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El Alfarero

Este documento analiza el rol del docente y las dimensiones de su práctica. Identifica las dimensiones personales, institucionales, interpersonales, sociales, didácticas y valórales de la labor docente y las relaciona con distintos paradigmas educativos como el constructivista y crítico.

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Yamila Nuñez
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Este documento analiza el rol del docente y las dimensiones de su práctica. Identifica las dimensiones personales, institucionales, interpersonales, sociales, didácticas y valórales de la labor docente y las relaciona con distintos paradigmas educativos como el constructivista y crítico.

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EL ALFARERO

Yamila Nuñez, Sofía Rodriguez, Rocio Paiva y Belén Zapata.


Instituto de Formación Docente “María Orticochea”
Sistema Educativo Nacional: Marco Normativo y Gestión Institucional
Prof. Sandra Pereira
Artigas, 16 de marzo de 2024.
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Analiza Reflexivamente el Corto

A)

1. ¿Cuál crees que es el papel más importante de un docente en el proceso educativo? :


transmitir conocimientos o fomentar habilidades y valores
2. ¿Cuál es el equilibrio perfecto para ser un guía en el aprendizaje positivo y
colaborativo en el aula?
3. ¿Cuál crees que es el mayor desafío que enfrentan los docentes en la actualidad y
cómo podrías superarlo?

B) Identifica y describe las dimensiones del rol docente, relacionando con conocimientos
previos.
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Respuestas

Con respecto a lo planteado, afirmamos que la educación es un proceso de socialización. Es


decir, de preparación del hombre para la vida en sociedad, lo que requiere de aprendizajes
muy diversos; conocimientos, habilidades, normas y valores. Dicho lo anterior, teniendo en
cuenta la capacidad de socializar y distribuir saberes con diferentes grados de autonomía del
mandato social que posee el sistema educativo. Podemos decir que esta potencialidad se hace
acto a través del desarrollo curricular de las prácticas pedagógicas de los docentes, de la
elección de distintos materiales, recursos didácticos, etc. Ampliamente vinculado con el
paradigma crítico. Avanzando en nuestro razonamiento, si tuviéramos que posicionarnos a
favor de algún rol que el docente deba cumplir, optamos por fomentar habilidades y valores
ya que consideramos que de nada sirve volcar el conocimiento sobre el alumno y que este no
logré asimilarlo, tanto en sus clases como en su vida cotidiana. Como docentes debemos ser
capaces de generar dichas habilidades para que en el proceso educativo, el educando, logre
ser autónomo, crítico y reflexivo. Obteniendo esto a través de los distintos medios, recursos o
procedimientos plasmados en el aula, en la búsqueda de lograr un aprendizaje significativo,
como plantea Freire (2004) “es tarea del educando el participar en la producción de la
comprensión del conocimiento que supuestamente sólo recibe del profesor” (s/p). Debiendo
apostar por un rol activo del alumno, como logramos observar en el vídeo “El Alfarero”, el
personaje que representa al docente actúa como guía, mientras que el estudiante asume el
protagonismo de su propio proceso de aprendizaje.

Por lo que se refiere a “aprendizaje positivo y colaborativo” podemos decir que describe una
situación didáctica en la cual se espera que ocurran formas particulares de interacción, que
conllevan mecanismos de aprendizaje significativo. Prosiguiendo nuestro análisis,
consideramos que el equilibrio adecuado comienza partiendo de cómo los docentes deben
tener una sólida base teórico-práctica sobre lo que se va a enseñar, para así poder facilitar el
camino del alumnado hacía la construcción de su propio conocimiento. Por otra parte, el
educador debe ser capaz de contextualizar los saberes hacía el estudiante, ya que cumple el
rol de facilitador hacia el camino al conocimiento, pero es solo el alumno, quien debe
recorrerlo o transitarlo. En este sentido, el docente le brinda herramientas pero es el
estudiante quien las utiliza. Siendo necesario respetar sus capacidades, intereses y ritmos de
aprendizaje.

Acerca de los muchos desafíos que deben enfrentar los docentes en la actualidad
consideramos algunos de los más relevantes; como la globalización, adaptarse a las nuevas
modalidades y el avance de la tecnología. Debemos saber cómo aplicar esa tecnología al aula
ya que muchos de nuestros estudiantes están inmersos en ella. Esto implica sumergirse en un
mundo nuevo para el docente, pero ya conocido para el estudiante, lo que supone un desafío
aún mayor para los educadores. Todavía cabe señalar como uno de los desafíos más recientes
los nuevos programas y contenidos. Los educadores deben lograr adaptarse a estos, debido a
que es una nueva metodología de enseñanza y de evaluación, ahora basado en competencias.
Por otro lado, la diversidad en el aula también se ha vuelto un desafío para el docente, a quien
se le exige la capacidad de atender a esta diversidad, pero quienes muchas veces no están
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formados para tal objetivo. En definitiva, cada vez será más necesaria la capacidad de
adaptación del docente a las nuevas exigencias de un mundo globalizado.

Haciendo mención a las dimensiones del rol docente, podemos considerar la práctica
educativa como un complejo de relaciones, comenzando por la dimensión personal, la cual
plantea que “el profesor ante todo es un ser humano, por tanto, la práctica docente es una
práctica humana” (Contreras, 2003, p. 2). Podemos decir en este ámbito, que es importante
que el docente sea entendido como un individuo que posee cualidades y características que lo
definen como tal. Dada su individualidad las decisiones que toma en su quehacer profesional
adquieren un carácter particular. El cual podemos relacionarlo con el paradigma humanista,
siendo que éste enfatiza la importancia de comprender al individuo considerando sus
experiencias, emociones, motivaciones y valores. Por otro lado, la dimensión institucional se
considera el escenario más importante de socialización profesional, pues es allí donde se
aprenden los saberes,normas, tradiciones y costumbres del oficio. En este sentido podemos
decir que la escuela es una construcción cultural en la que cada maestro aporta sus intereses,
habilidades, proyectos personales y saberes a una acción educativa común. Lo cual podemos
víncular a lo que plantea Fanfani, haciendo mención a que la escuela no es una institución
estática e inmutable, sino un objeto social en constante construcción y transformación.
Continuando con la dimensión interpersonal, podemos decir que esta plantea que la práctica
docente se fundamenta en las relaciones de los actores que intervienen en el quehacer
educativo: alumnos, docentes, directores, madres y padres de familia. Además de analizar el
clima institucional, los espacios de participación interna y los estilos de comunicación; los
tipos de conflictos que emergen y los modos de resolverlos, el tipo de convivencia de la
escuela y el grado de satisfacción de los distintos actores respecto a las relaciones que
mantienen. La cual vemos reflejada en el paradigma sociocultural que plantea Vygotsky,
quien defiende la importancia de las interacciones sociales y culturales en el proceso
educativo, afirmando que el aprendizaje se produce a través de la participación activa en
contextos sociales y culturales, donde los estudiantes interactúan con sus pares, docentes y
otros miembros de la comunidad educativa. Acerca de la dimensión social, vemos reflejado
“el conjunto de relaciones que se refieren a la forma en que cada docente percibe y expresa su
tarea como agente educativo cuyos destinatarios son diversos sectores sociales” (Contreras,
2003, p. 2). Esta dimensión está relacionada con la demanda social hacia la labor docente, el
contexto socio-histórico y político, así como las variables geográficas y culturales. Siendo
necesario considerar las expectativas propias y las que recaen en la figura del maestro, junto
con las presiones provenientes del sistema educativo y las familias. Dicho lo anterior
podemos decir que el paradigma crítico, influenciado por las ideas de Karl Marx, se relaciona
con la dimensión social de la práctica docente al enfocarse en la comprensión de las
relaciones sociales, económicas, políticas y culturales que influyen en el proceso educativo.
Ya que este paradigma destaca la importancia de analizar el contexto socio-histórico y
político en el que se desarrolla la práctica docente, así como las demandas y desafíos que
surgen de este entorno. Asimismo, también pone énfasis en la equidad en la educación y en
cómo las prácticas pedagógicas en el aula impactan en la sociedad en su conjunto. En lo que
toca a la dimensión didáctica, podemos decir que plantea el papel del docente como agente
que a través de los procesos de enseñanza, orienta, dirige, facilita y guía la interacción de los
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alumnos con el conocimiento, para que ellos logren construir su propio conocimiento. Esta
dimensión se relaciona con la reflexión sobre la forma en que el conocimiento es presentado
a los estudiantes para que lo recreen, así como con las formas de enseñar y concebir el
proceso educativo. Implica analizar los métodos de enseñanza utilizados, la organización del
trabajo con los alumnos, el grado de conocimiento que poseen, las normas del trabajo en el
aula, los tipos de evaluación, los modos de enfrentar problemas académicos y los
aprendizajes que van logrando los educandos. Definitivamente podemos relacionarla con el
paradigma constructivista, ya que este enfatiza el papel activo del estudiante en la
construcción de su propio conocimiento, a través de la interacción con el entorno y la
participación en experiencias significativas, además de promover la reflexión sobre los
métodos de enseñanza, la organización del trabajo con los alumnos, las estrategias de
evaluación y la forma en que se presentan los conocimientos para que los estudiantes los
recreen. Finalmente, haciendo mención al paradigma valoral, se refiere a la inevitable
presencia de valores en la labor educativa. Cada docente, de manera implícita o explícita,
manifiesta sus valores personales, creencias, actitudes y juicios en su práctica educativa.
Analizando esta dimensión podemos decir que implica reflexionar sobre los valores y
conductas, las maneras de resolver conflictos, las opiniones sobre diversos temas y cómo
estas influencias se transmiten a los estudiantes. También es esencial reflexionar sobre la vida
cotidiana de la escuela y los valores que mueven las actuaciones y relaciones, los cuales se
constituyen en instrumentos de formación. Dicha dimensión podemos relacionarla con el
paradigma humanista, el cual plantea que tanto este paradigma como la dimensión valorativa
ponen énfasis en el desarrollo completo del individuo, no sólo en términos académicos, sino
también en aspectos como el desarrollo moral, ético y social.
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Conclusión

En cuanto a nuestra postura, logramos concluir que ambos papeles se complementan y son
fundamentales, si logramos generar la capacidad de mediar esa correcta transmisión de
conocimientos y distintas habilidades y valores que se logrará generar a través de ello. Por
consiguiente, haciendo referencia a las actividades de aprendizaje en el aula, estas son
dirigidas a desarrollar prácticas didácticas más innovadoras, facilitando el desarrollo de
procesos de formación que incentiven y favorezcan la reflexión y el aprendizaje autónomo
del alumnado, permitiendo la participación y colaboración en la construcción de su
conocimiento. Por otro lado, creemos que es aún más relevante para la educación, la continua
formación del educador en busca de adaptarse al constante avance del mundo globalizado,
ideando nuevos métodos para lograr transmitir dichos conocimientos al educando. Para
concluir, al analizar las diversas dimensiones del rol docente, pudimos evidenciar la
complejidad y la riqueza de la práctica educativa. Desde la dimensión personal, donde el
docente se reconoce como un ser humano con características únicas que influyen en su labor,
hasta la dimensión valoral, que resalta la inevitable presencia de valores en la enseñanza y su
impacto en el desarrollo integral de los estudiantes. En conjunto, estas dimensiones ofrecen
un marco integral para entender la complejidad del rol docente y orientar la reflexión y la
acción hacia una práctica educativa más efectiva y significativa, que contribuya al desarrollo
integral de los estudiantes y a la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
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Referencias

Contreras, J. (2003). La práctica docente y sus dimensiones [Archivo PDF]


https://iescapayanch-cat.infd.edu.ar/sitio/wp-content/uploads/2020/03/
La_practica_docente_y_sus_dimensiones.pdf

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