1. ¿Qué es la dirección administrativa?
En administración de empresas, se conoce como dirección (o directamente como
dirección administrativa), a una de las etapas más importantes del proceso
administrativo, en la que se aplica el conocimiento adquirido para llevar a cabo
una toma de decisiones pertinentes. Dicho en términos más simples, la dirección
administrativa equivale al capitaneo de un barco.
La dirección administrativa es una labor complicada y de alta
responsabilidad, que generalmente llevan a cabo gerentes y otras figuras
de liderazgo y autoridad dentro de las organizaciones, y que tiene como objetivo
garantizar que los objetivos trazados de antemano se cumplan, lo cual significa
lidiar con imprevistos, corregir sobre la marcha el funcionamiento de la
organización y a menudo tomar decisiones estratégicas.
Por esta razón, la dirección está muy emparentada con el control y la
retroalimentación dentro del proceso administrativo: únicamente
manejando la información necesaria y surgida de la evaluación del funcionamiento
de una organización, se podrán tomar decisiones informadas y sensatas que
tengan una mayor probabilidad de éxito. Es por eso que la conducción empresarial
no es demasiado distinta de la conducción política de una nación, aunque ambas
cosas manejen elementos muy diferentes y tengan principios distintos.
Ver además: Gestión en administración.
2. Etapas de la dirección administrativa
Tomar una decisión implica comprender la situación y evaluar las alternativas.
A grandes rasgos, podemos esquematizar las etapas de la dirección administrativa
en:
Toma de decisiones. Ante algún tipo de imprevisto, situación retadora o
evaluación de la organización, se impone la necesidad de una toma eficiente
de decisiones, lo cual pasa a su vez por determinadas etapas:
o Definir el problema. Es decir, comprender la situación, los retos
surgidos y/o los objetivos que se persiguen y que nos brindarán la
orientación inicial respecto a cómo abordar el problema.
o Evaluar las alternativas. Todo problema puede abordarse desde
distintos puntos de vista y puede resolverse o enfrentarse de modos
distintos, más agresivos, más pacientes, más sagaces, etc. Antes de
decidirse por alguno se deben revisar todas las opciones.
o Tomar una decisión. Finalmente deberemos decantarnos por
alguna opción y aplicarla de manera específica, teniendo en cuenta
un panorama de consecuencias posible y algún tipo de previsiones
anticipadas.
Integración. Esta etapa implica la disposición de los elementos y recursos
necesarios para ejecutar la decisión previamente tomada, a través también
de diversas estrategias, como son:
o Reclutamiento. Agrandamiento o reemplazo del capital humano
con el personal necesario para llevar a cabo las labores que acarrea
la decisión.
o Capacitación. Brindar al personal ya existente las herramientas
teóricas, conceptuales o prácticas para poder llevar a cabo las
labores que acarrea la decisión.
o Renovación. Adquisición de nuevos materiales, nuevos equipos,
nuevas herramientas, etc., para poder llevar a cabo la decisión.
Motivación. El espíritu empresarial y la moral de equipo son también
fundamentales para conseguir los objetivos y materializar el plan decidido,
así que la dirección deberá llevar a cabo una revisión de
las dinámicas motivacionales de la organización y emplear nuevas, reforzar
las existentes o eliminar las contraproducentes.
Comunicación. Muy emparentada con la motivación, la comunicación
tanto a lo interno como a lo externo debe ir siempre en concordancia con
las decisiones iniciales que se tomaron, de modo que cada segmento de la
organización tenga claro lo que se espera de ella y que cada cliente sepa
qué cambios esperar de la organización.
Liderazgo y supervisión. No sólo se debe tomar decisiones y velar por
que se implementen correctamente, sino que se debe mantener abierto un
canal de retroalimentación y control que permita percibir la eficacia de los
cambios introducidos, que identifique complicaciones, que perciba
amenazas y oportunidades derivadas del cambio, en fin, que suministre a la
dirección la información necesaria para poder volver a tomar decisiones y
mantener así el circuito andando.
3. Tipos de dirección administrativa
La dirección paternalista suele aplicarse para organizaciones con personal muy joven.
Existen diversas formas, tipos o estilos de dirección administrativa, los cuales
tienen que ver directamente con el tipo de liderazgo ejercido, y que deben ser
considerados orientaciones, más que categorías definidas y concretas. Hablamos
de:
Dirección autocrática. Aquella en que la autoridad impone sus normas,
criterios y decisiones sin consultar en absoluto a sus subordinados, por lo
que suele generar ambientes de trabajo tensos y dictatoriales, en los que la
disciplina y la inseguridad pueden ir de la mano.
Dirección paternalista. Se trata de una flexibilización de la dirección
autocrática, en la que los cargos jerárquicos se involucran en la labor de sus
subordinados e incluso en sus vidas personales, pero siempre desde una
posición de poder y de autoridad, como si fueran una suerte de tutor. Suele
aplicarse para organizaciones con personal muy joven o en formación.
Dirección Laissez-faire (“dejar hacer”). Un modelo de dirección que
interviene muy poco en el desempeño de sus subordinados, permitiéndoles
un altísimo grado de autonomía y decisión, lo cual puede hacer de ellos
empleados con alta iniciativa, o puede conducir al desconcierto y al
desorden.
Dirección democrática. Se inspira en los principios de la igualdad de
oportunidades y de la consulta masiva para tomar decisiones, sin sacrificar
por ello la estructura jerárquica de la organización. Suele ser la que mejores
resultados arroja en una organización diversa o amplia.
4. Principios de la dirección
administrativa
La dirección puede ser ejercida en comunicación estrecha con los subordinados.
El ejercicio de la dirección se sostiene en base a una serie de principios
fundamentales, que son:
Coordinación de intereses. Dado que una organización implica un
conjunto organizado de seres humanos trabajando en torno a un objetivo
común, la dirección debe hacer que el foco se mantenga en este último,
haciendo converger los objetivos individuales o sectoriales en un
macroproyecto común.
Impersonalidad del mando. Las organizaciones tienen estructuras y
jerarquías que no deben depender de quién las ejerce, sino que deben ser
impersonales, objetivas, es decir, no dependen de simpatías y
consideraciones, sino de la lógica interna de la organización.
Supervisión directa e indirecta. La dirección puede ser ejercida, al
mismo tiempo, en comunicación estrecha con los subordinados, o sea,
brindándoles las directrices y la información que requieren para estar
motivados y productivos; y en comunicación jerárquica, a través de una
estructura jerárquica o burocrática que permita el uso eficiente de la
información y la toma oportuna de decisiones, sin que absolutamente todo
deba llegar hasta la gerencia para aprobarse.
Aprovechamiento y resolución de los conflictos. La dirección de toda
organización enfrentará situaciones conflictivas a las que debe poder dar
solución o, mejor aún, que deberá reconvertir en situaciones ventajosas o
provechosas, a través de una gestión del cambio y de la variabilidad, en
lugar de un apego excesivo a la norma.
5. Importancia de la dirección
administrativa
La dirección es vital para el correcto funcionamiento administrativo. Ella se
ocupa de ejecutar los lineamientos proyectados en fases previas (planeación y
organización) para obtener de la estructura organizacional el mejor desempeño
posible.
Una buena dirección es clave no sólo en la previsión y anticipación
empresarial, sino en la motivación del capital humano, a través de una
comunicación eficiente, de una conducción sensata y de un espíritu alejado de la
tiranía y otros defectos humanos.
Una buena conducción administrativa, de hecho, comprende el proceso
administrativo como un todo organizado y jerarquizado, y está capacitada para
llevar a cabo los cambios oportunos que lo hagan perdurar o que lo aproximen al
cumplimiento de sus objetivos concretos. Cualquier proceso administrativo sin
dirección es propenso al desorden y a la desintegración.
6. Control en administración
El control administrativo evalúa el rendimiento durante el proceso.
Así como la dirección, el control administrativo es una función del proceso
administrativo que consiste en la evaluación del rendimiento, o sea, en el
cotejo de los resultados obtenidos durante el proceso y las expectativas que de
ello se tenían. Esto implica la medición (y el diseño o la selección de estrategias de
medición) de las variables, el levantamiento de información pertinente, la
investigación interna y externa, entre otras metodologías similares.
Sigue en: Control en administración.
Referencias:
“Administración” en Wikipedia.
“La dirección” en AulaFácil.
“La dirección dentro de la administración de empresas” en Gestiópolis.
“La dirección en el proceso administrativo” en EmprendePyme.
“Proceso administrativo (dirección)” (video) en Educatina.
Última edición: 13 de febrero de 2020. Cómo citar: "Dirección Administrativa".
Autor: María Estela Raffino. De: Argentina. Para: Concepto.de. Disponible en:
https://concepto.de/direccion-administrativa/. Consultado: 09 de julio de 2020.
Fuente: https://concepto.de/direccion-administrativa/#ixzz6RjPnyuoR
CONTROL EN ADMINISTRACIÓN
Te explicamos qué es el control en administración y cuáles son las fases del
proceso de control. Además, los tipos de control administrativo.
El control en administración evalúa la eficacia de los resultados obtenidos.
¿Qué es el control en administración?
En las ciencias de la administración, se habla de control para referirse
a una de las principales funciones administrativas, junto con
la planificación, la organización y la dirección, la cual tiene como
cometido asegurarse de que las acciones de la organización se realicen
de acuerdo a lo planificado, o evaluar la eficacia de los resultados
obtenidos, es decir, su grado de proximidad con el ideal esperado.
Las dinámicas administrativas de control usualmente implican la
obtención de información respecto al proceso empresarial y a los
resultados, y la aplicación de las correcciones que sean pertinentes
para enmendar los errores y maximizar la eficiencia.
Se trata de un mecanismo de retroalimentación del sistema organizativo
que depende para operar de los tres pasos previos, sobre todo de la
planificación, etapa donde se fijan las expectativas y las metas. En
teoría, una organización cuyos procesos y resultados se ciñen más a lo
planeado será mucho más eficiente que otra que se salga del carril.
Así, los procesos de control permiten no sólo medir el rendimiento
organizacional, sino además establecer justamente los estándares de
calidad idóneos para ello, y además evaluar y tomar las medidas
correctivas pertinentes.
El proceso de control idóneo, en este sentido, debe ser económico,
flexible y preventivo, pero además, como hemos dicho, debe responder
a los objetivos organizacionales trazados.
Puede servirte: Control de calidad
Proceso de control (fases)
La cuarta fase compara el desempeño obtenido con los estándares iniciales.
Las fases del proceso de control tienden a ser las siguientes:
Fase 1: Establecer estándares. En esta fase inicial se afinan y definen los
parámetros de medición o evaluación, sin los cuales sería imposible saber
qué tan bien o mal sale el producto. Esto implica cuatro tipos de estándares:
de cantidad (volumen de producción, cantidad de existencias, etc.), de
calidad (exactitud, logro del producto), de tiempo (tiempos de producción) y
de costos (costo de ventas, costos de producción, etc.).
Fase 2: Evaluación del desempeño. La medición propiamente dicha de los
procesos organizacionales.
Fase 3: Comparación de desempeño. Se cotejan los márgenes esperados
del desempeño con aquellos obtenidos, se los compara con los estándares
iniciales para determinar el margen de éxito u error.
Fase 4: Acción correctiva. Se elabora un informe que registre todo lo
anterior y se arrojan las acciones necesarias para mejorar o perfeccionar el
proceso, como determinar a qué altura de la estructura empresarial están los
problemas y cuáles son sus posibles soluciones.
Tipos de control administrativo
El control a corriente se lleva a cabo a lo largo de todo el proceso empresarial.
Existen los siguientes tipos de control administrativo:
Control previo o precontrol. Al ser previos a la acción, aseguran que ésta
responda a los recursos (humanos, materales y financieros) planificados.
Esto pasa por identificar los gastos financieros presupuestados, anticipar las
actividades por realizar y prever lo que costará llevarlas a cabo.
Control directivo o de dirección. Se les conoce como controles de avance
o controles cibernéticos, y supervisan el recorrido de los procesos
organizacionales antes de que acaben, para tener tiempo de tomar medidas
o forzar un cambio de ruta. Estos controles sólo dan resultado si se posee
una retroalimentación adecuada.
Control a corriente. Este control se lleva a cabo a lo largo del proceso
empresarial, es decir, a la par que están transcurriendo, de la mano de
directivos o del propio personal operario.
Control posterior. Se llevan a cabo una vez finalizada la acción productiva
y se dan de manera retrospectiva, evaluando todo el recorrido y extrayendo
las conclusiones pertinentes de lo que salió bien y lo que no tanto. Luego se
recoge un informe que sirve para futuras gestiones y para recompensar o
alentar a los trabajadores.
Referencias:
“Control (Administración)” en EcuRed, Conocimiento con todos y para todos.
“El control dentro del proceso administrativo” en Gestiópolis.
“El control como fase del proceso administrativo” en Monografías.com.
Última edición: 7 de julio de 2020. Cómo citar: "Control en
Administración". Autor: María Estela Raffino. De: Argentina.
Para: Concepto.de. Disponible en: https://concepto.de/control-en-
administracion/. Consultado: 09 de julio de 2020.
Fuente: https://concepto.de/control-en-administracion/#ixzz6RjVhRBet