REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LAS RELACIONES, INTERIORES,
JUSTICIA Y PAZ
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA SEGURIDAD CENTRO DE
FORMACION UNES-LARA
EJERCICIO PARA QUE LA SEGURIDAD CIUDADANA EN LA VIDA
HUMANA EN EL PLANETA PERMANEZCA
FACILITADOR PARTICIPANTE
NELSON MUJICA I/J JULIO LINAREZ V.- 15.493.315
Barquisimeto, 02 de marzo del Año 2024
INTRODUCCIÓN
Al hacer referencia a la seguridad ciudadana es necesario tener presente su
relación intrínseca con el disfrute de los derechos humanos, como la garantía que
debe brindar el Estado para el libre ejercicio de los derechos de todos sus
ciudadanos. Así como su interrelación con múltiples actores, condiciones y
factores, entre ellos la historia, la estructura del Estado y la sociedad; las políticas
y programas de los gobiernos; la vigencia de los derechos económicos, sociales,
culturales; y el escenario regional e internacional, por lo que la seguridad
ciudadana supone un verdadero resguardo de los derechos como premisa
indispensable de su pleno ejercicio. No se trata simplemente de la reducción de
los delitos sino de una estrategia exhaustiva y multifacética para mejorar la calidad
de vida de la población mediante el acceso a un sistema de justicia eficaz, y de
una educación que esté basada en los valores democráticos, la cultura de paz, el
respeto por la ley y la tolerancia, en este sentido, la seguridad ciudadana puede
ser vista y analizada bajo un enfoque de derechos humanos, ya que esta contiene
todas las características de un derecho humano.
RESUMEN
El concepto de seguridad ciudadana, aunque no cuenta con una definición
precisa y concluyente, se plantea que es de orden polivalente, universal,
interdependiente, preventivo, democrático, indivisible, global, local, integrativo y de
connotaciones cualitativas y cuantitativas que responde a dos factores: percepción
de inseguridad y un estado de satisfacción de necesidades. Una política pública
de seguridad ciudadana debería ser la forma en cómo el estado interviene de
forma eficaz con respecto a la seguridad, teniendo en cuenta que esta
intervención debería tener la capacidad de ser medible y cuantificable en un
periodo de tiempo determinado. Por lo que debemos analizar que instituciones
primordialmente son los que deben desarrollar dicha política. La ciudad debe ser
el marco donde se compare la actuación de las instituciones del estado ya que nos
da un marco de referencia aplicable a las comunidades más pequeñas del país
EJERCICIOS DE SEGURIDAD CIUDADANA PARA QUE LA VIDA HUMANA
EN EL PLANETA PERMANEZCA Y SE DESARROLLE EN PAZ
. Este ejercicio está destinado para clarificar que se ha venido haciendo en los
últimos años con referencia a los cambios en la legislación y las diferentes líneas
de pensamiento sobre lo que debería ser el ente policial con referencia a los
cambios de doctrina del pensamiento, también analizaremos que se viene
haciendo en materia de aplicación de justicia y el acceso que tienen los
ciudadanos al sistema.
En la actualidad, la violencia es una de las mayores preocupaciones de los
gobiernos nacionales y locales, así como de la ciudadanía en su conjunto. Las
estrategias que se han realizado para combatir y disminuir los niveles de
inseguridad y violencia no han dado los efectos esperados y poco se ha hecho por
desarrollar innovaciones para abordarlas. Por ello, con este trabajo se empieza la
difusión de los resultados de un largo, amplio y participativo proceso que busca
nuevas opciones de política pública, venidas de la integración de la investigación
con la acción y de la academia con la política.
Las estrategias tienen por objeto de pensamiento y actuación a la violencia; por
eso, es importante partir definiéndola. Las tradicionales formulaciones
conceptuales de la violencia nacidas del determinismo causal, sea natural (por lo
tanto, biológico) o moral (vinculadas con la religión, las costumbres o tradiciones),
como también de las consideraciones como desviación legal, empiezan a ser
cuestionadas. La violencia no puede ser comprendida o explicada desde la
existencia de una o varias causas a la manera de atributos que la determinan
(llamados factores de riesgo). Y tampoco puede concebirse como lo hace la
Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando define la violencia a partir de
consideraciones instrumentales que no cuentan con la posibilidad de identificar
actores, circunstancias, lugares y condiciones históricas. De estas críticas
fundamentadas a la violencia como patología o problema, se debe pasar hacia la
comprensión de la violencia como una relación social particular del conflicto social.
Según Camacho (1992), es necesario concebirla como un producto de una
relación social de conflicto que, en consecuencia, vincula por lo menos a un par de
oponentes, actores, individuos o colectivos, pasivos o activos en la relación. Si la
violencia es plural, multiforme y polisémica, las políticas públicas no deben
escapar a esta realidad. La uniformidad de las estrategias (generalización), el
traslado de una situación a otra (casos exitosos), el enfrentar una como si fuera
otra (pandillas como guerrillas) o combatir la violencia desde concepciones
represivas cuando se requieren políticas económicas, llevan a la situación actual:
beneficiar intereses de unos países y de unos grupos sociales por encima de otros
y, lo que es más grave, que la violencia, el control social y el temor se apoderen
de la sociedad. Por eso, para replantear las estrategias de seguridad ciudadana es
necesario producir un conocimiento sobre las múltiples dimensiones de las
violencias, como objeto de conocimiento y de políticas. En esa perspectiva, son
dos los caminos complementarios que se deben seguir: por un lado, el
reconocimiento de la pluralidad de las violencias y por otro, la construcción de una
tematización de la realidad. En el primer caso, el de la multiplicidad de las
violencias, se trata de asumirlas de manera inductiva reconociéndolas desde la
perspectiva plural y a partir de una tipología, como podrían ser aquellas que
definen las violencias según la relación con la víctima (primaria-secundaria o
colectiva-individual); los actores involucrados (juvenil, de género, infantil); el lugar
en que se desarrolla (callejera, barras bravas, intrafamiliares); o el ámbito al que
se refiera (público, privado).También las hay en relación con sus motivaciones
políticas, económicas o comunes. Sin duda que estas violencias no se expresan
de manera pura, siempre hay un nivel de encuentro entre ellas que hace más
complicado conocerlas y afrontarlas. En el segundo caso, se opera de manera
deductiva en tanto toda tematización es un recurso metodológico que permite
recortar la realidad, sea para actuar sobre ella o para entenderla
sistemáticamente, ya que es imposible asirla como totalidad. Se trata de una
abstracción que “separa por medio de una operación intelectual las cualidades de
un objeto para considerarlas aisladamente o para considerar el mismo objeto en
su pura esencia o noción” (DRAE, 2001). Tal definición implica construir
previamente un objeto –la unidad– que tenga cualidades aislables del todo y que
sean propias de su esencia. En nuestro caso, el objeto es la violencia como
unidad que tiene cualidades particulares que deben ser conocidas, pero que
también puede ser fraccionada en distintos temas que luego permitan la
reconstitución de la misma unidad.
CONCLUSIÓN
Hemos verificado cómo el significante político criminal tiene para nuestro autor
un significado omnicomprensivo de cualesquiera contenidos axiológicos
tanto princípiales como directivos, introducidos en el sistema de responsabilidad
penal, y en el derecho penal en general. Una comprensión tan amplia y vaga del
citado significante conlleva una desnaturalización de lo que sea la política criminal,
con importantes consecuencias. Esa desnaturalización tiene como presupuesto
tres opciones metodológicas que, cuando menos, resultan de la influyente
actividad científica de Roxin: la primera es que la lucha contra el delito y el
delincuente se ha de concentrar en el uso que se haga del derecho penal; la
segunda nos dice que es a través de la aplicación del derecho penal como este
manifiesta sus verdaderos contornos, se transforma y progresa, desempeñando la
creación del derecho penal un papel, el Derecho Penal; señala que esta rama del
Derecho tiene que desaparecer debido a la ineficacia de sus instituciones
punitivas; según esta consideración, el Abolicionismo establece que los sistemas
penales vigentes en la gran mayoría de los Estados no cumple una verdadera
función social, pues éste causa una mayor afectación al grupo social por lo que,
desaparecerlo se vuelve una necesidad colectiva, para así poder mejorar la
convivencia humana y conseguir la paz social.
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA
BORJA JIMÉNEZ, E. (2003), “Sobre el concepto de política criminal. Una
aproximación a su significado desde la obra de Claus Roxin”, Anuario de
derecho
penal y ciencias penales, T. LXVI, pp. 112-150
Mir Puig, S. (1982). Función de la Pena y Teoria del Delito en el Estado Social y
Democratico de Derecho.
Nelo Teighi, O. (1995). El Abolicionismo Radical y El Abolicionismo Institucional.
Pérez Pinzon, A. O. (s.f.). Abolicionismo y Expansionismo.
Zuñiga Peralta, R. F. (2012). LA POTESTAD SANCIONADORA Y SU
RELACIÓN CON EL DERECHO PENAL, CONVERGENCIA DE PRINCIPIOS.