4.
CONTEXTUALIZACIÓN HUME
4.1. La filosofía de Hume
Origen del conocimiento: la experiencia
El origen del conocimiento según los empiristas no es racional sino empírico. El racionalismo
cartesiano propone como origen del conocimiento la razón y Descartes, con el método de la
duda, elimina como fuente de conocimiento la fuente sensible, llegando así a la 1a certeza
indudable: pienso, luego existo, que significa que sean mis ideas ciertas o no, lo que es
indudable es la existencia del pensamiento, siendo este el principio de su filosofía.
Por el contrario, el principio del empirismo de Hume son los sentidos y no el pensamiento ni las
ideas, como vemos en nuestro texto obligatorio, Hume afirma que todas sus ideas son copias
de las impresiones. El principio empirista se formula, por tanto: la única fuente del conocimiento
es la experiencia. Hume diferencia 2 tipos de percepciones, las impresiones y las ideas. Las
impresiones a su vez pueden ser divididas en dos: las impresiones externas (provienen de los
sentidos), y las impresiones internas (relacionadas con las emociones y los sentimientos).
Hume destaca otro tipo de percepciones llamadas ideas, y las define como representaciones
fieles, copias o reflejos fieles de las impresiones. Hume diferencia entre las ideas simples y las
ideas compuestas. Utiliza el ejemplo de idea compuesta de la idea de Dios, que es una
composición de ideas simples (idea de hombre, idea del hombre sabio, inteligente…) que
gracias a la “mezcla y aumento” de las ideas simples se alcanza la idea de Dios.
Es decir, según Hume todas las ideas provienen de las impresiones, hasta las más alejadas de
la realidad.
Según Hume, el pensamiento está limitado por las impresiones. Sin una experiencia sensorial
directa (impresión), no podemos formar una idea. En el empirismo, el límite del pensamiento es
la experiencia.
Crítica a las ideas innatas del racionalismo y el criterio de verdad empírica
La 2ª gran característica del empirismo de Hume es la negación de las ideas innatas. Hume
critica la noción de ideas innatas del racionalismo, argumentando que todas las ideas surgen
de las impresiones sensoriales.
Según Descartes, la idea de Dios se considera innata porque se cree que Dios la introduce en
nuestras mentes al nacer. En contraste, Hume sostiene que al nacer, nuestras mentes son
como un papel en blanco y que las ideas se forman a partir de impresiones. Para los
empiristas, la idea de Dios es una construcción humana, no innata.
El criterio de verdad del empirismo radica en que las ideas verdaderas provienen de los
sentidos; si no tienen base en la experiencia sensorial, se consideran falsas. Hume aclara que
cuando se habla de ideas innatas, algunos podrían referirse a que las ideas son copias de
impresiones naturales. Desde la perspectiva empirista, lo innato se entiende como algo natural
y originario (las impresiones), no como algo presente simultáneamente al nacimiento (ideas
innatas).
4.2. Hume en la Historia de la Filosofía
Hume critica la idea de un ser perfecto según el racionalismo cartesiano, cambiando la relación
tradicional entre Dios y el hombre. Mientras el racionalismo deducía la existencia de Dios a
partir de la idea perfecta, Hume sostiene que la idea de Dios es de origen sensorial y fabricada
por el hombre, combinando y ampliando varias ideas. Así, en lugar de considerar al hombre
hecho a imagen de Dios, como afirmaba el cristianismo influenciado por el racionalismo, el
empirismo de Hume sugiere lo contrario: Dios está hecho a imagen y semejanza del hombre.
Esta idea empírica se basa en la proposición de que todas las ideas provienen o son copias de
impresiones sensoriales. Esta perspectiva influenció fuertemente la filosofía contemporánea,
especialmente a fines del siglo XIX y principios del XX, marcando una crítica virulenta al
cristianismo y una inversión en la concepción de Dios. En esta época, con mayor libertad civil y
separación entre Iglesia y Estado, los pensadores pueden teorizar sobre el cristianismo sin
temor a represalias.
Los filósofos más importantes de la época son: Feuerbach, Marx, Nietzsche y Freud. Todos
coinciden en la inversión de una idea fundamenta: si el cristianismo afirma que Dios ha creado
el hombre a imagen y semejanza, ahora estos filósofos afirman lo contrario: el hombre crea a
Dios a imagen y semejanza del hombre, y por lo tanto la religión es una invención humana.
Ludwig Feuerbach (1804-1872) argumentó que no es Dios quien crea al hombre a su imagen y
semejanza, sino que es al contrario: es el hombre quien crea a Dios a imagen y semejanza.
Esta idea está en su obra "La esencia del cristianismo". Feuerbach sostuvo que el hombre
proyecta sus características y cualidades en la idea de Dios. Los dioses son creaciones
humanas que reflejan las necesidades, deseos y angustias de la humanidad, según Feuerbach.
Marx (siglo XIX) continúa la línea de inversión de que el hombre crea a los dioses. Él entiende
esta invención humana en términos políticos: la religión es un instrumento útil para dominar
políticamente al pueblo, pues ordena renunciar a este mundo y aspirar a uno superior. La
religión, según Marx, sirve para adormecer la conciencia de los hombres explotados y
humillados, haciendo que soporten el sufrimiento en la esperanza de una recompensa futura.
Para Marx, "la religión es el opio del pueblo", es decir, actúa como un calmante que deja a las
personas en un estado de ilusión y falsa felicidad, en lugar de impulsar un cambio real en su
situación.
Freud (siglo XIX-XX) también critica las religiones monoteístas y la invención de Dios, pero
desde una perspectiva psicológica. Para Freud, "la religión es una ilusión", un constructo
necesario para mitigar el sufrimiento humano. Según él, para afianzar esta ilusión en la mente
humana, es necesario privar a los individuos de su madurez y convertirlos en seres más
infantiles, un proceso que Freud llama "infantilismo psíquico". Explica el origen de la religión
como una respuesta a la lucha del hombre entre sus deseos y la realidad, ofreciendo una
solución mediante una recompensa en un mundo futuro. La religión, en este sentido, actúa
como una forma de consuelo para las dificultades de la vida, manteniendo a las personas en
una ilusión que impide transformar su entorno real.
Finalmente, Friedrich Nietzsche (siglo XIX) realiza una crítica moral y antropológica a los tres
monoteísmos, argumentando que la idea de Dios es una invención de los poderosos, creída
por los desfavorecidos. Para Nietzsche, "Dios ha muerto", lo que significa que la creencia en
Dios se desvanece en una época donde cada vez más personas rechazan la idea de un Dios
monoteísta. Nietzsche proclama un nuevo ideal humano, uno que se base en la vida terrenal y
en valores éticos y políticos renovados.
En resumen, la influencia de Hume y el empirismo se extiende a filósofos posteriores que
desarrollan y transforman sus ideas en un contexto social, político y cultural específico. Estos
pensadores criticaron y cuestionaron las bases del pensamiento tradicional, especialmente en
relación con la religión y la concepción de la divinidad, promoviendo una visión más centrada
en la experiencia humana y en la autonomía moral y política.
NOCIONES
1.-Límites del Pensamiento y Principio de Copia
Hume argumenta que aunque el pensamiento humano parece tener la capacidad de concebir
cualquier idea, en realidad está limitado por la experiencia sensorial y los sentidos. Esto
significa que el contenido de nuestro pensamiento se basa en las percepciones que recibimos,
las cuales Hume divide en dos tipos: impresiones e ideas. Las impresiones son percepciones
más intensas y vivas, como las sensaciones que experimentamos directamente a través de los
sentidos o las emociones que sentimos internamente. Las ideas, en cambio, son
representaciones menos vivas derivadas de las impresiones. Hume sostiene que todas
nuestras ideas, incluso aquellas que parecen alejadas de la experiencia, tienen su origen en las
impresiones. Este principio de copia implica que las ideas simples son copias directas de
impresiones, mientras que las ideas compuestas surgen de la combinación o mezcla de ideas
simples. Según Hume, el pensamiento humano opera dentro de los límites impuestos por la
experiencia sensorial; nuestro poder creativo se limita a manipular y combinar los materiales
que nos proporcionan las impresiones. Este enfoque contrasta con la visión platónica, donde
las ideas son consideradas entidades independientes y perfectas que subyacen a la realidad
sensible. En resumen, para Hume, todas nuestras ideas y conocimientos provienen de la
experiencia sensorial, lo que lo caracteriza como un empirista que enfatiza el papel
fundamental de la percepción en la formación del pensamiento humano, en contraste con el
idealismo platónico que privilegia las ideas como la realidad última y modelo de la experiencia
sensible.
2- Impresiones e Ideas:
Según la filosofía de David Hume, existen dos tipos fundamentales de percepciones en la
mente humana: impresiones e ideas. Hume define percepción como cualquier contenido mental
que puede surgir a través de los sentidos, las pasiones o el pensamiento reflexivo. Todas
nuestras actividades mentales, desde ver y oír hasta juzgar y amar, se clasifican bajo el término
de percepción. Sin embargo, Hume sostiene que estas percepciones se dividen en dos
categorías principales según su vivacidad o intensidad. Las impresiones son las percepciones
más vivas e intensas, como las sensaciones directas que experimentamos al oír, ver, sentir,
amar u odiar. Estas impresiones pueden ser externas (provenientes de los sentidos) o internas
(emociones o pasiones). Por ejemplo, sentir dolor es una impresión externa, mientras que
experimentar amor es una impresión interna. Las ideas, en cambio, son percepciones menos
vivas y derivadas de las impresiones; representan copias o reflejos menos intensos de las
impresiones originales. Hume distingue entre ideas simples (copias directas de impresiones) e
ideas compuestas (mezclas de ideas simples). Según Hume, todas las ideas se originan en las
impresiones; incluso las ideas más abstractas, como la idea de Dios, son construcciones
derivadas de la experiencia sensorial. Hume rechaza la noción de ideas innatas, argumentando
que todas las ideas provienen de la experiencia empírica. Este principio de copia, donde las
ideas reflejan las impresiones, contrasta con las ideas cartesianas de Descartes, quien
postulaba la existencia de ideas innatas y ideas inteligibles que no dependen de la experiencia
sensorial. En resumen, Hume enfatiza que todo conocimiento y pensamiento humano se basa
en la experiencia sensorial, y las ideas son copias de las impresiones que recibimos a través de
los sentidos, en contraste con las concepciones innatistas de otros filósofos como Descartes.