2 El Camino Es Perfecto Osho
2 El Camino Es Perfecto Osho
UNAS CUANTAS COSAS antes de entrar en este sutra de Sosan. En Occidente, hace sólo unos
años, hubo un hipnotizador francés, Emile Cogüe, que redescubrió una de las leyes básicas de la
mente humana. La llamó «la ley del efecto contrario»; este es uno de los sutras más antiguos del
pensamiento taoísta y del zen. Sosan está hablando de esta ley. Intenta comprenderla, y entonces
sus palabras te serán fáciles de entender.
Por ejemplo, si no tienes sueño ¿qué harás? Tratarás de dormirte; harás esfuerzos, harás esto y
aquello, pero todo lo que hagas tendrá justo el efecto contrario; no traerá lo que necesitas. Ocurrirá
justo lo contrario, porque cualquier actividad, cualquier esfuerzo, irá en contra del sueño. Dormir es
una relajación. No puedes provocarlo, no puedes hacer nada para que ocurra; no forma en
absoluto parte de tu voluntad. Dormir es entrar en el inconsciente y tu voluntad es simplemente un
fragmento de la consciencia. Cuando entras en el inconsciente, en lo profundo, dejas en la
superficie la parte que es consciente, el fragmento que es la voluntad. No puedes llevar tu
superficie a la profundidad, no puedes llevar tu circunferencia al centro.
Por eso cuando haces esfuerzos para dormir, estás haciendo algo autodestructivo. Estás
haciendo algo que se convertirá justo en lo opuesto; te despertarás aún más. La única manera de
entrar en el sueño es no hacer nada.
Si no viene, no viene. Espera... ¡No hagas nada! De otra forma lo alejarás aún más y crearás una
distancia. Simplemente espera, apaga la luz, cierra los ojos, relájate y espera. Cuando llega, llega.
No puedes provocarlo con ningún acto de tu voluntad; la voluntad está en contra del inconsciente.
Y esto ocurre con muchas cosas de la vida: que ocurre justo lo contrario. Si quieres estar en
silencio, ¿qué harás?; porque el silencio es como el sueño. No puedes forzarlo. Sólo puedes
permitir que ocurra, es un dejarse llevar, pero no hay forma de producirlo. ¿Qué harás si quieres
estar en silencio? Si haces algo estarás aún menos en silencio.
Si quieres estar tranquilo, ¿qué harás?; porque quietud significa no-hacer. ¡Solamente flotas,
solamente te relajas! Y cuando digo que solamente te relajas, quiero decir solamente. No hay que
usar ningún método para relajarse, porque cualquier método significaría de nuevo que estás
haciendo algo. Hay un libro que se titula ¡Tienes que relajarte! Y el «tienes que» va justamente en
contra de la relajación; el «tienes que» no se debería incorporar, si lo haces así te pondrás más
tenso. Esta ley fue descubierta por Emile Cogüe, quien dijo: «Deja que las cosas ocurran, no las
fuerces». Hay cosas que se pueden forzar; todo lo que pertenece a la mente consciente se puede
forzar. Pero hay cosas que no: todo lo que pertenece al inconsciente, a tu profundidad, no se
puede forzar.
Ocurre muchas veces: intentas recordar un nombre o un rostro y no lo consigues, aunque sientes
que lo tienes justo en la punta de la lengua. La sensación es tan intensa que te parece que va a
llegar en cualquier momento y tratas de que te venga a la memoria. Y cuanto más lo intentas,
menos te viene. Hasta empiezas a sospechar si esta sensación es real. Pero lo sientes; todo tu ser
te dice que está ahí, justo en la punta de la lengua. ¿Pero por qué no te viene si está justo ahí? No
te saldrá. Hagas lo que hagas, no te saldrá.
Entonces te sientes frustrado, te desesperas y te olvidas del asunto. Sales al jardín y te pones a
trabajar en él, o te pones a leer el periódico o enciendes la radio y escuchas música; y de repente
te viene a la memoria. ¿Qué ha ocurrido?
Pertenecía al inconsciente, estaba en lo profundo de ti. Y cuanto más lo intentabas, más difícil se
hacía; y cuanto más lo intentabas más se perturbaba el inconsciente. Entonces todo se volvió un
caos, todo se removió. Estaba ahí, justo en la punta de la lengua, pero al tú estar tan activo
intentando recordarlo... estabas usando la voluntad, y la voluntad no puede traer las cosas de tu
profundidad. Sólo a través de la rendición puedes hacerlo, sólo cuando te dejas llevar.
Así que cuando te fuiste al jardín, al parque o empezaste a leer el periódico o a cavar un hoyo en
el suelo o a escuchar música, te olvidaste completamente del asunto..., y de repente ahí lo tienes.
Esta es la ley del efecto contrario. Recuerda, con el inconsciente la voluntad no sirve para nada; no
es que no sirva para nada sino que además resulta peligrosa, perjudicial.
Lao Se, Chuang Tzu, Bodidarma y Sosan son los maestros de esta ley del efecto contrario. Y
esta es la diferencia entre el yoga y el zen. El yoga hace toda clase de esfuerzos y el zen no hace
ninguno; y el zen es más auténtico que cualquier yoga. Pero el yoga te atrae, porque en lo que a ti
concierne hacer es fácil; por muy duro que sea, hacer es fácil. No hacer es difícil. Si alguien dice:
«No hagas nada», te sientes perdido. Vuelves a preguntar: «¿Qué es lo que tengo que hacer?». Si
alguien dice: «No hagas nada», esto es lo más difícil para ti. Si lo comprendieras, no sería así. No-
hacer no requiere cualificación alguna. Puede que el hacer sí, puede que el hacer requiera
práctica. No-hacer no requiere práctica alguna. Es por eso que el zen dice que la iluminación
puede ocurrir en cualquier momento; porque no es cuestión de cómo alcanzarla, es cuestión de
cómo permitirla. Es como el dormir: te relajas y ahí está, te relajas y ocurre. No estás permitiendo
que ocurra porque tienes mucha actividad en la superficie.
¿Te has dado cuenta alguna vez del hecho de que casi el noventa por ciento de los niños nacen
durante la noche, no durante el día? ¿Por qué? Debería ser el cincuenta por ciento. ¿Por qué más
niños eligen la noche? Y ¿por qué el noventa por ciento? Porque por la noche la madre está
inconsciente, relajada. Está durmiendo y el niño puede salir fácilmente.
Si ella está consciente, se esforzará, y entonces hará su presencia la ley del efecto contrario.
Mientras la madre esté despierta, hará todos los esfuerzos posibles para poder sobrellevar el dolor,
para que la cosa se acabe y el niño nazca. Y todo esfuerzo es una barrera; ella pone obstáculos.
Cuanto más se esfuerza, más estrecho se hace el canal, y el niño no puede salir.
En las sociedades primitivas las madres no sienten ningún dolor cuando dan a luz, ningún dolor
en absoluto. Es un milagro. Cuando, por primera vez, la ciencia médica occidental descubrió esto
(que todavía existían sociedades primitivas en las que las madres no sufrían en absoluto) no se lo
podía creer. ¿Cómo es posible esto? Entonces hicieron muchos experimentos, llevaron a cabo
muchos proyectos de investigación, y se descubrió que todo se debe a que se trata de mujeres
inconscientes. Viven como animales salvajes; no hay lucha, no hay conflicto, no hay esfuerzo. No
quieren nada, simplemente flotan. Son primitivas, no tienen una mente muy consciente. Cuanto
más civilizado eres, tu mente está más consciente. Cuanto más civilizado, más entrenada está tu
voluntad, y tu inconsciencia se aleja cada vez más, hacia las profundidades, y entonces se crea
una distancia.
Si hay algo que hacer, por difícil que sea, siempre podrás encontrar la forma de hacerlo, de cómo
hacerlo. Puedes aprender la técnica; hay expertos que te pueden enseñar. Pero el zen no es algo
que se le pueda enseñar a nadie. En Dios no hay expertos ni autoridades; no puede ser, porque no
es una cuestión de saber cómo, de hacer, sino de relajarte en tu ser. Lo más importante te ocurrirá
sólo cuando tú no estés ahí. Y si estás haciendo algo tendrás que estar ahí. El sueño llega cuando
tú no estás ahí. La iluminación también sigue la misma regla; llega cuando no estás ahí. Pero
cuando estás haciendo algo, ¿cómo vas a estar ausente al mismo tiempo? Si estás haciendo algo,
estarás ahí. La acción alimenta el ego. Cuando no estás haciendo nada el ego no puede
alimentarse. Simplemente desaparece, se muere, no está ahí. Y cuando el ego desaparece,
desciende la luz.
Así que, lo que sea que hagas queriendo, será la propia barrera. Cuando estés aquí, en mis
meditaciones, hazlas, pero no a base de voluntad. No las fuerces; es mejor que dejes que ocurran.
Flota en ellas, abandónate en ellas. Déjate absorber, no pongas tu voluntad. No manipules, porque
al manipular te divides, te conviertes en dos: el manipulador y el manipulado. Y una vez que eres
dos, inmediatamente se crean el cielo y el infierno; entonces se abre una distancia enorme entre tú
y la verdad. No manipules, deja que las cosas ocurran.
Si estás haciendo la meditación Kundalini, permite el movimiento; ¡no lo hagas! Quédate de pie
en silencio, siéntelo llegar, y cuando tu cuerpo comience a temblar un poco, colabora, ¿pero no lo
hagas? Gózalo, disfrútalo, permítelo, recíbelo, dale la bienvenida, pero no lo hagas
voluntariamente.
Si lo fuerzas, se convertirá en un ejercicio, un ejercicio físico. Entonces aparecerá el temblor,
pero sólo en la superficie. No te penetrará. En el interior permanecerás sólido, como una piedra,
como una roca. Continuarás siendo el manipulador, el hacedor, y el cuerpo tan sólo te estará
siguiendo. El cuerpo no es lo importante, lo importante eres tú.
Cuando digo muévete, quiero decir que se mueva tu solidez, tu ser rocoso debe sacudirse hasta
los mismos cimientos para que así se vuelva líquido, fluido, para que se derrita y fluya. Y cuando el
ser rocoso se vuelve líquido el cuerpo le sigue. Entonces no hay un alguien que lo mueva, sólo
movimiento; entonces nadie lo está haciendo, sino que simplemente está ocurriendo. Entonces no
hay un hacedor.
Disfrútalo, pero no lo hagas voluntariamente. Y recuerda, siempre que haces algo
voluntariamente no puedes gozarlo. Esas dos cosas son contrarias, opuestas; nunca se
encuentran. Si fuerzas algo no puedes disfrutarlo, si lo disfrutas no puedes forzarlo.
Por ejemplo, puedes forzar tu amor. Puedes hacerlo de acuerdo a los manuales, pero así no lo
disfrutarás. Si lo quieres disfrutar tendrás que tirar todos los manuales, todos los Kinsis y los
Masters and Yonsons; tendrás que tirarlos todos. Tendrás que olvidarte por completo de todo lo
que has aprendido acerca del amor. Al principio te sentirás perdido, porque no tendrás ninguna
guía, ningún mapa. ¿Por dónde empezar?
Simplemente espera..., deja que se mueva tu energía interior, entonces síguela adondequiera
que te lleve. Puede que tarde un poco de tiempo, pero cuando el amor llega te sobrepasa. Ya no
estás ahí. El amor está ahí pero no hay nadie que ame. El amor ocurre como una energía, pero en
él no hay ego. Entonces es algo inmenso, es una gran liberación.
Entonces el amor se convierte en éxtasis, y descubres algo que sólo han conocido aquellos que
han llegado a lo Divino. Descubres un pequeño fragmento de ella, un rayo de luz, una gota del
océano; entonces te llega su sabor.
La meditación, Dios, la iluminación, el nirvana..., todo ello llega a la existencia a través del amor,
porque a través del amor llega un destello. Y tan pronto como ese destello estuvo allí, algunas
almas valientes emprendieron una aventura para encontrar la fuente de donde procedía. A través
del amor se ha descubierto a Dios. Por eso, siempre que alguien le pregunta a Jesús: ¿Qué es
Dios?», él contesta: «Dios es amor»; porque a través del amor llegan los primeros vislumbres.
Pero el proceso es el mismo: no puedes forzar el amor. Si lo fuerzas, pierde toda su belleza, todo
se vuelve mecánico. Irás a través de todo el ritual, pero no ocurrirá nada. No habrá éxtasis; será
algo que haya que hacer y acabar. Nunca llegará hasta tu centro, nunca sacudirá tus cimientos,
nunca se convertirá en una danza interna. No será una vibración de tu ser, tan sólo será un acto
superficial.
Recuerda, no se puede forzar el amor, ni tampoco la meditación. Deshazte de todos tus
conocimientos, porque sólo te son necesarios cuando tienes que hacer algo. Pero cuando no
tienes que hacer nada, ¿qué conocimientos se necesitan? No se necesita conocimiento alguno.
Sólo se necesita una sensación, una especie de truco: cómo desaparecer, cómo dejar de ser. Y
cuando digo «cómo» no me refiero a técnicamente, cuando digo «cómo» no me refiero a que
tengas que conocer la técnica. Simplemente tienes que buscar esa sensación.
Voy a sugerirte dos cosas que te serán de ayuda. Una es dormir: intenta descubrir cómo ocurre
el dormir, cómo entras en el sueño. Puede que tengas algún ritual, pero este ritual no causa el
sueño, sólo lo ayuda. Todo el mundo tiene algún ritual. Los niños pequeños tienen sus rituales,
alguna postura en particular. Cada niño tiene su propia postura. Puede que se meta el dedo en la
boca... Eso no le causa el sueño, pero le ayuda; ese niño va encontrando su propio ritual. Pero si
imitaras a ese niño no te dormirías.
Lo mismo ocurre con todas las técnicas de meditación; todo el mundo encuentra su propio ritual.
El ritual te ayuda porque te da un determinado ambiente: apagas la luz, quemas cierto tipo de
incienso en la habitación, usas algún cojín en particular, de cierta altura y suavidad; usas alguna
esterilla especial, adoptas cierta postura... Todo eso ayuda, pero no es la causa. Si otra persona lo
sigue, puede que hasta se convierta en un obstáculo para ella. Uno tiene que encontrar su propio
ritual.
Un ritual es simplemente algo que sirve para ayudarte a estar más a gusto y poder esperar. Y
cuando estás a gusto y esperas, ocurre. Dios llega a ti exactamente igual que el sueño, Dios llega
a ti exactamente igual que el amor. No puedes desearlo, no puedes forzarlo.
Toda tu vida se ha convertido en un problema porque te has hecho experto en cómo hacer
cosas. Te has vuelto muy eficiente con las cosas mecánicas porque son cosas que pueden
hacerse, pero te has vuelto absolutamente inútil para las cosas humanas, porque esas cosas no se
pueden aprender, no se pueden hacer técnicamente; porque no puedes hacerte experto en ellas.
Cuando lo que haya que hacer sea algo mecánico, puede haber un lugar donde puedas aprender
a hacerlo, pero la consciencia no se puede formar. Y tú vas buscando gurús, vas tras esto o
aquello, para encontrar alguna técnica, algún mantra con que iluminarte... No hay ningún mantra
que te pueda iluminar. Sosan dice que tendrás que ser más compasivo; este es el único mantra:
menos voluntad y más fluidez, menos esfuerzo y más relajación; menos hacer desde el consciente
y más nadar en el inconsciente.
Ahora trata de entender el sutra:
El Camino es perfecto, como el espacio infinito donde nada falta y nada sobra.
De hecho, es debido a nuestra elección de aceptar o rechazar que no vemos la
verdadera naturaleza de las cosas.
El Camino es perfecto, como el espacio infinito donde nada falta y nada sobra.
TODO es como debería ser; sólo tienes que serenarte, tú eres lo único que está inquieto. Todo
es como tendría que ser..., nada falta y nada sobra.
¿Puedes imaginarte un Universo mejor que este? Si eres sabio no podrás, si eres un tonto sí que
podrás. Nada puede ser mejor que esto, tal como es. El único problema es que no estás a gusto
con ello. Deja que tu energía se repose y el Camino es perfecto, como el espacio infinito donde
nada falta y nada sobra. Todo está en equilibrio. Tú eres el único problema; el mundo no es en
absoluto el problema. Esta es la única diferencia entre una mente política y una mente religiosa, y
todos tenéis mentes políticas. La mente política piensa: «Yo estoy perfectamente bien, todo lo
demás está mal». Y así empieza uno a cambiar el mundo; así surge un Lenin, un Gandi, un Jitler,
un Mao.
La mente política piensa: «Todo está mal, si se arreglara todo sería maravilloso».
La mente religiosa piensa: «Yo soy lo único que no está en paz. Todo lo demás es tan perfecto
como podría ser».
El Camino es perfecto, como el espacio infinito donde nada falta y nada sobra. Todo es como
debería de ser, absolutamente equilibrado. Solamente tú dudas, solamente tú no sabes adónde ir,
sólo tú estás dividido. Simplemente piensa: si el ser humano desapareciera de la Tierra, el mundo
sería absolutamente perfecto, absolutamente hermoso; no habría ningún problema.
Los problemas llegan con el ser humano, porque la manera en que este ve las cosas puede ser
errónea; porque el ser humano tiene consciencia. Y esta consciencia crea problemas. Al ser
consciente, puedes decir: «Esto está bien y esto está mal». Al ser consciente, puedes decir: «Esto
es feo y esto es hermoso».
Esta consciencia no es suficiente. Si se hace mayor, si se convierte en un círculo, en pura
consciencia, entonces de nuevo todo vuelve a su cauce.
Nietche dijo (y él tiene muchos puntos de vista interesantes que revelar) que los seres humanos
somos puentes, no seres. Que somos un puente; algo que hay que cruzar. No puedes construir
una casa sobre un puente. Eso es lo que Jesús dice: «Atraviésalo. No construyas tu casa sobre él,
es sólo un puente». La frase de Nietche es: «El ser humano es sólo un puente entre dos
eternidades: la eternidad de la naturaleza y la eternidad de Dios». Todo es perfecto en la
naturaleza, todo es perfecto en Dios. El ser humano es un puente, está justo en la mitad; mitad
naturaleza y mitad Dios. Ese es el problema; está dividido.
El pasado le pertenece a la naturaleza, el futuro le pertenece a Dios. Tenso, como una cuerda
tirante entre dos eternidades. Unas veces moviéndose hacia la naturaleza y otras moviéndose
hacia Dios; a veces este camino, a veces el otro; en un constante temblor y agitación, sin reposo.
Serénate. Y cualquier camino servirá. Chuang Tzu está a favor de asentarse de nuevo en la
naturaleza. Si te asientas en la naturaleza te vuelves igual que Dios, te conviertes en Dios. Buda
está a favor de ir hacia adelante, hacia Dios; entonces te asentarás. Vuelve atrás, o ve hasta el
final, pero no te quedes en el puente.
Lao Se y Chuang Tzu dicen que hay que regresar a la naturaleza, al Tao. Shankara, Buda y
Jesús dicen que hay que seguir hacia adelante, que hay que pasar a través del puente, alcanzar lo
Divino. Esto puede parecer muy paradójico, pero no lo es; porque ambos extremos son lo mismo,
el puente es un círculo. Tanto si regresas como si avanzas alcanzarás la misma meta, al mismo
lugar de paz. Lo que sea que elijas... Si sientes que dejarte llevar te es imposible, entonces sigue a
Patanjali; el esfuerzo, la voluntad, el luchar por algo, el buscar; entonces avanzarás. Si sientes que
puedes entender la ley del efecto contrario, no sólo entenderla sino dejarla actuar en tu interior,
entonces sigue a Sosan, a Chuang Tzu; regresa. Pero no te quedes donde estás; en el puente
estás dividido. En él no te sentirás a gusto, en él no puedes construir tu hogar. Un puente no es
lugar para un hogar. No es un destino, es solamente algo por donde pasar.
Nietche dice que el ser humano es algo que se tiene que transcender, que no es un ser. Los
animales tienen ser, Dios tiene ser, pero el ser humano aún no tiene ser: es sólo una transición, un
estado transitorio, el paso de una perfección a otra; y mientras tanto, permanece dividido.
Sosan dice: «Regresa»; y si me lo preguntas a mí, diré que Sosan es más fácil que Patanjali. Al
final ocurrirá lo mismo. El mucho esfuerzo te conducirá al sin-esfuerzo, y el no-esfuerzo también te
llevará al sin-esfuerzo; porque el esfuerzo no es el fin, el esfuerzo sólo puede ser el medio. No
puedes continuar haciendo esfuerzos continuamente. Te esfuerzas para alcanzar un estado en el
que no haya esfuerzos.
Con Patanjali, el esfuerzo es el camino, la relajación la meta; el esfuerzo es el medio, la
relajación el fin. Con Sosan, la relajación es el medio y la relajación es el fin. Con Sosan, el primer
paso es el último; con él no hay distinción entre los medios y los fines. Pero con Patanjali sí la hay;
tienes que dar muchos pasos. Así que con Patanjali la iluminación será gradual. Con Sosan la
iluminación puede ser instantánea, en este mismo momento; de repente. Si puedes entender a
Sosan entonces no hay nada más hermoso. Pero si no puedes entenderle, entonces solamente
Patanjali es el camino.
El Camino es perfecto, como el espacio infinito donde nada falta y nada sobra.
De hecho, es debido a nuestra elección de aceptar o rechazar que no vemos la
verdadera naturaleza de las cosas.
Aceptamos o rechazamos, es por eso que no podemos ver la verdadera naturaleza de las cosas.
Entonces metes tus ideas, tus opiniones, tus prejuicios, y lo coloreas todo. Sólo tienes que ver; de
una forma pura, con una mirada sin ideas, con una mirada sin ningún rechazo o aceptación. Con
una mirada pura, como si tus ojos no tuvieran una mente detrás, como si tus ojos fueran solamente
espejos. Ellos no dicen: «Hermoso. Feo». Un espejo simplemente refleja lo que se pone ante él; no
tiene prejuicios.
Si tus ojos tienen una no mente detrás, si simplemente reflejan, si sólo miran, si no dicen: «Esto
es bueno o esto es malo», si no condenan, si no aprecian, entonces todo es tan claro como pueda
ser, no hay nada que hacer. Esta claridad, esos ojos sin prejuicios ni opiniones..., y te has
iluminado.
Entonces no hay ningún problema que resolver, entonces la vida ya no es un dilema. Es un
misterio que vivir, que gozar, una danza que bailar. Entonces no estás en ningún conflicto con ella,
entonces no hay nada que tengas que hacer aquí. Entonces simplemente disfrutas, eres feliz.
Esto es lo que significa el cielo: un lugar en donde no se espera de ti que hagas nada, en donde
no tratas de conseguir felicidad; donde la felicidad es algo natural, donde la felicidad te empapa.
Esto puede ocurrir aquí y ahora. Le ha ocurrido a Sosan, me ha ocurrido a mí, te puede ocurrir a ti.
Si puede ocurrirle a una persona, puede ocurrirle a todas.
No dividas lo exterior y lo interior. Sosan dice: «No digas "Estoy interesado en lo exterior"». Hay
dos tipos de personas y ambos sufren. C. G. Yung divide la humanidad en dos categorías:
a una la llama la de los extrovertidos, y a la otra la de los introvertidos. Los extrovertidos están
interesados en lo externo. Es gente activa, mundana; que persigue la riqueza, el prestigio, la
posición, el poder. Se convierten en políticos, se hacen reformadores sociales, se vuelven grandes
líderes, grandes industriales. Están interesados en cosas, en el mundo exterior; no están
interesados en ellos mismos. Y luego están los introvertidos. Ellos no son personas muy activas. Si
tienen que hacer algo lo hacen, pero no tienen una inclinación a hacerlo. Lo que les gustaría sería
quedarse con los ojos cerrados. Se hacen poetas, místicos, meditadores, gente contemplativa. No
les interesa el mundo, solamente están interesados en ellos mismos; cierran los ojos e introvierten
sus energías. Pero Sosan dice que ambos están equivocados porque ambos están divididos.
En su interior, una persona que sea extrovertida siempre sentirá que le falta algo. Puede que
llegue a ser muy poderosa; pero en el fondo sentirá impotencia, frustración. En lo externo podrá
haber acumulado mucha riqueza, pero en su interior se sentirá pobre. Puede haber triunfado en el
mundo; pero en el fondo, si indagas, sabe que ha fracasado. Está desequilibrada, le ha concedido
demasiada atención a lo externo. Se ha estado moviendo en un extremo, y siempre que uno se va
a un extremo hay un desequilibrio.
Y el que se ha hecho poeta, el ser contemplativo, el místico, el que siempre ha estado consigo
mismo, también sentirá que le falta algo, porque es pobre en el mundo exterior. Y el mundo exterior
también es hermoso. Hay flores y estrellas, sale el sol, los ríos fluyen, y las cascadas cantan. Es
pobre porque ha negado todo el Universo; ha vivido innecesariamente en su propia cueva cuando
podría haber salido y conocido los muchos misterios, los infinitos misterios que hay a su alrededor.
Ha permanecido cerrado, cerrado en sí mismo, encarcelado. Ambos son extremos.
Evita los extremos. No hagas ninguna distinción entre lo exterior y lo interior, y no te conviertas
en ninguno de los tipos de Yung, ni en el extrovertido ni en el introvertido.
Sosan dice: «Fluye, sé equilibrado». El exterior y el interior son igual que la pierna derecha y la
pierna izquierda. ¿Por qué elegir una? Al elegir una de ellas, todo movimiento se para. Son como
los dos ojos: si eliges uno serás capaz de ver, pero tu visión ya no será tridimensional, perderá la
profundidad. Tienes dos oídos: puedes usar sólo uno, puedes hacerte a la idea de que oyes mejor
por el oído izquierdo o por el oído derecho, pero así te perderás mucho. Entonces la mitad del
mundo estará cerrado para ti.
El interior y el exterior son sólo dos ojos, dos oídos, dos piernas; ¿por qué elegir? ¿Por qué no
usar ambos sin elegir? Y ¿por qué dividir? ¡Si tú eres uno! La pierna izquierda y la pierna derecha
sólo son dos en apariencia. Tú fluyes con las dos; la misma energía, el mismo ser. Ves con los dos
ojos. ¿Por qué no usar lo interno y lo externo y equilibrarlos? ¿Por qué irse a un extremo?
Recuerda, no solamente ha sido la gente la que se ha ido a un extremo, también las sociedades
enteras se han ido a algún extremo. Oriente ha permanecido introvertido, de ahí su pobreza. ¿Y
quién es responsable de ello? Millones de personas se mueren cada día; incluso los vivos tampoco
están realmente vivos: están medio desnutridos. ¿Quién es el responsable de esto? Los
introvertidos, los místicos, los poetas, los que han hablado demasiado del mundo interior y
condenado el mundo exterior, los que han dicho: «Lo externo no es para nosotros», los que han
dicho: «Lo externo no es importante», los que han dicho: «El exterior es algo pecaminoso. Vive en
el interior». Han elevado lo interno por encima de lo externo, y así han perdido el punto de
equilibrio.
Oriente ha creado introvertidos, pero ha perdido toda la belleza externa. En Oriente sólo se ve
suciedad por todas partes. Sé lo difícil que es para un occidental venir y vivir en la suciedad de la
India. Está sucia; ¿y quién es el responsable? ¿Por qué tanta suciedad? ¿Por qué tanta
enfermedad? ¿Por qué tan poca higiene y tanta desnutrición? Porque se ha descuidado lo externo.
Hemos estado interesados en purificar el interior, así que: «¿Por qué preocuparse por la
suciedad exterior? Déjala estar. Es algo material, nada de lo que haya que preocuparse. Estamos
interesados en la pureza interior. ¿Por qué molestarse con el cuerpo? ¿Por qué molestarse por los
demás?».
El resultado es que Oriente está desequilibrado de una forma y Occidente de otra. Occidente es
extrovertido. Ha creado una riqueza como nunca antes había habido, ha creado mucha limpieza en
el exterior, mejores ropas (hasta un emperador sentiría envidia), mejor comida, mejores
condiciones higiénicas, hermosos ambientes, mejor de todo, pero todo extrovertido. Mientras, el ser
interior es pobre, el ser interior está vacío.
Por eso Oriente le está enseñando a Occidente acerca del ser interior. Los gurús orientales
enseñan a Occidente cómo meditar, y los gurús occidentales le enseñan a Oriente cómo ser
mejores ingenieros, mejores electricistas, cómo planificar mejor sus ciudades, cómo crear riqueza,
cómo avanzar tecnológicamente, cómo elevar su calidad de vida. Así que si tienes que estudiar
medicina, tendrás que ir a Occidente; y si tienes que aprender meditación, tendrás que venir a
Oriente.
Ambos son extremos, y ambos peligrosos. Los extremos siempre son peligrosos. Y el peligro
radica en que se cambien las tornas y Oriente pueda volverse materialista y Occidente espiritual. Y
hay muchas posibilidades de que esto ocurra, porque ahora Oriente se está volviendo comunista
(lo cual es el extremo del materialismo) y Occidente se está volviendo muy espiritual. Ahí está el
peligro, en que cambien las tornas. Si estás harto del mundo exterior, quieres ir hacia adentro,
necesitas un viaje interior.
Puedes hacer el viaje interior. Fíjate en los Jipis; son el futuro de Occidente. Están en contra de
la tecnología (son del mismo tipo que ha devastado todo el Oriente, que está en contra de la
tecnología, que está en contra de la limpieza exterior; son del tipo introvertido. No puedes
encontrar gente más sucia que los Jipis: ni se bañan ni se mudan de ropa. Dicen que esas son
cosas externas); ellos están en el viaje interior. Están interesados en la meditación, pero no en la
higiene; no.
La misma tontería, el mismo extremismo, el mismo opuesto. Es atractivo, porque cuando has
vivido en un extremo la mente dice: «Ahora vete al otro extremo porque este no te ha satisfecho.
Este extremo ha fracasado, vete al extremo opuesto». Pero recuerda, es fácil ir de un extremo a
otro, pero los extremos nunca satisfacen. Fíjate en Oriente: el extremo de lo interior no ha
satisfecho, también ha sido un fracaso. No es una cuestión de interior o exterior, es una cuestión
de equilibrio. El equilibrio es lo que tiene éxito, el desequilibrio es lo que fracasa.
Lo externo y lo interno no son dos. ¿Dónde comienza lo interno y dónde lo externo? ¿Puedes
hacer una demarcación, puedes hacer una línea divisoria? ¿Puedes decir: «Aquí acaba lo interno y
comienza lo externo»? ¿Dónde? No están divididos. Esas divisiones pertenecen a la mente. El
interior y el exterior son uno: el exterior es sólo la prolongación del interior, el interior es sólo la
penetración del exterior. Son uno; dos manos, dos piernas, dos ojos de un solo ser.
¿Está lo externo fuera de Dios? No puede ser, porque nada puede estar fuera de Dios, nada
puede estar fuera de él. El todo tiene que incluir lo externo y lo interno. Para el todo no existe tal
cosa como el exterior y el interior. Esto es lo que Sosan dice. Sus palabras son:
No vivas en los enredos de las cosas externas ni en los sentimientos internos de
vacío. Mantente sereno, sin hacer esfuerzos, en la unidad de las cosas, y tales
falsos conceptos desaparecerán por sí solos.
Algunas personas vienen a mí (y la mente es muy astuta) y me dicen: «Quisiéramos que nos
iniciaras, pero sólo interiormente, no exteriormente. No hace falta que cambiemos de ropas." ¿Por
qué el cambio tiene que ser externo? ¡Es solamente algo internos!». No saben lo que están
diciendo. ¿Dónde empieza lo interno?
Cuando comes nunca dices: «Es algo interno». Cuando tienes sed y bebes agua, nunca dices:
«Es algo interno». La sed es algo interno, así que ¿por qué tomar agua del exterior? Pero ¿dónde
acaba el agua y dónde comienza la sed? Porque si bebes agua la sed desaparecerá, así que esto
quiere decir que hay un encuentro; en algún punto el agua del exterior se encuentra con la sed del
interior. De otra forma ¿cómo iba a desaparecer la sed?
Tienes hambre y comes. La comida es algo exterior y el hambre es algo interior; ¿para qué tomar
comida que pertenece al exterior para calmar el hambre que pertenece al interior? ¿Por qué ser tan
tonto? Toma algo del interior. Pero en el interior no hay alimentos. El hambre es interior, la comida
es exterior, pero la comida va a algún lugar y cambia de territorio. Se convierte en tu sangre, en tus
huesos. Se convierte en la misma materia de la que está hecha tu mente, se convierte en tu
pensamiento.
La comida se transforma en pensamiento. Y si la comida se transforma en tu pensamiento,
recuerda, también se transformará en tu no-pensamiento. La comida se convierte en tu mente, en
tu meditación. Sin mente, ¿puedes meditar? Sin mente, ¿cómo te convertirás en no mente? Sin
pensar, ¿cómo vas a dejar el pensar? La mente es un alimento muy sutil, la no mente es el más
sutil de los alimentos; pero no hay división.
Así que cuando quieres iniciarte hasta el color transciende el territorio. Comienza desde el
exterior y poco a poco va penetrando hasta lo más profundo. Colorea tu mismo ser; hasta la ropa
toca tu alma. Así es como tiene que ser, porque lo interno y lo externo no son dos, son uno. Un
simple gesto; aparentemente externo, va al mismo ser, procede de allí. Recuerda, no te engañes y
no dividas la existencia. La existencia es indivisible.
Cuando amas a una persona te gustaría abrazar su cuerpo. No dices: «Te amo, pero te amo
internamente». Aquí había una muchacha obesa, muy muy obesa. Ella me dijo: «Yo tengo sola
mente un amigo y también me dice: "Solamente amo tu espíritu, no tu cuerpo"».
Ella se sentía muy herida, porque cuando le dices a una persona: «Sólo amo tu alma, no tu
cuerpo», ¿qué quiere decir? Cuando amas a una persona la amas en su totalidad, no puedes
hacer divisiones. Este truco es muy ingenioso. Ese muchacho en realidad no ama a la chica, está
engañándose. Lo que quiere decir es: «No te amo», pero no puede decir eso.
Si no quieres iniciarte, ¡no te inicies! Pero no te engañes, no trates de hacerte el listo. No digas:
«Esto es algo externo y yo quisiera algo interno».
En la existencia, lo externo se encuentra con lo interno, lo interno se encuentra con lo externo;
son dos alas de un solo ser. Ningún pájaro puede volar sólo con una ala, ningún ser puede crecer
con un ala solamente; se necesitan las dos. Este mundo necesita de Dios tanto como Dios necesita
de este mundo. Este mundo no puede existir sin Dios; ni tampoco Dios puede existir sin este
mundo.
Hay un rabino que me encanta; su nombre es Baal Chem, y es un místico judío, uno de los pocos
iluminados judíos. Solía decir en todas sus oraciones: «Recuerda, tú me necesitas a mí tanto como
yo te necesito a ti. ¿Dónde estarías tú sin Baal Chem? Yo te necesito a ti, tú también me necesitas
a mí. ¿Qué sería de ti sin Baal Chem? ¿Quién te rezaría?».
Recuérdalo. Él sabe algo y tiene razón. El interior necesita del exterior, porque el exterior no es
otra cosa que la prolongación del interior. El exterior necesita del interior, porque el interior no es
otra cosa que el centro de la periferia.
¿Puede existir un centro sin periferia? ¿Puede existir una periferia sin centro? Es imposible.
¿Cómo puede existir un centro sin circunferencia? Si existe un centro, si lo llamas centro, en ese
mismo instante aparecerá una circunferencia. ¿Y cómo puede existir una circunferencia sin un
centro? Puede que no sea visible pero está ahí, de otra forma la circunferencia no podría existir.
Entonces, si te fijas correcta y profundamente, la circunferencia no es otra cosa que la extensión
del centro, y el centro no es otra cosa que la semilla de la circunferencia; condensada,
concentrada, en esencia.
NO TRATES DE SER PASIVO, porque el esfuerzo es parte de la actividad. Nadie puede tratar
de ser pasivo. ¿Entonces qué hacer? Sé totalmente activo, así es como llega la pasividad. Le sigue
como una sombra, ha de seguirle. Piensa perfectamente y así llegará el no-pensar. No puedes
dejar de pensar. No se puede dejar nada que esté incompleto, sólo puede dejarse lo perfecto. De
hecho, lo perfecto se deja a sí mismo automáticamente.
Sé activo; la propia actividad crea la situación en la que la pasividad ocurre. Si has estado activo
durante todo el día, totalmente activo en cualquier cosa que hayas estado haciendo... Cavando un
hoyo en el jardín, o trabajando en una fábrica o en una tienda, o enseñando en una escuela; lo que
sea que estés haciendo hazlo totalmente, y cuando caiga la tarde y se ponga el sol, una pasividad
descenderá sobre ti. Esa pasividad es hermosa, tan hermosa como la actividad. ¡No hay nada que
elegir! Ambas cosas son hermosas, y ambas se necesitan.
No trates de ser pasivo. ¿Cómo puedes tratar de ser pasivo? Puedes sentarte como un buda,
pero esa pasividad será sólo superficial. En el fondo estarás intranquilo, hirviendo, como un volcán;
en cualquier momento puedes entrar en erupción. Puedes forzar al cuerpo a sentarse en silencio;
pero, ¿cómo vas a forzar al ser? El ser es y es y es. Es por eso que no puedes dejar de pensar. La
gente se sienta en zazen durante años, durante veinte, veinticinco años, seis horas seguidas cada
día, tan sólo para tratar de silenciar la mente, y continúa esforzándose y esforzándose.
De ahí mi énfasis en las meditaciones activas. Son un equilibrio. Primero sé activo, tan
totalmente que la pasividad le siga automáticamente. Cuando has estado activo y se ha movido
toda la energía, quieres descansar. Si no has estado activo, ¿cómo va a llegar el reposo? La lógica
dirá algo absolutamente distinto. La lógica dirá: «Reposa durante todo el día, y así podrás
descansar maravillosamente por la noche».
Mula Nasrudin fue a ver a su médico. Entró tosiendo. El médico le dijo: «¿Todavía tosiendo?
Pero parece que la tos suena mejor». Nasrudin dijo: «Normal, me he pasado toda la noche
practicando».
Si reposas durante todo el día, no esperes tener sueño por la noche. El reposo no te traerá más
descanso; por el contrario lo que trae es actividad. Entonces, al tumbarte en la cama, empezarás a
pensar y a moverte de un lado a otro. Te pasarás la noche haciendo ejercicio. Y si fuerzas al
cuerpo a reposar, entonces la mente tendrá que sustituirlo y tendrás pesadillas.
No. Un hombre sabio se equilibra y sabe que la vida se equilibra a sí misma. Si haces una cosa
(pero totalmente sin que quede nada por hacer, habiendo disfrutado de la actividad con toda la
energía) entonces el descanso es automático, le sigue. Y cuando disfrutas del descanso le sigue la
actividad, porque cuando reposas recuperas energía, te rejuveneces. Todo el cuerpo se llena,
rebosa energía. Ahora tienes que compartirla de nuevo, tienes que liberarla con actividad. Y luego
te volverás a llenar de nuevo.
Es como las nubes: tienen que dejar caer la lluvia y luego se volverán a cargar; el océano está
ahí para cargarlas. Tienen que descargarse, llover, y de nuevo volverse a cargar. El río tiene que
descargarse en el océano y de nuevo se volverá a cargar. Cuanto más se descargue, más se
llenará.
Sosan dice: «Sé totalmente activo, sólo así serás capaz de ser totalmente pasivo». Entonces los
dos extremos se encuentran y se alcanza un equilibrio sutil. Este sutil equilibrio es sanyakta, este
sutil equilibrio es la tranquilidad. Este sutil equilibrio es la paz más elevada que pueda existir, la
cima, el clímax, el crescendo, porque cuando dos cosas se equilibran (el exterior y el interior, la
actividad y la pasividad) de repente transciendes ambas. Cuando ambas se equilibran, tú ya no
eres ni esto ni aquello. De repente eres una tercera fuerza: el observador, el testigo. Pero no
puedes luchar por conseguirlo.
Y ESTE ES EL RESULTADO: aquellos que eligen los extremos fracasan en ambos, porque si
continúas siendo activo y activo, sin permitir la pasividad, ¿cómo te vas a revitalizar? Te acabarás
volviendo un caparazón vacío, impotente, inútil, estéril. Eso es lo que les ocurre a los llamados
triunfadores en el mundo, a los políticos, a los Presidentes, a los Primeros Ministros. Para cuando
han llegado a tener éxito, ya lo han perdido todo, ya no están ahí. Han triunfado, pero en el camino
se han vendido a sí mismos; ya no son ellos mismos. Y lo mismo les ocurre a los que eligen lo
interior, los introvertidos. Cuando llegan a su interior, sólo encuentran un caos a su alrededor. Si
eliges un extremo, fracasarás en ambos. Si no eliges, triunfarás en ambos. El equilibrio triunfa, el
extremo fracasa. A este equilibrio Buda lo llama el camino del medio, majihím níkaya, y Confucio lo
llama el camino dorado.
Permanece en el medio. Este es el oficio, el arte más elevado: estar justo en el medio, sin elegir,
sin irse a la izquierda ni a la derecha. No seas ni de derechas ni de izquierdas; quédate justo en el
medio. Si estás exactamente en el medio transciendes el mundo. Entonces ya no eres ni un
hombre ni una mujer. Eso es lo que Jesús dice. Entonces ya ni eres un ser materialista ni un ser
espiritual. Entonces ya ni estás vivo ni estarás muerto. Ni esto ni aquello; el puente ha sido
cruzado. Has alcanzado la meta. Y la meta no está en algún lugar en el futuro, está aquí entre los
dos extremos. Ni odio ni amor...
Recuerda, siempre que te encuentres con dos extremos, no elijas. Trata de encontrar un
equilibrio entre ambos. Al principio, debido al hábito, será difícil.
Ocurrió una vez que:
Mula Nasrudin estaba enfermo y fue hospitalizado. Al rato alguien llamó a la puerta y entró una
mujer de aspecto enérgico. Ella dijo: «Soy su médico. Desnúdese, he venido a examinarle».
Mula preguntó: «¿Del todo?».
La doctora contestó: «Sí, del todo».
Así que se desnudó. La mujer lo examinó. Y luego le dijo: «Ya puede usted acostarse. ¿Tiene
alguna pregunta que hacer?». Mula Nasrudin contestó: «Sólo una: ¿por qué se ha molestado en
llamar a la puerta?».
La mujer respondió: «La fuerza de la costumbre».
Los viejos hábitos persisten hasta en tus gestos. Los hábitos son fáciles de mantener porque no
necesitas ser consciente de ellos; se mantienen por sí solos. Ser consciente es difícil, porque para
ti nunca ha sido un hábito.
Eliges fácilmente; condenas y aprecias fácilmente; rechazas y aceptas con mucha facilidad.
Dices: «Esto está bien, o esto está mal», con demasiada facilidad, porque se ha convertido en un
hábito a través de miles de vidas; siempre has estado eligiendo. Es un fenómeno mecánico.
Sin ninguna consciencia, en el momento en que ves algo, ya lo has juzgado y decidido. Ves una
flor y dices: «Es hermosa», o: «No es hermosa». Inmediatamente entra el juicio (con la percepción,
entra el juicio) entonces nunca serás capaz de permanecer en el medio.
Alguien que fue a ver a Chuang Tzu le comentó, refiriéndose a un hombre del pueblo: «Es un
pecador, un hombre realmente malo, un ladrón»; y le criticó en muchos sentidos Chuang Tzu le
escuchó y luego dijo: «Pero toca la flauta maravillosamente».
Luego llegó un segundo hombre (el primero estaba todavía allí sentado) y le dijo refiriéndose al
mismo hombre: «Es un excelente flautista».