Deterioro Cognitivo Leve
Deterioro Cognitivo Leve
Introducción
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La enfermedad de Alzheimer (EA) es un trastorno cerebral degenerativo y progresivo sin cura conocida
que provoca una disfunción cerebrocortical generalizada y demencia, caracterizada normalmente por
amnesia anterógrada que, con el tiempo, se acompaña de déficits en otros dominios cognitivos como el
lenguaje, la función ejecutiva, la atención, la velocidad de procesamiento y las habilidades
visuoespaciales. Es importante señalar que, para que se diagnostique EA, estos déficits
neuropsicológicos deben reflejar un deterioro significativo del funcionamiento premórbido e interferir
en la capacidad del individuo para realizar actividades de la vida diaria (AVD).
Considerado habitualmente como una fase prodrómica previa a la aparición de la EA, el deterioro
cognitivo leve (DCL) consiste en un deterioro cognitivo relativamente aislado, superior al observado en
el envejecimiento normal. Se han descrito varios subtipos de DCL, como el amnésico, el no amnésico y
el de dominios múltiples (véase el cuadro 30.1).
En la presentación más común del DCL amnésico, la memoria episódica verbal suele ser la primera
en deteriorarse, aunque algunos casos muestran un mayor deterioro de la memoria visual. En el DCL
no amnésico predomina un deterioro no relacionado con la memoria (por ejemplo, la función
ejecutiva), y en el DCL de dominios múltiples están presentes varias áreas de deterioro. Por definición,
las alteraciones cognitivas del DCL no interfieren de forma drástica en el funcionamiento cotidiano del
individuo y, por tanto, no alcanzan un nivel clínico que justifique el diagnóstico de demencia. El DCL
es un diagnóstico clínico que requiere que el paciente presente quejas relacionadas con la memoria u
otros problemas cognitivos y pruebas psicométricas del deterioro. Esto se define a veces como un
rendimiento de 1,5 desviaciones estándar por debajo de la media normativa en pruebas
neuropsicológicas formales, aunque no existen criterios psicométricos aceptados universalmente para
ello, ya que el DCL es un diagnóstico clínico. Obviamente, la determinación del "deterioro" puede
variar en función de los perfiles individuales de los pacientes en términos de dominios implicados, así
estadounidense o aplicable en materia de derechos de autor.
como de sus antecedentes médicos y demográficos. Aproximadamente el 10% de los casos de DCL al
año desarrollan o "evolucionan" hacia la demencia, siendo el subtipo amnésico el que más comúnmente
evoluciona hacia la EA. Aunque en este capítulo utilizamos el término DCL, el término "trastorno
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neurocognitivo leve" (TNM) es una clasificación diagnóstica y de facturación que refleja el DCL.
DCL amnésico, dominio Presentación más frecuente y con más probabilidades de evolucionar a
único EA; deterioro focal de la memoria en ausencia de otros trastornos
cognitivos graves.
DCL amnésico, dominio Deterioro de la memoria más al menos otro dominio cognitivo como el
múltiple lenguaje, la función ejecutiva o las habilidades visuoespaciales.
DCL no amnésico, dominio Deterioro en un ámbito cognitivo distinto de la memoria, como la
único función ejecutiva, el procesamiento visuoespacial o el lenguaje.
DCL no amnésico, dominio Deterioro en varios dominios cognitivos distintos de la memoria, pero no
múltiple hasta el punto de cumplir los criterios de demencia.
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AN: 2570161 ; Kirk Stucky, Michael Kirkwood, Jacobus Donders, Christine Liff; Clinical Neuropsychology Study Guide and Board Review
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Definiciones de EA preclínica y definición de
"trastorno neurocognitivo" del DSM-5
a la enfermedad de Alzheimer".
Los criterios originales para la EA preclínica se basaban en un modelo hipotético de etapas de
progresión, que iban de la normalidad cognitiva al DCL y a la demencia, siendo los biomarcadores
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estado, que puede basarse en las impresiones del clínico procedentes del paciente, un cuidador o un
familiar, y/o en los resultados de pruebas neuropsicológicas longitudinales.
Así pues, la definición de DCL seguirá evolucionando sin duda, junto con la controversia sobre el
diagnóstico de la EA basado en biomarcadores y la consideración secundaria de los síntomas clínicos y
la estadificación de la enfermedad. En la práctica clínica, sin embargo, en el momento de escribir estas
líneas, el DCL y la EA siguen siendo diagnósticos clínicos (con el apoyo de los hallazgos de
DCL Y EA
biomarcadores en la medida de lo posible), lo que confiere una gran importancia a la evaluación
neuropsicológica para la detección precoz y la documentación del deterioro funcional y el análisis del
perfil neuropsicológico.
Neuropatología
• Las lesiones de la EA consisten en la pérdida sináptica y neuronal asociada al depósito
progresivo de amiloide en forma de placas neuríticas difusas, junto con la acumulación de
tau en forma de ovillos neurofibrilares e hilos neuropilares.
• Durante la progresión de la enfermedad, se produce atrofia celular, pérdida y posterior
reducción de la producción y función de varios neurotransmisores, incluida la colina
acetiltransferasa, así como la serotonina y la norepinefrina.
• La progresión neuropatológica/funcional de la enfermedad sigue una propagación de
temporal a frontal y acaba afectando a múltiples sistemas cerebrales (véase la figura 30.1). En
concreto, el hipocampo y el córtex entorrinal están implicados en la fase inicial de la
enfermedad, seguidos de las áreas de asociación frontal, temporal y parietal con la
progresión de la enfermedad. Es en el lóbulo temporal y en las áreas de asociación donde se
produce la mayor atrofia en muchos casos.
• Las cortezas motora, visual, auditiva y somatosensorial primarias, así como algunos aspectos
de las estructuras subcorticales, tienden a permanecer relativamente intactas hasta una fase
bastante avanzada del proceso de la enfermedad.
■ Otras afecciones que pueden presentar síntomas clínicos de DCL y EA incluyen una
condición conocida como Sospecha de Fisiopatología No Alzheimer (SNAP, por sus
siglas en inglés), que se caracteriza por la evidencia de biomarcadores de
neurodegeneración sin presencia prominente de amiloide. La tauopatía primaria
relacionada con la edad (PART) es otra afección descrita recientemente que está asociada
con el deterioro cognitivo y puede presentar un inicio similar a la EA, pero puede mostrar
una progresión clínica más lenta.
Factores de riesgo
En la actualidad, la edad (normalmente más de 65 años) es el mayor factor de riesgo conocido de la EA.
Aunque la mayoría de los casos de EA parecen esporádicos, tener un familiar de primer grado con EA
aumenta el riesgo. La EA familiar de aparición temprana
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La EA se ha relacionado con una mutación en genes identificados en los cromosomas 1 (gen de la
presenilina 2), 14 (gen de la presenilina 1) y 21 (gen APP). El cromosoma 21 también está implicado en
el síndrome de Down, y los individuos mayores con síndrome de Down suelen desarrollar placas
compatibles con la EA. Además, los individuos con el genotipo de la apolipoproteína ε4 (ApoE ε4)
(presente en el cromosoma 19) tienen un mayor riesgo de desarrollar EA. En la actualidad, se han
asociado varias docenas de mutaciones genéticas más con la EA, aunque ninguna de ellas es
completamente predictiva del riesgo en la mayoría de los casos individuales. Además de los factores
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genéticos conocidos y aún desconocidos que pueden elevar el riesgo, otros factores de riesgo
potenciales son, entre otros, los siguientes:
• Factores de riesgo cardiovascular como el colesterol elevado en sangre en la mediana edad.
• Enfermedad concomitante de vasos pequeños/cerebrovascular (puede acelerar o contribuir
de forma independiente al deterioro cognitivo).
• Diabetes mellitus, sobre todo si está mal controlada
• Traumatismo craneoencefálico de moderado a grave
• Antecedentes de depresión grave (en algunos casos)
• Menor nivel educativo y/o menor reserva cognitiva (véase también la sección "Hipótesis de
la reserva cognitiva" en el capítulo 3, Teorías importantes en neuropsicología: Una
perspectiva histórica)
Epidemiología
Incidencia
• Las estimaciones varían, pero hasta un 10% de las personas mayores de 65 años presentan
síntomas compatibles con la EA. Las estimaciones actuales de los Institutos Nacionales de
Salud (NIH) y de la Asociación de Alzheimer sitúan la prevalencia de la EA en Estados
Unidos en torno a los 5,7 millones de personas, y las tasas de prevalencia se duplican
aproximadamente cada 4 ó 5 años.
• Cifras recientes de los NIH sugieren que la edad media de diagnóstico es de aproximadamente
75 años, y que la mayoría de los pacientes son diagnosticados entre los 70 y los 79 años.
Aunque es menos frecuente, la EA puede aparecer en personas mucho más jóvenes, a veces
entre los 50 y los 65 años.
• Se calcula que hasta el 50% de las personas mayores de 85 años cumplen los criterios de la EA.
• Los afroamericanos tienen aproximadamente el doble de probabilidades y los latinos/ex
aproximadamente 1,5 veces más probabilidades que los caucásicos de desarrollar EA u otras
formas de demencia. Se cree que la relación entre etnia y demencia está moderada por una
mayor prevalencia de afecciones médicas relacionadas (por ejemplo, riesgos
cardiovasculares) y otros factores como la calidad de la educación y el acceso/utilización de
la atención sanitaria.
• Se cree que menos del 5% de los pacientes con EA presentan una variante familiar de la
enfermedad. Estos casos suelen ser de inicio precoz y presentan un deterioro más rápido,
con síntomas que se manifiestan entre los 40 y los 60 años.
Mortalidad
La enfermedad de Alzheimer es actualmente la quinta y sexta causa de muerte entre las personas
mayores de 65 años, y los pacientes afectados suelen fallecer como consecuencia de complicaciones o
enfermedades relacionadas (por ejemplo, aspi- ración, insuficiencia cardiovascular, neumonía, etc.).
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Una vez realizado el diagnóstico clínico de la EA, la esperanza de vida varía mucho en función de
diversos factores, pero en promedio oscila entre 5 y 10 años.
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Presentación, curso de la enfermedad y
recuperación
Aunque existen muchas causas de demencia, la EA representa la mayoría (es decir, el 70%) de los casos.
La duración de la enfermedad suele oscilar entre 2 y 20 años, con una duración media de entre 7 y 10
DCL Y EA
años. Cuando la EA aparece más tarde en la vida, tiende a progresar a un ritmo más lento. Las primeras
fases de la EA suelen caracterizarse por déficits insidiosos de la memoria episódica, que afectan a la
adquisición y el almacenamiento. A veces, en la fase inicial, los pacientes no son conscientes de sus
problemas de memoria o les restan importancia, un hallazgo que puede ser útil en el diagnóstico
diferencial (por ejemplo, los pacientes con depresión o ansiedad suelen quejarse mucho de sus déficits
de memoria). Mientras que los cambios manifiestos de la personalidad son menos frecuentes al
principio del proceso de la EA (y pueden sugerir otra etiología, como la degeneración lobar
frontotemporal), pueden observarse cambios en el comportamiento, como retraimiento social
progresivo y apatía/disminución del interés por las aficiones y las actividades habituales, así como
problemas con la secuenciación y la resolución de problemas en el entorno laboral y/o doméstico.
Cuando la mayoría de los pacientes con EA acuden al neuropsicólogo, la enfermedad ya lleva algún
tiempo presente, y la edad estimada por el clínico para el inicio de los síntomas suele ser varios años
antes de la presentación clínica.
Diagnóstico
La presencia de patología de EA sólo puede determinarse mediante el examen neuropatológico del
tejido cerebral, aunque el diagnóstico clínico es preciso en un 85-90% cuando se basa en una evaluación
exhaustiva. El estudio neurodiagnóstico de los pacientes con sospecha de EA debe incluir RM, estudios
de biomarcadores/química sanguínea, examen neurológico y evaluación neuropsicológica, además de
una cuidadosa historia clínica. La tomografía por emisión de positrones ha sido aprobada como
herramienta clínica para ayudar en el diagnóstico de la EA en algunos casos, así como en el diagnóstico
diferencial entre la EA y la demencia frontotemporal (DFT). Las imágenes de amiloide han demostrado
ser prometedoras en la identificación de la patología de la EA, y las imágenes de tau se están
empezando a utilizar, aunque algunos individuos con cognición normal pueden tener resultados
anormales en la PET. El análisis del LCR en busca de amiloide y tau es otra herramienta útil para la
confirmación diagnóstica. El diagnóstico clínico de la EA requiere la integración de información
procedente de diversas fuentes, pero a menudo se caracteriza por los antecedentes y la naturaleza de los
síntomas que se presentan, además de la necesidad de descartar otras posibles causas de demencia.
Cabe destacar que en la actualidad se ha propuesto una definición biológica de la EA que se distingue
del síndrome clínico de la EA. A continuación se describen las etapas del envejecimiento normal hasta
la progresión de la EA grave.
Envejecimiento normal, deterioro cognitivo
leve y enfermedad de Alzheimer
Envejecimiento normal/cognición normal
El envejecimiento normal suele ir acompañado de una disminución de ciertos aspectos de la cognición y
el neurocomportamiento. Sin embargo, los efectos del envejecimiento sobre el cerebro y las funciones
cognitivas varían mucho de una persona a otra. A continuación se exponen algunos de los cambios que
suelen observarse en el envejecimiento normal.
• Son frecuentes las pérdidas sensoriales y motoras:
■ la audición disminuye hasta en un 70% de las personas mayores de 70 años
■ disminución de la agudeza visual, la eficacia de la exploración y la adaptación a la luz y la oscuridad
■ sensibilidad olfativa reducida
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■ disminución de la velocidad motora, la coordinación y la fuerza
• Los patrones de sueño cambian con la edad: el sueño nocturno es más corto y fragmentado
(lo que puede dar lugar a más siestas diurnas) y el inicio del sueño y el despertar se producen
antes.
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• El volumen cerebral disminuye, como refleja el aumento de la atrofia cortical y del tamaño
ventricular.
• Algunas capacidades cognitivas son sensibles a los efectos del envejecimiento, mientras que
otras son más resistentes. Las capacidades cognitivas típicamente resistentes al
envejecimiento incluyen:
■ vocabulario y destrezas verbales; capacidad de lectura; procesamiento a macronivel
■ simple atención y concentración
■ resolución de problemas aritméticos básicos
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El EEG estándar puede mostrar una ralentización difusa a medida que avanza la
enfermedad, pero a menudo es normal, sobre todo en las fases iniciales. El EEG estándar
puede mostrar una ralentización difusa a medida que avanza la enfermedad, pero suele ser
normal, sobre todo en los casos en fase temprana.
DCL Y EA
• Los pacientes suelen ser capaces de desenvolverse con relativa independencia en entornos
familiares, aunque pueden experimentar algunas dificultades en entornos nuevos.
• Entre los cambios tempranos más comunes se incluyen el deterioro y empeoramiento de la
memoria reciente, problemas de aprendizaje y disminución de la iniciativa (posiblemente
acompañados de apatía, que puede interpretarse erróneamente como depresión).
• Los pacientes pueden empezar a rehuir las situaciones nuevas, prefiriendo el aislamiento o las rutinas
familiares.
• Los resultados de las neuroimágenes estructurales pueden seguir siendo anodinos, aunque
puede desarrollarse atrofia (sobre todo hipocampal).
• Aunque algunos individuos pueden no ser conscientes de sus cambios cognitivos y negar los
problemas, otros se darán cuenta y pueden desarrollar síntomas de apatía, depresión o ansiedad
como respuesta.
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• Pueden aparecer trastornos del sueño y alteraciones del comportamiento, como
alucinaciones y deambulación nocturna.
• La RM y el TAC muestran atrofia progresiva en la mayoría de los casos, y el EEG revela una
ralentización difusa global.
• Los pacientes pueden volverse cada vez más sedentarios y llegar a sufrir incontinencia.
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• Si los cambios de personalidad o comportamiento son más prominentes al principio, deben
considerarse diagnósticos alternativos, como la FTD (véase también el Capítulo 32,
Demencias frontotemporales). La variante conductual de la FTD se presenta inicialmente
con alteraciones conductuales más pronunciadas, mientras que la variante lingüística de la
FTD se presenta con déficits pronunciados en el lenguaje y el conocimiento semántico.
Curiosamente, mientras que la mayoría de los pacientes con FTD muestran alteraciones
DCL Y EA
cognitivas, la variante conductual de la FTD puede presentar profundos cambios de
comportamiento/personalidad en ausencia de déficits neuropsicológicos llamativos en las
pruebas formales.
• Aunque a menudo es difícil o imposible distinguir clínicamente la EA de la DCL, el hallazgo
de déficits leves de memoria frente a un deterioro visuoespacial más prominente, junto con
otras características clínicas como síntomas extrapiramidales, alucinaciones visuales,
trastorno del comportamiento del sueño de movimientos oculares rápidos (MOR) y/o
síntomas fluctuantes, puede sugerir DCL (véase también el Capítulo 33, Trastornos del
movimiento).
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de afasia pueden aparecer con la progresión de la enfermedad (estadios medio y tardío). La
ecolalia y el mutismo suelen aparecer en las fases avanzadas.
• Capacidades visuoespaciales Algunos pacientes muestran deficiencias tempranas en tareas
de o r i e n t a c i ó n geográfica, percepción espacial y copia de diseños. Otras capacidades
visuoespaciales, como la atención visual, la exploración y la discriminación visual,
permanecen relativamente intactas hasta las fases media y tardía.
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• Memoria Las alteraciones de la memoria episódica suelen ser el primer síntoma observable.
Suelen caracterizarse por un aprendizaje limitado, olvidos rápidos, errores de intrusión
durante el recuerdo de listas de palabras, efectos de recuerdo de la memoria aumentados y
deterioro del reconocimiento. El retraso en el recuerdo verbal suele ser la medida más
sensible. El deterioro se caracteriza por una mayor pérdida de memoria anterógrada que
retrógrada y un mayor deterioro del aprendizaje explícito que implícito. Sin embargo, la
pérdida de memoria retrógrada se desarrollará y suele tener un gradiente temporal, en el que
los recuerdos autobiográficos más antiguos se conservan mejor que los más recientes. La
memoria autobiográfica remota permanece relativamente intacta hasta fases avanzadas.
• Funciones ejecutivas Los problemas de flexibilidad mental, razonamiento y juicio son
frecuentes. Los pacientes pueden no ser conscientes de la gravedad y el impacto de su
deterioro cognitivo o funcional. La evaluación de este ámbito requiere una evaluación
objetiva, con tareas neuropsicológicas que requieran flexibilidad cognitiva y una entrevista
clínica detallada, incluida la entrevista de fuentes colaterales fiables cuando sea posible.
• Funciones sensoriomotoras Las capacidades sensoriomotoras pueden declinar en fases
posteriores, aunque normalmente sólo después de que la disfunción cognitiva sea más
pronunciada. Puede producirse apraxia ideomotora o dispraxia. La rigidez de las
extremidades puede aparecer en las últimas fases, en lugar de en las primeras, como ocurre
en los síndromes parkinsonianos y otros síndromes extrapiramidales.
• Emoción y personalidad Los cambios en la personalidad no suelen ser un problema hasta
fases medias o avanzadas de la EA. Los pacientes pueden volverse apáticos, carecer de
iniciativa y/o volverse retraídos y menos habladores, lo que puede percibirse erróneamente
como depresión. Pueden aparecer síntomas de ansiedad, desconfianza y/o irritabilidad, que
pueden aumentar la angustia de los cuidadores. Las alucinaciones, la paranoia, la
desconfianza hacia los seres queridos/cuidadores y los delirios son más frecuentes en las
fases avanzadas.
• Validez de los síntomas y del rendimiento Mientras que los clínicos deben ser conscientes
de que en los pacientes con enfermedades neurológicas puede producirse una reducción del
esfuerzo/compromiso, las pruebas de validez de los síntomas pueden ser menos necesarias
en casos de demencia conocida o sospechada en situaciones rutinarias fuera de las
evaluaciones de litigios o discapacidad. También debe tenerse en cuenta que las personas
con demencia más avanzada pueden obtener malos resultados en las pruebas de validez del
rendimiento debido al deterioro cognitivo más que a problemas de esfuerzo.
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progresión. Los neuropsicólogos deben abordar las necesidades de supervisión en los
informes y planes de tratamiento, teniendo en cuenta que las necesidades de un paciente
determinado cambiarán con el tiempo.
• Problemas funcionales Para cumplir los criterios de un diagnóstico de demencia, el paciente
debe presentar evidencias de deterioro funcional. El ritmo y el tipo de deterioro funcional
DCL Y EA
pueden variar considerablemente. Las limitaciones funcionales tempranas típicas pueden
manifestarse primero en el trabajo, seguidas de las aficiones y luego en otras actividades
cotidianas. Las habilidades rutinarias y sobreaprendidas tienden a permanecer más intactas
y pueden ayudar a ocultar un deterioro funcional insidioso. Las pruebas específicas de las
AVD instrumentales pueden ser un complemento útil de la evaluación neuropsicológica
(por ejemplo, la Escala de Vida Funcional de Texas [TFLS]).
• Intervenciones conductuales A medida que avanza la enfermedad, los pacientes necesitan un
aumento gradual de la vigilancia y la asistencia de los cuidadores. El manejo del entorno y
las estrategias de memoria compensatoria pueden ayudar a los pacientes a permanecer más
tiempo en casa. El funcionamiento relativamente intacto de la memoria implícita o
procedimental suele continuar durante el curso de la enfermedad y puede ayudar a
proporcionar estructura y rutina al paciente. Una rutina diaria regular, una dieta sana y el
ejercicio pueden mejorar la calidad de vida general del paciente y su familia, así como ayudar
a prevenir complicaciones secundarias y problemas de seguridad. También hay cada vez más
pruebas que sugieren que el ejercicio físico es beneficioso para mantener y promover la
eficiencia cognitiva. Los programas conductuales formales pueden ayudar a minimizar el
agotamiento de los cuidadores y reducir la frecuencia de comportamientos indeseables. Es
importante que los cuidadores cuiden bien de sí mismos para poder asistir de forma óptima
a sus seres queridos.
• Conducción La capacidad para conducir un vehículo de motor de forma segura puede
continuar en los pacientes diagnosticados de DCL y en las primeras fases de EA, pero debe
tenerse en cuenta y consultarse. Sin embargo, puede estar indicada una evaluación de las
habilidades de conducción a medida que empeoran el deterioro de la memoria, los déficits
visuoespaciales y los tiempos de reacción lentos. Dependiendo de los déficits cognitivos,
puede ser aconsejable restringir la conducción a lugares familiares o con poco tráfico, en
viajes cortos y/o durante las horas diurnas. A medida que progresan los síntomas, se suelen
recomendar evaluaciones periódicas de la conducción en carretera. Los resultados de las
pruebas neuropsicológicas pueden ser especialmente útiles para ayudar a los médicos y
asesorar a los pacientes sobre la necesidad de una evaluación de la conducción o para
identificar a las personas que no deberían conducir, aunque la conducción es un
comportamiento tan sobreaprendido que la predicción de las habilidades de conducción
puede ser un reto en los pacientes hasta que las alteraciones neuroconductuales se hacen
evidentes.
• Empleo En el caso de los pacientes con DCL o EA de inicio precoz que trabajan, muchos
pueden seguir haciéndolo, aunque es posible que necesiten cada vez más ayuda en algunos
aspectos del trabajo y que se considere o recomiende la transición a la jubilación o a la
incapacidad de larga duración cuando el deterioro cognitivo sea mayor.
• Capacidad Muchos pacientes conservan la capacidad de participar en la toma de decisiones
médicas y económicas durante las primeras fases de la EA. La capacidad de tomar decisiones
más complejas suele verse limitada por el deterioro de la memoria y los déficits de la función
ejecutiva característicos de las fases media y avanzada. Puede ser necesario recomendar un
poder notarial duradero y un curador o tutor.
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• Cuestiones emocionales y psicológicas Al principio del curso de la EA, los pacientes pueden
desarrollar síntomas de ansiedad o depresión, sobre todo a medida que toman conciencia de
las deficiencias. Los pacientes también pueden ser percibidos como deprimidos cuando
tienen problemas de iniciación. Los familiares pueden informar de que el paciente se ha
vuelto progresivamente menos interactivo y aislado socialmente, con menor interés por
aficiones y actividades. Los medicamentos antidepresivos, como los ISRS, pueden
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reducir el malestar emocional sin los efectos secundarios anticolinérgicos que pueden
acompañar a los antidepresivos tricíclicos. Además, es importante mantener un estilo de
vida saludable con ejercicio adecuado y estimulación cognitiva. Las actividades que
favorecen la salud del corazón suelen ser buenas para el cerebro, y la participación en
actividades placenteras y la interacción social pueden mejorar el funcionamiento del estado
de ánimo y aumentar la calidad de vida.
• Otras complicaciones psiquiátricas Las alucinaciones y los delirios (estos últimos
típicamente paranoides) pueden aparecer en fases medias y avanzadas de la EA, y se dan en
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Definiciones pertinentes
Trastorno amnésico Trastorno en el que un individuo pierde la capacidad de transferir información
nueva a la memoria a largo plazo, mientras que los recuerdos a largo plazo ya creados permanecen
intactos. La amnesia anterógrada puede estar causada por la EA, así como por otras demencias, el abuso
de alcohol o sustancias, lesiones cerebrales traumáticas, neoplasias, cirugía cerebral u otros trastornos
que afectan a los sistemas de memoria.
Amiloide Fragmentos de proteína que el organismo produce normalmente. En los cerebros sanos,
estos fragmentos de proteína se descomponen y eliminan. En la EA, los fragmentos se acumulan
formando placas duras e insolubles. La "hipótesis amiloide" respecto a su papel causal en la EA sigue
siendo dominante en el campo, aunque sigue siendo una incógnita si el amiloide representa una causa o
un subproducto de la enfermedad.
Genotipo de la apolipoproteína ε4 (ApoE ε 4 ) La apolipoproteína E se combina con las grasas
(lípidos) del organismo para formar unas moléculas denominadas lipoproteínas de baja densidad
( LDL). Las lipoproteínas se encargan de empaquetar el colesterol y otras grasas y de transportarlos por
el torrente sanguíneo. Existen tres versiones (alelos) principales pero ligeramente diferentes del gen
APoE: ε 2 , ε 3 y ε 4 . El alelo más común e s e l ε3, que se encuentra en más de la mitad de la población
general. El segundo alelo más común e s e l ε 4 , que aumenta el riesgo de desarrollar EA. Las personas
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que heredan una copia del alelo ApoE ε4 tienen más probabilidades de desarrollar la enfermedad; las
que heredan dos copias del alelo tienen un riesgo aún mayor. La ApoE ε4 actúa como un regulador del
metabolismo lipídico que tiene afinidad por la proteína beta-amiloide. Este alelo se asocia a un mayor
número de aglomeraciones de la proteína,
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llamadas p l a c a s amiloides. La acumulación de péptido beta amiloide tóxico y de placas amiloides
puede p r o v o c a r la muerte de las neuronas y los signos y síntomas progresivos de este trastorno. Por
el contrario, las investigaciones sugieren que puede existir un efecto protector por tener los alelos ApoE
ε2 y ApoE ε3. Las investigaciones de la Iniciativa de Neuroimagen de la Enfermedad de Alzheimer
(ADNI) sugieren que los individuos con el alelo ε2 presentan firmas de biomarcadores que indican una
menor patología de la EA, menores tasas de atrofia del hipocampo y tasas más lentas de deterioro
DCL Y EA
cognitivo.
Placas neuríticas Depósitos extracelulares de amiloide formados por proteína beta-amiloide mezclada
con ramificaciones de células nerviosas moribundas, que se encuentran en el cerebro de pacientes con
EA. La presencia de placas neuríticas y ovillos neurofibrilares (véase más adelante) se utiliza para
diagnosticar la EA en la autopsia.
Ovillos neurofibrilares Fibras retorcidas insolubles que se encuentran en el interior de las células
cerebrales y están formadas principalmente por la proteína tau. Esta proteína suele formar parte de un
microtúbulo, una estructura celular que transporta nutrientes y otras sustancias importantes de una
parte a otra de la célula nerviosa. En la EA, la proteína tau se vuelve anormal y las estructuras
microtubulares se colapsan. Los ovillos neurofibrilares son agregados de esta proteína tau
hiperfosforilada y se reconocen como una característica distintiva de la patología de la EA.
Sundowning (también conocido como síndrome de Sundown) Cambios de comportamiento que
pueden ocurrir al final de la tarde o por la noche en personas con demencia. Estos cambios pueden
incluir un aumento de la confusión, agitación, agresividad, alucinaciones, paranoia, aumento de la
desorientación o deambulación. Las personas con sundowning no siempre cumplen todos los criterios
del delirio. Además, en determinados casos, el sundowning puede confundirse con un delirio
superpuesto a la demencia, que es más grave y provoca efectos adversos como un deterioro cognitivo y
funcional acelerado, hospitalización, internamiento en instituciones y aumento de la mortalidad.
Anomalías de tau La proteína tau asociada a los microtúbulos está situada en el cromosoma 17 y sirve
para estabilizar los microtúbulos. La fosforilación anormal de la proteína tau desestabiliza los
microtúbulos, lo que provoca cambios degenerativos. Las inclusiones patológicas de proteína tau se
producen en una serie de trastornos neurodegenerativos denominados tauopatías, entre los que se
incluyen la enfermedad de fatiga crónica, la parálisis supranuclear progresiva, el síndrome corticobasal,
algunos trastornos del espectro de la enfermedad de Parkinson y la EA.
1. Una mujer de 50 años acude a usted preocupada por la posibilidad de desarrollar EA después de
los 65 años. ¿Qué combinación de factores de riesgo conllevaría el mayor riesgo de padecer EA
más adelante?
(a) conmoción cerebral previa y migrañas
(b) enfermedad vascular y ansiedad
(c) antecedentes familiares de EA y lesión cerebral grave previa
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(d) exposición a sustancias químicas tóxicas y antecedentes familiares de EA
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2. Un paciente que presenta todas las características neurocognitivas de la EA en una evaluación
neuropsicológica formal, pero que también muestra síntomas parkinsonianos, muy
probablemente .
(a) padece demencia (c) se encuentra en las últimas fases de la
frontotemporal EA
(b) tiene una variante de la EA (d) no tiene AD
con cuerpos de Lewy
3. Todas las siguientes funciones de la memoria suelen estar alteradas en la fase inicial de la EA,
excepto .
(a) memoria (c) memoria visual
MEDICAL
6. Una mujer de 67 años acude a su consulta preocupada por las crecientes dificultades de
memoria de su familia. Se ha perdido conduciendo hasta su casa y se ha olvidado de pagar las
facturas. A menudo está ansiosa y ha acusado a miembros de su familia de robar objetos de su
casa. Basándose en esta información, ¿cuál es el diagnóstico más probable?
(a) Trastorno neurocognitivo leve (c) Demencia de Parkinson
(b) Enfermedad de Alzheimer (d) demencia frontotemporal
8. ¿Cuál de estos subtipos de deterioro cognitivo leve evoluciona con mayor frecuencia a EA?
(a) multidominio no amnéstico (c) dominio único no amnésico
(b) dominio único amnésico (d) variante frontal
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ha afectado a sus actividades cotidianas. En la actualidad se siente aliviada de que se haya
retirado de su trabajo como abogado unos 4 meses antes, porque está segura de que no habría
podido desempeñar su trabajo con sus problemas de memoria actuales. Basándose en esta
información, ¿cuál es su hipótesis inicial antes de una evaluación neuropsicológica formal?
(a) Trastorno depresivo mayor (c) Demencia por cuerpos de Lewy
DCL Y EA
(b) Trastorno neurocognitivo leve (d) demencia frontotemporal
10. ¿Por qué un clínico podría evitar recomendar antidepresivos tricíclicos a un paciente con demencia?
(a) Pueden agravar el proceso de demencia.
(b) No tratan eficazmente los trastornos del estado de ánimo en pacientes con demencia.
(c) Pueden provocar alucinaciones.
(d) Pueden provocar efectos secundarios que afecten negativamente a la memoria.
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Referencias:
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cedural learning in early Alzheimer's disease: Procesos deteriorados y mecanismos compensatorios. Journal of
Neuropsychology, 6(1), 31-42.
(b) Giebel, C. M., Challis, D. y Montaldi, D. (2015). La comprensión de los fundamentos cognitivos de los
trastornos funcionales en la demencia temprana: A review. Envejecimiento y Salud Mental, 19(10), 859-875.
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(b) Smith, G., y Butts, A. (2018). Dementia. En J. E. Morgan & J. H. Ricker (Eds.), Textbook of clinical neuropsy-
chology (2ª ed., pp. 717-741). New York, NY: Taylor & Francis Group.
DCL Y EA
deterioro de la memoria episódica además de otros trastornos cognitivos. Los pacientes con
DCL amnésico (simple o multidominio) tienen más probabilidades de desarrollar EA que los
pacientes con DCL no amnésico.
Referencia: Petersen R. C. (2016). Deterioro cognitivo leve. Continuum, 22(2 Demencia), 404-418.
Lecturas recomendadas
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diagnóstico del deterioro cognitivo debido a la enfermedad de Alzheimer: Recomendaciones de los grupos de
trabajo del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento y la Asociación de Alzheimer sobre las directrices
diagnósticas de la enfermedad de Alzheimer. Alzheimers Dementia, 7(3), 270-279.
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Páginas web
Una visión general del DCL, tanto la publicación original como la actualización reciente:
https://www.researchgate.net/publication/
5648026_Petersen_RC_Negash_S_Mild_cognitive_impairment_an_overview_CNS_Spectr_13_45-53
https://www.drperlmutter.com/wp-
content/uploads/2018/01/Practice-guideline-
u p d a t e - s u m m a r y - M i l d - deterioro-cognitivo.pdf
Enfermedad de Alzheimer y neuroimagen: https://pubs.rsna.org/doi/pdf/10.1148/radiol.2018180958
Enfermedad de Alzheimer, información sobre la enfermedad, consideraciones sobre el tratamiento y
recursos para cuidadores: www.alz.org
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