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Unidad 2

Este documento trata sobre la carga de trabajo y el esfuerzo, conceptos clave en higiene y seguridad laboral. Explica que la carga de trabajo incluye requerimientos físicos y mentales y debe evaluarse de manera interdisciplinaria. También analiza la importancia de considerar la organización del trabajo y las patologías mentales asociadas al mismo.

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Unidad 2

Este documento trata sobre la carga de trabajo y el esfuerzo, conceptos clave en higiene y seguridad laboral. Explica que la carga de trabajo incluye requerimientos físicos y mentales y debe evaluarse de manera interdisciplinaria. También analiza la importancia de considerar la organización del trabajo y las patologías mentales asociadas al mismo.

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LICENCIATURA EN HIGIENE Y

SEGURIDAD DEL TRABAJO

UNIDAD II
EL ANÁLISIS DE LA ACTIVIDAD
REAL PARA DETERMINAR LA
CARGA DE TRABAJO

1
Unidad 2
Presentación
En esta unidad los estudiantes podrán encontrar aspectos teórico – prácticos de la
aplicación de la ergonomía para la mejora de la interacción de las personas con los
demás elementos dentro de un sistema de trabajo. Adaptaciones, diseños de
herramientas y máquinas con el objetivo de reducir lesiones y enfermedades y de
aumentar la salud y el bienestar. Para ello conoceremos el concepto de carga de
trabajo, sus posibles definiciones y métodos de medición.

Objetivos
Que los participantes logren:
• Conocer los conceptos de carga de trabajo y esfuerzo.

• Aplicar sistemas de medición.

• Reconocer algunos conceptos básicos de la antropometría y su relación con el


medio ambiente laboral.

Temario:
1. Carga de trabajo y Esfuerzo

1. Carga Física
2. Carga Mental

2. La antropometría y su relación con el medio ambiente laboral.

2
Bibliografía recomendada
Obligatoria
Villar Fernández, M. F. (2015) Posturas de trabajo: Evaluación del riesgo. Edición
Digital. Madrid, España. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo /
Ministerio de Trabajo e Inmigración.

Sebastián García, O / Hoyo Delgado, M.A. (2002) La carga mental de trabajo.


Documentos divulgativos. Madrid, España. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene
en el Trabajo / Ministerio de Trabajo e Inmigración

Complementaria
Marx, K. (2004) El Capital, Tomo 1. Buenos Aires. Argentina. Siglo XXI Editores

Neffa, J.C. (2015) Los riesgos psicosociales en el trabajo: Contribución a su estudio.


Edición Digital. Buenos Aires, Argentina. CEIL – CONICET.

Dejours, C. (2012) Salud mental y trabajo: Inclusión de la problemática en las políticas


públicas y las prácticas gremiales. Buenos Aires, Argentina. Universidad de Lanus -
SRT

Dejours, C. / Gernet, I. (2012) Psicopatología del trabajo. Buenos Aires. CEIL –


CONICET.

Gollac, M / Bodier, M. (2011) Medir los factores psicosociales de riesgo en el trabajo


para manejarlos. Resumen del Informe presentado en el Seminario internacional Los
riesgos psicosociales en el trabajo, organizado por el Ministerio de Trabajo de la
Provincia de Buenos Aires y el CEIL - CONICET. Recuperado de:

https://www.trabajo.gba.gov.ar/informacion/Publicaciones%20P%C3%A1gina/Medir
%20los%20factores%20psicos_Golliac.pdf

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1. Carga de trabajo y esfuerzo
Tal vez uno de los conceptos más complejos para definir dentro de la higiene y
seguridad del trabajo sea el de carga de trabajo. Resulta imprescindible para lograrlo,
el trabajo interdisciplinario, que nos permita trasladar y aplicar una definición
medianamente consensuada en diferentes contextos laborales. La retroalimentación
entre distintas áreas del conocimiento nos permite construir saberes más sólidos e
integrales que pueden pensarse para su utilización en diversos campos.

Pero el concepto de esfuerzo, tan subjetivo, tampoco se queda atrás en esta dificultad,
cómo estandarizar las percepciones subjetivas, deberán asistirnos las metodologías
provenientes de las ciencias sociales para esta tarea.

Existe un consenso más o menos generalizado para definir la carga de trabajo como
el conjunto de requerimientos psíquicos y mentales que un trabajador o trabajadora
ponen en juego a la hora de realizar su actividad laboral. Definición que tiene muchos
puntos de contactos con la de fuerza de trabajo, concepto acuñado por Karl Marx en
su obra cumbre El Capital, para señalar esa capacidad transformadora, ese conjunto
de habilidades, tanto físicos como intelectuales que le permite a la humanidad
desarrollar actividades productivas, lisa y llanamente es la capacidad de trabajar.

Hay trabajo cuando ponemos esta capacidad en uso, ahora bien, en el contexto
histórico de producción capitalista, la capacidad de trabajar es llevada al máximo de
sus posibilidades, siendo entonces la carga de trabajo un sometimiento, es decir, un
requerimiento externo a esa capacidad interna.

El trabajo está sometido a conflictos, dadas las contradicciones entre


diferentes racionalidades de productores, comerciantes y usuarios y porque el
trabajador desea ser recompensado por su esfuerzo, ver reconocida su
capacidad para pensar y actuar sobre las situaciones de trabajo y también
poder debatir las diversas lógicas presentes para delimitar el campo de lo que
es posible y lo que es aceptable. […] Para lograr ese objetivo, el trabajador

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tiene que movilizar –de manera voluntaria o impuesta– su fuerza de trabajo
(capacidades físicas, mentales y psíquicas), gastar energías para procesar
información o transformar los objetos de trabajo, vencer las dificultades o las
resistencias que oponen la materia prima e insumos intermedios a ser
transformados, asumir la carga de trabajo, y hacer esfuerzos para usar
eficazmente máquinas y herramientas y soportar los riesgos del medio
ambiente laboral. Durante el proceso de trabajo tiene que adaptar el trabajo
prescripto a la actividad a desarrollar, así como resolver problemas
imprevistos y superar incidentes, todo lo cual puede generar fatiga y
sufrimiento. (Neffa, J.C. pp10-11)

Toda actividad laboral hace coexistir el trabajo manual y el trabajo intelectual en


distintas proporciones según la necesidad. Cristoph Dejours (2012), nos explica que
ningún trabajo es enteramente manual, como tampoco lo es totalmente intelectual.
aún en las operaciones más básicas y repetitivas el trabajador recrea en su mente la
actividad dando lugar al aspecto subjetivo del trabajo, del mismo modo que aún en los
puestos de trabajo conocidos como cerebro intensivos hay un cuerpo que es soporte
de la carga mental de trabajo.

En realidad, esta distinción entre trabajo manual e intelectual remite a la separación


entre cuerpo y mente. A la hora de implementar planes de prevención de riesgos en
el trabajo, uno de los fracasos más grandes es pensar de manera mecanicisita el
cuerpo humano. Somos una unidad y si hay algo que la psicopatología del trabajo
desarrollada por Dejours y Gernet nos puede aportar es que los problemas de la salud
mental están correlacionados con los problemas de salud del cuerpo. Se requieren
métodos para medir la carga de trabajo que contemplen esta interrelación.

Cómo hemos visto a lo largo de varias materias que componen el primer año de la
licenciatura, las patologías mentales asociadas al trabajo van en aumento y es tal vez
inexorable que así sea en los próximos años, no solo porque en general, la
tecnificación de los puestos de trabajo viene a demandar mayores requerimientos

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mentales en detrimento de los requerimientos físicos sino a causa de la organización
actual del trabajo.

Respecto del esfuerzo como concepto a evaluar, diremos que se manifiesta en el


balance o desequilibrio existente entre la percepción del esfuerzo que conlleva una
determinada actividad y los mecanismos de compensación o recompensa que la
organización ofrece por ese esfuerzo. Tres elementos serán centrales para evaluar la
compensación: el monetario, la estima y la posibilidad de recorrer una trayectoria
laboral, otorgando oportunidades para ascender por ella. Siendo el escenario más
riesgoso en términos de salud aquel que contenga una baja recompensa y la
percepción de un alto esfuerzo.

Es decir, ¿podemos hacer verdaderamente prevención de riesgos del trabajo si solo


contemplamos las condiciones en que se realiza la actividad en términos, físicos,
químicos, biológicos, termohigrométricos, sin incluir en el análisis la forma en que se
organiza esa actividad?

El método del Análisis de la Actividad,


desarrollado por J. Leplat y X. Cuny, que
vimos en la unidad anterior requiere de
observables que nos permitan
identificar las causas subyacentes que
tienen efectos sobre la salud, la
seguridad y la performance de un
determinado sistema de trabajo. Para
ello debemos relevar cuales son los
observables de una actividad, el
concepto de carga de trabajo se
construye a partir de la medición de
estos observables, como pueden ser, la dirección de la mirada, los deplazamientos,

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las posturas, pero también la comunicación y las verbalizaciones de los trabajadores
y trabajadoras.

Veamos a continuación, qué herramientas de medición ha desarrollado la ergonomía


que pueden ser de utilidad en el campo profesional del Licenciado en Higiene y
Seguridad del trabajo. ¿Cuáles son los medios más apropiados para medir la carga
física y la carga mental? ¿Qué es una intervención ergonómica?

1.1. Carga física

Como indicamos anteriormente toda actividad laboral conlleva una determinada carga
física. Por lo que es necesario evaluarla y realizar las medidas correctivas necesarias
para evitar una posible sobre carga de trabajo.

Particularmente en este punto nos interesa profundizar la postura que adopta un


trabajador o trabajadora como observable de la actividad real, de por sí ésta constituye
un indicador complejo de la actividad y de las exigencias que pesan sobre ella. Para
la ergonomía física es un objeto de estudio en sí mismo, en la medida que las posturas
que se adopten podrán ser fuente de fatiga muscular o visual, y pueden ocasionar
trastornos musculo esqueléticos. Además, debe ser entendida como el soporte de la
actividad gestual. Esta influido por las características físicas de los puestos de trabajo
y las características antropométricas del trabajador o trabajadora, sobre este último
punto nos explayaremos al final de la unidad.

Tres grandes tipos de demandas físicas podemos encontrar en el entorno laboral:

➢ Mover la totalidad del cuerpo o alguna de sus partes para realizar


desplazamientos (caminar, correr, etc.)
➢ Mover objetos o trasladarlos de un lugar a otro (levantamientos, transporte
manual, acarreos, girar objetos, alcanzar objetos, etc.)
➢ Mantener una posición de determinada parte del cuerpo o de su totalidad
(inclinaciones del tronco, elevamientos de brazos, bipedestación, etc.)

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La respuesta de nuestro organismo a estas demandas del entorno laboral está
asociada a distintos mecanismos que concluyen en la contracción muscular y para
ello interviene no solo la musculatura asociada a la acción sino también todo el
sistema nervioso central, el sistema respiratorio, y el sistema circulatorio.

Ahora bien, habremos de identificar las diferencias del trabajo físico dinámico, de
aquel que se realiza empleando solo una pequeña masa muscular como, por ejemplo,
la de las manos, que llamaremos trabajo estático. Los procedimientos y criterios de
evaluación de la carga física variarán en relación a la forma en la que se producen las
contracciones musculares requeridas para el desarrollo de la actividad.

Si bien no es sencillo en la práctica establecer esta delimitación entre trabajo dinámico


y trabajo estático, es importante conocer su diferenciación fundamentalmente por el
tipo de consecuencias que acarrean en términos de trastornos musculoesqueléticos.

Por lo tanto, el uso muscular en el trabajo estático es de contracción continua y


mantenida a lo largo de un tiempo variable, es el que ocurre, por ejemplo, cuando
sostenemos un peso o una postura corporal determinada, este tipo de contracción
muscular se la conoce con el nombre de isométrica. Mientras que en el trabajo
dinámico nos encontramos con una sucesión periódica de contracciones (acorta el
músculo) y relajamientos (alarga el músculo) activos de corta duración, de manera
rítmica. A este tipo de trabajo muscular se lo conoce con el nombre de isotónico. Para
ejemplificar de manera más gráfica, es el que realizan los miembros inferiores de una
persona al caminar.

La mayor diferencia entre estos dos tipos de contracciones musculares radica en la


irrigación sanguínea del conjunto de músculos intervinientes. La circulación de sangre
hacia el músculo es la encargada de dotarlo del oxígeno y energía (en forma de
glucosa) necesaria para la producción del movimiento, pero, además, la sangre desde
el músculo evacúa los residuos de la oxidación (ácido láctico) resultante de la actividad
física.

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Por tal motivo, en el caso del trabajo dinámico, vamos a encontrar que, si se lleva
adelante a ritmos e intensidades adecuadas para el cuerpo que lo realiza, resulta
favorable para el riego sanguíneo del conjunto de músculos que trabajan, por lo que
puede ser realizado durante horas sin mayores consecuencias sobre la persona.
Mientras que, en el trabajo estático se advierte que la contracción del músculo por un
tiempo prolongado, comprime los vasos sanguíneos provocando un menor aporte de
oxígeno y energía requeridos para el trabajo muscular. Además, el ácido láctico
resultante, no puede ser eliminado con rapidez, por lo que se acumula en el tejido, es
esta situación la que ocasiona la fatiga muscular o estrés físico.

“La fatiga muscular se manifiesta con signos tales como: sensación de


calor en la zona del músculo o músculos, temblores musculares,
sensación de hormigueo e incluso dolor muscular. Es un proceso
fisiológico que afecta a los músculos implicados en el esfuerzo, que se
recupera con el reposo de los mismos. Si este reposo no se realiza o es
insuficiente para la recuperación de la fatiga muscular, pueden llegar a
desarrollarse trastornos musculoesqueléticos. Otro efecto del trabajo
estático es el aumento de la frecuencia cardíaca, ya que el corazón debe
bombear más deprisa para tratar de enviar más oxígeno y nutrientes al
músculo contraído. Por ello, se ha planteado que el trabajo estático podría
ser un factor de riesgo de enfermedades del corazón o cardiopatías.” (Villar
Fernández, M. F. 2015 PP. 6)

La fuerza máxima de contracción (FMC) de un músculo se puede mantener por


menor tiempo cuanto más importante es la contracción. Teniendo en cuenta esta
premisa, deberemos adecuar nuestros criterios de evaluación del trabajo muscular.
Como dijimos anteriormente, es difícil encontrar una actividad enteramente estática o
enteramente dinámica. Por lo general, nos encontramos con ambos tipos de trabajos
musculares de manera combinada. Por lo tanto, antes de plantearnos ningún método

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especifico de medición deberemos establecer qué tipo de exigencia predomina
haciendo uso del análisis de la actividad real.

Cuando la actividad es principalmente de tipo dinámica, generalmente asociado


a trabajos de tipo predominantemente manual derivados de ramas de la industria de
la construcción, agrícola o forestal, por nombrar algunos, se produce un alto
consumo energético. Aquí los métodos más adecuados son aquellos que nos
ayudan a medir la cantidad de energía consumida o demandada por la actividad a
partir de la implementación de cálculos y estudios desarrollados por una disciplina que
nutre a la ergonomía, la fisiología del trabajo. Tanto la estimación del consumo de
oxígeno como la frecuencia cardíaca nos ayudaran a determinar el costo energético
de la actividad física realizada.

Para determinar la cantidad de consumo de oxígeno aún se utiliza en laboratorios el


método del saco de Douglas, pero en la actividad real es incómodo y puede alterar el
ritmo normal del trabajo, por eso a pesar de ser uno de los más exactos para medir la
energía consumida se suele optar por medir la frecuencia cardíaca (FC).

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La FC se ha utilizado para estimar el gasto de energía por su relación lineal con el
consumo de oxígeno. Sin embargo, tiene errores de estimación importantes que es
necesario considerar para su aplicación, la relación entre la FC y el consumo de
oxígeno varía según:

➢ el estado físico
➢ los músculos que participan en la actividad
➢ aumenta con el calor
➢ aumenta con la ansiedad

En síntesis, medir la FC tiene limitaciones para estimar el gasto de energía total de


una actividad, sin embargo, si nuestro objetivo es evaluar la carga física, la FC por si
sola es un buen indicador de la carga fisiológica derivada del trabajo físico.

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En términos generales, lo que podemos decir del comportamiento de la FC es que
esta se eleva cuanto más intensa sea la actividad realizada, y por consiguiente más
largo será el período de recuperación.

En los casos donde predomine el trabajo estático, la observación minusiosa de


la actividad real, descomponiendo las operaciones realizadas con sus
movimientos más elementales nos ayudarán a evaluar la carga física de trabajo.
Los métodos objetivos más utilizados incorporan técnicas biomecánicas que
ayudan a medir tanto la actividad muscular como el rango de movimiento de los
ángulos articulares comprometidos en el movimiento.

La ergonomia también implementa métodos subjetivos de medición de la carga


física que se basan en el registro de verbalizaciones o a través de entrevistas y
encuestas que ayuden a determinar el grado de fatiga, molestia o dolor percibido
por el trabajador o trabajadora.

1.2. Carga mental

Las transformaciones del mundo del trabajo, hacen que el concepto de carga mental
cobre cada vez mayor relevancia. Es importante en este punto, entender que los
desarrollos tecnológicos suponen nuevas formas de organización del trabajo y
muchas veces modificaciones en las formas en las que se consume una mercancía
muy particular, que para nuestra profesión resulta de mucho interés, la fuerza de
trabajo.

El desarrollo de la informática y las tecnologías de la información y la comunicación


(TIC) han propiciado el crecimiento de las industrias cerebro intensivas. Pero como
dijimos con anterioridad, todo trabajo pone en acción mecanismos y procesos
mentales para su realización. Con fines analíticos, cuando la actividad real tenga
predominancia de procesos cognitivos hablaremos de carga mental de trabajo.

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El objetivo de contemplar la carga mental de trabajo desde el diseño de los puestos
de trabajo o para la modificación de éstos, es evitar efectos nocivos en la salud de los
trabajadores y trabajadoras, pero también, como en toda intervención ergonómica,
aportar a la mejora de los resultados del proceso productivo.

“Una de las principales medidas para reducir la fatiga consiste en reducir u


optimizar la intensidad de la carga de trabajo, limitar la duración de la
exposición o modificar la distribución introduciendo pausas. Hay que tener
en cuenta que la reducción de la carga mental de trabajo más allá del nivel
óptimo puede tener también efectos negativos, ya que la falta de
estimulación es tan perjudicial como el exceso. El aburrimiento y la
monotonía es un extremo igualmente nocivo para la salud y, aunque resulte
paradójico, un poco de tensión produce un efecto estimulante, vigoriza y es
conveniente. Por tanto, son necesarias ciertas exigencias mentales para
mantener el bienestar, la salud y la cualificación, ya que dichas exigencias
proporcionan los estímulos necesarios para la activación, las condiciones
para mantenerse en forma, y las opciones de aprendizaje y entrenamiento.”
(Sebastián García, O y Hoyo Delgado, M.A. 2002 PP.42)

Por este motivo, cuando los requerimientos de la actividad no se adecúan a la


capacidad de dar respuesta del trabajador o trabajadora o éste presenta dificultades
para ejecutar una respuesta satisfactoria al requerimiento, ya sea de manera
permanente o temporal, decimos que existe una carga mental inadecuada.

Los efectos observables de esta inadecuación pueden ser la aparición de alteraciones


fisiológicas, psicológicas y del comportamiento, propias de la fatiga mental. Ahora
bien, para la fatiga mental no existen medidas tan directas como el consumo de
energía o el ritmo cardíaco, utilizadas para medir la fatiga física. Por eso, la valoración
de la carga mental debe basarse en métodos indirectos (Sebastián García, O y Hoyo
Delgado, M.A. 2002)

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La carga mental de trabajo debe ser evaluada desde su doble aspecto, cuantitativo y
cualitativo, toda vez que no solamente nos interesa medir la cantidad de información
que el trabajador o trabajadora deber procesar, sino también la complejidad de esa
actividad. Pudiendo de esta forma diferenciar así, la carga mental cuantitativa y la
carga mental cualitativa. Esta distinción, además puede yuxtaponerse con la actividad
mental excesiva que nos permite determinar una sobrecarga mental de trabajo, pero
también como destacábamos en el párrafo anterior en una ausencia de actividad
mental que puede producir subcarga mental de trabajo. Ambas situaciones tienen
efectos nocivos sobre la salud de las personas.

➢ Sobrecarga mental cuantitativa muchas operaciones en poco tiempo.


➢ Sobrecarga mental cualitativa las demandas mentales o intelectuales son
excesivamente complejas en función de los conocimientos y habilidades del
ejecutante.
➢ Subcarga mental cuantitativa poca demanda mental o intelectual.
➢ Subcarga mental cualitativa tarea demasiado sencilla para las habilidades y
conocimiento del ejecutante.

La respuesta de nuestro organismo no puede recortar la demanda mental propia de


la actividad del conjunto de información y estímulos que provienen del entorno de
trabajo mismo. El procesamiento de la información proveniente de conversaciones de
compañeros de trabajo, música, radio, pantallas, etc. no relevantes para la actividad,
suponen una carga añadida que hemos de llamar fatigas periféricas. Asimismo, a la

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hora de evaluar la carga mental de trabajo hemos de tener en cuenta la influencia que
los estados de ánimo del trabajador o trabajadora tienen sobre la capacidad de dar
respuesta a los requerimientos mentales e intelectuales.

“En función de lo dicho hasta ahora, la prevención de la fatiga mental


deberá basarse en el conocimiento de las exigencias mentales que la tarea
plantea, y de los recursos o capacidades del trabajador para dar respuesta
a esas demandas en las condiciones existentes, con el fin último de
conseguir la adaptación entre las condiciones de trabajo y las
características de las personas que lo desarrollan.” (Sebastián García, O y
Hoyo Delgado, M.A. 2002 PP.29)

Las exigencias mentales de la actividad en función de la cantidad de información y


complejidad de los procesamientos componen el estímulo inicial de la actividad
cognitiva que en psicología conocemos como procesamiento de la información. Esta
acción, está compuesta de una serie de pasos que comprometen la memoria a corto,
mediano y largo plazo, que van desde la detección de la información a procesar, la
decodificación e interpretación de ésta, la elaboración de múltiples posibles
respuestas, la toma de decisión para seleccionar la respuesta más adecuada y la
acción – emisión de respuesta. Factores como el tiempo del que se dispone para dar
una respuesta, es decir, los ritmos del trabajo y el tiempo en que se requiere mantener
la atención durante este proceso, relacionado con la capacidad de hacer pausas que
permitan la recuperación, son elementales para evaluar el nivel de exigencia de la
actividad.

Todo esto nos permitiría realizar una evaluación del puesto de trabajo en función de,
por un lado, los factores de carga que son inherentes a la actividad que se realiza,
pero existe otro tipo de evaluación en función de la medición y registro de los efectos
que produce sobre el trabajador o trabajadora.

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Existen métodos que permiten medir de manera objetiva las exigencias mentales de
determinada actividad, en ellos se busca establecer el nivel de atención requerida y
si ésta debe ser mantenida a lo largo del tiempo, pero también averiguar cómo influyen
en la carga mental, el ritmo del trabajo y el tratamiento de los errores.

Se pueden encontrar otros métodos subjetivos de evaluar los factores psicosociales


presentes en una determinada actividad, que desarrollaremos en profundidad en la
última unidad, pero en su mayoría se corresponden con escalas, cuestionarios o
entrevistas que permiten recabar la percepción de quienes realizan la actividad en un
momento dado.

“La medición de la intensidad del trabajo y del tiempo de trabajo engloba


las nociones de “demanda psicológica” (operacionalizada por el
cuestionario de Karasek) y de “esfuerzo” (operacionalizada por el
cuestionario de Siegrist). La intensidad y la complejidad del trabajo
dependen de las restricciones de ritmo, de la existencia de objetivos poco
realistas o vagos, de las exigencias de polivalencia, de las
responsabilidades, de eventuales instrucciones contradictorias, de las
interrupciones de actividades no preparadas y de la exigencia de
competencias elevadas. El tiempo de trabajo influye sobre la salud y el
bienestar por su duración y su organización” Gollac, M. y Bodier, M. (2011)
PP 3.

El mayor aporte en este sentido, es la medición de la carga mental de trabajo


incluyendo en su registro factores tales como: exigencias emocionales, el sufrimiento
ético, la autonomía, relaciones sociales tanto entre los trabajadores como entre estos
y la organización que los emplea, así como también la inseguridad de la situación de
trabajo en su conjunto, contemplando los aspectos socioeconómicos de las
condiciones de trabajo. Pero también las relaciones que van más allá del escenario
exclusivamente propuesto por la organización empleadora como, por ejemplo, el
registro de la doble presencia que afecta mayoritariamente a las mujeres trabajadoras,

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teniendo estas que responder a las demandas del trabajo doméstico y de cuidado en
simultáneo a las demandas del trabajo asalariado.

2. 2. La antropometría y su relación con el medio


ambiente laboral

La antropometría es una disciplina que puede hacerle grandes aportes al campo de la


ergonomía, y por supuesto también a la Higiene y la Seguridad en el trabajo. Volvamos
a pensar en el método de intervención ergonómico haciendo foco en la actividad. Si
recordamos la composición de los cinco cuadros elaborados por por J. Leplat y X.
Cuny veremos que uno de sus componentes son los condicionantes y dentro de ellos
un lugar importante lo ocupa la persona que realiza la actividad.

En el apartado anterior nos dedicamos a los condicionantes externos a las personas,


pero ante unas mismas exigencias externas habrá que analizar las respuestas que
cada individuo puede proporcionar, en función de distintos factores como la edad, el
estado de salud, el grado de fatiga, su agudeza sensorial y rapidez perceptiva en el
caso de la carga mental, pero también el rango de movimiento articular si se trata de
la carga física, por poner solo un ejemplo.

Para comprender estos condicionantes tenemos que conocer en qué consiste la


capacidad física y mental del ser humano. Ahondaremos en los métodos de medición
de ambas en las próximas unidades, pero por lo pronto diremos que la antropometría
como disciplina nos provee un estudio estadístico de las dimensiones del
cuerpo y debe ser complementada con aquellas disciplinas encargadas de
estudiar el movimiento como la biomecánica. La biomecánica es una disciplina que
se basa en la física mecánica aplicada a la biología, por lo que se van a considerar
los estados estáticos, cinemáticos y dinámicos. A partir de la estática se estudia el
diseño del cuerpo humano, comprendiendo la relación directa que hay entre forma y
función.

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La parte de la biomecánica que estudia los movimientos de los huesos en el espacio
es la cinemática. Está compuesta por la osteocinematica y artrocinematica. La
dinámica es la parte de la biomecánica que estudia las diferentes fuerzas que
provocan los movimientos.

El abordaje propuesto es analizar al cuerpo humano como un todo. Por eso, tomamos
al cuerpo humano como un sistema. Podemos decir que el ser humano se mueve
gracias a su sistema de movimiento formado por:

➢ Esqueleto (osteoarticular),
➢ Complejo neuromuscular,
➢ Dispositivo de memoria y aprendizaje,
➢ Necesidades básicas,
➢ Entorno social y medioambiente.

El cuerpo humano está diseñado para el movimiento, con lo cual nos podemos mover
en todas las direcciones y sentidos siempre en función de la forma articular ;y lo ideal,
es que el movimiento se genere con el menor consumo energético.

El rango articular puede ser dividido en dos partes: zona neutra (ZN) donde la
resistencia interna al movimiento es muy baja y se encuentra en el rango medio de la

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articulación y zona elástica (ZE) en donde la resistencia aumenta hasta frenar el
movimiento, es decir ,llegando a los extremos del rango articular fisiológico.

En las próximas unidades, veremos la aplicación práctica del análisis de la actividad,


con los distintos métodos de medición existentes para la carga física y mental, así
como la matriz legal en la argentina en función de la prevención de patologías musculo
esqueléticas y de raíz psicosociales.

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