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Los 7 Sacramentos de La Iglesia y Su Significado

El documento resume los 7 sacramentos de la Iglesia Católica según las explicaciones del Papa Francisco: 1) El bautismo nos injerta como miembros vivos en Cristo. 2) La confirmación nos une más firmemente a Cristo y nos da fuerza para difundir la fe. 3) La eucaristía nos hace participar en el misterio de la pasión de Cristo y renueva nuestro corazón.

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Los 7 Sacramentos de La Iglesia y Su Significado

El documento resume los 7 sacramentos de la Iglesia Católica según las explicaciones del Papa Francisco: 1) El bautismo nos injerta como miembros vivos en Cristo. 2) La confirmación nos une más firmemente a Cristo y nos da fuerza para difundir la fe. 3) La eucaristía nos hace participar en el misterio de la pasión de Cristo y renueva nuestro corazón.

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Los 7 Sacramentos de la Iglesia y su significado: el Papa te los explica

Autor

POR ALEJANDRO FEREGRINO

12 ABRIL, 2023

Los 7 Sacramentos de la Iglesia y su significado: el Papa te los explica

Los 7 Sacramentos de la Iglesia Católica.

¿Qué son los Sacramentos de la Iglesia Católica?

Los Sacramentos de la Iglesia y el Sacrificio Eucarístico son el centro de la vida litúrgica cristiana, de acuerdo con
el Catecismo de la Iglesia Católica.

Son en total 7 Sacramentos de la Iglesia Católica

Bautismo,

Confirmación

Eucaristía

Penitencia

Unción de los enfermos

Orden sacerdotal

Matrimonio

Significado de los 7 Sacramentos de la Iglesia en orden

El Papa Francisco dedicó sus audiencias generales de los primeros meses del 2014 a explicar su significado y su
importancia. Aquí te presentamos un resumen de la Catequesis del Papa sobre los Sacramentos de la Iglesia
Católica:

1. Bautismo

El Bautismo es el sacramento en el cual se funda nuestra fe misma, que nos injerta como miembros vivos en
Cristo y en su Iglesia. Junto a la Eucaristía y la Confirmación forma la así llamada «Iniciación cristiana», la cual
constituye como un único y gran acontecimiento sacramental que nos configura al Señor y hace de nosotros un
signo vivo de su presencia y de su amor.

El Bautismo es uno de los 7 Sacramentos de la Iglesia Católica.

No es una formalidad. Es un acto que toca en profundidad nuestra existencia. Un niño bautizado o un niño no
bautizado no es lo mismo. No es lo mismo una persona bautizada o una persona no bautizada. Nosotros, con el
Bautismo, somos inmersos en esa fuente inagotable de vida que es la muerte de Jesús, el más grande acto de
amor de toda la historia; y gracias a este amor podemos vivir una vida nueva, no ya en poder del mal, del pecado
y de la muerte, sino en la comunión con Dios y con los hermanos.
Bautismo en la Iglesia Católica

El Bautismo es un sacramento en la Iglesia Católica

2. Confirmación

A través del óleo llamado «sagrado Crisma» somos conformados, con el poder del Espíritu, a Jesucristo, quien es
el único auténtico «ungido», el «Mesías», el Santo de Dios. El término «Confirmación» nos recuerda luego que
este sacramento aporta un crecimiento de la gracia bautismal: nos une más firmemente a Cristo; conduce a su
realización nuestro vínculo con la Iglesia; nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y
defender la fe, para confesar el nombre de Cristo y para no avergonzarnos nunca de su cruz.

La Confirmación es uno de los 7 Sacramentos de la Iglesia.

Naturalmente es importante ofrecer a los confirmados una buena preparación, que debe estar orientada a
conducirlos hacia una adhesión personal a la fe en Cristo y a despertar en ellos el sentido de pertenencia a la
Iglesia.

3. Eucaristía

La Eucaristía se sitúa en el corazón de la «iniciación cristiana», juntamente con el Bautismo y la Confirmación, y


constituye la fuente de la vida misma de la Iglesia. De este sacramento del amor, en efecto, brota todo auténtico
camino de fe, de comunión y de testimonio.

La Eucaristía es uno de los 7 Sacramentos de la Iglesia.

La celebración eucarística es mucho más que un simple banquete: es precisamente el memorial de la Pascua de
Jesús, el misterio central de la salvación.

«Memorial» no significa sólo un recuerdo, un simple recuerdo, sino que quiere decir que cada vez que
celebramos este sacramento participamos en el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. La
Eucaristía constituye la cumbre de la acción de salvación de Dios: el Señor Jesús, haciéndose pan partido por
nosotros, vuelca, en efecto, sobre nosotros toda su misericordia y su amor, de tal modo que renueva nuestro
corazón, nuestra existencia y nuestro modo de relacionarnos con Él y con los hermanos.

Es por ello que comúnmente, cuando nos acercamos a este sacramento, decimos «recibir la Comunión»,
«comulgar»: esto significa que en el poder del Espíritu Santo, la participación en la mesa eucarística nos
conforma de modo único y profundo a Cristo, haciéndonos pregustar ya ahora la plena comunión con el Padre
que caracterizará el banquete celestial, donde con todos los santos tendremos la alegría de contemplar a Dios
cara a cara.

4. Penitencia y Reconciliación

El sacramento de la Reconciliación es un sacramento de curación. Cuando yo voy a confesarme es para sanarme,


curar mi alma, sanar el corazón y algo que hice y no funciona bien. La imagen bíblica que mejor los expresa, en
su vínculo profundo, es el episodio del perdón y de la curación del paralítico, donde el Señor Jesús se revela al
mismo tiempo médico de las almas y los cuerpos.
El Sacramento de la Reconciliación o Confesión.

La Reconciliación o Confesión es uno de los Sacramentos de la Iglesia.

El sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación brota directamente del misterio pascual. En efecto, la


misma tarde de la Pascua el Señor se aparece a los discípulos, encerrados en el cenáculo, y, tras dirigirles el
saludo «Paz a vosotros», sopló sobre ellos y dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados,
les quedan perdonados» (Jn 20, 21-23).

Este pasaje nos descubre la dinámica más profunda contenida en este sacramento. Ante todo, el hecho de que el
perdón de nuestros pecados no es algo que podamos darnos nosotros mismos. Yo no puedo decir: me perdono
los pecados. El perdón se pide, se pide a otro, y en la Confesión pedimos el perdón a Jesús. El perdón no es fruto
de nuestros esfuerzos, sino que es un regalo, es un don del Espíritu Santo.

5. Unción de los enfermos

El sacramento de la Unción de los enfermos, que nos permite tocar con la mano la compasión de Dios por el
hombre. Antiguamente se le llamaba «Extrema unción», porque se entendía como un consuelo espiritual en la
inminencia de la muerte. Hablar, en cambio, de «Unción de los enfermos» nos ayuda a ampliar la mirada a la
experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, en el horizonte de la misericordia de Dios.

El Sacramento de la Unción de los Enfermos.

Es Jesús mismo quien llega para aliviar al enfermo, para darle fuerza, para darle esperanza, para ayudarle;
también para perdonarle los pecados. Y esto es hermoso. No hay que pensar que esto es un tabú, porque es
siempre hermoso saber que en el momento del dolor y de la enfermedad no estamos solos: el sacerdote y
quienes están presentes durante la Unción de los enfermos representan, en efecto, a toda la comunidad cristiana
que, como un único cuerpo nos reúne alrededor de quien sufre y de los familiares, alimentando en ellos la fe y la
esperanza, y sosteniéndolos con la oración y el calor fraterno.

6. Orden sacerdotal

Constituido por los tres grados de episcopado, presbiterado y diaconado, es el sacramento que habilita para el
ejercicio del ministerio, confiado por el Señor Jesús a los Apóstoles, de apacentar su rebaño, con el poder de su
Espíritu y según su corazón. Apacentar el rebaño de Jesús no con el poder de la fuerza humana o con el propio
poder, sino con el poder del Espíritu y según su corazón, el corazón de Jesús que es un corazón de amor. El
sacerdote, el obispo, el diácono debe apacentar el rebaño del Señor con amor. Si no lo hace con amor no sirve. Y
en ese sentido, los ministros que son elegidos y consagrados para este servicio prolongan en el tiempo la
presencia de Jesús, si lo hacen con el poder del Espíritu Santo en nombre de Dios y con amor.

La Orden Sacerdotal es uno de los 7 Sacramentos de la Iglesia.

Aquellos que son ordenados son puestos al frente de la comunidad. Están «al frente» sí, pero para Jesús significa
poner la propia autoridad al servicio, como Él mismo demostró y enseñó a los discípulos con estas palabras:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros; el
que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros,
que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en
rescate por muchos». Un obispo que no está al servicio de la comunidad no hace bien; un sacerdote, un
presbítero que no está al servicio de su comunidad no hace bien, se equivoca.
7. Matrimonio

El sacramento del Matrimonio nos conduce al corazón del designio de Dios, que es un designio de alianza con su
pueblo, con todos nosotros, un designio de comunión. Al inicio del libro del Génesis, el primer libro de la Biblia,
como coronación del relato de la creación se dice: «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó,
varón y mujer los creó… Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos
una sola carne» (Gn 1, 27; 2, 24).

El Matrimonio como Sacramento de la Iglesia.

La imagen de Dios es la pareja matrimonial: el hombre y la mujer; no sólo el hombre, no sólo la mujer, sino los
dos. Esta es la imagen de Dios: el amor, la alianza de Dios con nosotros está representada en esa alianza entre el
hombre y la mujer. Y esto es hermoso. Somos creados para amar, como reflejo de Dios y de su amor. Y en la
unión conyugal el hombre y la mujer realizan esta vocación en el signo de la reciprocidad y de la comunión de
vida plena y definitiva.

Cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del matrimonio, Dios, por decirlo así, se «refleja» en
ellos, imprime en ellos los propios rasgos y el carácter indeleble de su amor. El matrimonio es la imagen del amor
de Dios por nosotros.

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