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Schab, Ana Lisa

Este documento presenta el trabajo final de una estudiante de psicología sobre un caso clínico tratado en una institución psicoanalítica. El trabajo analiza el dispositivo analítico, la transferencia y las intervenciones durante las entrevistas preliminares con una paciente de 30 años con rasgos histéricos. Incluye introducción, objetivos, marco teórico sobre estos conceptos clave y metodología para el análisis del caso. Finalmente, describe brevemente el caso, el proceso de transferencia y las intervenciones del analista.

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Schab, Ana Lisa

Este documento presenta el trabajo final de una estudiante de psicología sobre un caso clínico tratado en una institución psicoanalítica. El trabajo analiza el dispositivo analítico, la transferencia y las intervenciones durante las entrevistas preliminares con una paciente de 30 años con rasgos histéricos. Incluye introducción, objetivos, marco teórico sobre estos conceptos clave y metodología para el análisis del caso. Finalmente, describe brevemente el caso, el proceso de transferencia y las intervenciones del analista.

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Facultad de Ciencias Sociales

Licenciatura en Psicología

TRABAJO FINAL INTEGRADOR


“Dispositivo analítico, transferencia e intervenciones en las
entrevistas preliminares: Presentación de un caso clínico”

Autora: SCHAB, Ana Lisa


Tutor: Lic. Marcos Mustar
Año: 2018
ÍNDICE

1. Introducción ............................................................................................. 2
2. Objetivos .................................................................................................. 3
2.1. Objetivos específicos .............................................................................. 3
3. Marco teórico ........................................................................................... 3
3.1. El concepto de dispositivo analítico ......................................................... 3
3.1.2. La técnica psicoanalítica: las entrevistas preliminares ............................ 7
3.2. La transferencia .................................................................................... 10
3.2.1. Freud y su conceptualización de la transferencia .................................. 10
3.2.2. La transferencia a partir de Lacan ......................................................... 14
3.2.3. Las entrevistas preliminares: la instalación de la transferencia ............. 16
3.3. Las intervenciones en psicoanálisis ....................................................... 19
3.3.1. La interpretación .................................................................................... 19
3.3.2. Algunas consideraciones sobre la interpretación según Freud.............. 20
3.3.3. La interpretación según la perspectiva lacaniana .................................. 23
3.3.4. La cita .................................................................................................... 24
3.3.5. El enigma.1 ............................................................................................ 26
4. Metodología ........................................................................................... 27
4.1. Tipo de estudio ...................................................................................... 27
4.2. Participantes .......................................................................................... 27
4.3. Instrumentos .......................................................................................... 28
4.4. Procedimiento ........................................................................................ 29
5. Desarrollo. ............................................................................................. 29
5.1. Breve descripción del caso. Puntuaciones sobre el disp. analítico ........ 29
5.1.2. El proceso de transferencia desarrollado por la paciente ...................... 32
5.1.3. Las intervenciones del analista .............................................................. 41
6. Conclusiones ......................................................................................... 45
7. Referencias bibliográficas. ..................................................................... 51
8. Anexo: Viñeta clínica del caso ............................................................... 56

1
1. Introducción

La Práctica de Habilitación Profesional V se realizó en una Institución


Psicoanalítica, que brinda asistencia psicológica y desarrolla actividades docentes
y de investigación. La institución se encuentra integrada por un grupo de
profesionales con orientación psicoanalítica que actualmente ofrecen atención
psicológica a adultos, adultos mayores, adolescentes, niños, pareja y familia.
Asimismo y a través de un equipo especializado realizan docencia de posgrado,
actividades de investigación, supervisión y pasantías. Cada uno de estos servicios
cuenta con un coordinador analista y un supervisor. La oferta asistencial es
ambulatoria, individual o grupal y se lleva a cabo en los consultorios de la sede.
La práctica, conforme el plan curricular de la Universidad de Palermo,
consistió en realizar 280 horas en las diferentes áreas del lugar elegido para la
pasantía.
El tema de la tesina surgió durante las clases dictadas en la institución
donde se analizaban diversos casos clínicos. A partir de las puntualizaciones del
material clínico del caso de una paciente de 30 años, devino el interés en ubicar
las coordenadas de un concepto fundamental del psicoanálisis y elemento
esencial para llevar a cabo un tratamiento psicoanalítico, como lo es la
transferencia. Asimismo fue posible definir las distintas intervenciones realizadas
por el analista tratante durante el transcurso de las entrevistas preliminares.
Por último pero no menos importante, el caso clínico permitió la
descripción de las condiciones que conforman el dispositivo clínico analítico en el
cual se desarrolló el tratamiento.
Es importante señalar que el caso se trabajó desde la teoría y la
práctica psicoanalíticas y el seguimiento se realizó a través de entrevistas al
terapeuta y análisis de la historia clínica de la paciente.
De esta manera, el presente Trabajo Integrador Final tiene como
objetivo puntualizar aspectos esenciales y relevantes de la práctica clínica, a partir

2
del análisis de un caso singular y real, con la aplicación del bagaje teórico
fundamental para el desarrollo del ejercicio profesional.

2. Objetivos

2.1 Objetivo general

Analizar desde la teoría y la práctica psicoanalíticas el dispositivo


clínico, la dinámica de la transferencia y las intervenciones que se realizan durante
las entrevistas preliminares del tratamiento de una paciente de 30 años con rasgos
de personalidad histérica.

2.2 Objetivos específicos

Analizar y describir el dispositivo analítico durante las entrevistas


preliminares del tratamiento psicoanalítico de una paciente de 30 años con rasgos
de personalidad histérica.

Analizar las diferentes instancias de la transferencia que se producen


en las entrevistas preliminares del tratamiento psicoanalítico de una paciente de
30 años con rasgos de personalidad histérica.

Describir las intervenciones que realiza el analista durante las


entrevistas preliminares del tratamiento psicoanalítico de una paciente de 30 años
con rasgos de personalidad histérica.

3. Marco Teórico

3.1. El concepto de dispositivo analítico

3
En primer lugar resulta necesario comenzar con una breve exposición
sobre la genealogía, el origen conceptual y técnico del psicoanálisis desde su
concepción como dispositivo.
Foucault (1981) examinó en diversas ocasiones distintos dispositivos
como lo es el de la confesión cristiana por ejemplo, puesto que le interesaba
comprender la manera en que su funcionamiento hace posible la gestión de las
prácticas que producen una subjetividad, es decir, nuevas formas de comprensión
de la realidad y su aplicación dentro de una determinada sociedad.
En tales condiciones el concepto de dispositivo desde la perspectiva de
Foucault, remite a las redes de relaciones entre los enunciados científicos, las
instituciones, sus discursos y sus legalidades. El dispositivo es la red de
naturaleza estratégica, de formaciones heterogéneas que se establece entre
dichos elementos, dentro de un entramado formado por el binomio saber/poder.
Un dispositivo comprende entonces un específico funcionamiento técnico y
permite responder a ciertas necesidades o urgencias (Foucault, 1981).
Siguiendo los lineamientos de Bleger (1960), se podría pensar el
psicoanálisis como un dispositivo entre otros. Para ello resulta fundamental
describir cómo opera, cómo tiene lugar y se despliega el proceso psicoanalítico en
un texto clásico del psicoanalista argentino, donde plantea que dentro de eso que
llamamos situación analítica, es decir todo aquello que ocurre en la relación
terapéutica entre paciente y analista, hay algo que no varía y que se denomina
encuadre.
Bleger (1960) postula que el encuadre consiste en aquellas constantes
que, dada su invariancia, permiten el flujo de un proceso y, asimismo, hacen
posible la investigación dentro de un campo de análisis. El encuadre se define
desde la posición del analista que fija determinadas condiciones, pero sin
embargo, se construye en la misma relación con el paciente de una manera viva
y muchas veces impredecible.
Es importante destacar que el encuadre en la situación analítica incluye
otros elementos además del espacio, lugar, roles y objetivos, como por ejemplo la
regla de asociación libre y su contra parte de “atención flotante”, la regla de

4
abstinencia, que establece una asimetría en la relación y el uso de instrumentos,
como la interpretación (Bleger, 1960).
Entre los años 1912 y 1914 Freud publica diversos trabajos sobre el
dispositivo analítico. En Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico,
(Freud, 1912/2013) el autor destaca, sin mencionar explícitamente lo que se llama
encuadre, que la técnica psicoanalítica es la que ha resultado única y adecuada
para la aplicación de sus postulados teóricos y su concepción particular y subjetiva
de un tratamiento. Asimismo, en el artículo Sobre la iniciación del tratamiento
(Freud, 1912/2013) hace un interesante paralelo entre la apertura y el cierre del
juego de ajedrez y las reglas a las que está sujeto el ejercicio del tratamiento
psicoanalítico. En este mismo artículo el autor hace referencia al uso del diván y
señala que esta escenografía, mediante la cual el paciente se acuesta sobre un
diván y el analista se sienta detrás, tiene un particular sentido histórico: es el resto
del tratamiento hipnótico a partir del cual se despliega el psicoanálisis.
Mauer (2014) señala que nada más acertado a la clínica psicoanalítica
que la necesidad de diseñar con cada paciente un dispositivo a medida. Atentos al
padecer de cada sujeto que consulta, el analista se dispone a cartografiar junto
con quienes demandan un tratamiento, las líneas del dispositivo. Siguiendo los
lineamientos de Foucault (1981), Mauer propone que la práctica clínica debe ser
una atenta observadora de cómo operan las redes de subjetividad, saber y poder
en los distintos dispositivos que se recorren y, a su vez, deben funcionar como
orientadores de las intervenciones que se llevan a cabo durante un tratamiento
(Mauer, 2014).
Deleuze (1999) también realiza un interesante señalamiento del
concepto de dispositivo definiéndolo como un conjunto multilineal, una especie de
ovillo o madeja integrado por líneas de distinta naturaleza que siguen diferentes
direcciones. Este particular posicionamiento de apertura y disponibilidad, señala
Mauer (2014), es en la demanda de análisis, como en el caso de la madeja, el
punto de arranque del tejido ulterior. Las líneas del dispositivo se encuentran
siempre sometidas a derivaciones y variaciones de dirección, y constituyen un
proceso en constante desequilibrio y caracteres de sinuosidad y complejidad en

5
cada uno de sus recorridos. Mauer (2014) destaca asimismo la necesidad de
hacer una diferenciación entre los conceptos de dispositivo y encuadre. El
dispositivo aloja al encuadre como uno de sus componentes esenciales. El
encuadre, en cambio, se erige como guardián de la estabilidad, y activa el proceso
analítico y lo regula a partir de reglas prefijadas. El dispositivo, por el contrario, se
construye en inmanencia, se sostiene más que en la fijeza, en sus posibilidades
de variación. La heterogeneidad de dispositivos y diferentes técnicas de abordaje
en la clínica expandieron los alcances de lo analizable.
Desde la perspectiva propuesta por la escuela lacaniana, y conforme lo
define Miller (1998) las condiciones que hacen posible la instalación del dispositivo
y luego el proceso psicoanalítico, o la cura analítica, se abordan desde una visión
crítica y un posicionamiento ético: esto quiere decir, según lo argumenta Miller,
que la misma petición o demanda de análisis ya indica algo sobre el deseo que
quiere movilizar un proceso de búsqueda, por lo que se vuelve fundamental
considerar la misma posición del analista en el imaginario del paciente (el sujeto
supuesto saber) o su propia participación en las resistencias al trabajo de análisis
(el deseo del analista).
Lacan (1960/2013) sostiene que el posicionamiento ético que tiene
lugar en la cura analítica consiste en reconocer las maneras como se cede al
deseo en el sufrimiento psíquico y evitar toda dirección u orientación que no sea
la constante interrogación sobre la verdad del deseo propio que, en última
instancia, será siempre una falta. Para ambos, paciente y analista, supone
el compromiso de construir una relación casi ascética de búsqueda honesta de la
verdad, pero no de cualquier verdad, sino de aquella que no pueda ser objeto de
los autoengaños o de las vicisitudes del deseo, que se mantiene como algo
siempre inalcanzable.
Cada encuentro analítico construye así su propio dispositivo, con sus
particulares itinerarios que se modifican conforme la singularidad del caso por
caso, y es en definitiva, el modo que tiene la práctica analítica de rechazar los
universales, de iluminar zonas desde un ángulo distinto, y también una forma de

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hacerle lugar a lo nuevo, de habilitar aquello no incluido en la repetición (Mauer,
2014).

3.1.2. La técnica psicoanalítica: las entrevistas preliminares

En un primer término resulta importante señalar que la técnica


psicoanalítica se constituye de un dispositivo de admisión, las entrevistas
preliminares luego y el análisis propiamente dicho. El dispositivo analítico hace
uso de las herramientas y recursos propios de su marco teórico basados en la
asociación libre, el encuadre, la transferencia, la abstinencia, la interpretación, y
finalmente el diagnóstico.
Álvarez (1993) considera a la admisión un tiempo necesario para
recabar información y reconstruir una historia. Propone que hay una decisión de
dos partes. Por un lado está la decisión de consultar del sujeto, y por el otro, la
indicación del tratamiento por parte del admisor.
Una admisión que funciona bien, ordena, limita y habilita la consulta,
inaugurando un lugar para esa persona (González Castañón, 1992). En este
espacio se abre un registro institucional, de forma que los elementos necesarios
sean compartidos por otros profesionales.
La oferta del dispositivo de la admisión está recortado en la pregunta
inicial formulada por el analista: ¿qué tiene para decir? González Castañón (1992)
propone dos momentos lógicos: por un lado, la construcción de un pedido -donde
el entrevistador tiene un rol activo-, y por el otro, el entrelazamiento del pedido
construido con el tratamiento que se ofrece -que no necesariamente es el ingreso
del consultante sino que podría ser entre otras posibles resultantes, la derivación,
internación o bien dar comienzo a una serie de entrevistas preliminares al análisis.
Es así como las entrevistas preliminares se constituyen en un puntapié
inicial, desde donde se desprende la posibilidad de que un sujeto sea o no
analizable, es decir, pueda o no entrar en un análisis propiamente dicho. Durante
el transcurso del tratamiento se pone en juego la asociación libre, y asimismo
debe producirse un cambio subjetivo entre el pedido inicial (motivo de consulta) y

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la demanda real para el análisis, es decir, una apertura a la pregunta propia. Como
ya decía Colette Soler (1984), entre la queja, que busca alivio, y la entrada en
análisis, que supone el trabajo analizante, no hay un lazo de continuidad.
Fernández Blanco (2011) por su parte, sostiene que alguien concurre al
analista porque se conmociona la rutina en la que se mantenía en su realidad
cotidiana, pues se produjo un encuentro con lo real, no asimilable por la estructura
fantasmática del sujeto. De este modo, las entrevistas preliminares pueden
considerarse como un tiempo de rectificación subjetiva, y un encuentro con lo real
de la demanda; es el esbozo de aspectos inconscientes que se vuelven
conscientes y que son la antesala al análisis. Sin embargo, según lo expone el
autor, no es posible determinar cuántas entrevistas preliminares puedan requerirse
para este proceso, y tampoco hay compromiso por parte del analista en éstas, en
el sentido en que no lo compromete a tomar el caso. Aquí se instaura la
transferencia y las interpretaciones, que si bien aún no tienen la profundidad del
análisis, ya hay intervenciones que apuntan a esclarecer la demanda inicial. Es
así, que para Fernández Blanco (2011) las entrevistas preliminares son la apertura
al análisis, y buscan pasar del pedido (motivo de consulta) a la demanda (real de
análisis).
Como señala Lacan (1969/1992) las entrevistas preliminares cumplen
una función esencial para el analista. Sin ellas, no hay entrada posible en análisis.
Es durante las entrevistas preliminares, como antesala del trabajo analítico, que
tiene que emerger una verdadera demanda creando el síntoma analítico, que es la
relación del síntoma a la transferencia y la posición del sujeto en relación a su
deseo.
Montón (2012) destaca que el tiempo de las entrevistas preliminares es
un tiempo en el cual el analista formulará la estrategia en relación a la
transferencia, y, además de conducir a una primera aproximación diagnóstica,
tienen que posibilitar:
- La localización subjetiva o posición del sujeto en relación a sus dichos.
- La rectificación subjetiva, es decir cómo se ubica el sujeto en relación a su
queja y demanda.

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- Ubicar determinados puntos a partir de los cuales podrá formular su
análisis.
- Distinguir significantes privilegiados y dar cuenta de su posición frente a los
mismos como sujeto del inconsciente.
Para Monton (2012) el tiempo de las entrevistas preliminares constituye
el momento de mayor intervención directiva por parte del analista. No se trata de
darle al sujeto las respuestas que busca, sino que pueda formularse preguntas
que lo impliquen como sujeto, es decir, que le permitan ver qué hay de sí mismo
en lo que dice. En este tiempo Monton (2012) puntualiza que el analista podrá
ubicarse con relación a lo real en términos simbólicos y, a su vez, mostrará el
compromiso del paciente dentro de la queja que trae a la terapia. La pregunta a
formularse se centra en implicar al sujeto en su responsabilidad respecto de
aquello de lo que padece. Desde esta perspectiva la queja pierde sentido, porque
pasa de quejarse del Otro a situar la queja de su lado.
Miller (1998) señala que las entrevistas preliminares implican un
comienzo aplazado en el cual el analista demora en iniciar el proceso del análisis
hasta que está satisfecho, en el sentido de poder avalar una demanda de análisis
según razones que deben ser precisas. La responsabilidad del analista es producir
otro nivel propio del sujeto, un sujeto del inconsciente. Para Miller, es el efecto de
una decisión del analista que implica una cuestión ética del psicoanálisis.
Asimismo Soler (1984) en Standars and no Standars, postula que lo
que se busca en las entrevistas preliminares es poner a trabajar la transferencia.
El acto analítico está en juego desde estas entrevistas, donde se ubica el lugar de
la causa, y su efecto es el impulso-al-trabajo de la transferencia. Este empuje
Soler lo implica directamente al analista, ya que la justa inserción del paciente en
la transferencia no depende del orden de la aptitud, sino de la posición del sujeto
en relación con el Otro, pero dicha inserción no está menos determinada por la
respuesta del partenaire analista.

9
3.2. La transferencia

3.2.1. Freud y su conceptualización de la transferencia

Freud en sus primeras conceptualizaciones sobre la transferencia


realizadas hacia 1895 identifica una corriente de afecto que el paciente coloca
sobre su analista a modo de enlace falso (Freud, 1893/1992).
En su escrito Sobre la Psicoterapia de la Histeria, Freud (1893/1992)
advierte que parte del proceso curativo realizado, se apoya en la figura del
psicoanalista venciendo las resistencias del paciente. En el método catártico,
donde se produce el encuentro de las resistencias, Freud descubre un factor
anteriormente no considerado y que él denomina Übertrangung o transferencia. Es
ésta la primera aproximación del término transferencia y alude a un falso enlace
en los términos de depositar en la persona del médico, los sentimientos que se
dirigen hacia otra persona y que se encuentran desconocidos para el paciente
debido a la resistencia.
Mazzuca (2004) siguiendo a Freud en La interpretación de los sueños
(1900/1994), refiere que los sueños, al igual que los síntomas, poseen un sentido
y son interpretables. El autor destaca que este es el puntapié inicial de la
experiencia psicoanalítica. Asimismo sostiene que la cura avanza con la
interpretación de los sueños por un lado y la sintomatología que presenta el
paciente hacia el encuentro con el deseo inconsciente, por el otro. La transferencia
no aparece aún allí, salvo en su primera versión no ajustada todavía al desarrollo
de la cura. Sin embargo, Mazzuca rescata la referencia de Freud a un concepto
aún incipiente de transferencia donde hay un resto diurno, un elemento indiferente
al cual se le “transfiere” una carga afectiva y múltiples significados.
En 1912 Freud aborda más específicamente el papel de la transferencia
en el tratamiento psicoanalítico. En particular, cuando realiza el análisis del Caso
Dora admite haber localizado una “transferencia” que permite actualizar los
sucesos traumáticos del pasado depositándolos en la persona del médico, como

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sustituto del destinatario del hecho real. Lo importante a señalar en este segundo
momento, es que el analista ocupa un lugar en la economía psíquica de paciente.
En el epílogo de dicho escrito, Freud (1912/1978) ubica a la
transferencia como algo necesario que no puede ser evitado de ninguna manera y
requiere del trabajo del analista para poder identificar e interpretar aquello que se
dice para que el analizante sea dirigido en el proceso de la cura.
Es claro entonces, que para Freud (1912/1978) la transferencia es
motor de la cura, y sin embargo puede ser también la mayor resistencia. La
transferencia está antes que la interpretación, y es la captura del sujeto en aquello
que dice, y su inclusión en aquello que pregunta.
Bustos Arcón (2016) en su artículo Deseo del analista, transferencia e
interpretación realiza un interesante recorrido de la evolución del concepto de
transferencia en Freud, desde una mera repetición de la vida infantil del sujeto
hasta una forma de relación, que busca satisfacer deseos anteriores, y resulta ser
una única forma de interactuar, y que es susceptible de actualizarse, reeditarse e
incluso de modificarse.
He aquí el dispositivo necesario para el análisis, en el que la
trasferencia es el instrumento del éxito de un tratamiento como así también el
medio más potente de la resistencia. La consigna analítica, vía la asociación libre
no está del lado del lenguaje, sino del inconsciente, o sea lo que ellas (las
resistencias) esconden (Freud, 1912/2001).
En la publicación Observaciones sobre el amor de transferencia (Freud,
1937/2013) Freud responde a ciertos interrogantes que pueden surgir sobre el
análisis y se refiere, puntualmente, al amor de transferencia como un subproducto
esperable en un análisis. Dice Freud al respecto “me refiero al caso de que una
paciente demuestre con signos inequívocos o declare abiertamente haberse
enamorado, como otra mortal cualquiera, del médico que está analizándola” (p.
442).
En relación a esta cuestión, Freud (1937/2013) puntualiza que se trata
de conservar la transferencia amorosa, pero como algo virtual, irreal, como una
situación que debe atravesarse inevitablemente para llegar a la cura. La posición

11
ética del médico permite ubicar las coordenadas para direccionar el amor infantil,
puesto en transferencia en su persona, al servicio de la cura. Es así que según lo
postula Freud, el enamoramiento de una paciente por su analista se mantendrá
como un subrogado necesario y jamás deberá concretarse, sino, por el contrario,
debe servirse de las mociones sexuales dirigidas hacia él, para dirigir la cura. La
cura se logra dando un nuevo destino a las pulsiones inconscientes que han sido
fantaseadas o actuadas y llevarlas al plano consciente. De esta forma al paciente
se le permite optar por continuar conduciéndose desde sus determinaciones
sexuales o bien, quedar libre de ellas para la elección de sus objetos de amor
(Freud, 1937/2013).
Uriarte (2003), en su artículo La transferencia negativa y la
negativización de la transferencia, señala desde la lectura de Freud, que en ciertas
situaciones el movimiento transferencial se intensifica y deviene pasional en el
odio o en el amor excesivo. Para la autora cabe entonces diferenciar una
transferencia negativa erótica cuando una transferencia amorosa deviene
excesivamente erótica, y por otro lado, una transferencia negativa hostil
manifestada a partir de una intensa hostilidad. Al respecto Freud (1916/2005) en
su artículo La Transferencia, distingue nítidamente la predominancia de la
transferencia negativa u hostil en hombres y la positiva en mujeres. Asimismo
advierte que desde el comienzo del tratamiento la transferencia se hace presente
y que sólo se la registra en la medida que se establece la resistencia asociada a
una pulsión de origen sexual o cuando se exteriorizan mociones hostiles. Ambos
registros de resistencia no son puros, sino que son ambivalentes en el
sentimiento.
Otra distinción importante que realiza Freud (1912/2001) es la
transferencia como motor y obstáculo. Kligmann (2014), siguiendo los desarrollos
freudianos, sostiene que la transferencia motor, implica la asociación libre y la
interpretación que se instaura desde el lugar del oráculo. Asimismo sostiene que
es esta posición la que hace posible la apertura del inconsciente y fundamenta el
sentimiento de amor tierno hacia el analista. Respecto de la transferencia
obstáculo, Freud (1914/2001) argumenta que el paciente repite en lugar de

12
recordar. Durand (2003) en referencia al texto de Freud publicado en 1914
Recordar, repetir, reelaborar, articula la compulsión de repetir con la transferencia
y la resistencia. Aquello que no se recuerda, se actúa con el médico, aquello
pulsional que no puede viabilizarse por la palabra, se actúa con el analista. Freud
descubre que lo que no se puede recordar, retorna de otro modo: por la repetición,
que consiste en escenificar, en poner en acto lo olvidado (Durand, 2003).
El manejo de la transferencia es aquí para Freud el principal recurso
para transformar la compulsión de repetición en un motivo para recordar. Aparece
en estos lineamientos la idea de transformar la repetición en motor de la cura.
(Durand, 2003). A su vez, la repetición deberá ser tomada por el analista quien
tendrá que “dar a todos los síntomas de la enfermedad un nuevo significado
transferencial, sustituir su neurosis ordinaria por una neurosis de transferencia”
(Freud, 1914/2001, p. 156).
En su artículo ¿Pueden los legos ejercer el análisis?, Freud (1926/2013)
equipara la neurosis de transferencia a lo que se llama el enamoramiento
patológico del paciente hacia el analista, que resulta ser inconciliable con la cura.
Durand (2003) señala al respecto que un paciente repite en la forma de su
enamoramiento hacia el analista, vivencias anímicas pasadas, las cuales están
íntimamente relacionadas con la génesis de su neurosis infantil.
Asimismo, otros autores han seguido los lineamientos de Freud en los
desarrollos que hacen a la conceptualización de la transferencia.
Fernández Blanco (2011), por su parte, ubica la importancia de la
transferencia como uno de los principios básicos de la técnica psicoanalítica junto
con la interpretación. La primera se entiende como el tipo de relación que se
establece entre el terapeuta y el paciente, y la segunda, como el modo en que el
terapeuta interviene en el marco del tratamiento.
En los aportes realizados por Leibson (2012) se sostiene que
transferencia y resistencia no pueden sino estar de la mano, aunque nunca deben
confundirse con una única moción. Asimismo el autor destaca que mantener la
distancia entre ambas, permite ubicar lo que ocurre y transcurre durante un
análisis en dos registros que se entrelazan y se desarman en diversos momentos

13
de modos particulares y específicos y con consecuencias definitorias para el curso
de un tratamiento.
Raúl Levín (2009) por su lado define la transferencia como la garantía
del tratamiento y de la interpretación; esos momentos en los que se captura al
sujeto en el análisis y el lugar donde emerge el inconsciente en el discurso. Por
ello, el autor destaca que la interpretación apunta al deseo y no a la demanda del
sujeto, no a lo dicho sino a lo que se esconde en ese decir.

3.2.2. La transferencia a partir de Lacan

El concepto de transferencia ha evolucionado a partir de la práctica y la


experiencia analítica desde Freud, con Psicoterapia de la histeria (1895), El caso
Dora (1901), La dinámica de la transferencia (1912), Lecciones de Introducción al
psicoanálisis en la Lección XXVII: La transferencia, entre otros, y luego con Lacan,
en 1938, con La familia hasta 1964 con el Seminario II, pasando por el esquema L,
el grafo del deseo y, finalmente, la invención del objeto a.
Al respecto Bustos Arcon (2016) refiere que Lacan hace señalamientos
importantes que permiten una revisión del análisis como escenario de la
transferencia y la interpretación. El tema de la transferencia es estudiado por el
autor quien le asigna un papel de fundamental importancia ya en el Seminario 1
publicado en 1953 donde plantea una concepción dinámica, que sostiene que la
transferencia se haría presente en la resistencia que manifiesta el inconsciente de
ser abordado en su núcleo más reprimido y patógeno (Lacan, 1953).
Por su parte Miller (1994/2015) también aborda el tema de la
transferencia siguiendo los lineamientos lacanianos y resalta una función hasta el
momento inédita: la del Sujeto Supuesto Saber, aspecto que Freud no consideró,
y por el cual este enunciado amplía el universo de elementos a tener en cuenta a
la hora de su conceptualización.
Asimismo Miller (1994/2015) sostiene que el Sujeto Supuesto Saber es
el resultado de la estructura de la situación analítica y, como consecuencia, se
transforma en el pivote de la transferencia. La estructura se encuentra constituida

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por un analista colocado en posición de oyente y un paciente incentivado a hablar
por la asociación libre, que según el autor, al estar regida por leyes esenciales, no
es libre.
Por otra parte, Bustos Arcon (2016) destaca en el Seminario 8 de Lacan
(1960/2013) a la transferencia como acto de amor, y es, el deseo del analista el
que habilita una apertura del campo en tanto permite alojar una pregunta en el
analizante que asimismo introduce el deseo del analizante.
Según Bustos Arcón (2016) de esta manera circunscribe Lacan
(1960/2013) a la transferencia como fenómeno que incluye un par inseparable:
analista y sujeto ligados en torno al deseo. Esta transferencia gira alrededor de
una suposición de saber que se le asigna al otro y en tanto ello ocurra dirá que
hay transferencia. Este saber introduce la incapacidad del absoluto del saber en
un analista, aunque, cada vez que el sujeto se ubica frente al sujeto al que se
supone ese saber se funda la transferencia.
En su clase del 1 de marzo de 1961, Lacan introduce por primera vez a
la transferencia en el concepto de una ficción. En virtud de ello, la transferencia es
una escena que al sujeto le permite construir algo. Alrededor de esta construcción
se busca responder a las siguientes preguntas: ¿hacia dónde se dirige?, ¿qué
busca disimular y ante quién? La respuesta que enuncia es: que para aquella
persona a la cual se dirige es al analista ubicado como gran Otro, y además ya no
se trata de simular. Según Bustos Arcon (2016), es así como Lacan logra asociar
al Otro con mayúsculas en el dispositivo analítico, el paciente dice, construye,
historiza, no para el analista, si no para ese Otro (que no está presente) de sus
formaciones inconscientes. Es así como la transferencia queda delimitada a un
fenómeno que se manifiesta en presencia de otro al cual se habla (Lacan, 1960/
2013).
Entonces, como lo señala Bustos Arcon (2016) la transferencia desde la
conceptualización lacaniana, implica necesariamente al Otro, más que como
repetición, como un espacio entre el sujeto y el Otro, y hace énfasis en señalar la
posición subjetiva y apuntar a su deseo, más allá que caer en su demanda.

15
La autora asimismo destaca que la transferencia no es una repetición
de esos imaginarios, sino una rectificación de la posición subjetiva frente a lo que
dichos imaginarios representan y al sentido de los mismos. La presencia del
analista, y no la respuesta del objeto, permitirá el progreso, puesto que no se
ocupará el lugar imaginario, sino una posición subjetiva. Resulta importante
señalar además, que la transferencia constituye la vía principal de tratamiento; es
el fundamento que permite el encuadre, la interpretación, el sentido y el fin de
análisis (Bustos Arcon, 2016).
Por otra parte, si bien Lacan (1964/1987) sigue los mismos lineamientos
que Freud había considerado; al introducir el Sujeto Supuesto Saber da un nuevo
ordenamiento jerárquico, como consecuencia lógica de la lectura de Lacan en su
retorno a Freud.
Asimismo Lacan hace un señalamiento diferente en cuanto al amor de
transferencia dado que introduce la falta como objeto del deseo, motor del
fenómeno (Lacan, 1964/1987).
Lacan (1964/1987) sostiene que el significante de la transferencia es lo
que instaura la transferencia como tal, que no está vinculada al Sujeto Supuesto
Saber, sino a aquel que instituye el síntoma, cuando en eso se trata un saber
supuesto que se debe develar. Para Lacan es el deseo del analista el operador
que permite poner en valor la raíz pulsional del inconsciente y alimenta la
transferencia. La presencia del analista abre la posibilidad de operar sobre este
objeto causal que permite acceder al inconsciente real en análisis (Lacan,
1964/1987).

3.2.3. Entrevistas preliminares: la instalación de la transferencia

Las entrevistas preliminares constituyen un bastión fundamental dentro


de la clínica analítica, ya que establecen los principios básicos que deben regir un
tratamiento, y a su vez, permiten construir los pilares para una cura posible.
A modo de ubicar los antecedentes que posibilitan dar cuenta de la
necesidad de las entrevistas preliminares dentro del dispositivo analítico, resulta

16
valioso hacer referencia al texto de Freud (1912/2001) Sobre la iniciación del
tratamiento, donde el psicoanalista aconsejaba comenzar con un ensayo previo, y
aceptar a los pacientes provisionalmente, por una semana o dos, a fin de tomar
conocimiento del caso y decidir si eran aptos para el análisis o no.
En el mismo texto el autor hace referencia a que “este ensayo previo ya
es el comienzo del psicoanálisis y debe obedecer a sus reglas” (p.126). Si las
entrevistas preliminares constituyen entonces el comienzo del tratamiento, Freud
propone para el paciente la asociación libre, y del lado del analista, la atención
flotante: “uno hace hablar al paciente y no le comunica más esclarecimientos que
los indispensables para que prosiga su relato” (Freud, 1912/2001, p. 126).
Lacan (1960/2013), por su parte, retoma el concepto freudiano de
ensayo previo, y lo llamará entrevistas preliminares, definiéndolas a su vez como
condición excluyente para la entrada en análisis. Es así, que a diferencia de Freud
que las definía como un momento previo aconsejable para el comienzo de un
tratamiento, Lacan propone a las entrevistas preliminares como una escansión,
como un corte divisorio que permite el pasaje al análisis propiamente dicho.
En relación a este punto, Miller (2010) sostiene que la práctica de las
entrevistas preliminares es una consecuencia directa de cómo se da estructura a
las “bienvenidas”. El autor plantea que el comienzo siempre es aplazado en
función de la demora que impone el inicio del tratamiento hasta que el analista
esté satisfecho. Esto implica que el analista, para poder autorizar la demanda y
avalarla, debe basarse en razones precisas que justifiquen la entrada en análisis.
Por otro lado, es necesario realizar algunas puntuaciones sobre la
transferencia durante los inicios del tratamiento. Al respecto, Freud (1916/2005)
postula en la Conferencia 27, que todos los síntomas del paciente abandonan su
significado de origen y se les incorpora un sentido nuevo, que se encuentra
directamente vinculado a la transferencia.
Es así que en el transcurso de las entrevistas preliminares es posible
instalar el significante de la transferencia al cual Lacan (1967/1987) define como el
constituyente ternario introducido en el discurso y llamado sujeto supuesto al
saber. En relación a este punto Lacan sostiene que si el psicoanálisis consiste en

17
el mantenimiento de una situación convenida entre dos partenaires que se
asumen como el psicoanalizante y el psicoanalista, dicha situación sólo puede
desarrollarse en función de esa terceridad encarnada en el sujeto supuesto al
saber (Lacan, 1967/1987).
Sobre esta cuestión, Soler (1984) señala que el analista es quien debe
sostener para el analizante la función de sujeto supuesto al saber. Es necesario
que se instaure la ilusión de que el otro le va a dar un sentido al síntoma, es decir,
que la estructura sobre la cual se instala la transferencia es del orden del saber,
que se supone puede responder una pregunta (cualquiera sea que se formule el
sujeto). La transferencia para Soler, implica entonces la demanda al Otro para que
responda, siendo necesario que el analista ocupe el lugar de causa (agente) y
produzca el efecto del trabajo del analizado en transferencia.
Soler (1984) asimismo refiere que “un psicoanálisis es el trabajo de la
transferencia, y en las entrevistas preliminares lo que está en juego es poner a
trabajar la transferencia” (p. 107). La instalación de la transferencia permite
convertir la queja sintomática en síntoma analítico, el único abordable para el
psicoanálisis. Soler (1984) sitúa de esta manera, para las entrevistas preliminares,
una distinción que se produce en la queja del paciente, que requiere alivio, y la
entrada en análisis, que supone un trabajo del analizado. El paciente transfiere
parte de su libido a la persona del analista y a la cura, porque a partir de las
intervenciones, el paciente le supone un saber y le supone un sujeto. Para que el
síntoma salga del estado de enigmático, Soler señala que el paso a dar no es que
se formule, sino que es necesario que el sujeto sugiera que hay una causa para
ese padecimiento, para esa queja.
Es fundamental construir un síntoma analítico, que se constituye
cuando el sujeto (del paciente) puede cuestionarse sobre eso que le aqueja, sobre
el sentido que tiene y cómo eso lo involucra a él. Por la transferencia el síntoma
toma forma de interrogante, esto produce al sujeto y se dirige a sí mismo (Soler,
1984).
En la Conferencia 28, Freud (1916/2004) indica que en la iniciación del
tratamiento el analista se apodera del síntoma, lo que quiere decir que lo causa, al

18
intervenir promoviendo otra versión, y creando de esta forma una neurosis de
transferencia. Soler (1984) destaca como punto esencial que las condiciones del
análisis se sustentan en la transferencia, su fijación y el trabajo de la transferencia,
y estas a su vez fijan a las entrevistas preliminares sus objetivos.
Forbes y Galletti Ferretti (1988) señalan asimismo, que la instalación de
la transferencia termina cuando en el dispositivo analítico se ha introducido el
Sujeto Supuesto Saber, y de esta forma se da por finalizadas las entrevistas
preliminares.

3.3. Las intervenciones en psicoanálisis

3.3.1. La interpretación

En el caso de la técnica psicoanalítica, distintos autores proponen a la


interpretación como la intervención por excelencia. Sandler, Dare y Holder (1993)
plantean que, desde Freud en adelante, la bibliografía psicoanalítica sitúa a las
interpretaciones en una condición privilegiada.
Kächele, Mergenthaler y Hölzer (1999) puntualizan que la interpretación
es la figura más distintiva dentro de las técnicas psicoanalíticas. Para poder
comprender la jerarquía que adquieren las interpretaciones en la terapéutica
psicoanalítica resultan interesantes las palabras de Sandler, Dare y Holder (1993),
quienes postulan que la interpretación es el agente que reina en la jerarquía de los
principios terapéuticos que caracterizan el análisis, en cuanto a que todos los otros
se subordinan a ella; es decir, son empleados con el objetivo permanente de hacer
que la interpretación sea un recurso posible y efectivo.
Roberto Mazzuca (2004), en su artículo Transferencia e interpretación
en psicoanálisis, opina que si bien es cierto que las interpretaciones se subordinan
a la transferencia, hay allí una relación jerárquica: la táctica de la interpretación del
analista es libre siempre y cuando se implemente tomando en consideración la
estrategia de la transferencia. La interpretación tiene un carácter de intención, es
decir, se sabe el porqué y el para qué. La transferencia está en juego a cada

19
momento y por ello es susceptible de dañarse. Es por eso que Mazzuca advierte
que debe estar plenamente justificada toda intención que allí aparezca, pero no
como una cuestión de adivinación, sino como un recurso de rigor metodológico en
el que se pretende no interpretarlo todo, clarificarlo todo o intervenir sobre todo. Lo
que se busca en cambio, como objetivo fundamental, es capturar al sujeto en lo
que dice que se relaciona con contenidos particulares de sí mismo, analizar las
resistencias, y a su vez, implicar al sujeto en lo que dice (minimizar la brecha entre
lo inconsciente y lo consciente), y buscar respuestas dentro de sus preguntas.
Al respecto Lombardi (2008) destaca que el hecho de capturar al sujeto
en aquello que dice permite ubicar y verificar su posición en relación a la queja
que enuncia.
Luterau (2012) señala que las interpretaciones que resultan más
interesantes son aquellas que producen un doble efecto: puntualizan sobre la
enunciación e indeterminan el sentido. La interpretación, es según el autor, un
acto que sostiene el cumplimiento de la regla fundamental. Por un lado, confronta
al paciente con su propio decir, y por otro, la interpretación concierne al ser
hablante con la escucha.

3.3.2. Algunas consideraciones sobre la interpretación según


Freud
En La interpretación de los sueños (Freud, 1900/1994), el autor realiza
los primeros lineamientos referidos al método interpretativo. La primera distinción
que introduce es que los sueños, al igual que los síntomas, poseen un sentido y
son interpretables. Aquí Freud resalta que se trata de una interpretación en detalle
de los fragmentos del sueño, conformada por el relato y las asociaciones que
realiza el paciente. La interpretación está directamente vinculada al desciframiento
de un jeroglífico, un mensaje cifrado, un sentido oculto para el paciente (Freud,
1900/1994).
En Construcciones en el análisis (Freud, 1937/2013) realiza una serie
de puntualizaciones sobre las intervenciones del analista, fundamentales a la hora
de delimitar el lugar y la función de la interpretación en psicoanálisis. Comienza

20
indicando que durante el trabajo analítico el paciente principalmente debe recordar
vivencias reprimidas en vistas de dejar de repetir en el síntoma. En dicha labor, el
analista emprende, como elección preliminar, la tarea de construir lo olvidado.
Agrazar (2016) señala sobre este punto que el trabajo analítico consta
de dos porciones completamente distintas, que se llevan a cabo en dos
localizaciones diferentes y que afecta a dos personas, a cada una de las cuales
les es asignada una función singular. El paciente, por un lado, es quien debe
recordar algo que ha sido experimentado y luego reprimido. La tarea del
psicoanalista, por otro lado, consiste en hacer surgir, construir, aquello que ha sido
olvidado a partir de las huellas que ha dejado tras sí. Lo que aparece son
fragmentos de sueños, ocurrencias que el paciente produce y material que
proviene de la repetición. El autor sostiene que esta materia prima con la que
cuenta el analista, es a la que se le debe otorgar coherencia a partir de la
construcción. El tiempo y el modo en que son transmitidas dichas construcciones
al paciente, constituyen un nexo esencial entre las dos partes del trabajo analítico.
Bleichmar (2004) por su parte realiza una interesante diferenciación
entre los procesos de construcción e interpretación en el tratamiento
psicoanalítico. Al respecto sostiene que entre los materiales de la sesión hay dos
modos de operación: interpretativa y constructiva. Para la primera, la autora cita
como ejemplo los detalles de una pintura que han sido difuminados de la totalidad.
La interpretación en este caso, consistiría en volver a unirla al todo. Mientras que
en la tarea constructiva, se deben recoger los fragmentos que muchas veces no
remiten a un todo o contexto relatado, sino que se trata de una pieza sin un
contenido donde amoldarse y que se pone de manifiesto en la repetición bajo lo
indiciario o mediante un signo de percepción. De esta manera, la autora concluye
que no se debe integrar bajo una interpretación un contenido latente para hacerlo
consciente, sino que es necesario construir una cobija que logre dar espacio y
sentido a dicho fragmento, reconociéndolo primeramente como tal: un fragmento
de algún goce, recuerdo o huella.
Retomando a Freud (1937/2013), el autor define el concepto de
construcción a partir de que al analizado “se le presente una pieza de su

21
prehistoria olvidada” (p. 262). Por su parte, Miller (1995) señala que, construcción,
es el término con el que Freud hace referencia a la relación del analista con eso
reprimido que no vuelve, con ese recuerdo que el trabajo analítico no logra
restituir. Miller en este orden de ideas, sostiene que este trabajo es comparable
con el arqueológico, puesto que se trata de recuperar aquello que se encuentra
enterrado, oculto, cifrado. Es a partir de algunos materiales que Freud apunta a
reconstruir lo sepultado que aún está vivo; y en esto hace una importante
diferenciación del objeto arqueológico, en tanto puede ocurrir que ciertas piezas
esenciales se hallen inexorablemente perdidas.
Asimismo es fundamental destacar que ya en La interpretación de los
sueños (Freud, 1900/1994) advierte el límite cognoscitivo respecto de lo
inconsciente al referirse al “ombligo del sueño”, o a la “roca de base” en Análisis
terminable e interminable (Freud, 1937/2012). De este modo, en el inconsciente
siempre queda un resto, y es, a ese lugar, al cual viene el efecto de la
recuperación de un recuerdo. Es decir, cuando el paciente alcanza una convicción
cierta en relación a la verdad de la construcción (Freud, 1937/2012).
La construcción se trata entonces, del simulacro de un todo, de un
inconsciente completo, mediante la colección de un material fragmentario ofrecido
por el analizado (Miller, 1995). Freud (1937/2012) sostiene a su vez que la
represión es como una omisión en un texto; por el cual la construcción viene al
lugar de lo omitido, dándole continuidad a ese texto agujereado, simulando su
completud.
Siguiendo con algunas puntualizaciones respecto de las intervenciones
en psicoanálisis, Vainer (2008), en consonancia con los lineamientos propuestos
por Freud, sostiene que a partir de los encuentros que se producen dentro de un
tratamiento y, posibilitados por el pertinente dispositivo psicoanalítico, acorde al
diagnóstico clínico y de situación, es donde se produce el despliegue de la
transferencia, la resistencia, lo resistido y el inconsciente. Y es, en este contexto,
donde el analista interviene siempre con su cuerpo como subjetividad. Esto
implica, tal como lo subraya Vainer, que la intervención del analista es todo lo que
él hace consciente o no, verbal y no verbalmente en el encuentro con sus

22
pacientes. Es un trabajo cuerpo a cuerpo que queda invisibilizado al asimilar el
psicoanálisis a la escucha de un paciente tendido en un diván.
Esto se sostiene, principalmente, porque la dinámica propuesta de
abordaje hacia lo inconsciente en el análisis consiste en una articulación que es
habilitada por la transferencia. Es decir, el propósito último de Freud consiste en
una articulación entre el inconsciente del analizando y el inconsciente del analista
(Vainer, 2008). Es justamente, el posicionamiento del analista respecto del
inconsciente y la censura, lo que determina específicamente el sentido de la
interpretación en psicoanálisis.

3.3.3. La interpretación desde la perspectiva lacaniana

Para Lacan (1992), a partir de la introducción y elaboración de la tríada


de lo imaginario, simbólico y real, la interpretación deja de ser un acto que apunta
exclusivamente al sentido. En su lugar, apunta a condiciones estructurales de la
significación, y no, a la significación misma. La definición del significante se
encuentra comprendida entre una función de corte y un proceso de hiancia que
marca la relación entre el sujeto y el Otro (Lacan, 1964). Es por esto que la
interpretación no puede apelar al sentido, sino que debe dirigirse hacia la
reducción del significante a su sin-sentido, a su valor puramente contingente.
Asimismo Lacan (1969/2012) afirma que la interpretación es, de hecho,
una significación, pero que apunta a una función significante específica, y sin
embargo no es esencial para el advenimiento del sujeto. Lo fundamental es que el
sujeto vea, más allá de esta significación, a qué significante está sujeto como
sujeto. Ese significante es sin-sentido, irreductible y traumático, y es aquel que
representa al sujeto y que como sostiene Miller (1998), no está disponible para
usar, sino para gozar.
En Dirección de la Cura, Lacan (1958) indica que lo que se opone
verdaderamente al sentido, no es el sin-sentido, sino lo que llama la Letra. Vista
desde esta perspectiva, la interpretación analítica cumple una función separadora

23
entre eso que se registra como una letra: el o los significantes a los cuales el
sujeto se halla sujetado por las contingencias de su encuentro con el goce.
Miller (1994/2015) postula que el analista está en el lugar de editor de
los dichos del analizante. El corte, la escansión, van en la misma dirección que es
también la de la reducción del sentido que el inconsciente, una vez instalada la
transferencia, tiende a hacer proliferar. Es importante destacar, que este corte no
es arbitrario, sino que obedece a un sentido conclusivo, concluye al mismo tiempo
que relanza. La posición del analista permite la modificación, la reducción de la
relación del sujeto con el goce, con su síntoma. La interpretación lacaniana está
direccionada hacia ese decir del paciente que cambia el síntoma.
En El reverso del psicoanálisis, Lacan (1969/1992) desarrolla una
concepción singular de la interpretación, al ubicarla entre cita y enigma.

3.3.4. La cita

Según sostiene Colette Soler (1993) la cita podría definirse como un


saber afirmado, como un saber patente, que pone en suspenso la relación entre el
decir y lo dicho a través de la enunciación. Dicha enunciación está latente y hay
que hacerla surgir.
La cita, dirá Lacan (1969/1992), se trata de la contracara del enigma,
debido a que si éste es una enunciación sin enunciado, la cita se caracteriza por
ser, en cambio, un enunciado carente de enunciación.
La cita indica un más allá del decir, sanciona que algo fue dicho,
indicando la posición y la sujeción de aquel que formuló el enunciado, ya que, es
extraída por otra parte, del mismo texto del analizante que puede pasar por algo
efectivamente manifestado, adjuntándole todo el contexto. De esta forma siempre
se apela a su autor (Lacan, 1969/1992).
Este procedimiento de apelación al autor es definido por Lacan
(1969/1992) como intervención interpretativa mínima que descansa en una breve
fórmula: “yo no te lo hago decir, tú lo has dicho” (p. 62). Es por esta operación, que
el enunciado que el analista recoge de la trama discursiva, es puesto a circular

24
como un dicho, con un contexto nuevo y se abre a la multiplicidad de equívocos
que la lengua permite. Apela, como indica Lacan (1969/1992) a su verdadero
autor, único responsable de ese decir.
La cita es una función que a su vez tiene una estructura, y a partir de
esta composición, es que puede prescindir de las aproximaciones descriptivas que
la pueden definir como un “recorte de los dichos”, “tomar las mismas palabras”,
etc. En la cita, justamente importa destacar el acto de decir, sin poner el acento en
el contenido del decir. De este modo, la cita rehabilita la palabra analizante como
lugar de verdad (Luterau, 2012).
Luterau (2012) siguiendo los lineamientos propuestos por Lacan
(1969/1992) en El reverso del psicoanálisis dirá que la cita se trata de una
operación mínima, porque inyecta un mínimo de significado, y es de carácter
económico ya que determina de forma retroactiva el sentido de un enunciado
provocando que el emisor reciba finalmente su propio mensaje de una manera
invertida. En análisis se trata de conseguir que el analizante sepa todo lo que no
sabe sabiéndolo, subrayando, de esta forma, el carácter revelador de la cita. O
como bien lo expone Soler (1993) se trata de una enunciación latente que hay que
hacer surgir.
Luterau (2012) en su artículo Enigma y cita: dos condiciones de la
interpretación, hace referencia al carácter irreversible de la cita y remite al capítulo
de Freud “La negación” (1925/1988) donde, entre otros, se subraya la función de
la cita: decir algo a condición de negarlo es otro modo de decirlo. La cita apunta a
develar una verdad latente del enunciado proferido.
De este modo, la interpretación es lo que permite al analista sostener el
discurso del analizante. Según Luterau (2012), en una primera acepción, la
interpretación no provee sentido, dado que ubica a la asociación libre como el
único espacio para producir efectos de verdad en el analizante.

25
3.3.5. El enigma

Murano (2016) referenciando a Lacan (1969/1992), en relación a la


función del decir interpretativo, hace alusión en el Seminario 17, a la figura del
oráculo. La respuesta que da la deidad tiene siempre un carácter huidizo, oscuro,
que contiene una verdad indiscutible que aguarda ser interpretada. La
interpretación de los dichos del oráculo le corresponderá a quien sea destinatario
de este mensaje enigmático.
Soler (1993) sostiene al respecto que el enigma consiste en formular
una enunciación “que no es de nadie, y que no corresponde a ningún enunciado
de saber" (p. 18). El enigma entonces, posee una de las características esenciales
de la palabra interpretativa: se trata de una enunciación que incita al
desciframiento de un saber que está latente o supuesto. El enigma, sostiene
Colette Soler (1993), puede enunciarse como un medio decir, y se presenta
precisamente, en forma de pregunta. El enigma genera una urgencia a responder
como “un peligro mortal”.
Luterau (2012) subraya la diferenciación entre cita y enigma, poniendo
de relieve que la primera lleva hacia una cuestión de verdad, mientras que el
segundo orienta hacia una verdad. Lacan (1972/2012) hace referencia a la obra de
Sófocles, Edipo Rey, donde urgía responder el enigma del oráculo de Delfos. El
enigma en este caso, funciona como una enunciación construida sobre un punto
de sufrimiento, y en tanto mensaje cifrado, concierne al sujeto en su padecimiento.
Es por esto, que el decir enigmático, sostiene Lacan, debe ser recogido de la
trama del discurso del analizante. En el Seminario 19, Lacan (1972/2012) agrega
que el analista debe intervenir en el discurso del analizante procurándole un
suplemento significante.
Miller (2012) señala que el enigma “exhibe el agujero que lo hace
consistir como tal” (p. 138). El enigma es honesto, dice Miller, ya que no oculta ni
tapona el agujero por donde se produce la fuga de sentido.
Así, el enigma no atrapa el sentido, sino, al decir de Lacan (1972/1992),
produce un efecto de vacío en tanto fuga que nunca admite una completitud, ni

26
tampoco una construcción plena de saber. Se trata, como lo sostiene Miller (2012)
de “emocionar al inconsciente” (p. 147), a partir del lugar sugestivo de la
interpretación, se busca dejar al sujeto sorprendido de su propio decir. Se obtiene
entonces un significante que no completa la serie, sino que este significante porta
y trae inconsistencia, posibilitando a su vez, la producción de algo nuevo, un
enunciado hasta entonces impensable (Miller, 2012).
Por todo lo expuesto, hasta aquí se han logrado referir las puntuaciones
más destacadas en relación a la caracterización del dispositivo analítico como
primer eslabón, la dinámica transferencial en segundo lugar, y por último la
localización de algunas de las intervenciones significativas que pueden llevarse a
cabo en el transcurso de un tratamiento psicoanalítico.

4. Metodología

4.1. Tipo de estudio

El tipo de estudio del presente trabajo es descriptivo, caso único, no


experimental.

4.2. Participantes

El trabajo se encuentra centrado en el análisis de las entrevistas


preliminares en el caso de una paciente mujer de 30 años con estructura de
personalidad histérica. La paciente a quien llamaremos Laura vive sola desde los
20 años, es egresada de Bellas Artes, tiene a su madre Clara, a su padre Hugo y
a su hermana Mercedes, de 32 años. La paciente se encuentra en tratamiento
desde hace 1 año. Concurre por su propia cuenta y relata haber realizado otros
tratamientos, los cuales sistemáticamente los ha abandonado. Nunca ha podido
conseguir un trabajo estable. Al comienzo del tratamiento se encuentra trabajando
en un hospital psiquiátrico donde realiza tareas gratuitas.

27
El motivo de consulta no aparece definido en un principio, aunque
manifiesta un cierto padecimiento que tiene respecto de su hermana mayor, con
quien comparte la misma fecha de nacimiento, situación que ha generado
numerosos conflictos en la dinámica vincular de la familia.
La paciente se encuentra en tratamiento desde julio de 2016 y continúa
en la actualidad.
La analista tratante es una psicoanalista de 55 años, que se encuentra
ejerciendo la profesión desde hace 20 años aproximadamente. Además de
dedicarse a la clínica psicoanalítica en niños y adultos de manera particular,
también se desempeña como directora de un centro asistencial privado donde
también realiza docencia y supervisión.

4.3. Instrumentos

El instrumento fundamental es la entrevista a la psicoanalista tratante y


la historia clínica de la paciente.

4.3.1. Entrevista semidirigida al analista: Se tomaron entrevistas a la


analista para la recolección de datos, centrada principalmente en el material
clínico de las entrevistas preliminares. Desde este dispositivo se suministraron
elementos que permitieron profundizar sobre el motivo de consulta, rasgos de
personalidad de la consultante, intervenciones, estrategias de abordaje, dinámica
de la transferencia y dispositivo analítico. La entrevista permitió registrar aquello
observado y direccionado por el analista en cada sesión con la paciente.

4.3.2. Historia clínica: se consignó el motivo de consulta, diagnóstico


y datos importantes de las entrevistas. La historia clínica permitió relevar la
siguiente información:

- motivo de consulta
- presunción diagnóstica

28
- otros tratamientos intentados
- momento desencadenante de la crisis
- medicación
- padecimiento / malestar
- posición subjetiva de la paciente.

4.3.3. Viñeta clínica: confeccionada por el analista tratante.

4.4. Procedimiento

El trabajo se llevó a cabo en un período de aproximadamente 7 meses,


donde se realizaron las entrevistas al analista y el cotejo paralelo con la historia
clínica de la paciente. La entrevista al terapeuta se realizó el primer lunes de cada
mes en la sede del centro asistencial, donde se recabó información sobre la
sintomatología de la paciente, aplicación de las intervenciones terapéuticas,
cambios observados, posición subjetiva de la paciente, dinámica y momentos de
la transferencia, y comentarios que ampliaron la información obtenida. Asimismo
se identificaron las principales manifestaciones transferenciales de la paciente
durante las entrevistas preliminares del tratamiento, sintomatología y cambios de
posición subjetiva de la consultante. Por otra parte se examinó la historia clínica
de la paciente como complemento de las entrevistas que se realizaron al
psicoanalista a cargo del tratamiento.

5. Desarrollo

5.1 Breve descripción del Caso. Puntuaciones sobre el dispositivo


analítico.

Laura es una paciente de 30 años que ha iniciado con anterioridad otros


tratamientos analíticos y por diversas causas los abandonó. Al respecto Laura
refiere: “Ahora me doy cuenta que los dejaba yo…antes le echaba la culpa al otro”.

29
Según lo enuncia Colette Soler (1984) durante la entrevista de
admisión se busca determinar un motivo de queja, que luego si aparece
nuevamente en las entrevistas subsiguientes, se puede trabajar con mayor
apertura. Es así que en la admisión de la paciente se introduce un significante que
va a estar presente durante todo su desarrollo y que refiere al abandono y a la
soledad. De esta forma es posible estructurar el motivo de consulta inicial en
función de estos dos significantes desprendidos del relato de la paciente.
Laura es egresada de Bellas Artes y vive sola desde los 20 años, lapso
en el cual no ha conseguido un trabajo estable. Al respecto expresa: “Ahora mis
viejos empezaron a reconocer que tengo mi casa… mi viejo me dijo: cuando
vayamos a comer a tu casa…pero yo les dije que no porque no tengo ni mesa ni
sillas… pero me doy cuenta que la cosa va más allá”.
Es así como Álvarez (1993) considera a la admisión un tiempo
necesario para la reconstrucción de la historia del paciente.
Laura tiene una hermana mayor, con la cual comparte fecha de
nacimiento. Refiere que siempre existieron conflictos respecto a cómo festejar el
cumpleaños, aunque en una oportunidad su hermana la invitó a su fiesta y
concurrió con amigos, allí Laura invitó a su hermana a la suya. Al principio le dijo
que no iría, pero luego concurrió y se quedó hasta tarde. Como contraste a esta
situación relata lo sucedido el año anterior, cuando su madre prefirió compartir el
cumpleaños con su hermana, y Laura lo “pasó sola” y ni siquiera “la llamó”.
Nuevamente aparece la palabra “sola” con insistencia.
Durante la admisión, Laura se muestra vacilante en su diálogo y forma
de expresarse, es imposible poder determinar una queja específica y se
evidencian síntomas de ansiedad en su comportamiento corporal.
Se le enuncian las pautas institucionales y se acuerda un horario para
las entrevistas semanales.
González Castañón (1992) destaca que una admisión que funciona
bien, ordena, limita y habilita la consulta, inaugurando un lugar para esa persona.

30
Al comienzo del tratamiento, Laura llama al centro solicitando cambio
de horarios por razones de trabajo. Dichos pedidos serán frecuentes y se justifican
porque “no tiene de un trabajo estable”.
Hasta aquí el proceso de admisión institucional llevado a cabo. Si bien
la entrevista fue acotada en tiempo (alrededor de 20 minutos) la misma se
apuntala en la necesidad de determinar las condiciones de demanda que tiene
Laura por un lado, y la queja que presenta por otro. Para González Castañón
(1992), se dan dos momentos lógicos: por un lado, la construcción de un pedido,
donde el entrevistador encarna un rol activo, y por el otro, el entrelazamiento del
pedido construido con el tratamiento que se ofrece.
En esta admisión, la analista tratante decide admitirla para iniciar un
tratamiento, dando comienzo así a las entrevistas preliminares. Al respecto, Mauer
(2014) sostiene que para la clínica psicoanalítica se vuelve una condición
excluyente la necesidad de diseñar con cada paciente un dispositivo a medida con
sus propias técnicas de abordaje.
Se acuerda la primera entrevista a los quince días de la admisión. En
dicha ocasión Laura refiere que es la primera vez que tutea a una terapeuta,
incluso con las que trabaja en el Hospital Psiquiátrico. Allí Laura se encuentra a
cargo de un taller de plástica, actividad que desarrolla gratuitamente y es el único
ámbito donde realiza tareas vinculadas a su profesión.
Luego enumera una serie de cuestiones entre las que aparecen: la
imposibilidad de un trabajo estable y que tenga que ver con su profesión, la
fantasía de dar clases de pintura, se le ocurre que sólo podría hacerlo en una
“escuela para discapacitados”, ya que no se imagina trabajando en una escuela
normal. Refiere que milita en un “partido político minoritario” (en ese momento los
dirigentes estaban encarcelados por una protesta) y finalmente menciona una
invitación a participar en una “radio trucha”.
La analista señala como elemento común de estos decires de la
paciente algo del orden de la “marginalidad”, lo que produce cierta sorpresa en
Laura y se efectúa el corte de sesión.

31
Al iniciar la siguiente entrevista Laura expresa “me quedé pensando
en la marginalidad, vivo en eso”. A su vez menciona que en otros tratamientos
anteriores este tema no había aparecido y relata una serie de cuestiones que
confirman, a su criterio, este vivir en la marginalidad.
A partir de esta intervención, es posible puntualizar, siguiendo a
Monton (2012) ciertos lineamientos del dispositivo analítico. Por un lado, se
ubica una cierta localización subjetiva en relación a los dichos de la paciente y
como se sitúa en relación a su queja y demanda. Y por otro lado, también es
posible diferenciar ciertos significantes privilegiados y dar cuenta de su
posición frente a los mismos como sujeto del inconsciente.
Lacan (1958) pone el acento en las entrevistas preliminares,
preliminares a un análisis, en donde de lo que se trata es de escuchar en
quién habla, cómo y a quién dirige sus palabras, cuál es la suposición que
funda su demanda, y si hay allí una suposición de saber aún indeterminado. Si
hay algún mensaje que la demanda supone detrás de lo que aparece como
queja, si hay alguna pregunta que el síntoma introduzca, y que lleve a una
suposición de saber que pueda ser transferida al analista, en este caso a partir
del cuestionamiento que Laura efectúa sobre la situación y cómo eso le afecta,
es lo que podría producir, retomando los lineamientos de Soler (1984), la
subjetivación de la queja y hacer de un paciente, un analizante.

5.1.2 El proceso de transferencia desarrollado por la paciente

En esta instancia se realizará una descripción y análisis de los aspectos


más relevantes de las entrevistas, llevadas a cabo en relación al fenómeno
transferencial desplegado en el tratamiento.
En una de las entrevistas Laura dice: “Pienso que no puedo recibir
ayuda, cuando me dicen si necesito algo, digo automáticamente que no. Mi vieja
es siempre la que se organiza en todo, cuando yo necesito algo, me quedo sola”
Retomando la intervención realizada por el analista introduciendo el
significante “marginalidad”, cuando Laura refiere que “vive en eso”, es una forma

32
de hacerse representar, allí hay un alojamiento del sujeto y un efecto
transferencial sobre la figura del analista, una suposición de saber.
En la misma sesión expresa “tuve un aborto y fui sola. El tipo se borró y
mi amiga no me pudo acompañar”. Y agrega: “Soñé que mi ex pareja me decía
que la mujer estaba embarazada y después resultó ser así…me pasa siempre,
después se confirman estas cosas”.
En estos dichos de la paciente es posible rastrear algunos aspectos
transferenciales vinculados al significante “sola”, que aparece nuevamente, y que
se encuentra asociado, ahora, de manera ambigua al significado “ayuda”, a “no
decir nada” y a “necesitar algo y quedar sola”.
La frase “después se confirman estas cosas” refiere a una confirmación
del fantasma, y es asimismo, una defensa contra una realidad posiblemente
dolorosa para ella. En los postulados freudianos, el autor destaca al sueño como
una forma de actuar, que lleva a cabo el paciente cuando se encuentra en
transferencia y la resistencia ocupa un lugar en evitar que los recuerdos se
asocien (Freud, 1912/2001). En particular en el caso de Laura cumple, en primera
instancia, la de negar una realidad que posiblemente esté a su vista, y en segundo
término posibilitar la tramitación mediante la fantasía de poder tener el control de
los distintos sucesos que le son intolerables.
En otra entrevista dice que tenía ganas de venir pero no habla. Sostiene
un tiempo en silencio en el que la analista no interviene. Finalmente refiere “me
cuesta hablar, sobre todo cuando me enojo. Si estoy enojada puedo pasar mucho
tiempo sin hablar del tema”. Luego menciona que tiene una “pareja” entre comillas,
que él le propuso ir a vivir juntos pero que ella no puede, que no quiere perder su
independencia. La intervención de la analista se refiere a interrogar por qué vivir
con alguien implicaría perder la independencia. Laura responde recordando la
segunda vez que se vio con su pareja, “tenía todo planeado de antemano, dónde
nos íbamos a encontrar, qué íbamos a hacer y después cada uno por su lado”. Su
pareja le dice entonces “¡ah, ya nos vimos, ya charlamos y ya me echaste!”
En esta parte de la viñeta clínica de la analista, es posible ubicar el
anuncio que lleva a cabo Laura sobre sus enojos, como la emergencia de la

33
transferencia negativa. Ésta podría estar asociada al silencio que sostiene la
analista, ante lo que ella misma enuncia: tener ganas de venir y no hablar.
El silencio de la analista se sostiene en la regla de la abstinencia
enunciada por Freud (1916/2005) como tope ético de la posición del analista.
Freud forjó el concepto de “regla de abstinencia” para nombrar la no
respuesta del analista a la demanda de amor del paciente, desplegada en el amor
de transferencia. El analista se debe abstener de responder desde los ideales de
amar y curar a la demanda del analizante, pero no desentendiéndose de ella con
displicencia, sino encontrando arduamente la raíz de deseo que la sustenta.
Asimismo es posible identificar en el enojo que manifiesta Laura y en
cómo lo anuncia, que es más una demanda de amor, que una hostilidad hacia la
analista, si se considera dicha reacción en base a la 27ª Conferencia de Freud
(1916/2005), la cual expresa que existe cierto predominio de transferencia positiva
en las mujeres.
En la próxima sesión Laura refiere que estuvo pensando en esto de la
pareja, que se siente poco independiente en la casa del otro. Además dice que
había estado enferma y que se había quedado en la casa de su pareja que la
cuidó, le compró remedios, y le hizo la comida. Al respecto Laura manifiesta
“Hasta me hizo tecitos. Pero cuando me sentí mejor, me fui sin avisarle ni dejarle
una nota”.
Más adelante dirá que estuvo pensando y se le ocurre que tal vez, en
algún momento, podría llegar a vivir con su compañero, cosa que antes le
resultaba impensable. Manifiesta que deja pasar todas las cosas, que se puede
comprometer al principio pero después posterga todo lo que quiere hacer hasta
que la situación se vuelve imposible y se ve obligada a hacer algo.
Al hablar, como lo hace Laura donde acepta decir todo aquello que le
viene a su conciencia sin importar que se trate de contenidos que a ella no le
resulten importantes, el sujeto es conducido por la asociación libre sustrayéndose
así de los límites del discurso común y dando lugar a la equivocación, al tropiezo
con que emerge el inconsciente.

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En otra sesión Laura relata que se enteró que su ex pareja fue papá y
que esto la puso muy mal. Decide que no va a ir al hospital porque no quiere
felicitarlo ni estar allí cuando los demás lo feliciten. Aquí aparece la idea de irse del
hospital en algún tiempo. En estos decires de la paciente se observa que tanto el
hospital como el centro de salud aparecen asociados vía la gratuidad, en el
hospital Laura no cobra y en el centro de salud no paga.
En otra entrevista Laura cuenta que está muy mal, que perdió muchas
cosas. Primero habla del gato, que desapareció y no volvió más. Que lo buscaron
infructuosamente por todos lados. Esto la apenó mucho hasta que pensó que tal
vez era lo que el gato quería: su libertad, y esa idea la consoló un poco. Luego
habla de su compañero y comenta “tuvimos una discusión y el me planteó que así
no podíamos seguir, viéndonos sólo cuando yo quiero o cuando tengo un rato.
Quiere verme más tiempo y tener un proyecto en común”. A este planteo la
paciente no da ninguna respuesta.
Es importante destacar, que durante estas instancias de las entrevistas
se observa la imposibilidad de formulación de una pregunta que involucre al
sujeto, lo cual imposibilita trasformar la queja en síntoma analítico, aspecto que
sitúa Soler (1984) como central para la entrada en análisis.
Se produce la ausencia de la analista al Centro de Salud. La analista
deja un mensaje que la paciente no recibe a tiempo por lo que concurre a la
entrevista y allí le informan de la ausencia de la terapeuta.
Cuando concurre nuevamente menciona que en otra oportunidad ella
habría dejado el tratamiento ya que no puede soportar “esto de venir y que el otro
no esté”. Luego explica que la razón de su continuidad se debe a que la analista
fue la primera de las terapeutas institucionales en darle su teléfono particular por
lo cual puede comunicarse con ella y arreglar un nuevo horario.
Hacia el final de la sesión relata un sueño: “estoy en la puerta de una
casa antigua y te veo a vos pero más vieja; igual pero mayor. Hablamos en la
puerta”.
Las asociaciones que lleva a cabo Laura, en relación al sueño, es que
antes hizo tratamientos con terapeutas de más edad y que cuando la conoció

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pensó que la juventud (de la analista) sería un obstáculo, pero que ahora está
“entrando” (aludiendo a la transferencia que se ha generado).
En esta sesión, en función de los dichos de Laura, es factible localizar a
partir del relato del sueño, la fijación de la transferencia donde la analista forma
parte de la serie psíquica.
Freud (1912/2001) sostiene que sueño y transferencia comparten el
actuar sin necesidad de responder a la realidad objetiva. De esta manera, es
posible establecer una hipótesis donde Laura encuentra a la analista como ese
otro que le permitirá franquear el paso. Claramente, siguiendo los conceptos de
Freud se trataría de demanda de amor si consideramos que es la primera vez que
tras una interrupción decide continuar con las sesiones.
Según lo postula Lacan (1960/2013) a partir de esta presuposición de
saber en el analista por parte de Laura, el reconocimiento de una respuesta a una
pregunta que aún no puede formular, permite a la introducción del gran Otro (A).
Los significantes “sola” vinculados con los significados “perder independencia y
abandono” se ponen en juego en la persona de la analista.
Miller (1979) ubica en este punto la constitución estructural del Sujeto
Supuesto Saber, producto de la posición de la analista como oyente y Laura
hablando por asociación libre; precisamente la analista se constituye en la
formadora de sentido que posibilita la apertura de la transferencia.
Luego de la sesión del relato del sueño, se producen una serie de
entrevistas donde lo que prevalece es una queja sin ningún tipo de implicación, no
hay pregunta. El trabajo estable que no consigue se constituye en la queja estable
de este tiempo y los intentos de la analista por poner esto a trabajar resultan
infructuosos.
Asimismo empieza a delinearse una cuestión: los ámbitos en los que la
paciente se mueve se encuentran absolutamente separados y Laura realiza
denodados esfuerzos por mantenerlos así. Por ejemplo si hay amigos en su casa
y la hermana le avisa que va a pasar, ella tiene que lograr que los amigos se
vayan antes que la hermana llegue. Respecto a las posibilidades laborales se le
ocurre que podría dar clases en Mar del Plata o en La Pampa.

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En otra entrevista relata que estuvo en la casa de una compañera para
planificar un trabajo y en un momento tuvo una gran necesidad de irse; no podía
quedarse en la casa y finalmente se va de manera abrupta. La analista le pregunta
qué se le ocurre sobre este episodio y Laura responde que la dueña de casa es
cantante por lo que no permite que nadie fume dentro, hay que salir al patio. Esto
lo asocia con su madre quien era la que determinaba qué podía y qué no podía
hacerse en su casa.
Más allá de ciertas asociaciones que realiza la paciente, no se observa
aún, lo que Lacan (1958) define como “destitución subjetiva”. Esta última
expresión se entiende en términos de concernir al analizante respecto de su
padecimiento, al punto de apuntar a que se “haga cargo” de su síntoma, esto es,
que suscriba de modo responsable la parte que le corresponde en aquello de que
se queja.
Al comienzo de otra sesión, Laura empieza a llorar y la analista la nota
muy angustiada. La paciente relata que se hizo un aborto y también refiere sobre
lo inesperado del embarazo cuando no hay concordancia con los cálculos de
fechas que ha realizado. La analista le pregunta acerca de cómo se cuida, y en el
medio de su explicación aparece el siguiente dicho de la paciente “…porque el que
se cuida es el otro…”. La analista la interrumpe y repite la frase “el que se cuida es
el otro”. Laura se enoja, le dice a la analista que no quiere pensar y entra en un
profundo estado de angustia. Luego comienza a llorar, se levanta y se va de la
sesión.
Laura vuelve al día siguiente. Dice que todo ha pasado mecánicamente,
que no había tenido tiempo de pensar qué le pasaba, que éste había sido el
primer ámbito donde habló acerca del aborto, ya que no había hablado ni pensado
de esto hasta el día anterior. Cuenta que vio sobre el escritorio una historia clínica
con la leyenda “EVITE SU DETERIORO” y esto le hizo pensar que no se cuida,
que se encuentra en un estado de depresión que hace que a veces no tenga
ganas ni de bañarse ni de cambiarse para salir de su casa. Comienza a hablar de
lo mal que se siente y del sufrimiento que le ocasiona su estado actual.

37
En estas últimas dos sesiones hay algunos aspectos a destacar. Uno
de ellos es la instalación de la transferencia, que ha quedado ya fijada de las
sesiones anteriores y que es tratada como queja estable y con resultados fallidos
de apertura.
Por otra parte, Freud (1914/2001) describe en Recordar, repetir y
reelaborar, las coordenadas del orden de aquello no recordado, por represión y la
resistencia, y que debe ser actuado mediante su despliegue en el dispositivo. Lo
que se evidencia en Laura es nuevamente su huída de la situación como una
respuesta primitiva del sujeto, ante la vacilación que le produce su angustia.
En otra entrevista Laura cuenta que consiguió un trabajo por la tarde.
Luego le dice al analista risueñamente: “cuando te enteres de qué trabajo se trata
te vas a hacer un festín”. Expresa además que sólo ella podría conseguir este
tipo de trabajo, es en un orfanato de beneficencia, y el sueldo es bajo porque los
que trabajan allí hacen beneficencia.
En varias entrevistas habla sobre su nuevo trabajo: está a cargo de
treinta nenas internadas como su preceptora. Aparece un recuerdo infantil: su
madre iba a trabajar, la hermana se iba al colegio y ella se quedaba sola en su
casa. Recuerda que esta situación le daba mucho miedo y que se rodeaba de
muñecas y se contaba historias.
Las nenas del orfanato tienen seis años. A los dos días de conocerla
todas le decían mami. Se pregunta qué hará ella para provocar eso y se le ocurre
que debe tener que ver con las distancias: ella se ubica o “demasiado cerca” o
“demasiado lejos”.
Es importante marcar en este punto la situación de transferencia en el
comentario que enuncia Laura: “…te vas a hacer un festín”. Freud (1914/2001),
en Recordar, repetir y reelaborar, enuncia que la mejor forma de “domeñar” la
compulsión a repetir es permitirle el despliegue en la sesión analítica. Desde ese
punto de vista, éste podría ser un momento privilegiado del tratamiento de Laura
para el abordaje de una dimensión compulsiva cuya insistencia repetitiva también
se dirige como “mensaje” al analista. La apertura hacia la heterogeneidad

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significante posibilitada por el analista, permitirá escuchar esa repetición “actuada”
para ponerla al servicio del proceso terapéutico.
Por otra parte, es importante mencionar que la introducción del
significante “marginalidad” durante las primeras sesiones, puede ser asociado al
significante de la transferencia. En consonancia a lo expresado por Soler (1984),
este significante le permite a Laura establecer la metonimia y la metáfora de su
discurso dirigiéndose a la analista para su interpretación.
También es posible relacionar otro aspecto desplegado con el
significante marginalidad introducido por la analista, y que ahora se asocia a la
“beneficencia”. Esto da cuenta que se le atribuye a la analista, algún tipo de saber
que ella desconoce.
En otra entrevista relata dos sueños: el segundo de ellos trata de una
escena donde se encuentra ella, su compañera de trabajo y el novio de ésta. La
escena presenta la particularidad de que en ella la paciente es simultáneamente
los dos personajes femeninos. La analista le solicita asociaciones y Laura dice que
se le ocurre que tiene que ver con las mujeres que tienen legalidad y a
continuación comienza a hablar de su hermana y expresa: “mi hermana siempre
ocupó el lugar de mi vieja. Me prohibía comer tomate porque a ella le gustaba
diciéndome que me iba a hacer mal y que me iba a crecer toda la semilla en la
panza”.
Luego relata un juego que proponía la hermana cuando estaban solas
en la casa. La hermana iba a sacar todas las lamparitas de la casa, cantando,
para indicar que no se quedaba pegada; en el momento que dejaba de cantar,
Laura que estaba al lado de la caja de tapones de luz, debía sacarlos. El juego
comenzaba, pero cuando la hermana dejaba de cantar, Laura corría hacia la
hermana, la abrazaba y se quedaba pegada a ella, en lugar de cumplir con su
parte del juego. El dejar de cantar, de la hermana, era para corroborar que Laura
cumpliera con su parte del juego y al no hacerlo era castigada y quedaba
encerrada afuera, un buen rato en el patio.

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En esta sesión la analista trabaja con el material proporcionado por este
recuerdo infantil en la dupla significante “pegada al otro” –“encerrada afuera” que
es solidario al “demasiado cerca” – “demasiado lejos”.
Lombardi (2008) propone que interpretación y transferencia son
asociadas de la siguiente manera: La interpretación pone en juego la división del
sujeto, situándolo entre dos significantes, ya que interpretar supone involucrar al
sujeto con su deseo, además que esa vuelta de la enunciación le proviene del
Otro, al que se le supone saber.
En otra entrevista Laura retoma la idea de dejar el Hospital. Dice que se
le ocurre que dejar ese espacio podría abrir otro no tan marginal en relación a su
profesión. La analista, ante los dichos de la paciente, le anuncia que en el
transcurso del mes siguiente se dará por concluido el tratamiento institucional.
Aquí la analista produce la enunciación del fin del tratamiento
institucional, como señala Soler (1984) cuando destaca que durante las
entrevistas preliminares debe producirse un cambio subjetivo entre el pedido inicial
o motivo de consulta y la demanda real para el análisis, es decir, una apertura a la
pregunta propia. En este sentido Laura, ha producido un interrogante en el cual se
incluye como sujeto, abandonar un espacio para poder ocupar otro, ocurre que
algo de su saber se pone en juego y a partir de un esbozo de pregunta ha
constituido un síntoma que la induce a esa articulación.
Monton (2012) refiere que el tiempo de las entrevistas preliminares no
tiene como objetivo darle al paciente las respuestas que busca, sino que, como en
el caso de Laura, el sujeto pueda formularse preguntas que lo impliquen como
sujeto, que le permitan ubicarse para repensar que hay de sí mismo en aquello
que dice y se queja.
En la siguiente entrevista Laura le solicita a la analista una extensión
del tratamiento institucional pues estima que dejar el trabajo en el hospital tendrá
consecuencias. La analista le responde que no es posible y ante esta respuesta
Laura le dice que quiere seguir trabajando pero lo que puede pagar es poco. La
analista le puntúa que “poco puede ser suficiente”.

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Aquí la intervención que lleva a cabo la analista implica un corte. Hay
una demanda de amor explicitada cuando manifiesta que le gustaría seguir
trabajando. Freud (1895/1992) advierte una corriente de afecto que el paciente
coloca sobre su analista a modo de enlace falso que hacen mudar la transferencia
en resistencia y en consecuencia llevarían el tratamiento al amor de transferencia.

5.1.3. Las intervenciones del analista

La primera puntuación que lleva a cabo la analista es en relación al


significante marginalidad y se sostiene en las ideas centrales que Lacan
desarrolla durante toda su obra desde distintas aproximaciones.
Trata sobre la construcción ética del Sujeto, su apertura y cierre
pulsante y el significante que se desplaza en la cadena de significados. Sobre
este punto es que se interpreta y permite cierta retroacción a una distinta
significación que se lleva a cabo. Tal es así, que en esta intervención, el enigma
introducido por la analista deja al sujeto en la necesidad de descifrar por él mismo
lo que ha dicho. Murano (2016) siguiendo los lineamientos de Lacan (1969/1992)
refiere que el enunciado enigmático introducido por el analista, tejido con los
elementos del discurso del analizante y apoyado en su enunciación, retorna sobre
él como un mensaje perturbador, que rompe la univocidad de la significación,
poniendo en acto qué se dice más de lo que parece decirse.
Ello desconcierta, produce efectos de división subjetiva donde parecía
haber una significación coagulada, interrogan, obligan a producir significantes
nuevos, inesperados. Allí es donde el sujeto no se reconoce ya que la
intervención del enunciado enigmático de la analista produce el efecto inverso:
provoca en sorpresa, asombro y extrañeza (Murano, 2016).
En consonancia con los lineamientos teóricos propuestos por Lombardi
(2008), es importante destacar que la interpretación llevada a cabo, divide al
sujeto entre dos significantes y logra que Laura se ubique en la cadena, ya que
este involucramiento del paciente lo conecta con algo del deseo, y además porque
ese regreso de la enunciación proviene del Otro. Esto permite ubicar y verificar la

41
posición del sujeto en relación a la queja que enuncia, aspecto que se da en forma
retroactiva desde la intervención llevada a cabo.
En otro tramo de las entrevistas, la intervención que sostiene el silencio
de la analista luego del anuncio de Laura de tener ganas de ir a la sesión pero no
de hablar, tiene su efecto en forma inmediata, pues la paciente, comienza a
elaborar un discurso donde aparece la pérdida de independencia como significado
y el significante “sola”.
Entonces el silencio que produce la analista, se relaciona con una
posición de “silenciosa” abstinencia, que busca no dar lugar a una demanda que
obture aquello que el sujeto intenta obtener como objeto.
En el texto Repetir, recordar y reelaborar (1914/2001), Freud sostiene
que esta posición de abstinencia le permite a la analista ser una observadora del
despliegue de los afectos de Laura y a partir de allí poder reconducirlos -
reelaborarlos - a la realidad.
Esta abstinencia al decir que planteada por la analista, tiene por objeto
relanzar el discurso, es poner al silencio a circular en el espacio de sesión, pues
ese silencio tiene algo que decir.
Laura entonces comienza a hablar de su malestar, de poder perder su
independencia, lo que relanza nuevamente un significante que ha pasado
desapercibido en las sesiones. Este significante es “quedar pegada al otro” y que
será relatado por Laura cuando enuncie parte de su historia familiar.
En otra entrevista y producto de la cita que extrae la analista de los
propios dichos de la paciente, y relanzadas con la pregunta: ¿por qué vivir con
alguien implicaría perder la independencia?, es que pareciera que hay cierto
trabajo por parte de Laura, que retroactivamente ha puesto a repensar el
significante “sola” en relación a perder independencia. La cita en este caso,
justamente viene a sancionar algo que fue dicho por la paciente, y a su vez, indica
la posición y la sujeción de aquel que profirió el enunciado: por lo tanto la cita
devela un más allá del decir, a través del recurso de la enunciación. De este modo
y conforme lo expresa Luterau (2012), la cita rehabilita la palabra analizante como
lugar de verdad.

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Por otro lado, a partir de estas intervenciones se puede rastrear la
conformación de la función del Sujeto Supuesto Saber. Al sujeto se le supone
saber un texto inconsciente que restituye el análisis. Al analista se le supone un
saber sobre el paciente. Cuando el sujeto comienza la narración de su historia y
del sufrimiento que lo lleva a la consulta, la articulación significante produce una
significación.
A fin de continuar con las puntuaciones de las intervenciones realizadas
en diferentes tramos del análisis, es importante señalar una entrevista a la que
Laura llega muy angustiada. Tiene aspecto desencajado. Cuenta que sospecha
estar embarazada, cosa que confirma el día jueves y el sábado realiza un aborto.
Habla de lo inesperado del embarazo ya que no concuerda con los cálculos de
fechas hechos por ella. La analista le pregunta acerca de cómo se cuida y en el
medio de su explicación aparece el siguiente dicho de Laura “…porque el que se
cuida es el otro”. La analista la interrumpe y repite la frase “el que se cuida es el
otro”. A partir de esta intervención Laura se enoja, expresa que no quiere pensar,
se angustia y comienza a llorar. Se levanta y se va de la sesión. La analista la
invita a hablar nuevamente, resaltando que el día siguiente estaría durante toda la
mañana en el Centro en caso que quisiera hablar.
Aquí la intervención de la analista: “El que se cuida es el otro”, captura
un significante, que ha producido el sujeto y lo devuelve dando un sentido distinto.
Esto se produce mediante la cita que hace la analista, que al sacarla de contexto,
produce una caída de sentido y le permite al sujeto implicarse para hablar él.
Lacan (1969/1992), en el Seminario 17 va a ubicar que la estructura de la
interpretación debe ser un saber en tanto verdad. Y esta verdad que sólo puede
decirse a medias, tiene estructura de ficción. La interpretación entonces, se
establece por medio del enigma recogido del discurso del analizante, y el analista,
en tanto intérprete, no debe bajo ningún aspecto revelar o completar por sí mismo.
Entre el enigma y la cita, se perfila entonces, la eficacia de la interpretación. En
este punto cae el sentido de lo dicho por la devolución de la analista, ahora el
sujeto está anoticiado, noticia que le produce angustia.

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La escansión implementada por la analista, recorta la palabra que
contraría la intención del que habla. La cita anoticia al que habla de un decir, de la
verdad del saber inconsciente. Se encuentra con una causa para lo que dice, en
su propio decir, desconocida hasta el momento para el sujeto, que lo motiva y que
descubre su existencia bajo transferencia. Hay un saber patente, que pone en
suspenso la relación entre el decir y lo dicho a través de la enunciación (Soler,
1984). A partir de la cita, el analista recorta algo, interrumpe al analizante en un
intento de liberar una significación nueva y equívoca. La escansión tiene un efecto
de corte, que puede sorprender y desprende a la vez la letra del significante.
La otra intervención que lleva a cabo la analista, es la invitación a
hablar, que no es otra cosa que la habilitación del espacio para asociar libremente
y dar lugar al alojamiento del sujeto.
Laura regresa a hablar porque algo de lo transferencial, permite ese
alojamiento. Esta intervención tiene efecto, pues se produce un cambio en su
discurso, que pasa de la queja en relación al otro a involucrarse en su propio
padecimiento. Al relatar que vio sobre el escritorio la historia clínica con la leyenda
“EVITE SU DETERIORO”, la hace pensar en que ella misma no se cuida. Aquí
aparece una respuesta subjetiva que ya no queda por afuera como objeto de goce
del otro, sino involucrada, incluida donde ella es la que debe evitar su deterioro.
En relación a la dupla significante “pegada al otro” –“encerrada afuera”
y “demasiado cerca” – “demasiado lejos” que se trabaja durante el transcurso de
algunas sesiones, se pone de manifiesto que conforme lo postula Lacan
(1960/2013) analista y sujeto ligados en torno al deseo y basado en un saber
supuesto, producen el fenómeno de transferencia; ponen a trabajar a Laura
buscando encontrar sentido a estos pares.
En la práctica clínica, Lacan (1960/2013) expresa que la posición
analista y sujeto debían ser construidas, como estructura del dispositivo, para dar
lugar al fenómeno de la transferencia.
Esta posición se evidencia cuando la analista puntúa la dupla
significante en la intervención a partir de la cita traída del discurso de la paciente
(“a veces me ubico o demasiado cerca o demasiado lejos”). Del decir de Laura

44
surge una implicación del sujeto respecto al Otro, se coloca demasiado cerca o
demasiado lejos y le agrega: “De una mujer con legalidad”. Este aspecto de
legalidad surge como asociación de relaciones afectivas que ha tenido Laura con
figuras masculinas que luego terminan casándose con otras mujeres “legales” y
que la ubican a ella como su contraparte “ilegal”.
De esta forma, la frase que a modo de cita recorta la analista del
discurso de la paciente: “de una mujer con legalidad”, permite tal como lo sostiene
Luterau (2012), dirigir la intervención directamente a la enunciación, y confrontar al
sujeto con su propio decir.

6. Conclusiones

En el presente trabajo final de integración (TFI), se realizó la


descripción del proceso analítico de un caso clínico de una paciente en una
Institución Privada. El caso se analizó desde la teoría y la práctica psicoanalíticas
y comprendió una admisión y las entrevistas preliminares que realizó el analista a
la paciente, hasta su posterior entrada en análisis.
Para la paciente Laura, caso que particularmente se analiza en este
trabajo, el tratamiento comenzó durante julio de 2016 y continúa en la actualidad.
De la lectura y análisis llevado a cabo a partir de la historia clínica y las
entrevistas con la analista tratante se han podido puntualizar los siguientes
aspectos teóricos en su aplicación clínica.
En primer lugar, a partir del recorrido por las aristas más significativas
del caso clínico presentado, fue posible ubicar las coordenadas del dispositivo
analítico que permitieron el inicio del tratamiento de la paciente.
Conforme a los lineamientos teóricos propuestos por Foucault (1981) y
Bleger (1960) fue viable constatar el armazón de este dispositivo clínico
fundamental a la hora de describir cómo opera, cómo tiene lugar y se despliega el
proceso psicoanalítico.
Asimismo, es valioso el aporte realizado por Freud en su publicación
Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico (1912/2013), donde el

45
autor hace referencia a las reglas específicas a las cuales está sujeto el
psicoanálisis, con su particular referencia al uso del diván como la escenografía
idónea para el análisis.
Mauer (2014) es otra autora que rescata la necesidad de diseñar, de
cartografiar, para cada paciente un dispositivo a medida, que contemple el
padecer singular de cada individuo, los saberes y redes de subjetividad que se
ponen en juego en la práctica clínica, y que a su vez esto mismo, funcione como
orientador de las intervenciones que se llevan a cabo durante un tratamiento.
Miller (1998), por su parte, también realiza un interesante aporte sobre
las condiciones que hacen posible la instalación del dispositivo y luego del
proceso analítico, vinculándolo de forma directa a la demanda de análisis y al
sujeto supuesto saber.
Lacan (1960/2013) destaca a su vez, que tanto para el paciente como
para el analista se trata de construir una relación casi ascética de búsqueda
honesta de la verdad, aunque no de cualquier verdad, sino de aquella que no
pueda ser objeto de autoengaños y de los vaivenes del deseo.
Se trata, tal como sostiene Mauer (2014) de construir a partir de cada
encuentro analítico, el dispositivo singular que respete la particularidad de cada
caso y de iluminar zonas desde un ángulo distinto, una verdad honesta como lo
referencia Lacan (1960/2013) que permita habilitar aquello no incluido en la
repetición.
Asimismo y a partir del recorrido del dispositivo en el cual se desarrolló
el tratamiento de la paciente, se pudo ubicar a las entrevistas preliminares con un
rol fundamental en el cual se constituyen como un tiempo previo y necesario al
posible comienzo de un análisis.
Las entrevistas preliminares como expresión lacaniana (1969/1992)
corresponde en Freud (1912/2001) al tratamiento de ensayo o puesta prueba.
Para Lacan no hay entrada en análisis sin el pasaje por ellas.
Según los aportes de Lacan (1960/2013), y posteriormente de Soler
(1984) entre la queja preliminar que el paciente trae, y la entrada en análisis se da
una discontinuidad, ya que el requerimiento de un paciente dirigido al analista

46
como una forma de aliviar el sufrimiento que lo aqueja, no implica necesariamente
una pregunta sobre su propia responsabilidad en aquello que padece, sobre
aquello de lo que se queja. Es decir, que el hecho de que un paciente busque el
alivio del sufrimiento que lo aqueja no es garantía de que quiera renunciar a su
goce.
De todos modos, es importante destacar que tal como se observa en el
caso clínico analizado, un sujeto recurre a un analista porque algo que en su vida
funcionaba, dejó de hacerlo, y supone que el analista sabe lo que le pasa. Es así
como lo exponen en el presente trabajo y desde diferentes ángulos y puntuaciones
teóricas, Miller (1998), Fernández Blanco (2011) y Monton (2012).
En relación a este punto, fue posible ubicar que, desde el inicio del
tratamiento, se juega algo del orden del saber, y justamente, una de las funciones
de las entrevistas preliminares es que desde la posición del analista se pueda
conmover algo de ese saber que el sujeto trae, para hacer posible la entrada en
análisis.
Siguiendo los aportes de Miller (1998) y Soler (1984) para que un
pedido o demanda de alivio sea una demanda de análisis es necesario que se
introduzca una pregunta, un enigma para el sujeto, una demanda al saber a partir
del trabajo de la transferencia.
Es así, que la transferencia en los procesos de admisión
psicoanalíticos, cumple con un rol fundamental que permite ubicar en primera
instancia cierta posición del sujeto ante la demanda de tratamiento, aspecto que
en el transcurso del presente trabajo, señalan tanto Freud, Lacan, como Miller.
Durante las entrevistas preliminares, la transferencia es un fenómeno
constitutivo del dispositivo analítico según lo expresa Lacan (1967), Miller (1979) y
Soler (1984). Este fenómeno se sustenta en poder ubicar el significante de la
transferencia, que permite instalar la metonimia y la metáfora del sujeto en
relación a un descifrador que es el analista.
Se pudo constatar, asimismo que la función del sujeto supuesto saber
(Miller, 1998) que se construye entre paciente y analista para dar lugar a la
transferencia y originar el trabajo de la misma, no refiere a una posición a ocupar

47
por la analista, sino que se trata de la estructura del dispositivo en construcción.
Se han podido ubicar un oyente y un paciente incentivado a decir por asociación
libre.
Por otro lado se verifican que los conceptos sobre transferencia
descubiertos y construidos por Freud, en distintos momentos de la teoría,
mantienen vigencia. De ellos sobresale la resistencia vinculada con la compulsión
a la repetición.
En la lectura del caso clínico, se observa que las intervenciones que
lleva a cabo la analista formando sentido, son producto de su posición en la
estructura del dispositivo e introducen a Laura a involucrarse con sus dichos y la
invitan a trabajar las significaciones de sus palabras. En las diferentes
intervenciones, fue posible distinguir particularmente aquellas que a partir de citas,
enigmas, puntuaciones y cortes introducidos por la analista, propiciaron el pasaje
de la queja inicial que traía la paciente a la entrada en análisis propiamente dicha.
Por lo expuesto, se estima que el trabajo de investigación llevado a
cabo ha respondido con los objetivos que fueron explicitados metodológicamente.
Estos buscaban en primera instancia ubicar las coordenadas del dispositivo
analítico, los aspectos centrales de la transferencia en segundo lugar, y por último,
las diferentes intervenciones implementadas por el analista durante el transcurso
de las entrevistas preliminares.
Para ello se efectuó un recorrido que diera cuenta de los principales
conceptos y puntuaciones más importantes en relación a las características y
reglas del dispositivo clínico, y las similitudes y divergencias que proponen los
lineamientos teóricos vigentes que circunscriben el fenómeno de la transferencia.
Finalmente, a partir del trabajo de investigación realizado, fue posible ubicar las
diferentes intervenciones implementadas durante el tratamiento analizado.
La pregunta que guió la investigación, se basó en el interés de aplicar la
teoría a la práctica clínica. Para afrontar esta tarea se contó con el apoyo de la
Institución donde se llevó a cabo la pasantía, la cual proveyó el caso clínico y
facilitó el contacto con la analista a cargo del mismo, y también proporcionó el
acceso a material teórico relevante.

48
Las dificultades en el trabajo estuvieron dadas por la limitación propia
del dispositivo analítico, que no permitía el acceso a las sesiones del tratamiento
propiamente dicho.
No obstante, con el material de las entrevistas realizadas, se pudieron
recabar los datos necesarios para reconstruir el caso clínico y realizar un abordaje
durante las clases teóricas que habilitaron la conceptualización de los distintos
momentos del tratamiento y sus intervenciones.
Respecto del caso clínico analizado, existen ciertos aspectos que
generan interrogantes. Uno de ellos es el significante “pegado al otro” y su relación
con la falta de periodicidad de las sesiones, que en su momento no fue puesto a
consideración. Por otro lado, el significante marginalidad, introducido por la
analista, podría dar cuenta de la tensión existente entre lo que se encuentra afuera
y lo que se encuentra dentro de un vínculo afectivo.
A partir de la relectura del material de la viñeta clínica, se observan
elementos que permiten hipotetizar lugares compartimentados, exclusivos, sin
vinculación, que dan cuenta de la posición subjetiva de Laura. Esta posición, en
principio puede ser ubicada dentro de la pasividad del sujeto, que debe ser
entendida como una falta de asunción de deseo, en las que Laura se posiciona
como una espectadora inmóvil frente a su propio padecer.
Por otra parte, es importante destacar que durante las entrevistas
preliminares se pudo construir una pregunta donde Laura era incluida. Aquí la
analista produce la enunciación del fin del tratamiento institucional, donde se
produce una apertura a la pregunta propia por parte del paciente. En este sentido
Laura, ha producido un interrogante en el cual se incluye como sujeto, abandonar
un espacio para poder ocupar otro, ocurre que algo de su saber se pone en juego
y a partir de un esbozo de pregunta ha constituido un síntoma que la induce a esa
articulación.
En la viñeta clínica, también fue posible ubicar que ante cada ausencia
de la analista, aparecen significantes y situaciones que pueden estar relacionados
a la posición subjetiva “desvalido”, y que podría dar cuenta de un estado de
indefensión y de inhibición para establecer un vínculo afectivo por parte de la

49
paciente. En este orden, aparece al final del tratamiento institucional la mujer bajo
el par de significantes “legal-ilegal”, y asimismo la introducción de nuevas
preguntas abiertas para la continuación del trabajo de análisis iniciado por la
paciente.
Por todo lo expuesto, se estima que el presente trabajo resultó una
herramienta óptima para puntualizar y ampliar aspectos esenciales de los
conceptos teóricos fundamentales del modelo psicoanalítico. Asimismo, el análisis
de un caso real y singular, posibilitó la aparición de nuevos interrogantes en
relación al proceso de análisis y el futuro desempeño profesional ético y
comprometido con cada paciente.

50
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55
8. Anexo Viñeta Clínica del Caso con puntuaciones de las
entrevistas con la analista tratante

Laura es una mujer joven, que ha realizado otros tratamientos analíticos


con anterioridad y que por diversas causas los abandona. Al respecto Laura
refiere: “Ahora me doy cuenta que los dejaba yo…antes le echaba la culpa al otro”.
Durante la entrevista de admisión se introduce un significante, que va a estar
presente durante todo su desarrollo, que refiere al abandono y a la soledad. Este
podría ser tomado inicialmente como motivo de queja, y podría ser trabajado,
profundizado, conforme aparezca nuevamente en las entrevistas.
Laura cuenta que vive sola desde hace tres años, lapso en el cual no ha
conseguido un trabajo estable. De esa situación la paciente hace este recorte:
“Ahora mis viejos empezaron a reconocer que tengo mi casa… mi mamá me
compró un regalo y mi papá me dijo: cuando vayamos a comer a tu casa…pero yo
les dije que no porque no tengo ni mesa ni sillas… pero me doy cuenta que la
cosa va más allá”. Al tratarse de una admisión, la idea es ordenar, limitar y
habilitar la consulta, posibilitar la construcción de un pedido y asimismo establecer
un conocimiento general de la persona.
Laura tiene una hermana mayor, con la comparte la misma fecha de
nacimiento. Plantea que siempre existieron conflictos en cómo festejar el
cumpleaños, aunque en esta oportunidad su hermana la invitó a su fiesta y
concurrió con amigos, allí la invito a la suya. Al principio le dijo que no iría, pero
luego concurrió y se quedó hasta tarde. También relata lo sucedido el año anterior,
cuando su madre prefirió compartir el cumpleaños con su hermana: “El año
pasado yo lo pasé sola, mi mamá fue a lo de mi hermana, a mí ni me llamó”
Nuevamente aparece la palabra “sola” con insistencia.
Resulta imposible poder determinar una queja específica durante la
admisión, Laura llora mucho, se encuentra angustiada y se evidencian síntomas
de ansiedad en su comportamiento corporal.
Al finalizar la admisión se le enuncian las pautas institucionales y se
acuerda un horario para las entrevistas semanales.
Con posterioridad Laura llama al centro solicitando cambio de horarios
56
por razones de trabajo. Dichos pedidos serán frecuentes y la causa que los
justifica son los eventuales trabajos temporarios que va encontrando la paciente, y
donde retorna lo dicho en un principio “que no tiene un trabajo estable”.
En esta admisión, la analista tratante decide admitirla para iniciar un
tratamiento, teniendo en cuenta un historial de abandonos de tratamientos
anteriores.
Se acuerda la primera entrevista a los quince días de la admisión. Laura
dice lo siguiente: “Es la primera vez que tuteo a una terapeuta, ni siquiera tuteo a
las terapeutas con las que trabajo en el hospital”.
La paciente desarrolla en forma gratuita un taller de plástica en un
hospital psiquiátrico. Enumera una serie de cuestiones entre las que aparecen: la
imposibilidad de conseguir un trabajo estable y que esté vinculado a su profesión,
la fantasía de dar clases de pintura; se le ocurre que esto podría hacerlo sólo en
una escuela para discapacitados. Al respecto dice: “no me imagino trabajando en
una escuela normal”. También cuenta que milita en un partido político minoritario
cuyos dirigentes han sido detenidos en algunas oportunidades y que ha sido
invitada a participar en un programa de radio, en una emisora “trucha”.
La analista lleva a cabo una intervención sobre estos contenidos,
expresando que en sus dichos se hace manifiesto algo del orden de la
“marginalidad”. Esto causa sorpresa en Laura y se produce el corte de la sesión.
Al iniciar la siguiente entrevista Laura refiere: “Me quedé pensando en
la marginalidad, vivo en eso”. Menciona que en tratamientos anteriores este tema
no había aparecido, y relata una serie de cuestiones que confirman, a su criterio,
este vivir en la marginalidad.
En otra sesión Laura expresa: “pienso que no puedo recibir ayuda,
cuando me dicen si necesito algo automáticamente digo que no”, “creo que tiene
que ver con mi viejo que nunca decía nada”, explicando que dicha actitud era
cuando se enfermaba y no lo comentaba a su familia y agrega: “Con mi vieja y mi
hermana defendíamos todo…”.
En la misma sesión manifiesta: “mi vieja era la que se organizaba en
todo. Cuando yo necesito algo me quedo sola. Tuve un aborto y fui sola. El tipo se

57
borró y mi amiga no me pudo acompañar”. Y agrega: “soñé que mi ex pareja me
decía que la mujer estaba embarazada y fue así. Me pasa siempre y después se
confirman esas cosas”.
En otra entrevista dice tener ganas de venir pero no habla, se producen
silencios que la analista sostiene. Finalmente dice que le cuesta hablar, sobre todo
si está enojada: “cuando estoy enojada por algo puedo pasar días sin hablar del
tema”.
Laura no puede sostener el silencio de la analista y cuenta que tiene
una pareja entre comillas, que él le propuso ir a vivir juntos pero ella no puede,
que no quiere perder su independencia.
La intervención de la analista se basa en interrogar sobre porque vivir
con alguien implicaría perder la independencia. Laura le responde recordando la
segunda vez que se vieron con su pareja: “Tenía todo planeado de antemano,
dónde nos íbamos a encontrar, que íbamos a hacer, después cada uno por su
lado”. A lo que su pareja le dice luego: “Ah ya nos vimos, ya charlamos y ya me
echaste”.
En otra entrevista Laura expresa que estuvo pensando en esto de la
pareja y que siente poco independiente si está con alguien. El recorte se refiere a
la intervención realizada por la analista cuando introduce el interrogante de vivir
con alguien y su implicancia vinculada a perder la independencia. Manifiesta que
se puede quedar poco en la casa del otro. Cuenta que había estado enferma y se
quedó en la casa de su compañero: “me cuidó, me compró remedios, hizo la
comida y hasta me compró tecitos”. Relata que cuando se sintió bien se fue sin
avisarle y sin dejar siquiera una nota.
Más adelante dirá que estuvo pensando y que se le ocurre que tal vez,
en algún momento podría llegar a vivir con su compañero, algo que antes le
resultaba impensable. Dice que eso se debe a que deja pasar todas las cosas,
que se puede comprometer al principio pero después posterga todo lo que quiere
hacer hasta que la situación se vuelve imposible y se ve obligada a hacer algo.
En otra sesión Laura cuenta sobre una ex pareja, el cual trabaja con
ella en el hospital, aunque enuncia que en la actualidad no se hablan pero de

58
todos modos hay algo entre ellos. Refiere que ella sabe cuándo él le va a hablar
algo sobre su esposa; esta situación, casi de adivinación, se repite con cierta
frecuencia en otros ámbitos. Al respecto cuenta que “cuando una amiga me llamó
para contarme que se había peleado con el novio, yo ya lo había adivinado antes”.
Aquí la analista refiere un dato curioso: es la segunda vez que a Laura
le pasa que saliendo con un hombre, éste conoce a otra mujer con la que termina
casándose.
Se produce una ausencia de quince días al tratamiento. Laura refiere
que esta ausencia es por temas laborales.
A su regreso Laura manifiesta que se enteró que su ex pareja fue papá
de una nena. Esta situación la pone muy mal y decide no ir al hospital porque no
quiere ni felicitarlo ni estar presente cuando lo feliciten. Esto trae aparejado la idea
de irse del hospital en un futuro. El hospital y el centro de salud aparecen
asociados vía la gratuidad: en el hospital ella no cobra y en el centro de salud no
paga.
En otra entrevista cuenta que está muy mal, que perdió muchas cosas.
Primero habla del gato, desapareció, salió y no volvió más; lo buscaron por todos
lados infructuosamente. Esto la apenó mucho hasta que pensó que tal vez eso era
lo que el gato quería, su libertad y esto la conformó un poco. Luego cuenta que se
peleó con su compañero. El planteó que las cosas no podían seguir así, viéndose
sólo cuando a ella le quedaba tiempo, si ella no tenía ninguna actividad que hacer.
Su compañero le demanda verse más tiempo y tener un proyecto en común. Laura
no da ninguna respuesta a este planteo.
Se produce la ausencia de la analista al centro de salud, que no es
comunicada a tiempo a la paciente.
Al retomar nuevamente las sesiones Laura menciona que ella habría
dejado el tratamiento y refiere que: “no puedo soportar esto de venir y que el otro
no esté”, que la razón de su continuidad es que la terapeuta fue la primera en
darle el número de teléfono particular por lo cual ella pudo comunicarse. Hacia el
final de la entrevista relata un sueño: “estoy en la puerta de entrada de una casa
antigua y te veo a vos, pero más vieja, igual pero mayor. Hablamos en la puerta”.

59
Al solicitarle asociaciones con respecto al sueño, Laura refiere que lo
asocia con que antes hizo tratamientos con personas mayores y manifiesta que:
“al principio, cuando vi que eras más joven, me pareció que podía ser un obstáculo
pero ahora estoy entrando”.
Luego de este episodio, se producen una serie de entrevistas donde lo
que prevalece es una queja sin ningún tipo de implicación. El trabajo estable que
no consigue se constituye como queja de este tiempo del tratamiento y las
intervenciones que lleva a cabo la analista por poner el tema a trabajar resultan
infructuosas. En ciertas oportunidades a Laura se le ocurre que podría dar clases
en Mar del Plata o en La Pampa.
En estas entrevistas, comienza a delinearse una cuestión referida a la
separación que produce Laura en los distintos ámbitos de su vida, y los esfuerzos
que ella lleva a cabo para mantener así la situación. La paciente lo recorta de esta
manera: “Si hay amigos en mi casa y mi hermana llama para avisarme que viene
de visita, tengo que lograr que mis amigos se vayan antes que ella llegue”.
En otra entrevista relata que estuvo en la casa de una compañera para
planificar un trabajo y en un momento tuvo una gran necesidad de irse; no podía
quedarse en la casa y finalmente se va de manera abrupta. Preguntada sobre esta
situación hace referencia a que la dueña de casa no permite fumar dentro de la
misma y tuvo que salir al patio. Al solicitarle asociaciones Laura cuenta que lo
vincula a su madre, quien era la que determinaba qué podía hacerse y qué no en
su casa.
Luego de una ausencia de la analista al centro de salud, Laura retoma
las sesiones. Concurre con muy mal aspecto, desencajada. Cuenta que
sospechaba estar embarazada, cosa que había confirmado la semana anterior, un
jueves y el sábado se había practicado un aborto. Manifiesta lo inesperado del
embarazo ya que ella había tomado el recaudo y que tampoco concuerda con los
cálculos de fechas que había realizado.
Preguntada sobre cómo se cuida, Laura menciona “…porque el que se
cuida es el otro…”. La analista interviene: “El que se cuida es el otro”. Laura, se
enoja, expresa que no quiere pensar, se angustia, comienza a llorar, se levanta y

60
dice que se va. La analista la invita a hablar nuevamente, recalcando que al día
siguiente estaría durante toda la mañana en el Centro por si quería hablar.
Laura vuelve al día siguiente. Dice que todo ha pasado mecánicamente,
que no había tenido tiempo de pensar qué le pasaba, que este había sido el
primer ámbito donde habló acerca del aborto, ya que no había hablado ni pensado
de esto hasta el día anterior. Cuenta que vio sobre el escritorio una historia clínica
con la leyenda “EVITE SU DETERIORO” y esto le hizo pensar que no se cuida,
que está en una situación tan depresiva que no tiene ganas de bañarse ni
cambiarse. Comienza a hablar de lo mal que se siente y del sufrimiento que le
ocasiona su estado actual.
En otra entrevista Laura le cuenta a la analista que ha conseguido
trabajo estable por la tarde. Al respecto expresa risueñamente: “cuando te enteres
de qué trabajo se trata, te vas a hacer un festín”. Cuando refiere acerca de este
trabajo, cuenta que es en un orfanato de beneficencia. El sueldo es bajo porque
todos los que están allí hacen beneficencia.
En otras entrevistas habla sobre su nuevo trabajo. Laura está a cargo
de treinta nenas internadas como su preceptora. Esto le genera preguntas por su
infancia. Se recuerda como una nena sola y comienza a relatar un recuerdo
infantil: tenía cuatro años, la madre iba a trabajar, la hermana a la escuela y ella
se quedaba sola. La situación le daba miedo, entonces se rodeaba de muñecos y
se contaba historias.
Las nenas del orfanato tienen seis años. A los dos días de conocerla
todas le decían mami. Se pregunta qué hará ella para provocar eso y se le ocurre
que debe tener que ver con las distancias: ella se ubica o “demasiado cerca” o
“demasiado lejos”.
En otra sesión relata dos sueños: el segundo de ellos es una escena
entre ella, su amiga y el “compañero” de esta última. La escena presenta la
particularidad de que en ella la paciente es simultáneamente los dos personajes
femeninos. Al pedirle asociaciones a Laura se le ocurre que tiene que ver con las
mujeres que tienen legalidad y a continuación comienza a hablar de su hermana
diciendo: “Mi hermana siempre ocupó el lugar de mi vieja. Me prohibía comer

61
tomate porque a ella le gustaba diciéndome que si yo comía me iba a crecer toda
la semilla en la panza”.
Relata un juego que proponía la hermana cuando estaban solas en la
casa. La hermana iba a sacar todas las lamparitas de la casa, cantando, para
indicar que no se quedaba pegada; en el momento que dejaba de cantar, Laura
que estaba al lado de la caja de tapones de luz, debía sacarlos. El juego
comenzaba, pero cuando la hermana dejaba de cantar, Laura corría hacia la
hermana, la abrazaba y se quedaba pegada a ella, en lugar de cumplir con su
parte del juego. Por este motivo Laura era castigada y quedaba encerrada afuera,
un buen rato en el patio.
A partir de este recuerdo infantil la analista trabaja la dupla significante
“pegada al otro - encerrada afuera” solidaria con “demasiado cerca - demasiado
lejos”.
En otra entrevista comienza a hablar de su idea de dejar el hospital ya
que se le ocurre que abandonar ese espacio implicaría la posibilidad de abrir otro
“no tan marginal” en relación a su profesión. Ante estos dichos de la paciente, la
analista le anuncia a Laura la finalización del tratamiento institucional con un plazo
de un mes.
En la siguiente entrevista Laura solicita una extensión del tratamiento
institucional, pues estima que dejar el trabajo en el hospital tendrá consecuencias.
La analista le responde que no es posible. Laura manifiesta que le gustaría seguir
pero lo que puede pagar es poco. La analista le señala que: “poco puede ser
suficiente”.
Finalizado el tratamiento en la Institución Laura solicita continuar en el
ámbito privado. En esa primera etapa se acuerda un honorario simbólico que
implicaba que Laura deje de fumar y que ahorre ese gasto en cigarrillos para
abonar los honorarios. Pese a ello, la modalidad de ausencias recurrentes se
mantuvo dando cuenta que esto respondía más a la posición en relación al Otro
que a las dificultades horarias.
En esta nueva etapa, durante el tratamiento privado apareció
claramente el tema de la otra mujer que ya se vislumbraba tanto en la reiteración

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de los triángulos, como a las historias recurrentes donde la otra es la legal.

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