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Tema 10. Metafísica

Este documento explora los conceptos fundamentales de la metafísica como la ciencia del ser. Explica las perspectivas de Platón y Aristóteles sobre la metafísica, distinguiendo Platón entre el mundo inteligible de las ideas y el mundo sensible de las apariencias, mientras que Aristóteles ve el ser como la esencia que se desarrolla en la apariencia. También discute conceptos como sustancia, esencia, existencia, apariencia y realidad, y cómo Aristóteles explica el cambio a través de su teoría hilemó

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Tema 10. Metafísica

Este documento explora los conceptos fundamentales de la metafísica como la ciencia del ser. Explica las perspectivas de Platón y Aristóteles sobre la metafísica, distinguiendo Platón entre el mundo inteligible de las ideas y el mundo sensible de las apariencias, mientras que Aristóteles ve el ser como la esencia que se desarrolla en la apariencia. También discute conceptos como sustancia, esencia, existencia, apariencia y realidad, y cómo Aristóteles explica el cambio a través de su teoría hilemó

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Tema 10.

El problema de la realidad:
¿Qué es el ser?
1. La metafísica como ciencia del ser
1.1. La fundación de la metafísica.
Definición de metafísica
Se puede definir como la ciencia del ser, de los entes en sí, en cuanto algo más fundamental que las
meras apariencias fenoménicas. De otra forma, es el intento de descubrir realidades últimas a través de
principios racionales y no de análisis empíricos.

La metafísica según Platón


Según Platón, para conocer la verdad (que existe y está por encima de las opiniones particulares y
subjetivas de cada uno) hay que ir más allá de los datos que proporcionan nuestros sentidos para
captar lo que las cosas son en sí mismas, ya que lo que percibimos son solo las apariencias de las cosas.
Más allá de las apariencias está el mundo de las esencias o ideas, al que pertenece también nuestra
alma y donde reina el bien.

Esto implica:

• Dualismo metafísico que distingue entre el mundo inteligible (el mundo de las ideas) y el mundo sensible
(mundo de las apariencias).
• Distingue entre ciencia (conocimiento del mundo inteligible, y objetivo, auténtico) y mera opinión
(conocimiento del mundo sensible)
• El ser humano está formado por cuerpo y alma (que, en última instancia, pertenece al mundo de las ideas).

La metafísica según Aristóteles


Reelabora y reformula la teoría metafísica platónica. Para él, el ser es la esencia que se desarrolla en la
apariencia. Es decir, no constituye un mundo aparte (el de las ideas), sino que el ser es la realidad de los
seres, captada por medio de los conceptos como esencia de dichos seres, la cual es el conjunto de los
hechos que comprende. Así, su teoría gira en torno a los conceptos de esencia y ser (o existencia),
potencia y acto (y en consecuencia la teoría del movimiento), sustancia y accidentes, apariencia y
realidad…

En la Edad Media su teoría es desarrollada por los filósofos escolásticos, caracterizándose por la
aceptación de la abstracción como operación fundamental del conocimiento y la fundamentación y
categorización de la realidad, permitiendo así la demostración de la existencia de Dios.

1.2. La pregunta por el ser


En la tradición metafísica, “ser” designa la existencia en sentido fundamental, de la que dependen los
«seres» como conjunto de sus manifestaciones o expresiones concretas. De otra forma, “el ser se dice
de muchas maneras”, de predica de muchas cosas, aunque uno solo es su significado esencial, es decir,
la existencia. De esta diferencia entre el ser y los seres (la multiplicidad de apariencias o concreciones
del ser) es de lo que se ocupa especialmente la metafísica, en cuanto ciencia del ser en cuanto ser,
prescindiendo de las meras apariencias sensibles o perceptibles por los sentidos.

De otra forma, el ser, en contraposición al devenir, se entiende como la realidad que permanece
inalterable al cambio y que constituye el sustrato del que están compuestas todas las cosas. De este
modo, es la esencia que configura cada cosa individual, cada sustancia, como lo que realmente es y
existe, más allá de sus cambios accidentales y como la realidad fundamental que está más allá de los
entes particulares.
Partiendo del planteamiento de Parménides (atribuye al ser la condición de necesario, lo que lo
convierte en inalterable, eterno, único…), Aristóteles destaca el carácter de necesidad del ser, que se
realiza en la sustancia. Así, por la necesidad del ser, se deduce la necesidad de la causalidad y la
necesidad de la deducción lógica.

Y siguiendo ese hilo, en la Edad Media, se atribuye la necesidad del ser y sus atributos de unidad,
eternidad…, por el principio de causalidad, a Dios, en cuanto sustancia más elevada y perfecta. Así, la
relación entre Dios y las criaturas se entiende en términos de creación y participación. De otra forma,
Dios es el ser que no depende de nada externo a él para existir y todos los seres derivan y participan de
la sustancia divina.

2. Los problemas de la ontología.


2.1. Ser, sustancia, esencia y existencia.
Para Aristóteles, la sustancia es el propio ser, que permanece idéntico a él mismo independientemente
de las transformaciones que puedan experimentar sus atributos accidentales. O lo que es lo mismo, lo
que es por sí y para sí, sin necesitar de otro ser para existir. Distingue la sustancia primera (el sujeto
individual) y la sustancia segunda (género o especie en cuanto sujetos de una proposición).
Por otro lado, esencia es lo que algo es, el conjunto de caracteres fundamentales, sustanciales, que
permiten definir un ser. En ese sentido, esencia y sustancia se pueden considerar términos sinónimos,
hablándose incluso de esencia sustancial. En la línea aristotélica, Santo Tomás de Aquino define la
esencia como lo común a todas las naturalezas, en virtud de lo cual una pluralidad de entes es
ordenada y clasificada en géneros y especies.
Finalmente, existencia significa el hecho del ser, el acto de ser. Es distinta de la esencia como lo posible
es distinto de lo real; es decir, es posible concebir una cosa, con sus características fundamentales, que
no exista en la realidad.

2.2. La apariencia y la realidad.


Apariencia y realidad, desde cualquier punto de vista, es evidente que son cosas distintas, muy
especialmente desde el punto de vista de la metafísica o del conocimiento, aunque la apariencia, por su
carácter sensitivo, no deja ver y comprender la realidad de las cosas, qué son las cosas, cuáles son sus
características fundamentales. Consiguientemente, es nuestra labor distinguir una de otra.
Así, apariencia se puede entender en dos sentidos fundamentales:
• Algo que oculta la realidad verdadera: hay una oposición entre la verdad (estable y duradera, real) y la
apariencia (mudable, cambiante y pasajera), de modo que la apariencia no acaba de permitir el acceso a lo
que son las cosas en sí.
• Manifestación o expresión de la realidad misma: por una relación de semejanza o identidad, la apariencia
muestra, al menos parcialmente, gracias a lo percibido sensorialmente la realidad. Mientras que
Parménides y Platón defienden que del conocimiento sensible solo derivan opiniones y nunca una ciencia
(conocimiento cierto e inmutable), Aristóteles defiende que la apariencia puede ser verdadera o falsa, pero
que es el punto de partida para la abstracción, la elaboración de conceptos y, en definitiva, el conocimiento
científico cierto.

2.3. La explicación de la permanencia y del cambio.


Inicialmente, el principal problema en la filosofía fue la explicación del cambio y el devenir del universo,
pues al cambiar las cosas, siguen siendo las mismas y son diferentes simultáneamente, dando lugar a
una paradoja de difícil solución. De otra forma, la pregunta que se plantea es qué son las cosas de
verdad, por detrás de sus múltiples y cambiantes apariencias.
Así, por un lado se apela a la raíz permanente e inmutable de las cosas que subyace bajo una multitud
de aspectos, lo que da lugar a la pregunta inicial y fundamental de la filosofía sobre la naturaleza o el
principio del que emerge todo.
Ahora bien, frente a la permanencia del ser se observa que las cosas cambian, lo que da lugar a los
conceptos de devenir, cambio o movimiento.
El devenir es lo opuesto al ser, es la realidad entendida como proceso o cambio continuo, el proceso
mediante el cual algo se hace o llega a ser. Su expresión fundamental la hace Heráclito al decir “todo
fluye”, de modo que para él la esencia de la realidad es su devenir constante, lo que obviamente es
contrario a la posición de Parménides.
Para explicar el cambio o movimiento, Aristóteles propone una solución intermedia, diciendo que el
devenir es el paso de la potencia al acto, pues la potencia es lo que algo todavía no es, pero que puede
llegar a ser. De este modo, habla por un lado de materia y forma, y por otro de potencia y acto. Y así,
explica el cambio como el proceso en que la esencia, de la mera posibilidad o potencia, se transforma
en algo real y pasa a acto (existe) gracias a al forma.
Frente al dualismo platónico que distinguía entre mundo sensible y mundo de las ideas, Aristóteles
mantiene que las unidad del ser, de modo que las esencias solo existen en sus realizaciones concretas y
no como un mundo aparte e independiente (como el de las ideas).

Aristóteles y la teoría hilemórfica.


Al estudiar el cambio o movimiento, Aristóteles llega a la conclusión de que todos los seres tienen
materia y forma.
• La materia sería una materia prima, conformada por átomos, moléculas… Esta materia prima es un sustrato
que no está compuesto, que no tiene forma (amorfo) y no puede descomponerse, porque es esencialmente
simple. Es indeterminada, es el principio básico del ser.
• La forma en cambio es aquello que aporta la determinación esencial de cada ser, la ordenación de la
materia.
De este modo, materia y forma no pueden existir separadamente, son coprincipios sustanciales, lo que
constituye la base de la teoría hilemórfica (hylé=materia, morfé=forma).
De acuerdo con su teoría, todo cambio es la pérdida y adquisición de formas, pudiéndose dar dos tipos
de cambios: sustancial (generación o creación de una sustancia) y accidental (no sustanciales, como
lugar, cantidad o cualidad).
Además, todo movimiento requiere composición de potencia y acto. De otra forma, el movimiento
consiste en el paso de la potencia (capacidad de hacer o recibir algo, de adquirir una nueva forma) al
acto (determinación actual de la potencia, realización concreta de la potencia, de aquello que puede
ser algo). De este modo, el movimiento se puede definir como el acto del ente o ser en potencia en
cuanto está en potencia.
Por otro lado, partiendo de que todo lo que se mueve es movido por otro o, de otra forma, que todo
movimiento tiene una causa, un origen, en virtud de la imposibilidad de remontarse hasta el infinito
siguiendo el principio de causalidad, plantea la necesidad de que exista un primer motor inmóvil y
eterno.

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