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Reflexiones sobre Jonás y la Obediencia

El documento presenta un análisis del libro de Jonás en la Biblia. Explica que Dios le ordenó a Jonás predicar en Nínive, pero Jonás desobedeció y huyó. Dios envió una tormenta y Jonás fue arrojado al mar, donde fue tragado por una ballena. El documento analiza los eventos y las lecciones sobre la soberanía de Dios.

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Reflexiones sobre Jonás y la Obediencia

El documento presenta un análisis del libro de Jonás en la Biblia. Explica que Dios le ordenó a Jonás predicar en Nínive, pero Jonás desobedeció y huyó. Dios envió una tormenta y Jonás fue arrojado al mar, donde fue tragado por una ballena. El documento analiza los eventos y las lecciones sobre la soberanía de Dios.

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Buenos días queridos hermanos, el devocional de hoy está en el libro

de Jonas, capitulo 1, veros 1 hasta el 17 y veremos: “TERAPIA PARA


LA DESOBEDIENCIA…”
Leamos juntos la porción del día de hoy Jonas 1:1-17

Jon 1:1 Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo:


2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra
ella; porque ha subido su maldad delante de mí.
3 Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y
descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando
su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la
presencia de Jehová.
4 Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el
mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave.
5 Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y
echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de
ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había
echado a dormir.
6 Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes,
dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de
nosotros, y no pereceremos.
7 Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes,
para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y
echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.
8 Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido
este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y
de qué pueblo eres?
9 Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos,
que hizo el mar y la tierra.
10 Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: ¿Por qué
has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de
Jehová, pues él se lo había declarado.
11 Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos
aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más.
12 Él les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os
aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran
tempestad sobre vosotros.
13 Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra;
mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más
contra ellos.
14 Entonces clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora,
Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni
pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has
hecho como has querido.
15 Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su
furor.
16 Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y
ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos.
17 Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y
estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.
Adoremos al Señor meditando en este cantico: Oh Gran Dios
Altísimo…

Estamos situando a Jonás en el siglo noveno (aunque podría ser


también cerca del principio del siglo octavo A.C.). Es uno de los pocos
profetas que se mencionan específicamente en la sección histórica del
Antiguo Testamento (2 R 14.25). De ese contexto deducimos que su
ministerio comenzó o antes del reinado de Jeroboam II, o durante el
mismo, y Jeroboam III gobernó en el siglo octavo. Tanto en el libro
que escribió como en el libro de los Reyes, Jonás se identifica como el
hijo de Amitai (Jon 1.1). En Reyes, se le identifica también como
procedente de Gathefer, un pueblo cercano a Nazaret.
Es digno de tener en cuenta que la historicidad de Jonás el profeta
queda verificada en las secciones históricas del Antiguo Testamento,
y también en el Nuevo por las palabras del mismo Jesucristo. El
Señor, en realidad, compara su propia muerte y resurrección con la
experiencia de Jonás (Mt 12.39-41). Jesús enseña claramente la
exactitud histórica del contenido del libro de Jonás al comparar ese
contenido con sus propias muerte y resurrección históricas, sucesos
que tienen que ser históricos para que el cristianismo tenga validez.
No es posible suponer que Jesús hubiera comparado unos sucesos
históricos tan trascendentales como su propia muerte y resurrección
con una parábola del Antiguo Testamento. Decimos esto porque
muchos han dudado de la historicidad de Jonás y de todo lo que le
sucedió.
Para comprender el libro hay que situarlo en el fondo histórico de los
siglos noveno y octavo. Era aquel un momento en el que Asiria
estaba surgiendo como un gran poder en el mundo. Los asirios eran
un pueblo que vivía en el área de Mesopotamia, y aunque no son
mencionados por su nombre, es de suponer que fueran el pueblo
procedente del norte que ya había sido una amenaza en los días de
Joel (2.20). Asiria comenzó su gran carrera hacia el poder alrededor
del 900 A.C., en los días de Salmanasar, como lo indica nuestro
cuadro cronológico.
La capital de este vasto imperio era Nínive. Puesto que esta ciudad
constituía una amenaza potencial para el pueblo de Dios, resulta
comprensible que Jonás estuviera renuente a ir para avisarle a aquel
pueblo de la cólera de Dios. En realidad, Jonás no podía querer más
que su destrucción. Sin lugar a dudas, él sabía que debido a la
maldad de los reyes y el pueblo de Israel, el juicio de Dios caería
sobre ellos. Ya Joel lo había advertido claramente. Podemos ver por
qué, cuando Jonás oyó la orden de ir a predicar a Nínive (1.2), no
pudo tener deseo mayor que el ver a Dios borrar a Nínive del mapa y
quitar así de en medio una amenaza muy cierta para Israel (v. 3).
Jonás quería ir en la dirección opuesta a la voluntad expresa de Dios.
De hecho, Jonás nos dirá posteriormente con exactitud por qué
quería desobedecer a Dios en este momento. En Jonás 4.2, le
responderá diciendo: «Sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso,
tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del
mal». ¿Cómo supo Jonás que Dios era esta clase de Dios? Como lo
mostramos en Joel (2.13”… porque misericordioso es y clemente,
tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del
castigo….”), Dios se había revelado mucho tiempo antes exactamente
en esos términos a Moisés (Éx 34.6,7). Puesto que Jonás sabía que
Dios era así y que por tanto era probable que mostrara esa
misericordia hacia Nínive, cuya destrucción él quería, huyó de Dios
(v. 3)
La primera sección de Jonás (1.1-16) relata la comisión de Dios y la
desobediencia de Jonás. Cuando Jonás finalmente desobedece la
voluntad expresa de Dios (la Palabra de Dios que le había sido
revelada), Dios interviene, demostrando que nadie puede ir en contra
de sus propósitos. La voluntad secreta de Dios de salvar a Nínive de
la destrucción no será impedida porque Jonás se haya negado a
obedecer la voluntad revelada. Es importante distinguir entre ambas
categorías de la voluntad divina y no confundirlas. La voluntad
revelada de Dios puede que sea desobedecida por los hombres, pero
nadie puede alterar la voluntad o el propósito secreto de Dios.
El método que usa Dios para intervenir indica su soberanía en todos
los asuntos de los hombres. Leemos en el versículo 4 que envió un
gran viento. Comienza ahora una interesante cadena de sucesos con
los cuales Dios lleva a cabo su propósito con respecto a Jonás. Quiso
que este se hallara en medio del mar en un estado de desamparo.
Esto sucedía a fin de que Jonás fuera humillado y tuviera que
enfrentarse a su total dependencia del Dios del que intentaba huir (v.
15). Entre los versículos 4 y 15 la cadena de sucesos se va
desarrollando mientras Dios lanza el viento sobre el mar. La palabra
hebrea equivalente a «lanzar» se encuentra tres veces en esta
sección. Primeramente, Dios «lanza» el viento. Después los
marineros «lanzan» el equipaje en respuesta al viento, tratando de
salvar el barco y sus vidas (v. 5). Y por último, los hombres «lanzan»
a Jonás al mar (v. 15). Las traducciones usan diversas palabras en
estos tres versículos, pero en hebreo son la misma palabra,
señalando así la soberanía de Dios en su trato con los hombres. Dios
quería a Jonás en el agua y esto es lo que sucedió, por mediación de
los marinos.
En el proceso de poner a Jonás en el desamparo, el Señor tuvo
misericordia de ese puñado de marineros que lo acompañaban en su
infortunado viaje. Hizo que todas las cosas redundaran en su bien.
Notemos primero que nada que los marineros tuvieron miedo (v. 5).
En ese momento eran totalmente paganos y aclamaban a sus propios
dioses paganos. Atrapados en el juicio de Dios contra Jonás, fueron
sometidos a terror primero, y después se les enseñó la verdad de
Dios.
Vemos una vez más la soberanía de Dios en que cuando se echan
suertes, estas caen en Jonás, y no por accidente precisamente. Dios
quería que las cosas pasaran así (v. 7). Ahora Jonás se convierte en
el testigo maldispuesto del Dios de Israel, el Dios de su pueblo, el
Dios del que había intentado huir. Ciertamente, no había sido su
propósito darles testimonio a estos paganos, pero sí había sido el de
Dios, quien era el que dominaba la situación. Jonás les predicó la
verdad con respecto a su Dios (v. 9). Cuando mencionó la tierra
firme, podemos estar seguros de que los marineros se sintieron
interesados. No había palabra que pudiera sonar mejor a sus oídos en
este momento. Él les estaba indicando que confiaran en su Dios, que
era quien dominaba tanto sobre el mar como sobre la tierra.
Los marineros trataron de salvar a Jonás (v. 13). Pero Dios había
determinado que Jonás debía ir al mar. Finalmente, se sometieron a
su voluntad, pero podemos darnos cuenta de cómo llegaron a
conocer a Dios en el proceso. Reconocieron su total soberanía, que le
permitía hacer las cosas según le pareciera (v. 14). Ahora se dirigían
a él con la palabra hebrea «Señor», el nombre de Dios en la alianza.
Cuando lanzaron a Jonás al mar y vieron la calma que siguió
inmediatamente, temieron al Señor aún más (v. 16). Notemos que el
enfoque de temor que habían puesto en la tormenta, había pasado
ahora al Señor de la tormenta. Parecen haber tenido experiencias
genuinas de conversión. Ofrecieron sacrificios e hicieron votos (v.
16). No tenemos derecho a rechazar la autenticidad de esta
experiencia. Lo que les pasó después, no lo sabemos. Las Escrituras
los dejan en este momento a merced de Dios. La atención está
enfocada en la figura de Jonás.
¿Y dónde estaba Jonás? Exactamente donde Dios lo quería, en el
fondo del mar, también a su merced (v. 15) La segunda sección del
libro comienza realmente con el último versículo del capítulo primero.
Habla de cómo Jonás fue salvado del mar y de su confesión a Dios
(vv. 1.7—2.10)
Esta sección está dividida en tres partes desiguales pero bien
diferenciadas, que las iremos viendo más adelante. Primero, se nos
habla de cómo Dios prepara el rescate de Jonás. Mientras este se
hallaba en medio de un mar enfurecido y hundiéndose rápidamente,
ya Dios había preparado un gran pez como el medio que utilizaría
para salvarlo del mar (v. 17). Es de suponer que el Señor había
preparado el pez aun antes de que Jonás fuera lanzado al mar. Esto
nos conduce al gran debate sobre la naturaleza del pez que se tragó
a Jonás. Muchos han discutido que ningún hombre puede vivir en el
vientre de ningún pez o ballena durante tres días. Otros, con igual
vehemencia, han intentado citar casos en que hubo hombres que
sobrevivieron de forma similar a la de Jonás. Ambos grupos están
desenfocados. Dios preparó u ordenó este pez para este propósito.
Eso no significa que podamos encontrar un pez igual al que tragó a
Jonás. ¡El Señor preparó a ese pez para ese propósito! Jonás no podía
vivir en el agua. Se estaba hundiendo, y mientras se hundía, pensó
que se estaba muriendo. Entonces, el gran pez lo salvó del mar
enfurecido.

Nos volveremos a encontrar nuevamente para seguir meditando en la


palabra del Señor
Que tengas una buena jornada y hasta pronto…

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