¿Qué es un orador?
Observa el siguiente video:
La Oratoria, Concepto, Características y Clasificación.mp4
Un orador es aquella persona que habla ante un público, y para ello, se sirve
del recurso de la oratoria, la cual es definida como el arte de hablar con
elocuencia (la capacidad de persuadir).
Si bien el orador puede tener otros objetivos (por ejemplo, contar una
historia), siempre quiere provocar algún tipo de efecto en su audiencia
(convencerlos de su postura, motivarlos, informar un descubrimiento,
alertarlos, plantear un problema, interesarlos en una historia, etc.).
En última instancia, la persuasión del orador apunta a provocar el interés de
su público, para poder transmitir eficazmente su mensaje. La oratoria puede
ser individual (una sola persona se dirige a un grupo) o grupal (dos o más
personas alternan su participación en el discurso, dirigido a un grupo).
Características de un buen orador
1. Presencia
Un orador debe vestirse adecuadamente, pero siempre teniendo en cuenta el
público ante el cual se presenta. Su postura debe ser erguida (con los hombros
ligeramente hacia atrás), mostrando decisión y seguridad.
Su presencia no debe ser estática sino que debe moverse para dirigirse a
distintos sectores del público y para mostrar su entusiasmo y transmitirlo a la
audiencia.
2. Preparación
Debe dominar el tema, los argumentos que desarrollará pero también anticipar
las preguntas que pueden dirigirle. Su conocimiento sobre el tema que
desarrollará le permite mantener un discurso fluido, sin titubeos que pueden
provocar la desconfianza o disminuir el interés del público.
Por otro lado, la preparación también incluye la puntualidad, conocer el recinto
donde se realizará la presentación y saber con qué elementos tecnológicos
contará (micrófono, proyector, etc.)
3. Práctica
Conocer el tema no es suficiente para poder expresarlo con efectividad. Un
orador practicará en privado la mejor forma de exponer sus argumentos,
combinando contenidos, tono de voz, gestualidad, ritmo y cualquier otro
elemento que incluya en su disertación.
4. Credibilidad
Si bien en su preparación deben anticiparse posibles preguntas, si no puede
responder a alguna, es preferible que admita sus limitaciones que intentar
engañar a la audiencia con falsas respuestas.
5. Dicción
Las palabras deben ser pronunciadas de forma correcta pero también clara, con
una modulación distintiva de cada consonante y vocal.
6. Vocabulario
De la misma forma que la vestimenta, el vocabulario siempre
debe adaptarse tanto a la temática tratada como al público. Si es necesario
utilizar una palabra específica para designar un concepto de alguna disciplina
(biología, filosofía, medicina, etc.) que el público probablemente no conozca, el
término se utilizará sólo luego de haber sido explicado de forma amena, clara y
concisa.
7. Ritmo
La exposición de un buen orador debe ser dinámica, utilizando diversas
técnicas digitales o visuales que ayuden a mantener la atención del público.
Parte de ese dinamismo implica también hacer las pausas necesarias al hablar,
para señalar etapas en el discurso, crear expectativa o facilitar la comprensión
del mensaje.
8. Argumentación
El orador debe ser consciente de los fragmentos de su exposición que son más
propensos al debate. Por eso su preparación debe incluir argumentos para
defenderse ante las críticas esperables.
Si bien el orador debe mostrarse convencido y firme en su posición, también
debe escuchar las opiniones de la audiencia y respetar a aquellos que disientan
con sus opiniones.
9. Gestualidad
La gestualidad tanto del rostro como del cuerpo debe ser utilizada para enfatizar
los mensajes verbales, para favorecer la empatía del público o para mantener el
dinamismo de la exposición.
Sin embargo, debe utilizarse de manera consciente como un medio de
comunicación no verbal, y nunca abandonarlo al azar, ya que si no es utilizado
de forma adecuada puede convertirse en un distractor o incluso contradecir el
mensaje que quiere transmitirse.
10. Contacto visual y verbal
Al establecer contacto visual con diferentes miembros del auditorio se promueve
la atención e integración hacia el tema que se está exponiendo. Además,
debe apelarse a la audiencia utilizando con frecuencia en su discurso la segunda
persona del singular.