Fiesta de la Epifanía
Santos Reyes Magos
  Capilla de San Juan Nepomuceno
1. Sagrada Escritura.
«Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo
el reinado de Herodes, unos magos de Oriente
  se presentaron en Jerusalén y preguntaron:
«¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de
 nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y
           hemos venido a adorarlo».
       Al enterarse, el rey Herodes quedó
     desconcertado y con él toda Jerusalén.
Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes
 y a los escribas del pueblo, para preguntarles
      en qué lugar debía nacer el Mesías...
…«En Belén de Judea, –le respondieron–, porque así
              está escrito por el Profeta:
 "Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la
menor entre las principales ciudades de Judá, porque
de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo,
                        Israel"».
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y
después de averiguar con precisión la fecha en que
    había aparecido la estrella, los envió a Belén,
 diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente
   acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado,
   avísenme para que yo también vaya a rendirle
                     homenaje»…
…Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella
 que habían visto en Oriente los precedía, hasta
que se detuvo en el lugar donde estaba el niño.
 Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría,
  y al entrar en la casa, encontraron al niño con
  María, su madre, y postrándose, le rindieron
     homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le
      ofrecieron dones, oro, incienso y mirra.
  Y como recibieron en sueños la advertencia de
no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su
       tierra por otro camino» (Mt. 2, 1-12).
 2. ¿Quiénes eran los
Santos Reyes Magos?
Papa Benedicto XVI, Homilía, 6 enero 2011:
    «¿Qué clase de personas eran y qué tipo de
 estrella era esa? Probablemente eran sabios que
 escrutaban el cielo, pero no para tratar de «leer»
en los astros el futuro, quizá para obtener así algún
 beneficio; más bien, eran hombres «en busca» de
  algo más, en busca de la verdadera luz, una luz
capaz de indicar el camino que es preciso recorrer
 en la vida. Eran personas que tenían la certeza de
que en la creación existe lo que podríamos definir
   la «firma» de Dios, una firma que el hombre
    puede y debe intentar descubrir y descifrar»
    De los escritos de algunas místicas
Beata Ana Catalina Emerick (1774-1824, monja
agustina de Alemania):
  “Hoy he sabido muchas cosas acerca de los
 Reyes Magos, especialmente el nombre de sus
    países y ciudades. Mensor (Melchor), el
  moreno, era de Caldea, y su ciudad tenía un
nombre como Acaiaia, y estaba levantada sobre
        una colina rodeada de un río”…
  Sair (Baltazar) era el más moreno, de
   tez cetrina y labios rojos, y su patria
    tenía un nombre como Parthermo.
     Theokeno (Gaspar) tenía la piel
     amarillenta. Venía de la Media,
 comarca situada en un lugar alto, entre
 dos mares… Sus corazones son puros y
sin mancha, están llenos de ternura y de
   inocencia como los corazones de los
                   niños”.
Sor María de Jesús de Ágreda (1602-1665, monja de
las Madres Concepcionistas de España):
“Los tres Reyes Magos que vinieron en búsqueda del
 niño Dios recién nacido eran naturales de la Persia,
Arabia y Sabba (…) y su venida profetizaron David y
  antes de él Balaam (cuando) dijo que vería al Rey
 Cristo, aunque no luego, y que le miraría, aunque no
muy cerca, porque no lo vio por sí, sino por los magos,
  sus descendientes, y no fue luego, sino después de
muchos siglos. Tenían también (los Reyes) corazones
grandes y magnánimos, sin la avaricia ni codicia que
 tanto les oprime y envilece, y opaca los ánimos de
                    los príncipes.”
3. ¿Qué es la estrella de
        Belén?
«E hizo Dios las dos grandes
  lumbreras, la lumbrera
mayor para dominio del día
 y la lumbrera menor para
dominio de la noche; {hizo}
   también las estrellas»
        (Génesis 1,16)
 «Cuenta el número de las
 estrellas, a todas ellas les
 pone nombre. Grande es
   nuestro Señor, y muy
poderoso; su entendimiento
         es infinito»
       (Salmo 147, 4-5)
    «Lo llevó fuera (a
Abraham), y dijo: Ahora
mira al cielo y cuenta las
estrellas, si te es posible
 contarlas. Y le dijo: Así
 será tu descendencia»
       (Génesis 15, 5)
  “Lo veo en el futuro,
lo diviso allá muy lejos:
 en el pueblo de Jacob
   brilla una estrella,
un jefe empuña el cetro
   de Israel” (Núm. 24,17)
  «Yo, Jesús, he enviado a mi
ángel a fin de daros testimonio
de estas cosas para las iglesias.
Yo soy la raíz y la descendencia
      de David, el lucero
        resplandeciente
         de la mañana»
           (Ap. 22, 16)
“Vimos su estrella
  en el Oriente y
 hemos venido a
    adorarle”
      (Mt. 2,2)
Benedicto XVI, Homilía, 6 enero 2011:
«Pasemos ahora a la estrella. ¿Qué clase de estrella era
   la que los Magos vieron y siguieron? A lo largo de los
 siglos esta pregunta ha sido objeto de debate entre los
  astrónomos. Kepler, por ejemplo, creía que se trataba
 de una «nova» o una «supernova», es decir, una de las
  estrellas que normalmente emiten una luz débil, pero
      que pueden tener improvisamente una violenta
    explosión interna que produce una luz excepcional.
  Ciertamente, son cosas interesantes, pero que no nos
  llevan a lo que es esencial para entender esa estrella.
      Debemos volver al hecho de que esos hombres
     buscaban las huellas de Dios; trataban de leer su
                 «firma» en la creación…
  …sabían que «el cielo proclama la gloria de Dios»
    (Sal 19, 2); es decir, tenían la certeza de que es
 posible vislumbrar a Dios en la creación. Pero, al ser
  hombres sabios, sabían también que no es con un
telescopio cualquiera, sino con los ojos profundos de
la razón en busca del sentido último de la realidad y
  con el deseo de Dios, suscitado por la fe, como es
 posible encontrarlo, más aún, como resulta posible
 que Dios se acerque a nosotros. El universo no es el
  resultado de la casualidad, como algunos quieren
 hacernos creer. Al contemplarlo, se nos invita a leer
   en él algo profundo: la sabiduría del Creador, la
    inagotable fantasía de Dios, su infinito amor a
                        nosotros».
Santo Tomás de Aquino:
La estrella de Belén no fue ninguna de los astros
   ni de las estrellas del cielo, sino una estrella
milagrosa o un fenómeno luminoso en forma de
    estrella. «Y, como dice el propio San Juan
  Crisóstomo, este comportamiento no parece
    propio de una estrella, sino «de un poder
racional» (Pseudo San Juan Crisostomo, Sobre S.
   Mateo, Mt 2, 11, hom.7). En suma que esta
 estrella parece un poder invisible transformado
           en la apariencia de estrella».
Por la racionalidad y finalidad, que demostraban
sus movimientos, nota Santo Tomás que: «Dicen
algunos (Pseudo-San Agustín, Maravillas Sagrad.
Escrit., l. 3, c. 4) que, como el Espíritu Santo
descendió en figura de paloma (cf. Mt 3,16; Me
1,10; Le 3,22), así se apareció a los Magos en
forma de estrella».
 Asimismo, añade: «Otros (Remigio
Altisio. Sobre S. Mat., Mt 2, 1, hom. 7), en
cambio, dicen que el ángel que se apareció a los
pastores en forma humana (cf. Le 2,9) se
mostró a los Magos en figura de estrella».
 Sin embargo, Santo
Tomás considera que:
«parece más probable
que fuese una estrella
creada de nuevo, no en
el cielo, sino en la
atmósfera próxima a la
tierra, y que se
desplazaba a voluntad
de Dios» ( III, q. 36, a. 7,
in c.)
4. Significado cristológico de
 los regalos al Niño Dios.
«Y al entrar en la casa, vieron al
  niño con su madre María, y
  postrándose, lo adoraron; y
    abriendo sus tesoros, le
   ofrecieron presentes: oro,
       incienso y mirra»
           (Mateo 2,11)
                    ORO
El oro es el regalo que se da a los reyes, el metal
 mas preciado, sirve para reconocer la realeza y
   grandeza de esa persona. La reina de Saba
        otorgo este regalo al rey Salomón:
«Luego dio ella al rey ciento veinte talentos de
  oro, mucha especiería y piedras preciosas.
 Nunca llegó tal cantidad de especias como la
   que dio la reina de Sabá al rey Salomón»
                 (1Reyes 10,10)
«Los cuales fueron a Ofir y tomaron de
allí oro, cuatrocientos veinte talentos,
y lo trajeron al rey Salomón» (1Reyes
                  9,28).
 Por tanto el que los Magos de Oriente, hayan
ofrecido oro al Salvador es porque le reconocían
ya como auténtico Rey, como el Rey de Reyes y
   Señor de Señores que posteriormente San
 Pablo y San Juan nos enseñaran a llamarlo así.
 «La cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y
 solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores»
                   (1Timoteo 6,15)
 «Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este
    nombre: Rey de Reyes y Señor de Señores»
                     (Ap. 19,16)
  Así que ya desde su nacimiento se nos muestra
como Cristo fue reconocido como Rey de Reyes, y
Señor de Señores, fruto de su realiza, es por lo que se
le ofrece el oro, regalo digno de un Rey. En el AT el oro
se usaba también para adornar el templo de Salomón
(1 Reyes 7,10,14-22) es decir su uso era dedicado
también para el culto a Dios.
              INCIENSO
 El incienso en la biblia, así como en la cultura
hebrea y judía se usaba para ofrecérselo a Dios,
   se quemaba delante de Dios para ofrecer
 sacrificios, la Iglesia católica aún hoy lo sigue
    haciendo. Por tanto, es una prueba de la
 divinidad de Cristo, ofrecerle incienso, como a
                 un auténtico Dios.
 «Uno de ellos tomará un puñado de la flor
  de harina de la ofrenda, con su aceite y
todo el incienso que está sobre la ofrenda,
  y lo hará arder sobre el altar como un
      memorial de olor grato a Dios»
               (Levítico 6,15)
 «Suba mi oración delante de ti como el
 incienso, el don de mis manos como la
          ofrenda de la tarde»
              (Salmo 141,2)
 «A Zacarías, padre del Bautista, le tocó
     en suerte entrar, conforme a la
     costumbre del sacerdocio, en el
  santuario del Señor para ofrecer el
                  incienso.
Toda la multitud del pueblo estaba fuera
orando a la hora del incienso. Entonces
se le apareció un ángel del Señor puesto
     de pie a la derecha del altar del
                 incienso»
               (Lucas 1,9-11)
 Vemos entonces el uso del incienso tanto
   en el templo como en el altar para dar
 memorial a Dios. El incienso entonces se
  relaciona con la divinidad. El Salmo 141,
  nos dice que las oraciones suben a Dios
como el incienso, como ofrendas, si esto lo
        relacionamos con el libro del
apocalipsis (Apoc 5,8 y Apoc 8,3-4) vemos
      como el incienso acompaña a las
   oraciones de los Santos a llegar hasta
                    Dios.
  Es pues entonces un elemento clave
     en la liturgia de la Iglesia, y en la
    intercesión, pues acompaña a las
      oraciones que hacemos para
presentarlo todo de manera agradable
al Padre. Esto prueba nuevamente que
  reconocen al Cristo como mediador
 entre Dios y los hombres (1Tim 2,5) y
como auténtico Dios a quien ofrecer el
                  incienso.
                         MIRRA
     La mirra la usaban los judíos para embalsamar los
  cadáveres, pero también se usó como perfume para las
personas y objetos ( Cant1,13; 5,13; Est 2,12, Cant 5,5, Salm
 45,9, Prov 7,17). Es símbolo entonces de lo humano, de lo
material, de lo carnal. Nos viene a enseñar que Cristo se hizo
 carne, humano, verdadero hombre, y murió por nosotros,
        por eso necesitó ser embalsamado con mirra:
 «También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de
  noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes,
               como cien libras» (Juan 19,39)
    Luego entonces, la mirra nos
  enseña a que ese niño que nació
 además de ser Verdadero Dios, es
   Verdadero hombre, y que iba a
  morir por nosotros, para nuestra
 salvación. Recordemos que en las
 Escrituras Cristo es llamado varias
veces hombre (Rom 5,15; 1Tim 2,5:
            1Cor 15,21).
5. ¿Se conservan las reliquias
    (restos humanos) de los
   Santos Reyes Magos?
    Para sorpresa y
  desconocimiento de
     muchos SÍ SE
CONSERVAN LOS RESTOS
  HUMANOS DE LOS
SANTOS REYES MAGOS.
     En 1164, el emperador alemán
Federico Barbarroja regaló a la ciudad
de Colonia (Alemania) las reliquias de
los Reyes Magos, mismas que fueron
  trasladadas desde la Tierra Santa a
  Milán (año 300 por Santa Elena), y
      desde ahí a Colonia. Miles de
    peregrinos empezaron a llegar a
 Colonia para ver el rico tesoro de los
             Reyes Magos.
       Así, en 1248 inició la
construcción de una catedral que
estaría a la altura de tal tesoro, la
de Colonia. Hoy, dicha catedral es
 uno de los monumentos góticos
 más impresionantes de Europa
 cuya construcción duró más de
             600 años.
Catedral de Colonia, Alemania
  Los peregrinos, como los turistas en la
   actualidad, se asombraban al ver las
 dimensiones y los fastuosos decorados
de esta Catedral de Colonia, Alemania. Y
 es que sus torres se elevan 157 metros
por encima de la ciudad, sus puertas de
  bronce son colosales, y su longitud es
de 144 metros por 45 de ancho y 43 de
    altura, lo que la coloca entre las 10
     templos más grandes del mundo.
Relicario en donde se conservan las reliquias de
   los Santos Reyes Magos en la Catedral de
               Colonia, Alemania
  El relicario en forma de basílica tiene
proporciones gigantescas para esta clase
de urnas: dos metros 20 centímetros de
     longitud de oro y plata macizos,
esmaltes y joyas de incalculable valor. El
   relicario fue realizado por el mejor
   artista francés de la época, Nicolás
   Verdún, y los maestros orfebres de
 Colonia la terminaron hace 800 años.
  Dentro del relicario reposan los cráneos de
   Melchor, Gaspar y Baltasar, en tres cajas
forradas de terciopelo y brocado. Cada hueso
    está envuelto en la seda más fina y se
considera que es el sarcófago más grande del
mundo, domina toda la catedral. Su peso es de
350 kilos de oro, plata y vermeil —una mezcla
  de metales perciosos—, incrustaciones con
piedras preciosas, esmaltes y figuras de marfil
  ricamente adornadas que representan a la
    Virgen María, a los Reyes Magos y a los
                   profetas.
El Papa Benedicto XVI venerando las reliquias de
los Santos Reyes agos, en la Catedral de Colonia,
         Alemania, durante la JMJ 2005.
Conclusión
   «Así resulta muy claro también un último
    elemento importante del episodio de los
Magos: el lenguaje de la creación nos permite
recorrer un buen tramo del camino hacia Dios,
  pero no nos da la luz definitiva. Al final, para
 los Magos fue indispensable escuchar la voz
  de las Sagradas Escrituras: sólo ellas podían
 indicarles el camino. La Palabra de Dios es la
  verdadera estrella que, en la incertidumbre
    de los discursos humanos, nos ofrece el
   inmenso esplendor de la verdad divina…
 …Queridos hermanos y hermanas, dejémonos
guiar por la estrella, que es la Palabra de Dios;
 sigámosla en nuestra vida, caminando con la
     Iglesia, donde la Palabra ha plantado su
      tienda. Nuestro camino estará siempre
  iluminado por una luz que ningún otro signo
 puede darnos. Y también nosotros podremos
    convertirnos en estrellas para los demás,
   reflejo de la luz que Cristo ha hecho brillar
               sobre nosotros. Amén»
  (Papa Benedicto XVI, Homilía, 6 de enero 2011)
«Los magos viajan hacia Belén. Su peregrinación
    nos habla también a nosotros: llamados a
   caminar hacia Jesús, porque Él es la estrella
polar que ilumina los cielos de la vida y orienta
  los pasos hacia la alegría verdadera… ¿Dónde
   nace esta sana inquietud que los ha llevado a
  peregrinar? Nace del deseo. Este es su secreto
 interior: saber desear. Meditemos esto. Desear
significa mantener vivo el fuego que arde dentro
de nosotros y que nos impulsa a buscar más allá
      de lo inmediato, más allá de lo visible…
    …Al final del viaje de los magos hay un
 momento crucial: cuando llegan a su destino
   “caen de rodillas y adoran al Niño” (cf. v.
 11). Adoran. Recordemos esto: el camino de
la fe sólo encuentra impulso y cumplimiento
    ante la presencia de Dios. El deseo se
 renueva sólo si recuperamos el gusto de la
 adoración. El deseo lleva a la adoración y la
adoración renueva el deseo. Porque el deseo
de Dios sólo crece estando frente a Él. Porque
          sólo Jesús sana los deseos…
…Y al ir así, día tras día, tendremos la certeza, como
    los magos, de que incluso en las noches más
oscuras brilla una estrella. Es la estrella del Señor,
     que viene a hacerse cargo de nuestra frágil
humanidad. Caminemos a su encuentro… Como los
 magos, alcemos la cabeza, escuchemos el deseo
   del corazón, sigamos la estrella que Dios hace
 resplandecer sobre nosotros. Y como buscadores
inquietos, permanezcamos abiertos a las sorpresas
      de Dios. Hermanos y hermanas, soñemos,
                busquemos, adoremos»
   (Papa Francisco, Homilía, 6 de enero de 2022)
  Misas para celebrar la
Fiesta de la Epifanía
     Santos Reyes Magos
 Domingo 7 de enero de 2024
 8:00 a.m. Eucaristía.
 6:30 p.m. Eucaristía.
  Capilla de San Juan Nepomuceno
Fiesta de la Epifanía
     Santos Reyes Magos
  Capilla de San Juan Nepomuceno