UNIVERSIDAD            DE    NAVARRA
FACULTAD DE TEOLOGIA
            RAFAEL ARCE GARGOLLO
      LOS APÓSTOLES,
       TRANSMISORES
   DE LA REVELACIÓN
      (Historia del texto
y estudio crítico del número 7
 de la Constitución Dogmática
        «Dei Verbum»
   del Concilio Vaticano II)
     Extracto de la Tesis Doctoral presentada en la
   Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
                     PAMPLONA
                        1988
 Ad normam Statutorum Facultatis Theologiae Universitatis
        Navarrensis, perlegimus et adprobavimus
       Pampilonae, die 10 mensis iaunuarii anni 1987
Dr. Ioseph L.   ILLANES                Dr. Ioseph M.   UPJOS
   Coram Tribunali, die 15 mensis iunii anni 1983, hanc
   dissertationem ad Lauream Candidatus palam defendit
          Secretarais Facultatis
          Dr. Ioseph Emmanuel      ZUMAQUERO
      Excerpta e Dissertationibus in Sacra Theologia
                     Voi. XIV n. 5
                               PRESENTACIÓN
    La Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación del
Concilio Vaticano II constituye una sólida base para elaborar un
tratado dogmático sobre la Revelación, la Tradición y la Escri-
tura; basta una atenta lectura de su contenido para advertir que el
Concilio —aspirando a profundizar en la doctrina católica, y lejos
de anatematizar o entablar polémicas— ha legado a la Iglesia un
documento de riquísimos términos, un germen que estimula a un
mayor desarrollo para extraer toda la potencialidad contenida en
las declaraciones conciliares. Este propósito va siendo objeto,
desde 1965, de un gran número de publicaciones teológicas, que
ha conseguido buenos frutos: desde simples comentarios al texto
promulgado en el Concilio —editados sobre todo en los primeros
años—, hasta otros que, desde puntos de vista diversos, como el
bíblico o el ecuménico, han ahondado en las aportaciones del
Concilio. Algunos de esos escritos han sido elaborados por quie-
nes, en las Comisiones redactoras. fueron protagonistas de aque-
llos trabajos, lo que ilustra el ambiente de aquellos años y ofre-
cen datos de interés para la investigación. Tales obras se han
estimado clásicas y contribuyen, en términos generales, a la inter-
pretación recta del documento conciliar.
    No obstante, un nuevo y decisivo hito para la investigación ha
supuesto la publicación que, en 1970, realizó la Políglota Vaticana
de las Actas Conciliares, que contienen las intervenciones de los
Padres desde 1962 a 1965. Al editarlas, se puso a disposición de
los investigadores un espléndido instrumento para «llevar a un
más profundo conocimiento de los debates conciliares, y, por lo
mismo, a escudriñar profundamente la doctrina del Concilio Vati-
cano II» '. Este valioso instrumento ha comenzado a ser empleado
   1. «Fore vehementer confidi ut hoc opus ad profundáis cognoscendam discep-
tationem valeat et ideo ad doctrinam Concila Vaticani II intimius perscrutandam»
(Monitum de introducción a las Acta Synodalia,    A S I/I).- El significado de algu-
nas abreviaturas que se usarán a partir de este momento es el siguiente.- A A : Acta
et Documenta Concilio Oecumenico Vaticano II Apparando,         series I y II ( F a s e s
 310                         rafael arce   gargollo
 en obras de investigación, que reflejan ya los primeros frutos de
penetración en los documentos del Concilio.
    Con estos precedentes, el trabajo que ahora presentamos
puede definirse mejor. No se trata de un comentario más a la
Dei Verbum, ni de un estudio más o menos fundamentado en
las Actas Conciliares. El método que utilizamos se caracteriza,
respecto a otros trabajos, por el deseo de analizar el texto de la
Constitución dogmática en sus mismas raices, con un segui-
miento estricto de su itinerario en el Aula conciliar, pues una
justa interpretación debe partir de su génesis histórica. El ver-
dadero significado de un documento como éste y las aportacio-
nes que conlleva para la Iglesia y la Teología, se clarifican
mejor cuando es objeto de estudio no de una forma aislada,
sino en el contexto de los esquemas precedentes, y a la luz de
las propuestas y discusiones de los Padres que los hicieron
nacer en cada una de sus fases. Este método lo hemos aplicado
a uno de los números del documento conciliar, el primero del
capítulo II (n. 7), que es el objeto de nuestra investigación.
    Para conocer lo que la Tradición en sí misma, y sus rela-
ciones con la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, ha
supuesto en el conjunto del Vaticano II, es importante estudiar
la perspectiva o contexto en que los temas vienen presentados
en el mencionado Capítulo, es decir, la transmisión de la Reve-
lación en los Planes de Dios, su realización en Cristo y la que,
hecha a los Apóstoles, es objeto de transmisión a la Iglesia.
    Tal perspectiva se enuncia en el n. 7, que es como un
preámbulo del capítulo entero, y cuyo análisis según el método
histórico que hemos descrito, es una adecuada introducción a
cualquier trabajo que pretenda conocer esta doctrina.
    La primera parte de nuestra tesis doctoral consistió en un
estudio de la génesis del texto en su laboriosa confección a tra-
vés de las sucesivas redacciones, retoques y enmiendas. Esta
larga maduración hecha por los Padres conciliares ocupa seis
años de trabajo: desde las consultas preliminares de la fase
antepreparatoria (1959) hasta la promulgación de la Constitu-
antepreparatoria y preparatoria del Concilio).- A S : Acta Synodalia Sacrosancti
Oecumenici Concila Vaticani Secundi. La forma de citar esta fuente es: el pri-
mer número romano corresponde al volumen, y el segundo al de tomo (pars),
seguido de la página.- A A S : Acta Apostolicae Sedis.- DV: Constitución Dog-
mática Dei    Verbum.
                           PRESENTACIÓN                       311
ción dogmática (1965). El número 7 del documento tiene pro-
piamente un itinerario de tres años más —el tiempo en que el
proyecto de Constitución permaneció en las Aulas Concilia-
res—, pero en la tesis quisimos extender su historia hasta los
primeros antecedentes para mostrar la evolución doctrinal que
sufrió el tema de la transmisión de la Revelación en todas sus
fases. Para describir la historia del texto procedimos a encua-
drarlo en la historia del documento, circunscrita a la del Capí-
tulo II. Con este fin nos servimos de algunas obras que
principalmente aportan el aspecto cronológico, fechas exactas,
etc., datos que luego hemos procurado completar con los que
proporcionan las Actas Synodalia.
   La historia del texto es por tanto presentada de forma cro-
nológica. Sin embargo, el método que seguimos para confeccio-
nar el trabajo fue inverso.
    Una vez conocido el texto final, nos remontamos a buscar
todos los precedentes de cada uno de sus términos y la evolu-
ción que estos siguen desde el comienzo, pasando por las pro-
puestas de los Padres y las decisiones de. los redactores en
cada fase. Este trabajo exigió leer cada una de las intervencio-
nes de los Padres, de 1962 a 1965, que se refieren el Capítulo
II, y entresacan lo referente a nuestro tema; una vez clasifica-
das por temas más específicos, las presentamos hilvanadas, con
una secuencia lógica, para evitar un simple catálogo de datos
aislados.
    La historia del texto que recogemos en nuestro trabajo es
completa en lo que corresponde al período que se extiende
desde 1963 a 1965 con los datos que proporcionan las Actas
del Concilio. Sin embargo, los antecedentes del texto, es decir,
lo que va del esquema I —De Fontibus Revelationis— al II,
—que elaboró la Comisión Mixta—, no son perfectamente dis-
tinguibles pues las Actas no dan noticias suficientes del porqué
de la redacción del esquema II. Los cambios efectuados son
tan sustanciales —el primer esquema se abandonó definitiva-
mente—, que para explicarlos nos hemos tenido que servir en
esta etapa de algunas intervenciones de los Padres y otros
datos de interés que proporcionan algunas obras sobre el
ambiente dentro y fuera del Aula conciliar. En este punto,
como en otros, para conocer con detalle los motivos de algunas
enmiendas, sería preciso ir a las Actas de las comisiones y subco-
 312                           RAFAEL ARCE GARGOLLO
misiones redactoras (Mixta, Doctrinal y Técnica), pero esos
documentos aún no han sido publicados.
    La segunda parte del trabajo está constituida por el estudio
sistemático y critico del n. 7 de la Dei Verbum, en el que
damos una visión de lo que el magisterio conciliar ha querido
enseñar. El hilo que une estas consideraciones son los datos
históricos del documento que fundamentan cada una de las
palabras empleadas. Si en algún punto las Actas no proporcio-
nan suficiente razón de algunos términos, acudimos a otros
documentos del Concilio que favorecen la recta interpretación y
a obras que ilustran estos aspectos. Desde luego, procedemos
siempre en consonancia con las Actas conciliares para evitar
interpretaciones personales del texto.
    Quien consulte esta parte de nuestro trabajo podrá profundi-
zar en el texto conciliar y apreciar que se trata de un docu-
mento de rico contenido, bien trabado, pensado en cada una de
sus partes y sin elementos supérfluos. Un texto, además, que
está en relación estrecha con el resto del documento. Se podrá
advertir también que las deliberaciones conciliares siguieron un
iter que, paso a paso, va al fondo de la Palabra divina a la que
pretende servir.
    A esta tarea efectuada por el Concilio Vaticano bien pode-
mos aplicarle lo que Juan Pablo II recomendaba a un grupo de
teólogos: «Permaneced siempre en diálogo con la Tradición
viva de la Iglesia. Extraed de ella tesoros a menudo no descu-
biertos aún. Haced ver a los hombres que, obrando así, no os
abandonáis a las reliquias del pasado, sino que nuestra gran
herencia, que se extiende desde los Apóstoles a nuestros días,
encierra un rico potencial capaz de dar respuesta a los interro-
gantes actuales. Si somos capaces de percibir el eco que han
dejado en la Tradición viva de la Iglesia, podemos entonces
transmitir mejor el Evangelio» .           2
    Del trabajo realizado, reflejado en la tesis doctoral, ofrece-
mos aquí el capítulo primero de la segunda parte, resumido en
algunos puntos y ligeramente reformado en otros.
    No resta sino agradecer a cuantos nos guiaron en nuestra
investigación: A D. Arturo Blanco, que me inició en este tema
  2 . Discurso a los profesores de Teología en Altóting, Alemania, 18-XI-
1980. Juan Pablo II, Enseñanzas..., 1 9 8 0 (julio-diciembre, II-b), pp. 8 4 3 - 8 4 4 .
                          PRESENTACIÓN                     313
con útiles indicaciones que sirvieron para estructurarlo. A D.
José Luis Illanes y a D. César Izquierdo, que lo dirigieron
pacientemente hasta el momento de su presentación como tesis
doctoral. A D. José Miguel Odero por su cordial ayuda. Un
recuerdo, finalmente, a todos los restantes profesores de la
Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
                                ÍNDICE DE LA TESIS
                                                                               Pág.
ÍNDICE                                                                            I
TABLA DE ABREVIATURAS                                                          XI
INTRODUCCIÓN                                                                  XII
TEXTO OBJETO DE ESTUDIO                                                       XXIV
                                PRIMERA   PARTE:
                        HISTORIA   DEL TEXTO   D E L N.   7
                   DE    LA   CONSTITUCIÓN   «DEI   VERBUM»
CAPÍTULO      I:   LAS FASES ANTEPREPARATORIA Y PREPARATORIA DEL CONCI-
                   LIO ELABORACIÓN DEL ESQUEMA I «DE FONTIBUS REVELA-
                   TIONIS                                                        2
1.   Las consultas preconciliares de la fase Antepreparatoria                    4
2.   La Comisión Teológica Preparatoria                                         14
3.   U n primer proyecto de esquema sobre «las fuentes de la Revela-
     ción»                                                                      15
4.   El proyecto de esquema De Fontibus Revelationis                            18
5.   Contenido del texto                                                        22
6.   Presentación del proyecto de De Fontibus Revelationis a la Comisión
     Central Preparatoria                                                       28
     a) Criticas al esquema en su conjunto                                      31
     b) Observaciones del Capítulo I                                            33
     c) Votación del Esquema en la Comisión Central Preparatoria                39
7.   El Esquema enmendado antes de su presentación en el Concilio . . .         41
8.   El parecer de los Padres antes de la inauguración del Concibo. Los Es-
     quemas no oficiales                                                        47
     a) Texto de Rahner                                                         48
     b) Texto de Congar                                                         51
CAPITULO II: EL ESQUEMA «DE FONTIBUS REVELATIONIS» DISCUTIDO EN
             EL CONCILIO                                                        56
A) Presentación oficial del Esquema en el Aula Conciliar                        59
 316                              RAFAEL ARCE GARGOLLO
B) Juicio de los Padres al contenido del texto                                 65
     1.   El rechazo general de los Padres                                     66
     2.   Criticas al esquema en general                                       69
     3.   Puntos positivos del esquema                                         74
     4.   Suspensión de las discusiones sobre el esquema                       75
     5.   Observaciones de los Padres sobre temas concretos                    77
          a) Necesidad de un proemio y de un tratamiento sobre la Reve-
             lación                                                            77
          b) Títulos del esquema y del Capitulo I                              78
          c)   El carácter salvifico de la Revelación                          79
          d)   La Revelación de Cristo: palabras y hechos                      80
          e)   El lugar eminente de Cristo como revelador                      81
          f)   La concepción de la Palabra de D i o s y Evangelio              82
          g)   U n tratamiento más extenso sobre la Tradición                  87
          h)   Sobre la misión de los Apóstoles y la de sus sucesores . . .    90
C) La contribución del Secretariado para la Unidad de los Cristianos           97
   a) El informe sobre «Tradición y Escritura»                                 99
   b) El esquema « D e Verbo D e i »                                          102
C A P Í T U L O III: E ESQUEMA n «DE DIVINA REVELATIONE» ELABO-
                     RADO POR LA COMISIÓN MIXTA                               105
1.   La Comisión Mixta                                                        108
2.   Trabajos preparatorios                                                   110
3.   Redacción del esquema II                                                 113
4.   El   Esquema II enviado a los Padres                                     120
     a)   El Proemio                                                          122
     b)   El Capitulo I (De Verbo Dei Revelato)                               127
     c)   El n. 7, «Aposto!i praedicatores Evangelii»                         128
C A P Í T U L O IV: OBSERVACIONES DE LOS PADRES AL ESQUEMA II «DE
                        DIVINA REVELATIONE»                                   132
A ) Observaciones al esquema en general                                       135
B) Observaciones al Capítulo I                                                141
   1. El Título                                                               141
   2. El poco espacio dedicado a la Tradición                                 144
C) Observaciones sobre el n. 7                                                148
   1. La N o c i ó n de «Evangelio»                                           148
   2. Los Apóstoles primero predicaron y luego escribieron los libros
      sagrados                                                                153
   3. El papel de los «varones apostólicos»                                   157
   4. La fuente de la predicación apostólica                                  158
   5. La fidelidad de los Apóstoles                                           160
   6. La acción del Espíritu Santo en la predicación apostólica               161
   7. La transmisión de la Revelación no fué sólo oretenus facta              164
   8. La sucesión apostólica                                                  170
                          LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                       317
D ) D o s ideas completamente nuevas                                          174
    1. La voluntad de D i o s de que se transmita la Revelación               174
    2. La Sagrada Escritura y la Tradición son «como un e s p e j o » . . .   175
C A P Í T U L O V: HACIA LA ELABORACIÓN DEL ESQUEMA III                       177
1.   Clasificación de las propuestas de enmienda                              178
2.   Los trabajos de la subcomisión especial                                  180
     a) Textos de K. Rahner e Y. Congar                                       183
     b) Textos de J. Heuschen                                                 184
     c) El texto de Betti                                                     187
     d) Redacción del esquema III                                             188
3.   El   nuevo texto presentado en el Aula Conciliar                         193
     a)   La importancia del capítulo II                                      194
     b)   La Relatio explicativa del n. 7                                     196
     c)   Explicación de los cambios introducidos en el nuevo n. 7            201
CAPÍTULO VI: OBSERVACIONES DE LOS PADRES AL ESQUEMA III Y s u s
            ENMIENDAS                                                         207
A ) Juicio de los Padres sobre el nuevo texto                                 208
B) Observaciones al titulo del capitulo II                                    211
C) Comentarios al n. 7                                                        214
    1. El título                                                              214
    2. Sobre el concepto de Evangelio                                         215
    3. Los Apóstoles en la ejecución del mandato de predicar dado
       por Cristo                                                             217
       a) La predicación oral                                                 217
       b) La predicación escrita                                              221
    4. Diferencias entre los Apóstoles y sus sucesores                        225
    5. La Tradición «apostólica»                                              226
    6. La imagen del «espejo»                                                 228
D ) Examen de las observaciones, y el nuevo n. 7 (Esquema IV) . . .           232
E) Explicación de los cambios introducidos                                    235
C A P Í T U L O V i l : LA ÚLTIMA FASE DE LA ELABORACIÓN DE LA CONSTITU-
                       CIÓN: VOTACIONES AL ESQUEMA IV Y ÚLTIMAS ENMIEN-
                       DAS                                                    237
1.   Votaciones al Esquema IV                                                 238
2.   Clasificación de los votos placet iuxta   modum                          241
3.   Los Modi al n. 7 del capítulo II                                         244
     a) Modi aceptados                                                        245
     b) Modi rechazados                                                       248
4.   La votación sobre las enmiendas                                          255
5.   Texto definitivo del n. 7                                                258
6.   Votación final y promulgación                                            260
 318                                    RAFAEL ARCE GARGOLLO
                                  S E G U N D A PARTE:
                          E S T U D I O CRITICO D E L N . 7
CAPÍTULO I: LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN POR LOS APÓSTOLES                                 263
L      Los Apóstoles, testigos de la Revelación de Cristo y enseñados por el
       Espíritu Santo                                                                       264
       A ) Los Apóstoles: su lugar eminente en la transmisión de la Re-
           velación                                                                         264
       B) Los Apóstoles testigos de Jesucristo                                              268
       C) Los Apóstoles reciben con el Evangelio toda la Revelación                 ...     275
       1. Lo que recibieron de conversatione      et operibus Christi                       279
       2. Lo que aprendieron del Espíritu Santo                                             286
          2.1. Fijación del depósito revelado                                               287
          2 . 2 . ¿Dictante o suggerente!                                                   294
                   a) U n poco de historia                                                  295
                   b) Los Concilios de Trento y Vaticano T                                  299
                  c) El significado de suggerente   en la Dei Verbum                        301
II.    La Misión       Apostólica                                                           307
       A ) Los Apóstoles enviados a predicar                                                307
       B) La comunicación de bienes espirituales con la predicación                  (eis
          dona divina communicantes                                                         311
UJ. La predicación         de los Apóstoles,     transmisora   de la Revelación             319
       A ) El aspecto biforme de la predicación                                             319
           1. La predicación de los Apóstoles no escrita                                    320
              a) La predicación in exemplis                                                 325
              b) La precicación in institutionibus                                          328
           2. La predicación escrita e inspirada del tiempo apostólico . . .                333
              a) La redacción de las Escrituras                                             333
              b) Los escritos apostólicos son posteriores a la predicación
                 no-escrita                                                                 337
              c) Los varones apostólicos autores de las Escrituras                          341
       B) La fidelidad de los Apóstoles como transmisores                                   346
       C) La predicación apostólica es un depósito y se cierra con la
          muerte de los Apóstoles                                                           353
IV     Los Apóstoles      dejan     en sus sucesores   su propio   cargo en el    Magis-
       terio                                                                                362
       1. El tema de la sucesión apostólica en la Dei Verbum                                363
       2. Necesidad de perpetuar la transmisión íntegra del Evangelio . . .                 365
       3. Explicaciones heterodoxas a este problema                                         368
          a) Los Apóstoles ño pudieron tener como sucesores a otras per-
             sonas . . ,                                                                    368
          b) Entre la época apostólica y la posterior no ha habido conti-
             nuidad- un viraje práctico a sola Scriptura                                    371
       4. Refutación a esas teorías: lo que enseña la Dei Verbum                            374
          a) Los Apóstoles sí pudieron tener sucesores, y de hecho lo hi-
             cieron                                                                         374
                          LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                    319
       b) N o hay solución de continuidad entre la época apostólica y la
          postapostólica: obispos y Apóstoles praecones  Evangelii  ...    383
C A P Í T U L O II: TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN Y TRADICIÓN               392
A) La Tradición y la Escritura son veluti speculum                         395
B) N o c i ó n de Tradición en el n. 7: Haec Sacra Traditio                400
   1. Antecedentes en la Teología de la Tradición anterior al Va-
        ticano II                                                          402
   2. ¿El Concilio aporta directamente un concepto de Tradición?           410
   3. Elementos para una noción de Tradición                               414
C) La Iglesia transmisora de la Revelación hasta el final de los siglos    423
CONCLUSIONES                                                               430
ANEXOS: Antecedentes del n. 7 y su texto en los sucesivos esquemas         441
                                 BIBLIOGRAFÍA D E L A TESIS
 1. Fuentes         oficiales
Acta et Documenta Concilio Oecumenico Vaticano II Apparando,            Series I y II
    ( F a s e s Antepreparatoria y Preparatoria), Typis Polyglottis Vaticanis, 1 9 6 0 -
    1969.
Acta Synodalia    Sacrosancti      Concila                Oecumenici    Vaticani       Secundi,   Typis
    Polyglottis Vaticanis, 1 9 7 0 - 1 9 8 0 .
Sacrosanctum   Oecumenicum     Concilium  Vaticanum                      Secundum.        Schemata   et
    Decretorum  de quibus disceptabitur  in Concila                     sessionibus.      Series prima
    (Typis Polyglottis Vaticanis, 1962).
2. Obras generales          sobre       la Constitución     Dogmática     «Dei     Verbum»
A A . W . La Révélation Divine, 2 vol., sous la direction de B. D . DUPUY, Les
    Editions du Cerf, Paris 1 9 6 8 , (ed. castellana: La Revelación Divina 2 vols,
    trad. C. Sánchez Gil, Ed. Taurus, Madrid 1970).
A A . W . Comentarios a la Constitución   «Dei Verbum» sobre la Divina                             Reve-
    lación, ed. dirigida por L. A . Schôkel, B A C , Madrid 1 9 6 9 .
ARENAS BENITEZ, J., Historia de la Constitución  Dogmática  «Dei   Verbum»,
   Tesis Doctoral, Facultad de Teologia de la Universidad de Navarra, Pam-
   plona 1 9 8 1 .
BAUM, G., Vatican IV s Constitution      on Revelation:         History                and    Interpreta-
   tion, «Theological Studies» 2 8 ( 1 9 6 7 ) , pp. 5 1 - 7 5 .
Il Concilio Vaticano II. Cronache del Concilio Vaticano, edite de «La Civiltà
    Cattolica» 4 vols, a cura di GIOVANNI CAPRILE, Roma, 1 9 6 5 - 1 9 6 6 .
GRANADOS, A . , The dogmatic            Constitution          on Revelation      Herdkor 3 ( 1 9 6 6 ) ,
  pp. 4 0 - 4 4 , cf. 2 ( 1 9 6 5 ) , pp. 1 6 - 2 1 .
    — La Palabra de Dios                 en el Concilio      Vaticano   II, Rialp., col. Patmos n°
    127, Madrid 1 9 6 6 .
HOLSTEIN H., La Constitution                 «Dei   Verbum»      sur la divine     révélation,    Viech
    2 0 ( 1 9 6 7 ) , pp. 4 3 - 5 9 .
MEJIA J., Esquema            de ¡a Revelación         divina,    «Criterio» 37 ( 1 9 6 4 ) , pp. 7 7 6
  y ss.
 322                                        RAFAEL ARCE    GARGOLLO
P E R A R N A U , J., La Constitución          dogmatica       sobre        la Revelación        divina   Caste-
     llón de la Plana 1966.
PRECEDO LAFUENTE, J., Comentario a la Constitución dogmática «Dei Verbum»
   sobre la Divina Revelación, «Compostellanum» II (1966), pp. 263-328.
SALAVERRI, J., Planteamiento,        discusión y éxito de la Constitución    dogmàtica
   «Dei Verbum» sobre la Divina Revelación,              «Estudios Eclesiásticos» 41
   ( 1 9 6 6 ) , pp. 5 1 5 - 5 2 3 .
TORRELL, J. P.,La           Constitución        «Dei     Verbum»,       «Revue Thomiste» 66 ( 1 9 6 6 ) ,
   pp. 6 3 - 8 5 .
3. Obras sobre el cap. II de la «Dei                   Verbum»:        Transmisión         de la      Revelación
   y   Tradición
A N T O N , A . , Revelación      y Tradición en la Iglesia: «Gesta et Verba» sus ele-
     mentos constitutivos,         «Estudios Eclesiásticos» 4 3 ( 1 9 6 8 ) , pp. 2 2 5 - 2 5 8 .
B E A , A . , La doctrina        del    Concilio       sobre   la Revelación,           Ed. Razón y F e ,
     Madrid 1968.
BETTI, U . , Commento a la Costituzione                    Dogmatica          sulla   Divina         Revelazione,
   Ed. Massimo, Milano 1966.
     — La Costituzione           dogmatica       sulla    Divina    Rivelazione,           4» ed., Elle Dici,
       Torino 1967.
     — La Tradizione       é fonte           di Rivelazione?,          «Antonianum» ( 1 9 6 3 )           XXX-
       VIII, pp. 3 1 - 4 9 .
     — De Sancta Traditione                  in Concilio       Vaticano        II,    «Antonianum»,          XLI
       ( 1 9 6 6 ) , pp. 3-15.
     — La Rivelazione   divina nella Chiesa.                   La Trasmissione   della Rivelazione
       nel capitolo   II della Costituzione                     dogmatica   «Dei Verbum»    Roma
       1970.
     — De~~Sacra
       /         Traditione iuxta Constituionem                                       Domaticam«DeiVerbum»,
     / Acta CV. I. de Tehologia Vat. II, Roma 1966.
CAPRILE, G., Tre emmendamenti     allo schema sulla Rivelazione.                                  Appunti     per
   la storia del testo. CC 117 ( 1 9 6 0 , 1 ) pp. 2 1 4 - 2 3 1 .
FRANZINI, A . , Tradizione e Scrittura. Il contributo del Concilio                                Vaticano     II,
   Pontificia Universitas Gregoriana, Brescia 1 9 7 8 .
G A L I A N O , A . , Concilio Vaticano II. Const. Dogm. «Dei Verbum». La supera-
     ción de una controversia         «Mayéutica», voi. Vili ( 1 9 8 2 ) nn. 2 2 y 2 3 .
I B A Ñ E Z - A R A N A , A . , Escritura     y Tradición       en el Vaticano             II,   «Lumen»       15
      ( 1 9 6 6 ) , pp. 2 4 4 - 2 5 5 .
ITURRIOZ, D „ La Tradición          transmisora                de      la    Revelación,         «Estudios    de
   Deusto» 15 ( 1 9 6 7 ) , pp. 4 1 7 - 4 5 4 .
LATOURELLE, R., Ña Révéñation et sa transmission   selon la Constitution                                     «Dei
   Verbum», «Gregorianum» 47 ( 1 9 6 6 ) pp. 5-40.
                                              BIBLIOGRAFÍA DE LA TESIS                                         323
MARTINI, C. M . , Alcuni aspetti della costituzione       dogmatica                             «Dei      Verbum»
  «La Civiltà Cattolica» 117 ( 1 9 6 6 , 2 ) , pp. 2 1 6 - 2 2 6 .
STRAMARE, T., La Parola di Dio vivente                                nella   Chiesa,    Libr. Hditr. Reden-
   zione, Napoli-Roma 1 9 6 8 .
VARGAS MACHUCA, A . , Escritura y Tradición                                en la Constitución «Dei Ver-
   bum», cap. II. Perspectivas para el diálogo                            ecuménico, «Estudios Eclesiás-
   ticos» 47 ( 1 9 7 2 ) , pp. 189-204.
VIDAL LÓPEZ, F., Sinopsis crítica al prólogo y a los capítulos I y II de la
   Constitución Dogmática  «Dei Verbum», Tesis Doctoral, Facultad de Teo-
   logía de la Universidad de Navarra, Pamplona 1 9 8 3 .
4. Otros       estudios
BENOIT, P., La Tradition                  selon      O. Cullman,         «Exégèse et T h e o l » , 2 ( 1 9 6 1 ) ,
   pp. 3 0 9 - 3 1 7 .
BILLOT, L., De Immutabilitate Traditionis contra Modernam                                   Haeresim         Evolu-
   tionismi, Universitas Gregoriana, Romae 1 9 2 2 .
BOYER, C , Traditions                   apostoliques        non écrites,         «Doctor     Communis»           15
   ( 1 9 6 2 ) , pp. 5 - 2 1 .
BRUNO, F . , Le tradizione apostoliche nel Concilio di Trento, «Studi di scienze
   ecclesiastiche» (Aloisiana, 1), Napoli 1 9 6 0 , pp. 3 1 7 - 3 3 4 .
DANIELOU, J . , QU' est-ce que la Tradition                       Apostolique?          «Dieu vivant», 26-26
    ( 1 9 5 4 - 1 9 5 5 ) , pp. 7 1 - 7 8 .
DUPONT, J . , Écriture et Tradition,                   «Nouvelle Rev. Théologie», 85 ( 1 9 6 5 ) , pp.
   337-356 y 4 4 9 - 4 6 8
DUPUY, B. P., La sucesión                     apostólica    en la discusión          ecuménica,    «Istina» 12
    ( 1 9 6 7 ) , pp. 3 9 1 - 4 0 2 .
FERRARA, R., En torno a la noción                                de     Tradición.      Ensayo          sistemático,
   «Theologia» 1 ( 1 9 6 3 ) , pp. 2 2 5 - 2 5 1 .
FILOGRASSI, G., La tradizione divino-apostólica     e il Magisterio   ecclesiastico,
   «La Civiltà Cattolica», HI ( 1 9 5 1 ) pp. 137-147; 384-393 y 4 8 6 - 5 0 1 .
FOLCH, G. C , A Revelaçao                       Divina     «Revista Eclesiástica Brasileira» X X V I
    ( 1 9 6 6 ) , pp. 8 1 6 - 8 3 6 .
FRANZELIN, I. B., Tractatus                     de Divina       Traditione      et Scriptura,      Typographia
    Polyglotta S. C. de Propaganda Fidei, Roma 1 8 9 6 .
GERHARDSON, B.,                 Tradition         and transmission            in Early     Christianity,       Ed.
    C.W.K. Gleerup, Lund 1 9 6 4 .
GHERARDINI,          B., Sul concetto               teologico     di     Tradizione,      «Divinitas»,       Anno
    XVII, Fase. II, mayo 1 9 7 3 .
IBAÑEZ-ARANA, A . ,               Escritura         y Tradición.          Historia      de una         controversia,
    «Lumen» 11 ( 1 9 6 2 ) , pp. 4 3 1 - 4 4 3 .
JOURNET, Ch., Le message révélé, (sa transmission, son développement, ses
   dependances). Desclée de Brouwer, Bruges 1 9 6 3 .
   — L' Eglis.  ->'i Verbe Incarné. Vol. I. La Hiérarchie Apostolique 2« éd.,
      Desclée     Brouwer, Bruges 1 9 5 5 .
 324                             RAFAEL ARCE GARGOLLO
KERRIGAN, A., De traditionis         evangelicae       e originibus            ac       transmissione,
   «Antonianum» ( 1 9 6 3 ) , X X X V I I I , pp. 4 3 4 - 4 4 2 .
LATOURELLE, R., Teología         de la Revelación,          2* ed., Ed. Sigúeme, Salaman-
   ca 1 9 6 9 .
LENGSFELD, P., Tradition, Écriture             et Eglise    dans   le dialogue          oecuménique.
   Ed. de l'Orante, Paris 1 9 6 4 .
MENOUD, H., Révélation        et Tradition,       «Vernum Caro», 7 ( 1 9 5 3 ) , pp. 2 - 1 0
MICHEL, A . , Circa notionem  Traditionis,   « D e Scriptura et Traditione»,
   Pontificia Academia Mariana Internationalis, Roma 1 9 6 3 , pp. 4 - 1 5 .
MiRALLES, A . , El concepto     de Tradición       en Martín       Pérez    de Ayala,      EUNSA
   Pamplona 1 9 8 0 .
MOELLER, C , Théologie        de la Parole       et oecuménisme,          «Irenikon» 2 4 ( 1 9 5 1 ) ,
  pp. 3 1 3 - 3 4 3 .
MOUROUX J . , A travers       le monde        de la foi,      Les Editions du Cerf, Paris,
  1968.
NEBREDA, A . , Role of Witness          in transmitting     the Message,        «Theol. Dig.» 12
   ( 1 9 6 4 ) , pp. 6 7 - 7 3 .
RANFT, J . , La Tradition vivante.        Unité et développement,           «L' Eglise est une»,
  Paris 1 9 3 9 , pp. 1 0 2 - 1 2 6 .
SULLIVAN, F . A , A New Historical              Study     of Tradition,      «Gregorianum» 45
   ( 1 9 6 4 ) , pp. 5 3 6 - 5 4 2 .
  LOS APÓSTOLES, TRANSMISORES
       DE LA REVELACIÓN
    El carácter único y excepcional de la figura de los Apóstoles
de Cristo, en el marco de la divina Revelación y su transmisión a
través de los siglos, es algo bien constatable por las múltiples refe-
rencias que de ellos se hace en la Escritura. Ha sido indudable-
mente un gran acierto de la Constitución dogmática Dei Verbum
presentar ese carácter trascendental de la misión apostólica en los
escuetos, pero riquísimos términos que le dedica.
    De acuerdo con el esquema de la Constitución, resulta claro
que la misión de los Apóstoles debe ser entendida como parte del
conjunto del decreto divino trazado desde antiguo por Dios en
orden a revelar a los hombres los designios de su Bondad y Sabi-
duría. «Dispuso Dios... revelarse a Sí mismo y dar a conocer el
misterio de su Voluntad» (n.2) para que los hombres nos hiciése-
mos partícipes de su naturaleza divina y de sus designios salvado-
res. Las promesas redentoras, que culminarán llegada la plenitud
de los tiempos, fueron manifestadas gradualmente desde el princi-
pio, y transmitidas mediante la elección de un pueblo escogido que
preparase el camino del Evangelio y conservase, por los siglos, la
espera de la Redención (cfr. n. 3). Ese proceso llega a plenitud en
Cristo, de cuya vida y palabras los Apóstoles fueron testigos. A
través de los Apóstoles el designio divino se extiende a la
entera humanidad.
    En las páginas que siguen intentaremos exponer las líneas
esenciales de su figura y de su misión tal y como se desprende de
las enseñanzas de la Dei Verbum. La exposición —en la que pro-
curaremos evocar el transfondo bíblico de la Constitución
conciliar— presupone los análisis realizados, al estudiar el
desarrollo de los trabajos conciliares, tal y como los documen-
tan las Actas.
326                        RAFAEL ARCE GARGOLLO
I. LOS APÓSTOLES, TESTIGOS DE LA REVELACIÓN DE CRISTO Y
   ENSEÑADOS POR EL ESPÍRITU SANTO, RECIBEN CON EL
   EVANGELIO TODA LA REVELACIÓN
A. Los Apóstoles son testigos excepcionales de Cristo y de
   la Revelación
    El testimonio que Cristo dio de sí mismo, de su misión y de
los decretos salvadores de Dios Padre, podrá seguirse oyendo
siempre gracias a sus Apóstoles, constituidos testigos por Jesucris-
to ya desde antes de la Ascensión (Cfr. Le 24,47; lo 14, 48; Act 1,8).
    La comunicación de la Revelación a los hombres, es decir,
el anuncio de «que el Padre envió a su Hijo como salvador del
mundo» (I lo 4,14), se hace accesible por la experiencia histó-
rica constatable de unos pocos que atestiguan todas las pala
bras y obras del Maestro, «desde el bautismo de Juan hasta el
día en que apartándose de nosotros, subió al cielo» (Act 1, 22).
    Ellos han sido constituidos testigos y son conscientes de esa
función en la vida de la primitiva Iglesia; predican y ponen por
escrito lo que vieron y oyeron, «como quienes han sido testigos
oculares» (2 Petr 1,16; Cfr. Act 3,15; 5,32; 4,20).
    Dar testimonio es, pues, una característica de la actividad
apostólica, tal como se manifiesta ya desde el mismo aconteci-
miento de la Resurrección. Por eso el término «testigos»
designa principalmente a los Apóstoles (Act 10, 39,41; 13,31).
El ser «testigos connota tres rasgos que configuran este título:
primero haber sido elegidos de Dios (Cfr. Act 10,41; 1,26),
después, haber convivido con Cristo durante su vida y después
de la Resurrección (Cfr. Act 1,22); en tercer lugar haber reci-
bido una misión para dar testimonio ante los demás (Cfr. Act.
1, 8). San Pablo participa también de estas cualidades pues ha
sido llamado a atestiguar ante los hombres (Cfr. A c t 22, 14-
15), y Cristo se le aparece para que sea «ministro y testigo» de
su Resurrección (Cfr. Act 16,16). Ciertamente S. Pablo no fue
testigo de la vida terrena de Jesucrito, pero el Señor le revelo
la realidad de su vida gloriosa y le dio a conocer al mismo
tiempo su identidad: la de Jesús de Nazaret, el mismo que
había muerto y ahora vive (Cfr. Act. 22, 6-8; 25, 1 9 ) ' .
  1. «Pablo conocia Cristo y enseñó, con sus obras, cómo deben ser los que
de él han recibido su nombre, pues lo imitó de una manera tan perfecta que
                               LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                                   327
    Testigo por excelencia es, por tanto, el que conoce por rela-
ción directa y personal la vida de Jesucristo. Los Apóstoles le
han seguido a todas partes, «comieron y bebieron con El des-
pués de resucitado de entre los muertos» (Act 10,41), y por
eso serán sus testigos en el mundo entero (Cfr. Act 1.8). Como
dice San Lucas, tratándose de «testigos oculares y ministros de
la Palabra» (Le 1, 2 ) , por haber vivido en intimidad con
Cristo, teniendo una experiencia viva y directa de su persona,
de su doctrina y de su obra, luego difundirán abiertamente con
su predicación todo lo que conocieron. De esta forma la decla-
ración de los testigos apostólicos se presenta como elemento
constitutivo de la Revelación porque los Apóstoles conocieron
más que ningún otro y de modo más pleno los misterios de
la fe \
    Era tal su contacto con Dios hecho hombre que se ha de
afirmar que «los Apóstoles no tienen rival en el conocimiento
de Jesucristo...»; «no tuvieron el conocimiento 'explícito' que
posee ahora la Iglesia; pero su conocimiento de Cristo y de la
Revelación pudo superar cualquier otro conocimiento actual o
venidero por su intensidad, profundidad, riqueza de intuición y
por su carácter de totalidad» .                3
mostraba en su persona una reproducción del Señor, y a que, por su gran dili-
gencia en imitarlo, de tal modo estaba indentificado con el mismo ejemplar, que
no parecía ya que hablara Pablo, sino Cristo» ( S . GREGORIO DE NISA, Sobre el
perfecto modelo del cristiano,          PG 46, 254-255)
    2. Se trata de una afirmación tradicional. A s i lo expresa SAN GREGORIO
MAGNO: «Con el correr del tiempo fue acrecentándose la ciencia de los patriar-
cas; pues Moisés recibió mayores ilustraciones que Abraham en la ciencia de
D i o s omnipotente; y los profetas las recibieron mayores que Moisés, y los
Apóstoles, a su vez, mayores que los profetas» (In Ezechielem                          Lib. 2 , hom.
4 , 1 2 P L 7 6 , 9 8 0 ) . Cfr. también S. IRENEO (Adv. Haereses 3,1-2) TERTULIANO
(De Praescrip.,         22) y EPIFANIO (Haer., 6 6 , n. 6 1 ) . La misma idea aparece en
Sto. TOMÁS cuando dice: «Qui fuerunt propinquiores Christo, vel ante, sicut
loannes Baptista, vel post, sicut apostoli, plenius mysteria fidei cognoverunt»
(S.Th., I-II, q. 1 0 6 , a. 4; I H I , q . l , a.7, ad.4; q . 1 7 1 , a . l , a d . l ) .
    3. LATOURELLE, R., Teología de la Revelación..               Ed. Sigúeme, 2» ed. Sala-
manca 1 9 6 9 , p. 4 6 6 . Son elocuentes también estas palabras sobre el conoci-
miento que los Apóstoles tuvieron de Crito y de la Revelación que habían de
transmitir: «supremo, excepcional, que contenía, en una intuición superior, el
sentido explícito, inmediatamente comprensible del depósito por ellos entregado
a la Iglesia primitiva» y que «superaba además lo que la Iglesia, asistida por el
Espíritu podrá descubrir en el transcurso de los siglos, explicitando o desarro-
llando el primer depósito» (JOURNET, Ch., V Eglise du Verbe incarné, I, 2«
ed., D e s c l é e de Brouwer, Bruges 1 9 5 5 , p. 169).
 328                           RAFAEL ARCE GARGOLLO
     Este preámbulo en el que hemos resumido algunos datos
 tradicionales sobre la figura de los Apóstoles es el marco en4
 el que la Dei Verbum habla de ellos.
     En el capítulo I de la Constitución dogmática queda amplia-
mente encuadrada la trascendencia de su misión en el pano-
rama de la historia de la Revelación y su transmisión, y todo lo
que esto conlleva, es decir, el aspecto testimonial de estos
hombres elegidos para transmitir la Revelación de Cristo,
aspecto que explícitamente queda recogido en el n.7. Dios dis-
puso que se transmitiera todo lo que ha revelado para la salva-
ción de los hombres y, por eso (ideo), Cristo durante su vida
«dio el mandato a sus Apóstoles para que predicaran a todos el
Evangelio».
     Ellos al predicar transmitieron lo que habían recibido «ex
ore, conversatione et operibus Christi», o aprendido por lo que
les sugirió el Espíritu Santo.
     En estas pocas líneas se recogen y confirman las considera-
ciones que hemos hecho anteriormente sobre el oficio de los
testigos del Señor, que han de cumplir, como veíamos, tres
características para recibir ese nombre: la elección, el haber
convivido con el Señor durante su vida y la misión de dar testi-
monio de lo que han recibido.
     Nos detendremos en las próximas páginas a considerar más
detenidamente lo que el Señor les transmitió y el modo como
lo recibieron, ex ore, conversatione et operibus; y veremos
cómo al ser enviados a realizar su misión, lo hacen con diversi-
dad de medios en la predicación y con sus ejemplos e insti-
tuciones.
     También conviene señalar lo que la Dei Verbum enseña
respecto al conocimiento que los Apóstoles poseyeron de la
Revelación, gracias al cual son el primer y fundamental eslabón
para que «lo que Dios había revelado para la salvación de
todos los hombres permaneciese íntrego y se transmitiese a
todas las generaciones».
   4 . U n Buen estudio sobre la figura de los Apóstoles desde el punto de vista
exegético, que recoge los testimonios escriturísticos de ambos Testamentos, c o n
amplias referencias, e s el de RENGSTORE, J . H . , en la v o z «apostólos»,   en KIT-
TEL, G . -FRIEDRICH, G . , Grande lessico del Nuovo Testamento,         Paideia, Bres-
cia 1 9 6 5 , vol. I, 1 1 2 6 y s s .
                   LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN            329
     El conocimiento profundo que los Apóstoles tuvieron de la
Revelación se funda sobre su elección como testigos priviligia-
dos de Cristo, que les comunicó sin intermediarios el Evangelio
que habrían de transmitir. Si el alcance de la predicación apos-
tólica es amplísimo según el n. 7 de la Dei Verbum, se debe a
que los Apóstoles recibieron la Revelación de los misterios
divinos por contacto directo con el Revelador, y también por-
que el Evangelio que Cristo les dio a conocer tiene un conte-
nido multiforme. Este aspecto de la enseñanza conciliar antes
de quedar en el texto final del Concilio, pasó por un largo
camino que sintetizamos a continuación.
     Una de las observaciones más frecuentes de los Padres con-
ciliares fue criticar el primer esquema De Fontibus Revelationis
por proponer una descripción de la economía reveladora que
colocaba el acento sólo en una proposición de verdades y en la
recepción de doctrinas. En el caso concreto que nos ocupa, —
lo que los Apóstoles recibieron para trasmitir—, se pensó que
había que ampliar el objeto de la transmisión, incluyendo tam-
bién las realidades trasmitidas que tienen su origen en el modo,
también amplio, en que la Revelación de Cristo se les dio a
conocer: hechos, gestos y actitudes, además de las palabras; en
definitiva, la misma persona del Señor, que resume la Revela-
ción última, perfecta y total del cristianismo. Los hechos de la
vida de Jesucristo son también Revelación; su vida, es el centro
y culmen del Nuevo Testamento. Cristo encarnado se revela
con todo lo que El es.
    Por estas razones, según los Padres, más que hablar de doc-
trina de Cristo —entendida ésta en la acepción estricta de ver-
dades transmisibles—, había que remontarse a la idea más
tradicional de «Evangelio» «como fuente de toda verdad salva-
dora y de disciplina de costumbres», expresada ya por los Con-
cilios de Trente y Vaticano I (Cfr. Dz 783 y 1787).
    El esquema II hizo suya esta noción en el n. 7 e incluyó la
expresión ea quae (Christus) per totam suam vitam fecerat et
docuerat, es decir, todo lo que Cristo hizo y enseñó, donde se
compendian la Revelación de verdades salvadoras, sus palabras
y sus hechos. Se pensó sin embargo, que el Concilio tenía que
llegar a más, pues lo que los Apóstoles predicaron de hecho no
fue sólo lo que el Señor fecit et docuit sino también su misma
persona. La salvación se produce —decían— no tanto por los
testimonios que otros ofrecen de su vida, cuanto en El mismo.
 330                            RAFAEL ARCE GARGOLLO
Por esto, el Señor no se limita a enviarlos a predicar sino que
amplía su misión a acciones sacramentales que son esenciales
al Evangelio.
    Dicho de otra forma, el Evangelio es algo mucho más que
los cuatro evangelios canónicos; es, en términos del mismo
Concilio tridentino, lo que fue promissum ante per Prophetas y
que Cristo ipse adimplevit et propio ore promulgavit. (Cfr. Dz
783). Es toda la realidad de salvación prometida desde antiguo
que se hace presente de modo eficaz, porque está encarnada en
la misma persona de Jesús, que la cumple y promulga con sus
palabras y sus hechos.
    El esquema III llegó a esta nueva y más amplia concepción
del Evangelio partiendo de las expresiones y de la enseñanza
de Trente, y subrayando que en Cristo tota Revelatio consum-
matur. Estas modificaciones en el texto, además de ampliar la
voz «Evangelio», para extenderlo a toda la realidad salvífica en
Cristo, incluyeron una precisión, también pedida por algunos
Padres, que el Relator oficial explicó así: al decir que en Cristo se
consuma toda la Revelación, «se indica que lo que se confió a
los Apóstoles se extiende a tota Revelatio, tanto la del Antiguo
como la del Nuevo Testamento», y con esas mismas palabras,
recogidas de Trente, «se muestra que lo que los Apóstoles han
de transmitir es la integra Revelatio» .          5
    Con estos datos se ve que el contenido de la predicación
apostólica es toda la Revelación divina, y su contenido se
extiende a todo lo que Dios desea se transmita para la salva-
ción de los hombres, incluida la Revelación veterotestamentaria
que Cristo realizó en su misma persona como centro y culmen
de la Nueva Alianza .       6
    La amplitud de esta herencia confiada por Cristo a los
Apóstoles explica que ellos conocieran más profundamente que
nadie los misterios de la Revelación, pues en su predicación
debían transmitir tota Revelatio, que halla su mas perfecta
   5. Cfr. Relatio de singulis numeris, A S 111/111, p. 8 3 , letras C) y D ) .
   6. Por esò, la Dei Verbum remite en este punto a 2 Cor 1, 2 0 . quotquot
enim promissione    Dei sunt in Ilio est; y a 2 Cor 4,5: non enim     nosmetipsos
praedicamus   sed Iesum Christum Dominum Nostrum. Este modo cristocéntrico
de presentar el Evangelio no se opone al de carácter teocéntrico en el que se
fundamenta el origen de la transmisión de la Revelación, .../...
                         LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                         331
expresión en el Evangelio; todo cuanto Dios ha revelado y
quiere enseñar a los hombres puede compendiarse en la obra y
enseñanza del Redentor.
B. Lo que recibieron «conversatione et operibus Christi».
    Visto lo que supone en los Apóstoles haber recibido la
Revelación evangélica, examinemos más a fondo lo que dice el
texto conciliar sobre la fuente de la que recibieron lo que luego
transmitieron fielmente con su predicación y sus obras.
    El texto conciliar incluye otros términos además de ex ore
Christi, para ampliar la dimensión de la Revelación hecha por
Cristo a los suyos, destacando un aspecto que es singular por
sí mismo y original en el Magisterio de la Iglesia, ya que es
            7
la primera vez que se aborda la explicación del ministerio apos-
tólico con tanta precisión.
     Si todos los que oyeron a Cristo durante su vida pueden ser
llamados testigos por lo que recibieron ex ore Christi, los
Apóstoles lo son en el sentido más estricto y de forma más rica
que los contemporáneos del Señor, pues convivieron con El y
le acompañaron a todas partes y siempre.
     Son los Apóstoles los que luego en su predicación darán
testimonio no sólo de las palabras sino también de la vida de
Cristo y de sus obras entre los hombres. A los Apóstoles les
fue dado conocer los misterios del Reino de los Cielos, y de
boca de Cristo oyeron no sólo el Evangelio de forma más pro-
funda que los demás, sino que, sobre todo, contemplaron la
verdad de Cristo hecha vida en Cristo, pues El mismo —como
dice el n. 7— adimplevit, la cumplió y reflejó en sus obras.
Por eso, el ejemplo de Cristo, y cada una de sus acciones y
   7. Lo explica asi Betti: « D i o meidante 1' Incarnazione ha comunicato la sua
Rivelazione per contatto. A diferenza di quello degli agiografi e delle altre per-
sone che hanno avuto parte nella storia della salvezza, quello tra Cristo e gli
Apostoli non è un rapporto tra D i o e gli u omini a distanza: è una relazione
immediata tra persona e persona» (BETTI, U . , La Costituzione dogmatica      sulla
divina Rivelazione. 4» ed.: Elle Dici. Torino 1 9 6 7 . p. 2 2 5 ) También a este
insegnamento a contatto se refiere STRAMARE, T., cf. La Parola di Dio vivente
r:etla Chiesa, Lib. Edit., Redenzione, Roma 1 9 6 8 , p. I l i ; incluso JOURNET,
Ch. Le message révélé (sa transmission, son développement, ser dependances),
Desclée de Brouwer 1 9 6 3 , p. 2 3 .
 332                          RAFAEL ARCE GARGOLLO
gestos, son parte de la Revelación que El hizo a los Apóstoles
para que ellos predicaran. .        8
    El término latino conversatio es mucho más rico que la
simple expresión castellana de «conversación» o «trato entre
personas». También puede traducirse en un sentido más amplio
como «uso frecuente de algo» y «género de vida», que aparece
frecuentemente en la Sagrada Escritura , designando una nueva
                                                    9
forma de vivir de quienes están cerca de Dios.
    El término admite en el contexto del n. 7 amplios sentidos,
y particularmente aquél que destaca más la idea de la cercanía
de Dios a los hombres, pues es Cristo el que habla y trata con
los suyos de un modo íntimo en sus conversaciones y en su
forma de vida. Conversatio incluye palabras y obras, y da una
amplísima visión de la dimensión reveladora de los hechos
externos de Cristo que los Apóstoles conocieron y compartieron
en su experiencia diaria.
    Nos parece sin embargo, que la inclusión de este término
conversatio en el texto conciliar no ha de atribuirse únicamente
al deseo expresado por los Padres de que se desarrollase el
tema de gestis verbisque —elemento fecundo de renovación en
la teología de la Revelación del Concilio —, sino a la exigen-
                                                        10
cia de describir la Revelación de Cristo, con obras y palabras,
conforme a lo que se aprecia en una atenta lectura de los
Evangelios.
    Si nos limitamos al significado estricto de conversatio como
conversación de interlocutores, trato hablado de los Apóstoles
    8. La resonancia de este tema fue creciendo de forma progresiva desde los
inicios del Concilio, cuando, los Padres criticaron el esquema De Fontibus por
su estrecha y parcial visión de la Revelación de Cristo, limitada a una comuni-
cación de verdades y a la recepción de una doctrina, por reducir la acción
divina «tesoros de sabiduría y ciencia a través de su Hijo y sus Apóstoles» (n.
1), y por su incompleta descripción del actuar de Cristo que «manifiesta de
viva voz los misterios del Reino de los Cielos» (n. 2 ) . Son numerosas las
observaciones que solicitaron una adición de las obras de Cristo, además de
sus palabras, como parte de la Revelación, pues el Señor enseñó la verdad sal-
vadora con todos los actos de su vida, factis et dictis (cfr. A c t 1,1).
    9. Cfr. Tob 14.17; G a l 1,13, 1 Tim 4 , 1 2 ; Iac 3 , 1 3 ; 1 Petr 1,15 y 18; 2
Petr 3 , 1 1 .
  10. Así lo denomina A N T Ó N , A . cfr. Revelación y Tradición en la Iglesia:
'Gesta et Verba', sus elementos constitutivos,     en «Estudios Eclesiásticos» 4 3
( 1 9 6 8 ) , p. 2 2 5 .
                    LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN              333
con Cristo, se aprecia que el Señor no redujo su enseñanza de
la Buena Nueva a los Apóstoles, al acto de trasmitirles de viva
voz el Evangelio, mediante discursos, sino que, después, en
conversaciones reducidas les explicaba lo que antes había dicho
a las muchedumbres. Tenían ellos además, una conversación
confiada con el Señor.
    Es significativo, por ejemplo, que de los 86 diálogos de
Cristo que recoge el Evangelio, casi la mitad fueron con sus
Apóstoles —y muchos otros no los refieren los evangelistas—,
lo que denota que la vida de Jesús era para los Doce una oca-
sión continua de trato y conversación natural; le trataban como
amigo (Cfr. lo 15, 15). Muchos diálogos eran sólo frases
corrientes (cfr. Me 13, 1), hechos nimios y también trascenden-
tes (cfr. lo. 21, 15; 21, 21; 14, 4-9), y tal espontaneidad de
trato permitía al Señor corregirles (cfr. Mt. 16, 23), darles cri-
terio, hacerles rectificar (cfr. Le 9, 54-55). Ellos, por su parte,
consultaban lo que no entendían (cfr. Mt 13, 36) o pedían que
el Señor les enseñase algunas cosas (cfr. Le 11, 1-2). Contem-
plando lo que aprendieron los Apóstoles de Cristo mediante la
conversatio como diálogo, se amplía considerablemente el con-
cepto de Revelación hecha por Cristo.
    Y si ampliamos el significado de conversatio a «género de
vida» y a las obras que vieron en El, aparece que los Apósto-
les aprendieron muchas cosas viviendo con Cristo, captando lo
que tendría que ser ese nuevo «género de vida» en las suyas y
en las vidas de quienes siguieran al Señor.
    Los Apóstoles pueden decir que Cristo ha pasado su vida
haciendo el bien (cfr. Act 10, 38 y Me 7, 37) porque antes le
han visto hacer oración (cfr. Mt 4,2; Le. 6, 12; lo 11, 41), y
han sido testigos de su vida de sacrificio y de pobreza, de su
sed de almas y demostración de tantas virtudes; particularmente
aprenden entre sus obras (ex operibus) de la pasión y muerte,
que son también Revelación, pues se trata de «obras realizadas
por Dios en la historia de la salvación» que «manifiestan y
confirman la doctrina y los hechos significados por las pala-
bras» (DV n.2).
    Todos estos testimonios de la vida de Cristo y de los Após-
toles, acordes perfectamente con los términos que utiliza la Dei
Verbum, explicarán que los Apóstoles al predicar lo que apren-
dieron ex conversatione et operibus transmitiendo aquello de lo
334                    RAFAEL ARCE GARGOLLO
que fueron los mejores testigos, no limitan la enseñanza del
Evangelio sólo a la forma oral, o a la consignación por escrito
de los hechos de la vida de Cristo, sino que transmiten lo reci-
bido con todos los medios válidos de que disponen.
C. Lo que aprendieron del Espíritu Santo
    La Dei Verbum enseña que los Apóstoles transmitieron en
su predicación aquellas cosas que habían recibido del mismo
Cristo y también aquellas que a Spiritu Sancto suggerente
didicerant, esto es, aquellas cosas que aprendieron por sugeren-
cia del Espíritu Santo. Examinaremos primero cuál fue el papel
del Paráclito en la constitución del depósito revelado, y des-
pués el modo como les hizo aprender algunas cosas.
1. Fijación del depósito de la Revelación
    La obra del Espíritu Santo está unida estrechamente a la de
Cristo en la Revelación del Evangelio que se comunicó a los
Apóstoles. Así lo afirmaba ya el primer esquema conciliar:
«(Deus)» in Novo (Testamento) autem thesauros sapientiae et
scientiae suae toti humano generi per ipsum Filium suum eius-
que Apostólos effudit». A continuación se añadían dos referen-
cias de la Escritura relativas a la misión del Espíritu Santo:
«El Espíritu Santo que mi Padre enviará en mi nombre os lo
enseñará todo y os recordará cuantas cosas os tengo dichas»
(lo 14, 26); «Él (el Paráclito) me glorificará porque recibirá de
lo mío y os lo anunciará» (lo 16, 14) (n. 1). Estas enseñanzas
del Espíritu Santo y su influencia en los Apóstoles son también
Revelación; por eso el mismo esquema De Fontibus Revelatio-
nis, al tratar más adelante de la doble fuente de la Revelación
(n. 4), afirmaba que «Traditio autem veré divina, (...) continet
omnia quae Apostoli, sive ab ore Christi sive suggerente Spiritu
Sancto, acceperunt atque Ecclesiae quasi per manus tradide-
runt...».
    Este binomio Cristo-Espíritu Santo continuó apareciendo en
los ulteriores esquemas conciliares. La fuente de la Revelación
es Dios mismo, pero los Apóstoles reciben su contenido en dos
momentos: Cristo instruye a sus Apóstoles durante su vida en
la tierra, y luego les promete Espíritu de Verdad para que les
                         LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN       335
«enseñe todo» y «recuerde» cuanto habían visto y oído en
Jesucristo. El Evangelio testifica que durante la vida de Cristo
los Apóstoles no comprendieron todo lo que habían oído de la
predicación del Señor, por lo que frecuentemente piden explica-
ciones a Cristo de lo que no entienden. Aun así no alcanzan a
vislumbrar, por ejemplo, la necesidad de la pasión y muerte
redentoras, el establecimiento y carácter sobrenatural del Reino
de Dios, y muchos otras cosas. El Señor les instruye paciente-
mente pero les hace saber: «muchas cosas tengo aún que deci-
ros, mas no podéis comprenderlas ahora» (lo 16, 12); vendrá el
Espíritu Santo que «os guiará hacia la verdad completa» (v.
13).
    Para adentrarnos más en lo que enseña la Dei Verbum en
este punto, interesa recordar que sobre la base de esos textos
escriturísticos los exégetas se preguntan si la obra del Espíritu
Santo comporta, según la promesa del Señor, que se les han de
anunciar nuevas verdades aún no anunciadas por Cristo, como
si se tratase de una nueva revelación complementaria; o más
bien se trata de un desarrollo en profundidad de lo que Cristo
ya les ha comunicado; es decir, que el Espíritu haría penetrar
en sus inteligencias, de un modo eficaz e inteligible, las mismas
verdades que ya conocían, o, al menos, aún sin entenderlas,
eran parte de lo que Cristo ya había enseñado ex ore, conver-
satione et operibus.
    Esta cuestión es delicada y comporta ante todo la fijación
del depósito de la Revelación. No entender esos versículos de
San Juan podría hacer suponer que los Apóstoles recibieron
dos Revelaciones distintas o inconexas entre sí, que la Revela-
ción no les fue dada a conocer en su totalidad por Cristo, sino
que, para fijar el depósito, el Paráclito aportó verdades sustan-
cialmente distintas. A este parecer se hizo referencia durante el
tercer período conciliar, respecto a que los Apóstoles habían
recibido la Revelación —como decía el texto— sive ex ore
Christi... sive a Spiritu Santo.... Esta forma disyuntiva para
distinguir lo recibido de Cristo y del Espíritu Santo parecía dar
a entender que se trataba de dos Revelaciones separadas y no
conectadas entre s í . Por otra parte, los Padres manifestaron
                         11
un claro deseo de que el Concilio afirmase que la fe de la
  11.   Cfr. De Provenchéres,   A S III/III, p. 4 5 1 .
 336                       RAFAEL ARCE G ARGOLLO
Iglesia deriva exclusivamente de la Revelación de Cristo y no
de otras revelaciones ulteriores.
     No obstante, los redactores del esquema mantuvieron la
proposición disyuntiva (sive... sive) hasta el texto final, sin pro-
vocar sospechas de que pudiera interpretarse como si la Reve-
lación fuese dada en dos momentos inconexos o independientes.
¿Cómo se compaginan estas expresiones?
     El n. 4 del documento conciliar afirma que ciertamente
Cristo ha llevado a su culmen la Revelación y por lo mismo
«no hay que esperar ya ninguna Revelación pública antes de la
manifestación de nuestro Señor Jesucristo (cfr. 1 Tim 6, 14;
Tit 2, 13)». Pero inmediatamente antes se explica cómo Cristo
ha llevado a cabo la obra de salvación que el Padre le confió:
con sus palabras, obras, señales y milagros, y particularmente
con su muerte y resurrección, y, «finalmente, con el envío del
Espíritu de Verdad, completa la Revelación».
    Es decir, Cristo es quien da la última y definitiva Revela-
ción, pero ésta se prolonga en un período de estructuración y
consolidación en la que el Espíritu Santo y los Apóstoles tie-
nen un papel importante.
    Cristo es, efectivamente, autor y consumador de nuestra fe,
(cfr. Hebr. 12, 2) pero el texto conciliar añade que la Revela-
ción se completa con el envío del Paráclito, no porque sea dis-
tinta su misión y distintas las verdades que comunica, sino
porque su acción sobre los Apóstoles forma parte de la misma
Revelación de Cristo.
    En la voluntad del Señor está el proyecto de transmitir gra-
dualmente la Revelación de los misterios; por eso El no les
comunica «muchas cosas». (lo. 16, 12) porque los Apóstoles no
las entenderían. Será el Paráclito quien les llevará a la verdad
completa (cfr. v. 13). Y si bien les «enseñará todo» (lo. 14,
26), el Señor añade una precisión que explica el carácter de la
misión del Espíritu: «no hablará de lo suyo, sino que hablará
de lo que oyere», «tomará de lo mío y os lo dará a conocer»
(vv. 13 y 14). En el otro pasaje de la promesa (lo 14, 26) dice
el Señor que el Espíritu Santo les traerá a la memoria omnia
quae dixi vobis. es decir, lo que El ya les había revelado.
    N o se trata, pues, de un Evangelio nuevo y oculto obra del
Paráclito . Lo que el Espíritu Santo hizo en los Apóstoles,
           12
  12.   «¿Qué hombre sensato afirmará que ignoraron algo aquellos que por
                              LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                                337
que estando con Jesucristo no entendieron plenamente su doc-
trina, es lo que comenta Teofilacto: «enseñó y recordó: enseñó
todo aquello que Cristo no habla dicho por superar nuestras
fuerzas, y recordó lo que el Señor había enseñado y que, bien
por la oscuridad de las cosas, bien por la torpeza de su enten-
dimiento, ellos no habían podido conservar en la memoria» ' .                                3
     La interpretación exegética que cuenta con mayores proba-
bilidades en éste sentido , considera que la recepción en los
                                        u
Apóstoles de la verdad integra y total por el Espíritu Santo
(cfr. l o 14, 26), implica en ellos recibir lo mismo que ya
habían oído y visto en Jesucristo, pero con una nueva luz que
les capacita para descubrir la profundidad y riqueza de la
misma Revelación que antes había escapado a sus inteligencias
(cfr. l o 2, 22; 12, 16). Con esa ayuda los Apóstoles penetrarán
hondamente en el Evangelio y en los acontecimientos redento-
res.
    Por esto la Dei Verbum enseña que «los Apóstoles, después
de la Ascensión del Señor, transmitieron a sus oyentes lo que
El había dicho y obrado, con aquella crecida inteligencia de
que gozaban, aleccionados por los acontecimientos gloriosos de
Cristo y enseñados por la luz del Espíritu de verdad» (n. 19).
En este profundizar sobre lo que oían de las enseñanzas del
Espíritu Santo, ellos eran también cooperadores activos.
    Se puede aplicar en ellos, aunque salvadas las distancias y
teniendo en cuenta su carisma especial, lo que el documento con-
Cristo fueron constituidos como maestros, quienes fueron sus compañeros, sus
discípulos, sus familiares, aquellos a quienes explicaba en privado todo lo que
estaba oscuro, diciéndoles que les había sido dado el conocer los secretos que
el pueblo n o estaba llamado a conocer? TERTULIANO (De praeser.                 2 2 , 3 ; PL
2 , 3 4 ) Además Cristo les envió y les prometió «la posesión de toda la verdad»
(idem, 22,9). Tertuliano con estas palabras, al igual que San Ireneo (cfr. Adv.
haer., III, 1 : P G 7 , I, I, 8 4 4 ) , rechazan la pretensión de los herejes que decían
poseer doctrinas esotéricas provenientes de l o s Apóstoles o haber recibido nue-
vas revelaciones del Espíritu Santo.
     1 3 . Cfr. Enarratio     in Evangelium     Ioannis, In loe.: P G 1 2 4 , 1 8 7 .
     1 4 . A s í lo muestran M A L D O N A D O , Juan de, Comentario      a los Cuatro
Evangelios,       T o m o III, Evangelio   de San Juan, B A C , Madrid 1 9 5 4 , p. 8 1 1 ;
WIKENHAUSER, A . , El Evangelio según San Juan, Herder, Barcelona 1 9 6 7 , pp.
1 1 4 - 1 1 5 ; Profesores de Salamanca. Biblia Comentada,        vol. IT. B A C . Madrid
1964,   p. 1 2 3 5 ; L E A L , J., D E L PARAMO, S., A L O N S O , J., La   Sagrada   Escritura,
Texto y comentario por profesores de la Compañía de Jesús, N u e v o Testa-
mento, I, Evangelios, B A C , Madrid 1 9 6 4 , p. 1 0 1 0 ; D U R A N D A . , Evangelio
según San Juan, Ed. Paulinas, Madrid 1 9 6 4 , p. 3 8 6 .
 338                             RAFAEL ARCE GARGOLLO
ciliar enseña sobre el progreso de la Tradición por asistencia
del Espíritu Santo: en los Apóstoles creció la Revelación de
Cristo por «la compresión de las cosas y de las palabras trans-
mitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes
que las meditan en su corazón (cfr. Le 2, 19 y 51), ya por la
inteligencia íntima que experimentan de las cosas espirituales»
(n. 8).
     Con la acción del Espíritu de Verdad, los Apóstoles enten-
dieron mejor todas las palabras y acciones de Cristo, y este
crecimiento de inteligencia —es importante resaltarlo— «tiene
para nosotros valor de Revelación y constituye o realiza el
objeto de nuestra fe. Desde el principio de nuestra fe, creemos
en lo que fue el término de la reflexión apostólica. Participa-
mos en el conocimiento pleno que alcanzaron los Apóstoles en
el Espíritu Santo» . El n. 7 de la Dei Verbum distingue, pues,
                           15
de forma disyuntiva (sive... sive) lo que constituye el depósito
revelado, y parece decir que se trata de una misma Revelación
—la de Cristo— dada en dos momentos: uno por Jesucristo con
su palabra y sus obras, y el otro la plenitud de conocimiento a
que les llevó el Espíritu Santo.
2. ¿«Dictante» o «suggerente»!
   Una vez visto en qué sentido ha de explicarse que los
Apóstoles recibieron también la Revelación aprendiendo del
Espíritu Santo, vamos a analizar lo que el mismo n. 7 nos dice
sobre el modo en que obró en ellos el Espíritu Santo. El texto
dice a Spiritu Sancto suggerente didicerant.
     La Expresión suggerente ya había aparecido en el primero
de los esquemas conciliares, pero la Comisión Mixta prefirió
utilizar al reelaborarlo la expresión Spiritu Sancto dictante.
Esta modificación no fue del agrado de algunos, por considerar
que «dictar» insinuaba una recepción meramente mecánica en
el receptor, sin hacerle autor de cosas recibidas del inspira-
dor . Los Padres sugirieron otras posibles fórmulas para até-
       16
  is.       LATOURELLE, R., Teología...,   o.e.,   p. 4 6 6 .
  16. Cfr. Patres Conciliares Linguae Germanicae et Conferentia Episcopo-
rum Scandinaviae, A S III/III, p. 9 0 8 ; También ver idem., p. 8 9 8 .
                          LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                           339
nuar esta expresión . El esquema siguiente retornó al uso de
                           11
suggerente, explicando que los Apóstoles recibieron del Espíritu
Santo algunas cosas que ellos transmitieron luego con su predi-
cación, pero éstas «son algo más que meras indicaciones verba-
les; por tanto, en lugar de dictante se usa suggerente» .                    I8
     Este modo de describir la acción del Paráclito se mantuvo
invariable hasta el final pese a que hubo propuestas en con-
tra ", con lo que es claro que la mente del Concilio sobre este
punto fue muy particular al descubrir el ministerio apostólico;
utilizar un término dejando de lado otros implicaba incidir, en
efecto, en una problemática ya antigua respecto a la naturaleza
de la inspiración bíblica.
     La frase que comentamos y, en particular el término sugge-
rente, no se refiere propiamente a la inspiración de libros
sagrados, pero el uso de este término o el de dictante supone
lo mismo para estos efectos, pues lo que hay en común es que
se está hablando de una inspiración del Espíritu Santo.
    De hecho actualmente, en el campo bíblico, como advirtie-
ron algunos Padres del Concilio , el uso de la expresión «dic-
                                            20
tar» está ampliamente superado y no puede admitirse de ningún
modo para explicar la esencia de la inspiración.
    Es interesante destacar que aunque la idea de dictado no
resulta adecuada, para explicar la naturaleza de la inspiración,
la expresión misma fue muy usada en el pasado; incluso el
Concilio de Trento, al hablar del Evangelio que se contiene en
«los libros escritos y en las tradiciones no escritas», dice que
los Apóstoles las recibieron de Cristo o que el Espíritu Santo
dictó a los mismos Apóstoles (aut ab ipsis Apostolis Spiritu
Sancto dictante); más adelante señala que las tradiciones perte-
necen a la fe y a las costumbres como enseñadas oralmente por
Cristo o dictadas por el Espíritu Santo (vel a Spiritu Sancto
dictatas) y conservadas en la Iglesia por continua sucesión» .                     21
   17. Por ejemplo Spiritu      Christi instructis ( A S III/III, p. 7 9 6 ) , Spiritu
Sancto edocti, para que se conserve mejor el texto de l o 14, 26 —Ule vos
docebit omnia...—    (idem., p. 826); Spiritu Sancto afflante (idem., pp.        895-
898): Spiritu Sancto suggerente (idem., pp. 8 1 3 y 8 9 7 ) .
   18. Cfr. Relatio de singulis numeris, idem., p. 8 3 , letra F , a).
   19. Cfr. resp. ad modum 10, A S IV/V, p. 6 9 3 .
   2 0 . Cfr. Krol, A S III/III, p. 847 y Tabera, idem., p. 8 8 2 .
   2 1 . Deer. Sacrosancta   de Trento: «in libris scriptis et sine scripto traditio-
nibus (,,'ae ab ipsius Christi ore ab Apostolis accptae, aut ab ipsis Apostolis
 340                             RAFAEL ARCE G ARGOLLO
     La primera de estas dos expresiones fue utilizada por el
 Concilio Vaticano i p e s e a que, mientras se elaboraba la
 Constitución Dei Filius, se sugirió que en lugar de utilizar la
 expresión de «dictar» que se atribuye al Espíritu Santo, se
 dijese ab ipsis Apostolis divina inspiratione, pues entre los teó-
 logos se habla de grados en la inspiración divina; uno de ellos,
 el más sublime, es el dictado, pero no puede defenderse esta
 forma de inspiración —se dijo— para todas las tradiciones
 apostólicasEntonces se veía ya lo que luego confirmó el
Vaticano II, es decir, que podía ser conveniente utilizar otro
término menos drástico pues la actividad de los Apóstoles fue
sin duda inspirada por el Espíritu Santo, pero sin necesidad de
estar determinada toda ella hasta los últimos detalles.
     Con estos precedentes se explica que el Concilio decidiese
abandonar definitivamente el término dictante para preferir el
de suggerente. Nos parece que lo hizo también para ser con-
gruentes con una característica peculiar que destaca este docu-
mento conciliar: el aspecto vivo que anima la Revelación de
Dios hecha en Cristo y su transmisión por los Apóstoles, refle-
jando el Evangelio su predicación por medios variadísimos y
particularmente vivos. Testigos de la vida de Cristo, los Apos-
tóles son ante todo instrumentos libres de Dios y de la gracia
divina; elegidos por el Señor, responden Ubérrimamente a esa
vocación y se dejan llevar por el Paráclito que actúa eficaz-
mente. —contando con ellos— en sus almas e inteligencias. En
suma, si se prefirió hablar de la acción del Espíritu Santo que
enseña a los Apóstoles suggerente, no fue porque el término
dictante fuese erróneo en sí, sino para mostrar de un modo más
apto este aspecto vivo que el Vaticano II se proponía enseñar.
Spiritu Sancto dictante...»      ( D z 7 8 3 ) . La fórmula se recoge íntegra por el Vati-
cano I, Const. Dei Filius, (Cfr. D 1787). La Ene. Providentissimus               Deus de
León X I I I afirma: «Etenim librei omnes atque integri, quos Ecclesia Tamquam
sacros et canónicos recipit... Spiritu Sancto dictante              conscripti sunt» ( D z
 1951).
   2 2 . Cfr. Cone. Vat. I, Const. Dei Filius, D z 1787.
   2 3 . « A t melius fortesse diceretus 'ob ipsis apostolis divina inspiratione
quasi per .../... manus traditae': omnes quidem norunt a catholicis tractatoribus
varios distingui divinae inspirationis gradus, quos inter sublimior est dictatio.
Porro haec specialis inspirationis forma de omnibus apostolicis traditionibus
nequit propugnan: desunt enim etiam verba, quae dictata fuisse dicantur»
( M A N S I , vol. 5 0 , intervención de Petrus Ferré (14-1-1870), 2 0 2 D ) .
                             LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                               341
    Otra razón que hizo preferir este término fue la congruencia
con el pasaje evangélico en que halla su fundamento: el de lo
14, 26: Ule (el Paráclito) vos docebit omnia et suggeret vobis
omnia, que aportaba la solución a dos cuestiones importantes
derivadas de la traducción que los exegetas han dado al tér-
mino suggerire.
    Este verbo puede traducirse del latín con los siguientes sig-
nificados: «suministrar», «dar», «contribuir», «sugerir», «traer
a la memoria», y en estos diversos sentidos puede aplicarse al
texto de San Juan. Si se toma en cuanto a la idea de «recor-
dar», «traer a la memoria» —como se ha traducido del griego
con el término commemorare —, confirma lo dicho antes
                                              24
sobre el papel del Espíritu Santo en la fijación del depósito
revelado: no les enseña verdades sustancialmente nuevas sino
que abre sus inteligencias para recordarles omnia, todo lo que
el Señor les había dicho (v. 26: quae dixi vobis), y llevarles a
la verdad completa , que así comprendida por los Apóstoles es
                            25
objeto de Revelación.
    El segundo significado, el de «sugerencia», es mucho más
rico y tiene unas consecuencias que son las que pensamos que
el Concilio quiere resaltar en el texto del n. 7.
    El Espíritu Santo sugirió algunas cosas a los Apóstoles, y
en este sentido gozaron ellos de una inspiración divina, de una
donación, acción o carisma del Espíritu que está muy lejos de
ser mero dictado de palabras. Así entendida esa «sugerencia»,
se resalta el papel activo de los que reciben el influjo
divino.
    Los Apóstoles no sólo no son receptores mecánicos e inani-
mados, sino que se les puede aplicar en un grado aún mayor lo
que el Magisterio enseña sobre el carácter instrumental de los
hagiógrafos: se resaltan sus cualidades propias y dotes persona-
   24.  E n griego í>jtouvf|ÓEi, «recordar». La Vulgata y Neovulgata traducen el
término griego por suggerent.
   25.  Comentando este término, «sugerir», dice S. GREGORIO MONO: «Requi-
rendum vero nobis cur de eodem Spiritu dicatur «suggeret vobis omnia', cum
suggerere soleat esse minoris. Sed quia suggerere soleat esse minoris. Sed quia
suggerere aliquando suggerere dicitur, n o quod nobis scientiam ab imo inferat,
se ab occulto» (XL Homiliarum       in Evangelia, lib. I I , horn. 3 0 : P L 7 6 , 1 2 2 2 ) .
S. AGUSTÍN dice: «vel quod addit suggeret, id est commemorabit v o s , intelligere
debemus edam, quod iubemur non oblivisci, saluberrima mónita ad gratian per-
tinere, quae non commemorat Christus». (In Ioannem,               tract. 7 7 : P L 3 5 ,
1833).
 342                          RAFAEL ARCE GARGOLLO
les, pero sobre todo su cooperación libre para poner a disposi-
ción divina todas sus facultades. Esas sugerencias del Espíritu
Santo hallan un eco en los Apóstoles como el que se da en las
almas de los justos que cooperan libremente con la gracia
divina; son mociones interiores, delicadas e inefables (Cfr.
Rom. 8, 26).
    Los Apóstoles —conscientes de estar movidos por el Espí-
ritu Santo, o simplemente con conciencia virtual, habituados a
esa acción divina—, se movían con la naturalidad de quien vive
en la vida sobrenatural, de forma que sus obras, su predicación
y su oficio de transmisores del Evangelio eran a la vez obra del
Espíritu Santo inhabitante en sus almas, y también efecto suyo:
es un efecto proveniente de dos principios, en el que se plasma
la personalidad de los instrumentos sin oscurecer la acción de
la causa principal.
    Los Apóstoles tenían —como dice Santo Tomás— «el fami-
liar instinto del Espíritu Santo» que les sugería algunas
cosas , les comunicaba lo que era necesario para su predica-
       26
ción o lo que debían transmitir de palabra , pero sin hacerlo
                                                          27
hasta los últimos pormenores, pues la vida santa de los Apósto-
les, su identificación plena con Jesucristo y la altura de su
unión con Dios, les hacía capaces de conocer «cuál es el deseo
del Espíritu» (Rom. 8, 27), cómo debían transmitir fielmente el
Evangelio y en qué términos habían de predicar el mensaje
revelado.
    Los Apóstoles reciben enseñanzas precisas del Espíritu
Santo, sin que esto conlleve un dictado estricto. «El... os ense-
ñará en aquella hora lo que habéis de decir» (Le 12. 12). les
sugiere, guía e ilumina, contando con su activa cooperación,
Por esto ellos son capaces de decir en el Concilio de Jerusalén,
   2 6 . S. Th., III. q.25, a.3, ad.4. «Enseñó el Espíritu Santo a los Apóstoles
toda la verdad necesaria para la salvación, sea de las cosas que hay que creer,
sea de las que hay que practicar» (ídem., I-II, q. 106, a.4, ad.2).
   2 7 . U n ejemplo de esto es lo que, durante el Concilio, hizo notar un Padre,
para explicar que los Apóstoles predicaron también obras de Cristo. «Cierta-
mente hechos de la vida de Cristo ( c o m o los de su infancia) no estaban unidos
a sus palabras, y, sin embargo, también los predicaron los Apóstoles; no por
mandato expreso de Cristo, sino más bien ex instinctu Spiritus Sancti».         (AS
III/III, Carli, p. 8 2 0 ) . .../...Santo Tomás habla de tradiciones que los Apósto-
les «legaron a las Iglesias, y que no se hallan en sus escritos», movidos por el
Espíritu Santo (S.Th. III, q.25, a.4, ad.4).
                    LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN            343
como quienes experimentan suaves mociones del Espíritu: «Nos
ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros» (Act 15, 28). Esta
característica se ve reflejada varias veces en la Sagrada Escri-
tura. Muchas veces en el libro de los Hechos se refiere que el
Espíritu Santo les movía en su acción apostólica para hacer o
dejar de hacer algunas cosas, pero no obligados, sino llevados y
cooperando a tales sugerencias: El Espíritu Santo es quien
manda separar a Bernabé y a Saulo para una misión (Cfr. Act
13, 2), a Pedro para que vaya de Joppe a Cesárea (Cfr. Act.
11, 12) a Felipe para que se acerque al carro del eunuco (Cfr.
Act 8,29). Les manda también bajar a predicar a Seleucia (Cfr.
Act. 13,4) y, porque no es oportuno, prohibe que lo hagan en
Asia y Bitinia (Cfr. Act 16,6).
    La Dei Verbum procura, en suma, aunar dos elementos: la
acción del Espíritu, al que se debe toda verdad salvífica, y la
realidad humana de los Apóstoles, que testimonian esa verdad
con toda su vida y su acción, con plena autoridad, llevados por
el Espíritu, y por tanto con garantía divina. Entre acción divina
y acción humana no hay —conviene recordarlo— oposición:
Dios, al obrar, no destruye al hombre, sino le hace cooperar
con El.
II. LA MISIÓN APOSTÓLICA
A. Los Apóstoles enviados a predicar
    A la vez que el Señor instruye a sus Apóstoles en muchas
cosas y ellos reciben de sus labios y de su vida el Evangelio,
les da una misión concreta: la de ir y predicar la Buena Nueva,
pues éste había sido el motivo de su elección (cfr. lo 15,16);
los «escogió para tenerlos consigo y enviarlos a predicar» (Me
3, 13-14, Cfr. Rom. 10,15). Comienza a enviarlos primero a
«las ovejas perdidas de la casa de Israel» (Mt 10,6), preparán-
doles para la gran misión que vendrá después (cfr. Mt. 28, 19-
20; Me 16,15), que se extenderá a todo el mundo, dado que el
Evangelio esta destinado a todos los hombres. El Señor les
envía con plenos poderes como los suyos (Cfr. Mt 10,15; Me
6.7; Le 9,1), y son ellos representantes personales de Cristo en
las primeras misiones apostólicas (cfr. Mt 10, 10-11, 1; Le 10,
 344                           RAFAEL ARCE GARGOLLO
 16). Aunque el mandato de predicar como tal no es exclusivo
de los Doce, pues Cristo envió también a otros setenta y dos
—que no reciben el nombre de Apóstoles—, la misión de predi-
car dirigida a los Apóstoles está bien definida y es única entre
los demás, porque han recibido unas enseñanzas a través de
una instrucción más profunda: son los testigos auténticos y
directos de las palabras y de las obras del Mesias.
    Los Apóstoles son enviados por Cristo como El fue enviado
por el Padre: «así también yo os he enviado» (lo 17, 18). Este
paralelismo entre Cristo y sus Apóstoles quedaba bien expre-
sado en el primer esquema del Concilio con la cita de un texto
clásico de San Clemente Romano: «Los Apóstoles nos predica-
ron el Evangelio de parte del Señor Jesucristo; Jesucristo fue
enviado de Dios. En resumen, Cristo de parte de Dios y los
Apóstoles de parte de Cristo: una y otra cosa, por tanto, suce-
dieron ordenadamente en cumplimiento de la voluntad de
Dios...» . 28
    Se quería resaltar entonces que los Apóstoles eran enviados
a predicar no palabras humanas sino la verdadera Palabra
(Cfr. 1 Thes 2, 13).
    En el siguiente esquema del Concilio la idea de la misión
apostólica fue descrita en estos escuetos términos: «Cristo
Señor dio a los Apóstoles el mandato de predicar el Evangelio
a todos los hombres» (n.7); y en el esquema III este punto se
mantiene con la misma estructura pero se añade un aspecto
interesante: el precepto misional de Cristo se coloca luego de
haber recordado, que «dispuso Dios benignamente que todo lo
que había revelado para la salvación de los hombres, permane-
ciera íntegro para siempre y se transmitiese a todas las genera-
ciones». Se sitúa de esta forma mejor el porqué de la misión;
lo que se refuerza con la partícula ideo, que apareció en este
esquema. Como explicó el Relator Oficial se quería significar
así la Voluntad de Dio* de que la Revelación permanezca ínte-
gra y se transmita . Más tarde la Comisión Técnica reforzó
                          29
este aspecto explicando que este orden de ideas exige el tér-
  2 8 . Cfr. Ep. ad. Cor., 4 2 , n. 1-3: P G 1, 2 9 2 ) . Vid. esquema De   Fontibus
Revelationis, n.2, en A A . Series II, vol. II, pars. I, p. 5 2 3 .
  2 9 . Cfr. Relatio  super caput I et caput II Schematis            A S III/III, p.
131.
                     LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN           345
mino ideo, porque «se trata de la ejecución de los planes
divinos» .
         30
    Es decir, el mandato de la misión apostólica responde a la
necesidad de transmitir el Evangelio por una disposición eterna
de Dios. Se subraya a la vez, la verticalidad de las misiones
Dios Padre-Cristo-Apóstoles y el carácter sobrenatural del ofi-
cio apostólico. Nos parece que de esta forma lo que podría
parecer en el n. 7 de la Dei Verbum un mandato de la misión
dada por Cristo, un hecho aislado extraído de los Evangelios
(Mt 28, 19-20; Me 16,15), se sitúa en la Constitución dentro
de una perspectiva amplísima, pues los Apóstoles ejercitarán su
misión por un decreto eterno del Padre que luego Cristo les
hace explícito.
    Se trata de un designio que existe en el seno de la Trini-
dad, mantenido e impulsado por Dios desde que se reveló a los
hombres por vez primera; luego continuó su desarrollo en el
marco de la historia de la salvación, actualizándose, por los
siglos en boca de los Patriarcas y los Profetas. Ahora los
Apóstoles se sitúan en esta misma línea, enviados a predicar y
cooperando para que la Revelación permanezca íntegra e incó-
lume. Esta perspectiva queda resaltada perfectamente en los
seis números anteriores al n. 7 de la Dei Verbum.
B. La comunicación de los bienes espirituales con la predi-
   cación
    Nos detenemos a considerar ahora un aspecto muy intere-
sante de la predicación de los Apóstoles que señala el n. 7,
luego de mencionar el mandato de Cristo. Dice, en efecto, que
mandatum dedit Apostolis ut Evangelium... ómnibus praedica-
rent, eis dona divina communicantes, remitiendo inmediata-
mente a los dos textos del Evangelio fundamento de la misión:
Mt 28, 19-20 y Me 16,15.
    Los términos eis dona divina communicantes son muy pre-
cisos y deben ser traducidos conforme al sentido que quiso dar-
les el Concilio. No es correcto, por ejemplo, entender con ellos
—como lo hacen algunas ediciones que comentan el texto
 30.   Respuesta ad modum   3 , A S IV/V, p. 6 9 2 .
 346                          RAFAEL ARCE G ARGOLLO
 conciliar— que Cristo da a los Apóstoles el mandato de predi-
 car «comunicándoles para ello dones divinos»; más bien se ha
de decir que los Apóstoles, al predicar, comunican (a los hom-
bres) bienes divinos, «otros dones y carismas que se conectan
con el Evangelio» .     31
    ¿De qué modo comunican los Apóstoles esos dones divi-
nos?. Lo que Cristo ordena difundir a sus Apóstoles es el anun-
cio de la Palabra de Dios y la proclamación del amor de Dios
a los hombres; en resumen, el anuncio de la persona misma de
Cristo y de su mensaje salvífico.
    En este sentido, la palabra que se predica prepara, en
cuanto mediación necesaria, el camino a la fe, disponiendo a
ella, si bien no infundiéndola directamente sino moviendo en
orden a la infusión divina de esta virtud sobrenatural junto con
la gracia.
    Por eso la palabra que predican los Apóstoles no es sólo
una transmisión de conocimientos; es también «viva, eficaz, y
tajante más que espada de dos filos» (Hebr. 4, 12). Por esta
dinamicidad de la predicación se puede decir que hay cierta
analogía entre la predicación y los sacramentos, pues estos son
eficaces al causar lo que significan, al transmitir lo que anun-
cian en los que están bien dispuestos. Esta eficacia de la predi-
cación debe ser bien entendida.
    La Teología protestante, en particular la Luterana, de
acuerdo con su doctrina de la justificación por la fe, considera
la predicación como primero y principal medio para comunicar
la gracia. Los Sacramentos son solamente una concreción o
expresión de la Palabra predicada; no se les atribuye eficacia
propia, sino son tan solo condición o causa dispositiva. La doc-
trina católica enseña, en cambio, que los Sacramentos confieren
la gracia ex opere operato. La predicación es también eficaz,
puesto que prepara para el encuentro con la gracia divina, pero
no tiene la eficacia sacramental.
   3 1 . Según lo que dice la Relatio de singulis numeris (cfr. A S III/III, p. 83
letra E ) y la Respuesta ad modum 7 (cfr. A S IV/V, p. 6 9 2 ) Traducción inco-
rrecta fue por ejemplo, la de Concilio Vaticano II. Constituciones.       Decretos.
Declaraciones.  2* ed. B A C , Madrid 1 9 6 6 , p. 125. En las sucesivas ediciones
este error fue corregido.
                         LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                         347
    En esta temática incidía de algún modo, a nuestro juicio, la
propuesta que en su tiempo hiciera el Secretario para la Uni-
dad de los Cristianos en los inicios del Concilio. Desde una
perspectiva de acercamiento a algunas confesiones cristianas,
propuso un esquema como proyecto de decreto pastoral sobre
la Palabra de Dios. El documento contenía afirmaciones como
estas: «No sólo se nos manifiesta Dios en su Palabra como
dador de gracia y como la gracia personal, sino que nos comu-
nica la gracia por su misma Palabra»; «la Palabra de Dios no
es sólo una fuente de verdades definibles...», la Palabra de
Dios «hecha presente y actualizada de diferentes maneras (...),
es también un instrumento establecido por Dios para procurar-
nos nuestra salvación». En esa Palabra suya se nos hace pre-
sente Cristo y nos comunica su gracia. Finalmente, se decía
que, «los Sacramentos no son los únicos conductos por los que
Dios nos comunica su gracia. Está también la Palabra de Dios
que se nos transmite en la Sagrada Escritura y en la predica-
ción» .32
    Pensamos que el texto de la Dei Verbum que comentamos
no quiere dirimir aspectos particulares de esta problemática, y
que el interés de los Padres conciliares al incluir la frase eis
dona divina comunicantes era afirmar que la predicación apos-
tólica goza de eficacia, pero sin dar pie a considerarla causa
directa de la gracia; lo que afirma es más bien que, con oca-
sión de la predicación, Dios concede la gracia, o que a la pre-
dicación sigue la administración de los Sacramentos y la
comunicación de otros bienes espirituales distintos a la gracia
divina. Esto es lo que se desprende de una consideración atenta
del texto, y únicamente de él, pues no existen precedentes
inmediatos en las observaciones de los Padres sobre este punto,
ni más explicaciones de la comisión redactora. Esa interpreta-
ción se confirma con lo que sobre este particular refieren otros
documentos del Concilio que se analizarán más adelante.
    Señalemos ante todo que en el texto del n. 7, después de la
frase eis dona divina communicantes, se incluyen dos referen-
cias de la Escritura. La primera es Mt 18. 19-20, donde se
   3 2 . Cfr. para este tema J . FEINER La contribution  du Secrétariat pour V
unité des chrétiens a la Constitution  dogmatique  sur la Revelation   divine, en
A A . W . La Révélation   divine, Tome I, Les editions du Cerf, Paris 1 9 6 8 , pp.
119-153. Ver, en concreto, p. 127.
 348                          RAFAEL ARCE GARGOLLO
recoge el mandato de adoctrinar, bautizar y enseñar a observar
omnia quaecumque mandavi vobis. La segunda es Me 16,15,
donde se dice: Euntes in mundum universum praedicate Evan-
gelium omití creaturae. £1 primero de estos textos hace ver que
el mandato de predicar el Evangelio no se reduce a una mera
actividad intelectual de los Apóstoles. No se limita a la propo-
sición de verdades mediante discursos, como podrían hacerlo
maestros y filósofos. Va unido —como señala el Evangelio— a
bautizar, a una actividad sacramental y litúrgica, y también a
una conducta que se concreta en vivir y enseñar a vivir todo lo
que El había mandado. Cristo había dicho: mandatum novum
do vobis: ut diligatis invicem sicut dilexi vos (lo 13, 34). Los
Apóstoles al predicar administran los Sacramentos y entregan a
los fieles el amor a Cristo —enseñar a amarse como el Maestro
les había amado—, se convierten en portavoces de una doctrina
y en transmisores de bienes divinos que comunican con esta
doctrina y con las enseñanzas del Señor hechas vida»
    Por lo demás los Apóstoles, al predicar a las gentes, entre-
garon junto a la Palabra y a los Sacramentos, fuente de todos
los bienes espirituales de la Iglesia, el testimonio de un estilo
de vida cristiana que se funda en el amor, en la caridad de
Cristo, bien divino, que ellos testificaron en su predicación y
del que fueron objeto particular por parte de Cristo. Todo lo
cual está en conformidad con lo que la misma Dei Verbum
enseña en el n. 4: Cristo cumple la Revelación Verbis et open-
bus, signis et miraculis. Igualmente los Apóstoles no se limitan
a enseñar una doctrina; entregan con las palabras de Cristo, sus
obras, su forma de vida, su caridad y los bienes que de ella se
derivan. La palabra está, en suma, siempre unida a otras reali-
dades y es el conjunto lo que está dotado de plena eficacia
salvadora.
   3 3 . Son muy ilustrativas a ese respecto unas palabras de San Ireneo, sobre
la vera agnitio que la Iglesia enseña: « E s la doctrina de los Apóstoles, y anti-
guo estado de la Iglesia en todo el mundo y la organización del cuerpo de
Cristo según la sucesión de obispos a los cuales aquellos en cada lugar confia-
ron la Iglesia; es el tratado completo de la Escritura, la cual nos ha llegado
conservada fielmente; es la doctrina sin error y la explicación legitima según la
Escritura, exacta, sin ofender y blasfemar; e s , sobre todo, el deber del amor,
más precioso que la gnosis, más honorífico que la profecía, y más excelente
que todos los otros cansinas» (Cfr. Adv. haer., IV, 3 3 , 8, P G 7, I, 1077).
                       LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN          349
    Confirma esta interpretación lo que el Concilio, enseña en
otros documentos. Por ejemplo, la Constitución sobre la Iglesia
describe cómo la misión de Cristo dada a los Apóstoles se per-
petúa en la Iglesia:
            «Predicando el Evangelio (...) mueve a los oyentes
        a la fe y a la confesión de la fe, los dispone para el
        bautismo, los arranca de la servidumbre del error y de
        la idolatría y los incorpora a Cristo, para que crezcan
        hasta la plenitud por la caridad hacia El» .   34
   El Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia,
enseña cómo se propaga la fe y salvación de Cristo:
            «Se hace presente en acto pleno a todos los hom-
        bres o pueblos, para llevarlos, con el ejemplo de su
        vida y la predicación, con los sacramentos y los demás
        medios de la gracia, a la fe, la libertad y la paz de
        Cristo, de suerte que les descubra el camino libre y
        seguro para participar plenamente en el misterio de
        Cristo» . 35
    Finalmente, en esta misma línea se sitúa el Decreto sobre
el ecumenismo:
            «Jesucristo quiere que por medio de los Apóstoles y
        de sus sucesores (...), por la fiel predicación del Evan-
        gelio y por la administración de los Sacramentos, así
        como por un gobierno de amor, operando el Espíritu
        Santo, crezca su pueblo; y perfecciona así la comunión
        de éste en la unidad: en la confesión de una sola fe, en
        la celebración del culto divino y en la concordia fra-
        terna de la familia de D i o s »     36
    En resumen, el modo de cumplir el mandato de Cristo no
se concibe en las Constituciones conciliares como una actividad
exclusivamente verbal, de proposición de verdades, aunque de
hecho la exige y no puede prescindir de ella. Comporta también
una predicación con la conducta y con las obras y una transmi-
 34.   Const. Lumen Gentium, n. 17.
 35.   Decr. Ad Gentes, n. 5.
 36.   Decr. Unitatis Redintegratio, n. 2.
 350                           RAFAEL ARCE GARGOLLO
sión de bienes divinos, porque «si la Palabra de Dios procla-
mada por los Apostóles tiene la virtud de actualizar lo que
anuncia y prepara, ella misma estaría incompleta si, por otra
parte, la enseñanza de Cristo no comunicara también los bienes
divinos establecidos para dar la salvación. Cristo tía unido la
predicación con el Bautismo, y ha revelado al Padre no sólo
transmitiendo las palabras que le habían sido comunicadas por
El, sino también aceptando la muerte para salvar al mundo...
La predicación del Evangelio, por tanto, a la vez que es trans-
misión oral, es también transmisión 'reaV... Esta (la salvación)
no puede separarse de quien la lleva a cabo: ninguno puede
tener la salvación si no posee a Cristo que es la salvación. En
definitiva, la predicación del Evangelio no es otra cosa que el
testimonio y anuncio de la vida eterna» . Esta realidad defina
                                                        37
a la vez el carácter de la misión apostólica y la razón de
su eficacia.
III.    LA PREDICACIÓN DE LOS APÓSTOLES, TRANSMISORA DE LA
        REVELACIÓN
A. El aspecto biforme de la predicación
    En este apartado nos detendremos a exponer el doble modo
como —según la Dei Verbum— los Apóstoles llevaron a tér-
mino el mandato de predicar recibido de Cristo: uno, la predi-
cación oral —que como hemos visto no se circunscribe sólo a
palabras—, y otro, la entrega por escrito de todo aquello que
recibieron del mismo Jesucristo y del Espíritu Santo. Fue el
mismo Relator del esquema III quien utilizó el calificativo de
«biforme» para resaltar que el objeto es «cualitativamente el
mismo», esto es, que «abarca todo lo que los Apóstoles reci-
bieron sobre la constitución, doctrina y vida de la Iglesia para
perpetuarlo en las siguientes generaciones                   38
1. La predicación no escrita de los Apóstoles
   Precisamente porque se trata de un objeto que cualitativa-
mente es el mismo —el Evangelio—, el Relator del esquema,
  37.    BETTI, U., La Constituzione...,   o.c,   pp. 2 2 4 - 2 2 5 .
  38.    AS III/III, p. 136.
                        LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                       351
explicó que la predicación oral se distingue de la escrita «no
porque conste sólo de palabra, sino simplemente porque no es
escrita» . A esta formulación que puede parecer muy sencilla,
         39
no se llegó durante el Concilio sino después de un largo
camino. Desde los primeros esquemas los Padres observaron
que era necesario describir la conducta de los Apóstoles más
de acuerdo a la realidad de los hechos, dando cabida a una
presentación viva de la misma predicación. Reducir la transmi-
sión de la Revelación que no se consignó por escrito a meras
formas orales o verbales, y mencionar a la palabra como único
medio para llevar a cabo el mandato de Cristo, era circunscri-
bir demasiado el ámbito de la vida apostólica. No bastaba
—como lo hacía el esquema De Fontibus con hablar de un
ministerium verbi iniciado por Cristo y continuado por los
Apóstoles (n.3): si se reconocía —como hacía ese esquema—
que la Revelación se había difundido potissimum por la predi-
cación (cfr. n.2), era necesario mencionar expresamente esos
otros medios que el término potissimum presuponía. Teniendo
en cuenta que Cristo se había manifestado tanto con palabras
como con acciones, era coherente subrayar que los Apóstoles
se habían servido también de medios de transmisión distintos
de la predicación meramente verbal.
    La realidad es que los redactores del />*• Fontibus teman
presente otros canales por los que la Revelación se transmite en
el tiempo, principalmente los escritos no inspirados de los
Padres de la Iglesia , pero no aquéllos de los que los Apósto-
                         40
les se habían servido para difundir la Revelación. Frente a ese
planteamiento, existían ya desde 1962 en la mente de los
Padres conciliares la idea de una predicación apostólica «viva»
y no exclusivamente verbal, la de una «acción y doctrina predi-
cada» —como proponían los esquemas no oficiales de Congar y
Rahner— , la de una transmisión del Evangelio en el marco
              41
de las palabras y de los hechos; perspectivas que llevaban a
centrar la atención en los Apóstoles predicando no sólo con sus
palabras, sino también con sus obras: con la celebración de la
  39.    Ibidem.
  4 0 . A A Seríes II, vol. II, pars I, p. 5 5 3 .
  4 1 . Vid. La Révélation Divine, ed. sour la direction de B. D . Dupuy, T. II,
Les Editions du Cerf, Paris 1968, pp. 5 7 7 - 5 8 7 y 5 9 4 - 5 9 8 .
 352                                      RAFAEL ARCE GARGOLLO
                                                                                42
liturgia y con la práctica misma de la religión cristiana . Esto,
como es sabido, hizo sustituir el uso del término «doctrina» por
el de «Evangelio», para dar cabida, tanto a la Revelación
mediante hechos salvíficos y obras en Cristo, como a la predi
cación de los Apóstoles por medios vivos.
     Más tarde el esquema II supuso un avance en este aspecto,
aunque no delimitado con profundidad. El Evangelio de Cristo
se describe remitiendo también a sus obras (fecerat et docuerat)
pero, al hablar de la ejecución del mandato de Cristo por los
Apóstoles, se menciona la transmisión apostólica del Evangelio
distinguiendo de una parte los escritos (per scripta) y de otra
acudiendo a un término aún insuficiente: oretenus tradendo.
    Los P adres consideraban que esta expresión limitaba la
Tradición a la predicación oral de los Apóstoles; el oretenus
fue abiertamente criticado por no abrir las puertas a otros
modos no escritos de difundir la doctrina de Cristo y, sobre
todo, por reducir la misma Tradición a un compendio de verda
des predicadas. Había que incluir también gestos y actitudes,
formas de vida y hablar no sólo de un «material transmitido»
sino también de transmisión de realidades salvíficas a través del
culto y de toda la vida cristiana. Era, en último término, la
transmisión de todo el cristianismo lo que estaba en juego, la
tradición integral en la que se incluyen ejemplos, tradiciones
disciplinares, e instituciones.
    El uso restrictivo del oretenus tradendo no satisfacía, ade
                                                                          43
más, la necesidad de facilitar el diálogo ecuménico , pues evo
caba sobre todo tradiciones transmitidas de boca en boca (más
que la Tradición apostólica en sí misma), que completarían
materialmente la palabra escrita. Se desembocaba así nueva
mente en la problemática de los límites de contenido objetivo
entre Tradición y Escritura tema, cuya discusión, como es bien
                                                              44
sabido ocupó amplísimo espacio .
    4 2 . Cfr. LEFREVE, A S I I I / I I I , p . 8 4 8 ; SILVIA HENRIQUEZ, ídem., p . 7 9 6 y
7 9 8 ; Episcopi Regionis Apostolicae G a l l i a e Meridionalis, idem., р . 9 0 0 ; Confe
rentia Episcoporum Regionis Apostolicae G a l l i a e Occidentalis: e n su interven
ción, estos obispos reproducen textos del esquema n o oficial d e Y. CONGAR;
cfr. idem., р . 9 0 2 .
   43.     Cfr.   Jacq, AS       I I I / I I I , p. 8 4 1 .
   44.     Cfr. Episcopi P rovinciarum Aquensis e t Avenionensis et Diócesis M a s 
siliensis, A S I I I / I I I , p. 8 9 7 .
                              LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                                 353
    Por fin, el esquema III añadió en la predicación de los
Apóstoles otros medios «vivos». El Relator oficial explicó que
al decir el texto «predicación oral» había que entender, «no
sólo palabras, sino también ejemplos e instituciones» , puesto                    4S
que la predicación apostólica es de tal riqueza que abarca lo
que se refiere a la vida, doctrina y constitución de la misma
Iglesia, y que los Apóstoles recibieron también por variadísimos
medios, tanto de Cristo como del Espíritu Santo.
    Esta perspectiva abarcante del ministerio apostólico, en el
que se incluye la transmisión de toda la vida cristiana, corres-
pondía perfectamente a lo que el mismo n. 7 decía sobre la
Revelación hecha por Jesucristo a los suyos, y el n. 8 sobre la
misión de la Iglesia en la transmisión del Evangelio.
    En ambos números se dibujan sus elementos en un parale-
lismo perfecto: En el primero se dice que los Apóstoles in pre-
dicatione orali-exemplis-institutionibus transmiten lo que han
recibido ex ore-conversatione-operibus del mismo Cristo. Esto
concuerda también con lo que dice el número siguiente: «lo que
enseñaron los Apóstoles abarca todo lo que contribuye a que el
Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe, y de esta
forma la Iglesia in sua doctrina-vita-cultu perpetúa y transmite
a todas las generaciones todo lo que Ella es, todo lo que
cree».
    Existe, pues, una relación estrechísima entre los tres elemen-
tos de cada uno de estos momentos de la transmisión de la
Revelación: predicación oral de los Apóstoles con enseñanzas
orales de Cristo y doctrina de la Iglesia; ejemplos que ellos
transmiten se refieren al modo de vida de Cristo (conversatio)
y a la vida cristiana que difunde la Iglesia; por último, las ins-
tituciones concuerdan con las obras salvíficas del Señor y el
culto en la vida cristiana. En resumen, se trata de la transmi-
sión de «todo lo que la Iglesia es», y de «todo lo que
cree».
    El término institutiones que utiliza el n. 7 no tiene un sen-
tido uniforme en el documento conciliar; ademas, las Relacio-
nes oficiales no explicaron el contenido de este medio de
  4 5 . Cfr. Los antecedentes de esto en las intervenciones de los siguientes
Padres: A S III/III, pp. 8 0 6 , 8 1 3 , 8 4 1 , 8 7 5 , 8 8 2 , 8 8 9 y 9 1 9 . Y la explicación
del Relator en idem., p. 136.
 354                             RAFAEL ARCE GARGOLLO
predicación. Los comentaristas de la Dei Verbum, consideran
en su mayoría, que es sinónimo de «ritos sacramentales», y,
por lo tanto, lo relacionan directamente con las acciones . En                     46
otro sentido, el de «instrucciones», destacando más el aspecto
de enseñanzas doctrinales, es explicado por pocos autores . El                      41
término aparece de hecho en los documentos de Vaticano II
con los dos significados, si bien el segundo es más frecuente.
    Los que piensan que institutio quiere mostrar el aspecto
cultural-sacramental de la predicación apostólica —en el con-
texto de la Dei Verbum—, piensan que no cabe otro sentido,
pues el n. 7 habla de institutiones después de haber mencio-
nado in predicatione orali; seria caer en una tautología —dicen—
que el Concilio quisiera referirse a ellas como instrucciones
orales; refuerzan esta idea con lo que el n. 8 enseña sobre la
misión transmisora de la Iglesia, que «en su doctrina, vida y
culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo que
ella es, todo lo que cree».
    Creemos que las institutiones a las que se refiere la Dei
Verbum pueden abarcar tanto las instrucciones orales como los
ritos sacramentales y otras disposiciones disciplinares, pues,
siendo muy amplia la actividad de los Apóstoles, todas ellas se
relacionan con la predicación del Evangelio y con la voluntad
del mismo Cristo.
    Al comienzo de los Hechos de los Apóstoles se dice que
Jesús «se dio a ver a sus Apóstoles elegidos en muchas ocasio-
nes durante cuarenta días hablándoles del Reino de Dios» (Act
1,3). Son palabras que podemos referir tanto a las perspectivas
generales de la venida del Reino, como a la comunidad de los
discípulos, a su misión, a la herencia que Jesús les dejaba. En
aquellas conversaciones en las que Jesucristo y los Apóstoles
hablaban in multis argumentis, (ibid.) el Señor pondría la
simiente de lo que ellos habrían de desarrollar ayudados por el
    4 6 . Cfr. LATOURELLE, R., La Révélation        et sa transmission  selon la Cons-
titution 'Dei Verbum' «Gregorianum» 4 7 ( 1 9 6 6 ) , p. 2 6 ; STAKEMEIER, Dei
Konzil Konstitution     über die göttliche     Offenbarung    Paderborn 1 9 6 6 , p. 1 2 5 ;
PERARNAU, J . La Constitución        dogmática    sobre la Revelación   Divina, Caste-
llón de la Plana 1 9 6 6 , p. 6 3 ; BETTI, U . , Commento a la Costituzione        Dogma-
tica sulla Divina Rivelazione,       Ed. Massimo, Milano 1 9 6 6 , p. 9 4 .
    4 7 . V . gr. SCHUTZ-THURIAN, La parole vivante au Concile, Taizé 1 9 6 6 ,
p. 3 0 .
                    LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN             355
Espíritu Santo. En su vida terrena y en sus apariciones ya
resucitado, Cristo comunica a los Apóstoles su Evangelio.
     Asi obran también los Apóstoles respecto a las siguientes
generaciones de cristianos. Algunas instrucciones orales cierta-
mente pueden agruparse en lo que el n. 7 llama in predicatione
orali de los Apóstoles, pero otras serían más bien institutiones:
instrucciones de vida practica conformes al Evangelio y mode-
ladoras de la existencia cristiana. Entre muchas pueden citarse,
por ejemplo, las disposiciones sobre la actitud ante los poderes
públicos (1 Tim 2,1 ss; Tit 3,1), la atención a los pobres (Gal
2,10) y a los ancianos (Cfr. 1 Tim 5,1 ss). Respecto a los ritos
sacramentales San Pablo da instrucciones sobre el modo de
celebrar los ágapes (Cfr. 1 Cor 11,17 ss; 10, 21 ss), Santiago
sobre la unción de enfermos (Cfr. lac 5,14 ss); y en otros
aspectos más pormenorizados el mismo San Pablo advierte: «lo
demás lo dispondré cuando vaya» (1 Cor. 11,34).
     Respecto a las disposiciones disciplinares sobre la organiza-
ción de la Iglesia y el oñcio de los ministros de Dios, son tam-
bién abundantes las referencias a estas instituciones, definidas
esencialmente por Cristo, y dispuestas luego por los Apóstoles
en la vida práctica para conformarlas al Evangelio: la función
del diaconado (Cfr. 1 Act 6,2; 1 Tim 3,8 ss), de los presbíte-
ros (Cfr. 1 Tim 5,17 ss) y de los obispos (Cfr. 1 Tim 3, 1
ss).
     Ese es el trasfondo, evocado por los textos que acabamos
de citar —y a los que que podrían añadirse muchos otros—,
que llevan a buscar en la redacción de la Dei Verbum expre-
siones amplias, a fin de reflejar lo mejor posible la rica y
variada actuación de los Apóstoles.
2. La predicación escrita e inspirada del tiempo apostólico
   a) La redacción de las Escrituras
    Una vez recibido el mandato de Cristo, los Apóstoles se
convirtieron en pregoneros del Evangelio. Por una parte, cum-
plieron su misión con la predicación oral, ejemplos e institucio-
nes, transmitiendo toda la Revelación recibida de Cristo.
Además, dice la Dei Verbum que, bien ellos mismos, bien otros
356                    RAFAEL ARCE GARGOLLO
de la época primigenia, sub inspiratione eiusdem Spirítus
Sancti, nuntium salutis scriptis mandaverunt.
     El n. 7 enseña que los Apóstoles cumplieron fideliter el
mandato de Cristo; frase que —en la estructura del texto
conciliar— se aplica también a la predicación escrita de los
mismos Apóstoles o de otros varones de esa generación. Hay
que atribuir tal fidelidad a lo que el mismo texto conciliar
señala, esto es, a la inspiración divina (sub inspiratione eius-
dem Spirítus Sancti), que hizo que los hagiógrafos transmitie-
sen lo que habían recibido de Cristo y lo que aprendieron del
Paráclito. Otro factor que explica esa fidelidad —aunque no lo
sánala expresamente el n. 7, pero está implícito en el conjunto
de la Constitución— es que los escritos inspirados son el
reflejo de la enseñanza de todo el Colegio apostólico.
    Los libros del Nuevo Testamento se escribieron con ocasión
de circunstancias particulares y tuvieron al principio como des-
tinatarios a grupos reducidos de fieles. Sin embargo, no por ello
su existencia fue meramente ocasional o transitoria pues —al
menos en el designio divino— estaban destinados a una difu-
sión universal y a contener la substancia de la predicación de
los Apóstoles.
    Respecto al contenido de esos escritos inspirados dice la
Dei Verbum que «enseñan firmemente con fidelidad y sin error,
la verdad que Dios quiso que se consignara en las sagradas
letras para nuestra salvación» (n. 11). Los hagiógrafos no
intentaron poner por escrito todo lo que habían predicado por
otros medios, como lo testifica, entre otros, el Evangelio de
San Juan (Cfr. lo. 21,25). tanto porque no les era posible plas-
mar por escrito aspectos de su predicación o de la de Cristo,
como por la amplitud y riqueza del Evangelio. Como explica la
Constitución los hagiógrafos «escribieron... algunas cosas de las
muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito, sinteti-
zando otras, o explicándolas atendiendo a las condiciones de
las Iglesias, reteniendo en fin la forma de proclamación, de
manera que siempre nos comunicaban lo verdadero y auténtico
acerca de Jesús» (n. 19).
    Este aspecto de la predicación escrita afecta a uno de los
puntos más controvertidos en la elaboración de la Dei Verbum,
el de mayor o menor amplitud de contenido de la Tradición
respecto a la Escritura, tema en el que no es necesario entrar
                          LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN        357
ahora. Recordamos sólo que. como se lee en la Relatio «el
objeto biforme de esta predicación (la escrita y no-escrita) es
cualitativamente el mismo, puesto que abarca aquellas cosas
que miran a la constitución de la Iglesia, su vida y doctrina...
En cambio, respecto al objeto de una y otra predicación, bajo
el aspecto cuantitativo, el Esquema habla indeterminadamente:
se evita la cuestión de si la predicación oral, en el aspecto
objetivo, excede o no a la predicación escrita» .         48
   b) Los escritos apostólicos son posteriores a la predicación
      no escrita
    Otro tema que se planteó frecuentemente en las intervencio-
nes de los Padres sobre la redacción de las Escrituras, fue el
de la precedencia real y temporal de la predicación oral sobre
la escrita. Esta cuestión se suscitó cuando el esquema II de la
Comisión Mixta, al describir la actividad de los Apóstoles,
decía que éstos habían ejecutado el mandato de Cristo cum per
scripta... cum oretenus tradendo. La comisión redactora había
antepuesto la redacción de las Escrituras —habiendo mediado
una sugerencia por Trento que, hablando de los lugares donde
se halla la verdadera doctrina, señalaba in libres scriptis et
sine scripto traditionibus.
    Resulta claro que, en el ánimo de los redactores, esa forma
de hablar no era el resultado de pensar que la Escritura fuera
anterior en tiempo a la predicación oral, pues del contexto del
esquema no se deduce tal conclusión. Al hacer esta descripción
querían mantener el orden seguido por el tridentino, o, posible-
mente, resaltar más el papel de la Escritura con vistas a un
acercamiento con los no católicos.
    Consta, no obstante, por las Actas que muchos Padres
hicieron observaciones distinguiendo entre una descripción del
oficio apostólico según su desarrollo en el tiempo —donde la
predicación oral debe preceder a la Escritura—, y una referen-
cia a los locitheologici, como la que se quiso realizar en Trento,
donde cabe hablar indistintamente, en uno u otro orden, de
escritos inspirados y predicación oral. Los Padres repiten fre-
 48.   Relatio,   A S III/III, p. 136.
 358                           RAFAEL ARCE GARGOLLO
cuentemente una idea: durante los primeros años de la época
 apostólica la predicación fue sólo oral, y luego surgieron los
escritos. Por ello, y como en el esquema se estaba tratando del
hecho histórico según una sucesión cronológica, había que men-
cionar primero la predicación oral y luego los escritos. Aún
más: la Constitución debía seguir este orden en todo el texto,
mencionar primero la Tradición, no sólo por atender a razones
de precedencia temporal, sino también natural o real . Es                    49
decir, se deseaba una redacción del texto que evitase la idea de
que la predicación escrita fue la principal y ordinaria, o que
otorgase primacía absoluta a la Escritura, pues ésta por su
naturaleza es «imagen de la voz viva y hace sus veces» , es                       50
reflejo de la predicación apostólica.
    No hacer estas precisiones —se decía— podría causar
daños a la doctrina católica.
    La Escritura, y, en particular los Evangelios, «ocupan con
razón —dirá la Dei Verbum— el lugar preeminente, puesto que
son testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Encar-
nado» (n. 18), y por eso «la Iglesia ha venerado siempre las
divinas Escrituras» (n. 21) y considerado «como regla suprema
de su fe» (n. 21), pero existía a la vez en muchos Padres el
temor de que una exaltación indebida del principio escriturístico
condescendiese demasiado con quienes buscaban un cierto acer-.
camiento al principio de la sola Scriptura, y colocara a la Tra-
dición en un plano secundario o, incluso, la privase de valor, o
le otorgase sólo un valor histórico y destinado a desaparecer
una vez surgidos los libros sagrados, pues, una vez ocurridos
esos hechos, todo lo que verdaderamente constituye la esencia
de la fe en Cristo se hallaría en los testimonios neotestamen-
tarios .51
   4 9 . Cfr. v.gr., PHILLIPE, A S III/III, p. 8 6 3 ; CARLI, idem, p. 8 2 0 ; BUTLER,
ídem, p. 8 1 4 ; CAPOZI, idem p. 8 1 6 ; PONCET, idem p. 8 6 7 ; Conferentia Episcc-
porum Belgii, idem, p. 8 9 7 ; Episcopi Regionis Apostolicae Galliae Meridiona-
lis, idem, p. 9 0 0 ; Saboia Bandeira, idem, p. 8 7 1 . D e hecho la comisión
redactara hizo este cambio y explicó que: «in istis duobus modis transmissio-
nis... invertitur ordo Conc. Trid. Itaque primo loco agitur de praedicatione, et
secundo loco de scriptione; Traditio enim non scripta S. Scripturam praecesit»
(Relatio de singulis numeris). A S III/III. p. 8 3 . letra F. c.
    5 0 . A s í lo explica uno de los Padres; cfr. MOHELER, A S III/III, p. 8 5 5 .
    5 1 . Cfr. PONCET, A S III/III, p. 8 6 7 .
                        LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                       359
    Ante tales peligros, el Concilio veló para exponer adecuada-
mente la doctrina católica, y entendió que no se habían de
separar Tradición y Escritura, pues «se enlazan y comunican
íntimamente entre sí. Porque surgiendo ambas de la misma
fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin» (dv
n. 9).
    La Escritura es «regla suprema de la fe», pero junto con la
Tradición, pues ésta «transmite íntegramente... la palabra de
Dios confiada a los Apóstoles por Cristo Señor y el Espíritu
Santo» (dv n. 9). Los libros sagrados ocupan un puesto clave
en la Iglesia, pero ésta «no deriva solamente de la Sagrada
Escritura su certeza acerca de las verdades reveladas» (dv n.
9). Escritura, «constituyen un sólo depósito sagrado de la Pala-
bra de Dios confiado a la Iglesia» (dv n. 10).
    El tema de la precedencia entre Escritura y Tradición es en
suma, analizado en el texto conciliar teniendo en cuenta no sólo
la necesidad de describir la tarea apostólica en orden cronoló-
gico, sino también otras cuestiones de fondo en las que están
implicadas principios fundamentales de la doctrina.
    c) Los varones apostólicos autores de las Escrituras
    Precisamente porque la constitución conciliar, al hablar de
la transmisión de la Revelación, procuraba guardar un orden
atendiendo a la realidad histórica (ut ratio de ralitate histórica
habeatur) , tenía que mencionar expresamente que los escritos
           52
inspirados se atribuyen no sólo a los Apóstoles, sino también a
otras personas que, por su cercanía con los Doce, tienen la
denominación ya tradicional de «varones apostólicos»: hombres
en cuyos escritos se reflejan también las enseñanzas del colegio
apostólico y cuyas obras son igualmente inspiradas       Esta rea-
   5 2 . Relatio de singulis numeris, ídem., letra F b).
   5 3 . La denominación «varones apostólicos» designa, pues, la estrechísima
conexión de sus escritos con la predicación de los Apóstoles. Es. por ejemplo,
significativo el caso de Lucas, que, en la introducción a su Evangelio declara
que tanto el como los demás «han emprendido las narraciones de los aconteci-
mientos verificados entre nosotros», y señala que lo han hecho «según nos lo
han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y llegaron a
ser ministros de la palabra» (Le I, 1 y ss). El escribe lo que conoce de la pre-
dicación apostólica de los D o c e , y es también válido para la redacción del
 360                          RAFAEL ARCE GARGOLLO
 lidad había sido recogida en el esquema De Fontibus Revelatio-
nis (cfr. n. 3). El esquema siguiente omitió esta precisión histó-
 rica, quizá sólo para abreviar el texto, y mencionó, por lo
mismo, sólo a los Apóstoles. Esta redacción además de distin-
guirse de los Concilios de Trento y Vaticano I —que sí mencio-
naban expresamente a estos varones del tiempo apostólico —,                   34
conllevaba algunas imprecisiones importantes como la de redu-
cir la palabra de Dios escrita a aquella de la que los Apóstoles
—en el sentido de los Doce— son autores; o la de dar a enten-
der que todos los Apóstoles eran autores de escritos inspirados,
no incluyendo en cambio entre los textos inspirados los debidos
a otros que no habían sido Apóstoles.
     El esquema II, por tanto, no era claro ni se adaptaba a la
realidad de los hechos con precisión histórica.
     Por todo ello, los Padres sugirieron que se hablase de los
«varones apostólicos», y así el esquema III atribuyó también a
estos su papel en la predicación apostólica escrita: «Los Após-
toles cumplieron fielmente el mandato de Cristo, transmitiendo
con su predicación lo que habían recibido de Cristo y del Espí-
ritu Santo»; y luego se añadía tum ab ipsis virisque apostolicis
qui... nuntium scriptis mandaverunt; en esta frase se señalaban
como autores de los escritos tanto a los mismos Apóstoles (ab
ipsis) que han predicado el Evangelio y continúan haciéndolo
por otros medios, como a los varones apostólicos (virisque
apostolicis). Además, a ambos se les hace partícipes de la
misma inspiración del Espíritu Santo.
     Sin embargo, el esquema III no alcanzó todavía la precisión
deseada por los Padres, pues los términos ab ipsis no distin-
guían si todos los Apóstoles habían escrito o sólo algunos de
ellos; habría que precisar que ab aliquibus ex ipsis habían
libro de los Hechos, pues aparte de que éstos contienen un compendio de los
muchos discursos de San Pedro y San Pablo, da una visión viva de cómo eje-
cutaron los Apóstoles el mandato de Cristo «con su predicación oral, ejemplos
e instituciones». El mismo caso es el de Marcos por recoger en su Evangelio la
predicación del Príncipe de los Apóstoles, cabeza del Colegio de los D o c e .
Tanto Marcos como Lucas son «varones apostólicos» y este apelativo no es
una consideración del Vaticano II. Ya Tertuliano atribuye el nombre de «apos-
tólicos» a Marcos y Lucas por su conexión intima con los D o c e (Cfr. TERTU-
LIANO, Adv. Marcion. 4.2; PL 2 , 3 6 3 ) , y los Concilios de Trento y Vaticano, al
mencionar también a los viri apostolici,       tenían en mente a estos autores de
los Evangelios.
   5 4 . Cfr. Decr. Sacrosancta, D z 7 8 3 , y Const. Dei Filius, D z 1 7 8 3 .
                          LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                        361
puesto por escrito el Evangelio. La sugerencia se satisfizo al
final de la elaboración del texto con motivo de algunos votos
placet iuxta modum. La Comisión Técnica aclaró cuál era el
sentido del texto: es decir, cuando se lee ab ipsis se habla de
un sentido general y ordinario: «no se refiere a todos y cada
uno de los Apóstoles, sino a algunos de ellos que fueron auto-
res de las Escrituras» . Para evitar equívocos se decidió susti-
                             55
tuir el ab ipsis por esta otra fase: ab illis Apostolis (aquellos
Apóstoles que dejaron escritos inspirados), que quedó definiti-
vamente así en el texto final y confirmada además en el Cap. V
sobre la Sagrada Escritura .            56
     Con esa modificación los redactores precisaron también que
se trataba sólo de «algunos» varones apostólicos. Para muchos
Padres la inclusión de estos varones quedaba resuelta en el
texto. Pero dos de ellos , estando de acuerdo con que se
                                   57
hablase de viri apostolici, guardaban cierto temor por lo gené-
rico de la expresión, pues el Concilio, al mencionar «varones
apostólicos» sin designarlos por sus nombres, podría extender
demasiado el término cronológico de la clausura de la Revela-
ción pública.
     El razonamiento era el siguiente: Los «varones apostólicos
que han dejado escritos inspirados son, en sentido estricto,
hagiógrafos; pero «varones apostólicos», en sentido amplio,
puede referirse a hombres de la edad apostólica que llegaron a
vivir en el segundo siglo de la era cristiana; si no se señala,
pues, expresamente a qué varones apostólicos se refiere el con-
cilio, se abre la posibilidad de sostener que, muertos los Após-
toles, hubo varones que dejaron escritos inspirados. Se tendría
así que la Revelación pública puede extenderse por un tiempo
mayor del debido. Para cerrar las puertas a esta interpretación
proponían que el Concilio dijese que los libros sagrados fueron
escritos por los Apóstoles (Mateo y Juan) «y los Evangelistas»,
o incluso que se designase a estos por sus nombres (Marcos y
   5 5 . Cfr. respuesta ad modum 8, A S I V / V p. 6 9 2 .
   5 6 . «Los cuatro Evangelios tienen origen apostólico. Pues lo que los Após-
toles predicaron por mandato de Cristo luego, bajo la inspiración del Espíritu
Santo, ellos ( l o s Apóstoles) y los varones apostólicos nos lo transmitieron por
escrito, como fundamento de la fe, es decir, los Evangelios en cuatro redaccio-
nes, según Mateo, Marcos, Lucas, y Juan» (n. 18).
   5 7 . RUFFINI (cfr. A S mim,      p. 1 4 4 ) y FARES ( C F R . idem., p. 2 1 9 )
 362                          RAFAEL ARCE GARGOLLO
Lucas). De esta forma —decían— en el n. 7 no quedaría duda
alguna de que la Revelación pública quedó cerrada con la
muerte del último Apóstol, excluyendo a cualquier otra per-
sona, conforme al Magisterio de la Iglesia .              38
    La Comisión Técnica aclaró al final el sentido de los térmi-
nos pero sin cambiar la redacción del texto, explicando que ese
temor respecto a la utilización del texto conciliar para propug-
nar la promulgación de la Revelación pública no tenía funda-
mento, pues al hablar de varones apostólicos el Concilio lo
hacía —al igual que en el caso de los Apóstoles hagiógrafos—
en términos ordinarios, es decir, refiriéndose no a todos «sino a
algunos de ellos que fueron autores de las Escrituras» . Para            59
mayor precisión declaró la misma Comisión que, al decir el
texto ab illis Apostolis virisque apostolicis, respecto a estos
últimos «todos saben que se trata de Marcos y Lucas» , así                    60
como cuando se habla de Apóstoles, se entiende sólo algunos
de ellos.
B. La fidelidad de los Apóstoles como transmisores
    Una cualidad que el texto del n. 7 señala en los Apóstoles
es que fueron fieles como instrumentos en la transmisión de la
Revelación. Ellos cumplieron con fidelidad el mandato de
Cristo: quod quidem fideliter factum est, tanto en la predica-
ción oral, en sus ejemplos e instituciones, como en el momento
en que algunos de ellos escribieron lo que habían aprendido
                                                61
de Cristo y lo que recibieron del Espíritu Santo.
    Con las palabras del n. 7 que comentamos, el texto
comienza a describir el curso de la transmisión del Evangelio
empezando por lo que los Apóstoles hicieron, anteponiendo que
   5 8 . Enseñado implícitamente por Trento (Decr. Sacrosancta        Dz 783, y
condenada esta proposición: «Revelado obiectum fidei catholicae constituens,
non fuit cum Apostolis completa» Decr. Lamentabili,       S. Pió X , D z 2 0 2 1 ) .
   5 9 . Respuesta ad modum 8, A S IV/V, p. 6 9 2 .
   6 0 . Respuesta ad modum 13. ídem., p. 6 9 4 .
   6 1 . Lo dice respecto a la conducta de los hagiógrafos la misma Dei Ver-
bum en otros números: «los libros de la Escritura enseñan firmemente con fideli-
dad y sin error, la verdad que D i o s quiso que se consignara en las sagradas
letras» (n. 11). Más concretamente referido a la época apostólica, se dice que
los «Evangelios cuya historicidad afirma (la Iglesia) sin vacilar, comunican fiel-
mente» lo que hizo y enseñó Jesucristo (n. 19).
                        LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                       363
ellos fueron ante todo fíeles al mandato recibido. Esta frase es
particularmente importante, pues afronta un punto clave en el
curso de la difusión de la Revelación por los instrumentos de
Dios: la correspondencia entre el mensaje de Cristo y lo trans-
mitido por los Apóstoles, en este momento en que el Concilio
inicia el tema de la parádosis apostólica .           62
    Dicha concordancia es, en efecto, condición imprescindible
para la integra recepción del Evangelio en la comunidad cris-
tiana ya que, si los Apóstoles no hubiesen sido fíeles en la
transmisión del Evangelio, sería inútil hablar de transmisión de
la verdad revelada en el curso de los siglos; si no, el contenido
de la fe sería distinto a lo enseñado por Cristo.
    Se aborda así la cuestión suscitada entre los protestantes
sobre la identidad de la Iglesia actual con la comunidad fun-
dada por Jesucristo, cuestión cuya resolución postula una res-
puesta articulada en dos momentos, a fin de afirmar, primero,
la adecuación de la primitiva Iglesia a la doctrina y la voluntad
de Cristo y, después la continuidad de la Iglesia post-apostólica
con la comunidad existente en tiempo de los Doce.
    Aunque en el texto del n. 7 el adverbio fideliter responde a
ambos interrogantes, el término acentúa el primer momento, es
decir, la fidelidad de los propios Apóstoles en su predicación
escrita y no escrita a la que ahora nos referimos .              63
    Esta referencia a la fidelidad de los Apóstoles se introdujo
por vez primera en el tercer esquema; y, si bien la Comisión
redactora no justificó esta añadidura, cabe pensar que se hizo
precisamente para reforzar la continuidad entre Cristo y la pre-
dicación apostólica, tema que estaba muy presente en la mente
de teólogos y Padres Conciliares de aquel tiempo. En tal caso
el término fideliter es de una gran riqueza y corresponde perfec-
tamente a las perspectivas que evocábamos hace un momento.
  6 2 . Asi lo declaran las respuestas de la Comisión Doctrinal a los modi
propuestos por los Padres, en la contestación al modus 4 0 , C, se afirma: « D e
paradosi apostólica in genere actum est explicite sub n. 7» ( A S IV/V, p.
700).
  6 3 . La no ruptura entre la Iglesia apostólica y la del tiempo posterior es
subrayada en la Dei Verbum sobre todo al tratar de la sucesión apostólica,
cuestión de la que nos ocupamos en nuestra tesis, pero que, por razones de
espacio, hemos dejado fuera de este extracto.
 364                                  RAFAEL ARCE GARGOLLO
C. La Tradición como realidad de origen apostólico y su
   clausura con la muerte de los Apóstoles
     Se aprecia ya desde las consultas preconciliares que diver-
 sos Padres deseaban se dijese con claridad que la Revelación,
 como locutio Dei, se ha cerrado con la muerte de los Apósto-
les . Otros Padres aportaban otra idea relacionada con la
       64
 autonomía, sugiriendo que el Concilio distinguiese claramente
entre la predicación de los Apóstoles y aquellas verdades que
 se incluyen en lo que se suele denominar «tradiciones eclesiás-
ticas», temática que tuvo un amplio desarrollo.
     Respecto al esquema De Fontibus se comentó que no había
en él una diferencia clara entre lo que es tradición meramente
humana y divina. Luego, en los siguientes esquemas, algunos
propusieron exaltar la predicación de los Apóstoles como tesoro
intangible y afianzar así que el Magisterio no está por encima de
la Escritura o del depósito apostólico, sino que los sucesores de
los Apóstoles se subordinan a la herencia de doctrina que han
recibido; es decir, propusieron «honrar el lugar absolutamente
único y eximio de la tradición constitutiva apostólica» y dis-           65
tinguir claramente ésta, concluida con la muerte de los Apósto-
les, de otras que pueden llevar el título de apostólicas sólo en
cuanto conserven, transmitan y expliquen el depósito apostó-
lico.
     Sólo la tradición verdaderamente apostólica puede equipa-
rarse —se decía— con la Sagrada Escritura como elemento
constitutivo de la Revelación. La tradición eclesiástica, que
nada confiere ni añade para constituir el depósito de la fe, no
podrá ser llamada fuente «sino más bien río que mana de la
tradición apostólica y de la Sagrada Escritura» .                66
    Por otra parte, delimitar lo que es tradición verdaderamente
apostólica favorecería el diálogo ecuménico con aquéllos que
sospechan que ésta se subordina al Magisterio de la Iglesia.
Esta es la perspectiva que expresó el Secretariado para la Uni-
dad de los Cristianos al proponer que un texto conciliar esta-
  6 4 . Cfr. POHLSCHNEIDER, A A Series I, voi II/I, p. 5 6 1 . UNIVERSITAS GRE-
GORIANA, idem., voi. IV/I, 1, p. 11.
  65.       Cfr. A A Series II, voi. II, pars I, p. 5 3 7 y A S III/IH, pp. 3 6 0 -
361.
  66.       Cfr. A S I/III, pp. 1 4 2 - 1 4 3 .
                              LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                             365
bleciese «claramente que la Revelación general y pública se
realizó de una vez para siempre en la época apostólica», y que
«los dogmas que propone la Iglesia se hallan en un depósito
apostólico de la Revelación, pues la fe de la Iglesia se deriva
exclusivamente de la Revelación de Jesucristo y no de otras
revelaciones ulteriores» .          61
    El esquema II de la Comisión Mixta introdujo algunos elemen-
tos para satisfacer estas necesidades y afirmar en el n. 4 que «la
Revelación última y completa se ha realizado en Cristo y por
el Espíritu Santo prometido a los Apóstoles», y por eso «no
hay que esperar ninguna nueva Revelación». En el n. 7, luego
de describir la predicación oral y escrita de los Apóstoles, se
afirmaba que «la Palabra de Dios escrita y transmitida (se
refiere a lo hecho por los Apostóles) constituye un depósito de
la fe, del que el Magisterio extrae todas aquellas verdades que
propone a creer como divinamente reveladas».
    Desde luego estas afirmaciones no eran nuevas; habían sido
—de una forma u otra— predicadas por los Padres de la Iglesia
y enseñadas por el Magisterio, particularmente en Trento y en
el Vaticano 1 , así como mediante la condena de una sentencia
                     68
contraria de origen protestante liberal, según la cual: «La reve-
lación, que constituye el objeto de la fe católica, no quedó ter-
minada con los Apostóles» "\ Su inclusión en el texto conciliar
revestía no obstante gran importancia.
    Al elaborar el esquema III, los redactores quisieron insistir
además en la visión de la Tradición como «Tradición apostó-
lica original» o «Tradición apostólica del Evangelio» que, por
transmitir toda la realidad de la salvación, evita colocar a la
Tradición como yuxtapuesta a la Escritura, como si se limitase
a completarla. Hablar de un Evangelio vivo que se transmite
como tal desde la época apostólica tema la ventaja de resaltar
la unidad originaria y permitía superar problemas sin entrar en
la cuestión de las tradiciones eclesiásticas.
    El tercer esquema ponía así, también desde esta perspec-
tiva, el acento sobre el carácter apostólico de la transmisión. El
   67.     Cfr. FEINER J . , La contribution     du Secrétariat   pour   V unité des   chré-
tiens...   o.c, pp. 1 2 1 - 1 2 4 .
   68.     Cfr. D z 783 y 1787.
   69.     Decr. Lamentabili,       S. Pio X , D z 2 0 2 1 .
 366                          RAFAEL ARCE GARGOLLO
 Relator explicó las diferencias entre lo que llamó «transmisión
 vertical de la Revelación» (de Cristo y el Espíritu Santo a los
 Apóstoles) y la «transmisión horizontal» (de los Apóstoles a la
 Iglesia). Con esta presentación —dijo— los Apóstoles quedaban
 a la vez como término de la Revelación divina y como prime-
 ros transmisores del mismo Evangelio a la Iglesia. Como —de
 otra parte— la segunda transmisión continúa realizándose bajo
 la acción de los sucesores de los Apóstoles, se posee la certeza
 de que «la predicación de cualquier época se identifica con la
 predicación apostólica, y, consecuentemente se conserva siem-
 pre la identidad de la Iglesia con la Iglesia a los Apóstoles» .                70
 Esto quedaba además reforzado con la denominación de prae-
 cones Evangelii, dada tanto a los Apóstoles como a los obispos
 eorumque successores, incluida en el título del n. 7 con el fin
 de «indicar la continuidad tanto del acto de la transmisión
 como del objeto transmitido» .         71
     Se sugirió más tarde que se añadiese expresamente el califi-
 cativo de «apostólica» al término «Tradición», que aparecía en
 la Constitución por vez primera en el n. 7, con el fin de seña-
 lar la trascendencia del depósito entregado a los Apóstoles, y
 se distinguiese aún más de las tradiciones eclesiásticas; mencio-
nar sólo «Tradición» dejaría ambiguo el término y no favorece-
 ría —se dijo— el diálogo con los hermanos separados .                   72
     El texto final satisfizo esta sugerencia al modificar la frase
Sacra igitur Traditio por Haec igitur Sacra Traditio, donde la
partícula Haec viene a cumplir una función importante: «para
que aparezca claramente que se trata de la tradición apostóli-
ca» \ de la que precisamente se ha hablado antes al describir
       7
 el ministerio apostólico. Dado que el término Traditio aparece
junto al de Sacra Scriptura, es evidente que el Concilio califica de
 apostólica a la predicación viva del Evangelio hecha por
medios orales, ejemplos e instituciones por los Apóstoles. Se
conciliaban así los aspectos vivo y dinámico de la Tradición
   7 0 . Relatio,   A S III/III, p. 137 in fine.
   7 1 . Relatio de singulis numeris idem., p. 8 3 , letra A ) .
   7 2 . Cfr. Leger, A S III/III, p. 183 y 184; D e l Rosario idem., p. 3 2 4 .
   7 3 . Respuesta ad modum 16, A S IV/V, p. 6 9 4 . Este calificativo aparece
también en el mismo documento varias veces: en el n. 8 al principio: «Itaque
praedicatio   apostólica...»;  luego, más adelante se lee: «quod vero ab  Apostolis
traditum est..., y «Haec quae est Apostolis      Traditio. También en el n. 10 se
menciona a la doctrina          apostolorum.
                       LOS APÓSTOLES Y LA REVELACIÓN                   367
con el real, pues el Concilio no presenta la Tradición como
algo genérico, que progresa espontáneamente, ni sólo como un
modo de transmisión de eventos, sino como Tradición que
posee un contenido concreto y definible en sus límites, pues
hunde sus raíces en la predicación de los Apóstoles; es una tra-
dición apostólica del Evangelio de Cristo, y abarca todo y sólo
aquello que los Apóstoles recibieron y transmitieron hasta el
momento de su muerte.
    Por estas razones, a la Tradición apostólica se le ha de lla-
mar también «depósito apostólico». Durante el Concilio algunos
eran reacios a que se hablase de «depósito», pensando que este
término podía llevar a presentar la Revelación transmitida como
algo estático, muerto, que excluía la transmisión de las realida-
des vivas de orden salvífico, el desarrollo vivo del dogma, y el
progreso de la misma Tradición». De ahí, entre otros puntos,
que no fuera de su agrado el enunciado del esquema II: Hoc
autem verbum Dei... unum depositum fidei constituit. El
siguiente esquema sustituyó esta frase por la de Sacra igitur
Traditio et Sacra Scriptura veluti speculum sunt... Se explicó,
no obstante, que al hacer este cambio no se quería desaprobar
el hablar de depósito, sino simplemente porque en este n. 7 la
idea quedaba fuera de lugar . De hecho, el texto de la Dei
                                   74
Verbum incluyó la idea de depósito en el n. 10 al tratar de las
relaciones de Tradición y Escritura con la Iglesia y el Magiste-
rio: «La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen
un sólo depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a
la Iglesia».
    Hablar de depósito apostólico no está reñido con el pro-
greso de la Tradición bajo la asistencia del Espíritu Santo (Cfr.
Dv n. 8). Ciertamente en ese movimiento no se da un creci-
miento en extensión, pues el depósito es intangible una vez que
la Revelación pública quedó cerrada con la muerte del último
Apóstol, sino sólo un progreso intensivo, como dice el docu-
mento, «puesto que va creciendo la comprensión de las cosas y
de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estu-
dio de los creyentes, que las meditan en su corazón (Cfr. Le
2,19 y 51), ya por la inteligencia íntima que experimentan de
   7 4 . «Omituntur quia materia ad sequentes pertinet números nominatim ad
n. 10 ( A S III/III, p. 8 3 ) .
368                           RAFAEL ARCE GARGOLLO
las cosas espirituales, y por el anuncio de aquéllos que con la
sucesión del episcopado recibieron el carisma de la verdad».
    De otra parte, y a la inversa, no se puede negar que la
Revelación transmitida por los Apóstoles sea verdaderamente
un depósito; hacerlo sería reducirla a la transmisión de aconte-
cimientos que salvan y provocan un encuentro con la fe, pero
excluyendo, al menos en la práctica, toda referencia a una doc-
trina o verdad. La Revelación es «encuentro» o «aconteci-
miento», pero, fieles^ al realismo de la Encarnación, es nece-
sario añadir «que el encuentro con Cristo y su ministerio se
lleva a cabo por la audición del testimonio apostólico transmi-
tido a la Iglesia y consignado en la Escritura. Por la adhesión
a la doctrina apostólica, llegamos a Dios y a su misterio;
mediante signos frágiles, gestos y palabras tenemos acceso a la
realidad misma de Cristo, pero no sólo mediante ellos, sino con
la ayuda y el poder de la penetración de la luz de la fe» . 75
    Una vez más encontramos aquí el deseo de síntesis que
caracteriza el esfuerzo de la Dei Verbum, y que le permite
ofrecernos una doctrina de gran riqueza sobre el oficio apostó-
lico capaz de orientar eficazmente los estudios posteriores.
 75.   LATOURELLE, R . , Teología...,   o.c., p. 4 6 9 .
                                     ÍNDICE
                                                                                Pág.
PRESENTACIÓN                                                                    309
ÍNDICE DE LA TESIS                                                              315
BIBLIOGRAFÍA DE LA TESIS                                                        321
    LOS APÓSTOLES, TRANSMISORES D E LA REVELACIÓN
 I. Los Apóstoles, testigos de la Revelación de Cristo y enseñados por el
    Espíritu Santo reciben con el Evangelio toda la Revelación                  326
    A ) Los Apóstoles son testigos excepcionales de Cristo y de la Re-
        velación                                                                326
    B ) Lo que recibieron «conversatione et operibus Christi»                   331
    C) Lo que aprendieron del Espíritu Santo                                    334
        1) Fijación del depósito de la revelación                               334
        2) ¿«Dictante» o «suggerente»?                                          338
II. La misión apostólica                                                        343
    A ) Los Apóstoles enviados a predicar                                       343
    B ) La comunicación de los bienes espirituales con la predicación           345
III. La predicación de los Apóstoles, transmisora de la revelación              350
    A) El aspecto biforme de la predicación                                     350
        1) La predicación de los Apóstoles no escrita                           350
        2) La predicación escrita e inspirada del tiempo apostólico             355
           a) La redacción de las Escrituras                                    355
           b) Los escritos apostólicos son posteriores a la       predicación
              no escrita                                                        357
           c) Los varones apostólicos autores de las Escrituras                 359
    B ) La fidelidad de los Apóstoles como transmisores                         362
    C) La tradición como realidad de origen apostólico y su clausura con
       la muerte de los Apóstoles                                               364