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Caperucita Roja: Aventura y Lección

Caperucita Roja visita a su abuela enferma llevándole una cesta con comida. En el bosque se encuentra con un lobo que engaña a la abuela y se la come. Luego engaña a Caperucita diciéndole que él es la abuela y también se la come. Un leñador oye sus gritos, abre la panza del lobo y salva a Caperucita y su abuela. El lobo muere después al caer en un pozo.

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Caperucita Roja: Aventura y Lección

Caperucita Roja visita a su abuela enferma llevándole una cesta con comida. En el bosque se encuentra con un lobo que engaña a la abuela y se la come. Luego engaña a Caperucita diciéndole que él es la abuela y también se la come. Un leñador oye sus gritos, abre la panza del lobo y salva a Caperucita y su abuela. El lobo muere después al caer en un pozo.

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CAPERUCITA ROJA

Hace mucho tiempo, en un bosque muy lejos de aquí, vivía una alegre y bonita niña a la
que todos querían mucho.

Para su cumpleaños, su mamá le preparó una gran fiesta. Ese día, la niña jugó con sus
amigos, bailó, sopló las velitas, comió tarta y caramelos. También recibió muchos regalos;
pero el de su abuela fue el más especial: le regaló una capa con capucha roja de la que la
niña jamás se separó.

Todo el mundo la llamaba Caperucita Roja porque todos los días salía vestida con su
caperuza roja.

Un día su mamá la llamó y le dijo:


- Caperucita, mañana quiero que vayas a visitar a la abuela porque está
enferma. Llévale esta cesta con frutas, pasteles y una botella de zumo de
manzana.
A la mañana siguiente, Caperucita se levantó muy temprano, se puso su capa y se
despidió de su mamá, que le dijo:

- Hija, ten mucho cuidado. No cruces el bosque ni hables con desconocidos.

Pero Caperucita no hizo caso a su mamá. Y como creía que no había peligros, decidió
cruzar el bosque para llegar más pronto a casa de su abuelita.
La niña iba feliz por el bosque, cantando y saludando a todos los animalitos que cruzaban
su camino. Pero lo que ella no sabía es que, escondido detrás de los árboles, se
encontraba el lobo que la seguía y observaba. De repente, el lobo la alcanzó y le dijo:

- ¡Buenos días, Caperucita!


- ¡Hola, señor Lobo!
- ¿A dónde vas así, tan guapa y con tanta prisa?
- Voy a visitar a mi abuelita, que está enferma, y a la que llevo frutas, pasteles, y
una botella de zumo de manzana.
- ¿Y dónde vive tu abuelita?
- Vive del otro lado del bosque. Y ahora tengo que irme porque si no, no llegaré
antes de que anochezca. Adiós, señor Lobo.

El lobo salió disparado; corrió todo lo rápido que pudo hasta llegar a la casa de la abuela.
Llamó a la puerta.
- ¿Quién es? - preguntó la abuelita.
- Soy yo, Caperucita - dijo el lobo, imitando la voz de la niña.
La abuela abrió la puerta y no tuvo tiempo de reaccionar. El lobo entró y se la tragó de un
solo bocado. Se puso el gorrito y el camisón de dormir de la abuela y se metió en la cama
para esperar a Caperucita.

Después de recoger algunas flores silvestres para la abuela, Caperucita finalmente llegó a
la casa. Llamó a la puerta y una voz le dijo que entrara.

Cuando Caperucita Roja entró y se acercó a la cama, notó que la abuela estaba muy
cambiada. Y dijo:

- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!

Y el lobo, imitando la voz de la abuela, contestó:


- Son para verte mejor.
- Abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
- Son para oírte mejor.
- Abuelita, ¡qué nariz más grande tienes!
- Es para olerte mejor.

Y ya asustada, Caperucita siguió preguntando:


- Pero, abuelita, ¡qué dientes tan grandes tienes!
- ¡Son para comerte mejor!

Y saltando sobre Caperucita, se la comió también de un bocado.


El lobo, con la panza totalmente llena, acabó durmiéndose en la cama de la abuela.

Caperucita y su abuelita empezaron a dar gritos de auxilio desde dentro de la barriga del
lobo. Los gritos fueron oídos por un leñador que pasaba por allí y se acercó para ver lo
que pasaba (=sucedía).

Cuando entró en la casa y percibió todo lo que había sucedido, abrió la barriga del lobo,
salvando la vida de Caperucita y de la abuela. Después, llenó de piedras la panza del lobo
y la cosió. Cuando el lobo se despertó tenía mucha sed, así que se fue a un pozo a beber
agua. Pero al agacharse, la tripa le pesaba tanto que acabó cayendo dentro del pozo del
que jamás consiguió salir.
A partir de ese día, todos pudieron vivir tranquilos en el bosque. Y… Caperucita Roja
prometió a su mamá que jamás volvería a desobedecerla.

FIN

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