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Ingreso Básico y Libertad Real

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Libertad real

para todos

Qué puede justi car al capitalismo


(si hay algo que pueda hacerlo)

UNAM
510032
BIBLIOTECA CENTRAL e Van Parijs

Creado con Scanner Pro


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Capítulo 2

EL MAYOR INGRESO BÁSICO SOSTENIBLE

PRÓLOGO

A Paracomprenderbien lo que signi ca de verdad la libertad veal para todas, y para


ser capaz de establecer lo que tiene de valioso, es esencial que describamos en detalle sus
especí cas
consecuenciasinstitucionales. Ast pues, qué sesigue de ella?
♡ Lo más destacable, un ingreso no condicionado para todos. Se debe aclarar y
matizar esta respuesta de diversas maneras, pero el argumento que prima fa-
cieestá detrás de ella se puede plantear de manera bien simple. Si la libertad
real es un asunto relativo a los medios, no exclusivamente a los derechos, los
ingresos de las personas adquieren mucha importancia. Sin embargo, la li-
bertad real que nos preocupa no se re ere solamente a la libertad para com-
prar o para consumir. Es la libertad para vivir como a uno le puede gustar vi-
vit. Por consiguiente, de ahí surge la importancia de garantizar ese poder de
compra con independencia del trabajo realizado por esa persona o de sus dis-
posicioneshaciael trabajo (§ 2.1).i on
Suponeesto justi car n ingreso básico, en el mismo sentido en que se ba utilizado
recientementeestetérnmino en Europa Occidental para referirse a una reforma radical
del estado de bienestar?
Õ No plenamente, ya que por «ingreso básico» normalmente se entiende un
ingreso que no solamente es incondicional respecto a la voluntad de trabajar de
laspersonas, sino también en relación a los ingresos que proceden de otras fuen-
tes (diferencia esencial con un impuesto negativo sobre la renta), por ejem-
plo, de su lugar de residencia y de su situación familiar. Sin embargo, se pue-
de mostrar tambiến que la libertad real para todos genera una preferencia
favorable a la incondicionalidad según esas dimensiones. En consecuencia, se
da, talcomno vengo sugiriendo, una estrecha conexióốn entre la concepción de
la justiciaque de endoy la demanda de introducir un ingreso básico ($ 2.2).
A La justicia (tal como la concibes), ja qué nivel exige que se coloqueeseingreso básico?
9 El cali cativo «básico» del ingreso básico solamente quiere señalar a la ima-
gende una base sobre la cual se puedan añadir cualesquiera otros ingresos. El
ingresobásico, por consiguiente, no está vinculado por de nición a ninguna
noción de «necesidades básicas». ¿Cuán alto debe ser? Supongamos por un
momento que las personas no di eran signi cativamente en sus habilidades.
Sisedebe maximizar la libertad real de quienes tengan menor libertad real,
entoncesse debe situar el ingreso básico en el nivel más alto que sea sosteni-
ble, restringido a la protección de la libertad formal de cada uno. Tanto los
etectosecológicos como los de incentivo se deben, por supuesto, incorporar

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en una noción relevante de sostenibilidad, y la maximización de un ingreso


básico sostenible nos suministra un criterio simple para evaluar regímenes
socioeconómicos alternativos (§ 2.3).
Parece que piensas en este ingreso básico como n una suerte de ayuda en efectivo. Pero
sin duda el libre accesoa las berramientas, los servicios de salud o los parques públi-
cos tambiến amplían la libertad real de una persona.
No niego eso. Pero en el seno de una economía de mercado, la preocupación
por una máxima libertad individual engendra una preferencia favorable a esa
versión monetaria. Pero esa preferencia puede desbordarse, por ejemplo, de-
bido a que un tipo particular de bien-como puedan ser el aire respirable o
el libre acceso a las callesresulta unánimemente deseado y es más barato
ofrecerlo libre de carga. Alcanzar la libertad real mayor posible para todos
puede requerir que una fracción signi cativa del ingreso básico sea suminis-
trada en especie (§ 2.4).
Si te tomasenserio maximizar la libertad, ¿no tendrias que dar la ayuda igual a la
que cada uno tienederecbo «al principio» mismo, en lugar de distribuirla paternalis-
tamente, y de manera injusta hacia quienesmuerenjóvenes, a lo largo de toda la vida.
de laspersonas? No vale con replicar que, puesto que las personas pueden aborrar li-
bremente, las dos fórmulas resultan equivalentes. Sabemos lo imperfectos que son los
mercadosde capital y no pretenderás que los individuos bipotequen su ujo futuro de
ingreso básico.
No tengounarespuestade nitiva y nocreoque la haya. Por unaparte,
creo rmemente que una sociedad de personas realmente libres no podría ad-
mitir una multitud de ancianos absolutamente pobres que estến pagando
una fuerte carga por haber malgastado aquella dotación básica que se les dio
de una vez hace décadas. Por otro lado, no creo que este razonamiento nos
conduzca absurdamente a a rmar que de manera ideal las personas deberían
disponer de su dotación en efectivo segundo a segundo. Entregas mensuales
parece una salida bastante razonable. Sin duda es arbitraria, pero bastante
adecuadapara mi gusto (§ 2.5).i
Intentaré alhora desarrollar una preocupación bastante más importante que me ha es-
tado rondando desde el principio referida a la onexión tan directa queestablecesen-
tre libertad e ingreso. Para poner las cosas con sencillez, supongamos que los indivi-
duos no tienen otros ingresos que su ingreso básico. Supongamos que no tienen gustos
idénticos y que, por tanto, elegirán conjuntos de bienes diferentes. Con esos conjuntos de
bienes podrán hacercosasdiferentes. Al parecer encuentras obvio que todos tienen la
misma libertad real. Pero,¿cómopuedes estar tan seguro? Si los precios cambiasen, los
individuos podrian comprar diferentes cantidades de bienes sin que bubieran cambia-
do los ingrasos. El contenido de las remesas de bienes de algunos individuos se amplia-
ría mientras que el de otros se reduciria y el conjunto de opciones que se les abren se
veria afectado de manera correspondiente. Supongo que aun así tendrias que decir que
tienen la misma libertad formal ($ 2.6).
Parte de la di cultad que correctamente señalas surge de que «libertad real
para todos» es en cierta manera una mala denominación aunque tan bue-
na que he decidido mantenerla-. No es realmente el tamaño o la extensión
de su libertad real lo que la libertad real para todos exige sino instituciones

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El mayor ingreso básico sostenible 53

que sirvan para maximizar el resultado de los que lo tienen peor. Más bien es
la dotación de medios o de recursos lo que forma el substrato de esta libertad
real. Para poder decir que una de esas dotaciones es mayor o igual que otra se
necesitauna métrica, una referencia para medir. La métrica más apropiada es
la suministrada por los precios de mercado competitivos que surgen a partir
deelecciones libres sobre la base de intitulaciones iguales.
A Porquné?
o Porquese puede decir con bastante plausibilidad que re ejan el coste de opor-
tunidad de los componentes de cada dotación, es decir, cuán importantes son
para la sociedad o cuán costoso resulta a otras personas el no poder apropiar-
sede ellos. De manera que no niego que no varíen con la estructura de pre-
cioslas dotaciones a las que da acceso un mismo ingreso básico y, consecuen-
temente, varíe la «extensión» de la libertad real asociada cón el ingreso
básico.Este hecho resulta signi cativo para maximizar la libertad real de los
quetienenpeores resultados, entendida como el valor (utilizando la métrica
de los precios competitivos) de los recursos básicos disponibles para quienes
tienenmenos recursos (§ 2.7). Me doy cuenta de que esto es muy abstracto,
ysospechoque no he encontrado la mejor manera de explicarlo. Pero confío
en que si lo piensas cuidadosamente verás que va directo al planteamiento
que con toda razón te estaba preocupando.
A Estopuede que resuelva el problema de comparar (según la base de racursos externos)
la libertad real entre individuos de una misma sociedad. Pero n0 es menos importan-
te, si uno quiere maximizar la libertad real de los peor situados, que seamos capaces
de bacer comparaciones entre sociedades.
¢ O almenos entre regímenes socioeconómicos. Nuestro problema no es si una
sociedadestá mejor que otra en términos de libertad real para todos, sino
sốlo(afortunadamente) quế régimen socioeconómico consigue un mejor re-
sultado(desdeese ángulo de la libertad real) para una sociedad determinada.
Estaúltima cuestión sigue siendo difícil, pero un poco más sencilla que la
inicial, y conceptualmente no es más problemática, por ejemplo, que la de
evaluarel impacto de varias formas de actuar sobre el producto nacional bru-
to de un país (§ 2.8).

2.1. UNA SUGERENCIA RADICAL

Cuál es entonces la mejor expresión institucional del ideal captado


poreleslogan «libertad real para todos»? Se es realmente libre, en oposi-
cIónprecisamente a ser formalmente libre, en la medida en que se poseen
losmedios, no sólo el derecho, para hacer cualquier cosa que uno pudiera
quererhacer. Como hemos visto (§ 1.7), cuando Hayek y Buchanan argu-
mentabanen contra de esta concepción de la libertad eran más especí cos:
Siabandonamosla de nición más estrecha de libertad que ellos sostienen,
tambiếnnos vemos obligados a abandonar la igualdad entre esa libertad y
lariquezao el conjunto de recursos. Esto nos lleva a sugerir que la libertad
fealparatodos nos exige que procedamos a ordenar en forma leximín el po-

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der de compra de las personas, por supuesto, restringido al respetodela li-


bertad formal de cada uno. Dicho abruptamnente, nuestro idealnosexige
elevar los ingresos más bajos tanto como sea compatible con unaprohibi-
ción del trabajo forzado.
Pero seamos ahora más cuidadosos. La libertad real por la quedebemos
preocuparnos no es precisamente la libertad de elegir entre losdiversos
conjuntos de bienes que uno pudiera desear consumir. Es lalibertadreil
para elegir entre las diversas vidas que uno puede querer desarroll:.Lain
sistencia en esta distinción no quita importancia al asunto delingresooal
conjunto de bienes. Pero, hace que sea de importancia crucial queelinge
so sea dado de manera incondicional a cada ciudadano, sincondiciónalgu-
na, es decir, sin ninguna atadura diferente de la de supresupuesto,nosốlo
sobre lo que puede comprar sino tambiến sobre cómo puedeutilizarsu
tiempo. De aquí surge la siguiente propuesta bastante másradical.Sinos
tomamos en serio la búsqueda de la libertad real paratodos y sisenos
pet-
mite abstraer por el momento de consideraciones dinámicas y delas
dhife-
rencias interpersonales en capacidades lo que tenemos quebuscatesel
mayor ingreso incondicional para todos, y que resulte consistenteconlase
guridad y con la propiedad de sí mismo.
Efectivamente esta propuesta es radical, no solamente con
referenciaa
la desesperada búsqueda de los liberales, y de sus parientescercanos,deun
concepto de libertad que sea más restrictivo, sino que lo estambiếnente
lación con propuestas socialdemócratas habituales, que alestartanpreoci-
padas con la libertad real de consumir tan abundantementecomouno pueda
desear pierden de vista la libertad real de vivir de maneratanpoco
conven-
cional como uno pueda imaginar. Entre otros grupos, lapropuesta
puede
verse con mayor simpatía. Por ejemplo, puede serconsideradacomoua
manera de re ejar en la formna más directa un componente centraldelavis-
ja crítica al capitalismo, hecha tanto por parte delsocialismo
«cientítico»
como por el «utópico»: la revuelta contra la esclavitud del prolezatizdo
ante la relación de trabajo asalariado, y por tanto contra lasnotmasdelca-
pitalismo. También sintoniza con el énfasis más reciente puestoporlas
movimientos «verdes» y «alternativos» en la calidad de vida,laautorral-
zación y el intento de mantener libres de consideracionesmonetariasala3
relaciones interpersonales, en contraste con la satisfacción delos
deseoSni
teriales obtenida gracias a una carrera impulsada por el intentodehact
tanto dinero como sea posible. Estas preocupaciones solamentese
atienden,
de todas maneras, en la medida en que sean compatibles conunpuntođ
vista liberal o antiperfeccionista (§ 1.8). Lo que ladisposición
instituciond
sugerida se intenta que haga no es desacónsejar tanto comoseaposblkd
trabajo asalariado o la vida dominada por la carreraeconómica,sino
bacd
tanto como se pueda para dotar a cada uno con unaoportunidad autémta
de hacer elecciones diferentes. Los liberales auténticos puedenestare

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El mayor ingreso básico sostenible 55

ladode los viejos críticos de la alienación o de los nuevos defensores de es-


rilos de vida alternativos, pero solamente en la medida en que sus deman-
dasno requieran premisas perfeccionistas, ningún tipo de pretensión de su-
perioridad en nombre de una concepción particular de la buena vida. Si es
dierto que las sociedades como las nuestras están fuertemente sesgadas de
maneradiferente, esa mnedida puede ser muy amplia.
Tal como se ha presentado, esta sugerencia de hecho con uye con cier-
tapropuestapara la reforma política, que recientemente ha ido ganando
posicionesen cierto número de países europeos. La mayoría de estos países
han introducido alguna forma de plan de ingreso mínimo garantizado, en
algúnmomento posterior a la segunda guerra mundial. Tales planes di e-
rende un plan de seguridad social, en la medida en que sus bene ciarios no
necesitanhaber sido contribuyentes previos a partir de sus ingresos pasados
para tener derecho a bene ciarse de esos planes. Pero la forma de ingreso
garantizado que se ha implantado en esos países sigue siendo característi-
camentecondicional en los siguientes aspectos. a) Para tener derecho al be-
ne cio, el bene ciario, caso de que se le ofrezca, debe, si no está trabajando
o si no está incapacitado para el trabajo, estar dispuesto a aceptar un traba-
joadecuadoo a asistir a planes de formación. b) Debe pasar un cierto test
demedios, en el sentido de que solamente tendrá derecho al bene cio si
haybuenabase para creer que no tiene acceso a un ingreso su ciente pro-
cedentede otras fuentes. c) Tanto si se tiene derecho al bene cio como el
volumendeéste son aspectos que dependen de su situación familiar -por
ejemplo,de si vive sola, con otra persona que tiene un trabajo, con un de-
sempleado,etc. Y, por último d), el derecho al bene cioy su monto
dependerántambién de su lugar de residencia, por ejemplo, de si vive en
unárea metropolitana, en una ciudad de provincia o en el campo.
Por el contrario, otras propuestas favorables a lo que se ha denominado
dediversasformas como bono estatal, dividendo social o nacional, el in-
gresoosalario ciudadano, la demo-ayuda, la ayuda universal, el ingreso bắ-
sico,etc., típicamente han sido propuestas a favor de una forma de ingreso
mínimogarantizado que adopte la forma de un pago igual para todos los
miembrosplenos de la sociedad, con independencia de si cumplen o no esas
cuatrocondiciones anteriores. Obsérvese que lo de miembros plenos no
signi caaquí una restricción para cubrir solamente a los ciudadanos de los
paísescorrespondientes. Un periodo de residencia legal con su ciente am-
plitudseconsidera normalmente como el criterio central. Sin embargo, la
nociónde miembros plenos se supone que hace referencia a los adultos. En
lamayoríade las propuestas, los niños o bien caen bajo unos planes dife-
renteso sus padres o tutores tienen derecho en su nombre a ciertas canti-
dadesreducidas. Observemos, también, que quienes proponen tales planes
deingresos incondicionalmente garantizados podrían, pero generalmente
nolohacen, proponerlos como substitutos completos de las transferencias

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condicionales ya existentes. Por ejemplo, la mayoría de ellos quieremantener


-normalmente de manera simpli cada y a niveles reducidos- laseguri-
dad social a cargo del Estadoy los planes de comnpensación dediscapacita-
dos que complementan el ingreso incondicional, de manera quepermane-
ce condicionado en algunos de esos sentidos. Efectivamente, en la medida
en que el ingreso incondicional no cubre lo que consideran que son lasne-
cesidades básicas, la mayoría de los que hacen estas propuestas noquieren
eliminar ni siquiera los planes de ingresos mínimos condicionales queya
existen.
le li
no Debido a que es la expresión con mucho más utilizada en lasdiscu-
siones internacionales, utilizaré el término «ingreso básico» parareferir-
me a un plan de transferencias que sea incondicional con respecto a los
cuatro sentidos mencionados anteriormente, y esté o nocomplementado
por algún plan incondicional. Un ingreso básico es, en otras palabras,un
ingreso pagado por el gobierno a cada miembro pleno de lasociedada)in-
cluso si no quiere trabajar, b) sin tener en cuenta de si es rico o pobre, c)sin
importar con quien vive, y, d) con independencia de la parte del paísen
la que viva. La elección de la expresión resulta conveniente paraexpresarla
idea de que, debidoa su naturaleza incondicional, tenemos algo conloque
una persona puede contar con toda seguridad, un cierto fundamentoma-
terial en el que puede con rmeza descansar una vida, y al que se lepue-
den legítimamente añadir cualesquiera otros ingresos, ya sean enefecti-
vo o en especie, procedentes del trabajo o de los ahorros, del mercadoo
del Estado. Por otra parte, no hay nada en la de nición de ingresobási-
co, tal como se entiende aquí, que lo conecte con noción alguna denece-
sidades básicas. Un ingreso básico, como se ha de nido, puedequedar
corto o pasarse de lo que se considere como necesario para llevar unaexis-
tenciadecente.2 up ols

2.2. No CONDICIONALIDAD Y LIBERTAD REAL

o Desde esta perspectiva, resulta tentador reformular lasugerenciaradi-


cal hecha anteriormente, estableciendo sencillamente que aquello que un
auténtico liberal debe admitir es la libertad formal respetuosa de laestruc-
tura institucional que produzca el mayor ingreso básico. Antes depoder
establecer esta equivalencia con alguna seguridad, debemos comprobarsi
una preocupación por la libertad real para todos puede justi car loscuatro
tipos de incondicionalidades que de nen el ingreso básico. Hastaahora,so-
lamente la primera de esas cláusulas (la ausencia de restricciones en el uso
del tiemp0 propio en alguna forma de limitar los bene cios solamentea
quienes están dispuestos a aceptar un empleo o el entrenamiento necesario)
es la que ha sido vinculada explícitamente a la preocupación por la libertad
real para todos. Pero, ¿qué pasa con las otras tres?

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El mayor ingreso básico sostenible 57

Lo que se plantea en la segunda -la ausencia de una comprobación de


medios disponibles- es esencialmente la elección entre un ingreso básico
(axante) y un sistema de impuesto negativo sobre la renta (expost). Inicial-
mente,ambos tratamientos pueden parecer equivalentes desde un punto de
vista liberal auténtico, puesto que exactamente las mismas distribuciones
deingresos después de los impuestos o de transferencias de ingresos se pueden
obteneren principio mediante un plan de ingreso básico y con un sistema
de impuesto negativo. O, si hay alguna diferencia, será una ventaja para el
segundo sistema puesto que lo que hace es sencillamente evitar el pesado
toma y daca que resulta cuando se paga un ingreso básico a quienes tienen
un ingreso importante y luego se le retira mediante los impuestos, y esto
mismo hace más barato implantar un plan de impuesto negativo sobre la
renta. (En el apéndice de este capículo se muestra grá camente la diferen-
ciaentre los dos tipos de planes, y la diferencia entre ambos y los planes de
ingresos garantizados que ya existen.)
Y aún más, la ausencia de una comprobación de los medios suministra
por tres razones diferentes una ventaja decisiva al ingreso básico, en tếrmi-
nosde la ordenación leximín de la libertad real. La primera resulta bastan-
te obvia supuesto el inevitable lapso de tiempo que se da en cualquier va-
loración de los ingresos hecha con propósitos impositivos, lo que hace que
un plan de impuesto negativo sobre la renta pueda esperar competir con el
plan de ingreso básico en términos de ordenación leximín de la libertad
real solamente si viene complementado con un sistema de pagos adelanta-
dos,que al menos le daría a la gente la libertad real de no pasar necesidades
mientrasespera que la administración scal calcule sus derechos y obliga-
ciones.Pero la total ignorancia o la confusión hará difícil que algunas per-
sonasaccedan a los pagos por adelantado a los que tendrían derecho. La tasa
superior de cobertura que está vinculada con un plan de ingreso básico es
una diferencia que tiene máxima relevancia cuando se le da importancia
previa a la libertad real de los que son realmente menos libres.
En segundo lugar, en el caso de un impuesto negativo sobre el ingreso,
el rasgo relevante del presupuesto toma la forma de una promesa contin-
gente de transferencia correctiva, en lugar de una suma de dinero sobre la
que uno puede completamente con ar simplemente porque es tangible.
Estehecho lleva consigo una reducción de la con anza necesaria para efec-
tivamente hacer uso de las opciones contenidas en el conjunto presupuesto
(abstractamente idéntico). Un aspecto de esta diferencia se relaciona direc-
tamente con una importante dimensión de la «trampa del desempleo» a la
que normalmente son más sensibles los trabajadores sociales que los econo-
mistas. Lo que provoca el desánimo, a la hora de buscar o aceptar un traba-
j0, entre quienes están en la trampa de la pobreza se puede decir que no es
tanto el hecho de que no van a tener un ingreso superior, o signi cativa-
mente superior, trabajando que si no trabajan, sino que tiene bastante más

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in uencia cierta inseguridad en la liquidez, y la incertidumbre quesupone


la renuncia a un bene cioso seguro regular por el hecho de aceptaruntra-
bajo que pronto puede resultar que no se logra mantener o que no seso-
porta,"
Por último, en una época en la que los pagos se hacen mediantetrans-
ferencias por ordenador y en la cual los impuestos se aportansimultánea-
mente con la obtención de bene cios, y, suponiendo que no senecesitan
para establecer un control sobre otras bases, los costesadministrativos,que
van unidos en un plan de pagos por adelantado que debería ir unidoaun
sistema de impuesto negativo sobre la renta, hacen que este últimoseamắs
caro de implementar para cualquier nivel determinado deingresogaranti-
zado y, por tanto, esos costes absorberán recursos que de otra manerasepo-
drían utilizar para aumentar ese nivel. Incluso por sí misma,estaconsi-
deración sería su ciente (dadas las actuales tecnologías deimpuestosy
transferencias) para justi car la elección de la versión universal frenteala
versión variable dependiente de la comprobación de medios(aunqueint-
condicional en otros aspectos).°
Observemos que la cuestión de la comprobación de los mediosnova
paralela a la cuestión de si el plan supone o no una trampa deldesempleo,
en el sentido económico estándar de una tasa efectiva de imposiciónfuer-
temente disuasoria sobre las ganancias bajas. Tal como ilustra unplande
impuestos lineal negativo sobre la renta (véase Apéndice), lacomprobación
de los medios no implica necesariamente una tasa superior deimposición
(o de « jación») en los rangos más bajos de la distribución deingresos.Til
como muestran algunas propuestas (bastante inusuales) deingresobásico,
resulta perfectamente posible tener un pago ex ante del ingreso-mínimo
para todos, conjuntamente con un ciento por ciento de tasaimpositivaso-
bre todos los ingresos que se sitúen por debajo de cierto umbral.' Siesta-
mos interesados por la libertad real para trabajar, así como por lalibertad
real a no trabajar, ino sería mejor excluir esta posibilidad en lamismade-
nición de ingreso básico? No, no lo sería. Por razones dehecho,unatabla
de impuestos que suponga una total con scación de lasgananciasbajasno
asegurará de manera duradera la mayor producción sostenible,puedeque
sea así, y de hecho es probable que sean así las cosas. Pero lapteocupación
por la libertad real para trabajar no nos fuerza a de nir elprocedimiento
de
maximización de manera que elimine esta salida a priori. Lalibertadreal
para aceptar un trabajo mal pagado pero que uno quiere realizar,yaseapor
su atracción intrínseca o ya sea por el entrenamiento oexperienciaquenos
ofrece, se ve incrementada sin ninguna duda en la medida enque asciendt
el nivel del ingreso no condicionado. De hecho, cuanto mayorseaesteú
timo mayor será la libertad que tenemos para aceptar, aunquesóloseapo
un corto tiempo, incluso trabajos que supongan un salarioneto
negarn
Consecuentemente, para que el ingreso básico re eje demanera
adecud

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El mayor ingreso básico sostenible 59

la libertad para trabajar así como la libertad de no trabajar, no es preciso


hacer ninguna de tales restricciones sobre la forma en que ha de ser nan-
ciado. Por consiguiente, a diferencia de la generación de la trampa que vie-
neprovocada por la comprobación de medios, la trampa que surge de altas
tasas efectivas de impuestos no se elimina, ni necesita serlo, debido a la
misma de nición de ingreso básico.
Lo que entra en la de nición de ingreso básico, formulada anterior-
mente,es la exigencia de que tanto el derecho a él cuanto su nivel no de-
beríanverseafectados por la situación familiar ni por el lugar de residen-
cia.;Sepuede justi car tal exigencia desde una perspectiva auténticamente
liberal?Podemos pensar que sí, porque sería necesario imponer intromi-
sionesen la vida privada de las personas si, para determinar si tienen de-
rechoal ingreso, fuese necesario establecer con quiến viven y dónde. Pero
cualquier sistema de transferencias demanda que deberíamos al menos ser
capacesde controlar si existe el bene ciario y si es un residente en el país,
yesdefendible decir que no hay diferencia fundamental entre la obligación
de facilitar esta mínima información y la obligación de ofrecer una infor-
maciónmás detallada sobre nuestra residencia, tal como exigiría un sistema
detransferenciasmás selectivo y diferenciado. La objeción decisiva contra
esto último es más bien decir que no hay razones positivas para la diferen-
ciación,queseanconsistentes con un punto de vista libertario auténtico. Des-
deluego, puede que lo que se necesita cuando se vive solo exceda con mu-
choa lo que se necesita cuando se vive en común, o que lo que necesitamos
cuandovivimos en la capital exceda con mucho a lo que necesitamos cuan-
dosevive en un remoto pueblecito. Pero, desde el punto de vista del libe-
ralauténtico, todo esto és irrelevante. Lo que preocupa a un liberal autến-
tico, a la hora de ordenar según el criterio leximín, recordemos, no es la
libertadreal pata conseguir lo que una determinada persona quiere o lo que
necesitapara mantener su forma de vida. Es la libertad real para hacer lo
queellapuede que quiera hacer. Por tanto es su ciente asumir -de ma-
nera bastante inocua- que alguien que vive en cierta comunidad þuede que
quieravivir solo, o que quienes vivan en el campo puede que quieran esta-
blecerseen la ciudad, para que un íngreso básico, uniforme y, no discrimi-
nantesea la elección obvia,8

2.3. LA PROPIEDAD DE SER SOSTENIBLE

Deestamanera, al menos, si hacemos abstracción de las diferencias in-


terpersonalesen capacidades, no podemos tomarnos en serio la maximiza-
ciónde la libertad real para todos sin vernos conducidos a tomarnos en se-
tio la idea de un ingreso básico maximal, el mayor ingreso incondicional
(enlos cuatro sentidos de «incondicional» que hemos establecido previa-
mente)que se pudiera pagar a todos los miembros plenos de la sociedad

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60 Libertad real para todos

correspondiente. Si esta idea se muestra potente ofrecería un sencillocri-


terio para proceder a la evaluación auténticamente liberal deregímenes
socioeconómicos diversos, es decir, de los aspectos de la disposicióninsti-
tucional de una sociedad que regula la producción y la distribucióndelo
recursos materiales. Para cualquier sociedad dada, la libertad formalco-
rrespondiente a los regímenes socioeconómicos se podría clasi carsenci-
llamente de acuerdo con el nivel de ingreso básico que podríaofrecerde
manera sostenible. La sostenibilidad se convierte así en unaconsideración
esencial. Si estamos preocupados por la libertad real paratodos,resultacla-
ramente inadmisible consumir toda la riqueza de la sociedad ahora,enla
forma de un ingreso básico pródigo, a expensas de un futurocolapsoeco-
nómico.
Esta preocupación por el carácter sostenible exige, en primer lugar,que
prestemos atención a los incentivos. El hecho de que un ingresobásicohaya
sido introducido y que se espere que permanezca, y el hecho de queesté
siendo nanciado, y que se quiera seguir nanciando, conduce demanera
especial a efectos signi cativos puesto que se exige que la genteseapro-
pietaria de sí misma- sobre la oferta de tiempo y esfuerzo laboral, ytam-
biến en la medida en que el capital es de propiedadprivada--sobrela
oferta de los ahorros y de las inversiones. Todo esto sugiere que,paracual
quier tipo determinado de régimen socioeconómico,deberemos
seleccionar
la estructura de impuestos (explícita o implícita) que puedagenerardema-
nera duradera la más alta producción, y que las tasas del impuestodeberán
situarse en el nivel correspondiente al pico del «hiperplano deLaffersa50-
ciado, es decir, a la más alta imposición que se pueda generar demanera
duradera bajo ese tipo de régimen.°
Esta sugerencia da por garantizado que, una vez que se hanhecholas
deducciones apropiadas de acuerdo con la libertad formal, unatasamayorde
producción supone un ingreso básico superior. Pero, por supuesto,loque
es relevante para una ordenación leximín de la libertad real es el nivelper
cápita del ingreso básico, que viene afectado no sólo por la tasatotalpro-
ducida sino también por el número de personas entre las cualessetieneque
compartir ese monto general. Por consiguiente, tambiénprecisamostener
en cuenta los efectos demográ cos. Si un determinado incremento enelin-
greso básico nos conduce a una expansión de la población, la másaltatasa
sostenible que se ha producido puede solamente servir para nanciarun
ingreso básico que va disminuyendo. Me he referido antes (§ 2.1) a laposi-
bilidad de que quienes no son miembros plenos de la sociedadcorrespon-
diente -los niñoS- puede que obtengan un ingreso básicoreducido.Tam-
biến podemos querer introducir la posibilidad de que losmiembrosplenos
puedan recibir una cantidad superior a partir de cierta edad (igualparato-
dos). Todo esto supondría un espacio de maniobra para elestablecimiento
de nuestro criterio de maximización del ingreso básico sostenible,sinres-

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El mayor ingreso básico sostenible 61

tringir la libertad formal a procrear. Al menos en algunas sociedades, con


un ingreso básico comparativamente superior en la forma de pensión uni-
versal (reduciendo así la necesidad de los niños como forma de seguridad
para la vejez) y con unos comparativamente bajos bene cios universales para
los niños, no solamente se reduciría de manera signi cativa, sino que pue-
de incluso revertir completamente cualquier efecto positivo que el ingreso
básico pudiera tener sobre el crecimiento de la población." Una formula-
ción algo más matizada puede servir para expresar con mayor precisión la
ideaclave: bajo un tipo dado de régimen socioeconómico, la elección ópti-
ma, en tếrminos de tasas de impuestos y de diferentes ingresos básicos, será
aquella que pueda sostener de manera duradera, en la medida en que se pue-
da predecir, el mayor ingreso básico promedio." En la mayor parte de lo
que sigue ignoraré, a pesar de todo, este matiz y hablaré (más sencillamente)
del mayor ingreso básico sostenible.
Cuán grande se espera que pueda ser ese máximo ingreso básico soste-
nible, es algo que probablemente se verá afectado por muchos rasgos de
un régimen socioeconómico, además de la estructura y nivel de sus im-
puestos y de la diferenciación del ingreso básico según la edad. Uno de
esosrasgos es el potencial productivo asociado al régimen, es decir, el per-
l de la productividad del trabajo humano una vez que el régimen está
establecido. Manteniéndose los demás rasgos iguales, si un nivel determi-
nado de ingreso básico resulta sostenible es esencial que ese potencial pro-
ductivo no se reduzca a lo largo del tiempo. Teniendo en cuenta la inevi-
table reducción de los recursos naturales, esto implica que se deberá dar
algún tipo de progreso tecnológico ylo cierta acumulación neta de capital
sico y humano para impedir la caída de la productividad que de otra for-
ma se daría como resultado de tener que utilizar recursos naturales que son
más difíciles de extraer o menos fáciles de procesar. Esto nos conduce a un
criterio de justicia intergeneracional de tipo familiar, que solamente exi-
ge que la próxima generación no tenga un resultado peor que la actual y
no que llegue a estar mejor como resultado de los esfuerzos de la genera-
ción presente, exactamente como la generación actual ha tenido un mejor
resultado (o al menos así se supone generalmente) como resultado de los
esfuerzos de las previas.'
Desde esta perspectiva, se puede dar una expansión del potencial pro-
ductivo de una generación a la siguiente y, por tanto, un incremento en el
nivel más alto sostenible de la ayuda. Pero esto sería entonces un subpro-
ductode la actividad autointeresada realizada por la generación actual, o qui-
zå porque su preocupación por asegurarse su cientemente ha sido traspasa-
daa la próxima generación, y no por la satisfacción directa de una exigencia
de justicia. El criterio tampoco exige que cada miembro de la actual gene-
ración deba compensar de manera individual por su contribución al agota-
miento de los recursos naturales. Su satisfacción se deja a la suma de las

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62 Libertad real para todos

elecciones individuales autointeresadas dentro de una estructura quecrea


incentivos adecuados. Pero, ocurre que la perspectiva auténticamente libe-
ral impone ligaduras más estrictas que las implicadas por el criterio dejus-
ticia intergeneracional (agregada). Las contribuciones compensatorias de-
ben ser consistentes con que cada uno, en la presente generación, obtenga
el más alto ingreso básico y que a cada uno de los miembros de la próxima
generación se pueda bene ciar de un ingreso básico que sea al menos igual
al que se obtiene hoy.
Bajo esta luz es fácii comprender que un régimen socioeconómico,
que no toma precauciones para reducir el agotamiento de los recursosna-
turales de una sociedad, se puede encontrar en desventaja cuando se com-
para con otro que sí lo hace. Para mantener su potencial productivo, una
vez que el agotamiento de los recursos naturales comienza a ser una ame-
naza, tendrá que provocar una tasa mayor de acumulación que lanecesaria
en otro caso y a expensas de un ingreso básico superior. Tambiến podemos
ver ahora por quế un régimen socioeconómico que genera un progresotéc-
nico más rápido o una acumulación más intensa, con una tasa determina-
da de reducción de los recursos naturales y con un determinado nivel de
ingreso básico, puede pretender estar en ventaja relativa con respecto a
otro que obtiene peores resultados en estos aspectos. Esto no es así porque
se valore el crecimniento como tal, ni porque el ingreso básico de posterio-
res generaciones pueda hacerse mayor: la opción por un criterio leximín
hace irrelevantes esas consideraciones. Más bien al contrario, una tenden-
cia superior a provocar un incremento neto del potencial productivo en un
determinado nivel dado de ingreso básico abre el camino a un nivel supe-
rior de ingreso básico sostenible a partir de la presente generación en ade-
lante, 14

Así pues, parece que estamos equipados ahora con una sencilla y mane-
jable herramienta que nos permite evaluar los méritos relativos de regíme-
nes socioeconómicos que compiten, un procedimiento que tiene en cuenta
adecuadamente los compromisos con la libertad, la igualdad y la e ciencia
en cuya adecuada articulación consiste el auténtico liberalismo. En particu-
lar, puede parecer que ahora tenemos todo o casi todo lo que necesitamos
para volver a nuestra cuestión inicial y mirar con nuevos ojos la vieja dispu-
ta entrecapitalismoysocialismo.
Así me parece a mí. Pero a otros puede que no, porque mantengan con-
tra mi sencllo criterio liberal auténtico algunas de las objeciones que pu-
dieran hacérsele y que se le han hecho. En lo que resta de capítulo, y en los
dos próximos, me enfrentaré a diversos ataques hechos al criterio como ade-
cuada expresión operacional de la libertad real para todos. En el capítulo 5,
me preocuparé de los ataques lanzados contra la posición autếnticamente
liberal a partir del supuesto de que el criterio la expresa adecuadamente.
Solamente será en el capíulo nal cuando estaré en condiciones de volver,

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63
El mayor ingreso básico sostenible

lo largo de toda esta discusión pre-


aridady lasegutidadganadaa l
aisma del capitalismo en oposición alsocialismo.
Con
liminar,a,

24. ¡ENDINEROO ENESPECIE?


nrimeraduda que se puede plantear, y que de hecho se ha plantea-
lcriterioquehemospresentadoanteriormentees larazón por la
Unaprimeraduda.
dimensión oportunidad de la libertad real garanti-
do,ante el criter
zadaandosobvio
cualestan que la dim
deberíaverseasegurada mediante un ingreso monetario, en lu-
los concep-
de un ingreso en especie. Se puede de nir iente
icilmente en un nivel de abstracción su cier
garde que se tratara
tosderiqueza
onmo y de ingreso
Daragarantizar fáciln
que se puedan aplicar tanto a economías no moneta-
eecomoalaseconomías monetarias. Por tanto, nada de lo que hemos ve-
oidodiciendo entraña que la ayuda debería ser dada como un poder de
compraexpresadoen alguna moneda, en lugar de como una dotación de tie-
rra odeherramientaso de una adecuada canastao cesta de bienes y servi-
cios.Desdeluego es Cierto que, a menos que a todos se les entregue una do-
taciónabsolutamente idéntica, necesitamos utilizar algún equivalente
monetariopara valorar y comparar las diversas dotaciones y garantizar que
elingresobásico es (aproximadamente) el mismo para todos. Este hecho
hacequeseanatural que pensemos en el ingreso básico utilizando términos
monetarios.Peto de ello no se sigue que se deba dar la ayuda en dinero en

lugarde en especie. ¿Debería serlo?


Lacuestiónes de las que vale la pena plantear, aunque sólo sea porque
hahabidoquienes han planteado con fuerza que una sociedad autếntica-
mentelibre exige quea cada individuo se le dote con (cantidades iguales o
quizáleximín de) medios de producción y no con dinero. Supongamos
queen una situación determinada a todos los individuos se les da una can-
tidadigual de la divisa correspondiente, que pueden utilizar tal como les
plazca,mientras que en otra situación (igual a la anterior en todos los de-
másaspectos)a cada uno se le da un conjunto de medios de producción calcu-
ladoparaque sea igual a la cantidad de ayuda en dinero que se daba en la
primerasituación. ¿Hay alguna razón para pensar que la segunda situación
puede acercarsemás que la primera al criterio de libertad real leximín? Es
attcil ver cómo podría darse esto, porque o bien los medios de producción
bOnintercambiables por otros bienes y servicios, y entonces la segunda si-
tuaciónesuna sencilla variante de la primera, o por el contrario no son in-
ambiables y, por tanto, en la medida en que el producir con los medios
terca

Poducción que les tocó en suerte no es la única cosa que las personas
S querer hacer», la segunda situación resulta que es inferior en dos
PCLOS.En primer lugar, suponiendo como un dato el nivel de la ayuda
la misma restricción sobre las cosas que pueden utilizar im-
plica
a menorlibertad teal para el segundo grupo de personas. EnsSe-

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64 Libertad real para todos

gundo lugar, suponiendo (razonablemente) que no todos son individuos


igualmente e cientes a la hora de utilizar los medios de producción quese
les suministran, con seguridad se producirá una pérdida que hará que el ni-
vel más alto sostenible de la ayuda sea más bajo que el que podría ser si se
hubiera diseribuido el poder de compra permitiendo que los máse cientes
o más competitivos consigan una parte mayor de los medios deproducción.
Solamente desatendiendo el anplio rango de cosas que las personaspueden
querer, o el intento de garantizar un dudoso privilegio a la libertad de tra-
bajar con las propias herramientas, se puede sostener una defensa auténti-
camente liberal atendiendo a la riqueza productiva.'®
Por otra parte, si el ingreso básico va a ser la encarnación adecuadade
la libertad real para hacer todo lo que uno quiere hacer, es importante que
entre otras cosas estimule la libertad real de adquirir y utilizar los medios
de producción. Se puede lograr esto, en parte, porque precisamente setrans-
ere la ayuda en forma de dinero y no en la forma de bonos de comida no
intercambiables o en ayudas para vivienda, por ejemplo, y porque cual-
quier parte de lo que excede de las necesidades normales más puras sepue-
de utilizar para construir riqueza productiva por parte de quienes sonsu -
cientemente competitivos y decididos como para hacerlo así. Aún más
importante, debido a su naturaleza ex ante, su carácter «por adelantado»,
el ingreso básico disminuye el riesgo personal implicado en una empresaco-
operativa o individualel riesgo de ser incapaz de conseguir alimentación
para sí y para la familia propia de manera digna cuando el negocio se hun-
de o cuando sufre irregularidades" Por esta razón, la garantía de un in-
greso básico substancial está más próxima a la posibilidad de acceder a la
propiedad «activa» asociada con el ideal de Rawls de una «democracia de pro-
pietarios» que a la redistribución correctiva ex post, que Rawls considera
como un rasgo característico del estado de bienestar.'
No tener razones su cientes para suministrar el ingreso en la forma de
medios de producción no signi ca que se deba entregar plenamente en for-
ma de dinero. Se puede defender fácilmente que al menos hay tres catego-
rías de bienes que se pueden ofrecer en especie, y mantenerse de manera
consistente en el ámbito del liberalismo auténtico. Una primera categoría
podemos encontrarla a partir de las exigencias que plantea la libertad for-
mal. La policía y los tribunales, una defensa civil o militar e caz contra las
amenazas externas, mecanismos adecuados para la toma de decisiones co-
lectivas en diversos niveles terrritoriales, son todos ellos servicios que de
manera legítima se pueden suministrar a cada miembro de la sociedad, con
independencia de si expresa o no su disposición a pagar por ellos. Incluso
aunque estén orientados a proteger su pleno derecho a vivir de la manera
que quiera, y no a suministrarle los medios para hacerlo, tales servicios for-
man parte del ingreso que el liberalismo auténtico exige que se debería su-
ministrar de manera incondicional a todo miembro pleno de la sociedad,

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El mayor ingreso básico sostenible 65

yconstituye,por tanto, una cierta parte en especie de su ingreso básico le-


gítimo.De todas formas, en lo que sigue, siempre que hable de maximizar
elnivel del ingreso básico me referiré a la parte del ingreso incondicional
quenoviene justi cada por esta preocupación previa por la libertad for-
mal."La libertad real para todos consiste en organizar de manera leximín
lasoportunidadesde los individuos, sobre la base de una estructura bien es-
rablecidadederechos que proteja la propiedad de sí mismo o autonomía per-
sonal,y los gastos empleados en conseguir lo segundo no se deben conta-
bilizarcomo una contribucióna lo primnero.
Unasegunda categoría consiste en un cierto número de bienes que no
vienenexigidos por la protección de la libertad formal pero que una pers-
pectivaliberal auténtica exige que se deben ofrecer libremente, o subsidia-
dosen cierto grado, debido a que generan exterioridades positivas sobre las
oportunidadesde cada uno si se suministran libremente o si se hace nás fá-
dl aceder a elos. De esta manera, por ejemplo, se pueden justi car razo-
nablementeparte de los gastos realizados en educación y en infraestruc-
turas. No se trata de que todo el mundo quiera consumirlos en el nivel
ofrecido.Incluso si ocurre que solamente una fracción de la sociedad estu-
vierainteresada en consumirlos, en el supuesto que tuvieran que pagar el
costecompleto, emplear fondos públicos para nanciar esos bienes (sin
<Compensaciones»para los que estén menos interesados) no dejaría de ser
legítimodesde un punto de vista auténticamente liberal, en la medida en
quepodrían impulsar la productividad de modo tal que resulte positivo el
efectoneto que tenga sobre el nivel más alto de ingreso básico que la so-
ciedadsepuede permitir de manera duradera." Es discutible la naturaleza
yel nivel de gratuidad o subsidio de la oferta de esos bienes que se puede
justi carde esta forma. Pero, de todas maneras, hay otra poderosa razón
porlacual la ordenación leximín de la libertad real puede exigir el sumi-
nistrouniversalde algún ingreso en especie. Cuando hable más adelante de
maximizarel nivel del ingreso básico, tendré que referirme una vez más a
lapartedel ingreso no condicional que no se justi ca simplemente por esta
contribuciónindirecta a las oportunidades de cada uno. Un ingreso no con-
dicionalsuministrado en especie, justi cado exclusivamente de esta forma,
puedeformarparte de un régimen socioeconómico óptimo, pero no es par-
tede la norma por la que se evalúa dicha optimalidad.
Sinembargo, no se puede decir lo mismo de una tercera categoría de
Dienesde los que es razonable asumir que nadie en su sano juicio pudie-
anoquerercomprarlos, si la totalidad del ingreso básico que le fuera su-
ninistradolo fuese en dinero. No todos esos bienes (en una clasi cación
Sułicientementeprecisa) se pueden distribuir legítimamente en especie.
Pforejemplo,aunque la ropa, la vivienda, la comida y la bebida, sin duda
sOnindispensables,sea lo que sea lo que uno quiera hacer con su vida,
CAISTEtanta variación en la naturaleza de lo que los miembros de. una so-

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66 Libertad real para todos

ciedad como la nuestra de hecho aspira en esos ámbitos, y tanta diversi.


dad en las cantidades que están dispuestos a gastarse en ellos, que el pre.
supuesto liberal favorable a ofrecerlos en dinero se mantiene bien rme
De todas maneras, hay otros bienes con relación a los que esapreferencia
inicial se debe retirar debido al coste que tiene el hacer pagos individua-
les para la cantidad que cada uno elegiría comprar y no retirar la prefe.
rencia, porque la homogeneidad de los deseos de las personas se resiste a
un análisis más no. Ejemplos típicos de este grupo de bienes puedeser
el suministro de aire limpio mediante las restricciones puestas a la con-
taminación, la construcción, mantenimiento y limpieza de las calles, o la
disponibilidad de áreas en las que uno puede pasear sin verseamenazado
por los automóviles.
Las razones no consisten en que las personas asignen la misma impor-
tancia al aire limpio, que utilicen las calles en igual medida, o queconsi-
deren el pasear con seguridad esencial para su bienestar, sino que inclusolos
que respiran menos intensamente, los que menos utilizan las calles o losque
menos pasean pueden tener no menos de lo que quieren como resultadode
un suministro en especie: consiguen aire más limpio, mejores calles, o pa-
seos más tranquilos por un coste (como renuncia al pago en dinero) queno
excede lo que habrían tenido que pagar incluyendo costes (dinero y mo-
lestias) administrativos- para la parte que habrían elegido consumir en
ausencia de un suministro en especie. Una vez más, la naturaleza y el ni-
vel de la oferta en especie, que se puede justi car de esta manera, serásin
duda discutible. -iqué grado de contaminación del aire admitimos?,¿cuán
iluminadas deben estar las calles?, ¿qué grado de conservación debentener
los parques públicos?-. Pero se oculta aquí otra poderosa razón por lacual
un liberal auténtico no querría monetizar la totalidad del ingresobásico,y
defendería que se debería dar una parte signi cativa de ese ingreso en for-
ma de bienes disponibles de modo completamente libre. Incluso más,este
tipo de ingresos básicos en especie, justi cados en la forma anterior, no
se deberían descontar cuando se comparan los niveles de ingreso básico quese
pueden conseguir bajo diferentes regímenes socioeconómicos, sino quecons-
tituye un ingrediente esencial de los medios que se facilitan a todo miem-
bro de la sociedad para que pueda desarrollar su propia concepción de la
buena vida.23
No hace falta decir que, de hecho o en potencia, hay innumerables ti-
pos de gasto gubernamental que no se ajustan a ninguna de esas trescate-
gorías."Por ejemplo, sería difícil hacer una defensa liberal auténticadeun
acceso libre, o con una gran subvención pública, a los estudiossuperiores
en historia etrusca, a las instalaciones de squash, a los billetes para laópera,
oa ríos absolutamente limpios y no contaminados. Pero, ¿quédecirdelos
servicios de salud? Para que la libertad real tenga el carácter leximín,¿se
deberían ofrecer los seguros sanitarios a todos de manera absolutamente

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El mayor ingreso básico sostenible 67

gratuita, o por lo menos subsidiarlos fuertemente?, o, más bien, se debería


ampliar la ayuda garantizada correspondientemente? Algunos aspectos de la
atención sanitaria se pueden adaptar sin duda a los bienes de la segunda ca-
tegoría --por ejemplo, la vacunación contra las enfermedades infecciosas y
otrosasuntos cuyo libre suministro impulsa de manera signi cativa la pro-
ductividad laboraly dentro de latercera por ejemplo, eltratamicen-
o de emergencia en el caso de un accidente no relacionado con actividades
quesuponen riesgos especiales- Pero esto no supone un seguro que abarque
plenamente incluso los cuidados sanitarios no cosméticos. Es probable
queno cubra, por ejemplo, en edades avanzadas las operaciones de corazón
muycaraso los tratamientos contra el cáncer. Aparte de los casos en los que
sepuede apelar a consideraciones de productividad (salud páblica) o a la
imposibilidad de discriminar (emergencias), el argumento debe ser que las
personasen su sano juicio son todas su cientemente temerosas del riesgo
comopara dedicar parte de su dinero garantizado en un plan de seguros,
quecubran en todo o en parte un conjunto de servicios su cientemente pa-
recidos.Pero esto no es su ciente para que uno pueda dejar que la gente
optelibremente, incluso unánimemente, por tal plan de seguros.° Para
justi carla aplicación de parte del dinero garantizado en un plan de segu-
ros,debemospoder construir un argumento adicional para que, bajo con-
dicionesgenerales, un seguro básico de salud obligatorio resulte más bara-
to que otro, igualmente universal, en el cual se dejan las decisiones a la
elecciónlibre de cada miembro de la sociedad. Alternativamente, nos po-
demospermitir alguna forma ligera de paternalismo para prevenir que al-
gunosno utilicen parte de su dinero garantizado para subscribir un seguro
médicobásico, que sin duda querrían cuando «estuvieran en su sano jui-
cio»,Esto signi ca apelar a la protección de cada miembro de la sociedad
contralas posibles consecuencias fatales e irreversibles de elecciones que
bajocircunstancias apropiadas reconocerían que serían inadecuadas, y no
solamenteproduce una racionalidad potencial plausible para contrarrestar
lapresunciónen favor de pagar el ingreso básico de manera completa en di-
nero.También hace falta ese razonamiento, como veremos enseguida, para
justi carel pago de un ingreso básico en lugar de ofrecer una dotación ini-
cial básica.

L). DoTACIÓN INICIALO ENTREGAS A PLAZOSREGULARES?

Háganselos pagos en especie o en dinero, necesitamos preguntarnos si


albertadreal resulta leximín o bien mediante la dotación garantizada in-
Condicionalde un ujo regular de ingresos, o bien por la transferencia
hcondicionalde una determinada cantidad de riqueza en algún punto ini-
Ca.¿Porqué optar por una secuencia inde nida de pequeños pagos en lu-
tde unpagoinmportante hecho de una única vez, como ya se planteó, por

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68 Libertad real para todos

ejemplo, por la que fue probablemente la primera formulación de la idea


del ingreso básico? Lo que proponía Thomas Paine (1796: 612-613), ade.
más de una pensión básica para todos los que tuviesen más de 50 años,era
que además de las reservas nacionales que se crearan «se debería pagar acada
persona, cuando llegase a la edad de veintiún años, la cantidad de quince
libras esterlinas como compensación, en parte, por la pérdida de suheren-
cia natural». ¿No sería esto mejor que un pago mensual o semanal sinues-
tra única preocupación fuera su libertad real?
Es bastante seguro que si la totalidad del ingreso báico se diera de
una vez, no pasaría mucho tiempo antes de que alguno lo dilapidaracom-
pletamente y terminase en la miseria más absoluta. Y, conindependencia
de las múltiples razones favorables para un plan de ingreso mínimo, esto
es todo lo que necesitaríamos para justi car ingresos en forma deaportes
regulares. Consideremos, por ejenmplo, la que puede considerarse la pri-
mera defensa de un ingreso mínimo, la planteada por el Rafael deTomás
Moro (1516: 44-45): «En vez de aplicar esos horribles castigos, seríabastan-
te mejor dotar a todos con algunos medios para su sustento de maneraque
nadie se encontrase bajo la imperiosa necesidad de convertirse primeroen
un ladróny después en un cadáver». La preocupación aquí consisteenque
nadie sea en ningún momento tan pobre que se vea forzado a robar y por
tanto, obviamente la elección debe ser la de mantener unos aportesperió-
dicos. De igual manera, si la introducción de un ingreso mínimo vienemo-
tivada por el sentimiento de que la miseria y la visión de la miseriapone
en peligro la dignidad humana o el carácter moral (véase, v.g., Fried1983:
S1-52), se debería distribuir el pago de un determinado nivel deingreso
global a lo largo de toda la vida de las personas de la manera másamplia
posible que sea practicable.
De todas formas las cosas son diferentes cuando las razones que seofte-
cen aparecen en términos de libertad real, e incluso más cuando se pla-
tean en términos de libertad real leximín. En primer lugar, sidescartamos
los supuestos nada realistas de unos mercados de capital perfectos, alteci-
bir de manera directa el valor descontado de pagos que de otra manerase
distribuirían a lo largo de toda la vida, sin ninguna duda, seincrementa
la libertad para la inversión y uso de una cantidad determinada derecur-
sos a lo largo del tiempo. La obtención de unos ingresos regularesdeigual
valor real, que se pudieran asegurar por algún tipo apropiado deinversión,
se corresponde exclusivamente con uno de los muchos per les deciempo
entre los que podríamos elegir si se nos diera todo desde elcomienzo.
Incluso más, si el ingreso básico toma la forma de un ingreso regularde
magnitud constante (y todavía más si el volumen del ingresoaumenta
con la edad),quienes vivan hastauna edad mayor y disfrutendelprivi-
legio de poder utilizar su propia vida, sin duda el bien máspreciado,du-
rante más tiempo- conseguirán un ingreso básico total mayorquequie-

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El mayor ingreso básico sostenible 69

nes mueran antes y, por tanto, la distribución parece que violaría el crite-
rio leximín. Por tanto, una rápida referencia al hecho de que algunas per-
sonas puedan malgastar la totalidad de su ingreso básico en un solo día si
se les diera de una sola vez no resulta de ninguna manera su ciente para
justi car un ingreso básico en forma de ujo constante. Resulta demasia-
do fácil responder: «Es una pena, pero eso es lo que ocurre en una sociedad
libre».
Una respuesta radical a ese tipo de argumento consiste en cuestionar el
supuestode que la gente mantenga su identidad a lo largo de su existencia.
Si estamos dispuestos a admitir que, en la medida en que crecen y se hacen
mayores, las personas se convierten en «otras personas diferentes», no po-
demos justi car de ninguna manera la miseria de alguien mayor re rién-
donosa «su» frívola juventud. Desde un punto de vista auténticarmente libe-
ral, a cada una de las personas sucesivas en que se va convirtiendo el mismo
organismose le debe dotar de un ingreso básico tan alto como se le pueda
ofrecer a todos." Se deberá proteger los recursos de la persona que seré
cuando tenga cincuenta años contra el riesgo de verse dilapidados por la
otrapersona que soy cuando tengo veinte años. Desde esta perspectiva tam-
D0COaparece razón alguna para dar una cantidad menor por año al indivi-
luo que viva más. Lo que se le ha dado a «sus» previas personalidades an-
eriores no se le ha dado a la suya. Incluso sin entrar en consideraciones
orắcticas,la solidaridad entre yoes temporalmente contiguos puede ser su-
iciente para dispensarnos de realizar pagos segundo a segundo. Pero espa-
iandolaspagas en un tiempo mayor, digamos, por ejemplo, mayor que un
nes,y a fortiori conjugándolas todas en un único pago, daría a algunos (a
lgunosde los yoes) individuos una cantidad menor de lo que sería maxi-
almente posible para todos.28
Esta respuesta radical parece conducirnos a implicaciones muy poco
atuitivas.Consideremos los dos planes siguientes. Según el plan tempo-
Imente asimétrico T, a dos personas se les da un ingreso incondicional de
00en el periodo 1, y nada en el periodo 2. Según el plan personalmente
imétrico P, a la segunda persona se le da un ingreso incondicional de 10
losdos periodos y a la primera un ingreso incondicional de 90 en los dos
riodos.Siguiendo la interpretación que hemos venido sugiriendo, un li-
ral auténtico debería preferir el plan P al T. Si esto es así, evidentemen-
estaríamosen lo cierto al rechazar que ésa sea la manera de dar a todos
miembros de una sociedad los medios máximos para que puedan reali-
suconcepción de la buena vida." Ahora bien, parte del carácter no in-
tivo de esta consecuencia procede de un supuesto no bien establecido. Si
personalidadessucesivas se consideran de hecho como personas diferen-
,sealoquesealo que dos personas posean al nal del periodo 1 lo que
dedesus ingresos básicos o de cualquier tipo de riqueza que hayan con-
uidoen ese periodo, se les puede retirar para estimular e incrementar

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70 Libertad real para todos

el nivel del ingreso básico que se paga en cada periodo. Este hechopuede
hacer bastante menos atractivo el plan T. De todas maneras, estesupuesto
de personalidades tan fuertemente discontinuas se puede ver como muypocO
natural. Después de todo, muchas de las cosas para las que consideramos
importante tener la libertad de hacerlas, y que un ingreso básico nosdaría
la libertad de hacerlas, son cosas cuyo logro requiere cierto tiempo, aveces
toda una vida. Por tanto, la preocupación con un máximo de libertad real
para hacer lo que uno pueda querer hacer no se ajusta con facilidad aesesu-
puesto de la persona considerada en un periodo único.
Por suerte tenemos una forma de justi cación alternativa, algo más
imprecisa pero bastante menos extravagante, que consiste sencillamenteen
suponer por parte de las personas (que estén en su «sano juicio») undeseo
universal a proteger la libertad real de sus afños maduros contra la debili-
dad de su voluntad en épocas más tempranas de su vida y, de estamanera,
considerarlas así bastante más homogéneas a lo largo de toda su vida. Ade-
más, recordemos que en esta fase del razonamiento estamos suponiendo
que son idénticas las expectativas de vida de las diferentes personas, o que
al menos no están relacionadas con diferencias de «recursos internos»
(asunto que trataremos en el capítulo tres), de manera que nadie puedeha-
cer nada para que el nivel del pago regular sea función del número deveces
que se pueda esperar que se haga el pago. Bajo estos supuestos, una preo-
cupación ligeramente paternalista hacia la libertad real de las personasa lo
largo de sus vidas, no exactamente «al comienzo», hace razonable distri-
buir el ingreso básico en forma de un ujo regular (no hipotecable)-de la
misma manera que una preocupación medianamente paternalista por la li-
bertad formal hace razonable prohibir una alienación permanente de la
propiedad de sí mismo, aunque no la venta de la propia fuerza de trabajo
por periodos de tiempo limitados.30
Todo esto es su ciente para justi car la comprensión del ingreso bási-
co, inspirado por el tratamiento auténticamente liberal, de la maneraque
viene sugerida por la misma elección de la expresión, es decir, como un in-
greso en forma de ujo (esencialmente) pecuniario. Queda un margen de
arbitrariedad a la hora de determinar el ritmo en que se deben hacer lospa-
gos (;cuál puede ser la justi cación losó ca para elegir siete o treinta días
en lugar de cinco o veinte?), de la misma manera que se da cierta arbitra-
riedad del tiempo de aviso previo que un empleado tiene que dar cuan-
do quiere dejar un trabajo. En ambos casos, cuanto más pequeño seael lap-
so temporal mayor será la libertad real (en un caso oportunidades, en el otro
propiedad de sí mismo) de que las etapas posteriores se vean protegidas
contra conductas irresponsables de etapas previas, pero son mayores lasres-
tricciones en la escala temporal de los compromisos que uno se ve forzado
a hacer. Pero todo esto no representa un ataque serio a la a rmación de que
existe una fuerte conexión entre la libertad real para todos y que se pro-

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El mayor ingreso básico sostenible 71

duzca un pago en dinero, no condicionado, de forma regular y efectuado al


mayor nivel que se pueda mantener.

2.6. ¿QUẾ MÉTRICA PROPONER PARA LA LIBERTAD REAL?

Bastante más serio parece otro problema que se puede presentar, en su


formamás sencilla, por medio de la siguiente historia. Supongamos una so-
ciedaden la que se elimina la posibilidad de que haya alguna base para su-
ministrar una ayuda general en especie, del tipo analizado en § 2.4. Por
tanto, sus miembros recibirán en dinero la totalidad de su ingreso básico.
Inclusomás, supongamos que no se da producción alguna, y que por tanto
podemos suponer que el ingreso de cada persona consiste exclusivamente
ensu ingreso básico, una cantidad igual de algún tipo de divisa que se pue-
de utilizar para comprar o alquilar bienes ya existentes. Como en el caso
anteriot, no hay diferencias signi cativas entre las capacidades de las di-
ferentes personas, y los dos miembros típicos de esa sociedad, Curioso y
Risueño, tienen gustos idénticos, excepto que a Curioso le gusta bucear
mientras que Risueño se muere por tomar el sol, y que, por esto mismo,
Risueñoha alquilado una parte de la playa y Curioso ha hecho lo propio
conuna parte de las rocas de la costa.' Manteniendo el respeto a la libertad
formal,la dotación en dinero se sitúa al nivel mayor posible, lo que en este
sencillocaso quiere decir simplemente que todos los recursos no humanos
de la sociedad (digamos, playas, acantilados y zarzamoras) se encuentran a
disposiciónpara alquilar o vender. Consecuentemente, la libertad real de
Curiosoy de Risueño, y de cualquier otro individuo, para hacer todo aque-
loquepudieran querer hacer resulta todo lo amplia posible desde la pers-
pectivaque se ha presentado. De esta manera parece bastante inocua.
Supongamos,de todas maneras, que por alguna razón la estructura de
precioscambia y que la renta de los acantilados se reduce mientras que au-
mentala tenta de las zonas de playa. Como resultado de esta situación,
aumentala libertad real de Curioso a la hora de hacer lo que quiere bacer y se
reducela de Risueño, puesto que una vez pagada la renta Curioso puede
dedicaruna mayor cantidad para hacer otras cosas (por ejemplo, para con-
sumir -al precio que no ha cambiado- cantidades mayores de moras,
productorespecto al cual ambos individuos son insaciables) mientras que
Risueñopuede dedicar una cantidad menor. Pero nos vemos forzados a de-
cirque la libertad real de los dos, a la hora de hacer todo lo que pudieran que-
rerhacer,no se ve afectada por esos cambios de precios. Esto tiene consecuen-
ciasbastantedesastrosas. Una de esas implicaciones es que convierte en un
sinsentidotoda la discusión realizada en § 2.4 porque si ninguna estructu-
adeprecios la cambia tampoco lo hará una que asigne precio cero a algu-
nosbienes,y la libre disposición no precisa ninguna razón especial para ser
Consideradaequivalente a las ayudas en forma de dinero en la medida en

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72 Libertad real para todos

que estemos hablando de libertad real para todos. Solamente se puede de.
fender una actitud favorable a la forma dinero de la dotación si la estructu-
ra de precios no es arbitraria, puesto que cuáles serán las diversas combina-
ciones de bienes que se ajusten al conjunto oportunidad asociado con un
ingreso básico en dinero es algo que depende de manera crucial de los pre-
cios que se deciden mantener.
No nos detendremos mucho en analizar la sugerencia de alguien que
nos proponga que deberíamos adoptar el vector de precios que seobtieneen un
equilibrio competitivo perfecto, es decir, el conjunto de precios que iguale a la
oferta y a la demanda como resultado de una interacción atomística, per-
fectamente informada y completamente libre entre Curiosoy Risueñoyde
todos los restantes ciudadanos, dotado cada uno de ellos con un ingreso bá-
sico igual." ¿Por qué deberíamos preocuparnos por ello? Una manera de
afrontar esta cuestión consiste en darse cuenta, primero, de que la propues-
ta hecha supone exigir que las dotaciones heterogéneas de bienes (acantila-
dos, playas y zarzamoras) de las que están dotadas las diferentes personas
deberían tener todas el mismo valor competitivo. En otros términos, la pro-
puesta supone la elección de los valores competitivos como la métrica ade-
cuada para juzgar si la libertad que se basa en los recursos externos está
distribuida justamente. De esa manera compite con cierto número de pro-
puestas alternativas. El problema que todas enfrentan es que las dotaciones
heterogéneas que tienen las diversas personas les capacitan para hacercosas
diferentes. Incluso en una economía altamente mercantilizada, no se pue-
den intercambiar de manera sencilla unas dotaciones por otras y no sepuede
decir, por tanto, que dos dotaciones de valor competitivo idéntico puedan
suministrar una idéntica libertad real para que puedan hacer lo que pudie-
ran querer hacer. Por todo ello, ¿cómo se podría aplicar nuestro criterio le-
ximín de libertad real, cuando las personas tienen conjuntos de bienes que
les ofrecen conjuntos de oportunidad diferentes?
Una posible primera respuesta sería decir que diferentes conjuntos de
oportunidad son desiguales solamente si uno es un subconjunto propio del
otro.» Con esta noción exigente de desigualdad, el criterio leximín de li-
bertad real justi carấ-incluso sin ninguna tendencia a la contribución de
las desigualdades a la suerte de los que están peor- un abanico tan amplio
de situaciones percibidas intuitivamente como desiguales (por ejemplo, diez
playas y un castillo para unoy un arbusto de zarża para el otro) que vale la
pena buscar algún otro criterio.
En segundo lugar puede que queramos medir los conjuntos de oportu-
nidad de alguna manera física, por ejemplo, contando las opciones quecon-
tiene cada uno, o, quizás de manera más sutil, asignando a cada una deesas
opciones un peso que tenga en cuenta las complejidades espacio-tempora-
les. En relación con el primero, este segundo tratamiento tiene la ventaja
de producir en principio una ordenación completa de los conjuntos de

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El mayor ingreso básico sostenible 73

onortunidad, en vez de una enormemente parcial, a la vez que se toma en


cuenta en serio la noción de «cantidades de libertad»." Un problema serio
que aparece aquí es que solamente se supera esta condición si se puede ope-
rar con conjuntos de opciones comparables de alguna manera, a pesar de
aue se interpreten de manera más natural como conjuntos que tienen un
número in nito de elementos. Cuando nos movemos de los planteamien-
tos de principio hacia cuestiones prácticas, surge otro problema puesto que
la ordenación completa degenera rápidamente, por falta de datos relevan-
tes, en un orden que no es menos parcial que el ofrecido por la primera op-
ción. Pero incluso suponiendo que pudiéramos disponer, recoger y procesar
roda la masa de datos relevantes, ¿qué utilidad tendría el enorne agregado
deactos espacio-temporales que tendríamos entre manos? Ciertamente po-
dríamos decir bastante razonablemente que esos agrupamientos constitu-
ven las cantidades de libertad asociadas con diversas dotaciones de bienes
externos. Y, ¿para qué sirve todo ello? Si esas cantidades resultan desigua-
les,¿se sigueincluso dejando a un lado cualquier argumento que separe
la igualdad y el criterio leximín- que los recursos externos asociados y la
libertad real se han distribuido injustamente? ¿Por qué nuestra preocupa-
ción por una distribución justa de las dotaciones externas nos hace atender
a estos agregados físicos complejos?
Una tercera forma de tratar el asunto ofrece una manera éticamente
más atractiva de hacer conmensurables entre sí a los diferentes conjuntos
de oportunidad. Consiste en establecerlos en términos del nivel de bienes-
tar que permiten alcanzar a las personas dotadas con los correspondientes
recursos externos para lograrlo. Exceptuando de nuevo los argumentos
queseparan el leximín de la igualdad, estos recursos están distribuidos
justamentecuando resulta igual para todos el nivel más alto de satisfac-
ciónde las preferencias que cada uno puede alcanzar con su dotación. Una
vez más se hacen precisas ciertas complejidades y re namientos.> Pero,
nose logra evitar una di cultad central, relacionada estrechamente con la
razón fundamental para, a la hora de justi car, optar por un tratamiento
quese centre en la libertad o en la oportunidad en lugar de en una medi-
dadel resultado o de los logros. Esta razón fundamental reside en que, sal-
vo en casos especiales de adicción o similares, 1las personas deben incluir
lasconsecuencias de las preferencias o de los gustos que tienen en su nivel
debienestar o de satisfacción de sus preferencias. Por consiguiente, quie-
nestienen gustos más caros, con preferencias más diffciles de satisfacer, no
tienenpor qué recibir cantidades mayores de recursos. Es cierto que igua-
lar la oportunidad de bienestar de las personas en este sentido que hemos
esquematizadono es lo mismo que igualar su bienestar. Los individuos se
hacenresponsables de las consecuencias de sus acciones. A pesar de todo,
bajouna oportunidad igual (o leximín) para el bienestar, lo mismo que bajo
unbienestar igual (o leximín) quienes tienen gustos más caros tienen de-

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74 Libertad real para todos

recho a una compensación extra a expensas de quienes tienen unas aspira-


ciones más modestas."

2.7. PRECIOS COMPETITIVOS, COSTES DE OPORTUNIDAD


Y LA AUSENCIA DE ENVIDIA

Sobre esos supuestos, volvamos a la propuesta de que deberíamos eva-


luar los conjuntos de oportunidad por medio del valor competitivo de los
recursos externos asociados. A diferencia del primer tratamiento, y de for-
ma similar a los otros dos, potencialmente ofrece una ordenación comple-
ta. Pero, la intuición por la que se guía no es ya que la gente debería
conseguir recursos que crearan para todos las posibilidades de una igual
magnitud física. No se trata de que consiguieran recursos que sean igual-
mente importantes para ellos en términos de cuán felices les permitirán ser.
Más bien consiste en que deben conseguir recursos, que son igualmente va-
liosos en tếrminos de los usos potenciales para otros, a los que tienen que
renunciar como resultado de la asignación que se ha hecho. Cuanto más le
interesa a otro un recurso particular y cuanto menos hay de él en suma,
cuanto más preciado es en la sociedad correspondiente- mayor será su pre-
cio de competencia. En este sentido, se puede decir que la métrica que es-
tamos proponiendo aquí para las oportunidades re eja loscostesdeoportuni-
dad: el peso asignado a cada recurso re eja el coste que para otros tiene el
no ser capaz de utilizarlo.38
Una distribución justa de libertad real basada en los recursos externos
resulta así asociada con una distribución de las dotaciones externas que
sean en este sentido igualmente (o leximín) valiosas. Este cuarto trata-
miento evita mani estamente la indeterminación del primero y tiene un
atractivo ético del que carecía la segunda perspectiva. Incluso algo más,
aunque dota de un papel esencial a las preferencias de los individuos no lo
hace de manera que resulte vulnerable a la objeción de los gastos caros, que
resultaba fatal para el tercer tipo de' planteamiento, puesto que el papel
asignado a las preferencias de cada uno se plantea para determinar lo valio-
so que es cada uno de los comnponentes del conjunto y no para determinar
lo amplio que pueda ser su propio conjunto. De la misma manera que lo
que cuenta como un recurso viene determinado por lo que los miembros de
una comunidad se preocupan por conseguir, cuánto sea el peso de un re-
curso en la parte de cada uno viene determinado por cuánto se preocupan
los otros por ese recurso (o por todo lo que sea preciso para conseguirlo), es
decir, cuánto les «cuesta» no tenerlo (y los factores que necesitan para su
producción) incluido en su propia dotación. Por ejemplo, si sucede que
muchos pre eren los acantilados a las playas, quienes tengan solamente
playas en su parte «igual» tendrán más que si ocurriera lo contrario." Todo
esto justi ca a primera vista una opción favorable a unas dotaciones en di-

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El mayor ingreso básico sosteníble 75

nero igualadas maximalmente con los precios de todos los bienes determi-
nados por mercados competitivos. Por supuesto que esta presunción en fa-
yor de la forma dinero y de precios establecidos por la competencia se
puede invalidar por el tipo de consideraciones discutidas previamente ($ 2.4),
mientras que la posición inicial favorable a la igualdad puede verse en di -
cultades por la búsqueda de la satisfacción del criterio leximín. Esto ocu-
rrirá, en particular, como veremos (§ 4.4) en situaciones en las que hay
razonesestructurales que di cultan la competencia o que impiden la trans-
parencia de los mercados. En tal situación, quienes consiguen el bien cuya
oferta esescasa se apropian de una renta, es decir, reciben un regalo adicio-
nal, que puede ser en parte retirado (pero no debería serlo totalmente en ra-
zón del criterio leximín), de manera que se generan desigualdades justi -
cadas en las dotaciones.
Otra manera más de situar en su perspectiva esta propuesta, y por tan-
to darle un apoyo adicional, consiste en señalar sus estrechos vínculos con
la noción de equidad, como la caracterizan muchos economistas en términos
dela conjunción entre e ciencia y ausencia de envidia." Supongamos, por
un momento, que el precio relativo de las playas es superior a los precios de
equilibrio competitivo, y que el precio de los acantilados es menor. Por
de nición, se daría una sobreoferta de playasy una demanda no satisfecha
deacantilados. El primer rasgo es poco atractivo porque una preocupación
por un máximo de libertad real para todos resulta difícilmente compatible
con que se queden sin utilizar algunos recursos. Y, el segundo rasgo es
poco atractivo porque implica que, como un re ejo de que los conjuntos
de oportunidad efectiva de las personas no vienen descritos plenamente
porsus iguales dotaciones monetarias, los que tienen suerte o se dan prisa
enconseguiresos bienes, de los que hay una escasa oferta, y quienes no tie-
nen tanta suerte o no son tan rápidos terminarán con oportunidades desi-
gualesa la hora de hacer lo que quieren. Si, en lugar de darse lo anterio,
todos los recursos se venden a los precios resultado de la competencia, es
decir, licitados al mejor postor entre los Risueños y Curiosos perfecta-
mente informados y con iguales dotaciones, ningún recurso utilizable se
quedarásin utilizar y la igualdad de los presupuestos respectivos será su-
ciente para garantizar que nadie podrá conseguir más de lo que quiere
conlos recursos que otra persona tiene para acceder a lo que quiere con su
propiedad.
Todaséstas son propiedades interesantes y atractivas de los equilibrios
competitivoscon igual dotación, pero no nos ofrecen una justi cación di-
rectade los precios de competencia sobre la base exclusiva del liberalismo
auténtico, porque apelan a la libertad de las personas para hacer lo que efec-
tivamente quieren en lugar de apelar a su libertad de hacer lo que pudieran
querer hacer (véase § 1.5). Las desviaciones de los precios competitivos de
equilibrio crean en general situaciones en las que al menos una persona po-

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76 Libertad real para todos

dría conseguir más de lo que ella efectivamente quiere sin que nadieconsi.
ga menos, de la misma manera que situaciones en las que una personapo-
dría conseguir más de lo que efectivamente quiere con alguna otradotación
diferente de la que posee. Pero, esto no implica que la elección deprecios
en el equilibrio competitivo sea obligatoria, conjuntamente con unasigua-
les dotaciones en dineros, ante una preocupación por la libertad real igual
(lo que es también, en este sencillo mundo del ejemplo, leximín) dehacer
lo que unopuede querer hacer.
A pesar de todo, estas consideraciones apelan a un criterio éticamente
atractivo para evaluar la justicia de las distribuciones de los conjuntos de
oportunidad, cuando uno de ellos no es subconjunto propio del otro. No
resulta su ciente, si lo que se pretende es obtener una distribución leximín
de la libertad real, para distribuir recursos externos en una situación en la
cual ningún conjunto de oportunidad (como viene determinado poresos
recursos) es un subconjunto propio de algún otro. Podemos exigir laasen-
cia de envida, es decir, exigir que nadie pre era para sí el conjunto deopot-
tunidad de algún otro o, al menos, en un estilo leximín, quesolamente
se debería tolerar la violación de la ausencia de envidia así de nida en la
medida en que sirva para mejorar la posición de quienes tienenenvidia-
En otros términos, cuando se persigue la libertad real leximín, lasituación
igualitaria, que puede servir como referencia y respecto a la cual seestable-
cen las desigualdades en libertad real, deberá ser una situación en la cual
todos tengan una libertad real «igual» en el sentido de que nadie tieneen-
vidia de ningún otro, y no en el sentido de que todos tengan oportunida-
des idénticas, oportunidades de igual magnitud espacio-temporal, u opor-
42
tunidades que den acceso al mismo nivel de bienestar.
Una vez que se acepta lo anterior, estamos acercándonos mucho a jus-
ti car los precios de competencia como la manera apropiada de medir las
dotaciones externas. Dos teoremas muy útiles establecen un estrecho
vínculo entre la igualdad como ausencia de envidia y el uso de precios de
competencia. Uno de ellos establece (en el supuesto de que lasdotaciones
internas sean idénticas) que hay alguna asignación que es simultáneamen-
te e ciente (en el sentido débil del óptimo de Pareto) y libre de envidia, y
que se puede alcanzar mediante una licitación perfectamente competitiva
en la que todos participen con poderes de compra iguales -o, demanera
equivalente, mediante una interacción perfectamente competitiva entre in-
dividuos dotados inicialmente con una parte igual de todos losrecursosex-
ternos- Lo que plantea este primer resultado es solamente una imprecisa
justi cación de los precios competitivos, porque en general hay muchases-
tructuras de precios no competitivas que satisfacen esas mismas dos condi-
ciones. No es necesario que se establezcan los precios de las playas y los
acantilados a su nivel competitivo de igualdad de recursos para que la dis-
tribución resultante sea e ciente y que en ella los Curiosos no deseen in-

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El mayor ingreso básico sostenible 77

tercambiar sus recursos con los Risueños, ni que los Risueños quieran lo
propio con los recursos de los Curiosos."" Micntras que la igualdad de los
conjuntos de recursos, tal como se mide por los precios competitivos, en-
traña la igualdad de los conjuntos de oportunidad en cl sentido débil de la
ausenciade envidia, lo contrario no es cierto.
Pero hay otro teorema que ajusta más la conexión. En una economía
amplia, en la cual es muy diversa la dispersión de los gustos, no sigue sien-
do cierto que haya muchas asignaciones que no sean dotaciones iguales en
el equilibrio competitivo y que se mantengan a la vez como e cientes y li-
bres de envidia. En el caso extremo en que se dé un perfecto continuo de
preferencias, se puede demostrar que solamente una asignación de equili-
brio competitivo con participantes igualmente dotados al principio, puede
sera la vez e ciente y satisfacer el test de la falta de envidia. Nuestro pro-
blema está resuelto, en la medida en que el mundo real se asemeja más a
ese continuo que al mundo polarizado de Curioso/Risueño. Si queremos
hacer de la ausencia de envidia al menos una condición necesaria para la
igualdad de la libertad real basada en los recursos externos, y si no quere-
mos que la asignación sea ine ciente, es decir, que sea tal que uno pueda
mejorar en ella dándole a alguien más de lo que quiere tener sin darle me-
nosa otros, entonces la evaluación apropiada debe ser conducida en tếrminos
de aquellos precios de equilibrio competitivo que se obtendrían si todos
hubierancomenzado con dotaciones idénticas. Por tanto, bajo las condicio-
nesestablecidas, existe una estructura de-precios no arbitraria que impide
la indeterminación del conjunto de oportunidad asociado a un determina-
doingreso monetario. Ciertamente, la estricta noción de igualar o leximi-
nizar la oportunidad de los individuos para que puedan hacer todo lo que
pudieran querer hacer no resulta su ciente para guiarnos en la elección.
Peroel estrecho vínculo con la ausencia de envidia nos ofrece, a mi parecer,
unfuerte apoyo favorable a la perspectiva de que la manera justa de distri-
buir la libertad real, basada en los recursos externos, es procedera unas
dotacionesde los individuos ordenadas según el criterio leximín, valora-
dasen términos de los precios competitivos."°4 Volveremos más adelante
(§ 4.4) a estudiar qué se debería hacer en situaciones de desviación sistemá-
ticadel equilibrio competitivo. Pero, aceptando por el momento la posibi-
lidadde un establecimiento impreciso de los precios competitivos, queda
bienreivindicado el supuesto en favor de una dotación universal máxima
en dinero y a los precios competitivos.

2.8. LA COMPARACIÓN DE LIBERTAD REAL ENTRE REGÍMENES DIFERENTES

Nos encontramos ahora en condiciones de examinar otra objeción al


hechode utlizar el ingreso monetario como un índice adecuado de la li-
bertadreal.Pero hay problemas serios, tan pronto como queremos utilizar-

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78 Libertad real para todos

lo con el objeto de hacer comparaciones entre regímenessocioeconómicos.


Comparaciones que obviamente debemos hacer si queremos evaluar los
méritos relativos de tipos diferentes de regímenes, tales como el capitalis.
mo o el socialismo. Supongamos, por ejemplo, que bajo el socialismo un
cierto nivel G de ingreso básico se agota en la obtención de algún conjun-
to particular de bienes g (por ejemplo, comida y vivienda adecuadamáslas
obras completas de Marx y una robusta bicicleta), conjunto quetambiến
agota el ingreso básico de quienes quisieran comprarlo en condicionesca-
pitalistas. Pero, además de g, los miembros de una sociedad capitalistapue-
den tambiến elegir algún otro conjunto g* (digamos, comida yvivienda
adecuada más un videojuego Nintendo) que no está disponible en elsocia-
lismo, y que pre eren a g, mientras que lo contrario no es cierto. Diríamos
entonces, posiblemente, que la libertad real leximín está mejoratendida
por el ingreso básico capitalista que por el ingreso básico socialista, y qui-
zá nos mantengamos en esa posición incluso si g+ h (por ejemplo el mismo
conjunto anterior más un coche Volga) pudiera comprarse con lasubven-
ción bajo condiciones socialistas mientras que alguien que estuvierares-
tringido a esa subvención no se le pudiera permitir bajo el capitalismo, en
la medida en que todos pre eran al menos una de las situaciones g*, quese
pueden comprar con el ingreso básico bajo el capitalismo pero que nosepue-
den obtener bajo el socialismo, en lugar del conjunto g+h. Pero, iqué
podemos decir, si alguien pre ere el conjunto estándar para el que el in-
greso básico (mayor sostenible) es su ciente bajo el socialismo, pero quere-
sulta insu ciente en el capitalismo, mientras que otros pre eren almenos
una de las posibilidades más variadas accesibles con el ingreso básico (ma-
yor sostenible) capitalista? Nos encontramos con dos conjuntos deoportu-
nidad, ninguno de los cuales es unánimemente preferido al otro. ¿Quési-
tuación puede considerarse superior?1
Observemos, primero, que para evaluar los méritos relativos del capi-
talismo y del socialismo en tếrminos de nuestro criterio no hace falta que
seamos capaces de comparar, en tếrminos del criterio, una sociedadcapita-
lista con otra sociedad socialista. La cuestión es si, para un determinado
país en particular, con sus tradiciones, sus gustos, sus actuales reservasde
recursos naturales y de otro tipo, etc., el socialismo o el capitalismo produ-
ce mejores resultados en términos de nuestro criterio. Nuestro asunto no
consiste en buscar una manera signi cativa de comparar el conjunto de
oportunidad de las personas menos libres del Egipto de los faraones, de la
Toscana renacentistay de la Rusia soviética. Ni tampoco se trata de com-
parar el conjunto de oportunidad de los menos libres hoy en día enChica-
go, Londres y Hong Kong. Se trata de evaluar el conjunto de oportunidad
que se puede ofrecer de manera sostenible a los peor situados en alguna so-
ciedad determinada bajo regímenes socieconómicos alternativos. Con esto
se reduce muchísimo el ámbito de variación en los conjuntos de bienesque

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El mayor ingreso básico sostenible 79
510032
puedeesperarse que estén disponibles en las dos situaciones que van a ser
comparadas.
Bn segundo lugar, recordemos, que tanto bajo el capitalismo como
bajo el socialismo, la libertad real leximín exige que a los bienes se les
puedan asignar precios que re ejen su coste de oportunidad, ya sea por
medio de la operación de auténticos mercados ya sea por la intervención
de instituciones que los imiten. Hemos aceptado ($ 2.4) que hay algunas
categorías de bienes para las que se puede hacer alguna excepción, pero
lasbases para hacerla son las mismas bajo el capitalismo y el socialismo,
y por tanto no hay razón para esperar que sus versiones óptimas diverjan
enestesentido. Por tanto, una vez que nos damos cuenta de que nues-
tra atención se puede restringir legítimamente a las versiones más prome-
tedorasde los diversos tipos de regímenes, es decir, a las formas de socia-
lismo o de capitalismo que han incorporado una protección adecuada de
la libertad formal y que han adoptado unas estructuras de precios que
aseguranuna distribución justa de la libertad real que se basa en los re-
cursosexternos, entonces se reduce enormemente la di cultad de compa-
rarregímenes diferentes atendiendo a la libertad real leximín. Se puede
esperarentonces no sólo que varíe poco de un régimen a otro el espectro
delos bienes, con relación a lo que es lógicamente posible, sino que tam-
biến se espera que varíen poco los precios a los que se pueden conseguir
esos bienes.
En tercer lugar, todo lo que hemos dicho no elimina que un determi-
nadorégimen pueda generar una pauta de demanda que conduzca a que al-
gunos bienes resulten no disponibles, o que sean accesibles solamente a
unospreciosrelativos muchísimo má altos. Podemos imaginar, por ejem-
plo,queun tipo de régimen pueda estimular un gusto tan fuerte por la vi-
vienda unifamiliar que prácticamente desaparezca la construcción de edi -
cios de apartamentos, o que un tipo más igualitario de régimen pueda
conducira que se ponga un precio a un perfume de lujo más allá de lo que
unosepodría permitir incluso una sola vez con el mayor ingreso básico sos-
tenible, mientras que un régimen menos igualitario puede, debido a eco-
nomíasdeescala, mantenerlo en un nivel de carestía algo más moderado."
Estoes cierto, pero lo ms probable es que sea de una importancia insig-
ni cantecomparado con el impacto masivo, tanto sobre el conjunto de
bienesdisponibles como sobre sus precios relativos, que pueden tener las
diferentestasas y tipos de innoyación técnica. Pero que se dé la innovación
técnicano hace que pierda totalmente su sentido la comparación del pro-
ducto interior bruto de un país a lo largo del tiempo. De hecho, precisa-
mentese trata de uno de los principales fenómenos que intentan re ejar ta-
lescomparaciones. En todo caso, la comparación temporal entre ingresos
realesmás bajos debería ser más fácil que comparar ingresos agregados. La
Comparación,en este aspecto, de dos situaciones potenciales de la misma

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80 Libertad real para todos

sociedad no resulta ser fundamentalmente diferente de la comparación de


dos situaciones sucesivas. 50
Qué decir si la disponibilidad de algunos bienes -por ejemplo, laad-
quisición de medios de producción con el objeto de establecer un negocio
propio resulta excluida por la misma de nición de algún tipo de régi-
men en este caso, el socialismo- en lugar de ser el resultado deldesa-
rrollo de los gustos o de la tecnología que estimula? Incluso si el socialis-
mo pudiera ofrecer un ingreso básico superior, ¿no podría este hecho
impedirnos a rmar su superioridad sobre el capitalismo desde un punto de
vista liberal? Ciertamente, el socialismo ha sido de nido por lapropiedad
pública de la mayor parte de los medios de producción. Por tanto, la exis-
tencia de pequeñas empresas privadas es tan consistente con él como con el
capitalismo. Puesto que el establecimiento, la propiedad y el desarrollo de
pequeñas empresas puede ser considerado relevante solamente para el lexi-
mín de la libertad real, esto no plantea necesariamente una di cultad rele-
vante. A pesar de todo, no podemos eliminar a priori el hecho de que una
prohibicióốn sobre todo tipo de empresas privadas, grandes y pequeñas,
pueda permitir un ingreso básico sostenible mayor que bajo cualquierfor-
ma más permisiva de socialismo. Pero no hay razón alguna para queesta
eliminación institucional directa de ciertas opciones sea tratadanecesaria-
mente de forma diferente a la eliminación indirecta producida mediantela
conformación de gustos o por el progreso técnico. Si la comparación delos
niveles reales de ingreso mínimo es signi cativa en uno de los casos, tam-
biến lo será en el otro.
Estas rápidas observaciones no son su cientes para garantizar que las
comparaciones inter-regímenes sean un trabajo conceptual cómodo paralos
auténticos liberales, solamente nos permiten avanzar hasta que volvamosal
tema al comienzo del capítulo nal (§ 6.1), en el contexto especí co de la
comparación entre capitalismo y socialismo.

APÉNDICE: EL INGRESO BÁSICO EN CONTRASTE CON


EL IMPUESTO NEGATIVO SOBRE LA RENTA

La relación existente entre las propuestas típicas de ingreso básico y de im-


puesto negativo sobre la renta puede verse a partir de la comparación de las
gs. 2.1, 2.2 y 2.3. Las dos propuestas di eren de la más habitual, el tipo «co-
rrector» de ingreso mínimo garantizado ( g. 2.1) que se consigue haciendodel
ingreso después de impuestos y de transferencias (eje vertical) una función mo-
nótona creciente del ingreso antes de impuestos y de transferencias (ejehorizon-
tal). Pero, para un nivel dado de garantía, y suponiendo un sistema impositivo
proporcional, un plan de ingreso negativo sobre la renta ( g. 2.2) consigueel
mismo resultado nal (sujeto a las cruciales cuali caciones sobre las que insistí

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El mayor ingreso básico sostenible

plan de ingreso básico ( g. 2.3), solamente dando a algun


bida y solamente tomando de los otros los impues-
en§ 2.2)que un
la transferencia netadeb
iados por ellos, en lugar de darles a todos la misma transferencia
Sonas otros ingresos.
sitivamente con impuestos a todos los otr
tos ne
brutaygravarpositi

ingreso
ingreso
ingreso neto
neto
neto

45°
450
ingreso
ingreso
ingreso bruto
bruto
bruto
FIG. 2.2. Plan de im- FIG.2.3. Ingreso básico
FIG. 2.1. Planes de in- nanciado mediante un
puesto lineal negativo
greso mínimo garanti- impuesto lineal sobre la
sobre la renta (M. Fried-
zado existentes renta
man 1962)

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Inventario
BC 2021
Título original: Realfreedom for al. What (if anything) can justify capitalism)
Publicado en inglés por Clarendon Press, Oxford,

Traducción de J. Francisco Álvarez

Cubierta de Víctor Viano

BIBLIOTECA CENTRAL
UNAM

P319

1° edición, 1996
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares
del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción
total o parcial de esta obra por cualquier método o procedimiento, comprendidos
la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares
de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

1995 byPhilippeVanParijs
© de todas las ediciones en castellano,
Ediciones Paidós Ibérica, S.A.,
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona
y Editorial Paidós, SAICE,
Defensa, 599 - Buenos Aires

ISBN 84-493-0295-1
Depósito legal: B-40.696/1996

Impreso en Grà ques 92, S.A.,


Torrassa, 108 - Sant Adrià de Besós (Barcelona)

Impreso en España - Printed in Spain

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«Es posible seguir considerando la igualdad concreta entre
los hombres como un valor fundamental a pesar del fracaso mani esto
de todas las políticas orientadas en este sentido en todo el mundo?
Quienes aún están convencidos de esta posibilidad, ¡deben renunciar
por todas a identi car este objetivo con el tradicional
instrumento de la propiedad pública de los medios de producción?
La libertad y la igualdad, ¿resultan conciliables sobre bases teóricas,
más allá de los callejones sin salida a que las ha conducido el
pensamiento marxista? En breve: ¿posee la izquierda los medios
intelectuales necesarios para pasar de la defensiva a la ofensiva en el
debate ideológico contemporáneo? Hay una perspectiva que se podría
denominar "postsocialista" y que es la adoptada por aquellos que
buscan una respuesta a rmativa rigurosamente basada en todas estas
cuestiones y que, aun permaneciendo eles al ideal representado por
la palabra "socialismo", están dispuestos a cuestionar radicalmente
los medios que suelen asociarse con él. El libro del lósofo belga
Philippe Van Parijs es, sin duda, el exponente más representativo
y elaborado de esta posición ideológica....
ALAINWOLFELSPERGER,
Analyses de la S.E.D.E.IS.

<Un libro absolutamente recomendable por su reconocimiento de la


naturaleza global del sistema económico y político... Su exhaustivo
análisis de la teoría ideológica constituye una importante contribución
a la cada vez más numerosa bibliografía normativa sobre el tema...»
Times Higher Education Supplerment

ISBN 84-493-0295-1
450 4 5

9 788449302954

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