstitucionalidad no puede sanearse
por el transcurso del tiempo).

En cuanto a las acciones patrimoniales que tengan los


particulares en contra del Estado existen distintas posturas
doctrinales al respecto.

137

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