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13 Casos

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JACQUELINE BALCELLS ANA MARIA GUIRALDES TRECE CASOS MISTERIOSOS COMENTARIO DE. CARLOS ITURRA EDITORIAL ANDRES BELLO Querido lector: Estos cuentos son para que te transformes en detective, Si lees con atenci6n y te fijas en los detalles, podrds encontrar la pista que te llevard adescubrir al culpable. Sino logras dilucidar el enigma, aytidate con un espejo: en paginas 105 - 117, las soluciones estan dadas, pero... al revés. También te invitamos a resolver los crucigramas de cada caso: muchas de sus definiciones —las que estan con letra dife- rente- tienen relacion directa con el cuento que les corresponde. Las soluciones de estos juegos aparecen, asimismo, en las pdgi- nas mencionadas. Te desafiamos a solucionar los trece misterios de este libro, con igual sagacidad que el inspector Soto, personaje presente en algunos de estos cuentos. Y no olvides: la observacion es la cualidad indispensable para un buen detective. Las autoras INDICE El caso de las libretas de notas El caso de las perlas grises .........0.00000cc0e 9 EJ caso del regalo de cumpleaiios .... 19 Bl caso del atraco al Banco Muchosmiles . oe El caso del zafiro de dofta Sara ..... Certara tad) El caso de las secretarias quejumbrosas 41 El caso de la moto embarrada . 49 El caso del joyero angustiado .. 57 El caso del secuestro del arquero ..............55 . 6 El caso del ladrén con mascara 73 El caso del gato perdido . 79 EI caso de la estatua Mujer Sentada Pensando . 89 El caso de la pagoda de marfil 95 Soluciones EL CASO DE LAS LIBRETAS DE NOTAS El tercero medio A del colegio Buenaventu- ra era un curso bastante revoltoso. Ese vier- nes entregaban las notas del trimestre, y la sefiorita Leonor dejé el alto de libretas blan- cas en una esquina de su escritorio. La tota- lidad de los veinticuatro alumnos fijo sus ojos muy abiertos en ellas: el panorama que presagiaban esas libretas no era muy alentador. —Tengo rojo en matematicas —susurré la gorda Marcela. ~Y yo en quimica —cuchicheo Andrés, palido por encima de sus pecas. —iAdiés, fiesta! —suspiré Catalina, soplando con desani- mo su chasquilla ~jSilencio! -interrumpié la senorita Leonor-. Quiero de- cirles que en general el rendimiento del curso durante este trimestre ha sido pésimo, y las notas, muy malas... Repartiré las libretas durante la ultima hora de clases, y tendran que traerlas firmadas el lunes, sin falta La profesora, luego de sentarse en susilla, llam6a Mauri- cio al pizarron. El muchacho, que tenia fama de mateo, co- menzé a resolver una complicada ecuacién, y la clase siguié lenta y pesada Media hora después una campanilla animé levemente las sonrisas en los rostros: todos guardaron sus libros y salie- ron a recreo. ~—¢Cémo convencer a la profe para que no nos entregue las notas hasta el lunes? —pregunté Marcela, sin ai 10 ni para comer su emparedado de queso. 2 “TRECE CASOS MISTERIOSOS ~jSuenas! le contesté la languida Constanza, —Es que el asunto es grave: jnos quedaremos sin fiesta, Connie! ;No te das cuenta? {Claro que me doy cuenta! ¢Por qué crees que estoy tan deprimida? ~B gesto de Constanza era de absoluto desalien- to. Se afirmé en la vieja palmera, en una pose de actriz dramatica. En ese momento se acercé Mauricio —Al paso que van mis porras comparieras ~dijo-, tendré que bailar solo en la fiesta si entregan hoy las libretas. —jEl genio Mauricio! Nunca pierde la oportunidad de hablar de sus maravillosos sietes! ~comenté Marcela, dando- le la espalda. —No sean tontas, nenas, si lo tinico que quiero es que todos vayamos a la fiesta. Nosotros también queremos. {Qué propone el genio? —interrogé Constanza, sin perder su desgano —Un ardid para evitar que nos entreguen las libretas —respondié Mauricio, muy serio~. No olviden que tengo que conquistar a Catalina. Marcela, al oir esto, levanté una mano y grité: —jEh! ;Tercero A! Reunion: el genio tiene su plan! —Noseas tonta, Marcela, si usaras mas tu cabeza...-Mau- ricio levé un dedo a su propia sien y luego se alejo con expresion hosca. Andrés y Catalina se acercaron a las dos amigas, que se habian quedade mudas, contemplando a Mauricio. Con Catalina hemos estado pensando que hay que evi- tar, como sea, la entrega de esas notas. Otro genio que descubrié la América: jtodos sabemos que con esas notas hay que olvidarse de la fiesta! —se enojé Marcela-. Pero hasta ahora nadie ha propuesto una solu- cion.. Connie golpes con rabia el tronco de la palmera, y luego, con un gesto asustado, mostro la yema de su pulgar herido por una pequefia astilla. Una que se fue a la enfermeria —coment6 Andrés. 4 TREC CASOS MISTERIOSOS ~Y otra que se va a la biblioteca: tengo que devolver un libro. —Catalina partié corriendo. ‘Andrés y Marcela quedaron pensativos, “Bueno, no me queda otra que resignarme a un sdbado sin fiesta: estoy sentenciado dijo Andrés con tono sepulcral. Marcela quedo sola ~¢Resignacién? ~repitio para si-. ;Ah, no, eso nunca! -Y caminé a grandes zancadas cn direccién opuesta a la de su amigo ‘Al poco rato la campanilla anuncio el final del recreo y el comienzo de la ultima hora ce clases. Los alumnos entraron a su sala en forma estrepitosa y cada uno toms asiento en su lugar. En ese momento, estallé la voz de la profesora: ~,QUIEN SACO DE AQUI LAS LIBRETAS DE NOTAS? Un silencio total fue la respuesta La scforita Leonor insistio, en tono atin mas agudo ~Repito, por si no han entendido: ¢quién saco de aqui las libretas? Los alumnos se miraron asombrados, pero ni una pala- bra salio de sus bocas. La profesora, entonces, se levant6 de su silla Ninos: esto no es broma. Es gravisimo. Por ultima vez equien fue el gracioso o graciosa? Es mejor que s¢ levante ahora... Ni un suspiro se escuchd. Marcela observaba a sus com- pafieros en una inmovilidad total. Connie miraba a Marcela Mauricio disimulaba una sonrisa con Catalina. Andrés rayz bacon insistencia la tapa de su cuaderno. Unaire de expecta- cion, mezclado con mal disimulada alegria, flotaba en el ambiente. La voz de la profesora ahora amenazaba’ ‘Ustedes saben que este es motivo de expulsion, pero les daré una tiltima oportunidad: meiré de la clase s6lo por cinco minutos y, sia mi regreso no estan las libretas sobre el escritorio, comunicaré el hecho a la Direccion. Calld unos segundos, y luego prosiguio: “Les doy una oportunidad para ser honestos. Si se pre- senta ¢l culpable el castigo no ser tan drastico. Si no sucede asi, alguien arrastrara a todo cl curso con él EL CASO DE LAS LIBRETAS DENOTAS 5 ¥ salié de la sala En el primer momento nadie hablo ni se movio. Estaban todos paralogizados. Hasta que de pronto una figura—conoci- da por los lectores~ se incorporé de sit banco y caminé hacia el closet de los utiles. Tomé con ambas manos el alto de libretas, escondidas tras las cajas de tiza, y, ante el estupor de sus compaheros, avanzé hacia el escritorio de la senorita Leonor. Cumplido el plazo, cuando la profesora regres6, las vein- ticuatro libretas blancas ya estaban en su lugar. La sentorita Leonor las tomé sin decir ni una palabra. El curso entero estaba pendiente de sus mas minimos gestos. La oyeron suspirar, y vieron cémo trataba, al parecer, de borrar una manchita sobre la primera libreta. Su cara no reflejaba ninguna emocién; pero a sus alurnnos, que ya la conocian, no les cupo duda de que ella estaba decidiendo algo. En ese momento hablé: —Bien..., ahora falta que se presente el culpable Como el silencio se prolongaba, la maestra caminé entre los escritorios para observar con detencion a sus alumnos. Los nifios, nerviosos, se mantenian inmoviles. Catalina ape- nas si respiraba; Mauricio se mordia el labio; Connie daba vueltas al anillo en su dedo, Andrés retorcia cl lobulo de su oreja, y Marcela habia cerrado los ojos en actitud de martir. 6 ‘TRECE CASOS MISTERIOSOS Cuando el recorrido hubo finalizado, la voz fue tajante: Quiero que sepan que ya me he enterado de quien es el responsable Y dijo un nombre. La profesora no se equivocaba. Con gesto compungido, la persona aludida confesé su culpa. Habil lector: la sefiorita Leonor fue muy sagaz. {Qué vio ella en su paseo entre los alumnos que la llevé a descubrir al culpable? ELCASO DI LAS LIBRETAS DE NOTAS. CRUCIGRAMA DE LAS LIBRETAS DE NOTAS Horizontales: i. Susiantivo que modifies y que transa billetes itierba (inv) 2. Medio baile polinésico. Tercera letra. Pinta de la baraja 3. Como el Buenaventura Nombre de la profesora, 4, Este barbaroeuropeo del ao 400 tiene un comien- vo para volar y termina negando. 5. Evaluad su precio. Si es negra habré llavia, Can edn. 6. Los guardarou antes de [ salir a reereo. 7. Dia para devolver las libretas firmadas. Exclamacion para tors (inv). 8. Vocales que parecen velas. Contrario l par. Lo mas alto en ingles 9. Molusco (inv.). Medio progenitor. Al sol se la debernos, 10. Componente de la orina (inv.). Los del euento se la perdieron IL. Nariz del barco (inv.). Besa sin vocales. Furia 12. El mateo del cuemto, Madre a medias. 13. Con “C” se cae. Desabrida y fome. Hagale con los ojos Verticales: 1. Soplaba su chasquilta. Calcio. 2. Devasta. Aqui estan las cinco vocales, pero en desorden 3. Ast eran las notas. Falleci (inv. 4. Nombre del colegio. 5. Dios inglés. Socorro. Materia infecciosa 6. Naves Orbitales Fantasticas. Letra griega 7, Era languida. Plumifero dios egipcio. 8. Vocales de tope. Tubo sin principio ni fin. Caza en el mar 9. Objetos robados 10. Dios del viento. El que lo es tiene un sobrino. IL. Vestidura (inv.). Ventoso infinitive prohibido en clases. 12. Alfiler ingles. Quiera : 13. Se ano el dedo pulgar. Dos vocales idénticas EL CASO DE LAS PERLAS GRISES. La sefora Fernandez cumplia cincuenta anos, y esa noche recibiria a sus amigos mas intimos a cenar. De pie frente al espejo de medialuna se contemplo otra vez. ¢Repre- sentaba los cincuenta? Segtin Alvaro, su ma- rido, nadie dirfa que sobrepasaba la cuarentena, pero ella, a veces, dudaba de tales afirmaciones. Aunque 1a vida no le habia sido dificil, ni mucho menos, sus ojos ya sin el brillo de la juventud, sus carnes un poco sueltas bajo la barbilla y esas malditas manchasen las manos revelaban ala futura abuela. Suspiré y termino de acomodar sus cabellos en un mono. Elvestido dejaba ver un cuello desnudo, empolvado y blanco, listo para recibir el regalo de Alvaro. Por supuesio que lo habia elegido ella misma, y habia sido la primera vez en su vida que una joya le producia tal placer: ¢scria que los afios le habian traido también un apego a las cosas materiales? <0 era un inconfesado deseo de impactar a su amiga Luli, que se jactaba siempre de tener las joyas mas lindas de Santiago? Con una sonrisa derramé gotas de perfume tras sus orejas ~Adela: gno sera un poco excesivo esperar a las doce de la noche para entregarte el regalo delante de todos? -oyo la voz de su marido desde el bano. —£s parte del regalo, querido; el collar, acompatado de la mirada de Lulu, ser mi fiesta... —jCuriosa amistad la tuya con Luli! -murmuré Alvaro, frunciendo la nariz. Terminaba de afeitarse. uw “TRECE CASOS MISTERIOSOS A las diez de la noche la casa de los Fernandez resplande- cia de luces y flores. Los invitados comenzaron a llegar. Luli, la primera, vestida de seda negra con collar y aros de mostaci- Ilas que realzaban Ja palidez de su piel. Lo tinico de color en ella eran sus largas ufas rojas. Sergio, su marido, hombre barrigén y entradoen aios, paseaba con aire distraido miran- do tos cuadros colgados en las paredes. —¢Sigues admirando a Pacheco Altamirano, Sergio? ~pregunt6 Victor Astudillo, haciendo tintinear los hiclos en su vaso de whisky. ~Tui sabes, Victor, que yo me entiendo mas con numeros que con arte—le contesto Sergio, palmoteando el hombro del mas bohemio de sus amigos. —Deberiamos asociarnos, Sergio—bromes Astudillo-, Yo pongo mi ojo de conocedor y tti el capital: tengo un proyecto excelente... jy este si que no me fallara! La duefia de casa lanzé una mirada disimulada a su marido: era el mismo Victor de siempre, a la caza de un negocio que le permitiera vivir y obtener dinero sin esfuerzo. ~Estoy en tiempo de vacas flacas, arnigo. ~Sergio tenia cierto aire de preocupacién-. Por primera vez me he quedado sin dinero para invertir, y te lo digo en serio. Astudillo levant6 los hombros con desalicnto, pero hizo un gesto con su mano, como para quitar importancia al asunto. Adela, entonces, ofrecié: ~¢Mas whisky, Victor? ~Si, gracias. Y si quieres, agrégame un par de cubos de hielo. En ese momento llegaban los tres invitados restantes: el matrimonio Gomez, jovial y alegre, cantandoa coro cumplea- fios feliz, y Laura, la amiga soltera de Adela, que pasaba por una de sus crisis existenciales. =Les anuncio que me voy a Europa: Santiago me ahoga ~declaré Laura con sequedad. ~¢Te ganaste la loteria, Laura? jInvitame! brome Vic- tor, levantando su ceja derecha. {Loteria? jJa! Esa siempre se la ganan los ricos, Victor EL. CASO DE LAS PERLAS GRISES u ~contesto ella con gesto escéptico-. Por suerte, existen los créditos. -Pero los créditos hay que pagarlos —insistié Victor -Ese es problema mio. ¥ no estoy de animo hoy para discutir asuntos materiales. ;Venga un champan, querida Adela! Adela miraba cl reloj con impaciencia, y los invito al comedor. Se sentaronen tornoa una mesa ovalada, cubierta porun mantel de encajes: dos candelabros de plata hacian juego con los cubiertos Los Gomez, él alto y de bigotes tiesos; ella bajita y de anteojos, no dejaban de hablar ni de contar sus problemas domésticos. ~Mi Martita suena con un anillo como tos de Luli, pero ‘yo le digo que primero esta cambiar el auto y alfombrar la casa ~dijo Gomez, moviendo sus bigotes al hablar. Martita, para apoyar a su marido, estiro su mano desnu- da, y dijo con mucha suavidad: Mientras tanto, me estoy dejando erecer las uibas. Victor hizo tintinear los cubos de hiclo dentro del vaso: —Muy interesante la conversacion, pero permitanme in- terrumpirlos pata excusarme por seguir cenando con whisky en lugar de vino: jno me gusta mezclar! ~Antes la salud que la buena educacién ~bromes con estruendo Gomez. En ese momento Adela miré el reloj, por segunda vez en la noche: eran casi las doce. Hizo una sefia disimulada a su esposo. Alvaro, entonces, alzé sus manos, y pidid silencio: Adela, equé prefieres? ¢La sorpresa antes o después de Ja torta? —¢Sorpresa? ~exclamé Adela, fingiendo asombro, aun- que inconscientemente tocé su propio cuello-. ;Por favor, ahora! No quiero ni pensar en las velas que traera la torta. Alvaro insistié en que no debia faltar ni una. —jAY, tantas velas, qué horror! ~se escuché musitar a Lulu. Alvaro dijo “permiso”, y se puso de pic, Demoré unos segundos en sacar un estuche negro de su bolsillo, ante una 2 “TRECE CASOS MISTERIOSOS audiencia expectante. Adela no contenia su nerviosismo y miraba a Luba de reojo. Cuando Alvaro abridel estuche, catorce ojos estaban fijos en él h! ~fue el murmullo general cuando aparecio la joya= tres vueltas de perlas naturales grises y tornasoladas cubrie- ron en unos instantes el desnudo cuello de Adela —jQuerido...! gCémo pudiste? ;Gracias! dijo Adela, po- niéndose de pie para besar a su marido y observar a hurtadi- Has la expresion de su amiga. =iVaya, este si que es un marido espléndido! Una sola de esas perlas pagaria mi viaje a Europa de ida y vuelta—comen- t6 Laura, amargada. Iégrate, mujer, alégrate! No siempre una amiga cum- ple cincuenta afios ~observo Luli: =iLa torta! jLa torta! —pidio en ese momento la senora Gomez, con tono infantil. “No te apures tanto, Martita!, antes brindemos por esas perlas: hacia tiempo que no veia algo tan bello y auténtico interrumpié Victor levantando su vaso de whisky —Tienes una fortuna en tu cuello, querida Adela ~comen- 16 Sergio~. Supango que lo habras asegurado, Alvaro Aun no... ~contest6 el aludido. EI, CASO DE LAS PERLAS GRIS LB Los Gémez, mientras tanto, observaban en silencio y abstraidos la triple hilera de perlas grises y nacaradas En ese momento entré un enguantado mozo con una enorme terta entre sus manos ~-Apaguen la luz ~ordend Alvaro. iia Gomez se levanté y se acercé al interruptor. Bast6 un movimiento para que el comedor quedara solamen- te iluminado por la luz de las cincuenta velitas. Adela se puso de pie y se acercé a le. torta. Los otros la rodearon. Sopl6, y cuando apagaba las ultimas cinco peque- ras llamas, todos griiaron, y Adela se sintié abrazada por sus amigos. Entre besos y felicitaciones pasaron algunos segundos hasta que alguien nuevamente dio la luz. En ese momento se oy6 el grito: ~Mi collar! Los invitados estaban ahora sentados en el living. Adela, en unsillén, miraba, palida y nerviosa, a su esposo que se pasea- ba a lo largo del salon. Si es una broma, yz dura demasiado —dijo Alvaro con voz seca—. Ese collar me ha costado varios miles de ddlares y debe aparecer ahora. -¢No sentiste nada en el cuello? ~inquirié la sefiora Gé- mez, con ura mirada asustada tras sus gruesos anteojos. “Bueno, todos me abrazaron. Solamente que..., no, no sé... {Estoy tan confundida! ~gimio Adela. ienes que pensar bien, Adela —habl6 Alvaro-, esto ne es broma, —Alguien tiene el collar, y de eso no tengo la menor duda. ~{Por qué no comienzas per interrogar al mozo? —pre- gunto Lula, molesta. —Eliseo esta fuera de cuestién —replice seguro y atin mas serio el duefio de casa~. Est con nosotros hace veinte afios, y pongo mis manos al fuego por él. Ademas, en ese momento, se habia retirado. ~¢Manos ai fuego, dijiste? ~salt6 Adela con la voz aguza- da~. {Eso era! 4 “TRECE CASOS MISTERIOSOS sadg7{D® ae hablas? ~pregunts la voz tensa de Sergio, a su lado. _;Manos...! ;Pero muy heladas! {Eso fue lo que senti en el cuello! {Unos dedos muy, muy helados, y luego el pequefio tirén! Miré trémula a su esposo. Alvaro observé a sus invitados uno por uno, y se decidic Amigos mios: tendré que llamar a la policia, porque entre ustedes esta el ladron, Lo que siguié, mientras el duefo de casa se dirigia al telefono, noes dificil de adivinar: voces airadas, un intento de destnayo de Laura y sollozos de Luhi. Los Gémez, muy juntos, se abrazaban. Laura, recostada en el sillon, miraba con ter- quedad un punto fijo del cuadro de Pacheco Altamirano. Lula, con ojos ausentes, jugucteaba con sus cadenas de oro. Victor sostenia firme el vaso de whisky con hielo que no habia abandonado en toda la noche. Sergio, por su parte, sentado junto a la duenia de casa, movia nervioso el pie, fruncido el cefio, . Pronto sc eyeron las campanillas del timbre: la policta EL CASODELAS PERLAS GRISES as Cuando el inspector Soto irrumpié en el living, el dedo de Alvaro apunté a uno de sus invitados: ~Creo, seftor inspector, que esa es la persona culpable. Y sucedié que no se equivocaba. Las pesquisas del ins- pector, famoso por su eficiencia ~y también por sus grandes orejas—, corroboraron su afirmacion. Y bien, lector, ¢podrias deducir tu al igual que Alvaro— quién es el ladron y qué lo delaté? 16 "PRECE CASO MISTERTOSOS CRUCIGRAMA DE LAS PERLAS GRISES Horizontales: 1. Medio gato. Seria com tw ania (inv). 2. Eran torsasoladas. En ta Biblia, nuera fiel. 3. Deesta manera. Hora pa: rauna sorpresa. Nace con la aurora 4, Terceras_alfabéticas. Nombre femenino para sonata 5. Silenciosa forma verbal por la que se camina {inv.). Un ratén le saco a éellaespina de suadolori- da pata 6. Prometéis (inv.). Sud América 7. Cesio. Un temide huno. 8. Organizacion de Elefan- tes Latinoamericanos Pinocho hizo famosa la suya. 9. Adverbio positivo, Festiva comilona 10. Nifa judia que escribié un diario de vida. Cobre. De carnes sucltas 11, Intent desmayarse. Vocales distintas. Tres consonantes vibradoras. 12, No los cometas ni en el crucigrama ni en la vida, Color bebestible quitasuesz, 13. Para el whisky de Victor. Bello griego. Verticales: 1. Apellido de pintor admirado por Sergio. Quiere decir “esta” (inv.) 2. Letra demostrativa. Subditos del Ayatolah. 3. Colores para este cuento. Le faité la ola para coronar una santa cabeza, 4. Contraccion metalica. fnstrumenitos musicales que llenan billeteras ita- lianas. Funcidn o papel 5. Cumplta cincuenta afios. Frustrado volador. 6. Devastaran 7. Uhimo trago amargo para Socrates. Constelacién peluda, 8. Amiga de Pedro de Valdivia. Arduo trabajo seria.tejerie una bufanda: 9. Teodosio Oteiza. Nota musical (iny.). Ato. Repetido, seria duro frute tropical. 10, 2. EL CASO DELAS PERLAS GRISES 7 Para pescadores odeportistas. Condimento parael arroz.a la valenciana. ‘Se prueban en {aadversidad. Con’"a” final, esta palabra habria sido muy tozuda, Posesivo nombre de actriz norteamericana. Ningunv. Vacuno. EL CASO DEL REGALO DE CUMPLEANOS (Idea original de Elvira Balcells, 15 aiios) Emilia abrié los ojos muy tempranoesa ma- fiana, y su primer pensamiento fue: jhoy cumplo doce afios! En la casa todos dormian. Emilia tosi: varias veces para ver si su hermana se des- pertaba; pero ésta, con un almohadén sobre la cabeza, mur- muro unas palabras ininteligibles, y siguié durmiendo. Luego de media hora que le parecieron cinco, escuché un ruido en el dormitorio de sus papas. Se levanto presurosa, y se dirigié a la sala de bafio. Carraspeo al pasar frente a la puerta del dormitorio de sus padres, ahora con mejor resultado: ~jEmilia! -llamé la mama. ~¢Siii? ~contest6 esta, tratando de parecer casual. Emilia, ven, entra -escuché ahora la voz del papa. No se hizo esperar, y abrié de inmediato la puerta: en la amplia cama matrimonial la esperaban su papa, con ese mechon que caia sobre su frente todas las mananas, y su madre, envuelta en su bata de levantarse floreada. Los ojos de Emilia buscaron con disimulo un paquete que, luego de besos y grandes abrazos, aparecié entre las sabanas. Lo desenvolvié con dedos giles, tratando de no romper el lindo papel de seda. Ante sus ojos qued6 una cajita ovalada. Alzé la tapa, y alli aparecié, entre algodones, ese collar de pepitas azules que tanto habia admirado cada vez que pasaba frente a la joyeria que quedaba cerca del dentista. ~jElcollar!—grit6, exaltada, abrazando a su madre una y otra vez. 20 CASOS MISTERIOSOS ~¢¥ a mi no me toca nada? -ris el papa. Es que... mi mamé sabia; pero, si, papito, jgracias! ~¥ yo no sé también, acaso, de tus gustos? ~E| papa levanté ia almohada y aparecié un enorme mazapan con chocolate y nueces. Emilia estaba euforica. Y esta vez, sin miramientos, co- rriéa sudormitorio y eché hacia atrés la sébana que cubria el rostro de su hermana. =Carola, jmira! {Mira te que me regalaron...! Carola abrié un ojo y refunfuié. Hasta que un Tuido de campanitas la hizo abrir el otro ojo. Entonces dio un salto en la cama. —jEmilia! jEl collar! ;Pontelo! Emilia lo hizo pasar por sobre su cabeza y salt6 tres veces en el mismo lugar, como nifia chica que atin era: ~jMira, qué lindo sonido tiene cuando una se mueve! jEs el primer collar de verdad de mi vida! -dijo, encantada con ese ruido cristalino que producian las cuentas al entrecho- car-. ;Lo que van a decir mis amigas! EL CASO DEL REGALO DE CUMPLEAROS a Las amigas de Emilia llegaron todas juntas a las cinco de la tarde: Claudia, Nena, Carla, Nicky, Tere y Fran. De inme- diato corrieron al dormitorio de su amiga para admirar los regalos ~-jOhhhhhbhh! ~exclamaron Claudia y Tere ~jQué salvaje! ~comentaron Claudia y Ni Nena, Tere y Fran se acercaron a tocarlo. —¢No te lo vas a poner? ~pregunt6 Fran. ~Ya me lo probé en la maiana. Pero ahora los regalos estarén en exhibicin —respondié la festejada con una sonrisa. Las amigas examinaron la polera de hilo regalo de la abuelita—; el mazapan, atin intacto; el dibujo de un gato con lazo a lunares, obra de su hermana, y obligaron a Emilia a abrir de inmediato los obsequios que ellas habian traido Después de algunos minutos Ilenos de exclamaciones y risas en los que todas se probaron todo y dejaron la cama hecha un desastre, pasaron al comedor. Alli una enorme torta de merengue con doce velitas se veia muy tentadora, rodeada de bebidas y confites. Luego de comer y beber hasta que la mesa quedé casi vacta, Emilia, muy consciente de su papel de anfitriona, pro- puso salir al jardin: ~¢Juguemos a la pelota? -animé Fran. No. Ya les tengo un juego organizado: el saltinotemojes ~eY qué es eso? —pregunté Claudia. —Saltar baldes llenos de agua ~explicé Emilia, entusias- ta. —¢Saltar baldes? ¢¥ si nos mojamos? ~alegé Nicky, mi- rando de reojo sus impecables y nuevos zapatos blancos. —iEso es lo entretenido! ~exclamé Nena, dando un agil trote con sus zapatillas deportivas. ~iMe carga saltar! -comenté Carla. ~iMe ofrezco para ser la primera! —grité Tere. Emilia dispuso cuatro baldes en fila y los llené de agua con la manguera. ~jListo! ;Toma vuelo, Tere! Tere retrocedié varios pasos y, con expresién de saltado- ra de vallas, partié corriendo y, de una sola vez, pasé por encima de los baldes, aterrizando sentada, pero seca 2 RE Se oy6 una ovacién. Todas se animaron. Las amigas, en alegre griterio, inicia- ron la competencia con dificiles piruetas. Carla aplaudia sentada en una grada de la terraza, turnandose con Emilia para llevar los cOmputos. Va ganando Tere: tres saltos y ni una mojada. ~iEspérense a ver esto! -grité Nicky. Ya los pocos segundos se oyé un estruendo seguido de un chapuz6n. Una Nicky empapada y mirando sus zapatos con ojos de angustia se levanté del suelo entre baldes volcados. Su rodilla derecha estaba magullada y ella a punto de llorar. —Descansa un rato -dijo Nena, levantando los baldes y Henandolos nuevamente con agua. Nicky pasé, junto a Emilia y Carla, a formar parte del grupo de las sentadas. Las otras, una a una, siguieron por largo ratoentre saltos acrobaticos y gritos estruendosos. Has- ta Carola, con su aire de hermana mayor, se habia unido al juego y, pese a sus estrechos jeans, logré varios puntos al saltar como una rana. La tarde Ilegé a su fin. Y las nifiitas, ya cansadas, entra- ron en el living a escuchar musica. Poco a poco el timbre fue sonando y las invitadas se retiraron cada una con una barra de chocolate en la mano, regalo de la mam de Emilia Eran las ocho de la noche. La festejada, con un bostezo, se dirigié a su dormitorio a guardar los regalos. Miré el desor- den de su cama; hurgé entre los pliegues de la colcha y rescaté sus obsequios. Algo Ilamé su atencién. Removié entre los papeles de regalo, miré debajo de la cama, levanté la almoha- day lacolcha, hasta que se convencié: sucollar habia desapa- recido. Ante los gritos de la nifia Ieg6 toda la familia, el perro incluido. Se unieron a la busqueda el papa, la mama y Carola. No hubo caso: el collar no estaba en la casa Lector: gpodrias tu ayudar a Emilia? ¢Se te ocurre cual de sus amigas podria haber sacadoel collar? ¥ sies asi, ¢c6mo te diste cuenta? EL CASO DEL REGALO DE CUMPLEAROS 23 Emilia no pudo descubrirlo, pero lo supoal dia siguiente, porque la culpable, muy avergonzada, regres6 con él. rene RUCIGRAMA DEL REGALO DE CUMPLEANOS {ANOS MISTERIOSOS, Horizontales: sy ge 1. Usoba zapatillas deport vas. Nimero de afis pore Emilie. Textual. 2. Conducto sanguineo (inv.), Rio italiano. Ave 3. Cuando bulle el agua, ella silba. Alimento de bibliotecas. 3] (| s| parecida al pato. ‘ 1] ’ 4 4, Es en los Estados Us dos. Cumplesiera. Letra | griega 5. Carrera acuitica, Nota musical. al 6. Recurrid. Atrapan peces, 1, Pelotay mariposa. sets Para decir 1o que debas, no los tengas en la lengua. La primera que sali losbolden 8. Endl cuenta, con lazo a Iunares. Triunfador. Quieras (inv). 9. Tiene cinco misterios. Escuchad. 10. Espantamoscas vacuno (inv.). Medio roto. Oasis del néufrago. 11. Escozor. Laura Rojas. 12. Motive de ta festa, Plata. Verticales: 1. Natas pequefias. Onomatopeya para patos (inv. 2. Consonantes para nene. 3. Inglesa red que sostiene al revés. Arreglo un desperfecto. 4, Saludo para el César. Género aterciopelado y acanalado (inv.) 5. Emilia tuvo muchos. Contraccién. 6. Querido nombre del poeta Nervo. Interjeccién apurete para animales. T. Principio de opticos. Pronombre (inv.). Quieres con locura (inv.) 8. Era de pepitas azules. Afirmacién. Sefior campesino (inv ). 9, Instituio infantil, Regla y consonante (inv.). Conjuncién inglesa (inv.) 10. Estaban lenos de agua. 11, Para monjas es este titulo, Del aire (plural). 12. Sangre de los dioses griegos. Si cae en buena tierra, dara buen fruto. 13. En este libro hay trece. En ella se sentd Carla (inv.) EL CASO DEL ATRACO AL BANCO MUCHOSMILES Seis de la tarde. Juan Rodriguez, el crespo cajero con chaqueta a cuadros del Banco Muchosmiles, terminaba de hacer el arqueo y anotaba unas cifras en su libro de registro diario. Su compatero, Victor Ponce, de es- pesas cejas y barba negra -que mas lo asemejaban a un artista bohemio que a un empleado de banco-, lanzaba rui- dosos bostezos luego de esa mafiana agitada: erael ultimodia del mes para pagar impuestos fiscales, y como siempre los clientes habian Ilegado a ultima hora. Se abrio la puerta de la oficina de la gerencia; la senorita Pussy, secretaria de don Pedro Retamales, salié a pasitos cortos, empinada sobre sus cinco centimetros de tacos y ali- sando su cehida falda negra, que no contribuia en nada a facilitar sus movimientos. Juan Rodriguez ni siquiera levanté la mirada. Ponce, en cambio, ajusté su chaqueta y pregunté en tono meloso: —{No sobraria un cafecito, por ahi, para un pobre cajero exhausto? —iAy, chiquillos: no pidan café a esta hora! jEstoy lista para irme! —e el jefe? -levants la voz Rodriguez para preguntar. -Termina de hablar por teléfono, y también parte. En esos instantes Retamales, el gerente, salié de su ofici- ha y con voz cortante ordené: —Sefiorita Pussy, avise al guardia que ya nos vamos. Ponce y Rodriguez: cestan listos? Ponce asintié con un gesto. 26 ‘TRECE CASOS MISTERIOSOS —Si -dijo Rodriguez. La seforita Pussy, con el abrigosobresus hombros, cami- n6 con aire inseguro hacia el guardia que aparecia tras una columna. ~iNos vamos, Santelices! —musité con su voz de gato al alto y fornido guardia que infl6 un poco mas su pecho. Los cajeros se dirigieron al gerente. Seftor Retamales, estamos listos para ir a la boveda ~dijo Ponce con tono respetuoso. Rodriguez, ya con una caja enire sus manos, donde se alineaban clasificados y amarradoscon elasticos los distintos billetes, explicé a su jefe: ~Son dieciocho millones y fraccion. ~Bien. Llévenlos ahora mismo —dijo el sehor Retamales, mirando la hora, apurado por irse. Cuando los dos cajeros se aprestaban a obedecer, la puer- ta vidriada del banco dejo ver en la calle una camioneta gris que se estacionaba al frente. iViene el camion blindado, sefior! -dijo con gesto de sorpresa el guardian. ~iNo puede ser! {Hoy no corresponde! -El gerente frun- cid el cefio. Pero ya tres hombres vestidos de guardias se acercaban a la puerta de entrada. Santelices pregunto: —cAbro? —Aguantese un poco —dijo el gerente. Los hombres, afuera, esperaban. ~Seiiorita Pussy: liame por teléfonoa la central, y verifi- que si ellos enviaron el camién blindado a recoger el dinero ordené el jefe a su secretaria. Ella, nerviosa, dejé caer el abrigo de sus hombros y tomé. elauricular mds cercano. Pero no alcanzéa discar: un estam- pido hizo aiicos e! vidrio de la enorme mampara central, tres hombres irrumpieron, pistolas en mano. El guardia, rapido, desenfunds su arma. Pero antes de que pudiera apretar el gatillo, un chorro de liquido helado lo paralizé. En medio de una angustiosa respiracién que lo EL CASO DEL ATRACO AL BANCO MUCHOSMILES. 28 "TRECE CASOS MISTERIOSOS hacia toser, Santelices se sintié sujeto de brazos y piernas; y con la presién de una enorme tela adhesiva en la boca. Cayo de bruces al suelo. Todo esto transcurrié en menos de un minuto; cuando Santelices pudo mirar a su alrededor, vio a la seftorita Pussy tiesa en una silla, maniatada y con mordaza, mientras sus enormes ojos maquillados clamaban por socorro. El gerente y los dos cajeros, boca abajo sobre el suelo, también con los pies atados y las manos presas a sus espaldas, miraban a los tres hombres de uniformes azules que huian con las cajas de billetes y subian a la camioneta. Todos ellos vieron cémo el vehicuilo se alejaba, raudo, con un chirrido de neumaticos. No habia pasado una hora, y ya el inspector Soto interro- gaba.a los empleados del Banco Muchosmiles. Estos, senta- dos frente a él y atin temblorosos, se esforzaban por recordar cada detalle del atraco. ~Sucedi6 todo como en las peliculas, inspector -gimoted Pussy, mientras se abanicaba con un talonario de depésitos—: primero fue la explosién en los vidrios, luego el pobre Santeli ces paralizado, y yo... tratada a empujones y sin ningun mira- miento... —Usted habla de vidrios quebrados, senorita, ¢y no oydel ruido de las alarmas? Los cinco empleados se miraron con desconcierto. En verdad, nadie habia escuchado los timbres de alarma. E| inspector anoté algo en su libreta, y volvié a levantar la cabeza, atin en espera de respuesta. Santelices, el guardia, dijo inseguro: =Las revisiones al sistema de alarma son diarias. Yo lo revisé a las tres de la tarde. Y nadie extraio al banco conoce su funcionamiento. -Entonces, es evidente que alguien del banco desconecté el sistema. —La voz autoritaria del senor Retamales tenia un tono de incredulidad. —Exactamente, sefior, y no hay que ser demasiado perspi- caz para darse cuenta de ello —Soto los miré, inquisitivo, y CASO DELATRACO AL BANCO MUCHOSMILES 29 ¢Solamente ustedes cinco estuvieron aqui en la tarde? ~Si, hoy si... -respondié la hablantina sefiorita Pussy, tratando de acomodar su melena ondulada —Bien, bien.—Sotoacaricié el ldbulo de su oreja~. Necesi- to, con detalles, la version de cada uno de ustedes del atraco ~iYa se la di! -advirtié la secretaria, algo asustada. —Cont6 solo el principio: siga adelante --dijo el inspector, tranguilizandola con una sonrisa. —Bueno, a ver si no me falla la memoria... Luego que uno paraliz6 al pobre Santelices con ese aerosol horroroso ~iy no se imaginan como tosfa!— el otro nos encafionaba, mientras que un tercero nos amarr6 uno a uno, de pies y manos. A mi me dejaron en esta misma silla, con una tela en la boca, y, a los demas, incluyendo a mi jefe, los lanzaron al suelo de un solo empujén... ;Y se mandaron cambiar con el dinero! 0 ‘TRECE CASOS MISTERIOSOS ~cAlguien quiere agregar algo a lo dicho por la sefiorita? ~interrogé Soto. -Yo dificilmente podria aportar mucho, ya que ese mal- dito gas me dejé fuera de combate y con la mente confusa: s6lo trataba de recuperar mi respiracién —expreso el guardia, con aire cabizbajo~. ;Ese condenado acrosol fue mas rapido que mi pistola! ~{Recuerdo que uno de ellos era muy alto, moreno y con enormes ojos oscuros! Podria decirse que tenia aire oriental ~advirtié el gerente. iAy! {Qué horror! No vayana ser terroristas. ¢Se imaginan que me hubieran raptado? -gimio Pussy. —Los tres eran morenos y de cuerpos mas bien fornidos -siguié Ponce-. Y si mal no recuerdo, uno tenia un lunar entre los ojos, sobre la nariz. éY usted, qué me puede decir? -El inspector miré a Rodriguez. —Corroboro lo que dicen mis compafieros, y creo que puedo agregar algo: estoy casi seguro de que la patente cra EE, 0 sea, de la comuna de La Reina. También lei los name- ros, pero con el nerviosismo no pude retenerlos. El inspector se veia pensativo. A ver, hagamos una reconstruccién de escena —dijo, luego de unos instantes. Abrié su libreta en una pagina en blanco, y se preparé a dibujar. Los empleados se pusieron de pie, salvola senorita Pussy, que continud en su asiento. Los cuatro hombres tomaron la misma posicién en que los habian dejade los asaltantes: el sefior gerente y los dos cajeros, tumbados en el suelo como sapos, mientras Santelices, también contra el piso, tosia en forma estrepitosa para hacer mas veraz la escena. El lapiz del inspector trabajo a toda velocidad. Una ve: terminado el boceto se quedé contemplandolo unos minutos. —Ustedes dicen que la camioneta estaba estacionada frente a la puerta, ¢no? —puntualiz6. —Exactamente —respondid Ponce. EL.CASO DEL ATRACO AL BANCO MUCHOSMILES 1 —¢Asi? -¥ Soto levanté su dibujo para que todos lo vie- ran. —iAsi! jAy, qué bien dibuja, inspector, me hizo igualita! ~se admiré Pussy. —O sea, en el dibujo no hay ningun error —insistié el inspector. ~Yo diria que esta perfecto -respondié Rodriguez. —Malo, malo, malo... —musit6 Soto, y siguié mirando el dibujo. Los cajeros se miraron entre ellos y la muchacha suspir muy fuerte. El gerente se mordia las ufias. Hasta que, de pronto, los ojos de Soto se iluminaron y sus orejas parecieron crecer. Por este dibujo, que todos han aprobado como fiel ala realidad, debo decirles que uno de ustedes mintio. Eso delata a alguien que quiere entorpecer mi labor. Y ese alguien es uste Su dedo casi tocé la nariz de la persona aludida. El personaje acusado se defendié y negé su culpabilidad. Pero luego de un largo interrogatorio, que duré todo el dia siguiente, la verdad salié a relucir. Soto, otra vez, tenia raz6n. Y quien habia desconectado el sistema de alarma para facilitar el trabajo de los ladrones termind confesando su acci6n. Lector: ¢qué hay en el dibujo de Soto que lleva a la evidencia de que uno de los empleados minti6? 32 § MISTERTOSOS CRUCIGRAMA DEL BANCO MUCHOSMILES Horizontales: 1. Region de famoso mago. ‘Niimero de cajeros. 2. Nombre del Banco. 3. Pueblo indfgena pre- cordillerano, Muere por Ia boca. 4, Si es largo, prometes car- ta (iny.). Gierto 7 de san- gre azul 5. Habian Usgodo a dima ‘hora (sing,) En ta fabula se inflé hasta reventar. 6. Apura. Cartas geografi cas (inv). 7. ..Tse Tung. Empledis (inv.). Interjecci6n telef6nica, 8, Auévete, hibermadora mamifera. Media amiga de Tobi. Orgjudo inspector. 9. Color de uniformes de asaltantes. Terminacion verbal. 10, Mar inglés (jnv.). Ursula Yahez. Alcohol para tortillas en llamas. 11. Batracioe mirones. Verticales: ‘Abuela alemana. Zoila Uribe. Las cinco vocales revueltas. . Como Rodriguez y Ponce. Nombre chino. Vocales cuadrillizas. No lo dices. Antes de ser pescado (inv.). Seoras para Adanes (inv,). Ingenuo. Mister. Barbudo escritor chileno para nies, autor de Antai Periodicidad de revisin al sistema de alarmas. . Articulo neutro (inv.). Secretaria del gerente. 10. Deja a un lado. 41, Apellido del gerente (inv). 12; Plumifero remedén. yengyeene EL CASO DEL ZAFIRO DE DONA SARA (Idea original de Elvira Balcells) Erase una vez una vieja muy sola. Tenia por Unica alegria vivir de sus recuerdos. Todas las noches, antes de acostarse, abria la anti- gua arca de madera tallada para contem- plar los vestidos que uso en su época de gloriosa juventud, en compaiiia de su marido ya muerto. Muchas veces, frente al espejo, con la tunica de seda india sobrepuesta sobre su empequefiecida figura, se imaginaba nuevamente a punto de salir a uno de esos saraos organizados por sus excéntricos amigos. {Qué diferencia, la de esa vida mundana que la hacia llevar su esposo, con Ia solitaria vejez del presente! Entonces, la triste anciana, en vez de buscar el consuelo de un amigo ~ pues ya no le quedaban- se aferraba una vez mas a una vanidad: su cajita de oro, simbolo para ella de un antiguo esplendor. Asi, todas las mafianas, lo primero que hacia era coger del velador su dorado objeto y hablarle como si éste tuviera vida. Ese martes dofia Sara amanecié con un pequefo males- tar en el pecho. -Es por culpa de Roberto ~se confié a la cajita, luego de levantar su tapa-. Este sobrino mio, siempre con sus proble- mas de dinero que yo no puedo solucionar... Es que Nidia, su mujer, es tan exigente... Doha Sara palpo su garganta: le parecié que el dolor ascendia por su cuello, y apretaba como una gargantilla Aunque no eran ni las siete de la mafiana, se decidio a ilamar alaempleada; pero, antes de hacerlo, volvié a tomar la cajita con manos iemblorosas y susurré: 34 ‘TRECE CASOS MI ERIOSOS ~Mafiana seguimos conversando, me siento muy mal. no debo arriesgarme a que sepan de t En respuesta, un ojo resplandecio: incrustado en un en- garce de oro, en el fondo de la caja, un enorme zafiro lanz6 sus destellos azule: La vieja sintié los pasos de Gladys que subia la escalera Entonces cerré de un golpe el valioso objeto y lo guardé en el fondo de su velador. En el momento en que ibaa echar lave a la cerradura del cajon, nuevamente un dolor la atenaz6. Cuando Gladys entré en la pieza, dona Sara, desplomada sobre su almohadon, yacia sin sentido. A los gritos de la muchacha Ilegé Petronila, la cocinera, que corrié hacia el lecho. Tocé las manos frias de su patronae incliné su cabeza para escuchar su respiracion: la anciana emitia un débil quejido. Llama a la ambulancia ~ordené a la joven con voz de mando-, La sefiora se nos muere. Gladys salié corriendo ELCASO DI ZAFIRO DE DORASARA 38 Doiia Sara abrié los ojos. Cerca dela ventana, una enfer- mera, con su blanca cofia iluminada por los rayos de la luna, se mantenia en silencio. La anciana iraté de hablar. Shbh..., tranquilita —dijo la enfermera en tono amable, poniéndose répidamente de pie para encender la luz del vela- dor. Observé el rostro de la viejita y, luego de humedecer un algodén con agua, lo pasé por esos resecos labios. -La cajita..., la cajita —¢Quiere agiita, sefiora? —susurré la mujer. -La llave... ~Tranquila, sefiora, le voy a dar agiiita de la Ilave. Dofia Sara hizo un enorme esfuerzo y se incorporé a medias en la cama. —{Me lo robaron! jLo sofé! En ese momento, Roberto abria la puerta de la pieza. —jTia! ¢Cémo esta? —Su cara se veia preocupada: ~Robertito, por favor, sé que me robaron el zafiro de la cajita. Necesito que revisen el velador: la llave esta puesta. Si ha sucedido lo que pienso, llama a la policia... La anciana perdis aliento. Roberto se acercé entonces a su tia: —Tia, no se agite... Por qué se imagina esas cosas? ~Lo soiié, hijo...,lo soné.—La voz de doa Sara era imper- ceptible —Pero, tia... Roberto esbozaba una sonrisa. Roberto, la policia... Roberto: te lo ordeno. El sobrino alzé la mirada y se encontré con los ojos de la enfermera. Roberto levanto los hombros y la mujer le mur- muré: —Sigale la corriente. No es bueno que se agite. Pero dona Sara alcanzé a oirl: No, Roberto, no me engafies. Llama a la policia! =No la engafiaré, tia: iré a su casa y revisaré el velador. Si no esta su joya, avisaré a la policia. Se lo prometo. Aunque estoy seguro de que nada ha sucedido. El sobrino palmeé con carifio un brazo de la enferma. Esta suspiré, aliviada, y cerré los ojos. "TRECE CASOS MISTERIOSOS A las ocho de la mariana el inspector Soto estaba en el oscuro salén de dofia Sara, con la cajita cerrada entre sus manos... Petronila, la cocinera, con su albo delantal sobre el uni- forme verde, decia con voz gruesa y firme: —Pobre senora, pobre sefiora... Primero la enfermedad, y ahora esto. Roberto, con una sonrisa un poco forzada, acoté: —Tengo las mejores referencias de usted, inspector Soto. ‘Sé de sus muchos casos resueltos con gran éxito. Soto carrasped y movié sus grandes orejas. —cAlguien mas estuvo ayer en esta casa? —pregunt6. Y con un leve movimiento de su indice levanté e hizo caer la tapa del dorado objeto con un crujir de bisagra. ~Aparte de la Gladys y yo... justed, pues, don Roberto! Soto desvié la mirada hacia el joven. ~éY a qué vino? ~Bueno...,a ver a la tia. ¥ entonces me enteré de que ella estaba en la clinica. ~¢La viene a ver muy a menudo? Es mi tinica tia, y la quiero mucho. Pero, ¢cuan seguido la viene a visitar? —Como una vez al mes. Soto medité. —¢Podria venir Gladys, sefiora Petronila? La mujercaminécon lentitud y sugruesa vozretumboen Ja casa: ~iGladys! jNia, ven rapido! -Y regresé junto al inspector, murmurando-: A estas jévenes modernas lo tnico que les inte- resa es la ropa y el peinado. ;Seguro que se esta arreglando! Petronila no dejaba de tener raz6n: la muchacha venia muy maquillada y a su paso dejaba un fuerte olor a perfume. Sti? —¢Sabe usted por qué estoy aqui? —fue la pregunta de Soto. ~iNi idea! ~sonrié la muchacha con displicencia. ~ {Usted sabia lo que guardaba su patronaen esta cajita? EL CASO DEL. ZAFIRO DE DORA SARA ” ~iNi idea! jNola habia visto nunca! La seioraes bastante desconfiada, y tiene la mania de guardar todo con Ilave. ~En eso la Gladys tiene razon —comenté Petronila con tono resentido. . El inspector se dirigié a la cocinera: é¥ usted, Petronila, sabia lo que guardaba la sehora aqui adentro? ~Bueno, yo habia visto esa cajita, pero cerrada. ;Quién se iba a imaginar que habfa una joya adentro! -Yo lo sabia, inspector, y tantas veces le dije a mi tia que ese no era un lugar para guardar algo asi. El indice de Roberto froté con nerviosismo su barbilla. El inspector no respondi6. Miraba cor ta de su zapato. Perdon, pero ¢qué guardaba exactamente ahi la sefiora? —pregunté Gladys ~Bueno, don Roberto sabe...~comento Petronila con ex- presin maliciosa. =Un valiosisimo zafiro azul -respondié el sobrino, muy serio. Gladys emitié un silbido, y Petronila se Hlevé una mano al pecho: {Qué descuido! sistencia la pun- 38 “TRECE.CASOS MISTERTOSOS Se produjo un silencio. Todos miraron al inspector ras- carse pacientemente su oreja izquierda mientras miraba un punto fijo en el techo. —¢Dénde esta el teléfono? —dijo al fin, solemne. Gladys, con su indice, mostré uno sobre la mesita de caoba. Soto discé un numero. Luego de unos instantes, su voz soné seca: —gAl6? ¢Ratil Olave? Aqui Soto. Envia de inmediato un radiopatrullas a Irarrdzaval 4074. Si, por supuesto; tengo al ladrén. Lector: es tu turno para dilucidar el misterio. ¢Quién robé el zafiro azul de doa Sara? ¢Gladys, Petronila o Rober- to? Responde, y da tus razones. EL.CASO DEL ZAFIRO DE DORA SARA, 39 CRUCIGRAMA DE DONA SARA Horizontales: Patera Wg, cite ot 1. Seguin Petronila, Gladys * lo era. 2 2. Prenda de vestir que Soto 3} miraba con insistencia. | {Lo hice cuando me con- taron un chiste(inv.). 4 3. Diseo que detiene a los 4 7 5 4 h automovilistas. Apuran. Seftor: 4. Malvada mujer. infiniti- vo para enamorados. 5. Término de rebaje para costureras, Bahia (inv.) No provoques la de los" a dioses. a 6. También ilustro tos cuentos de Grimm (inv.). Consuelo de dona Sara. 7. Rascé pacientemente su oreja. Destino, 8. Medio progenitor. Portar. 9. Avalisa (inv). Igual que Petronila 10. El que calza 50 lo es. Liga de Nuevos Astronautas. IL. Sobrino. Pongale dorado. 12. Aht se guardaba la cajita. Ascendta por el cuello de dona Sara, Verticales: 1. Naciones. inv.) Piedra preciosa dal cuento. Anciane. Si se atoran lo hardn (inv.). Letra bailadora (inw.) jCabeza de tuna! Gilindro. Balbuceo de bebé. Regalen. Le dicen al evangélico (inv.). Pefiasco (inv.). Golor de cajitas para daria Sara, Repetido es un mono. (Huy, qué picante! Sonido para gallina, Alegra. Le falt6 un tin para ladrar. Le dicen a Elena. Huracan. ‘Terminacién verbal. Si tuviera una “u” al final, maullaria. Dos vocales distintas. Anticulo neutro (inv.) Al mismo nivel (jnv.). Se equivoc6 tanta que le puso tres “c* en ver de dos. ‘Quedé sin eve Nota musical (inv.) EL CASO DE LAS SECRETARIAS QUEJUMBROSAS ar sae | ~¢Al6? El inspector Soto, por favor. —Con él, digame. —jHola, Heliberto! Habla Juan Mancilla. —jJuan! jGustazo, hombre! ¢En qué te puedo servir? —{Problemas! Necesito tu ayuda... —Dime. ~Esta manana hubo un robo en la oficin: a verme? -¢Se ha movido alguien desde el momento en que lo descubriste? —Desgraciadamente, creo que me di cuenta muy tarde: estuvo la hora de colacién de por medio. —jLastima! Estaré alli lo antes posible. ~Gracias, viejo. podrias venir El sefior Mancilla sali6 de su despacho, y cuatro secreta- rias vestidas de verde y azul lo miraron expectantes. ~El inspector Soto estar aqui en un rato mis, sefioritas. Haganlo pasar. Mientras tanto, Silvia, paseme las llamadas pendientes. No habian transcurrido diez minutos cuando Soto, de terno gris y corbata de humita, se presentaba en la oficina de abogados Mancilla y Hermosilla. ~

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